Idealidad Avanzada No 171

Page 1

Pág. 1

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA AÑO IV. NO 171 / 10-09-2017

SALVADOR DE LA PLAZA, EL MAESTRO. Parte I RAUL DOMÍNGUEZ Caracas, julio de 1973.

Hablar del maestro Salvador de la Plaza, es como transitar por los valles de nuestra tierra generosa y buena, sembrados de rojos penachos encendidos, surcados por ríos encrespados, poblados por hombres y mujeres harapientos que marchan al laboreo de la tierra, rumiando la frustrada esperanza de ser algún día redimidos de su servidumbre tradicional por alguien que les ame y les comprenda su íntima amargura, su secular tristeza de ser parias, seres preteridos, abandonados de toda asistencia estatal. Porque Salvador, es eso. Y su obra es eso. Médula profunda de la realidad histórica de nuestro país, sojuzgado y explotado por los enemigos de dentro, en abierto y franco contubernio con los enemigos de fuera. Yo le conocí en el año de 1936, en esos momentos de la vida del hombre en que todo es pasión ardorosa, fuego interior y vehemencia para decir las cosas. Entonces hablaba el lenguaje de las gentes sencillas, de los obreros y de los campesinos. Me pareció un hombre luminoso, lleno de una profunda sabiduría y una manifiesta modestia. Hablaba de cosas que los demás callaban. Decía: "Heredamos de la Colonia, al constituirnos en República independiente, una organización económica agraria —plantaciones y cría— basada en grandes extensiones de tierras acaparadas en pocas manos, en el trabajo de esclavos y en la exportación de frutos, La producción para el mercado interno era accesoria. Al propietario de la tierra no le interesaba explotarla para su subsistencia directa, lo que perseguía era argumentar su renta, esquilmando al esclavo y al pisatario..."

Y su figura se agigantaba. Y su voz resultaba como un latigazo sobre las espaldas del latifundio tradicional, y como una estrella fulgurante en la mente de los irredentos. Aquellas palabras del Maestro, dichas así, con pasmosa sencillez, constituían una definición cáustica del latifundio y de los latifundistas. No era fácil decirlo. Veníamos de padecer una dictadura de tres décadas y aún estaban presentes los factores de poder de los latifundistas y terratenientes. Se requería de una gran valentía y una convicción a toda prueba para desafiar las iras de las clases dominantes que detentaban el poder político en el país. Yo media con asombro todas y cada una de sus palabras. Y mi admiración por él crecía como un vértigo que me abrazaba todo. No podía sustraerme de aquella visión trágica de nuestra realidad nacional que


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.