Informe final jornadas

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Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho” Licenciatura en Educación Preescolar

Observación y Análisis de la Práctica Escolar

Informe: “Experiencias y aprendizajes de mis jornadas de observación”

Jardín de niños: María Guadalupe Vega de Luévano Ubicación: Colonia Lázaro Cárdenas, Zacatecas, Zac.

Alumna: María Teresa Saucedo Méndez Docente: Margil de Jesús Romo Rivera Segundo Semestre

Zacatecas, Zac., Junio 2015


Índice de contenidos

Introducción........................................................................................................ 3 Primera jornada -Unidad I: “Escuela y comunidad, complejos procesos de vinculación”- ...................................................................................................... 4 Segunda jornada -Unidad II: “Prácticas y escenarios de gestión”-.................... 7 Tercera jornada -Unidad III: “Procesos de interacción pedagógica en el aula de clases”-......................................................................................................... 10 Conclusión ........................................................................................................ 16 Anexos .............................................................................................................. 17 Bibliografía:...................................................................................................... 17

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Introducción Es evidente que no pocas veces la sociedad minimiza la importancia y responsabilidad que tienen los profesores de nivel preescolar, sin embargo, considero que ofrecen una valiosa guía en la vida de todo individuo, ayudando a encauzar su febril deseo de conocimiento, permitiéndole así ir formando de sí una identidad productiva. El mérito y compromiso de quien decide ser educador es enorme, fomentar valores y nuevas costumbres, ya que mucho de lo que somos es gracias a ellos, es por eso que elegí adoptar esta profesión como un modo de vida, esperando poder mantener a salvo futuras generaciones y lograr eso que pocos ven, pero es indispensable. “La elección de la profesión sitúa su anclaje en una serie de experiencias relacionadas con modelos que fueron significativos en sus trayectos desde la niñez, así como en el curso de la escolarización” (Jiménez, 2007). Si bien es cierto que cada individuo crea sus propios imaginarios, una vez dentro de la licenciatura, las máscaras caen y se quedan al descubierto las verdaderas implicaciones y retos que tiene para nosotros. “La frase metodología cualitativa, se refiere en su más amplio sentido a la investigación que produce datos descriptivos: las propias palabras de las personas, habladas o escritas, y la conducta observable” (Taylor/Bogdan, 1987). La primera experiencia docente, fue para mí de las más maravillosas, pues nos ofrece un panorama más amplio, que no se podría asimilar en un aula, con ningún autor y ni siquiera con una ‘observación participante’. Tuve la oportunidad de experimentar dicha práctica en el Jardín de niños María Guadalupe Vega de Luévano (Federal) ubicado en la colonia Lázaro Cárdenas Zacatecas, razón por la cual pasaré a explicar de manera cualitativa, es decir, más detalladamente rasgos esenciales de la misma.

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Primera jornada -Unidad I: “Escuela y comunidad, complejos procesos de vinculación”Regresar a observar en un jardín de niños, aunque haya sido el segundo jardín de niños que visito con fines de formación educativa, fue una experiencia que sin duda desató un amasijo de emociones y sentimientos contradictorios; emoción por volver a aguzar mis sentidos dentro de un aula de preescolar, curiosidad por el nuevo lugar, su contexto y mis expectativas acerca de la estadía en el mismo, intriga por el tipo de relaciones que llegaría a establecer con el personal con el que laboraría conjuntamente a lo largo de las tres jornadas y sí, lo admito, también cierto escepticismo por la ubicación y los rumores que envolvían ese contexto. “Los observadores participantes entran en el campo con la esperanza de establecer relaciones abiertas con los informantes” (Taylor/Bogdan, 1987). Toda esa oleada de sentimientos, me llevó a sentirme en una montaña rusa a lo largo de los dos primeros días, sin embargo, no pude evitar que el coraje se apoderara de mis sentidos, coraje, porque pude darme cuenta que el jardín, efectivamente tenía un conjunto de características completamente opuestas al de mis jornadas de observación del semestre pasado, a causa, en parte, de las penurias económicas de este lugar, lo que ha provocado que los niños crezcan con mentalidades un poco distorsionadas y hayan vivido una serie de experiencias desagradables que sin duda ningún niño de su edad debería atravesar, donde los núcleos familiares carecen de estabilidad y la mayoría de los jóvenes que transitan por las calles no terminaron sus estudios, por lo que inevitablemente, las esperanzas de los niños se ven mermadas por el inadecuado ejemplo de sus mayores. Pude comprender, que la escuela no es una institución que sobreviva sola, y que el aprendizaje de un educando no puede sólo dejarse en manos de la misma. Debe existir eso que llamamos trabajo colegiado, un acuerdo entre todas las partes involucradas, de modo que exista la menor de las posibilidades de fracasar. Vivimos en una sociedad de alta fragmentación, donde las divisiones de clases y la exclusión multiplican conductas reactivas. Hablar de clima institucional, es referirnos a ese cúmulo de realidades que se viven dentro de las cuatro paredes de una institución formativa (sea cual sea el nivel) y que tiene que ver precisamente con la convivencia que se establece

