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Pinceladas

qué tendrá que ser distinto Gibraltar? Porque el Peñón -se me dirá- nos fue arrebatado por la fuerza, y por la fuerza se perpetúa su situación anómala. Pues bien, coadyuvemos a la desaparición del factor fuerza, facilitando el proceso de desmilitarización, y entonces Gibraltar dejará de ser visto por los españoles como una ofensa permanente, los gibraltareños podrán ser plena y verdaderamente gibraltareños, y todos nos alegraremos de ello.

No debo terminar sin responder a una objeción que adivino. En el esquema del Gibraltar deseable he incluido la continuación de la ayuda fi nanciera británica, pero también la retirada de las fuerzas armadas británicas. Esto puede parecer ilusorio para quienes creen que existe una vinculación directa entre aquella ayuda y la presencia de estas fuerzas; es decir, que el Reino Unido ayuda a la población civil de Gibraltar exclusivamente con la fi nalidad de que ésta no constituya obstáculo o entorpecimiento para el funcionamiento de la base militar.

Pienso, por el contrario, que hay aquí una responsabilidad histórica del Reino Unido y que no hay que dejar de recordársela a sus gobernantes. Durante la era de expansión colonial británica, Inglaterra se sirvió injusta y violentamente de la base militar de Gibraltar para sus fi nes. Esa era ha terminado ya, pero la presencia británica en el Peñón ha dado lugar a que crezca allí una comunidad respecto a la cual todos los gobiernos británicos de nuestros días han reconocido que tienen ciertas obligaciones en la era de descolonización, y así lo acepta la opinión pública de la metrópoli.

Yo quisiera estar seguro de que nuestros diplomáticos son conscientes de lo que aquí se juega. Un proceso de descolonización que fuera una simple sustitución de lo inglés por lo español sería visto, no lo dudemos, con alivio por quienes tienen los cordones de la bolsa de la Tesorería británica. Quijotescamente, España aceptaría una herencia de deudas y de gastos que en justicia no le corresponden.

He aquí una empresa en la que los negociadores españoles y los gibraltareños deberían hacer causa común: exigir de Londres, cualesquiera que sean las fórmulas políticas propugnadas por unos u otros, que siga prestando apoyo a la economía gibraltareña todo el tiempo que ésta lo necesite.

[1] No se hablaba todavía del euro cuando se escribió este artículo.

Gonzalo Arias dedicó buena parte de su actividad a la difusión de la ideología noviolenta, de la que fue uno de los pioneros en la España de mediados de los años 60. En esta sección hemos recogido, a modo ilustrativo, unas cuantas pinceladas sobre este asunto, dejadas por él en sus diversos trabajos publicados desde la aparición, en 1968, de la sorprendente «novela-programa» titulada Los encartelados, hasta la publicación, en 2007, de la novela La historia ramifi cada. En los últimos años, Gonzalo Arias colaboró con la asociación AHIMSA, Centro de Documentación y Educación para la Paz (www.ahimsav.com), lo que permitió la publicación, en el mismo mes de enero de 2008, de una nueva edición actualizada del libro «La no-violencia, ¿tentación o reto?». Finalmente, en la última página de esta sección se ha hecho una recopilación bibliográfi ca de la obra de Gonzalo Arias, incluyendo en ese apartado los trabajos de todas las temáticas que él abordó (fundamentalmente, la no-violencia, el problema de Gibraltar, la geografía histórica y las vías romanas).

«Empeñarse en decir lo que uno cree que es la verdad es con frecuencia insigne torpeza cuando lo que se pretende es hacer carrera política, y en problemas delicados como el que nos ocupa [Gibraltar] más vale atenerse a aquello de que en boca cerrada no entran moscas. Afortunadamente, mi ambición no es de ese tipo.»

(Gibraltareños y gibraltarófagos, 1975)

«Tampoco me cabe duda de que los empleadores gibraltareños (que son, en sus dos terceras partes por lo menos, diversos departamentos militares) pagaron mientras pudieron a los obreros españoles mucho menores salarios de los que éstos merecían en justicia, y les impusieron condiciones laborales que ningún obrero inglés hubiera tolerado por aquellos años. (…) Y en cuanto a los trabajadores españoles, si iban cada día a Gibraltar a trabajar para sus patronos ingleses o gibraltareños, es porque los salarios que se les ofrecían en España eran todavía más bajos, y las condiciones que imponían los latifundistas y otros empleadores andaluces eran todavía más intolerables.»

(Gibraltareños y gibraltarófagos, 1975).

