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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA AÑO IV. NO 172 / 17-09-2017
SALVADOR DE LA PLAZA, EL MAESTRO. Y Parte II RAUL DOMÍNGUEZ Caracas, julio de 1973.
La situación así descrita en esa época, en el pasado, es la misma del presente, al menos en lo cualitativo. El diagnóstico de Salvador sobre nuestra situación económica y sobre nuestra condición de país dependiente, en la cual juegan papel principal, como pilar angular interno, la existencia del latifundio, y como factor externo la penetración imperialista norteamericana, tiene tal vigencia que a muchos habrá de asombrar. Pero para quienes conocimos de la agudeza de su pensamiento y de su capacidad científica, no nos asombra en absoluto. Denuncia así, la existencia de ese tremendo binomio latifundioimperialismo, que nos impide seguir una línea de desarrollo independiente y construir un país libre y soberano. Dueño de su propio destino histórico y legitimo depositario de una auténtica soberanía nacional. Pero Salvador, no se queda en el pronunciamiento teórico, en el hecho casuístico de desentrañar una verdad general, sino que se incorpora al ejército de quienes luchan por la liberación nacional y el socialismo. De allí que le oigamos decir en el mismo año 47, durante una Conferencia dictada ante los micrófonos de una radioemisora del país: "Pero antes de continuar, me permitirán que exponga algunas declaraciones que creo pertinentes. Soy marxista, es decir, que me cuento entre los millones de ciudadanos que en el mundo, en todas las naciones que lo integran, están convencidos de que las sociedades humanas, en las 5/6 partes, del
mundo, por estar viviendo en régimen capitalista, no importa el grado de su desarrollo, caminan a pasos apresurados hacia una nueva forma de estructuración social en la que por pasar la propiedad de los medios de producción de manos de la minoría que hoy los detenta a las de la mayoría que es el pueblo, la vida del hombre como individuo y como ser social será posible se desarrolle en toda su amplitud y el dominio sobre das fuerzas de la naturaleza aprovechado para beneficio de la colectividad". Y agregaba con tono sereno, lleno de las más profunda convicción: "Me cuento, por otra parte, entre aquellos que no solamente están convencidos de esa verdad optimista y real, sino dispuestos a