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El déficit comercial y la (des) balanza petrolera de méxico
El déficit comercial y la (des) balanza petrolera de méxico
ALEJANDRO DABDOUB
La balanza comercial de México no se encuentra en su mejor momento. Tras seis meses consecutivos con números rojos, en junio rompió récord con el déficit más alto de la historia de 6 mil 376 millones de dólares. Lejos quedan los superávit de 2019 y 2020 cuando, en medio de la crisis sanitaria, las exportaciones se recuperaron mucho más pronto que las importaciones. En lugar de consolidar las ventajas comerciales ante la disrupción de la cadena de suministro, el país parece haber regresado a la misma situación de siempre.
Detrás de estos resultados se encuentra la crisis energética provocada por el conflicto armado en Ucrania y los cuellos de botella logísticos vinculados con los confinamientos del COVID-19. Como país exportador de petróleo, México se ha beneficiado con sus exportaciones de crudo y gas que durante la primera mitad del año llegaron a más de 19 mil 650 millones de dólares, lo que representa un incremento del 59 por ciento con respecto a 2021.
Sin embargo, el país sigue siendo dependiente de las importaciones de combustibles y productos refinados cuyo valor también se ha disparado. El valor de las importaciones petroleras fue de más de 36 mil millones de dólares en el primer semestre del año, lo que representa un aumento del 49 por ciento comparado con el mismo periodo del año pasado.
Para revertir la balanza comercial es necesario reformar la industria petrolera. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador en los últimos años ha dado marcha atrás a las reformas de Peña Nieto en búsqueda de la independencia energética. A finales del año pasado estableció como meta recortar en un 60 por ciento las exportaciones de crudo en 2022 y llevarlas a cero en 2023. La intención es que México se quede con todo el petróleo para refinarlo y satisfacer su demanda interna.
Para conseguirlo, Pemex ha dicho que no considerará como importación el crudo procesado en la planta de Deer Park en Texas. Además, apuesta a que Dos Bocas llegue a procesar 340,000 barriles diarios y el resto de las seis refinerías del país aumenten su capacidad tras recibir mantenimiento.
El problema es que el plan no ha dado resultados hasta el momento y los analistas se muestran escépticos de la capacidad del Gobierno de revertir décadas de tendencia en el mercado. Al mismo tiempo, la demanda de combustibles ha ido en aumento, especialmente por parte de la industria manufacturera, y el país depende cada vez más del gas estadounidense.
Las otras opciones de México son abrir las puertas a la inversión privada y extranjera en el sector y apostar por fuentes alternativas de energía. No obstante, este tipo de medidas han sido rechazadas por el actual Gobierno hasta el momento.
EL PROBLEMA CON LA INFLACIÓN
En julio, el Inegi reportó una tasa de inflación anual del 8.15 por ciento, la más alta desde diciembre de 2000 cuando rondaba el 8.9 por ciento. El aumento de precios va de la mano con el encarecimiento de los combustibles. Esto ha tenido un gran impacto en México, el país latinoamericano que más importa combustible y el cuarto comprador mundial de gasolina.
La inflación tiene un impacto en el tipo de cambio que a su vez afecta la balanza comercial. Hasta el momento, EE.UU. ha reportado un aumento de precios superior al de México, por lo que el peso no se ha visto afectado. El problema es que a Banxico cada vez le quedan menos armas para mantenerle el paso a la Fed y si el dólar se dispara se verá afectado el comercio exterior.
¿DÓNDE QUEDARON LOS BOOMS COMERCIALES?
La crisis generada por la invasión de Ucrania ha causado, entre otras cosas, un nuevo boom de commodities. Aunque tradicionalmente este tipo de fenómenos beneficiaba a América Latina, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que la región no está lista para “ser parte de la solución”.
Como lo ha hecho durante años, el organismo hace un llamado para que los países consoliden las reformas que les permita competir en el ámbito internacional. Destaca principalmente la necesidad de impulsar cambios regulatorios para impulsar la productividad y la competencia, mejorar la educación, modificar los sistemas tributarios y combatir la desigualdad.
El FMI advierte que se deben tomar medidas para salir de la llamada maldición de los recursos naturales. Es decir, que las naciones deben dejar de depender de las exportaciones de materias primas para apostar a productos manufacturados.