Desmotivación docente VS Vocación

Page 1

Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho” Licenciatura en Educación Preescolar

El sujeto y su formación profesional como docente

Ensayo analítico explicativo: “Desmotivación docente VS Vocación”

Maestra: Aneli Galván Cabral

Alumna: María Teresa Saucedo Méndez

Primer semestre

12 de Diciembre 2014


Educar a un joven no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía. Platón.

En un México empobrecido, lleno de vacíos personales, morales, sociales e intelectuales, donde se ha perdido todo sentido de existencia y su sociedad se encuentra tan sobre cargada de estímulos, es fácil perderse en un abismo, podría afirmar sin temor a equivocarme que nos encontramos en una crisis total. ¿Qué implica ser docente hoy?, Como es bien sabido, desde tiempos remotos el papel del docente se ha definido en la diversidad de las sociedades de manera no poco perniciosa. Cuando escuchamos las conversaciones de los padres o alumnos acerca del papel del docente en la actualidad, es común oír definiciones como; ‘Los maestros son personas que fingen enseñar a las juventudes, pero la realidad es que sólo asisten para cobrar su sueldo’, entre muchas otras de igual índole. La realidad es que, ahora, más aún que en el pasado, la velocidad a la que evolucionan nuestras generaciones implica cada vez más esfuerzos por parte de los docentes, a quienes se les adjudican a impresionante velocidad infinidad de tareas a desempeñar. ¿Cómo entonces salir adelante en medio de las tinieblas que atrae una profesión como esta? Situaciones como las antes mencionadas, son motivo de desmotivación entre quienes laboran en esta profesión. Por esta y otras razones más, el trabajo docente no es sencillo, pues aunado a la mala reputación que entre nuestras generaciones se ha difundido, implica un gran compromiso en todo ámbito de la vida diaria, por ende, quien decide trabajar en el magisterio, debe estar consciente de que esta profesión es como una moneda de dos caras, es decir, son grandes sus demonios, pero también pueden serlo sus ángeles. El objetivo del presente trabajo es pues, desmenuzar algunos de los motivos más frecuentes que, no importando el nivel del que se trate se presentan como situaciones de desaliento entre el profesorado, así como las posibles soluciones individuales que, es tarea de cada uno de nosotros futuros docentes, y por consiguiente, nos corresponde apropiarnos para vivir plenamente el estilo de vida que hemos decidido adoptar.


Comencemos pues, por enunciar una de las desmotivaciones más arraigadas en la vida magisterial; entre éstos encontraos un currículum obligatorio sobrecargado de contenidos. Como sabemos, muchas reformas se han implementado según el presidente que se encuentre a cargo, es decir, ellos se toman la libertad de cambiar el rumbo de las cosas como mejor les parezca, por lo que los docentes y la ciudadanía en general queda sujeta y a merced total de las decisiones que se toman. En teoría, una reforma debería ser vista como un cambio positivo que es necesario para mejorar las condiciones de vida de una sociedad determinada, o corregir los errores que han estado cometiendo en el pasado, sin embargo, las reformas ahora son más perjudiciales que benéficas para la mayoría de las personas, o más bien, la forma de ejecutarlas no es la adecuada. En el ambiente del magisterio, por ejemplo, una nueva reforma, significa que hay que cambiar completamente el modo de hacer las cosas y, cuando esto sucede, realmente no capacitan al profesorado para que desempeñe su papel de la mejor manera, es decir, se le impone un quehacer, más se olvidan de explicarle cómo debe hacerlo.

