Libro pan

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¿Vejez de la poesía ultramoderna? Piensa alguien, que, más o menos consciente del peligro de momificación que la amenaza, la poesía de hoy busca Salida por dos rumbos opuestos; el de la superintelectualización - maquinismo, ideas puras, técnica dictatorial —y el de la desintelectualización - las confidencias del subconsciente, abortadas casi siempre en balbuceos enrevesada Y cuan hosamente ingenuos. Pero la poesía sigue siendo interiormente vieja. Es decir, sigue sin persuadirse del todo de que su obeEo no es lo poético sino lo real, y que está comprometida a ayudar tirteicamente al hombre en la lucha con sus dcnonios. Eso que (lijo Goethe hace tiempo parece ho y más válido que nunca. La poesía se emnpeíía en soslayar el aspecto nuevo de los tenias viejos o los tenias más profundos de lo moderno: la falta de reposo en la Naturaleza o creación de cada (lía, -- la muerte como cambio de postura (le! ser. -- la relación del cosmos con nuestra sangre y nuestro espíritu, y la indivisibilidad (lel cuerpo y el al/Ha, - esa vertiginosa alma sItl)mnam-ina o subconsciente, las insidias fosilizan tes (le lo que fué contra lo que quiere ser, - la dialéctica o sentido común con alas, - la fraternidad sin mnanrla,nientos o realización (le la libertad, es decir, como liberación del miedo. Ale permito creer que pese a sus acreditadas innovaciones de forma externa e interna la poesía de nuestra lengua sigue volviéndose hacia lo primitivo, o hacia lo muerto, o ha<, ¿a ideales tránsfugas (le la realidad, expresando sus anarcisados o agongorados gustos de decadencia, o un pathos creyente o escéptico - no importa - pero lleno de renuncia y de cansancio, cuando no cantando a la revolución con un alma mandadera de gendarme o monaguillo.


O el individuo humano no existe o existe respirandc por estos dos pulmones: el medio natural y el medio social. El alma del más solitario y turriebúrneo (le los poetas tiene sus raíces - si está vivo - en el limo y las nebulosas, y en el afán sudoroso o sangriento de los hombres. Sólo puede expresarse expresándolos. ¿Y acaso el hombre ha inventado algo mejor que la poesía corno alivio contra el dolor y el misterio? Y si la sociedad actual tiene como urgencia y problema máximos, los de librars de sus cadenas milenarias, el poeta, antena de lo venidero, debe cumplir con lo suyo. Sólo que ci libertador debe libertarse primero, esto es, actualizar su alma, asumir el auténtico espíritu de su tiempo. Es probable que estos poemas, en su mayor parle al menos, no le parezcan tales al le yente. Creo que el desencu entro ocurrirá menos en lo que a ritmo, imágenes y modo se refiere, que a un alza de temperatura y ambición que en mis poemas no se disimule. Temperatura asaz subida, tal vez, pero que, corno en los pájaros, no es fiebre. Ambición de batirse, quemando las mioves, contra la incesante conspiración del pasado, (leinvadir el futuro, esto es, de a yudar a la modernidad interior del hombre, a su humanización definitiva: su emancipación de los fantasmas invisibles y los polizontes visibles que vienen cortejándolo desde. los más viejos días. Porque pienso que a esa realización prometeica del hombre, de un alma religiosamente autónoma y paradisíacamente nueva, la poesía puede y debe arrimar lo suyo. L. F.

Advertencia. Los tres libros de este volumen y los cuatro que con el nombre de Suma publicó hace años C. Di Vi-tino, único editor que se arriesgó a ello, integran un solo cuerpo llamado PAN.


PAN La luz más nutricia que la médula, la luz que tiene alas y gorjeos de canario. La mañana que viene descalza para cruzar la creciente del rocío. Las arpas secuestradas en Ja piedra. Los acuarios e invernáculos

en que el mar cultiva delicadamente sus criaturas favoritas. La sal del mar paladeada ruidosamente por las bocas dulces de bu [ríos El carbón que se hace piedra o diamante para arder sin apuro. La espesura de la tiniebla verde creadora de estrellas de colores. La lluvia con su cabellera peinada a un costado y que revinia un beso en cada gota. El viento dejando en cada alma el polen del inundo. Los nomeolvides de la lejanía despidiéndose. Los huevos de los peces amenazando desbordar ci océano. El aire que no es oquedad celeste sino niós plenitud que los racimos y [ubres. Los dedos in finitamente maternales con que la Naturaleza cuida cada brote, cada nido, cada hilo de agua El caracol de los volcanes donde el oído escucha el oleaje del fuego. El desierto de arenas, panteón de montañas. —5—


La biografía de los astros, las estaciones, los brutos tejida a la [nuestra. Las rocas que prefiguran las formas cimeras del cerebro humano, porque la planta ya asoma en el mineral y el anirnal en la planta. Los pájaros con su celeste infancia insumergible. La sangre original salida del océano, llena de sal aún y convulsa de flujos y reflujos. Las raíces incoloras e inodoras engendrando los rojos más violentos, los azules más soñadores. El color del trigo hecho con e1 color del surco y el del sol. La primavera que elabora con carroñas y excrementos fragancias no inferiores a. la sonrisa de los uingeles. Estómagos y sexos a remolque de garras y de bocas. El verano en fatiga acezando en las lenguas de las amapolas. La oruga trabajando día y noche su traje de bodas con el cielo. Los hongos, sombrillas COil que el silencio se proteje de las lluvias [de insectos. La paloma que hace un ruido de. corazón en la espesura. Las dulzuras armadas de la rosa y la abeja. El clavel con su puñalada roja e intensa entre todas porque es la del amor. Las campánulas celestes, celestes porque Son para un rito de los cielos. El aire infantil que sucede a las mas endemoniadas tormentas. El eucalipto con su medicina y farmacia respiratorias. La soledad con su profundo rostro de. amigo. La noche coneTada por el abismo y por los sueños del hombre, y el hombre oscuro constelado de esperanza, y la muerte, este transeúnte invierno del ser. La naturaleza, nuestra siempre verde infancia. —6—


La naturaleza toda con su sombría esencia y sus esplendores, lavada y purificada sin tregua por fuegos y yodos, y sales y aguas de nieve y jugos de raíces, besando el ombligo sagrado de la Fecundidad. Y el corazón de lo que vive más rojo que el amanecer y la sangre. Y las minadas de almas diversas que integran lo Unánime. Pero yo soy sólo una partícula de cosmos llena de su santa, profundidad y su santa necesidad, llena de latidos comunes con la greda, la tormenta, Tos nidos y el latido populoso ele las constelaciones. Soy un árbol con sus raíces a la zaga de los ríos subterráneos y sus ramas haciendo seííales de intimidad a las nubes, las nubes que deciden el destino de raíces y fauces. Millones de afios miran por los ojos del lagarto mis mil siglos de hombre. Sonrío al sol que incuba eeu[inimc los huevos de la paloma y los de [la víbora, y a la abeja que inocula la vibración del sol en la frescura del [racimo. Estoy lleno de un hambre terreste y celeste (y también de la del caníbal) en los ojos, la lengua, la piel, las venas, las tripas, en la base y la cima de la médula. Y siento las raíces del incesto y del crimen aun no podridas del todo en el fango inicial. Presiento los prodigiosos tumultos y cadencias que esconde el [silencio (el silencio y la música, esperantos divinos) —7—


y la noche con su olor de bestia diluviana, y el ritmo océanico de los lechos de amores. Corren en mí cascadas de lágrimas, de semen, de risas. Comparto la armonía de las mil y una lengua de los pájaros en la torre de Babel del aire. Mi sangre quiere treparse a los cedros, ser liana escarlata. Muchas siestas arden en mi cintura y la embriaguez me sube de las piedras como 5i los arroyos llevaran [mosto. Hay tanto elástico empuje de río en mi pecho y tanta germinal sombra de bosque en mis entrañas. En mi desnudez está la de las mujeres, dulce como las lunas; y su vello y su alma, con su oscuro magnetismo de sima. Llevo toda la atmósfera como mi propia piel y el tiempo encuentra en mi p echo su tajamar más íntimo. Quiero medir todas las distancias con mi metro de médula. Mis pensamientos ondean como una cabellera de ríos. Innumerable es mi dolor, pero mi alegría puede conta g iar a cualquiera y a todos. Mujeres y hombres sin cuento están en mí como los otros pájaros en el canto de la calandria, y me abre en dos el corazón una Via Láctea de niños. Por el centro de mi sangre pasa el meridiano de todo lo que vela o duerme. Mi muerte futura ya es autora de verdes nacimientos. ¡Por qué el tiempo de la selva y los luceros quedó fuera de vosotros? ¿Por qué el cuerpo desarraigado del alma? ¡Por qué vosotros desarraigados del cielo y la tierra? Por qué el bostezo y tanto hueco y sombra en él? —8--.


¿Y el sexo rojo tapado con cenizas? ¿Y el corazón como un río que apenas se mueve debajo de sus [témpanos? Recuerdo fajas, pornografías, novelas rosas, ligas morales, chupetes, ayunos, miriñaques, pompas fúnebres. Poetas idealistas perdiendo sus alas en los pantanos de la diplomacia. Mendigos que coleccionan llagas falsas y piojos verdaderos. Una emboscada tenebrosa entre todas llamada confesonario. Las manos del pedicuro y las del forzador de tumbas. Polizontes de fierro, de incienso, de niebla acorralando el mundo. Tratantes de blancas, filantropía, condecoraciones, tantos por ciento, patriotas rompehuelgas. Pueños de cajas de fierro con ojos y fauces de pez. Querubes níveamnte helados. Los trajes de los difuntos defraudando al olvido en los roperos. Dogmas revelados, jeringas de Pravaz. La flora que crece en el agua muerta de 'os espejos. Rosas artificiales más secas que todas las espinas. Secretarios de los amantes, diccionarios de la rima, lenocinios, apóstatas sexuales. Tiranos trabajando con prisa furiosa y risible para los mausoleos. Pensiles burocráticos, trajes de alquiler. La castidad enloquecida sacrificando a Venus en la soledad impar. Mesas de juego en que se mira ci ombligo a la nada, bosques de tinta y papel más muertos que bosques desecados, costureras con la mochila profesional de su joroba, mariscales pensionados a oro hasta en su descendencia aun nonata. El verdugo que alquila su arte (le cirujano capital, el alcahuete con su irredimible olor a urinario,


y el llanto fundido y troquelado por los monederos, y el sudor y la sangre desatados para proveer de fuerza hidráulica [a los industriales: y tantos chismes recogidos por los reporteros en el infierno, tantas y tantas desapercibidas citas de la muerte. Los muertos en marcha usn sus féretros de tambores, y os confundís con ellos a escondidas llevándolos con vosotros corno un buque sus apestados, aun sabiendo que quien se acuesta entre los difuntos puede levantarse, mas no para resucitar. En tanto los caídos por la causa del Hombre alzan su puño desde las tumbas, y aquende y allende las tumbas y dentro y fuera del alma, asistido por el amor, sin tregua, el sacro Todo late inmortalmente vivo.


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LIBRO 1

CANCIONES DEL MUNDO NIÑO CANCION DE LA QUE REGALA EL MUNDO AL NIÑO

Ya despierta el dueño mío y dueño del sol también, y del rocío de las hierbas que en su sonrisa vuelvo a ver. Alegría del benteveo, porque es claro que bien te ve, y del zorzal, porque algún día te enseñará a silbar como él.. La rama agacha su columpio para el pensil del va y ven y quiere alzarte en su hombro el árbol, 'San Cristobalón montés. El blancor del día se hace ángel y llega en puntas de pie: viene a ofrecerte de juguete el mundo-coco, el mundo-nuez. —13--.


}Iasta la víbora del cerro (el amor da siempre bien, y cada uno lo que puede), te mandará su cascabel. Si fuera manen, con mis dientes te mecería mal o bien, y ciega, es que claro que un lucero me alumbraría de una vez. Que a todo riesgo escapes siempre como la mar a toda red, y que la lluvia y el relámpago se paren por verte crecer. Y aquí está el sueño de tres noches: que tú, enanito, fuiste quien quitó las botas al gigante y ya su fuerza tuya fué. Mas tu bondad era lo fuerte y más que el sol y que la miel. Las bendiciones te seguían como jamás a papa o rey.

CANCION DE LA LUZ Pues aquella que deja por rastro una aurora que lava las cimas, pues la misma que se entra en los pájaros trastornándolos de melodía, - 14 -


es la luz que una vez en los tiempos inventó la mirada y la risa, es la luz que te trae un juguete dicho siete colores, mi vida, y los tres almos, almos blancores de la leche, la sal y la harina, y los tres nomeolvides del cielo del ensueño y de la lejanía, (y el que arde con ruido de mar y con gozo y color de vendimia) y la miel que la abeja y el sol y la flor en compaía fabrican, y el aceite más rubio cine ella y que es tuétano en cuanto se cría, basta que ha de alumbrarte en el seso la linterna de las maravillas. Por ahora es tan sólo en tus ojOs la niñita desnuda que estira su sonrisa y sus nianos a todo el claror y misterio del día.

CANCION DEL AIRE El cielo que fluye y que canturrea en su propio cauce corno el manantial; el que se columpio en las mariposas de vuelos celestes de felicidad, el que pende, dulce, con llenez de fruta (los ahogados pierden, ay, su edén natal) - 15 -


el que balancea ya cunas, ya océanos, con ritmo igual; el que rema invicto al par con las alas de los colibríes y de los ehaj,s: se que bebemos y nos embriaga sin saberlo, el Aire, manantial total, en donde se abrevan el verbo y el vuelo, y el alma, la ardida, se viene a bañar. CANCION DEL AGUA DE OJOS ZARCOS Abiertas de par en par la tierra y el alma mía para ver pasar el mar. La de muy verde mirar, la tierra morena, y zarco el mar. E1 mar de ojos zarcos. Trueca en anzuelos las anclas, el mar pescador de barcos.

Pecho marinero tatuado de barcos o islas, pecho voltero y trompero! Sacude en estos momentos u blusa azul de grumete, de grumete de los vientos. - 16 -


Y de entre las olas rotas saca su blanco uniformo vuestro almirante, oh gaviotas. Ya se extravió mi singlar.. Más tuertos que los del bosque, ay, los senderos del mar! (Y lo que olvidó mi canto: con su sal y sus sollozos el mar calza en nuestro llanto.) El siempre a solas. Mas todos vienen a escuchar al tañedor de olas. CANCION DE LA MONTAÑA QUE BAILA a Danielito Gallo Escondiendo su joroba en su capucha de neblina la montaña va a ensayar una danza matutina. En dos patas de elefante la montaña va a bailar, palmoteando su cascada, agitando su pinar. (Por mirar de cerca, cerca, y harto de su vuelo azul, - 17


el cielo baja a posarse eñ las astas del huemul.) Mas ya se arrodilla y deja caer su nieve lustral para que el niño tenga un rato su paraíso de cristal. CANCION DEL GALOPE DEL GUANACO Ay, ]a espuelita del lucero hizo por fin sangrar al alba.. Nuestro relincho, lincho, incho, lanza el relincho de la salva. Toca su tambor el cerro. La tropa galopa. Eh; pajaritos de la cumbre, ya pasó el verano. Ya no hay oruga ni gusano ni grano, ni grano. El invierno ha llegado. El invierno alza muy orondo su cornamenta de venado. La nievecita baja y baja. Los cerros son un solo ampo. - 18 -


Se hace tan ancho nuestro pecho que ya nos cabe todo el campo. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, ¡el corazón pega un brinco! La tropa galopa. Sí, conocemos un zorrito, muy zorro, pero sin fortuna, que muchas veces almorzó sólo una tajada de luna. Y al caracol que se ha encargado una casita de medida y le ha salido tan estrecha que se la carga con su vida. Y al que se puso cien patitas para llamarse cidntopiés y salvar leguas cii un rato... como lo habrás visto o lo ves. ¿Cuántos adarmes crees tú que pesa el huevo del ñandú? La tropa galopa, galopa. Su poncho de humo bate el viento, los ¡ros el suyo de escarcha. El corazón del cerro bate dando compás a nuestra marcha. - 19 -


u tambor toca el torrente. La tropa Galopa. galopa. Pero niaiiana será un sueño, sueño no más, la bruma aleve, y su espada de hielo quebrará el ángel de la nieve. Y vendrá, alumbrando cardones, la primavera viva; su gran bandera de pájaros flameará en el aire, arriba. Y ci rey de los pájaros que abre con su pico el agua dci cielo en el arco iris dejarí la gaya estela de su vuelo. Madrugadas verdes de loros. Y el sol tostado en zondas ya con la miel fresca de la luna en los chañares estará. Toda esta cólera hecha piedra! Pero el torrente eii un descuido da con el tram.polin buscado para su salto y su alarido. La tropa galopa. Vamos en tu busca Florcita de tusca.


El viento sacudiendo nubes y cortaderas. Olor (le puma es lo que trae Se eriza el pasto en las laderas. De dónde vienen los ladridos amotinados por los cerros? El sol tembló en nuestros ijares mordido por los perros. Un tiro, ¡ay! de boleadoras bien inten t ó la zancadilla. Gambas, gambetas del guanaco... El cerro aupó la maravilla! Toca su tambor el viento. La tropa galopa, galopa, galopa. (En medio va la flor del inundo: los teques que imploran descansos con esos ojos que acaparan más cielo, más, que los remansos.) Por la picada de un relincho ¡ arriba! liuede cuesta abajo esa sustancia, en que trabaja el escarabajo. Toca su tambor la muerte. La tropa galopa., galopa. 21 -


CANCION DE CUNA DE LA TORCAZ A Silvita Gómez

Rama, tu vaivén, agua. tu murmullo, por mi pecho pasan rara hacerse arrullo. Porque el amor todo lo puede, amor mío. ¿No nace el lucero si muere el rocío? Cunita de espinas que el árbol me dió, cuniia de plumas que me saqué yo. Duérmete, ini niño, cuna y corazón El bosque se duerme con esta canción. (Me dejó la lluviz. el don ruás profundo: la nana primera que escuchara el mundo.) - 22 -


Yo voy hasta el agua tu ropa a lavar para que ella aprenda a reir y jugar. No oigas lo que dice pico carpintero; hachita de plata, mango de plumero. Desde su charquito chismea la rana; no oigas lo que dice la gran charlatana.

Porque duermas, niño, como quiero verte, te contaré cosas del mundo y la suerte. Anoche la luna perdió un alfiler; se lo encontró el tuco; lo volvió a perder. Desnudita el alba ya quiso llorar. —Niña, no me llores, toma mi collar. - 23 -


Arroyos y espejos que nadie veía labraban los pájaros con cristal del día. Aún a lo lejos se oye una matraca. ¿Quién, sino la urraca? Traca, traca, traca. Duérmete, mi niño. Si te duermes fuerte te contaré casos del mundo y la suerte. Sé de la orugiiita, la gran hilandera, que hiló de sus tripas para su pollera. Sé de la perdiz que no encontró cintas y la muy coqueta se pintó mil pintas. Sé del gato malo que no encontró azotes. y un día perdió colita y bigotes. - 24 -



trajo el pulpo domador desde los fondos del mar. (Mudaba él de látigos a cada ademán). Y un pez todo de perfil y de esgrima tan fatal que en su espada se mellaban las mil espadas del mar. ¿Qué cobraban para ver a la gordita del mar, el talle de la ballena con corsé al natural? (Yo soñaba en las sirenas sin ver casi lo demás). Y vaya si hacían cosas de mirar y de pasmar, con su galope sin eco los caballitos del mar, con sus relinchos que nadie, radie, nadie oyó jamás... ¡para eso los caracoles tocan la murga del mar! Y estrellas equilibristas de carne y palpar bailaban en las maromas de las corrientes —1iray - 26


uro uro,

uro lav! entre un aplaudir de colas y de aletas a rabiar. Llueven flores en la pista a y a y actinia y coral. ¡Bocazas las de mis peces abiertas (le par cii parl. Por soñar en las sirenas yo ya no vi nada más.

—Siga, usted, señor cuentero. Siga ;Y qUá más ,¡ Y qilá más? -. . . Un barco con sus ahogados ¡y una sirena real que lo usaba corno caja de sorpresas, ay! CANCION DE LOS ANGELES DE LA TIERRA

a Noemí Vergara Llenas de magia estaban ese tiempo las cosas aunque tal vez no mucho más que hoy. Y yo sí que 1 inI ría más de un poder ocmll o. Yo era un niño latiendo en el pecho del campo, y el mundo era una inacabable aurora pasando y repasando lista ¿lo sentís? a 'lispájaros. entre alborotos de onomatopeyas y alas - 27


(cerraba su ventana azul la última estrella y alzaba el primer álamo su surtidor de verde, en tanto el viento en desnudez e1ática estaba ya iniciando su gimnasia de cielo), porque yo era el amigo personal de los pájaros todos de la tierra, hasta de los que aún no conocía, mas cuya vida adivinaba cii sueños. Todos venían de algún modo a hacer nido en mi pecho arborescente. Yo que creía apenas en los ángeles fuí creyendo en los pájaros, y en su arte transparente de vivir de pura libertad y nada más. Ciñendo y desciñendo sus guirnaldas de vuelos a los árboles cabizbundos, o urdiendo secretos de un árbol a otro, trabajaban puliendo en sus giros las formas de sus cuerpos de ángeles y por las formas de sus cantos modelaban sus vuelos. El corazón del aire latía en sus gargantas. Andamios de cristal levantaba su gozo para la construcción de la mañana. Gotas de celestiales arroyuelos —los de sus melodías— era el rocío de las albas. (¡Alto, alto y velocísimo mi corazón de pájaro!) 28 -


Yo me sospecho que los pájaros inventaron el cielo desplegándolo a fuerza de revuelos y trinos (liii día vi el azul de lo alto reemplazado por el azul de un medio millón de golondrinas). Lo indudable es que hacían bajar el reino de los cielos sobre árboles y hierbas y demás criaturas y casi hasta el opaco latido de los hombres. Yo que creía apenas en los ángeles, cada vez más creí en los pájaros. El zorzal, de plumaje anochecido y de pico de aurora, agujereaba la fronda con su silbido azul. El benteveo era el corazón mismo del día y tenía por eso todo el color del sol en el pecho y el cinto. Los días lloviznosos los tordos discutían temas de música, en su árbol, con las puertas y ventanas abiertas, sin tregua, hasta la noche, para burlar el hambre. Y en los días de zonda me temí ¡cuántas veces! que el ascua del churrinche incendiara el pajal. Una mañana conocí a ese duende genial dicho calandria que se estaba labrando, a simultáneos golpes de júbilo y de música, un alba de inocencia y de felicidad - 29 -


para el belén del niño-Dios de la poesía. Yo q'ue creía apenas, o no creía ya. en loss ángeles, creí en los pájaros del todo. O que ese pájaro invisible el ángel, no vuela más allá del mundo, sino sólo en la tierra. Vuela más alto que los pájaros, eso es todo. Vuela Con un escalofrío desde el corazón de lo creado al corazón casi ya en pie del hombre.

CANCION DEL AGUA QUE PASA A NUESTRA ORILLA Sus eha pine de cristal deja el agua nula; lentejuelas y entredoses trae su enagüilla. Viene vestida y desnuda, viene desnuda y vestida: vestida con espejuelos y desnuda entre sonrisas, encantada y encantando la pura soledad viva. Al costado o por encima de los siglos apilados de la piedra, se desliza - 30 -


con su carrera de instantes ebria de eurvas y albricias, que ya el secreto captó con mirada cristalina de la esfinge que devora tumbas y tumbas: la vida. Ebria de sí misma entre el misterio de la umbría. y el misterio de lumbre del mediodía. Agua modosa y garbosa, eriatuia y señorita, morena llena de luna y llena de brujería, entre hierbabuena y menta, entre mnta y manzanilla y las frescas emociones vegetales que trasmina. Peina sus largos cabellos los despeina entre cosquillas; en los cabellos esconde sus imanes de avería. Agüita redonda, onda, serpentina, tina, ma, con su larga, larga cola ¡ oh! de novia rica, por su larga alfombra de musgos y mica, con ojos de nomeolvides i de lo lejano mira. - 31 -


Tonadas de lavandera abajo y arriba; cinturita de guitarra, caderas de guitarrica, y Un corazón de guitarra que se triza, que se triza: el agua , el agüita, el agua se viene la muy jarifa, con castañuelas de rana se cruza la bailarina, con más risa que la burla, con más temblor que la brisa, riendo de los herbarios igual que de los estanques y su modorra sin prisa, mostrando espaldas o muslos no más que por fantasía y redondeando en sus brazos abrazos de maravilla. (La fiebre de los pantanos la cura con susaliva). Por atender lo que dice no suenan las campanillas. ¿No sienten ustedes la lengüetería! Robó su fruta a los pájaros y les tira las semillas. Escondiendo en una caña su larga camisa - 32


viene a bañarse a la siesta misia víbora. (A bafíarse entre las sombras, a juguetear con la amiga, por un callejón del cerro viene la luna a escondidas). Tan sin pestañear siquiera, agilito que sueña y mira en el descanso redondo de la cascabel dormida. ¡ Cuidado, cuidado con la siempre siempreviva que esconde bajo sus sueños su alma marina! CANCION DEL EDN CASERO

a bergio Divruno Liro—liro-1 ir o—_la. Liro—liro—I iro—j iro Vamos al huerto, mamá. El aire roba al pasar su perfume a los melones para ir a venderlo al mar. En el Brasil el sol más rechoncho brinca en cascadas de naranjas y ananás, - 33


Corpiño el de la lechuga, —digo, sus siete corpiños— fué el que birló la tortuga. La manzana a las chiquillas, a las chiquillas ojerosas, las burla con sus mejillas, mientras su miel cuece el higo para que el sol hecho avispa venga pegarse en su ombligo. Con dos gotas, el limón, quiere evitar que se pudra tanta dulzura en prisión. CANCION DEI NAVEGANTE

a H. Raurich Con tres barcos, con tres barcos, llenos de carne del mal exhumada de las cárceles salió el hombre a navegar. Los tres barquitos de España, trebolito de la mar. Hora a hora y ola a ola, navega que te navega, ya ea paralela de azules, ya debajo y sobre estrellas. - 34 -


Pero el mar no muestra nada aguas y aguas, nomás, ¡Riberas de agua, de agua y malecones de niebla! ¡Y un viento pastor de olas que jamás echó pié a tierra! De tanto andar sobre peces los hombres vienen callados. De tanto ver sólo peces tienen ya ojos de pescado! Y ya el misterio del mar echa tiniebla en las ansias. Y el horror de un mar sin Dios va encallando en las gargantas. La sal amarga del mar en su saliva y sus almas. ¡Las roncas olas del mar ya amotinadas contagian!

