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Pequeño tratado de biopolítica: La langostapor Natacha Bustos
Pequeño tratado de biopolítica: La langosta
¿Por qué La langosta puede ser vista como un pequeño tratado de biopolítica? ¿Y qué significa eso? ¿Qué nos dice esta película sobre el amor y la sexualidad? ¿Qué muestra sobre el disciplinamiento de los cuerpos y las almas? ¿Cómo se regula el deseo? ¿Qué somos? ¿Cómo se define la otredad? Este escrito tiene como finalidad poner en juego una serie de categorías que posibiliten dar algunas respuestas a las preguntas presentadas, interpretando La langosta (2015) a la luz de ideas y conceptos propuestos por Michel Foucault (1926-1984); en especial, me ocuparé de su recorrido más
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Los cohetes vinieron como langostas y se posaron como enjambres envueltos en rosadas flores de humo. Ray Bradbury, “Crónicas marcianas”
por Natacha Bustos
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genealógico1, que supone destacar el entramado saber-poder. Analizaré entonces en qué sentidos la película en cuestión permite ubicar el saber en términos de estrategias y tácticas de poder, situándolo en el ámbito de las luchas; asumiendo asimismo el pasaje de la disciplina a la biopolítica2 . La langosta, de Yorgos Lanthimos, nos presenta las relaciones amorosas burocratizadas y el deseo deshumanizado. En la recepción del hotel el ingresante (un recientemente separado que cuenta con 45 días para encontrar una nueva pareja) debe responder, en este orden, si alguna vez estuvo solo, si es alérgico a alguna comida y cuáles son sus preferencias sexuales. En una segunda instancia, el ingresante es despojado de sus objetos personales; una suerte de primer borramiento de su identidad que le permite iniciar un proceso de homogeneización con el resto de las/los reclusas/os-huéspedes. Si nos detenemos en este punto, cabe mencionar la interpretación que realiza Dews (1993: 148-149) cuando señala que una de las principales preocupaciones de Foucault se centra en los efectos e implicancias de lo que considera una nueva concepción del Estado como garante y promotor del bienestar general, y por la manera en que esta concepción se articula con un
1 Tomo la categoría de Castro (2014: 70-71), quien señala desplazamientos en el pensamiento de Foucault: no se trata de rupturas en su obra sino de torsiones, de movimientos en torno a un eje. Este eje no está representado ni por el saber (o los modos de veridicción), ni por el poder (o las formas de gubernamentalidad), ni por el sujeto (o las técnicas de subjetivación), sino por la manera en que éstos se relacionan entre sí. 2 Desde ya, el campo de referencia teórica y los problemas que derivan del concepto de biopolítica exceden por mucho el presente escrito. Concentraré mi análisis en la reflexión que ofrece Foucault sabiendo del gran recorte de perspectiva que esto supone. Recomiendo, en este sentido, las lecturas de Lemke (2017) y Castro (2016). proyecto de homogeneización y moralización de la población. El advenimiento de los Estados modernos y del capitalismo como modo de producción deben pensarse, por tanto, a la par de este proyecto: las prácticas y los discursos se tornan moralizantes y normalizadores. La administradora (una suerte de Jefa de Estado, cuya función de gestionar las vidas se destaca una y otra vez a lo largo del relato) le informa al recluso-huésped que debe elegir qué animal será si no consigue pareja en el plazo fijado: el protagonista elegirá ser una langosta; son longevas, fértiles y de estirpe noble3. Las tres características nombradas son imposibles de ser vividas en la condición de huésped. La cuestión de la animalidad ya se había anunciado inicialmente cuando el protagonista ingresa al hotel con un perro, afirmando que se trata de su hermano, quien “no lo logró”. El recluso sabrá a la brevedad que puede sumar días de prórroga para emparejarse si caza solitarias/os en el bosque. La cacería entra en escena. Señalé que me ocuparía del momento genealógico de Foucault (que contempla los escritos entre comienzos y fines de los años ’70) en el cual el autor realiza una suerte de desplazamiento en sus temas de interés: irá del saber al poder, pondrá a funcionar –con claras resonancias nietzscheanas– la genealogía como método. Tratará de encontrar aquello a partir de lo cual han sido posibles conocimientos y teorías, poniendo especial atención en las prácticas no discursivas; para decirlo esquemáticamente: relacionará lo