«No hacen falta grandes dotes de futurólogo, en efecto, para ver lo que ya ha llegado a ser un lugar común que se admite con una maravillosa mezcla de resignación, inconsciencia, impotencia y a veces cinismo: que las tendencias actuales de pauperización de los más en benefi cio de los privilegiados, explosión demográfica en los países más pobres, explotación incontrolada de los recursos naturales, degradación de la naturaleza, fomento de la industria y el comercio de armamentos que ponen en manos de irresponsables medios cada vez más poderosos de destrucción, exaltación de la violencia en los medios de comunicación de masas… están abocando a la especie humana, y con ella a toda vida sobre nuestro planeta, a la extinción a la vuelta de muy pocas generaciones. Todos los grandes problemas que nos aquejan están interrelacionados, y es evidente que

la solución de uno tan central como el de la violencia interhumana repercutiría sobre todos los demás y ayudaría a encontrar nuevos caminos en los campos de la política, la ética, la economía, la demografía, la ecología, la educación de masas, etc.

» ¿Cuántas grandes catástrofes serán precisas todavía para mover la voluntad de los pueblos y de sus gobernantes hacia la adopción de medidas valientemente revolucionarias? ¿O será demasiado tarde cuando tal voluntad se exprese?

» No nos encojamos de hombros con la excusa de que no podemos hacer nada. Cada cual, en su campo de actividad y en su círculo de influencia, puede contribuir a crear el ambiente necesario para la gran mutación.

» Pronto nuestros hijos y nuestros nietos nos pedirán cuentas del mundo que les hemos legado. Si no para otra cosa, que nuestros esfuerzos sirvan al menos para que podamos darles una respuesta sin bajar la vista avergonzados»

(El ejército incruento de mañana, 1995).

«En 1968 me tocó a mí actuar. Escogí el ataque político frontal, con cierta espectacularidad; aunque ni qué decir tiene que mi gesto aislado no pretendía una efi cacia directa sino que era un acto testimonial concebido para hacer refl exionar y marcar una orientación. Después de haber anunciado mi propósito en una «novela – programa» que circuló bajo mano con cierta profusión, me paseé por una concurrida calle madileña con carteles en pecho y espalda en los que pacífi ca y respetuosamente pedía elecciones libres a la jefatura del Estado. Siete meses de prisión. La experiencia se repitió con ciertas variantes en 1969. No se trataba, evidentemente, de un acto de fe en las virtudes de la democracia presidencialista, sino de proclamar con gestos el derecho y el deber del disentimiento».

(Gibraltareños y gibraltarófagos, 1975)

«Hace siete años publiqué otro libro que, como éste, era a la vez un programa y una invitación a la acción. Aquella vez hice mi parte del programa, pero estoy todavía esperando que otros lo continúen. Muy bien podría ahora ocurrir lo mismo. Ahora, igual que entonces, haré mi parte. La continuación, si otros no la toman a su cargo, la dejaré simplemente en manos de Dios».

(Gibraltareños y gibraltarófagos, 1975).

Limpieza del trozo de calzada en Puerto Palomas, Sierra del Arca (San Roque) diciembre 1987. José Luis García Millán (al fondo) y Gonzalo Arias

Exploración de la calzada Puente del Retamar-Colmenarejo enero 1976

- «Y cada año tiene la Policía que guardar las carreteras y tratar de cortarles el paso. - Pero, ¿por qué? —había preguntado inocentemente

Plácido ¿Es que se reúnen para algo malo? - ¡Anda, pues porque son separatistas! –exclamó Manolo. En este punto intervino Emiliano. - No digas eso. No sé, pero cuando les llamamos separatistas a mí me parece que nos ponemos de uñas y mostramos que no estamos dispuestos a comprender. Y entonces resulta que los separatistas somos nosotros.

El pensamiento era, probablemente, demasiado sutil para Manolo».

(Los encartelados, 1968).

«Negra barba, tez morena coronada por escasos aunque revueltos cabellos, túnica basta ceñida a la contura con una cuerda de esparto, un liviano zurrón colgado del hombro, sandalias de cuero. Aunque el aspecto general del peregrino no fuera el de un hombre rico ni aseado, el experto ojo del posadero advirtió enseguida que el recién llegado no era un vagabundo vulgar. Su porte sosegado, su mirada profunda y la clara dicción de las dos únicas palabras de saludo eran bastante para que el personaje despertara inmediatamente curiosidad. El posadero se fi jó también en el grueso bastón, primorosamente tallado en toda su longitud con extrañas fi guras.

