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Prolegómenos, origen social y trascendencia política

ITINERANCIAS DE LA ANTROPOLOGÍA

Prolegómenos, origen social y trascendencia política de la revolucion de Ayutla

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José C. Tapia Gómez *

Introducción

¿Qué es Ayutla y cuál es su significado revolucionario a mediados del siglo XIX? Como es sabido, es el nombre de un pueblo y su municipio en Guerrero, al que se ha denominado Ayutla de los Libres. ¿Por qué “de los libres”? De acuerdo con la Enciclopedia de los Municipios de México, 1 este reconocimiento se origina por el movimiento militar y político allí iniciado, conocido como Revolución de Ayutla, considerado como la Segunda Independencia Jurídica de nuestro país. 2 La etimología de Ayutla deviene del náhuatl Ayotlán, de ayotl, tortuga y tlan, abundante, significa “lugar donde abundan las tortugas”; su composición filológica indica que esta población fue fundada por mexicas, aztecas o nahoas, en una fecha desconocida aunque posterior a 1452, período en que la Triple Alianza invade y hace tributar a la región indígena costeña. 3 Hay quienes establecen que el reino de Ayotlán fue fundado por tlapanecas (yopes), aliados con grupos mixtecos mucho antes de la llegada de migraciones nahuas. 4 En honor al pueblo de Ayutla, que nos recuerda antiguos reinos indígenas y nos habla de los asentamientos prehispánicos donde se encontraba la vieja Ayotlán, hemos decidido hablar de este territorio hacia el año de 1854, para abordar el movimiento que aquí estalla con sus antecedentes y consecuencias, planteando algunas preguntas iniciales: ¿Cuál fue el origen social de aquella revolución? ¿Cuáles sus características y trascendencia ulterior? Asimismo, ¿por qué tuvo que estallar en ese lugar?; y ¿qué factores socio-políticos condicionaron que la tradición liberal eligiera aquel pueblo y área, escenario de tan importante acontecimiento histórico? Este ensayo forma parte de un estudio más completo de dicho movimiento y tiene como objetivo desmitificar ó reconstruir la historia social y personal de sus protagonistas y líderes.

I. Lo que ofreció el movimiento de Independencia:

1.1 Promesas insurgentes vs el Plan de Iguala

Talvez resulte ocioso preguntar si la de Ayutla fue ó no una revolución social y política. El primer elemento, quizá no el único, para discernir el origen y naturaleza del movimiento que estalla en Ayutla en 1854, puede atribuirse a las condiciones económicas, políticas y culturales imperantes en el territorio de lo que hoy es Guerrero, agravadas durante el inicio de la segunda mitad del siglo

* Docente investigador. UA Antropología Social, UAG. 1 Instituto Nacional para el federalismo y el desarrollo Municipal, Gobierno del estado de Guerrero. Enciclopedia de los Municipios de México. 2005. pp. 18-20. 2 Ibíd. p. 21. 3 Elizabeth Jiménez García, et. al. “Época prehispánica” (arqueología), en Historia General de Guerrero, Volumen I, Ediciones INAH-Gob.de Guerrero, México, 1998, p. 93. 4 José Tapia Gómez. “Los mixtecos”, en Miguel Ángel Gutiérrez (Coord): Derecho consuetudinario y derecho positivo entre los mixtecos, amuzgos y afromestizos de la Costa Chica, Guerrero. Ediciones CNDH, México, 1997, pp. 16-17.

XIX, cuyos exordios provenían de una larga espera social, de antes e inmediatamente posterior al movimiento de independencia, donde los actores político-militares seguían disputándose la república ante la indefinición del proyecto de Nación que sectores empobrecidos (indígenas y campesinos) y de clase media esperaban. Aquellos actores y dirigentes connotados debían darle rumbo al proyecto revolucionario independentista en sus postulados básicos plasmados en los Sentimientos de la Nación de 1813 en Chilpancingo, 5 provenientes de los ideales radicales del cura Hidalgo, quien la noche del 15 de septiembre de 1810 en Guanajuato convocó a las armas para combatir a los españoles, que desde hacía tres siglos explotaban y mantenían en la miseria a los mexicanos. 6 Ideales que venían de José Ma. Morelos, sacerdote de Churumuco, Nocupétaro y Carácuaro, donde amaba a los feligreses y, con sus pláticas libertarias, los llenaba de esperanzas y presagios de éxito. Eran, pues, los principios políticos de los insurgentes populares que impactaron la conciencia del pueblo de México. Sin embargo, muertos Hidalgo y el gran Morelos, queda la magna tarea de dar continuidad a la guerra a los generales Vicente Guerrero y Juan Álvarez; en el primer caso, a un hombre que apenas conoció las primeras letras y tuvo como principal actividad económica familiar la pequeña agricultura y la arriería, antes de convertirse en genio militar. No obstante, al darse por concluida la lucha y anunciarse los acuerdos de paz durante enero y septiembre de 1821 entre los generales Guerrero (del bando insurgente) e Iturbide, comienzan a concurrir diversos personajes que se aglutinan en torno de ambos, como partidarios reales ó encubiertos de la independencia total de México, respecto del imperio español. En este marco, conviene recordar que en marzo de 1821, siete meses previos a la entrada del Ejercito Trigarante a la ciudad de México, en Orizaba, Veracruz, Antonio López de Santa Anna se une a José Joaquín de Herrera y, por su intermedio, se adhiere a la proclamación del Plan de Iguala, recibiendo inmediatamente de Iturbide el grado de coronel. Un año después, Guerrero le otorga el de general por su manifiesta simpatía hacia Iturbide junto al cual inicia carrera política, aunque cuando al proclamarse emperador se distancian. Con éstos antecedentes, puede decirse que la historia dramática de la cumbre, insidias y final de grandes insurgentes populares como Vicente Guerrero comienza treinta y tres años antes de la revuelta de Ayutla en 1854, al instalarse en septiembre de 1821 la Junta Provisional Gubernativa con 38 miembros, marcándose una tendencia que tomó forma de lucha de facciones y terminó en confrontación paulatina entre grupos identificados en su jerga política como yorquinos y escoceses primero, liberales y conservadores a la postre, asistidos por militares ambiciosos de toda laya. Este drama se perfila inicialmente al formularse la Declaración de Independencia de México, y enseguida al nombrarse la Junta y su primera Regencia con cinco integrantes, siendo electos don “Agustín de Iturbide como presidente, Juan O’Donojú, Manuel De la Bárcena, José Isidro Yánez y Manuel Vázquez de León”, 7 dejando fuera de la jugada a Guerrero, protagonista admirado al nivel nacional y principal consumador de la independencia. El general entonces comprende y asegura que arriban al poder con Iturbide personajes que nada o muy poco tenían que ver con la lucha social y visión enarbolada por Hidalgo y Morelos, situación que no obstante se vio obligado a aceptar en nombre de la república.

