Idealidad Avanzada No 203

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LA PRIMERA HUELGA PETROLERA EN VENEZUELA MENE GRANDE. 1925. Jesús Mujica Rojas Ceramonauta La explotación petrolera en Venezuela comienza con el estallido del pozo Sumaque I, intervenido por la Caribbean Petroleum Company en abril de 1914, en Mene Grande, costa oriental del Lago de Maracaibo, estado Zulia. El primer conflicto que tuvieron los trabajadores petroleros contra las compañías transnacionales que representaban el imperialismo petrolero en suelo venezolano tiene su epicentro en Mene Grande, en julio de 1925, y se ubica como un conflicto en los años formativos de la conciencia de clase y de organización de los obreros petroleros y de las primeras organizaciones políticas, como es el caso del Partido Revolucionario Venezolano, fundado por revolucionarios venezolanos, cubanos, salvadoreños y peruanos exilados en México. Durante el año de 1925 la producción de hidrocarburos, por parte de la mano de obra venezolana, fue de 54.611 barriles diarios de petróleo. La producción del crudo venezolano se ubicó en el sexto lugar a nivel mundial. Ese año el petróleo fue el primer producto

venezolano de exportación, desplazando al café, cacao, etc. En las empresas transnacionales petroleras que explotaban nuestros hidrocarburos laboraban 12.148 trabajadores, que sobrevivían en condiciones infrahumanas en los campos petroleros, y ganaban un salario de 5 bolívares diarios, cantidad que no había variado desde el inicio de la industria petrolera a partir de 1914. El antecedente de la Huelga de 1925 fue un paro que realizaron, días antes, los trabajadores del garaje del campamento de Mene Grande. Al respecto tomamos los aportes del Prof. César Prieto Oberto (Aporrea.2016): "En el mes de julio de 1925, un grupo de trabajadores redactaron una carta pidiendo un salario mínimo de 10 bolívares, atención médica y medicina y mejores viviendas. La carta fue entregada al jefe del garaje, un inglés que inmediatamente respondió negativamente a las demandas de los mecánicos y chóferes". Los trabajadores, ni cortos ni perezosos, decidieron ir al paro, el garaje era estratégico en el funcionamiento de

Ilustración: Claudio Cedeño


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la explotación petrolera, la compañía llamó a la policía y las autoridades civiles y comenzó la confrontación, más la firmeza de los trabajadores y la solidaridad de clase hizo que la compañía se sentara a dialogar hasta llegar a un acuerdo entre las partes. El obrero y dirigente comunista Manuel Taborda dio su testimonió a Nheru Tennassee sobre los logros del paro: "...reducir las horas de trabajo a una hora menos, de diez horas de trabajo, a nueve horas. Aumentar el sueldo mínimo de 4 a 5 bolívares. Disponer de un médico para el servicio, sin derecho a medicina. Y, prometieron estudiar la mejora de la vivienda, que por lo demás era inexistente y los trabajadores tenían que pagarle a la compañía para alojarse en unos ranchos por ella construidos". Los alcances de esta pequeña, gran victoria, insuflo los ánimos de los demás trabajadores, los cuales en secreto comenzaron a organizarse, y a los tres días convocaron a una manifestación en la cual hicieron circular unos volantes impresos en una maquina "Ditto", propiedad de la compañía, lo que hace presumir que los empleados de las oficinas estaban solidarios con el movimiento. En el volante se solicitaba un salario mínimo de 10 bolívares. Reducción de la jornada de trabajo. Atención médica y medicinas. Y el mejoramiento de la vivienda... Eran los mismos pedimentos de los trabajadores del garaje. La compañía rechazó el pliego reivindicativo y solicito la intervención del Presidente del Estado y el ejercito. Por su parte los trabajadores continuaron con las manifestaciones diarias de calle, soportando las persecuciones, los maltratos y el encarcelamiento. A pesar de la represión los obreros petroleros hicieron uso de los vasos comunicantes y los lazos de fraternidad entre

