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de la Historia sobre el tramo Cástulo-Libisosa. 1859, por Jesús Sánchez Sánchez
LA RUTA DE LOS VASOS DE VICARELLO. EL TRABAJO DE MARTÍNEZ DE CARNERO PARA LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA SOBRE EL TRAMO CÁSTULO-LIBISOSA. 1859
Jesús Sánchez Sánchez En homenaje a Gonzalo Arias
Pretendemos tratar en las siguientes líneas de varios hechos que confl uyen en un particular momento histórico de la investigación sobre vías romanas en España. En los primeros años de la segunda mitad del s. XIX concurren en nuestro país un importante desarrollo de las obras públicas junto con el despliegue de los cometidos encomendados a una institución como la Real Academia de la Historia. Es en este marco en el que se dan las aportaciones al conocimiento de la geografía romana en España procedentes del trabajo de un profesor de Primera Enseñanza: don Rafael Martínez de Carnero. Nuestro personaje es citado en la obra de Sillières de 1977 dedicada al tramo entre Cástulo (cerca de Linares) y Saetabis (Játiva) de la ruta de los Vasos de Vicarello: «Les plus nombreux travaux ont cherché à déterminer le tracé de la voie dans ce premier troçon à travers le Saltus Castulonensis et tous, approximativement, concordent. Le plus utile était peut-être celui de R. Martínez Carnero qui avait établi un plan précis de la route romaine», y en nota apie de página: «Ce plan, mentionné dans la Memoria de la Real Academia de la Historia, 8, 1859, p. IX, avait été primé en 1859. Déposé à la Real Academia, il semble, malhereusement, avoir disparu aujourd’hui. Mes rechereches puor le retrouvrt sont restées vaines, mais peut-être reparaîtra-t-il lorsque les fond non classés seront répertoriés») (Sillières, 1977, 55). También en la de 1990 que Sillières dedica a las vías de la Hispania meridional: «Ce plan… depuis il a été retrouvé à la bibliothèque de la Real Academia de la Historia et il apporte des précisions fort utiles sur l’itinéraire antique, en indiquant les vestiges de la cahussée romaine conservés au XIX siècle» (Sillières, 1999, 266 ). También Gonzalo Arias se hacía eco de nuestro autor. Dice, en el artículo titulado «Repasando el Camino de Aníbal», refi riéndose a Sillières: «En 1990 (p. 269) ha descubierto un mapa de R. Martínez Carnero de 1859 que lleva la calzada por donde yo decía, pero no le otorga fe porque la Vereda de los Serranos le parece, sobre el mapa, demasiado tortuosa y accidentada» (Arias, 1991, 22). En ambos autores, sólo se mencionan los planos de Carnero y no la Memoria que los acompaña.
Jiménez Cobo, en su excelente revisión de 2001 del camino de Aníbal, no hace mención a Carnero; ni a sus planos ni a su Memoria. Nosotros, en las siguientes páginas, vamos a ofrecer la trascripción de esa Memoria de Martínez de Carnero en la parte que hace referencia a la descripción de la vía romana. También reproduciremos algunos fragmentos de sus planos. Ambos documentos, Planos y Memoria, se encuentran en la Real Academia de la Historia, institución a la que agradecemos las facilidades en la consulta de estos documentos y su reproducción. Junto a la trascripción del texto, señalaremos la correspondencia de algunos topónimos mencionados por Carnero con los que aparecen rotulados en la cartografía al uso. Sin embargo, aprovecharemos, también, para apuntar nuestra discrepancia con el trazado propuesto tanto por Carnero, como por Sillières, Arias y Cobos para el cruce de la sierra.
No sólo por el desarrollo del ferrocarril; algo se movía en las obras públicas en la España en los primeros años de la segunda mitad del s. XIX: se invierte en obras públicas sólo en el periodo de junio de 1854 hasta enero de 1856 más que todo lo invertido en el periodo comprendido entre 1846 a 1853 2 . Actividad
que seguirá con la vuelta al gobierno de O’Donnell, de junio de 1858 a marzo de 1863, con quien transcurre el periodo gubernamental más estable de todo el reinado de Isabel II, con importantes realizaciones económicas (Pérez Garzón, 414). Ya el gobierno de la Unión Liberal, de Espartero-O’Donnell, había convocado Cortes constituyentes para el 8 de noviembre de 1854, las cuales «fueron eminentemente políticas y, no obstante, de ellas salieron leyes trascendentales para la vida económica… como la Ley General de Ferrocarriles, de 3 de junio de 1855 y la Bancaria, de 28 de enero de 1856» (Wais, 160). «Hasta 1855 el desarrollo de los ferrocarriles fue lento, pero a partir de ese año la construcción da un gran impulso. Hay que atribuirlo a la nueva Ley General…» (Wais, 86).
Entre esos años de 1858 y 1859 discurre la acción que ocupa ahora nuestra atención. Hay un documento de la Real Academia de la Historia en que aparece de un modo explícito este desarrollo de las obras públicas y su repercusión en los estudios sobre las vías romanas en nuestro país. Se trata del «Dictamen sobre cómo aprovechar los numerosos proyectos de obras públicas en la investigación de la geografía antigua y conservar las antigüedades, que en el curso de dichos proyectos se realicen, mediante la creación de varios premios» 3 que fi rman Salustiano de Olózaga y Aureliano Fernández-Guerra el 3 de abril de 1858. Tras afi rmar que «todos saben que durante la dominación romana una malla caminera, obra colosal y propia de los que aspiraron a ser eternos dominadores del mundo», sostienen que «si las comunicaciones abiertas paulatinamente en el siglo anterior por orden de Fernando VI y Carlos III han borrado muchos rastros de las romanas vías, ya maltratadas por la acción incesante de la naturaleza y del hombre, ¿qué trecho, qué muestra, qué memoria habrá de subsistir de ellas el día en que se lleve a término el vasto plan emprendido ahora, con prodigioso ardor, de obras hidráulicas, ferrocarriles, caminos vecinales y carreteras provinciales y generales?». En este mismo Dictamen se reconoce que la Real Academia es a quien «nuestras leyes han fi ado el esclarecimiento de la Historia patria y la conservación
de sus más interesantes y necesarios documentos». En otro lugar, la Academia reconoce que «está encargada por las leyes de la inspección y conservación de los monumentos históricos de todo el reino».
Tras exponer esta situación, la Academia arguye que «no hay otro arbitrio, no queda otro recurso que acudir al patriotismo e ilustración de los ingenieros, párrocos y alcaldes y mover el interés individual de todos los demás auxiliares suyos… Un sistema bien meditado de indemnizaciones y recompensas pecuniarias, de premios y de menciones honorífi cas, dispuesto con tal artifi cio que no menoscabe los recursos de la Academia y reviva la hoy casi muerta afi ción a los estudios arqueológicos y geográfi cos, es la segura senda para llegar al término que se apetece. A muy poca costa se hará, pues, la Academia con un excelente mapa caminero de España, que por lo exacto y minucioso equivalga a una inspección ocular del terreno y adquirirá indudablemente, además de calcos de inscripciones geográfi cas, las piedras originales que sean de superior mérito».