José Mancisidor afirma:

No se equivocaba Guerrero: El Plan de Iguala no era la expresión de su pensamiento ni de los hombres de 1810. Monarquía contra república, conservación de privilegios contra destrucción de los mismos predicada por Hidalgo y Morelos. Continuidad de una situación histórica que los insurgentes habían soñado destruir. Pero, en cambio, era la Independencia… y luego lo demás. Por eso garantizó con su palabra la conducta de un hombre (Iturbide) en quien pocos creían y muchos dudaban. 8

5 Los Sentimientos de la Nación es el documento de 23 puntos que emite Morelos en Chilpancingo, expresando un conjunto de reivindicaciones económicas, sociales y políticas para lograr la plena Independencia de México frente al poder extranjero, el 13 de septiembre 1813. 6 José Gustavo de la Cruz López. “Nacimiento de Vicente Ramón Guerrero Saldaña”, en Vicente Guerrero, el hombre, su historia y su tiempo, citado, p. 25. 7 María Teresa Pavía Millar. “La División territorial y organización política del Sur 1821-1867”; en Historia General de Guerrero, Vol. III. Ediciones INAHGobierno de Guerrero, México, 1998. Pp. 17-18. 8 José Mancisidor. Hidalgo, Morelos, Guerrero. Ediciones Grijalbo, México, 1970, p- 326.

En efecto, el antiguo militar realista caracterizado por su sadismo contra los insurgentes, se la había jugado al influjo de sus relaciones militares, amistades políticas y valor en combate, en su afán de controlar el poder contando con el aval del general suriano. No obstante, del lado opuesto

estaban los trescientos años de dominación española, el poderío que de ella se derivaba, la autoridad nacida, si no de la bondad de un sistema organizado sobre principios de equidad y justicia, sí de la fuerza y, sobre todo, de la inercia que esa misma fuerza proyectaba. 9

Por eso, desde un principio, su entrega a la nación hacía que, contradictoriamente, Guerrero convalidara el poder de Iturbide y Juan O’Donojú —ex virrey y general vuelto al bando iturbidista—, quienes en agosto de 1821 ya habían reformulado el Plan de Iguala promoviendo los denominados tratados de Córdoba en beneficio del ambicioso Agustín, su grupo y el interés de criollos y peninsulares radicados en el país, reconociendo la independencia de la antigua Nueva España para su propia voracidad, mientras el jefe tixtleco se remontaba en el Sur, confinado ya “por su propio desinterés” a lugar secundario que tácitamente tuvo que admitir. 10 Eso explica que, enseguida, se le marginó de otros encargos, hasta que le fue otorgada por Iturbide la ex profeso recién creada Capitanía General del Sur en octubre de 1821. ¿Por qué viene esto a colación? Porque si bien Guerrero fue nombrado capitán general y tuvo dominación en sus antiguas zonas de refugio en las que combatió arduamente, finalmente quedó confinado muy lejos del centro en que se tomaban las decisiones políticas primordiales. Ciertamente, “la Capitanía comprendía gran parte de lo que es el estado de Guerrero… las jurisdicciones de Tlapa, Chilapa, Tixtla, Ajuchitlán, Ometepec, Techan, Jamiltepec y Teposcolula”, 11 que no eran otra cosa que espacios donde estaban pendientes añoranzas y promesas de lucha, pero también territorios donde confluían insidias, reclamos y envidias de amigos y viejos enemigos.

1.2 Iturbide y las logias masónicas

Al ungirse en la Regencia del país como el principal líder, Iturbide se corona de hecho como monarca nacional. Por añadidura, es la época en que:

la opinión pública se encuentra dividida en tres grupos ó partidos: el iturbidista, el borbonista y el republicano liberal: éste era el que tenía ideas más radicales en política. El borbonista reunía a los adeptos a la monarquía moderada y en el iturbidista entraban gente de diversas tendencias, desdeliberales moderados hasta absolutistas. 12

¿Quiénes eran, entonces, los garantes del cumplimiento de promesas pendientes, plasmadas en los Sentimientos de la Nación desde Chilpancingo y el Plan de Iguala? En verdad, no había instancias ni organizaciones que reivindicaran los antiguos programas de lucha independentista o “derechos sociales” anhelados por los viejos insurgentes, pues la vida política nacional estaba en manos de grupos de masones y faccionalismos que codiciaban el poder por el poder. Ante la ausencia histórica de partidos políticos, los masones se aglutinaban en logias para decidir los destinos de la patria; allí se discutía todo lo concerniente al ámbito gubernamental. 13 La explotación socioeconómica prevaleciente en la Nueva España a principios del siglo XIX fue brutal; amplios sectores de la población nativa fueron esclavizados en las minas y haciendas, utilizados como bestias de carga. Les era prohibido acceder a las escuelas, fundar cofradías y realizar reuniones étnicas. Huelga decir que

9 Ibíd., pp. 326-327. 10 Vicente Riva Palacio resume las versiones ya entonces persistentes de los enemigos de Guerrero, quienes se empecinaban en señalar que “su amor propio se sentía humillado delante de las personas que podían advertir los defectos de su educación, los errores de su lenguaje y algunos modales rústicos”; Ver: México a través de los Siglos. Tomo VII, Ediciones Cumbre, S.A., México, 1989, p. 21. 11 María Teresa Pavía Miller. Op. cit., p. 21. 12 Juan Ramos Valenzo. “Centralistas y federalistas, escoceses y yorquinos, Vicente Guerrero contra Nicolás Bravo”, en Vicente Guerrero, el hombre, su historia y su tiempo, Ediciones UAG–Escritores Guerrerenses, Chilpancingo, Guerrero, México, 1999, p. 85. 13 Ibíd.

en septiembre de 1821 el ex -realista O’Donojú se hallaba investido con el carácter de Capitán General y Jefe Político “aliado de la Independencia”, con la promesa y garantía que los cuerpos adictos al antiguo régimen y las propiedades de los criollos ricos “no sufrieran ultrajes” de ninguna especie. ¡Qué bonito!…, diría Mancisidor:

“Así se consumaba la Independencia… ¡Ah, pero había que dejar a salvo lo que a las clases dominantes tanto interesaba! De aquí que el Alcalde primero constitucional de la ciudad de México propusiera que en los tratados acordados con O’Donojú se repitiera el artículo del Plan de Iguala, que no aparecía en ellos, relativo a respetar las propiedades individuales. Ahora, del pensamiento de Hidalgo y de Morelos, nada quedaba en pié. ¿Tierras para los campesinos? ¿Mayores salarios a los trabajadores? ¿Moderación de la opulencia y una mejor distribución de la riqueza? No. Guerrero no podía observar con indiferencia lo que estaba sucediendo. Pero todo lo había sacrificado por ver realizada la independencia nacional”. 14

Fue así que, sin la presencia de Guerrero y como corolario de desmedidas codicias, se consumó la coronación de Iturbide en calidad de Emperador y de su esposa Ana María como emperatriz de México, hecho que tuvo lugar entre gran pompa y circunstancia el 21 de julio de 1822, con la presencia en la ceremonia de los obispos de Puebla, Durango y Oaxaca. Este acontecimiento vino a contrariar la estirpe rebelde de Guerrero, quien en sus cartas previas con Iturbide sostuvo que prefería morir en combate antes que subordinarse al poder tirano. 15 Talvez por ello, y en virtud de haber confiado en el mezquino militar, Guerrero decide marchar hacia las tierras sureñas para observar su comportamiento, a pesar de inconformidades latentes. Parecía satisfecho y condescendiente al volver a su ambiente del sur. Desde aquí, con aparente regocijo, en noviembre de 1822 comunicó al ministro de Estado y Relaciones Interiores y Exteriores que la cabecera de la Capitanía a su cargo residía en la Villa de Chilapa, integrada de nueve partidos incluido San Juan Huetamo, de la Intendencia de Michoacán. Esto significaba que el territorio del jefe suriano se había ampliado hacia la Tierra Caliente; de manera que se mostraba tranquilo e interesado en conducir su área de influencia política y militar. Hasta aquí le llegan noticias de las arbitrariedades cometidas por su “amigo” Don Agustín y de la reaparición de López de Santa Anna, quien junto a Guadalupe Victoria firman el Plan de Casa Mata el 1º febrero de 1823, llamando a los insurgentes a sumarse para derrocar al emperador. Aquella situación lo obligó, con Bravo, a proclamar el Plan de Veracruz y combatir a quien abrazara fervientemente en Acatempan. Cuatro meses después, el tirano fue derrotado por la revolución de Casa Mata, encabezada por López de Santa Anna y las logias masónicas, que el 19 de marzo de 1823 lograran que el tirano abdique y abandone el país. Debe hacerse hincapié que al darse la caída de Iturbide, Anastasio Bustamante, Gómez Pedraza 16 y Juan 0’Donojú, entre otros, aparecen como:

