La Gualdra 107

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SUPLEMENTO CULTURAL

No. 107 - 1 DE JULIO DE 2013 - AÑO 3

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en

hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias. [Capítulo 68, Rayuela, Julio Cortázar] Rayuela, la obra maestra de Julio Cortázar, considerada la novela emblemática del boom latinoamericano, cumplió 50 años de haber salido a la luz el pasado 28 de junio. Argentina se prepara para el “Año Cortázar 2014”, año en que se celebrará el primer centenario del natalicio de este escritor -nacido el 26 de agosto de 1914 en Bélgica, nacionalizado francés- quien viviera gran parte de su vida en Argentina, y cuyos restos mortales reposan en París en el cementerio de Montparnasse.


1 DE JULIO DE 2013 / AÑO 3

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I Obsceno. Obsceno es el gasto realizado en las campañas electorales que afortunadamente están por concluir. Ya el próximo domingo hay elecciones y nos tocará a todos y todas nuevamente salir a las calles, ubicar nuestra casilla y votar por quien hemos decidido hacerlo. Hay quienes están pensando no votar, argumentando que de todas maneras “da lo mismo”. Hay quienes han decidido anular el voto “porque ninguno les convence”. Más allá del cansancio que estas campañas puedan generar, del desánimo generalizado ocasionado por una larga cadena de promesas incumplidas, de decepciones fundadas, de falta de resultados, etc., mi opción sí será la de salir y ejercer mi derecho al voto. Siento la obligación de hacerlo porque sé que durante muchos años ese derecho era exclusivo para el género masculino y porque mucho esfuerzo se realizó para que el día de hoy las mujeres podamos votar. Por eso lo haré. Y les invito a que también lo hagan ustedes, por quienes ustedes crean que será la mejor opción –y cuando digo esto, siento que estamos jugando a la ruleta rusa, perdone usted la expresión-. Saldré a votar pero eso no implica que esté de acuerdo con las formas de hacer campaña de los partidos políticos, con las cantidades estratosféricas de dinero que se destinan a que sus candidatos se promuevan. Tanto dinero tirado a la basura mientras hay necesidades urgentes qué atender. Una niña en la calle, Isabel, me lo recuerda todos los días, cuando la encuentro vendiendo dulces, artesanías huicholas o pidiendo limosna en el centro; cuando son más de las 11 de la noche y sigue reuniendo las monedas que necesita para llevarlas a casa; sola la mayor parte del tiempo, acompañada a veces por su hermano que hace lo mismo: pedir dinero. Destinar tanto dinero a las campañas es un acto inmoral si tomamos en cuenta que el objeto es ganar una elección; que las circunstancias sociales son adversas; y que la finalidad es comprar la voluntad del voto. El fin no justifica los medios. Es inmoral que haya tanta gente con hambre, sin casa y sin servicios médicos y que el dinero público se destine a convencer a la gente para que vote por tal o cual candidato. La historia será la misma, ya lo verá; el mal es histórico

y nuestra falta de memoria, al parecer, también. Ganará el que a la hora del conteo tenga más votos, pero Isabel seguirá en las calles pidiendo dinero. Inicié diciendo que es obsceno y como argumento le presento otro caso. En los conciertos de cierre de campaña, los partidos destinarán en este municipio más de tres millones de pesos, hago este cálculo basándome en la información que tengo al momento: la participación de artistas y grupos musicales en los eventos ya programados -para qué le digo nombres si usted ya los conoce-, seguro ya está enterado quiénes darán los “magnos” conciertos, agrupaciones que no cobran menos de 500 mil pesos por actuación; súmele a los honorarios el costo de artículos promocionales –que terminarán en la basura-, gastos de “operación”, tortas y despensas… creo que al decir 3 millones me quedo corta. Ahora analice lo siguiente: el presupuesto anual para cultura en el municipio de Zacatecas fue de 500 mil pesos. Si en un solo día, el de cierre de campaña, los partidos gastan –que no se invierten- el equivalente al presupuesto de 6 años para cultura en el municipio, dígame usted si eso no es ofensivo, inmoral y obsceno. Así las cosas. Ya quiero ver que el que gane cumpla con sus promesas de campaña relacionadas con su “interés” por hacer de esta ciudad una capital de la cultura, o por lo menos dándole continuidad a lo que hasta ahora ha funcionado. Hechos son amores y no buenas razones. II Mientras eso sucede, la vida real continúa. Del 16 al 27 de julio tendremos la fortuna de escuchar a grandes y prestigiados artistas, nacionales e internacionales, en el Teatro Fernando Calderón, en el Museo de Guadalupe y en Jerez. El Festival Internacional de Música de Cámara Zacatecas 2013, se llevará a cabo gracias al apoyo de CONACULTA y la UAZ; es ideado, gestionado y dirigido por Luis Humberto Ramos, clarinetista fresnillense que el día de mañana cumple años y este mes celebra 50 años de trayectoria artística profesional. Enhorabuena, Luis Humberto. Que disfrute su lectura.

Hablaban español por Gabriel Luévano Gurrola

Antidivertimento sobre el Antimanual de filosofía de Michel Onfray por Bea Cármina

(1943-2013) La autoridad intelectual de José María Pérez Gay por Mauricio Flores

Habla de árbol por Sergio Espinosa Proa

Diario de Mateo por Mateo Estrada Gaviria ¿Una aguja en un pajar? por Eduardo Campech Miranda

Desayuno en Tiffany’s, mon ku por Lluna Llecha y Carlos Belmonte Di su nombre: una hermosa crónica de luto Por Alejandro Ortega Neri

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El Picaporte por Simitrio Quezada Castillo de sal si puedes por Ester Cárdenas Robo a casa habitación con violencia por Edgar Khonde

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Huecosa por Guillermo Samperio Tamales para vender por Pilar Alba Agua de rosas por Alberto Huerta

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

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Poema a mi auto descompuesto en el garaje por Roberto Galaviz

Carmen Lira Saade / Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas / Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín / Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Sandra Andrade Trinidad / Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

12 Juan Carlos Villegas / Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


1 de juLio DE 2013

Hablaban español Por Gabriel Luévano Gurrola

Nada, absolutamente, cae en saco roto. A estas alturas tener esa máxima desmitifica la realidad brumosa del estrés y facilita el sacar provecho a cualquier cosa: un vacío, un examen, un aparente forcejeo entre ignorancia y datos; cualquier situación puede fungir de puente. Mientras contestaba hace tiempo un examen final, ya terminándose un curso, varias preguntas me hicieron ruido: ¿el español debe ser unívocamente uniforme o admite variantes? ¿Son permisivas las transmisiones de léxico? ¿Qué es la vida en relación al lenguaje, esa forma fascinante que nos sale de la boca? ¿Existen lenguas mejores o peores? Las últimas dos preguntas me interesaron sobremanera. A partir de ellas, inevitablemente recordé una de las primeras novelas que conocí, cuya relectura reciente reafirmó mi gusto por la literatura mexicana, además que paralelamente me invitó a pensar en cuán distintos y (sobre todo) parecidos, somos: Balún Canán (1957), de Rosario Castellanos. Me gustaría describir una escena que me fascinó: Un poblado ya retirado de Comitán, Chiapas, entre llanos y caminos cercados, ve llegar a una importante familia. En una de esas sendas, montadas en mulas, van Zoraida Argüeyo y su prima Matilde. La primera, sintiendo dentro de sí una rebelión acre contra su marido, Andrés, el jefe de la región. La segunda, sintiendo lo contrario, es decir, un amor desenfrenado por Ernesto, el hijo bastardo de Andrés. Con ellos las criadas y los infantes: una de ellas, niña, es la narradora de la primer y tercera parte de la historia. Llegan a una laguna escondida. El privilegio de los señores; se van a bañar. Se desnudan. ¿Quieres nadar?, le dice Zoraida a su hija. Juegan, se asean. La madurez próxima de Matilde se confunde con la sabiduría fresca y noble del agua. Oyen pasos: -¿Qué ocurre? -¿Quién viene? -¡Qué osadía! Salen rápido. Se cubren con premura y las hojas de los árboles se mueven para develar a un grupo de muchachos, cobrizos, indios. Las mujeres se sobresaltan pero el estupor las deja ateridas. Los jóvenes se quitan la ropa, brillan sus carnes, se meten a jugar al agua después de haber mirado con insolencia a las “patronas”.