Con esa fecha de 3 de abril de 1858, se publicó el «Programa impreso de los Premios que la Real Academia de la Historia adjudicará por descubrimientos de antigüedades» 4 . En este documento se anuncia que «Se agraciará con diploma de Académico correspondiente, medalla de honor y tres mil reales de indemnización, al autor del mejor plano de cualquiera de los caminos romanos que hubo en el espacio que media entre las orillas del Tajo y las costas de Cádiz hasta Valencia 5 , siguiendo un trayecto de 100 km por lo menos, e indicando los montes, ríos, pueblos, ruinas, despoblados y demás principales accidentes del terreno, todo con expresión de los nombres actuales, en una zona de 5 km por cada lado del camino. Las distancias intermedias desde donde éste desaparezca hasta donde vuelvan a encontrarse vestigios de él, se estimarán parte de los 100 km, cuidando de señalar con puntos los sitios por que debía pasar según las mayores probabilidades y el genio de los antiguos. Habrá de ir unido, si es posible, al diseño de un perfi l
longitudinal de la vía, que determine el movimiento de ascensión y descensión de la misma; y si no, se procurará acotarla de 100 en 100 metros, con relación a un plano horizontal inferior a ella. El plano se traerá en escala de 1/100.000; deberá ir acompañado con la correspondiente memoria, explicándole con claridad, y habrá de presentarse antes del 31 de marzo de 1859».
La urgencia que anima a la Academia a esta iniciativa va también explícita en el texto de este «Programa»: las líneas de ferrocarril «es seguro que se harán en todas direcciones… y estas construcciones van a remover en pocos años todo el suelo de España y a descubrir necesariamente muchos vestigios de su antigua civilización». Ante tamaña previsión de movimientos de tierra, al igual que en el ya citado Dictamen, también ahora en este Programa se viene a mencionar que en «la ilustración y patriotismo de nuestros ingenieros, cifra la Academia grandes esperanzas para la noble empresa de… dar a conocer las antigüedades que la tierra encierra en su seno y que en gran número han de aparecer ahora en la superfi cie. Las más importantes acaso y, sin duda alguna, las más fáciles de encontrar son las vías romanas».
A este respecto, las Instrucciones que fi guran en el «Programa» son interesantes a los efectos de conocer cuál era el modelo de «calzada romana» que tenían nuestros académicos del s. XIX. En algunos aspectos (como en el caso de la superfi cie de rodadura) parecen más avanzados que algunos todavía arraigados entre profesionales de la investigación 6 . Concretamente, esto es lo que en el s. XIX decían las Instrucciones de la Real Academia sobre los «Caminos romanos» y sus vestigios: «En España tuvieron por lo común seis metros de ancho. Sus cimientos eran de grandes piedras irregulares, pero mayores siempre, y a veces labradas, las que se ponían en las márgenes o maestras. Después, otra tonga de piedras menores rellenaba los huecos y no es raro ver asegurado el fi rme con lechadas de argamasa. Encima de esto colocabanse capas de guijo, cubriéndolo todo un lecho o corteza de
arena. Hoy se conocen sus vestigios en varios trechos de las actuales carreteras, en muchos de los caminos de herradura y en medio de las heredades, ya por los hitos gruesos que el tiempo y el hombre no han podido destruir, ya por las fi las de majanos que han formado los labradores para desembarazar sus campos, ya por la faja guijarreña y arenisca, indicios seguros y ciertos de extraños materiales, traídos de territorios de índole diferente de la en que se hallan. Siguiendo con atención tales vestigios, aun cuando desaparezcan en parajes donde ha ido considerable el trastorno o en las tierras fl ojas y colgadas, vuelven a descubrirse en las cimas de los montes, en aquellos sitios que todavía llevan el nombre de ‘puertos’. Las calzadas antiguas atravesaban por las lomas y altozanos divisorios de aguas, a fi n de economizar terraplenes y alcantarillas».
Parece ser que en el Boletín Ofi cial de la Provincia de Ciudad Real de 23 de agosto de 1858 se publicó esta convocatoria. Supuestamente sería éste el modo como el profesor de Primera Enseñanza de Almedina (Ciudad Real), don Rafael Martínez de Carnero, tomaría conocimiento de esta convocatoria de la Real Academia de la Historia. Lo cierto es que poco más de medio año después, el 17 de marzo de 1859, y por medio del Gobernador de Ciudad Real, don Enrique de Cisneros, se envían al Presidente de la Real Academia los Planos y Memoria «del trayecto romano de Libisosa a Cástulo» producto de la investigación de Martínez de Carnero. Nuestro personaje envía una Memoria 7 (se trata de un cuadernillo sin foliar) y dos planos 8 : el primero cubre el trayecto entre Libisossa (Lezuza y Terrinches (Ciudad Real), siendo éste el sentido en que hará la descripción de la vía. El segundo, entre Terrinches y Cástulo. Trazados sin curvas de nivel, sí se acompañan de un rudimentario perfi l longitudinal. Como también luego detallaremos, es en este segundo tramo en el que Carnero encuentra y documenta un miliario datado en época de Tiberio, año 33 d.C.
No dejó de procurarse don Rafael Martínez alguna carta de recomendación con que apoyar su trabajo.
Existe una cuyo título: «Carta en la que se interesa por los estudios que Rafael Martínez de Carnero ha presentado a la Real Academia de la Historia» 9 , en ella, el convaleciente en Almedina Prisco G. Valladolid (conoce a don Rafael ya que es hijo de «un antiguo compañero mío y digno de mejor suerte por sus conocimientos y providad») se dirige a don Manuel Fermín Garrido para «interesarle, hasta donde su infl uencia pueda, a favor del Sr. Martínez de Carnero, que desempeña este magisterio de niños por una inmerecida fatalidad, si tal puede califi carse el que por amor a sus hijos, naturales de este país, lo haya preferido a Badajoz, donde con notorio aplauso regentó por oposición la primera escuela y el cargo de examinador, antes de establecerse la Instrucción Normal». Manuel Fermín Garrido había sido ofi cial de la Secretaría de la Real Academia, pero lamentablemente no pudo recibir la carta que le enviaba don Prisco G. Valladolid ya que había fallecido cuatro años antes: en junio de 1855 (según consta en la contestación de la Real Academia el 1859/06/02 ). 10
Pero antes de conocer el trabajo de Carnero, veamos cuál fue la valoración que su obra recibe de la Academia. Existe un Informe sobre el estudio de Rafael Martínez de Carnero sobre la vía de Libisosa a Cástulo 11 , suscrito por la Comisión de Antigüedades en fecha de 25 de junio de 1859: «Aspirando al primer premio que en la Junta de abril del año próximo pasado, señaló esta Real Academia de la Historia al autor del mejor plano de cualquiera de los caminos romanos que hubo en el espacio que media entre las orillas del Tajo y las costas de Cádiz hasta Valencia, sólo se ha presentado D. Rafael Martínez de Carenero, profesor de Primera Enseñanza de la villa de Almedina, provincia de Ciudad Real». Los comentarios de la Comisión de Antigüedades al trabajo de Carnero son los siguientes:
«Sin profundos conocimientos en las Ciencias Exactas, falto de sólida noticia de nuestras antigüedades, estimulado únicamente por noble deseo de honra y siguiendo paso a paso las huellas del programa de la Academia, Martínez sin embargo se ha hecho mere
cedor de la consideración de este Ilustre Cuerpo y, si no del premio que hidalgamente ambiciona, acreedor sin duda a una señalada recompensa. Cuando la comisión, a quien toca hoy la honra de informar, reuniendo cuantos datos existen, inventarió en 3 de abril de 1858 las vías romanas españolas cuya memoria ha llegado a nosotros 12 , y señaló la correspondencia de muchas mansiones antiguas con pueblos y sitios de nuestra edad, tuvo muy presente, como no podría ser menos, el descubrimiento de las mansiones del Camino de Cástulo a Libisosa, trabajo debido a uno de nuestros compañeros. Había éste fi jado aquéllas con fundamento de aparecer en despoblados cuyo nombre actual se acerca algo a lo antiguo, cuidando de afi anzar su opinión con lo que arrojan las relaciones que dieron gran parte de los pueblos de España a Felipe 2º en 1575, con un estudio muy detenido de los vasos Apolinares y de ¿? planimetría del territorio, levantada de orden de S.M., en el cual el ingeniero había señalado un pequeño trozo de camino romano frente de Puebla del Príncipe advirtiendo que, según los naturales, aquel era parte del camino romano que iba a Villarrobledo. 13
El Sr. Martínez, aunque con ruda e imperfecta Minerva, nos ofrece en toda su extensión y notando minuciosos y verdaderos pormenores las veinticinco leguas de este trozo de la famosa vía Hercúlea que partía de Cádiz y llegaba hasta Roma, trozo importantísimo pues contaba entre sus mansiones a Mentesa… Hay más: el Sr. Martínez ha encontrado una piedra miliaria del tiempo de Tiverio César, cerca de Aldea-hermosa, una de las de Montizón, y varias inscripciones y preciosos restos en las ruinas de Solaria, cerca de la Aldea de los Santos, que es otra de las citadas en los montes Mentesanos.