republicanos que se habían declarado por el centralismo, (pero) muchos de ellos no eran (en realidad) republicanos sinceros, sino borbonistas fracasados e iturbidistas que actuaban en forma organizada bajo la dirección de las logias masónicas del rito escocés, establecidas en el país desde 1806. Y ya en la lucha de 1823 (contra el monarca Iturbide) eligieron como jefe a Nicolás Bravo. 17

Ya sin el monarca, se constituyó un Supremo Poder Federal que requirió la presencia de algunos líderes nacionales, al tiempo que la Capitanía del Sur pasó a ser Comandancia General. Entonces, Guerrero fue nombrado miembro del llamado Supremo poder, cargo que desempeñó del 31 de marzo de 1823 al 10 de octubre de 1824. Lo curioso es que Celestino Negrete, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria fueron elegidos propietarios, mientras que el insurgente tixtleco quedó como uno de los suplentes. 18 De esa forma, una vez más, el general ocupaba un cargo de segundo plano en el concierto nacional, en contraste con Nicolás Bravo que muy habilidoso aparecía como siempre en los primeros sitios políticos negociados.

1.3 Las “demandas sociales” de Guerrero

Pero ¿Qué peleaba Guerrero ante a la Nación que lo hizo distinto en la Capitanía General del Sur frente a Nicolás Bravo, y éste a qué bando realmente pertenecía? La diferencia es que Guerrero fue celoso defensor de los intereses socio-culturales del pueblo mestizo y de los indios pobres, por lo que compartió, junto a otros liberales de avanzada como Lorenzo de Zavala, Miguel Ramos Arizpe (quien redacta el Acta de Independencia y le da forma de proyecto de Constitución en enero de 1824) y Guadalupe Victoria, la proclamación de la primera Carta Magna de México el siguiente 4 de octubre, donde se establece la forma de Gobierno Federalista y se da a la república el nombre de Estados Unidos Mexicanos; asimismo, seis días después es copartícipe en que se declare presidente al general Guadalupe Victoria, expresándose allí, no obstante, una mayoría adversa que determina sea Nicolás Bravo y no Guerrero quien ocupara la Vicepresidencia. Otra vez, el adinerado hacendado de Chilpancingo y Chichihualco, colaborador de los criollos ricos desplazaba al gran insurgente. Incluso, el ordenamiento recién aprobado aunque abolía la esclavitud e in-

corporaba a los indígenas a la categoría de ciudadanos, al ser revisado por los conservadores del grupo escocés terminó lleno de contradicciones, pues quedó impregnado de intolerancia religiosa y consagración de privilegios para el clero y ejército, como lo pidió Juan 0’Donojú. 19 En aquella circunstancia, en el año de 1824 y bajo la influencia de los grupos ligado al rito escocés, se decreta el establecimiento de la División Militar del Sur con cuartel en Chilpancingo, cuya jurisdicción abarcó toda la costa, región centro y Tierra Caliente, bajo el mando del general Nicolás Bravo, quien la conservará por mucho tiempo, seguramente como un reto para Vicente Guerrero por si acaso creyera que el sur le pertenecía. Como es sabido, era la época en que el territorio que hoy ocupa nuestra entidad estaba repartida en distritos que correspondían a los estados de Michoacán, México y Puebla, donde la parte poniente pertenecía al primero; Acapulco y Taxco al segundo; y Ometepec y Tlapa al tercero, según lo dispuesto por la Constitución federal, de manera que no se podía nombrar a los poderes ejecutivo, legislativo ni judicial, por no ser una entidad autónoma. 20 De allí que la propuesta federal de agrupar a los distritos en departamentos y a través de ellos formar congresos, así como que los ayuntamientos se eligieran por los ciudadanos, viene a generar inquietudes políticas que afectan principalmente a los criollos hacendados ricos, ante los insurgentes revolucionarios del sur, que inician la disputa por este territorio. Ciertamente, al darse las elecciones federales y nombrarse a Guadalupe Victoria titular del poder ejecutivo, hubo acuerdos y negociaciones oportunas para adjudicarle la suplencia al general Bravo. Sin embargo, aquella elección fue histórica, pues tuvo participación con bastante poder la logia dirigida por don Nicolás y un grupo de correligionarios, constituidos entonces en una verdadera fuerza política. Empero, este grupo parecía no representar ya el sentimiento socio-político, cultural y económico de los esclavizados, desposeídos y explotados del campo y la ciudad, si es que alguna vez lo habían representado, como lo percibieron los insurgentes genuinos del bando republicano en que se ubicaba Guerrero; para algunos historiadores, el bando aglutinado en el rito escocés, en tanto grupo social era caracterizado como:

“núcleo principal del Centralismo, constituido por militares, el alto clero, los terratenientes y la aristocracia… se les acusaba de traicioneros e injustos, que miraban al indigente como estorbo al progreso del país. Habían sido derrotados en las elecciones presidenciales [de 1824] y perdido la dirección del Congreso”. 21

Se cree entonces que, en contraparte, para actuar en forma organizada al ser componente del bando republicano federalista, Vicente Guerrero y un grupo de confianza establecieron en 1825 la logia masónica del rito yorquino, siendo nombrado como jefe el general, viendo en ello la oportunidad de crear una especie de partido político al servicio de la república progresista y democrática, 22 al mismo tiempo de hacer contrapeso al rito contrario. Sin embargo, ambos grupos llevarán a la confrontación las personalidades de Guerrero y Bravo, que se traducen en enconadas peleas de las logias yorquina y escocesa. Estas luchas de facciones tendrán duras repercusiones en el sur y los proyectos económicos y sociales que representan, particularmente del lado de Guerrero por su ascendencia entre los indígenas y campesinos, situación que se expresa como una disputa por las tierras surianas, por su dirigencia política y proyección nacional. En ese trance, dada viejas relaciones amistosas entre sí, desde 1826 López de Santa Anna se pone a las órdenes de Vicente Guerrero.

14 José Mancisidor. Op. Cit. pp. 331-332. 15 José María Lafragua. Vicente Guerrero: Consumador de la Independencia. Edición de Cultura y Ciencias Política, México, 1971, p. 31. 16 Gómez Pedraza fue oficial de milicianos del gobierno colonial y contó siempre con el apoyo de los escoceses, el clero y la clase rica de su tiempo; apoyó la aprehensión de Morelos. Ver: Vicente Riva Palacio, Op. Cit., pp. 180 y 211. 17 Juan Ramón Valenzo, “Centralistas y Federalistas…”, en Vicente Guerrero, el hombre, su historia y su tiempo, citado, p. 85. 18 Ibíd., p. 26. 19 José Rogelio Álvarez, (Dir.). Enciclopedia de México, Ts. 3,4 y 8, México, 1977, p. 1O82. 20 Pavía Miller, Op. Cit. pp. 29-30 21 Juan Ramos Valenzo, Op. Cit. p.86. 22 Ibíd.