Matilde, Zoraida, las criadas y los niños siguen su camino pero el estupor no cesa. No importa el descubrimiento de la carne masculina o el posible erotismo que pudieran suscitar los jóvenes, sino lo aberrante (para ellas) es que estaban hablando español… ¡Estaban hablando español! Balún-Canán surge de los recuerdos de Rosario Castellanos, nacida en la Ciudad de México en 1925, que datan de cuando, siendo pequeña, se traslada con su familia a Chiapas. Describe la distancia brutalmente abismal entre los indios y sus patrones. Distancia que puede ser frágil en algunos puntos. Uno de ellos, el lenguaje. Me explico: Los patrones podían ser bilingües y demostrarlo. Hablar en lengua indígena y en castellano. A los indios sólo se les era permitido usar el tzeltal, su lengua, supeditada, considerada baja. Eran bajos y tenían que hablar en su lengua ínfima. No obstante, durante el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas, un indio, Felipe, escucha un discurso sobre la igualdad de los hombres. Regresa a su pueblo y comienza a soliviantar a sus compañeros. Se rebelan con la primera instancia de la dominación: empiezan a hablar español; cosa oprobiosa para los Argüeyo, que ven poco a poco mermar su riqueza y el dominio ideológico que tienen sobre su servidumbre. En Oficio de tinieblas (1964), segunda novela de la autora, se presenta el mismo caso de Felipe, en el juez indígena Pedro González Winiktón que, en busca de trabajo, asiente a la retahíla de un capataz que habla en español para encubrir a los trabajadores las condiciones injusticias de su empleo. González Winiktón logra dominar esa nueva lengua, extraña, con la que hablan los patrones y se percata de las nuevas disposiciones gubernamentales del cardenismo que inficionan en su pensamiento. Otro de los rasgos esenciales del trabajo de Castellanos, es la superación del sistema maniqueo (y muy colonial finalmente) que considera, ya sea malos a los indios o a los españoles, depende sea la patria que sustente el discurso. Más bien, Castellanos nos presenta, digámoslo así, a los indígenas y a los llamados castizos como meros accidentes o variantes de un mismo molde: el ser humano que

Literatura

Y entonces, coléricos, nos desposeyeron, nos arrebataron lo que habíamos atesorado: la palabra, que es el arca de la memoria. Balún-Canán, Rosario Castellanos

Sir William Rothenstein, Partiendo en la mañana, 1891

habla y censura, donde la lengua se vuelve el eje en que el deseo de poder busca tragarse todo lo que a su paso se ponga. De ahí que al final, todos los seres humanos nos parezcamos. Todos queremos imponer o justificar nuestra vida por medio del lenguaje, y una escasa conciencia de él, nos lleva a la destrucción de nuestros semejantes. Así se ve en la rebelión y la decadencia de los indígenas y los Argüeyo respectivamente. Ahora bien, no resulta una mera ocurrencia el que una niña sea la narradora de gran parte de BalúnCanán. El ambiente de un México complejo que es casi un milagro de heterogeneidad, sobreviviente de sus mutilaciones, sólo puede comprenderse a partir de la visión limpia de un ser que despierta a la realidad y tristemente, deja su inocencia a mer-

ced de una destrucción crónica: la del verbo y la magia que se abren a la crueldad. La discursividad mitológica, las deslumbrantes voces que se hilan a través de la pequeña nos permiten superar como lectores la tendenciosa línea entre ladinos e indios, que se diluye frente al poder lírico de la obra y se encrudece en el centro mismo de nuestra sociedad. He ahí la importancia de la novela de Castellanos, que pone en evidencia el atraso mexicano en torno a la superación del racismo; atraso que es eco de un mundo que anda en las mismas. Pensar en la supremacía de una lengua equivale a suponer que hay mejores hablantes, mejores razas, una distinción, un abismo casi natural, azaroso entre seres humanos; cosa que hoy por hoy debería pasar como una intonsa charlatanería, una necedad.


LA GUALDRA NO. 107

Antidivertimento sobre el

Antimanual de filosofía de Michel Onfray

Literatura

Por Bea Cármina

En esta era digital Que me pongan un precio para dejar de ser persona y convertirme en desarmador, tornillo, me sentiré orgulloso de ser parte de una gran maquinaria desplazadora de hombres. Confesaré a quien me pregunte: soy feliz, tengo un trabajo outsourcing, ahora soy esclavo trasnacional; me mandan de aquí para acullá, me siento orgulloso de haber entrado a la posmodernidad, ser una cifra del Fondo Monetario Internacional. Hasta Angela Merckel dictaminará mi sueldo. Es más: quiero ser esclavo allende empresas y barrios sin nacionalismos ni fronteras, pues únicamente aspiro en esta era digital a un trabajo de por vida, aunque siempre esté a prueba y no tenga derechos, aguantaré los reveses, seré un trabajador con boca cosida, sin empresa, sin contrato, pero mundialistamente universal seré clon entre clones, robot deshumanizado, me presentaré ante mis posibles futuros jefes y para que no duden de mi buena fe hasta con pilas auto recargables, les brindaré mi enchufe y si hay que culimpinarse lo haré alargando mi lata de aceite. Fuera cooperativas, sindicatos, fuera aguinaldo, yo no protesto ni marcho, pero denme un trabajo en esta era altamente digital. “Si no tiene usted la fuerza de desmoralizarse con esta época, de ir tan bajo y tan lejos como ella, no se queje

de ser un incomprendido”, gracias te doy a ti por iluminarme, gran Ciorán. Puesta en Escena Que me pongan un precio para dejar de ser anónimo y convertirme en urinario. Pretendo ese pedestal de obra de arte, de miserable objeto revalorizado: ser el urinario de nuestra Señora de París, de la Gioconda, que se hable de mí en los libros eternizándome. Ser materia de filosofía, de estética, de arte. Un rebelde entre rebeldes, un concepto diferente; ser ahora arte. Me ponen en escena y filosofan. Uno dice: Diógenes de Sión lo aceptaría, representa la naturaleza, reta a los críticos poderosos, recipiente del ladrido de un ano, lo expande, lo vuelve eco, lo guarda mientras se convierte en naturaleza muerta, en alimento de bosques, de pastizales. Se sabe humilde. -Mentira, pienso yo- ¡Soy inmenso, inconmensurable, soy Arte con A mayúscula, y el Arte está más allá del bien y del mal! He revolucionado la estética del siglo XX, exijo del espectador que realice la mitad del trabajo con su trabajo intelectual, diría Duchamp y Marcel era ajedrecista, que no se diga más. Los elegidos me miran, me admiran, me envidian. Me celan los celadores sentados en una silla y cuando alguien se acerca

demasiado, ejercen su autoridad y le ordenan retirarse. Soy porque hay alguien que me señala y habla de mí y enseña a mirarme con respeto… aunque siga siendo en el fondo de mí un miserable. ¿Pero quién no prefiere ser un miserable reconocido a un mísero entre míseros fabricado en serie y amontonado en cajas, en almacenes, en transportes, en sótanos, azoteas o baños públicos, eso son los otros, los urinarios migrantes que huyen de ser nadie en su tierra, para ser nadie en tierra extraña, aguzan sus oídos sin entender ni lengua ni costumbres expatrias y aunque sigan siendo nadie, serán un urinario nadie extranjero y los extranjeros, valen, bueno en mi tierra, valen más que los nacionales.. Hagámonos más sabios… mirémonos el ombligo, allí encontraremos el origen de las formas, el por qué de nosotros mismos, el sentido de la rebeldía, alcanzaremos la libertad y podremos reconocernos a nosotros mismos sin ataduras groseras, sin importar lo que se diga, onanistas aunque nos muramos de hambre, de sed. Encadenemos al animal que nos obliga a comer y a beber y a formar una pareja y a serle fiel, y a procrear criaturas: ladrillos para la construcción de casas, barrenadoras, clavos, martillos, sierras eléctricas, carne de sub-sub-subcontratación o de narcomenudeo y burros y culpables y homicidas aunque no sean ni culpable ni homicidas. Hagámonos más libres mirémonos el ombligo. Si la sociedad se mirara el ombligo alcanzaría el éxtasis, lo místico, el disfrute del derroche del tiempo, inmersa en el placer de descifrar el dibujo de la concha de un caracol remolino, sería carcajada de por vida porque siempre estaría más cerca de la salida-muerte valemadrista. Ya lo dijo Soren Kierkegaard:

