SEVILLA nuestra
2018 Año Jubilar
Todo es de color, y en el
El monumento de la Inmaculada Concepción que ha cumplido este año su centenario será testigo de la despedida de dos grandes personas: José Luis García Palacios, Presidente de la Fundación Caja Rural del Sur y Mon Rodríguez de la Borbolla, cofrade y articulista de esta revista. Nuestro más sentido pésame a sus familiares y allegados. Descansen en paz.
puente, la Rosa más bella
Manu Gรณmez
puente, la Rosa mรกs bella
Sumario Saludas y artículos:
Homilía del Sr. Arzobispo de Sevilla. DC Aniversario de la Hermandad de la Esperanza de Triana. Esperanza. Susana Díaz Pacheco. Pdta. de la Junta de Andalucía. Saluda. D. Juan Espadas Cejas. Alcalde de Sevilla. La Gracia inagotable de la Esperanza. Alfonso de JuliosCampuzano. Hermano Mayor Hdad. Esperanza de Triana. El Cristo de las Tres Caídas desde muy cerca. Julio Vera La Triana que vio nacer a la Esperanza. Amparo Rodríguez Babío Confraternización de las cuadillas de las Hermandades de la Esperanza de Triana y de la Macarena. Paco Eguía Padilla. Soleá dame la mano. Alejandro Ollero La Virgen de los ceramistas y los mareantes. Ignacio Sánchez Rico Los Hermanos Mayores del Siglo XX y XXI Los días de la Esperanza. La Coronación. Juan Antonio Rodríguez Vicente
Reportajes: El Rosario de la Aurora. La salida extraordinaria a la S. I. C.
Seis Ciriales: D. José Sebastión y Bandarán. Una figura irrepetible. Adolfo Vela Rey Vicente Acosta. Aferrado a la Esperanza. Sergio Sopeña Carriazo Juan Borrero. El martillo que abrió camino. Alejandro Ollero Francisco Rodríguez Moreno “El Mudo de Triana”. La Casa Real. Su vinculación con la Hdad. Manuel Valencia González del Corral, Secretario segundo de la Esperanza de Triana Fernando Morillo. Eterno vestidor de la Esperaza. Francisco Javier Hernández Lucas El Baratillo y la Esperanza de Triana. Ignacio J. Perez Franco. Ex Hermano Mayor del Baratillo Resiliencia Cofradiera. Joaquin G. Moeckel Gil. Abogado, Medalla Pro Ecclesia et Pontifice Seis Siglos de Esperanza. Poema de Juan Manuel Labrador Jiménez Y la Catedral se llenó de Esperanza. Adolfo Vela Rey El encuentro de las dos Esperanzas. Tertulia. Centro de Apoyo infantil Esperanza de Triana. Reyes Relinque Medina. Psicopedagoga del Centro y Miguel Ángel Jadraque Castellano. Director del Centro.
Director: Alejandro Ollero Con la colaboración especial de María José Giménez
Maquetación: Manuel Íñigo - manuelinigo.com - 3DSVQ.es
Mariano López Montes Manu Gómez Manuel J. Rodríguez Rechi Pedro Domínguez Benjumea Fran Grimaldi
Fran Grinaldi
Fotografías: Ángel Martín Antonio López Jorge Durán Rubio Marcos Rodríguez Rivera Pose´s Fotógrafos
Fotografía Portada: Manu Gómez
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Homilía del Sr. Arzobispo DC ANIVERSARIO DE LA HERMANDAD DE LA ESPERANZA DE TRIANA Misa votiva nº 30 de la Virgen Sevilla, Catedral, 3, XI, 2018
Comienzo mi homilía saludando a los hermanos sacerdotes, al señor alcalde y autoridades, al hermano mayor y miembros de la Junta de Gobierno de la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Sacramento y de la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María, del Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista. Saludo al señor Presidente del Consejo de Hermandades de la ciudad de Sevilla, a los hermanos mayores presentes y a todos vosotros cofrades y devotos de Ntra. Sra. de la Esperanza de Triana y del Señor de las tres Caídas.
En esta mañana, habéis venido a la Catedral a dar gracias a Dios en el aniversario de la fundación de vuestra Hermandad en el año 1418 en la real parroquia de Santa Ana. Desde entonces, más de veinte generaciones de cofrades y miles y miles de devotos os habéis postrado ante la Señora para referirle vuestras penas y dolores, vuestras dificultades, alegrías y gozos, encomendándole a vuestros hijos, a vuestros enfermos y ancianos y todas vuestras necesidades materiales y espirituales, encontrando siempre en Santísima Virgen una mirada llena de dulzura y bálsamo y medicina para vuestros sufrimientos. Es justo, pues, que en esta mañana demos gracias a Dios por las muchas dádivas que ha derramado sobre todos vosotros y sobre vuestras familias en estos DC años de dones y bendiciones. ●
Vuestra peregrinación a la catedral debe ser un acontecimiento de gracia para vuestra Hermandad. Lo será si, además de la rememoración de un suceso histórico glorioso, que a todos los llena de alegría, tiene también un marcado carácter espiritual, que propicie la conversión de todos nosotros. La conversión debe ser el argumento central de esta conmemoración, que ha de incluir una llamada vibrante a la renovación de la vida cristiana de sus miembros. El papa Francisco nos ha repetido sin cesar en estos años que él busca la reforma de las estructuras de la Iglesia, uno de los objetivos importantes de su pontificado, pero que el objetivo último es la reforma, la conversión de nuestros corazones, la conversión de cada uno de nosotros los cristianos, para abandonar los miedos que nos paralizan y la tibieza que nos impide salir de la mediocridad con el corazón repleto de esperanza, de misericordia, de fidelidad y de ardor apostólico. ●
● El fin último de vuestra peregrinación a la catedral, madre y cabeza de todas las iglesias de la Archidiócesis,
debe ser el encuentro con Jesucristo, que trasforma nuestra vida, le da un nuevo sentido, una esperanza renovada, una alegría recrecida y rebosante y una sorprendente plenitud. Es la experiencia de los apóstoles, de Pablo, de la Samaritana, de Zaqueo, del Buen Ladrón, de los santos y de los millones de hombres y mujeres, que a lo largo de la historia de la Iglesia se han encontrado con Jesús, pues como nos dice el papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, “la alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.
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Marcos Rodríguez Rivera
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● La peregrinación de vuestra Hermandad a la Catedral es una invitación a todos los cofrades a salir de la frivolidad, la tibieza, la mediocridad, el aburguesamiento espiritual y las apariencias inanes, y a restaurar la soberanía de Dios en vuestras vidas, porque admitir la primacía de Dios es plenitud de sentido y de alegría para la existencia humana, porque el hombre ha sido hecho para Dios y su corazón estará inquieto hasta que descanse en Él. Por ello, con san Pablo, queridos cofrades, os invito a dejaros reconciliar con Dios, que está siempre dispuesto, como en el caso del hijo pródigo, a acogernos, a recibirnos, a abrazarnos y a restaurar en nosotros la condición filial.
La celebración de vuestros seiscientos años de historia debe constituir, queridos cofrades de la Esperanza de Triana, una verdadera Pascua, el paso del Señor junto a vosotros, a la vera de vuestra corporación, a la vera de vuestras vidas, para convertirlas, recrearlas y renovarlas. Que ninguno de vosotros echéis en saco roto la múltiple gracia de Dios que en este aniversario quiere derramarse a raudales sobre vosotros. Que todos le abráis con generosidad las puertas de vuestros corazones y de vuestras vidas. En su primera encíclica, Deus caritas est, el papa Benedicto nos encareció con mucha nitidez que el cristianismo no es primariamente un hecho cultural, ni un sistema ético, ni un sentimiento, ni un conjunto de tradiciones familiares por bellas que sean. El cristianismo es, ante todo, el encuentro con una persona, Jesucristo, hasta tal punto que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro… con una Persona [Jesucristo], que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (DCE 1). ●
En el momento presente, más que en épocas pasadas, la Iglesia en Sevilla necesita cofrades convertidos, cofrades espiritualmente vigorosos y conscientes del tesoro que poseen y de la misión que les incumbe; cofrades orantes y fervorosos, que viven en las cercanías del Señor, que aman a la Iglesia y viven la comunión con ella, con la parroquia, con los sacerdotes, con los obispos y con todos los que buscamos el Reino de Dios; cofrades que tienen corazón de apóstol, que no permiten que su fe se fosilice, cofrades que comparten con sus conciudadanos el tesoro de la fe que han recibido, cofrades que rezuman misericordia, que sirven a los pobres y de los que sufren y que aspiran seriamente a la santidad.
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Así nos lo han dicho insistentemente san Juan Pablo II, Benedicto XVI y el papa Francisco. Una Iglesia que quiera ser luz y sal, tiene que ser una Iglesia convertida, una Iglesia de santos. Que no os asuste esta palabra. El papa Francisco ha publicado hace unos meses la carta apostólica Gaudete et exsultate. En ella nos ha recordado la llamada universal a la santidad. Esta es la necesidad más urgente de la Iglesia en Occidente: contar con cristianos creíbles, gracias a un testimonio personal y comunitario de vida santa. En el año 2006, el papa Benedicto, en una audiencia a las confraternidades de Italia, el equivalente de nuestras Hermandades, os calificó como escuelas de vida cristiana y talleres de santidad. Este es un imperativo categórico para todos los que pertenecéis a una asociación pública de fieles erigida y aprobada por la Iglesia. Los cofrades no sois cristianos de segunda clase o de segundo nivel. También vosotros estáis llamados a la santidad y a la plenitud de la vida cristiana.
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● Esto es lo que vuestros sagrados titulares, queridos cofrades, esperan de vosotros en esta efeméride jubilar: que apuntéis a lo nuclear y decisivo en vuestra vida corporativa, en la que, si son importantes vuestros cultos, vuestra convivencia fraternal en la casa de Hermandad, vuestras estaciones de penitencia y vuestras largas procesiones, los tocados, los estrenos y la estética, que con tanta profusión destacan los medios de comunicación, lo es incomparablemente más vuestra vida cristiana honda, creyente, orante, fervorosa, fraterna, coherente y ejemplar. ● Que os ayude el auxilio maternal de la Santísima Virgen Esperanza nuestra. Ella es la medianera de todas las gracias necesarias para nuestra fidelidad y nuestra salvación, como nos han asegurado las lecturas que hemos proclamado; que ella, reina y madre de misericordia, como la invocamos en la Salve, nos ayude a todos a vencer en la batalla contra el mal y el pecado, y nos libere de la tibieza, las apariencias vacías, la mentira, la rutina, el desánimo, el cansancio y la desesperanza. Le pedimos que nos lleve de la mano al encuentro con el Señor, el primer valor que da sentido, y esperanza a nuestra vida. Así sea.
+ Juan José Asenjo Pelegrina Arzobispo de Sevilla
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Esperanza
Susana Díaz Pacheco. Presidenta de la Junta de Andalucía Un pueblo, en su caminar, no debe perder nunca ni su memoria ni la esperanza. La memoria nos recuerda el sendero recorrido no ya por cada uno de nosotros y nosotras, sino por todos, por los que protagonizamos nuestro tiempo y por quienes nos precedieron. La memoria apela al pasado que ha echado raíces hasta conformar, y explicar en buena medida, por qué somos como somos. La esperanza, por el contrario, se proyecta, desde la ilusión, hacia el futuro desde un presente incierto o que ansiamos mejor. La salida extraordinaria de Nuestra Señora de la Esperanza ha tenido su parte relevante de memoria, de camino seis veces centenario recorrido en torno a una devoción compartida de generación en generación, pero, ante todo y en honor a la advocación de la Señora de la calle Pureza, ha representado una explosión de esperanza, júbilo y pasión desbordante y, por ello, memorable. Más aún en unos momentos en los que nuestra sociedad rezuma visceralidad y tensión en demasiados frentes, no solo en el político, sino, y esto es más preocupante, en el social, lo que no trae nada bueno ni casa con la forma de ser de un pueblo afable, trabajador y solidario. Debemos recuperar la mesura, el diálogo, el respeto, la tolerancia, la solidaridad. Una sociedad que pierde sus valores extravía las referencias esenciales que han de regir en todo momento nuestra forma de ser y estar en el mundo. Tanto en el plano individual como colectivo. Por eso valoro especialmente la labor que realizan las Hermandades en nuestra tierra, que practican un activismo social rico en valores de esos que anudan y ayudan a que nuestra sociedad pueda responder mínimamente al apelativo de humanitaria que se le ha de requerir. Y esta efeméride vivida en el mes de noviembre en el corazón de Triana encierra, al margen de esa salida extraordinaria, un detalle que hace más grande si cabe a mi querida Hermandad de la Esperanza de Triana. Me refiero a su Acción Social, concretamente a la que concentra, desde hace una década, buena parte de la labor asistencial que realiza la Corporación: su Centro de Apoyo Infantil Esperanza de Triana. Como bien lo define su Hermano Mayor, “su tesoro asistencial”.
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Una iniciativa preciosa de lucha comunal para superar los trastornos que presentan nuestros niños y niñas, en la convicción, avalada además por los expertos, de que cuanto antes se aborden, más posibilidades habrá de superarlos. Si, además de trato profesional, esos niños y niñas reciben ese cariño que hace hermandad, podemos estar bien seguros de que la Esperanza nunca les faltará ni les fallará, ni a ellos ni a sus familias. Como saben, soy trianera y ejerzo como tal, a mucha honra. Resido en Triana y siempre llevo su buen nombre donde quiera que vaya, como el de Sevilla y el de toda Andalucía. Porque en ellas radican mi pasado en forma de niñez y adolescencia, mi presente en familia y espero que, también, mi futuro, mi esperanza. Pude palpar y apreciar por mí misma el enorme efecto balsámico que deparó la apoteósica salida extraordinaria de la Esperanza. Lo vi en la cara de mis convecinos, en la de quienes habían viajado desde otras zonas de la ciudad o incluso desde sus pueblos o ciudades para acompañarla. Pero permítanme que me comparta con ustedes la inmensa satisfacción que me produjo ver reflejada la Esperanza en los ojos de mi hijo. Un niño trianero que crece aprendiendo a respetar las tradiciones de sus mayores y al que le pudo la emoción cuando fue testigo, como tantos, de esa cascada de pasiones desatadas en forma de salvas de cohete, de guirnaldas, de vítores a la Esperanza. En su memoria, todavía está por colmar de tantas experiencias, empieza a sedimentar el peso de los valores, de los principios, de las emociones que le ayudarán a ser persona, moldeándolo hasta iniciar su propio camino. Hoy sé mejor que nunca que en su interior, como en el de tantos que nos rodean, habita la esperanza, la esperanza en un mundo mejor, más solidario e igualitario. Como sé que el día de mañana tratará de hacer lo posible para que esa esperanza se convierta en realidad en la parte que de él dependa. Una meta por la que merecen muchísimo la pena todos los esfuerzos. Gracias a mi queridísima Hermandad de la Esperanza de Triana y a esta edición, que quedará ya para los anales, de la Revista ‘Sevilla Nuestra’, por brindarme la oportunidad de dirigirme a quienes, como la que escribe, han hecho de la esperanza, tanto en mayúsculas como en minúsculas, su faro y su guía.
