ISSUE 18 - MALCOLM MCRAE

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CARTA DE LA EDITORA

Mientras preparábamos este número, una cosa me venía a la mente: héroes. No los que llevan capa, sino los que se niegan a mirar hacia otro lado mientras el mundo cambia ante nuestros ojos. Desde los conservacionistas marinos hasta los activistas climáticos que exigen medidas urgentes, estas personas no solo hacen ruido, marcan la diferencia.

En medio de todo ello, destacamos al joven músico Malcolm McRae, que nos recuerda que mantener los pies en la tierra es tan importante como volar alto. Le encanta la moda, disfruta el arte de la música, actuar y expresarse, pero entiende que el cambio —ya sea en la forma de consumir, crear o vivir— es igual de importante, porque una verdadera transición empieza con las pequeñas cosas: las decisiones que tomamos, las conversaciones que mantenemos y la forma en que vemos el mundo.

Por eso, en este número también exploramos la manera en que la innovación puede transformar nuestra cotidianidad. El inserto especial de Nike sobre el lanzamiento del Air Max Dn8 es un ejemplo de cómo el diseño y la tecnología pueden fusionarse para redefinir la experiencia de moverse.

Este número es nuestra pequeña pulsación, un botón que esperamos apretar lo suficiente para despertar conciencias. Desde la pandemia de 2020, nuestras comunidades han ido cambiando de rumbo, evolucionando y, en cierto modo, olvidando. La urgencia de la crisis climática parece estar pasando a un segundo plano, eclipsada por la agitación política y los conflictos mundiales. La ciencia es clara, las pruebas innegables, así que ¿por qué hay tantos que siguen negándose a ver? No podemos permitirnos el lujo de la negación. El planeta está hablando y es hora de escucharlo.

Que este número nos sirva como recordatorio de que tomar conciencia es el primer paso, pero la acción es lo que realmente importa. A los héroes de nuestros océanos, de nuestra tierra y de nuestro futuro: esta edición va por ustedes.

DIRECTORIO

Editora en Jefe/Directora Creativa SARAH GORE REEVES

Editora Adjunta LORENA DOMÍNGUEZ

Directora de Arte CATIA MUÑOZ

Editora de Contenido BETSY DE LA VEGA TAY

Editor de Moda DANIEL ZEPEDA

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Coordinador Digital RENÉ VILLASEÑOR

Diseñador Web ALEJANDRO ADAME

Comité Editorial VALERIA GONZÁLEZ

Comité Editorial REGINA REYES-HEROLES

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Fundador (†) JESÚS D. GONZÁLEZ

Presidente del Consejo de Administración FRANCISCO A. GONZÁLEZ

Presidente Ejecutivo FRANCISCO D. GONZÁLEZ

Vicepresidente JESÚS D. GONZÁLEZ

Director General ÁNGEL CONG

Director Editorial ÓSCAR CEDILLO

Director Milenio Diario ALFREDO CAMPOS

Director Milenio Televisión RAFAEL OCAMPO

Director Multigráfica JAVIER CHAPA

Director Medios Impresos ADRIÁN LOAIZA

Director Comercial CARLOS HERNÁNDEZ

M LA REVISTA DE MILENIO, edición mensual Marzo 2025. Editora Responsable: Sarah Gore Reeves. Número de certificado de reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: en trámite. Número de certificado de licitud de título y contenido: en trámite. Domicilio de la publicación: Milenio Diario S.A. de C.V., Morelos número 16, Colonia Centro, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06040 en Ciudad de México. Distribución: unión de expendedores y voceadores de los periódicos de México A.C. con domicilio en Guerrero no. 50 Col. Guerrero C.P., 06350 Alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México. Sarah Gore Reeves es independiente en su línea de pensamiento y no acepta necesariamente como suyas las ideas de artículos firmados. Queda prohibido la reproducción total o parcial de la presente edición, misma que se encuentra registrada a nombre de Milenio Diario, S.A. de C.V., Derechos reservados. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Todos los derechos están reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total del material publicado sin consentimiento por escrito de los editores. La información ha sido obtenida de fuentes fidedignas.

Editora en Jefe SARAH GORE REEVES
En Malcolm McRae: VALENTINO

UN PLANETA HECHO DE AGUA

En conversación con Sylvia Earle

Pionera de la exploración

marina, Sylvia Earle ha pasado su vida defendiendo el océano. Su misión: proteger el “corazón azul” del planeta antes de que sea demasiado tarde.

Fotografía:

No es difícil imaginar a Sylvia Earle bajo el agua. Su forma de hablar del océano sugiere que hace tiempo que aprendió a vivir entre dos mundos. En sus conversaciones no malgasta palabras. No hace falta. El tiempo, como nos recuerda, se está acabando.

Tenía 19 años cuando se asomó por primera vez a las profundidades. Describe el momento a menudo, como una fotografía: la inmensidad, la marea, el repentino y humilde momento en el que se dio cuenta de que el mundo era mucho más grande de lo que había imaginado. “Me di cuenta de que el océano es el soporte vital del planeta”, dice. “Y, sin embargo, lo tratamos como si fuera un buffet . Actuamos como si pudiera aguantar todo”. La toma de conciencia no se desvaneció.

Earle ha pasado la mayor parte de su vida bajo la superficie. Más de 7,500 horas bajo el agua, más de cien expediciones, más inmersiones de las que puede contar. Ha visto lo que la mayoría nunca presenciará: arrecifes de coral que se blanquean hasta convertirse en restos fantasmales, peces que desaparecen de lugares que una vez dominaron, bosques submarinos reducidos a ruinas. No recuerda con nostalgia el océano de su infancia.

Earle, la primera mujer en ocupar el cargo de científica jefe de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), la primera en batir récords de inmersión en aguas profundas, la primera en ser nombrada Héroe del Planeta por la revista Time, no se detiene en estos temas. “Al océano no le importa quién eres”, dice. “Solo le importa lo que haces”. Lo que ella hace es luchar. Lo que hace es dar testimonio.

En 1992 fundó Deep Ocean Exploration and Research (DOER), una empresa que desarrolla tecnología para la exploración de las profundidades marinas. Para entender el océano, primero hay que aprender a llegar a él. Construyó sumergibles capaces de soportar la aplastante presión de las profundidades. Trabajó con ingenieros, biólogos y oceanógrafos, asegurándose de que la tecnología evolucionara con la urgencia de la crisis. “Si podemos ir al espacio”, dice, “podemos ir a las profundidades”.

Pero DOER no fue suficiente. En 2009, Earle puso en marcha Mission Blue, una

iniciativa mundial para crear una red de zonas marinas protegidas, o como ella las llama, “puntos de esperanza”. El nombre es intencional. Si la desesperación es paralizante, la esperanza es cinética. La alianza incluye ahora a más de 200 organizaciones, entre instituciones de investigación, grupos conservacionistas y empresas. Trabajan en tándem, una constelación de fuerzas que empujan contra el peso de la burocracia, la codicia empresarial y la inercia política. El objetivo es sencillo: salvar el océano y, al hacerlo, salvarnos a nosotros mismos.