“Dejé volar mis pensamientos, me miré el ombligo y me pregunté cómo sería mi muerte”. Hagámonos más libres mirémonos el ombligo. Allí está el secreto del universo lo llamado profano y lo adorado como sagrado. Pongamos en escena la filosofía la respuesta está en el ombligo. Quitémosles el control Hagámosle un himno al ombligo. Nuestro ser, nuestro centro y equilibrio Seamos libres y sabios y auténticos la respuesta está en el ombligo. El ombligo, mirémonos el ombligo. Réplica hedonista La vista es el sentido privilegiado de occidente renacentista para acá, replican los helenistas, y donde dejas la libertad del dedo, del gusto, del tacto, del olfato, del oído. Me confieso epicurista, y ya que de hedonismo se trata propongo que sin contemplaciones nos toquémonos el ombligo que nos atrevamos a conocerlo con el tacto, que lo hagamos resonar con un Plop o un singular Plup. Aquí se trata de goce, de pasión, de sensualidad, intemperancia y erotismo explorémoslo con el olfato, muy de cerca, husmeando sus excrecencias y fragancias acumuladas, revolquémonos en su pasado develando su presente, apuremos hasta su consumación esa copa torbellino de efluvios, de experiencias ancladas en su centro. Catemos un estofado de ombligos, sirvámoslo con queso griego de cabra o mejor aún, pegado a un vientre terrenal-carnal que de sentido a todos los sentidos, ésos que Dionisio degustaba y degusta. Verlo es para los apolíneos, para los contemplativos. Hagámonos más libres no se trata de quietismos gocemos con todos nuestros sentidos ése tan mentado ombligo.


1 de juLio DE 2013

Libros

(1943-2013) La autoridad intelectual de José María Pérez Gay Por Mauricio Flores* La muerte de José María Pérez Gay (1943-2013), escritor, académico, diplomático, editor, periodista y promotor, deja un ancho hueco en la vida cultural de nuestro país. Su constancia honesta y comprometida, su carácter afable y discreto, habrán de extrañarse. Queda el consuelo de su sólida y prolífica obra.

¿Por dónde comenzar? Quizás imaginándonos a ese joven de veintipocos años que, maleta a la espalda, llegó a mediados de los 60 a una Alemania todavía partida en dos. Territorio donde el doctor (como se le nombraba con respeto y cariño a la vez), estableció una especie de puerto intelectual para sumergirse constantemente en las manifestaciones intelectuales y artísticas de la región y sus autores: Berlín, Viena, Praga, Budapest, París…; Goethe, Mann, Kafka, Musil, Broch, Roth, Habermas, Canetti, Enzensberger… ¿Que no es poco, verdad? Considerado uno de los grandes germanólogos mexicanos, a Pérez Gay le debemos la reintroducción de temas y ambientes en nuestra república intelectual, especialmente en el gozne que significó la caída del Muro y el entonces alardeado fin de la historia. Su autoridad al momento de analizarse la Europa Central de los últimos años, los de la insensata reunificación (Grass), era imprescindible. Despliegue de erudición que rebosaba fuentes de información, si bien expuesto con la cadencia de una voz lejana a los artificios y la soberbia intelectual. Siempre dignificando al lenguaje.

“Somos animales lingüísticos”, escribió Pérez Gay en “Memoria y olvido en el psicoanálisis”, ensayo contenido en La profecía de la memoria […], “y esta cualidad es la que, como ninguna otra, vuelve soportable y fructífera nuestra condición. La evolución del habla —aunque no todas las lenguas tienen tiempos y modos verbales— ha definido y salvaguardado nuestra condición humana”. “Gracias al lenguaje”, prosigue el texto del doctor, “podemos contar nuestros sueños, interpretar nuestras necesidades, narrar historias, ficticias o cosmológicas acerca de un universo que se encuentra a millones de años luz; gracias al lenguaje podemos discutir, analizar; gracias a las cláusulas condicionales (si me sacara la lotería) podemos negar, reconstruir, alterar el pasado, el presente y el futuro, cartografiar de otro modo los factores de la realidad. La esperanza —con Steiner— es gramática y lenguaje”. Menuda claridad la de Pérez Gay. Como la de su arribo a la explicación de espacio y tiempo, siempre de la mano de uno de sus escritores de cabecera: Robert Musil (Las tribulaciones del estudiante Törless, El hombre sin atributos, et. al.).

Títulos obligados (Cal y arena) La difícil costumbre de estar lejos (1985) El imperio perdido (1991) Tu nombre en el silencio (2000) La profecía de la memoria (2011)

* mauflos@gmail.com

Apoyado en Hermann Broch al momento de despedir a Musil (“Hay que decir adiós a quien siempre se despidió, porque Robert Musil se pasó la vida despidiéndose. Nunca lo hizo de modo sentimental, apenas dolorosamente. Se despedía siempre con la actitud de un cronista que atrapa el pasado, porque quiere la realidad presente, el germen del futuro”), el doctor definió una de “las partes esenciales” del escritor: la búsqueda del tiempo perdido. “[…] arrebatar al olvido lo que nos pertenece, atrapar otra vez el vértigo de lo que hemos vivido, mirar hacia el pasado invisible para hacerlo transparente. Ningún género como el de la novela, ningún oficio como el del novelista, están tan acendrados en la tierra de la autobiografía por más que se alejen de la vida de su creador”. ¿Cómo terminar esta mínima evocación a Pérez Gay? Con aquella voz de Joseph Roth que el mismo recupera en “Los restos del desastre” (El imperio perdido), tal vez. “Los hombres”, dijo en alguna ocasión el autor de Hotel Savoy, La rebelión, Judíos errantes, entre grandes obras, “siempre representan a varias personas, llegan como sucesos y como sucesos desaparecen”.

Berlín, polo magnético

A diferencia de otras grandes ciudades europeas como Roma, París o Londres, Berlín fue desde siempre una ciudad sin origen ni destino. Al despuntar el siglo XIX no era sino una pequeña ciudad-guarnición: el cuartel general de las tropas de los Hohenzollern —la arruinada dinastía alemana. Berlín creció de manera vertiginosa: una ciudad rodeada de lagos y bosques cuyo río principal, el Spree, alimenta con sus canales las zonas más lejanas. La Universidad de Berlín se convirtió en un poderoso polo magnético; aparecieron en la ciudad muchas instituciones culturales […] A finales del siglo, Munich Berlín se disputaban la primacía de ser la ciudad más moderna y más culta de Alemania. Al cambiar el siglo, Berlín había ganado esa disputa cultural. José María Pérez Gay (En: “Berlín, siglo XX”)


Filosofía

LA GUALDRA NO. 107

Piet Mondrian, Árbol rojo, 1912

Piet Mondrian, Árbol horizontal, 1912

Habla de árbol

Para esperar la noche me he tendido a la sombra de un árbol de latidos. Octavio Paz, Cuarteto

Por Sergio Espinosa Proa El árbol, ¿es hombre o es mujer? El chopo y la granada, la sequoya y el baobab, el ahuehuete y la acacia, la ceiba y el liquidámbar, el bambú y la araucaria, la jacaranda y el madroño, la quina y el ciprés, el flamboyán y la caoba, la magnolia y el eucalipto, el olmo y la encina, el álamo y la mandarina, la mandrágora y el pinavete. Antes de saber qué son, antes de saber cómo son o para qué sirven, los árboles dan sombra y fuego y sostén y abren el paisaje empezando por el espaciamiento de sus nombres propios. Pero esos hermosos y sonoros y coloridos nombres, ¿son de ellos, les pertenecen como les pertenecen a los hombres? Al menos intuimos que un nombre —de una estrella, de una roca, de una planta, de un animal o de una persona— es o funciona siempre como un árbol. El nombre conecta a las cosas del mismo modo que el árbol conecta los estratos de la naturaleza. ¿En dónde termina un árbol y en qué ramaje comienza el símbolo y el mito? ¿Qué es lo propio de un árbol? ¿Cómo es posible que un árbol sólo sea eso: un árbol, ese árbol? Aquí, como en tantas partes, la frontera es porosa. Algo se revela en el árbol. Algo que no está en él, algo que querría encontrar en él su privilegiada metáfora, su materia prima, la firmeza de una forma en perpetua formación. La imagen del árbol quisiera habitar entera en la palabra árbol, una palabra que es ya un ruido y un aroma de follajes.

