Idealidad Avanzada No 27

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA AÑO 1. NO 27 / 28-09-2014

LO NACIONAL EN EL ARTE (Parte I) César Rengifo (14/05/1915 - 02/11/1980)

En estos últimos tiempos, el término universalismo ha cobrado un significado muy especial, sobre todo cuando es aplicado a la política y a las artes. Por doquier se lo pregona y alaba, asentándose la tesis de que sólo un concepto y una conciencia de universalidad podrán salvar al hombre y a los pueblos de las dificultades presentes. De la misma manera —y esto para uso exclusivo de los artistas— se difunde entre ellos la idea de que únicamente el arte de contenido universal, que exprese lo "universal", es grande y valedero. La cuestión, a simple vista, es atrayente y fácil de deslumbrar si se la toma superficialmente. En verdad, uno de los ideales más sentidos por todos los hombres progresistas del mundo, es la fraternidad y convivencia pacífica universales, bajo un régimen sin clases, sin explotadores ni explotados, sin naciones sojuzgadas por otras más poderosas, sin nacionalismos estrechos y agresivos, sin prejuicios de razas ni de credos. Pero distinto es ese anhelado estado de cosas universales al universalismo pregonado y alabado por las fuerzas y sectores interesados en detener, precisamente, el advenimiento de ese mundo más humano y justo. Una cosa es el universalismo sustentado por una concepción nueva de la vida, en lo material y en lo ético, y otra es el que trata de difundirse e imponerse para apuntalar la economía y el dominio de unos cuantos dueños y señores de la riqueza del mundo. Por ello, es necesario desentrañar lo que se oculta bajo ese pretendido sentimiento universalista, tan alabado como necesidad política, cultural y artística. Ya sabemos que una de las aspiraciones de las fuerzas dominantes imperialistas, es la subyugación absoluta de todos los pueblos de la tierra, a fin de tenerlos como colonias económicas, fácilmente explotables, y como bastiones para sus planes agresivos. Por ello se cuidan muy bien de que, junto a la penetración económica, vaya también la de ideas, que tiendan a ablandar las conciencias nacionales y a sembrar la indiferencia por todo cuanto ataña a la soberanía e 1

independencia. Y nada mejor para eso, nada más sutil, pero bien efectivo, que la prédica del cosmopolitismo, del universalismo. En el aspecto político, sirve muy bien para imponer y justificar pactos y alianzas económicos o de sentido belicista; en el cultural o artístico, para sembrar la falsa idea de que mientras más extranjerismo nos llegue, mientras estemos más a tono con el ritmo de vida de las capitales civilizadas, más civilizados y universales seremos. En el campo artístico es una manera —muy efectiva, por cierto— de apartar a los artistas de la realidad de sus pueblos, de lo nacional, para ir a buscar puesto en ese "arte", que es ya una estandarización de formas y colores. De esa manera se creará y desarrollará una sumisión al extranjero, no sólo en lo económico y lo político, sino también en lo espiritual. Todos andarán de espaldas al propio país sobre la superficie de un pretendido universalismo muy civilizado, mientras las fuentes productivas — materiales y espirituales— se agotan y secan en beneficio de los trusts colonizadores. Dentro de esa mistificación del universalismo para beneficio del imperialismo, cobra particular importancia, por su peligrosidad, todo lo que se relaciona con el arte y los artistas. El arte


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