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¿Hacia dónde se dirige el reporteo sostenible o no financiero?

¿Hacia dónde se dirige el reporteo sostenible o no financiero?

Comúnmente utilizamos reporteo en el ámbito corporativo para referirnos a una serie de temas ambientales, sociales y de gobernanza que pueden impactar en la habilidad de una compañía.

Por: M. Phil. Eva Guadalupe Hernández Avilez,

Chief Sustainability Officer, Neurolitiks. Researcher, Department of Evolutionary Biology, National Autonomous University of Mexico. eva@neutolitiks.mx Durante los últimos 20 años, el desempeño no financiero de las compañías ha cobrado cada vez mayor relevancia para el mercado inversionista. El año pasado, una encuesta realizada por la consultoría EY reveló que el 98% de los inversionistas evalúan rigurosamente las acciones sociales, ambientales y de gobernanza (o ESG, por sus siglas en inglés) de las organizaciones antes de decidir aportar su capital, por lo que no es de sorprender que el reporteo ESG sea una tendencia al alza para este 2022, incluso para las empresas más jóvenes y de dimensiones moderadas.

Lo que sí resulta sorprendente es que esta misma encuesta descubrió que 91% de los participantes se sienten insatisfechos con la calidad de la información no financiera que reciben, lo que como consultores nos lleva a preguntarnos ¿qué y cómo debemos reportar sobre estos temas?

Lo primero que debemos hacer para responder a esta pregunta es comprender a qué se refiere el reporteo ESG (o ASG, en español). Comúnmente utilizamos ESG en el ámbito corporativo para referirnos a una serie de temas ambientales, sociales y de gobernanza que pueden impactar en la habilidad de una compañía para llevar a cabo su estrategia de negocio y generar valor en el largo plazo. Estos factores ESG a veces son llamados también factores no financieros, aunque la manera en la que son abordados por una empresa, sin duda tiene consecuencias financieras.

Por ello, el manejo efectivo de los problemas en sostenibilidad del negocio ayuda a las compañías a entender y mejorar su desempeño operacional, a tener una gestión de recursos adecuada y a responder con prontitud en un entorno cambiante, como el que nos ha dejado la pandemia por Covid-19.

Además, existe un creciente cuerpo de evidencias científicas, académicas y analíticas que sugieren que un desempeño sobresaliente en materia ESG se correlaciona con un mejor desempeño económico. La consultoría McKinsey, por ejemplo, estima que atender los temas ESG reduce el costo de las operaciones en hasta 60%, lo que para compañías como 3M representa un ahorro de alrededor de 2.2 billones de dólares.

¿Cómo podemos dar a conocer estos beneficios a los inversionistas y otros grupos de interés?

Aunque el reporteo ESG es un campo relativamente nuevo (sobre todo si lo comparamos con la larga tradición de los reportes financieros), existen diversos estándares a los que podemos referirnos para dar a conocer las acciones de la empresa, como son la Global Reporting Initiative (GRI), el Pacto Mundial de la ONU (UNGC, United Nations Global Compact), la Sustainability Accounting Standards Board, e incluso el más reciente Task Force on Non-Financial Climate Disclosures (TCFD), entre muchos otros estándares generales y otros tantos específicos para cada industria. Cada uno de ellos cuenta con sus propias reglas de medición y reporteo, enfatizando uno u otro aspecto que consideran debe tener un mayor peso. No obstante, todos tienen en común una cosa: son insuficientes para capturar la complejidad del problema y, desgraciadamente, ya no satisfacen las demandas de información de los inversionistas y otros grupos de interés, lo que conduce a la pregunta final de este artículo:

¿Qué podemos hacer para subsanar esta falta? ¿Hacia dónde se dirige el reporteo sostenible o no financiero?

Es muy probable que la respuesta a estas preguntas no se encuentre en la estandarización del cálculo ni en el reporteo, propiamente dicho, sino en los datos. A corto y mediano plazo, veremos un cambio hacia las analíticas oscuras para el estudio de la sostenibilidad. Este tipo de analíticas exploran las fuentes no tradicionales de datos y los datos complejos, los cuales son fundamentales para entender y representar adecuadamente los fenómenos y cadenas multifactoriales que afectan a las empresas. Para ello, será necesario incorporar a la ciencia de datos como un proceso transversal que permita unir la planeación estratégica con la operación y el reporteo.

Aquellas compañías que sepan sacar el mejor provecho del reconocimiento de patrones y las analíticas cognitivas, serán las que puedan establecer una mejor comunicación con sus diferentes grupos de interés y, por supuesto, las más atractivas para los inversionistas. Si estas empresas altamente adaptativas serán las grandes organizaciones que tradicionalmente han dominado el mercado, o los pequeños gigantes que están surgiendo a partir de la innovación en los modelos de negocio, es un tema que queda pendiente para futuras reflexiones.

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