La historia de los hombres los admira por ello: cada árbol habla de una llamada y de una permanencia para el relámpago, de un camino que se queda a ambos lados, de un ciclo que se enrosca y crece sin término. Un árbol es una concentración de tiempo, una resurrección sin prisas, una mortalidad de largo alcance: el tiempo que resulta anillado y detenido por su misma arborescencia. Una —leñosa— interrupción o espesamiento del paso. El árbol dice el pasado en siempre aquí, en siempre estaré. Muerto y regenerado, caduco y rejuvenecido: inagotable, el árbol repite en su diseño lo que a pesar de los días y a pesar de las noches ocurre con el todo. La insensata fertilidad, la poderosa insistencia de la physis. Compendio y sublimación del cosmos, el árbol es la forma perfecta de lo hermafrodita: es a la vez Isis y Osiris, es la fusión y la incisión de las diferencias sexuales. Así es el árbol lunar de los mayas y los yakutos, el árbol Kiskana de Babilonia, el árbol solar de los alquimistas, el árbol Peridex de la iconografía medieval, el árbol centro-del-mundo de los Upanishads, el árbol Balenza de los Bambaras: ineludibles alegorías de la génesis y del devenir. Cuando los niños dibujan, cuando comienzan a hacerlo, ¿qué se les ocurre invitar a su escenario? La casa, el árbol, las nubes, la montaña, el sol. Quizá también, por convención,

un arco iris. Pero enseñan con sus trazos que un árbol nunca está solo, ni siquiera cuando está solo. El árbol remite. Exactamente igual a como han remitido más de cien artistas de países lejanos al lejano llamado de uno solo de ellos. Ellos saben que el árbol habita tres reinos, los pone en contacto, permite subir y bajar, protege, sostiene, retiene y contiene. Su afirmación consiste en negar las fuerzas de la gravedad, en hacerle un sitio florido a la paciencia. Lo primero que aprendemos de un árbol dibujado o grabado es que el árbol jamás podría ser enteramente representado. Al menos la mitad de sí mismos se sustrae a nuestra mirada —y a las evoluciones del pincel más perspicaz. ¿Cómo ver un árbol? Siempre como un puente: la fusión, la conexión, la transmutación de los extremos. El nexo del infierno con la superficie terrestre y con el éter sin tiempo. De un lado, el vuelo del águila; del otro, el sisear de la serpiente. Pues si la fronda es siempre una invitación al despegue, la raíz asegura una huida de la luz. Columna o flama, el árbol es el paradigma de la autosustentación y de la emergencia. Preguntémonos lo que es el árbol cuando por la mano humana deja de serlo. Ante todo, una hoguera y una empalizada: un cerco. La choza y el barco, el ataúd y la cuna. La cruz y el poste de luz. El libro, la fortaleza y los durmientes de la vía fé-

rrea. La mesa y la carreta, el marco y la ventana. El árbol, incluso allí donde ha perdido su forma y su lugar, allí donde ha dejado de ser paisaje, condensa en su intemporalidad el restallar de lo instantáneo. Es la puerta, la cama, el zoclo, el piso y el tejado. El arco y la lira. La trampa, la jaula, el remo, la pértiga y el tonel. Sin árbol, ¿habría hogar? Con él se está en cada momento a medio camino: porque el árbol también designa el afuera, la intemperie, la salida de casa, el bosque en su hechizo. Las comunidades arbóreas no se ofrecen inmediatamente al hachazo. Incluso allí donde se han vuelto temerosas y frágiles. Por ello acompañan sin falta a los dioses y a los héroes. Los bañan con su sombra fresca y los fortalecen con su perseverancia. Iggdrasil: el árbol sagrado de Odín. El abeto de Atis, el cedro de Osiris, el mirto de Artemisa, el roble de Zeus, el laurel de Apolo, el olivo de Hércules, el plátano de Helena, el ficus de Mohenjo-Daro, la viña de Ishtar, la mirra de Adonis. Por el árbol se identifica a los pueblos, por él se dan una bandera. La encina de los celtas, el fresno de los escandinavos, el tilo de los germanos, la higuera de los indios, el maple de los colonizadores. Una identidad y también una estratificación: por su raíz ctónica, por su tronco enhiesto, por su copa aérea, el árbol siempre tiene algo de genealógico. ¿Habría historia (orientada)


1 de juLio DE 2013

Filosofía

Piet Mondrian, El árbol plateado, 1912

Piet Mondrian, Árbol en flor, 1912

sin la ayuda del árbol? Pensemos en el árbol sefirótico, en el árbol de Porfirio, en el arbor elementalis de Ramón Llul. Recordemos también al árbol de los mártires San Saturio y San Sebastián. Lo que el hombre sabe e imagina crece como árbol, eso se concede desde Descartes y, más cerca de nosotros, desde Bachelard. Todo progresismo es arborescente. Resistir las revoluciones de los astros, sobrevivir a todas las catástrofes. He ahí al árbol de 1789, he ahí el árbol de la noche triste, he ahí el árbol de todos los nacimientos. El árbol sintetiza ese anhelo: sufrir los cambios, atravesar las estaciones y al fin permanecer erguido. Todo mesianismo remite al árbol. El árbol se presta —acaso por su misma indiferencia— a las más productivas inversiones. En el brahmanismo, en el Islam, en el esoterismo de la Cábala, en el tour de Dante, en los ritos árticos de Laponia y de Islandia, en las cosmovisiones de Oceanía, en la gnosis y el neoplatonismo renacentista, el Absoluto desciende del cielo como árbol invertido, y no sólo como alrevesa1 Del poema “Como quien oye llover”.

Piet Mondrian, Composición con árboles, 1914

miento meramente espacial. El árbol, según vemos, es la metáfora de toda inversión y de toda reversión. Lo cual significa que si hay redención mesiánica es porque primero ha habido una caída, un descenso cosmogónico. Reparemos, por último, en el mito del que arranca toda nuestra tradición. En el Génesis, es precisamente un árbol el símbolo o la marca de bifurcación entre el bien y el mal. En un extremo, es la serpiente —lo más bajo— quien tienta a la pareja primordial: les promete la sabiduría. En el otro, Dios —lo más alto— amenaza con la muerte. ¿Qué árbol era ése merced al cual el hombre podría equipararse a Dios? Aquél que le abre los ojos para distinguir el bien del mal. Con su fruto el hombre abandona la animalidad, la inocencia de la simple animalidad. En otras palabras: Adán se hace hombre en la desobediencia de la Ley. Dios prohíbe; la serpiente seduce. El hombre —estimulado, encendido, despertado por la mujer— decide. El fruto del árbol no “da” el conocimiento del bien y del mal; ese