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los campamentos petroleros , lo que generó que el movimiento huelgarío se extendió paralizando la industria en toda la costa oriental del distrito Bolívar del estado Zulia. La huelga duró doce días y los obreros se mantuvieron firmes hasta que la compañía cedió y concedió un aumento de 2 bolívares diarios y la promesa, a futuro, de cumplir con las otras demandas. La huelga petrolera de Mene Grande, 1925, fue el inicio de las luchas de los trabajadores petroleros de Venezuela, demostró al calor de la lucha, que la organización y la unidad de clase podían propiciar el paro de la industria petrolera operada por las transnacionales. Creó la conciencia de que sin la participación de los trabajadores las compañías extranjeras no podían explotar el petróleo patrio. Durante la duración de la huelga las compañías y el gobierno tuvieron que ceder por que el conflicto produjo grandes pérdidas económicas: la compañía petrolera transnacional perdía ganancias y el Estado venezolano no percibía el ingreso de la renta. Luis Augusto Malavé, obrero fogonero de la pequeña locomotora que hacía el diario recorrido por la vía férrea de Mene Grande, surgió como líder nato, gran orador y animador de la huelga, fue detenido y puesto en "libertad" a los tres días de haber terminado la huelga, según testimonios de la época, desapareció del campamento misteriosamente y nunca más se le vio por ningún lado. Luis Augusto Malavé fue el primer obrero caído, desaparecido, del movimiento obrero petrolero venezolano. ¡Honor y Gloria.! Bibliografía consultada: Nheru Tennassee, Paul. Venezuela, los obreros petroleros y la lucha por la democracia. EFIP-Editorial Popular. Caracas,1979.


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¿Dónde están los restos del Teniente-comandante guerrillero Nicolás Hurtado Barrios (Fernando)? Parte II Humberto Vargas Medina Nicolás, estudioso, disciplinado, fue el autor, junto con Pedro Medina Silva, del libro que vino a representar la base teórica fundamental de la lucha armada en Venezuela: ¡Por qué Luchamos! Pero ese atrevimiento, la audacia de haber escrito ese libro en el cuartel San Carlos, burlando la vigilancia y las medidas de seguridad de los carceleros, hoja a hoja, página a página, ayudado por su inseparable Yolanda, que se las arregló para lograr el objetivo de sacar cada escrito, a veces en las pantaleticas de su pequeña hija Alejandra, le valió ser trasladado a la celda de castigo que se llamó la Cueva del Humo. Allí pasó un tiempo… irreductible. En la cárcel se hizo comunista, y un día llegó la libertad. No por casualidad era el último preso de la asonada militar del 7 de septiembre del 58. Habían pasado siete largos años. Cuando entró a la cárcel, tenía dos hijos, ahora salía con cuatro. Pero Nicolás era indomable, rebelde, firme, convencido, y salió decidido a seguir luchando. El llamado de su pueblo era muy fuerte. Sus convicciones revolucionarias le exigían entrega total y él estaba dispuesto a esa entrega. Y llegó el día de la libertad y, con Yolanda y sus muchachos se fue a Europa y luego a Cuba y allá dejó a su familia mientras él continuaba su camino para seguir formándose como revolucionario en Vietnam y China, estudiando, haciendo cursos políticos y militares, asimilando y aprendiendo la experiencia maravillosa de esos pueblos en sus luchas liberadoras. Estaba en el centro del conflicto bélico más importante del momento, la Guerra de Vietnam. Y conoció a sus líderes, y compartió con Ho Chimín, sencillo y heroico y con el general Giap, el que derrotó a los franceses en la famosa batalla de Diem Bien Phu en el año 54. Regresó a Venezuela y se incorporó al Frente Guerrillero José Leonardo Chirino. Venía cargado de conocimientos. Allí lo conocí personalmente. Ya sabía quién era. Mi hermana Sol era el contacto del Partido con los militares en la Isla de Tacarigua y me había hablado de él, igual que mi otro hermano Ramiro, quien era responsable de la retaguardia del Frente.