Earle ha visto lo que ocurre cuando el océano se deja sin vigilancia. Sobrepesca, contaminación, el lento y brutal avance del cambio climático. Lleva décadas advirtiendo a los líderes mundiales, presentándoles datos, imágenes, pruebas de la pérdida irreversible. A veces escuchan. “Ahora lo sabemos mejor”, dice. “Sabemos que lo que le hacemos al océano, nos lo hacemos a nosotros”.

Estos días está obsesionada con la Antártida. La última frontera, el último lugar que no ha sido tocado por la mano del hombre, hasta ahora. “Lo tratamos como un recurso”, dice. “Algo que se puede tomar. Pero no es nuestro”. Observa cómo la pesca comercial despoja las aguas de kril, cómo los gobiernos dudan, negocian, retrasan. El Área Marina Protegida del Mar de Ross fue una victoria, pero insuficiente. Queda más por hacer. Siempre queda más por hacer.

No tiene tiempo para la apatía. A sus 89 años, habla, viaja, bucea. Lucha por el océano con una determinación que no vacila. Hay una urgencia en su voz, la que surge de saber que se te acaban las formas de decir lo mismo. “Las pruebas están ahí”, dice. “La cuestión es si vamos a tomarlas en cuenta”.

Lo que nos pide es sencillo. Que prestemos atención. Reconocer el océano no como una abstracción lejana, sino como la fuerza que hace posible la vida. Reducir los residuos plásticos. Apoyar políticas que protejan los ecosistemas marinos. Elegir la sostenibilidad, no la comodidad. Comprender que cada acción, por pequeña que sea, es acumulativa. “La esperanza”, nos recuerda, “no es pasiva”. El océano está cambiando. Sylvia Earle lo sabe mejor que nadie. Pero no ha terminado de luchar. No puede hacerlo. La esperanza, después de todo, es cinética.

Editora: SARAH GORE REEVES
Fotografía: ADRIAN MARTIN Por: DANIELA GUTIÉRREZ

Todo comenzó con un Prius. O más bien, con los momentos robados dentro de uno. Malcolm McRae trabajaba como asistente legal en un despacho de abogados cuando escribía letras de canciones en un bloc de notas, disfrazando el acto como trabajo. Tomaba descansos innecesarios para ir al estacionamiento y tocar su guitarra antes de regresar a la oficina. La composición de canciones era un proceso lento, pero funcionó.

Collar Tiffany Titan by Pharrell Williams: TIFFANY & CO. Total look: VALENTINO

“En la música, pones palabras a una emoción. En la actuación, le das emoción a un conjunto de palabras. Enfatizan diferentes aspectos de la experiencia creativa”.

McRae habla de la música como alguien que constantemente interroga sus propios instintos. Hay una resistencia en su forma de describir su proceso, una alergia a todo lo que parezca demasiado fácil, demasiado en tendencia; “rock romántico”, lo llama. Él y Kane Ritchotte, que conforman la banda more*, son contrarios por naturaleza, no porque crean que las modas sean intrínsecamente malas, sino porque no les interesa repetir lo que otros ya han hecho bien. Ahora, por primera vez, se aventura como solista. Malcolm Petrol, su nuevo alter ego , le permite deslizarse en algo más audaz y performativo. Un intento de llegar a la verdad a través de la exageración.

Nacido en Birmingham, Alabama, McRae nunca asumió que una carrera en la música o la actuación era una opción real. Hoy ha encontrado el camino de regreso a Hollywood, asegurando papeles en próximos proyectos. Tiene, por supuesto, un arma secreta no tan secreta: su esposa, Anya Taylor-Joy.

McRae tiene 30 años. Ha tocado en bandas, trabajado en oficinas, actuado en teatro, empezado de nuevo, regresado a lo viejo. Es, en muchos sentidos, un artista en medio de su propio desarrollo. Gravita hacia lo evocador, hacia una obra que es innegablemente personal, pero no necesariamente confesional. La conversación que sigue es un reflejo de esa mentalidad: a partes iguales introspectiva y autodespreciativa. Un músico que busca su camino, un actor que regresa a un oficio que dejó atrás, un compositor que entiende que, a veces, las mejores líneas llegan cuando dejas de intentar encontrarlas.

Llevas relativamente poco tiempo escribiendo música. ¿Cómo es tu proceso para componer? Cuando trabajaba como asistente legal pasaba mucho tiempo tratando de entender cómo funcionaba la escritura para mí. Escribía letras en un bloc de notas, intentando que pareciera trabajo. También tomaba muchas “pausas para ir al baño”, salía corriendo al estacionamiento donde estaba mi viejo Prius, abría el estuche de la guitarra y trabajaba en progresiones de acordes y melodías.

En ese entonces, mi banda, more*, apenas comenzaba, así que todavía no tenía desarrollado un proceso de composición. Con el tiempo, descubrí que escribir a primera hora de la mañana es lo más efectivo para mí. Mi ideal sería llegar a algo parecido a un horario de oficina: vestirme de traje, ir al “trabajo” (el estudio), sentarme a escribir y luego seguir con la siguiente tarea. Siento cierta culpa por lo informal que puede ser la vida de un músico.

¿Cómo describirías la identidad de tu música?

Siempre digo que podría ser algo así como romantic rock. En la banda, tanto Kane como yo tenemos una inclinación contraria, así que intentamos mantenernos alejados de las tendencias, no porque sean malas necesariamente, sino porque sentimos que otros ya las han hecho lo suficientemente bien. Admito que esta postura no ayuda a nuestra visibilidad.

¿Cómo dirías que tu trabajo en solitario se diferencia de lo que haces con more*?

Esta podría ser la primera vez que hablo sobre mi música como solista, así que supongo que esto es un anuncio oficial, lo cual es bastante emocionante. La diferencia, para mí, es esta: en mi música solista, me permito ser más un personaje, incluso una caricatura de mí mismo. Adopté el nombre artístico Malcolm Petrol (inspirado en seudónimos como Johnny Thunders o Bowie). Malcolm Petrol se deja llevar por la intuición y tiene un código de vestimenta: traje. Es extravagante, con la intención de que, al exagerar ciertos aspectos de mí, termine revelando algo más cercano a la verdad de quién soy. Es un intento de alejarme de lo excesivamente solemne. En cuanto a la banda, la siento

más exitosa cuando logramos anclarnos a un concepto emocionalmente fuerte, algo que refleje nuestro estado actual o alguna realidad en curso en nuestras vidas.

¿Quiénes son tus influencias musicales?