Sevilla Nuestra 600 Años de Esperanza
Susana Díaz Pacheco Presidenta de la Junta de Andalucía
Antonio Lรณpez
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Saluda
Juan Espadas. Alcalde de Sevilla La revista Sevilla Nuestra vuelve a editar un número histórico para la hemeroteca de la ciudad. En esta ocasión, como ha venido haciendo en algunos de los acontecimientos importantes de nuestras Hermandades, ha decidido dedicar un número extraordinario a los actos conmemorativos del 600 aniversario del origen de la Hermandad de la Esperanza de Triana. Por ello, en primer lugar quiero agradecer a todas y cada una de las personas que componen este equipo la oportunidad que me brindan, invitándome a hacer propio este espacio para dirigirme a los lectores y, en segundo lugar, reconocerle su entrega para con Sevilla. Esta última salida extraordinaria de la Hermandad de la Esperanza de Triana se ha convertido en un hito histórico para la Corporación y para la ciudad, que vivió momentos únicos y multitudinarios en una procesión seguida por miles de personas venidas de diversos puntos de España. Esto ha supuesto un gran impacto para la ciudad, y no solo para la Sevilla cofrade, sino para todos y cada uno de los visitantes que quisieron acercarse el pasado mes de noviembre hasta Sevilla. Personalmente guardo con especial recuerdo el traslado de ida hacia la Catedral el pasado día 1 de noviembre. Aquella tarde, sin lugar a dudas, se vivieron momentos muy emotivos a las puertas del Ayuntamiento, la casa de todos los sevillanos. La Hermandad de la Esperanza de Triana ha protagonizado unas de esas procesiones extraordinarias que los sevillanos tardaremos en olvidar y los diversos balances de los servicios municipales han sabido dar buena cuenta de ello. Desde aquí, mi reconocimiento a todos los trabajadores públicos que con su labor han contribuido a hacer de esta salida extraordinaria un recuerdo perfecto y por supuesto, a la Hermandad por su colaboración y ejemplar comportamiento, cumpliendo en todo momento con lo que se les ha solicitado. Llegados a este punto, ya solo me queda felicitar a los sevillanos por su comportamiento y saber estar cuando la multitud toma la calle. Y a la Hermandad. A los hermanos que formaron parte del cortejo y a los otros miles que decidieron acompañarla dando muestra de una fe y devoción incomparables, contribuyendo de esa forma a que Sevilla se convirtiese en un escenario permanente de Esperanza.
Antonio Martín
Juan Espadas Cejas Alcalde de Sevilla
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La gracia inagotable de la Esperanza Concluye en estos primeros días de diciembre un año que quedará en la memoria colectiva de la ciudad. Y que será recordado en el seno de la Hermandad como una oportunidad memorable de transmitir el amor y la devoción a Nuestra Señora de la Esperanza. Desde que el 2 de diciembre de 2017, el Excmo. Sr. Arzobispo abriera la puerta santa de la Capilla de los Marineros y comenzara la celebración del Año Jubilar que la Santa Sede concedió a la Hermandad para celebrar el sexto centenario fundacional, han sido miles las personas que han peregrinado ante las plantas de la Santísima Virgen de la Esperanza para depositar su oración y lucrar la indulgencia plenaria: instituciones, hermandades, parroquias, asociaciones, venidas de Sevilla, de la provincia, del resto de Andalucía o de fuera de nuestra comunidad que han venido a ofrecer a la Esperanza su plegaria, compartiendo con nosotros el gozo de esta celebración. Culmina ahora un año que nos ha deparado vivencias inenarrables en torno a la Santísima Virgen de la Esperanza y que nos deja un caudal copioso de gracias y de bendiciones. Hemos vivido con alegría la conmemoración de esta historia de amor y devoción seis veces centenaria: un año de conversión y de gracia para renovarnos como corporación y abundar en las raíces de nuestro compromiso como hermanos de la Esperanza y miembros de la Iglesia, para reafirmar nuestra vocación y tomar nuevo impulso como testigos de la Esperanza: Jesucristo, camino, verdad y vida. Es momento ahora para rememorar cuanto hemos tenido la ocasión de vivir gracias a esta conmemoración y para dar gracias a la Santísima Virgen por lo mucho que nos concede cada día, por nosotros y por los que nos precedieron, por aquellos que nos transmitieron este legado de fe, de devoción y de amor. “No podemos vivir sin Esperanza” dijo San Juan Pablo II en la ciudad de Los Ángeles durante su visita apostólica a los Estados Unidos de América. “La Esperanza viene de Dios, de nuestra Fe. Y sin Fe en Dios no puede haber una Esperanza duradera, auténtica.” En este año que, prácticamente, acabamos de terminar, se han vuelto a hacer realidad las palabras del Santo Padre. La Hermandad que me honro en presidir como Hermano Mayor, ha tenido la dicha de celebrar seis siglos de existencia, y lo ha hecho dando testimonio de Esperanza. Un Año Jubilar es un año de conversión y de gracia, una ocasión para celebrar la alegría de la fe, conmemorando un acontecimiento extraordinario. Y todo cuanto se ha hecho durante este año ha tenido esa impronta de lo extraordinario: las peregrinaciones, los cultos, el Rosario de la Aurora, la Misa Estacional de Acción de Gracias en la Catedral, y las procesiones de ida y de regreso al templo metropolitano. Una auténtica explosión de fervor a la Santísima Virgen que ha evidenciado que su devoción no conoce fronteras y que su poder de convocatoria resulta verdaderamente incalculable. La grandeza de la Esperanza, sin embargo, no está en el número, sino en lo que Ella hace de sus hijos y en lo que sus hijos hacemos gracias a Ella, en nuestras vidas, dando testimonio del Señor. El esmero con que las distintas peregrinaciones, más de trescientas han pasado por la Capilla de los Marineros además de las miles individuales que se han realizado, habían preparado la ceremonia eucarística; la actitud de Fe y de pertenencia; el anunciar, una y otra vez, que Cristo vive, que está presente entre nosotros y que, siguiendo el ejemplo apostólico, somos Testigos suyos, de su Evangelio... Ha sido tal la demostración de Fe y de Esperanza que no podemos sino volver los ojos a Dios, Nuestro Señor, por tantas gracias que nos ha regalado.
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Sevilla Nuestra 600 Años de Esperanza
Fran Grinaldi
La Esperanza nos salva, al menos así nos lo indicó el Santo Padre Benedicto en su encíclica del mismo nombre; y la obligación que entendimos nos correspondía en este año de júbilo y de gozo, era llevar Esperanza a los que más la necesitaban. A quienes, por su circunstancia personal, por tantas heridas físicas, requerían de la presencia misericordiosa y maternal de la Santísima Virgen. Concluyo expresando la gratitud de la Hermandad a la Revista Sevilla Nuestra, que ha querido dedicar este número especial que ahora tenemos en nuestras manos a los actos extraordinarios que hemos celebrado. Gratitud que debe expresar muy vivamente al Excmo. Sr. Arzobispo de Sevilla, que autorizó la programación de actos que hemos llevado a cabo; al Excmo. Cabildo Catedral por su disponibilidad, colaboración y eficacia en la gestión y organización de la estancia de la Santísima Virgen en la Catedral; a las autoridades municipales y, específicamente, al Centro de Coordinación Operativa del Ayuntamiento de Sevilla, por el operativo dispuesto en los multitudinarios traslados de Nuestra Señora de la Esperanza. A todos los hermanos de la hermandad que, con su esfuerzo, hicieron posible que ese año extraordinario resultara, en realidad, un año verdaderamente excepcional en frutos espirituales. Y a cuantos devotos venidos de diferentes lugares, dejaron sobre el regazo de Nuestra Señora de la Esperanza el testimonio cristalino de su devoción auténtica. Sevilla Nuestra 600 Años de Esperanza
Alfonso de Julios-Campuzano Hermano Mayor
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La TRIANA que vio nacer a la
ESPERANZA En 1418 reinaba en Castilla el rey Don Juan II, ocupaba la sede hispalense el Arzobispo Don Diego de Anaya y Maldonado, y regía la Iglesia Universal el Papa Martín V, cuando en Triana, la guarda y collación de Sevilla, nacía la devoción a Nuestra Señora de la Esperanza. En la parroquia de Santa Ana, aquella que levantara el rey sabio Alfonso X como imponente ex - voto por su curación milagrosa, se reunían los devotos de Santa María de la Esperanza, la Virgen de la Expectación. Arraigada fiesta litúrgica establecida en el año 656 por el X Concilio de Toledo, venía a significar la gozosa espera de la venida del Salvador. Y desde aquellos tiempos remotos, celebraban los cristianos esta fecha señalada en el calendario de la devoción mariana, dejando en parroquias y conventos memorias de misas cantadas y rezadas en este día. El caminante que en aquellos días cruzaba el inestable puente de barcas que unía las dos orillas del Guadalquivir, veía destacarse ante sus ojos dos moles inmensas en la parte trianera de la ciudad: la Real Parroquia de Señora Santa Ana a un lado, y el castillo de San Jorge al otro. Y mucho más bajas, rodeando el santo templo consagrado a la Abuela de Dios, alineados en torno Vista de Triana y Sevilla. Tabla de las Santas Justa y Rufina a la llamada calle Larga; el caserío, los hornos de del Maestro de Moguer. Parroquia de Santa Ana” cerámica, y más al fondo, el ancho campo de la Vega de Triana. Por el lado del castillo, siguiendo la otra vía principal del barrio, más casas, y más tierras de labranza, olivares y viñas. No en vano, había otorgado el rey Alfonso X esta amplia franja junto al río, al concejo de Sevilla, contando según dicen las crónicas con “cinco mil pies de olivar”. El castillo estaba rodeado todavía en esta época de un foso amurallado y salpicado de torres, denominado “cava” que daría nombre a una parte de la collación. En tiempos de los moros, estaba unido por cadenas un puente de barcas. Desde bien temprano estuvo al cargo de un alcaide nombrado por el rey, y habitaba una pequeña guarnición. En su interior existió una capilla, llamada de San Jorge, germen de la parroquia, donde acudía la población (todavía escasa) al culto dominical. Continua en pag. 14
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Antonio Lรณpez
La TRIANA que vio nacer a la
ESPERANZA Viene de pag. 12
Debía ser pequeña e incómoda, no bastando a dar servicio al pueblo allí establecido, por eso al suceder el milagroso suceso de la curación del rey Sabio, se construyó el templo votivo de Santa Ana en Triana. Años más tarde, concretamente en 1481, los Reyes Católicos establecerían en el castillo el tribunal de la Santa Inquisición. Todavía no se habían asentado en la collación las órdenes religiosas de los mínimos, dominicos y carmelitas; que levantarían hermosos templos y conventos, algunos desaparecidos en el transcurso de los siglos por diferentes avatares. Pero ¿cómo era la iglesia de Santa Ana en 1418? En líneas generales, en sus perfiles y volúmenes tal y como la conocemos ahora. Desde el exterior la parroquia tenía algo de fortaleza, sirviendo su azotea de atalaya de vigilancia en casos de necesidad, e incluso, pudiéndose situar allí una guarnición de defensa. Por la cabecera, destacaba el esplendoroso ábside gótico, cuyas ventanas -según costumbre del momento- estarían cubiertas de alabastro. Algo más cambiado está el interior. En 1418 no existía aún el hermoso altar mayor que más de un siglo después pintaría Pedro de Campaña. Podemos imaginar que en un sencillo altar, quizás con un dosel, se encontrarían las imágenes titulares de la parroquia, el maravilloso grupo de Santa Ana y la Virgen, pertenecientes al llamado grupo de tallas “fernandinas”. En los laterales, altares la mayoría con tablas pintadas, y poca labor de escultura. Seguramente muchos de ellos estarían a cargo de las familias cuyos difuntos los habían dotado. Y quizás en alguno de ellos, se encontraba la primitiva imagen de Santa María de la Esperanza. Bien pintada, o bien tallada, debemos imaginarla como una imagen de la Virgen con el Niño. Si pintada, debía serlo sobre tabla, con los vivos colores adornados con pan de oro, tan gratos al arte gótico. Si tallada, no debía ser muy grande, presentando la encantadora sonrisa y pliegues en sus ropajes de otras imágenes marianas contemporáneas. Desconocemos si esta imagen primigenia ya estaba en la parroquia cuando se comenzaron a reunir los devotos de la Esperanza, o fue traída al templo por ellos. El caso es que ya desde entonces su belleza cautivaba a los trianeros. Y, al igual que hoy sucede, el grupo se fue ampliando, y comenzaría a tributarle sus rezos; y quizás algunos más pudientes dieran limosnas para misas rezadas y cantadas. Y en el día de la Expectación, pórtico hermoso de la Natividad del Señor, se harían vísperas y función solemne cantando la capilla musical de la parroquia. Y así, cada día muchos eran los que antes de partir a sus labores cotidianas, entrarían a saludar a su Madre de la Esperanza. Se le presentaban los niños, se encomendaban las madres, se prometían los novios, se enterraba a sus devotos. Hay una hermosa pieza anónima datada en el siglo XV, conservada en el Cancionero de la Colombina, que muy bien pudieran haber entonado los devotos de Nuestra Esperanza a modo de salve y alabanza: “¡Ay Santa María, váleme Señora, Esperanza mía! Vos sois el lucero cuya luz nos guía, Esperanza mía. Vos sois la que amo, Vos sois la que quiero, Vos sois la que llamo, Vos sois la que espero, Esperanza mía”. Amparo Rodríguez Babío
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ACTOS organizados por la Hermandad Principales
con motivo del
AÑO JUBILAR El sábado dos de Diciembre del año 2017, el Exmo. Rvdmo. Sr. D. Juan José Asenjo Peregrina, Arzobispo metropolitano de Sevilla, presidió la apertura de la Puerta Santa de la Capilla de los Marineros, dando inicio al año Jubilar de la Esperanza; concedido de forma extraordinaria por la Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede con motivo del VI centenario fundacional de la Hermandad. Hemos querido dejar tres actos fuera de este artículo por el gran significado que tiene para la ciudad de Sevilla: El Rosario de la Aurora y la procesión tanto de ida como de vuelta a la S.I.C.
El veintiuno de Septiembre del presente año 2018, el Arzobispo de Bilbao Monseñor Iceta, dio una conferencia dentro del ciclo “El compromiso del cristiano en la vida familiar” iniciando el citado ciclo. El periodista Juan Miguel Vega fue el encargado de presentar a tan ilustre doctor y cirujano.
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El veintitrés de Septiembre del actual año se realizó la gran fiesta de la Esperanza en el Pabellón de la Navegación, contando con la participación de un elenco importante de artistas. La asistencia fue masiva y los beneficios fueron para el Centro Asistencial Esperanza de Triana. Posteriormente, el cuatro de Octubre tuvo lugar en el Teatro Lope de Vega una gala con motivo del VI Centenario de la fundación de la Hdad. de Nuestra Señora de la Esperanza, dirigida por el hermano José Antonio Rodríguez Benítez y la actuación de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, en esta gala se dio homenaje al compositor Manolo Garrido recientemente fallecido, autor entre otros de la letra de las sevillanas “Algo se muere en el alma” y la “Salve Marinera” a la Esperanza de Triana.
