Libro poesias de luis franco

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Luis

Franco

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DE BUENOS AIRES

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Selección y »resenlactón por LUCAS MORENO Ilustración en colores por ALFREDO 1)E VICENZO

© 1964 EDITORIAL UMVLRSITARIA DE BUENOS Ais - Viarnonte 640

Fundada lior la Universidad de Buenos Aires Hecho el depósito de ley IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA


INSURRECCIÓN DEL POEMA Hombre de letras y oficios

La riytroSa valoracion oi ienladora que debe preceder todo ('Sfue?Zo antológico se cOni/,lica por la necsulad de esbozar un plan de Ira bajo que limita 1(1 obra seleccionada lan tú CO fi o las » ref eren Cias del anIoloysia. Por eso, al ven dim iy en la obra poética (le Luis Franco, sabemos quo a la presente le aguarda el (lestino de /odas las antologías: satisfacer a unos i disuslar a otros, sin tomar en citen la las aproxima(iones (le aciclo o error en que haya incurrido quien acomete la empresa. Las dificultades a superar se tornan arduas por tratarse del lírico que más se ha alejado, en nuestra literatura, (le su obra primigenia, y por el menido en saje ¿dii ni mador de redención It urna na contenido i!! bit o. SU (j zldenids, su vida se .çimiguilam iza con caracteres que te com o su obra, y no ucla tornan tan importante tIc prescindirse de ella si se quiere llegar a una profunda comn prensión (le su naturaleza y destino. Es el (le Luis Franco, como artista y coni O lioinbie, mmii caso ónico en nuestras letras. Tal vez para uhicarlo »i(d1i(ranmos afirmar que es el antiinte/ectU(!LpOi (lCfuliiCón, Si por intelectual entendemos idea hadicionalmente aceptada (le un profesional del mnelcclo que asume, por la Jerarquía social de

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su trabajo, una función que lo exime de lodo coinpromiso con su tierra y su tiempo. Como si diféram os un presunto juro cerebro sin manos, alienado de la vida y con la sola p-eociipacion (le oficio que amenaza convertirlo (le hom Inc en abstracción. Son conocidas las ni úllij)lcS ocupaciones que le Posibilitaron afirma ise i, defender su libertad ja terior, su insobornable independencia de criterio y opinión, tan difíciles de mantener en nuestros (lías. Con el concurso de sus manos, corno ungriego de los tiempos de Esquilo, fue logrando las bases mínimas de una vida austera. No desechó oficio ni menester por elemental o humilde que fuese. Labrador en Belén (le Ca tania rca, su pueblo natal, cultivó durante largos a íios un predio por demás desparejo y fragoso, hasta nivela do, llevándolo luego, con los ni uy escasos ' rudimentarios enseres de que disponía, a un acepta ¿de rendimiento, al combinar el cultivo de cereales y pastos con el de la Vid. Más de diez mil cepas plantó a lo largo (le esos afios con sus propias manos. No se conoce entre sus colegas de la literatura quien pueda hacer una a firm ació n en igual sentido. Sus manos manejan hoy todavía el hacha con la misma certeza maestría que la pluma. (¿Será un resabio del antiguo oficio su prosa a veces acerada, por momentos filosa en ironía devastadora?) El regi11iCn (le riego en esas tierras sedientas ¡In. ponelos ma y ores sacrificios para aprovechar ci turno cii el uso del agua. la te un u ia bies noches inve nales con el agua Jiata las rodillas era la yapa a una ¡ornada que venía Prolongándose desde el día anterior. Tres veces sufrió cárcel por defender el agila de riego de su pueblo. Como puede aprecio rse, no ha falsas P0SiCio1S intelectuales en este hombre que decidió su destino (le ma liC ra e uuia 1. No incursiona en fo rin a (le6


portiva o por mera curiosidad (le observador que experimento y ensaya. Se identifico sencilla y decididamente con su pueblo. Aquéllos fueron años de (luto trabajo en los cuales —acaso sin saberlo él mismo— maduró su numen, síntesis prometeica de poeta revolucionario, que nada tiene que ver con el ejercicio de las letras coma pasatiempo o medio de vida. Advertimos que aquella actitud del empleo de las manos, al vertebrar su concepto del hombre sobre la única dignidad que lo diferencia —la del trabajo—, se vale de las manos y del cerebro puestos en un mismo plano, como de los dos términos de una ecuación integradora capaz de hacerle superar todas las contradicciones. Tal vez porque uno de los signos que distingue toda sociedad de clases se funda en el desprecio al trabajo manual, este poeta alciónico, anunciador del hombre venidero, paralelamente a su obra de prédica y denuncio, nos deja el testimonio de sus ideas traducidas en hechos. Por eso sus manos (le obrero, de artesano y (le artista nos parecen el resumen de su conducta, que bien puede proponerse como ejemplo (le un estilo de vida.

De "La flauta de caña" a "ContelacitSn"

tiempo lírico que 1 ranscurre entre La flauta Constelación sirve para abarcar la n2adutez alcanzada por la obra poética de Luis Franco. A/mondando en su.s raíces loo-ramos comprender su verdadero contenido y alcance. Desde su primer libro (le poemas hasta el último, se advierte una impresionante unidad (le voz, lograda más que por coincidencia temática, por el impulso ascensional de su poesía, que supera las lógicas limitaciones técniEl

(le caía y

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cas, como un rio que salido de cauce va trazando su nuevo camino, dándose sus propias márgenes. No lo podemos incluir dentro de ninguna generación literaria. No perteneció ni pertenece a ninguno tic los núcleos intelectuales tic nuestro medio. Tampoco es posible filiarlo en tal o cual escuela. (? En cuál ubicar a este hirsuto demoledor de la tradición, las ideas en conserva y los lugares comunes?... Recordemos que decliné ser miembro de la Academia Argentina de Letras y que en dos oportunidades rechazó la cátedra universitaria.) Si, poesía nace como poesía de la naturaleza, de honda sugerencia, resuelta en imágenes vivas y directas que hablan con igual intensidad a la sensibilidad y al Pensamiento. El sentido de lo vital prevalece en su obra y la categoriza. Por encima tic las modas y las predilecciones de quienes se hallan atentos al dernier en, existe un ámbito tic permanencia que parece definir y convalidar su creación. Ya algunos de sus poc i nas son clásicos (Madre, El olivo, El buey, La calandria) y siguen Perfumando a sementera, Penetrándonos con diafanidad tic cielo y frescura de acequio murmurante, esa misma frescura con que fueron escritos y que los torna invulnerables al tiempo. Poesía bucólica que bien puede vincularse con Teócrito, pues un idéntico espíritu tic exaltación de la naturaleza los anima. M4s todavía los identifico el hecho considerado frecuente entre los campesinos, no solo de la antigua Sicilia sino (le la Provenza y hasta (le Escocia, que componían y cantaban sus versos nacidos tic la simple relación con lo cotidiano. (G. Murray.) Sencillez ambiental que da forma y carácter a todo un estilo. Y una analogía aún mayor; el aeda griego tampoco se quedó en el paisaje, sino que cantó ci padecimiento del pueblo al cual pertenecía, esa población campesina, legión de agricultores que llamó "el más miserable de todos los proletariados".

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Los sons iniciales de La flauta de caíia se am p!ifiean en Libio del gay vivir, que mereció ci juicio laudatorio de Leopoldo Lit gones ("Este poeta LUÍS Franco nacuó con la facilidad, que es un don del 010"9. Pero Cl "poeta paano", va "ilustre doctor en la goya ciCflcia", habría (le lograr aciertos ma), o/es mediante una búsqueda depurada en los ¡nc. dios de expresión y una más liando exigencia de las facultades poéticas que le son propias. Así publica Los trabajos y los días, título tomado (le Hesíodo, escrito iii lcgrai;ieii/e en alejandrinos, donde copla con manocala la vida y las tareas del agio en Delcn —su pueblo—, comunes a todos los Pueblos del norte ar , cii1iiio .Si con Los trabajos y los días el genio , ricgo inicia en poesía la epopeya didáctica, ataba los fin tos del ha bajo honrado y enjuicia a los "pii'n ci»cs devoradores (le presentes", u uest ro poeta criollo desarrolla Si! inicial poesía pastoril hasta aiea nza r los ,iiav ore.s aciertos, consag rán (lose, solo Por los poemas de este libro, como un poeta bucólico comparable a los clásicos. Los Nocturno '; marcan un intermedio. Poesía amatoria, hace las veces de oportuno paréntesis. Nexo que mitia con la magia de los acordes intini islas la inminencia de Suma. Este libio (le verdadero desarrollo s infónico constituye la más arriesgada experiencia poética (le Luis Franco. Con afán eiiunciati;'o podría afirmarse que contiene árboles y bosques, piedras y montañas; la sal y los embates del mar, y el pulso tenso en los latidos de la sangre del hombre; el vatio bochornoso del cinturón del ni nudo V (:1 frío Purificador, padre de resurrecciones; la tierra en la primera mañana de su génesis, tanto como el alba que habrá (le levantar con sus manos y su lije//a el hombre de nuestro siglo. Sobre Suma cabe traer un solo testimonio —con él basta— por la calidad excepcional de su autor, Roberto Art. "Leyendo a Franco he recordado la


tolla de los supcihon bres que hoiii brean el Renacinizento i, almacenan en sus cuerpos una fuerza COSmico ...... Y aludiendo (11 silencio urdido en su torno: "Tres aüos de fervoroso silencio". "Me dicen que su autor, no sé si en La Rioja o en Catamarca., en soledad vjrgiliana, ara, siembra y cosecha (01/ SUS propiasmanos un trozo (le tierra y cuece su pan. Está bien. Es la hermosa bestia completa en la Edad del Maniquí". Suma significa la evidencia, nada común en nuestro medio, de un poeta con obra ya consagrada que tiene el valor mental de alejarse de ella superándose. Es el recomienzo (le su poética hacia sucesivos horizontes de renovación tanto en esencia como en forma. Esta derivación de su poesía inicial hacia la poesía cósmica es la característica que habrá de acentuarse en Pan, donde reumne odas de hondo aliento como Confluencia con ci Paraná. Finalmente, Constelación nos da el aporte de sus tres Etapas y lo más reciente (le Sil producción, aún inédita, llega con emoción 1, tollos populares, afirmando nuestro juicio: un creador que para expresarse no abandona la búsqueda (le nuevas experiencias. En El corazón en la guitarra, que tani bién se incluye en esta selección, canta como lo hace el propio pueblo, en coplas (le claro sentido, el dolor de los desposeídos y su lucha de siempre. La Zamba (le los hacheros es la voz (le un 7'irteo gaucho llamando a sus iguales hacia la única esperanza. Y en Payada de medianoche ironizo mediante las reflexiones de un Hainlet proletario tan escaso de inquietudes metafísicas como de alimentos ' (leSCanSO. Síntesis: La poesía de Luis Franco, inicialmente eglógica, se integra con elementos conceptuales y formales hasta lograrse en plenitud como poesía cósnuica. De la naturaleza, sí, pero más aún del hombre. O por encima de ¿1 y de sí mismo con la consigna final de anunciar al hom bre r al inundo 10


venideras, El tienipr dad 1'(711(ICZ O Sil mensaje confino ando la » rof u it (11(10 ci y novedad de su numen. No si si hay poeta en nuestra lengua que domine un más amplio reg istro lítico: desde la canción (le cuna (Canción (le cuna de la torcaz) al ledeum cosmico (Viaje a la noche, Mar nuestro) desde la copla popular (El corazón en la guitarra, La noche de los mineros) a los más secretos escalofríos del ser (Canción (le escalofrío y poemas de Suma) ; desde las exaltaciones de la carne, ( Falus, Insondable desnudez. Solidaridad con lo vedado)

a los claros (le luna del misticismo amoroso (Nocturno del regreso, Sino, Nocturno del dúo inmóvil) o a eso cica moderna que es la musa revolucionaria —alguien lo senalo junto con. Alaiacovski, como las dos probabilidades de poeta marxista en el cabal sentido— (Madre revolución, Estoy llorando aquí, Insurrección del Poenla) Si el genio se da como espontaneidad, más aún es reflexión, paciencia y esforzado estudio. ¿Qué vietttores reconoce como guía este autodidacta? Ya lo dejó aclarado en diversas circunstancias. La lista es enumerativa Pero no excluyente: Esquilo, La Biblia, Lucrecio, Dante, Cellini, Shakespeare, el Ro. TnanccfdC?iet he, Byron, Sltelle\, liii go, Heme, sin contar a los autores rusos o a Omar Khayain o a los poetas del francés más modi'rno, Verlaine, Ro(1cm bach, Rini baud, Apollinaire, ij'jd Milosz. De los argentinos, Sarmmcnto )' Lugoncs. Se menciono reiteradamente a Whitman, pero poco a Melville. /1 Nictzsche lo sigue frecuentando con la pasión de las pr neras lecturas. Pero tratándose de ¡tallar rolces y analogías, cómo olvidar a Thoreau o a Hudson, siendo coni o ellos en el arte un ilion mador de la naturaleza viva, y como ellos capaz de /resenlir auroras hasta en la.ç alas entreabiertas (le IO.S pájaros. Alas lo que 720 se Ita mencionada en ru for-

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iflaCion míe/ecl iiai es la influencia (le los pensado. res marxistas) desde Marx a Melicrin. Y no solo como padres tic la mas moderna concepción filosófica sobre ci hoin b)C y el inundo, Sino COiflO maestros (le un nuevo estilo de vida y tic creación. Luis Franco, por ser un puro artista, rehih'e en el van frae, io (le los tiempos que corren la tabla (le salvación del arte puro. Toda abstracción o toda fuga la considera como una cobardía. No puede haber literatura de evasión ya que el arte es una fuerza vital que pretende traducir al hombre. O es una lierram ienla a sf1 servicio, o no es nada, diluido en la nebulosa de la metafísica o en los laberintos cada vez más derruidos de la novedad formal. Por eso asume con verdad y valentía todas las instancias del tiempo que le toca vivir. A igual distancia de los poetas de partido, comprometidos en literatura y vida, como de los bardos palaciegos, siempre al amparo del calor oficial, se alza su voz, la de un hombre que nunca tuvo miedo tic quedarse solo. Si éste fuese su ónico atributo, con él nos bastaría para bie entre consagrarlo como una excepción inhallable nosotros. Su. poesía elude los acentos redentoristas tanto como los efectos ya gastados del fl7CSa7iiS111O literario. Se da en hondura de voz y verdad esencial plasmando a la tierra y al hombre de nuestro tiempo. Así, según palabras de Gabriela Mistral, la creyó Alfonso ¡leyes, quien señaló al autor de Libro del av vivir como una presencia auténtica en ii /mesia americana, Ç11 dialéctica inlerprelación tic la historia le perniite coincidir, por diferentes caminos y en ocasiones a u tic:padam Cf? te, con los pensadores más responsables de nuestros días. Tal el caso tic Rodolfo Afondo/fo y Erich Fromm al reivindicar la doctrina marxista de las deformaciones y tergiversaciones a que ha 12


