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Una tarde en la cancha (C. Lemos)………………………………......Pág

UNA TARDE EN LA CANCHA

Era la mañana del sábado 28 de junio, me levanté felizmente de la cama, estaba de muy buen humor, porque en la tarde jugaría la primera de Cazadores (mi equipo en donde practico hockey) y lo iba a ver jugar. Además, el día estaba hermoso, como si fuera verano. Ni bien me levanté, me fui directamente a desayunar, me preparé unas exquisitas tostadas con manteca y huevo y un café muy espumoso y calentito. Ya con el estómago lleno de poemas, me fui a lavarme la cara y los dientes y me cambié, ya que más tarde iríamos al centro con mi mamá para hacer los mandados. Casi llegaba la hora para ir al partido, estaba muy nerviosa por mis compañeras porque iba a ser muy peleado, como en la guerra. Cuando terminamos con mi mamá de hacer las compras, fuimos directamente para la cancha, ya que en minutos arrancaba el partido. Al entrar, el predio era como un hormiguero, en los alrededores del campo del juego estaba repleto de banderas de los dos equipos que se irían a enfrentar. Con mi mamá fuimos hasta las gradas donde estaba la hinchada de mi equipo. Ni bien llegamos, me encontré con todas mis compañeras de entrenamiento y algunas amigas. El partido ya había arrancado, iban 5 minutos de juego en la cancha, cuando de repente sentí un zumbido en mi corazón, como si lo estuvieran martillando. La causa era que unos familiares de una jugadora habían aparecido con un bombo y un redoblante. El grueso sonido del bombo me ponía la piel de gallina. La hinchada de nuestro equipo estaba enloquecida, con mis amigas y todos los familiares de las jugadoras cantábamos como locos al ritmo del bombo y el redoblante. El partido estaba muy picante, íbamos cero a cero, pero de repente la jugadora número cinco de Cazadores mete un pase fino como la seda, justo en la punta del área, donde estaba la jugadora número diez, la cual agarra y empieza a eludir para un lado y para el otro a la contrincante, cuando en un microsegundo perfectamente logra pasar a la jugadora y le pega a la bocha directo al arco. Todo el público que rodeaba el predio se quedó callado, viendo fascinados cómo esa bocha volaba justo hacia el ángulo derecho del arco. Entró perfectamente en la portería del otro equipo. Toda nuestra hinchada

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gritaba ¡¡¡¡GOOOOOOOLLLLLLL!!! Enloquecidamente, como si fuésemos psicópatas. Y había que admitir, obviamente, que había sido un golazo. Finalizó el primer tiempo, estábamos todos muy ansiosos, como si fuésemos moscas, porque aun íbamos uno a cero y faltaban tres tiempos para que terminara el partido. A lo lejos pudimos visualizar en la cancha a los dos equipos separados en ronda. Observando al nuestro, con mis compañeras, pudimos ver cómo una de las profesoras y la jugadora número diez estaban llorando, abrazadas. Algo en mi mente me decía que se habían emocionado, a causa del golazo que metió la jugadora. Ni bien termina el entretiempo, ya las participantes se empiezan a acomodar en la cancha, y dos minutos después comenzó el segundo tiempo. Todo el público estaba muy enérgico, todas cantábamos desaforadamente. Pero esta mitad del partido estaba trabada. Cazadores no podía pasar mitad de cancha y el otro equipo nos iba arrinconando cada vez más hacia nuestro arco. Hasta que en un corto cobrado, a causa de un pie como una casa, justo en el medio del área, el otro equipo mete un gol. Toda nuestra hinchada se quería morir y notamos cómo nuestras jugadoras empezaron a desanimarse. Pero sabíamos que este partido se podía repuntar, porque aún faltaban dos tiempos más (una eternidad). Termina el segundo tiempo y en seguida arranca el tercero. El juego en la cancha estaba muy tenso, como si hubiera una soga alrededor. En este tiempo las jugadoras corrían de un lado hacia el otro como locos, porque el partido estaba muy intenso, los dos equipos querían ganar, como sea. Y así transcurrió todo este tercer juego hasta que terminó. Ahora el ambiente se notaba muy pesado, a causa de que quedaba solo un tiempo e íbamos empatados. Cinco minutos después, arranca el cuarto y último juego. La hinchada de Cazadores era una locura, un carnaval, una fiesta monumental, todo el mundo estaba cantando una canción que motivaba a las jugadoras en la cancha. Ya habían pasado trece minutos del partido, quedaban solo dos, cuando en una milésima de segundos la jugadora número once de Cazadores agarra justo la bocha dentro del área, cerca del arco, con grandes chances de hacer el gol. Pero al rematar, la participante número siete del otro equipo se interpone y tapa la gran posibilidad con su cuerpo, por lo que el árbitro cobra tiro desde el punto penal y le da la chance a Cazadores de

convertir el gol y ganar el partido, para el delirio de toda la parcialidad que fue a alentar al equipo. Es así que todos juntos nos fuimos en caravana a festejar después de meter el penal. Como si este partido hubiese sido la final del mundo.

Constanza Lemos

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