La Comisión que informa, deseosa de acertar en la califi cación de los trabajos importantes del Sr. Martínez, llamó a su seno al entendido ingeniero D. Eduardo Saavedra y, habiendo comunicado al candidato los reparos que a su obra oponía el Sr. Ingeniero y habiendo vuelto a oír a éste sobre las ampliaciones y
rectifi caciones hechas por Martínez para perfeccionar y completar su plano y memoria 14 , los individuos que suscriben tienen el honor de proponer a la Academia lo siguiente: 1º. Que, con el plano geométrico levantado para el ferrocarril del océano de orden de S.M. y con los trabajos del Sr. Martínez, pueda publicar la Academia una exacta y completa planimetría del Camino Hercúleo de Cástulo a Libisosa, por espacio de más de 25 leguas de largo. 2º. Que, aun cuando el plano presentado al concurso está hecho con detenimiento y conciencia, carece de aquella perfección y buen aire precisos para obtener el primer premio de los ofrecidos. 3º. Que, sin embargo, satisfaciendo muy bien al objeto de conocer la vía antigua y facilitando los elementos precisos para poder con un plano bueno del territorio formar el que se busca, merece su autor el Sr. Martínez una especial recompensa…»
Lo fi rman en Madrid, el 25 de junio de 1859 los académicos: Pascual de Gayangos, Pedro Sabau, Antonio Delgado y Aureliano Fernández-Guerra.
Por otros documentos de la Real Academia sabemos del pago a Rafael Martínez de Carnero de la recompensa adjudicada, así como la concesión de una medalla de honor (a cuyo acto solemne de imposición no asiste Carnero, delegando en su hijo Camilo «estante» en la Universidad de la capital de España para recogerla).
Pero pasemos ya a la Memoria de D. Rafael. El título con que se encuentra en el Archivo de la Real Academia es: Memoria que tiene el honor de presentar a la Academia de la Historia, según su programa, el profesor de Primera Enseñanza de la villa de Almedina, D. Rafael Martínez de Carnero, acompañando el correspondiente plano. Año 1859.
Martínez Carnero, en las primeras páginas de su Memoria, nos ofrece también su visión del modelo de vía romana: dice de los romanos que «…sus calzadas atraviesan la península Ibérica del uno al otro cabo, bajo el nombre de vías romanas, sin que la serie de
más de veinte siglos haya podido aniquilar sus arrecifes ni borrar sus senderos… Pero estaba reservada, Ilustre Academia, al siglo XIX la empresa de descubrir y venerar esas ruinas y monumentos de la antigüedad y acaso la de aprovechar sus terraplenes para reedifi carlos y convertirlos en benefi cio de la patria. Sí, Señores: porque fundados éstos en previsoras y sólidas observaciones, están construidos sobre terrenos fi rmes, en el lomo de las montañas, abastecidas de piedras y arena, y sus líneas dirijidas por los puntos más accesibles y cortos, salvando la gran pendiente de las montañas, al par que evitando las vegas y terrenos fangosos: así es que, si por alguna parte se han destruido sus vestigios, no por eso deja de señalarse su dirección por los caminos de herradura que los costean generalmente, aprovechando sus conocidas ventajas, como sucede precisamente en el trayecto que hoy tengo el honor y atrevimiento de presentar a esa ilustre y sabia corporación, comprensivo desde la antiquísima Libisosa o Lezuza, de la provincia de Albacete, hasta los cortijos de Cazlona o Castulon, de la de Jaén, conforme con el programa de de esa Real Academia, objeto de esta Memoria…»
Y, entrando ya en el contenido del estudio de Martínez de Carnero, éste, tras una larga introducción, pasa a describir la vía romana. Se puede verifi car cómo en su propia estructuración del texto divide en dos partes la exposición. Una primera mitad que empieza en las ruinas de Libisosa, en Lezuza (Albacete) y termina en la Venta del Ojuelo (en la vertiente norte del cruce de la sierra, actual término de Puebla del Príncipe, Ciudad Real) y una segunda mitad que comprende desde esta venta hasta las ruinas de Cástulo (cerca de Linares): «Dando por resultado fi nal de mis observaciones que desde Libisosa hasta la Venta del Ojuelo, frente a Ntra. Sra. de Mairena, la vía romana se halla marcada y aprovechable en su mayoría. Y que desde dicha venta hasta Castulone, sólo se reconoce en sus vestigios y fragmentos salpicados, interrumpidos, dudosos, oscuros o perdidos».
