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El Arte de Enseñar: Cristina Correa

EL ARTE DE ENSEÑAR:

CRISTINA CORREA

MAESTRA DE ARTE AP • IDEA SAN JUAN

A menudo se dice que la enseñanza es parte arte y parte ciencia y Cristina Correa ha dedicado los últimos 15 años de su carrera a perfeccionar su oficio mientras inspira a una nueva generación de estudiantes a desafiar las convencionalidades y convertirse en innovadores.

LA EDUCACIÓN SIEMPRE HA JUGADO UN PAPEL IMPORTANTE EN SU VIDA, incluso antes de darse cuenta de su vocación. La nativa de Weslaco nació y creció en el Valle del Río Grande en una familia que valoraba y esperaba una educación universitaria.

“Mis abuelos paternos fueron a la universidad. Después de servir en la Segunda Guerra Mundial, mi abuelo regresó y se graduó de la Escuela Secundaria San Perlita en el condado de Willacy. Después de graduarse, mi bisabuelo le dijo que tenía dos opciones: quedarse y trabajar en el rancho como lo había estado haciendo su familia durante generaciones o usar sus beneficios de la Ley G.I. para ir a la universidad”, dice Correa. “Entonces, se subió al tren, fue a la universidad y se convirtió en uno de los primeros hombres hispanos en graduarse del Colegio A&M de Texas (ahora Universidad A&M de Texas), donde obtuvo su licenciatura y maestría. Mi abuela ya tenía su propia carrera en el juzgado del condado de Cameron cuando ella y mi abuelo se conocieron y se casaron. Ella fue un modelo de autosuficiencia e independencia para mis hermanas y para mí”.

Los padres de Correa también fueron a la universidad. Su madre proviene de una familia de trabajadores migrantes y fue la primera de su familia en ir a la universidad. Después de obtener su licenciatura de la Universidad de la Mujer de Texas y su maestría de la Universidad Panamericana de Texas mientras estaba embarazada de Cristina, se convirtió en directora escolar y administradora mientras su padre asistía a la Universidad de Houston y la Facultad de Derecho de la Universidad de Texas.

“La dinámica en casa no era ‘¿Vas a ir a la universidad?’ Era ‘¿A dónde vas a ir a la universidad y qué vas a estudiar?’”, dice. “En unos años, cuando mi hijo Jackson se gradúe de IDEA San Juan, será un graduado universitario de cuarta generación”.

Correa recuerda la primera vez que alguien le preguntó si estaría interesada en convertirse en maestra.

“Me estremezco al pensar en una conversación que tuve con mi mamá una vez cuando estaba en la universidad”, dice con una sonrisa. “Me preguntó si alguna vez consideraría enseñar y le comenté que era muy fácil. Recuerdo la expresión del rostro de mi madre. Entonces no me daba cuenta de lo que entiendo ahora, y es que para enseñar se requiere mucha habilidad y trabajo duro".

No fue solo la percepción de Correa sobre la enseñanza lo que la hizo dudar. También había crecido viendo lo duro que trabajaba su madre como directora, levantándose a las 5:30 a.m. y a veces, regresando a casa tarde en la noche. La experiencia fue suficiente para descartar una carrera en la educación, pero su vida pronto daría un giro fortuito.

Después de graduarse de la Universidad de la Mujer de Texas, Correa dio a luz a un bebé varón y se mudó de regreso al Valle del Río Grande para considerar cual sería su próximo paso.

“Hubo una vacante para una maestra de arte en Weslaco East High School y me llamaron para preguntarme si estaría interesada”, dice ella. “Mi hijo tenía solo cuatro días y lo llevé conmigo a la entrevista y conseguí el trabajo”.

“Recuerdo haber pensado, ‘espero poder hacer esto, no creo que esté calificada. No sé nada de enseñanza’, pero miré a mi hijo y supe que tenía que conseguir el trabajo para mi hijo recién nacido”, continúa.

Aunque solo esperaba seguir siendo maestra mientras se establecía, Correa descubrió que disfrutaba trabajar con estudiantes. Pronto, un año se convirtió en tres.

Una nueva escuela IDEA se estaba abriendo en San Juan, Texas, y una amistad recomendó a Correa para un puesto de arte. Como parte de su entrevista, se le pidió que impartiera una clase a niños de kínder frente a diez administradores. A Correa se le ofreció el puesto y ha estado en el cargo durante los últimos doce años.

“Lo que hace diferente a IDEA es que se toman el tiempo para invertir en su cuerpo docente y personal”, dice ella. “Hay coaching, desarrollo profesional y te preguntan si quieres ascender. Pero siempre he sabido que no quiero ascender. Quiero quedarme en el aula y trabajar para un distrito que celebra eso y alienta a los maestros a quedarse y ser lo mejor que pueden ser, es algo raro”.

“Le doy crédito a IDEA por mantenerme en la educación”, agrega. “Ellos creen en fortalecer la calidad de sus docentes y en darles autonomía. Me encanta que se puede ser un líder en IDEA y no tener que salir del aula para pasar a la administración. Ellos encuentran muchas formas de empoderar a los maestros".