3 No quiero dejar de señalar, aunque en una brevísima referencia, los posibles vínculos entre el título de la película que nos ocupa y el capítulo X de Alicia en el país de las maravillas (Carroll, 2015), “El baile de la langosta”. En particular, destaco que una de las principales cuestiones que esa danza pone en juego es la de la identidad. Cf., al respecto, Deleuze (2005). Página 107
discursivo con lo no discursivo (prácticas económicas, políticas, sociales)4. Al respecto, la hipótesis general que el pensador francés plantea en La verdad y las formas jurídicas (1978, conferencias dictadas en Brasil) es que existen dos historias de la verdad; tenemos una historia de la verdad interna y una historia externa de la verdad. En relación con esta historia extra discursiva de la verdad Foucault analiza las prácticas judiciales como un ejemplo de aquellas reglas de juego donde las prácticas penales (indagación, examen)5 constituyen formas de saberpoder; es decir, constituyen dispositivos6 disciplinarios. Foucault lleva adelante una suerte de exportación del modelo disciplinario carcelario al campo de las instituciones, y luego al cuerpo social en su conjunto. La disciplina opera entonces como una
4 Este momento genealógico lejos de suprimir el quehacer arqueológico (donde Foucault se pregunta por las condiciones históricas que hicieron surgir ciertas epistemes, ciertas figuras del saber), lo prolonga y radicaliza (Morey, 2015: 68). 5 Respecto del examen Foucault (1978: 16) ubica su invención en el siglo XIX, a partir de problemas jurídicos, judiciales y penales. La indagación o investigación, en cambio, surge en el Medioevo (aunque su uso continúa en el Renacimiento) y aparece como forma de investigación de la verdad en el seno del orden jurídico. En la investigación o indagación el establecimiento de la verdad parte de la autoridad estatal o eclesiástica y se lleva a cabo a través de testigos y mediante la aserción de los hechos. 6 Tengo por referencia la interpretación de Esther Díaz (2014: 42-43) quien respecto de los dispositivos señala: “Se conforman en discursos que producen efectos de verdad y en relaciones de fuerzas. Pertenecen al saber y al poder. Sostienen lo visible, lo que se puede enunciar y las estrategias ‘epocales’, esto es, lo que una época puede ver y puede decir. Se trata de un conjunto heterogéneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, morales, filosóficos, humanísticos. El dispositivo es la red que se establece entre estos elementos”. ortopedia social; las prácticas disciplinarias tienen la función de enderezar, regular, controlar que la sociedad no se tuerza o no vuelva a torcerse. Los dispositivos disciplinarios del hotel son evidentes. Las/os huéspedes son controlada/os de forma permanente y castigadas/os severamente en tanto desobedezcan alguna de las normas. Deben encontrar una pareja que les sea semejante respecto de algún rasgo o dificultad física, o en similitud del carácter (que se presenta definido en términos de un modo de controlar/reprimir las emociones). En cuanto una pareja es compatible se le advierte que será “monitoreada de cerca por todo el equipo” y, si cuentan con dificultades que no puedan resolver, les será asignado un hijo que “en general, ayuda, y mucho”. Podríamos decir que al control se le suma la vigilancia: si ésta opera de modo local y bajo techo, aquél se produce de forma global y se expande a cielo abierto7. Las parejas, al regresar a la ciudad, continuarán siendo vigiladas. Cuando Foucault toma la idea del panóptico de Bentham (filósofo británico de fin de siglo XVIII y principios del XIX) lo hace a fin de describir de manera precisa las formas en las cuales el poder se dinamiza en nuestras vidas. El panóptico es una forma arquitectónica que permite un tipo de poder del alma sobre el alma; su arquitectura se describe como un anillo en medio del cual hay un patio con una torre central, ese anillo se divide en pequeñas celdas, las cuales dan al interior y al exterior. En la torre hay un vigilante que vigila sin ser visto. Dice el pensador francés: “vivimos en una sociedad en la que reina el panoptismo” (1978: 104). El panóptico es como un gran hermano, el ojo que todo lo ve, las cámaras de seguridad. La idea es que el