Comienza Carnero su descripción en las ruinas de la colonia Libisosa 15 : «Por el frente meridional tiene un collado en el que se infi ere debió descavezar la vía romana, descendiendo en línea diagonal a buscar la Casa del Bado 16 , para evitar la rivera con sus pantanos, por la cañada de dicha casa, en cuyo paso se encuentra una fuerte calzada de siete metros de lonjitud, y desde donde debió partir la vía en línea recta por delante de la casa a buscar las laderas del Cerro Berejal 17 y Vallejo de Menga, donde principia la cuesta, pues de este modo salvaba la necesidad de un puente para bajar a Lezuza, que debiera haberle habido si el sitio que hoy ocupa esta villa hubiera sido el mismo de la antigua Libisosa. Todo esto, y el no haber vestigio del pretendido puente, prueva que Libisosa existió efectivamente al rededor del castillo y lo confi rman ciertas protuberancias que se encuentran en las labores sobre la misma diagonal que se dirije al collado del castillo, marcando en general y correlativa sucesión los puntos de la vía obstruida por el arado del agricultor. No me quedó en ello la menor duda y así pasé a trazarlo en mi plano, suponiendo (a cálculo visual) que desde el collado del castillo a la Casa del Bado habrá como cuatro hectómetros borrados, como he dicho, sus vestigios y partiendo desde dicha casa a la medición por hectómetros 18 , resulta lo siguiente:
Desde el collado del castillo a la Casa del Bado: 4. De ésta a la cañada de Menga, costeando por la derecha la rivera y por la izquierda el Cerro Berejal, en vestijios confusos: 8. Subida a la cuesta grande (véase el plano parcial nº 1º) en vestigios interrumpidos: 8. Desde la cumbre hasta otra pequeña caída: 7. Subida de una cuesta suave haciendo varios giros: 6. (Suma y sigue: 33). Planicie de la altura: 1. Bajada de id.: 7. Pequeña cuesta hasta la Casa de Bustos 19 : 3. Desde esta a la salida de los montes del Bonillo: 6. Paso de las cortijadas y labores de Gil de Moya 20 : 20. Principio del Chaparral de Hortezuelas hasta sus límites: 62. Desde el monte al primer camino de las Salinas de Pinilla que baja al Ballestero 21 : 36. Total hasta el camino del Ballestero a las Salinas: 168
Desde el primer camino del Ballestero al segundo que pasa por los límites del Sabinar de los Mirones (en vestigios claros): 8. Desde éste al camino de Alcaraz a las Salinas: 20. Yd. A Nava-seca: 11. El trozo de Nava-seca perfectamente alineado y marcado: 7. Hasta el camino de los Coches 22 , en vestigios oscuros: 18. Descenso a la cuesta de los Teatinos 23 : 3. Desde los Teatinos hasta la Cruz de Viveros, en vestijios oscuros, corriendo la Vereda de los Serranos: 36. Total hasta la cruz de Viveros: 271.
Desde la cruz de Viveros se cuentan en vestijios conocidos por una fi la de majanos sobre su costado izquierdo: 16. Desde la heredad de D. Manuel Badillo, donde se interrumpen los vestijios, hasta el monte de la Casa de la Torre 24 , en vestijios borrados: 16. Travesía de dichos montes, también borrados: 6. Desde la casa de la Torre hasta el Guijoso, en vestijios gastados y confusos: 59. Desde el Guijoso 25 hasta Villanueva, en vestijios marcados: 46. Total hasta Villanueva de la Fuente: 414.
Desde Villanueva sale la vía romana al E en vestijios conocidos por las lindes de algunas heredades y otros: 11. Yd. id. (sic) por la orilla de las viñas, teniendo éstas una cerca de piedras sobre el lomo de la vía: 10. Hasta las segundas viñas: 8. Desde éstas corre en vestijios claros: 25. Sigue destrozada la vía por una heredad: 7. Desde ésta sigue manifi esto: 3. Yd. hasta la mesa de los Calares 26 , en que lo interrumpen una labor en la distancia de: 4. Yd. a los 20 hectómetros gira para la derecha en dirección SO marcado: 30. Desde el Monte Alto hasta los Cuartos de Montiel: 24. Sigue hasta el camino de Albadalejo a Cañamares, en vestigios marcados: 9. Desde dicho camino continúa inclinándose más al S en vestijios confusos: 28. Gira a la derecha al tocar el camino de Albadalejo para Santa Cruz 27 : 1. Yd. hasta el camino de Terrinches a Santa Cruz 28 , punto donde termina el primer Plano, inclinándose a la izquierda, perfectamente marcado y conservado: 14. Total al camino que va de Terrinches a Santa Cruz de los Cáñamos: 588.
Desde dicho punto, haciendo varios ángulos, perfectamente marcada y conocida: 30. Gira después al S, por una fi la de majanos, a descender por la Cañada del Pajar 29 y Fuente Podrida, buscando las Cavezuelas de Terrinches por medio de labores (en vestijios interrumpidos) una cuesta suave: 26. Desde las Cavezuelas gira al O hasta la Venta del Ojuelo 30 , en vestigios claros y alguna vez gastados, por las vegas y labores de Terrinches: 59. Total hasta la Venta del Ojuelo: 703.
Desde la Venta del Ojuelo, frente a Ntra. Sra. de Mairena de la Puebla del Príncipe, se oscurecen ya los vestijios de la vía, quedando por único norte al esplorador el camino real de herradura, cuya dirección, basada precisamente sobre el trayecto romano, descubre éste de vez en cuando, aunque en remotos y salpicados vestijios, que sólo sirven para dar a conocer ser aquellos los verdaderos puntos de dirección de la vía. Así que, apareciendo estos vestijios a lijeros fracmentos de corta dirección, no puede marcarse por líneas ni hectómetros como hasta dicha Venta del Ojuelo desde el punto de Libisosa. Sin embargo, a los treinta y nueve hectómetros de camino real, se manifi esta un pequeño trozo en la dehesa de Zahora 31 y otro al principio de la dehesa de los Pujates, a cuya entrada baja la vía una cuesta de 3 hectómetros y a los 84 principia en un arroyo la subida de la Cuesta de los Valencianos, por la que asciende 8 hectómetros. Desde allí, baja 8 hectómetros para volver a subir otra cuesta violenta de 4 hectómetros, llamada Matamulas. Desciende después 12 hectómetros pendientes y sube 7 por otra cuesta trabajosa, con 6 de bajada, no muy rápida. Vuelve a subir 4 hectómetros descendiendo 9 con pendiente suave al arroyo, hasta que con otra cuesta cómoda 32 de 23 hectómetros llega a Venta Quemada 33 . Resultando desde la Venta del Ojuelo a Venta Quemada un total de 165 hectómetros 34 .
Desde Venta Quemada sale el camino real en dirección a la Aldea de los Santos 35 corriendo 91 hectómetros, sin hallarse vestijio alguno, por medio de los
montes, con pequeños y paulatinos declives, hasta el término de Chiclana frente al Carrascal de las Monjas. Pasados otros 41 hectómetros, se reconocen sus vestijios frente a la Aldea de los Santos. De aquí siguen los vestijios por las viñas de Montizón, cruzan su ribera por la izquierda y salen por bajo de Aldea-hermosa, corriendo el camino real una lonjitud de 152 hectómetros hasta dicha aldea.
Desde la ribera de Aldea-hermosa hasta el principio de una cuesta, sus vestijios se conocen en la línea protuberante de las heredades y corre así una distancia de 13 hectómetros. Sube después una cuesta de 3 hectómetros sin vestijios y, pasados, reaparecen claros aunque en corto trecho, en el cual hallé una piedra cilíndrica de 3 ½ palmos, caída en el suelo, con la siguiente inscripción 36 :
N. CAESAR DIVI AUGUSTI DIV. NEPOS AUGUSTUS FONTVR E … MAXVI… COS… VIN…VIII TRIB XII… CONT…
Sigue el camino real hasta la Venta de San Andrés 38 , frente a Santi Esteban 99 hectómetros, 22 de ellos en vestijios conocidos, hasta dicha venta.
Venta de S. Andrés a la de las Navas de S. Juan.
Sale la vía en vestijios conocidos y corre 8 hectómetros, al fi n de los cuales jira al S rebozándose en la cordillera de S. Estevan. A los 24 desciende medio hectómetro muy pendiente para cruzar un hondo arroyo que baja al O de dicha cordillera. A los 49 jira al O derecha a los Cortijos de los Pajares 39 . A los 65 cruza por la izquierda del primer cortijo. A los 69 pasa por la derecha del segundo cortijo, en vestijios leves. A los 73 va por la izquierda del Cortijo de la Francesa, en terreno de poco declive y sigue la cordillera de Peñarrubia, continuándose hasta la Venta de las Navas, 128 hectómetros.