¿No dicen que la música que escuchas entre los 18 y 20 años es la que más te marca el resto de tu vida? Recuerdo los artistas que, en su momento, me dejaron en un estado de tristeza por lo increíblemente buenos que eran. Eran tan buenos que me generaban una melancolía salvaje, quizá porque parecían tener un talento divino, algo imposible de alcanzar. Me pasó con Lennon. Con Frank Ocean. Después de escuchar el primer álbum de The Strokes. Ray Charles. Nina Simone. Leonard Cohen. Bowie. Discovery , de Daft Punk. Andre 3000. Y sigue pasándome todo el tiempo.

Volviste a la actuación y mencionas que ha sido una experiencia positiva. ¿Qué cambió en esta segunda etapa? Creciendo en Birmingham, Alabama, no había un camino claro para hacer carrera en las artes. La idea de ser músico de tiempo completo ni siquiera se me pasó por la cabeza en mi niñez. Mis padres me llevaron a audicionar para el coro local de niños, lo que me llevó a la obra de la escuela, lo que a su vez me llevó al teatro comunitario en la zona. Eventualmente, fui a una competencia regional en la que me fue lo suficientemente bien como para conseguir un representante y un agente en Los Ángeles. Lo intenté por un tiempo, volaba a California y conseguía una que otra audición. Con el tiempo, la cantidad de rechazos fue demasiado para un niño. Pero el año pasado retomé la actuación y he tenido la suerte de conseguir varios proyectos. Obviamente, tengo la mejor arma secreta del mundo: mi esposa, Anya. Su perspectiva sobre todo este mundo es muy saludable, me ha ayudado a verlo más como una oportunidad de crecimiento, y no una necesidad de ser grandioso y exitoso de inmediato.

Cuéntanos sobre tu próxima película, White Belt. White Belt es una comedia que filmé en diciembre pasado sobre el jiu-jitsu brasileño. Casi todos los involucrados en la película dominaban el deporte, excepto yo. Interpreto a un tipo llamado Benjamin, que es pésimo en la lucha. Ni siquiera es un principiante, pero no ha logrado avanzar más allá del cinturón blanco. Además, es hipocondríaco, lo cual no es ideal cuando el deporte implica un contacto físico tan cercano. Por eso, usa guantes estériles en el tatami y siempre lleva consigo desinfectante de manos. La película fue dirigida por Kit Dale, un practicante de jiu-jitsu y dos veces campeón mundial. Nos reímos todo el tiempo durante el rodaje.

Tu esposa ha mencionado que ambos aman la lectura. ¿Qué tipo de libros te atraen más?

Sí, los dos leemos mucho. Pero ella me deja atrás sin problema. Es increíblemente inteligente y a veces lee un libro completo en uno o dos días. No sé de dónde saca el tiempo con su agenda tan intensa y, siendo honesto, estoy empezando a sospechar que en realidad es analfabeta y me ha estado engañando. No sé en qué momento ocurrió, pero ahora tiendo a inclinarme más por biografías y no ficción. Siempre tengo dos libros en marcha al mismo tiempo porque soy demasiado optimista y empiezo algún tomo gigantesco que tardo demasiado en terminar, así que tengo otro como especie de intermedio. Entonces sí, me gustan los libros grandes y aburridos. Y lo que realmente disfruto es leerlos en un lugar muy público, como el metro, para que todo el mundo sepa que soy un arrogante.

¿Tu relación con tu esposa influye en tu trabajo?

Influye en todo. Encontrarla y poder estar con ella es lo más grande que he descubierto en mi vida. Todos los días, en voz alta, agradezco al universo, a Dios, o a lo que sea, por habernos juntado. Ojalá todo el mundo tenga la oportunidad de estar con su persona. Sé lo afortunado que soy, y no lo doy por sentado.

Collar Tiffany Titan by Pharrell Williams: TIFFANY & CO.
Total look: VALENTINO

¿Dónde te sientes más en casa: en la música o en la actuación? ¿Crees que realmente puedes enfocarte en ambas al mismo tiempo?

Honestamente, en este momento, en la música. Aunque sí creo que es posible enfocarse en ambas, y trato de hacerlo. Son casi opuestas entre sí: en la música, pones palabras a una emoción. En la actuación, le das emoción a un conjunto de palabras. Enfatizan diferentes aspectos de la experiencia creativa. Ambas son catárticas, pero de maneras distintas.

¿Cómo crees que cada individuo puede marcar una diferencia navegando este mundo?

Sarah (Gore Reeves) dijo algo sobre esto durante la sesión para la portada, y me pareció muy acertado. Mencionó que cada persona debería elegir un área de servicio o filantropía que realmente le interese y empezar a ayudar. Es una respuesta simple, pero no simplista. No hay mayor motivación que el interés genuino o la pasión, y todos tenemos algo que nos importa. Hay muchas causas que contribuyen al sufrimiento global. Hoy siento más que nunca la necesidad de servir, y Anya y yo estamos tomando medidas para combinar nuestros intereses con una causa filantrópica. Tal vez sea un deseo que llega con la madurez. No tengo respuestas definitivas, pero sí puedo ofrecer mi ayuda. Además, el beneficio personal de hacerlo es enorme, y creo que deberíamos hablar más abiertamente de ello para inspirar a otros a hacer lo mismo. Se siente bien, por un momento, salir de uno mismo.

En ambas páginas, lentes: EYEWEAR by DAVID BECKHAM
Pulsera Tiffany Lock: TIFFANY & CO.
Total look: HERMÈS

Producción: MICHAEL “SKINY” POWER AT COWBOYS AN INDIANS Técnico digital: HENRY HAN

Grooming: MIRA CHAI HYDE Styling de props: KRZYSZTOF KATUS

Asistente de fotografía: JEFF GROSS Asistentes de styling: DANIEL ZEPEDA, GALEN WOMACK Y ANDREA SOFÍA AGUIRRE Management: LEON MAYORKAS PARA APRIL MANAGEMENT

Agradecimientos especiales: SPOTLIGHT MEDIA LIVE

Total look: SAINT LAURENT
THE DYNAMIC AIR CAPSULE

Walking on Air

Editora: SARAH GORE REEVES Fotografía: JOHN MUNRO
Total look: NIKE SPORTSWEAR
Sneakers: NIKE AIR MAX Dn8

Total look: NIKE SPORTSWEAR

Sneakers: NIKE AIR MAX Dn8

El aire como punto de partida y destino. Nike ha construido su legado sobre la experimentación, haciendo de cada Air Max una declaración de intenciones: reinventar lo posible. En los Air Max Dn8, la innovación se convierte en lenguaje, un sistema de energía en movimiento que traduce cada paso en una sensación de ingravidez. Aquí, la tecnología Dynamic Air no solo redefine la pisada, sino que esculpe una nueva relación entre cuerpo y superficie, un diálogo fluido entre diseño y función.