“En una sociedad informacional, la suerte de las

personas depende de su acceso al conocimiento, del desarrollo de sus capacidades y de los niveles educativos que llegue a alcanzar” (Ander-Egg, 2005). El problema de raíz aquí es, que no se crean políticas transexenales, es decir, todo presidente quiere aportar ‘su granito de arena’, por lo que cambian de métodos casi siempre tan rápido como se cambia de presidente, donde lamentablemente se nos quita el valor de personas y comenzamos a tener ‘valor’ como objetos en tanto podamos aportar beneficios para ellos y no tanto para nuestras generaciones. El constante avance en las formas de comunicación y todos aquellos avances que día con día se crean o modifican, todo con el fin de hacernos la vida más sencilla sumergen a los niños y jóvenes en un mundo saturado de beneficios que, con un mal guía desembocan en perjudiciales en lugar de ayudarnos para mejorar. Nos encontramos en el ‘shock’ del futuro, producido por tres fuerzas que actúan simultáneamente; aceleración, novedad y diversidad (Ander-Egg, 2005). El mal uso de las TIC es uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos, situación que lamentablemente no podemos cambiar porque ‘los adultos’ quienes se supone deben ser guías que encausen el febril deseo de aprender de quienes inician su camino en el maravilloso mundo del saber, tienen miedo de investigar, aprender y manipular este tipo de tecnologías.


En estas circunstancias pues, donde el docente se ve atrapado en políticas cambiantes y en sociedades cada vez más complicadas, es fácil sentirse en algún punto de la misma, perdido, acorralado, desmotivado, y así, ¿cómo piensan que se puede cambiar a una sociedad dotándola de confianza y saberes que muchas veces ni siquiera sabe sobrellevar un profesor? En una sociedad intelectual tan fugaz como en la que ahora nos desarrollamos, se suman más al cúmulo de tareas que debe realizar ‘el maestro ideal’, lo cual evidentemente, sobrecarga el currículum a desempeñar y lo peor de todo, es que pocos se preocupan por capacitarlos. “La formación permanente es un derecho y una obligación del profesorado, así como una responsabilidad de las Administraciones educativas y de los propios centros”. (Ander-Egg, 2005). Sabemos que no basta con salir de la carrera con una licenciatura. Mucho se nos ha dicho que elegir una carrera, cualquiera que sea, si se quiere desempeñar de manera plena debe ser vista no como un trabajo o un sustento económico, sino como un estilo de vida. “Tenemos que pensar en la formación como trayecto, […] como un proceso que comienza mucho antes de nuestro ingreso en el instituto formador, en nuestras propias experiencias escolares y que continúa durante toda nuestra vida profesional” (Ander-Egg, 2005). Sabemos que la formación inicial hoy en día es sólo el primer paso para ejercer como docente, pues hay que estar en constante actualización para poder desempeñarse acorde con las exigencias y necesidades de las sociedades actuales. Como se ha estado comentando con anterioridad, en una sociedad tan efímera como la nuestra, las exigencias de la sociedad son cada vez más grandes y los compromisos que hay que adoptar por parte de todos van creciendo de igual manera, sin embargo, es mucho ‘más sencillo’ culpar a otros de los fracasos de la sociedad. Es aquí donde este gran peso recae de nueva cuenta en los profesores, pues al no poder establecer buenas relaciones con el alumnado y los padres de familia, no crean rapport en sus relaciones, lo que consecuentemente no les permitirá alcanzar de manera óptima los beneficios que todo profesor debería esperar se desarrollen en las generaciones a las que tiene el privilegio de formar. “No sólo los docentes deben comprender las caudas por las que se producen problemas, sino que también los padres y madres de los alumnos deben ser conscientes de