conocimiento es previo a la ingestión de su fruto. Lo que equipara a Adán con Dios es justamente esa decisión, esa transgresión de la prohibición. Pero en el relato de la expulsión del Paraíso hay otro árbol. La serpiente incita al hombre a probar primero el fruto del árbol de la sabiduría; después habrá que probar el fruto del árbol de la inmortalidad. Adán sólo puede probar del primero — y entonces Dios decide expulsarlo, impedirle una vida eterna. Adán se equipara a Dios al hacer suya la Ley —al decidir entre la sumisión y la libertad— pero no puede igualarlo en cuanto a su inmortalidad. No es, como piensan algunos, que la serpiente incite al hombre a probar primero el árbol de la sabiduría para que ella misma, encarnación del mal, pueda descubrir el árbol de la vida eterna — y adueñarse de su fruto. Lo único evidente es que Dios mismo sólo prohíbe al hombre la inmortalidad. La serpiente es el mal, pero el mal es lo que convierte a Adán precisamente en un hombre. La segunda transformación —dejar de ser

humano para ser divino— no consiste en la interiorización de la Ley sino en la conquista de la inmortalidad. Y eso es lo que Dios prohíbe absolutamente. En consecuencia, diríase que no hay un árbol del bien y del mal; son el bien y el mal los que crecen como ramas de un mismo tronco que es el hombre, que es el nombre — y que es la decisión. Comenzamos con Octavio Paz y terminamos con él: oye los pasos del tiempo inventor de lugares sin peso ni sitio, oye la lluvia correr por la terraza, la noche es ya más noche en la arboleda, en los follajes ha anidado el rayo, vago jardín a la deriva —entra, tu sombra cubre esta página.1

El tule y la zarzamora, el sicómoro y la guayaba, el abedul y el huizache, el mangle y el pirú: una belleza que a veces cansa, un misterio que a veces se embosca, un signo que casi nunca decepciona.


LA GUALDRA NO. 107

Por Mateo Estrada Gaviria Domingo, 23 de noviembre [2003]: Fui al súper: naranja, limón, jitomate, pan, plátano, aguacate, galletas, latas de chile y salmón en agua. En el trayecto miré la actuación de un buscador. No sé si hubo éxito, aunque los sujetines se correspondieron. El sábado pasado miré La virgen de los sicarios (Dir. Barbet Schroeder, Colombia-Francia, 2000). Recuerdo el viaje a París, la publicidad en las calles… Desde entonces soy como Fernando [Vallejo]: después de coger con alguien, le pido que anote sus deseos. Ninguno ha pedidos calzones CK, ni tenis Nike… Ayer fui al cine, en Aguas. Vi 21 gramos (Dir. Guillermo González Iñárritu, USA, 2003). Hoy leí la reseña en Milenio. Tengo tranquilidad de no equivocarme: Iñárritu está en transición por tener espectadores de otras latitudes. Advierto buena la actuación de las mujeres. [Sean] Penn es el mejor entre los hombres. “Acudió a Cinemark. Entró a la función de las 19 horas. Pagó treinta pesos. Le dieron el boleto 330558. Se sentó atrás de tres chicas. Ellas platicaron durante toda la exhibición. Desesperadas interrogaban nimiedades, porque no captaron la estructura narrativa tan Iñárritu -Guillermo Arriaga”. El lunes miré Mente indomable (Good Will Hunting, Dir. Gus Van Sant, USA, 1997). Tradicional en mí: lloré. Martes: Luis. La idea inicial era leer y ver tv. Nada. Fuimos directo a la cama. Igual ocurrió el miércoles de la semana anterior. Leo mucho en internet. En clase me avergüenza decir que leo más en compu, que en libros. Sábado, diciembre 5: Estoy en Guadalajara. Vine para hacer ajuste de cuentas en mi vida… C. sigue muy presente. Ya no quiero llorar. Bebo mi segunda taza de café en el Sanborns del centro. El ruido de las pláticas ajenas me entretiene. Ya leí los horóscopos. Quiero encontrar las claves. Luis no me satisface. Trascribo [lunes, enero 5 de 2004]: ¿Quién eres tú? Una superficie caliente para mis dedos. Una forma sólida, una ocupación de espacio, una clase de gozo, un sentido detrás que corre como el agua, algo infinito, fuera de un problema inferior… de T. Williams.

Promoción de la lectura ¿Una aguja en un pajar? Por Eduardo Campech Miranda Dentro de los nombramientos de la actual administración federal hay dos que celebro y me son esperanzadores: el de Daniel Goldin, al frente de la Biblioteca Vasconcelos y el de Laura Athié, como Directora adjunta de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública. Ambas personas, comprometidas con la lectura, los lectores, los libros y la escritura. Goldin encabezó el proyecto de la colección “A la orilla del viento”, del Fondo de Cultura Económica, mismo que lanzó a la fama y excelente recepción a textos como La peor señora del mundo, Amadís de Anís, de Francisco Hinojosa, la saga de la trenza de Graciela Montes y, desde luego, esa maravillosa colección de “Los especiales de A la orilla del viento”, donde conocimos a Anthony Brown y obras como El libro de los cerdos, o el simpático chimpancé que es Willy. Después, en editorial Océano impulsó y aumentó la calidad de su catálogo infantil. Por lo anterior, y sin hacer mención de otros cargos, no es de extrañar que el pasado 30 de abril se haya celebrado el Día del Niño con una verdadera fiesta de la lec-

Marc Chagall, La gran rueda

tura en la biblioteca pública que hoy dirige. Para tal evento convocó a varios mediadores y promotores de lectura del país con una solvente experiencia y una reconocida actitud profesional. Dicha celebración se entregó como un evento complementario de los servicios bibliotecarios, porque constantemente se están ofertando talleres y diversas actividades, teniendo como resultado el regreso de la población a esa biblioteca pública. El caso de Laura Athié es similar. Lectora y escritora apasionada, comparte con tino éstos sus placeres. Se ha desempeñado como subcoordinadora nacional de UNICEF México, asesora en política educativa y cultural del Instituto Politécnico Nacional, asesora y secretaria particular del titular de la Unidad de Planeación de la Secretaría de Educación Pública. Laura teje historias. De hecho tiene un proyecto el cual encabeza ella misma con el nombre de Tejedora de Historias. Escribir es parte de su estilo de vida, pero escribir desde la vida y la lectura, de la lectura y de la vida. Escribir con

sentido y significado. Escribir con ese estilo que invita a otros a hacerlo. También, por ello, tiene sentido el cambio de nombre del antiguo Programa Nacional de Lectura (PNL), por el de Programa Nacional de Lectura y Escritura (PNLE). Los dos casos citados, además de ser avalados por su formación académica, tienen en sus trayectorias una carrera de reconocida vinculación, ya lo he dicho, con los libros, la lectura, la palabra escrita, el lector. No llegan por favores políticos. Saben gestionar y proyectar, tienen claro cuál es el propósito de las instancias en que se desenvuelven (por ejemplo, saben lo que espera el lector porque son lectores), poseen la mirada de lo que se requiere para alcanzar metas y propósitos y cómo debe administrarse el recurso. Hago alusión a todo esto porque hace un mes, un grupo de trabajadores solicitaron el nombramiento del titular de la institución donde laboran, exigiendo sólo que cumpla con un perfil. Ha pasado un mes y no hay nada. ¿Será que llenar ese requisito es buscar una aguja en un pajar?


