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Volver a empezar

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La ciudad perdida

La ciudad perdida

C . E . P . A . D E C A M A R G O VOLVER A EMPEZAR

Volver a empezar, es una frase que a muchos como a mí, nos resulta frustrante. No por el hecho de tener que volver a hacer algo que creías que no hacía falta volver a hacer, sino porque crees que ya no eres capaz de hacerlo, como por ejemplo volver a estudiar. Yo, que con mis dieciséis años acabé la E.G.B tal que en junio y en septiembre ya estaba trabajando, creía que mi vida ya estaba resuelta. ¡Que ilusa!, uno no sabe cuándo el destino se interpondrá en tu camino, ya que resulta que me enamoro de un cántabro, me caso, dejo el trabajo, la familia y los amigos por emigrar a otra comunidad. No tuve problemas para adaptarme y encontrar otro trabajo y hasta nuevos amigos. El problema llega cuando con el paso del tiempo todo cambia, el país se sume en una profunda crisis (LA BURBUJA INMOBILIARIA). Conseguía trabajo, pero me iba resultando cada vez más difícil, porque, de repente, te empezaban a preguntar en las entrevistas de trabajo que si tienes la E.S.O, que para trabajar con ellos la necesitas. No solo no lo entiendes, sino que encima te hacen sentir mayor. ¿Por qué necesito la E.S.O para demostrar mis capacidades, si yo ya tengo la E.G.B? Después de unas cuantas entrevistas fallidas, te das cuenta de que, de repente, ya nadie te admite el currículum en mano, entonces te empiezas a dar cuenta que puede, que por tus estudios, no por tu experiencia laboral, te estés quedando fuera del mercado laboral. En mi cabeza pensamientos de” tengo que volver a estudiar”, con lo poco que me gustaba cuando era pequeña y ahora, a mis cuarenta y dos años ¿Como me voy a poner a estudiar ahora? ¡Puff! Imposible, ya no tengo cabeza, los niños, la casa, etc. Esas eran las excusas que me iba inventando para no hacerlo. Como ya he mencionado anteriormente el destino nos tenía reservada otra sorpresa, pero de las desagradables. El país se enfrenta a un desastre sanitario, una pandemia, un virus conocido como la Covid19. No os voy a relatar lo que ya sabéis que pasó, solo un detalle, ese mismo mes en el que nos confinaban en casa, yo comenzaba un curso de profesionalidad de limpieza, que tuve que retomar en verano. Una tarde, hablando con mi profesora, nos contó que ella impartía otro tipo de cursos que a mí me podrían interesar, yo muy feliz le dije que por supuesto, que estaba interesada, mi disgusto llegó cuando me pregunta ¿Tienes la E.S.O.? Porque para hacer estos cursos hace falta tener la E.S.O. Mi disgusto fue monumental. Cuando llegué a casa toda frustrada, mi hijo me preguntó que me sucedía y le conté lo que la profesora me había comentado. De repente, mi hijo me dijo y ¿a qué estás esperando?, es hora de que te lo saques, ya que me has estado dando la turra de lo importante que es para mi futuro, tener la E.S.O, que hoy en día lo necesitas para todo. En ese momento ya no me quedaban excusas, me tocaba organizarme y emprender un nuevo proyecto. Así lo hice, me apunté a la escuela de adultos. El primer día de clase estaba tan nerviosa que casi no duermo, otra vez exámenes, trabajos, con lo poco que me gustaban. Mientras iban pasando los días, más me iba gustando, me di cuenta de que cuando eres pequeño no te queda más remedio que ir al colegio, te guste o no, pero cuando lo haces de adulto, ya sabiendo lo que quieres y lo que te vas a encontrar, lo disfrutas mucho más. Esta experiencia no solo me está sirviendo para mejorar mi currículum, sino que también he conocido a unas excelentes personas, tanto en profesores como en compañeros de clase. Así que a todas aquellas personas que, como yo, se inventan excusas para no volver a hacer algo, yo les diría que a por ello, que nunca es tarde ni se es demasiado mayor.

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Maite Pazos

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