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en ellas entre todas sus partes (adultos, adultos-niños, padres-docentes), habiendo entre éstos diversas rivalidades, fragmentaciones y disputas, donde la violencia es motivada principalmente por la impotencia, pues cuanto más nos importan ciertas circunstancias, más violentos estamos dispuestos a ser, por lo que necesitamos caer en la cuenta que si no se trabaja en equipo, están destinados a decaer. En cuanto a las características físicas de las instalaciones, pude notar que es un jardín amplio y con muchas escaleras, tomando en cuenta el número de grupos que hay (ocho en total) y era bastante laberíntico a primera vista. Cuenta con dos áreas de baños, uno de los cuales parece aún estar en construcción. Laboran con los niños de 9:00am a 12:00pm, sin embargo, quienes conforman el personal comienzan a llegar desde temprano y obviamente su hora de salida es un poco más tarde. Las puertas del jardín se cierran cinco o diez minutos a más tardar después de las nueve, por lo que quienes no llegan puntuales se quedan fuera. Hay una pequeña área de juegos, un arenero y la parte más grande destinada a eventos cívicos, culturales y lúdicos es la plaza cívica, que se ubica justo en el centro del piso principal. Hay además una biblioteca recién inaugurada, un aula de USAER, una cocina y una sala de juntas (próximamente aula de medios). Así que, entre las tareas difíciles podría mencionar el tener que lidiar con el conformismo social de los padres de familia “En la sociedad no existe el interés por los problemas de los demás, es decir, si no es mi problema no voy a ayudar a solucionarlo, serán los perjudicados o involucrados en el problema quienes lo resuelvan” (Santos Guerra, 2000) aunque, si bien, muchos saben que sólo con un trabajo compartido de padres y maestros, hogar y escuela- sus hijos podrán tener mejores resultados, otros son tan apáticos con nuestro trabajo que simplemente nos adjudican cualquier tropiezo o estancamiento de sus hijos, donde los educadores y directora, son los responsables de dialogar, y llegar a un acuerdo para que se obtenga el mayor número de beneficios para los preescolares. Para esto, se crea el consejo escolar, cuyos objetivos y metas en común, permiten recoger mejore frutos. “La escuela que aprende […] sabe o debe saber dónde está enclavada, que misión tiene y a que causas sirve” (Santos Guerra, 2000). Un imaginario social es un conjunto de significaciones y representaciones que dicen qué es aceptable y recomendable para hacer. La escuela, no está absenta a dichos imaginarios,