Uy, mis barquitos de España ¡ Uy, trebolito delmar! Como ibis que pescó al fin con su pico un pececillo muestra el horizonte rosa una isla en su largo pico. - 35 -


Olvidos de terciopelo de lejos el bosque ofrece: bosque echado entre el millón de sus tentáculos verdes. Papagayos, y hombres rojos teñidos de amanecer. ¡hombres recién amasados con la greda del edén ¡Tierra! ¡tierra! ¡tierra! ¡tierra! Embriagados de ananás son, isla y bosque, una hamaca y la mar igual, igual. ¡ Hamaoándose entre sueños está nil trébol del mar! Cada caña del bambual se hace instrumento de viento para cantar la alegría más sin playa de 'os tiempos. Y el corazón de Colón ya no sabe, te lo digo, qué hacer con tamaña dicha como el tucán con su pico. Trébol del riesgo y la gloria, ¡mi trebolito del mar! - 36 -


Llegan los tres barcos magoe a la nueva navidad, que un mundo recién nacido entre pañales está. CANCION DEL VERDE AMOR Biriribí. Biriribí. Nada, nada, nada, nada. Pasan pedazos de invierno sobre el agua enamorada. Sangre del amanecer ardiendo todito el día en los ceibos es de ver. Biribiribí. Sí, Sí. ¿Qué el verde del bosque aumenta ese verde (le tus ojos? Nos bailamos en 1a monta. En lo que más alto sube el árbol se hace mas joven. Tiro mi liana a la nube. Y mi gran risa convierte el hilo de agua en cascada y escandaliza a mi suerte. - 37


(Un bosque donde cualquiera se hacía rey de su suerte, una vez era que se era). Tina inocencia es la vida corno este aire que bebernos. Oil, lengua, amapola ardida. Pinienta y ají. Sí, síi... Y ardidos y Con qué risa ya buscan, ciegos, los péjaro, el manantial de tu risa. Y ya le han visto y ya empieza la fiesta por pieotarte el corazón de cereza. ¡Oh, pí, pi, pí, pí! Ay de mi, ay de mí. Nada, nada, nada, nada. Pasan pedazos de invierno sobre el agua enamorada. C.NCION DE L 02 NIDOS DEL MUNDO El llanto (le hombres y de nifios aun sigue corriendo hasta el mar, - 38 -


pero ya el mar está cansado de sudar sal y llorar sal y chupar sangre como cínife por truhanadas de vecindad. ¿Del norte o el sur vienen los ríos? De las dulces fuentes, no más. ¿Las nubes son de China o Chile? No, unen el cielo a tierra y mar. Mientras cada ola del mar besa todos los puertos por igual nidos y hombres viven en cuevas y van con ellas donde van, que el miedo aun tiene sobre ellos su monarquía (le verdad. Pero el mar quiere gente limpia, sin cueva o miedo, y algo más: de su corazón quiere hacer un pez de haz y profundidad que burle redes v fronteras y halle su patria en todo el mar desde el Mar Negro al del Coral, desde el de azur al verdemar, y en cada río un dulce brazo de una sola tierra, no más. y con su ardor funda los témpanos (carceleros de hombre o de mar) para que todos se unan y aleen la alba canción de humanidad - 39 -


(ya el arco-iris tiende ci puente de pecho a pecho y mar a mar) que todos los niños del mimdo, tomados de la mano ya, van a cantar en torno al mundo mientras sonríen cielo y mar. CANOION DE LOS NIÑOS CON HAMBRE a González Pacheco

Que iguoréis lo demás, no importa: hay nidos con hambre, sabedlo. Para que ocurra, sabedlo, que el sanhedrín de mercaderes que regentea el mundo entero, y los que guardan sus espaldag, esté contento, estén contentos. (por la hidrografía, ay, de] llanto ajeno, navega la flota de los monederos) el mundo, e1 mundo se contempla, ved, de sí mismo prisionero, de su propia dureza, digo, igual que un río de sus hielos. Y tiene que haber y hayle, es Cierto, ríos de hormigas, cordilleras —40-


de falsía y desprecio (palomas empollando huevos de víbora estoy viendo) y tan profunda erudición de desencanto y sufrimiento, y tantos rincones del alma con telaraiías y murciélagos,

y johes vestidos de lepra sin más baculo que el lamento, y golpes de tos o de sangre en que alienta todo el infierno como en ola de tempestad todo el océano. ¿Infierno? No,

que no hay infierno: ha y corazones congelados. Eso es todo sabecilo Gentes que hablan con palabras más encendidas que los besos justamente cuando se miran con ojos de témpano. Oh, todo eso, en tanto discuten el inundo diplomáticos y barberos, y las ganancias de los rábulas como tumores van creciendo, y doquier hay niños con hambre, o muertos de hambre ya, ereedio, y hay que los ángeles del hombre 41 -


¡ (los tiene el hombre aún, no miento) tapan sus rjos con sus alas para n çer, para no verlos. ¡Para qué el mundo, entonces ¿Para qué los parlamentos o las campanas o los héroes o el verso Sólo que yo traigo un secreto: un día van a jubilarse, al fin, los monederos, y ese día comerán todos, aun los hijos de los hambrientos, de los que viven por sus manos, y sólo por ello, por ello, nada más, el mundo renacerá, es ciert' temblando en la luz, cual palito reeén egresado del huevo, y aleteara, aplaudiendo, el ángel que el hombre lleva aun adentro-

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LIBRO II

EL CORAZON EN LA GUITARRA LA GUITARRA Forma de puñal y puñalada, y entre puñal y mujer, ay, forma sacramentada. Pues, con su pecho de cobre y su corazón de plata mi morena de avería, guitarra. Más enjuta que tambores y cigarras: cuerpo enjugado de espiga, flanco abierto de granada, y en tu lisura las dos caras de la taba. La cintura, imán de abrazos, y esas caderas lunadas, como lunas de los médanos que alumbran sólo agua amarga. - 45 -


Palidez de dos colores en el olivar; toda, todita mi sangre en el ceibal. Entre sueños y claveles, entre aioranza y albahaca, el corazón se nos huye como jabón por el agua. Duerme en sillita de juncos, duerme en sillita de plata, digo, en Lamaca de olas, duerme mi amor sobre el agua. Un caminito de hormigas se me sube por la espalda; un arroyuelo de azahares por los senos se te baja. Ya el jazmín lleno de susto y la rosa avergonzada. De lo que pasa en la calle a nadie le imorta nada. Que callen las campanillas, que se callen las campanas. Más vale limones nuevos que dulzuras ya gastadas. Nada se le importa a nadie de rezos ni de medallas. - 46 -


¿No se llenan de claror los cuerpos corno una brasa? El que inventó los puñales viene a curiosear la zamba, que el diablo viene en su mula esearchadita de plata; y el del hombre y la mujer pacto de sangre se llama. Su ramillete de filos te regala la espadafía, y yo quiero preguntarte, guitarra, del calabozo redondo que en tu pecho tiene entrada. Palidez de dos colores en el olivar; toda, todita mi sangre en el ceibal. Afuera las cortaderas sus lanzas de indio empenachan: la luna cautiva está sentadita en media plaza: la luna de pena en pena, ojeroa y desvelada. ¿Quién compra lo que me sobrar Vendo mi pena morada. - 47 -


Tu madera, guitarra, de párpados aleteantes y corazones en marcha. (O no es madera y es cuero de Un lagar de trasnochada donde se pisan cantando las nenas arracimadas). A la medianoche bruja está dando tu ventana sólo por decir lo digo, que es un alba cargada de pájaros tu garganta. Pero este ya es cuento viejo. Canta, cantarnos, guitarra. (Galopando sobre nieves, o sobre arenas horneadas, un viento duro de boca viene a sacudir tu rama). Que la copla, que la copla nos salve en la encrucijada donde la suerte es más hembra. Canta, cantamos, guitarra. Enlútame con tus trenzas de largo adiós la. garganta. Temblor de risa y collares, temblor de espuelas y faldas, temblor de nervios y huesos y de muertes pregustadas. - 48 -


Palidez de dos colores en el olivar; toda, todita mi saalgTe eu el ceibal. Guitarra, mi corazón yo puse sobre la almohada para conocer tus celos, celos de una enamorada. Desde su aljibe de sombra va subiendo una agua amarga, de las trenzadas raíces del oh 1 , del ay y las lágrimas. Y tu amor muerto de sed no tiene una sed de agua. Guitarra, debajito de tu puente Pasan a,g uai despeñadas. Un río que va soltando todo el rollo de sus aguas, talvez con voces que imploran, talvez con voces que emplazan. Debajito de tu puente ya no es agua lo que pisa con esos ecos tan roncos entre vislumbres calladas —risas de filo y de punta con choque y brillo de dagas-.-y con esos borbollones - 49 -


de guitarra degollada... Eh! ¿ Con la luz del cuchillo un portillo no hay quien abra para ver lo que hay detrás de la muerte, tan delgada? La sangre, la sangre quiere alcanzar la luz del alba. Debajito de tu puente ya ni agua ni sangre rasan; debajito de tu puente ya sabemos lo que pasa: se está depefianclo ahora la creciente de las lágrimas. SACRAMENTO DE LA ZAMBA El bramido del venado chamusca las cortaderas y la luna esconde sus caderas. Con el cangilón de cuero ¡ qué alborozo! vamos a sacar la luna que se ha caído en el pozo. Maravilla, villa, ifla, hinquen todos la rodilla.


Soplando el viento, soplando, ¡ caramba sobre el jagüel de la copla y el molino de la zamba. En el mapa de mi cuerpo faltaba el río mayor: el que corre de tu herida, señor don amor. Bórdame la almohada con hilito de tu pelo; con hilito de tu sangre bórdame el pañuelo: haré nna nube velera que nos lleve al cielo. Una espina en el talón y dos en el corazón. Las estrellas, estrellitas, vivitas y coleando. Sólo tu latido ha muerto y nadie sabe hasta cuándo. (Qué pueden, luna, en mi sangre, tus azucenas heladas, si el sol zambulle redondo en mis venas desatadas). —51 -


Como una ola eres, como ola y ola, como todo el mar, tú solita, sola. Al rastro te seguiré, colita de yacaré. El beso trae en la noche su rociada estrella ardida; el beso sopla en la sangre su ardor de menta y herida. La luna desocupada, las acequias en trabajo ¡y un corazón galopando cuesta arriba y cuesta abajo! Noche de siete lunas y un solo desvelo: me mojé todo en tus quejas, me quemé todo en tus celos. Para querer, mi tierra; ella, para llorar... ¡Ay tierra, ay sangre mía de copla y azahar! A pesar de tantas patas el ciempiés camina a gatas.

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Te sangré COfl mis espinas, pero me cayó en los ojos ese pufiadito de alelíes rojos. (Morena llena de luna, morena de sol y arena, guitarra, la que encariña con la 'muerte o con la pena). Tu sangre es bravía, bravía la mía... ¡juntemos nuestros amores como dos cardos sus flores! Belén de lejos, Belén de aquí; sí, no; 110, sí. CANCION DE ANIGER Que se me llena la sangre de rumor de bosque y alas. Que mi pecho ya es pradera tundida de galopes. Pausa. Quemadura de tu espera y temor de tu llegada... Digo mi temblor que estira los cien brazos de la llama. - 53 -


Ya las huellas de tus pies miro en la arena mojada como se mira los nidos en las ramas. Vienes, oh Aníger, para que beba el agua pastoril entre tus manos mi sed de ascua, o que mis brazos te empinen en el vuelco de las jarras. Tu nombre ha brotado con las corolas del alba, y de tan claro lo adivinan los pájaros y las ranas. Por tí se llena todo de profecías claras, oh, hiladora de vuelos, bordadora de ramas. Y yo que me sé bajo capa la biografía de rumores de la selva cabizbaja y todas las anécdotas de los pájaros y las aguas. (Qué importa que en su sed delire la travesía ensimismada y el monte alce el lomo hirsuto de cardones en guardia.) —54--


Sé que la fuga del arroyo comenzó en tu risa rápida, y el vuelo de las palomas en tu suavidad azorada. Y que para subirte al cielo se abajan mis raíces hasta el fondo de tu tierra y tu agua, y que las frutas que vendrán, de la más dulce a la más ácida, las vendimio, rojo, en tus besos, anticipadas. (Zumban el sol y las abejas en mi garganta.) Quince primaveras llegan con tus senos de vanguardia. Llegas, y el río de mi sangre brava, como un junco de sus orillas, hace tiritar mi alma. La soñadora gracia de tus curvas con demorada prisa se alza. (Tus curvas y tu voz esconden una profunda guitarra.) Mi sed, cada vez mas ácida, quiere tu sudor, tu sangre - 55


y pregusta ya tus lágrimas. Bebo de un trago tu rubor, el vino más escarlata. Guardo el rumor, en mis venas, de tu enagua enanorada. Guardo el azul, oh inspirada, de tus ojeras y tus venas para teflir mis sueflos...Basta. (Para hacerme una aureola guardo todas tus miradas.) Sabes que el amor va a entrar en tu inocencia azorada para alumbrar esa fuente que ciega entre clientes canta. Y que cada dos minutos te amarro mejor las alas. Qué otra tierra que tu cuerpo (le vivo mapa, ni otro cielo que el de ángeles en arrullo de tu mirada. Y tu corazón de piíía, tus suspiros de albahaca. tu madreselva d mimos. Tu cintura derrotada roída sobre la hierba con ruido y rumor de llama. Y el beso de dos sangres - 56 -



Como no tiene bajo de seda, ay! sin vestirse se queda. Como tiene sólo un espejo de otro no toma consejo. Y bien que luce su palma: su espejo es toda su alma. Sin agua quizás, sin vino jamás.

LA MOZA DE MAZAPAN —¡Quién se comiera una moza que fuera de mazapán! —Yo nie comí una... —El manjar manjar. —Como era tan ehiquitita no me acuerdo más. —Oooh! —Ah ah ah... Se lavaba, qué carita!, on agua y agua de azahar; tres horas entre gorjeos ante el espejo, nomás, Peinándose con el peine de las sirenas del mar, ella que en un caracol supo esconderse, quizá. 58 -


Para su sueño, camita de sábanas de arrayán, (ay, sueños donde no había ni una aguja ni un hilván. sólo un clavel de herejía en el libro de rezar.) Ya por un tris se 'ponía con un ojito a florar. ¿Quién no me aborrece a ini? De tres, cuatro me hacen mal. Me he de morir.., ya me muero ay, ay, ay, ay, ay! Usted me mata, me mata. Suerte que al infierno irá! (Lloraba sólo las lágrimas que calzan en un dedal.) Mas por otro tris reía y se ponía a triscar, mi viborita de azogue. O estaba bailando ya entre dos dedos la punta puntita del delantal. Ojos de almizcle y merengue bajo el limonar, pieeitos de almendras, 'posturitas de panal. ¡Baila en el suelo, en el aire y en la uña de mi pulgar! (Mis cristianos se soñaban ya con ella en el altar, - 59 -


no soñando ni entre sueños que era un amor mulsumán.) Antes que la lleve el zorro yo me la comí: ñag, iiag... (Como era tan chiquitita no me acuerdo más.) LA PAMPA CONTRA LOS GENDARMES aL. E. Soto Más que el mar es una huella en marcha esta tierra moviéndose oleada tras oleada. Un entero campo afuera y cielo adentro, la pampa. (Sólo que a temporadas los cardos montan guardia para que allí se mellen hasta las lanzas emplumadas.) Tierra huyente y lisa como anca depotranca: tierra que da lazo y lazo a sus anchas... Nadie contó sus rollos ni midió su armada. - 60 -


(El silencio de tal modo se cava que el pajonal ya cuchichea a la orilla del alma.) A veces a lo mataco en s铆 misma se envaina. Y entonces ya no le entra ni la punta de la daga, y el coraz贸n se achica como achura en las brasas. Llanura sin costuras y que es un telar de trampas. Las brillazones que inventan aguadas o la traici贸n a la sed del agua salada; la vizcachera que bolea el caballo a mansalva o el guadal que lo engulle como boa hambreada. El m茅dano enroscado en mudez de emboscada, donde todos los caminos naufragan. El peligro va adobando cuero y alma. La seca aciaga, - 61 -


cuando el polvo se hace cielo y no hay un trago de agua en mil leguas de sed ni para la calandria. O el incendio, malón escarlata, que trae del infierno las banderolas de sus lanzas. O el reventón meteorológico de la bagualada; nubarrón de cerda y polvo, trueno de bufidos y patas. Hasta el perro, último tránisfuga, forma en las filas del desierto con tirria araucana. Si no fuera la gracia del firmamento de pastos y el tendido vuelo en cuatro alas. Y esta que se levanta, "la alegría del desierto": el ñandú, con la arcaica y fresca erudición de sus cuerpeadas. (Desde el lomo de las tormentas el chajá canta 62-


forzando a leguas de júbilo, hacia lo alto a la llanura cabizbaja.) Ya la sombra de cada ombú es un zaguán de la pampa. ¡Sólo que esta es tierra que se ensancha hasta donde el cielo quiera! La marcha humana es una triste dejadez, pero el galope pampa, rebotando en los teros del alba, se abre en ángel rebelde desde la melena a la entraña: cualquiera sujeción atrás, pisoteada! El galope sin mella sobre la tierra hecha mapa y sobre el oleaje de lomos de la tropilla zaina o pangaré o tobiana. (En los ijares del viento, para abreviar la jornada, el gemido de la espuela con sangre y sudor se lava.)

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No es caballo de perfil sino de profundidad sin trampa este que con el viento de trama, desde el pelo al caracú, lo tejió de nuevo la pampa. Si el huraco le roba una, sigue en tres patas; si lo bolean, se empresta los saltos de la gama. Desde el vértice del galope vuelve cara (¡boca de seda!) como pez en la torreutada, y el toro más tape rueda si él 'e sale de cruzada: apaz de dar chico a grande al viento, en tres cerradas, el bebedor de leguas y cielos de la pampa! Aquí el hombre es hijo del viento en la giganta. .Sus supersticiones, grandotas o enanas, se evaporan como el i ,reno al fin de la madrugada. Cree en Dios como en un patrón que nunca visita la estancia. Gimnasia del vivir entero 64 -


el de esta vida baguala, ha hecho del gaucho un hombre de ciencia sin vaina con respuLsta a las preguntas más inesperadas. Lee relinchos y rumbos, ,sonsaca estrellas y pisadas, y en adivinar al viento gana a la hierba más delgada. Pegado el oído a tierra ataja los galopes invisibles y el latir de las distancias. Parece mirar apenas y todo dentra en su mirada, y su ironía lila más lino que las arañas. En cualquier fajina, qué aguante horizontal de estaca pampa, y qué calmosa sencillez en Ésus más intensas hazañas. Usa el comedimiento de la altivez nunca agachada y la hospitalidad cuantiosa de los reyes de fábula. Su diálogo constante con la distancia lo obligó a erguir el talle y el alma, - 65 -


esa alma de gran resuello: Ja misma de la pampa. (Como ella, su hombre no cree en las vallas.) a pampa hace del gaucho una isla solitaria entre olas de pasto y de bagualadas. El cree en el campo donde "no hay má gicas ni luces mala&'. Mas ve que el hombre salva al hombre y sólo él lo salva, y que la soledad, dulce al comienzo, puede tragarlo o lo traga. ZZ

El gaucho está cantando. En el jagüel de la guitarra averigua su corazón y el de las leguas en reculada. El gaucho está cantando. ¿No prefiere sin tardanza la poesía al vino y la música al pan, oh pampa? Ladtándose sobre el caracol de la guitarra, escuchando el oleaje de pastos y piaras. Los chajaes callan

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y el desierto se hace cóncavo n la escucha apasionada. La guitarra payadora, --más que señuelo, estrella o aguada, para rodeo a la ialvajez de la inabarcable abra. Ella la que averigua ese más allá de magia que esconde la vulgaridad cotidiana. Y que el hombre es premio del hombre, y en tierra y cielo nada iguala ese contagio endiosador de la emoción hermana. Tierra infinitamente acostada para que alguien alce mejor su arrojada estatua. Tierra ajena. (El amo en la ciudad lejana.) En u soledad limpia, en su pobreza liviana, su lujo no tiene d suelo ni el espacio que abarca el cuero estaqueado de la vaca, ni como el hornero, un puñado de barro para alzar su casa. Acepta, escupiendo, su sino 67 -


de azar y de vagancia y el batirse en r tirada o el vender caro su euero Eso es todo. Oh, nada (Tierra aje)ia, pero, siempre lleva el galope bajo el ala y en la punta dl lazo puede enhebrarse cualquier vaca.) El no va nunca a la ciudad odiada del patr贸n y el polizonte y la ley mancornada. El patr贸n y sus dos laderos sin falla: el comisario con su jeta de escupir mando y truhanada y el juez de conciencia pulida por las manoseadas y los vuelcos como lomo de taba. En la patria de los otros no entra para nada. (Qu茅 pobre supo jam谩s algo de patria!) Patio cascro del mundo, siente su pampa, pero la libertad es sola su solitaria patria. 68 -


Sólo por ella el hacer pata ancha al hambre y a las filosas heladas y al desirto sin diálogos. a medianoche o a] alba, y hasta la aparcería colmilluda de la indiada. La libertad sola su solitaria patria gaucha, cuando le dieron a elegir entre la muerte y la jaula. (Ya serán arrestados también el ombú y la aguada y e] viento: la pampa contenida con alambres, trenzada para jaula). Por ella maneja sin falla su llanura como una arma blanca cuyo mango es el caballo que cabalga. Yo estoy a su lado y doy fe jurada: su fierro tiene más honra que las espadas, su filo no menos luz que el alba, - Gg -


(ahí él moviéndose n dos J)1('S de danza y el chisme de tres cuartas más numeroso y brillante que siete (le espadas, hasta el envío final como lista de p oncho pampa) cuando él, solito detrás de su cuchillo. carga contra todos los gendarmes del mundo, oh pampa.

MO1ENA Angel de la Guarda., dame compañía. Si me dejas itan 5OijtO, de ella quién me libraría. La luna se está poniendo amoratada de frío. Yo me voy ahogando, ahogndo. y en tus ojos ha y un río. El río oscuro, oscurito de tus ojos que retrata siete mojarritas de oro que de noche son de plata. - 70 -


Tus trenzas y tus secretos los desató ése de que hablo. (Y yo al pan le digo pan y al diablo le digo diablo). Llena de esp inas mi sangre. Tu sangre llena de hormigas. Tapas tus pechos con rosas y tu vientre con espigas. Entre tu gato y tu espejo tu mirar de mirasol. Entre tu espejo y tu gato tus olvidos de charol. Uno te cantó. sediento: Esa risita (le íisted corno un a gfiita salobre sólo traiciona la sed. La torcaza se ha emboscado en Cl corazón de enero, pulsando con pasión india su caja de cuero. Salen el agua y la víbora, salen a verte pasar. Las dos inocentes quieren aprender a caminar. - 71 -


Llevas un collar de guindas, y de tu cuerpo, morena, he visto salir la luna, luna chica y luna llena. Cuando te bañas, morena, vuelves tibia y tibia el agua, y a sus espumas les dejas el ruidito de tu enagua. Si te pones a bailar aleluya para rato! Hasta los viejos más reumas quieren atarte el zapato. ¡ Ay, que no vengan los celos, así sean sólo antojos... Ya me duelen los cabellos y se me enronchan los ojos. Ya ves, me quedo sin aire y sin cruz ni luz, ¿no es cierto! No ves que aun estoy en 'pie y ya muerto! Ya el corazón se me ahoga de cosas y cosas malas. Angel guardián, angelito, tiéndeme una de tus alas. - 72 -


Lo que tenía que ser... Ya caminan a ini lado tres gendarmes amarillos y el comisario morado. No siente aullar los perros? Entre desconsuelo y menta la acequia se va llorando. Amiguito, sienta, sienta. Aiigel de la Guarda, dame compañía, Si me dejas solo ¡ quién me salvaría!

CANCION DE MUCHOS QUERERES Si mi compasión la llama, el alba, dura de fría, vendrá a meterse en mi cama. Porque yo mando cii sus sueños, sueños de sauce llorón está el flamenco soñando sobre su pata de non. Si le hago señas al viento, aflautando bien las úes, 73 -


sentiríin viento en el anca las nubes y los ñandúes. (El alma sus penas llora con seco llanto de espuelas,. Al¡ cOra7611. si yo quiero, b,-¡.jara al fondo del río sólo a jugar con los peces, con la luna y con el frío. Los nuclfllos de la lluvia venrlón a golpearme el techo intentando despertar las canciones de mi pecho. (El alma sus penas llora con seco llanto de espue!as). Si lo quiere mi canción la acompañarán las cañas, y van a bailar corno osos esas xnontiñas hurañas. El sol no eiaeenddo aún, si yo lo quiero, se va a noiler a humear en mi pecho madruguero. (El alma sus pertis llora con seco llanto de espuelas). - 74 -


Diez jilgueros o1arán

de mi sombrero para cantar en tus hombros, si yo lo quiero. Y si no quiero morirme es sólo por eso, oh, ob. ¡Porque ni diablos ni ángeles te han de querer como yo Vidita, mas si lo quieres, también lo quiero puedo dejar de quererte para morirme ligero. (Su clavel ardido trajo el amor y su puñal frío). CANCION DEI, CABALLO Ripio de riendas y estribos y de puntas de rodaja con su temblor y gemido. ¡ Hep! A nosotros I]OS basta con e' grito: desnudo sobre tu lomo, sobre el rojo ro y el viento más rojo de tu ímpetu. - 75 -


(El olor de la tormenta viene en tu melena en ohiGo). Cuando pasas caen grilletes y anillos. Cuando galopas se porten en marcha montes y ríos. No bien galopas la tierra ya te manda sus laticlo y en tus crines se sacuden Y 11 los árboles dormidos. ¡Envión de todas las alas

en tu brío! Tu paso es el mejor verso, tal vez, inspirado amigo. En el tope de tus crines este pensamiento mío tiene ese color del sol que sueñan pumas y trigos. Cuántas veces no ha brincado tu latido en mi latido. Con el relámpago tuyo no sé odiar todo lo tibio! ¿No aborreces las alfombras con el odio mío? La nube, el trueno y la chispa están en tu galope indio, - 76 -


mascador de viento y fuego. Agradecido de tu rapto que me obsequia un pedazo de infinito, de tu lomo en que respiro un aire más saludable (sé muy bien lo que aquí digo) que ci del pillar y el del mar: el del peligro. Qué de noches traje en tu anca la luna por los caminos. (Y a ella, mi luna, también, la dueña de mis gemidos). Qué de albas pulsé en tu cuello el pulsar del mundo vivo. Tengo tus crines y bebes en el remanso dormido y el misterio se despierta y entra en tus ojos, bienquisto. Bebes la noche olfateando sus secretos.. . lic improviso ondas y sombras y bólidos devuelves en tu relincho. Sólo un lucero te queda sobre el pecho haciendo guiños. En el fondo de tus ojos ¿qué corneta que yo he visto 77 -


de crin y cola alazanas huye a galope perdido? Hasta el fin del mundo vamos. Del fondo del mar venirnos. En el remanso del alba sí, bebes a tu albedrío. Piafas y el mundo es tambor ubicuo. Relinchas y te sonríe la inocencia del rocío, mientras que lo verde se vuelve verdísimo y se libertan de golpe los pájaros entumidos. Para mi muerte no espero más duelo que tu relincho.