Nada notable desde esta venta hasta Arquillos, donde corre el camino real, manifestándose algunos vestijios salpicados y cortos en el intervalo de 115 hectómetros con poca alteración en su declive, si bien inclinándose hacia éste último punto.
Arquillos
En la aldea de Arquillos reaparecen los vestijios de la vía corriendo, aunque salpicados, hasta Arquillos el Viejo 40 en 17 hectómetros. Vuélvense a perder, reapareciendo a los 34 hectómetros y recorre, en vestijios manifi estos, dos hectómetros. Desde aquel punto se inclina el terreno para bajar la cuesta hasta el río, en un descenso suave de 11 hectómetros. Desde allí hasta el puente del Guadalén 41 corre el camino una planicie de 7 hectómetros por frente del molino de los Escuderos. Del puente hasta cruzar el Cortijo de Casa Quemada 42 sube una ligera cuesta de 8 hectómetros teniendo a su izquierda el castillo de Jirivayle 43 .
Sigue 41 hectómetros, con algunos vestijios, por una ancha vega en dirección al Cortijo de Boyallano y al de Romero o de Vista alegre, con alguna subida. Desciende, en vestijios, 6 hectómetros hasta el Puente-mocho (SIC) sobre el Guarrizas 44 . Corre 8 hectómetros por la falda de un montecillo, dejando a la derecha el Cortijo de Bogollano y, al fi n de los 8 hectómetros, una fábrica de plomo de los Yngleses.
A los 3 hectómetros atraviesa el camino que va de Linares a Arquillos. Y a los 74 hectómetros reaparecen vestijios lijeros o gastados, frente a las casillas del Soto, corriendo 10 hectómetros en vestijios claros desde el cortijo y molino de Arquillos 45 hasta el Cortijo de Casa Blanca 46 (rivera del Guadalimar) donde se encuentra una lápida negra y con caracteres confusos incrustada en la pared, que por su mucha elevación no pudo leerse y que parece está ya calcada por un comisionado de Jaén. Dista esta casa de las ruinas de Castulon 13 hectómetros, resultando un total desde Arquillos hasta dicho Castulon, de 217 hectómetros«.
La que sigue es la impresión general que, sobre la aparición de vestigios de la vía, presenta Rafael Martínez en su Memoria:
«Dando por resultado fi nal de mis observaciones: que desde Libisosa hasta la Venta del Ojuelo, frente a Ntra. Sra. de Mairena, la vía romana se halla marcada y aprovechable en su mayoría. Y que desde dicha venta hasta Castulone, sólo se reconoce en sus vestigios y fragmentos salpicados, interrumpidos, dudosos, oscuros o perdidos, sirviendo sólo para poder marcar la dirección de la vía o, lo que es lo mismo, los mejores puntos de tránsito para conducirse y evitar el paso de los ríos, de las vegas y tierras fl ojas, de las cuestas y descensos precipitados, sin grandes rodeos, aunque ascendiendo y descendiendo el camino por pendientes suaves en su mayor parte, pero inevitables y planas en paralelo con las escabrosidades de Sierra Morena por cualquiera otra dirección. Así que el camino real de herradura aprovechando estas ventajas de tiempo inmemorial no se separa de esta vía romana».
Conclusiones
La Memoria y los Planos de Martínez de Carnero nos trasmiten, entre otras cosas, una información preciosa sobre el estado real a mediados del s. XIX de los restos visibles de la infraestructura de una de las más importantes y antiguas vías romanas en España. Pero no sólo. También nos aporta datos para valorar cuál era entonces el estado de la investigación de estas vías en nuestro país, el papel en esta tarea de instituciones como la Real Academia de la Historia, así como de cuál era el modelo de vía romana que sostenían los eruditos de esta institución. También el trabajo de Carnero ha sido motivo para contextualizar esta acción investigadora de la Real Academia en el marco de la dinamización de las obras públicas que ocurrió, a su vez, dentro de un particular contexto político y social del país.
El trabajo de Carnero nos parece sin duda alguna muy meritorio para la época. Sobre todo si, como parece, lo realizó en solitario y con escaso bagaje tecnológico. Sin duda que la información que aporta compensa con creces la no muy ortodoxa representación gráfi ca de la misma. Es una planimetría que, como no podía ser de otra forma, no guarda parangón con la que casi por esas fechas (1861) presentó Eduardo Saavedra sobre la vía romana entre Uxama y Augustobriga.
Pero no querríamos terminar sin hacer notar algunas otras cuestiones. Por ejemplo, la noción existente en la mente de Carnero sobre la posibilidad de aprovechar el trazado de la vía («…descubrir y venerar esas ruinas y monumentos de la antigüedad y acaso la de aprovechar sus terraplenes para reedifi carlos y convertirlos en benefi cio de la patria…» y también: «…la vía romana se halla marcada y aprovechable en su mayoría…»). Obviamente es este un criterio utilitarista y no muy conservacionista de estos vestigios. Y, en efecto, no es difícil constatar la desaparición de muchos de los restos descritos por Carnero. El reconocimiento sobre el terreno es bastante signifi cativo sobre la desaparición de los vestigios de infraestructuras que todavía documenta Carnero en 1858-59. Actualmente, el tramo continuo mejor conservado y donde todavía no han desaparecido los vestigios de la vía es el comprendido al SO de su intersección con la carretera de El Ballestero a El Bonillo (CM-3133) y hasta el punto donde confunde su trazado hacia el SO con la Cañada Real de los Serranos.
Y una última cuestión que afecta al nombre con el que actualmente se conoce a este tramo de la ruta
Cádiz-Roma: «Camino de Aníbal». Lo cierto es que en ninguno de esta serie de documentos de la Real Academia que hemos manejado aparece la denominación de «Camino de Aníbal», sino solamente «vía Heraclea». Pensamos que ambas denominaciones son inadecuadas.
Sobre la primera denominación, nos parece incorrecta ya que Camino de Aníbal «es un nombre popular documentado tan solo en la travesía de Sierra Morena. Es Sillières quien, identifi cándolo con la ruta de los Vasos de Vicarello, extiende la denominación al trayecto Cástulo- Saetabis « (Arias, 1991, 22). De hecho, Silleres ya advierte que «il faut constater qu’il ne se rencontre que dans la traversée de la Sierra Morena, aux environs de Castellar de Santisteban» (Sillières, 1990, 220). Por otra parte, es signifi cativo que cuando Sillières se hace la pregunta retórica de si «cette appellation repose-t-elle sur quelque rélité historique? se responde que «Ce n’est pas impossible» (Sillières, 1977, 40). En efecto, sería algo sobresaliente la existencia de tal imposibilidad. Sin embargo, es algo altamente improbable. Parece improbable que la administración romana republicana otorgara o consintiera después de la Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.) que la vía recibiera ofi cialmente tal nombre. Y, aun aceptando que hubiera existido durante algún tiempo tal denominación entre la población, es bastante inconcebible que haya existido una continuidad en la transmisión oral del topónimo desde el siglo II a.c. hasta el siglo XIX. Por eso Sillières es muy claro: «Aussi faut sans doute se résigner à ignorer le nom antique de la vieille voie républicaine qui joignait la côte méditerranéenne au Guadalquivir par le Saltus castulonensis» (Sillières, 1977, 39).