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por lo que está cimentada de igual modo sobre algunas ficciones. Indirectamente, entendemos la realidad social- y también la realidad institucional escolar- como algo que se divide entre buenos y malos; entre quienes aprenden y no aprenden, entre los sanos y los enfermos, los normales y anormales, entre los prolijos y los desprolijos. Por tanto, en un jardín de niños que es marginado (como es el caso), sus características dominantes como contexto y por ende, las relaciones, son algo tensas, pues existe poca tolerancia entre padres de familia, son personas aguerridas, con un pensamiento limitado al estigma que la vida les ha creado y, en dichas condiciones; ¿cómo no esperar que los niños reflejen ese tipo de situaciones en el jardín de niños? “En opinión de los profesores uno de los tres obstáculos más relevantes que dificultan el aprovechamiento escolar, es la presencia cada vez más frecuente y grave de los problemas de disciplina o ajuste social en todos los niveles de educación básica” (SEDUZAC, sin año) Una de las cosas que más arrebató mi atención, correspondiente a las características de quienes poblaban la institución, es el hecho de que, en palabras de la educadora titular de mi grupo, un 75% de las familias eran hogares disfuncionales, algunos vivían con sólo uno de sus padres así como la nueva pareja de los mismos, otros más habían sido abandonados, por lo que tenían que vivir con abuelos, tíos o quienes quisieran hacerse cargo de ellos. Las características del contexto, obviamente influyen en los niños, al grado de que en el aula en la que me encontraba laborando, al menos cinco de ellos tenían que ser tratados por agresividad, además de que en receso, de entre los juegos favoritos de los niños se encontraban, por supuesto, aquellos que tienen estrechas relaciones con violencia, matanzas y pandillas, por lo que me atrevería a afirmar sin temor a equivocarme que los niños son el reflejo de los núcleos familiares en los que se desarrollan. Como menciona Bandura en el tercer estadío de su teoría del aprendizaje imitativo; “La reproducción motórica, supone la traducción de las representaciones simbólicas (cognitivas) de los estímulos modelados a actos motores manifiestos, o sea, en representar realmente la conducta moldeada” (Bandura, 1973). Además, las familias son en su mayoría numerosas y quienes recogían a los niños al salir, eran en muchos de los casos, algunos de

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sus hermanos y hay por quienes siempre llegan incluso media hora después del momento de salida. Aun así, se intenta de miles de maneras diferentes incluir a todas las partes de dicha burocracia, para que así, las decisiones puedan ser tomadas en conjunto y por consecuente los resultados en los niños y a la vez en las familias y por ende en el contexto, sean más favorables, logrando con esto, a su vez, que la institución siga a flote.

Segunda jornada -Unidad II: “Prácticas y escenarios de gestión”Una de las cosas que más me impresionó, (tomando en cuenta que sólo he asistido a dos jardines de niños –que para mi sorpresa son completamente opuestos-) es el mantenimiento –gestión-del jardín. Tener la tranquilidad de que habrá instalaciones seguras y adecuadas, que cada niño tenga al menos una silla donde sentarse y material didáctico para trabajar, todo eso debe tener cabida en un solo lugar y está en los bolsillos de los padres de familia, cuyas cuotas voluntarias permiten sacar adelante en lugar en las mejores condiciones, o bien, estancarlo a cierto número de ‘comodidades’ que sólo son posible con su cooperación. “La participación de los padres de familia en la gestión de los centros de enseñanza no es la esperada, ya que el grado de participación es muy bajo, y cada vez desciende más” (Fernández, 1995). Para que todo lugar funcione de manera correcta, es necesario que cada persona adopte responsabilidades y desempeñe papeles que son distribuidos jerárquicamente, donde cada uno tiene su grado de complejidad, sin embargo, no se pueden limitar a la ejecución de ciertas tareas, sino, en este caso, literalmente ‘saber hacer un poco de todo’ y no tener miedo a ‘ensuciarte las manos’ en el buen sentido. “En la escuela se cumplen diferentes papeles. Tanto los profesionistas que trabajan en ésta, forman parte de la cultura que constituye un esqueleto de creencias, expectativas, normas y comportamientos” (Santos Guerra, 2000). Al igual que los padres de familia, el alumnado y los políticos que gobiernan la institución, es decir, el personal docente, dirección, intendencia y personal de apoyo, deben trabajar de manera conjunta con los padres de familia, algunas veces en la realización de