sido llevada. Franco, desde la revista Estrategia, en 1957, y en Pequeño diccionario de la desobediencia, 1959, destacó como el más valioso aporte de Marx a la dignificación del hombre la teoría de la enajenación, que trae de suyo al proclamar la necesidad de abolir la servidumbre, el hecho de salvar al hombre de un sistema "que lo transforma en cosa ' lo convierte en esclavo de las cosas" (R. Mondolfo). "La crítica principal (le Marx al capitalismo no es la injusticia en la distribución. (le la riqueza, es la perver.ión del trabajo en un trabajo forzado) enajenado" (E. Fronm). Es decir, una de las ma'ores apelaciones para salvar la individualidad y posibilitar el ascenso hacia la. libertad integral. En el estudio dedicado a Luis Franco, dice el Diccionario (le la literatura latinoamericana publicado por lo Organización de los Estados Americanos, Washington, 19i1: "Fn general, lo ane Franco frrsigue es la reivindicación (le los valores esenciales (le la personalidad humana, segón ciertos ideales de emancipación social. En su misión redentora hav una profunda fe en el pueblo como nuevo único protagonista (le la historia, una indudable sinceridad y una constancia que hablan de su inteeridad moral, de su conducta cívica irreprochable. El poeta alciónico se ha comer/ido en el vate (le ot),o.ç tiempos: acaso como diría Shelle, en el «legislador no reconocido de la. humanidad»". idad»". Una escueta referencia a su prosa puede estar dada por das juicios clarificadores. El primero, de don Roberto Cunningliamc Grnham. quien dita (le Un en corta 491llicad1a en la revista Trapalanda de Samuel Glusberg 1, que diera origen a El otro Rosas: "iiuy bueno el Rosas Gaucho Burgus de Luis Franco, y bien escrito". El segundo corresponde al diario La Nación, a propósito de Bio-

ahuruás,


grafías animales: "Guillermo hudson y ¡horario Quiroga sentirían de fijo orgullo y ternura frente a este libro y hablarían de él con las palabras de ponderación, con las palabras fraternales que el poeta de La flauta de caña suscitó en el espíritu (le Leopoldo Lugones. . . Biografías animales tiene como las páginas hermanas del quilineílo y del hijo adoptivo de Misiones, la inocencia y el deslumbramiento que hacen livianas y felices las conclusiones de la reflexión y los hallazgos de la sabiduría". Agreguemos que, como en Sarmiento, lo mejor de esa Prosa se encuentra dispersa en toda su obra, de la cual pueden exiractarse cien páginas de antología. Cerremos este esbozo con una consideración final. ¿Cuál es el lugar que ocupa el animador de Constelación en las letras americanas? Recordemos que hace rato un crítico de la jerarquía de Federico de On/s lo señaló corno uno de los primeros poetas en su Antología hispanoamericana. Ya vimos que Ant, quizá la más auténtica personalidad literaria de su generación, denunció, como suceso sin par, la aparición de Suma. Ahora es Alberto Hidalgo, uno de los poetas mayores (le América, quien levanta su voz para que lo oigan todos: ". . Franco se encontró a si mismo y la Argentina ha podido volver a ocupar el lugar que perdiera con la desaparición de Lugones: uno de los primeros puestos en la poesía americana. Pues he aquí una verdad indiscutible y que proclamo a pulmón pleno con ánimo indudable de despeinarles el copete a unos cuantos ilusos: una voz continental como la de Lugones, par de las de Walt Whitman y Rubén Darío, de José Asunción Silva y Santos Chocano, de Díaz Mirón y Guillermo Valencia, de Herrera y Reissig y Amado Nervo, no había sido escuchada en este país hasta la madurez actual de Luis Franco. Ya en otra edad, distintos gustos y diversas escuelas, su nombre es el único en el Río de la Plata que puede pronun-

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ciarse al lado de los de un C茅sar Vallejo y un Pablo Neruda, dos de los cuatro astros de hoy". Y ahora si, no esperemos que llegue, vayamos hacia la "insurrecci贸n del poema". LUCAS MORENO Buenos Aires, setiembre (le 1963.

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De LA FLAUTA DE CAÑA (1920) ALABANZA Tomando los latidos del corazón por pauta te alabarán los ritmos mis claros de mi flauta. Floreció ya tu sangre primaveral de amor y así tu cuerpo púber es un durazno en flor. Bajo el percal avisan su vigor y su exacta curva, tus pechos duros de doncellez intacta. Un hoyuelo (le (bella te hace en cada carrillo la sonrisa que muestra tus dientes de qucsillo. El verde de los huevos que suele en los rastrojos dejar la martineta, lo tienes 1t en los ojos. Un orgullo secreto mima tus primaveras y hace cantar la virgen línea de tus caderas. Y es plácido lo mismo que el rumor de las aguas en la accquia, el ligero rumor (le tus enaguas. Y nos dan las albricias de tu carne morena un olor (le albahaca y un olor de verbena. EL TUCO Y el tuco en lo oscuro del callejón se interna enciende su linterna que es un berilo puro. 17


De LIBRO DEL GAY VIVIR (1923) LA ÉGLOGA Cuino e! pecho (le la golondrina ci alba blanquea en la noche azul oscura. Duerme aún la aldea. 1)ejo mi cama y ni¡ techo. Afuera me llama la amistad divina de los pjaros. Pula es el alba. Me echo a vagar, y vago, vago por todos los senderos y recodos, gustando el halago de la soledad y (le la hora. Colorea va la aurora. Lejos, se alía una palmera. Los párpados siento frescos como hojas (le morera. Sorbo sediento el embriagador aliento (le las hierbas de olor. Miro como un novio todas las cosas. Eniocióii de bodas. Un pájaro canta, y su aleiía es gemela (le la mía. 18


fi U ni 1(1 Clii ente como el alma (le una santa, a la orilla de un arrOvitO 1 11 Cnt C sonríe la campanil la. Florece mi corazón. Bajo un nogal profundo como un callejón, rumia un buey, meditabundo. Paso junto a una viña. Tras el seto, un racimo prieto como una piña, y como un odre, Opimo, me provoca. ¡oh, las uvas deleitosas que revientan entre los dientes aromando la boca: frías con el salubre frío matinal, vidriosas, casi transparentes. virginales de rocín! Corto menta y poleo para perfninarme las manos. Frente a unos manzanos maduros me muerde el deseo; pero envidio más su linfa, la sangre dulce y fresca, fresca (Oh la frescura, esa ninfa que india mi ilacre y oscura vitalidad faunesca!) Y he aquí que, inocente de fresca inocencia salvaje, ceñida la frente breve y la oliente

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cabellera (Te ligera guirnalda de follaje, los ojos verdes, deliciosa la boca, flexible la armoniosa cintura, y como si invisible flauta guiara sus menudos y á giles pies desnudos, viene hacia mí la Égloga pura. Apasionada y juguetona llena de sonrisa clara, extiende sus brazos desnudos Y Jiet'mosamente me corona,

LOA DEL CUERPO SANO Las bestias y las plantas te den el buen consejo: contémplate en tu cuerpo tal como en un espejo. Para tu gloria de hombre prolongada en la casta, desnúdese tu cuerpo en la gimnasia casta, como una estatua. Puro y audaz tu cuerpo entrega a la gracia del aire y el sol. La diosa griega te unja en su óleo. El juego armonioso y diverso de tus músculos plázcate como el más bello verso. No así como el asceta ni corno la ramera, sé dueño (Te tu cuerpo, que ésta es la ley primera. Un cuerpo hermoso, fuerte, sano, qué noble Pillifla. Pero sirve a tu cuerpo para servir a tu alma. Y no des UflO al diablo ni la otra (les a Dios y ojalá te tuvieran sin cuidado estos dos! Cuerpo, loado seas en tu carne y tu hueso, tus nervios y tu sangre, tu semen y tu seso. 20


MOZAS DE CÁNTARO T\lanseduinbrc amorosa del ala del palomo la del largo crepúsculo. El agua (le la acequia ahora canturrea más clara. El cinamomo con su aroma antiquísimo y religioso obsequia. Las lentas aguadoras han llegado a la acequia. Y cada cual su cántaro bruno o bermejo llena tapándole la boca con follaje, sin prisa. La acequia está olorosa (le menta y hierbabuena. Y el pintoresco grupo dice entre risa y risa sus bromas y sus chismes. fluye el agua de prisa. Y poniendo un rodete (le trapo en la cabeza, alzan, corona fresca, la tinaja cantante. Y vuelven al camino. Con donosa destreza, muchas (le ellas, llevando las manos adelante, hacen girar el huso, ligero y susurrante. El esfuerzo del cántaro cia relieve a los pechos. Brillan los ojos zarcos y los ojos oscuros; las curvas (le los cuerpos y de la senda, a trechos se confunden en besos arnioniosos y puros. Del cántaro hermanitos menores son los pechos. Se ve piernas morenas y se ve piernas blancas, y tobillos desnudos, así como en un friso. Algunas trenzas rozaji las ancas. Y las ancas se mueven con un ritmo preciso e impreciso. El desfile es tan puro que se dijera un friso. Mansedumbre amorosa del ala del palomo, la del largo crepúsculo. El agua de la acequia ahora canturrea ms clara. Un cinamomo con su aroma antiquísimo y religioso obsequia. Las lentas aguadoras retornan (le la acequia. 21


De COPLAS DE PUEBLO (1026) Paloma que lloras tanto, deja caer una pluma, para escribirle a mi negra con mi pena y con la tuya. Qué pañuelo (le luto me echas al cuello (Son las dos trenzas negras de tu cabello. Ojerosita, ay, de mí, ojerosita te has puesto. Todos dicen que es por mí. ¡Caramba, si fuera cierto! El primer amor que tuve lo mataron a traición. Oc entonces con el difunto va a cuestas mi corazón. De LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS (1928) MAD E A esta mujer callada, esta mujer oscura, ¡a alabo, así, vestida de simpleza y cordura. Su bondad está hilada (le consuelo y abrigo, Y su corazón lleno (le experiencia y (le días es corazón mis cándido que el corazón del trigo. Y nada ha y tan (le madre como sus manos pías, doctas en la dulzura y en 10(10 noble uso, que amasan el pan nuestro y hacen bailar el huso, y criaron con afanes santamente prolijos las plantas (le este huerto de su vida: sus hijos. 22


(En su pi esencia alguno de ellos sea alabado, su corazón se alegra corno huerto regado.) Y ella que ha trabajado y ha padlCCi(lO tanto es vaso (le indul g encia; porque de todos modos como el malo es el bueno, y Únicamente el llanto es ci agua bendita que purifica a todos. Madre, eres esa cosa buena, sencilla y santa, corno el fuego que nunca se apaga en el hogar; como el agua que riega, abreva, lava y canta; como el viento que sopla en la era de aventar; como la hormiga enorme en esfuerzo y paciencia; como el haza (l 1C a un tiempo flOS (la el pan y la [flor; como el nogal fresquito en (lías (le calor; como esta vieja casa que es nido y es querencia. Aquí a su lado sueño. Rezando al tiempo toco cabellos, cenizas del mortal enemigo. Corno siempre secretamente la bendigo. Corno siempre los ojos se me han nublado un poco.

SUS

EL BUEY Tu grandura se aplomna con sencillez (le monte. Tu paso es remansado, profundo, fértil como un río en la llanura. La paz del horizonte del campo se echa en tu ojo. Manso corno una [encina, a los pájaros cedes, para rama, tu lomo. Lames tu mansedumbre, suave como la malva. Tu morro humea al alba, igual que una cocina. Y oves corno una misa los rumores del alba . Rumiando, (le rodillas sobre las hierbas o entre los pastos, quizá rezas tu amor sacerdotal: 23


Ave, tierra, llena eres de gracia virginal y maternal. Benditos los frutos de tu vientre. Por tu rastro que tiene forma de corazón; por tus cuernos, par de hoces a tu testa amarrado CO scia; P0F ci) ugo, la Cruz de tu pasión fecunda; por ci san :o madero del arado; por la reja que brilla sin mancha en su faena, y por la liai ma blanca y la gleba morena, Y por ci pan del rico y el pan del indigente, Oh esposo (le la tierra, Pa" lo puro (le toda labor Con la que honrarnos y nos honrarnos, mi oda te corone de cspias y de olivo la frente.

EL MAESTRO RAMÓN Maestro, le decimos, y esto es simple (le ver: (le la destreza honrada este hombre hizo mujer. Siembra O poda ('orno Otros rezan a Dios. Su \ iiia es como su hija. Dice: "La viia es una niña—. Es, con sus manos rudas, carpintero cumplido. Entre talabarteros no es mal talabartero. Trabaja el hierro y dice: ''Bah, yo no soy herrero". Y hace una casa corno un hornero su nido. Se ayuda y a y uda a otros, y su pecho se aclara. 'Java una mano la otra: las dos lavan la cara." Sobrio, bebe su vino, sonriendo a algún muchacho: "El vino es para todos, menos para el borracho". Sobrio es también su sueño. Suba de mañanita en su trabajo, alegre según manda la ley. No va a misa, no reza, mas la dulzura habita en su corazón como en el ojo del buey. Más que en ninguna me hallo en tu amistad. Venga, [hermano, 24


a mi mano que se alza sólo en el arte fútil, (aún vibra del último verso escrito) esa mano sucia, callosa y fértil en toda labor útil. LA CALANDRIA Silencio de diamante. En el campo ni un eco. De pronto la calandria que halla en la luz su alpiste desciende melodiosa sobre un gajito seco como buena noticia sobre un corazón triste. EL VINO Digamos bien dci vino nazareno y pagano, bueno, con una honesta sed, a las gentes todas: del que el sediento bebe con ansias (le verano; (lel que nutre al anémico como una fuerte teta; del que bautiza, dulce, la pascua de las bodas; del tuyo, melodioso y lúcido, poeta. De NOCTURNOS (1932)

NOCTURNO N9 3 Con hambre y sed de soledad, a estas orillas vino mi corazón nocturno a pastorear [sus penas. Como en el puente (le Ufl barco mirando ms allá [(le las olas y la noche. Junto a mí, con su mano sobre mi hombro, siempre e] recuerdo con sus ojos cansados, y todas mis lejanías, holladas o vírgenes. Tú en mí, siempre, como una patria en el pecho [(le un héroe, 25


y mis sueflos que tienen forma de ala y tienen el [color (le tus ojos. Dolorida más que una carne el alma, y ci líquido rumor (le la fuente (1I1C ¡a ya las [calladas heridas. Tu lejanía se aprieta sobre mi ansia y yo arafiando [en la hondura quiero desengarzar para mandarte la estrella más {latidora. Viviéndote, maravillosa, en pulso y en respiro, con la vehemente vigilia de las estrellas hasta e [alba velaré tu recuerdo; latido a latido mediré la noche. De pronto te me apareces. ¿Dónde? Y cierra bien los ojos por que no te me vayas. Pero no hay más que tu ausencia, la ausencia que [agranda la noche. NOCTURNO N 9 6 J-Ias traído la luna apasionada de tus brazos y tus trenzas con su hondura de fatalidad, y tu tesoro (le melancolía. En las ondas del río sagrado de la noche (una blancura (le ángel o (le vela extendida, a lo [lejos) bogamos bajo el tropezado viento (le los suspiros, acaso el que doblega sobre mi hombro w frente pesada de rocío. Lleno de sumisión y de soberanía, tu inspirado corazón se abre a todos los divinos [caminos de la noche. Yo (ligo: ¡quién me besará como quisiera ser besado! Tú: ¿qué canción harán fu alma y mi alma? 26


Yo: cualquier estrella Ser/a incis clara si llevara tu

[nombre. Y tú, con una gran(lcza de niño: la muerte es un

[lucero. Tus gestos tienen aún la pereza de los perfumes, mientras sobre mi pecho irrumpe ya la pasión del [mar. Y ante las constelaciones permanentes, te jura mi sombría fidelidad por ellas —como un guerrero Jurara por su espadasintiendo temblar toda la estrellada sombra en el temblor (le tus párpados y tu alma bajo in¡ [beso. NOCTURNO DEL REGRESO Cuando yo andaba a con la pena hasta el cuello, dcspus de etointos siglos (le ausencia regresabas. Verdad, y o no sabía, oh, que (11 picse tan (a soledad en un pecho; verdad, y o no sabía que una ausencia pudiera ceñir tan enconado nudo de vida y muerte en el ansiar (le Uti pecho, martillando la nada La noche palpitaba como gran ave herida, palpitaba menos la noche que ni¡ ansia. Llcgastc, al fin, llegaste como un recuerdo, pálida mía (le ojos nocturnos, los hraios extendidos en senderos hacia ci jardín cerrado del abrazo. Te hice cuna en mi pecho por que en su aivén hondo se meciese tu queja. Después la noche fue naufragando en (11 pelo, y yo soñaba en él las esi uellas perdidas. 27


