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NEURONAS EN CRECIMIENTO: DEPRESIÓN INFANTIL

La depresión en la infancia tiene síntomas distintos a los del adulto y a menudo pasa desapercibida porque no pensamos en ella o se confunde con otros problemas que pueden ser consecuencia del estado de ánimo.

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¿Qué es la depresión infantil?

La depresión no es estar triste o reaccionar con tristeza a una situación grave. Como los adultos, los niños se sienten profundamente tristes cuando hay cambios que alteran la «normalidad» en su vida. La muerte de un ser querido, el divorcio de sus padres, el diagnóstico de una enfermedad crónica, los problemas económicos de la familia, el fracaso escolar o el rechazo de un amigo…

Es normal y sano que el niño reaccione con tristeza ante la adversidad o la pérdida –situaciones que ha de aprender a identificar para manejar mejor sus sentimientos. Los padres y la familia deben ayudar al niño en la educación de su vida afectiva y la mayoría de las veces superará estas situaciones en un tiempo prudencial.

La depresión sin una «causa» subyacente o que no es debida a una reacción normal ante una situación adversa debe de detectarse y tratarse en consecuencia, ya que es una enfermedad grave que puede tener consecuencias nefastas. Se trata de un trastorno crónico del ánimo y a menudo pasa desapercibido o no se le da la importancia debida.

Básicamente los niños pueden padecer tres tipos de trastornos del ánimo: 1. La depresión mayor. 2. La distimia –tristeza menos intensa, pero de mayor duración. 3. El trastorno bipolar o enfermedad maníaco-depresiva.

Todos ellos requieren la intervención de un psiquiatra infantil que confirme el diagnóstico e inicie el tratamiento. Cuanto antes identifiquemos y aliviemos Fuente: www.neuropediatria.org

los síntomas, mejor la respuesta y el pronóstico. ¿Cuándo debemos sospechar que un niño sufre depresión?

Para empezar, la depresión en la infancia no es tan rara. Se calcula que hasta el 5% de las personas sufren un episodio depresivo antes de la mayoría de edad.

La causa de la depresión no es conocida, pero en muchos casos parece haber un origen genético, ya que es frecuente encontrar antecedentes de depresión en los familiares de primer o segundo grado. Esto se considera un factor de riesgo.

En las familias con antecedentes de depresión, es más frecuente que los niños tengan episodios depresivos ante situaciones altamente estresantes o una ansiedad prolongada; o se desencadene cuando además hay trastornos del aprendizaje escolar –como el TDA-H–, de la conducta o del neurodesarrollo –como la discapacidad intelectual o el autismo.

En los estados de ánimo, el sistema límbico cerebral tiene una gran importancia. Se trata de un conjunto de estructuras muy complejas que forman «un círculo» en la parte más central del cerebro y que separan la corteza cerebral –donde se asienta el pensamiento consciente y las funciones superiores– del hipotálamo –que regula las funciones que garantizan nuestra supervivencia como alimentarnos, dormir o las relaciones sexuales.

Esto hace más fácil comprender que muchos sínto-

mas y signos de depresión no son «exclusivamente» emocionales. Síntomas de depresión en la infancia:

Los síntomas de la depresión en la infancia y en la adolescencia tienen puntos en común con los del adulto, pero también síntomas específicos que pueden manifestarse de forma distinta en cada edad.

1SÍNTOMAS «EMOCIONALES»:

‘ el niño está triste muy a menudo. ‘ puede tener episodios de llanto excesivo. ‘ dice sentirse desesperanzado o vacío. ‘ está siempre enfadado o irritable. ‘ puede mostrar ira o agresividad extrema. ‘ no se valora adecuadamente, su autoestima es baja. ‘ se siente responsable e incluso culpable de las cosas malas que suceden.

2EN CUANTO A SU ACTIVIDAD O INTERESES:

‘ poco activo. ‘ se siente falto de energía o manifiesta a menudo que está cansado. ‘ no se divierte con las cosas que antes le motivaban y eran sus favoritas. ‘ cuando explica, dibuja o representa cuentos elige finales tristes y colores negros. ‘ aburrimiento por todo. ‘ prefiere estar solo y rehúye las conversaciones. ‘ habla de escaparse de casa. ‘ tiene pensamientos o habla sobre la muerte. ‘ expresa deseo de morirse o de matarse.