1 de juLio DE 2013

Cine

Por Lluna Llecha y Carlos Belmonte

Los paraguas cantantes “El final siempre me hace llorar, y lo he visto más de 20 veces, a veces sólo lo pongo para ver la secuencia final”. ¡Qué ternurita de mujercita es Pauline Jobar! Una chica francesa bibliotecaria que nos hizo esa confesión entre lágrimas al salir del cine después de haber visto el clásico francés Les parapluies de Cherbourg (1964), de Jacques Demy. Normalmente tratamos de comentar cintas de estreno actuales y en ocasiones hemos ido a buscar en los archivos cuando la situación lo ameritaba, sin embargo en esta ocasión nada justifica la elección sino el puro placer de invitarles a ver este delicioso musical romántico. Estelarizada por una muy bella y juvenil Catherine Deneuve y el apuesto Nino Castelnuovo, el filme está musicalizado de principio a fin por Michel Legrand. Cuenta la historia de un amor juvenil que se ve separado por el llamado al servicio militar del joven Guy Foucher (Castelnuovo). Geneviève (Deneuve) embarazada de él piensa en esperarle los dos años hasta su regreso, pero la distancia los enfría y cada uno encontrará sus amores por separado. Hay filmes que son verdaderas joyas representativas de su periodo, y éste es un ejemplo

de ello. En los 60s Roland Barthes trabajaba en su obra estructuralista, en su teoría semiótica y publicaba sus mitologías con las que pretendía construir una crítica a la sociedad burguesa. A partir del análisis de las oposiciones binarias de imágenes y lo que ellas representaban, pretendía explicar qué tipos de mensajes estaban creados con fines dominadores de la sociedad. Demy parece haber llevado al cine esta teoría semiótica para desmontar el mito del amor incondicional, romántico y monógamo que la sociedad pequeño burguesa, de tipo conservadora, estaba implantando en Francia muy a pesar de los movimientos reivindicativos sociales y que culminarían con las movilizaciones del 68. Los colores pasteles que arropan la presencia de Deneuve en el mundo de su tienda de paraguas, en su departamento y en su vestimenta son la antípoda de la sobria iluminación que acompaña a Castelnuovo desde su trabajo en el taller de automóviles, su bicicleta, su apartamento con la tía moribunda y su ropa opaca. Además sus prospectos de vida, el hacerse dueño de su propio taller, ella vivir del amor, siguen exponiendo dicotomías que fueron la pasión de los semióticos en su anhelo por exhibir los discursos de la dominación.

Si hasta aquí la narración fílmica de Demy se mantiene en las largas secuencias acompañadas por la música de opereta, consigue mantener la sensación de adormecimiento en el espectador que se emociona por la vida rosa de los personajes, el final es el corte vertical y caída en gracia de ese mundo romántico. El punto de inflexión de la cinta lo da precisamente el cambio de decorados: de la fantasía pastelosa del amor a la modernidad tecnológica de la maquinaria del puerto y el poder de conservación de la memoria de la fotografía que no significa el rescate de los sentimientos. El cumplimiento de los anhelos de ambos personajes, pero por separado, cada uno con una pareja que pertenecía a su clase social, los ha movido en la jerarquía, él es ya propietario de su estación de servicio y ella es una rica ama de casa que conduce su propio coche. El mito amoroso se rompe, no hay el tan anhelado final feliz que debería de haber tras haber superado los obstáculos que la vida les fue colocando y el cineasta nos fue presentando. Por supuesto, el efecto es avasallante en el espectador sumergido en una corriente de expresiones simbólicas que nos sedujeron. Ojalá la puedan ver, es un disfrute total.

Por Alejandro Ortega Neri

En el año 2005, en un lugar en ruinas de lo que fue una hacienda ubicada en la zona del Bajío mexicano, el escritor y periodista estadunidense Francisco Goldman contrajo matrimonio con la joven escritora mexicana Aura Estrada. Fue una boda llena de alegorías mexicanas, papel picado, sombreros, burritos con sombreros y mezcal, mucho mezcal. Dos años después de ese matrimonio, un aciago día de julio de 2007 en una playa de Oaxaca, de nombre Mazunte (el lugar favorito para vacacionar de ambos), Aura sufre un terrible accidente. Una poderosa ola la vuelca y sufre un golpe mortal que le hace perder la noción por varios minutos. Cuando despertó, su cuello le dolía y no podía mover su cuerpo. “¿Me voy a morir?” Preguntaba. “Quiéreme mucho”, le pedía a Francisco. Horas después, en un hospital de la Ciudad de México, Aura dejó de existir, se iba con ella una prometedora carrera como escritora y la felicidad de su esposo, Francisco Goldman. Di su nombre es libro que cuenta la historia de Francisco y Aura, una historia de amor, una historia de vida, llena de encuentros cortazarianos hasta la consumación de la relación. Publicada por la Editorial Sexto Piso, se ha convertido en uno de los mejores libros del año 2012 en su traducción al español. Devastado por la muerte de su esposa, la vida de Francisco Goldman se sumergió en un espiral en picada, espiral de dolor, de remordimiento por lo que fue y por lo que pudo haber sido. Este libro, más que una autobiografía de un matrimonio truncado por la muerte, es una crónica del luto, del duelo que enfrenta una persona ante la pérdida de un ser amado, pasando por todas sus facetas. Es también una carta de amor al más allá, donde habitan los muertos que amamos, donde se encuentra Aura Estrada. “¿Qué pensaste sobre esa larga noche, mi amor, mientras yacías ahí muriendo, con heridas tan terribles como las de cualquier soldado en una guerra, y totalmente sola? ¿Me culpaste? ¿Pensaste en mí con amor al menos una vez? ¿Pudiste ver o escuchar o sentir cómo te quería?” Pero es, de igual manera un esfuerzo, un intento desesperado por mantener en la memoria cada instante junto a ella, de recordar cómo fue o cómo tal vez no, pues la memoria es caprichosa. Di su nombre es una obra sumamente hermosa pero inmensamente triste, pues sólo la muerte, el dolor pueden crear letras con esta belleza. Una fuerte historia de amor, pero también de pérdida que no tendrá una tregua con las lágrimas. “Quiero a mi amiga de vuelta, pensé, hablábamos en señas y hacíamos un gran equipo. Quizá estoy harto de que la gente no entienda cómo es esto, aunque no le deseo a nadie tener que vivirlo. No la sueltes, si la tienes. No la sueltes, pensé, ése es mi consejo para todos los vivos. Aspírala, pon tu nariz en su cabello, aspírala con profundidad. Di su nombre, siempre será su nombre, ni siquiera la muerte puede arrebatarlo. El mismo nombre tanto viva como muerta, por siempre. Aura Estrada”.

Libros

Desayuno en tiffany’s, mon ku

Di su nombre: una hermosa crónica de luto


LA GUALDRA NO. 107

AGENDA CULTURAL MARTES 2, 19:00 Hrs. Bellas Artes a todas partes Presenta a la actriz Mirta Renée con la lectura: “Maridos” de Ángeles Mastretta Entrada libre Patio Central del Museo Zacatecano VIERNES y SÁBADOS Leyendas de Zacatecas Frente a Catedral / 20:00 Hrs. DOMINGOS 7, 14, 21 y 28 Tradicional Concierto Orquesta Típica de Zacatecas Casa Municipal de Cultura de Zacatecas Entrada libre / 18:00 Hrs. MIÉRCOLES 3, 10, 17, 24 y 31 Todos al Centro Histórico Miércoles de Danzón Plazuela Miguel Auza / 18:00 Hrs. JUEVES 4, 11, 18, 25 Tradicional Concierto Banda Sinfónica del Estado Dir. Salvador García y Ortega Plazuela Goitia / 19:00 Hrs. SÁBADO 6, 13, 20 y 27 Sábados en la Cultura Escalinatas del Antiguo Templo de San Agustín y Plazuela Miguel Auza 19:00 Hrs.