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tareas distintas a lo que imaginaban, como pintar ventanas, suplir a las autoridades, sanar los corazones de los niños, realizar el aseo, entre infinidad de casos que, si se contaran uno a uno, podrían ser eternos e impredecibles, que bien podrían conformar una novela de ‘situaciones que se presentan dentro de un jardín de niños’. En cuanto a la cultura y clima institucional del jardín, podría afirmar que la relación no es, ni del todo buena, donde, como todo, hay roles en los que cada uno debe admitir el cargo y actividades extraescolares que, cuando sea necesario, también se deben desempeñar. En el caso de las situaciones antes mencionadas, podríamos decir que hay integrantes del personal de este jardín que aceptan con voluntad y determinación a la colaboración de actividades para la mejora del mismo, sin embargo, nunca faltan también aquellos que sólo se limitan a hacer lo que les corresponde, y a quienes no se les ve mucho entusiasmo, personal en cuya mentalidad, lamentablemente no existe la idea de que la prioridad es el óptimo desarrollo del niño. Puedo decir con orgullo, que gracias a la confianza y compromiso que se estableció entre la directora del Jardín y el equipo de observación, formé parte de todas esas tareas extras que, aparentemente, no ‘son de la profesión’, pues no te enseñan a desempeñarte en ellas en ninguna materia que haya cursado hasta ahora en la licenciatura. Al terminar la jornada de trabajo con los educandos, pasamos a pintar los juegos del patio central, donde todo el equipo colaboró en la realización de diversas figuras e incluso en la mezcla de colores para lograr una variedad más amplia de la gama de los mismos, pues eran materiales cien por ciento reciclados y no era posible acceder a más colores, pues una lata de un litro de pintura costaba más de cien pesos, los cuales no se podían conseguir en ese momento. “Los recursos se comparten y como resultado de esta gestión se pueden abatir costos y multiplicar los beneficios o impactos de un objeto al ser aprovechado por un mayor número de usuarios” (Chan, 2001). Así, gracias a las mezclas de colores les sacábamos más provecho a los materiales con los que se contaba y, a pesar de todo, el trabajo fue provechoso y, en lo personal, no me costó trabajo realizarlo, mis intenciones eran completamente puestas en la mentalidad de que, bajo mis propias posibilidades, ayudé a dejar un pequeño ‘granito de arena’ para la formación

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de esos niños que, aún con sus carencias y características tan específicas lograron robar mi corazón y por quienes estaba dispuesta a ayudar en todo aquello para lo que me necesitaran. Dentro de la gestión, y recalcando que los jardines de niños están mantenidos por los padres de los pequeños que ahí se desenvuelven, debemos tener en cuenta que hay cosas que se escapan a esos apoyos y que obviamente en muchos de los casos no es posible solventarlo sólo con apoyo de los padres, es ahí donde se vuelve necesario optar por acudir al gobierno. “En el sentido de la descentralización se ubican las acciones y programas destinados a racionalizar la maquinaria burocrática de los sistemas educativos, con el objetivo de hacer llegar de hecho a la escuela los recursos materiales y los aportes técnicos necesarios para la eficiencia organización de la enseñanza” (Espeleta/Furlán, 2004). Y aunque esta solución no es de las mejores, pues muchas de las veces complican más las cosas, en otras, su ayuda resulta favorable. Es el caso de los programas oficialmente reconocidos en los que participan los jardines de niños. El gobierno que ayuda un poco con los servicios públicos al pagar la luz y al estar inscritos en el programa de escuela segura, el cual; “apunta a que la escuela contribuya a la cohesión e integración social de las comunidades escolares mediante el desarrollo de una cultura de paz” (SEP, 2015)”, les son otorgados recursos después de realizar el ya conocido papeleo y formalización para la mejora de las instalaciones a fin de que ocurra la menor cantidad de accidentes posibles dentro de la institución. Dentro de las actividades que la directora tiene que gestionar se encuentran por ejemplo las reuniones docentes o de padres de familia, el consejo técnico y todo lo que tenga que ver con lo administrativo, en base a las solicitudes de las supervisoras. El material del salón se compra todo junto y la educadora es responsable de acomodarlo como prefiera. “Desde la Gestión, se asume que las Instituciones Educativas deben lograr sistemas eficientes para la producción y distribución del conocimiento” (Chan, 2001). El consejo escolar tiene objetivos y metas en común que hace que sirvan y den muy buenos resultados. Aquellos de los padres quienes no pueden pagar las cuotas voluntarias con dinero hacen faenas, es decir, pagan con servicios sus cuotas.

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Como podemos observar, la gestión escolar, es una de las cosas más complicadas, pues implica, no sólo un cúmulo de saberes académicos, sino también, procedimentales (para actuar con inteligencia ante las adversidades que estoy segura que se presentan en no pocas ocasiones) y actitudinales, que incluyen humildad como mayor virtud para no caer al vacío, características que no sólo quien está en el puesto directivo debe tener, sino también su personal. Es por eso que en la BENMAC somos evaluadas en estos tres ámbitos.