Total look: NIKE SPORTSWEAR

Brazaletes: H. MOISSAN

Sneakers: NIKE AIR MAX Dn8

Modelos: VANESSA GUTIÉRREZ Y TONATIUH GAYTÁN

Maquillaje: ROBERTO SIERRA

Pelo: ALEJANDRO IÑIGUEZ

Técnico digital: JUAN LÓPEZ AZPIRI

Asistente de iluminación: CID DEL PRADO

Asistentes de styling: DANIEL ZEPEDA, JOANNA CASTILLO Y RENÉ VILLASEÑOR

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NIKE AIR MAX DN8 EL AIRE, CONVERTIDO EN MOVIMIENTO

Fotografía: RODRIGO ÁLVAREZ

Por: RENÉ VILLASEÑOR

Stylist: DANIEL ZEPEDA

¿Qué representa un par de zapatos? Son la primera barrera entre nuestro cuerpo y la calle, testigos silenciosos de los caminos que elegimos. Pero también pueden ser algo más: una extensión de la persona, una declaración, una idea de lo que significa moverse. Nike lo sabe. Y con el lanzamiento de los Air Max Dn8, la marca quiere redefinir, una vez más, lo que significa caminar sobre el aire.

Nike ha construido su legado sobre la experimentación. Desde sus primeros modelos hasta sus colaboraciones más recientes, cada par de Air Max ha sido un ejercicio de reinvención. Con los Air Max Dn8, esa búsqueda sigue su curso. El eje de esta nueva silueta es el Dynamic Air, una tecnología desarrollada en colaboración con el Nike Sport Research Lab (NSRL) y Air Manufacturing Innovation (Air MI). La idea es simple: un sistema de amortiguación que responde en tiempo real a cada pisada. El resultado, sin embargo, es más ambicioso: un calzado que permite redistribuir el aire presurizado a través de cápsulas, dando la clara sensación de que cada paso se da en el aire.

Esto se logra con la innovación en la estructura interna en los Air Max Dn8. La tecnología Dynamic Air cuenta con dos cápsulas de aire y ocho tubos calibrados a diferente presión que van desde el talón hasta la punta del pie. En la parte trasera, los tubos posteriores operan con una presión de 15 PSI, mientras que los frontales se mantienen en 5 PSI. En la parte delantera, ocurre lo contrario: los tubos posteriores trabajan a 5 PSI y los frontales a 15 PSI. Este diseño permite una amortiguación dinámica y una representación del movimiento más fluida.

Es una construcción casi orgánica, en la que cada paso desencadena un ajuste sutil de presión para encontrar el equilibrio exacto entre comodidad y amortiguación. “Cuando diseñamos los Air Max Dn8, pensamos en lo que hace único a Air Max: que no importa lo que pase en el día, cuando te los pones, no solo triunfas, sino que superas las expectativas”, explica Jonathan Kosenick, diseñador principal de Nike Sportswear.

El diseño no es menos audaz que su tecnología. Nike abandona cualquier rastro de rigidez estructural en favor de una estética fluida, pensada para evocar el movimiento en sí mismo. La parte superior es ligera y transpirable, con líneas que parecen desplazarse como si estuvieran en perpetuo avance. Y aunque la silueta parece mirar al futuro, su propósito no está en la pista ni en el gimnasio. Los Air Max Dn8 son un manifiesto urbano. Se trata de una sensación de aire en cada paso, ya sea en un concierto, en una caminata nocturna o en el recorrido de todos los días. Porque al final, un par de zapatos no es solo un par de zapatos; es la forma en la que nos movemos por el mundo.

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PRISCA ALCARAZ

EL PESO DE LA HISTORIA

Editora: SARAH GORE REEVES Fotografía: JOHN MUNRO Por: DANIELA GUTIÉRREZ

La medallista olímpica cambió la historia del deporte mexicano. El peso de su hazaña no solo cuelga de su cuello en forma de medalla, sino en cada combate, en cada caída, en la fuerza de levantarse.

El judo no es ruidoso ni llamativo. No hay grandes exhibiciones de velocidad ni saltos de precisión milimétrica. Es un deporte de contacto silencioso, de táctica y control, donde un solo movimiento, ejecutado en el momento exacto, puede decidir el destino de un combate. Para Prisca Alcaraz, ese movimiento la llevó a la historia.

El 30 de julio de 2024, en París, Alcaraz se convirtió en la primera mexicana en ganar una medalla olímpica en judo. Lo hizo en la categoría de -63 kg, tras llegar a la final contra la eslovena Andreja Leški. Perdió el combate, pero ganó un lugar en la historia del deporte mexicano y la certeza de que el judo en México no volvería a ser visto igual.

Pero su historia no comenzó en París, sino en Enfield, al norte de Londres, donde nació en 1996. Con un padre keniano y una madre mexicana, visitaba con frecuencia León, Guanajuato, la ciudad de su madre. Su vínculo con el judo, como en muchas familias de atletas, fue una cuestión de herencia. Su hermano mayor, Philip, lo practicaba. “Empecé a practicar judo a los ocho años porque mi hermano fue el primero en entrenarlo”, dice.

La formación de Prisca fue estrictamente británica. Entrenó en el Enfield Judo Club junto a sus hermanos y perfeccionó su técnica en un sistema europeo con décadas de experiencia en la formación de atletas de élite. En 2022, se mudó a México y se integró por completo a la selección nacional. La adaptación no fue sencilla. Había diferencias en la preparación, en los recursos, en la cultura misma del deporte. “Siento que agregué mucho a lo que ya tenía el equipo”, dice.

El camino al podio olímpico fue cualquier cosa menos lineal. “El mayor reto fue creer en mí misma, en que sí podía ser una de las mejores del mundo”, admite. “Había ganado combates contra algunas de las mejores del mundo, pero subirme a un podio de alta calidad sí me costó mucho”. No fue algo que ocurrió de un día para otro. “Poco a poco fui mejorando mis resultados y fui creyendo que podía estar en un podio olímpico, hasta que lo creí”.

Como todos los grandes, antes de cada combate sigue una rutina simple pero efectiva: la música. “Antes de la competencia, entre combates, siempre tengo mis audífonos y escucho música”, explica. “Me ayuda a calmar los nervios y a concentrarme en lo que viene”. La elección de la música varía. Entre combates, algo tranquilo. Justo antes de entrar al tatami, algo más agresivo, más intenso. “Es rap, algo que me prenda, que me motive a competir”.

Los entrenamientos no solo son físicos, sino mentales. En judo, la confianza es una herramienta tan importante como la fuerza o la velocidad. Antes de un combate, Prisca tiene una frase que siempre se repite: “Somos iguales. Ellos tienen los mismos recursos que yo. Todo depende de quién lo quiera más”.

En París, esa mentalidad la llevó al podio. Tras la final, después de la ceremonia de premiación, la noticia de su medalla recorrió los medios mexicanos. “Ya la gente está conociendo el judo”, dice. “Antes, muchos ni siquiera sabían que existía. Pero ahora, amigos que tienen dojos me dicen que las inscripciones han subido muchísimo desde mi medalla. No solo de niños, también de adultos”. Prisca es consciente de lo que significa ser la primera. El deporte, por más individual que sea, no existe en el vacío. “Siento que fui parte de eso, de que la gente no conocía el judo, pero ahora lo están conociendo”, dice. “Y no creo que esto pare aquí”.