Fernando era un hombre trigueño, de regular estatura, delgado de pelo negro, liso y canoso, de barba escasa, dinámico, eléctrico, con una gran humildad y respeto por todos. A pesar de su gran capacidad militar y teórica, nunca se le vieron ínfulas de grandeza. Al contrario de muchos “comandantes”. Fernando siempre estaba de primero en el trabajo, en las comisiones, a la hora de caletear, de combatir, en las labores cotidianas. Se consideraba un combatiente más y no quería cargos de dirección militar puestos a dedo. —Las responsabilidades se ganan en los hechos—, decía. Y aceptó ser el comisario político de uno de los equipos. Sin embargo, puso al servicio de toda su experiencia militar, en los cursos y talleres que nos daba. Con él aprendimos a hacer los depósitos subterráneos para almacenar la comida no perecedera y las trampas vietnamitas. Cada conversación era un aprendizaje, sobre todo para nosotros, muchachos que rondábamos los veinte años. Con él andaba Antonio (el general cubano Ochoa), Cupertino, Jonás, Miguel Ángel, Torombolo, Emilio, Guyen, el negro Arcadio a quien cariñosamente llamábamos el Sangre y otros guerrilleros más, ya habían llegado a las montañas de portuguesa. Mientras tanto, yo pateaba las serranías andinas de Trujillo bajo el mando de Luben y Miranda. El ejército les seguía los pasos. Los había ubicado en las inmediaciones de Ospino. Días antes habían emboscado una patrulla de soldados causándole bajas, entre muertos y heridos. En los caseríos de la zona ya conocían a Fernando, los campesinos se habían hecho sus amigos. Con frecuencia conversaba con ellos sobre la justeza de la lucha revolucionaria. Sobre la necesidad de la reforma agraria y de la lucha por el derecho de los campesinos a la tierra. Les explicaba lo que era el latifundio y cómo los terratenientes se habían apropiado de las mejores tierras.


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En el caserío Santa Bárbara estaban sus más cercanos colaboradores. Con el señor Aranguren, campesino de la zona, hizo una buena amistad, como también con su mujer y su pequeño hijo Silvio, a quien siempre le llevaba caramelos. —Yo tengo cuatro hijos y dos son como tú, y tú, niño campesino, me los representas en este momento, porque también son niños como tú, y a través de ti, los veo y los tengo a ellos. Silvio lo oía con atención a la luz de una vela, mientras la mano de Fernando acariciaba su pelo, sentado en un pequeño taburete en la sala de la pequeña casa de bahareque con piso de tierra donde vivía el señor Aranguren con su familia. La electricidad no había llegado al caserío. Cupertino y un grupo de guerrilleros habían salido del campamento en misión de varios días, en el camino se encontraron con el ejército y allí se prendió el tiroteo. El tiroteo fue corto. Todos se parapetaron y se retiraron ordenadamente. No había nada que lamentar, habían salido ilesos. Pero dejaron el rastro. El enemigo confirmaba que estaban en la zona y, por supuesto, desplegaría sus fuerzas para golpear, y así lo hicieron. La tropa comenzó a penetrar montaña adentro. En el campamento no sabían de lo ocurrido. No hubo tiempo de avisar. Fernando, con su fusil M-2 listo para combatir, salió con su escuadra al caserío Santa Bárbara. Tenían que caminar por una pica para caer al camino real. El cielo estaba despejado y la luna estaba inmensa, grandota y bonita como toda la luna llena, en plena Semana Santa. El viento soplaba fuerte y refrescaba la noche. Con él, adelante, marchaba el Negro Arcadio; luego, algo distanciados, lo hacían, Jonás, Emilio, Guyen y otros guerrilleros más. Así llegaron al caserío con las medidas de seguridad necesarias para el momento. Llegaron a la bodega y solo Fernando entró. El resto mantuvo la vigilancia, compraron algunas cosas y luego hablaron con los campesinos y con el viejo Aranguren. Fernando compró unos caramelos y se los regaló al pequeño Silvio para que también los repartiera a los demás niños. Silvio contento lo miraba con cariño.