El diecinueve de Octubre en la sede de la Caja Rural se produjo una mesa redonda en la que participaron Jaime Mayor Oreja y Francisco Vázquez Vázquez sobre el tema «El compromiso del cristiano en la vida pública». Moderó la citada mesa Francisco Robles, periodista de ABC. En la imagen aparecen Alfonso de Julios, José Luis García Palacios, Francisco Vázquez, Francisco Robles, Jaime Mayor Oreja. El veintitrés de octubre, el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo Metropolitano de Sevilla, pronunció en la Capilla de los Marineros, la conferencia final del ciclo “El compromiso del cristiano en el siglo XXI”, ciclo realizado como formación del Año Jubilar de la Esperanza. Estuvo presentado por el periodista, Cristóbal Cervantes, hermano de la Hermandad. La conferencia se tituló “El compromiso del cristiano y el cofrade en la Acción Social”. Durante el año Jubilar fueron numerosas “peregrinaciones” de Hermandades, Asociaciones e Instituciones que acudieron a la Capilla de los Marineros para ganar el Julileo. Así lo hicieron también las cuadrillas de las Hermandades de la Esperanza de Triana y de la Macarena, teniendo posteriormente un acto de confraternidad. De esta reseña daremos debida cuenta en la página siguiente. Sevilla Nuestra 600 Años de Esperanza
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Confraternización de las cuadrillas de las Hermandades de la Esperanza de Triana y de la Macarena En Triana existe un lugar donde su corazón se hace esquina. Es el Bar Santa Ana, donde todos, tarde o temprano aparecen por allí para llenarse de vida. Por eso, no había sitio mejor donde rematar el pasado día 6 de Octubre la magnífica peregrinación y convivencia de las cuadrillas de costaleros de la Esperanza de Triana y Esperanza Macarena. Y puestos a mencionar lo que allí sucedió, lo de menos son las anécdotas o las historias que nos contamos. Primero, porque algunas no se pueden airear, y segundo, porque las Miguel Gómez Navarrete que sí se pueden, seguramente no sean del todo verdad. La gran verdad de ese día tiene mucho que ver con uno de los aciertos que la hermandad de la calle Pureza ha tenido con motivo de la celebración del Sexto Centenario de su Fundación. Y no es otro que el título general elegido para referirse a este acontecimiento: 600 años de ESPERANZA . Sin más. Solo ESPERANZA. En una Sevilla de dualidades, y en una sociedad empeñada en separarse, es de agradecer signos como ese, que invitan a la unión. Un título, al que no se añade más, propiciando claramente júbilo a todos los que piensan que la Esperanza, es el pilar principal de nuestras vidas. Unidos por la ESPERANZA. Las otras grandes verdades que se respiraban ese día a las puertas de Santa Ana no eran otras sino alegría y agradecimiento. Con bebencia en mano, un grupo de hombres, de almas cristianas, (de aquí y venidos de allí), conformaban una impresionante y única cuadrilla de corazones verdes sabedores que tienen la misión más bonita encomendada a un costalero: repartir ESPERANZA. Y eso, amigo, te da una satisfacción interna que se desborda y contagia al se ponga por delante. Pero no sólo costaleros. Allí no faltó casi nadie. Cuando hablo de cuadrilla me refiero desde capataces hasta los benditos aguaores. Esos aguaores que recogen en su jarrillo las lágrimas de alegría derramadas por la Virgen entre varales. Ese sábado se repartieron jarrillos llenos de “..gracias, hermano”. Tanto de los trianeros que respondían así a la asistencia masiva de los macarenos, como de los venidos desde el Arco que agradecían la generosidad y cariño que demostraron los de este lado del río. “...gracias, hermano”. Cada vez más, las hermandades transmiten un mensaje a los capataces: que procuren una comunión entre las cuadrillas de Cristo y Palio. Que se intente conformar un solo grupo de costal; el de la hermandad. Sin fronteras entre los “grandes” y “chicos”. Algunas tienen esos deberes hechos, y otras están en el intento. Lo que es evidente es que situaciones como las del pasado 6 de Octubre demuestran que algunos , obedientes al mandato, están en el buen camino. Paco Eguía Padilla. Hmno nº 125 Esperanza de Triana
“SOLEÁ dame la MANO” Una gran marcha llena de historia
El pasado año se cumplieron cien de la composición de la marcha “Soleá dame la mano”. Fue estrenada en concierto en el asilo de San Fernando, y poco después en la Semana Santa, en la cofradía de La Amargura, a su paso por La Alameda, hecho que tomó debida cuenta dicha cofradía, este año pasado, repitiendo la escena de cien años atrás en el mismo lugar. Esta marcha estuvo inspirada en la saeta cantada por un preso a la Esperanza de Triana. “Soledad dame la mano, por las rejas de la cárcel, que tengo muchos hermanos, huérfanos de padre y madre”. Estos versos, posiblemente aprendidos durante la infancia de este preso, que aun nombrando a la Soledad (presumiblemente advocación de la Virgen del lugar de origen de dicho reo) y dedicados en esa ocasión, sin lugar a dudas a la Esperanza de Triana, fueron la inspiración de tan magistral obra. Uno de los grandes valedores de esta marcha, es el Director de La Banda Municipal de Sevilla, Francisco Javier Gutiérrez Juan, el cual, precisamente hace pocos días, en la presentación de los actos que se llevarán a cabo el próximo año, por el centenario de la marcha Amarguras, consideraba ambas marchas, a la misma o superior altura que composiciones del mismo tipo de Beethoven y Mozart, valorando además la dificultad añadida de ser composiciones que, la mayoría de las veces, son interpretadas andando. Paco Eguía La marcha Soleá dame la Mano, fue también piropeada por el compositor Stravinski, el cual, en 1921, estando viendo la cofradía de San Bernardo y posando sus ojos en la Virgen del Refugio, pronunció la ya conocida frase: “¿Estoy escuchando lo que veo, y viendo lo que escucho?”, estando la marcha recién registrada y estrenada. Me gustaría sumergirme en el túnel del tiempo e imaginar una mañana de Viernes Santo en la calle de la Cárcel del Pópulo, para ello, me voy a apoyar en unas declaraciones de Rogelio Gómez, alma mater de Casa Trifón (La Flor del Toranzo), que el periodista Alberto García Reyes plasma en un excelente artículo en el diario ABC, narrando una anécdota de su padre D. Triunfo Venancio Gómez, el cual, en sus comienzos consiguió colocarse en “El Reloj”, tienda de ultramarinos. Aquella mañana de viernes a Venancio le tocó servir un pedido en la calle Reyes Católicos, con el desacierto, por su parte, de incluir en su itinerario la calle de la Cárcel del Pópulo. “Era tal la dimensión de la bulla que allí se encontraba, que el bueno de Venancio tuvo que colocar el canasto de reparto, de importantes dimensiones, sobre su cabeza, con el consiguiente enojo de la muchedumbre a la que dificultaba la visión de tan maravillosa escena, recibiendo multitud de improperios por parte de la misma marea humana que lo mantenía a la deriva. Venancio jamás olvidó las saetas de los presos de detrás de las rejas, que quedaron grabadas en su alma para siempre”. Realmente, la calle de la Cárcel del Pópulo, según descripciones, se convertía en una amalgama de nazarenos, músicos, guardias civiles, de niños y no tan niños, trepando por las ventanas, para no perderse tan especial momento, todo ello motivado por las saetas que los presos dedicaban a la Esperanza de Triana a su paso. Todo lo expuesto inspiró a Manuel Font de Anta esta colosal marcha, “Soleá dame la mano”. Alejandro Ollero
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Sevilla Nuestra 600 Años de Esperanza
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La Virgen de los
CERAMISTAS y los
MAREANTES “Oh Virgen de la Esperanza, novia de los marineros, yo sé que nada se alcanza sin el campo y los obreros. Antes de entrar en Triana, quiero que mires el sol que ya sube en la mañana”. Rafael Alberti, 1978 Desde sus orígenes, allá por el siglo XV, la mayoría de los hermanos que componían la Hermandad de la Esperanza, por su localización en el barrio de Triana, ejercían profesiones vinculadas con los oficios de la mar y el trabajo de sus barros. La cerámica del arrabal es célebre desde tiempo ancestral, encontrando su cenit artístico a finales del XVI. Así las primeras crónicas hablan de que el gremio de los ceramistas estaba vinculado a la Cofradía, de hecho, en el primer documento en el que se cita la advocación de la Esperanza en la ciudad de la Giralda, la sitúa en la parroquia de Santa Ana en Triana. Aquí el clérigo Gonzalo de Herrera instituye una capellanía ante el altar de la Virgen en 1520, siendo el fundador, hijo de un próspero ceramista trianero devoto de esta advocación. La antiquísima relación de Sevilla con la navegación debido a su privilegiada situación como puerto interior, se verá reforzada a partir de 1492 cuando la ciudad y su río se hagan con el monopolio del comercio americano y se convierta en Puerto y Puerta de Indias. Esta hegemonía económica, provoca la afluencia a la ciudad de mucha gente relacionada con los oficios de la mar, que se asentaran en el barrio del Arenal y en el de Triana, por ser los más cercanos al puerto, circunstancia que acabará repercutiendo en la nómina de la trianera hermandad de la Esperanza. Por una cláusula del testamento de 1565 del polvorista trianero Juan Vidal, conocemos que la corporación ya radicaba en el convento del Espíritu Santo, situado en la calle Betis, con el tiempo esta institución empezó a servir como punto de embarque para los clérigos que iban a Indias. En este momento la cofradía va incorporando como hermanos a los marineros que hasta allí se acercaban, muchos procedentes de Sanlúcar, ya que en 1577, la Virgen se advocó como Ntra. Sra. de Bonanza, volviendo en 1579 al habitual de Esperanza. Francisco de Sigüenza en su célebre manuscrito sobre la traslación de los cuerpos reales a la Capilla Real en 1579, detalla que las tres hermandades trianeras que concurren a la procesión estaban compuestas por gentes de la mar “…de quien en Triana hay tanta vecindad…” ocupando la Esperanza el puesto más antiguo entre estas. A mediados del XVI, ya se había producido la fusión de una corporación de pescadores que veneraban a San Juan Evangelista con la de la Esperanza, a la que se le aprueban reglas en 1595, datos que corroboran la masa social de marinos que conformaban la Hermandad en el último tercio del siglo XVI. Continua en pag. 24
La Virgen de los
CERAMISTAS y los
MAREANTES Viene de pag. 22
Suceso mezcla de leyenda y realidad, será el que se produce en 1719, cuando el hermano Cándido Lupiañez, embarca en la Nao María de Begoña en dirección a las Antillas, portando una tabla con la efigie de Nuestra Señora de la Esperanza. El infortunio hizo que naufragaran y solo se salvase el grumete Manuel Gómez Vestilla, que rescató la pintura, llevándola hasta la aldea de Coxecorcume, donde la Virgen recibió culto por primera vez en América. Este vínculo fue creciendo durante el siglo XVII, para diluirse a mitad del XVIII, debido al traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz, pero su recuerdo permaneció vivo, ya que cuando se inaugura la capilla en 1816, esta se va a conocer como la de los Marineros. A día de hoy aún se mantiene muy viva la especial relación de la Marina española con la hermandad, ocupando sus altos mandos la antepresidencia de la cofradía y que durante muchos años vinieron sus fragatas a iluminar con sus reflectores el paso de la cofradía por el puente de Triana. La llegada del siglo XX, trae nuevos bríos e impulsos, Sevilla en el primer tercio de siglo, se está preparando para vivir los fastos de la Exposición Iberoamericana de 1929, la ciudad se mira en sus propios espejos y se deja envolver por el aura poderosa del regionalismo que la reinventa. La llegada al cargo de Hermano Mayor de la Esperanza de Manuel Rodríguez Alonso y de Tadeo Soler, será crucial. Ambos son industriales cerámicos, fundadores en 1905 de la fábrica trianera de Mensaque Rodríguez y Cía., bautizada en honor de la Virgen como Ntra. Sra. de la Esperanza. Estos van turnándose, rigiendo los destinos de la Corporación, desde 1908 hasta 1928, encontrando en la figura del ceramista José Recio del Rivero, un dibujante en el que depositar su confianza para que definiera un estilo novedoso, con una idiosincrasia propia para la Hermandad. Estilo que se va a plasmar en el paso de palio de la Virgen, convirtiendo la forja y la cerámica en símbolos parlantes de la tradición del marinero barrio de Triana, plasmados en la orfebrería y los bordados renacentistas que cobijan la nao que porta a la Esperanza. Ignacio Sánchez Rico Historiador
Con la colaboracion de:
Los Hermanos Mayores D. Manuel Alés Villa Sanz 1900-1908
D. Manuel Revuelta Campello 1936-1942
D. Manuel Rodríguez Alonso 1908-1912 y 1916-1920
D. José Olivares Tejera 1933-1936
D. Tadeo Soler 1912-1916 y 1920-1926
D. Francisco Flores Domínguez 1931-1933
D. Manuel Sánchez Murillo 1926-1929
D. Jacinto Flores García 1929-1931
del Siglo XX y XXI D. Francisco López Cantero 1942-1950
D. José Luis Campuzano Zamalloa 1971-1973
D. Enrique Pedrosa Barraca 1950-1951
D. Manuel Espinosa Durán 1951-1957
D. Manuel Bellido Angulo 1967-1971
D. Francisco Fernández Muñoz 1963-1967
D. Antonio García Corona 1957-1959
D. Antonio García Carranza 1959-1963
Los Hermanos Mayores del Siglo XX y XXI
D. Antonio Ordóñez Araujo 1973-1979
D. Vicente Acosta Domínguez 1979-1985
D. Alfonso de Julios 2012-actualidad
D. Adolfo Vela Rey 2006-2012
D. Luis Murillo Santos 1985-1991
D. Alfredo Álvarez Mensaque 1991-1997
D. Ramón León Costumero 2000-2006
D. José Manuel Campos López 1997-2000
Joyería El Toisón. Dónde las joyas que sueñas se hacen realidad ¿Nace o se hace el joyero? Es indudable que la formación del joyero es imprescindible para poder desempeñar el oficio de forma adecuada. En mi caso estudié joyero técnico especialista en orfebrería en el Consorcio Escuela de Córdoba, Florencia y Sevilla, lo que me ha permitido desarrollar mi vocación de joyero. Por lo que respondo afirmativamente a ambas cuestiones; el joyero nace y se hace. ¿El sector de la novia, ¿es uno de vuestros sectores más importantes? Así es, le ofrecemos diseños personalizados y también plasmamos sus ideas para sus tiaras, pendientes, broches y demás complementos. Para nosotros es un placer poder contribuir con las novias en ese día tan especial para ellas. Tu dedicación a la joyería sacra y la tradicional, ¿comenzó a la misma vez? Desde el principio, al estar muy vinculados a las tradiciones de nuestra tierra he realizado diversas piezas para las devociones que nos rodean, e incluso de lugares lejanos. Intentamos conjugar la joyería tradicional con la herencia de orfebrería y platería que hemos recibido como legado cultural. ¿Os sentís orgullosos que la Esperanza de Triana llevase dos broches diseñados y realizados por vuestra joyería? Indudablemente, muy orgullosos, aparte de la devoción que le profesamos a la Esperanza en esta casa, para nosotros también ha sido un orgullo contribuir de este modo a los importantes actos que se han celebrado en Sevilla por el VI centenario de la Esperanza de Triana. Ha sido además un honor que la Hermandad del Baratillo nos hiciera el encargo de su escudo de oro para la Esperanza con motivo del hermanamiento entre ambas corporaciones. ¿En qué os inspirasteis para lograr el broche de Santa Ana? En este caso la idea de que el protagonismo del broche fuera de Santa Ana es de la familia donante del mismo. Nosotros nos inspiramos fundamentalmente en la cerámica trianera (el óvalo principal que representa a la santa de Triana es de cerámica) y en el estilo regionalista que vertebra todo el conjunto del paso de la Esperanza de Triana. Es un diseño muy pensado, medido y estudiado para la Esperanza. ¿Qué significa el barroco para vuestros diseños? Un estilo fundamental en el que nos basamos. Aún así nos gusta inspirarnos en otros estilos tan personales como el art decó.
Joyería El Toisón...