Tercera jornada -Unidad III: “Procesos de interacción pedagógica en el aula de clases”Cuando entramos en una institución del tipo que nos compete en estos momentos, muchas ideas saltan en nuestro interior; ver tantos colores, dibujos animados, brillos y fantasía, sólo nos puede llevar a pensar que laborar ahí no es un trabajo serio, sin embargo, ¿alguna vez se han preguntado el significado que cada una de esas cosas adquiere al momento de hacer formal un conocimiento informal en la cabeza de treinta niños? Quien es padre o madre sabrá, que tener un hijo requiere mucho esfuerzo y atención, sobre todo en los primeros años de vida, así que se convierte en todo un acto heroico aceptar conducir los conocimientos de niños que ni siquiera conocemos, y sin embargo admitimos la responsabilidad de guiar, poniendo en ellos nuestra esperanza de un mejor mañana para todos. Es difícil, no sólo porque tener la atención de un grupo de niños de entre tres a seis años de edad, con gustos completamente diferentes y sobre todo con ideas y familias que los han criado cada uno a su manera, aunado a sus características de personalidad, reunidos todos en un salón, sin la preparación adecuada, puede ser la receta perfecta para el desastre. Además, como es bien sabido, dentro de una misma cultura hay infinidad de variantes que forman su propia ‘subcultura’ por lo que sus modos de vida, carácter, comportamiento, caló y costumbres de los niños y padres de familia distinguen cada lugar que pisamos. Trabajar en un jardín de niños de un contexto marginado, donde pocos padres son profesionistas o sus hermanos o familiares han tenido que abandonar sus estudios para buscar la manera de sobrevivir, donde más del 80% de mis alumnos asisten sin desayuno, aunado a

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que su lonche es comprado afuera de la escuela y no contiene los nutrimentos necesarios para rendir bien en el día, donde tengo alumnos que piden limosna por las calles y sus padres los ven como meros productores de dinero, es necesario actuar, adaptarse a las circunstancias, estados de ánimo y condiciones de los niños, priorizando su aprendizaje. “El difundir en los alumnos el deseo de aprender es quizá el elemento más importante para que se interesen en la escuela y de esta forma encuentren en ella una forma de vida que les proporcionará además de conocimientos un mejor bienestar social”. (Ramírez, 2004). Uno de los principales problemas a los que se enfrenta un docente a momento de ejecutar planeaciones es precisamente eso, la ejecución de las mismas, puesto que, ya en materia educativa, es muy complicado articular la idea con la práctica, es decir, el proyecto con la acción. Al estar en contacto directo con niños en su ámbito puro de estudio y poder observar y ser partícipe del día con día en sus rutinas de aprendizaje, pude notar que, a esa edad, es difícil comprender la importancia de cada cosa aprendida o el uso tan grande que ellos pueden obtener de él. Lo más difícil en un aula de tercer grado de preescolar es, a mi parecer, mantener la atención de todo el grupo, es decir, al ser grupos de treinta niños aproximadamente, todos distintos en cualidades y formas de ser, no es sencillo que una actividad, cualquiera que sea, funcione en un cien por ciento, por lo que si se obtiene la atención y trabajo regular de la mayoría, podemos decir que la educadora va por buen camino. Para aprender, tenemos que estar dispuestos a hacerlo, para lograrlo, intervienen demasiadas cosas -el cuerpo, el deseo, la inteligencia-, además de lo afectivo, por lo que para aprender necesitaos sentirnos reconocidos. ¿Cómo culpar a un niño de un comportamiento del cual no es del todo consciente? La mayoría de las veces, un niño con problemas de conducta simplemente reclama atención. Los niños son muy emocionales, es decir, para ellos el apoyo sentimental es vital para sentirse bien; necesitan a sus padres que les presten atenciones y cuidados, actitudes que por simples que parezcan les otorgan seguridad y, cuando esto no se obtiene en casa, tienden a buscarlo en quienes ven muchas de las veces como su segunda madre; la educadora. Sin embargo, para que todo aprendizaje que es