En este contexto, en dicho año, de acuerdo con la Ley del Gobierno Político, se conforman en nuestro actual territorio siete departamentos con los 25 partidos existentes, en los precisos momentos en que se agudizaban las diferencias entre Bravo y Guerrero. A pesar de ello, la coyuntura permite que a la nueva reorganización territorial se sume el insurgente coronel Juan Álvarez, quien es partidario de unificar las fuerzas populares y reconocer a los generales que propugnaban constituir la Entidad del Sur con una visión liberal. En dicho ambiente de controversias políticas, en 1827, casi al concluir el régimen de Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo en su calidad de cabeza visible de la logia escocesa se pronuncia en su contra por que éste se niega a tomar partido por su bando masónico y discrepar de algunas de sus políticas de gobierno. Ante ello, Guerrero se levanta para contener la rebelión de Bravo en Tulancingo, Puebla, derrotándola, siendo expatriados sus líderes, entre ellos don Nicolás. Esta acción del general insurgente endurece las relaciones confrontadas de los generales sureños.

1.4 Tensión entre yorquinos y escoceses

En septiembre de 1828 se convocan nuevas elecciones federales, con las candidaturas de Manuel Gómez Pedraza (quien tiene el apoyo de la logia escocesa) frente a Vicente Guerrero y Anastasio Bustamante —otrora militar iturbidista— (respaldados por yorquinos y la masa popular). Las legislaturas estatales mayoritariamente conservadoras intervienen y con maniobras dan el triunfo a Gómez Pedraza. Los partidarios de Guerrero desconocen las elecciones, encabezados por los yorquinos Zavala y José M. Lobato, quienes promueven el Motín de la Acordada, en tanto el general López de Santa Anna se subleva —en Perote, Veracruz— en su favor. Esta coyuntura genera sucesivos disturbios y tumultos que llevan a Gómez Pedraza renunciar al poder, reconociéndose al general Guerrero como Presidente de México el primero de abril de 1829. Aunque su gobierno no tuvo todos los aciertos, 23 actuó sin despotismo contando con el apoyo de López de Santa Anna; sin embargo, enfrentó diversos problemas relacionados con la deuda pública, imposibilidad de crear empleos y poca capacidad de negociación ante los empresarios y gobiernos extranjeros, pues obraba en su contra el estigma de general rebelde, que tenía enemistad con terratenientes, el clero regular y la aristocracia enriquecida, amén de que ya había comentarios, en los círculos secretos de su Administración de Gobierno, sobre la posibilidad de echar a andar reformas que modificaran la tenencia de la tierra en manos de grandes latifundistas, los bienes del clero y las canonjías de la aristocracia y el ejército. De acuerdo con José María Lafragua, los problemas toman un nuevo cariz cuando el general brigadier Isidro Barradas y una fuerza militar española invade nuestro país en 1929, pregonando reestablecer el poderío colonial-peninsular en las tierras mexicanas; dice al respecto que:

Con motivo de la invasión formó Guerrero un ejército de reserva, cuyo mando confió al vicepresidente D. Anastasio Bustamante. Aquella reunión de tropas donde se encontraban los militares afectos a Bravo, y donde todos temían el efecto de las reformas que ya comenzaba a indicar el partido dominante (correligionario de Guerrero), con la imprudencia que en todo el mundo caracteriza a los que se llaman progresistas, fue el seno de donde surgió una nueva revolución. El desconcierto de la hacienda pública, las leyes de expulsión (contra Bravo y otros), los abusos cometidos por la administración (ministros) y el odio en lo general al ministro de los Estados Unidos, Poinset, por reputársele autor del rito yorquino y parte muy eficaz en la revolución de la Acordada, eran motivos sobrados para una revuelta. Convínose, en efecto, en proclamar la separación de (Vicente) Guerrero y de aquellos funcionarios que hubieran desmerecido la confianza de la república, adoptándose como frase sacramental el restablecimiento de la Constitución y de las leyes. Todas las revoluciones tienen sus palabras mágicas. 24

1.5 Los centralistas dan muerte al proyecto popular

De acuerdo con Lafragua, aquella situación descrita fue aprovechada por el enemigo. Pero la crisis se había agudizado por la voracidad de los yorquinos que se sentían dueños del gobierno de México, por la expulsión de algunos hispanos a los que se relacionó con el movimiento de Barradas, así como la habilidad de los escoceses y la autoridad de Bravo entre la clase político-militar poderosa del momento, quien por cierto el 16 de septiembre de 1829 había sido indultado por Guerrero. Es de esa forma que influido por los conservadores, el propio Congreso federal que ungió en el poder un año antes a Guerrero, le imputa “ineptitud e ilegalidad” y lo desconoce el 18 de diciembre de 1829. Pero ello no es todo: confabulados sus enemigos en el Parlamento acusan al general insurgente impunemente de “incapacidad moral” y de “carecer de las facultades intelectuales y discursivas de un hombre”. Así, el 4 de febrero de 1930, el Congreso expidió el siguiente Decreto: “El C. general Vicente Guerrero tiene imposibilidad de gobernar la República”. 25 Ante ésta circunstancia, sobrevino el perjurio de Bustamante, quien con la investidura de Vicepresidente lo desaloja del Ejecutivo mediante las armas; luego el desleal militar asume la titularidad del poder presidencial. Como tal, su primera acción fue llamar a colaborar al centralista conservador Lucas Alamán, quien desde el

23 José María Lafragua. Op. Cit. p. 42. 24 Ibíd. p. 45. 25 Ibíd. pp. 46-47. Ver también a Lafragua, Op. Cit. p. 73.

Banco de Avío —que él mismo establece— promueve la planificación económica de México sujeta a los intereses del capitalismo criollo y la obtención de créditos extranjeros. El general Guerrero, por su parte, se refugia en las Montañas del Sur e inicia una nueva y adversa guerra civil frente al poder central. Allí, fue fustigado por el contrainsurgente Armijo y perseguido, junto al coronel Juan Álvarez por Nicolás Bravo y Tomás Moreno durante el año de 1830, bajo el mote de “maleantes y facciosos del sur”. 26 En esas condiciones, en octubre de este año, desde el Puerto de Acapulco, Guerrero proclamó varios manifiestos llamando a los ciudadanos de México a recobrar la soberanía de sus estados que pretendía vulnerar el centralismo, con palabras que calan hondo en el pueblo de México. Ante ello, desde la cúpula presidencial Anastasio Bustamante financia su captura y ordenará su fusilamiento. Con tal objetivo el 23 de enero de 1831, don Francisco García Conde, Ministro del Gobierno de Bustamante, dirigió un oficio a don Florencio Villarreal, Comandante regional de la Costa Chica, en que le dice:

El Supremo gobierno ha indicado la proximidad en que se hallaba el faccioso (Vicente) Guerrero de fugarse de Acapulco; he creído que tal vez se dirigía a ese estado, me anticipó órdenes para que tome medidas de precaución. 27