Calle Javier Lasso de la Vega, 3 Teléfonos: 661782237 - 955180334
Joyería El Toisón @eltoisonsevilla @joyeriaeltoison
El Cristo de las
TRES CAÍDAS desde muy cerca Entrevista a
JULIO VERA ¿Cuándo te diste cuenta que podías ser músico? ¿Tuvo algo que ver la Hermandad de la Esperanza de Triana? Puedo decir que fue la primera gran decisión que tomé en mi vida, mis visitas a ver a los dos morenos de la calle Pureza, eran constantes y de siempre supe que mi devoción se encontraba en esa pequeña Capilla que guarda para mí lo más grande que existe en este mundo. Pertenecer a la banda de esta Hermandad fue el germen de mi amor y mi pasión hacia la música, es indudable. Por supuesto, yo nací en la calle Betis y mi infancia transcurrió en Rodrigo de Triana, y aunque la hermandad de mi familia por parte materna era la de Las Cigarreras, de la cual me hicieron hermano siendo muy pequeño y a la que he pertenecido muchísimos años, en mi adolescencia yo decidí hacerme hermano de la Esperanza de Triana. Entre ensayos, procesiones, cofradías y conciertos ¿has intentado calcular el número de días que has estado tocando? Jamás, nunca me ha dado por calcular cuánto tiempo le he dedicado a esta afición y al compromiso de pertenecer a una formación musical, lo que si te puedo decir es que es poco. Todo el tiempo que se le dedique a las escuelas de ciudadanías que representan las formaciones musicales, es poco. ¿Qué se siente viendo delante a tu Cristo Caído? A mí me transmite una paz inmensa, indescriptible, su belleza no oculta la transmisión que tienen su mirada, sus manos, su piel canela, su rodilla hincada para el perdón de todos los pecados. Me siento en paz conmigo mismo pudiéndole rezar, tocándole detrás o de cualquier manera. ¿Qué te gusta más, la noche de la Madrugá o la mañana del Viernes Santo? Me gusta mi Hermandad, da igual a la luz del día o de la noche. Me gusta que mis imágenes salgan a repartir ternura y esperanza. Tanto como se habla de que si el público de la noche es distinto al de la mañana, por supuesto que sí, pero todos vienen buscando respuestas y consuelo, qué más da la luz que haya, si Ellos lo alumbran todo.
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Además de tocar la música, la banda transmite sensaciones ¿sois conscientes de esa trasmisión? Somos conscientes de lo que representa la música que hacemos para el Señor, que nuestra música está hecha para sensibilizar y ser un camino más para el encuentro con Dios. No concebimos la música de otra manera. ¿Piensas seguir tocando mientras que tu Cristo de las Tres Caídas te de salud para acompañarlo? Por supuesto, además de ser mi afición, ha pasado a ser una necesidad de cumplimiento con mi devoción y de realización personal a la hora de transmitir los sentimientos que emanan de un músico cofrade y comprometido. ¿Qué marcha te queda por hacer? Tengo el propósito de seguir componiendo, algo que debido a la falta de tiempo, he tenido un poco olvidado, si te refieres a qué devoción irá dedicada, da igual, para mí, son oraciones y no la obligación de cumplir con una u otra Hermandad, no soy de esos, lo que hago lo hago de corazón y por supuesto convencido del compromiso que quiero transmitir. ¿Cómo se lleva la dualidad del sufrimiento de tu Cristo con la alegría que vais derramando? Mi Cristo padeció para el perdón de los pecados y todos redimidos debemos saber devolver tanto amor y no hay una mejor manera de hacerlo, que disfrutando y haciendo disfrutar, sin perder, por supuesto, el sentido de una estación de penitencia, ayudando con nuestra música a los pies del Señor y que éstos, a su vez, con su bendito andar costalero, nos hagan estremecer el corazón al ver al que tanto sufrió por redimir nuestros pecados.
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El Cristo de las
TRES CAÍDAS desde muy cerca Entrevista a
JULIO VERA Viene de pag. 30
¿Levantas tu cabeza para buscar al Cristo que te hizo músico? Cristo está en mi cabeza y en mi corazón, no hace falta buscarlo, lo llevo dentro, da igual su nombre, está siempre presente en cada acción de mi vida, en cada despertar, unos días son de Silencio Blanco o de la Salud, otros, de una Conversión imponente o de un Buen Fin en San Martín, de Cautivo en el barrio de barrios o de Cinco Llagas trinitarias, de Aguas benditas o de un Desamparado y Abandonado en el Cerro, de Cautivo en un Tiro de Línea y como no, de mi Moreno de piel canela que vive en el centro mismo de mi corazón. No necesito levantar la cabeza para saber quién reina en el mundo y cuanta falta hace en el corazón de todas las personas que buscan consuelo. ¿Existe el cansancio en ustedes? Por supuesto, pero como ya dije en su día, no conozco a nadie que se harte de gambas o de jamón, y para nosotros, nuestras cofradías, nuestras estaciones de penitencia, son un premio a un año entero de sacrificios y ésta es nuestra recompensa, una semana intensa de música y de fe. Hoy en día han surgido los llamados “frikis” de la música ¿te gustaría que estuvieran más orientados y que se dieran cuenta de que hay algo más que la propia música?
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Poco a poco van asimilando que es lo que hacemos y para quien lo hacemos, opino que tiene que haber respeto y ser nuestra obligación velar para que nunca se pierda el sentido de lo que hacemos. Somos conscientes que lo que hacemos es una manera más de atraer a las personas a nuestra fe cristiana. ¡Benditas sean por venir! En nosotros está el encauzar su camino una vez que han llegado. ¿Cómo se lleva haber sido general y ahora ser uno más con tu gente? Jamás deje de ser uno más con mi gente, lo que sí es que ahora, la responsabilidad la tengo compartida con muchos compañeros, pero no echo de menos lo que no he sido. Defíneme lo que son seiscientos años de Esperanza. Ante todo, pocos. La Esperanza hace tanta falta, que todo lo que sea derramar perdón, fe, consuelo, sosiego, humildad, se queda corto. En Triana es Reina, Madre y Capitana, es nuestra vida, es nuestra Esperanza, es misericordiosa, capitana clemente, dulcísima Esperanza, siempre Virgen María, luz que guía a Triana, madre de Dios y Santa y que, para abrir las puertas de estos seiscientos años, se llevó con Ella a su pregonero Manolo Garrido, para que entonase en el cielo la misma Salve que tan orgullosos rezamos en Triana. Julio Vera.
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Antonio Lรณpez
DÍAS de la ESPERANZA Los
La Coronación
Recordar aquellos días de junio de 1984, me provoca volver a la emoción de un tiempo inolvidable. Emoción que se ha disparado tras los días jubilares que acabamos de disfrutar y que tanto me han recordado los que gozamos hace ahora 35 años. Dirijo mis recuerdos, especialmente, a los más jóvenes, para que conozcan lo que Triana gozó aquellas fechas, desde la visión de quien tuvo la suerte de vivir muy de cerca de nuestra Virgen aquellos días. Recuerdo con especial emoción el momento de entrar en la Capilla y contemplar a la Virgen, sin corona, en su paso de palio. Aquella imagen representaba el anhelo y la ilusión de todo un barrio, de una ciudad y de todos los devotos que soñaban con ver coronada a la Esperanza. La misma que sigue viva en mis retinas cada vez que la veo en su paso y me traslada a aquel amanecer de gloria pontificia. La alegría de la mañana del viernes 1 de junio, como si de otro Jueves Santo se tratara, inundó la calle Pureza, engalanada acorde a la ocasión y recibiendo la visita de hermandades, autoridades y devotos que deseaban encontrarse con la Virgen. A mediodía, Don Manuel del Valle Arévalo subía al paso para prenderle la medalla de la ciudad. A las seis de la tarde, la voz de Juan Borrero mandaba levantar el paso para iniciar el traslado hacia la Catedral. Una muchedumbre, como la que estos días de noviembre ha vuelto a buscar a la Esperanza, la acompañó durante todo el recorrido. Fue especialmente emotivo el recibimiento que nos hizo la Hermandad del Baratillo -nunca un hermanamiento ha estado más justificado- cuya fachada había sido engalanada -la historia siempre se repite- para vivir lo que ya para siempre dejó escrito Florencio Quintero. Sobre las diez de la noche, la Virgen entraba en la Catedral por la puerta de San Miguel y, tras depositar un ramo de flores ante la Virgen de los Reyes, su paso era colocado delante de la puerta de Baptisterio donde sería montado el altar del culto para la Coronación. La mañana del dos de junio transcurrió con innumerables visitas de fieles a la Virgen en la Catedral, y hasta un hermano tuvo el privilegio de hacer su Primera Comunión delante del paso de nuestra Señora. Continua en pag. 36
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Catering
Alberto Mejías
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DÍAS de la ESPERANZA Los
La Coronación
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A las siete de la tarde comenzó el Pontifical. Monseñor Amigo durante su Homilía confirmó el motivo por el que Triana quería coronar a su Esperanza: “Esta corona está hecha de fe, de reconocimiento a María”, concluyendo la misma con el rezo de las Letanías donde imploró: ¡Esperanza nuestra, Reina de Triana, Reina de Sevilla, Reina de la Iglesia! El Vicario General, Don Antonio Domínguez Valverde, dio lectura a la Bula Pontificia firmada por Su Santidad Juan Pablo II y tras ser bendecida la corona por el Cardenal Bueno Monreal, el Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, la tomó en sus manos y procedió a coronar canónicamente a Nuestra Señora de la Esperanza. En ese momento los fieles que llenaban las naves catedralicias irrumpieron en una larga ovación que duró varios minutos, desbordándose la emoción que a todos embargaba tras hacerse realidad las ilusiones de tantos devotos de la Virgen que habían soñado con ese momento. A pesar de la intensa lluvia caída durante el Pontifical, la Junta de Gobierno decidió salir a la hora prevista, diez de la noche, para la vuelta a Triana. El paso de la Virgen fue recibido en el Ayuntamiento por la corporación municipal presidida por el Sr. Alcalde y delante de la Capilla de Montserrat, por las Hermandades de Montserrat y la Quinta Angustia. Ya de madrugada, Triana recibía a su Esperanza en lo alto del puente con una catarata de fuegos artificiales, ofrecimiento de la Asociación de comerciantes, y una oración luminosa que ha quedado ya como lema del barrio: “Triana con su Esperanza”. Amanecía en la puerta de la capilla de La Estrella y ya de día, en la confluencia de las calles Pagés del Corro y Evangelista, la hermandad del Rocío daba la bienvenida a nuestra Virgen ya Coronada. El paso llegó hasta la puerta del Convento de las Mínimas, madrinas de la coronación, que habían pasado la noche en vela, rezando por los frutos de esta efeméride histórica. Las monjas vieron a la Virgen a través de la celosía y recibieron, en la clausura del Convento, a la Junta de Gobierno de la hermandad. De aquellos momentos de intimidad, resaltaría la infinita alegría que embargaba a toda la comunidad por la Coronación canónica de nuestra Virgen. D. Juan Martín Pérez, acompañado de los feligreses, esperaba a la Virgen en la puerta centenaria de la Real Parroquia de Señora Santa Ana, entonándose la Salve Marinera en honor de nuestra Madre. Y a las diez de la mañana la Virgen entraba en la capilla. Doce horas de emociones y rezos. Doce horas que se hicieron cortas para los que tuvimos la suerte de acompañarla. Entonces, como hoy, como siempre, la Virgen salió al encuentro de los suyos. La Hermandad, unida en oración, ofreció un mensaje de Esperanza. Y Sevilla que lo supo entender, caminó junto a Ella en aquellos días inolvidables.
Juan Antonio Rodríguez Vicente Diputado Mayor de Gobierno en 1.984
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Don José
SEBASTIÁN Y BANDARÁN Una figura irrepetible
Era Don José un cura a la antigua usanza en la más amplia acepción de la palabra, y así lo conocimos los niños y jóvenes de los años cincuenta y sesenta. Los jóvenes de hoy podrían confundirlo, al verlo por la calle, con algún actor de cualquier rodaje callejero de época, o tal vez podrían pensar que iba a colocarse sobre un pedestal en la avenida, a modo de estatua, para conseguir algunas monedas. Nada más lejos de la realidad, pues D. José irradiaba señorío y respeto en cada gesto y en cada palabra que pronunciaba. Solía verse su alta y esbelta figura cerca de la Catedral, al término de los actos que, en su calidad de canónigo, le correspondían, de regreso a su casa, vistiendo su negra y larga sotana y llevando en su cabeza la clásica teja, el sombrero negro de los curas. Los niños, al verle, se le acercaban para besarle la mano y él, complacido, les dejaba hacer, poniendo de su parte una bendición y una palabra amable de cariño, acompañada a veces de algún “detallito”, estampa o caramelo. A pesar de su porte serio y, aparentemente, severo, era una persona amable y sumamente educada. Nacido en 1885, en pleno centro de Sevilla y bautizado en la Parroquia de la Magdalena, Don José estudió humanidades en el Instituto de San Isidoro y muy pronto sintió la llamada del Señor, ingresando en el Seminario en 1897, siendo ordenado presbítero en 1909. De padre sordomudo, el joven sacerdote se distinguió desde el principio por su elegante oratoria, por lo que fue muy solicitado para predicar en hermandades y congregaciones e instituciones religiosas; sólo en 1918 pudieron ser más de ciento cincuenta los sermones pronunciados, entre funciones matutinas y vespertinas. Muy ligado al mundo de las cofradías por sus predicaciones, ese año fue fundamental para la organización de la Semana Santa, recibiendo el encargo de constituir el “Tribunal de La Campana” que controlaría el inicio de la Carrera Oficial para todas las cofradías en su camino hacia la Catedral. Es sabida su dedicación a los necesitados, siendo muy bien recibido en las casas de vecinos donde moraban gran cantidad de ellos, quienes siempre le mostraban su agradecimiento y cariño. Don José se volcaba con los más pobres a los que prodigaba toda clase de atenciones materiales y espirituales. Profesor del Seminario, fueron muy destacados sus sermones durante la guerra civil en homenaje a los mártires, víctimas del odio y la sinrazón. Fue suspendido a Divinis por el Cardenal Segura sin que se supieran las causas de tan duro castigo que Don José sobrellevó con gran entereza y humildad. Con la llegada de Don José María Bueno Monreal a la sede diocesana recuperó su actividad pastoral plenamente. En nuestra Hermandad, Don José, aparte de Capellán y Director Espiritual, realizó muchas acciones que redundaron en la mejora de la espiritualidad y del patrimonio corporativo. Fueron constantes las predicaciones y actos encaminados a procurar la santidad que los cristianos debemos buscar como el fin más primordial y, por otra parte, se sabe que en 1939 intervino decisivamente en la compra por la Hermandad del inmueble que había sido Capilla de los Marineros hasta la desamortización de Mendizábal