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adquirido en esta clase de instituciones formativas formales tenga permanencia en un niño, es necesario el refuerzo en casa. La importancia del seguimiento de los aprendizajes en casa es vital, pues el niño necesita saberse querido, que lo que hace le importa a quienes a él le importan, para dotarse de esa confianza necesaria para desplegar al máximo sus capacidades. Es aquí donde se recalca la importancia que tienen los padres de familia en el aprendizaje del niño, es el motivo de las tareas, pues además de reforzar aprendizajes, dan cuenta clara a los padres de lo que los educandos están aprendiendo y el cómo lo están aprendiendo, por lo que ser partícipes en las actividades de sus hijos marca grandes diferencias. Así pues, la educadora, junto con la institución, son los responsables de incluir a los padres en el aprendizaje de sus hijos. “Al ingresar a la escuela, las niñas y los niños tienen creencias, conocimientos y suposiciones sobre el mundo que los rodea, las relaciones ente las personas y el comportamiento que se espera de ellos, y han desarrollado, con diferente grado de avance, competencias que serán esenciales para su desenvolvimiento en la vida escolar” (SEP, 2011, 20.) Mi intento de contribuir al aprendizaje de mi grupo, fue en el campo formativo de lenguaje y comunicación en el aspecto de lenguaje escrito, por lo que necesitaba actividades que sirvieran para consolidar aprendizajes que se habían estado tratando a lo largo de la semana, necesitaba verificar lo que habían aprendido, por lo que intenté realizar actividades que motivaran a los niños a aprender. Mentiría si digo que todo fue perfecto, y aunque estaba dubitativa con respecto a qué pasaría, fue una experiencia que sin duda cambió mi vida y la forma de ver los sucesos que se dan presencia en ella. Formarse es aprender a movilizarse, utilizar todos los recursos para la resolución de problemas. Lo que realmente forma es una actividad que se cumple en función de una meta. Apto para afrontar los problemas (Ferri, 1990). Primero que nada, es importante recalcar que estas estrategias deben ser planteadas en base a las características del grupo del que se esté hablando, edad, gustos, intereses, fortalezas y debilidades, para así poder fijar nuestra mirada en aquellos aprendizajes que hace falta reforzar, para que al final del ciclo escolar se hayan logrado los aprendizajes esperados en todos los niños. “Un desafío profesional para la educadora es mantener una actitud de

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observación e indagación constante en la relación con lo que experimenta en el aula cada uno de sus alumnos” (SEP, 2012). Como sabemos, cada ser humano goza de un listado de cualidades que lo distinguen de los demás, sin embargo, aún con nuestras diferencias personales, dentro de un aula, hay semejanzas grupales que otorgan, a su vez, la identidad de un grupo. Ésta varía depende de las características que predominan, como el hecho de ser más introvertidos o no, si son participativos, callados o inquietos es el tipo de cosas en las que un docente fija su mirada al principio para establecer las estrategias que les acomoden mejor, ejemplo de ello, es poner actividades muy dinámicas a niños que son muy quietos para que se desenvuelvan más, o por el contrario, abundar en actividades tranquilas a aquellos cuyas características son muy activas, puesto que es necesario desarrollar la competencia de control. Al entrar a mi aula de intervención no estaba nerviosa, sino más bien ansiosa. Ansiosa por ver si mis actividades darían resultado y qué haría si no resultaba así. Realicé con mis propias manos el material didáctico que utilizaría, pegué mi planeación en la ventana al lado de la puerta y me intrigaba que se llegara el momento de que mi profesor asistiera a impregnar presión con su cámara. Las actividades, tuvieron errores y aciertos, una de mis principales debilidades fue, considero, el tiempo, pues el número de actividades que llevaba planeadas era bastante, por lo que algunas actividades funcionaban y otras tantas no. Además, de las cosas que más me impactaron y que, jamás hubiera podido adivinar es que, las actividades, aun cuando se realicen en base al previo diagnóstico del grupo y ‘conozcamos’ sus características, nunca se sabe con certeza cómo responderán a alguna actividad. Las actividades que se crean son muy variadas y van desde actividades grupales, en pequeños conjuntos y de manera individual, todo con el objetivo de que cimienten un aprendizaje en valores, que sepan actuar con ayuda, pero sobre todo con autonomía. “Los procesos de desarrollo y aprendizaje infantil tienen un carácter integral y dinámico basado en la interacción de factores internos (biológicos y psicológicos) y externos (sociales y culturales)” (Guía para la educadora, 2011, -SEP-). El parir de la pregunta es lo que incentiva el deseo de saber. Por lo que escuchar a un niño requiere ser flexible con el orden escolar, se trata de inventar y no tener miedo de romper paradigmas.