La denominación de vía Hercúlea también parece inadecuada. Esta denominación es adoptada por algunos autores. Por ejemplo, tiene carta de naturaleza en José María Blázquez: «Se trata de la conocida Vía Heraclea, la primera calzada construida por los romanos, citada por Polibio (III, 39) y Estrabón (III, 4,9)» (Blázquez, 1992). También es adopta ese nombre por Juan Blánquez (Blánquez, 65). El nombre de Vía Hercúlea en España ha contado con el respaldo de Gonzalo Menéndez Pidal (Menéndez, 17) según el cual era ya conocida en tiempos de la colonización cartaginesa. Aunque llama Hercúlea a la vía que corre «paralela a la costa levantina, desde los Pirineos a Cartago Nova», afi rma que «antes del año 120 a.c. fue reparada y calzada»; «fecha bien temprana por cierto si recordamos cómo, dentro de la propia Italia, se dice haber sido la Vía Popilea la primera en recibir calzamiento, y esto no antes del año 132 a.c.» (Menéndez, 18). Pero parece que tampoco es correcto el nombre de Vía Heraclea o Hercúlea. Para Martín Jiménez Cobo, no existe duda: «El nombre de Vía Heraclea o Hercúlea no tiene fundamento en fuentes antiguas aplicado a la red hispana» (Jiménez, 2001, 105). También para Enrique Gonzalbes «no es segura la denominación de vía Heráclea, pues este nombre sólo está documentado en el paso por los Alpes en Mont Genèvre» (Gozalbes, 41). Para Silleres tampoco hay duda: «cette dénomination ne repose pourtant sur rien» (Sillières, 1977, 38).
Pensamos, por tanto, que para los tramos de esta ruta al SO de Saetabis, son impropios las denominaciones tanto de vía Heraclea como la de Camino de Aníbal. A nuestro juicio, la denominación genérica de ruta de los Vasos de Vicarello o ruta de los Vasos Apolinares (como la denomina Gonzalo Arias en su Comunicación para el V Congreso Internacional de Caminería Hispánica de 2000) nos parece sufi cientemente descriptiva de esta ruta Cádiz-Roma.
BIBLIOGRAFÍA
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Wais, Franscisco (1974) Historia de los ferrocarriles españoles, Madrid, Editora Nacional.
FUENTES PRIMARIAS (REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA)
«Dictamen sobre cómo aprovechar los numerosos proyectos de obras públicas en la investigación de la geografía antigua y conservar las antigüedades, que en el curso de dichos proyectos se realicen, mediante la creación de varios premios», en Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia, Signatura: CAG/9/7980/034(008)
«Programa impreso de los Premios que la Real Academia de la Historia adjudicará por descubrimientos de antigüedades» en Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia (Signatura CAG/9/7980/034(019).
«Dibujo de una parte del trazado de la vía romana de Cástulo a Libisosa; incluye una inscripción geográfi - ca de Libisosa».Autor: Martínez de Carnero, Rafael, Fecha: 1859/03/10. Lugar de emisión: Almedina. En Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia. Signatura: CAG/9/7980/034(063)
«Dibujo de un tramo de la vía romana de Cástulo a Libisosa; incluye varias inscripciones de Cástulo y del miliario hallado en la Venta de los Santos». Autor: Martínez de Carnero, Rafael, Fecha: 1859/03/10, Lugar de emisión: Almedina, En Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia. Signatura: CAG/9/7980/034(064)
«Informe sobre el estudio de Rafael Martínez de Carnero sobre la vía de Libisosa a Cástulo. En Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia. Signatura: CAG/9/7980/034(074).
ICONOGRAFÍA
Fragmentos de los dos Planos de Martínez de Carnero citados en el texto, procedentes y reproducidos con autorización de la Real Academia de la Historia.
NOTAS
1.- En la trascripción de los manuscritos, se ha respetado en su mayor parte la ortografía original, adecuando la acentuación y puntuación y el uso de mayúsculas a las normas actuales.
2.- Esto es lo que se lee en la Memoria sobre el estado de las obras públicas en España en 1856 presentada al Excmo. Sr. Ministro de Fomento por la Dirección General de Obras Públicas: «En los veintitrés años que median desde fi nes del 33 hasta enero de 56 aparecen invertidos 580 millones [de reales] en esta clase de obras [Obras Públicas], o sea, mas de 45 por año, no obstante las azarosas y continuas vicisitudes y los trastornos por que pasara la nación en ese tiempo, en que una guerra civil de siete años consume las fuerzas vitales del país, gastándose en fusiles y pólvora lo que debía invertirse en trabajos útiles. Durante la guerra se invirtieron, no obstante, sobre unos 8 ó 9 millones anuales; es decir, bastante más que en la época anterior que gozó de largos periodos de tranquilidad. Se hacen 860 leguas de caminos, de las cuales más de 240 son generales, 250 mistas y 370 provinciales; se tienen en construcción y muy adelantadas en su mayor parte unas 500; concluidos los proyectos de obras en 500; muy adelantados en 150 a 200 más, y en estudio algo más atrasado 400… Finalmente, contrayéndonos a la época comprendida desde junio de 1854 hasta enero de 1856, se ve que a estas atenciones se han consagrado 79 millones de reales; es decir, más que todo lo invertido en este objeto desde 1846 a 1853 (Memoria, 13). Hemos de recordar que en junio de 1854 había tenido lugar la sublevación de O’Donnell y Dulce que pasó a la historia como «la Vicalvarada». Tras la proclamación del «Manifi esto de Manzanares», O’Donnell y Espartero entran en Madrid, iniciándose el «bienio Progresista». Puede leerse un relato pormenorizado de esos hechos en los artículos que escribió ese mismo año Carlos Marx siendo corresponsal de la New York Daily Tribune en Europa. También escribió dos artículos para el mismo periódico con ocasión del golpe de O’Donnell de 1856, con el título de Revolution in Spain: «La revolución española de 1856 se distingue de todas las que la han precedido por la ausencia de carácter dinástico alguno… La misma matanza perpetrada por Murat entre los madrileños en el año 1808 desmerece hasta quedar reducida a la categoría de mera algarada ante la carnicería de 14-16 de julio [de 1856]…» (Marx, 160).
3.- En Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia, Signatura: CAG/9/7980/034(008)
4.- En Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia (Signatura CAG/9/7980/034(019).
5.- Más adelante, la convocatoria explica que «todos los años en las juntas públicas de abril, se anunciará igual premio señalando nuevas zonas, para ir progresivamente completando el mapa caminero». 6.- Para una síntesis del modelo actual que nos parece tener una mayor capacidad explicativa, ver: Isaac Moreno Gallo, «Vías romanas. Ingeniería y técnica constructiva», en Hispania Nostra, nº 85, junio 2005, que se encuentra también publicado en http://traianus.rediris.es/libro/hispanianostra.pdf .
7.- «Memoria que tiene el honor de presentar a la Academia de la Historia, según su programa, el profesor de Primera Enseñanza de la villa de Almedina, D. Rafael Martínez de Carnero, acompañando el correspondiente plano. Año 1859», Colección Fernández-Guerra, Sig. 9-7373-52.