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y cuya recuperación era un íntimo anhelo corporativo. Él mismo bendijo aquel inmueble tras las obras de acondicionamiento antes de su restitución al culto, momento que quedó recogido en fotos entrañables que todos recordamos. Igualmente intervino en la adquisición de enseres para la nueva Capilla de los Marineros, entre los que destaca el retablo del siglo XVIII, en muy mal estado de conservación, situado en una iglesia medio derrumbada propiedad de la Orden Mercedaria en Osuna, que el Cardenal Bueno Monreal adjudicó a nuestra Hermandad, fijando su precio. Cuentan una anécdota que no me resisto a relatar, aunque son numerosos los hermanos que la conocen: Don José, en su amor y devoción a la Santísima Virgen de la Esperanza, había expresado públicamente su deseo de ser enterrado en nuestra Capilla, a los pies de su Imagen bendita; un deseo que la Hermandad muy honrada no podía dejar de atender. La decisión era tan firme que, cuando en el inmueble de la calle Pureza se estaban realizando los trabajos de acondicionamiento para restablecer el Culto en la Capilla y acoger las Sagradas Imágenes y las dependencias de la Hermandad, se incluyó la realización de una sepultura justo delante de donde se situaría el altar de la Santísima Virgen de la Esperanza. Antes de empezar a excavar, Don José, que realizaba visitas frecuentes a las obras, les dijo a los trabajadores: - Tomad bien mis medidas, porque yo soy muy alto y no vaya a ser que no quepa el ataúd. Y para reafirmar sus indicaciones se tumbó en el suelo, justo en el lugar donde estaría situada su propia sepultura. El recordado Director Espiritual de la Hermandad expiró el 21 de noviembre de 1972. Como era hermano de la Santa Caridad, así como de otras muchas hermandades, sus restos mortales fueron trasladados a la institución fundada por el Venerable Miguel de Mañara y posteriormente inhumados en el Panteón de los Canónigos del Cementerio de San Fernando. Nuestra Hermandad nunca olvidó el deseo expreso de quien fuera gran benefactor y rendido devoto de la Virgen de la Esperanza y, pasados tres lustros, la Junta de Gobierno presidida por Luis Murillo acordó realizar los trámites necesarios para satisfacer el deseo de Don José. Por entonces, quien esto escribe desempeñaba el cargo de Secretario 1º en la citada Junta de Gobierno, por lo que puedo dar fe de las innumerables, y a veces engorrosas, gestiones, escritos, declaraciones, peticiones, certificados, etc. que hubieron de llevarse a cabo para que este anhelo de quien fuera Director Espiritual pudiera realizarse. El expediente alcanzó un tamaño muy considerable; pero había una cosa que ya estaba hecha: la sepultura de la Capilla, que sólo hubo que descubrir pues estaba allí. Tras lograr todos los permisos legales necesarios, el 27 de marzo de 1987 se procedió a la exhumación de los restos de nuestro querido Don José. Al día siguiente, sábado 28 de marzo, en un nuevo ataúd, se trasladó a la Parroquia de Señora Santa Ana, donde se encontraba la Santísima Virgen de la Esperanza por estar celebrándose los cultos del anual Septenario. Tras la celebración de una muy participada Eucaristía presidida por D. Eugenio Hernández Bastos, Canónigo y amigo de Don José, tuvo lugar la segunda y definitiva inhumación en el sitio que tanto había deseado. Descanse en la paz del Señor, a los pies de la Imagen de su devoción, la Santísima Virgen de la Esperanza, quien fuera Capellán y Director Espiritual y gran benefactor de esta Hermandad agradecida. Adolfo Vela Rey Ex Hno. Mayor Hdad. de la Esperanza de Triana. Nota.- Si alguien deseara ampliar la biografía de D. José puede acudir al artículo de D. Eduardo Ybarra Hidalgo que, bajo el título “Bandarán, más apuntes de una vida”, está localizable en internet. Sevilla Nuestra 600 Años de Esperanza
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VICENTE ACOSTA Aferrado a la Esperanza
Me piden que escriba unas líneas sobre el lado humano de Vicente Acosta, ya que su faceta como hermano mayor de la Esperanza está escrita en los anales de la Hermandad con letras de oro. Hablar de un padre no es tarea fácil si no se abre el corazón de quien escribe y derrama lágrimas mientras lo hace, si bien debo confesar lo que he disfrutado haciéndolo. Me gustaría compartir algunas de las enseñanzas que, sentados en la tranquilidad de nuestro hogar, transmitía insistentemente. Y si ustedes me lo permiten, quiero hacerlo encontrándome de nuevo con él, porque jamás se fue, puesto que sigue habitando junto a nosotros en ese puerto eterno que son los ojos de nuestra Madre, Reina y Señora. En aquella historia que escribiste de nuestra corporación tras muchísimos años de estar investigando en sus anales hasta ver la luz en los fastos de las bodas de plata de la coronación canónica pontificia de la Esperanza, me hiciste tu particular dedicatoria en su edición impresa indicando que lo más importante en la nave no es el capitán, mensaje que solías transmitir en muchas de las entrevistas que te realizaron a lo largo de los años en distintos medios de comunicación cofradieros. Esta lección de humildad intento, desde luego sin tu éxito, llevarla a cabo. Cuando me decías esta frase, me hacías referencia a la tripulación, ya que los hermanos son la importancia de la institución que la conforman. Sin ellos nada tiene sentido. Es curioso que mientras muchos de los bordados realizados en tu próspero mandato ya sólo son piezas de museo o inexistentes, hay algo para lo que no ha pasado el tiempo. Hace casi cuarenta años que accediste al cargo de hermano mayor y, a pesar de ello, muchos hermanos no olvidan tu trato cercano, tu carácter afable y tu cercanía con todos. Para ti era lo mismo hablar con un almirante de la Flota que con un ministro o con cualquier hermano. Con ironía me decías que tu mayor éxito era que, después de haber sido hermano mayor, te siguiesen saludando cariñosamente y hablando por la calle. Hace poco, un hermano de nuestra querida Hermandad de los de toda la vida me contaba que un día que la misma era visitada por el almirante de la Flota, ya que acabamos de citarlo como ejemplo, delante del recluta, le dijiste con tu gracejo, “Mi almirante, allá usted con lo que hace, pero este niño no puede hacer la mili, ya que tiene un problema y es capaz de apretar los tornillos del submarino al revés”, pues nada, al final “el niño” volvió “pá” Triana. Eras capaz de todo por hacer favores... ¡Tenemos que seguir aprendiendo tanto de tu memoria imperecedera! También recuerdo tu generosidad cuando de niño me llevabas a tu consulta. Mi tarea mientras estaba allí contigo era la de cobrar al paciente la cantidad que me indicabas cuando iban a marcharse. Pero pasaba la tarde, y con todos me decías que no les cobrase finalmente. Cuando trataba de pedirte una explicación sobre el por qué de tu actuación, siempre me decías que ya lo ha cobrado la Esperanza, y me argumentabas
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que sabías que el primero paciente no podía abonar la cantidad que había que cobrarle, que el niño que vino después era hermano de la Hermandad, que el tercero te había entregado una alianza de oro para la corona de la Virgen, que al siguiente le habías vendido participaciones de lotería... Y rematabas diciéndome que no me preocupase, porque al último ya le cobraríamos algo y con eso me invitarías a merendar en el recordado bar Maravilla, justo en frente de nuestra capilla. Pues nada, allí que llegábamos y te pedías un tinto, en el que mojabas los picos para poder tomártelo con una tapa de ensaladilla, y entonces empezaban a llegar amigos y hermanos, y te gastabas invitando más de lo cobrado. Ya casi ciego en los últimos lustros de tu vida, no se me olvida lo gratificante que era pasear contigo de mi brazo, cuando sólo reconocías a las personas por su voz, incluso diciéndote un “¡Adiós, don Vicente!” desde la otra acera de la calle Pureza. Nuestro paseo tenía el objetivo de visitar a la Esperanza. Delante de Ella no preguntabas si lucía algunas de las piezas que le regalaste para su ajuar ni qué flores llevaba, decías sólo lo guapa que estaba. Yo te recriminaba que hicieses tal afirmación, pues te decía “¡Pero si no la ves!”. Y tú, cariñosamente como siempre, me respondías: “Chico, la cara de la Esperanza no se olvida nunca”. Yo no le contestaba y sólo pensaba coloquialmente: “¡Ea, ya me ha metido otro gol!”. “Bueno, vamos para casa”, y tras decirle yo aquella frase, él me respondía: “¡Niño, espérate, que no hay prisas! ¡Vamos a tomar antes un cortafuegos!”. Tu niño se fue de casa para casarse con la niña de Cantero, pero en cada una de mis visitas a nuestro domicilio familiar me decías: “Chico, cuéntame algo de la Hermandad”. “Pero qué pesado eres...”, te respondía yo, “¡Me quieres dejar tranquilo!”. “Chico, es que estoy preocupado por esto y por lo otro... Tened cuidado con aquello”. Ni al final de los días querías dejar de trabajar por la Hermandad.
Mariano Ruesga Osuna
La intercesión de la Santísima Virgen te deparó una vida larga y lúcida hasta los últimos momentos; llevabas años en la cama, inmóvil, ciego, pero con tu sentido del humor y tus preocupaciones por la Hermandad y por los que son tus nueve nietos. La última semana fue cuando recibí la mejor de las lecciones de mi maestro, la fidelidad a la Esperanza. Tú, que a pesar de tus circunstancias te aferrabas a la vida con ganas de seguir disfrutándola, ya dejaste de poder deglutir los alimentos que mis hermanos y yo inútilmente intentábamos darte, ya no abrías los ojos, tu cuerpo estaba inerte, no emitías sonido alguno, pero tenías a tu Esperanza. Era conmovedor e inexplicable cómo, sin fuerzas para nada, aferraste en tus manos la foto de la Esperanza. Nosotros en varias ocasiones intentábamos retirarla y era la única fuerza que desprendía tu cuerpo ya inmóvil.
Sergio Sopeña Carriazo
Tras unos días, marchaste durante la madrugada de un viernes en la que en Triana se reza a Dios caído. En tu caso no te fuiste del mundo como llegaste al nacer, te llevaste el corazón lleno de Esperanza y de fe en Dios, y en tus manos te llevaste AFERRADA LA ESPERANZA. Sergio Sopeña Carriazo Teniente Hno. Mayor de la Esperanza de Triana Sevilla Nuestra 600 Años de Esperanza
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JUAN BORRERO El martillo que abrió camino
EL HOMBRE QUE CONSTRUYÓ PARTE DEL PALIO DE SU ESPERANZA Y QUE SUPO DARLE UN ANDAR A SU JUSTA MEDIDA Mi mente se transportó y se quedó parada en una visión de antaño, en la que dos hombres anchos y rudos ejercían su maestría como capataces delante de los pasos de mi querida Sevilla. Eran su tío Alfonso y su padre Jeromo, los mismos que le fueron enseñando a Juan Borrero con lecciones que no estaban en ningún libro. Posiblemente fueron los primeros martillazos que el bueno de Juan escucharía en su vida. Quizás todavía no era consciente que la vida le tenía designado una página de creación y belleza; para ésto necesitó además un martillo, un juego de cinceles, ojo de pez y bastidores de madera. Fue en el colegio Reina Victoria donde Juan tomó sus primeras nociones de orfebrería, aunque para ello tuviera que madrugar; alcanzando la pubertad, entra en el taller de Villareal afincado por aquel entonces en la calle Alfarería. Allí conoció a Francisco Fernández que fue algo más que su gran lampistero, fue su amigo y socio, (curiosidades de esta vida, los dos fueron premiados con el premio Fundación Machado conjuntamente con el que os escribe, por su orfebrería y a mi por recuperar la forma de andar antiguas cuadrillas). Juan me explicó lo que era abombar para que después, cuidadosamente este orfebre de cuerpo menudo y de corazón grande fuera dándole alma
a cualquiera de esas piezas. Allí lo vi dibujar, vi como fabricaba los armazones y allí por qué no, también nos reímos contando anécdotas pasadas del mundo del costal. Tres coronas brillan en su carrera, tres maravillosas obras de arte hechas para tres Vírgenes de su Triana; O, Estrella y la de su Esperanza. Tres palabras mayores en el mundo de la orfebrería, tres huellas que este maestro ha dejado marcadas sobre la piel del barrio que lo vio crecer y para rematar el sagrario del Gran Poder. Como todos los artistas consagrados se convierten en embajadores sin necesidad de que ningún gobierno los nombre, porque van salpicando con su obra no tan solo España, sino diferentes ciudades del mundo. Juan también fue el creador del relevo que le dio la entrada a los actuales capataces de la cuadrilla de ambos pasos. ¡Ojalá! el Sr. Caído de Triana te mantenga muchos años y te cobije junto con Ella.
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Francisco Rodríguez Moreno
“EL MUDO DE TRIANA” Mucho se ha hablado y escrito de Francisco Rodríguez Moreno “El Mudo de Triana”, un acogido en la parroquia de Santa Ana por D. José María Arroyo, su párroco. Después de leermelo todo, sin duda lo mejor lo encontré en la voz de Triana, D. José María Rubio Rubio. Pregonero de la Semana Santa de Sevilla. “Todo esta consumado. La mañana hace horas que prendió en plenitud de vida, y otro año más una lumbre transparente y cálida, reverbera claridad en los balcones de Pureza. Por Pelay Correa suena como un rumor de espumas acercándose, y una pleamar de rezos mientras los últimos nazarenos, en su ritual estación de penitencia, se arrodillan uno a uno ante el Sagrario de la Real Parroquia de Triana. Ya la mar desborda la mañana abierta, y se anega la orilla de Esperanza. El palio transparenta en sus encajes los altos azulejos de la torre cuando, ¡Ahí quedó!, los cuatro zancos tocan el suelo, y ya está la Virgen, otro año más, en la puerta centenaria de Señora Santa Ana. Nada puede contener el amor entre esos muros. Como una fuerza va alcanzando las gargantas, volviéndose piropo, grito, canto, pasión del alma enardecida. Triana espera y sabe que otro año más volverá a repetirse su milagro. Un hombre, mudo de nacimiento, cogerá unas flores y avanzará hacia el paso de la Virgen hasta tocar sus andas, y con una mano en el martillo,como en el rito del mejor capataz de la Señora, otro año más volverá a levantar sus ojos hacia su Bondad morena para contemplar en ella la imagen pura y limpia de su alma, mientras deposita un ramo de claveles detrás del llamador. Y será entonces, al sonar el tercer golpe del martillo, cuando el palio se haga gozo contenido rimando al aire la estrofa pura del ritmo y la armonía, tocando el cielo en la levantá más alta, será entonces que, otro año más, aquel hombre, mudo de nacimiento, volverá hacia ella sus ojos anegados de lágrimas, y un grito, una emoción, un llanto se escapará diáfano de su garganta muerta, y una palabra ¡Guapa!, rotunda, perfecta, clara, volverá a subir hasta los mismos labios de la Esperanza viva, y otro año más Triana entera será testigo de la voz de un hombre mudo que a las puertas de Santa Ana repite, todos los Viernes Santos el mejor pregón, el más hermoso que jamás pueda hacer un sevillano.” Extracto del pregón pronunciado por D. José María Rubio Rubio en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Pregonero de la Semana Santa. 1991 Sevilla Nuestra 600 Años de Esperanza
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LA CASA REAL Su vinculación con la Hermandad
Los vínculos de la Casa Real de España y la Hermandad de la Esperanza de Triana se remontan, en la etapa moderna, a los inicios del siglo XX. El Muy Ilustre Rvdo. P. D. José Sebastián y Bandarán, quien fuera Director Espiritual de la Hermandad, y Confesor Real de SS.AA.RR. D. Carlos Tancredo de Borbón y Dña. Luisa de Orleans, Infantes de España, propició, en un primer momento, esta unión. En el año 1927, S.A.R. Dña. Luisa de Orleans, Infanta de España, ya nombrada camarera de la Esperanza, sugiere realizar por primera vez, el Besamanos a Nuestra Señora de la Esperanza, siendo recibida como hermana un año después S.A.R. Dña. Luisa de Orleans, Infanta de España, A su muerte ,en su testamento, Dña. Luisa, había dejado escrito SS.AA.RR. Dña. Luisa de Orleans, Infanta de España que le fuera legado a la Hermandad el Crucificado de Algueró, regalo de bodas de S.M. La Reina María Cristina, Dicho Crucificado se encuentra, hoy, a los pies de la Santísima Virgen de la Esperanza, en el presbiterio, como testigo de un vínculo indisoluble entre la Corona y la Hermandad. Dicha vinculación fue transmitida a su hija, Su Alteza Real, la Augusta Señora Doña María de las Mercedes de BorbónDos Sicilias y Orleans, Condesa de Barcelona. Como sucesora de su madre, fue nombrada, igualmente, Camarera Honoraria Perpetua de la Santísima Virgen, siendo habitual las visitas a la Capilla de los Marineros, desde que en el año de 1958 fuera recibida como hermana en la Parroquia de San Jacinto, a la que entró, bajo palio, y con la vara de Hermano Mayor. Es tan estrecha la relación entre la Casa Real y la Corporación que, en aquellos años, un Hermano Mayor, D. Manuel Espinosa Durán, fue miembro del Consejo en Estoril de S.A.R. el Conde de Barcelona. Aún se recuerda la última visita de su alteza real a la Santísima Virgen, a la que impuso la faja de Almirante General de S.A.R. el Conde de Barcelona. Dicho acontecimiento, autorizado por S.M. el Rey D. Juan Carlos, SS.MM. los Reyes D. Juan Carlos y Dña. Sofía visitaron, por primera vez, la Capilla de los Marineros en el año 1969, aún como Príncipes. Años después, ya como Reyes, en 1984 acudieron en la mañana del viernes santo, 21 de abril, una vez de regreso la Cofradía. En esta ocasión, SS.MM. Los Reyes D. Juan Carlos y Dña. Sofía se encontraban acompañados de sus tres hijos, SS.AA.RR. las Infantas Dña. Elena y Dña. Cristina y de S.M. El Rey, entonces Príncipe de Asturias. Más cercano en el tiempo, debemos recordar que en 1997, S.M. El Rey, entonces Príncipe de Asturias, fue nombrado Teniente de Hermano Mayor Honorario. El 2 de enero de 2000, ante el fallecimiento de S.A.R. la Condesa de Barcelona, fue nombrada como Camarera Honoraria Perpetua S.A.R. Dña. Elena de Borbón y Grecia, Infanta de España. Estos cargos que, en la actualidad, ejercen S.M. El Rey, S.M. el Rey D. Juan Carlos y S.A.R. la Infanta Dña. Elena, son testigos de una relación consolidada entre la Casa Real y la Hermandad de la Esperanza de Triana.