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Por lo que además de ser mediadoras de riñas por cosas comunes a su edad como tener que compartir, o lidiar con su energía después de recreo, es necesario modificar las actividades (ya planeadas) por algo aparentemente tan sencillo, pero de importancia vital como lo es el estado de ánimo. Para que un niño aprenda, intervienen infinidad de factores, entre ellos y uno de los más importantes precisamente el estado anímico del preescolar. Es importante recibir los niños en la puerta del aula, para poder examinar cómo se sienten anímicamente, pues un niño feliz es un niño que aprende más, mientras que si está triste o preocupado, pensando en varias cosas a la vez, no le permite concentrarse en adquirir nuevo conocimiento. En educación preescolar, nos interesamos no sólo porque el niño aprenda, sino que se encuentre en las mejores condiciones para que pueda seguir aprendiendo a todo momento y en cualquier lugar, no sólo en el aula de clase. Una educación, que debe ser estratégicamente enseñada, sabiendo que el niño es, como metafóricamente se le ha llamado ‘esponja’ pues absorbe el cúmulo de estímulos buenos y no tan buenos, de manera indiscriminada, por lo que su plasticidad cerebral puede adaptarse al conocimiento y aceptarlo, todo depende del saber cómo enseñar. El papel de un profesor, es, es general, el de proporcionar a sus alumnos, sea cual sea el nivel en el que se desempeñen, las herramientas necesarias para poder hacer frente de manera autónoma ante la vida. Se dice que para lograr esto, un buen profesor no sólo es aquel que tiene los conocimientos teóricos necesarios, sino que la clave está en el cómo se las ingenia para guiar, sin decirles exactamente qué hacer para que ellos se apropien del conocimiento, es decir, las estrategias implementadas en el día a día del quehacer docente en el aula, que hace que sus alumnos aprendan. Una de las cosas que me favoreció –en palabras de mi educadora- fue que mis actividades y material didáctico eran adecuados, quizá no tanto en mi idea de intervenir, pero, incluso, elogió tanto el material que había creado con mis propias manos que me pidió quedárselo, a lo cual accedí con mucha alegría. Dentro de la política educativa, las reformas, planes de estudio y acuerdos educativos, se ha establecido en México que la articulación de la educación a la que todos tenemos derecho abarca cuatro periodos, tres niveles (inicial, básica y media) y doce años en total (en la actual reforma -2011-2016-) Uno de dichos niveles y para mí el más importante es

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preescolar, pues es aquí, donde un ser humano tiene contacto por primera vez con una institución formativa, donde se tiene la importante tarea de introducirlos al conocimiento formal, modificando sus esquemas, si es necesario, para convertir sus saberes previos o informales en conocimiento. En el caso de preescolar, mucho se ha comentado que la forma de aprender es mediante el juego simbólico, lo que quiere decir que hay que introducir cosas que viven en la cotidianidad de sus vidas para ir mostrándoles las peculiaridades del conocimiento formal. “A cualquier edad, los seres humanos construyen su conocimiento; es decir, hacen suyos saberes nuevos cuando los pueden relacionar con lo que ya sabían” (SEP, 2012). Nuevamente he decidido hacer hincapié en la importancia del trabajo de la educadora, pues es ella, quien debe crear un ambiente de aprendizaje agradable a la diversidad, pero que sea igual de productiva, aterrizando y adecuándose a las necesidades de los niños. Por lo que nuestro trabajo no se limita a la simple ‘transmisión del aprendizaje’, sino que es guía; escucha y atiende a sus alumnos, con la intención de conducirlos a su propio aprendizaje. “En los procesos de enseñanza aprendizaje, cobra gran relevancia promover ambientes e interacciones de confianza y bienestar que permitan a los alumnos encontrar el gusto y la satisfacción por aprender” (Guía para la educadora Primer grado, 2011 –SEP-). Cabe recalcar que, ningún niño es igual, por lo que la diversidad de grupo es siempre impredecible, lo que significa que lo que puede necesitar un grupo o lo que funciona para que ellos aprendan, nunca se da de igual manera para todos. Aquí es donde tienen cabida los estilos de aprendizaje y las inteligencias múltiples, y la imperiosa necesidad de utilizar siempre todos los estilos y atendiendo a todas las inteligencias, pues la rutina termina aburriendo a todo ser humano, por lo que sorprenderlos, es la mejor manera de enseñar. “El docente juega un papel relevante en la creación de un ambiente en donde cada uno de los alumnos se sienta incluido y aceptado. El manejo de las diferencias es un reto que el docente enfrenta, y es importante que esté atento y trate de reconocer las posibilidades de cada niño o niña, para propiciar la inclusión desde el aula” (Guía para la educadora Tercer grado, 2010, -SEP-).