Ahora, su papel no es solo el de atleta, sino el de referente para nuevas generaciones. “Es algo muy bonito, pero también una gran responsabilidad”, admite. “Sé que ahora voy a competir con los ojos de mucha gente sobre mí, no solo en México, sino en la comunidad del judo”. Es algo que ya ha asumido. “Siento que este va a ser un año muy bueno para mí”, dice. “Me siento bien y preparada para competir con esta nueva presión, con esta nueva responsabilidad”.

La salud mental, para Prisca, es un tema que debe abordarse con mayor apertura, especialmente en un deporte de contacto donde la fortaleza física y mental parecen ir de la mano. “Muchas veces tienes que ser fuerte, ¿no? Los problemas no te pueden afectar, y siento que fue algo difícil de aprender”, dice. Pero cuando comenzó a trabajar con su psicóloga, entendió que sus pensamientos y preocupaciones no eran anormales. “Me ayudó mucho a ver que lo que estaba pensando era parte del deporte, que no se trata de no tener esos pensamientos, sino de cómo manejarlos, cómo acostumbrarnos a trabajar con ellos”. Para ella, la salud mental es clave. “No debes dejar de cuidarla”, insiste. “Más trabajo con psicólogos no solo ayuda en los entrenamientos diarios, sino también en la preparación para las competencias”. Aprender a gestionar la presión, los altibajos y las derrotas ha sido fundamental en su desarrollo. “Los bajones después de perder una competencia o de no tener un buen resultado son duros”, admite, “pero hablar las cosas, expresarlas, siempre ayuda”. Lo dice con la misma certeza con la que pisa el tatami. Con la misma seguridad con la que, desde aquel primer día a los ocho años, decidió que el judo sería su vida. Y ahora, con una medalla olímpica en el cuello, su historia apenas comienza.

Maquillaje: ROBERTO SIERRA

Pelo: ALEJANDRO IÑIGUEZ

Técnico digital: JUAN LÓPEZ AZPIRI

Asistente de iluminación: CID DEL PRADO

Asistentes de styling: DANIEL ZEPEDA, JOANNA CASTILLO Y RENÉ VILLASEÑOR

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Total look: NIKE SPORTSWEAR
Sneakers: NIKE AIR MAX Dn8

EL PODER EXPRESIVO DE LA MATERIA

Fotografía: MAURICIO SÁNCHEZ Por: DANIEL ZEPEDA

Luz, color y forma se fusionan en una composición sensorial donde los accesorios se convierten en arquitectura emocional, tomando la visión de Mathias Goeritz como inspiración. En un juego de escalas y contrastes, el lujo se redefine como un diálogo entre lo tangible y lo espiritual, invitándonos a habitar la belleza con todos los sentidos. Aquí, el diseño no solo viste, sino que edifica emociones, elevando lo cotidiano a lo sublime.

Bolsa: SAINT LAURENT
Obra Mensaje, ca 1959: MATHIAS GOERITZ
Brazalete: SAINT LAURENT Obra Serpiente, 1953: MATHIAS GOERITZ

En ambas páginas, obra Puertas a la nada. Proyecto para La Défense, París, ca 1974: MATHIAS GOERITZ. CORTESÍA DE GALERÍA PROYECTO PARALELO

Brazalete: SAINT LAURENT

Styling:

Asistente de fotografía: DANIEL NUHAR

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Editora en jefe y directora creativa: SARAH GORE REEVES
DANIEL ZEPEDA

DANIELA FERNANDEZ DEL DISCURSO A LA ACCIÓN

Editora: SARAH GORE REEVES Fotografía: TIFFANY DAWN NICHOLSON Por: DANIELA GUTIÉRREZ

A los 19 años, Daniela Fernandez vio lo que faltaba en la conversación sobre los océanos: soluciones. Desde entonces, lidera un movimiento global para protegerlos a través de Sustainable Ocean Alliance.

Daniela Fernandez tenía 19 años cuando se encontraba en una sala dominada por políticos, ejecutivos y jefes de Estado. Era la única joven en esta reunión de las Naciones Unidas sobre el estado del océano, un espacio donde las crisis ambientales se enumeraban con precisión técnica: contaminación, sobrepesca, el impacto del cambio climático. Había cifras, análisis y discursos calculados, pero en ese intercambio algo le resultó evidente. Nadie hablaba de soluciones.

“Fue un momento que me hizo sentir cierta responsabilidad. Si los que estaban en el poder no iban a actuar, mi generación tenía que hacerlo. Ese fue mi punto de inflexión”, recuerda.

Esa misma noche, de vuelta en su dormitorio en la Universidad de Georgetown, comenzó a dar forma a lo que, sin saberlo, se convertiría en un movimiento global. No tenía un plan estratégico ni los recursos de las grandes organizaciones ambientales, pero tenía claridad: reunir a jóvenes, científicos y expertos para pensar y ejecutar soluciones para salvar los océanos. Sustainable Ocean Alliance nació así, con la urgencia de una generación que no podía permitirse esperar. Lo que comenzó como un grupo de estudiantes pronto cobró vida propia. Su primera cumbre reunió a más de 500 jóvenes. Fue entonces cuando comprendió que aquello era un movimiento con fuerza propia.

“Los jóvenes no solo eran apasionados, sino que estaban dispuestos a liderar. Y esa constatación me ha impulsado desde entonces”, dice.

En conversación con M Revista de Milenio, Fernandez habla sobre la urgencia de cambiar la narrativa sobre la crisis oceánica, el poder de la innovación y la necesidad de que las nuevas generaciones ocupen espacios donde tradicionalmente no han sido escuchadas.

A lo largo de tu trayectoria como empresaria y defensora de los océanos, ¿has aprendido algo que te haya cambiado?

Aprendí a seguir mi intuición. Cuando estás forjando nuevos caminos, confiar en esa voz interior es esencial. Te da el valor para asumir riesgos, permanecer anclado en tu propósito y navegar por la incertidumbre con confianza. Pero seamos realistas, a menudo el viaje puede ser solitario. He tenido que convertirme en mi mayor animadora, construyendo un sistema de confianza interior que me empuja cuando el camino se pone difícil. Practicar el autoconocimiento, el autocuidado y la autocompasión se ha convertido en algo innegociable para mantener mi motivación. Al mismo tiempo, rodearme de un equipo apasionado que cree en nuestra misión ha marcado la diferencia. Adoptando la resiliencia, alimentando mi visión y construyendo una comunidad de agentes de cambio, he podido convertir mis sueños en realidad, no solo para mí, sino para todo el movimiento que estamos construyendo a través de Sustainable Ocean Alliance.

¿Cuáles son los desafíos más urgentes para la sostenibilidad de los océanos en la actualidad y qué soluciones consideras verdaderamente viables a largo plazo?