7 Cf. Díaz (2010: 15). Página 108
control se haga carne, y que todo el tiempo actuemos como si nos estuviesen vigilando. Lo que se produce es una vigilancia permanente sobre los individuos por alguien que ejerce un poder y, en efecto, tiene la posibilidad de constituir un saber sobre aquellos a quienes vigila. El profesor, el jefe, el médico establecen qué es normal y qué no lo es, qué es incorrecto y qué es correcto, qué se debe o qué no. Lo que hay en juego es una tecnología del poder, esto es la disciplina: un mecanismo del poder por el cual se alcanza a controlar el cuerpo social hasta los elementos más tenues; un conjunto de técnicas de individualización del poder (Foucault: 2014, 57). En el año ’76 Foucault dicta una conferencia (también en Brasil), denominada “Las redes del poder”, en la cual señala que es preciso elaborar otra concepción del poder, que no sea una concepción jurídica, formal, negativa (2014: 52). Se pregunta ¿por qué concebimos el poder como regla y prohibición, por qué lo entendemos de una manera restrictiva, negativa? Afirma entonces que luego del poder disciplinar, aparecen (un poco más tarde, en la segunda mitad del siglo XVIII –principalmente en Inglaterra–) tecnologías que no enfocan a los individuos como individuos, sino que ponen el blanco en lo contrario, en la población. Se descubre que aquello sobre lo que se ejerce el poder es la población; a saber: un grupo de seres vivos que está atravesado por procesos de leyes biológicas (una natalidad, una mortalidad, un estado de salud). La vida, dirá Foucault, entra en el dominio del poder (2014: 58). Hay entonces un intento por comprender el poder allí donde éste se hace menos jurídico en su ejercicio. De este modo, tenemos, por un lado, la vigilancia, el panoptismo, que estructura las relaciones sociales y generan sujetos moralmente autocontrolados. Y, por otra parte, Foucault propone un recorrido que va de la disciplina a la biopolítica donde se hace indispensable incorporar el eje de la gubernamentalidad8, que puede definirse como “el conjunto de instancias que adecúan el ejercicio del poder a la centralidad de la economía y no del derecho” (Chignolo, 2018: 43). Pasamos entonces del análisis de la anátomo-política (poder sobre los cuerpos) al de la biopolítica (poder sobre la vida). En la medida en que el biopoder supone una anátomo-política de los cuerpos y una biopolítica de las poblaciones, la sexualidad se erige en el lugar de cruce y acoplamiento de ambas dimensiones9 . ¿Cómo rastrear este cruceacoplamiento en La langosta? Creo que una de las paradojas centrales del film se expresa en el bosque (otro de los contrasentidos importantes entiendo que lo constituye el régimen carcelario del hotel, invirtiendo las connotaciones de confort y disfrute por las de padecimiento y malestar). El protagonista escapa del hotel para refugiarse en el bosque donde habita una comunidad de solitarias y solitarios; podríamos suponer que allí hay un respiro, que allí sucede la resistencia, sin embargo y rápidamente, se advierte que no se trata de una resistencia
8 Ya en el siglo XX, la biología y la medicina, como saberes desde los que se gestiona la vida, darán paso al primado de la economía. De allí que su curso El nacimiento de la biopolítica (1978-1979) derive en un análisis crítico del liberalismo y del neoliberalismo concebido este último no como ideología ni como teoría económica sino como un tipo de gubernamentalidad antinaturalista y productiva que busca componer una sociedad empresa, regulada por la competitividad. 9 Se puede percibir cómo el sexo se vuelve a partir de ese momento una pieza central porque “el sexo está exactamente ubicado en el lugar de la articulación entre las disciplinas individuales del cuerpo y las regulaciones de la población” (Foucault: 2014, 60). Página 109
