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4.2. La vivienda eficiente: democratización del espacio doméstico

116_Pere Fuertes y Xavier Monteys, Casa collage: un ensayo sobre la arquitectura de la casa (Barcelona: G. Gili, 2014), 104. 117_Algunos autores, como la arquitecta Zaida Muxí, achacan el nulo desarrollo de la vivienda a la asimilación del espacio doméstico como un territorio femenino. Marga Tojo, "Zaida Muxí: «La familia nuclear es una invención del siglo XIX»", Público, 2 de abril de 2019, https://bit.ly/2kagE4d. 118_Esther Liñan Pedregosa, "La evolución del espacio doméstico en el siglo XX: la cocina como elemento articulador de la vivienda" (Tesis (Doctoral), E.T.S. Arquitectura (UPM), 2015), 25-27.

Figura 26. Imagen editada del original. Labores en el Servicio Social. Fuente: Diario16.

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Figura 27. Imágenes de la "Guía de la buena esposa". Fuente: elpolvorin.over-blog.es

Frente a la vivienda decimonónica, estructurada en ámbitos restringidos —según género, privacidad y jerarquía social—, la organización espacial de la casa del siglo XX se adapta al funcionalismo de las innovaciones en tecnología doméstica. Los estrictos límites de la zonificación burguesa se diluyen en favor del confort y la eficiencia en las tareas domésticas. Las innovaciones tecnológicas en el espacio doméstico no supusieron la emancipación de la mujer. Aunque los electrodomésticos permitían compatibilizar la vida laboral con la familiar, solo el sujeto femenino se ocupaba de las tareas.

4.2.1. LA VIVIENDA CIENTÍFICA: EXISTENZMINIMUM

A principios de siglo, la residencia burguesa seguía basándose en una acumulación de ‘dispositivos-monumento’, exhibidos en habitaciones alcobadas y concatenadas, articuladas por los recorridos protocolarios de los ámbitos femenino, masculino y de servicio. En el otro extremo, la vivienda obrera y de clase media europea se encontraba completamente obsoleta, asentada en el modelo insalubre de la habitación polivalente. El núcleo familiar vivía hacinado en un mismo espacio, sin ventilación ni higiene116 . En el periodo de entreguerras, el gobierno alemán de la República de Weimar y el aparato estatal de la Rusia soviética promovieron un complejo programa de investigación en torno a la democratización de la vivienda. La tipología residencial, anteriormente ignorada por la arquitectura117, fue el centro de experimentación de la corriente racionalista. La casa pasó por el filtro de la sistematización industrial, analizándose desde una perspectiva de mercado. El ama de casa tenía que realizar las tareas domésticas en el menor tiempo posible para incorporarse de manera eficiente al mundo laboral118 . Por otro lado, la vivienda debía contener todas las exigencias de habitabilidad en el menor espacio posible, tanto en sus variables biológicas (iluminación, higiene y temperatura) como

psicológicas (confort, descanso e intimidad). El Existenzminimum, o célula mínima existencial, se constituyó como el modelo teórico que reunía todas estas exigencias (fig. 28)119 . Este prototipo seguía apostando por una célula basada en la yuxtaposición de funciones, pero de forma ordenada y económica. El aseo, antes colectivo, se incorpora dentro de la casa. Los dormitorios se compartimentan y se escalan hasta unas dimensiones mínimas que certifiquen el confort y la higiene. La cocina se independiza de la zona de día. Para la clase trabajadora, que no podía permitirse la contratación de un servicio doméstico, la cocina seguía siendo un ámbito exclusivamente femenino. Las tareas domésticas, incluyendo la limpieza y el cuidado de los hijos, llegaron a gestionarse desde servicios comunitarios120. En estos casos, la mujer se liberó de su papel de cuidadora y ‘ángel del hogar’ para introducirse en el sistema productivo estatal, pero seguía siendo madre y esposa. Además de trabajadora a jornada completa121, sostenía la economía doméstica y el bienestar familiar. Desde la arquitectura del Movimiento Moderno, la cocina se estudió para mecanizarse con los mismos criterios científicos y productivos del Existenzminimum. Se buscaba la economía de movimientos y la reducción del esfuerzo físico. Las propuestas de Catherine y Harriet Beecher en “The American women’s home” (1869), la cocina máquina Frankfurt (Frankfurter Küche) de Margarete Schütte-Lihotzky, la cocina mueble de Lilly Reich y la cocina casillero de Charlotte Perriand, son ejemplos paradigmáticos de la emancipación femenina a través de la liberación de las tareas domésticas122 .