Estabas tan adentro (le mi mismo, que ya tu voz no era Luya o era quizás que hablabas con las voces (le! sueño. Tu voz, pronta a caer, temblaba como lágrima, y la mía venía de muy lejos. "¡Siempre! '', 'siempre?', "Alma mía", "Jamás", ['Allá en la muerte", y para arrullar las esenciales palabras, se hizo la noche un canto piolumiclo que entre[oíamos. Vino en eso la lluvia. Vino acaso tan sólo porque la tierra oliese como tu cabellera derramada. La lluvia era una mnósica adentro del silencio y fue aislándonos perdidamente cii el mundo. Y SC voivio ni beso sin ni'irnero como ella. Mi corazón creciendo doloroso en la dicha, hasLa que rcclinli(los por los tuyos arrodillé mis ojos en la oración del llanto. NOCTURNO DE LAS GEMELAS Yo inc acerqué a la. noche (iqué cosas tienes, alosa!) oh, cómo te pareces, noche, a ella, noche que amaron los pastores ingenuos y los magos d alta sabiduría, en tus peri Lunes (le párpados bajos, en tu latir de contenida música, en tu acercar las distancias más hurañas. OIL noche, cómo te pareces a ella, sombría así y radiante, hcfl( inda de no sé qué arri'illo, con tu quieta ansiedad (le alas plegadas 28 MiL


y el secreto de lo que hay más allá de la mirada y [el suspiro, borradora del mundo, oh, cómo te pareces, noche, a ella ' Pe n etras los hábitos caseros (IC su alma. Eres la gran pudorosa (o es ella? ¿o es ella?) ¿Con qué canción dormida entre los brazos vienes, u ojos apagados y encendidas lágrimas? ¿Con qué alma en infinita fuga ( o es ella? ¿o es ella?) por caminos furtivos y en figuras de suefíos, desunciendo afanes y el rocío para las fiebres? (;o es ella? ¿o es ella?) ¡Ah, temblor derramado y olas golpeando en mi [pecho, y mi sed inmortal! NOCTURNO DEL DCO INMÓVIL —Nos borra ya la sombra ¿Borrará así el olvido? —;Oh, nuestros corazones son la constelación más clara (le esta noche que viaja hacia dónde! —Tus alas no se cansan, qué importa a dónde voy. —Ouizui, vendados, alguien nos lleva (le la mano. Tal vez, O es que no puede mirarse el esplendor. —Nada sabemos. Sólo que estamos de rodillas ante algo nuestro, pero más grande que tú y yo. —Gua nilo bajas los ppados para abrigar tu alma la mía temblorosa no se atreve en mi voz. —Ay, ini dicha, más tímida que una canción de [esclava. Yo no sé, yo no sé si es albricias o adiós. —Escw hamos lo que otros ahogan en el ruido; en mí te escucho, amada. —Tu corazón es dios que busca las plegarias más trémulas ¡las mías! 29


..:1jre1ó lo divino, con tu cruz, su pasión. —Oh, amado. —Pcro lloras, va! Qué vaso de música será (Ilgilo dci llanto que consagre tu amor? -. Fú también estás triste. No quieres y estás triste. —Tu amor cii mi vacila en sollozo o canción. —1E1 temblor de tener un corazón mortal! ¿Cónio hablar de otra pena? Tal vez no hay más dolor. —Pero el amor nos salva. Qué importa ya la muerte si vivimos fllotflefltoS inmortales los dos.

De SUMA (1938)

ECU A D O R La t icri a e i ti árboles pájaros y ondas con ademanes ebrios, pero ya en el cauce riel verano se cstanca (le nuevo el sol torrencial. Oh, mediodía de inmóviles ojos (le serpiente. Dos palomas q[icill;in su castidad cii el incesto. La fueria del río se iiíc a mi cintura, inien tras el cuuad( ir (le la siesta comienza a madurar todos los deseos y las frutas. VINDICACIÓN DEL INVIERNO Junto al rosal hirsuto que cavila sus futuras Ii igancias, siento el vagido de mis pensamientos aún nonatos. 30


Oh, ni la primavera ambigua y muelle, ni el verano a})oplética. Invierno rudo y sobrio, invierno lúcido, en desnudez de atleta o bajo una armadura de cristal irrompible, enemigo (le viejos o (le enfermos y de malos olorc perfumes baratos; invierno de claros árboles sin sombra y raíces lactando en lo profundo, aún ebrias de horizontes subterráneos. Duro y puro al modo (le los biceps o las frentes: tu gracia es firme como doncellez, hermano de la sal, invierno incorruptible. Me templa más que el alcohol tu frío, tu sol es como aceite en cuerpo de gimnasia, y blancura (le dientes que sonríen, tu nieve. El hombre, criatura entumecida (le latidos y sucfos, te rehu y e temblando. Mas tus puntas de hielo son mis fieros estímulos. El silencio está desnudo en su inocencia original. Yo siento que a la blanda palabra amanecer (las un filo (le espada, y adoro tu recogida palidez creadora.

SINO En sudores (le ceniza y vinagre aún me reconcentro viviendo tu dolor, tu cuerpo (le dolores, pálido cirio que la fiebre encendiera por dentro.

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Pues todavía está como ese día, cierto, mi alma llena de horror corporal, aunque yo sé bien que no has muerto si en mí alzas tu recuerdo a lo inmortal. Ya lo ves, te dejamos ir solita por el vado tremendo. (Todavía estoy viendo en el adiós (le adioses tu mirada infinita.) Verdad, 110 pa ecías, por ratos, criatura de la naturaleza ni del arte, como si te esperara en otra parte una estación más pura. ¡Y que así no pudieras demorarte! Ah, volvías vecinas en tus ojos las cosas más distantes; sabia hasta en el gobierno de infantiles antojos, podías dar a los niíís S01UCI'OS instantes no sé qué dimensiones (le lo eterno, ¡y qué arte (le inventarnos un desvelo de dios! Tan frágil y eras entre todas la más fuerte con 1 u belleza en fruición y pasión; entre los que aquí viven de la muerte en la muerte, en un orondo destierro del ser, cualquier ademán tuyo era una creación cada maiiana del mundo, mujer. Ahora comprendo que la tu muerte más que tu y a es mía, puesto que yo la estoy, viviendo; ahora, luá.s opaco que una carne, mi (lía, mi noche, más angosta que una sombra (le lanza. ¿Cómo he (le llegar nunca a esa sabiduría sagrada que es lit 32


Con tu obsesión por luto y absoluto, agotados los cómos y los por qué, ¿qué espero?, ¿qué pido? Que el olvido es la única misericordia sé. ¡Pero tal vez yo no quiero el olvido! No esa desangrada calma, sino que estés en mí como una levadura para todos los designos del alma, actual en mi latido más profundo, y no reniegue yo de la hermosura que está conmemorándote en el mundo. Y te bese en el rostro de cada cosa pura. CONJUNCIÓN Desnudez que mis ojos reflejan así en llamas, sólo en llamas, por un intenso pacto, y esa otra más honda, que va naciendo al tacto. Desnudez, manantial alumbrado por mí con sed verdadera y furor verdadero, hasta romperme las manos, pocero. (La más viviente cosa en tierra de hombre o dios, con el frémito y la ternura que depara hasta enronquecernos la voz.) Mi sangre diurna y nocturna danzando, danzando ante esa ara. Y el verso humano se hace, expreso, con los ritmos de la sangre y la rima del beso. Y arriba la mirada con su arco irisado. Todo eso (1UC trasciende el ímpetu rojo del semental (generaciones, siglos han trabajado para los sentidos y su agudez sin igual) piel, misteriosa de frescura 33


y calidez a un tiempo mismo, con toda la fuerza (le los climas y su dulzura: cosa de abismo como nuestra alma, hermana melliza del alma. Todo ci rubor del cuerpo (le la rosa. Con OH lengua y mi alma desato ya tu rosa. (Fi CL1CI1)o arpa sola para ci alma y su barcarola.) En tus ojeras y en tus venas, lenta, el alma besa cielos que el corazón inventa. Pero Na ini monstruosa ternura besa lo que en tu vientre es más verdad, porque no puede besar tu corazón, mío ya para días aún no venidos Y desde lo más antiguo, ¿verdad? júralo con uno de tus muslos de pasión puesto sobre mis latidos. Choque de dos elementos, pureza del mundo; el profundo verano de la sangre nos somete a su imperio, y mi gran sed bermeja qu1 empaparse de tu húmedo misterio. Lo que tal vez no puede nombrarse y no se nombra y un estrellado remonte semeja, es ya descenso y reflujo hacia la sombra cuando aún enternece a las estrellas tu queja. Celebrado el mutuo divino servicio, sospechamos apenas nuestra medida. Ya mis besos recobran su juicio y como a recién nacida le acaricio. (Y tú acabas (le nacer co lo eterno y lo más fresco del amor, mujer.)

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MAÑANA CREADORA Ya los senderos vuelven, furtivos, de la noche. La calandria, ella sola, se está inventando el alba. Mañanita de pies desnudos, criatura de mi sangre: mañana que hace entrega del tiempo y del espacio. Desnudo de dolor y de memoria, los recuerdos, pesadas joyas, están (IcifláS, ante el presente henchido como ema. El tiempo adocenado (le los relojes, siento, [no es el mío, que miS pulsos escanden con parsimonia o a saltos. El viento, el viento hablando de mí dice: nosotros. Llega más lastimosa que canción de ramera cualquier reminiscencia de la tribu. (Ella de las estatuas y su hastío se viste y de alfombras que apagan los pasos y latidos.) Qué angostos a ratos son espíritu y carne para el caudal de ini sentir violento como beso o caballo. Estoy en todo y CO mí están la activa lentitud de las espigas, la voluptuosidad austera de la luz, los relinchos que agregan leguas al firmamento. Mis entrañas nocturnas invocan todo el sol como ci canto del gallo. Busco el perfume dulce de las yerbas amargas. Bien sé yo lo baldío del saber que no esté bautizado con sangre, 35


del latir que no tenga intención de peligro. Sé que la vida es una muchachez ingastable. Ahora me pregunto ¡qué pueden los cerrojos contra la insurrección del alba! PADRE ÁRBOL Leguas brutas del campo en tu sombra se entienden. Ablución de frescura que nos inspira el pecho, testimonias el dios clandestino que eres. Amo de hondura y cima: de prietas sombras, árbol, te yergues con la altura total del mediodía, sabiendo que tu cuarta dimensión es ci pájaro. En ti alza el campo el signo + de dulzura y fuerza. Cierras la intimidad redonda del hogar, abres la envergadura sin fin de las banderas. La soledad te abraza ceñida e infinita como a mí: tu alma fresca, la mía en fiebre, en lo [hondo se sumergen buscando la dispersa armonía. Tu equilibrio gobierna geometría oculta: la solidez se viste con gracia de lo aéreo. Arte nuestro: el destino final está en la música. Trabajas más aparte que la araña hilandera. Si el viento te vocea noticias y distancias, tú escuchas el pausado corazón de la tierra. Profundidad de carne es tu vida, y de alma. Con tu ademán injertas nuestra vida en lo unánime, presidiendo el desfile de alas y mañanas. Comprendes el callar y latir de la noche, tú, alzado con la pura elevación del alba; ¡y cómo nos afinas el corazón discorde! 36


Breve cauce del Tiempo, somos, y nada más. Lo sabes y te quedas tranquilo. Mas no ignoras, (iC veras, que lo fúnebre aborta en lo nupcial.

Y que la rosa es dogma indiscutible, sabes, y al mundo diiiastías (le hermosura lo pueblan. Tú levantas tu copa por la total, oh padre. CO M UN 1 Ó N

Insurrección del verano, y contagio de su ímpetu velludo. El sol, arco estirado, suena. Oleaje de mi sangre pulsa en las venas del mundo. Hay el pájaro que deletrea la luz, hay el chivo que hasta el cénit se yergue, hay ci Jilarno trémulo corno la risa, Q u vínculos (le sangre con la vecindad viviente! Echado (le vientre sobre la naturaleza, una guía (le vid entre los labios, cii mí escucho lo que sucede afuera. Y la mañana viene a picotear en mi mano. La tierra está vibrando en mi carne de tierra y melodía, y las cosas del sol y las (le lo invisible que en mí se dan cita. Lo que me rodea es presencia sagrada y es im rostro cada cosa; sagrado lo que Presiento más allá de la forma y del ahora. El viento, Y las colinas en descanso de rumia arrodilladas entre la hierba. 37


Pastor profundo soy y la vida anda con las ubres llenas. Ahora me pongo a trabajar, a puertas cerradas y con mi sangre a OsctLraS con la raíz que se afana por la flor y la luz N , el gusano que salva (le la nada las tumbas. Ya retorno a la prisa inspirada del aire. e100 de temperatura siempre, como los pájaros uso, pero eso en nosotros no es fiebre. Tierra, bailas al son que va marcándote mi sangre numerosa: estás ahora toda en mí antes que yo naufrague en tus ondas. Pues lo Ufl() junta lo vario en insondable alianza. La historia de mi sangre la narraron, la narran las frondas y las fuentes, la historia sin falsía (le esta mi humanidad ¡qué hirsuta ai'in y ya divina! PRESENCIA DE HUDSON ü O. Cohan

Tu caballo relinchaba despertando lo más claro [del cielo; su galope, como un gran río, alzaba hasta el cielo el suelo: más que tu 1) 0 flC10 y casi como a nuestras mozas, [lo quisiste 38


(igual que yo) y recordándolo, treinta arios después, [te ponías triste. La inmensidad como un pájaro que se sentaba en el [anca; tú, en cualquier rama, digo rancho. Nunca usabas [blanca. Junto a una fogata (le huesos, sobre una calavera [(le buey, el alma lisa como cuchillo y aún más aquí de cual[quier ley, partiste la sal y Ja amistad con el gaucho, el hombre que era duro y tierno a la vez como ilila semilla: [un hombre. El que sólo se dio entero a la mús hembra de las hembras, la guitarra, y apresaba tierra con su alma, no con su garra, y llevaba sol en su sangre, no como nosotros, y nunca obligó a su alma a encorvarse ante otros. (Hablo de tierras y almas sin tranqueras y galopes [sobre el viento; hablo de cuanto amadrinó la ciencia soterraña y aérea del [Ni íio-I) ja blo, y de Valerio Cuevas, el gaucho cuya escupida era más alta que todos los jefes y ducios que topó [en su vida.) Gaucho fuiste, no estanciero: sólo tu corazón, pero todo, afincaste en lo más nuestro y te volviste [su patrón. Como un fruto todo el sol y el rocío (le un verano, así tu arte resume nuestra tierra, hermano. Tierra que sale a la luz, como la daga (le la vaina, [cabal; tierra empapada (le cielo, como la mar (le sal; (aún pusiste tu alma en leguas amargas, comó el [Mar Muerto, y acampaste con las dunas extraviadas en el de[sierto) 39


Pampa en cuyo perfil se quedan los otros haciendo [mafias: tú, por ci enredo de sus huellas, llegaste al de sus [entrafías. Cuando pasabas, el árbol te echaba su brazo al [hombro; cualquier insecto te nombraba mejor ¿le lo que yo [te nombro; como brotados ¿le tus yemas mirabas cada uno de [nuestros Yuyos; los altos ríos de pájaros eran afluentes tuyos. (Nuestros pájaros están menos en los árboles y el [día que en los ramajes sin otofio de tu poesía.) Aunque a veces, como golpe (le viento sobre el río, el enigma te asestó en la espalda su escalofrío, husmeabas tú el secreto de la más púdicas mata[villas: la Naturaleza parecía a ratos sentada en tus rodillas. Fila te confió de juro cómo encabeza la lista de sus críos descarriados con el hijo onanista (el que inventó los chupetes y los bombones y los serafines, -y repugnó los divinos pezones) y que Pensamiento es Naturaleza con labios de [hombre o mujer, y el corazón de las estrellas late en nuestra angustia [y nuestro placer. Sufriste mucho, mas el dolor mostró a tu alma su [alta huella al modo que la sombra da pedestal a la estrella. Y como el (lía se embarca en las últimas nubes que [van al poniente, un día te embarcaste, pero entre nosotros sigues [presente.