Doña María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias y Orleans, Condesa de Barcelona
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Manuel Valencia González del Corral Secretario segundo de la Hermandad de la Esperanza de Triana
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SS.AA.RR. D. Carlos Tancredo de Borbón y Dña. Luisa de Orleans SS.AA.RR. Condes de Barcelona y D. José Sebastián y Bandarán
SS.AA.RR. D. Juan Carlos I y Dña. Sofía, el príncipe D. Felipe y las infantas Dña. Elena y Cristina
SS.AA.RR. D. Juan Carlos I y Dña. Sofía
Manuel Jesús Rodríguez Rechi
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Manuel Jesús Rodríguez Rechi
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FERNANDO MORILLO Eterno vestidor de La Esperanza Lo recuerdo desde siempre. No sabría decir el primer día que lo vi, ni cuándo lo conocí. Crecí viéndolo siempre junto a la Virgen. Se sentaba en los primeros bancos del lado izquierdo de la Capilla como en un ritual, todas las tardes sin faltarle una. Persona de fuerte carácter y vida reservada. Su edad era su secreto mejor guardado: “ni al confesor le digo yo mi edad” decía con la gracia y espontaneidad que le caracterizaban. Por ser trianero se sentía doblemente sevillano, y todas las mañanas iba a una Iglesia del centro a visitar al Santísimo. Nada en su vida era fruto del azar, absolutamente todo estaba relacionado con su Virgen, incluso su propio aspecto físico. Si le decían que tenía muy buen color de cara, él respondía:”Ella es la que me lo pega”; y si le preguntaban por curiosidad la estatura de la Virgen, él replicaba orgulloso: “¿Tú me has visto a mi?, pues igual que yo”. En su mente, siempre la Esperanza. Muchos eran los que le paraban por la calle para conocer al que vestía a la Esperanza, lo demás daba igual. No esperaba reconocimientos de nadie, pero sí le gustaba lo que algunos le decían por su labor y lo guardaba en lo más íntimo de su ser, como si del mayor de los premios se tratara. Un día, hacía ya muchos años, contaba que al salir de una tienda del centro había un chaval que agachado manejaba unas telas y le impedía la salida. Aquella persona al sentir que había alguien se volvió y al darse cuenta que era Fernando le dijo retirándose a un lado: “Paso al arte”. Aquello no lo olvidaría nunca y lo recordaba con sumo cariño y gratitud. Contaba vivencias de otra época, como sacadas de un libro, pero era él quien las había vivido. Relataba con exactitud aquel Domingo de Ramos que se dirigía a San Juan de la Palma para ver estrenar el nuevo palio de la Amargura. Y te lo decía así de natural, cuando ese palio se estrenó en el año 26 y pareciera que siempre ha estado ahí, sentando cátedra y canon, además de contarte cómo era el anterior a dicho año. Era historia viva de Sevilla y particularmente de todo lo relacionado con la Virgen. Recordaba el taller de Castillo Lastrucci que iba a visitarlo cuando estaba allí la Virgen, y contaba que le forró de terciopelo grana dos gatos de hierro para que el metal no rozara la cara de su Reina. El traslado de la Virgen al Salvador para la Exposición del 29, el estreno del palio de Olmo, las túnicas negras que había vestido antes que las verdes actuales, los sucesos de la República cuando entraron en San Jacinto, la Guerra Civil… Contaba bajito, como si aún hubiera algún temor cómo y dónde escondieron a la Virgen y al Señor, y se emocionaba al hablar de las visitas periódicas que le hacían para rezarles a escondidas. Hablaba de cuando la Virgen no tenía casi nada que ponerse y la vistió de blanco con dos capas de nazarenos y una mantilla de su hermana. Se reía al recordar cuando iba con Joselito a la tienda de los Revuelta y en la bocamanga de su abrigo guardaba encajes, cajas de alfileres y todo lo que tuviera a mano, porque no podía pagarlo ni él ni la Hermandad. Decía con acento de proeza: “Yo me hice ladrón por Ella”. Y por Ella, lo hizo todo en su vida. Por eso, cuando Fernando vestía a la Virgen, transmitía un amor tan grande que contagiaba a los de su alrededor. Hablaba de la Virgen y notabas algo especial en él y el brillo de sus ojos resplandecía aún más. Un día de Besamanos, le dijo a uno que la Virgen estaba echa de cebolla, porque todo el que se acercaba a Ella se le saltaban las lágrimas.
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Y si de él tengo una imagen imborrable, es verlo llorar mientras vestía a su Esperanza. Sí, Fernando lloraba mientras vestía a la Virgen. Aquel año de 1994 que la Virgen estrenó manto, recuerdo a Fernando colocándoselo en el paso sin parar de llorar. Sólo decía: “Son tantos años, y tantas cosas…” y se paraba un momento a contemplar la hermosura de la única dueña que tuvo su corazón, para gritarle: “Eres una Reina, más que Reina eres Emperatriz”. Y seguía, y entre alfileres recitaba: “Qué dulzura en tu semblante qué sereno es tu dolor qué imagen tan soberana que Esperanza más hermosa tiene el barrio de Triana”. Y se acordaba de su hermana Carmen, a la que tanto añoraba y le seguía susurrando a la Virgen sus letras: “¡Ay! Madre mía quien fuera/ siquiera una lentejuela/ de las blondas de tu cara”. Y al ponerle esas blondas no se podía aguantar más y le gritaba:” ¡Estás viva miarma, estás viva!” Y así, entre letras de saetas, gritos que salían de su corazón, lágrimas y un sin fin de piropos, iba vistiéndola después de cincuenta años. Fernando tenía una sensibilidad especial para las cosas de la Virgen. Aquel año pidió que le trajeran un escudito chico de la Hermandad en oro, que llevaba grabado detrás el nombre de una niña. Quería ponérselo a la Virgen en la cintura, en el mismo sitio que se lo colocó el año anterior, cuando la niña aún estaba enferma. En el transcurso del año, aquella niña no pudo superar la enfermedad y Fernando al ponérselo exclamó: “Esta es la mejor joya que lleva la Virgen, porque ya pertenece a un ángel del cielo”. Ese era Fernando. Y ahora, al finalizar este Año Jubilar que hemos celebrado de manera tan extraordinaria, después de que la Virgen haya bendecido a Triana y a toda Sevilla con su presencia, dirijo esta carta a aquel hombre lleno de amor por su Esperanza y le doy gracias a Ella por haberlo conocido. Y al escribir sobre su persona, sólo tengo que acordarme de todo cuanto le oí hablar y dejar paso a los recuerdos. Paso al arte, Fernando. Paso al arte. Francisco Javier Hernández Lucas.
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El
BARATILLO
y la ESPERANZA de TRIANA Hace escasas fechas, y previa aprobación unánime de sus respectivos Cabildos Generales, se ha oficializado el hermanamiento entre la Hermandad de la Esperanza de Triana y la Hermandad del Baratillo. Para la corporación trianera, en este año especial en el que conmemora el sexcentésimo aniversario de su fundación, es su primer hermanamiento y dicha circunstancia es, para los hermanos del Baratillo, un motivo añadido de satisfacción. La especial relación entre ambas corporaciones arranca prácticamente desde la fundación de las mismas, ubicadas geográficamente a los dos lados del río Guadalquivir y, por ello, unidas por lo que éste representaba para el comercio y la vida de la Sevilla del siglo de oro. Pero, sin duda, es desde finales del siglo XIX y, sobretodo, durante el siglo XX, cuando esa especial vinculación alcanza sus cotas más altas. A todo ello contribuye, sin duda, el regreso de la corporación trianera a su sede canónica en la mañana de cada Viernes Santo tras concluir su estación penitencial a la Santa Iglesia Catedral, pasando para ello por el barrio del Arenal y haciendo parada delante de la Capilla del Baratillo para enfilar posteriormente la calle Pastor y Landero en busca de la que entonces era la antigua Prisión Provincial del Pópulo. Un encuentro con los allí cautivos que Font de Anta supo traducir al pentagrama con indudable maestría en una composición musical que se encuentra en la cima de la música procesional sevillana. Aquel saludo entre ambas Hermandades a las puertas de la Capilla del Baratillo, interrumpido tan solo durante algunas décadas del pasado siglo cuando se suprimió la cárcel del Pópulo y se derribó el antiguo convento en el que se asentaba, no sólo estrechó los lazos ya de por sí fraternales entre ambas instituciones, sino que se ha convertido en Paco Eguía uno de los momentos más hermosos de nuestra Semana mayor, como bien plasmara el poeta baratillero Florencio Quintero en un romance que ha alcanzado, por derecho propio, un lugar destacado en el poemario cofradiero. La belleza de ese encuentro traspasa el ámbito de lo meramente estético al convertirse también en un fraternal encuentro entre hermanos, pues la llegada al Baratillo es, para los hermanos trianeros, la llegada a “casa”, pues para muchos de ellos Triana empieza en el Baratillo. Otro tanto puede decirse de aquellos momentos y circunstancias en las que los baratilleros atraviesan el puente para acudir a la Capilla de la calle Pureza a postrarse ante la Esperanza, donde igualmente se sienten como en la propia casa por el cariño y los detalles dispensados, algunos de los cuales se encuentran muy recientes en nuestra memoria, como cuando el Miércoles Santo de 2.016 la Virgen de la Caridad lució uno de los mantos de salida de la Virgen de la Esperanza. El hermanamiento formal entre ambas corporaciones viene, de esta manera, a dar forma a algo que ya existía y se vivía en el sentimiento común de ambas instituciones, plasmando sobre un documento con valor jurídico esa relación fraternal, fecunda y duradera entre las mismas, forjada a lo largo de décadas de mutua estima y que son, sin lugar a dudas, un ejemplo de fraternidad para el mundo cofrade y, por ende, para la Iglesia diocesana de Sevilla. Ignacio J. Perez Franco Ex Hermano Mayor del Baratillo
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Jorge Durรกn
In Memoriam de mi amigo y capataz Francisco Palacios
Resiliencia cofradiera El significado del término resiliencia (cuya etimología se encuentra en el verbo latino resilio, resilire: ‘saltar hacia atrás, rebotar’) depende del contexto en que se tome: en ingeniería, resiliencia es la energía que absorbe una probeta por unidad de sección antes de romperse, no es una propiedad mecánica, sino un ensayo; la resiliencia en ecología se refiere a la capacidad de las comunidades de absorber (en el sentido de soportar) perturbaciones; la resiliencia en psicología se refiere a la capacidad de las personas o grupos para sobreponerse al dolor emocional de las tragedias para continuar con su proyecto de futuro. Expresado lo anterior, podríamos definir la resiliencia cofradiera en las conexiones afectivas entre las hermandades, la autoestima de ellas mismas, el pensamiento positivo de que sirven para algo importante, para con ello localizar el centro de control de las mismas que las ayudasen a reponerse de los golpes que pudiesen sufrir saliendo incluso refortalecidas. Algunos se preguntarán que golpes son los que están recibiendo las cofradías. A mi juicio muchos. Considero a las cofradías parte integrante de esa gran orquesta que es la Iglesia y si la misma es atacada yo como cofrade me debo sentir agredido. Observamos en la actualidad un laicismo auspiciado por nuestros gobernantes y que se caracteriza en España, de manera especial, por la mentalidad que les lleva a algunos a considerar la influencia pública de lo religioso como poder. Esto alimenta una querencia totalitaria que, al no querer compartir ese poder, intenta imponer a los ciudadanos el código moral que prefieran los que gobiernan, sin respetar la libertad de la sociedad que es la que realmente debe decidir que código moral prefiere asumir. A modo de ejemplo y sin ir más lejos vemos como mientras se pretenden eliminar las clases de Religión, se promueve la instauración de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, sin saber qué tipo de valores se quieren transmitir a los más jóvenes y queriendo practicar un adoctrinamiento absolutista. Ante todo lo anterior, las cofradías deben de tener el poder de la resiliencia para superar las adversidades y ataques que sufre la Iglesia y no ser pesimistas afirmando aquello de: “ nosotros más no podemos ayudar, bastante hacemos ya con los cultos, las charlas de formación etc. ..” .Excusas. Los cristianos primeros, sin medios, sin cultura, sin influencias, pero con mucha valentía se lanzaron de forma audaz a cumplir con su misión. Un ejemplo de lo mucho y bueno que podemos hacer se ha demostrado con la celebración del VI Centenario que de forma magna ha llevado a cabo la Hermandad de la Esperanza de Triana. La Virgen llevó la Esperanza a todos cuantos buscaban su refugio y a todos aquellos que sin saberlo lo buscan. Los actos llevados a cabo por esta Hermandad han sido un claro ejemplo de lo que yo vengo en denominar resiliencia cofradiera. Enhorabuena por levantar los corazones y llenar de alma de alegría, que como sabemos es la impulsora del hacer. ¡ A por otro siglo más ¡ Joaquin G. Moeckel Gil Abogado, Medalla Pro Ecclesia et Pontifice
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Manu Gรณmez
Orgullosos de vuestro
Manuel JesĂşs RodrĂguez Rechi
trabajo. Enhorabuena
Seis siglos
No tiene medida el tiempo en la historia centenaria que pervive para siempre, sin que importen las distancias, junto a los lustros, los años, los meses o las semanas mientras discurren los siglos bajo un nombre que mostraba que la fe quiebra fronteras mediante aquella mirada penetrante y reluciente que se ha quedado clavada en el hondo sentimiento de un pueblo que nunca calla al contemplar por sus calles la presencia cotidiana de una Mujer que va oyendo a la gente que le habla, ya sea para expresarle su más rotunda plegaria o tal vez para decirle que cada día es más guapa, como afirmó en su romance aquel cura que exaltaba lo bonita que Ella es al mirarla una mañana, pues el padre Ramón Cué con su amor le recitaba los versos que le escribió a esa noble Capitana que todos los Viernes Santos navega de madrugada, según Manolo Garrido, sobre un puente que se alarga “porque le dure más tiempo la blandura de su carga”. Mas no sólo los poetas se inspiran al ver su cara, ya que también hubo un hombre dedicado a la cerámica,
José Recio del Rivero, que con pasión se afanaba diseñando los bordados y la orfebrería en plata para ese paso de palio que sobre el bullicio zarpa con la escolta de dragones que parece que se escapan de los paños de azulejos existentes en las casas y en los patios de ese barrio que fue collación y guarda de una Sevilla que sueña con el aire de esa gracia que desprende aquella Reina, la que fuese coronada por la bula pontificia que desde Roma llegara, pues San Juan Pablo II con su anillo rubricaba el gozo que se vivió en la tarde ya lejana de un 2 de junio bendito bajo las naves tan altas del templo catedralicio —seo metropolitana—, donde vibraron los muros y las vidrieras mojadas por la lluvia que caía, que hasta en el cielo lloraban quienes también se entregaron a esta Madre Soberana durante seis largos siglos sin que el fervor se agotara. Su figura no envejece, al contrario, nunca pasan las horas por su hermosura castiza, pura y lozana, y si no que se lo digan a aquel que la engalanaba
