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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA AÑO 1. NO 30 / 19-10-2014
LO NACIONAL EN EL ARTE (Parte IV) César Rengifo (14/05/1915 - 02/11/1980)
En las artes plásticas, la desintegración es mayor, debido a la ausencia de tradiciones firmes dentro de ella. Al contrario del Perú y México, en nuestro territorio, sus poblaciones indígenas no habían alcanzado organizaciones sociales, económicas y políticas, que le permitieran connotados progresos artísticos, sobre todo en la plástica —pintura, escultura, dibujo, cerámica—. Estas expresiones, pues, aún estaban en fases primitivas y posiblemente de desarrollo cuando irrumpió el blanco conquistador. La avalancha guerrera se encargó de destruirlas o agostarlas. Luego los partidarios de la "Leyenda Dorada" en la Conquista, partidarios unilaterales de que los hispanos sólo trajeron el bien a estas tierras, junto con la religión, la cultura y la civilización, muy interesados en rubricar eso, se encargaron de ocultar y negar las existencias de las primitivas culturas indígenas para destacar así la obra de los conquistadores y colonizadores. Esa negación y ocultamiento contribuyó en mucho a borrar de tradición no poco de los productos culturales de los pueblos vernáculos. La escasa cerámica y la plástica indígenas se disolvieron quedando apenas muestras para los estudiosos arqueólogos e indigenistas. En otras expresiones, tales como en música, la destrucción fue menor, pues oralmente se transmitían ritmos y sentimientos; igualmente, sálvase la leyenda y ciertos aspectos de festejos o rituales que se hacen folklóricos. Por ello, mientras no hay apoyatura tradicional en la plástica, sí la encontramos en la música, en la leyenda, en el baile, en el cuento y hasta en la poesía. Estas últimas fortalecidas o creadas por el aporte popular hispano. Con relación a la pintura y a la escultura, la poca tradición trae como consecuencia que se cultivaran escasamente en los días coloniales. No hay que olvidar tampoco que la venta de santos y retablos, retratos y grabados, era un tráfico que se administraba muy bien por comerciantes especializados desde la Península y los intereses de esos comerciantes han debido influir en mucho para evitar que aquí dichas artes se desarrollaran para mengua de su negocio. También los
comerciantes de vinos y aceites —de ese que se traía en botijuelas— evitaron, mediante influencias, que por acá se cultivaran olivos y viñedos. La falta de eslabones tradicionales, pues, determina, una vez iniciada la preocupación por las artes plásticas, que todos aquéllos que en ellas se adentraban volvieran los ojos a Europa para ver nuestras cosas según las formas y pautas desarrolladas allá. Eso hace Carmelo Fernández, quizás el primer pintor conocido en los anales de la pintura venezolana de la era republicana. Fernández se debate dentro de un medio poco propicio para las artes —se iniciaba la era republicana. Sus tentativas se resuelven en una obra inorgánica y descuidada. Luego de él, adviene la figura de Tovar y Tovar. Este, por su posición económica y social, logra mayor apoyo en los medios dominantes, lo cual le permite trabajar con desahogo. Pintor conocedor del oficio y con aliento creador, marca la iniciación de la gran plástica en Venezuela. Salido de los mismos días posteriores a la gran Guerra de Independencia, viviendo un ambiente de gesta, de acciones históricas, su pintura se orienta a perennizar los hechos y los hombres que forjaron la patria. En los anales heroicos encuentra la sustancia de sus obras, pero la forma expresiva la trae de Francia. Refleja las residencias de las clases dominantes, las que, apoyadas en el guzmancismo — traicionadas las aspiraciones de las masas federales— se van ligando más al exterior bajo el señuelo de civilizarse. A medida que los jardines caraqueños se pueblan de magnolias francesas y se tronchan por doquier los guamachos y los urapes, también se corta algo del espíritu nacional, transplantándosele gustos frívolos y decadentes. Tovar y Tovar tiene algunas reacciones contra ese afrancesamiento de sus pinturas y lo demuestra en su Batalla de Carabobo, donde ya se advierte poco del neoclasicismo, tan visible en su Firma del Acta de la Independencia. Sin embargo, este pintor no alcanza, pese a su fuerza, a asentar las bases de una plástica consustanciada con lo venezolano.