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Se quiere cambiar?
Es imposible cambiar si no se quiere cambiar.
ERNESTO SANDLER. Economista. Empresario en medios de comunicación. Escritor
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Fundador y Director de WexWe emprendedoras. Creador de Utilísima Multimedios. Presidente de Bellavisión Entertainment y Mucho Gusto contenidos. Autor de los libros “Mujeres emprendedoras”, “Emprendedoras las emociones importan”, “Malos Hábitos Empresariales” y “Tu mejor negocio es emprender”.
Desde hace muchos años la sociedad argentina, a pesar de la alternancia de diferentes gobiernos, ha intentado sin éxito construir un país económicamen te sustentable. Cada intento de revertir la decadencia ha terminado en frustra ción, mayor retroceso y más carencias. Ningún sector social, laboral, empresa rial, gremial o cultural ha podido eludir ese sostenido proceso de fracasos. Sola mente algunos pocos, posiblemente por la posición dominante que ocupan en la sociedad o por haber participado en ac tos de corrupción, han podido disminuir el impacto negativo generado por nues tra crónica decadencia.
En estos días, como es habitual, segura mente escucharemos en todos los medios de comunicación que la crisis económica que estamos atravesando es por el coronavirus, como en otros momen tos fue atribuida a la deuda externa, los CEO de Macri, los populistas de Cristina, el FMI, los empresarios inescrupulosos, los corruptos con sus bolsos o los sindi catos, entre una extensa lista de culpables. No es que esos factores no hayan contribuido a nuestra decadencia ni ne gamos su participación en ese proceso destructivo, pero enfocarnos en eso no permite conocer la verdad.
No es mi intención sumarme a los que se entretienen pegándole a otros o se ñalando culpables de nuestras crisis económicas de acuerdo a sus convic ciones o intereses. No me quiero subir a esa conducta colectiva que impide vi sualizar la principal la causa de nuestra crónica decadencia: reclamar cambios
pero no estar dispuestos a modificar nada.
Más allá de los discursos, las diferen cias, la grieta y las banderías partidarias, desde hace 70 años, la mayoría de los argentinos exigen cambios y al mismo tiempo ejecutan las mismas políticas económicas. Políticas que han llevado la regulación de las actividades privadas, la corrupción, la inflación, la protección de grupos monopólicos, los privilegios sindicales, la instala ción de mafias económicas para-estatales, la escasez de bienes, el aumento de la pobreza, la falta de oportunida des para emprender, la escasez de empleo, la falta de viviendas, la desigualdad social, el aumento de las villas de emergencia, el exceso de presión im positiva, la constitución de un Estado corporativo, el decaimiento cultural, la ausencia de capacitación, el retraso tecnológico, el proteccionismo de in dustrias obsoletas, la inseguridad jurídica, el cierre de las importaciones y el rechazo a las innovaciones comercia les, como parte de un extenso listado de políticas negativas para el progreso y el bienestar social.
Es curioso y sorprendente que a pesar de esta fotografía decadente, las políti cas económicas implementadas por todos los gobernantes que se han sucedido a lo largo de décadas sean siempre simi lares y vayan en la misma dirección. Son similares, porque debajo de su maqui llaje político, mantienen la misma matriz ideológica que nos ha colocado a la cola de las economías del mundo.
Esa matriz ideológica, dominante en nuestro país, sostiene que la actividad privada es una actividad negativa pa ra la sociedad porque actúa en base a la avaricia, la especulación, la explota ción, la falta de solidaridad, la defensa de intereses espurios, la concentración de poder, la corrupción y la dependencia a corporaciones internacionales.
Esta creencia determina que desde ha ce décadas un porcentaje de argentinos exijan que el Estado controle, interven ga y limite la actividad privada. Si bien aceptan a regañadientes la existencia de algunas actividades privadas, lo ha cen porque saben que el Estado no puede hacerlo todo. Pero esa aceptación no es con gusto, por lo que siempre están re quiriendo que el Estado ocupe áreas de la actividad privada, intervenga el merca do y que este constantemente vigilando a los empresarios y comerciantes porque a la larga atentarán contra la gente.