JUlIO 2013

Restauración Virtual del Antiguo Templo de San Agustín 21:00 Hrs. MUSEOS Y GALERÍAS FOTOTECA DE ZACATECAS “Guadalupe En Imágenes” Exposición colectiva de los ganadores del Primer Concurso de Fotografía Antigua Patio de la Fototeca de Zacatecas “Pedro Valtierra” MUSEO ZACATECANO Variacosa Gráfica, ilustración y diseño Obra de José Esteban Martínez + Quetzal León Permanencia: 31 de julio CASA MUNICIPAL DE CULTURA DE ZACATECAS Obra Gráfica Desterrados del paraíso Obra de Carlos Castañeda VESTÍBULO DE LA CINETECA ZACATECAS Fotografía / Video / Instalación La Comedia Urbana Permanencia: 24 de julio 2013

PROGRAMA JULIO 2013, CINETECA ZACATECAS La Cineteca Zacatecas está ubicada en calle Dr. Hierro #303, centro histórico de Zacatecas. La proyección de las películas se realiza de manera gratuita, con fines culturales y educativos. Lunes 1 al viernes 5 de julio TALLER INTENSIVO DE VÍDEO TÚ ERES, YO SOY 10:00 a 14:00 Hrs. y de 16:00 a 20:00 Hrs. En coordinación con el Depto. de Investigación y Enseñanza del IZC Lugar: Sala Antonio Aguilar, Cineteca Zacatecas Informes: Cineteca Zacatecas Miércoles 3, 18:00 Hrs. DÍA DE FIESTA Dir. Jacques Tati Francia/1949/ 81 min. El pueblo de Saint Sévère se dispone a celebrar una gran fiesta. Las calles se adornan con guirnaldas y banderas; la terraza del café está preparada para el gran baile popular. Los feriantes traen en sus carromatos los caballitos de madera, las tómbolas, el cine ambulante, las cucañas... Mientras reparte el correo, François, el cartero, deseoso de ayudar a los feriantes, monta con mucho heroísmo la cucaña, pero sólo consigue provocar catástrofes. En el documental que proyectan en la carpa del cine, François ve un nuevo sistema para repartir el correo y decide probarlo. A la mañana siguiente, cuando el pueblo despierta tras la fiesta, el cartero reparte su correo “a la americana”. Miércoles 3, 20:00 Hrs. EL EXORCISTA

Dir. William Friedkin EUA/ 1973/ 120 min. Adaptación de la novela de William Peter Blatty. Inspirada en un exorcismo real ocurrido en Washington en 1949. Regan, una niña de doce años, es víctima de fenómenos paranormales como la levitación o la manifestación de una fuerza sobrehumana. Su madre, aterrorizada, tras someter a su hija a múltiples análisis médicos que no ofrecen ningún resultado, acude a un sacerdote con estudios de psiquiatría. Éste está convencido de que el mal no es físico sino espiritual, es decir, que la niña es víctima de una posesión diabólica. Por eso, con la ayuda de otro sacerdote, decide practicar un exorcismo. Seguramente la película de terror más popular de todos los tiempos. Jueves 4 de julio, 18:00 Hrs. TIEMPOS MODERNOS Dir. Charles Chaplin EUA/ 1936/ 89 min. Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, re emprende la lucha por

la supervivencia en compañía de una joven huérfana a la que conoce en la calle. Jueves 4, 20:00 Hrs. NO Dir. Pablo Larraín Chile/116/ 2012 René Saavedra (Gael García Bernal) es un ejecutivo de publicidad que regresa a Chile tras su exilio en México y diseña una brillante y optimista campaña que propugna el “No” al plebiscito chileno de 1988. Su objetivo es poner fin a la dictadura militar y derrocar a Augusto Pinochet. ¡ESTRENO! LEVIATÁN Viernes 5 18:00 y 20:00 Hrs. Sábado 6 20:00 Hrs. Domingo 7 18:00 Hrs. Entrada general $30.00 LEVIATÁN Dir. Lucien Castaing-Taylor y Véréna Paravel Francia, Reino Unido, Estados Unidos/ 2012/ 87 min. En las mismas aguas donde el Pequod de Melville persiguió a Moby Dick, somos testigos del choque colaborativo entre el hombre, la naturaleza y la máquina. Filmada en doce cámaras – fijas y lanzadas, pasadas de pes-

cador a cineasta – éste es un retrato cósmico de uno de los quehaceres más antiguos de la humanidad. Sábado 6, 18:00 Hrs. ANNIE HALL Dir. Woody Allen EUA/ 1977/ 94 min. Alvy Singer, un tipo algo neurótico, trabaja como humorista en clubs nocturnos. A sus 40 años, tras romper con Annie, su última novia, reflexiona sobre su vida, rememorando sus amores, sus matrimonios, pero muy en especial su relación con Annie, a la que conoció en una cancha de tenis. Al final, llega a la conclusión de que son sus manías y obsesiones las que siempre acaban arruinando su relación con las mujeres. Domingo7, 12:00 Hrs. MONSTERS INC. Dir. Pete Docter, Lee Unkrich, David Silverman EUA/2001/ 88 min. Monsters Inc. es la mayor empresa de miedo del mundo, y James P. Sullivan es uno de sus mejores empleados. Asustar a los niños no es un trabajo fácil, ya que todos creen que los niños son tóxicos y no pueden tener contacto con ellos. Pero un día una niña se cuela sin querer en la empresa, provocando el caos.


1 DE JUliO DE 2013

El picaporte Por Simitrio Quezada Últimamente y recientemente Aunque ambos son adverbios (los dos son adjetivos a los que se agrega el sufijo “mente”), “últimamente” y “recientemente” no son sinónimos. Me explico: En cuanto a contexto, “últimamente” se aplica por lo general a una acción que no ha sido concluida. Por ejemplo: “Últimamente he estado yendo a ver al cardiólogo”. Es decir, el sujeto que dice algo así se refiere a que está llevando un tratamiento. Otro cosa sería decir “Recientemente fui a ver al cardiólogo”, lo que implica una acción terminada. En resumen, “últimamente” se refiere a eventos reiterados, continuos, prolongables, partes de un proceso. “Recientemente”, además, suena más correcto para hablar de una acción determinada. * Envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com

Robo a casa habitación con violencia

Por Ester Cárdenas En 1985, seis años antes de que naciera Andrea (mi hija), vi en la ciudad de Guadalajara, una película, que desde ese día pasó a ser una de mis favoritas: Testigo en peligro, un thriller cuya historia inicia en un rincón del estado de Pensilvania, en una comunidad amish, formada por descendientes de emigrantes europeos que viven de la agricultura, pacifistas a ultranza, tratan de llevar una existencia “natural”. Tras la muerte de un granjero amish, su joven viuda Rachel (Kelly McGills) y su hijo Samuel (Lukas Haas), viajan a Baltimore a visitar a su hermana. Mientras esperan cambiar de tren en la estación de Filadelfia, el pequeño Samuel descubre con admiración los progresos de la “civilización”: escaleras eléctricas, cabinas telefónicas, surtidores de agua… Continuando con sus investigaciones, Samuel penetra en el lavabo de hombres y, en una cabina, presencia el brutal asesinato de un blanco por un hombre de color. El policía John Book (Harrison Ford) se hace cargo de la investigación, comenzando por pedir a Rachel y su hijo que le ayuden a identificar al sospechoso. De repente, el niño, señala la fotografía del hombre de color que cometió el crimen en la estación. El capitán Book no puede dar crédito a sus ojos, la imagen que el niño señala con su dedo es nada menos que la foto del Jefe de División McFree (Dany Glover), expuesta en el lugar de honor de la vitrina de trofeos de la policía.

Por Edgar Khonde

Río de palabras

Entro a la habitación después de haber estado horas frente a la computadora, leyendo PDFs sobre filosofía, física y psicología, buscando un sesgo de verdad en la transcripción de las ideas a través del lenguaje escrito. Me dispongo a dormir, pero una duda me asalta, manos arriba cabrón, no te muevas, esto es un asalto, me pide que le entregue la lógica de Descartes, el origen biológico de la capacidad lingüística de Chomsky, la crítica a la razón pura de Kant; antes de salir de mi departamento se vuelve y me dice, ni intentes llamar avisarle a la policía puto, y ahora duerme; a ver si puedes.

Huecosa

Por Guillermo Samperio

Pude verme y no verme, me vi hecho fragmentos ante el espejo hueco en el que no puedo verme. Percibirme desmembrado mitigó un poco lo que yo denominaría mi huecosa dolencia. Me vi y no me vi; mi espacio visual me observó. Se desconoce el número de perdigones de ausencia que entran cuando se acciona una escopeta a nuestro costado. Fue huecura lo que predominó, cada parvo pedazo mío se diseminaba en la cima de la hondonada del espejo donde no me pude ver; como si mi alma fuera una camiseta perforada por balines de vacío, eso, como si la mano fuera un vaso vacío. La termita llevaba avanzada la corrosión del ropero y la puerta; ambas caerían en alguna ocasión. Harán añicos al espejo que ya estaba desperdigado en el basurero de la nada: el vacío.

