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2.1. Sujeto femenino: identidad y mitos de la feminidad

MARCO TEÓRICO 7_Michel Foucault, "Prefacio", en Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas (Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores Argentina, 2011), 9. 8_Manuel Martínez-Herrera, "La construcción de la feminidad: la mujer como sujeto de la historia y como sujeto de deseo", Actualidades en psicología 21 n.o 108 (2007). 9_Sigmund Freud, Obras completas (Madrid (España: Biblioteca Nueva). 10_Jean Laplanche et al., Diccionario de psicoanálisis (Barcelona: Paidós, 2016), 118.

2. MARCO TEÓRICO: SOBRE EL SUJETO Y EL DISPOSITIVO FEMENINO

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2.1. SUJETO FEMENINO: IDENTIDAD Y MITOS DE LA FEMINIDAD

Los conceptos de identidad y sujeto son relativamente contemporáneos. Según Foucault, «el hombre es sólo una invención reciente, una figura que no tiene ni dos siglos, un simple pliegue en nuestro saber y que desaparecerá en cuanto éste encuentre una forma nueva7». Antes del siglo XVII y XVIII, ni siquiera existía un ámbito de conocimiento que integrase el concepto de naturaleza humana frente a la identidad o subjetividad. El sexo biológico determinaba la diferencia entre macho y hembra, acotando el sistema de relaciones, valores, obligaciones y derechos en función de la categoría a la que pertenecía el ser humano. No será hasta el siglo XIX cuando aparezcan las ciencias sociales, centradas en el estudio del hombre y sus circunstancias culturales8. El uso del término hombre no es casual: lo femenino se definía por negación de lo masculino. Mientras que el sexo establece dos categorías antagónicas (macho y hembra), según unas características biológicas, el género constituye una condición privilegiada (masculina) en contra de una inferior (femenina), en función de la anterior clasificación. El género es un orden jerárquico. El sexo es una dialéctica. Esta posición ha sido defendida por pensadores como Freud, padre del psicoanálisis. Freud desarrolló la teoría de la envidia del pene9 , «que surge del descubrimiento de la diferencia anatómica de los sexos: la niña se siente lesionada en comparación con el niño y desea poseer, como éste, un pene (complejo de castración); más tarde, […] esta envidia del pene adopta dos formas derivadas: deseo de poseer un pene dentro de sí (principalmente en forma de deseo de tener un hijo); deseo de gozar del pene en el coito. La envidia del pene puede abocar a numerosas formas patológicas o sublimadas10». Esta tesis refuerza la idea de que el género femenino es verdaderamente un género de no hombre o un género no masculino, pues se basa en la carencia del miembro viril. La feminidad se define así como un sistema de creencias sociales o mitos asociados a una identidad sexual cuyos atributos son supuestamente naturales y eternos, inalterables.

Aunque la categoría genérica es cultural, y por lo tanto subjetiva, la ideología patriarcal se nutre de la categoría sexual para afirmar que «el origen y la dialéctica de la condición de la mujer escapan a la historia y […] corresponden a determinaciones biológicas, congénitas, verdaderas, e inmutables11». Marcela Lagarde califica este proceso como ideología de la naturaleza femenina y afirma que «ninguna mujer puede cumplir con los atributos de la mujer. La sobrecarga del deber ser y su signo opresivo le generan conflictos y dificultades con su identidad femenina12». La mujer se encuentra en un permanente estado de depresión y de imposibilidad de autorrealización, puesto que las actitudes, sentimientos, relaciones y comportamientos que se esperan de ella son normativamente inalcanzables, y en muchos casos, opuestos. La mujer debe ser madre y amante, perfecta (fig. 3). La ideología de la naturaleza femenina se transmite a través de los mitos de la feminidad (fig. 4). Para Rollo May13, los mitos son las herramientas con las que el ser humano construye las estructuras de valores éticos y morales y los transmite a los miembros de un determinado grupo social. Elsa Lever organiza los mitos de la feminidad en tres paradigmas14: mito de la virginidad, mito del matrimonio y mito de la maternidad. El mito de la virginidad. La castidad de la mujer pasa de ser un hecho biológico a cualificar al sujeto femenino como puro. La virginidad se convierte en un regalo al hombre, que garantiza que la mujer es verdaderamente femenina. Se otorga al sujeto masculino la capacidad de dominar a la mujer: una vez que esta ha sido desvirgada, pasa a ser su propiedad. La mujer es mercantilizada. El mito del matrimonio. Elsa Lever lo califica de «contrato social supervisado por la iglesia15». El sujeto femenino no es mujer hasta el matrimonio (antes es hija, novia o prometida) mientras que el hombre lo es durante toda su vida (ahora es marido). El mito se ha perpetuado también desde el Estado: «El hombre, cuyas dotes sexuales son principalmente el valor y la fuerza, debe dar y dará a la mujer, protección, alimento y dirección, tratándola siempre como a la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo, y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil, esencialmente cuando este débil se entrega a él, y cuando por la Sociedad se le ha confiado. La mujer, cuyas principales dotes son la abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y la ternura debe dar y dará al