Este dato significa la complicidad y conocimiento de causa del señor Florencio Villarreal con el Ministro de Guerra don José Antonio Facio, 28 directamente vinculada con la acción que realizó el perverso Francisco Picaluga. Este hecho hace recordar la enemistad de Villarreal con Guerrero y la orden que el Ministro de Guerra le indujo para colaborar con quien traicionó y entregó al general por cincuenta mil pesos oro provenientes del erario público dispuestos por Lucas Alamán. El mismo Nicolás Bravo, con fecha enero 29 de 1831, felicitó a los aprehensores del general Guerrero en los siguientes términos:

“Ejércitos del sur: Exc. S. Por el parte que transcribe a V. E. el Comandante Gral. de Oaxaca, Don Francisco García Conde, me ha impuesto que el capitán Don Miguel González aprehendió en el puerto de Sta. Cruz al Gral. Vicente Guerrero, cor. Tapia, Dn. Manuel Zabala y paisanos Miguel de la Cruz y Atií, por cuyo acontecimiento felicito a V. E. y al Exmo. Sr. Vicepresidente, pues tal suceso debe afianzar la paz de la República que dignamente preside”. 29

Más todavía. El 2 de febrero del mismo año, Bravo envía otra carta al Ministro de Relaciones Lucas Alamán desde Chilpancingo, con las siguientes palabras:

En efecto, por el extraordinario que recibí me he impuesto de lo sucedido a Don Vicente, y del modo cómo salió de Acapulco; y ese suceso debe haber arruinado las esperanzas de sus partidarios, por cuyo motivo no pierde instante de trabajar tanto con la pluma como con la fuerza, haber si de algún modo entra Álvarez en partido, y no perdernos la ocasión más preciosa como la presente, de poner a la República en su completa tranquilidad.

Las condiciones estaban dadas y los enemigos de Guerrero establecieron el mecanismo traicionero que lo llevó a la muerte el 14 de febrero de 1831 en el estado de Oaxaca, después de una infamante farsa de consejo de guerra. De cualquier forma, aunque fueron pocos los liberales (entre ellos Álvarez) que manifestaron inconformidad por los injustos cargos y la ignominia impuesta al insurgente suriano, quedó en la mente de sus paisanos el sabor de la ingratitud que le ofrendaron muchos compañeros de lucha y aquellos que se apoderaron de los símbolos de la república, como Nicolás Bravo. Bajo este negro panorama, en enero de 1832 nuevamente el general López de Santa Anna se levanta en armas contra Bustamante; éste se va a Veracruz para aplacarlo dejando como sustituto presidencial a don Melchor Múzquiz quien se mantuvo en el puesto durante cinco meses, dada la rebelión lópezsantannista que insurreccionó Texas, San Luís Potosí y otros lugares. Luego el aguerrido militar oportunista y díscolo dio su apoyo al conservador Gómez Pedraza, mismo al que antes combatiera para encumbrar y apoyar a Guerrero; Gómez Pedraza la hizo de presidente por tres meses entre diciembre de 1832 y marzo de 1833. Ya entonces, el inicuo general había dado muestras de siniestras intenciones y poderío inaudito para imponerse a los bandos en pugna. Ahora se ponía del lado de la logia en que militaba Nicolás Bravo. Bajo aquel vergonzoso espectáculo, en marzo de 1833 López de Santa Anna es declarado Presidente de la República. No obstante, argumentando una supuesta enfermedad que lo hace marcharse a su Hacienda Manga de Clavo, en Veracruz, deja el poder en manos de don Valentín Gómez Farías, su Vicepresidente de corte liberal. Sin embargo, desde aquel año López de Santa Anna participa indistintamente en la política al lado de los centralistas y/o los conservadores. Intervino en muchos golpes militares, luchas internas y desaciertos económicos que vivió México. Empero, en su ausencia temporal, Gómez Farías promueve la llamada “Reforma de 1833” en conjunción con el doctor José María Luís Mora, cuyas ideas liberales son entendidas como el antecedente de las reformas juaristas.

26 Vicente Riva Palacio, Op. Cit. p. 252. 27 Lafragua, Op. Cit. p. 88. 28 Villarreal llamó pérfido a Guerrero en enero de 1831 y se declaró enemigo irreconciliable de Juan Álvarez, a quien odiaba a muerte. Ver: Riva Palacio, op. cit., T. VIII, pp. 392. 29 Carta de Bravo al Ministro de Guerra y de Marina. En Archivo: Guerra D/ 431. 3/746. Carta original. Enero 29 de 1831. Ver: Vicente Guerrero, el hombre, su historia y su tiempo, AA.VV, citado. pp. 228-229.

1.6 Las reformas de Gómez Farías y Luís Mora

El programa reformista de Gómez Farías y Luís Mora se resume en la forma siguiente: libertad de opinión y prensa; abolición de privilegios del clero y la milicia; supresión de instituciones monásticas y negocios civiles del clero; reconocimiento, consolidación y amortización de la deuda pública; reparación de la bancarrota de la propiedad territorial y aumento de propietarios (circulación como riqueza pública, facilidad de subsistencia y adelanto de las clases dirigentes, sin ofender ni tocar en nada el derecho de los particulares); mejora del estado moral de las clases populares por la destrucción del monopolio del clero en la educación pública, difusión de los medios de aprender e inculcación de deberes sociales; abolición de la pena capital por delitos políticos y otros relacionados con asesinatos planeados; garantía de la integridad del territorio por la creación de las colonias que tuvieren por base el idioma, usos y costumbres mexicanas. Ante el descrito “proyecto reformista”, López de Santa Anna no duda en ponerse del lado de los conservadores, con el objetivo de echar por tierra sus iniciativas. Con este fin, en 1834 retorna a la ciudad de México, se instala como Presidente el 6 de enero e instaura la Segunda República Centralista; sin embargo, un año después, el primero de enero de 1835 el general abandona el poder y deja como interino a Miguel Barragán, individuo de talla reaccionaria. En este contexto, el 22 de julio se celebró un Tratado entre los generales Juan Álvarez y Nicolás Bravo, cuyo articulado establece que el líder costeño desistía de su pronunciamiento postulado en la localidad de Texca, municipio de Acapulco, donde cuestiona al gobierno retrógrado de Barragán; éste finalmente duró en el encargo hasta el 2 de marzo de 1836 con el aval de Bravo, siendo sustituido por otro partidario llamado José Justo Corro a partir de aquella fecha y hasta el 18 de abril de 1837. En 1839, López de Santa Anna vuelve a ser proclamado Presidente por cinco meses; luego, entre octubre de 1841 a octubre de 1842, es ungido nuevamente. De marzo a octubre de 1843, sucede lo mismo; de junio a septiembre de 1844, igual. Del 21 al 31 de marzo de 1847 otra vez se reelige; del 20 de mayo al 5 de septiembre del mismo año, otra vez más. Al final, volverá al poder del 20 de abril de 1853 al 9 de agosto de 1855, fecha en que lo derrumbará la revolución que nació en el sur. Sin embargo, mucho se afirma que durante todos estos períodos en que López de Santa Anna no estaba en el poder dejó sentir su influencia en el país, pues tanto liberales como conservadores lo buscaron para que tomara decisiones importantes u ocupara ocasionalmente la presidencia.