EL ZAPATEO DEL DIABLO Jarrito de plata, agüita barata. Ay, carnes de hierbabuena, ay, corazones de malva: aprovechen de la suerte que a la ocasión pintan calva. Ya por la rendija. doña Lagartija. - 78 -


Ya por el cerrojo don Dablito cojo. Yo ya me cansé, señores, de sentarme en silla coja y montar yegua preñada. Probaré la cuerda floja. Con mosto que se derrama hagan todos lo que yo hago. Vinillo es la mocedad... Beberla traguito a trago! Culito de caña a mi no me engaña. No me diga usted, patrón, que no traigo algo de nuevo: parió una mula soltera y una monja puso un huevo. Y este polvito a los pobres contra la suerte nativa: aguardar siempre a los ricos como el gato panza arriba. Yo nunca anduve en la guerra, pero vi sin asustarme más de un ratón despensero y más de un zorro gendarme. - 79 -


Ciencia que me hallé a escondidas de los curas y el gobierno a donde aun no acaba el mundo y ya comienza el infierno. Ayer me encontré una vieja de coronita de azahares gineteando con espuelas un chivo de siete audare. En honor de una que sé voy a vaciar mi botella: la que durmió con un turco y se recordó doncella.

Ah, pleito que hubieron de puro cariño la cabra barbona y el chivo lampiño. Millares de almitas tiernas, solas, en mangas o en yuntas, si g uen los rastros que deja un piecito de dos puntas. Y, peor, hacerme cruces, que me río a la bartola: esos a quienes doy bascas vienen a besar mi. . cola. Aire, fuego, tierra, todo e mete en la sangre y canta. - 80


Los pájaros y los ríos ya nos prescan su garganta. Del consejo de la noche están las entrañas llenas, y la siesta y su murniullo se cuelan en nuestras -venas. Ahijuna, vidita, ahijuna, cuesta abajo y cuesta arriba. Para secanse en un nicho mejor desangrarse viva. Digo de un cuerpito blando, más blando que las almohadas; digo de un corazoncito más duro que las heladas. Y de un corpiño que esconde lo que entre g uiños proclarna una tetita de nieve y una tetita de llama. La ovejita, he, el gatito, mi, el ternero, mu, y ella sí, no, sí. El agua trabaja y rompe mil sortijas y pulseras; el a g ua trabaja espejos y los rompe en sus caderas. - 81 -


Ya corre el agua dormida, agaehadita ¿no ves? Las mil patitas del agua, patitas de cientopiés. Tiene una estrella con alas la noche de tu mirar y la playa de tu cuerpo una estrella de la mar. Que la primavera asoma y que el invierno se quiebra y el alma quiere cambiar de piel corno la culebra. En la playa de tu cuerpo una estrella de la mar. agárrate de mi cola que vamos a galopar. ¿No irá un camino de hormigal por tus venas, gusanillo? ¿Tu pecho no será hendija para que se hospede el grillo Ay, carnes de hierbabuena, ay., corazones de malva: aprovechen de la suerte que a la ocasión pintan calva

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LIBRO III

INDOMABLE VERDE a O. Cerruto

Tu luz es verde, tu sombra es verde, tu fango es verde, oh bosque. (Tienen su raĂ­z en el fango los verdes edenes). Abajo el largarto, verde, y el papagayo, arriba, verde. El gran dios del bosque N? todos sus demonios son verdes. Entre la luz y la corola el colibrĂ­ es verde, y el escarabajo 85 -


entre la carroña es verde. Y el verdín de los cobres vegetales, la bilis de las plantas venenosas. La pureza del mar quiere llegar al verde; la corrupción del fango, de la carne y del cobre, se amortaja de verde. Bosque lleno de hamacas y columpios con poleas de víboras en rosca. Sopor verde, fiebres verdeoro, delirios de tornasol y tornaverde. El verde celo del bosque con espumajos de flores vibra roncamente en las verdes cantáridal. De la verde dicha a la demencia verde se haja por una escala de verdores. Cerrada y encrespada tempestad verde cayendo en lluvias, aubiendo en nubes. - 86 -


¿La vida intenta salir del sacro caos verde o regresar a él? Verde genésico, inicial, quizá antes que el negro y el blanco y el celeste. El misterio resiste impenetrablemente verde. ¿Dónde está escondido su amuleto de esmeralda? Y la muerte aquí se acuesta bajo un sudario verde. Bajo la magia verde el cadáver se hace flores, la canoa abandonada se hace islote y el islote pez rodante. El verde quiere redondear su abrazo, ser madreselva del mundo. Vértigo, vértigo de la profundidad verde. Preso en las lianas y el horizonte de frondas ¿devendrá el hombre criatura verde! No, él se alza vertical sobre el umbral del verde. - 87 -


Y la felicidad verdísima de la tierra restaura sin pausa lo que quiere marchitarse en su corazón.

PROFUNDA DESNUDEZ Enigma jocundo de lo que vive quiere no morir en lo que vivirá tmaíiana. Con la nun ± a de mi corazón y de mis dedos toco el misterio one mi solitaria inteli g encia no puede. Ha y un Dios demasiado puro para ser nombrado y niíaneliado por las plegarias del interóç y el [temor. Por él, como un torrente las manos del que bebe, ros inundo la hermosura del mundo. Por tí está vivo el mundo, amor. El hombre y la mujer sumergiéndose en la sacra frescura de lo Recienerpado, en la sombría inocencia sic los Orígenes. Entonces lineen de veras el hombre y la mujer. En el sexo de la hembra está la suave belleza religiosa de la noche que trabaja para el alba. En el seyo del varón está toda la velluda insurgencia de las primaveros. Alegría desnuda del agua que cae o del agua desnuda en todos sus escalofríos. Desnudez, del sol bajo nubes, de la sangre, ea rescatada inocencia en que ni la Injuria ni la castidad tienen sentido. - 88 -


Sólo el idilio perfecto entre el cuerpo y el alma crea la pureza. Amor, fruto edénico del fango. Amor que obligas a mirar hacia arriba como el pájaro que bebe levanta su cabeza al cielo. Pasión que se amolda al alma corno a la espada el puño. Besos en que florece nuestra sangre 'para no estallar de golpe. El manantial es la emoción de la peña. El lapacho se engríe sonriente de su flor rosada. Pero el hombre quiere avergonzarse de su ternura. Sólo la adoración puede hollar los regados jardines y las nrdida q arenas de su piel. Blancura y dulzura de su desnudez insondable, Vía Láctea en mi noche y mis manos. Podo tan perfecto bajo los apasionados ojos del alma que cualquier instante futuro F,erá sólo el purpúreo aniversario de nuestro primer beso. Aroma de su intimidad que hace caer mis párpados y entra en mi médula como la médula en el hueso. Desnudez, zodíaco de enigmas, que en días de ingenuidad sin mancha turbó la cabeza de los dioses. Su desnudez esplende ahora con los encendidos sueños de quienes la miraron vestida. Senos, más diáfanos de ternura que dos niños en la cuna. Cintura, vértice dormido. Primaveras y veranos pululan en sus flancos y los huecos de sus manos y wus brazos. - 89 -


Ya su cabellera baja sobre cosas del abismo. La luna hendida de sus muslos esconde, que no alumbra, su nocturno secreto, y su voz se apaga ronca y perdidamente dulce entre la longitud de la sangre y la latitud del alma. Sed del agua de cielo de sus ojos mis ojos de incendiario. Sed de su sangre mis calcinados huesos. Dos sedes más beodas que la beodez, dos sedes saciándose la una de la otra. Sólo llego a quererla con espinas y pétalos y con la suavidad constrictora de la anaconda y con la erizada sed del cardán. Sólo llego a quererla con la enredadera de la 11uia. y los golpes del relámpago. y los puiíales de sal insaciable del mar, tambaleante de viento y ciego de abismo. Ese más allá que hay en ella, eso quiero. Ya los ffitimo- di q ues y temblores ceden. La de7.nudez se derrc.ma, lenta, furiosa, invadiéndonos. Mientras sus pezones se eneienen y apagan yo vuelvo armado de abejas y de mi respiro que inicia los veranos. Besará su vientre puro como las espigas y su lucero trigueño. Su cabello y su vello serán adorados juntos. Caricias a sangre y hueso, trémolo de vértebras. Besos caníbales. Sorberá su olor de borrega recién despellejada, de dulce isla sobre amargas singladuras. - 90


Sorberé ácidamente sus venas en el trago más rojo bajo el sol, y su saliva de abismal sirena, y su sudor de amor más convulso que el llanto. Y le pondré un collar de uñas y dientes míos. Un torbellino cárdeno entra en un túnel negro. Corre aun mi beso, río de rnetale y geranios, y un río de estremecimientos en delta entre sus 'piernas. Veo indios galopando con el ímpetu por brújula, y una lívida espada de azogue. Siento toda la piel cuhrírsem de vello y que de pronto un irolpo me quiebra la s, rodillas, mientras lleno Su boca (le imprecaciones y sollozos y ella solloza sobre sus pudores mientras lame y lame mi corazón con su inenarrable lengua (le perra de los cielos. HUMANIDAD DE LAS ESTRELLAS

El día con su pequeño sol y sus pequeñas sombras ea sólo un simple detalle de la noche, ella que se abre de par en par a la totalidad sin nombre. Hay otro movimiento que el de las faunas y las floras o el todavía angosto de la tierra: el movimiento de la noche, tan sin fondo como la eterndad en [persona. Bay su silencio religioso traducido mezquinamente por el silencio de los templos. Su frescura más profunda y anterior a la de la mañana. —91-


Su melancolía cómplice del misterio del ser, para quien lo que llamamos vida y lo que llamarnos muerte, son el latido alterno de lo que permanece. La noche con su carga (le sentimiento y enigma, de pasión indefinible y trémulo éxtasis, ron su florida primavera y su fructuoso otoño de mundos, con su escape vertiginoso vestido de sosiego, Y su sensualidad, de tan límpida deviniendo espíritu, y su lejana blancura hijando en áne1 sobre nuestros sueños, La mrcha de los mundos es una danza, una envolvente danza de guerra. Respirantes y latientes, los astros nacen, crecen, menguan y mueren devorados por sus propios semejantes, resucitar después del tercer billón de siglos. (La tiniebla cósmica es más fértil que todos los limos de la tierra lo el edén.) Su luz y su pulso son miradas y latidos de amor, sus órbitas, anillos nupciales. Con voluntad de entendimiento, con deseos de amor y efusiones de adoración, (oh, los mu y sensibles!) con la hondura pasionada de los corazones y las liras,, así van por sus caminos de álgebra y de música, desafiando las distancias emboscadas en sí mismas como león en sus crines, sujetos a sus propias leyes armoniosas corno un canto de sirena, libres en la disciplina de su vuelo, inmortalmente ebrios de los monstruosos licores de la profundidad - 92 -


Y escondiendo su secreto detrás de cortinas de luz. (El espanto de la luz es más insondable que el de las peores [tinieblas.) Yo quiero consolarme con que la tierra que humillo con mis pies es un astro en la noche; con que el cinegético irredimible, el viejo cazador del bosque, se entretiene en perseguir las estrellas con los ojos de sus números, con las fauces de sus ángulos. Los dioses de la intensidad, la potencia y el vértigo mostrándose, oh condescendencia, tan plácidos como un jardín de lirios. Venus con sus latidos de voluptuosidad celeste en las puertas del [crepúsculo Júpiter, de pie, equilibre, en el meridiano de la noche. Escorpión enroscado en un relámpago sesgo. Las constelaciones en los claros de la espesura madre, con sus desnudeces sacras. Las Pléyades con sus siete insondables llaves. La Vía Láctea, madre de la primera blancura, y el rojo y salvaje Aldebarán. Basta, basta. He aquí que es preciso afrontar, gran capitán de los cielos, tu mirada vencedora de amontonados océanos de distancias y [tinieblas, ¡ oh Sirio! erenhsima seguridad en sí misma, calma coronada de su majestad la estrella. Silencio constelado de la noche, - 93 -


hecho adrede para la reveladora inmersión del hombre en sí mismo Iluminación de la noche, hecha menos para la vista o el entendimiento que dirigida al alma. Lo sideral desemboca en la ribera humana eh cielo domesticado por la contemplación de millones de hombres, a lo largo de su enterrado camino, con vehemente, apaciguada, deslumbrada curiosidad insomne. ¿Qué importa que venciendo todas las magnitudes del asombro la estrella más vecina -esté ya a cuatro años de luz viajera? Ahí está el alma estirada a lo alto, lo largo y lo ancho por las estrellaa, conociendo su mayor dilatación, maliciando el tamaño de su engreimiento. Ellas alzaron el dintel de la conciencia. Probaron a un tiempo la casi ilimitada receptividad del hombre, su vanidad de libélula danzante. i-'opulosa soledad de las estrellas, impartiendo us más insurgentes sospechas al espíritu los presentimientos de más largo alcance. Creando la poesía de los dioses y loshoxnbre, del hombre anticipado de dioses. Oh, la que pacífica nuestro tumulto, no por inmovilización o por sangría, sino por ensanchamiento sobre cualquier límite. ¿Qué sería del hombre sin vosotras ; estrellas - 94 -


¡Pero qué confusión en la noche ,in los ojos estrelleros del Izombre! OANCION DE LOS CAUVLANES AnguTbierto, el de las fauces, mide el mundo y su más allá; por el sacro ángulo medimos, medimos todo lo demás. Se escalofría el mismo río en nuestros lomos, al pasar. El bosque, el bosque fué creado para los hijos del caimán. Paraíso negro de sombra vestido de piel de jaguar; cocoteros alicaídos de sol, macacos y humedad, árboles lanzados al vuelo en el remonte más caudal (que no tengan nieve en su cima el viajero extrañará) y desgajándose en las colas de los guacamayos, verás. Oh, bosque, el mapa de los pájaros, ¡quién puede en el aire trazar? La hidrografía de los trinos ¿quién en el aire trazará? nuestro tibio estanque afluye la fresca canción manantial. Ciego de sol se aduerme el río, - 95 -


abanicando sin parar con las aletas de los peces la ardida calma tropical; como caballo desbocado, suda y vahea el bosque ya; tibio y humeante como sangre el turbio cielo del fangal. El bosque, el bosque fué creado para los hijos del caimán. Nuestros sueños aun husmean fangos y soles de otra edad, que los formidables orígenes a nuestra cola adscriptos van. Venera el bosque a la redonda el lento ensueño del caimán. Desborda el bosque de su cauce, la savia explaya su caudal. Como cuello de boa en cólera el bosque hincháudoe va de fiebres, ponzoñas y aromas. Y controla la oscuridad con sus pupilas verticales ¡ojos en pie la yarará. Aquí la muerte es un fervor, la misma muerte, ya sabrás. Más vehemente que las cópulas la muerte muerte tropical. Mejor que en lecho o sepultura, en nuestras grutas dormirá - 96 -


la bestia de ojos de mochuelo y suficiencia vertical: fruto mondado, manjar real!... El bosque, el bosque fué creado para los hijos del caimán. Entramos en la fresca noche, en 'a olorosa noche, ya, como abejorros en el seno de una gran flor, bumba-bunihán. Para bailar entre cuchillos desciende la luna juglar; en nuestros dorsos de panoplia, descalza y leve, bailará, mientras nosotros, ondeando las sacras colas a compás, en nuestro arrullo publiquemos la honda ternura del junglar Duerma en su cunita de olas y juncal, almohada almohadilla de brisa y azahar, duerma el rorro (le ancha sonrisa sin par, ojitos de estrella que alumbra el junglar, cscamitas escam.itas de ananás... ¡El bosque, el bosque fué creado para los hijos del caimán! - 97 -


CANCION DF LOS CONDOREZ a E. Montenegro Espira, espiras del remonte peñas arriba y cielo adentro! Por un buen rato nuestras alas dejan sin sol a todo el cerro. Para peinar bien nuestras alas nos arrojamos contra el viento: negra avalancha cerro abajo, negra avalancha contra el cielo. (Alta inocencia sostenida a llama y hielo, montaña, umbral de piedra de lo que se alza sobre el tiempo.) De roca viva y sólo roca nuestro lecho. En torno nieves y volcanes abriendo, sí, su anfibio sueño. Ni árbol, ni pájaro, ni hierba, ni insecto en el alzado paraíso ascético cuya puerta el silencio guarda con su lanza de hielo en una doble soledad de quietud y estremecimientos. 98 -


La gran calvicie de las cumbres ganó nuestro testuz, por cierto. Un POCO, 1111 POCO de su nieve quedó también en nuestro cuello. Tiemblan las más hoscas distancias de este purpúreo ojo nuestro. De nuestra zarpa al igual tiemblan nucas de montes y de ciervos. Criaron árboles las cimas cuando era aún muy niño el tiempo: selva de piedra hoy en el pasmo de las alturas y el silencio. HOY una cordillera de agua está fraguándose y creciendo; ya esconde la otra y ya esconde las más zarcas cumbres del cielo. Y cien truenos de piedra gruñen cuando allá arriba aúlla el trueno y la tiniebla y el espanto gritan su matrimonio ebrio. ¿Y el que ensangrienta ojos y lunas, el -viento rojo de los médanosi y el viento blanco del olvido amortajando almas y cerros? - 99 -


(Y ese escalofrío en las vértebras del mundo, aun en sueños, la lava con su alpinismo interno?) En el brocal del precipicio la res mareada está gimiendo. Con nuestras alas va la noche, con nuestras alas llega el viento. Cabeza abajo el triste baja, y baja en pos, con nuestro vuelo, olor de rayo, olor de muerte! Abismo, adobas nuestro almuerzo. Alta inocencia de las cumbres. ¿No somos aire en pluma y hueso? Somos espíritu no Con un destino de ala y cielo. De nuestras veredas miramos faldas, abismos y senderos, y el mar, el mar bebiendo líos; bebe dulzura el mar sediento. Sed de agua dulce tiene el mar, y sed de sal tienen los ciervos, y están los cóndores que tienen sed de carroña y sed de cielos. De nuestras veredas miramos los allá abajo, todo aquello - 100 -


que se arrastra... ¡ Ay, para nosotros se arrastra todo lo que vernos! (hombre, te arrastras entre todos, pese a tus altos (levaneos, cual los caimanes, los caimanes agazapados en e1 cieno.) Galope (le piedra entre abismos, firmamento de piedra, luego, edades apiladas, porque el granito es tiempo oh Cordillera, madre nuestra Y (101 desvelo nuestro, en quien la piedra se hace ala alzada al mayor vuelo que el retumbar de tus entraáas ecuehas en el gran SilOilCiO, mientras la eternidad te lame como a su sal el ciervo los anchos hijos de tu altura en nombre tu y o alzan el vuelo. el de envergadura que va como de océano a océano. CCNFLUENOIA Voluntad de marcha que desionda IS vallas y las dudas, invenciblexri1ente joven entre 1115 viejas márgenes, - 101 -


semejante al pensamiento inaugurador de los dioses, belicosamente alegre, trágicamente alegre como una arteria rota: ¡cómo te siento, Paraná, crecer dentro de mí! Aquí está el último de los hijos del hombre, quizá el más salvaje de todos, alguien tan largamente desencadenado como tú mismo, quizá. (Sin duda jamás surcó tus aguas proa niíi.s ganosa que su pecho, ni vela más purpúrea y henchida que su sangre, ni mástil que vibrara como su alma). Vengo a embosearme en la selva de tus aguas. Selva deshabitada por e] alma innumerable de los insectos y 1a [aves, pero agitada sin tregua por un viento profundo. Selva cu y os pájaros son los peces que vuelan en silencio, que callan con ese silencio que precede al alba. Selva de cristal cavo genial canoro eres tú mismo, oh río. Paraná, redención prometida al purgatorio de los páramos, realización del sueño de todas las sedes de la tierra, apeado cielo. Río color de puma o de nevera (ay, blanco como el vientre de fu peces ahogados rio color de nubarrón con trueno, rio cargado de ocasos y arcillas rojas, río rebalsado de noche y de constelaciones, acarreando materiales en bruto para las vidrieras del cielo, río damasquinado por el juego de sus peces, 102


Paraná, Paraná, río de todos los colores de la tierra! Oh procesión de espejos vivos y desnudeces vivas! Río inventor de geografías, devorador y vomitador de islas y de nubes. Astro disparado creando su propio órbita. Demonio temido por sus propias márgenes corno mi alma teme el desborde (le sus pasiones: insaciable de avance y de prisa, ciegamente ganoso de su meta que es su muerte temido de lo que vivió demasiado y debe irse, pero adorado por las criaturas más vírgenes e intensas cuya felicidad él anuncia y propicia. Santidad de las grandes aguas. Paraná, estás dentro de mi amor y tanto que atraviesas mi alma sombría y asombrada como la -; ría Láctea atraviesa la noche. (Sólo yo sé que las bestias del Zodíaco bajarán esta noche a beber en tus márgenes). Pasas ahora con onduloso sigile de onza, bisbisando a flor de agua tu canción de nadador. Pueblos, hordas, familias de árbules acampados. Arboles y árboles tan diferentes entre sí como los rostros de mi {amigo. Ay, también árboles que no conozco. Sólo el sauce de fronda tejida y cuidada por los céfiros, ci verde nocturno de los naranjos albeando en los azahares, ci ceibo colonizando la roja alegría de la aurora, palma pindó aérea como un vuelo. 103


He aquí la anochecida tortuga de agua tielando en los hundidos cielos la luna de su vientre, a cuya luz perfila su estatura y su barba de pirata chino, avanzando desnudo con 'a daga desiiucla entre los dientes, el mangurú-pará, Oscuro y temido como una tormenta. Avanza ya el armado, con sus siete vidas detrás de su quilla inatajable y su alma infantil propensa el anzuelo detrás de una flor de ceibo La mirada zambullidora de los pescadores charrúas me muestra las profundas procesiones. La fuga de los peces espoleando la fuga de I.as ondas. Ingenuamente vistosos como floreros, labrados y arrojadizos como puñales (olfatos de harpías, rosibilizadas barbas de siglos, visajes de payaso cii rostros de galeote) refrescando sus heridas con nácares fluyentes ¡los peces espoliques del río! Buceando lo más nauseabundo o umbroso, o volando con escamosas plumas sobre el viento de las corrientes, a la pesca de los secretos de magia negra y blanca ie los barrios bajos o altos del agua. Largo y pintado conio el salto de los jaguares, filosamente largo como las lanzas indias, el surubí avanza en pos de una vanguardia de fugas. - 104 -


El dorado sale de las orfebrerías que el Paraná esconde en sus {grutas para que el sol y la luna le den la última mano. Estoy viendo su apagarse de astro en el anzuelo. (El Paraná nada a la delantera y a hurtadillas de todos, Sólo que cuando se cansa los peces les ceden sus aletas). Los párpados bajos, boca arriba, canta en voz baja, con un hilo de hierba entre los clientes). El gran río no es un río ya. Es un informe rebaño de arroyos, de riachos, de ríos, y cada cual quiere locamente emanciparse ahora, recobrar su perfil, su color, su timbre, su aire de marcha propios, volverse hacia la tierra, ¡salvarse de la voracidad acérrima del mar! He aquí ahora la tierra insondable de los orígenes Conde el sol y las nubes tienen sus cuartel general. Humeante y grávida corno sudor o sangre, la lluvia comulga con la tierra. La lluvia cae sin tiempo. Bajo la lluvia larga como el tiempo que hace del sol sólo un hongo olvidado, el Paraná toma el color de las mortajas. Sobre cada hoja cae un millón (le gotas, la selva se confunde con el trueno, al fin, - 105 -


oh Paraná, el diluvio se vuelve horizontal. El Paraná está alzándose, el Paraná está hinchándose y alzándose: mostruosarnente hinchado como el cuello de la yarará en cólera, [se alza. Ya con las locuras juntas del trueno y el relámpago, el río pasa. (¡Los troncos de la selva con temblor de corolas!) ¡Qué alevosos remolinos erizando su pelaje! ¡Qué coletazos de caimán probando las barrancas! opulosaninte el Paraná desfila en vértigo. con todas las secreciones internas de los grandes bosques, nublado de bayas, de nidos, de flores, de juncos, de las rotas redes de los camalotes que intentaron pescarlo, e árboles de osatura gigante en rotación de infusorios, de bestias difuntas amortajadas de espumas. Pasa piloteando SUS ondas rojas y humeantes, oh, después de qué ringlera de batallas! Con riesgo de echar a pique a todos sus tripulantez, el río alza su salto creador. ¡Iguazú! ¡Iguazil! Desventrada por tenebrosos basaltos ci agua está mostrando sus entraíías místicas: Llancas corno las nebulosas de los orígenes, &zadas sobre el horizonte como un alba. Y todo calla para que el agua diga su palabra de Génesis y Juicio Final. Todo se queda inmóvil - 106 -


para que el agua haga temblar las entrañas del mundo. lodo detiene el paso ante el desbocado que cruza sediento de la sal de eternidad del ruar. (El arcoiris baló a testimoniar el caso y rompió su puente por no irse). de las alcobas donde la anaconda sonriendo con sus noventa y dos dientes descuelga sus siete brazadas de terciopelo para el abismal abrazo; donde ]a chirimoya resucita sola el clima del edén, y donde en. lo alío de su nióstil vivo les monos marineros sacuden las enredadas jarcias de su barco verde mecido por ci alto oleaje de las trondas. Las islas indias llevan aun vinchas de tacuaras. Y el corazón velludo de helechos del bosque (el virginalmente nocturno corazón del bosque) es sólo Un irnpractible pantano sin figura: itulenios de humedades podridas. Bajo las imbricaduras (le su concha, coetánea de los pisos de la geología, el yacaré, primer re y de la tierra, sostiene con sus blancas manos aún su cetro anfibio. Mas por encima de todo, un dios de amor eres, oh cinclador de islas y corolas, arquitecto de árboles, de nubes y tormentas, húmedo y ardiente más que el espasmo creador del hombre, ubérrima felicidad de todos: un dios de amor eres, patriarca de ríos, Paraná, lecho (le amor, tú mismo, 107 -


para las diarias inmortales nupcias del cielo y de la. tierra. Por entre tus ondas fugan. a nado, mis deseos. Te trasiego nu alma, padre barroso y nuboso. para que sorba la frescura y el misterio invictos de las raufes, y comulgue con las esencias del limo y la sabiduría iuerl de tu [pee e. Ella quiere viajar dentro de tu viaje, d i latarse a través de tus oudas hasta el destino celeste del mar y [las estrellas. Las ondas de mi propio ser catán fluyendo y creciendo y avanzando monstruosamente lacia océanos vivos y más allá aún, hacia playas de estrellas y océanos muertos y más allá aún. Vengo a adorar la sacra integración de tu ser. Comprendo tu sed de infinito entretenida con sorbos eiinieros de gracia. Siento casi latir y aclararse en la penumbra tu oscuro pensamiento perman ente. Adivino tus deseos más vivos y tus sueños más joyantes que tus [peces. ¡Y todo eso, todo eso lo expresas diáfanamente en un solo impulso, desbordado y sereno. Misteriosamente embriagado de mí mismo, a veces, o de las nupcias puras y vehementes de todas las cosas en mí, iebaso perdidamente mi cauce. ¡No está toda mi alegría €11 la más peligrosa intensidad? ¿No tengo también el cuerpo de los hombres blancos venidos de lejos y el corazón de nuestros hombres rojos? 108 -