Los océanos se enfrentan al cambio climático, a la contaminación por plásticos, a la sobrepesca y hasta a la destrucción del hábitat. Pero cada reto va acompañado de una oportunidad. Una de las soluciones más prometedoras que veo es el poder de la innovación. En SOA apoyamos a las nuevas empresas que desarrollan tecnologías que limpian nuestros océanos, crean alternativas sostenibles a los productos del mar y aprovechan la energía renovable de los océanos. Es increíblemente inspirador ser testigo de cómo los jóvenes emprendedores canalizan su creatividad hacia un impacto en el mundo real. También tengo esperanzas en el cambio político y en las colaboraciones mundiales. Hemos visto avances en los acuerdos internacionales para reducir los residuos plásticos y proteger la biodiversidad marina. Si cobramos impulso y ponemos sobre la mesa diversas voces, especialmente de jóvenes líderes, podemos acelerar un cambio significativo. Mi atención se centra siempre en vincular la innovación con la política y la acción comunitaria, garantizando que las soluciones sean a la vez ampliables e integradoras.

Hablando de jóvenes que buscan incidir en la sostenibilidad, ¿cuál sería el primer paso fundamental que deberían tomar?

Empieza por donde estás y con lo que tienes. No necesitas un plan perfecto ni todas las respuestas de inmediato. Encuentra una pequeña acción que puedas llevar a cabo. Puede ser organizar una limpieza de playas, crear un club de sostenibilidad en tu escuela o colaborar como voluntario con una organización local. Los pequeños pasos conducen a mayores oportunidades y la acción crea impulso. Rodéate de personas con ideas afines. Únete a comunidades, asiste a eventos y no tengas miedo de pedir ayuda. Yo no estaría donde estoy si no hubiera acudido a mentores y compartido mi visión. El mundo está lleno de gente que quiere apoyar a los agentes de cambio emergentes. Conéctate con ellos, aprende y colabora.

¿Cuál es el mensaje que te gustaría que más gente entendiera sobre el océano?

El océano es una fuerza vital que nos sustenta a todos. Alrededor del 50% del oxígeno que respiramos lo produce el océano, regula el clima del planeta y proporciona alimentos y medios de vida a miles de millones de personas. Cuando hablamos de proteger el océano, no solo estamos salvando especies marinas o preservando costas pintorescas, estamos salvaguardando nuestro propio futuro. Cada medida que tomamos para reducir la contaminación, combatir el cambio climático y apoyar la conservación de los océanos es una inversión en nuestra salud y en un planeta próspero. Mi esperanza es que cada vez más personas reconozcan la profunda conexión entre el océano y nuestra vida cotidiana, y se sientan inspiradas para tomar medidas significativas.

Maquillaje: RIE OMOTO Pelo: AKIHISA YAMAGUCHI Producción: ANNIE CAMPBELL Asistente de stylist: B DOMÍNGUEZ

Aretes: TIFFANY & CO.

Blusa: MONCLER

Suéter: RAEY DISPONIBLE EN MATCHES

Calcetas: ADIDAS

Sandalias: GRENSON

Maquillaje: EMILY MERGAERT Pelo: BENJAMIN DAVID Diseño de set: PETROS KOURTELLARIS Asistente de iluminación: MICHAEL FURLONGER Técnico digital: JOHN MUNRO Producción: STEPHANIE RUTHERFORD Asistente de fotografía: VANIA MONTEIRO

MEGAN WILLIAMS Y EL OBJETO

QUE LA CONVIRTIÓ

EN UNA EMPRENDEDORA DEL CAMBIO

Editora:

Fotografía:

Megan Williams transformó una costumbre en un cambio real. Con HUNU, su marca de tazas reutilizables, redefine la sostenibilidad a través del diseño y las pequeñas elecciones diarias.

Sudadera: REISS

El simple hecho de tomar un café cambia por completo al considerar la cantidad de vasos desechables que terminan en la basura todos los días. 500 mil millones de vasos plásticos se usan cada año, muchos de los cuales terminan en los océanos. “Imagínate, podrías envolver el Ecuador 10 veces con el plástico de burbujas que producimos anualmente”, dice Megan Williams. Para la modelo y empresaria, este fue el detonante para cofundar HUNU, una marca que busca reducir el uso de plásticos de un solo uso con un diseño simple pero impactante: una taza reutilizable, elegante y funcional. Su historia es un recordatorio de que la sostenibilidad comienza con pequeños cambios.

Megan creció en Guernsey, una pequeña isla donde la naturaleza dictaba el ritmo de la vida. Su padre, quiropráctico con una visión alternativa de la salud, le enseñó desde niña a evitar las tapas plásticas de los vasos de café. “El calor libera toxinas que pueden afectar tu salud”, le decía. Ese detalle, tan pequeño y cotidiano, se convirtió en una semilla que germinaría años después.

Con una carrera consolidada en el mundo de la moda, Megan ha sido rostro de marcas icónicas como Ralph Lauren, Armani y Victoria’s Secret. Pero entre vuelos, sesiones de fotos y cambios de vestuario, surgió una inquietud: la falta de opciones reales para reducir los plásticos de un solo uso.

“Quise crear algo que realmente encajara en mi vida: una taza que pudiera llevar en mi bolsillo sin que fuera estorbosa ni fea”, menciona Williams. Así nació HUNU, un juego de palabras de la traducción de Who knew? (¿Quién lo sabría?), que captura el asombro de descubrir que un pequeño cambio puede hacer la diferencia.

El diseño de HUNU se basa en silicona de grado alimenticio, un material libre de BPA, liviano y resistente. “A diferencia del plástico, la silicona no libera toxinas y dura años sin deteriorarse”, explica Megan. “No se trata de ser perfecto, sino de hacer lo mejor que puedas”. En su vida diaria, evita las bolsas plásticas y prefiere no comprar si olvidó las suyas. “Si todos hiciéramos un esfuerzo consciente, el impacto sería enorme.”

Ahora, con viajes entre Londres y Nueva York, quiere seguir impulsando HUNU y su mensaje de sostenibilidad. Cuando le pregunto por su futuro, su rostro se ilumina. “Soñaba con trabajar con Ralph Lauren y con estar en una portada de Vogue. Ahora, quiero hacerlo como emprendedora, combinando la moda con el cambio ambiental.”

Para Megan, la belleza y la sostenibilidad no son conceptos opuestos; son caminos paralelos que, con esfuerzo, pueden unirse. Su historia nos recuerda que la transformación está en las decisiones que tomamos, en cómo cuidamos el mundo que nos rodea. Porque sí, una taza puede cambiarlo todo.

CONTAMINACIÓN DIGITAL:

EL COSTO INVISIBLE DE ESTAR SIEMPRE CONECTADOS

Control de la temperatura y la humedad

Fotografía: CORTESÍA DE META Por: JIMENA GADEA

Es fácil pensar que los residuos son tangibles, que ocupan espacio, que se apilan en las esquinas de las ciudades o flotan en los océanos como islas de plástico. Pero la basura digital es invisible, sin peso, sin forma. No se amontona en los vertederos ni se arrastra por las calles los días de lluvia. Existe en algún otro lugar, en un servidor en Singapur, en un centro de datos en Iowa, en un archivo olvidado en la nube, consumiendo energía como si importara poco.

