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Conclusiones

C O N C L U S I O N E S

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Tomando como punto de partida el concepto de refugio que nace de los instintos más profundos del ser –vivo, no necesariamente humano– este texto trata de llegar a los orígenes de la propuesta doméstica rudofskyana, y con ello a su posterior evolución. La arquitectura anónima recopilada por el arquitecto tanto en sus diarios de viaje y consecuentes escritos, como a través de la fotografía, servirán a modo de justificante para, desde nuestra posición de lector más de medio siglo después, comprender su perspectiva crítica, arquitectura y los principios que las cimentan.

A través de su obra teórica y las exposiciones que la acompañan, Rudofsky tiene la capacidad de despertar el interés del espectador gracias a los escuetos acercamientos que hace a cada pieza de arquitectura, arte o escena cotidiana que nos rodea. Su revisión de los hábitos y modos de vida del individuo en el ámbito doméstico, así como parte de una sociedad, es la estrategia clave que hace de sus viviendas construcciones atemporales. Es por ello que podemos afirmar que las formas vernáculas, ya sea a nivel de simple refugio o al del conjunto de un poblado, fueron para el arquitecto y serán, ahora y en un futuro, fuentes de conceptos arquitectónicos aplicables a cualquiera que sea la actualidad arquitectónica.

No obstante, aunque el grueso del trabajo recoja temas relativos a la arquitectura popular como base de la arquitectura doméstica rudofskyana, serán solo medios para llegar a lo que, personalmente, tomaría como la principal lección a sacar de esta relectura de su obra: el concepto de habitación exterior, un componente, como hemos visto, sujeto a numerosas definiciones, y todas ellas igual de válidas. Al no haberse llegado a produndizar tanto en esta parte de su obra, este trabajo busca abrir paso a futuras ahondaciones que, siguiendo estas pinceladas, lleguen a los orígenes del término y su poder actual.

Gracias a la visión que nos ofrece Rudofsky de un jardín cuya importancia se eleva a la de una estancia, proyectándose uno como reflejo del otro, y posteriormente de la calle como espacio a ser habitado por el ciudadano –un elemento mediador entre lo público, el individuo y su hogar– podemos comprender que es una reflexión de lo más vigente. En la página anterior, una foto de los toldos de la calle Sierpes es tomada más de sesenta años después de la realizada por Rudofsky en una de sus visitas al sur de nuestro país; de aspecto más contemporáneos, los toldos ejercen la misma función de elemento protector.

El hecho de cuidar el espacio público, proveerlo de zonas sombreadas y de descanso, o mantener las calles peatonales ocupadas por terrazas de restaurantes, es tan importante para el bienestar humano como la inclusión de una habitación exterior en nuestra vivienda. Tras la situación vivida en los últimos años, no es necesario demostrar que la calidad de vida del individuo depende, en un gran porcentaje, de su interrelación con el mundo que nos rodea.

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