- Bienvenido, caminante. Si quieres reposar y reponer todas tus fuerzas, aquí encontrarás todo lo necesario. - ¿Está lejos Barcino? - Tres millas por la Vía Augusta hasta un empalme, más otras doce por la vía secundaria más directa. Una cómoda jornada de camino, pero no para emprenderla después de la hora sexta y en un día invernal como hoy. Pero allí tengo que ir yo mañana, precisamente. Si aceptas nuestra hospitalidad, complacido haría junto contigo el camino. En los días que corren, no son muchas las gentes de paz que se aventuran por los caminos».

(La historia ramifi cada, 2007)

«Yo creo que a cada uno le toca hacer algo en esta vida. Y hay cosas importantes que están esperando que alguien las haga».

(Los encartelados, 1968).

«Lejos de ser una renuncia a la lucha contra el mal, la noviolencia es una lucha más activa y real que la del que opone un mal a otro mal con el consiguiente aumento de la maldad en el mundo. Mi propuesta es oponer al mal una resistencia mental y moral. El ideal sería, en cada situación concreta, encontrar la manera de hacer esto haciendo un bien a aquél que pretende hacernos un mal».

(La historia ramifi cada, 2007) «Para hacer un mundo mejor hay que empezar por soñarlo»

(El ejército incruento de mañana, 1995)

Diego Muñoz (izq.) con el miliario descubierto por él en el camino de la Plata, S. de Zafra 8 de junio 1991

Puente de Brovales, entre Jerez de los Caballeros y Zafra, por la IG 853, el 8 de junio 1991

Bibliografía de Gonzalo Arias 1

- El Miliario Extravagante, Boletín para el estudio de las vías romanas…, 1963 - 2004 - Los encartelados. Novela-programa, París, 1968. (3ª ed., anotada, 1998). - La no-violencia, ¿tentación o reto?, 1973 (4ª ed., 2008). - El proyecto político de la no-violencia, 1973 (3ª ed., ampliada, 1995) - Gibraltareños y gibraltarófagos con el ejército al fondo, 1975 - Operación Anti-Verja 79. Informe de un acción noviolenta, 1979 - El Antigolpe. Manual para la respuesta noviolenta a un golpe de Estado, 1982 (4ª ed., 1995). - Gibraltarofagia y otros cuentos noviolentos, 1984 - Repertorio de caminos de la Hispania romana, 1987 (2ª ed., corregida y aumentada, 2004) - «Los orígenes de Madrid a la luz de la interpretación gramatical del Itinerario de Antonino», I Congreso Internacional de Caminería Hispánica, Tomo I, Guadalajara

Madrid, 1993 - «Una visión global de la red viaria de la Hispania romana», O.P., 25 («Caminos, I»), Barcelona, 1993 - El ejército incruento de mañana. Materiales para un debate sobre un nuevo modelo de defensa, 1995 - La no-violencia como alternativa, 1999 - Atlas histórico de la Península Ibérica, I (hasta el año 1214), 1999 - «Signifi cado de los casos gramaticales en los itinerarios romanos», III Congreso de Arqueología Peninsular, Vila

Real, Portugal, 1999 - «La ruta de los vasos apolinares: una propuesta de turismo cultural», V Congreso Internacional de Caminería

Hispánica, Valencia, 2000 - «Del Ravenete a Artemidoro pasando por tintas y colorantes», Argutorio: revista de la Asociación Cultural

«Monte Irago», 2001 - «La red viaria de la Hispania romana: perspectivas actuales tras siglo y medio de investigación», Artifex : ingeniería romana en España, Madrid, 2002 - El Historímetro, 2004 (en colaboración con Irene Arias) - «Grammar in the Antonine Itinerary. A challenge to British archaeologists» y «El Itinerario de Antonino en Italia: Una nueva interpretación gramatical», Kobie, XXVI, 2002,

Bilbao. - La historia ramifi cada, Málaga, 2008.

1. La distribución de las publicaciones sobre no-violencia y el problema de Gibraltar se hace a través de la Asociación AHIMSA (ahimsa@ahimsa.com); para las publicaciones relativas a geografía histórica y vías romanas, es preciso dirigirse a www.gonzaloarias.net; en todo caso, algunas, como el Repertorio de caminos de la Hispania romana, se distribuyen a través de la Librería Pórtico. (www.porticolibrerias.es)

Gonzalo Arias en Huelva

Anfi teatro de Itálica, mayo de 1998

La vía de la Machota

La familia Arias al completo en su casa de Ris-Orangis, en 1966

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