Complementariamente, en la ma triz ideológica de los argentinos está la idealización de un tipo de Estado que en los hechos a resultado ser un estamento burocrático, amorfo, autoritario, regu lador, corrupto, ineficaz, derrochador, apropiador de ingresos de los trabajan y artífice principal de nuestra decadencia. Esa matriz ideológica hace que una par te de los argentinos vean al actual Estado como un Estado justo, equitativo y necesario para alcanzar el bienestar económico. Por esa razón, cada argenti no reclama que el Estado siga creciendo, sin importar que sea imposible soste nerlo económicamente. Lejos de considerar que es un Estado exterminador del progreso, lo consideran esencial pa ra lograr una mejor calidad de vida. No importa que las villas de emergencia se multipliquen o la pobreza se expanda por las políticas públicas, la gran mayo ría no está dispuesta a cambiar su matriz ideológica.
Sorprendentemente, mientras que el 50% de los argentinos huye hacia la economía informal para evitar las con secuencias del Estado Exterminador, todos siguen clamando para que ese formato de Estado se expanda de mane ra ineficiente. Todos defienden ese formato de Estado que los empobrece emitiendo moneda falsa y sacándole la plata de sus bolsillos con más de 110 impues tos para mantener su inoperancia.
¿Qué le sucede a la mayoría de los ar gentinos que están encerrados en el mismo atolladero y hundidos en el mis mo pozo a pesar de la calidad de su gente y extenso territorio? ¿Cómo pudo caer tan bajo un país que fue el faro de atrac ción de millones de migrantes de todo el mundo? ¿Cómo es posible que un terri torio con 3 millones de kilómetros, con recursos naturales abundantes, un cli ma excepcional y una escasa población expulse constantemente a sus hijos por falta de oportunidades? ¿Por qué la so ciedad y sus dirigentes se empeñan en aplicar las mismas políticas económicas que han dado como resultado el aumen to de la pobreza, el incremento constante de la inflación, la expansión de los planes sociales, la corrupción y el au mento sideral del déficit publico a pesar de tener la presión impositiva más alta del mundo?
Todas estas preguntas, como hemos señalado, tienen la misma respues ta. Estamos como estamos porque una mayoría está convencida que sus pade cimientos es por culpa de los empresarios, del mercado y la actividad privada nacional e internacional. Sus mentes y corazones no pueden aceptar que la ma yor responsabilidad de nuestra decadencia es el formato de un Estado que los condena a vivir en la miseria. Un for mato inservible para progresar porque destruye de toda actividad productiva. Un formato de Estado que solo benefi cia y enriquece a gobernantes, funcionarios, proveedores y sindicalistas.
La única manera que nuestro país pueda construir un futuro diferente es dejan do atrás sus creencias y dogmas obsoletos. Para eso es necesario comprender que una economía prospera se constru ye con una actividad privada sin regulaciones asfixiantes y con un formato de Estado que no esté por encima de la gente sino a su servicio. Un Estado que no sea el exterminador del progreso y la prosperidad.
No hay duda que el principal reto de los argentinos es no repetir las mismas re cetas económicas que aplica desde hace 70 años. No será posible que salgamos de la decadencia crónica si se sigue creyendo y defendiendo la matriz ideo lógica que nos llevo al abismo. Es hora de cambiar y eso implica dejar atrás esa concepción ideológica que tanto da ño nos causa.
Posiblemente la aparición del corona virus pueda tener un efecto positivo en nuestra sociedad. Su golpe ha sido tan fuerte en nuestras creencias, pensa mientos y economía que quizá sirva para que los argentinos, empezando por el presidente, perciban que es una opor tunidad única para abandonar la matriz ideológica que comparte con sus cola boradores y comience a pensar en otras opciones superadoras.