1.7 La oprobiosa presencia de López de Santa Anna

Diversos y vergonzantes acontecimientos suscitados desde 1821 a 1854, mostraron que la etapa del llamado ‘México Independiente’, inaugurada con la asunción al poder del general Iturbide, estaba impregnada de trágicas luchas de relevos, donde se alternaron derrotas y victorias entre bandos partidarios y la ignominiosa presencia de militares ó civiles oportunistas y anodinos, como Bustamante, Pedraza y López de Santa Anna, que se adueñan de espacios políticos que debían corresponder a luchadores insurgentes connotados, buscadores de la libertad y real autonomía política de los mexicanos frente a los imperios extranjeros. El primer episodio trágico fue la existencia del Imperio Iturbidista posindependencia - convalidado por el propio Guerrero-, que significa en los hechos la derrota de los genuinos ideales insurgentes libertarios; luego, un segundo episodio se expresó como rebelión federalista, que pone fin al imperio de Iturbide y establece el dominio de los liberales cuyas peleas interlogias se intensifican entre 1824-1831, situación que concluye con el desafuero de Guerrero en 1829 por los conservadores, hasta terminar con su asesinato en febrero de 1831, fraguado desde las cúpulas del ejecutivo federal al mando de Bustamante y Alamán. El tercer episodio se da con la llegada al poder de López de Santa Anna, después de derrocar al señor Bustamante en 1832, poniendo en su lugar a Gómez Pedraza, a quien antes combatiera. Un cuarto episodio surge cuando en 1833 López de Santa Anna fue electo Presidente de México, llevando como vicepresidente a Gómez Farías. Entonces, argumentado estar enfermo, López de Santa Anna abandona la presidencia y se refugia en su Hacienda de Veracruz, para no avalar algunas propuesta liberales de reforma presentadas por Gómez Farías; sin embargo, los centralistas lo presionan y hacen regresar en 1834, para proclamarse Presidente, evitar las reformas y ponerse abiertamente del lado de los llamados conservadores durante su mandato hasta 1835. 30 El quinto episodio más dramático todavía, ocurre cuando interviene en la guerra con Estados Unidos al

30 Ibíd. p. 98.

mando del ejército mexicano, obteniendo algunos triunfos militares (toma de El Álamo), hasta ser hecho prisionero en San Jacinto y remitido a México, donde lo reciben como héroe, no obstante que para lograr su libertad tuvo que firmar documentos en nombre del gobierno que significó la pérdida de más de la mitad del territorio nacional, pues hubo de ceder a los EEUU los actuales Estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, parte de Colorado y Texas. Concluida su hazaña, como siempre que no le convenía, se refugia otra vez en su Hacienda. El convenenciero y entreguista general regresaría al poder a partir de 1837, cuando la gente empezaba a rechazarlo a causa de la pérdida del territorio norteño. Fue entonces que en 1838, al ocurrir la llamada “Guerra de los Pasteles” provocada por los franceses que exigían el pago de una deuda atribuida a daños sufridos en sus negocios y vida privada por sus connacionales en diversos movimientos y guerras, sus ejércitos toman por asalto el Puerto de Veracruz. Frente a esta delicada situación, López de Santa Anna dirige las tropas de México y durante la defensa del territorio jarocho fue herido en una pierna que le amputan. Este acontecimiento y la derrota que infringió a los francos, le traen nuevas glorias al audaz militar, quien será ensoberbecido por el pueblo de México, sin saber que ello lo hacía retornar a sus antiguos fueros.

1.8 Álvarez ante la sombra del dictador

En 1841, siendo presidente el traidor Anastasio Bustamante —cargo que detentaba desde 1839—, López de Santa Anna ejecuta otro golpe de Estado en su contra y lo derroca; luego, rechaza la Constitución liberal (de 1824) y se autoproclama Presidente de la República por tercera ocasión con poderes dictatoriales. Durante su gestión que duró menos de un año, escribió una nueva ‘Constitución’ cuyo contenido llamó “Bases Orgánicas”, donde establece el pago de 1,200 pesos por votar, protegiendo, asimismo, los fueros militares y del clero. Además, trató de cambiar la moneda y vendió gran cantidad de recursos naturales “a fin de que el país obtuviera más dinero”. No había, pues, fuerzas democráticas ni republicanas capaces de frenar al tirano, ni reivindicar las luchas sociales del pasado. Algunos estaban en el sur, como el general Juan Álvarez, quien este mismo año, junto a Bravo —Vicepresidente del país— propuso la creación del Departamento de Acapulco para hacerse notar y defender sus áreas de influencia. Para lograrlo, ambos emiten un manifiesto conjunto que tiene como finalidad dar a conocer desacuerdos implícitos entre Álvarez y la cúpula centralista por un lado, y el interés de Bravo en erigirse líder sobresaliente del sur. Lo que los dos generales buscaban era establecer el derecho a gobernar en sus tierras y disputárselas. El nuevo Departamento propuesto incluía a los distritos de Cuernavaca, correspondiente al estado de México; a Tlapa, del departamento de Puebla; Jamiltepec, de Oaxaca y el partido de Huetamo, anexo de Michoacán. Por supuesto, hay rechazo de algunos distritos de integrarse al Departamento de Acapulco y se suscitan rebeliones en Puebla, que objetan al Congreso federal por tal motivo. De ahí que Nicolás Bravo, a la sazón presidente interino de México en 1842, decide disolverlo y erige una Junta Nacional Legislativa que fungió hasta 1843. 31 Así, el territorio en disputa continuó en manos de los departamentos de Michoacán, México y Puebla. En este turbio ambiente, en 1844 López de Santa Anna nuevamente se proclama Presidente de México; enseguida intentó implantar una monarquía que provoca un levantamiento popular. El voluble general fue derrocado mediante un golpe de Estado en 1845, organizado por Mariano Paredes y Arriaga, a través del Plan de San Luís; como castigo, fue exiliado en Venezuela ‘de por vida’. En consecuencia, Paredes llega a la Presidencia y nombra como Vicepresidente a Nicolás Bravo. Luego, en 1846, surge otro pronunciamiento llamado de “La Ciudadela” en contra del nuevo gobierno, logrando destituir a los nombrados personajes. Este año EEUU le declara la guerra a México, a fin de que su gobierno reconociera la separación y anexión de Texas a partir del primero de marzo del año anterior, conforme a los acuerdos firmados por López de Santa Anna, además de requerir el pago de supuestos agravios que algunos súbditos estadounidenses habían sufrido en nuestro país, sumados al propósito de querer comprar las provincias mexicanas de Nuevo México y California. Gómez Farías se rehusó a venderlas. En agosto del ‘46, el presidente interino José Mariano Salas puso en vigencia nuevamente la Constitución de 1824, cambiando la denominación de Departamentos por la de estados federados. En tal ambiente, en agosto el federalismo regresa temporalmente al poder. Este mismo año, al volver Gómez Farías a la presidencia, López de Santa Anna le escribe una carta, buscando convencerlo de que estaba otra vez de parte de los republicanos; además, escribió una misiva al gobierno estadounidense al mando de James Polk, prometiéndole que colaboraría para que México amortizara las deudas pendientes y le vendiera el territorio norteño anhelado. Es decir, el hombre fuerte de México se burlaba a su antojo de la bondad nacional.