Hoy, 5.56 mil millones de personas están conectadas a internet. De ellas, 5.24 mil millones generan información cada segundo: correos electrónicos sin leer, fotos almacenadas en servidores que nadie revisará jamás, mensajes reenviados sin contexto. El almacenamiento digital parece ilimitado, pero no lo es. Almacenar datos consume recursos; mantener el mundo en línea tiene un costo. Un estudio de la Universidad de California y la Universidad de Nuevo México reveló que entrenar un solo modelo de inteligencia artificial como ChatGPT puede consumir hasta 700,000 litros de agua, sobre todo para enfriar los servidores. Aunque parece poco comparado con industrias como la agricultura, el crecimiento acelerado de la Inteligencia Artificial hace que su impacto ambiental sea cada vez más difícil de ignorar. Cada usuario de internet produce una cantidad significativa de datos al día. Sí, esos que se pagan mes a mes en la factura de teléfono. A medida que se acumulan documentos, fotos y videos, el consumo de energía asociado al almacenamiento se dispara. Según el Global e-Sustainability Initiative, el almacenamiento de datos en la nube consume un estimado de 2-3% de la energía eléctrica mundial. Esto se debe a que los centros de datos que guardan estos archivos operan 24/7, utilizando grandes cantidades de energía para no solo guardar esos datos, sino también para enfriar los servidores. Se utilizan refrigerantes, además de baterías alternas para cuando tengan un problema de energía, que al ser depreciadas, terminan en vertederos que contaminan el medio ambiente.

Cuando consideramos el impacto del almacenamiento en nuestros dispositivos, la situación no es diferente. Los últimos datos revelan que el 70.5% de la población total mundial utiliza actualmente un teléfono móvil. Los archivos innecesarios ocupan espacio valioso que, al final, puede llevar a un reemplazo prematuro de tu equipo, generando residuos electrónicos que son difíciles de reciclar. Los teléfonos acumulan “basura” así como lo hace la casa, la escuela o la oficina. Si no la desechan, los dispositivos dejan de funcionar.

Otro agente de la contaminación digital es el correo electrónico. Mantener archivos adjuntos antiguos y correos duplicados consume espacio en servidores que, a su vez, requieren de energía para su funcionamiento y refrigeración. Según un estudio de la Universidad de Stanford, un correo electrónico promedio puede generar 4 gramos de dióxido de carbono, gracias a la energía utilizada en el almacenamiento y el procesamiento de datos. En un mundo donde se envían más de 300 mil millones de correos electrónicos al día, el impacto se vuelve monumental. En 2019, la huella de carbono de la tecnología digital representó el 3,7 por ciento de las emisiones globales. Se espera que ese porcentaje se duplique este 2025, según el grupo de expertos de The Shift Project.

Conforme a un estudio de la Universidad EAFIT, podemos estimar cuál es el equivalente al envío de correos electrónicos y el CO2 que se genera: Un correo electrónico simple podría generar alrededor de 4 gramos de CO2. Un correo con un archivo adjunto de 1 MB podría generar hasta 19 gramos de CO2. Si ese archivo adjunto se reenvía o archiva, la huella podría llegar a 50 gramos. Es decir, cada simple “gracias” o “recibido” tiene un impacto.

En cuanto a las redes sociales, desplazarse, dar “me gusta”, compartir, cada simple gesto, repetido millones de veces al día, tiene un costo invisible. No solo acumulan interacciones, también datos. Y esos datos necesitan espacio, energía, servidores que funcionan sin pausa. La demanda crece con cada notificación, con cada video. Lo que parece etéreo—una imagen deslizada en segundos—es, en realidad, parte de un consumo digital que rara vez consideramos.

No es fácil pensar en lo invisible. Nos cuesta imaginar lo que no vemos, lo que no se acumula en montañas de plástico o se arrastra por las calles después de la lluvia. Pero ahí está: en los servidores que nunca dejamos de alimentar, en los correos electrónicos que nunca abrimos, en las fotos que jamás revisaremos. Una nube que no es nube, sino una red de máquinas que consume energía sin pausa, que necesita agua para enfriarse y espacio para existir.

El problema no es la tecnología, sino la ilusión de que su alcance no tiene límites. Creemos que el almacenamiento es infinito, que el impacto de nuestra vida digital es insignificante comparado con el de las fábricas, los autos, la agricultura. Pero la contaminación digital está ahí, multiplicándose con cada clic, con cada “me gusta”, con cada video en 4K que dejamos correr en segundo plano.

No se trata de desconectarnos. Se trata de ser conscientes. De borrar lo innecesario, de cuestionar nuestros hábitos, de recordar que el mundo digital también deja huella en el físico. Tal vez nunca veremos los servidores que sostienen nuestra existencia en línea. Pero eso no significa que no estén ahí, trabajando día y noche, convirtiendo cada fragmento de datos en un costo que alguien, en algún lugar, tendrá que pagar.

UN VÍNCULO CON EL MUNDO

Fotografía: CORTESÍA DE SHELDRICK WILDLIFE TRUST

Por: RENÉ VILLASEÑOR

En una lucha entre memoria y futuro, Angela Sheldrick sigue el legado de su madre, donde cada cría salvada es un acto de resistencia.

La historia de los elefantes no es únicamente la de una especie en peligro, sino también la de un país que, desde hace décadas, ha librado una batalla constante entre la conservación y la devastación. En ese terreno incierto, un grupo de rescatistas trabaja en silencio, devolviendo a la vida a los huérfanos del conflicto.

Sheldrick Wildlife Trust es una organización pionera en la conservación de la vida silvestre en África Oriental. Fundada por Dame Daphne Sheldrick y su esposo, David, ha dedicado décadas al rescate y rehabilitación de elefantes huérfanos, además de otras especies en peligro.

En una charla exclusiva con M Revista de Milenio , Angela Sheldrick, hija de Daphne Sheldrick, aborda la importancia de la conservación de hábitats, la educación ambiental a través del rescate animal y la relevancia del elefante como especie clave en el ecosistema.

El legado de Dame Daphne Durante décadas, Dame Daphne Sheldrick dedicó su vida al rescate y rehabilitación de elefantes huérfanos en África, dejando un legado que transformó la conservación de la fauna silvestre. Uno de sus mayores logros fue desarrollar una fórmula láctea que replicara la leche materna de los elefantes, un avance crucial para la supervivencia de las

crías huérfanas. “Fue un proceso doloroso. Vimos a muchos elefantes morir por falta de una alimentación adecuada. Ahora podemos darles una segunda oportunidad”, explicó Angela Sheldrick. El proceso de alimentación es constante: las crías reciben leche cada tres horas y un solo elefante puede consumir hasta 24 litros al día.