He aquí que levanto, para acampar, mis propias islas, mas sin quedarme mucho en ellas, sin poder abdicar mi destino [nó ma d c Como tí, mi alma, a veces, blanca de terror, quiere huir de sus propias riberas insondablemente nocturnas. ¡No nos parecemos, en ocasiones, a un largo y espantoso alarido También estoy conjugado a los lodos y raíces de la tierra. Mas he aquí mi pecho aclarándose como el tuyo para el hospedaje de las más celestes o estrelladas lejanías. He aquí, como los tuyos, ni¡ vida y mi arte, hechos de tempestad y nielodía. Ahora entré en tus aguas como tú en el mar. Paraná, dentro de ti estoy. Me adentro siempre y más a golpes de ondas y de aletas ... ¡Soy ya el dios-río y e' dios-pez a un tiempo! Con el desnudo cuerpo (le la bestia o el astro en tu seno. El hombre desnudo en el río desnudo! Desde ta frescura puedo reírme de todos los infiernos del trópico, mientras tu edénica fragancia me trasciende la médula y los sueo'. Al caracol de mi oído comienza a asomar tu sumergida música insondable. Mi arrojadizo corazón de hombre acompasa su ritmo al sereno ritmo tuyo. Mi vivacidad en la tuya sobrehumana enraíza. Ya sé que mis breves días están contados y que tus largos días también están contados, pero de todos modos no podemos morir. ¡Aquí y ahora, tú y yo inmortalmente vivos! Te celtas en mí mientras yo inc echo en ti, - 109


y tu pálido caudal y el mío rojo confluyen, y ambos son afluentes — todos: mares, savias, lavas, bestias, constelaciones, pensamientos, Sun meros afluentes— del gran Río circular de la disolución y el recomienzo... Y aquí y ahora, tú y yo inmortalmente alegres! Canto ahora la sacra sed que tienen las cosas unas de otras. Las arenas y los bosques tienen sed de ríos, los ríos tinen sed de mar, el mar sacia en las ávidas esponjas de las nubes su sed de cielo. ¡Sacras sedes que el Río de la comunión total embebe sin apaga [iunca Y entre todas terrible sed del hombre. Be aquí que soy un abismo, oh Paraná, y mi profundidad amarga quiere beber tu dulzura hasta la última [gota. Ahora tú puedes penetrar en mí (¡puedes desembocar sin miedo ea mi sangre oceánica!) para que tu fuerza grandiosa se vea una vez a sí misma, y tu corazón pálido como las raíces y las larvas conozca 'os latidos de púrpura del mío, para que tu instinto oscuro se asome a esa luz más despierta que el rayo y más soñadora que [el arcoiris, la que provoca el celo de los dioses— pensamiento del hombre! PAMPA DE ALAS

Criatura de trinos y alas ¡cómo te ha enjaulado, el hombre, - 110 -


Pampa! Tuviste tantos picos que el ruido turbio de tus aguas cedía al claror de los trinos. Tantos vuelos, que vivías más en el aire que en el suelo. (La vida trepa en dos saltos por sobre el reptil y el mamífero hasta el pájaro para que la ebriedad del cielo baje en cato). Los benteveos no podían con el sol que en chanza llevaban sobre el pecho y dentro de la garganta.

Y si el gozo de la calandria ya conta giaba a todos y era como si el arcoiris sonara. En tanto que el hornero construía en la pampa el primer rascacielo. La pampa se inundaba tanto de cielo y cielo y cielo, que cualquier pájaro - 111


se olvidaba (le SU yantar detrás del canto. Los chajaes cantaban sobre el techo de las tormentas, y el mar y el trueno se callaban porque bajase el canto a tierra o su alelu y a abriérase en cataratas, inundando leguas de aire y melancolía y los anegadizos ranchos. Los flamencos y las garzas con su rosa y su blanco detenían el alba en el firmamento de las lagunas ojizarcas. Sobre un arpegio de climas iban las migraciones de alas. Rey gitano del canto, el chorlo saludaba a la Pampa con la trova que importaba él del Antártico a Groelandia. Pampa, tantos vuelos que vivías más en el aire que en el ciclo. Contagio de alas, cierto. Los cardos brotaban tan sólo 112 -


para subir un día al cielo con sus semillas estrelladas en gozo volandero. Contagio de alas tal que el gaucho se hizo a dormir sobre el galope y a copiar su nido al pájaro y a preferir, vuelta a vuelta, el canto al grano.

LA. DANZA DEL YAGUAB.ETE a Celina Mu.nmn Iglesias En el corazón del bosque baila ya el yaguareté: el sol y la noche a un tierno pintaron su piel; las orquídeas más mimosas están en su piel también. Los cocos suenan ya secos: castañuelas para él. En honor del amor, danza de primor y salvajez: en torno a la muy hermosa y su corazón novel, este arte de hechicería vestido de rosicler. ¡Cómo baila, cómo baila el yaguareté! - 113 -


Se modelarán corolas en el rastro de su pie; dos arroyos que lo miran sueñan ondular como él; tras de su cola las lianas quieren irse al parecer. Gasta ese sinuoso estilo que una vez robó al mar y a la centella... ¡Quién dirá que no está bien ¡Cómo baila, cómo baila el yaguareté! Las luciérnagas más magas que la noche usa en su sién están en sus dos pupilas, corno bien se puede ver. Poderoso como el verano hay algo en él, poderoso como el destino, talvez. (Desde sus aéreos edenes los monos miran sin querer y en giros cada vez más altos bailan también: y hasta el pantano le entreabre su ojo geólogo al yacaré). ¡Cómo baila, como baila el yaguareté - 114 -

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Tanto baila que ya entra a ser lo que nunca fué: mariposa o colibrí o culebra, no sé bien: tanto, que echamos de menos nuestra red... De pronto que abre las fauces y usted que recula y ve toda la entraña del bosque publicarse a su través: ¡horror y- tiniebla y muerte de una vez!

CAUBALES El bosque atranca todas sus puertas por dentro y sueña los insondables días en que el fangal tenía el pulso y la fiebre de la sangre, en que los árboles soñaban en tapar con sus melenas el cielo y el mar, e ilimitados animales que almorzaban una pradera o un rebaño apenas precisaban una dedada de cerebro. Y lo de más antes, de más antes, cuando los imposibles esperaban sólo una leve ayuda para dejar su cárcel, cuando el pez quiso nadar sobre la tierra y se hizo reptil y el reptil quiso ondular sobre el aire y se hizo pájaro. - 115 -


¡Y la alegría devoratriz y ereatriz de la tierra! Ahora el bosque apellas distingue entre las otras r. la criatura sin escamas ni plumas ni piel verdadera, la única desnuda y la única que embosca su sexo, ¡ la llevadora de la sangre más tentada a verterse! La cabeza ardiente del Trópico se desvela trazando monstruosas fantasías. El Trópico, dios negro tatuado de todos los colores, Capaz (le encerrar lodo el paraíso en una baya y filtrar la muerte en el perfume más ingenuo. El animal más débil está. perdido cu el bosque vertiginoso. IJn día se apeó del árbol y apoyado en un gajo de árbol €e irguió sobre sus dos 'pies y alzó su frente hasta el cielo. venciendo la aaehola y nublada tristeza del gorila. Mas cómo la agachada y nublada tristeza del gorila. n el filo del reciente cuchillo de piedra ¿Cómo adivinar que el fuego con que araiía sus noches €stá ya iniciando su propia aurora?) El que se apoyó en una. rama para alzarse afuera y se apoya va en SU pensamiento para alzarse adentro ensaya su risa: pero su alarido es el más trémulo que conmueve el bosque, y su suerte es aún sombría y roja como el bostezo del tigre. El calor enronquece la garganta de los ríos y los pájaros. La luz se convierte en avispas. El borde del pantano es más alto que el del precipicio. Allá arriba los monos beben licor de luna y locura en cálices de coco. - 116 -


Las hormigas, tamañas como fresas, son más acérrimas que el [incendio. Los escalofríos tatúan la médula. El hombre sólo sabe batirse en retirada ante la invicta estrategia del bosque y ante su intimidad velluda de helechos y arañas. De noche, la luna, descolgándose por las lianas, baja a Conspirar por los rincones proili hido. La luz es espesa corno la miel y se convierte en avispas. El zumbar de los insectos anticipa ci de las fiebres que inoculan. Los Amazonas del veneno desembocan en el colmillo, en la espina y la corola. Ha y el estremecimiento sobrenatural que la Naturaleza desnuda suscita. El alma, azorada, Fuye a esconderse en la espesura como la alimaña herida. Sólo queda la sangre. La bestia vertical quiere (tejar (le ser hierhívcra. Ni ídquiera le bastan los huevos del caimán: neña COfl presas rojas. ¿El verde fresquísimo de ha tierra uo es para la fogosa sed (le los injos de la sangre? Pero el perseguidor es perseguido y débil, el más débil, el más desnudo y débil, y de sudor más ácido, el ms débil, pero que se (teja embriagar por el bosque lasta perder la cabeza devorar su futuro en la carne del prójimo cazado - . -

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EL CORAZON DEL BOSQUE DANZA [Aquí, donde las distancias son verticales, aquí, donde las distancias sor, verdes, te ojean todos los claros por descubrirte, te siguen todos los senderos y las víboras y las antas por descubrirte, ch corazón del bosque, mientras danzas. (Sobre la marea de las savias (lanza el corazón velludo corno una nuez de coco. El corazón del bosque está danzando.) Las telarafías quieren atraparte en sus mallas de luz, as lianas en sus redes de tentáculos en flor, mientras beodo, oh corazón del bosque, danzas. Sobre sus alfombras que nunca tocan el suelo os monos tomados de la cola danzan en torno tuvo, mientras arriba la eterna tempestad verde que los vientos reiiweven, pero no disipan, está presta a caer sobre nosotros. El yaeutoro muge para que el bosque no eche de menos praderas ni establos, y el pájaro-campana tañe recordando la hora del fervoroso silencio o los rezados runlores de la espesura, (por escalas de verdes cada vez más claros el espíritu busca ascender a lo celeste), Y en el más perfecto tic los sigilos el musgo quiere invadirlo todo Y gastarlo todo como al hierro en desuso, - 118 -


y los helechos primordiales quieren alzarse por sobre los árboles [mayores, y el ornitólogo inglés cruza el río sobre su caimán amaestrado, mientras, invisible y vehemente, oh, corazón del bosque, estás danzando. Como una araña en el centro de su tela, bailas en tu centro, corazón verdísimo, bailas mientras los diez mil verdes del bosque están volviendo, h sinfonía! al sacro verde originario. No podrán verte jamás ni la noche ni el sol, velludo corazón del bosque que danzas, y tú eres el lucero del eterno crespúsculo verde y es más honda que la otra esa noche tu ya estrellada de lampiros y pupilas felinas

ALTAMAR Lejos de las aduanas y de los adioses largos (le los muelles, donde el mar descubre todo su genio submarino su soledad extraterrestre, y el viento salobre adoba la piel del alma, y el vaivén de la tormenta es tal que amenaza la equidistancia de los paralelos (cuando los albatros son engendrados y lanzados por las altas [espumas y los tiburones se tragan hasta la pipa del contramaestre) allí busco olvidar 119


lo que es más viejo que el océano, mujer: Ja fatalidad de traición de tus ojos. Mi corazón fué siempre pez de acuario soñando en el océano, y desde sus noches de niño oía el soliloquio del mar glosado por los caracoles, veía al protpez con sus escamas de olas y u voracidad de naufragios, y veía un alba de marineros casi desnudos con el anda colgada de la cintura. El ciclo marinero embanderado tic gaviotas y el oleaje florecido de velámenes. El mar viaja desde el Ecuador, donde los rayos ultravioletas enloquecen la piel del hombre blanco, hacia la Antártida, donde los inviernos levantan su tienda de campaña y los pingüinos, en torno al polo, danzan u ronda infantil tomados de la mano. Oigo el tam-tam festival o guerrero de las marcas. Y al capitán que domina con un juramento y Un escupitajo la sublevación de las olas, que escupen su amarga saliva de desprecio— y las nubes de cuya pipa son parte integrante de la meteorología, (el viejo fué condecorado con un collar de islas) y el oleaje de risas borrachas -. 120


remedando el baile de los marineros en el puente. Oh mar, celeste de calma o nublado de olas. Mar que hinchas las velas de los barcos el alma velera de los aventureros. El tiempo se sienta, al modo de oriente, en tus orillas. El viento viene a lamer tu sal como un venado. Cualquiera puede escuchar el ronquido flotante del cachalote que duerme su siesta y el berrido de agua del elefante de la profundidad. Mas allí en la bocina de las caracolas sólo yo siento tu sumergida canción de rey de los piratas. Aquí está el dueño de las venganzas maceradas en yodo, sal y medusas, largamente. ¡Con qué frecuencia lo veréis sonreír, ton su mazo de olas tramposas en la mano, a los futuros ahogados que llevará hasta el fondo sólo hasta que aprendan a flotar sin esfuerzo. Los pobres barcos no creen que llevan siempre a la muerte de pasajera de honor. No creen en el odio jurado del viento a las anclas. ¡Oh mar canoso, canoso de espumas de naufragios! Divaga. ya ci alma gutural del viento. Las olas van hinchándose amargas de sal y de presagios, y el mástil pronuncia su palabra pitónica, estremecido hasta la médula. De pronto - 121 -


todo el viento rojo sobre las velas pálidas y todo el mar forcejeando por meterse en el buque a toda costa. Cualquier poder para imaginar lo peor es superado, de tal modo la estatura de la tormenta sobrepasa la de los mástiles. Con una serenidad lo grada allende la desesperación (mientras el pez-espada atraviesa el corazón del tumulto con su inevitable finta) la tripulación espera que el temporal acabe con el barco y el gemir oceánico metido en sus vértebras, y su presentimiento de los monstruos de ojos de témpano, mientras el destino medita en la fugaz lápida de espumas que el mar concede a los náufragos, Lleno de palidez en tus raíces como los árboles y lleno de tinieblas interiores como el hombre, oh mar, y tu acostado llanto de hombre al nacer o al morir, y tu suave inexpresivo rostro de ciego: te sé también atado corto a lo eterno -v sin poder romper tu soledad jamas, tú que no tienes más que tus olas para expresarte como el hombre no tiene más que sus palabras, constelado de dioses terrestres y astrales como él, y con su misma indomable vocación de buzo: te veo ensa yar, tanteando en la orilla, tu palabra final. Acaso el hombre un día, buscando su secreto, alumbrará el (le tu esfinge sepultada en la arena. - 122 -


EL LLORA-SANGRE ESTA LLORANDO El llora-sangre está llorando. Desde el comienzo del mundo está llorando. En el corazón del monte está florando el llora-sangre, y su dolor destrenzando de las raíces del cerro el bosque, el río, —llorando. Como el sollozo en la garganta el dolor de todo el bosque e va en su llanto estrechando. Despertada por la sangre, tinta el alma, escuchando. Mil llantos de miles de aíios y qué herencias del olvido volviendo (le contrabando. ¡Y algo que acaso intenta un giro hacia lo horrendo y lo nefando Tierra de árboles y gritos, cielo de nubes y lloros por su llanto van pasando. Un ecuador de pasiones en su pasión está llameando. Con un dardo indio en la pata va el jaguar gime, N I blando 123


gime el duro casi hablando... ¿,Mas quién lo oirá si el llora-sangre está llorando y llorando? ¿Calla? El silencio de los muertos se va a encovar en nuestro pecho No, porque él sigue llorando con su llanto que Conjuga el nunca y el cuando. Bajo el cilicio de SUS púas el algarrobo llora en negro y llora espuma el río pando, mientras en rojo, rojo, rojo, el llora-sangre está llorando. Filos y puntas de estrellas y hielos y riscos y espinas lo están picando, tajeando. Está llorando el llora-sangre. ves llorar? ¡Está sangrando! El rojo abierto del ocaso y el rojo uulto de las venas en su llanto coloreando ... ¡Ay, corazón vivo del mundo, llorando! ESTRELLA DE CINCO PUNTAS Hago bajar la red de mis sentidos hasta las más sumergidas esencias. - 124 -


Al¡ deseo se acuesta a soñar en una encrucijada latiente de olas, estrellas y pistilos. Remozo mis dientes en la carne adénica de las frutas. Con la ebriedad innata de la llama en mi sangre y ms besos paladeo el corazón del trópico en la frescura de los ananás y el ardor del tuyo en tu piel de uva y cielo. Paladeo en el viento la sal remota del mar. Bebo horizontes y climas trngo a trago. Por encima de todo me enloquece la lengua esta gula de poesía y profecía. Mi casi infinito olfato salvaje reconoce y adora y absorbe los diez mil aromas de lo que florece y se pudre para florecer (le nuevo. Del ferino olor de ]as flores comedoras de carne al hirsuto archiseco olor del rayo. Mi sueño se recuesta en i1as de menta en el aire o abre a las estrellas ventanas de glicinas. Reencuentra el olor de la noche y el mar en tus cabellos. Al¡ tacto se adel LIg aza y multiplica sin término. Está en la aérea lengua del picaflor que sorbe la virginidad, de la [corolas y en los palpos de la araña que acaricia a su amante antes de poseerlo y devorarlo, y en la agudeza de la abeja que perfora el doble misterio del veneno [y la miel. Acaricia mimoso con los dedos del musgo las más secretas suavidades del agua; palpa y absorbe locamente el sol con todos los tentáculos de la [selva; - 125 -


ttca la larga forma del alarido, el quebrado ímpetu de la risa o el sollozo; se amodorra en tus rodillas puras como palomas.

Mi oído pirata escucha la tormenta detrás del horizonte. Y el alfombrado paso de la pantera y la oruga, y el zumbo de 'os husos de la araña hilandera, y el calor de oro que va estallar en las cigarras. Escucho con los oídos de la tumba que oyen crecer las uñas y los cabellos de los muertos. Oigo el galope de plata (le mi caballo entre el toronjil y el mar, y el amoroso ritmo que arrulla los mundos. Oigo las tempestades de 'a sangre del mundo más convulsas y roncas que las tuyas, océano.

La candidez del día fluye en arroyos de leche. Veo el color de lagar de tus besos, y la espiga, esa humana estrella de la harina, y los soñadores azules de la ausencia y la distancia, y tus ojeras más azules que los sueños del mar. Veo a la primavera desordenando hielos y sábanas. Veo con el ojo rasante de los reptiles, con el ojo vertical del águila en acecho desde su remonte invisible, con los ojos millonarios de miniaturas de los insectos. Veo con el ojo del río que incorpora a su ser todo lo que mira, con el ojo del pez que soporta, sin pestañear millas de agua a plomo. Veo coa los ojos purpúreos del vino. Veo con la ceguera vidente del árbol. - 126 -


Veo con los ojos de la luz que hacen brotar una aurora donde se posas Veo el alma submarina bajo el llanto.

BIOGR.AFIA ANFIBIA Parece sólo eso, pero bien sé que no es un sueño. Esto no más: Yo era un pez profundo y veloz en el mar. Divagando por la primavera sin hojas que abre las valvas como ventanas o corolas, y alumbra como un alba las aletas nupciales en el hondón de la ceguera madre. Veo una ola sola erguida contra el cielo: el mar que intenta alzarse su propio monumento. Visito los museos de naufra gios ya fósiles o las mercaderías puras de lo salobre. Desde el dintel alerta de mi gruta escucho los tropeles de la altura. Escucho, escucho, oh cables submarinos, las noticias del mundo. Mientras siento allá dentro la música profunda del corazón del mar, que lo es de toda música. - 127 -


(No, no. El fondo del mar rumor ciego es que nadie alumbrará jamás). Y he aquí el contra-viaje de los buzos: desde abajo a las cimas del claror y el tumulto. Cabalgando dormido sobre una ola y saltando de golpe a la otra y la otra. Un aletazo a lo ancho, y la hundida tormenta deja ver su relámpago. Otro aletazo al sol desde la espuma: todo el iris se triza sobre el oleaje en fuga. Y en sueños vi una isla con aletas, que era la capital del mar y de la tierra. (,A cuántos metros sobre el nivel del mar, sobre su propio llanto, digo, se alza el alma del hombre?) Hasta que un día, un día alguien sencillamente puso en vilo mi vida. ¡Demonio de muchacha! El aire que respiras aun me quema las braflquias.

LA HiSTORIA a M. Rojas Qué fatigado está el hombre. Fatigado de monumentos que echan demasiada sombra. 1'atigado de experiencias inservibles. - 128 -


Fatigado de las tinieblas antiguas y la tiniebla moderna, de museos con polvo de cementerios, de cementerios labrados y fríos como joyas y que parecen amagar al mundo una marca de lápidas, de insepultos recuerdos con ojos en el occipucio, de sabidurías con gafas para defenderse de la juventud del 801 y de la cotidiana y risueña eternidad de las cosas, d credos recocinados y cada vez más indigestos, de hambrientos aullidos de sombra sin más claridad que sus dientes. Y ese rumor de nana de sus cadenas que llevan nombre cambiado. Aun no es más que un monaguillo de lo que fué, el monstruo ciego de cien manos que rige los temores escondidos debajo de los ojos, debajo del cerebro, debajo de 'os sueños, y los siglos arrodillados que tiran (le las rodilla, corcovando el espíritu primero que la espalda. Tanto ha penado y aguantado el hombre, cruzando desesperos más profundos que un naufragio, que el del dolor anochecido de sus siglos podría ser llanto navegable. Y 110 obstante gritando, ahogando sollozos, riendo, combatiendo adentro y afuera, mordiendo las tinieblas y fugando como los perros que osan atacar al león, (insomne e ilumulnándose con sus propios latido, —129---


como esas bestias de los cielos nocturnos, ! Toro, el Centauro,) abatiendo murallas y aureolas rara llenar el foso que separa el ser de la conciencia, para libertar lo que se empantana y hiede, lo que debe fluir para salvare, oh corazón del hombre. Aun hay tantas cosas viejas y enfermas que no acaban de morir, in que lo nuevo nazca. ¡Aunque nacerá al fin! Entonces amanecerá ci día del hombre como el mrmo1 que duerme millones de años en la noche de la piedra hasta que la mano del escultor lo despierta y lo empuja hacia la luz. Las hazañas de púrpura de los héroes, las hazañas de aurora de loss poetas, io emparejarán la de tu simple llegada, oh hija de los creadores del espacio, libertad, creadora del futuro corazón del hombre). Entonces el recuerdo de los pastores de hombres-reses, de los que alzaron pirámides a sil muerte con minadas de vidas. aerá como las inscripciones (le las marcas o los volcanes en las primeras rocas. El recuerdo de los pestilenciales consumidores de carne humana, de los que hicieron de la muerte el único Dios con resuello, - 130 -


será semejante al de los orográficos monstruos de cabeza mínima archivados en los pisos de la geología. La historia (le la encrucijada donde el pueblo dudó siglos entre la senda de los cortesanos y la senda de la chusma, y la de los dioses de humo con sus sacerdotes de sebo, serán prehistoria. Una veraz y ascendente historia comenzará a ensayarse. La del que se vistió largo tiempo de trasmundos y temblores, pero que un día, al fin, hizo entrar en su corazón todas las rojas fuerzas de la tierra y el devenir, rara que nadie pudiera vencer al mundo hecho hombre. La profunda biografía del hacedor de su propio destino será inaugurada. Y entonces la misma tierra parecerá angosta para su aventura.