31 Ibíd., p. 49.

Los líderes surianos, por su lado, seguían apasionados en dar a sus paisanos un territorio propio a la altura de otros estados. Por ello, en mayo del ‘47, al discutirse un proyecto de reformas a la Constitución, se propone una nueva entidad federativa con el nombre de Guerrero; inicialmente el punto fue retirado del debate, pero finalmente se aprobó el día 21. De manera irónica, en1847 López de Santa Anna es nombrado nuevamente Presidente. No obstante, tras la caída de la Ciudad de México frente a las fuerzas invasoras de los EEUU en septiembre, López de Santa Anna huyó cobardemente a Jamaica. Después, en 1848 con la firma de los Tratados de Guadalupe, México es obligado a reconocer la independencia de Nuevo México y California. Con ello se consuma otra vez el despojo de su territorio por el vecino país imperial. En otro ámbito problemático, al seno del Congreso se habían distendido un poco las pugnas entre liberales y conservadores. Por estas fechas, persistían largos debates y continuas discusiones que expresaban resistencias de los estados de México, Michoacán y Puebla, a ceder sus territorios para dar forma a la entidad de Guerrero. El grupo liberal del sur siguió presionando, hasta que este asunto llegó a definirse en la Cámara de Diputados entre el 8 al 20 de octubre de 1849, quedando sancionada finalmente su erección por José Joaquín de Herrera, Ejecutivo federal, el 27 de octubre de aquel año. Su organización constitucional ocurrió desde aquella fecha. Diez días después, el 6 de noviembre el general Juan Álvarez fue nombrado gobernador provisional del nuevo estado y a fines del mes Iguala se constituye en su primera capital. Quizá este hecho haya sido el pago por la ardua lucha de Vicente Guerrero, de dar a los nativos los antiguos espacios del guerrillero y su ejército rebelde; el territorio de sus andanzas: las sierras, valles, montes y montañas, pueblos y ciudades, sus campos de batalla, que conoció como el palmo de sus manos.

1.9 De la ignominia y al olvido social

Rememorando, diremos que López de Santa Anna, maniaco y controvertido militar metido a político, ejerció la Presidencia de la República durante once veces. Los períodos intermedios fueron ocupados por distintos personajes que pasaron esporádicamente por el ejecutivo, muchos de ellos sin esperárselo, motivados por las enconadas disputas de los caudillos levantados en armas, en una guerra que parecía una lucha de todos contra todos, donde López de Santa Anna sobresalía por su arrojo, valor militar, audacia y perversidad, actuando en uno u otro bando. Eran los tiempos de la ‘anarquía’ en que muchos políticos llegaban al poder sin saber porqué y otros repetían en el cargo sin muchas dificultades, como Pedro María Anaya, Manuel de la Peña y el mismo José Joaquín de Herrera, quien fungió como Presidente entre 1849 a 1851. En efecto, a José Joaquín de Herrera correspondió observar las elecciones del 5 de enero de 1850, fecha en que fueron electos los diputados al Congreso General, entre ellos el general Nicolás Bravo. Luego desfilaron en la presidencia Mariano Arista, Juan Bautista Ceballos y Manuel María Lombardini, quienes a juicio de los centralistas “no eran capaces de gobernar al país”. En enero de 1853, bajo el argumento de acabar con el desorden y la ‘anarquía’ reinante, los conservadores decidieron establecer un gobierno centralista; “para solucionar los problemas” trajeron del destierro a López de Santa Anna. Agradecido, el ambicioso general convirtió su gobierno en una dictadura: suprimió los derechos y libertades individuales, e impuso su voluntad personal. Vendió a los EEUU el territorio de La Mesilla, cobró impuestos sobre coches, ventanas y perros y, finalmente, hizo que lo llamaran “Alteza Serenísima”; el descontento se generalizó.

II. Significado de la “Revolución de Ayutla”

Muchas preguntas nos asaltan: ¿Por qué tenía que estallar la revolución de Ayutla en ese lugar? ¿Qué factores socio-políticos condicionaron que el reducto liberal

escogiera al pueblo y territorio de Ayutla como escenario de tan importante acontecimiento histórico? ¿Quiénes representaban ese movimiento? ¿Qué intereses buscaron y qué consiguieron que sirviera al pueblo de México y Guerrero? La historia nos dice que en 1854 el antiguo insurgente general Juan Álvarez, 32 se levantó contra la dictadura y los desmanes del señor Antonio López de Santa Anna, al enarbolar el llamado Plan de Ayutla. Este exigía que el dictador dejara el poder y se convocara un nuevo Congreso Constituyente Liberal, que elaborara una nueva Constitución. La “Revolución de Ayutla”, como se conoce a este movimiento, se extendió rápidamente por toda la República. Vale recordar que fue en Ayutla donde el coronel Florencio Villarreal 33 y el capitán Vicente Luna (nativo del lugar y con fuerte ascendencia local), firmaron el documento que vendría a derrocar la tiranía de López de Santa Anna. 34 Aquel Plan originalmente redactado en la hacienda La Providencia 35 fue, once días después de firmarse y promulgarse en Ayutla por el coronel Florencio Villarreal, reformado en Acapulco por Ignacio Comonfort. Pero ¿Quién era el señor Villarreal? ¿Porqué él firmaba el inicio del estallido revolucionario y planteaba las reivindicaciones principales de las exigencias sociales e históricas del movimiento de independencia? Era el mismo, aquel que tuvo conocimiento de los pasos de Vicente Guerrero en Acapulco, por mandato del Ministro de Guerra, para la vigilancia del traidor Picaluga en 1831.

2.1 El nuevo estallido con marca liberal

El estallido surgió del centro de Ayotlan, 36 antiguo, pequeño y poco conocido poblado guerrerense, que resonará en todos los rincones de la república, pues su nombre será pronunciado a lo largo del territorio nacional, a la par que muchos mexicanos se adhieren a sus postulados de libertad, y al tiempo que se incrementa la repugnancia contra el traidor López de Santa Anna. ¿Cuál era entonces el contenido del Plan de Ayutla y por qué el pueblo se adhiere a la lucha? Como se sabe, hubo razones elementales que llevaron a los guerrerenses el tener que sumarse a esa revolución. Ciertamente, fue el coronel Villarreal, quien recibe el nombramiento de Comandante en Jefe de las fuerzas reunidas, así como un grupo de seguidores, muchos de ellos “carentes de relieve” antes y después de la aparición del Plan, quienes declaran que: 37

Cesaban en el ejercicio del poder público, don Antonio López de Santa Anna y los demás funcionarios que como él, hubieran desmerecido la confianza de los pueblos ó se opusieran al Plan. De acuerdo con el ilustre maestro Mario De la Cueva:

Los autores del singular documento invitaban a tres personas históricas, Nicolás Bravo, general Juan Álvarez y Tomás Moreno, para que asumieran la dirección del movimiento; hicieron un cumplido elogio del ejército y del comercio y prometieron, al triunfo de la revolución, convocar a un congreso constituyente, que habría de crear la organización social y política que reclamaba México. 38

Días después del primero de marzo y por intervención directa del coronel retirado Ignacio Comonfort —quien hasta un mes antes había sido Administrador de la Aduana Marítima por encargo del gobierno de López de Santa Anna, adscrito en Acapulco—, se modifican algunos principios contenidos en el Documento, arguyendo que los actores de la revolución —es decir, sus líderes— “no querían prejuzgar sobre la forma futura del Estado —federal ó unitario (centralista)—, pues era ésta una cuestión que exclusivamente pertenecía a la soberanía nacional”. De esa forma, Comonfort toma distancia inmediata de las consecuencias liberales que podían resultar del movimiento popular nacional, 39 y de las viejas demandas pendientes que seguían exigiendo sobretodo los indígenas y campesinos en todos los estados de la República.