8.- Dibujo de una parte del trazado de la vía romana de Cástulo a Libisosa; incluye una inscripción geográfica de Libisosa.Autor: Martínez de Carnero, Rafael, Fecha: 1859/03/10. Lugar de emisión: Almedina. En Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia. Signatura: CAG/9/7980/034(063). Dibujo de un tramo de la vía romana de Cástulo a Libisosa; incluye varias inscripciones de Cástulo y del miliario hallado en la Venta de los Santos. Autor: Martínez de Carnero, Rafael, Fecha: 1859/03/10, Lugar de emisión: Almedina, En Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia Signatura: CAG/9/7980/034(064).
9.- Autor: Prisco G. Valladolid, su Destinatario: Garrido, Manuel Fermín y Fecha: 1859/05/26 desde Lugar de emisión: Almedina. Signatura: CAG/9/7980/034(070) Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia
10.- Título: «Minuta de ofi cio en la que se le comunica el fallecimiento, en 1855, de Manuel Garrido, ofi cial de la Secretaría de la Academia, así como que se esperan las rectifi caciones pedidas a Rafael Martínez Carnero acerca de su estudio sobre la vía de Libisosa a Cástulo». Autor: Real Academia de la Historia. Fecha: 1859/06/02. Lugar de emisión: Madrid. Signatura: CAG/9/7980/034(071)
11.- En Carpetilla de expediente sobre los premios por descubrimientos de antigüedades de la Real Academia de la Historia. Signatura: CAG/9/7980/034(074).
12.- Este «inventario» forma parte del ya citado «Programa impreso»
13.- Este «pequeño trozo de camino romano» que señala el ingeniero posiblemente se corresponda con restos adscribibles al Villuga 100 (Ay ď granada a cuēca liij.) más que a una hipotética comunicación romana que involucrara a Villarrobledo y Puebla del Príncipe. (Vinculación que sí está documentada para el citado camino de los Reportorios). Por cierto, Villarrobledo también estaba involucrado en un proyecto de ferrocarril que pretendía unir, cruzando por esta parte de Sierra Morena, Madrid con Andalucía. En efecto, el mismo año de la creación de la Compañía M.Z.A. los señores Morny, Chatelus, La Haute y Le Hon «resultaron
concesionarios (ley de 18 de junio de 1856) de un ferrocarril que partiendo del Madrid-Almansa en las inmediaciones de Villarrobledo siguiese por el Campo de Montiel, tierra llana, para entrar en la provincia de Jaén y, por la parte oriental de Sierra Morena, llegase a Córdoba…» (Wais, 183).
14.- De hecho, por medio de un ofi cio de 22 de abril de 1859 dirigido al Gobernador de la provincia de Ciudad Real, la Academia pide que «con la brevedad posible, el Sr. Martínez de Carnero, en ligeros apuntes, y por los borradores que habrá conservado en su poder rectifi que tales planos, de modo que las distancias de la vía marcadas en la Memoria coincidan exactamente con las que se fi guran en los dibujos con arreglo a escala, pues en general son mayores, y se determinen con mayor precisión las distancias y posiciones relativas de los puntos de la vía y sus colindantes, especialmente en la parte central de la segunda hoja hacia Arquillos. Propone asimismo la Comisión: 1º que registre y describa el Sr. Martínez las ruinas de la mansión primera, o sea, de Mentesa a 24 millas de Libisosa, cerca de Villanueva de la Fuente, las de Mariana … las de Solaria en el Zadoiro junto a las aldeas de Montizón y las de Morum cerca de de Navas de San Juan …» («Relación de minutas de ofi cio sobre un miliario hallado en la Venta de los Santos, en el transcurso de un estudio, para optar al premio anual de la Academia, sobre la vía romana de Cástulo a Libisosa», en Signatura: CAJ/9/7958/03)
15.- La referencia cartográfi ca se refi ere, mientras no se indique otra cosa, a Hojas 1:50.000. Se indicará la procedencia: SGE (Servicio Geográfi co del Ejército) o IG (Instituto Geográfi co), seguido del número de Hoja, de la titularidad de ésta, de la fecha de edición y, fi nalmente, del término municipal donde se encuentra el punto referenciado. Por ejemplo: SGE 657-Sonseca 1994 Nambroca es el «mapa 1:50.000 del Servicio Geográfi co del Ejército, Hoja 657- Sonseca, edición de 1994, en el término municipal de Nambroca». Para las hojas del Mapa Topográfi co Nacional a escala 1:25.000, se indicará esta procedencia como «MTN», seguido de la titularidad de la Hoja y de la fecha de edición. Por ejemplo: MTN 835-III Minas del Horcajo 1998. Las referencias a Villuga se corresponden a la numeración de Gonzalo Arias (en Anexos de El Miliario Extravagante, 3, Abril, 2002) cuya trascripción es la aquí empleada
16.- IG 789-Lezuza 1965 Lezuza
17.- «Cerro Vergel» en IG 789-Lezuza 1965 Lezuza. Desde Casa del Vado hasta el límite de término Lezuza-El Bolillo se rotula en IG 789-Lezuza 1889 «Camino del Ballestero a Lezuza». Desde ese límite de términos hasta el extremo inferior izquierdo de la Hoja, se rotula «Calzada o Vía Romana» en ese IG 789-Lezuza 1889.
18.- Salvo cuando se indique otra cosa, las cifras que aparecen en el texto de Carnero hacen referencia a hectómetros.
19.- «Casa de Bustos» en IG 789-Lezuza 1889 El Bonillo y en SGE 789-Lezuza 1965 El Bonillo («Casa de Beatos» en IG 789-Lezuza 1965 El Bonillo) 20.- «Casa de Gil de Moya» en SGE 789-Lezuza 1965 El Bonillo
21.- «Camino de las Salinas de Pinilla al Ballestero», en IG 789-Lezuza 1889 El Ballestero (Y en IG 814-Villanueva de la Fuente 1953 El Ballestero. Ver «Camino de las Salinas» junto al topónimo «Las Eras Bajas» en MTN 789-III El Ballestero.
22.- «Carril de Coches» en IG 814-Villanueva de la Fuente 1953 El Ballestero
23.- Ver «Casa de Teatinos» y «arroyo de Teatinos» en IG 814-Villanueva de la Fuente 1953 Viveros
24.- Ver «Casa de la Torre» en IG 814-Villanueva de la Fuente 1953 Alcaraz
25.- Ver «Sima del Guijoso» y «Nava del Guijoso» en IG 814- Villanueva de la Fuente 1953 Villanueva de la Fuente
26.- Ver «Los Calares» en IG 840-Bienservida 1954 Albadalejo
27.- IG 840-Bienservida 1894 Albadalejo
28.- IG 840-Bienservida 1894 Terrinches
29.- Ver en esta zona: «Arroyo de la Cañada del Pajar» en IG 839-Torre de Juan Abad 1889 Terrinches y SGE 839-Torre de Juan Abad 1993 Terrinches
30.- IG 839-Torre de Juan Abad 1889 Puebla del Príncipe. En las inmediaciones de donde en IG 839-Torre de Juan Abad 1955 Puebla del Príncipe se rotula «Cerro de la Venta».