de Esperanza
con su toca de volantes y con las telas doradas que lucía sobre el pecho, José Percio, que cuidaba hasta el mínimo detalle como signo de alabanza a la fragancia encomiable de aquella Rosa temprana, sucediéndole después en su tarea esmerada aquel Fernando Morillo que con su arte creara su inmortal “refregador” para esta Virgen gitana por la que se desvivió y que la tuvo mimada con las joyas que él le hacía, entre las cuales destacan su clásico salvavidas, el corazón con la espada, el puñal de plata y oro que cubriese de esmeraldas y también de aguamarinas, además de aquella ancla que, por encima del vientre, Ella misma se señala a través de aquel lenguaje de esas manos que proclaman el consuelo que reparte con el pañuelo que atrapa las lágrimas cristalinas que sus devotos derraman ante esta marinera que nos deja sin palabras, la que le pone compás a diversos pentagramas que firman López Farfán, de la Vega, Font de Anta, Pantión, Monsalves, Peralto... autores de aquellas marchas
que tienen su inspiración en esa faz sobrehumana. Se cumplen seiscientos años de una historia que no acaba y que tuvo sus inicios a la sombra de Santa Ana, mas sin nunca abandonar los rincones de la cava, pues su nombre se sintió muy cerquita de esas aguas donde el Espíritu Santo al propio río besaba en las puertas de un convento que ya no existe en el mapa, aunque tampoco está ya una capilla olvidada como fue la Encarnación, ni la desacralizada iglesia de los Remedios, porque todas fueron casa para ponerle un altar a esa inigualable Dama que incluso por San Jacinto tiene su vida marcada, pero sería Pureza —esa antigua calle Larga— el lugar más anhelado para poder encontrarla por los siglos de los siglos, y postrados a sus plantas seguirá pasando el tiempo sin notarlo nuestras almas, porque todo se detiene al ir buscando en Triana la belleza inmarcesible que Dios puso en la Esperanza. Juan Manuel Labrador Jiménez Pregonero de las Glorias de Sevilla, 2018 Ángel Martín
CATEDRAL
Y la se llenó de
ESPERANZA Hay cosas, frases, imágenes, acontecimientos, que se nos quedan grabadas para siempre en lo más recóndito y que el paso del tiempo parece que las va arrinconando, pero que, en determinados momentos y bajo ciertas circunstancias, reaparecen vivas y lozanas, como si hubieran sucedido ayer mismo. Por otra parte, he de confesar que ese tiempo inexorable y sabio nos hace rectificar criterios o nos los reafirman y acrecientan, dándoles la verdadera dimensión que proporciona la experiencia. Desde joven siempre he estado en contra del pensamiento de que las cosas pudieran ocurrir por casualidad, y la madurez que me dan los años ha venido corroborando esta convicción: nada ocurre por casualidad. Lo podemos llamar hado, sino, predestinación… Lo podemos vestir como queramos, pero al final todo tiene un sentido, incluso en aquello Adolfo Vela Rey recibiendo de manos del Arzobispo de Sevilla la que parece un sinsentido y que es imposible explicar medalla Pro Ecclesia et Pontifice. con nuestra lógica y nuestro limitado entendimiento. En la Madrugada del 14 de abril de 1995 ocurrió un acontecimiento insólito, inesperado y, a la vez, lleno de Esperanza. No había ocurrido nunca ni estaba previsto que ocurriera, nadie podría haberlo imaginado, estaba fuera del alcance de nuestro pensamiento. Pero sucedió, y yo doy fe porque Dios, en su infinita bondad, me concedió la gracia de ser testigo presencial de un hecho, maravilloso y único en los anales de nuestra Semana Santa, que reafirmó mi fe y mi devoción a la Esperanza. ¿Casualidad? Rotundamente no. De lo que ocurrió en esa preciosa y única Madrugada hay numerosos testimonios escritos y hablados, así como muchos documentos fotográficos y vídeos, por lo que no es mi intención insistir en los mismos. Pretendo narrar, desde mis recuerdos, algunas anécdotas con las que enriquecer los conocimientos de quienes no pudieron vivir in situ aquellos momentos de profunda emoción y espontaneidad, que constituyen un testimonio de auténtica fe cristiana y una demostración incuestionable de fraternidad entre las dos hermandades de la Madrugada que profesan y pregonan su devoción a la Santísima Virgen de la Esperanza, Madre de Dios y Madre nuestra. Aunque las previsiones meteorológicas no vaticinaban una probabilidad apreciable de precipitación, lo cierto es que una molesta y preocupante llovizna obligó a la Hermandad de la Macarena a interrumpir su Estación de Penitencia, así como también hizo que todas la hermandades acelerásemos nuestra marcha. Ese año yo iba con mi cirio verde, muy cerquita de la Esperanza, y entramos en la Catedral a la carrera. No nos dijeron que el paso de la Santísima Virgen de la Esperanza Macarena estaba dentro. Solo me enteré de que, al parecer, se trataba de un pequeño frente de lluvias, que no tendría continuidad, lo que aconsejaba seguir con nuestra Estación de Penitencia. Continuando nuestra marcha, dentro de la Catedral, poco después de doblar la esquina que nos enfilaba hacia la salida, vi al final un paso de palio que rápidamente identifiqué. Me acerqué a Alfredo, el Hermano Mayor, y le pregunté: - ¿Aquel paso es el de la Macarena? Y tras su respuesta afirmativa y una exclamación mía de sorpresa, volví a preguntar: - ¿Y nosotros qué vamos a hacer cuando lleguemos allí? - Tú qué harías?- me contestó el Hermano Mayor, con esta otra pregunta. - Cualquier cosa, menos pasar de largo. – respondí. Continua en pag. 62
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CATEDRAL
Y la se llenó de
ESPERANZA
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- Eso opino yo. – dijo Alfredo Álvarez Mensaque, y no dijimos nada más. Y ocurrió lo que todos sabemos: el paso de la Esperanza de Triana se situó a escasos tres metros de la Señora de San Gil, acompañado de una atronadora salva de aplausos de las personas que se encontraban dentro de la Catedral y de los propios hermanos de la Macarena, muchos de los cuales, al haber interrumpido su Estación de Penitencia, se habían despojado del antifaz. El momento fue de una indescriptible emoción expresada de muy diversa manera: unos lloraban, otros sonreían, otros tenían los ojos muy abiertos como no creyendo lo que veían… No había nadie indiferente. Alguien rompió el silencio entonando la Salve Regina, que todos continuamos como pudimos. A mi lado había un oficial de la Junta macarena, al que antes me había abrazado y, mientras sonaba el canto, me dio con el codo: - ¿Estás cantando? – me preguntó. Y al contestarle afirmativamente, añadió: - ¡Po yo no puedo! – y, al mirarlo, vi que tenía los ojos arrasados de lágrimas. Lo que siguió lo saben todos y, repito, hay muchos documentos que hablan por sí solos. La Hermandad de la Macarena decidió salir justo detrás de nosotros, alargando el mágico momento del que se viene hablando más de dos décadas después y del que se hablará durante muchas más décadas. Únicamente cabe añadir el acierto de quien ordenó a la Banda de Música que acompañaba a nuestro palio, que interpretara “Pasa la Virgen Macarena”, al compás de la cual se fueron alejando ambos palios en direcciones opuestas, proporcionando a todos nuevas, felices e inolvidables emociones. He de confesar que, desde hace muchísimos años, sólo hago una necesaria escapada en la Estación de Penitencia. Así que, cuando llegamos al Baratillo, entré en la Capilla y me quité el antifaz. Saludé a los muchos amigos que tengo en esa corporación felizmente hermanada, Don Otto, Vicente Ramos, Rogelio Trifón… y mi muy querido, entrañable y admirado maestro de capataces Rafael Díaz Palacios acompañado de su hijo y sucesor. Ya me esperaba el Hermano Mayor, José Luis Cantalapiedra, quien me acompañó a la primera planta, me invitó a sentarme y, mientras alguien me ponía delante un calentito, aromático y necesario café con leche, me dijo: - El año pasado me dijiste que no necesitabas ni pestiños, ni torrijas, que lo que te hacía falta era un buen café y mucha agua. Bien, ahí tienes lo que me pediste y, ahora: ¡Cuéntame lo que ha pasado dentro de la Catedral! Adolfo Vela Rey Ex Hermano Mayor de la Esperanza de Triana
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El encuentro de las dos
ESPERANZAS Un hecho histórico e insólito en nuestra Semana Santa
Dedicado a Alfredo Álvarez Mensaque y José Manuel Campos López, Ex Hermanos Mayores de la Esperanza de Triana. Después de la reflexión hecha desde el corazón por el ex-Hermano Mayor (desde 2006 a 2012) de la Hermandad de la Esperanza de Triana, Adolfo Vela, he querido dar un paso más, convocando una reunión en el acogedor salón del BarRestaurante Casa Román, uno de los clásicos de la hostelería sevillana, cuyo propietario es Antonio Castro, que curiosamente era Mayordomo del Rosario de la Macarena el 14 de abril de 1995, fecha en la que se produjo el ya referido encuentro. En la provocada tertulia, se encontraban además de los ya mencionados, José Ramón Orellana, Mayordomo de la Hermandad de la Esperanza Macarena en esa fecha, y el Hermano Mayor de dicha Hermandad, Joaquín Sainz de La Representación de nazarenos de la Hermandad de la Macarena Maza, a quien le correspondió tomar decisiones de suma delante del palio de la Esperanza de Triana. trascendencia en la madrugada del encuentro. Antes de oír el relato de los contertulios que vivieron el encuentro en persona, narraré cual era la situación de ambas Hermandades en los momentos previos al hecho irrepetible. La madrugada del 14 de abril de 1995, se había etiquetado como una noche, que a juzgar por los partes meteorológicos de aquellos tiempos, nada que ver con los actuales, iba a ser incierta, con precipitaciones aisladas. No obstante, la nómina de las cofradías de la Madrugá salió íntegra por las calles de Sevilla, incluidas las de negro. Así, los añejos cofrades que me acompañaban fueron desgranando las circunstancias ocurridas, aderezadas con excelentes aperitivos y buen vino, como mandan los cánones. Sobre las cinco y veinticinco de la mañana no amanecida, comienza a gotear. El Cristo de La Sentencia sigue su marcha previsiblemente camino de El Salvador. La lluvia era fina, y el paso del Señor macareno sigue hacia adelante hasta resguardarse provisionalmente en la iglesia de La Anunciación. El Hermano Mayor de la Macarena, Joaquín Sainz de La Maza, sin desprenderse de su antifaz, habla con Luís León, que ostentaba el honor de llamar el dragón de la Señora de San Gil. Esta conversación termina con el acuerdo de parar la estación y arriar los cuatro zancos a la altura de la capilla de la Virgen de los Reyes. Posteriormente, Joaquín dirige sus pasos hacia el Hermano Mayor de La Esperanza de Triana, Alfredo Álvarez Mensaque, tras saludarse amigablemente, Alfredo pregunta a Joaquín: “¿Qué vas a hacer?”, a lo que Joaquín responde que tiene noticias de que la Hermandad de Los Gitanos ha dejado espacio suficiente con la cruz de guía y que La Macarena, como Hermandad resguardada, le dejaría paso al cortejo de La Esperanza de Triana, con lo cual, la Hermandad trianera sigue su paso sin demorarse. El paso del Cristo de Las Tres Caídas pasa cercano al palio de La Macarena, e inicia un giro de cortesía, sin llegar a darse la vuelta y arria sus zancos en el suelo. El Hermano Mayor Sainz de La Maza, es invitado a llamar al paso, mientras tanto, mis dos amigos, Antonio Castro y José Ramón Orellana, mayordomos de la Hermandad de La Macarena, que se encontraban en la calle Francos apresuran su Continua en pag. 64 paso en dirección a la Catedral.
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El encuentro de las dos
ESPERANZAS Un hecho histórico e insólito en nuestra Semana Santa Viene de pag. 63
A raíz de levantarse El Cristo de Las Tres Caídas, se palpa cierto nerviosismo entre los nazarenos que se encuentran en la Catedral, y un murmullo, casi sordo, envuelve todo el Templo. Orellana describe casi con lágrimas en los ojos, como los nazarenos de la Esperanza de Triana se arrodillaban cuando pasaban a la altura de donde La Esperanza Macarena continuaba parada. Orellana remarca: “es que La Hermandad de La Esperanza de Triana hay que quererla por muchos motivos.” Adolfo Vela; que esa madrugá iba de cirio verde, se hace un poco el remolón, mientras que el palio de La Trianera a la altura del oscuro rincón en el que permanecía parada La Macarena, gira y avanza hacia Ella, hasta que el fiscal de paso, José Manuel Campos, manda arriar el paso. Un momento de incertidumbre, lleno de nerviosismo y de vivencias invade a los presentes, entre ellos, mis cuatro contertulios. Se produce un silencio maestrante que únicamente se ve interrumpido por una Salve entonada por el Padre Aparicio. Aquello era un hervidero de lágrimas. Si se hubiera plasmado una imagen cenital de aquel encuentro, hubiéramos podido apreciar perfectamente como los nazarenos de ambas cofradías se encontraban, hombro con hombro, entremezclados, algunos incluso con sus manos entrelazadas. La escena concluye con un ¡Viva! por Las Esperanzas y una nueva invitación a Joaquín para llamar al palio de Triana. El palio de La Esperanza de Triana se encuentra enmarcado en la puerta de Palos de la Catedral, la Plaza de la Virgen de los Reyes estaba atestada de público, se sabía que algo insólito e histórico había sucedido. El palio de la Trianera arranca insólitamente a los compases de Amarguras. Sonó de nuevo la banda interpretando la marcha Esperanza de Triana Coronada, dedicada a la Reina de Triana, que avanzaba lentamente, mientras salían los cirios verdes del único tramo de nazarenos que permaneció custodiando a La Macarena. Una vez finalizada la salida de la Virgen de la Macarena con la Marcha Real tras el paso de la Trianera, comienzan a oírse los sones de la marcha Pasa La Macarena, para deleite del numeroso público que observó extasiado como se iban alejando una de la otra las dos Coronadas al son de la misma música en busca de sus respectivos barrios. Epílogo: Nuestro anfitrión, Antonio Castro, estuvo a la altura de tan singular tertulia, en la que quedó latente que la supuesta rivalidad entre las dos Esperanzas queda restringida a grupos de personas que no tienen ni idea de la cantidad de vivencias conjuntas que ambas corporaciones mantienen a lo largo del año, y como muestra termino con tres frases y un brindis: José Ramón Orellana: “Para mí, es la Hermandad que nos tiene más cariño y nos da lo mejor cada vez que nos encontramos en su casa”. Adolfo Vela: “El encuentro de las dos Esperanzas ni fue fruto de la casualidad, ni fue premeditado”. Joaquín Sainz de la Maza: “Dos Esperanzas que unen como el Puente une SEVILLA con TRIANA” Brindis de nuestro anfitrión en Casa Román, Antonio Castro: “Por qué no se pierda la vinculación entre estas dos queridas hermandades Coordinador de la tertulia: Alejandro Ollero.