AHORA LA A.1ISTAD Innumerable es la panoplia que contra la soledad esgrime el hombre. con filatelias y teolo gías intenta defenderse, con fonógrafos, con incunables, con museos, con diarios, con mazos de naipe y sus cuarenta ladrones de tiempo vivo, con campeonatos de velocidad y conmemoraciones, con Mil y una noches y morfina y ajedrez, con pipas, con payasos, con viajes alrededor del mundo y cócteles: con todo eso intenta tapar tu bostezo inabarcable, oh soledad. - 131 -


Pero desde el séptimo fondo del mar el pez más antiguo trajo el talismán profundo. Como la primavera que prepara en secreto la ofensiva inatajable de los perfumes, como el sol que apaga las lámparas, el misterio de la ternura transparenta el corazón del mundo, el de la amistad inaugura el corazón del hombre. El soldado helado en su garita, no murió de frío sino de soledad. Vuelan las hojas mustias cuando el viento marino de los amigos llega. Vuelan la cortesía, la erudición, los lugares comunes. ('orno la lluvia y el sol crían la semilla bajo tierra, las voces y las miradas amigas crían mi corazón. ¡,Quién cree sobrepasar mi Voz? ,Quién se sienta en un peldaño inferior al mío! Rechaza aureolas y marcas la intangible dignidad de 'os iguales. ¿Cómo no ha de avergonzarse mi cobardía si mis amigos creen en mi denuedo! ¿Cómo no ha alzárseme un casi corazón de dios si por mí se aman entre ellos ms amigos? Testigos sin soborno posible, sus miradas redimen mi oscuridad. Qué remedio me queda buscaré ser tan claro como ellos me ven. Vence la mil ad de mi soledad mi amad. Mis amigos vencen la otra. - 132 -


¡Y qué importa al fin sino lo que esculpe la profunda actitud viva del corazón? Mi amiga y yo nos mirarnos en mi amig.. Su mirada, celeste de afecto, nos pone a los dos un solo nimbo. No es propiedad mía mi amigo. Inalcanzable en su tierra sagrada se yergue en su estatura corno un gigate amigo de los niños, y yo inc alzo en la mía para contemplarlo. Charlas y mimos para qué? Mi amigo es de pocas palabras y lo enamora mi rudeza. Sucede que ahora me quedo a cuidar a este amigo aciagamente enfermo. Mas he aquí que en su inmaculada voliuitad de héroe me apoyo corno en un árbol, y el relampaguear de su 'pensamiento nte esboza senderos de amanecer en la sombra. Ay, no puedo esperar a los ami gos que se quedan atrás mientras yo avanzo penosamente en el bosque siguiendo los rastros de la bestia enemiga. La purpúrea fraternidad del peli gro existe y talvez es la única. Presiento amigos nuevos, más veraces y audaces, que consolarán mi pecho de sus pérdidas. Ya en mi abrazo a ellos esto y estrechando a todos los amigos del hombre y su [hados - 133


¿Qué ne hago con los amigos irreprochables? Sélo quiero a los que siguen intentando su avance a través del avance de los otros. A los que no se sientan a descansar en sillones de brazos o bu verdades heredadas, seguros del éxito y fin de su tarea. Prefiero a los amigos peligrosos para el mundo infinitamente cuidado por los gendarmei y para su propia seguridad y aun la mía. Amo en los amigos lo que yo no tengo, y eso me enriquece. Amo en ellos su generosidad de luz que me esclarece y me salva. Así me aííaden y así me justifican. Y sobre todo amo a los amigos venideros que nunca tocaré con mis miradas. Pudorosa ternura y combatiente jubilo que levanta todo lo hermosa. ¡Amistad caliente como la sangre, serena como las alas!

EL DIOS FINAL a Valentina Bastos El hombre ávido de sí mismo, corno un gran río ávido de mar, sacranlentó su propia sombra desmesurada y desfigurada: inventó sus dioses. Los que se embriagan con el incienso de las reses asadas. Los que caracterizados de monstruos devoran el sexo de hombres o mujeres sin nianclia. — 134 —


Los que emparedan con diez leyes de piedra a sus devotos. Los que se visten de púrpura con la sangre del hombre. Los que se visten de hostia para rescatar su alma en sus tripas.

Los dioses, exangües siempre, precisaron comer los sesos y beber la sangre del hombre ;:ara sostenerse. El remordimiento inventó la lepra, la plegaria inventó la joroba y acuñó para siempre el verbo supino de l esclavo, del beato y c [súbdito. El infinito eoii sus ojos de doble cero llenó de más allá los del hombre, hasta cegarlo, y la Eternidad, la vieja bruja, iesterró a un inundo aséptico y sin primaveras los jóvenes días del hombre. El alma vivifica ';l cuerpo (le carne y el de tierra y cielo, pero si el alma se vuelve hacia ciclos invisibles, l cuerpo fallece: fallece el sacro órgano casarnenero del rniUlilO y el alma. Privado de su tierra y su aire ¡fallece el corazón hecho de raíces y corolas!

Los cielos mudan, lUu(lafl de dioses inquilinos. Buscamos uno que no anuble al hombre e lo tome de plinto. Uno (l oe imponga la paz creadora a todos los den: nios. ¡Buscamos un dios que alumbre la divinidad del hombre! - 135 -


PLEGARIA A LOS DIOSES DEL AMAN:gcE Y sin embargo nosotros también invocamos a nuestros dioses. .Abridnos los ojos para ver y tener fe en lo que vemos, (una fe clara y sin temblor de rodillas), y en que todo lo que late acaudala nuestro latido. Libradnos cada día de la herrumbre del remordimiento. Trocad nuestro comienzo de compasión en corroboración relevante, Preservadnos de toda complacencia en la aflicción, y del paraíso artificial del más tahur de los ídolos, la Nada. Entregadnos la generosidad verdadera, que no pide caviar ni alas de ángel sino aumento de espíritu, para confiar en la salud de una humanidad descompuesta, descompuesta desde el principio y guardando el secreto. Dadnos serenidad suficiente para sonreírnos de los fuegos fatuos del infierno y de esa yerta patria celestial que reniega del calor de la tierra y el latido del hombre, y del tiempo alado cuando se hace grillete en la rutina, y de la que tiene el ano en la cara, la calumnia, y de la erudita miopía que toma nuestra sobriedad por amargura

y por sarcasmo nuestra risa más inocente. (Nada saben los viejos dioses del arte aún inédito de dar una frescura de amanecer a la austeridad y un ritmo de danza a la disciplina). Aumentad nuestro corazón como un río de grandes aguas. - 136


vara llevar, sin mancharnos, a todos los hombres, Para amarlos leal y espléndidamefte, a pessar de todo, a pesar de todo, y creer en su sombrío destino constelado y sólo en eso. Guardad del moho nuestra pasión, relámpago de sangre. Pre p aradnos una buena muerte: cumpliendo un bello acto si es posible, rápida y limpia en cualquier caso.

ALMA Como la tierra, el agua, el aire, el fuego penetran nuestra carne lo unánime penetra nuestro ser. La oruga, la montaña, la hierba, los soles y las bestias Jo sienten y lo saben mas nosotros apenas lo sospechamos, apenM. Y sin embargo zólo precisamos detener un rato nuestra prisa, olvidar las distracciones, demasiado rituales, de los sentidos abiertos hacia afuera, para que una larvada sabiduría comience a abrir las alas. Tenemos el costado abierto a la profundidad del misterio. Y en cualquier instante, inconteniblemente, los cielos pueden bajar sobre nosotros. No precisa demostraciones el Alma. Transparente para que no la veamos es la que se notifica en el claro temblor con que miramos crecer una aurora O Un niño. - 137


Por ella el mediodía esconde su sacra blancura en las espigas, y los 'pájaros guardan todo el día en sus picos un sobrante ¿le aurora, y las siete plagas y otras son meros resortes de equilibrio. Por ella nuestras células guardan reservas de hadas y genios operantes, de que no tenemos noticia, y en nuestro adentro alguien sabe y quiere mejor que nosotros. El más profundo suceso del mundo y las estrellas, entre el terror, el asombro y la alegría, es su presencia, ascendente como el alba. Su identidad congracia las más díscolas apariencias. Las estrellas, los sismos, las ondas, las sonrisas, todas las maravillas tremendas o gráciles, son, después de todo, meros accidentes suyos. A través de las fechas, los ritos, los sucesos, las personas ella es creación sin domingos baldíos. Asciende por los peldaños de las transformaciones. Regresa ¿le su infinito a la ribera (le las bellas apariencias. Puede henchir de eternidad un instante. Puede romper el espacio de un golpe de ala. Batallas, instituciones, ciudades, constelaciones, pensamientos se agacharán un día hacia el polvo mientras ella seguirá tan fresca corno el primer día. Ella recuerda cosas olvidadas hace mil siglos y mucho más aún, - 138 -


pero es insondablemente joven y por encima de todo sonríe avanzando hacia el futuro. Las teologías, la taumaturgias, las sorbonas resultan estorbos P. los ojos clarividentes de su inocencia. Burla burlando, '.,soma sus rostros más veraces a la ventana falsa del suefio. Espía de los distritos de lo prohibido, se comunica con nosotros en lenguaje cifrado y nos allega su primer mensaje: lo Permanente se agazapa en la criatura más transeunte. Un sentimiento de fraternidad terrestre y celeste en que se funde todo designio de felicidad mortal, nos invade y rebasa: porque el Alma quiere unirse al alma. NO ES ANGEL NI HIJO DE ANGEL EL HOMBRE a O.

Cohan

Salió del agua sagrada y del limo sagrado como sus otros hermanos del mar y del bosque. ¿No incorpora el jugo de las frutas y las hierbas a sus propios ,jugos profundos? No asume la roja esencia (le ls saures que bebe y las carnes que [come

¿No ha filtrado la sal del o(au() hasta Su sudor y sus lágrimas! ¿No está la claridad y la melodía de los manantiales en su alma! - 139 -


¿No alumbra también la espesura do su pecho el péjaro que canta [en la fronda? Salió del mar sagrado y del limo sagrado, pero la inmensidad pánica trasciende su pequeñez mejor que [ninguna otra, basta llevarla a una dimensión que no alcanzan quizá quizá las alas de lo.; [ángeles. El aire sin mancha destilado por 'os árboles purifica y vuelve [celeste su respiro. La púrpura de las auroras y los ocasos empurpura su corazón. La luz virgen penetra por sus ojos y sus poros para endiosar la [cima d(- su médula. Ya sé que su pensamiento y sus inzágenes y sus actos apenas aluden a las clavos más someras de la profundidad y el [enigma. Ya sé que apenas sospechan que la muerte ea una mancha deleznable en la inmortalidad de lo viviente. Pero desde la palidez de las raíces a la de las constelaciones las cosas se expresan de algún modo eii la palidez de [su frente Y algún día, acaso, sabrá sonsacar al destino y alterar los horóscopos. SALUDO A LO QUE DEVIENE

Salud! Todo está hecho con material de fuga con su adiós y su albricia en cada estremo. El presente es un baile de libélula.

Todo está caminando y avanzando y todo está cambiando y ascendiendo. - 140 -


y ella, ella la temida, es forma del movimiento sólo. Más allá de latidos y amapolas y sueños, más allá del espanto y la ceniza, lo que fué recomienza. Ninguna cosa existe fuera del tiempo en marcha. El movimiento, sacra levadura, lo leuda todo. El letargo, las pausas y las lápidas son ilusiones transeuntes. El eterno reposo es la quimera de las almas cansadas. Y las niisnas estrellas vivaquean sin detenerse, es claro. La muerte es el más vano de los sueños. Lo que está adentro estuvo afuera o aún lo está. La cantidad, oh dioses, trocándose en espíritu! Ya por los agujeros que el gusano abre en la oscuridad se miran las estrellas. El más alado pensamiento propende a congelarse y a entumecer el paso de pensamientos nuevos. El más viviente sentimiento quiere volverse rito. Lo que es remo, cansado, quiere volverse rémora. Confiando en el resguardo de hitos provisorio5 o fraudulentos, 141


sospechamos apenas la insurrección inatajable de lo vimiente.

Con el sedentarismo de los sastres y de los ídolos y alebronado por la primavera, la de la danza de pies rápidos, el hombre inventó un día la Eternidad helada. ¡Atemorizado de la muerte y enamorado, enamorado de su miedo a la muerte! ese es el fondo último de su sabiduria. Y los primeros que tuvieron miradas para ver que la sangre, la estrella , el pensamiento, fluyen como el aire en el aire cayeron en el ara del dios ignoto. Oh hados, n lo efímero existe ni lo eterno. ¡Existe el Devenir! La arqueología quiere averiguar lo nuevo no lo que fiié y ya no es. Lo nuevo llega turbio y agresivo hasta que el miope ojo descubre su claridad y su inocencia. Digo que inventos, credos, mandamientos, estilos, - 142 -


deben caer como hojas secas para abonar el suelo a primaveras inminentes. ¡Cerebros tiesos como cipreses! ¡Almas yacentes como ciénagas! Pero los mismos cielos fluyen y expulsan a los dioses que se quedan inmóviles. Desde su andanza en cuatro pies hasta su vuelo en 'propulsión a chorro, el hombre urgió sin tregua sus pasos exteriores, mientras rompía adentro una marcha profunda. Más que el árbol, el fuego o la montaña el hombre es un forzado derrotero de ascenso. ¿No fué su corazón el que lanzó hacia el cielo estrellado la escala de los ángeles? El hombre al avanzar lleva consigo todas sus viejas fuerzas, bien que ollas procuraron, para nacer de nuevo, la contagiosa navidad del alba. El pasado es venerable como la armadura de un héroe difunto, pero a nosotros no nos sirve o nos estorba ya. El hombro advertirá un día con una especie de vergüenza atizadora, - 143 -


que peligró morir bajo la carga de un astro muerto: la fe vuelta de espaldas. (En secreto las brújulas vuélvense hacia el futuro, septentrión verdadero). El hombre, el hombre plasmará mañana lo que apenas se atreven a Soñar los poetas de hoy. (Miedo a la muerte: apenas rozarás sus talones.) Espoleada por él y harta ya de su amontonada inmovilidad de milenios, la Esfinge va a esbozar el alfabeto de su idioma en la arena donde hundidos están los horizontes que emergirán mañana.

EXCOiJJON DEL JARDIN ZOOLOGICO Meeanimos organizados por los milenios para el ímpetu y el asalto, llenos de herrumbre aquí. Aquí donde nunca se oyó hablar de ese arrebato creador de vuelos y galopes, oh aire libre. Secuestrados del torbellino de lo viviente, de los fangales calientes y humeantes com entrañas recién abiertas, 'del edén con memorias de infierno, de la selva, 144 -


de la desvastación grandiosa de los arenales, bajo el sol encimado y blanco de ira. El oso blanco obligado a descender de sus altas mansiones con escalas de diamante, de la formidable soledad de su polo. El cóndor apeado de su cumbre. Ciervos municipales. Los cocodrilos retenidos por la Sabiduría en una casi estupidez sagrada, pensionistas del gobierno aquí. Los marabúes capeadores (le pantanos y nubes, pensionistas del gobierno: y los peces aún ebrios y mudos de abismo, y el puercoespín con su ya inútil panoplia aun encima. Todoa traídos aquí por la traición del que usa rodilleras y paraguas, del que creó las rejas, del hombre vestido de gris y ocre en las ciudades ocres y grises: aquí donde el mismo sexo subversivo y libertario se agosta Aquí nada más que el hastío que enmohece los barrotes de las [jaulas y las eonyunturas de los enjaulados: el hastío que inventa los chistes con sistema de relojería de los visitantes dominicales. Aquí donde ni los monos están en su elemento. El flamenco, ese ángel inventado por la aurora, ha perdido las alas. Tigres tubereulóticos. - 145 -


sin fuerza iii para la cólera ellos los terribles diletantes de la gustosa carne de la bestia [comedora de sal! Crótalos que tienen el rayo bajo el colmillo aquí sin más función que el bostezo! ¿Y quién reconocerá a las criaturas incontrolables del bosque, con su trompa erguida para mástil (le los vieiitos del cielo. a quienes nadie teme y que no temen nada? (Estorbados por los perfumes y aguijados por las estrellas, veo allá, lejos a los desmesurados caminantes avanzar (011 su paso agrimensor del mundo. Bajan y el río se trueca en afluente de sus trompas. Bailan después })aJ() un bosque de palmeras con fronda de agua.) Ay de los desterrados (le la selva madre, la fiera (le las fieras, con su erizada piel, y su soplo y su olor vertiginosos. La selva que no tolera lisiados, la selva que no amodorra a sus hijos a todo instante de pie sobre ¡quien vive Y están la selva enjuta inventada por los hombres, y las mitologías (le la electricidad y el cemento. ¿No oís el rumor de la lluvia de tinta de las dactilógrafas, de la hojarasca de otoño de los diariosi Oh el viejo y fatal equívoco que aleja al hombre del león 146 -


y de todos los elásticos repentes del bosque. ¡Quién importará a las ciudades cargamentos (le botellas con rocío de los prados, Vagones (le auroras campesinas con pájaros y todo, ventiladores de bráas ni a rinas oliendo a yodo y a misterio originario Civilización de frenos y alcancías ¡no sientes amustiarse ya, bajo sus algodones de embalaje, las pernlancmii(s y íre.sas alegrías del ser? Leones vestidos con camisetas de forzados por la sombra rayada de los barrotes, pájaros bajo un cielo de alambre tejido v osotros que un día bebísteis hasta embriagaros como dioses en la copa del mundo: el que os habla no se dejó atrapar del todo por los hombres (le horizonte inmóvil. € eiseapó con algunos anillos de la cadena rota, e inicia ahora la marcha hacia una libertad más profunda que la de vuestro bosque.

EL SUEÑO DE LOS CELOS a C. Mastronardj

'Fe había raptado un día, un (lía, hijo del mar. La inmensa corona nupcial de las espumas esperaba, y yo te ceñía con todos los brazos del mar, YO,

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mientras te arrastraba a la isla que nadie conoce; guardada en el corazón del mar: allí donde al sentirme mortalmente herido solía refugiarme al azar, donde los corales se habían inventado con mi sangre y el riesgo era la sal que vuelve incorruptible la dicha, oh mar. Llena de rumores atlánlicos la salobre sangre de nuestro bienestar y malestar, ti ser lleno de inmemoriales secretos submarinos, ch mar, y el corazón sin velas ni anda retornado a la sombría inocencia del comenzar. Tú, más frescamente desnuda que el al ha submarina, y todo ('1 sol de ]a tierra en mi corazón impar. Pasaban alto sobre nuestras cabezas las estrellas, las estrellas (lei mar, mas siempre al alcance de tus manos cada vez que querías jugar. lirias que hubieran acegado a los buzos ohra han para tu collar y tu ajuar. El sigilo de las algas custodiaba el edén de tu sueño, :' el nácar sonoro de los tritones tu despertar. Con qué aire te veía declinar las medusas que ansiaban enredarse en tus cabellos sin par, 1 a a orgtilosa corno la mía, sacudiendo t: a mi damita del mar, mi damita del mar. Mi salva ,je ternura ya había echado a pique todos los caminos de regresar. - 148


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y allí el mar tenía tanta amargura a veces que ya no había necesidad de llorar. Las olas venían a lavarme y despertarme el pecho in descansar. La envergadura de su latir había entrado en mi pecho. ¡Podía amarte con todos los latidos del mar! Entonces, tu voz, oh sirena, pudo cantar para mí solo. (Mis celos custodiaban sin tregua todas las entradas del mar.)

ENVIO

a Sabat Ercasty '\ esta isla última a que sólo llegan los largos vientos y las largas aguas, a mi corazón llegan tu saludo y tu obsexj uio de luz. Ahora sé que no estoy en la soledad que pensaba y mi alegría te hace grandes seíiales Por eso. Contento de esa compañía tuya que equivale o sobrepasa a la de una tribu o una villa. Sabiendo que logramos más de una confidencia al mismo tiempo que en su intensidad se embosca ci espíritu como en la suya el proyectil; que los torrentes (le luz, de savia, (le sangre. (le agua de [pensamiento, de música, on meros afluentes (le 11(1 río (mico; que el deseo de lo nuevo urge inmortalmente las entrafías del [ser, y para cada criatura que nace el mundo renace dichoso, - 149 -


el ardor de 'os peces desata los ríos helados, y la sonrisa de las resurrecciones embriaga la desdentada boca de los sepulcros, y ci arte es a la vida lo que a la muerte el sueño.

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FI alma (le cada hombre es tan reciente que aun no ha visto desertar una sola (le las estrellas que lo aeomi)añan desde su hora inicial. Golpea de modo íinieo la sangre sobre el yunque del pecho en cada hombre Para forjarle una suerte inimitable. Si no es, de .juro, el alma más lúcida la mía, es la más ebria (le todas. ¿Quién estuvo jamás más salvajemente enamorado de la tierra y [sus hijos? ¡Quién cortejó a 1 a vida hasta por debajo y más allá de los [sepulcros! Destilo mi dulzura (le las raíces más amargas. Ayudo a los arenales sofíadores de oasis. Veo un pájaro y mi corazón se trueca en cielo y árbol. Desorbitados. sueños asaltaron mi caverna, —yo ebrio de misterio de relámpagos, camarada.

Sondear la profundidad (le las raíces hasta caer en el cuerPo total y el alma indivisible; intervenir en la conciencia inniarul:ida del mineral y en la candorosa sabiduría de la flor y la bestia olvidar las palabras y aprensiones someras, todos los hábitos 'prestados del yo, rara ceder mi frente y mi pulso a pensamientos hundidos aún en la sangre o las semillas. 150 -


Hijo de la América desnuda y velluda, quise calcinar en mí con mi rabia, cclas las tristezas malolientes que los hombres llevan en sí, v desafiar cualquier 1 oi'1 U la para recobrar la inocencia del sol [y la sal, descongelar todos los hastíos y Para suscitar un río millonario de gérmenes y risas, y conspirar pór el reintegro de todos los dioses al hombre que se alarga a lo desconocido buscando una cabeza de puente (Perfectos son el cuerpo y el espíritu del hombre para ci mayor [destino como la forma del águila para el vuelo.) EL QUE VENDRÁ

El que se asemeja a los hombres de todos los climas y estirpes y rangos y se adelanta a ellos hasta parecer que su pecho se vuelve azulado o constelado, el que pa rece 1 rucar todas las viejas hornias en un flor de laurel, el hombre medular y circular, (digo el solo capaz de transparentar nuestros días opacos), vendrá de juro antes del alba para apresurar la venida del alba. Vendrá con su alma marinera educada por las proas y los vientos, con su latido que tiene de afluentes la sangre de los profetas echando luz al ser lapidada y la de los rebeldes aún erguidos después de la decapitación. - 151


Vendrá teñido aun de noche como las golondrinas pero con el alba en el pecho y el pico. Cargado de un resplandeciente enojo contra todo lo que esconde al hombre, vendrá a precipitar el alba del hombre ¿Toda la prole salida de las nupcias de la Codicia y el [Remordimiento No importa ¿Cada hombre añadiendo su bajeza con la bajeza de los otros como los piratas añadían a la suya ]a crueldad del mar? No importa. El recién venido traerá siete inviernos de sabiduría y cuarenta veranos de amor. Vendrá a enseñar la repatriación del hombre a sí mismo. Con raíces pálidas de avidez subterránea, con raíces tortuosas y amargas de esfuerzos se elabora la dulzura inocente de los altos frutos de colores. Con sangres y vísceras palpitantes o inertes carroñas, en los hondones de la tierra, se labra el celeste remonte de las grandes alas. El mundo de cada día es más creador que el Génesis. Lo nuevo es la vocación del hombre como el galope es la vocación del caballo. ¿No es la criatura única que agrede su ámbito y llega a estirar sus manos sobre, su destino! ¿Por qué no podrá ser la vida del hombre ina invención de cada día - 152 -


como el amor de los enamorados No están gastados el misterio y la inocencia del mundo. Sólo que desoímos los númenes celestes de la tierra. Sólo que el custodio de panteones y museos olvida que a través de la ftente y los pulsos del hombre lo creado as-pira a superar su repertorio. Cansados están los liados del hombre de. escuchar a los corredores de cielos póstumos, a 'os predicadores de tumbas. De un sueño profundo e inocente sacará el que viene su ágil vigilia. De su larga compañía de sombras y vísceras y estrellas, de sus aguerridas experiencias nk,cturnas, destilará su ciencia mal mal coronada (le calandrias. El hijo de la música vendrá menos a sobornar nuestros oídos, que a sacudir y descobijar el alma, a hacer danzar el mundo amenazado (le petrificarse. Meditará desnudo y cantará desnudo. Cómo ha de beber él los mostos y menjurjes con que buscan los hombres desmemoriarse de sí mismos, quevenciiíi pra acordarse íermidableloelitc de los orígenes más enterrados y de las suertes fraternas y leudar su alma con la memoria de todas las cosas La fría sabiduría de los otros tendrá en él pulsos de sangre, - 151 -


y el respiro (le los bosques y las ansias ajenas se hará número en su canto. Corno la Naluraleza arnasa sustancias yacentes para alzar bestias y árboles y nubes, con la Carne y el soplo de todo lo que vive 1 que viene amasará sus palabras, las palabras que llevan en sus alas de abeja el polen de lo nuevo. Lo vedado y loi sagrado serán (le nuevo fundidos y acunados en sir verbo. Levantará los sacramentos inútiles y golpeará con e' martillo del geólogo los viejos ídolos. Una aceptación ancha como e] amanecer presidirá sus ademanes. Cuando busque la soledad será para un regreso más torrencial a los corazones y calles de los hombres. Romperá los tabiques que nos separan (le lo venidero :' los que separan a los hombres del hombre. Enseñará a masticar como el pan (le cada día a unidad sagrada. Renace el peor de los parásitos, el recelo troglodita del hombre, el recelo del hombre a lo desconocido: Ci que inventó los faiit " smas y el incienso. Pero de vanguardia del inaugurador vendrá el antípoda del miedo, el numen más fuerte que los ángeles que tiene Su caverna oracular cli el cráneo del hombre. -