31.- Ver «Casa de Zahora» en MTN 864-II Villamanrique
32.- Habiendo dejado atrás la Venta del Ojuelo, Carnero menciona seis cuestas. Cuestas que veremos representadas en su Plano nº 2, en el que rotula, al trazar el perfi l longitudinal del camino, la siguiente sucesión (en el mismo sentido que el desarrollado en el texto): Dehesa Zahora, Los Pujates (primera cuesta mencionada en el texto), Cuesta de los Valencianos (segunda cuesta mencionada y la que dibuja con la cota mayor), Matamulas (tercera cuesta y titulada de «violenta»), Cerro Tarancón (cuarta y «trabajosa»), «lomas suaves» (supondría la quinta cuesta«con pendiente suave al arroyo») y Venta Quemada (sexta cuesta, que denomina de «cómoda»).
33.- «Venta del Aire» en IG 864-Montizón 1896 Chiclana de Segura, donde el «Dehesón de Quiles» de SGE 864-Venta de los Santos 1994 Chiclana de Segura 34.- Discrepamos de este trayecto propuesto por Martínez de Carnero para el cruce de la sierra. Carnero reconoce que más allá de la Venta del Ojuelo «se oscurecen ya los vestijios de la vía, quedando por único norte al esplorador el camino real de herradura». Esto no signifi ca sino que Car-
nero adopta la, en principio, razonable hipótesis de trabajo consistente en sostener que la vía romana salva el paso de la sierra por el mismo sitio que observa que lo hace el Camino Real de Andalucía que viene de Terrinches. Además, para Carnero, esta hipótesis se compadece totalmente con su conclusión fi nal de que «el camino real de herradura aprovechando estas ventajas de tiempo inmemorial no se separa de esta vía romana». Sin embargo, esta hipótesis no se sostiene dadas sus malas cualidades carreteras derivadas de su desfavorable perfi l longitudinal en el cruce de la sierra. Posiblemente los «pequeños trozos» que menciona en las dehesas de Zahora y Pujates se correspondan con vestigios del Camino Real de Andalucía y no de la vía romana. Nuestra propuesta se concreta en un trazado topográfi co mucho más favorable que el del Camino Real de Andalucía que describe Carnero. Trazado que, en parte, sería utilizado en la Edad Moderna por el Villuga 100: Ay ď granada a cuēca liij. Y para el que, además, se dispone de base documental anterior a Carnero para apoyar su romanidad. Basándonos en documentaos cartográfi cos y manuscritos datados entre 1809 y 1810, propondremos como vía romana un trayecto muy distinto de esta sucesión de seis cuestas y al que dedicamos la Comunicación al IX Congreso Internacional de Caminería Hispánica titulada «La vía Gades–Roma de los Vasos de Vicarello. Un «Camino de los Romanos» en el saltus castulonensis».
35.- Venta de los Santos
36.- Este miliario recibe el Nº 43 en la obra de 1992 de Joaquín Lostal Los miliarios de la Provincia Tarraconense (Lostal, 50). Parece, sin embargo, que no tardó en perderse la memoria de la autoría de este descubrimiento. No se menciona en la obra de Lostal a Martínez de Carnero, sino que se recoge una versión que procede de Fidel Fita: «Nuevas inscripciones romanas de la provincia de Jaén», en Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 39 (1901), p. 426. Según este relato de los hechos, refi rieron a Hübner que este miliario se encontró hacia el año 1859 «cerca de Aldeahermosa, al pie del cerro de Cabeza chica, paraje del Portichuelo». Así mismo, se refi ere que fue el alcalde de Montizón don Florentino Román – lo fue entre 1859 y 1863- quien «dio parte del descubrimiento al gobernador de la provincia, y éste a nuestra Academia… El mismo Sr. Román, no obstante su avanzada edad, ha ido en persona a puntualizar el sitio del hallazgo»: longitud 0º 32’ 50’’; latitud 38º 18’ 30’’. En ningún caso aparece mencionado el Sr. Carnero. Hay que tener en cuenta los años que median entre la fecha de este texto de Fita (1901) y la de del hallazgo (1859). No obstante, parece no haber duda sobre la atribución del hallazgo: Así lo documenta la «Relación de minutas de ofi cio sobre un miliario hallado en la Venta de los Santos, en el transcurso de un estudio, para optar al premio anual de la Academia, sobre la vía romana de Cástulo a Libisosa», en Signatura: CAJ/9/7958/03. En ofi cio del Gobernador de la Provincia de Ciudad Real de 18 de junio de 1859 se copia otro del de Jaén que dice: «La piedra miliaria hallada por D. Rafael Martínez de Carnero en las inmediaciones de Aldeahermosa, anejo al distrito de Montizón, queda en la Casa Consistorial de dicha villa, según tiene Ud. interesado de este Gobierno de Provincia».
37.- La lectura que aparece en la obra de Lostal Pros es: Ti(berius)•Caesar•divi•Augusti•f(ilius) Divi[•]nepos•Augustus Pontifex[•]maxum(us) Co(n)s(ul)[•] V•imp(erator)[•]VIII[•]
Trib(unicia)[•]pot(estate) [XX]XIIII [a•---]gon[---]? Tiberio ejerció su quinto consulado entre el 31 y el 37 d.C., año de su muerte. «Por estudio comparativo podemos suponer que la Tribunicia Potestad señalada era la XXXIIII, con lo que la fecha se precisaría entre el 1 de julio del año 32 y el 30 de junio del año 33 d.C. (Lostal, 51).
38.- En IG 885-Santisteban del Puerto 1977 Santisteban del Puerto
39.- En IG 885-Santisteban del Puerto 1896 Santisteban del Puerto. No aparece rotulado, pero está junto a «Cortijo de las Tiesas» y «Cortijos del Chaparral», en IG 885-Santisteban del Puerto 1977 Santisteban del Puerto
40.- «Casería Arquillos el Viejo» en IG 885-Santisteban del Puerto 1977 Arquillos
41.- Se trataría del «Puente Mocho». Así lo rotula la cartografía 1:50.000 (IG 906-Úbeda 1901 Vilches y SGE 906- Úbeda 1996 Vilches) sobre el río Guadalén a la altura de la población de Guadalén. La cartografía 1:25.000 (Linares 905) rotula «Puente Mocho» sobre el río Guadalimar (tras recibir al Guadalén, a la altura de donde el IG 905-Linares 1901 Linares rotula «Puente de Peñarrubia»).
42.- «Cortijo de Casaquemada» en IG 906-Úbeda 1901 Vilches (junto al allí rotulado «Puente Mocho» y donde la actual población de Guadalén )
43.- «Castillo de Guiribaile» en SGE 906-Úbeda 1996 Vilches
44.- Debe referirse a «Puentes de Piélago» sobre el Guarrizas. Se trataría del rotulado como «Puente de piedra» de IG 905-Linares 1901 Linares, cerca de la Estación de Vadollano de los mapas actuales. Jiménez Cobo (Jiménez, 2001, 116) menciona que —tomando el camino en sentido NE— hacia la Estación de Vadollano se unían las variantes que proceden de Castulo y de Ad Aras y unidas cruzaban el río por Puentes de Piélago para pasar por el Cortijo de la Dehesilla de Rus (Jiménez, 2001, 119). Ver en este autor su opinión sobre la opción de Sillières que es contraria a la adscripción de estos puentes a la vía romana (Jiménez, 2001, 119).
45.- En IG 905-Linares 1969 Linares
46.- En IG 905-Linares 1969 Linares