ello, no exigiendo a los maestros y profesores que suplan su escasa o nula preocupación por la educación de sus hijos” (Ander-Egg, 2005). Las generaciones cambian y con ellas, deben existir cambios también en las formas de enseñarles y en las mentes de los maestros que conducen el futuro de nuestras jóvenes generaciones, en los alumnos que serán el futuro del país y en los padres que han decidido tenerlos. Es injusto adjudicar al profesorado como único responsable de la calidad de la educación, pues como es obvio, es tarea de todos. Para que la educación llegue a su máximo impulso, como he venido mencionando, no es sólo trabajo del docente, pues cada ciudadano se va formando con los ejemplos que le predica su familia y, para que exista un cambio en el rumbo educacional mexicano, es necesario comenzar ‘desde el seno familiar’. Necesitamos crear personas conscientes de que tienen el futuro del país en sus manos y que, aunque las cosas o situaciones se presenten con dificultades o el cambio se vea lejano o inalcanzable, no es utópico. Hay que motivarlos para que no se pierdan en el camino de encontrar su razón de existir en esta vida. “Se trata de procurar que los alumnos con grandes dificultades perciban el interés de aprender, de invertir su energía en la escuela, de movilizarse por el trabajo escolar” (Meirieu, 2007). Cuando en el seno familiar, no se tiene las herramientas o mentalidad para cumplir con el antes mencionado cometido, es el docente quien tiene la responsabilidad de ‘salvar’ los errores de los padres. Para esto, el profesor de la actualidad debe dejar atrás todos los crasos errores que se han estado cometiendo desde hace décadas, aprender a dejar de ser ‘un experto’, que simplemente vacía conocimientos en sus educandos. “Los docentes desempeñan un papel determinante en la formación de las actitudes. Con respecto al estudio, ellos son los que deben despertar la curiosidad, desarrollar la autonomía, fomentar el rigor intelectual y crear las condiciones necesarias para el éxito de la enseñanza formal y la educación permanente” (Delors, 1996). Debe convertirse en un educador, lo que implica ser un facilitador que forma, que le da a nuestras jóvenes generaciones las herramientas para investigar, descubrir, crear e innovar (Tenti, 1999). Actualmente, el profesor ‘experto’ es obsoleto, ya que los avances en las TIC hacen que cualquier estudiante tenga a su alcance más información de la que cualquier experto pueda tener.

Hoy en día son necesarios docentes que enseñen a los niños a pensar de manera


crítica (Ferry, 1990), a evaluar y utilizar de manera productiva el sinfín de información al que tienen acceso, el deseo de transformar su sociedad de manera constructiva y positiva. Hemos escuchado, no pocas veces que el futuro de México son precisamente todos esos niños y adolescentes que se forman día con día en las aulas de nuestro país, sin embargo, considero que para que un niño pueda desplegar saberes, rebozar confianza y adquirir un espíritu competente, no dependen del todo de sus maestros o incluso ellos mismos, pues parte indispensable y muchas veces determinante para el éxito o fracaso de los mismos son los padres y más aún una conjunción adecuada de éstos con sus hijos y los maestros, es decir, adoptar, cada uno de nosotros el rol que nos corresponde. “Nunca podremos hablar de calidad de educación dentro de un determinado sistema educativo si los agentes que forman parte de él no se implican y se esfuerzan por mejorar la educación. […] la calidad de la educación es cosa de todos”. (Ander-Egg, 2005). Como podemos darnos cuenta, son los antes mencionados, entre infinidad de razones más, las que desmotivan de manera parcial o incluso total a quienes trabajan en el magisterio, entonces, ¿Cómo podemos salir adelante en medio de tantos demonios? La posible respuesta y en la que creo fervientemente es la vocación. Para muchos, la anterior palabra puede no tener significado, pero es la única respuesta coherente y viable que veo para levantarse día con día a pesar de las adversidades de esta profesión. Se ha definido a la vocación como ‘un llamado’ a desempeñarte en cierta actividad, pero considero que debe ir mucho más allá. Para mí, vocación es aquel impulso que te insiste a seguir adelante, es no imaginar tu vida sin estar en esta profesión, es aquello que te hace inmensamente feliz, aquello que te hace olvidar que asistir a un aula es ‘obligación, trabajo o sustento económico’, es defender y dignificar lo que haces porque verdaderamente estás convencido de que crees en ello, es aquello que al poner en una balanza, sigue pesando más que todo lo demás. Se habla de dos tipos de vocación, innata y adquirida, donde la primera es auténtica y deseable, mientras que la segunda se refiere al logro de un esfuerzo analítico y una disciplina particular (Tenti, 1999). De entre las responsabilidades más importantes a las que todo aquel que tiene el privilegio de formarse en instituciones educativas debe hacer frente es, precisamente, la elección de una profesión. Es muy importante realizar un examen de conciencia antes de


