Idealidad Avanzada No 182

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA AÑO V. NO 182 / 21-01-2018

CARLOS APONTE A paso vivo, Carlos Aponte en Cuba José Antonio Quintana García El periodista Pablo. Pablo de la Torriente Brau, 14 de marzo de 1936. Crónicas y otros textos ¡Venezolanos, un recuerdo para Carlos Aponte! ¡Venezolanos, un recuerdo para Carlos Aponte, que no oigo hablar de él lo suficiente!

avalancha común... (¡Qué espectáculo!... ¡Él era el hombre que siempre soñaba con llevar a Cuba “un barco con estos muchachos”!).

Hay hombres tales de los cuales los pueblos no solo pueden sino deben enorgullecerse. Y Carlos Aponte Hernández, el coronel Carlos Aponte, el ayudante de Sandino y compañero en el combate y la muerte de Antonio Guiteras, es uno de tales hombres. Y, sin embargo, venezolanos, no oigo hablar de él lo suficiente. ¡Yo pido un recuerdo intenso para quien tuvo el corazón de bronce; para quien tenía en la mirada audaz el hábito de descubrir traidores; para quien vivió y murió con la pistola en la mano y estuvo siempre al lado del oprimido, y mientras que más fuerte fue el opresor con más bravura le hizo frente!

¿Nadie ha pensado allá lo que sería, lo que haría hoy aquí Carlos Aponte, el compañero de Julio Antonio Mella, el compañero de Rubén Martínez Villena, el compañero de Augusto César Sandino, el compañero de Antonio Guiteras?

Y yo no vengo a mendigar para él un mendrugo de gloria. A él no le hace falta esto. Yo sé bien que hay hombres precursores, que se adelantan a su tiempo y muchas veces tienen que esperar a que su tiempo llegue, después de la muerte, para iluminar su figura con todos sus grandiosos perfiles. Yo estoy seguro de que Venezuela algún día estará tan orgullosa de Carlos Aponte como de sus más grandes héroes nacionales. Como orgullosa está Cuba de su muerte épica, al lado de Guiteras. Como agradecida está Nicaragua de su sacrificio por ella. Yo no vengo a pedir un mendrugo de gloria para Carlos Aponte, porque para él la gloria no estuvo en el recuerdo sino en el combate; y solo porque la hora es de combate, es que vengo a hablar de él. Y por eso es que al pedir un recuerdo para él, no pido un recuerdo para el hombre muerto sino para el hombre vivo; para el Carlos Aponte que hoy podría estar en Caracas, palpitante, vibrante, hombre a la vez jovial y sombrío, a la vez aterrador y amable, en cuya mirada negra la juventud leería con toda claridad el nombre de un solo camino; y en cuya voz de resonar metálico los sufridos de todos los tiempos habrían escuchado la llamada sin excusas para la

Por eso es que yo pido un recuerdo para él, venezolanos, porque es una lástima que ya él no pueda estar con ustedes. Y como que murió; y como que vivió peleando mucho tiempo fuera de Venezuela; y como que yo fui su amigo y conocí su vida; debo, pues, entonces, cada vez que pueda, contar algo de ella para que allá, los estudiantes, los jóvenes intelectuales y los obreros que no lo conocieron, se puedan imaginar lo que sería, lo que haría Carlos Aponte. Y yo sé que algunos se espantarían de todo lo que él fuera capaz de hacer; pero también sé que él era capaz de espantar a todos aquellos que, con mayor o menor disimulo, no son sino un estorbo para la marcha de Venezuela hacia delante. Mas, la anécdota no cuenta en este caso, porque para él la vida fue una aventura cada día. Como hay que ver esta vida es en conjunto, en sus virtudes esenciales, en sus rumbos infalibles, en sus proyectos hacia el futuro, pero siempre en contacto con la realidad. Carlos Aponte es nada menos que un símbolo de la juventud de América en su lucha contra la opresión imperialista. Un símbolo que no tiene la fuerza patética de Carlos Mariátegui ni de Martínez Villena; ni la resonancia poderosa de Julio Antonio Mella; ni la febril inquietud de Guiteras; ni la gloria de Sandino. Mas, la calidad es la misma, y reunió el ímpetu de unos al don de sacrificio de los otros. Y no fue un erudito, mas tuvo, como la brújula, el instinto de marcar siempre al Norte para orientar


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