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Conclusión Soy de quienes creen que la vida se trata de elecciones, elecciones que van de lo particular al todo, ese todo que tenemos en común: la vida en sociedad. He elegido mi carrera con el corazón, pues así planeo formarme y, en un futuro no muy lejano desempeñarme, pues el amor es un elemento indispensable para que cualquier cambio pueda existir, un elemento tan vital como respirar, más ahora donde nadie sabe qué te depara el mañana, en un país con cimientos de gelatina, donde la vida se siente robada, donde somos esclavos de nuestras malas decisiones. Enseñar, una palabra que a pesar de ser corta, encierra demasiado. La necesidad de formarnos en competencias, para poder ser la clase de educadoras que el país tanto necesita, la clase de educadoras que nuestros niños merecen, ese, es el tipo de formación que quiero adquirir, por lo que no me interesa lo que la gente que desconoce este campo pueda pensar, y no me importa tener que cantar, tirarme en el piso, ensuciarme, o adoptar diferentes personajes, pues podrá no tener sentido para los demás, pero para los niños, es la manera de aprender, así, espontáneamente y sin previo aviso. Estoy consciente que encontrar las estrategias necesarias para atender correctamente a eso que ellos requieren, es un proceso que depende sobre todo de mí, y es algo contra lo que lucho día a día, todo con la intención de encontrar el modo adecuado de darles lo que ellos merecen y permitirles alcanzar el desarrollo de su máximo potencial. Como afirma Jiménez (2007), la jornada de trabajo observada desde sus aspiraciones, el alcanzar la meta y el terminar la carrera, jerarquizan propósitos e intencionalidades. Mi primera experiencia docente, me hizo quitarme esa venda que rodeaba mis ojos, las cosas que presencié estando ahí me llenaron de indignación, un pasajero sentimiento de impotencia, que después se convirtió en coraje, sí, coraje para ser el tipo de docente que la sociedad tanto necesita y para pelear por el cambio hasta el último eco de mi alma, pues ahora sé que si soy lo bastante fuerte e inteligente, puedo vivir para reconstruir algo de lo que hemos perdido, y como los cambios necesitan contagiar a más gente, pongo mi esperanza en quienes aún tienen sueños como yo; los niños.

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Anexos

Bibliografía:

Ávalos L., María Elena, “Competencias en preescolar; Guía práctica de la educadora”, México, Trillas, 2011, 175. Chan, M. E. (2001). Objetos de Aprendizaje: una herramienta para la innovación educativa. Estados Unidos. Espeleta, J. y Furlán, A. (comps.) (2004). La gestión pedagógica de la escuela. México: Ediciones unesco. Fernández, E. M. (1995). La profesión docente y la comunidad escolar. Crónica de un desencuentro. Madrid: Morata, pp. 108-178. Santos, M. Á. (2000). La escuela que aprende. Málaga: Ediciones Morata. Secretaría de Educación Pública. (2011). Programa de estudio 2011. Guía para la educadora. Educación básica. Preescolar. México: SEP. Secretaría de Educación Pública. (2011). Programa de estudio 2011. Guía para la educadora Primer grado. Educación básica. Preescolar. México: SEP. Secretaría de Educación Pública. (2010). Programa de estudio 2010-2011. Guía para la educadora Tercer grado. Educación básica. Preescolar. México: SEP. SEDUZAC. “Programas de desarrollo social/afectivo para alumnos con problemas de conducta”, México, Gobierno federal, sin año, 245.

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