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AUPA ¡El hombre intransitivo de hoy, el que inventó la velocidad para huir de si mismo! He aquí que la sangre del hombre quiere perder su [lustre como la piel de la fiera enjaulada; he aquí el viejo cansancio humano sobre la tierra nublada (le incienso y estorbada de [ídolos. ¡Y la vida es una (lanza de guerra, y en cada instante arde y hierve la sustancia del niundü como bronce en la hornalla! ¿Qué me importa la prole de la Queja y el Remor[dimiento, la angosta de hombros y de sueños? Yo sólo sé que es preciso que la palabra hombre recobre su esplendor original junto a la palabra alción o la palabra torrente: urgente que el hombre recaude el ritmo de su [consorcio consigo mismo y los otros y el universo vivo: yo sólo reconozco a los que se empujan a sí mismos [en la medida de su furrza, y aón mís allá, como el arco que ama el (lardo y lo despide; a los que tienen en la mano la voluntad y la espe[ranza como el hondero los dos ramales de su honda: esos por quienes la suerte del hombre esplende [como hierro golpeado y que ofrecen a la vida, por anillo (le nupcias, un [nuevo horizonte.

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MADRE REVOLUCIÓN Soy ci sepult Ur(FO (le todo lo insepulto y ci que barre las hojas secas. Quien escucha mi risa remoza quince años. Vida en menguante, alerta. lic aquí mi fe que enCIende las CCI1 ¡las e inventa Con (1(11/liras podridas los agraces nois (únicoS. Saludo al Movimiento, ci dios que permanece, y a la Metamorfosis, madrina del retorno. Se necesita labios putos para lo aún no dicho; manos sin mancha para recoger los misterios que entreabren su corola sin ruido. (Destilada en la noche largamente, mi ciencia amanece con el rocío.) Lo permanente es sal (le cada día, lo distante es la lupa (le lo cercano oscuro, El mís allá, ci mñs allá cae dentro de la carne y el mundo. Da el corazón de lo que alienta sus latidos nupciales. La vida siempre esul de vuelta. ¿Quién se atreve a mirarla con un mirar sin nieblas ni recelos? Su sonrisa es sagrada, la sola que libera, a\, (le ]a sombra de los muertos. Presiento ojos y voces ni:ís vírgenes que perlas, para ver y nombrar las cosas de mañana, y conceptos tan ágiles que a su zaga los sabios de hoy morirían (le asma. (Va sé que el hombre ha de vencer al Rito que congela SU paso y sus entrañas.)

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Los motores manejan mil ahallos de fuerza: bisbiso yo y inc escucha la otra orilla del mar Y aún eso ha de volverse novedad (le arqueólogos y el que un avión de guerra lleve cunas de paz. Ile aquí qué visiones Y sciitirnicntos nuevos liarán otro clima, creando hábitos tan frescos que algún dei, de julo, coilseguil án al fin reconciliar al hombre con la frescura creatriz del inundo. Cerradas esas tumbas abiertas de los templos, el cadáver de nuestro Usurpador no enviciará Na nuestro cielo. Un nuevo buen sentido, una cordura mucho más joven y sin miedo, jubilará los viejos y enfermizos delirios. Profesores de frentes cii iciadas, agricultores (le sepulcros, sacerdotes de pesadillas, mundanos corredores de ciii ramundos; anoticiaos que los dioses son los sietemesinos de aquel cuyo único Lijo se llama hombre: ci que sabrá gana!' la delantera al Azar pa guiarlo; el que inyectará a la misma Necesidad ci pulso humano. Saludo a criaturas que no conozco aún, pero cicle un día acaso me nombrarán con gracia; anuncio el próximo rescate del basta ho y monstruoso destino (le las manos [humanas. Ob, ciencia, ya con más corazón que la música. 'Oh, bondad, más sutil que las fragancias.

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SUMA 3 Ya el hombre ha vivido millones de años en alguna [parte. Ya anduvo cune las nebulosas; estuvo en el el coraión de las rocas primeras; La sido alga o pez en el mar; dudó entre las formas anfibias y prefirió la tierra; se elevó con los árboles para otear ci mundo, y las tormentas dejaron barro de creación en su [alma. Todavía ahora pájaros y mamíferos transmigran p01' su cuerpo.

Dirigimos el mundo como los peces ci río. Vamos a caballo sobre lo incomprensible. En la cantidad e intensidad riel alma, ¡oh nocturnal nuestra jornada consciente lleva el signo menos. Me detengo de pronto a mirarme a mí mismo, como a través de una cerradura, ávidamente curioso, como a un recién venido largamente esperado. Y hallo, en efecto, un hombre que veo por primera [vez, un ser de evasivas maneras, de miradas por entero [impenetrables: el otro hombre sin alcance que soy yo, remando con sus remos: el sueño y la vigilia; el dueño de innumerables secretos que apenas distingue sin poder transmití¡ casi ninguno, que apenas es más dueño de sus actos que el tigre [o la yedra. 44


6 Aun lo mayor, aun el tiempo o el espacio, oh, fragmento de un todo. Zumba en torno de su reina el enjambre de las [diversidades. Expansión concéntrica del ser en los círculos del agua, la madera, la sangre, el [sonido. Por nuestro corazón magnético pasa ci meridiano de todo lo que vela o duerme. No puedo destrenzar con mis manos mi yo de las [cosas. Millares de órbitas está encerrando la mía. Periplos de las cosas, anillos nupciales. El oriente saliendo del occidente como la semilla [del fruto. Lo que comienza y crece, no acaba: recomienza. Lo que vive retirado en el fondo con todos los hilos en la mano y trabaja y ordena las formas y las pausas, la Armonía, expresándose en números profundos. El fuego, la carne, el humo, el metal y el alma, los estratos de la tierra y el aire y el tiempo, son los tabiques de un recinto único. Todas las sustancias son una sola ya divina. Todas las distancias forman una sola cercanía [divina.

7 Con su largo soplo y larga llama mi fe alcanza a los devotos, los blasfemos y los [escépticos, los alcanza para sobrepasarlos. 45


Comprendo que la Naturaleza se ausculta en nues. [tro pulso. Apenas veladas, las maravillas se inclinan sobre nosotros, maternales. Comprendo que ningún hombre cruza en vano [sobre la tierra, que las ni 'ts i enioras tumbas cstiiu fecundando la [tierra. Se (jUC lo visible sirve tic pilares a tinieblas sa[gradas, y (jllC ci ser liCl)C por todos lados muelles de Cml)ar[que y desembarque. Sé (IUC lo vulgar comienza y termina en el prodigio. Hacer visible lo invisible es toda la proeza humana. Lo eterno está arraigado en mi ombligo y florece CI) mi cerebro insondable y en las hierbas y las nebulosas y las patas de los [caballos. ¿Cómo ha de constituirse él en arriendo de esos hombres de alma y uniforme color [de fosa? ;Cómo he de adorarlo yo con humo o alabarlo con herrumbrosas palabras de [confección Él es el casamentero de nuestra piel y nuestro [espíritu, ci que une los límites al centro, y el hombre al hombre y a la mujer y a todo el resto. La palidez de los dioses necesitó siempre la sangre humana para asomarse al día. El camino para el despliegue eterno riel hombre so [bre la tierra se llama Dios.

12 Ahora sé que nada me importa fuera del que ató [ciudades al tronco dc los ríos, 46


y que hoy se apresta a

las últ ¡mas sombras, las [más hirsutas, encovadas en su alma. Él es todo mi terna y mi poema. Jaiuiís el cazador se adelantó hacia su presa, o el viento y ci mar sobre sus límites, corno yo a través (le los hombres. Aprendo que ci hombre y la mujer son los (los polos [(le todo lo que vive y aprendo que ni mi gratitud ni mi piedad lo aman como la certeza de que sólo por ellos lograré acufiar mi efigie viviente. Aquí están los niños, adorables hasta cuando orinan o dicen malas [palabras. con el casi invisible arco iris (le SU porvenir tendido [sobre ellos. Los adolescentes con su sangre recién desatada que avanza cantando sobre el mundo. (Me veo a sí mismo enamorado de una simple aguad ora o (le un simple poema, torrencialmente, hasta la vergüenza, hasta costarme [cama.) Y los viejos y las viejas, vueltos a una segunda inocencia fuerte y [ligera como las espigas, purificados y maduros por el aire como las espigas, y todavía contemplando la vida con ojos de novios. Y el hombre en su mediodía, insumergible de ma[jestad entre sus menguas, (el peor de todos es mi hermano y el mejor se parece demasiado a los dioses para [no serlo) Y la mujer, el rojo sendero del temblor y la mara[villa. cazar

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16 El Tiempo y el Espacio, con sus profundidades que no se dejan soñar si[quiera; el Movimiento (silueta del alma) con la vida y la muerte por flujo y por [reflujo; las criaturas, cada una a su modo, jornaleras de lo [eterno, y ubicadas según un orden interior tan armonioso [como el de los granos en la espiga; la fe, la labor y el valor inmarcesibles (le los pueblos [de otrora y de hoy que avanzan, nostalgiosos de Jo venidero, a través [de las emboscadas, eclipsándose, clareando (le nuevo más alto; el hombre, oscuro pocero, cavando en sí mismo [hasta alumbrarse el alma; el destino, descaminado a veces por la voluntad de [un li&oc; mi cuerpo y su soplo, capaces de concretar en su [medida el giro de las estrellas; el impulso abismal que me empuja creaclorarnente hacia la forma y la esencia de la mujer: en todo eso reconozco el ceño o la sonrisa de los [dioses.

24 La vida siempre vestida de albricias. En su mirada recomienza el mundo. Más allá del espanto y el olvido, más allá de latidos y sueños recomienza. Los cementerios estancan sus aguas que han de fluir y han de cantar un día. 48


Los besos que el otoío deshoja regresan a la tierra por jugo y por lojura. El gris de las cenizas se tornasola en los arrullos, la podre del pantano es verde como los brotes, lo nauseabundo sepulto es pétalo y rubor mas tarde. En cualquier árbol comienza la profundidad del [bosque. ¿Quién puede figurarse los milenios y millas que se esconden detrás (le cada cosa? ¿Quién los climas y edades precisos para que fructifiquen sin defecto muchas de las semillas que hoy se entie[rra n? Navidades y crecimientos y defunciones, fases lunares de lo permanente. Vida y muerte, divinas gemelas. Comenzando está el mundo. Sólo los muertos quieren vedarte inaugurarlo.

25 A tu lado como a la entrada de una selva. Tus muslos, ríos caudales, fluyen. Y el corazón (le las tempestades trabajando mi sangre que salta sobre ti al estilo (lc la ola sobre la ola. Las ansias se alargan en lianas, en garras. Dos horós[copos confluyen. Tus pechos con lo más agudo y lo más suave, y mi pecho urdido de galopes. Mujer, toda tu sangre me comprende y tu alma misma me ofrece tus formas. 49


Te invado ya hecho una mano, un cilicio, una [espiral de viento. Queremos conocernos con lo interno desconocido de [nosotros, quiero que tus adentros me vistan, quiero vestirte con 'os míos. Te envuelvo con ondas y abejas y gemidos, brutal y fantástico, y no escucho ya tus quejas. Ya estamos hundidos hasta la espuma y el llanto. Los ocho miembros son los rayos (le una rueda a {escape y su eje está pasando por el eje (lel mundo y las [estrellas. Dos carnes que son una misma, pero con rnís distancia que la del mediodía a la [medianoche, y que no son mis que una sola: negra nube (le cabellos y vellos y relámpagos. Universo de dos. Ya tus párpados duermen bajo las violetas. FI río que en mí llevo se desata despertando el futuro que llevas dormido en las [en tra ñas.

29 La lamentación es la mayor blasfemia. FI aburrimiento es una descortesía fúnebre. Mi propio destino por el mejor acepto, orgulloso como los relámpagos, conforme como las raíces o la lombriz (le tierra. Para que mi amor sepa llevarlo a lo mas alto me pongo a amar lo que los otros temen. 50


He aquí que la mañana es limpia y ávida como las [espadas y la aurora ha teñido mi corazón de nuevo. He aquí que la alegría es tau fértil corno el dolor [o más. Y la sonrisa tiene su raíz en el abismo. Desarrollarse, crecer sobre el asedio de sombras an[tenores de fantasmas viejos como el miedo y (le los maleficios nocturnos que conjuran los pá[jaros del amanecer. Pilotear insomne el alma cu o mástil entre altos oleajes vacila. La sabiduría no es mujer tediosa y helada: avania con el f);ISa más cauto (le los cazadores, ferviente corno la sangre. Yo 110 quiero la felicidad que disminuye los pulsos. La mía es mi alerta ]antado entre el sol y, muerte. I1

Asumo la vida en acto y en palabra después de haber velado millares de años. Tengo un Pasado tan profundo como el mar y los [helechos. Ebrio (le fuego voy, y mi llama no puede apagarla del todo [ningún viento. La forma precisa (le la pausa, puede reposar largamente: mas el esniritu tiene que superar la conducta del [a7ogue, tiene que descubrir su originalidad sin tregua. Lo aliténi ico es una renovación de cada (lía; su forma verdadera es un tránsito. 51


No hay alto, no hay estación posible para la vida que no vuelve la espalda. Dejamos un momento la escena para seguir actuando en otra parte o re[ gresa r. Ella, la invicta, sigue latiendo en el cadáver con la profundidad del halcón en vuelo. La Nada es el más viejo y falso de los dioses. 38 Con los cuellos tendidos, la ola, el árbol, la montaña acechan lo que va a venir. Mi alma tiene Ja gravedad de las esposas encinta, pero está melodiosamente alegre y canta, —ya contemporánea de lo venidero— canta para lo que no es, pero vendrá des[pués. Pondero ya los futuros idiomas, sutiles como la música, perfectos como cifras, y las tormentas que remozarán una vez más el aire, y los nuevos inventos que enflorarán el mundo. Pondero ya un inédito tipo ele mujeres y de hombres, almas de más cuerdas y mejor afinadas que las de [hoy. Soy camarada de los que son y fueron, pero aún más (le los que serán un (Tía. ¡Oh, zumbo de los enjambres de días (JI IC esperan [su turno!

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De PAN (1948) CANCIÓN DE CUNA DE LA TORCAZ 1 Ramita en vaivén, agüita en murmullo, por mi pecho pasan para hacerse arrullo.