Historias de resiliencia

Cada elefante huérfano tiene una historia única. Algunos son víctimas de la caza furtiva, otros han sido separados de sus familias por la destrucción de su hábitat o por conflictos con comunidades humanas. Angela Sheldrick compartió historias conmovedoras, como la de Lemeki, una cría arrastrada por un río desbordado en Kenia, o Ziwadi, que fue herido con una flecha por una comunidad local temerosa de su presencia.

A pesar de los desafíos que enfrentan los elefantes huérfanos, el esfuerzo por garantizarles una vida lo más natural posible no cesa. Los elefantes son trasladados en grupos a las Unidades de Reintegración, donde se apoyan mutuamente en su transición de regreso a la vida silvestre.

Sin embargo, el mayor desafío no es técnico, sino emocional. Los elefantes forman vínculos profundos con sus cuidadores, lo que puede ser problemático si se apegan

demasiado a una sola persona. Un ejemplo trágico fue el de Aisha, una elefanta que murió de depresión tras la ausencia de Daphne Sheldrick por unos días.

Desde entonces, el equipo de Sheldrick Wildlife Trust adoptó un enfoque de crianza en familia, con cuidadores que rotan turnos de día y de noche. “Es una lección que nunca olvidaremos. Queremos que los elefantes sientan amor y seguridad, pero sin depender de una sola figura”, afirmó Sheldrick.

“VIMOS

A MUCHOS ELEFANTES MORIR POR FALTA DE UNA ALIMENTACIÓN ADECUADA”.

Un compromiso de largo plazo

Dado que el hábitat y sus habitantes son inseparables, Sheldrick Wildlife Trust impulsa programas de educación ambiental. “No podemos salvar a los elefantes ni a cualquier otra especie en peligro de extinción si la gente no comprende su importancia. Llevamos a más de 60 grupos escolares al Parque Nacional Tsavo cada año para que los niños kenianos conecten con su herencia natural”, explicó Angela Sheldrick.

El programa de adopción de elefantes de la organización se ha convertido en una herramienta poderosa para concienciar sobre la conservación del medio ambiente. “Los padres adoptivos pueden seguir el crecimiento de un elefante desde su rescate hasta su liberación en la naturaleza. A través de nuestros Diarios de los Cuidadores, compartimos su evolución y sus desafíos. De esta manera, el involucramiento de la población interesada incrementa y la influencia del refugio se fortalece”, dijo Sheldrick.

Cómo ayudar a la causa

A pesar de su impacto en la comunidad y el medio ambiente, Sheldrick Wildlife Trust depende exclusivamente de donaciones para continuar su labor. Adoptar un elefante huérfano es una forma significativa de contribuir. “Cada donación, grande o pequeña, marca la diferencia”, enfatizó Angela Sheldrick.

Además, la organización promueve iniciativas para reducir el conflicto entre humanos y vida silvestre, asegurando que la conservación no solo proteja a los elefantes, sino que también beneficie a las comunidades locales.

El trabajo de conservación es un esfuerzo de muchas manos y corazones. Con educación, compromiso y apoyo global, es posible garantizar un futuro para los elefantes y muchas otras especies que dependen de estos proyectos para sobrevivir.

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El espacio como narrativa

Fotografía:

Desde el 9 de febrero de 2025, Arte Abierto alberga la exposición Long Last Happy del renombrado artista suizo Ugo Rondinone. En esta muestra inmersiva, los visitantes son transportados a un entorno donde la luz, el color y las formas dialogan con las fuerzas naturales: el sol, la luna y el arcoíris. A través de esculturas de gran escala y un proyecto de participación comunitaria en desarrollo, Rondinone aborda temas como el consuelo, la regeneración y la conexión espiritual.

Conocido por su uso de colores vibrantes y formas orgánicas, Rondinone investiga la relación entre el ser humano y su entorno, abordando cuestiones de identidad, percepción y el paso del tiempo. Entre sus proyectos más emblemáticos se encuentra “The Seven Magic Mountains”, una instalación de enormes piedras de colores en el desierto de Nevada que capturó la atención del público y ha generado un diálogo significativo sobre el arte en el espacio público

En esta conversación con M Revista de Milenio, Rondinone comparte su visión sobre el papel del arte en la sociedad contemporánea y cómo su práctica desafía las convenciones establecidas.

Tu trabajo refleja a menudo la experiencia humana. ¿Puedes elaborar sobre ello? Mi arte profundiza en las complejidades de la existencia humana, buscando conectar el mundo externo con nuestros paisajes internos. Al crear entornos que fomentan

la introspección, invito a los espectadores a conectar con sus propias emociones y vivencias. Esta interacción convierte la obra en un espejo que refleja la esencia de quien la observa.

Tus instalaciones suelen invitar a la interacción. ¿Crees que el arte debe experimentarse en lugar de solo observarse?

Sin duda. Para mí, el arte va más allá de la simple contemplación. Se trata de crear espacios inmersivos que permitan a los espectadores sumergirse en la obra, generando un diálogo personal con ella. Esta aproximación transforma el arte en una vivencia que deja una huella duradera en la memoria de quien lo experimenta.

Parece que concibes a tu audiencia casi como cocreadora de la experiencia artística. ¿Cómo influye ese aspecto comunitario en tu proceso?

La participación del público es una parte esencial de mi proceso creativo. Al diseñar una instalación, pienso en cómo las personas interactuarán con el espacio y en las emociones que este puede evocar. Busco generar narrativas abiertas, donde la interpretación y la conexión con la obra varíen según la experiencia de cada espectador. Este intercambio hace que cada encuentro con la pieza sea único.

¿Por qué es importante democratizar el arte a través de instalaciones en espacios públicos?

Llevar el arte a espacios públicos elimina

barreras y lo hace accesible a una audiencia más diversa. Permite encuentros fortuitos con el arte, ofreciendo una experiencia que no requiere la formalidad de un museo o galería. Esta apertura fomenta un diálogo cultural más amplio y transforma el entorno cotidiano en un escenario de reflexión colectiva.

¿Cómo contribuye tu obra a la concienciación sobre el cambio climático?

Aunque mi trabajo se enfoca principalmente en la condición humana y nuestra relación con la naturaleza, también busca resaltar, de manera sutil, la belleza y fragilidad del mundo natural. Al centrarme en formas y paisajes orgánicos, espero generar una apreciación más profunda del entorno y, con ello, un mayor sentido de responsabilidad hacia su preservación.

Finalmente, ¿en qué estás trabajando actualmente? ¿Tienes algún proyecto en puerta?

Sigo explorando y tratando de descubrir la interacción entre la naturaleza y la experiencia humana a través de nuevas instalaciones. Mis próximas exposiciones incluyen la Galleria d’Arte Moderna en Milán, en abril de 2025, y el Pilane Sculpture Park en Suecia, en mayo de 2025. Cada una ofrecerá una perspectiva distinta de mi obra y ampliará el diálogo sobre el arte como medio de transformación del espacio.

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