11_Marcela Lagarde, "Identidad Femenina", Comunicación, Intercambio y Desarrollo Humano en América Latina, A. C. - México, 1990, 2. https://bit. ly/2rvTxS4. 12_Ibídem, 3. 13_Rollo May, La necesidad del mito: La influencia de los modelos culturales en el mundo contemporáneo (Barcelona, España: Paidós, 1998), 17-27. 14_Elsa Lever M., "La construcción del ‘ser mujer’ desde los mitos", Rebelión, 5 de mayo de 2009, https://bit.ly/2t3rvO2. 15_Ídem.

Figura 3. Imagen editada del original. Betty Draper (January Jones) encarna el papel de esposa y madre perfecta en Mad Men. Fuente: Cordon Press.

Figura 4. La mujer se representa como virgen y madre. Jean Fouquet, Virgen de Melun, óleo sobre tabla (Museo Real de Bellas Artes de Amberes: 1452-1458).

16_Melchor Ocampo, "Artículo 15", Ley de Matrimonio Civil (Puerto de Veracruz, México: 1859). 17_Naomi Wolf, El mito de la belleza (Barcelona: Emecé, 1991): 14. 18_Estos mitos, y los adjetivos asociados a su incumplimiento, se han transmitido de forma oral y escrita desde la religión. Las Sagradas Escrituras igualaba el castigo por adulterio al de ser violada: «Si una joven virgen está prometida a un hombre y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, los sacaréis a los dos a la puerta de esa ciudad y los apedrearéis hasta que mueran». Juan Luis de León Azcárate, Deuteronomio, Comentarios a la Nueva Biblia de Jerusalén (Bilbao: Desclée de Brouwer, 2009), 22-23. 19_Elsa Lever M., "La construcción del ‘ser mujer’ desde los mitos", Rebelión, 5 de mayo de 2009, https://bit.ly/2t3rvO2.

Figura 5. En "Bodas de Sangre", Federico García Lorca critica el matrimonio concertado y el destino funesto de la mujer adúltera. Fuente: fotogramas de La novia de Paula Ortíz (2015).

marido obediencia, agrado, asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe a la persona que nos apoya y defiende, y con la delicadeza de quien no quiere exasperar la parte brusca, irritable y dura de sí mismo propia de su carácter16». El mito de la maternidad. Es el mito más arraigado porque se fundamenta en la exclusiva capacidad biológica de procrear del sexo femenino. La figura de la madre está irremediablemente relacionada con la de mujer, pues constituye la última etapa para su realización. La fecundidad es venerada, pero sometida a la voluntad de los hombres. El mito de la belleza. Este mito surge como respuesta a la toma de conciencia de las mujeres a partir del siglo XX: «Al liberarse las mujeres de la mística femenina de la domesticidad, el mito de la belleza vino a ocupar su lugar y se expandió para llevar a cabo su labor de control social17». A medida que la mujer adquiere un papel más relevante en la sociedad, el sistema patriarcal establece una serie de cánones de belleza, sirviéndose de la publicidad en los medios de masas para cosificar su cuerpo. El sujeto femenino se culpabiliza de no ser tan bella como las modelos de las revistas y los anuncios de perfumes, aunque estas hayan sido transformadas previamente, tras horas de maquillaje y programas de retoque fotográfico. La inseguridad y la ‘auto-misoginia’ conlleva la anulación de la conciencia de mujer. Estos mitos, inverosímiles y antagónicos, reafirman la sobrecarga de una identidad femenina conflictiva18. Es inviable alcanzar los parámetros de ‘buena mujer’ o mujer femenina, por lo que automáticamente se adquiere la categoría de ‘mala mujer’ (fig. 5). No existe un término medio en cuanto al comportamiento femenino. Si la mujer decide salir de una relación tóxica que ya ha sido consumada, será vista como una adúltera, prostituta y mancillada. Si el sujeto femenino no es mujer (casada), se convierte en solterona, libertina, pecadora, loca. Si la mujer no concibe por voluntad, se transforma en loca, egoísta; mientras que no concebir por infertilidad tacha a la mujer de seca, inhumana, bicho raro. Si no es guapa y delgada, se la califica de desaliñada, gorda y fea19 .

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