Porque ci amor todo lo 1)UCdC, amor mío. ¿No nace el lucero si muere ci rocío? 3 Me dejó la lluvia el don más profundo: la primera nana que arrullara al mundo. 4 Por que duermas, niño, corno quiero verte, te contaré casos del mundo y la suerte. 53


5 Desde su charquito chismea la ralla; no oigas lo (JUC dice la gran charlatana.

6 No oigas lo que dice pico carpintero, hach ita de Plata manguito plumero.

7 Si de la oruguita, la gran hilandera, que hiló (le sus tripas para su Pollera, 8 S de la perdiz, que no encontró cintas y la muy coqueta SC pintó mil piritas. 9 Aún a lo lejos se oye una matraca. ¿Quién sino 1;t urraca? Traca-riaca.traca. 54


lo Ya el bosque se duerme junto a mi canción. Mi pecho es tu cuna. Duerme, corazón. 11 Duerman don halcón, alitas (le hoz; dofía serpentina, lcngüita de a dos. HUMANIDAD DE LAS ESTRELLAS Con su l)c(luc10 sol y sus pequeñas sombras el día es un mero detalle de la Noche; ella abierta (le par en par a la totalidad sin nombre. l-Ia' otro movimiento que el (le las faunas y las floras o el todavía angosto de la tierra: ci de la Noche sin fin como el ser en persona. Hay su silencio religioso traducido herejemente por el silencio de los templos. Su frescura más honda y anterior a la (le] alba. Su melancolía cómplice del ser y su misterio 1 11a quien lo llamado vida y lo llamado muerte son nada más que el ritmo del inmortal Aliento. La Noche con su carga de pasión y de enigma, con su escape vertiginoso vestido (le sosiego, y su sensualidad de tan alta deviniendo espíritu y su remota blancura bajando en ángel sobre nues[tros sueños. 55


Con su latido y su respiro nacen las estrellas para crecer y menguar y morir devoradas por sus propias compañeras de ayer, o resucitar al tercer billón de siglos, tal vez. (La tiniebla cósmica es más fértil que todos los limos de la tierra y el edén.) Con voluntad de armonía y hermosura, en apasionada danza, van por sus senderos de álgebra y de música escondiendo con trémulo purpúreo pudor su secreto de estrellas detrás de cortinas de luz. (El terror de la luz es más insondable que el de [las tinieblas.) Silencio constelado de la Noche hecho adrede para la develadora inmersión del alma en sí misma. Iluminación de la Noche, hecha menos para la vista distraída o el pensamiento vigilante, que dirigida al alma, porque aunque no lo sepamos lo sideral desemboca en la ribera humana. Oh cielo, casi domesticado por la contemplación de galaxias de hombres desde sus opacos caminos con temerosa y asombrada curiosidad insomne. ¿Qué importa que derrotando nuestra fantasía más frenética una estrella vecina esté a varios años de luz viajera? Ahí está el alma, conta giada por las estrellas, tendiendo a su mayor dilatación. 56


¿No alzaron hasta su altura el dintel de la con[ciencia? Fomentaron sin hito la receptividad del hombre y al par su vanagloria de libélula dándole su compañía, su populosa compañía de estrellas. Alil están con la voluptuosidad y santidad de sus desnudeces supremas: todas, desde la Vía Láctea, madre de la blancura primera, hasta el rojo y salvaje Aldebarán cuya mirada al fin nos llega a través de una ciega pesadilla (le distancias y tinieblas. Crearon ellas la poesía de los dioses y el hombre. Poesía austera que apacigua nuestro tumulto, no por ensueño o somnolencia, sino por ensanchamiento sobre cualquier límite. ¿Qué sería del hombre sin vosotras, estrellas? ¡Pero qué confusión en la Noche sin los ojos estrelleros del hombre!

CONFLUENCIA CON EL PARANÁ Tendida voluntad (le marcha que desfonda las vallas y las dudas, invictamente joven entre tus viejas márgenes, parejo al pensamiento germinal de los dioses, guerreramente alegre, trágicamente alegre como una arteria rota, ¡oh Paraná, cómo te siento crecer dentro de mí! Aquí está cl primer y último (le los hijos del hombre, acaso el más hirsuto, 57


alguien tan largamente desbocado tal vez como tú mismo. (Quizá jamás cruzó tus aguas proa más ambiciosa (JUC su pecho, ni vela más l)turl)'e1 N, lienchida que su sangre, ni inásti 1 que vibrara corno su alma.) Paraná, redención l)rolllctirla al purgatorio (le los páramos, COlflla(l() CiulllplinhiCiStO de los sueños de todas las sedes de la tierra: apeado cielo. Río color (le I)aJ0u11l con pumas, (le nubarrón con trueno, o blanco corno ci vientre (le tus p eces difuntos; cargado de ponientes y (le arcillas bermejas, rebasado CIC noche y de constelaciones, acarreando, acarreando materiales en bruto para las vidrieras del cielo. ¡Oh procesión (le espejos vivos y desnudeces vivas! Santidad (le las grandes aguas, acostado diluvio. Paraná, estás dentro (le mi pasión y tanto que atraviesas mi alma sombría y asombrada como la Vía Láctea atraviesa la noche. Escapas (le ti mismo, sediento (le la sal (le eternidad del mar, llevándote (le paso tO(laS las secreciones internas del gran bosque y fragmentos del Trópico y sus sudados hiios, que quieren ver (le cerca la Cruz del Sur, la fresca Cruz (le! Sur. Entre tus ondas fugan a nado mis deseos. Te trasiego mi alma, padre barroso y nebuloso, pava que sorba su frescura y el misterio inicial de tus raíces 58


y coniulg iie en secreto con la esencia (lel limo y la sabiduría primordial de tus peces. Ella quiere viajar dentro de tu iaje, alzarse con tus ondas al destino celeste del mar \ de la nube. Las ondas de mi propio ser van creciendo y fluyendo yav anzando mons ruosanien le, hacia océanos ViVOS y más allá aún, hacia pIaras de esO ellas y de océanos muertos [y más allá aún. He aquí que yo tambiti llevo tu sigilo. Místicamente ebrio (le mí, en ocasiones, o de las nupcias i t ris y vehementes (le las cosas en mí, rebaso ciegamente ni¡ comprimido cauce. ¿No encuentro toda mi alegría en la más peligrosa intensidad? ¿No tengo el cuerpo de los hombres blancos [venidos de tan lejos, y el corazón de nuestros hombres rojos? He aquí que levanto, para acampar, mis propias islas, mas sin poder quedarme mucho cii ellas, Sin poder escapar a mi destino nómade. Como tú, mi alma, a veces, lívida de terror, intenta huir (le SUS propias riberas ciegamente nocturnas. ¿Y no nos iiarcccnmos alguna veza un largo [y espantoso alarido? Ahora entro en tus aguas como tú en el mar. ¡Oh Paraná!, dentro (le ti estoy, todo el hombre desnudo en el río desnudo. Más: el dios-río y el dios-pez a un tiempo. Desde el hondón de tu frescura madre inc río ya (le todos los inliernos del Trópico, 59


mientras tu edénica fragancia me trasciende la médula y los sueños. Ya asoma al caracol de mis orejas tu sumergida música insondable. Mi arrojadizo corazón (le hombre a tu sereno ritmo quiere ajustar el suyo. No olvido que mis breves días están contados y que tus largos (lías también, también lo esián; pero, de todos modos, no podemos morir. ¡Aquí, ahora, tú y yo, inmortalmente vivos! Te echas en mi como yo me echo en ti, y tu gran caudal pálido y el mío, púrpura, confluyen, y ambos son afluentes (y todos: mares, savias, lavas, árboles, bestias, constelaciones, pensamientos, son meros afluentes) del proto.río circular, de la disolución y el recomienzo. ¡Y aquí, ahora, tú y yo, inmortalmente alegres! Canto ahora la sacra sed que tienen las cosas unas de otras. Las arenas y selvas padecen sed de ríos, los ríos tienen sed de mar, del mar que con las ávidas esponjas de sus nubes [sacia su sed de ciclo. Sacras sedes que el río de la comunión íntegra embebe siempre sin saciarlas. Y entre todas, terrible sed del hombre. También soy un abismo, loli Paraná!, y mi profundidad amarga quiere beberse tu dulzura hasta la última gota. Ahora tú puedes penetrar en mí (desembocar sin miedo en mi sangre oceánica!) para que tu ímpetu sin tregua 60


a sí mismo una vez logre sentirse, y tu corazón pálido, más que raíz o larva, aprenda los latidos de púrpura del mío. para que tu instinto oscuro se asome a ese portillo sobre el cielo del ser abierto por el hombre a través de sí mismo. CANÍBALES El bosque atranca todas sus puertas por dentro y sueña los insondables (lías en que el fangal tenía el pulso y la fiebre de la [sangre, en que los árboles soñaban en tapar con sus crines [el cielo y el mar, e ilimitados animales que almorzaban una pradera [o un rebaño apenas precisaban una dedada de cerebro. Y lo de más antes, de más antes, cuando los imposibles esperaban sólo una leve ayuda para dejar su cárcel, cuando el pez quiso nadar sobre la tierra [y se hizo reptil y el reptil quiso ondular sobre el aire [y se hizo pájaro. ¡Y la alegría devoratriz y creatiz de la tierra! Ahora el bosque apenas distingue entre las otras a la criatura sin escamas ni zarpas, ni plumas ni piel [verdadera, fa única desnuda y la única que embosca su sexo, ¡la llevadora de la sangre más tentada a verterse! La cabeza ardiente del Trópico se desvela trazando monstruosas fantasías. El Trópico, dios negro tatuado (le todos los colores, capaz (le encerrar todo el paraíso en una haya y filtrar la muerte en el perfume más ingenuo. 61


El animal niís débil está perdido en el bosque ver1 tiginoso. Un cija se apeó del 'irIjo1 y apoyado en un gajo de árbol se irguió sobre sus pies hasta enfrentar el ciclo, venciendo la agachada y nublada tristeza del gorila. (Mas ;ómo va a columbrar un nuevo hori ante en el filo (lel reciente cuchillo de piedra? ¿Cómo adivinar que el fuego con cinc arana sus noches está va iniciando su propia aurora?) El que se apoyó en una rama para alzarse afuera y se apoya ya en su pensamiento para alzarse [adentro, va p1asmnc1oe sin tregua con su verbo y sus ma[nos, con su llanto y su risa, pero su alarido es el nuís trémulo que conmueve el [bosque, y su suerte es aún sombría y roja como el bostezo [del tigre. El calor enronquece la garganta de los ríos '' los [pájaros. El borde (lel pantano es más alto que el del preci[pi cio. Arriba los monos beben el delirio en copas de coco y espantan con gritos casi humanos a la luna desnuda. Las hormigas, tamañas como fresas, son mís acérri[mas que el incendio. Los escalofríos tatúan la médula. El hombre sólo sabe batirse en retirada ante la invicta estrategia del bosque y ante su intimidad velluda (le helechos y arañas. De noche, la luna, descol gándose por las lianas, baja a conspirar por los rincones prohibidos. La luz es espesa como la miel y se converte en avispas. 62


El zumbar (le los insectos anti( ipa el de las fiebres [que inoculan. Los Amazonas del veneno desembocan en el colmillo, en la espina y la corola. Hay el estremecimiento sobrenatural que la Naturaleza desnuda suscila. El alma, azorada, huye a esconderse en la espesura como la alimaña [herida. Sólo (l lle(l a la sangre. La bestia vertical quiere dejar (le SCI' herbívora. Ni siquiera le bastan los huevos (lel caimán: sueña con presas rojas. ¿El verde fresquísimo de la tierra no es para la fogosa sed de los hijos (le la sangre? Pero el perseguidor es perseguido y débil, el más débil, el más desnudo y débil, y (le sudor [más ácido, el más débil, pero que Se deja embriagar por el (bosque hasta perder la cabeza y devorar su futuro en la carne dci prójimo ca. [zado...

EL LLORA-SANGRE ESTÁ LLORANDO El 1 !ora-sa ngrc está llorando, desde el comienzo (lel mundo está llorando. En el corazón (lel monte está llorando el llora-sangre y su dolor destrenzando de las raíces del cerro el bosque, e! río —llorando. 63


Corno el sollozo en la garganta ci dolor (le todo ci bosque se va en su llanto estrechando. Despertada por la sangre tinta el alma, escuchando. Mil llantos de miles de afios y qué herencias del olvido volviendo de contrabando. ¡Y algo que acaso intenta un giro hacia lo horrendo y lo nefando! Tierra de árboles y gritos cielo de nubes y lloros por su llanto van cruzando. Un ecuador de pasiones en su pasión está llameando. Con un (lardo indio en la pata ya el jagual gime ¡y qué blandol gime el duro como hablando. ¿Mas quien lo oirá, si el 11orasangre está llorando y llorando? ¿Calla? ¡El silencio de los muertos se va a encovar en nuestro pecho! No, porque él sigue llorando con su llanto que conjuga el siempre, ci nunca y el cuando. Bajo el cilicio de sus púas negra tesina llora el árbol, y llora espuma el río pando, mientras en rojo, rojo, rojo ci llora-sangre está llorando. Filos y puntas de estrellas y hielos y riscos y espinas lo están picando, lajeando. 64


Esta

llorando el llora-sangre. llo ya ls' ;í Sll1g'!a riclo!

\°Co

Li rojo abierto (l el OCSO y cl rojo oculto (le las venas en su llanto coloreando. ¡As, coraión vivo (lel mundo lloi ando!

AHORA LA AMISTAD Innumerable es Ja panoplia que contra la soledad esgrime ci hombre. Con filatelias y teologías intenta dcfendcrsc, con fonógrafos, con incunables, con museos, con [diarios, con mazos de naipe y sus cuarenta ladrones de tiempo vivo, Con campeonatos (le velocidad y conmemoraciones, con Mil y una noches y morfina y ajedrez, con pipas, con payasos. Con viajes alrededor del mundo y cócteles: con todo eso intenta tapar tu bostezo inabarcable oh soledad. Como la primavera que prepara en secreto la ofensiva inatajable de los perfumes, como el sol que apaga las l'tniparas, el misterio de ]a ternura transparenta el corazón dci mundo, el de la amistad inaugura el corazón del hombre. El soldado helado en su garita no murió de frío sino (le soledad. Vuelan las hojas mustias cuando ci viento marino (le los amigos llega. Vuelan la cortesía, la erudición, los Jugares comunes. Como la lluvia y el sol crian la semilla bajo tierra,

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las voces y las miradas amigas (lían mi corazón. ¿Quién cree sobicpas;ir mi voz? OdiéiI se sienta en un peldaño inierior al mío? Rechaza aurcoas y marcas la intangible dignidad de los iguales. ¿Cómo no ha (le avergonzarse mi cobardía S; mis amigos creen en mi denuedo? ¿Cómo no ha (le alz:rseme un casi corazón (le dios si por mí se aman entre ellos mis amigos? Testigos sin soborno posible, SUS inicadas redimen mi oscuridad. Qué remedio mc queda: buscaré ser tan claro como ellos me ven. Vence la mitad (le mi soledad mi amada. Mis amigos vencen la otra. Amo en los amigos la prez que yo no tengo, que así me añaden y así mc complementan. Prefiero a los amigos peligrosos para un mundo añu cercado por los gendarmes (la purpúrea fraternidad en el peligro es única) Y sobre todo amo a los amigos venideros que no me tocan iiii con sus miradas, pero me sentirán llegar hasta sus (lías con la a Ibricia de futuro que yo al timbré a los [míos.

CANCIÓN DIII, CIRCO DEL MAR a Julia y Lib

No recuerdo como ni recuerdo cmi u do, va. Niño prodigio, niia vez yo fui al cicu del mar. €6


No recuerdo todo ahora, tanta ola pasó ya sobre mi memoria y sobre la mar. (Yo SO/laUdO en las sminas poco vi, por lo (IL'ÍfldS.) Un elefante muy buzo con Sil trampa lIC bucear y una sieri)JC amaestrada muy señora del cancán, trajo ci PUPO domador desde los fondos del mar. (Mudaba él de lii igos a cada :mdenm;ín.) Y un pez 10(11) (le perfil y (le Csgri]na tan fatal ( I IIC en su espada se mellaban las mil espadas del mar. ¿Qué cobraban para ver a la gordita del mar, el talle (le la ballena con corsé al natural? (Yo soiaba (fi) las sirenas Si)) ver casi lo demás.) Y va y a si llacíal) cosas (le mirar y de pasmar, coi] sil galope Sili eco los caballitos del mar, con sus relinchos (J1iC nadie, nadie, nadie oyó jamás. ipitra eso los caracoles tocan la murga del mar! Y estrellas equilibristas de carne Y palpar 67


bailaban en las las maromas de las corrientes —jliray lico uro, lico lay1 entre un aplaudir de colas y de alelas a rabiar. Llueven llores en la pista: Ova y actinia y coral. ¡Bocazas las de mis peces abicitas de par en par! Por soñar en las sirenas yo ya no vi necia más.