liberadora10 . La lógica de funcionamiento es similar a la del hotel: las normas de convivencia son estrictas, el deseo está completamente regulado y las desobediencias se castigan. Las y los solitarios son las potenciales presas de las y los huéspedes, que ejercitan en el bosque sus cacerías. ¿Qué implica entonces escapar del hotel? ¿Es el bosque una alternativa de vida? El mandato (ahora de la soltería) cae otra vez sobre los cuerpos y las almas; esto es, la regulación de la vida, el biopoder sigue furiosamente en marcha. Aquí la animalidad parece jugarse en una vida despojada de todo aquello que caracterizaría lo humano; las reglas impiden el romanticismo y el sexo. El amor es una fuerza que confunde y desordena. El bosque es un mundo que se pretende sin amor, y entonces sin política; o bien es un lugar donde la política se ha transformado en pura gestión. ¿Será el deseo tan potente y revolucionario? ¿Será la política una forma de amar capaz de transformar la vida en común? Ante las escenas de un lugar, en alguna parte de del mundo, sin amor ni política, vuelve a ser de interés Foucault, porque es preciso pensar las resistencias. Si el hotel es el anclaje cruel y despótico de la biopolítica, el bosque emerge como la resistencia funcional, parece ser aquella resistencia que le sirve al poder para aumentar y afianzar su potencia identitaria (represiva y productiva): “porque hay posibilidad de resistencia y resistencia real, el poder de quien domina trata de mantenerse con mucha más fuerza, con mucha más astucia cuanto más grande es esa resistencia” (Foucault: 2012, 77). ¿Cómo hacer entonces de la resistencia algo no funcional, no normativo? Creo que las prácticas micropolíticas que
10 Recomiendo la lectura de Díaz (2010: 100102) para analizar el desplazamiento del modelo de liberación hacia el modelo de la resistencia en el pensamiento de Foucault. inventa la pareja, logrando escapar del bosque, aportan una clave: orientan sus brújulas éticas (Rolnik: 2018) en dirección a que sus fuerzas vitales no sean cooptadas. Organizan modos, espacios y estrategias a partir de las cuales, y no sin dificultades, eligen cómo vivir (si anclamos allí la pregunta específicamente ética). La resistencia, así experimentada, permite que reconecten con su condición de vivientes, con el “saber-de-lo-vivo”, posibilite una reapropiación de sus fuerzas vitales11. La pareja concreta una estrategia de escape que les permitirá una vida en común; vida en común trazada por el conflicto y la tragedia. En todo caso, el desenlace del film tensiona lo trágico (¿por qué no una semblanza al Edipo Rey de Sófocles?) con lo emancipatorio; una suerte de trampa al poder hegemónico/legitimado sobre la vida, que se pretende total y totalizante, llevado adelante por un contra-poder, por un poder contra-productivo (que se distingue de la lucha contra la prohibición). Lo que Preciado (2002: 19) llama tecnologías de resistencia, productoras de formas de placer-saber alternativas a la sexualidad moderna. La escena final regula la conflictividad latente, constituye una subversión que transforma la mirada, o bien, que hace de la mirada un poder en sí mismo. Quizás La langosta nos deja deseosas/os de resistencias macropolíticas, puede ser. Pero también ubica el acento en nuestras fuerzas vitales, en la diversidad de estrategias que estas potencias son capaces de inventar. Una y otra vez. Desde el espacio curricular “Cultura Argentina Contemporánea” de
11 Lo que señala Rolnik (2018, 2019) es que el régimen colonial-capitalístico abusa de nuestras pulsiones vitales, y las desvía de sus destinos éticos; es decir, este régimen expropia las fuerzas vitales llevando nuestros deseos (mediante una seducción perversa) a una entrega ciega a sus designios. Página 110
Referencias bibliográficas
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Deleuze, G. (2005). Lógica del sentido. Barcelona: Paidós. Dews, P. (1993). Poder y subjetividad en Foucault. En H. Tarcus (comp.), Disparen sobre Foucault. Buenos Aires: El Cielo por Asalto. Díaz, E. (2014). La filosofía de Michel Foucault. Buenos Aires: Biblos. Díaz, E. (2010). Las grietas del control. Vida, vigilancia y caos. Buenos Aires: Prometeo.
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