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A la cabeza en riqueza específica
Robleda de Santa Susana, en La Alameda (Santiago de Compostela, La Coruña), rodeada de robles (Quercus robur).
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Ermita de san Marcos (Santiago de Compostela) rodeada de robles (Quercus robur).
en Northantompshire (Gran Bretaña), testigo de aquel encuentro sufrió un fuego a principios de la década de los 90 del siglo pasado, aunque alguna rama sobrevivió; ya muy lastimado, el árbol murió en 1997. Con su habitual respeto a los árboles y la devoción conocida de los británicos por su historia, justo antes de morir se intentó la reproducción del conocido como The Queens Oak of Potterspury pero la ausencia de bellotas hacía inviable ese proyecto, en consecuencia los servicios forestales intentaron una reproducción vegetativa a partir de esquejes del viejo ejemplar en distintas fincas públicas y particulares de los alrededores, sin lograr que alguno de ellos prosperase; como último recurso para recuperar un árbol histórico se iniciaron proyectos de secuenciación del ADN. Cuando la esperanza estaba casi perdida encontraron evidencia de una plantación de mediados de 1800 de robles previsiblemente procedentes del Roble de la Reina, en una finca cercana, a la espera de confirmación de la procedencia por medio de técnicas moleculares 172 . Sean bienvenidos todos los intentos de recuperar un árbol de tanta significación histórica, con el valor añadido de llevar asociada una tradición común que enraíza con prácticas ancestrales, más antiguas que la historia. Por fortuna esa costumbre era frecuente hasta el siglo XIX en Brampton, Cumbria (Gran Bretaña), y aun hoy se realizan peticiones de matrimonio bajo el llamado Roble de Cludd, en Hertfordshire, en alusión a la boda de Edward Cludd, Justicia Parlamentario durante la época de Cromwell, a mediados del siglo XVII 29 . Otro tanto en España. En el Diccionario ilustrado de la mitología vasca, de José Miguel de Barandiarán, se describe una vieja costumbre vasca de compromiso matrimonial bajo los castaños de Múgica (Deba, Guipúzcoa), conocidos como Peru y Mari, que actúan de testigos: “Dícese que antiguamente se celebraban los casamientos delante de ellos y muchos vecinos de la región que en el mercado de Guernica hacían tratos de compra-venta de alguna importancia, iban a hacer sus pagos y cobranzas delante de Peru y Mari, que eran considerados como testigos”. La representación original de la boda está cuajada de ruralismo, representado en la indumentaria de los novios y los acompañantes, más la figura del sacerdote oficiante, como símbolo de la presencia e importancia del clero en el medio campesino y en tan importante ceremonia. Los actores y acompañantes de esa estampa campesina viva están envueltos en el cuadro por las ramas del viejo castaño, envoltura en sentido físico y espiritual, creando una atmósfera en la que parece que nada hay fuera del círculo arbóreo, que todo está controlado por su presencia. Todo tiene sentido, hasta los nombres, Mari no es un nombre cualquiera, es el nombre de la reina de todos los numina, de los dioses naturales del País Vasco significados colectivamente en el gran castaño 25, 2 . Existen ritos en Galicia que tienen el árbol como compromiso del matrimonio, con algunas huellas dispersas y todavía mucho trabajo de campo por hacer antes de que desaparezcan los que son capaces de hablar de ello en primera persona o de referencias directas, pues lo publicado hasta ahora es muy poco y nada estructurado. Ligadas a un árbol en concreto parece que no queda otra mención que la de Cosme Fernández Soler, a finales del siglo XIX, relativa al famoso carballo pontevedrés de Santa Margarita, al que acudían las parejas a sellar su compromiso de fidelidad. La costumbre de acudir a un roble