—Siga, usted señor (llelitero. Siga. ¿Y qué más? ¿Y qué más? -. Un barco con sus ahogados ¡y una sirena real que lo usaba como caja de sorpresas, ay!

SALUDO A LO QUE DEViENE ¡Salud! Todo está hecho cori material de fuga con su adiós y su albricia en cada extremo. El presente es un baile de libélula. Todo está caminando y avanzando y todo está cambiando y ascendiendo, y ella, ella la temida, es forma del movimiento sólo. Más allá de latidos y amapolas y sueños, más allá del espanto y la ceniza, lo que fue recomienza. Ninguna cosa existe fuera del tiempo en n1archa. 63


El movimiento, sacra levadura, lo leuda todo. El letargo, las pausas y las lápidas son ilusiones transeúntes. El eterno reposo es la quimera de las almas cansadas. Y las mismas estrellas vivaquean sin detenerse, es claro. La muerte es ci más vano de los sueños. Lo que está adentro estuvo afuera o aún lo está. ¡La cantidad, oh dioses, trocándose en espíritu! Ya por los agujeros que el gusano abre en la oscuridad se miran las estrellas. La apariencia se impregna de esencia y se hace [diáfana. La vida angosta hecha de sustancia infinita. Las formas venideras fraguándose a ojos vistas. ¿Yo zumban las abejas ebrias de miel futura? ¿No puede un beso ser inmortal de belleza? El cargado de augurios y destino, el hombre jornalero de la tierra y la historia, el que avanza creciendo como un río ¿no es el que ya transita pm encima de las nubes y ci tiempo? El pasado es venerable como la armadura (le un héroe difunto, pero a nosotros no nos sirve y nos estorba ya. El hombre corcovado de siglos y despojos ¿no ha (le asumir al cabo la contagiosa navidad del alba con su alma siempre encinta de esplendores inéditos 69


que peligró morir bajo la carga de un astro muerto: la fe vuelta (le espaldas? (En secreto las brújulas vulvense hacia el futuro, septentrión verdadero.) Espoleada por ci hombre y hastiada a (le su horizonte innió u escribirá la Es! inge su secreto en SU piso (le arenas y (le siglos donde hundidos están los horizontes que emergerán mañana.

EL SUERO DE LOS CELOS Te había raptado (Lii (lía, un (lía, yo, hijo del mar. Allá lejos el lecho nupcial (le las espumas, y yo te ceñía con todos los brazos del mar, mientras te arrasiraba a la isla que nadie conoce, guardada en el corazón del mar: allí donde al senLirme mortalmente herido solia refugiarme al atar, donde los corales se habían inventado con mi sangre y el riesgo era la sal que vuelve incorruptible la [dicha, oh mar. Llena (le rumores atlánticos la salobre sangre de nuestro bienestar y malestar, el ser lleno (le inmemoriales secretos submarinos, (Lb mar, y el corazón sin velas ni anda retornado a la sombría inocencia del comenzar. Tú, más frescamente desnuda que el alba sub[marina, y todo el sol de la tierra co mi corazón impar. 70


Pasaban alto sobre nuestras cabezas las esrel!:is, las estrellas (lel mar, mas siempre al alcance de tus ulanos cada vez que querías jugar. Perlas que hubieran acegado a los buzos sobraban para tu collar y tu ajuar. El sigilo de las algas custodiaba ci edén de tu suefio, y el nácar sonoro de los tritones tu despertar. Con qué aire te veía declinar las medusas que ansiaban enredarse en tus cabellos sin p' sacudiendo tu cabeza tan orgullosa como la mía, mi dunita riel mar, mi damita del mar. Mi salvaje ternura ya había echado a pique todos los caminos (le regresar, y allí el mar tenía tanta amargura a ve( es que ya no había necesidad de lloran Las olas venían a golpear mi alerta sin descansar. La envergadura de su latir había entrado en mi [pecho, ¡Podía amarte con todos los latidos del mar! Entonces, tu voz, oh sirena, pudo cantar ¡),ira mí [solo. (Mis celos custodiaban sin tregua todas las entra[(las riel mar.) ENVIO a Sabat Frcasty A esta isla última a que sólo llegan los largos [vientos y las largas aguas, a ini corazón llegan tu saludo y tu obsequio de luz. Ahora sé que 110 estoy en la soledad que pensaba y ini alegría te hace grandes señales por eso.

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Contento (le esa compañía tuya que equivale o sobrepasa a la de una tribu o una [villa. Sabiendo que logramos más de una confidencia al [mismo tiempo: que en su intensidad se embosca el espíritu como en la suya el proyectil; que los torrentes (le luz, de savia, (le sangre, de agua, [de pensamiento, de música, son meros afluentes de un río único; que el deseo (le lo nuevo urge inmortalmente las [entrafias del ser, y para cada criatura que nace el mundo renace [dichoso, y el ardor de los peces desata los ríos helados, y la sonrisa de las resurrecciones embriaga la desdentada boca de los sepulcros, y el arte es a la vida lo que a la muerte el sueño. El alma de cada hombre es tan reciente que aún no ha visto desertar una sola de las estrellas que lo acompañan desde su hora inicial. Golpea de modo único la sangre sobre el yunque [del pecho en cada hombre para forjarle una suerte inimitable. Si no es, de juro, el alma más lúcida la mía, es la más ebria de todas. ¿Quién estuvo jamás más salvajemente enamorado [de la tierra y sus hijos? ¿Quién cortejó a la vida hasta por debajo y más allá [(le los sepulcros? Destilo mi dulzura de las raíces más amargas. Ayudo a los arenales sofiadores de oasis. Veo un pájaro y mi corazón se trueca en cielo y [árbol. 72


Desorbitados sueiios asal arou mi caverna, —yo ebrio dc mistclio y (le relámpagos, camarada. Sondear la profundidad de ]as raíces hasta caer en el cuerpo total y ci alma indivisible; intervenir en la conciencia inmaculada del mineral Y en la candorosa sabiduría de la flor y la bestia; olvidar las palabras y aprensiones someras, todos los hábitos prestados del yo, para ceder mi frente y mi pulso a pensamientos hundidos aún en la sangre o las [semillas. Hijo de la América desnuda y velluda, quise calcinar en mí con mi rabia todas las tristezas malolientes que los hombres llevan [en sí, y desafiar cualquier tortura para recobrar la mo[cericia del sol y la sal, y descongelar todos los hastíos para suscitar un río millonario ¿le gérmenes y risas, y conspirar por el reintegro de todos los dioses al [hombre que se alarga a lo desconocido buscando una cabeza [de puente... (Perfectos son el cuerpo y el espíritu del hombre [para el mayor destino como la forma del águila para el vuelo.)

DESENCUENTRO CON ARLT No te vi nunca. Sólo escuché de lejos la latidora maravilla (le tu [saludo. Y adiviné tu ingreso en el coro de amigos cada [vez más claro (más escaso o numeroso, no importa) 73


en cu y a voz mc apo y o para 'os ascensos o descensos [más arriesgados. No te vi nunca. Y cuando viajé hacia ti tú acababas de ser llamado a integrarte a las inmor [tales y videntes fuerzas que desposan cada (lía el cielo a la tierra. No te vi caminar a mi lado, acompasando con tus pasos mis latidos; no escuché, con mi corazón saliéndose de ]a vaina, tu voz profunda de varonía y simpatía, ni pude espiar pasionalmente, a través de tus ojos, tu espíritu, Adán desnudo, en su paraíso salvaje. Yo no pude alcanzarte un pedazo de esa alegría mía que ayuda a la primavera a desatar los ríos. No quise mirarte muerto. ¿Cómo podía verte? Tan roja e intensa como el sol es mi devoción (le [lo que vive por debajo (le las disoluciones, los mausoleos, los [dogmas. Y lo muerto o moribundo —hombre o pájaro o idea— no son mi patria, no son mi patria.

CANCIÓN DE LA QUE REGALA EL MUNDO AL NIÑO Ya despierta ci dueño mío y duefio del sol también, N, del rocío de las hierbas que en su sonrisa vuelvo a ver.

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Alegría del ben terco, porque es la Fi) que bien te ve, y del zonal, porque algún día te enseñará a silbar corno él. La rama agacha su columpio para el pensil del va y ven y quiere a1iirte en su hombro el árbol, San Cristobalón montés. El blancor del día se hace ángel y llega en puntas de pie: ViCflC a ofrecerte (le juguete el mundo-coco, el mundo-nuez. Hasta la víbora del cerro (el amor (la siempre bien, Y cada tino lo que puede) te mandará su cascabel. Si fuera manca, con mis dientes te mecería mal o bien, y ciega, es claro que un lucero me alumbraría de una vez. Que a todo riesgo escapes siempre como la mar a toda red, y que la lluvia y el relámpago se paren l)01 verte crecer. Y aquí está el suefio (le tres noches: que tú, cuan ito, fuiste quien quitó las botas al gigante y va su fuerza tuya fue. Mas tu bondad era lo fuerte y más que el sol y que la miel. Las bendiciones te seguían como jamás a papa o rey. 75


CANCIÓN DEL BOSQUE NIÑO Biibh ib!. Biribiribí. Nada, nada, nada, nada. Pasan pedazos de invierno sobre el agua enamorada. Sangre del amanecer ardiendo todito el día en los ceibos es de ver. Biribiribi, Si, sí. ¿Que el verde del bosque aumenta ese verde de tus ojos? Nos bañarnos en la menta. Y ardidos y con qué prisa ya buscan, ciegos, los pjaros el manantial (le tu risa. Y ya te han visto y ya empiela la fiesta por picotearte el corazón de cereza. ¡Oh, »í, Pi, pl, pi Ay de mí, ay de mí.

Y el lagarto me hace un guiño por tus senos que adivina: dos puiaditos de niño. Y una inocencia es la vida como este aire que bebernos. Oh, lengua, amapola ardida. Pimienta y a».

Si, síu!. 76


Fu lo que iiiás alto sube el árbol se hace más joven. Tiro mi liana a la nube. Y mi gran risa convierte el hilo (le agua en cascada y escandaliza a mi suerte.

Ade mí, ay (le mí. Jiiribiribí. (Un bosque donde cualquiera se hacía rey de su suerte, una vez era que se era.) Viento y río el caracol ya está metiendo en su concha y el hongo apagando el sol. ¿Qué nos alumbra el coyuyo? Mi beso que está dormido y soñando sobre el tuyo.

Biribiribi. Biribiribi. Nada, nada, nada, nada. Pasan pedazos (le invierno sobre el agua enamorada.

ERMITAÑOS DEL MAR Historia verdadera del corazón secreto de los mares, sólo que inenarrable, aunque se consumiera toda la tinta de los calamares.

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A)', alma submarina del mar, donde el espanto es silencioso corno risa de calavera. Aquí se ha refugiado la oscuridad primera. Aquí la vieja Noche vino a olvidar su manto. (Aún se conserva tal cual el infierno más viejo, el del bario inicial.) Y sucede que ci mar inventa al animal (tcstásco, coral, y otras prirnerísimas gentes) y el animal inventa islas y continentes. Los infusorios, sin hazañas (le liras arquitectas y sin encarecer fragores de astillero o de taller, adoquinan el mar y encabritan niomitañas. Destino ascensional de la vida en avance, desde el profundo piso de estrellas, rayas, fucos, al alto paraíso canoro (le los pájaros y al del alma mortal e inmemorial. Inmarcesible verde del mar, oh siempreviva. Apresurada patria del parto y el estrago. Aquí la muerte es sólo un trago. Aquí no hay pompas fúnebres porque la muerte [es viva. El mar, primer llegado. lii mar, ancestro universal, dios visible y velado. El mar que está en nosotros como en el mar la sal. Velera alma del hombre, el mar te dio la mano. Solo lugar del mundo donde el pulmón humano y el alma humana logran respirar, respirar. El alma no es terrígena sino marina, oh dioses. 78


La tribu escrofulosa puede olvidar sus toses y esputos sobre el mar. ;La estatura de la ola que, a querer, sobrepasa en doce o quince tantos la estatura del hombre? ¿Que el misterio, el terror, la potencia sin nombre son el mar? Bah, no importa. El hombre está en su [casa. Oue nada hay tan dímero y eterno como la ola sino ci alma ibraiido su carnal caracola. LI vaivén (le] oleaje es como la balanza del destino. Y cualquier ignoto cabo puede ser Cabo (le las Torincn tas o de Buena Esperanza. Levada el ancla, izadas las velas, ¡a la mar! Nadie sabe qué suerte le va a tocar en lote, aunque a ciegas se vea que más de uno ha de hallar su puerto en las abiertas fauces del cachalote. ¡Pero qué importa! ¡Qué, si nuestro aliento está hinchando las velas antes que llegue el vientol Salud, mi capitán! Mi capitán, cabellos blanqueados por la espuma de la borrasca, alma ahumada por la bruma más traicionera aún que el huracán. ¡Navegar, navegar hacia el ignoto horror y su estremecimiento, ch, cori amuras a estribor y bien ceñido al viento! Las olas con su amarga y lívida escupida ay, blancas como el vientre de los peces difuntos. Sin que nadie recoja nuestro adiós a la vida, alma mía inmortal, zambulliremos juntos.

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Viejo coleccionista (le naufragios, 011 mar, que al cabo del escándalo maravilloso sellas los tus labios de esfinge en silencio ejemplar después que tus esponjas borran todas las huellas.

INSURRECCIÓN DEL POEMA Te ofrezco el vino verdadero, el Poema: oh ronco vino lleno de ruiseñores íntimos, oh ciego con pupilas que ven a media noche, lleno de sol y de metales, lleno de garras y de alas, en un demorado relámpago, con un corazón de oro vivo en un silencio vivo, hirviendo, hirviendo (le abejas moradas: vino, Poema, antípoda de todos los inviernos. Lo que lo asedia ya lo obliga al brinco, lo que lo iguala, es claro, lo empuja al mis allá. Y su respiración incendia espacio y tiempo. Sé que las mulas quieren ramonear el laurel, el muy duro y agudo, ¡el que se coridecora, ay, con su propia sangre! Trabajo el Poema (se trabaja él, conmigo (le instrumento) en qué jornada pura de ocho horas de vagancial con el arte de cielo y barro de la lluvia. Por instantes su ronca premura es la del rayo. El Poema saluda primero a la que trajo de las olas sus curvas y sonrisas, y en sus venas y ojeras las distancias del mar. Conoce el mecanismo del trino y del arroyo, mas quiere adivinar la relación que existe 80

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enire la cnrcdadcra y tuis amores, entre el gimnoto y yo y mi pensamiento. Quiere la inocencia vidente del aceite y la sal. La luz teje guirnaldas ;no veis? pata los árboles, y los árboles tejen guirnadas para el aire. Y esta manzana que cayó a mis pies sabe quizá tanta álgebra corno aquella de Newton. (¿Por qué no ha (le colaborar el hombre, cualquier día, más tarde, en las hundidas técnicas del cosmos?) El maíz brinca y brinca hecho flor entre bcasas. Con un poco (le 10(10 el hornero edifica en un barrio del ciclo. Qué idilio de rebuznos, transparente y ardiente, le ofrece el garañón a su pollina. El Poema es la rosa que sonríe en redondo, ín tegrarnctite ardida (le rubores. (Mas sus labios son de ola que se abreva de abis. [mos.) Lleva la lucha y el dolor de talismán contra el bostezo, mas también la sonrisa (le la felicidad que se aísla, melodiosa, (le los sordos placeres. El arpegio de las transmutaciones yendo del fango, al cocodrilo, al hombre, al 1)611(10, la euritmia de la sangre y las mareas, (la sangre con sus saltos (le tigre y SUS corolas) y el crescendo (le lavas y (le savias, y la canción del gallo purpúrea antes del alba, y ci zumbido de abejas y ciudades, y el amor, dios efímera, creando eternidades: 10(10 eSO entra en el Poema. Y la constelación (le latido más claro, 81


digo del pensamiento creciente en las edades. ¿Que el alma humana es pánica? ¡La total melodía revibra en nuestra médula, y estamos sin saberlo cargados de infinito! La tristeza del hombre quiere eclipsar la tierra como la noche agrava la ronquera del mar. ¡Nuestro valle de lágrimas! ¿Y el arpa innumerable de los pájaros sonando sobre el valle del rocío? (Oh, del almo torrente de hermosura del mundo roban un sorbo apenas nuestras cóncavas manos.) El Poema adorando la desnudez de diosas de las hermosas superficies, o cavando, cavando superficies opacas para alumbrar el Ser. El Poema alarga a todos el latido (le su amistad sagrada. La sangre corre en él con más rojura y más calor que en las arterias. Maestro del idioma, maestro de la nueva sintaxis de lo vivo, da sus palabras como rojos besos, como golpes de mar. Su corazón preíado de batallas batiéndose ante todo con el demonio negro que duerme en los tinteros. Descendiendo a los sótanos de las mansiones de los árbitros (le lo honorable y lo selecto para no hallar allí más que olor de difuntos tapado con incienso. (Más fuerte que la sangre es el espíritu —el mismo que intervino en el Poema— más que la sangre del amor del hombre: pero si quiere aliar las alas debe abrevarse en ella.)