Aunque algunos pueden dar menos importancia a las clases de bellas artes, Correa cree que el arte es una parte importante de la educación de un niño porque crea un espacio seguro para que los estudiantes se expresen.

“El arte es otra forma en que los estudiantes pueden expresar su voz y compartir una parte de sí mismos con la que quizás no se sientan cómodos expresando en voz alta, y eso

es importante”, dice ella. “Especialmente ahora que estamos atravesando un momento tan extraño con emociones intensas. Es importante brindarles a los niños una salida para que puedan compartir una parte de sí mismos".

Correa no se dio cuenta de lo importante que sería el arte para sus estudiantes en el 2020, cuando el COVID-19 comenzó a extenderse en todo el mundo hasta nuestras comunidades locales.

“Trajimos todo a casa durante las primeras semanas. Luego nos dijeron que obtuviéramos más suministros porque sería por largo plazo. Cuando regresé a mi salón de arte vacío, comencé a llorar”, ella dice. “Se supone que las aulas son un espacio seguro tanto para los estudiantes como para los maestros. Algunos de nosotros pasamos más tiempo allí que en casa. La idea de no estar en nuestro salón de clases fue realmente difícil".

Para hacer más grande el desafío, a los maestros se les asignó la tarea de desarrollar contenido para la instrucción virtual en una semana aproximadamente.

“Como maestros, tuvimos que dejar de lado la estructura que conocíamos”, dice. “Teníamos que ser flexibles y permanecer abiertos a alternativas para que los estudiantes tuvieran éxito. Es nuestro trabajo como profesores cerrar cualquier brecha. En IDEA, tenemos la autonomía para decidir cómo solucionar la brecha de la conectividad y el aprendizaje y asegurarnos de que los estudiantes no se retrasen".

Si bien el arte es una materia difícil de enseñar de forma virtual, Correa aceptó el desafío y buscó formas de innovar las lecciones mientras les daba a los estudiantes espacio para expresar sus emociones durante la pandemia.

“Recibo visiones realistas de mis estudiantes regularmente”, dice riendo. “Durante las clases virtuales, estuve llamando a los estudiantes que no lo habían hecho tan bien en sus tareas solo para conectarnos. Una de los estudiantes me dijo que no era que no quisiera hacer el trabajo, sino que era que estaba creando arte para sanar y encontrar alegría".

La sincera respuesta hizo que Correa reconsiderara sus planes de lecciones y encontrara formas creativas y no costosas para que los estudiantes se expresaran.

Ella asignó a sus estudiantes una serie de indicaciones diseñadas para entrenar sus habilidades de innovación al tener que improvisar sus materiales de arte a partir de lo que tenían en casa. Algunos de los materiales utilizados incluyeron Kool-Aid, maquillaje y el polvo de meriendas como Cheetos picantes.

Desde entonces, Correa también ha escrito y colaborado en artículos y presentaciones sobre estrategias efectivas de aprendizaje virtual. "Cuando era maestra nueva, recuerdo que alguien me dijo que tenías que ser estricto con los estudiantes o no te tomarían en serio", dice. “Perdí muchas relaciones potenciales con los estudiantes debido a eso. Quince años después, creo que es posible tener muy buenas relaciones profesionales con los estudiantes si se establecen límites realmente fuertes, pero también se llega a conocer quiénes son ellos como seres humanos y como individuos”.

El trabajo de Correa como maestra y defensora la ha llevado a involucrarse en una mayor escala. Ella es miembro fundador del programa del Instituto de Liderazgo de Defensa de Maestros de la Asociación de Escuelas Públicas Chárter de Texas (TPCSA), que brinda a los educadores de todo el estado la oportunidad de colaborar con expertos en políticas y defensoría, así como funcionarios electos, para convertirse en defensores de los estudiantes y sus familias.

En 2020, ella recibió el prestigioso premio Maestra del Año de TPCSA por su trabajo como defensora de padres, estudiantes y escuelas autónomas.

“Especialmente durante un año escolar que ha presentado tantos desafíos, Cristina Correa ha ejemplificado lo mejor que los maestros tienen para ofrecer, minimizando el estrés para estudiantes y padres y maximizando la calidad del aprendizaje”, dijo la directora ejecutiva de TPCSA, Starlee Coleman, en un comunicado de prensa. "Ella también es una intrépida defensora de las familias y de los estudiantes de todo el estado que necesitan y merecen grandes oportunidades educativas".

Sobre el reconocimiento, Correa se mantiene modesta y continúa enfocándose en su principal motivación: sus estudiantes.

“Si nadie aboga por nuestros estudiantes, ¿Cómo vamos a hacer un cambio para ellos? ¿Cómo vamos a transformar nuestras comunidades en lo que queremos que sean? ¿Cómo vamos a transformar nuestras escuelas en estos entornos de aprendizaje dinámicos que nuestros estudiantes merecen?”, reflexiona ella. “Mis estudiantes son la razón por la que hago lo que hago. Quiero que cada uno de ellos tenga éxito". ♦

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