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Donde vive el que sabe espantar con el nreiique los temores [mil e u arios como el caballo espanta las moscas con la cola, el que culata su corazón con lo venidero corno el caballo dilata sus narices en el galope, donde vive el hombre más libre, allí están 'os Santos Lugares de la tierra y el cielo. La familia quiere ponerle grilletes de franela, la patria quiere jubilarlo sobre un pedestal: L ellas que inventaron para protegerse la hoja de parra y [gendarme, y ci rebajar el alma hasta las rodillas dobladas. Pero el solo erguimiento del solitario hace esguirse a los mejores como ci recién nacido esparce la felicidad en la casa. No sabrá él frecuentar, por cierto, las Casas Blancas o Rosadas, donde bonzos de manos corvas entretienen con extracto de carne y alma de hombre las fauces del Estado, No estará ea las centrales del Algodón, del Sebo, del Caucho, del [Petróleo, donde se transforma el sudor de los de abajo en agua de juvencia de las castas. No estará en las oficinas de la gran Prensa con sus cables y bocinas canalizando un río de tinta y estridores cuyo limo es la sutileza y superchería del niundo. No estará en los Museos, las Iglesias, las Sorbonas, sucursales del pasado. Estará solo. Entre las voces ventrílocuas de los sacerdotes y chalanes, —155


entre las erudiciones consentidoras o encubridoras, entre las chusmas (le guante o de pies desnudos aparentadas por el pito del vigilante, estará solo, solo con el corazón (101 pueblo. Y noticias verdaderas traerá solo él l único capaz de hacer hombres de las meras estatuas de carne, el que vendrá a amotinar a las mujeres y los hombres contra el padre de todos los fetiches: el miedo. Los que han hecho del hombre el verdugo del hombre y la tierra lo declarán iluso y poseído del delirio de persecución, y lo confinarán en ]a soledad. En tanto él tendrá el equilibrio de un par de alas en vuelo, y en su pecho, nido de espinas y de plumas, vendrá a refugiarse la ternura del aTando naciente. Soplará sobre su corazón, cuántas veces, ci viento que vuelve populosos de espanto los desiertos. Pero una luz más profunda que ci sol estará debajo de sus párpados. Denunciará que la breve visita del rocío o la rosa tiene más importancia que los vaticanos o las rotativas. Paseará sus ocios con alma de entrecasa por entre los viveros tic la Naturaleza y las vitrinas del cielo y la tierra, aprobando sus excesos heroicos, sus gracias de miniatura, la epilepsia babosa de los volcanes, la ingenuidad cristalina de los elefantes y los niños, y la adorable navidad de cada día con su estrella maga y sus ángeles trinadores. - 156


Entreteniendo su hambre de futuro revisará las edades precursoras. I.' a tierra recién nacida y lactada por las nebulosas. El mar, edén amargo de las criaturas. Y la inacabable batalla cuesta arriba de las transformaciones y los avatares. El hombre emergiendo de los pisos de la tierra, trepando por las gradas de una zoología y una historia montruosas, sobrenadando en el flujo y reflujo de todas las abominaciones y humillaciones. Silenciosas corno los peces o las flores las antiguas profecías habrán madurado y dirán: presente. Pero el alma del testimoniador estará ya en cinta de los más poderosos anuncios: pensamiento s, envueltos en nubes como dioses (quizá los grandes pensamientos son los únicos dioses) relampaguearán en sus noches. Preñado Je- mujeres y hombres venideros, conspirará con las mujeres contra los hombres, conspirará contra los hombres en favor del hombre. Ya se estremecerán en su limbo los días futuros cuando con la violencia de todas las alas libres el camarada de los pájaros del alba se vuelva contra la Rutina que canoniza barrotes y fronteras. Ya el mismo mapamundi se torna casero como plaza con niños. Los barcos suben a la cima del océano - 157 -


ID

Para deslizarse en tobogán al puerto de destino. Los ribereños del Nilo pueden comer sus dátiles pasados por el polo de las heladeras yanquis. En sus hurigalows de cristal el esquimal y el oso blanco gozan del ecuador cautivo en una estufa [sueca. Belén y Nueva York son meros barrios del mundo. El veedor llevará su mirada más allá de todas las pedagogías y prudencias para mostrar que la sangre y el espíritu son vasos comunicantes y a nivel. Y que los crustáceos devoran los ojos de los náufragos por miedo a que vean la intimidad del fondo dúl mar. Y que las castas, que aun enlutan la esperanza del hombre como la carroña enluta de cuervos el cielo, niandan degollar la voz de los visionarios para que no publiquen lossecretos (le] fondo del pueblo. (Ahí está el Cristo verdadero con su cetro de caia alcanzado por los demagogos y sus manos clavadas en e' Trabajo ya sabemos por quiénes). iEntonces alzaró en alto los rns náuFragos sollozos de los miserables, el sol de medianoche de sus fiebres, sus llagas y sus piojos tapados con harapos, sus vómitos de ocaso atajados con los dedos, su hambre capeada con alcohol, con prostitución, con crimen, para ]anzarlos a la faz de la filantropía de las castas. Y no echará a los mercaderes del templo porque estará derribando el templo construido con el oro de los [mercaderes. - 158 -


Porque ya llevará en sí ciudades llenas de gentes futuras, eidades sin caniparLas, Sin pi'osl ¡bulos, sin jaulas, sin diplomáticos, sin monedas sin gendarmes.

LA PAREJA Misterio de arnionía como el (le las dos alas en el viento el amor, mujer, 'por tí lo conocemos. Adivinamos que las ondas, las caracolas, las corolas, se hicieron para ensayar tus curvas. Advertimos que tus caricias io se detienen a la orilla del alma, iiie tu Sonrisa aclara N nelia mis (1 aire, que tu beso es una einhraguez más roja que las vendimias, y que aunque tu cabellera esi á a iii cd iaa hundida en Ja noche y el [mar, tu mirada está hecha con odos los consuelos che la luz. No dudamos que tus pies piiedcn eain;nar sobre nuestros suejios. Por tí la tierra tiene pecho de paloma en la primavera ca nuestras vértebras y tibias y el río (le las fragaiicas y el río de los sabores inunda nuestra lengua. A través de tu desnudez Iwis profunda que las eonsi elaciones. y del jardín (le nomeolvides de tus ojeras y tus sueños, a través de tu corazón te buscaino:. Nuestra avidez sueda en todas las corolas con el olor de tu corazón. 01 i1i1u fl t'i (s1alofrío más agudo. Podemos adorar tu vientre con un beso más puro que el trigo porque nuestro fervor nos devuelve la inocencia más remota. Todos los matices (le tu rubor y tu palidez I

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y las cien tibiezas diferentes de tu piel y tu ternura llenan nuestro día y nuestra noche. Te sabes capaz de vencer a los dioses de la fuerza, y sin embargo vienes a nosotros para que el amor que nos depares nos endiose a nuestros ojos. ¿Quién puede despreciarnos desde que tú nos amas? Mas lo que fii6 ( y lo es aun en los distritos vedados de la vergüenza) no 10 borrarán todas las esponjas del mar. Galeota uriiversalde la paz, flor sacramental de los botines de la guerra! Y lo que sabemos, lo que sabemos. Mujeres-cisternas para la incendiada sed de tropas de célibes [forzosos Mujeres de corazón desviado y vientre marchito consagrados a un Amante impedido de manos y pies. Doncellas en cuyas risas revive el ruido de la aurora, custodiadas por ex hombres, maceradas de soledad y penumbra, en espera (le que el amo agotado conceda la audiencia odiada más [más que la sarna. Adolescentes de inocencia ilesa y cuya mirada es una descripción del cielo, tiradas entre incienso y azahares hasta el lecho poderoso de los impotentes. Criaturas insondablemente ofendidas por los Omines y los Coridoiies. Declaradas abanderadas de la tiniebla, impuras, impuras, - 160 -


conjuradas con ,-ele de nieve y alas de bruma, por los aduaneros de la castidad los tristes de noches secretas constelados de ojos de mujeres! (En ellas fueron perseguidos los terrestres y celestes númenes de la sagrada Diferencia y la sagrada Unidad, los que pesan los pesos vivos de la sangre cii la balanza viva del alma equilibran al hombre y la mujer.) Tu destino es fln de subiirra y serrallo, camarada infinita de maííana, de mafiana cuando el final anillo roto de la cadena suelte también al que la forjara un día: cuando muera la muerte, a única horrible y temible: la que no quiere dejar vivir lo que nace ni sepultar lo muerto. El varón ronco devorador sólo de cuerpos de mujeres buscará en el alma de timbre claro Ja clave de la silva. Porque el edén no está en el oriente sino en la otra dirección (le los días humanos, y equilibrará sus ramas y sus vuelos cuando la primera pareja verdadera camine en sus senderos. Sin mediación de magos ni de ángeles - 161 -


y sin degollaciones de inocentes la mu j er concebirá entonces niños-dioses de verdad para la tierra.

FUTURO DE A.ÑORANZA

Qué ha quedado de todo, le pregunto a mi alma. Tu nombre tatuado hasta en mis sueños y mi soledad alanceada de aullidos nocturnos. Mas sé que de tu muerte se nutrirá mi vida como de un vino creciente de poder en la sombra. Nos aislábamos para que los otros no enturbiaran nuestra claridad sin quererlo. Nos estrechábamos para crear la primavera que deshelara nuestras soledades. Mi libertad más ambiciosa que las alas buscaba tu prisión tu 'pasión dolorosa y dichosa como ]as guitarras. Me expandía en tu gozo, de tu embriaguez me embriagaba. (A tu sola hermosura, como ante un glorioso peligro, mi alma se volvía aguda como la espada) Tú me conociste, 'me conociste, quizá única, con mi serena estatura de árbol, con mi golpeado pecho de río. ¡No sabía el secreto de trocar en mimos tus recelos 162 -


como la proa trueca en abrazos el ataque de las olas? Las cunas y las nubes se prendaban del ritmo de tus caderas y las abejas venían a libar en tu voz. Las sendas donde nosotros nos amamos quedaron enamoradas del amor 'para siempre. Donde nosotros nos besamos h primavera envolverá a los amantes. Tu boca volvíase más desnuda en cada beso, y mi beso en el tuyo crecía, crecía, como río hasta el mar. Tus besos en los míos, rojos en el día, iluminados en la noche, eran como el reiterado e incansable vuelo de la golondrina, y como él tejían coronas para el cielo y la tierra. Después de cada ausencia y cada despedida con su doloroso edén de lágrimas y mimos, descubría de nuevo tus ojos el horizonte del alma en tus ojos! Y yo era como el que hubiera alumbrado siete cisternas en el camino del desierto. Estrechábamos el amor en nuestros abrazos soñandolo prisionero eterno, y la profundidad de nuestros latidos llegó a golpear en las estrellas. - 163 -


Y una lágrima sola que vertiese tu ternura pesaba más, pesaba más que todos los tesoros del agua y de la luz. Ahora sólo amontono sombras. Y mi alma más ronca que tormenta en el mar. EL A1UGO NO CONOCIDO

a la viuda de Roberto Ant No te vi iivaea. Sólo escuché (le lejos la latidora maravilla de tu s;ludo. Y adiviné tu ingreso en el coro de amigos cada vez más claro (más eseaso o numeroso no importa) en cuya voz me apoyo para los ascensos o descensos irilts arricsgtdos No te vi nunca.

Y cuando viají hacia tí tú acababas de ser llamado a integrarte a ]as inmortales y videntes [fuerzas. no te sentí caminar a ni¡ lado No te ví nunca. que desposan cada día ('1 cielo a la tierra. 'acompasando ('011 tus pasos mis latidos; no escuché, con mi corazón salié.ndo de la vaina. tu Voz espiar pasionalmente. a través de tus ojos, no pude espiar pasionalmeute, a través (le tus ojos, tu espíritu. Adán desnudo. en su paraíso salvaje. 164 --


Yo no pude aleanzarte TUI pedazo de esa alegría mía que ayuda a la primavera a desatar lois ríos. No (plise mirarte muerto. Cómo podía verte Tan roja e intensa como e] sol es mi devoción de lo que vivc' por debajo de las disoluciones, los mausoleos, los dogmas. Y lo muerto o moribundo —hombre o pájaro o idea— no Son mi patria, no son mi patria. CANCION DE LOS ERMITAÑOS DEL MAR.

La nebulosa horizontal ¿e que fueron saliendo estrellas y planetas de savia o sangre. de hálito oreado o la mar, la mar, nodriza de universales tetas! 1-listoria verdadera riel corazón secreto de los mares, ólo que inenarrable, aunque se consumiera toda la tinta de los calamares. Los ahogados cielos del mar mueven su astronomía casera. Las estrellas del fondo titilan sin cesar. Despliega la medusa su ustoria cabellera de Berenice, y leguas de horizonte en sosiego inundan los biforos y salpas con su fuego. Undosas Vías Láctem vogari sn amainar. - 165 -


Ay, alma submarina del mar, donde el espanto s silencioso como risa de calavera. Aquí se ha refugiado la oscuridad primera. Aquí la vieja Noche vino a olvidar su nantG. (Aún se conserva tal cual el infierno más viejo, el del barro inicial.) Sucede que la tierra inventa el animal (testáceo, coral, y otra,% primerísimas gentes) y el animal inventa islas y continentes. Los infusorios, sin hazaiia de liras arquitectas y sin encarecer fragores de astillero o de taller, adoquinan el mar y encabritan montañas. Numen de sal y yodo, oh musa laureada de algas, canta el mar liando y somero, desde, la carcelaria canción del polipero al archilihertario riesgo de la medusa. (Criatura de alba e iris que se bota a sin.-lar, como la veis, sin quilla, sin timón y sin vela con sic crencha inspirada y su alumbrada umbrela: connubio de la gracia e inocencia del mar. Y el crustáceo, ese chacal blindado por fuera y dentro, es cierto, (lUe se almuerza lo vivo o moribundo o muerto, y el pulpo, el pulpo hinchado de furia y de tragedia cual vela en vendaval, - 166 -


y el jibión que oscurece aun los mares, más zarcos, y el pez-espada, digo el que cruza los barcos con su estocada primordial. Y el pez que tragaría seis o siete •Jonases sin advertir la cosa: la mi ballena azul, azul y misteriosa como la lejanía. Destino ascensional (le la vida en avance, desde el profundo piso de estrellas, rayas, fucos, al alto paraíso canoro de los pájaros y al del alma mortal e inmemorial. Jnmreesible verde del mar. oh siempreviva. Apresurada patria riel parto y el estrago. Aquí la muerte es sólo un trago. Aquí no ha y pompas £iinebres porqu' la muerte es viva. La joven vida lucha con vidente pasión mntra la muerte siempre volveudo a las audada Ciertamente en un mero sínholo el tiburón devoran do su propias entraíia desgarradas. El mar, primer llegado. El mar, ancestro universal. dios visible y velado. el mar la sal. El mar que esta en nosotros como en el En la ballena se inaugura, oh suerte, la verdadera juventud del mundo, 167 -


el mayor, el mayor fervor contra la muerte: quiero decir la sangre y su latir profundo. De entre los que son y han sido tino logró trocarse en ubicuo rompeola,. Hablo del que camina verticalmente erguido por sobre el acostado diluvio de las olas. Velera alma del hombre, el mar te dió la mano. Sólo lugar del mundo donde el pulmón humano y el alma humana logran respirar, respirar. El alma no es terrígena sino marina, oh dioses. La tribu escrofulosa puede olvidar sus toses y esputos sobre el mar. ¿La estatura de la ola que, a querer, soprepasa en doce o quince tantos la estatura del hombre? ¿Que el misterio, el terror, la potencia sin nombre on el mar Bah, no importa. El hombre está en su casa. Que nada hay tan efímero y eterno como la ola sino el alma vibrando su carnal caracola. El vaivén del oleaje es como la balanza del destino. Y cualquier ignoto cabo puede ser Cabo de las Tormentas o de Buena Esperanza. Somos los callejeros del mar profundo, los balleneros, proa del mundo. - 168 -


Contra vientos y olas, devanando su enredo, ya no tenemos tripas para hospedar ci miedo. Fijos del oleaje insomne, oh adopción. La tierra está en reposo o en letargo tal vez. Pero la mar es esto: evasión e invasión. La atortugada tierra nos aconcha los pies! Peatones del océano desnudo, odiamos el estornudo de polvo de la grey acorralada en valles o calles. Ni siervos ni amos. Precisamos la libertad abierta de par en par del mar. No existen 'os países soleados o grises. Apenas si sabemos de la tierra y su orilla, menos aun de esa polilla llamada guardacostas y aduaneros. lExiste el alta, el alta mar sin apostaderos. ¡Y existe nuestra quilla! existen esos grandes negros dioses dei mar: la Nube, la Vorágine, el Escollo, la Bruma, y el Viento en su gran trono gestatorio, y la Racha, su hija, y su otra hija, la Espuma, y el pirata, señores, ese escollo con hacha. - 169 -


De los mares humeantes derivando hacia esa cuajada candidez sin mancha donde a veces los mismos peces procuran en los témpanos su arrimo de tibieza. Hacia los aguerridos mares donde los icebergs arman su flota torpedera. (A quien arrostra el trato de los vientos polares el fuego del infierno puede ser primavera.) Ay, pájaro nós blanco que el polo y la largura de sus alas de arcángel mimando los anhelos ----nacidos en el sueflo turbio o la infancia ' oscura— Je un viaje a los cielos. El mar ya es un salón de baile. ¿Fué preciso aceite de ballena para lustrar el piso? De todo.,; modos hay fiesta. Bailan, lo veis, la nave, los témpanos, el mar, y baila el corazón, loco de atar. El viento paga la orquesta. ¡Eso sí, cuidado con resbalar! Tormenta! La tormenta cue toca a somatén la campana del barco. Allá abajo. allá abajo hay una gente atenta .a un inminente desembarco. Las olas están llenas de espanto y de presagio. El ojo en la bitácora y esgrimiendo el timón el timonel cabalga sobre su corazón. ¡Las espantadas olas trasudando contagio! - 170 -


Las olas con su amarga y lívida escupida ay, blancas como el vientre de los peces difuntos. in que nadie recoja nuestro adiós a la vida, alma raía inmortal, zambulliremos juntos. Viejo coleccionista de naufragios, ob mar, que al cabo del escándalo maravilloso sellas los tus labios de esfinge en silencio ejemplar después que tus esponjas borran todaN las hnllas... Salud, callejeros del ruar profundo, balleneros, proa del mundo Vibren cánticos -r cantares. Bajo su cola pasan Pacíficos y Atlánticos y su estela es la Vía Láctea de los mares. Estoy nombrando al uhniarin o de propulsión a sangre, al demonio Inclino e inocente al par, in par y sin cofrades, oh, vomitador de profundidades, remolcador de incógnitas cimnentales del nrar, la ballena, alpinista del abismo, que sube con majestad de nube si bien Con insolencia de viento y sin parar hasta agredir el cielo bajo un girón de bruma, o entre una batalla de fulgor y de espuma improvisando un alba furiosa-sobre el mar. 171


Ya resuello del caos, ardiente y pestilente, traído del gran fondo, y tal, que el mar se agujeta soplando por sus fauces. Ya un lomo con relente a barro de los días primeros del planeta. Con sus velocidades (le puro maólstrom y su bulto grandioso, oh la sola criatura de dignidad oceánica, no menos que el ciclón Ja tromba o la vorágine sobre la amarga anchura. (Yo es demasiado mucho suponer que un impacto solo de la orográfica frente del cachalote —y esto sí es verdadero, aunque no sea exacto— nudo romper el itsmo de Panamá o el de Suez, porque él gusta dar vuelta, como en torno a un islote, n torno del planeta, una vez y otra vez.) ,Qué Moisés de la niebla o de los hielos le tocó la cabeza con su vara para que así brotara el chorro de los chorros debajo (le los cielos Y el más vasto ademán de la zoología ¿no está en el de esa cola que es mástil y que e g vela, :zada saludando la navidad del día, adorando al gran dios que tras el Sol se vela? Salud, callejeros del mar profundo, balleneros, proa del mundo, - 172


Levada el anda, izadas las velas, in la mar! Nadie sabe qué suerte le va a tocar en lote, aunque a ciegas se vea que más de uno ha de hallar su puerto en las abiertas fauces del cachalote. Mas, qué importa. ¿Qué importa al corazón contento ahora con despliegues de gallardete al viento? ¡Salud, mi capitán! Mi capitán, cabellos blanqueados por la espuma de la borrasca, alma ahumada por la bruma más traicionera aún que el huracán. ¡Navegar, navegar hacia el ignoto horror y su estreeeimiento, cli, con amuras a estribor y bien ceñido al viento! Oh, con la pierna sobre la y erga de la vela ojear cerca, lejos, las glaucas praderías, e leer los avisos del destino en la estela, o deletrear la espuma o las agorerías del viento entre las jarcias, mil noches y mil días! Y los casos que lobos de conciencias sencillas alebronalos muy a su pesar por el hoyo de horror y prodigio del mar e entrescuchan sentados allí en las escotillas como niuios en torno del fuego del hogar. Dientes de cachalotes, costillas de ballenas: madera de los mares para la gran pasión - 173 -


de grabar a cuchillo las gigantes escenas del oficio, capeando los ocios de ocasión. Cierto, damos entera, damos la vuelta entera a este mundo en procura de la gran ambiciosa, decimos, la criatura que sabe usar los cinco océanos por pecera. Ay, hija del mar nómade. El arpón que alguien clava junto a las islas Shetland, si la suerte lo ordena, puede ser entregado por la misma ballena en las aguas de Java. (Arpón lanzado un siglo atrás, quizás.) Saber, sabemos sólo, de su vida secreta, que se mueve a mil !)razas bajo Ja luz del día, bien que fustigue cielos y mares a porfía su aciaga cola de cometa. Pero el mar es la patria hambrienta de los peces los mudos eruditos en presagios que entre sus mudas cosas tantas veces deben alimentarse de clamantes naufragios. El mar es la emboscada sin fin, aunque es sin precio la magia de sus ojos, verde, o azul o añil. Las islas antropófagas del edén polinesio. El Polo y su espeluzo de frío enviado al Trópico. El Ecuador, enviando al norte en olas y olas su sudor hidrópico. - 174 -

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Fi

Albas islas de hielo y SUS negros contornos. Y las olas aullantes que azuza el Cabo de Hornos. Y el Estrecho de Magallanes, esa nunca acabable garganta del demonio, y las tribus de vientos del viento patagonio cruzando sin resuello los humanes afanes. ¡011 barlovento! ¡Oh sotavento! Alma multánirne del viento sobre el mar. Ay, viento barrenieves de la patria polar. Ay, viento de los trópicos, de hornalla y batahola. Y el que levanta chispas del lomo del jaguar Y el que trae las lluvias corno abrojo en la cola? Chorro a la vista! Oh bestia de ímpetus divinos y luciferinos: ya es demasiado tarde para la zambullida (más honda que camparías, buzos o submarinos) n los viejos cimientos del mar y de la vida. Entre las agresiones del viento y el ludibrío de la espuma, desnudo cual sable de abordaje, el arponero guarda su saetante equilibrio sobre el bote que baila ebrio sobre el oleaje. La niás larga y tremante de las cuerdas de ahorcar monstruos u hombres, ay, mar), la cuerda ballenera, se deata y devana en un pardo relámpago, y no hay duda de lo que ocurre abajo cuando el prófugo muda en penacho de púrpura su penacho de plata. 175 -


Paso a paso,

y de golpe, la sangre inunda el mar y el día: ya la roja agonía, ya la roja agonía es, ay! más vehemente y enorme que el ocaso. La musa de la sal y las borrascas canta el vencimiento humano y sobrehumano del gigante: y sobre ól canta el enano que ahora se agiganta. Resuenan en nuestra alma, oh mar, todas tus olas, como en tus grutas y tus caracola.

t&SURRIC ClON DEL POEMA Te ofrezco el vino verdadero, e' Poema: oh ronco vino lleno de ruiseñores íntimos, oh ciego con pupilas que ven a media noche, lleno de sol y de metales, lleno de garras y de alas, en un demorado relámpago, con un corazón de oro vivo en un silencio vivo, hirviendo, hierviendo de abejas moradas: vino, Poema, antípoda de todos los inviernos. Lo que lo asedia ya lo obliga al brinco, lo que lo iguala, es claro, lo empuja al más allá. Y su respiración incendia espacio y tiempo. Alacre desnudez la de la sangre 176 -


y esta insondable juventud el aire. Como a una torre trepo al silencio del monte que los gritos y el vuelo de esa águila coronan. Sé que las mulas quieren ramonear el laurel, ci muy duro y agudo. ¡el que se condecora, ay, con su propia sangre Trabajo el Poema (se trabaja él, conmigo de instrumento), ¡ en qué jornada pura de ocho horas de vagancia! con el arte de cielo y barro de la lluvia. Por instantes su ronea premura es la del rayo. Conozco el mecanismo del trino y del arroyo, mas quiero adivinar la relación que existe entre la enredadera y mis amores, entre el gimnoto y yo y mi pensamiento. Quiero la inocencia vidente del aceite y la sal. La luz teje guirnaldas ¡no veis 9 para los árboles, y los árboles tejen guirnaldas para el aire. Y esta manzana que cayó a mis pies sabe quizá tanta álgebra como aquella de Newton. (Por qué no ha de colaborar el hombre, cualquier día, más tarde, en las hundidas técnicas del cosmos?) El maíz brinca y brinca hecho flor entre brasas. Con un poco de lodo el hornero edifica en un barrio del cielo. - 177 -


Qué idilio de rebuznos, transparente y ardiente, le ofrece el garañón a su pollina. en redondo, El Poema es la rosa que sonríe con docenas de labios, íntegramente ardida de rubores. (Mas sus labios son de ola uue se abreva de abismos y de su pliegues brota la esgrima del relámpago.) Lleva la lucha y e' dolor de talismán contra el bostezo, más también 'a sonrisa de la felicidad que esconde su pudor lejos de los placeres. La corriente de las transformaciones yendo del fango, al cocodrilo, al hombre, al bólido, la geología con sus faunas y flores archivadas, la euritmia de la sangre y las mareas, el subir de las lavas y las savias, la enana astronomía fugaz de las luciérnagas bajo la que da cima a la noche y al tiempo, y la canción del gallo, purpúrea antes del día, y la canción del fuego, sujeta entre sus dientes, y el amor, dios efímero creando eternidades, y el abierto misterio intermediario entre el hombre y la bestia, y el zumbar de abejorros y ciudades: todo eso entra en el Poema, y la constelación de más audaz latido, hablo del pensamiento del hombre en las tinieblas. El. Poema adorando la desnudez de diosas - 178 -


de las hermosas superficies, o cavando, cavando superficies opacas para alumbrar el Ser. El Poema alarga a todos los latidos de su amistad sagrada. La sangre corre en él con más rojura y más calor que en las arterias. Maestro del idioma, maestro de la nueva sintaxis de lo vivo, da sus palabras como rojos besos, como golpes de mar. Su corazón preñado de batallas batiéndose ante todo con el demonio negro que duerme en los tinteros, él, que escribe con tinta de sus pulsos o tiza de sus huesos. Descendiendo a los sótanos de las mansiones de los árbitros de lo honorable y lo elegante para no hallar allí más que olor de difuntos tapado con incienso. (Más fuerte que la sangre es el espíritu —el mismo que intervino en el Poema— más que la sangre del anior del hombre: pero si quiere alzar las alas debe abrevarse en ella.) La muerte no es mármol: es un profundo y tenibloroso vuelo. ¡Existe, acaso? ¡Existe nuestro miedo a la muerte! - 179


Y aunque el mundo del alba, en que el lucero parpadea con las pestañas llenas de rocío y de asombro, no es más que un monumento a la inocencia y al alma, y tan desaforadamente hermoso que transparenta como un cielo la opacidad de hueso y carne y el torbellino lóbrego del sexo y sube aun sin enredarse desde los intestinos a la frente, ya la sangre unifica el inapaiRlindi 1 Rosa infinita ,ay, sangre de los hombres del mundo y su alma como un cielo constelado. La diplomacia añn está mediando con esa suavidad con que nadan los muertos, mientras los tiburones aplauden a colazos la inauguración (le la guerra y de los hundimientos. (Es ini mundo en que todo se mueve afuera, afuera, en contrapunto de velocidades, -v que por corazón tiene un pantano.) Y los dUCUOS de las iglesias los dividendos y las cárceles siguen y siguen fabricando almas N, rostros de leprosería. Aunque los ojos del Poema parecen estar áridos, —180


su dolor corre como los ríos de setiembre. ¿Qué! El suyo es el gemido guerrero de los yunques. Y las mujeres y los hombres son su oxígeno, pese a su aun irrenurieiado destino de cariátides. El Poema ya ofrece su sangre a los geranios que van palideciendo: su colaboración de fuego ofrece a todas las demoras y las (ludas, y su profunda piel de tambor de cambate. Ya la esperanza bostezó por siglos. Que de una vez amarre las alas del areáugel a los hombros corvados sobre el trabajo esclavo o la plegaria. ¡No se ha (le apear un día el reino de los cielos? Quiere el Poema que el sufrido se alce tan vertical como los mediodías.