La muerte no es mármol: es un profundo y tembloroso vuelo. ,, Existe, acaso? ¡Existe nuestro miedo a la muerte! Y aunque el mundo del alba, no es más que un monumento a la inocencia y al alma, y tan desaforadamente hermoso (1UC transparenta como un cielo la opacidad de hueso y carne y el torbellino lóbrego del sexo y sube aún sin enredarse desde los intestinos a la frente, ¡ya la sangre unifica el mapamundi! Rosa infinita, ay, sangre (le los hombres del mundo y su alma como un cielo constelado La diplomacia aún está mediando con esa suavidad con que nadan los muertos, mientras los tiburones aplauden a colazos la inauguración (le la guerra y (le los hundimientos. (Es un mundo en que todo se mueve afuera, afuera, en contrapunto de velocidades, y que por corazón tiene un pantano.) Y los dueños de las iglesias los dividendos y las cárceles siguen y siguen fabricando almas y rostros (le leprosería. Aunque los ojos del Poema parecen estar áridos, su dolor corre como los ríos de setiembre ¿Qué? El suyo es el gemido guerrero (le los yunques. Y las mujeres y los hombres son su oxígeno, pese a su aún irrenunciado destino (le cariátides. 83


El Poerra ya ofrece su sangre a los geranios que van palideciendo: su colaboración de fuego ofrece a todas las demoras y las dudas. ¿El alma horjutal de las bestias, y el lioiiibrc alLahl('o gi ad ita hncii te la suya sobre 'ella? El Poema trabaja para e! Adín futuro. Ya la esperanza bostezó por siglos. Que .le una vez amarre las alas (lel arcángel a los hombros corvados sob'-e el trabajo esclavo o la plegaria. ¿No se ha de apear un da el reino (le los cielos? Quiere el Poema que el sufrido se alce tan vertical como los mediodías.

De CONSTELACIÓN

(1959) EL 1110 No me quiero jactar, pero ¡ay de mí! Y .3 es casi un puro amanecer lo mío. pues que toda la aurora se halla en ti romo en la rosa ebria de rocío y amaneciendo vienes hasta mí: la ternura (le fuente acrece en río. Faii:tjco de alba y de belleza, yo pulso en lo transeúnte lo inmortal, y a Dios en tierra y hombre, no en la misa. ;Niinbo hay de virgen o (le santo igual a los bucles que orlan tu cabeza? ¿Qué arpa de serafín ni-Jis que tu risa? 84


EL HERMANO IDO a María A m1ica OcamJ3O El haber visto el arcot is cii niio Inc basiaiite para irisar su visión de la vida cii adelante. Amó el campo y la hora en que mejor despierta el [alma, la hora de mis sabiduría que el día y la noche: la aurora. Y amó a los pájaros, porque en su canto y su vuelo alzan la alegría de la tierra y el hombre hasta el [cielo. No hubo árbol de mejor vcitical que la suya, tal vez. No lo vi agachado u oblicuo ni una sola vez. Su franqueza se abría siempre con lo(las sus ganas como la primavera abre rosas NI Pudiente como pocas fue su perspicacia jamís desasistida de la equidad y la gracia. (La cuenta que yo llevaba con él era clara: daba lo mío P0t bueno siempre que él lo aprobara.) Pudiente su fe en que el hombre es el proyectil de [sí mismo laniindose hacia adelante por sobre todo espejismo. Pudiente su voluntad en empuje y ahinco coma el león en la paz del acecho o el envión del [brinco. Mas ¿qué era eso junto a su pasión de servicio humano que estaba siempre tirándolo de la mano? 85


El fuego de la tierra pare montañas: el (le] (nraYán las ifli' s subidas hazañas. Porque no pat c ía fácil hallarle par a esa hojj<iad que lo lici cina Cuino las palomas al palomar. 'sIñs que todo poder o tiencki vale una gota de amor como una gota de rodo da más luz que el diamante 1 Ko-i-nor. Amó una vez para siempre. pues en los ojos de la [sola mujer amada ha y más ct re! las que en la noche o puede haber. Tú y y o lo sabemos, Queca. Bajo tu resignada calma crean un cielo de nostalgia los ojos de tu alma.

ESTOY LLORANDO AQUI a D. tJrrtic/nía Estos' llorando aquí tal como un Ojo hei 1(10 que vierte sangre y lágrimas a un tiempo: ay llanto mío. llorando por los náufragos de tierra hinchados ya como un naufragio líquido y a quienes otro ruar, de sal <le llanto, les sorbió con un S1IniC gorgorito el alma, el alma, el a lina abarcadora (le infinitos. Estoy llorando aquí con un llanto robado a los abismos 86


por el niño que moja su orfandad ya con llanto de cárcel y patíbulo; por ci hombre que nunca tuvo lágrimas para los otros ni para si msrno, y por ci llanto que 110 encontró ojos que ante la luz lo alzaran redimido. Lloro por esa equivalencia humana, oh amigos, de la lombriz llamada solitaria: ci hombre enamorado de sí mismo! (Ou icre pararse, helada, mi lengua atravesada (le veranos y ríos.) Estoy llorando por el hombre curvado aún (le ocasos Y (le sueños baldíos, aún incapaz de pregustar lo eterno en sus sorbos de efínlerO, que inaginu' su carne (01110 un luto (le su alma urdido con tiniebla y tramado con frío, y que aquí abajo aún sigue llor(indosc en destierro (le un edén ci iii ivado con insomnio y delirios, mientras vuelve la espalda al otro que inauguran el rocío y el trino. Estoy llorando, ahogando un grito tan lejano de hondura que tal vez ya 110 es mío, llorando, pi el puñal de sacra traición, el crucifijo, por el 1120 vcstido de espada (le la pu [cia y ci fervor (le la tU111bi vestido (le arzobispo. Estoy llorando COfl la sal de Li síulgre. el sudor y el llanto lflitO5 (quicio infligir al mundo mi propio escalofrío) que acepte por el hombre apeado a gres . amoroso del vampiro; el ÓSCUlO por nuestra sol ramera que esconde como un crimen 5(1 ternura Y pudor (lespavol idos 87


pala (JL1C allí los hucl!en todos como a umbral de granito. Estoy llorando (nada debe quedar en ci olvido) con toda ]a memoria y ci espanto y los latidos9 como caballo que ante el incendio en la noche profiere su rcl nicho; llorando estoy, por toda la mujer que vive aún del saldo de arrodillados siglos perpetrando con lágrimas ardidas 811 propia consunción como los cirios: lloro por todo el hombre que aún se halla a sus [anchas en la tiniebla arcai(a de inquilino, él, puede inventarse cada vez con inús numen a sí mismo. él, pe (le los dioses, que lleva su futuro como envainada espada al cinto.

CARNE INFINITA Nuestra conciencia náufraga sobrenadando apenas. Ya no es carne la nuestra porque es carne de amores. No sangre, hierro líquido, corriendo entre las venas: pero ya no corre entre venas sino entre flores. Beso tu sangre y tu alma en cada beso nuevo. Bebo pc (lilia inen e, cii embriagado rito, las jocundas vcuudiniias (le lo que vive. Bebo entre tus breves labios ini gota (le ini milo.

CANTO NUEVO Más hondo de pureza que la infancia y el alba mi cmi cabierto misLcu in que hace bajar los párpados. 88


Tu cabellera clara ya ensayando su nimbo. Tu pcifillue, sendero que hacia ci edén rcrcsa. Tu col l a de uliur, que a la sed uja brindas. Las palomas que plagian tu latido y tu arrullo. Y todas las canciones que Cnalllora tu VOL. Y el ritmo de tus ¡)aS(Js que escatide mis latidos. Mis ojos, g irasoles de los tiyos. Mis manos que se ahondan sin fondo por contener tu forma. Tu forma mus profunda que las teologías. Y antes, tu alma, oh dioses, detenida en su vuelo. Tu eternidad liet ha ron material dímero. Tu presente infinito que derrota el futuro. Iiimaculaclamente desnuda va en tus ojos con la doble blancura del cisne sobre el lago. Tu cabeza es un texto sagrado en mis rodillas. Tu cabellera -,a húmeda de la noche y mis besos. Semiescondida apen as en tus pestañas púdicas. Quiero legarte para halago (le tus pies mi piel, mi piel de perro sin collar y sin amo. El que quenió tu voz e incendió tu respiro cierta tus ojos para que te alumbre la sangre. Cru,ainos a pie enjuto un Mar Rojo. ¿Qué mano desniadeja tus venas, tus cabellos, tus sueños? Vibran como planetas tus dedos y tus vértebras. A través (le tu alma nii verano resuella. Un río de sabores se desata en tu lengua. Mi sed de lobo bebe su cierva degollada y es la agonía a dúo del indiviso éxtasis. Canto ¿lo ves? pulsando las venas y los huesos. Canto ¿lo oyes? tcclezindome el alma con los dientes. Antes (le conocerte cuando mi alma era como noche esquimal olvidada del alba. Ladeado (le dulzura, como un otoño, ahora. Por ti me volví un férvido invento (le mí mismo. Me aliaste por encima de mí igual que el sol que inventa del pantano una nube viajera. 89


En tus ojos con Lgrimas yo te miré sin límites como la noche misma dispersa en sus estrellas. (Sed inmortal que halla sólo una fuente, el llanto. Qué dulcemente corlen las Ligninas amargas!) El mundo que los dos vamos creando ahora no pueden inventario ya ni los mismos dioses. ¿No aspiro en tu corola de carne sólo tu alma? Tú sabes las palabras que hacen crecer el tiempo. Tú amaneces en cuantos te miran. Tu sonrisa inicia la sonrisa (le Ufl niño-dios futuro. Renuevas a la alondra tañedora de cielos: en tu amor se hace vuelo la melodía humana,

COPLAS SOLITAS Sé como el río que llega a gigante de verdad, pero que no olvida nunca su infancia de manantial. El cielo es cuento de viejas y el infierno un puro amago, p° el amor puede darte infierno y cielo en un trago. Antes que comer, cantar, grita el zorzal madruguero: y antes que vivir, volar. La guitarra palo seco, la guitarra palo hueco, mas toda el alma del hombre viene a escuchar allí su eco. Razón (le la sinrazón: tu primavera y ini otoño Ufl solo verano son. 90


El arenal insolado sueña arroy os y sauzales. Corazón en soledad ¿cuáles serán tus soñares? Si sigue soñando perlas y cutresoñando desvíos tendré que hacerte un collar de uñas y de dientes míos. Mi corazón no comprende: nunca me acompañas tanto como cuando estás ausente. La guitarra implora y llora eso que tú y yo lloramos. Y el llanto de amor es río, río que no tiene vado. En un herbario yo he visto —cosas del no ser que son— con un alfiler clavado y aun goteando, un corazón. Cuando al fin, al fin te rapte en mi potro color noche lo enclilaré a las estrellas para esconder el galope.

De EL CORAZÓN DE LA GUITARRA

(1963)

LA GUITARRA Y LA COPLA Ouc el lionbre lo sepa o todo ci destino se narra CI ( oatl() VerSOS (le copla ) seis cuerdas de guitarra.

110,

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Si a su lucha y su esperanza ambición de amor se acopla, todo el hombre cabe holgado, ay, entre guitarra y copia. SU

La música encarcelada que hay en nuestro corazón, usa tu puente, guitarra, para lograr su evasión. No es brujería irie en copla y guitarra pueda haber hervor igual (le alma y sangre que en clóo de hombre y mujer. Guitarra, a mi corazón le hice (larte su cadencia, arrancándole sus fibras para urdírtelas de cuerdas. (Contra la vida leudada solo con sed y sudores, se vuelve ronca de bronca la guitarra de los pobres.) Guitarra, sabes que ci mundo de los grandes y el gobierno, da en a¡ riendo a los de abajo los ejidos del infierno.

CANCION DEL AGUA DE OJOS ZARCOS La tierra y el alma mías abiertas (le par en par, la tierra y el a lina mías, para ver pasar el mar. 92


Trueca en anzuelos las anclas el nl;Ir, ci mar de ojos zarcos, trueca en anzuelos las anclas ci mar pescador de barcos. Tatuado (le barcos e islas, pecho del mar, marinero, tatuado de barcos e islas, pecho voltero y trompero. Su blusa azul de grumete sacude en estos momentos, su blusa azul de grumete, de grumete de los vientos. Y ya SU uniforme blanco saca de las olas rotas, su blanco, blanco uniforme vuestro almirante, oh gaviotas. El mar más tuerto que el bosque ha extraviado mi singlar. ¡Más tuertos que los del bosque, ay, los senderos del mar! Con su sal y SUS sollozos —esto lo olvidó mi canto— con su sal y sus sollozos el mar calza en nuestro llanto.

CANCIÓN DEL EDÉN CASERO Su fragancia a los melones el viento roba al pasar, su fragancia a los melones para ir a venderla al mar. 93


Oue el sol se funde en cascadas si vas al Brasil, verás, que el sol se funde en cascadas de naranjas y ananás. A las chicas ojerosas la manzana, a las chiquillas paliduchas y ojerosas, las burla con sus mejillas. Y aunque parezca acertijo más arriba está la pera, de doncella la cintura, de matrona la cadera. Para que el sol hecho avispa, mientras su miel cuece el higo, para que el sol hecho avispa venga a pegarse en su ombligo. Por evitar que se pudra tanta dulzura en prisión, por evitar que se pudra suda su jugo el limón.

BAGUALA DEL SECADAL Humeando en las polvaredas el rescoldo del desierto. Al salir de aquí, si salgo, no voy a creer que es cierto. En este calor de infierno y esta paz de camposanto sólo hay un agua, si la hay, saladita como el llanto. 94


Para pelearle a la sed espina se hizo la hoja, y el ave anida entre espinas, que aquí es finado el que afloja. Empolla un nido vacío el sol clueco echado en tierra, y el cuervo se pone luto por los difuntos que entierra. Huesos (le blancor de loza en alerta funerario, y el polvo, el polvo, el polvito que va ensayando el sudario. Dicen que el mar una vez aquí sentó su real. Si as.í fue sólo ha dejado una resaca de sal. Tal vez con llanto y con polvo y fuego del corazón hizo el hombre la tinaja para su agua de ilusión.