Niko Pirosmani, Festín familiar, 1907

Book confiesa el hallazgo del niño al jefe superior Paul Schaeffer (Josef Sommer), pero ignora que éste también está involucrado en este caso de corrupción a gran escala. Schaffer se apresura a avisar a McFree, que trata de “cazar” a Book, hiriéndolo gravemente. Book comprende la importancia del caso y consigue, a pesar de sus heridas, llevar al pequeño y su madre a casa del padre de ella, Elip Lapp (Jan Rubes), en el pequeño e ignorado paraíso amish. Una de mis escenas favoritas es ésa en la que Book y Rachel (luego de que él se repone de sus heridas) en el granero, cuando él al tratar de arreglar su automóvil hace funcionar el radio, bailan al ritmo de la memorable Estudiante de secundaria, hasta que…. Esta película fue la primera experiencia en Estados Unidos del prestigiado realizador australiano Petre Weire y se llevó los Oscars destinados al mejor guión original y montaje, siendo además nominada para los relativos al mejor filme, dirección artística y banda sonora original. Finalmente los invito a que asistan a la Libro-Feria de Verano, que organizamos año con año los miembros de la Asociación de Libreros de Zacatecas, donde encontrarán grandes ofertas y sorpresa de lectura para las tres edades, a partir de este domingo 30 de junio en el Portal de Rosales. Andrea, gracias por hacer que los últimos 22 años hayan sido los mejores de mi vida: ¡Feliz cumpleaños!


LA GUALDRA 107 / 1 DE JUlIO DE 2013

Tamales para vender Por Pilar Alba

Río de palabras

A las cuatro, Rebeca, desde las cuatro empezaste. No me digas que fue mucha friega: lavar el chile, molerlo en la licuadora, deshebrar la carne… qué tanto te tardas en embarrar. Pon tú que a las cinco ya los estuvieras poniendo en la lumbre, se tardan en cocer menos de una hora; así poniéndole a las ollas bolsas de plástico como te dijo mi mamá. Se tardan cuando mucho dos horas, dos horas y media. Para las seis y media ya deberías estar bajando a la plazuela, llegas en quince minutos: bueno pon tú que en veinte porque también llevas a la niña en la carreola. Pero ya a las siete de seguro estabas ahí esperando a que regresara la gente de sus chambas, que bajaran

del camión con harta hambre, con ganas de cenar y no preparar nada. Y tú ahí ofreciendo la cena: cinco tamales por veinte pesos, sólo veinte pesitos. Máximo te tardarías dos horas en venderlos. Dos… son las doce, Rebeca, las doce y apenas llegas. ¿A ver cuántos vendiste?... El hombre revisa la vaporera la cual está casi llena. Voltea a ver a su mujer con furia, mientras ella le extiende la mano… sorprendido toma el dinero: un billete de quinientos pesos, no dice nada y se lo guarda. No quiere saber más, no hace indagaciones. Mañana, Rebeca, bajará otra vez hasta la plaza, a vender tamales para apoyar a su hombre con el gasto.

Agua de rosas Edmund Dulac, La princesa y el guisante

Por Alberto Huerta “Agua de rosas / dame de beber / Ay, ay / que esta tristeza acabe de una vez…” Lila Downs A Hugo, Aura y Vladimir, mis hijos A Iouri, Mitzi y Sofía, mis nietos.

¡El relámpago verde de los loros!, dijo y se volvió a quedar dormido casi sin cambiar de posición en la cama, ni tan siquiera abrió los ojos. No se percibía ningún sonido en la habitación. No estaba en Viena. Mucho menos en Berlín. Tampoco en el barrio gótico de Barcelona, ni en algún suburbio de San Francisco. No, se encontraba en la habitación en la cual había dormido desde hacía treinta y tantos años, en la Jitomatera de las Fruncidas, donde habían sentado sus reales Los Gorras Prietas, unos caciquillos de rancho. La mujer de mi vida, dijo. ¿La mujer de mi vida? Mi patria corsaria, vendedora de Cds, Dvds piratas, con sus políticos que mienten y engañan, y roban, y… Mi pobre patria tan huérfana y sola. Con una cantidad insólita de diputados y senadores, mezquinos y ladrones. La patria grande que baila a fuerzas y con desgano cumbias y hip hop y canta gruperas con lagrimones resbalando por los cachetes chapeteados. Mi patria abarrotada de payasitos vendedores de globos, de malabaristas esquineros, de vendedores ambulantes. ¡Puedes levantarlo, amiga, es de novedad, es de fantasía… es chafa! ¡Llévalo, llévalo! ¡Diez rastrillos por diez pesos! La patria engendradora de Mataviejitas y Chupacabras. Suave Patria, dijo Ramón López Velarde, el poeta nacional y empezó a morirse de a poquito, casi sin que sintiera la fiebre y los escalofríos. El hombre duerme con los ojos

abiertos, esperando poner el punto final. Soñando con cielos cubiertos de nubes, cielos harinosos, color panza de burro, con un ruidajal aturdiéndole los sentidos y el entendimiento. Totalmente confundido. Sintiendo en la boca el sabor amargo de una cerveza bien fría, de helado de ciruela pasa, de picante tabaco negro, de aceite de oliva. ¡El relámpago verde de los loros!, repitió con voz áspera, rasposa, como si estuviera frotando dos cartones, sin querer despertar y salir corriendo al baño, a dejar que resbalen y desaparezcan los sueños y pesadillas junto con la mugre y el sudor acumulados durante el día. Dejando que se vayan por el agujero del desagüe junto con la espuma del jabón Lirio. Escuchando la voz del repartidor del gas, del que vende nopales, el de los garrafones de agua electropura, la campana del camión de la basura… Suave Patria, dice y hace un ovillo entre las sábanas y cobertores. Se niega a despertar. ¡La patria impecable y diamantina! Ese suelo patrio donde habita el amor de su vida, la mujer que lo mandó al carajo, resistiendo a la tentación de que lo agarre el síndrome de Pedro Infante y se meta en la primer cantina que se le atraviese en el camino y le pida a los músicos la canción que le hiere y le recuerde que tiene roto, roto es poco, está hecho mierda, en mil pedazos el corazón... Prefiere dormir. Y repite: ¡El relámpago verde de los loros! País de teiboleras y niñas fashions… de burócratas con la corbata manchada con mayonesa y salsa Valentina, olorosos a tamales y niños futbolistas llaneros… ¡El relámpago verde de los loros!, repite ya casi dormido de nueva cuenta, y escucha un estruendo… Es la tormenta.

Poema a mi auto descompuesto en el garaje [Leerse mientras se escucha: Californication / Red hot chili peppers]

Por Roberto Galaviz Me duele mi auto, tirado ahí en el garaje, como una bestia aletargada resignado como un hombre que se sienta una mañana a escribir su testamento – o peor aún- sus memorias / me lastima, en serio me lastima la temporal coma indefinida de mi auto, me preocupa y enternece como enternece un dardo somnífero en el muslo veloz de un león en la sabana , mi auto llora por las noches, cuando la oscuridad es más suya que de nadie más suya que de los gatos incluso más suya que de los grillos el radiador parece llorar sangre , llora porque extraña las calles y sus esquinas la autopista y su constante olor a muerte y en consecuencia, a velocidad, a movimiento, a vida , ¿Cómo podría evitarme estas lágrimas que parecen de aceite quemado? / ¡Qué ruido más siniestro el silencio de su motor! sus 260 caballos de fuerza en calma absoluta su corazón fabricado de pistones japoneses en reposo / Mi auto me duele me recuerda al panda disecado del zoológico Chapultepec no puedo evitarlo, es inhumanamente triste, espero me entiendas.


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