decidir tan importante elección, pues hay que tomar en cuenta que, de eso depende no sólo nuestro éxito o fracaso, nuestra plenitud o frustración, sino la de muchas personas más. Es por eso que, no importando qué se elija, debemos estar seguros que es eso en lo que nos queremos desempeñar el resto de nuestras vidas. En el caso del magisterio, la elección es aún más importante, pues se tiene en sus manos el poder de cambiar el rumbo de las sociedades, de dejar ‘tu granito de arena’ en la mente de otro ser, el que, a su vez se desplegará con grandeza en alguna rama del saber. Vocación es pues, tener la capacidad de sobresaltar las cosas positivas de entre los obstáculos que se puedan presentar. La docencia, así como es una difícil profesión, es también una muy noble, que trae muchas satisfacciones a quienes saben valorarlas. Experimentar por primera vez como observadora en una institución formativa es de las experiencias más hermosas que pude experimentar. El amor a lo que haces, en nuestro caso, a los niños, verlos crecer, desarrollar sus competencias, ayudarlos a enfocar sus ganas de aprender para que, en un futuro sean hombres y mujeres de bien, creo yo, es de las recompensas más grandes que la profesión nos ofrece. Poder ver aprender a las futuras generaciones, iniciarlos en el maravilloso mundo del saber, sentar las bases del aprendizaje, conducir su deseo de aprender, inculcarles el amor por la escuela, que asistan con una sonrisa y que, después los veas por la calle, recordándote con cariño, agradeciéndote lo que hiciste por ellos, dándote un espacio en sus vidas, otorgándote la muestra más pura de amor, es simplemente inexplicable. Poder encontrar tu vocación hace que todos aquellos requerimientos o exigencias de la sociedad para que sean desempeñadas en cierta profesión, lleguen a cada uno de nosotros porque hemos decidido adquirirlos Ser maestro hoy, con sus demonios y ángeles puede ser maravilloso, todo depende del cómo lo desempeñes, de las motivaciones que te inspiren a seguir adelante, situaciones que, a pesar de las nubes negras que como en toda profesión existen, nos hagan trascender por nuestros propios medios, reflejarlo en el día a día que, aún con la miseria en la que se desenvuelve la sociedad actual, nos permita recuperar aquello que realmente vale la pena, aquello que las nuevas generaciones han olvidado que tienen la capacidad de lograr. La ciudadanía es poder, debemos comprender que todos tenemos la facultad de realizar actividades con plena autonomía, tomando decisiones responsables en el contexto social


actual. Asimismo, debemos tener la capacidad de asumir compromisos en un ambiente social y político con el que nos identificamos al sentirnos parte de él, logrando convivir y mejorándolo colectivamente, para lograr todo esto, una buena educación es crucial. “La educación escolar ha terminado adquiriendo, en el imaginario colectivo, el estatus de instrumento por excelencia no sólo para luchar contra las desigualdades y promover el desarrollo y la socialización de todas las personas sin exclusión, sino también para hacerlo en las más diversas facetas y aspectos de la personalidad y el comportamiento humanos” (Coll, 1999). Debemos dejar de culpar a los otros de los errores del país, debemos dejar de ‘pasar la bolita’ a otros y caer en la cuenta de que lo que vivimos es responsabilidad de todos, pues un país sin voz, en el que sus ciudadanos no hagan ejercer sus derechos o afronten sus responsabilidades, nada se puede esperar, estamos viviendo en el país que hemos cosechado. Somos una sociedad que le falta romper esas cadenas que nos atan, como los tradicionalismos, la falta de responsabilidad, la mediocridad o el poco interés, pues sólo así podíamos llegar a tener la oportunidad de construir una sociedad de calidad en la que podamos desenvolvernos plenamente.

Bibliógrafa: Ander-Egg, E., “Debates y propuestas sobre la problemática educativa”, Argentina, Homo-Sapiens, 2005, pp. 22-90. Coll, César, “Algunos desafíos de la educación básica en el umbral del nuevo milenio”, 1999, OEI en http://www.oei.es/adminsitracion/coll.htm. Deors, J., “La educación encierra un tesoro”, México, UNESCO, Son edición, 1996. Ferry, Guilles, “El trayecto de la formación: los enseñantes entre la teoría y la práctica”, México, Paidós educador, 1ª edición, 1990. Meirieu, Philippe, “Es responsabilidad del maestro provocar el deseo de aprender”, Cuadernos de Pedagogía, 2007.


Tenti, Emilio, “El arte del buen maestro”, México, Pax, Sin edición, 1999. Torres Santomé, J., “La desmotivación del profesorado”, España, Morata, 2009, pp. 31-118.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.