TRÉMOLO DEL FIORNERO Amasando barro y luz como el sol hizo la luna, o el paisano hace su rancho, él hace su nido, ¡ahijuna! ¿Que a la bóveda del cielo amolda la de su casa? El bebe el río en la gota y lo eterno en lo que pasa. 95


Pisa con mimo su tierra, mas se ha servido (le] vuelo para i cdiinir su fango: lo alía (le la tierra al cielo. Si] tremolo (le alas y alma en no importa hora del día le abre al hombre en sombra el alba cantada de su alegría. Y lo hecho es hecho ante todo tras del amor y en su huella, cruzando noches y olvidos con su latir por estrella. Que la explicación de ese horno —yo así al menos lo presumo— es la (le SU corazón que arde sin ceniza ni humo.

ZAMBA DE LOS HACHEROS 11 coraión del lapacho se vuelca rojo en su flor, Jesucristo se va en sangre, tú te vas todito, todito en sudor. Lo tocas con tus dos ojos y no te chupas ya el (ledo; lo toca tu corazón. ¿Qué haces que no escupes en la zanja el miedo? El río padre se ciñe su vincha de ceibos rojos. Cíñete la vincha india. ¿Ciiíndo vas a abrirle cancha a los antojos? 96


Lo mismo que a las tacuaras los cerdudos (lel malón la punta miele fierro en la —;va es hora, ya es llora!— a tu corazón.

Que i'u hambre se llago pujanza como la tacuara lanza Aún derretido en sudor te exige el hacha cien brazos. Cuando al pie del cedro caigas no tendrás más doble que un doble de hachazos. Que si se renuncia al fin a la profesión de perro, el alma se hace más alma, como se hace a golpes el fierro más fierro. Y como el sudor y el llanto ya van llegando hasta el cuello, eche, ya atacada (le asma, tu alma en el ¡ahora! su mejor resuello.

Que tu hambre se haga pujanza conio la tacuara lanza

PAYADA DE MEDIANOCHE Para el canto estás dispuesta alma mía, al irte en sangre igual que ci sol en su puesta. Del ayuno impío canto remando en hidrografía (le sudor, sudor y llanto. 97


Yo llanto y sudor confundo. Sólo sé que su marea golpea el pecho del mundo. Y que lo mismo que el ron fervoriza y embrutece la religión religión. Y el arte sumo o gobierno es el que enseñó a los ricos la Sorbona del infierno. ¿No te endilgan un tizón, luna, para que olvidemos nuestra propia quemazón? Entre muerte y querosén ¿no han hecho un mundo asfaltites para su gloria y amén? Yo aquí en mi ser y no ser: la sarna me come a mí, y no tengo qué comer. CANCIÓN DE ESCALOFRÍO ¿Viene (le la noche o del alma, este escalofrío? ¿De dónde vengo yo y qué soy y qué es lo mío? Soy animal y vegetal y mineral también: tres fronteras que no acorralan mi propio edén. Con nubes veleras el cielo navegando en el charco va; 98


tendiendo sus flores navega en el cielo ci jacarandá. Lo eterno es hoy; lo afuera, adentro. Todo es cuestión de nombre o Pauta. El numen que hincha orbes y yemas suena ahora en mi flauta. Nébula, árbol, pez, en mí están, y la bestia ya casi hermana, y (odia la historia y el gallo de la otra aurora humana. Hay sal (le mar en mi y no puedo hurtarnie al litoral del llanto, sólo que me alzo sobre un trípode: amor y pensamiento y canto. Con innumerables antaños se hace este mi presente cierto. Y podré volver algún día, aunque está muerto, aunque esté muerto.

De CONSTELACIÓN N° 2 (1965)

AMANECER DE LA ROSA La rosa acicalada de rubor y rocío. La rosa siempre adolescente y defendiendo, alerta de alfileres, de la torpeza (le los torpes su doncellez sagrada. 99


(Yo la saludo aún en ci botón P11 Ct 0 como los puños del bebé cuando mama.) También ella ha robado el fuego de los dioses para iniciar su propia aurora. Y su secreta llama es cómplice en la escapada de los ríos al asaltar las cárceles del hielo. Rosa venida menos para el ojo y el olfato que para nuestro corazón y nuestros sueños como la más profunda estrella: ombligo en toda navidad de hermosura. Ahí está su silencio más henchido de amor que el buche de la paloma en el arrullo, alzando como un fervor de epitalamio, en brindis por la vida, su copa de rubores. No más que su presencia destiñe nuestros lutos. La aurora llega y fuga, P° la rosa se queda con nosotros. Ella está siempre amaneciendo.

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ALBATROS Rentero de albas y nevadas, oh, rodador de cielos que llevas en tus alas la biografía total de las espumas y las nubes y controlas la sal, madre antigua del agua y de la sed, y el mar sediento siempre riel dulce verde de la tierra: tu vuelo controlando el meridión final donde el Pacifico y el Atlántico, al cabo, jubilosos de abismos y naufragios trincan sus copas espumantes. Cruz del Sur de los mares, crucifijo de I) 1 dtt1a y de tormenta. No eres a, no eres ya ave del mar ni (le la tierra con tu blanco absoluto de lejanía de galaxia bogando entre tu Paralela de azul nc mar y azul de aire. Si tienes forma de anda eres el anda (le ti mismo, sumergida en el cielo y en sus ondas, cuando a la vez al pairo y navegando hacia el .sneiio y los sueños con todo tu velamen desplegado, digo, dormido sobre tus alas. 101


Oh, tu blancura que congrega y arresta a lo largo del (lía todo el blancor del alba para los mares de la niebla. Más allá (Tel blancor del sudario y la lápida están ci luto y la tiniebla, y más allá y más allá de nuevo la blancura de la raíz, del hueso, y de la nebulosa, oh albatros, la vida, que no es acabamiento, (tú lo sabes mejor) ¡sino tan sólo remozada eternidad!

ALIMENTO EDÉNICO ¿Que muchas lástimas del mundo me salieron al cruce como los perros con ollar al pci ro sin aulo, a veces como un río de invierno y cordillera mi voz quiso dormir bajo una lápida? Mas si salvé Sin flli juro de inmaculada lealtad a lui varonía fue quizá o sin quizá porque mujeres hermosas amanecieron en siice.vos horizontes de mis noches y mis (lías, y hubo insondables horas tejiéndose sólo con lui (le silencio y miradas (le latidos. y la sideral belleza del todo descendió a mis eniraáas, y el amor fue un arpegio en mis vértebras. 102


He cursado mi vida nutriéndome de mujeres; prefiriendo de numen sus fragancias, tatuando su piel con mis caricias N- tatuando en mi niéclula sus rostros y sus sueños, aplacando en su sed o sus pezones la sed de mis veranos, bebiendo SUS Iuígrimas para olvidar las mías, libando sus almas, beocio de gozo y dolor y entreabierto misterio como un dios luchando con el caos. (Y retirándome como corrida fiera a lamer mis heridas y mis zarpas) Priva entre los hábitos intensos de mi ser el revivir sesiones remotas o recientes: palideciendo el alma ante el sagrado rito como la noche ante el alba, la ternura del fuego que derrite témpanos y metales la sangre torrencial que ya no acata diques, el río de la desnudez que se bifurca y rodea de nuevo su edénico delta, las manos multiplicándose como los brazos del hachero o el pulpo, y los dedos entreabriéndose en pupilas, y el caudal (le los besos y gemidos creciendo hasta [la espuma. Yo no sé ya quién es ni quién soy. Mi alma enamorada del riesgo se adentra en su carne de nube y rayo. Quiero hacerla hacia adentro mía, desvestida de su carne y su hueso para verla mejor. Quiero sentir lo nuestro muy 1)01' encima de lo mío y lo suyo, oh carne, tu espeluzno de infinito. 103


Pegado a sus latidos, con los ojos ausentes, escucho el ascenso de su marca \ LS( U( lIi) el de lit mía, L1 (10Cb1 ada c adcllLid que acollara el sollozo y el éxtasis. Viajamos a horcajadas sobre la grupa de la esfinge, asidos a sus alas.

RIO DE JANEIRO 1-lijo ile1 Sol y la Nube y adoptado por la Tierra, Brasil. líe aquí un territorio que rebasa los mapas. Aquí el invierno cruza el cielo sin hallar playas [de aterrizaje. Aquí se refugió el diluvio recostándose en el hori{zonte de los ríos. Aquí los soles y las frutas son de tamaño doble. Aquí el termómetro se guía por el nivel de los [deseos y los sueños. Aquí los senos de las mujeres maduran varias veces [al año. Aquí la savia se rebela contra la meteorología, y los desbordes de cacao, (le café, de madera, de [azúcar, de caucho a ,ncnazan inundado todo. Aquí el prestigio de los diamantes no supera al [de las víboras. Aquí los calores del infierno revientan en corolas [de edén. Aquí la mitología se fragua ante nuestros ojos. Aquí la geografía quiere pasar por encima de¡ hom. [bre y escribir la historia. 104


Cuanabara, federación del sol, el agua, la montaría [y el bosque. La bahía da refugioy descanso de acquarium al [océano. aqllca(las p' su sed de ciclo y nubes las palmeras ahilan tanto sus troncos que una carcajada o uii grito puede romperlos. Una cascada sale a un costado con la cándida f novedad ile! alba. El lomo de camello ile! Corcovado apenas puede ya con su caiga de siglos y eSplelidol es. Rio (le Janeiro merece todo esto y mfis p ol que tiene algo ma y or que sus iglesias y sus [rascacielos. Aq ni los negros han sido ascendidos a personas. Sólo ( l ile ai'in queda otro ale» que eclipsa toda la. E P0 1l)a del trópico: la miseria ya evitable e iiió iii en el mundo SC exhibe aquí como CII SU Playa de moda. una piera p ier na(le mendiga atravesar su turne[facto énfasis hasta cuajar todo ci tráfico (le la Rúa Onvidor, y un mendigo dormido con la mano implorante [en vigilia. Mas la historia está ho y prei'ada de inminencia, y aquí lo que vendrá niaflana 110 snbiri de abajo c o nlo las huelg as o la priiimvcra: bajará de los rascacielos de cartones y latas, desde lo alto de las favelas descenderá —lava y escalofrío— la liberadora alhricia.

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ALBRICIA Hugo Blanco, quiero asombrar con una albricia a [mi suerte1 yéndome a 1)iC hasta la cárcel peruana sólo a [conocerte; (Cuando le nace un hijo vertical a nuestra América, [la pobre cambia en doblones de oro sus centavos de cobre) Patria, o pago, ese de Mariátegui y Tupac Amarú y Prada y Vallejo e 1-lidalgo, lo quiero tanto como tú. Algo sé de sus quichuas que urdieron pistas y ace[quias entre cumbre y cumbre, porque domesticar llamas y rnontaáas fue su cas[tumbre. Y del indio de hoy, con su carne casi de leña y [mineral y sus lágrimas cuajadas de espanto y de sal, y su paso que denuncia el invisible grillete, el indio, alfiletero de todos, él que con nadie se mete. Y de su labriego sin ticira, crucificado sobre el [arado y el suelo. Y de su minero sin alba, perdido en la noche del Fsubsuelo. (Av de mí, que he ensuciado desde niño mi memoria con toda la rapiña y la sangre que ensucian la historia.) Perú, ya ven tus Andes cucabritándose al confín, sacudiendo su tOmn1Cna corno si fuera una crin. Veo tus playas calcinadas (le ardor como mi 1 rcnLc. Oigo tu mar, con su espuma milenaria y reciente. Hugo Blanco, sé que tu delito es cierto: alumbrar tina cisterna en medio del desierto. Crimen para el ventripotente dios capitalista, \' no [es zuniba, 106


que, porque escucha ya en sus pasos eco de ultra[tumba, habla Cali verbo pco y sustantivos sin sustancia y se apea a sus arneira1lado as y campanas como a [otra ganancia, aunque lo indigna que, como San Miguel, haga (le [su hoz un sable (le fuego el hacedor y sudador (le pro[CSIÓIL el labriego. que trocó la granada de otoijo cii granada [(le mano y se quedó redondamente ufaao, CSCUC de asco p or que en CSLI final guerra e] minero va a usar de granada el temblor (le tierra. Para qué unís detalles, para qué rnís detalles si hay mís asfalto en su alma que en las calles, y aun intenta hallar un 1)07al para el viento, y fijar sala in, con aguinaldo y todo, al pensamiento Sabe de todas. (le todas ,menos (le la última ciencia: T IC el mundo de ho y cual prciíado (le inminencia. Que como el chorro de la ballena rompiendo los [hielos, Ya el lupa de los sumergidos está llegando hasta [los cielos. Que lo nils alto del hombre, sube, aunque parezca [que nada se mueve, Como la marca (le lava hasta el mayor nivel de la [nieve. La parte es mayor que el todo y sino oi gan esto: la libertad (le] hombre es más que su ombligo y [todo el resto. Póngase ya en la numismática el crucifijo, que el hombre es padre de Dios y no su hijo, y ésta es la única eucaristía (le hoy en adelante: M carne y tu sangre sean el pan y el vino (le tu [semejante. 107


Por eso polemizaste con el Azar, cada vez menos [oscuro, oh Hugo, a fin de echar una cabecera de puente [sobre el futuro. A Mari:Ă­icgui, quc nunca se ha ido, lo oigo llamar[te hermano y volcarte su corazĂłn de ocĂŠano en la mano.

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INDICE Insurrección del poema

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De La flauta de caña (1920) Alabanza............................................17 Eltuco ............................................17 De Libro del gay vivir (1923) Laégloga ...........................................18 Loa del cuerpo sano ................................20 Mozas del cántaro ..................................21 De Coplas de pueblo (1926)

......................22

De Los trabajos y los días (1928) Madre..............................................22 Elbuey ............................................. El maestro Ramón ..................................24 I .a calandria .......................................25 Elvino ............................................25 De Nocturnos (192) Nocturno NO 3 ......................................25 Nocturno NO ti ......................................26 Nocturno del regreso ................................27 Nocturno de las gemelas ............................ 28 Nocturno del dúo inmóvil ...........................29 De Suma (1938) Ecuador............................................ 30 Vindicación del invierno ............................ 30 Sino.............................................. Conjunción ......................................... Níaflana creadora .................................... Padreárbol ........................................ Comunión........................................... Presencia (le Hudson ................................. tupa...............................................41 íadre Revolución ..................................42 iuma...............................................


De Pan (1948) Canción (le cuna de la torcaz ....................... Uumanidad (le las estrellas ..........................55 Confluencia Con el Paraná ..........................57 Caníbales...........................................61 El llora-sangie est á llorando ........................63 Ahora la amistad ................................... Caución del circo del mar ...........................66 Saludo a lo que deviene ............................68 El sueño de los celos ................................ 71 Envío............................................... flesencucutro con ArIt .............................. Canción de la que regala el mundo al niño .........74 Caución del bosque niño .. .. ..................... 76 Herinitaños del mar ................................77 Insurrección del poema .............................80 De Constelación (1959) 84 hijo ............................................. Elhermano ido .....................................85 Estoy llorando aquí ................................86 Carne infinita ......................................88 Canto nuevo .......................................88 Coplas solitas .......................................

El

De El corazón de la guitarra (1961)

La guitarra y la copla ...............................91 Canción del agua de ojos zarcos ....................92 Canción del Edén casero ............................ Baguala del Secadal ................................94 Trémolo del hornero ................................ Zamba (le los hacheros ..............................96 Payada de medianoche .............................. Canción de escalofrío ...............................98 De Constelación N9 2 (1965)

Amanecer de la rosa ................................99 Albatros ............................................. 101 Alimento edénico ...................................102 Río de Janeiro .....................................104 Albricia .............................................106


Se acabテウ de imprimir en Noviembre de 1965, en TALLERES GRテ:IGO3 Cツサi;r, S. C. A., Sarandi 1157 Buenos Aires.




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