EGLOGA DE LITA ¿Quién eres tú, tan inquietante y simple, arrodillándote para beber en el hueco de tus manos del torrente de mi verso? Sólo sé que hay en tu cuerpo y tus ojos una terrestre y celeste patria suficiente. Y que en tu beso esencial tiemblan les latidos de mil mujeres No se cómo llegaste a mis orillas. v estido de viento? ¿Es que no soy como de fuego y - 181 -


Sólo sé que el amor es ahora y siempre el más joven y sabio de los dioses. (Yo, el enamorado del sol, la lucha y la esperanza, enamorado del amor más que nunca.) Y que ahora me apego a las cambiantes figuras de tu ser como un gran río a la tierra por cien brazos. Me ensimismo en tus formas, tus sonrisas, tu llanto, sin fatiga, como los venados lamen la sal. ¿Quién eres? Al llamado de tu recogimiento o tu risa la Naturaleza se allega con pies de égloga. La savia tiene latidos de paloma. Bajo el sol se entienden hasta la embriaguez mi hermano el pámpano y mi hermana la cigarra. Oigo desabrocharse el corpi ñ o de la rosa sin temor al demonio de la siesta escondido cii el cañaveral. La espiga quiere alzarse hasta tí con su trémulo aseo de fuego y de rocío. Mi caballo color fierro y mi yegua color llama sueñan el ensueño de tus dedos en sus ciínes, mientras undosos y azules los alfalfares en flor anuncian el mar, anuncian el mar, las proas, los pueblos, los amigos distantes, y allá lejos el cielo y la tierra se juntan tan amorosamente como tus dos muslos. (Tu alma es el rincón más fértil de la tierra y el cielo.) Ab, nadie sabe por ti se llenan de luciérnagas mis cabellos en la noche - 182


y de abejas mis barbas en el día, y que cualquier palabra mía levanta tu rubor: « es como si la aurora demorara en irse. ¿Quién eres? ¿quién eres? Sólo sé que mi corazón paró sus latidos para seguir de nuevo con 'os latidos tuyos y que llevas ini amor entre tus brazos, como un niño divino.

EL HOMBRE MATINAL Una certeza fortalecida en la gimnasia de todas las dudas basta dominar el vértigo de precipicios y sepulcros y una serenidad más ancha que el ademán de las banderas y los [sembradores, eso opones a la ceguera y al odio, tú, cuya biografía comienza a ser levadurad el mundo y cuyo solo nombre imanta lo que hay de fierro en nosotros. Domicilio de honor te fué la cárcel, como ya es el destierro tu patria de adopción, (Te recuerdo en Nicoiaiev patrullado por los piojos, tú, dandy de ademanes perfectos; recuerdo tu casi astronómica fuga desde un arrabal del polo a través de la nieve sin ribera como la sombra; (casi oigo el resuello causado de los renos incansables) con fríos que se interesaban por la ebullición de tu alma. Pero qué pobre cosa estas patrias para diplomáticos y pedicuros, que así tiritan de una sola vecindad, ahora. Amigo profundo de los hombres, eres como un recién venido de la mar - 183


entre mediterráneos que nunca oyeron hablar de ella, con tu saber de .sol que hace fluir las verdades heladas, con tu pasión qu hace trampolín de cada obstáculo. Done tú entras los relojes apresuran la marcha. Se quemaron las naves del pasado sobre las playas vírgenes del alba. cuando amaneció Octubre para siempre, y el sol descendía a través de todos los cerrojos. Una vasta esperanza comenzaba ya a colonizar el futuro. Al fin de una preñez dolorosamente larga las masas daban a luz una época nueva. Natchalo! Novaia Jii Natcha.lo! Y tus jornadas eran de veinticuatro horas cabales. Lev Davidovich. Contra toda la herrumbre y el fierro de Europa sobre catorce frentes se combatió después, un tren fantasma que trazó las fronteras de un mundo. era tu ferrado caballo de pelea, capitán. Pero la vida es breve y la guerra es larga. en marcha Sabes que somos un vaivén entre la conservación y la invención; sabes de la sirena llamada Costumbre cuyo encanto es la muerte de la audacia y el mañana. La vida no es remanso sino río en marcha. El único dios que no abdicó aún se nombra Comienzo. Por eso tu ciencia y tu voluntad se llaman Revolución. - 184 -


Es verdad, como un árbol primaveral se conmueve la humanidad sufrida. (Todos los siglos podridos son su abono). LOS pueblos van a colgar sus recuerdos inservibles, y echar a la basura con los zapatos rotos sus creencias de ayer y de anteayer. El filo del alba está segando todos los sueños del miedo. Los pueblos van a mudar todas sus plumas viejas. Inútil el cordón sanitario de los gritos de alerta o de amenaza: la Revolución no reconoce fronteras al igual que la brisa. La razón no es el jardín de invierno, sino el intenso verano del hombre. Están los días blancos con sus terribles yemas. Razón, claro silbido de ayuda en el cruce del oscuro callejón del ser. Qué nocturno es el hombre! Pero su amanecer definitivo se acerca. De las iglesias a los códigos todos los bcerros de oro y estiércol, lodos los dioses panzudos e hipócritas se irán: serán las cariátides del hombre o tendrán que irse. No lo creen los que engordan con las llagas de los otros. ni los que suponen a la vida corona de adormideras. La propiedad no expropiará al hombre. Con el perro dinero el perro hambre será desterrado. La higiene abolirá un día esos malolientes mercados de sangre que son las guerras. - 185 -


las que truecan en cadáveres a los hombres antes de matarlos, las que dejan sin pulso o sin figura a los mozos de veinte años para hacer del mundo un hospital cuidado por viejos. Pero tú sabes, adelantado de todo lo nuestro, que lo moribundo debe morir, que lo muerto debe ser enterrado. ¿No inocula el futuro gérmenes en el flanco de todas las muertes! Que las otras guerras morirán en la nuestra, la que levantará todas las campanas pneumátieas, Libertador. Aunque es sabiduría vedada para la cordura de los capadores de chanchoe, ésa que tu acrisolas y vives, como ninguno aun, hombre vertical entre todos, con el coraje del amanecer, para 1a cordura de los capadores de cerdos y el más arduo, el de media noche, que espanta a los fantasmas. Y por ello no ha y tierra firme, 'para ti, navegante, y por ello eres el varón más solitario del mundo, tú, viento que alza el amargo oleaje de las ansias en vela. (Congrega toda la palidez de la tierra a alarma de los polizontes que se alivia soñando tu cerebro ya enterrado bajo geologías de ceniza).

Todo lo que es oblicuo te odia, todo lo visitado ya por las cucarachas y el moho, y los que arrodilan el es p íritu, como el camello, para el fardo: mientras tú, contemporáneo de lo que nacerá un día. - 186 -


dices adiós al pasado con una mano e inauguras con la diestra el porvenor hasta lo más distante.

Tú, el ferviente, confías en que podrán ser redimidas por la luz las herencias [de lo subterráneo; tienes fe en el que ha de suceder por fin a los dioses que sacara de sus costados un día el hombre hecho de profundidad terrible y sal de permanencia [como el océano. Domesticador del mundo ya, el hijo de la mujer es todavía la fiera del circo de sí mismo.

Mas la economía, esfinge del mal de ojo, será entendida al fin; la Necesidad entreabrirá como un capullo sus puños de piedra, y, para el nuevo crecimiento del hombre, una matinal armonía sará descubierta. Esa es tu fe y la mía, camarada. SINGLADURA a Roberto Ib,fíez Sobre el río que. hizo no1I ' Iaoai'sus propias riberas, el río de ademanes marinos. Yo llevo, como siempre mi corazón de mar, torturado de una amarga sed de dulces fuentes, mi i,;(, d de mujeres y de hombres, - 187 -


infatigable navegante moviendo sus dos remos: el amor y la [amistad. Sobre la orilla patria un corazón virgen de muchacha añora al viajera que ayer conoció por ella la nueva navidad de la dicha, y tuvo, divina, la cercanía de sus ojos lejanos. Del otro lado un hombre que no he visto nunca, pero intensamente conocido ya, un hombre enormemente lleno de corazón y numen y ya enormemente amigo, me espera. Presiento su grito órfico, su inaugural mirada, y su corazón izándose en la mano. (Oh aguerrido traductor del hombre y el mar, con uno de tus versos te (lare el santo y seña mañana Ai el viajero ha ocupado su sitio en la nave). Hay una sola noche de aire y de agua Sobre la cubierta no ha quedado más que mi desvelo. El barco se embosca en el mar, y las estrellas custodian todas las salidas. Sombría y alucinada ebriedad de la noche conjugada al mar y el mar replicando a la noche, y mi alma tripulada ya de todos sus fantasmas: mi sueño ha visto las turbias lunas submarinas, y las estrellas marineras de allá abajo y las medusas cabelludas como las constelaciones. (Pero las sombras terrestres vuelven de pronto al consuetudinario borracho del añejo y fresco suma hermano que [soy yo. 188 -


Sobre e] corazón me pesa hasta el delirio el recuerdo de los hombres, casi desvertebrados, hoy como antes [o más, bajo la presión de todas las servidumbres igual que las muelles criaturas submarinas bajo las leguas [perpendiculares de agua).

Ay el mar, el padre de todos los monstruos de sangre fría y tan ávido siempre de presas soleadas, ci mar sorbedor de almas y vomitador de cadáveres, en vigilia o insomnio, pero nunca dormido

Mi sueño conoce los sumergidos cielos con su intemperie de escalofríos, donde las babeles de agua caen a cada instante derrumbadas [sobre sus cimientos, y donde los barcos, sin necesidad de paracaídas, descienden en suavidad 'perfecta, con su tripulación de ahogados, galeotes amarrados por la sal y las algas para siempre!

Pero el viento del alba barre ya las sombras del mar y de la frente. El mar, dios de inmaculadas barbas de sal sobre el pecho celeste, hace jugar sus ondas y sus peces, agudos de sal y ebrios de yodo y abismo. Avanzan juntas la nave y la mañana. Donde el mar, el cielo y la tierra se dan la mano, está Montevideo. Todas las gaviotas forman un solo ángel de mil alas. 189


TUS LAGRIMAS MIA Ya mi desvelo te cuidaba. con lo más delicado y salvaje del ser. Ya tus miradas, como el alba, despertaban en mí la alegría purpúrea de los pájaros. Como el árbol en la hora de su pureza virgen constelado de trinos y rocío. Soborné, sin quererlo, más de un secreto tuyo. Que tu sonrisa era el dije más claro de la noche y el día. Que tus ojos volvían azules las montañas. Que los cisnes soñaban con tus sábanas. (Oh cuerpo, oh antología de blancuras.) Mas yo sólo quería averiguar tu alma, ala ebria del celeste misterio de su vuelo, y mi alma oscura herida por tus ojos como el silencio por la música. Todo esto en tanto mi sed, ni sed de médano bebedor de crecidas, te soñaba venida solamente para colmar la hondura remota de su cauce. Oh sueño que estrujaba en tu garganta todas las corolas del aire. Y el que olfateaba tu alma, como por una senda de rojos lirios rojos. Y el que olfateaba ta alma, tierra recién llovida de lágrimas profundas. - 190 -


Cada cual inventando un latido de estrella al corazón de sombra. Y mi infinita flauta de hueso enamorado. Te apresaba allá lejos con mi sed y mis dientes, y con mi suavidad y con mis uñas, y con todos los hilos de mi sangre, y con todas las nieblas de mis sueños. Sueños y sueños. (Ni siquiera aquí en mi mano el puro perfil de tu latido.) Hasta que un día supe, ay, demasiado tarde!— lo que no adivinara. Que a ratos te mirabas teñida de mi amor como una venda de su herida. Que acaso te sentías trasida de mis besos, ¡oh de los míos!, como la noche de rocío. Y que el amor labraba de relámpagos al mismo, al mismo tiempo nuestras ansias sombrías. Y nada más. Y nada más. "Ah, déjame así con tu imagen en mis lágrimas. Jamás tuve de tí algo más tuyo que ellas". LOS MERCADERES DE LA SANGRE En un mundo creado por los mercaderes y regido por ellos, la órbita de las ideas de los filósofos y los moralistas cabía siempre en la órbita del vientre de los mercaderes. 191


Los sermones de los curas confecionáhanse sobre medida para ello. Los obreros, los inventores, las prostitutas, los eruditos sudaban para ellos. La 'política, los barcos, las rotativas, los cables, la filantropía, e movían por ellos y para ellos, y para ellos el viento labraba las olas y el sol labraba la tierra. Pero los mercaderes habían llenado de armas el mundo, porque las armas habían devenido la mejor mercancía. He aquí que las máquinas de guerra precisaban bautizarse en la guerra. Y sus amos precisaban defender a muerte sus alcancías, sus dividendos futuros, su moral bifronte, su lote de jubilación celestial. Y así el casi arrumbado genio de los caníbales, el que dió a las deiniúr g icas manos del hombre un destino más lúgubre que el de la fiebre de los pantanos, se puso, más experto que nunca, a. las órdenes de los mercaderes. El vino a arreglar las cosas cuando el entredicho entre los compadres de la víspera no tuvo armisticio ni en la lengua bífida de los diplomáticos. Entonces toda la erudición humana e enroló dócilmente para el servicio auxiliar de la guerra. Las inmemoriales ciencias del fuego y del fierro nerfeccionadas con tan infinito amor que el cielo con su rayo y el infierno con sus altos hornos quedaron en ridículo junto a ellas. Y la geografía y la oceanografía, y 1 a reciente colonización de los altiplanos vírgenes del aire, - 192 -


y los últimos hallazgos de la psicología colectiva. El trabajo fué sólo una herramienta más para la universal hemorragia. Y la agricultura quedó reemplazada por los cementerios. Los ríos resultaron trincheras inservibles. Los bosques y las montañas, una infantería y una caballería ya inútiles. ¿Qué? Pudo verse que los mismos hombres eran meros agentes de las dictatoriales máquinas de guerra. ¿La declamación asesina de los cañones, los de alma rayada como el flanco de los tigres ¿El tecleo de máquina de calcular de las ametralladoras, enumerando una a una, sin falla posible, todas las unidades de la masacre? ¿Los submarinos cosechando más naufragios que todas las tormentas !pasadas del mar? El mismo cielo, alquilado por la muerte, se abatió, ronco de aviones, sobre el valle de las lágrimas. La tierra redondamente en armas. Donde quiera puede sentirse el traquido armado de los antípodas. (Desde los otros planetas la tierra debe parecer más roja que el [bochorno.) Y he aquí ni que el genio de la dinamita, ni el de la gelinita, ni el de la hiperita, no resultaron ya suficientes. Entonces se descendió a meter cuña entre los átomos, - 192 -


a desatar las fuerzas cariátides del cosmos, vara lanzarlas en presencia de todos los cielos contra la desnuda, desnuda vida humana. ¿Qué pedazo de tiniebla absoluta descendió con las nubes de la sangre y los truenos del fierro? El mundo entero es casa del crimen y todo el hombre cuerpo del delito. Los cadáveres dan ya un tumefacto pedestal al mar, un nuevo subsuelo a la tierra. Con un cachondo énfasis las tumbas se entregan al amor! ¡Generaciones y generaciones de muertos comienzan a desplazar ya a los vivos Y cada madrugada, más lívida de asombro, comprende que sólo puede tener oficio de lápida. Todo eso, todo eso. Sólo que lo sobreviviente es peor que lo difunto, pese a que los zahoríes creyeron descubrir a tiempo que el mejor campo de concentración es la fosa común y el único calabozo de cierre insobornable el cementerio. ¿Quién negará que la idiotez humana puede ponerse a la zaga dela zoología? ¿Quién dirá a qué bajo nivel puede ir a fondear el corazón del hombre? ¿Quién sabe a cuántos grados bajo cero de asfixia y servicia puede llegar el miedo? Con sólo los ojos saltados por el espanto puede empedrarse las carreteras de Europa. - 194 -


Las máquinas ultramodernas han ido a ofrecer alianza ni pasado de las cavernas y los bosques cuaternarios. Las bombas matan aun el polvo vivo. Las bombas bucean el seno de la tierra para apedrear con féretros la cara de los cielos. Las ruedas de los cañones pasail día y noche ,por el corazón de las madres hundiéndose hasta el eje. En el silencio coagulado nada más que la marca de los sollozos capaz de romper todos los mares de hielo. La libertad, siempre en cuarentena, ha sido raída del suelo y del subsuelo. Vara hacer del mundo un museo de muñecos de cera. El Dios guardia cárcel de las religiones descendió encarnado en gendarme infinito para prevenir hasta los sueños insurgentes Y arrojar bombas de profundidad contra lo que subirá mañana desde los bajos fondos. Las flores mismas comienzan a dar mal olor, y el agua y el aire tienen un relente de hipogeo. Aun en los distritos de los aviadores el vivir tiene estilo subterráneo y ademanes de topo. La ciencia destaca sus representantes puros para hacer experiencias de cobayo con las masas. Los hombres son apenas soldaditos de plomo. Los soldados son apenas adoquines de una sola calle que desemboca en la muerte, y y a la hidrografía del llanto amenaza hacer rebalsar a la otra. Todo eso - 195 -


mientras el papa pide luz para ver de qué lado estará Ja victoria a fin de bendecirla a tiempo, y el sobrino del rey de los armamentos presenta su candidatura al premio Nobel de la paz. II Con manos escurridizas y heladas como el cuerpo de la sierpe el gran burgués final adoba corazones eunucos. Despluma en su nido todo sueño de cambio y de futuro. El resuello del gran burgués final, el que lleva su alma de simple mascota, !o ha contagiado todo. Los mendigos poseen depósitos bancarios. Los poetas y los obreros devienen polizontes. Los filántropos devienen accionistas de las fábricas (le armas. Oh reyes gasterópos del algodón, del caucho, del acero vuestra paz, la que siembra a millones huevos de langosta y de [caimán, es sólo ci cascarón podrido de la guerra. Conocemos bien el tufo del sudor concentrado y sellado que guardáis en vuestras cajas de fierro. Sabemos a qué huelen vuestras esposas maceradas en agua de sacristía e incienso. Sabemos de vuestros hijos educados para cuervos en colegios de [tórtolas, y de vuestros ideales ventripotentes Con alas de ángel. Conocemos vuestras patrias de aureola con sus niños pobres que nadie redime del hambre - 196 -


( niños con hambre! ¡niñ os con hambre ¡niños con hambre !j

y s us muchachas redimidas del hambre por la prostitución. Pero ya las montaiías y los ríos se niegan al oficio celestinesco de fronteras que los aviones han pulverizado y aventado a los cuatro vientos. Los hombres pueden escupir las frentes (le las patrias manchadas de pensamientos inconfesables, pueden escupir sus manos sucias de negocios y de sangre sin culpa. La nuestra, la sola, ('Oflhienza aquende y allende de todas las aduanas. El polo sur intercambia ballenas y sílabas con su colega. La estela de un solo buque puede hilvanar de blanco el pliegue (le los cinco [océanos. Las hélices (le lo alto recitan de nieinoria el mapamundi. La india iza sus broa dcastings en las las trompas (le sus elefantes. El león de Sudáfrica y el salto del Iguazú braman en las aiitena de París, mientras el clamor de las huelgas de Tokio y San Francisco iesuena en todos los pechos sudados: en los patriotas de la futura patria sola. ¡Sobre el diluvio (le sangre no tenderán al fin los proletarios puños en alto el arco-iris del hombre? Ya los sueños de los desnudos comienzan a pesar más que las reservas de los bancos. Las lágrimas comienzan a rezongar como el océano. La roja profecía de los gallos anuncia la gran alba retardada. 197


Alguien pondrá por fin el grito que falta CII la boca aun no cerrada de las tumbas de los que murieron de muerte homérica para nada, de los matados por muerte infinitamente fullera. El día el que el mundo se sacudirá como perro mojado, el de casero Juicio Final, se aproxima. Gritos congelados de impotencia. Resignaciones fosilizadas tic plegarias y hastío. Corazones cóncavos de esperanza destsperada Los peores hablan. Los mejores quedan mudos. Pero una esperanza más populosa (inc la Vía Láctea atraviesa la noche de los hombres. ¡No queremos morir , no queremos morir íuucamente a causa de ella El porvenir está llegando, por más que nadie quiera darse cuenta. Los más perfectos cronómetros están atrasados. Con la balanza cantante de las mareas, que verifican cada día el peso del mundo, el océano de las lágrimas se alza al fin para el diluvio nivelador, para el amargo lavado de las lacras de los siglos. La casta verá el comienzo del fin sin resignarse. Ya la oiremos lanzar al vuelo sus campanas, pero su Dios ensordeció de puro viejo y no podrá oirla. Cuando surja el alba secuestrada en las mazmorras, - 198 -


terminará con los dos pánicos que meten la tumba en nuestros [huesos:

ti que se deja asesinar y el que asesina. Aventará los fantasmas y las fronteras de nieblas y sobrará espacio de tierra y espíritu para los vivos. Del 'vientre zodiacal de la Casta ya habrá sido librado el gran nonato, el Hombre. POEMA DEL AMIGO a J. R. Lima Hablo de eso que está escondido y visible en todas partes. En el arte de ángel guardián de los nidos de espinas, en la desbordada felicidad de la vaca que lame su cría, en la filantropía belicosa del perro. ¡No basta un sólo duraznero en flor 'para volver rosado el mundo? ¿Y ha de faltar eso en el hombre, sangre de mi poesía? La casta es la sepulturera de la amistad humana. La casta que construyó el primer ídolo e inventó los candados. ¡Quieren hablarme de egregios? Yo sólo siento la sagrada equivalencia de los hombres, dentro de su genial desparecido: dentro del espírtu que actúa en ellos con innumerable armonía. Pesos iguales frente a la hondura de su misterio y su esplendor. Frente a las insondables 'progenies que emergirán de ellos. Frente a la vocación de unidad que les presta el rostro de la noche estrellada. Frente al amor y la muerte. - 19 -


Digo que el mejor hombre lo amasan los otros, no se amasa a sí mismo. Y digo que no hay odio porque no puede haberlo. Rostros del miedo son todos los odios. Con solo miedo se hace el muro de escarcha que separa a un hombre de los otros. Con sólo miedo se enciende el fervor de los caníbales. El solo miedo inventó patrias y plegarias. :i:i Amistad tuya inaugurada un día y cada día 'que estuvimos juntos. Sentir yo que mi pecho numeroso palpitaba cubierto de párpados, espejeaba abierto de pupilaL Yo te narraba entoncesla serenidad de mis montañas (pese a sus desaforados torrentes), y mi caballo arrojado y vistoso como el arco iris, y la lentitud cabizbunda de mis arados. Tú me hablabas entonces de Deodoro Roca y de su corazón rodeado de amigos y amigos, no menos exacto que el hogar del sol que alumbra y calienta sus [planetas. Y tú el que parecías estar en pie para mil años jóvenes (tu melodiosa sangre de Italia acriollada a lo ancho y hacia arriba, por la pampa y la sierra) II


te acostaste de golpe para no alzarte más, como un árbol hacheado. No ritmarás ya todo el aire como tu respiro músico. Ni desatarás más tu sangre para el verano profundo de la amistad. Ni yo sentiré más tu mano sobre mi hombro como una charretera ganada entre humo y fierro. ¿Qué el hombre es hoy un congelado río deteniendo mortalmente el ímpetu de sus ondas y sus peces e inútil para las simientes y las fauces ¡Tú eras una primavera capaz de libertad los ríos engrillados del polo! Tú, invasor de dulzura, como un río. Tú, poderoso de la amistad, dictador del afecto. Tú tenías un querer diferente para cada uno de los amigos, (cada alma es inimitable aún para sí misma,) oh, testigo fehaciente entre todos, de lo primero, lo mejor y lo último: la bondad, estrella criolla del hombre. Un día al fin, cuando los dioses matinales triunfen sobre los dioses nocturnos del hombre, cuando la igualdad sea pesada en balanzas de diamante, y lo que puedan robar los ladrones no interese a nadie, cuando la dilatación del alma deje zaguero al viento: - 201


entonces la ternura sonará en la voz de cada hombre como el cielo en las gargantas de los pájaros, y la amistad poblará de cisternas los desiertos, y cada pecho de hijo de mujer se llenará de ella exactamente corno la ubre de la vaca se llena de leche, y él beberá poesía y masticará verdad: el débil q ue al fin habrá hecho de la esencia humana su alimento sagrado, su médula de león, devendrá un Hombre. Hasta entonces llevaremos de escarapela tu nombre, tú, cuya amistad era una benignidad numerosa y feraz como la [lluvia, un trago de vino de los dioses, algo (1UC tú repartías como la rnaííana reparte la luz, Luis Reinaudi, Luis Reinandi. COMIENZO DEL HOMBRE Cuando todo, hasta las más firmes apariencias, se derrumban, el gran desconocido (un día ha de escribirse su epopeya profunda) el yo, corno una proa, persiste y avanza, mientras los fantasmas se hienden como las olas ante la proa. Las colinas se encaminan lentamente a la cima del monte. El hombre viene desde el comienzo caminando hacia si mismo. Romper el cascarón que lo protegía y que ahora le estorba er su deber religioso. .Atreverse a desechar la piel vieja. - 202 -