4.2.2. EL SUEÑO AMERICANO: LA CASA DEL SUBURBIO

Los avances en tipologías residenciales se exportarán a mediados de siglo a Estados Unidos, transformando el prototipo de vivienda obrera mínima en un bien de consumo capitalista para la clase media. La casa estadounidense en los suburbios se constituirá como el símbolo del modelo de familia del siglo

XX (fig. 29).

Después de la Segunda Guerra Mundial, las innovaciones tecnológicas de la industria bélica se pusieron al servicio de

119_Atxu Amann, El espacio doméstico: la mujer y la casa (Buenos Aires: Nobuko, 2011), 171. 120_Esther Liñan Pedregosa, "La evolución del espacio doméstico en el siglo XX: la cocina como elemento articulador de la vivienda" (Tesis (Doctoral), E.T.S. Arquitectura (UPM), 2015), 25-27. 121_En el régimen soviético, los sujetos masculino y femenino forman parte de un colectivo al que tienen la obligación de servir mediante su mano de obra. 122_Esther Liñan Pedregosa, "La evolución del espacio doméstico en el siglo XX: la cocina como elemento articulador de la vivienda" (Tesis (Doctoral), E.T.S. Arquitectura (UPM), 2015), 31-133.

Figura 28. Imagen editada del original. Ville Radieuse (1924), propuesta de Le Corbusier en París. Fuente: The Charnel-House.

Figura 29. Prototipo del estilo de vida americano de posguerra. Fuente: www.npr.org

123_David Travers, ed., Arts & Architecture, 1945-54: The Complete Reprint (Los Ángeles: TASCHEN America, 2008). 124_Sigfried Giedion, La mecanización toma el mando (Barcelona: Gustavo Gili, 1978), 520. 125_Atxu Amann, El espacio doméstico: la mujer y la casa (Buenos Aires: Nobuko, 2011), 45. 126_Esther Liñan Pedregosa, "La evolución del espacio doméstico en el siglo XX: la cocina como elemento articulador de la vivienda" (Tesis (Doctoral), E.T.S. Arquitectura (UPM), 2015), 141. 127_María Palomares Pacheco, "Publicidad en la arquitectura de la casa de posguerra: Ralph Rapson y la Greenbelt House" (Trabajo Fin de Grado, Universidad de Valladolid, 2018), 27-29. 128_Christine Frederick, Household engineering: scientific management in the home (Chicago: American School of Home Economics, 1923).

Figura 30. Estereotipos de género en un anuncio de refrigeradores de 1950. Fuente: Alamy. la sociedad, aplicándose en los proyectos de experimentación doméstica. El programa Case Study Houses, promovido por John Entenza en la revista “Arts & Architecture”123, es el máximo exponente del sueño americano en la arquitectura y el diseño. Durante los conflictos de la primera mitad de siglo, las mujeres habían formado parte del tejido socioeconómico estadounidense, por lo que no se podía someter al sujeto femenino por la fuerza para restablecer el orden patriarcal decimonónico. Había que generar una nueva estructura social y cultural donde la mujer desease ser ama de casa: los dispositivos femeninos tenían que ser bienes de consumo masivo, productos fabricados en serie.

Para Siegfried Giedion, «la mecanización del hogar tiene su punto de partida en problemas sociales: el status de las mujeres norteamericanas y el status del servicio doméstico. El movimiento feminista, el abolicionismo y el problema del servicio están todos ellos enraizados en la noción de que una democracia no puede soportar una clase no liberada ni un sexo privilegiado124». Atxu Amann también incide en el papel de los avances en infraestructura doméstica: «la transformación del tocador en cuarto de baño contiguo al matrimonio facilitado por el abastecimiento de agua, significarán una reivindicación de la intimidad que favorecerá la desaparición de toda ayuda exterior para estas acciones personales125». Sea por una motivación sociológica o meramente tecnológica, las nuevas promociones urbanísticas suburbanas incorporaron los electrodomésticos en sus programas. Para facilitar el retorno del sujeto femenino a su rol, ahora compatibilizado con el trabajo, la publicidad se encargó de vender «la felicidad en lo cotidiano126». La vida familiar se idealizó a través del mito del estilo de vida americano, representado en las barbacoas en el jardín con piscina, en las tartas y asados preparados en la cocina americana (open kitchen), y en la repetición del programa arquitectónico de suite con vestidor, salón con televisión y garaje para el coche127. La vivienda estaba habitada por la unidad familiar prototípica, compuesta por el marido oficinista, la mujer ama de casa y dos o más hijos (fig. 30 y 31). Para Christine Frederick, «el hogar sin servicio (es decir, sin empleadas permanentes) ofrece una oportunidad única para que la familia siga los estándares exactos… y permite una cooperación familiar y una oportunidad para adiestrar a los pequeños128». El estilo de vida americano (American Way of Life) de los años 50 y 60 se trasladaría a Europa después de la Guerra Fría, a

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