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3.1. La buena mujerromántica: la educación de adorno
31_Paloma Belmonte Rives, "Sobre la situación de las mujeres en España (1800-1930). Un ejercicio de microhistoria" (Tesis Doctoral, Universidad Miguel Hernández, 2017), 10. 32_María Luisa Montero Curiel, "Los ajuares en Madroñera", Coloquios Históricos de Extremadura, 1989, https://bit.ly/2T2vau2. 33_Paloma Belmonte Rives, "Sobre la situación de las mujeres en España (1800-1930). Un ejercicio de microhistoria" (Tesis Doctoral, Universidad Miguel Hernández, 2017), 10. 34_Atxu Amann, El espacio doméstico: la mujer y la casa (Buenos Aires: Nobuko, 2011), 123. 35_Alicia Pascual Fernández, "Sobre el mito del amor romántico. Amores cinematográficos y educación", DEDiCA. Revista de educação e humanidades 10 (2016), 68. 36_Paloma Belmonte Rives, "Sobre la situación de las mujeres en España (1800-1930). Un ejercicio de microhistoria" (Tesis Doctoral, Universidad Miguel Hernández, 2017), 10. 37_Begoña Torres González y Museo del Romanticismo, eds., Museo del Romanticismo: guía (Madrid: Ministerio de Cultura, Secretaría General Técnica, Subdirección General de Publicaciones, Información y Documentación, 2009), 133. 38_Ángel de Saavedra Rivas, Don Alvaro o la fuerza del sino (Madrid: Alianza, 2006). 39_José Zorrilla, Don Juan Tenorio, Letras hispánicas 114 (Madrid: Ediciones Cátedra, 1979).
3. ANTECEDENTES: LA MUJER DENTRO DE CASA
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El análisis de las circunstancias socio-históricas y domésticas que permiten la aparición de los dispositivos femeninos en el siglo XIX se centra en la figura de la mujer burguesa. Su rol de ‘reina y ángel del hogar’, como consecuencia de su ‘educación de adorno’ y la aparición de la habitación propia31, podría despertar una cierta libertad y autoconsciencia en el sujeto femenino. Para evitar la insumisión, los objetos personales de los que se la dotaba debían ejercer la función de dispositivos femeninos de domesticación. Sin embargo, las mujeres trabajadoras del siglo XIX carecían de posesiones personales, más allá de una caja de costura para elaborar los objetos de su ajuar de matrimonio32. Estas mujeres, proletarias y campesinas, no poseen una consciencia femenina, dado que no han recibido una educación ajustada al rol femenino romántico. Por lo tanto, solo la mujer burguesa decimonónica está enmarcada por los mitos de la feminidad, materializados en los dispositivos. No era necesario inculcar el fetiche del empoderamiento a las mujeres de las clases menos pudientes, ya que el trabajo actúa como un método de control; menos sofisticado, pero igual de eficaz que los dispositivos femeninos. La mujer trabajadora está atada a las tareas domésticas y a las laborales, sigue siendo una esclava33 . Por otro lado, la escasez de fuentes primarias objetivas anteriores al siglo XX dificulta la definición categórica de los modelos de comportamiento femeninos decimonónicos. En consecuencia, para determinar los roles de esta época se ha consultado la literatura de los siglos XVIII y XIX, tanto en España como en Inglaterra. El amor romántico, las relaciones familiares y la jerarquía social se analiza desde novelas como “Sentido y sensibilidad” (1811) y “Orgullo y prejuicio” (1813) de Jane Austen, “Cumbres borrascosas” (1847) de Emily Brontë y “Jane Eyre” (1847) de Charlotte Brontë.
3.1. LA BUENA MUJERROMÁNTICA: LA EDUCACIÓN DE ADORNO
En el siglo XIX, la mujer burguesa adquiere el papel de administradora y cuidadora de la vivienda y la familia. Aunque «por primera vez la casa se convierte en un lugar bajo el con-
trol femenino que impone sus normas e introduce el concepto de domesticidad ligado a la privacidad34», la mujer queda atada a una identidad doméstica, soberana de lo privado pero invisible en lo público. La libertad o emancipación de la autoridad masculina, que supuestamente se destila de la habitación propia, es una quimera. El Romanticismo origina los mitos de la feminidad35, sirviéndose de los dispositivos femeninos para transmitir los valores de una corriente que es tanto artística como profundamente social. La mujer romántica está dedicada de forma incuestionable al papel de madre, esposa, virgen y amante, y por tanto se define en relación a la domesticidad e intimidad de la vivienda. Tal y como refleja Paloma Belmonte Rives en su tesis doctoral, «el hombre debía emplearse en llevar a cabo grandes logros y proteger a su familia, y la mujer debía limitarse al ámbito de la vida doméstica, principalmente en las faenas de la casa, mostrar los más dulces cuidados, atenciones y una ternura activa y vigilante36». Esta corriente de pensamiento decimonónica construye una imagen de la mujer que, para Begoña Torres González, está «contaminada de reminiscencias religiosas, ensueños domésticos y también de imaginario erótico37», fruto del ideal de amor pasional y puro propugnado por obras dramáticas como “Don Álvaro o la fuerza del sino” (1835) de Ángel de Saavedra38 o “Don Juan Tenorio” (1844) de José Zorrilla39. La concepción del amor romántico radica en una lucha de opuestos: la pasión frente al dolor, la gloria frente al infierno y la vida frente a la muerte. El amor hacia la mujer es símbolo de la pureza de lo metafísico. Es espiritual, inalcanzable y atormentado40 .
El mito del amor romántico, por lo tanto, genera en el sujeto femenino una individualidad contradictoria y un sistema de relaciones tóxicas que diluyen la identidad de la mujer a una mera «proveedora de cuidados y afectos41» (fig. 10). A raíz de este nuevo cometido doméstico, la mujer burguesa comienza a recibir una ‘educación de adorno’. Adquiere conocimientos en gobernación del hogar y organización de las tareas domésticas, así como en la fe cristiana. Es instruida en lectura en voz alta, canto, piano, baile, costura y bordado (fig.
11)42 .
Aunque dejaron de ser analfabetas e incultas, las mujeres decimonónicas eran educadas para convertirse en ‘ángeles del hogar’, para que «pudieran ‘hacerse notar’ con más atención entre los jóvenes casaderos43». Siguiendo a Belén Fernández,
40_Branka Kalenić Ramšak, "Ejemplos del amor romántico en la literatura española del siglo XIX", Atti del XX Convegno [Associazione Ispanisti Italiani] 1 (2002), 199208. 41_Alicia Pascual Fernández, "Sobre el mito del amor romántico. Amores cinematográficos y educación", DEDiCA. Revista de educação e humanidades 10 (2016), 68. 42_Belén Fernández de Alarcón Roca, "La mujer de élite del siglo XIX como transmisora de la cultura", Opción 31, n.o 6 (2015), 245-260. 43_José María Nácar, Guía higiénico-cosmética de la mujer en el tocador ó Colección ordenada y completa de cuantas reglas, operaciones y fórmulas higiénicas reclaman la salud, la belleza y la educación física de la mujer, Establecimiento tipográfico a cargo de J. Quesada (Madrid, España, 1886), 372.
Figura 10. La mujer encarna el papel de ‘ángel del hogar’. Joaquín Sorolla, Mi familia (Ayuntamiento de Valencia, 1901).
Figura 11. Imagen editada del original. Educación de adorno durante la infancia. Fuente: Biblioteca Nacional de España.