Atreverse a la nueva desnudez del paraíso. Hay la terrible desnudez del espíritu divorcido de la carne, y del 'pedazo (le océano que gol pe:I en nuestra sangre, y del pedazo (le noche y estrellas adherido a nuestra alma, de los rojos senderos que. van del sol al vino y del vino a la sangre y al coraje y a los silefios. Reculada y temblor ante las potencias sombrías, en lugar de salvarlas en la luz y servirse de ellas. Porque el hombre debe alumbrar y reconciliar en sí los dioses y demonios sin edad ni nombre que lleva adentro para que sean su escudo y sil y no su caballo de Troya. Y para que el alma ini ervenga decisiva en la incesante creación (le lo vivo. Oh embriaguez más intensa que diez batallas, la del que bebe un infinito trago de mundo en la copa de sil La vida está llena de presagios y cada hombre es el profeta (le SÍ mismo. o morir. Mas, ay, debe realizar sil Debe intentar en sí todo el sino humano o morir. Buscarse a través de los otros y la tierra y el cielo (. F el único dogma. Forzar la insondable discusión con el ángel nocturno hasta recibir el auxilio del alba. El hombre es un río que no quiere detenerse, no quiere ser estanque con un destino de pantano. El hombre no puede querer más que su propio sino intransferible. - 203 -


Nadie puede repetir, sin traición, lo de otro mientras su alma irnpr.me donde quiera sus huellas digitales, y cada cual lleva velado en su profundidad su r ropio modelo como la semilla lleva el árbol. ( Cada vez que funde un hombre la Naturaleza rompe el eriol sonriendo ) Pero es preciso que el hombre venza el miedo, al que creó el rebaño, a ese que es la tisis del espíritu y escupe sangre. Oh miedo a la soledad creadora del individuo! Mientras el río no pide permiso para desbordarse

y el incendio atiza su propio avance alegremente, el alma del hombre aun adora la protección de la jaula. Digo que es más impura que el incesto o el parricidio Ja encrucijada que inventó las rejas, graxigrena del espacio. ile aquí que cuando el perro aun no tenía collar, la casta inventó el polizonte. Entonces la vocación de ascenso del hombre fué puesta en y el despliegue sinfónico de todos sus ademanes, y la colmada respiración de su alma. El alma no debe obediencia a nadie, ri a las patrias ni a los dioses. Joroba llena de cansancio que quiere negar el sino vertical del hombre. Pecado original del mundo. - 204

[cuarentena,


(En el primer siervo que jubiló a su amo tuvo la especie su redentor primero.) Terrores inútiles acumulados por las edades,

fatigas acumuladas por los trabajos de las edades, sevicias acumuladas por el miedo: cargamento de sombras pesando y pesando sobre nervios más tenues que los hilos de la arafla: conspiración del pasado contra el hombre queriendo conformarle un alma occipital... Una criatura enlutada de tinieblas y estremecimientos, nutrida de fantasmas; tina 'profundidad queriendo resignarse a mera superficie: el hombre queriendo resignarse a horda. Mas ensayando una vez y otra y aun sin saberlo €1 aprendizaje de sí mismo: el declinar connipadres, maestros, mitologías, y la autoridad del mundo y las edades, para la liberación del sacro demonio que se impacienta en su encierro Sólo que ci hombre no está aislado aunque lo quiera. Navega en el océano de los hombres, empujado por ci viento de los hombres, gracias a ello sólo personalidad y fraternidad son por siempre los dos extremos de su arco. Ella, la Especie, lo absuelve de todos sus pecados, lo sacramenta y lo dilata 205


vuelve posible lo mayor y más remoto. Por ella y con ella puede invadir el futuro y la totalidad del hombre puede incidir en el individuo. ¡Felicidad de llevar enisí el latido identificador de todos lo! [hombres Felicidad de sentir que no viene a repetir a nadie, que un absoluto inimitable y único quiere expresarse en él! Ya el inventor de las inés profundas bombas de tiempo, ci conspirador primero y de siempre, el Pensamiento, e encarga de no dejar dormir en él el instinto de lo venidero, vanguardia del mundo. La sacra pasión clandestina del hombre (torpemente engañada con el mosto, el juego o la guerra) superar su experiencia y su memoria, ¿izarse de sí y avanzar bajo su propia guardia. Pan ázimo es su espíritu sin la levadura del futuro, y sólo ella libra a la raza de engendrar lujos muertos. OS

Con odio de viejo celoso lo antiguo repugna lo nuevo. Pero el corazón quiere vencer las circunstancias. Busca una nueva expansión. Ya está iniciando un périplo más amplio. (El. azar es sin duda, frío como las lunas, las monedas o las víboras, pero él quiere darle un oliente corazón de héroe.) - 206 -


El hombre es un largo camino y una nieta remota. Como la madre por el hijo que lleva nublado en sus entradas, vela infiitamente, sin saberlo, ror el que desde adentro lo empuja hacia adelante. De juro todos los elementos estén dispuestos ya para que la más vieja promesa se cumpla. Del árbol del nuevo conocimiento cuelga ahora la manzana del mundo. La serpiente estabulada va a entregar su veneno para anular su propia mordedura. ¿Qué parabóla describira el hijastro (le los dioses -¡ni el destino lo sabe, quizás!— cuando se alce sobre el pedestal del pasado vencido y encienda todos los fuegos y luces que en sí lleva? El cielo entrará cada vez inés, de veras, en su biografía de tierra amasada con llanto, si 61 sabe librarse del paraíso sin oxígeno de los teólogos y de todos los cielos falsos, para escuchar la voz del alba alzada sobre un mundo en derrumbe junto con sus reyes devorados por sus propios vientres: Si eres la larva de un hombre, sé un hombre CONSTRUIREMOS LA NUEVA BABEL a León Felipe Demasiado los mapas sudaron sangre y llanto. Demasiado el hombre se arrastró sobre sus aprensiones y miedos como el ciempiés sobre sus patas. Demasiado desesperó - 207 -


,con la cargada amargura de los jorobados, con la amarga dulzura de los ciegos. Demasiado compartió el tiempo de pirámides e ídolos. El pasado desvencijado hace agua por todas partes y se hunde para enriquecer las vitrinas submarinas. Una esperanza más poderosa que los ángeles se amasa con el polvo de las desesperaciones, y el limo verde y el agua roja de los génesis, y el soplo del celeste, celeste espíritu de Ja tierra. En la sangre del hombre están todas las zonas. Ondas del trópico, icebergs del polo. Paralelos y meridianos cruzan su pecho y su barro batido con sueños y con lágrimas y refleja dor de las constelaciones. Desaforados espacios y lapsos abarca la órbita del hombre. ¡Hace rato que las patrias no pueden contenerlo! ¿De que servirá que sus manos se hayan vuelto pudientes como dioses si el animal profético, el que redimió su desnudez con l a piel de las fieras y su noche con el fuego, ventana abierta al porvenir remoto, ay, siguiera comiendo fábulas y nieblas? ¡No es hora de que coma sus propias profecías (Ya dentro del hombre los que lo precedieron marchan con él empujándolo.) Aquel a quien su propio dolor y sus rechazos, el mezclado color de la noche y el infierno, —208-


han prestado su ayuda, pese a todo --corno la sal y las tempestades evitan la corrupción del miar—, desuncirá su frente, desuncirá sus manos, para construir la Nueva Babel. El hombre tendrá que separarse de sus sueños falsos como el avaro al morir se separa de sus monedas, y lo que ató la violencia miope o desatará la voleneia capitaneada por la luz. Y tendrán que ser quebrados los dientes de los caníbales de hoy, (le los que ceban SU con g estionada rojura con la palidez de los otros. los que viven de la demorada muerte de los otros, y será abolida de golpe la Calle de todas las \Tergiienzas que separa a los que viven por sus manos de los otros, para construir la Nueva Babel. Las perlas no las hace el mar sino el sudor agonioso de los buzos y galeotes. El hombre descendió a través de] infierno y de los muertos. Ascenderá de nuevo. Ascenderá e] hombre de los bajos fondos con los otros a remolque. Pero antes serán jubilados los ídolos (el Estadio y la Propiedad con sus códigos cancerberos, los Dogmas con sus aureolas) y será decapitada la Casta de cabeza de cerdo, para construir la Nueva Babel. - 209 -


Los aviones de la Nueva Babel trizarán las fronteras de las patrias arcaicas, las que fusilan a los amotinados por el hambre o la esperanza y condecoran a Basilio Zaharoff. Las gestapos y gepeíis serán números de museo. El mundo del tanto por ciento custodiado por obispos y brigadieres, será pieza de museo. Y el ocio parasitario se caerá de ahíto. La nueva canción del hombre será la estremecida y estrellada canción del hierro ea el yunque. Los ojos preclaros del hombre ntre el doble misterio de su barba selvosa y su frente explayada, alumbrarán en lo más secreto de su hondura las aguas dulces de la amistad como el rayo alumbra en las nubes la fuente de ]os ríos, para construir la Nueva Babel. El corazón del individuo volverá a la especie (ella con su sacra variedad infinita y su infinito futuro) para inaugurar la totalidad del hombre. Entonces lo fuerte no estará divorciado de lo puro. Una atmósfera sin campanas neumáticas ni globos cautivos libertará los pechos Lomo el surco termina por abrir las semillas más herméticas. La fraternidad no será cosa de sebo y humo en los altares, sino algo imprescindible para las construcciones vivas como el cemento portland para las otras. -- 210 -


El corazón cargado de fantasmas y sombras se habrá alumbrado al fin con sus propias lágrimas. Avanzará armado de pupilas, y la confusión de lenguas se trocará en rimas de miradas y latidos, en la Nueva Babel. Antes de desenvainar su alba verdadera hecha de sangre de corazones de hombres y luz de frentes de hombres) habrá dejado sus ropas manchadas de llagas y sudores infames, el hombre cambiado de perfil y de fondo. Ese ya no abdicará ante la violencia sino cuando sea gendarme el pensamiento, y habrá jubilado todo ensueño tránsfuga, y todo miedo inútil. Entonces será la navidad de la alegría, (se llenará de palomas el tejado del mundo) una alegría recién nacida y desnuda, con su sonrisa capaz de matar a la muerte. Ya habrá devorado sus demonios y sus dioses para sacramentar su propia fuerza, el constructor de la Nueva Babel.

GLORIOSOS FUNERALES a D. Urruchúa El espíritu que inventó el asma, y los cementerios provisorios llamados cárceles, 211 -


levantó sus paredes con hielo solitario del polo, y llenó sus rincones con sombra de féretros: el espíritu de alcahuetería homicida, que quebró la risa y la confianza del mundo Y se acusó más dañino que la guerra en la biografía del hombre, un (lía será derrotado al fin Y el mundo celebrará los funerales mayores. y

El hambre es el rey del mundo que sus cortesanos hacen viajar de incógnito: disfrazado ahora con rascacielos, oOii avenidas que elicahlzan el azul (humo o la Vía Láctea, con velocidades horizontales o verticales, con :productos sintáticos y estadísticas, C1 011 incienso y ametralladoras, con secretos (lo estado más iiep'ros que sangre eoaemlada, con la filantropía de los fabricantes de armamentos o la de los que ealbran su ciencia por la renta del dueño (le la haga. Disfraz inútil, por-que donde quiera l Hambre asoma sus disenultas manos de náufrago, en todas partes Se ove ('so que escalofría las espaldas del mundo: el teclear de sus dientes de calavera. Pero un día el Hambre será encarcelado y entonces se derribarán las cárceles. Entonces será apenas algo más que un recuerdo increíble ci de los arcángeles cohi botas que cuidaban a los niños par que no se dejasen tentar por las vidrieras (le los panaderos, o libraban a las diáfanas jo-,crías del turbión de los soñadores insolventes. 212 -


O acallaban con pitos protestas más roncas y hambrientas que el [océano ¿Y q uión creerá, non menos, cn los bedeles de la 1 iniebia, los espís de profundidad que veían en el espíritu el gran ladrón nocturno? Cuando los puños del Trabajo izados sobre las fronteras sean bandera única, y la eclosión del alma futura que e1 lionibre lleva en sí sea semejante a la ilivesión de la música en el alma inmóvil (le los ciegos, entonces, entonces, podéis creerme, ocur:irsn les funerales de la cárcel -e la sangre y el alma eelebrarún la muerte del miedo. AMOR, COMO LUZ

1a SV(l de t5 al (i( los aulees ciervos y los dulces ríos me volvió a los hombres. %O1VÍ a las pairlas de los liombees donde se adora aun a los héroes de frente de toro o de corazón eitrceljo como sepultura, N, el mismo vivir se parece 110 poco el dinero de so ('11sf ífl5 -e lenocinios. ¡Cuerpos domesticados y almas yacentes! ¡Y el hombre trocado en pedestal de ídolos y de hombres! Contra eso se volvió lo que en mí sabía a los dioses es)oliques del hombre, y no más. - 213


Mas sentí que lo desconocido que se anunciaba en mí volvía inaudible mi voz para los otros y me alistó para el nuevo destierro. Entonces llegaste tú, más joven que el alba, intacta, con tus ojos tiranos del cielo. Y vi que tu mañana avanzaba hacia mi mediodía. De veras, no temiste mi soledad acechada y acechante y no temiste mis besos de guerra. Los tuyos eran un tal rapto de hermosura que en los días vinientes. a su solo conjuro, se trepará a la cima del corazón la sangre al modo que la savia a la cima del árbol para hacerlo florecer de nuevo. Recuerdo que me ahogaba, me ahogaba, o acaso no tenía respiro, ' tú has creado la atmósfera y el respiro y el suspiro para mi. Por tí la esgrima galante del gladíolo, y el enclaustrado cielo de las guitarras, y el alma azul de ios nomeolvides, y la roja apertura del día y del clavel, y la noche con sus estrellas que no entran en los dormitorios. Ahora lo que hay entre nosotros es tan grande que no podemos sostenerlo entre ambos y menos yo sin tu ayuda. A ratos para hacer más diáfana la dicha tus ojos que repiten tanto cielo - 214 -


parecen volar hacia un lucero o la ausencia. A ratos se borran las montañas, las ciudades, los astros, el pensamiento o el ensueño, y no hay sobre la tierra más que nosotros dos, O mejor tú y tú y tú, y yo que no soy más que tu propio latido. Mas sólo por el alba que en tí llevas volvió mi claro fiar en la de los otros; digo en su cielo respirable y apropiable (oh libertad, oh todo el hombre) y en la niña-Diosa terrible, la poesía. ¡Así cómo no he de saludarte con tantos amores en uno!

JURA DE LA AURORA Hablamos de belleza, 'pero sólo tú sabes y entiendes de verdad de ese misterio que es más intensión que la rapidez, la fuerza, el [fuego, y más profundidad que la muerte, oh tú que naces también en sangre como el hombre, mas no llorando, sino riendo, aurora, que tiemblas como un héroe del esplendor de tu propia [hazaña. ¡Hora nupcial de lo terrestre y lo celeste, Fecha de rosa y de relámpago, alegría que empurpura el alma de los pájaros yla nuestra: proa de la luz, aurora! - 215 -


Más arrojada que todas las sangres, más afirmativa que todo sí, la mmorta.ldad de los días y las noches sonríe al Espacio en tu vertiginoso instante, mientras tu inocencia se hace infantil y baja temblando y sonriendo hasta el rocío. ¿No naces para que la sangre te reconozca por tí entremos en las-venas de la tierra y el sol, y nuestro corazón galope todas las anchuras del júbilo, oh creadora de distancias? ¡No traes contra el cansancio y la pesadez tu juventud niá turgente que todos los deseos, tu frescura que enardece? ¿No lava tu. limpidez la tristeza de cada criatura? No demuestras que la patria del hombre está entre la tierra y el [cielo! Mas he aquí que los hombres se tapan con ciudades ;)ra no verte, y sordos como la cera no te oyen, y que los pájaros de las ciudades ignaros del silencio y duchos en ritmos mecánicos, casi no saben ya que existes. Los constructores de museos y dogmas temen tu brevedad, más aguda y espléndida que cualquier arma de guerra: ehuyen tu desnudez porque temen la de su piel y su sangre. Ay, sangre nuestra inocente como la dulce savia del árbol y 'a salada ola de la playa. - 216 -


Desnudo ya no se siente hombre el más correcto animal domesticado. Deja secar su sacra raíz en lo total Ja más profunda de lais criaturas. Sólo las heredadas costumbres con su lustre de ropa asaz usada y cepillada • ganancias creciendo como cánceres. • la peste clandestina, el miedo. Y tantas torres acostadas. Y tantas lágrimas sin causa ni objeto y tantas risas y sonrisas nonatas. Ya nadie quiere saber, ni puede, de la, roja edad de las cerezas ni del cándido edén que está en la niédula y la risa, Quién ha de creer en los dioses vivientes Pero yo sí, y en tí la primera, aurora. Profundo jinete por las sendas nocturnas del amor o la meditación, las dejo para venir a adorarte, Lavados los ojos de tinieblas antiguas o nuevas, las dejó para venir a adorar desnudo tu desnudez, e] corazón con ritmo de danza en el pecho vuelto celeste por ti como el de los ríos o dioses, la sangre alzándose ante ti como las mareas ante la luna. Eres sólo voluntad de avance y la vida es salto y esgrima. - 217 -


Los que han hecho de ella un alto o un regreso se inclinen ante el agachado ocaso. me alzo ante tu ejemplo de erguimiento sacro para el árbol y el fuego y el alma, para los senos de la mujer y la varonía del varón. Busco la embriaguez del riesgo y su más allá, busco la danza guerrera que pide la embriaguez de la nueva fuerza, y el presentimiento de lo que no es, pero que será. Intento el nuevo canto del hombre, y vengo a beber en tu fuente. ¡No corre ya por mis amodorrada venas una sangre de pájaro que vuela cantando? •Se vistió de pellejos hirsutos, o de fierros o joyas o cilicios o de espejos o ángeles huyendo de su propia desnudez. Y su opaca vocación de sastre odiaba todas las claras desnudeces. Y aun tatuó de escalofríos su médula frente a los gallos que calientan el alba, frente a la amapola que arde sin ceniza. Incubador de escombros, de recuerdos, de fugas, se volvió hacia el pasado o la muerte, o hacia su propia hueca soledad, con tal de dar la espalda al mundo. Aun lo veréis hoy llenando con suspiros odres vaciados de mosto, - 218 -


agarrándose con sucias manos crispadas a sus monedas y sus dioses, celebrando un Nacimiento trocado en siglos y siglos de agonía. El hombre lleva en sus adentros Un esbozo de sí mismo ante el futuro ya mas vivo que su alma en modorra de in'ierno. Como la luz precisa la colaboración de las tinieblas rara ornar de colores el día, con lo más bajo redimido por lo alto se hace el color del hombre. ¡Para qué las interrogaciones sin respuesta como la carta del suicida? Los estratificados recuerdos (le la especie en nosotros ¡,no vienen difiriendo la invasión al futuro El nuevo canto del hombre. La profundidad se hace nsica y la intensidad estrella. Las incubaciones nocturnas no esplende p menos que las eclosiones [solares. Los sudarios y los huesos tienen el color del alba. El espejismo de los desiertos anuncia los futuros oasis. El aire se anquilosa sin el juego de las alas. La carne de Ls plantas, los moluscos, los luceros late en la nuestra. La primavera enflora y deshoja almendros y sábanas. Los árboles pueden caer y caen, pero no doblan la rodilla. Los animales no se arrepienten ni se vuelven alfombra de sus [prójimos. - 219


El alma es una enfinge que sólo confía a la sangre sus secretos [pu rp ú reos. El hombre que se agacho, a meditar toma la forma del arco co inba tiendo. Una ciencia proruncia trae dolor. Una ciencia más profunda trae alegría. (Oh alegría amanecida más albí de las angustias y dudas.) Todo eso debe estar en el nuevo canto del hombre. Practicarnos demasiado los caminos que abrieron los muertos, las palabras que forjaron los muertos, los pensamientos que alumbraron los rnuerto, sin saber que ellos sólo pueden servirnos para leudar lo nuestro. El joven deseo del hombre crea la juventud del mundo. La niuerte no es ninguna parada, 1am b ién es una marcha profunda. De los pantanos (le la muerte y la noche se filtran y escurren los más vivos manantiales del día. Con los más sombríos dolores de lo que fué se están abonando las suertes más claras del futuro. Y todo eo debe estar en el nuevo canto del hombre. No querenlo.s salvarnos de la tierra y el cuerpo. Queremos desposar a la tierra con el cielo y bautizar cada (lía en nuestra sangre el alma. Queremos hacer de la certeza de nuestra muerte la aupadora levadura de nuestros pesados instantes. Querernos seguir el alma por caminos cada vez más altos, sobre nuestra tierra que también es clara estrella en la noche, -obre nuestra tierra celestial. - 220 --


Y estamos seguros de que nuestra pequeña muerte

no nos deja afuera de la divina vida del todo. Y todo eso debe estar en el nuevo canto del hombre. (El hombre, domesticó el fuego más feroz que los leones. encendió de sí su antorcha profunda para aclarar su abismo. El alma breve inventó ci verbo para romper sus propios límites. Un angosto destino quiere expandirse sin límite en el canto. El hombre se vuelve sagrado en el canto como la lluvia (IUC fecunda la tierra o la estrella que guía a los navegantes). Y el dolor innecesario e innumerable de los hombres en los tiempos. Y el pensamiento que desciende a la profundidad con su lámpara Mi edacla contra los gases venenosos. Y la esperanza combatiente como las llamas del incendio o las olas del naufragio. Y la faena, creadora de espacio, de los alzados conira la casta, buscando un clima sin pantanos para la conducta del cuerpo y 1 a respiración del alma. Y la agonía del heredero de todos los dioses prófugos, el ventripotente dios de uñas sucias llamado Estado. Y la resurrección de lo que une el corazón del hombre a los hombres vivos y a las estrellas vivas. Todo eso debe estar en el nuevo canto del hombre. Desde la enerucijoda del dolor y el misterio, sobre la pica de los miedos vencidos, se alza el canto que volverá más terrestre y más celeste al hombre. Es inútil que quiera contra-pisar sus pasos. Tiene que seguir adelante. Es preciso, 221 -


aunque la carga de geografías, de razas y edades y de sabidurías coaguladas quiera estorbarlo, aunque las máquinas lúcidas y autónomas quieran tomar la delantera. Se mezclan verdades vivas a engaños de muerte, pero el camino existe y la grandeza de lo buscado ya engrandece al buscador. Lo mejor del hombre aún no tiene forma y lo peor es darle una forma alquilada. ¡Demasiados años y siglos de. rebaño! Por qué no un día de vida de león El secreto de esfinges y sibilas se abrió como im fruto maduro: Ja Personalidad es el paraíso prometido del hombre. Y todo eso colabora y asciende ya en el nuevo canto del hombre (música más embriagadora que la sangre y el vino y la muerte) alzado desde la raíz del mar a la curiosidad de las estrellas, aurora, aurora.

FIN

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INDiCE •

Pan

LIBRO 1 EL MUNDO NIÑO Canción de la que regala el mundo al niño ......................13 Caución de la luz ..............................................14 Canción del agua de ojos zarcos .................................16 Canción de la montaña que baila ...............................17 Canción del galope del guanaco ................................10 Canción de cuna de la torcaz ............... . .... . ............... 22 Canción del circo del mar ......................................25 Canción de los ángeles de la tierra ..............................27 Canción del agua que pasa a nuestra orilla.......................30 Canción del edén casero .......................................33 Canción del inavegante ......................................... Canción del verde amor ................ . ................... . .... .U Canción de los niños del mundo .................................38 Canción de los niños con hambre .................................40 LIBRO II EL CORAZON EN LA GUITARRA 45 1a guitarra ................................................... Sacramento de la zamba ......................................50 Canción de Aníger ............................................53 Lamoza bruja ................................................57 La moza de mazapán ...........................................58 La pampa contra los gendarmes ................................60 Morena......................................................70 Canción de muchos quereres .....................................73 Canción del caballo ............................................72 El zapateo del diablo .........................................78 (Sigue a la 'vuelta)

EDICIONES SUMA Rosas 1871 Buenos Aires

T. E. 59 - 5127 Argentina


LIBRO VII PAN Indomable verde Profunda desnudez ............................................ Humanidad de las estrellas ..................................... Canciónde los caimanes ........................................ Canción de los cóndores ........................................ Confluencia con el Paraná ....................................... Pampa de alas ................................................ Ladanza del yaguareté ........................................ Caníbales..................................................... El corazón del bosque danza .................................... Altamar ..................................................... El llora-sangre está llorando .................................. Estrella de Cinco puntas ........................................ Biografía anfibia .............................................. Lahistoria ................................................... Ahora la amistad............................................... Eldios final .................................................. Plegaria a los dioses ddi amanecer .............................. Alma No es ángel ni hijo de ángel .................................... Saludoa lo que deviene ......................................... Excomunión del jardín zoológico ................................ Elsueño de los cejos ............................................ Envío Elque vendrá ................................................. Lapareja...................................................... Futurode añoranza ............................................ Elamigo no conocido ........................................... Canción de los ermita-Ros del mar .............................. Insurrección del.. Poema ........................................ Eglogade Lita ................................................ Elhombre matinal ............................................. Singladura................................................... "Tus lágrimas mías" .......................................... Los mercaderes de la sangre .................................... Poema del amigo .............................................. Constituiremos la Nueva Babel ................................ Gloriososfunerales ............................................ Amor como luz ............................................... Jurade la aurora .............................................

85 88 91 95 98 101 no 113 115 118 113 123 124 127 128 131 134 136 137 139

140 144 147 149 151 159 162 164 165 1'6 181 183 87 190 191 199 207 211 213 15




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