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Quedaron en volver a hacer una compra grande y partieron de nuevo al campamento. Avanzaron y a un lado del camino, en el suelo, el Sangre vio algo brillante, la tomó, y era una cacerina. —Debe ser de Cupertino. —Yo creo que es del ejército, vamos a tomar otro camino— dijo El Sangre. Sin embargo, siguieron avanzando por la misma pica. Iban con cuidado, pero el enemigo los había detectado y los esperaba emboscado, aprovechando la noche y la vegetación. El FAL del negro Faustino brillaba por la luz de la luna. Los soldados los vieron avanzar y estaban listos para actuar. Fernando y el Sangre iban adelante, pendientes, pero la ventaja la tenía el enemigo. El Sangre era un negro, fuerte, un tanto gordo, pero macizo, de mediana estatura, siempre alegre, y decía con su saludo de siempre: —¡Cómo estás mi sangre! Y por eso al negro Faustino lo llamábamos el Sangre. Era falconiano, de la sierra, de las mismas montañas que José Leonardo, el zambo irredento. En el campamento del Barrial con una lata que convirtió en tambor se acercaba a las escuadras y cantaba una canción de la costa, a veces acompañado del cuatro que tocaba Tenorio, otro falconiano como él. Un día los dos, junto a Magoya y Renán, decidieron hacerse guerrilleros. Eran unos carajitos, Renán tenía trece años, y se aparecieron al campamento para no dejar nunca de ser guerrilleros. Y allí los recibieron y los aceptaron. Faustino era un negro bonachón. Tenía veinticuatro años. Y entonces llegaba por las tardes, cuando caía la noche y empezaban a colgarse las hamacas, cantando y diciendo: —Radio Calembe informa—, y decía cualquier noticia. Siguieron avanzando por la pica. El resto de la guerrilla los esperaba en el campamento. Tenían que pasar por el sitio de Aguas Dormidas, exactamente por el Plan de los Muertos. El Sangre seguía con la duda de la procedencia de la cacerina, pero siguió caminando adelante con Fernando.


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¿QUÉ HACER CON EL PERIODISMO? Y Parte II JJ Álvarez Prosigo con el tema ¿Qué hacer con el periodismo? En síntesis hago algunas consideraciones acerca de la supuesta libertad de prensa que ha generado el periodismo de omisión. Una frase de nuestro libertador Simón Bolívar, dice: No hay libertad legítima, sino cuando esta se dirige a honrar a la humanidad y a perfeccionar su suerte. La libertad de prensa burguesa que tenemos es dominante, deshonra a la humanidad y en nada contribuye a perfeccionar su suerte porque viola todos los principios éticos del periodismo. La libertad de prensa actual, es la libertad de empresa asociada al mercantilismo de la información que siempre ha sido utilizada como arma estratégica para inducir la dominación de nuestro pueblo. Hacer lo que le dé la gana con el flujo informativo ha sido la cínica versión constante de la libertad expresión y de información en el rio revuelto del negocio. Muchísimo se hablado sobre qué hacer con el periodismo, sin duda lo más importante de este tema, la entrevista de la curtida periodista Teresa Ovalles hecha a quien tiene el periodismo como sacerdocio, Eleazar Díaz Rangel: ¿Tiene salvación el periodismo? – Sí, por supuesto, pero requiere tiempo, paciencia y se consoliden los cambios en el país, porque, al final, los que deciden como son los medios son sus dueños, no los

periodistas, aunque muchos no lo creen. (www.ciudadccs.info, 3/08/18). En el complicado mundo de internet los periodistas deben empeñarse en transformar la prensa tradicional en una prensa multimedia que sea vehículo de participación democrática y valor estratégico para la sostenibilidad y prosperidad de Venezuela. El periodismo debe salir del oscurantismo producto de pos verdades y reacomodos de dueños de medios que determinan sobre que deben escribir los periodistas que subyugan. Todo esto indica que el periodismo que buscamos para opinar y discrepar dentro de la revolución debe ser el que está por encima de intereses comerciales o de grupos. Así que periodistas y comunicadores a plantear otra formas de propiedad que no sea la capitalista. ¡Piensen en la propiedad socialista, estatal o comunal!


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#NICARAGUAQUIEREPAZ TRUMP AGRADECIMIENTOS: Claudio Cedeño Humberto Vargas El Tano Yea Jesús Mujica Rojas JJ Álvarez Néstor Rivero Rafael Febles Diseño y Diagramación: Angela Manzur de Mujica

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