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Ă ngel MartĂn
Un Rosario lleno de emociones y vivencias
Luis López Barreto El arte del exorno floral Cuando jugabas en el barrio, ¿Se te ocurrió que te dedicarías a ser maestro del arte florar y a realizar la belleza de los pasos de Sevilla? Con esta edad, que ya ha llovido, la conexión que he tenido durante toda mi vida con las flores ha sido bastante, pues mi familia por parte de madre, son de Jerez de la Frontera y buena parte del verano lo pasaba allí. Todos los familiares eran Jardineros y floristas y ya me llamaba la atención, sobre todo la jardinería. Creo que en esa época empezó a marcarme un interés por este mundo maravilloso de flores y plantas. Pero después me empezó a gustar mucho el diseño con estos elementos. Comencé a formarme haciendo cursos en Madrid, Barcelona, Italia y como último, dónde completé mis conocimientos, en Alemania. ¿El Exorno florar de la Esperanza de Triana tiene algo especial? Claro por supuesto, especial e importantísimo, sencillamente porque en esta Hermandad no sólo se ve las flores como ornamentación sino que va más allá, es ofrenda floral o sea transmisión de sentimientos, cariño y amor hacia la Santa Virgen. Es emocionante ver como el pueblo trianero vive y siente la importancia de las flores y como se contagia de todo esto Sevilla entera. ¿Qué significa para ti poder enseñar en tu Escuela de Arte Floral? Esto ha sido muy importante para mí, porque siempre he recordado a mi maestro Paul Wegener, y a su vez al gran Maestro japonés Sofu Teshigahara, fundador de la Escuela Sogetsu de Tokio, de la cual tengo la titulación de profesor. La forma que he intentado transmitir a los alumnos son los conceptos y técnicas que aprendí de ellos, lo cual me satisface bastante. ¿Los Claveles tiene mucha demanda en el sector de la decoración y las bodas? En nuestra tienda abarcamos todos los estilos y formas dentro de la creatividad floral adecuada a la demanda, lo cual conlleva abarcar bastante espacio dentro del sector. Define el paso de palio de la Esperanza de Triana con sus flores puestas. El palio de la Esperanza de Triana lo podemos definir como una composición estética preciosa y muy equilibrada, donde influye muchísimo el trabajo de muchas personas, que hacen con su labor que todo se realice perfectamente. Asesores artísticos, vestidor, priostes y grupo de priostía, etc. que dejan el alma para que Nuestra Virgen de la Esperanza lleve este asombroso paso de Palio, además de las maravillosas flores. ¿Qué ha significado para la firma los Claveles que toda Sevilla haya visto a la Esperanza y consecuentemente vuestra obra? Un orgullo infinito
Ángel Martín
La Esperanza visita al Rocío de Triana
Manuel Jesús Rodríguez Rechi
La Esperanza en Los Salesianos de Triana
Manuel Jesús Rodríguez Rechi
Manuel Jesús Rodríguez Rechi
La Esperanza en San Gonzalo
Ángel Martín
La Esperanza visita La Estrella
Manuel Jesús Rodríguez Rechi
Manuel Jesús Rodríguez Rechi
Antonio Lรณpez
La Virgen se encontrรณ con Sevilla
Jorge Durรกn
Ángel Martín
Sevilla se volcó con Ella
Jorge Durรกn
El reloj del Ayuntamiento marcaba las nueve y veinte
Sí, desde
Triana
tenemos las mejores vistas de
Sevilla
Más de 30 años contigo, en Triana Patio San Eloy Triana C/ San Jacinto, 16
Patio San Eloy Las Columnas C/ San Jacinto, 29
Antonio Lรณpez
Hasta Colรณn quiso verla
Antonio Lรณpez
Antonio Lรณpez
Antonio Lรณpez
Manu Gรณmez
libre o publi
Ángel Martín
La Esperanza regala a la ciudad un tesoro a la altura de su historia Hace un año quedaba oficialmente inaugurado el Tesoro Devocional de la Esperanza de Triana. En un año de singladura se ha podido comprobar la gran acogida recibida desde su apertura, con casi veinte mil visitas en tan breve periodo de tiempo, incorporándose rápidamente a las rutas culturales de la ciudad por la calidad y novedad de sus contenidos y equipamientos. El enorme crecimiento devocional y humano de la hermandad y el propio devenir histórico de la misma, puso sobre la mesa la necesidad de mostrar y transmitir su patrimonio de la manera más adecuada. Así se ha hecho, utilizando los mejores y más modernos medios que ofrecen los museos contemporáneos, dando a conocer sus señas de identidad y este importante legado aquilatado durante siglos a los visitantes, ya sean cofrades, turistas, o simplemente curiosos. La idea principal del diseño expositivo, cuyo proyecto museológico y museográfico me fue confiado desde su génesis, fue reforzar el concepto de tesoro mas que el de museo. Para ello se trató de crear un espacio mágico, como si de un gabinete de curiosidades se tratara, convirtiendo el lugar en una cámara oscura, donde solo la luz resaltara los objetos y se anulara cualquier elemento arquitectónico que distrajera nuestra visión de los mismos. A la postre queríamos hacer de este espacio un lugar simbólico de la hermandad y del propio barrio de Triana. De hecho se toma como hilo argumental la cerámica y los ceramistas, que fue uno de los gremios que conforman la corporación desde la antigüedad y que a su vez es la industria más representativa del barrio de Triana y que ha quedado reflejado en el diseño de las insignias y en el propio paso de palio de la Esperanza, imagen que es blasón y emblema de este marinero barrio. Ignacio Sánchez Rico Historiador Fotografías de Daniel Villalba.
Centro de apoyo
INFANTIL ESPERANZA DE TRIANA
…Parece que fue ayer….. Es un tópico, lo se. Pero ya se han cumplido 10 años de aquel sueño, bendito sueño, que algunos miembros de la Junta de Gobierno de D. Adolfo Vela, con la unánime aprobación de todos los demás y, con la bendición de Ella, que es Nuestra Esperanza, hicieron posible que el Centro de Apoyo Infantil, que lleva el nombre de nuestra Amantísima Titular, fuera una realidad y una realidad totalmente viva. Efectivamente, el 8 de octubre de 2008, el arzobispo y cardenal, entonces, de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, inauguró y bendijo, en su visita a nuestra hermandad, las dependencias situadas en la primera planta de la Casa-Hermandad y que habrían de ser utilizadas por los primeros niños y niñas, que con el síndrome TDAH (trastornos por déficit de atención e hiperactividad) habían solicitado ayuda a la Hermandad. Esta gran obra social, fue creada dentro de una Asociación Benéfico-Asistencial, con entidad jurídica propia, fruto de la conmemoración de los actos organizados con motivo CD aniversario fundacional de la Hermandad del Stmo. Cristo de las Tres Caídas y del XXV aniversario de la Coronación Canónica Pontificia de Ntra. Sra. De la Esperanza. Desde un principio, sus objetivos fueron dar respuesta no sólo a niños y niñas que padecían el síndrome TDAH sino también a sus familias, que sentían la necesidad de saber efectivamente, qué hacer con sus hijos en un mundo que desconocían y, en el que solicitaban se les orientara en condiciones para de alguna forma poder sacar adelante a sus hijos. En definitiva, familias que
solicitaban ayuda para conocer aún mejor a sus hijos y darles una adecuada respuesta. Y…………gracias a la Esperanza…..”Seguimos creciendo” Queda lejos, por tanto, aquel día inaugural y que con 16 chiquillos, dos profesionales de la psicología, María y Reyes y quien esto escribe, echamos a andar con una gran dosis de esperanza en que este proyecto prosperara. Después llegaron, Juan Antonio, Javier, Miryam, Rocío, María, Alberto y Raquel y todos encaminamos nuestros esfuerzos en poder dar respuesta a estos niños y a sus padres, preocupados y esperanzados por notar una mejoría en sus hijos. Hoy, que celebramos los DC años de la fundación de nuestra Hermandad, en el año del Jubileo concedido por el Papa, seguimos siendo aquella obra social que se inició hace 10 años, y queremos seguir creciendo porque sigue habiendo niños y niñas que llaman a las puertas de la “Esperanza”, y ellos y sus padres necesitan ayuda. Todo esto no sería posible sin la colaboración que presta nuestra hermandad desde el punto de vista económico y de infraestructuras, así como la colaboración generosa de un formidable grupo de hermanos y no hermanos, que con sus aportaciones económicas hacen posible que el Centro, sin interrupción, haya podido abrir sus puertas, de lunes a viernes, a todos esos padres e hijos y poder ofrecerles una mano tendida en la recuperación de todos ellos. A todos nuestro agradecimiento, incluyendo a instituciones públicas y privadas de Sevilla y, nuestro ruego de que
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Centro de apoyo
INFANTIL ESPERANZA DE TRIANA
sigáis ayudándonos en la seguridad que todos seréis recompensados por Nuestro Stmo. Cristo y Nuestra querida Madre de la Esperanza. ¿Y…….Por qué no….? La locura de unos pocos, que apoyados en la Fe y en la Virgen de la Esperanza crearon un proyecto sin pretensión alguna y del que, hoy por hoy y poco a poco, comienza a ser un centro de referencia en la reeducación del TDAH.
Pero, realmente ¿qué encerraba aquel…..y por qué no…?. Pues, encerraba… ¿y por que no…… pueden jugar en equipo? ¿y por que no…..pueden acceder a adaptaciones en el cole? ¿y por qué no…. pueden ser felices? ¿y por qué no…… pueden correr y saltar? ¿y por qué no…… usar el déficit de atención para perdonar y olvidar? ¿y por qué no…… pueden gritar y decir lo que piensan? ¿y por qué no…… usar su impulsividad para crear? Pero principalmente….¿Y por que no…..pueden ser respetados y admirados, como niños que son, con capacidad de amar, dar y de recibir?. Y así, sin darnos cuenta, cambiamos de vida al conocer la devastación social, familiar y económica
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que provoca el no entender el TDAH. No vamos a definir al TDAH, pero sí lo que estas cuatro letras implican en los que la padecen. Implica desconocimiento, porque en ciertos sectores médicos, psicológicos y sociales se expone su inexistencia. Implica desconcierto, que produce en las personas que lo padecen el sentirse diferentes y menos preciados. Y en tercer lugar, sufren el rechazo social, porque son niños, jóvenes, adolescentes y familias incómodas y molestas en numerosas reuniones sociales. Desde esas fechas hasta ahora, son más de 300 familias las que ya han pasado por nuestro Centro. Nombres de niños que quedan marcados en nuestra alma, nombres como Álvaro, Luis, Reyes, Marta, Antonio, Iván, Ale, Paula, Manolo, Esperanza, Miguel……..y tantos otros que hoy hacen posible la afirmación de la “La alegría del Amor y de la “Esperanza”. Echamos la mirada atrás y vemos a dos terapeutas, dieciséis chiquillos y un puñado de hermanos dispuestos a todo, y sin querer, los vellos se nos ponen de punta y la emoción nos embarga al comprobar que hoy hemos pasado a atender 76 familias con 5 terapeutas, un equipo que nos dirige, una escuela de padres y de voluntarios y todo en …………….. 10 años. Si realmente creemos en los milagros, esta es la viva imagen de uno de ellos que con la fuerza de Nuestra Señora de la Esperanza han vencido tempestades sociales, económicas y estructurales. Diez años, llenos de experiencias vividas y de continuo agradecimiento: A las familias, por seguir nuestras orientaciones. A los voluntarios, que son la viva imagen de que otro mundo es posible. A los compañeros-tutores, que dan ejemplo de superación diaria. A los profesionales externos al centro, que comparten de forma desinteresada su saber en la escuela de padres. A todas las personas e instituciones, que con sus donativos y ayudas hacen posible el diario caminar del Centro. Y, por supuesto, a nuestra Hermandad, porque sin su ampara económico, estructural y personal no hubiera sido posible nada de esto.
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Pero también, han sido diez años de lucha social, de demostrar que la sociedad del dinero y del aquí y ahora debe cambiar, que el TDAH no es una lacra sino una maravillosa oportunidad de ser geniales, de sobresalir en todos los estamentos sociales y de comprobar y hacer ver, que si manejas y controlas los síntomas, éstos son un buen aliado para una vida plena, feliz y maravillosa. Finalmente, tenemos algo muy claro, y es que: “Nuestros niños con TDAH no nacieron para caminar por la tierra, sino para correr a merced del aire fresco y, nosotros no sabemos volar como ellos, ni podemos ver el mundo desde sus alturas, solo permanecemos a su lado, con los ojos puestos en sus movimientos, amaestrando nuestros miedos a la incertidumbre de hacia dónde soplará el viento”. Y, ……………….. el mañana…..? Permitidme algunas líneas más para finalizar. Con la mirada puesta en la Casa-Tapón del Corral de la Encarnación, sita en la calle Pagés del Corro y adosada al Convento de las monjas Mínimas, nuestras madrinas en la Coronación Canónica Pontificia de la Esperanza, en la que casi con toda seguridad, iniciaremos nuestra andadura el próximo curso escolar 2019-20 y, con la protección de Ntro. Stmo. Cristo de las Tres Caídas y Nuestra Amantísima Madre, Ntra. Sra. De la Esperanza, nada tenemos que temer para que este Proyecto Social siga el rumbo, a toda vela, que durante estos pasados diez años le ha llevado siempre al puerto seguro de la Esperanza. Reyes Relinque Medina Psicopedagoga del Centro Miguel Ángel Jadraque Castellano Director del Centro
Tu puedes ayudarnos. Terminado el año jubilar, sus cultos, actos y los fastos debemos acordarnos de un motivo muy importante... La caridad y el calor a los que los necesitan.
NUESTROS NIÑOS
Si deseas ayudar con algún donativo a esta obra social, te ofrezco dos formas: Ingreso en cuenta Caja Rural del Sur: IBAN:ES31 3187 0810 9528 8236 6921 Acude al centro y solicita una hoja de contribución periódica mensual, trimestral, semestral o anual. Sevilla Nuestra 600 Años de Esperanza
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Cuando un amigo se va
A la memoria de
MANUEL GARRIDO
Jorge Durán
No podía ser de otra forma, recordando al autor de unas célebres sevillanas. Nosotros también nos vamos con la satisfacción del deber cumplido y con el agradecimiento de todos los que han colaborado bien con sus artículos, sus fotos o haciendo posible para que esta publicación vea la luz. Realmente el motivo principal de terminar así es que a todo el equipo de Sevilla Nuestra, el momento que más nos ha motivado es la Virgen dentro, toda la Calle Pureza y la capilla abarrotada cantando la Salve Marinera a los sones de la banda.
Muchas gracias. Volveremos a verte. 96
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Dios te salve, Reina,Madre y Capitana. Eres tú nuestra vida, eres nuestra Esperanza y a tus plantas, Señora, se arrodilla Triana. Nuestro puerto perdimos, nuestra nave naufraga sin rumbo en las tinieblas de este valle de lágrimas, en el que suplicantes nuestras voces te llaman. ¡Oh¡, Misericordiosa, vuélvenos tu mirada y lleva nuestro barco con brisa de bonanza a Jesús navegante de tu divina entraña. Capitana clemente, dulcísima Esperanza, siempre Virgen María, luz que guía Triana. Por ella y por tus hijos, Madre de Dios y Santa, ruega para que un día podamos echar anclas en el puerto que Dios nos promete como segura Patria Amén, Amén.
El monumento de la Inmaculada Concepción que ha cumplido este año su centenario será testigo de la despedida de dos grandes personas: José Luis García Palacios, Presidente de la Fundación Caja Rural del Sur, Mon Rodríguez de la Borbolla, cofrade y articulista de esta revista y José Manuel Campos López, Ex Hermano Mayor de la Esperanza de Triana. Nuestro más sentido pésame a sus familiares y allegados. Descansen en paz.
SEVILLA nuestra
2018 Año Jubilar