Idealidad Avanzada No 199

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA AÑO V. NO 199 / 29-07-2018

Elías Manuitt Capitán del Pueblo Por Chela Vargas vargasmchela@gmail.com Un día de junio, la vida tranquila armoniosa y alegre de Altagracia de Orituco amaneció trastocada. Ernesto y José, dos niños de seis añitos, habían sido atacados con arma de fuego. Estaban tumbando unos mangos en el patio de una lujosa mansión. Ernesto, hijo más pequeño de Elías Manuitt Camero, resultó ileso. El otro niño no tuvo la misma suerte y quedó tendido sin vida bajo el árbol. Era su castigo por la osadía de atentar contra la consagrada propiedad privada de la poderosa oligarquía terrateniente del pueblo. El Dr. González Aragortt, terrófago, torturador de campesinos, mostró una vez más la fibra antihumana que caracteriza su clase y sin remordimientos siguió muy campante. La justicia había hecho siempre caso omiso a las arbitrariedades. Pero una cosa es la justicia burguesa anquilosada en los tribunales y otra la revuelta de un pueblo enardecido. El pueblo de Altagracia liderado por Elías Manuitt Camero tomó las calles. No se quedó nadie en su casa, había que dar un escarmiento a los abusos de la oligarquía dominante. “Esto es la revolución” decían las pancartas. “Mueran los asesinos del pueblo”. “Fuera la oligarquía explotadora y asesina de niños”. Y el pueblo hizo justicia. La familia asesina, aterrada ante la furia del pueblo, abandonó sus propiedades y salió espantada para nunca más volver. Altagracia de Orituco, el pueblo más aguerrido del Guárico, donde se forjaron notables combatientes de la patria, conducido por Elías, el líder revolucionario sensible y consiente, cumplió una jornada histórica que provocó escarmiento y castigo para los “dueños” del pueblo.

A Leopoldo Manuitt el padre de Elías, se le llamaba el comunista del pueblo. A las tertulias de la plaza traía siempre palabras muy ingenuas que aludía a la situación de pobreza y sacrificio y hasta tenía la osadía de hacer alusión a la sociedad comunista. Poco tenía de los Manuitt terratenientes de Chaguaramas, de Flor Manuitt, mujer que pistola al cinto defendía sus propiedades, y gracias a sus malaventuras se ganó el apelativo de doña Bárbara. Aunado a esta tendencia revolucionaria ingenua de su padre, el pueblo de Altagracia, gracias a sus maestros, sembró en sus jóvenes conciencia sensibilidad y espíritu guerrero para defender la patria. Desde su época liceísta, Elías guitarra en mano, volcaba con gran pasión, en sus canciones la urgencia de una patria sin explotados ni explotadores y


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