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Espantando al capital
Así, las inversiones no vendrán
El Presidente Alberto Fernández, como lo hizo en su momento Mauricio Macri, invita a nacionales y extranjeros a invertir en nuestro país porque considera que sin inversiones es muy difícil generar empleo, impulsar la producción y salir del estancamiento. Y tiene razón. Lo que no se dice en la tarjeta de invitación, es que en nuestro país no hay ninguna posibilidad que los inversores obtengan ganancias ni logren rentabilidad. Es sabido que una empresa invierte en una actividad económica para obtener ganancias y de esta manera actualizar la tecnología, crecer, crear empleos y generar mayores utilidades para continuar su proceso de expansión. Objetivos que des-
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Por ERNESTO SANDLER
Economista. Empresario en medios de comunicación. Director de “WexWe Emprendedoras. Creador de “Utilísima”. ernesto.sandler@bellavision.com.ar
de hace décadas no logran la mayoría de los que quieren invertir en nuestro país. Las razones por la que no es redituable invertir en Argentina son muchas y diversas. Hare mención sólo de las más significativas, aclarando que no son las únicas.
• INFLACIÓN ENDÉMICA
Con una inflación como la que padece nuestro país desde hace décadas es imposible invertir, planificar, tener costos certeros, fijar precios, solicitar créditos, endeudarse a tasas razonables, acordar salarios, equipar los ingresos a los egresos, ahorrar y generar riqueza. Cuando la emisión no tiene límites ni
controles, quedando sujeta al arbitrio y manipulación de los gobiernos, la moneda pierde su valor y nos es posible ningún tipo de rentabilidad. Ante ese caos y colapso económico, los inversores huyen en busca de la estabilidad monetaria que ofrecen otros países.
• INSEGURIDAD JURÍDICA
Para los inversores es fundamental la seguridad jurídica para saber a qué atenerse en el presente y el futuro. Descubrir que las leyes, el marco jurídico de las inversiones, los impuestos o el valor de las divisas son cambiadas constantemente por decisiones inconsultas de los gobiernos aleja cualquier tipo inversión. Las pocas que se realizan son porque reciben prebendas del Estado, garantías de litigar en fueros internacionales o logran tasas de interés extraordinarias.
• PRESIÓN IMPOSITIVA
La presión impositiva en Argentina es la más alta de Latinoamérica como consecuencia del déficit crónico de un Estado
que nunca ajusta sus cuentas. Esto lo ha llevado a establecer más de 160 impuestos que se apropian del 40% de los ingresos de los trabajadores y aproximadamente el 60% de los ingresos de las empresas registradas (en blanco). A esta desproporcionada carga tributaria hay que sumarle el impuesto inflacionario que sufren mayormente los asalariados, pero que también padecen los inversores. Para eludir esa asfixia impositiva, desde hace décadas, argentinos evaden o pasan a la clandestinidad del mercado negro, situación que no es un camino que les gusta transitar a un inversor.
• COSTO LABORAL
Argentina tiene un costo laboral para el empleador que duplica el salario neto que percibe el trabajador. Ese alto costo es consecuencia de múltiples impuestos, cuota sindical, cargas patronales, aguinaldo, indemnizaciones, francos compensatorios y licencias pagas, entre otras contribuciones, que salen del bolsillo del inversor.
Ese elevado costo laboral, sumado a los beneficios y derechos que gozan los trabajadores argentinos, es un llamado de atención para los inversores que buscan bajar los costos y aumentar la rentabilidad para competir con países como China, Australia o México cuyos costos laborales son entre dos y cinco veces menor.
• RIGIDEZ LABORAL
Por las leyes vigentes, las presiones sindicales y tradiciones culturales, es muy difícil desvincular a los empleados de una empresa. No importa que se hayan modificado los hábitos de consumo, existan crisis económicas o surjan nuevas tecnologías que han reducido la rentabilidad empresarial. En nuestro país la desvinculación o reducción de personal es considerado un atropello patronal sin importar las causas ni razones. Por lo tanto, el empresario debe pagar bien caro ese “atropello”. La consecuencia: disminución de la demanda laboral, aumento del desempleo y menos inversiones, porque tener empleados es comprar un boleto al infierno en el régimen jurídico argentino.
• INDUSTRIA DEL JUICIO
Los elevados montos indemnizatorios, los costos de los procesos judiciales a cargo del empleador y la multiplicidad de multas, entre otras circunstancias, se han convertido en un obstáculo para estimular las inversiones. En los estrados judiciales se ha instalado la industria del juicio laboral que solo tiene como beneficiarios a los abogados, funcionarios judiciales amigos y ex empleados. Por el lado de los empleadores, la industria del juicio es una carga económica difícil de afrontar y que desalienta la inversión.
• INTERVENCIONISMO ESTATAL
Argentina es un país con fuerte intervención y regulación del Estado en el ordenamiento de la economía. Esta intervención a la actividad económica de los particulares se traduce en fijación de precios por decreto, permisos para importar, múltiples habilitaciones para comerciar, control sobre la contabilidad empresarial, paritarias, impuestos, retenciones, control de cambio y limitaciones a la transferencia de utilidades, entre un centenar de regulaciones. Esa vasta intervención estatal se traduce en una multiplicación de obstáculos económicos y judiciales, que sumado al cobro de peajes por parte de la corrupción pública, se convierte en una travesía que no están dispuestos a transitar los inversores, Sobre todo cuando en otros países en el mundo los gobiernos allanan el camino para que inviertan libremente.
• LIMITACIONES A LA LIBERTAD ECONÓMICA
Gran parte de la sociedad argentina, la totalidad de los sindicatos y los gobernantes -a pesar de lo que sucede en la mayoría de los países del orbe- no creen en el mercado y la libertad económica porque consideran que es negativo para la mayoría social dado que solo beneficia a los poderosos. Esta creencia generalizada es una barrera para atraer a inversores que requieren de libertad e independencia para manejar sus capitales y competir sin condicionamientos.
Ante esta realidad seguir convocando a que se invierta en Argentina parece un delirio o una falta de conocimiento de lo que sucede en nuestro país. No tengo dudas de que si no existieran esas y otras razones igualmente negativas, los inversores harían cola para traer sus capitales y conocimientos dado que Argentina es un país excepcional por su clima, extensión, recursos naturales y calidad de su gente. Pero eso no basta. Para atraer inversiones es necesario que exista un ordenamiento legal y económico que sea rentable para las inversiones. No un sistema económico que expulsa a las inversiones. Si esa transformación no se realiza no habrá inversores que acepten la invitación del presidente y nuestro destino será convertirnos en la “villa miseria más grande de América”.