3HÁBITOS HIGIÉNICOS:

‘ insomnio, tanto porque le cuesta mucho dormirse o porque se despierta a menudo. ‘ hipersomnia, duerme en exceso. ‘ disminución del apetito, con o sin ganancia de peso adecuada o incluso pérdida. ‘ come demasiado y gana peso con excesiva facilidad. ‘ ha perdido interés por su aspecto físico y el cuidado de su persona.

4RENDIMIENTO ESCOLAR:

‘ dificultades para concentrarse y completar sus tareas. ‘ le cuesta en exceso tomar decisiones. ‘ siempre está inseguro en sus respuestas, aun cuando están bien. ‘ muy sensible al fracaso y al rechazo. ‘ ausentismo escolar frecuente. ‘ peleas con sus compañeros. ‘ no participa del juego en el patio.

5MOLESTIAS FÍSICAS FRECUENTES SIN CAUSA CLARA:

‘ dolores de cabeza. ‘ dolores de estómago. ‘ mareos, náuseas o vómitos. ‘ refiere cansancio e incluso su actividad física ha disminuido.

¿Qué hacer ante la sospecha de depresión?

Lo peor es no hacer nada.

Si pensamos que el niño está demasiado triste o incluso deprimido, ¡actuemos!

Evita frases como «son cosas de niños», «ya se le pasará», «tiene que aprender»… Sin duda es un niño y tiene que aprender, pero ¿qué tal si le ayudamos? Ese es el papel del adulto, la mayoría de las veces no se le va a pasar sin más…

Fundamental: saber qué está pasando

Hay que hablar con el niño. Hablar es muy difícil, muchas veces tenemos prisa por dar nuestra opinión y olvidamos lo verdaderamente importante de la conversación: escuchar. Esto es especialmente difícil si son adolescentes, pero si no escuchamos realmente lo que le preocupa, ¿cómo vamos a conseguir que nos escuche él a nosotros?

Necesitamos saber cuáles son sus sentimientos, preocupaciones, las cosas que pasan en casa o el colegio que le causan malestar. Vamos a abordar una conversación íntima, hagámoslo en un lugar íntimo y prestándole toda nuestra atención. Hay que evitar interrumpirle mientras se explica y también el «interrogatorio acusatorio» o el tono de superioridad. Debe comprender que queremos ayudarle a superar sus dificultades, que no vamos a juzgar ni a castigar. Intentaremos ganarnos nuestra autoridad desde la confianza mutua y el respeto.

Aun cuando creamos que ya hemos entendido lo que le pasa, no nos precipitemos en dar una opinión. Antes reconstruyamos su historia con nuestras propias palabras para que comprenda que realmente queremos entender. En ocasiones puede ser bueno buscar el apoyo de otro adulto que aporte al niño otras perspectivas válidas para nosotros.

Si tras escuchar estamos preocupados por su salud, debemos acudir al pediatra.

Muchos síntomas de los que hemos visto más arriba pueden estar causados por un problema médico. Y además en muchas ocasiones también puede ser necesaria la atención psicológica o la prescripción de algún fármaco. Los adultos debemos superar los miedos y tabúes sobre los problemas de salud mental. Ignorarlos o banalizarlos no los hará desaparecer, muchas veces los hará empeorar. La palabra muerte o suicidio debe activar todas nuestras alarmas: no la dejes pasar, considéralo una emergencia real y pide ayuda siempre.

Seamos conscientes de que la depresión no es pues un asunto marginal ni leve en la infancia. Debemos tomárnosla muy en serio, alejar nuestros propios temores y consultar con el pediatra ante la menor duda y exprésale de forma clara tus sospechas y temores usando la palabra depresión. La depresión sin una «causa» subyacente o que no es debida a una reacción normal ante una situación adversa debe detectarse y tratarse en consecuencia, ya que es una enfermedad grave que puede tener consecuencias nefastas. Se trata de un trastorno crónico del ánimo y a menudo pasa desapercibido o no se le da la importancia debida.

la depresión en la infancia no es tan rara

Los adultos debemos superar los miedos y tabúes sobre los problemas de salud mental. Ignorarlos o banalizarlos no los hará desaparecer, muchas veces los hará empeorar.

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