2.2 El carácter social y político del movimiento

Seguramente por eso don Mario De la Cueva evoca una expresión de Edmundo O’Gorman, quien sugiere que

32 Juan Álvarez contaba entonces con 74 años de edad, radicado en su Hacienda la Providencia, municipio de Acapulco, Guerrero. 33 Florencio Villarreal nació en la habana, Cuba, hijo de españoles, coronel iturbidista, llegó a Guerrero por invitación de Bravo para hostigar al coronel Juan Álvarez en 1831. 34 Ver: Plan de Ayutla; en David Cienfuegos Salgado: Guerrero, una Visión Histórica. Edición del Gobierno del estado de Guerrero. México, 2000. Pp. 357-363. 35 A ésta reunión celebrada en Texca el 27 de febrero de 1854 concurrieron Trinidad Gómez, Diego Álvarez, Eligio Romero y Rafael Barrientos, donde se redactan los artículos de lo que sería el Plan de Ayutla estableciendo que cesaban en el ejercicio del poder público, don Antonio López de Santa Anna y los demás funcionarios que como él, hubieran desmerecido la confianza de los pueblos ó se opusieran al Plan. Arreglado y corregido se envía al coronel Villarreal. Ver: Vicente Riva Palacio. Op. Cit. Tomo VIII, p. 396. 36 Álvarez concebía que la revuelta debía aparecer como inconformidad de los militares situados en Ayutla y Acapulco, evitando así que él apareciera como instigador personal del movimiento insurreccional contra el general López de Santa Ana. 37 Dicha declaración deriva de los acuerdos tomados en la hacienda la Providencia, donde estuvo presente Ignacio Comonfort, Juan Álvarez y su hijo Diego, entre otros líderes. 38 Mario de la Cueva. Prólogo al libro La revolución y el Plan de Ayutla. UNAM, México, 1981. p. IX. 39 De acuerdo con Anselmo de la Portilla en: Historia de la revolución en México contra la dictadura del general Santa Anna 1853-1855, México Imprenta de Vicente García Torres, pp. X-XIII, citado por David Cienfuegos Salgado, Guerrero: una visión histórica, pp. 354-356, muestra cómo Comonfort escribe al Ministro de Hacienda, en febrero de 1854, que había sido destituido indebidamente del cargo. Como respuesta, el Ministro le contesta que fue quitado del puesto por que había traicionado al gobierno de López de Santa Anna, hecho que lo decide habilidosamente apoyar la lucha de Juan Álvarez.

el Plan de Ayutla “encierra una paradoja”. Para 0´Gorman, no debe obviarse en el movimiento “su origen (…) sumamente gris [pues se trató de] un pronunciamiento más en la larga lista de los sucedidos en la primera mitad del siglo (XIX)”; lo que hace suponer al citado autor que su contenido haya sido semejante al de otros muchos planes de aquella época. Desde ésta perspectiva, se trató de un “nuevo ofrecimiento” de convocar a un Congreso Constituyente que debía organizar definitivamente al pueblo de México en torno a un determinado y hegemónico proyecto democrático de Estado-nación. No obstante, si nos atenemos a ésta reflexión de O’Gorman revisada por De la Cueva, algunos historiadores de aquella época y otros de nuestros días insistirían en tomar al Plan de Ayutla como punto de referencia de los más importantes acontecimientos de la historia política del siglo que corría. Visto así y tomándolo en serio, compartiríamos con el segundo la propuesta de afirmar que el Plan fue la expresión de una auténtica revolución social y política que se había gestado en la conciencia del pueblo mexicano y cuyos primeros brotes ya se habían producido en la figura principal de Juan Álvarez, viejo liberal que se hizo querer por los indios, no tanto como Villarreal, 40 al estar sublevados contra el gobierno Lópezsantannista. De esta suerte, el Plan sería “el primer estandarte de la revolución (liberal) que dio a México su estructura y fisonomía definitivas”. 41 Visto en su forma, el mayor mérito parecía recaer en el viejo Florencio Villarreal y el capitán Vicente Luna, que se asocian en Ayutla, uniendo a los paisanos para integrar ejércitos irregulares, con el objetivo de “acabar con el caudillo tropical” y dictador que imponía sus caprichos en la ciudad de México ó en su Rancho de Veracruz. ¡Cuánta ironía! Había una inquietud generalizada en el país que despreciaba a los entreguistas y sus secuaces, el clero latifundista, la burguesía criolla y los militares enriquecidos del erario público y los recursos naturales. En realidad el pueblo de Guerrero y México confiaba en Álvarez, por su talla liberal y por sus ligas con los veteranos insurgentes indomables. Talvez menos en los antiguos contrainsurgentes. 42 López de Santa Anna cansó al México bronco; la guerra prendió contra sus abusos y arbitrariedades, la corrupción del clero y los privilegios del ejército. El movimiento estalló en el pueblo de Ayutla, Guerrero, porque allí tenía influencia don Juan Álvarez entre los indios mixtecos y tlapanecos, dando valor moral y confianza a sus luchas, ya que anteriormente había apoyado otras etnias en la baja y alta Montaña contra los latifundistas. A ella se suman Tomás Moreno 43 , antiguo aliado del centralismo e Ignacio Comonfort, de dudosas intenciones, incendiándose primeramente el estado. Pronto, su repercusión fue notable en los estados de Zacatecas, México, Guanajuato, Querétaro, Coahuila, Jalisco, Colima y Nuevo León.

2.3 La caída del viejo tirano: triunfo de los liberales

Al crecer el movimiento, el gobierno tiránico fue derrocado el 13 de agosto de 1855; el dictador sale de México y se refugia en La Habana. Con el triunfo de la revolución, llega al poder una nueva generación de liberales, casi todos civiles. Bajo el apoyo de las fuerzas armadas asociadas al Plan, el 4 de octubre de 1855 fue electo presidente interino de la República el general Juan Álvarez, que se establece provisionalmente en Cuernavaca. Como tal, entró en la ciudad de México el día 15 del mismo mes, siendo recibido en la Catedral metropolitana con un solemne Te Deum. Su gabinete se integró con: Melchor Ocampo en Relaciones Exteriores; Benito Juárez, Ministro de Justicia, y hombre de confianza de Álvarez; Guillermo Prieto en Hacienda e Ignacio Comonfort en el Ministerio de Guerra. El insurgente atoyaquense convocó a un Congreso que elaboró una nueva Constitución. No obstante, dos meses y medio después (el 18 de diciembre de 1855) por la edad y las fuertes tensiones políticas, renuncia a la presidencia, sustituyéndolo Comonfort. Con Álvarez y durante el gobierno de Comonfort un equipo de liberales preparó y presentó Leyes de Reforma que promovieron cambios en la estructura social, política, militar y eclesiástica del país, tales como:  “Ley Juárez” (elaborada por Benito Juárez en 1855), cuyo contenido establecía la supresión de los privilegios del clero y el ejército, declarando además  la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley; “Ley Lerdo” (elaborada por Miguel Lerdo de Tejada en 1856), donde se obligaba a las corporaciones civiles y eclesiásticas procedieran a la venta de casas y terrenos que no estuvieran ocupando a quienes los arrendaban, bajo el supuesto de que dichos bienes producirían mayores riquezas en  beneficio de más mexicanos. “Ley Iglesias” (elaborada por José María Iglesias en 1857), que regulaba el cobro de derechos parroquiales.

40 Vicente Riva Palacio insiste en que Villarreal no era apreciado en la Costa Chica por su actitud tiránica y despotismo. Muchos temían el triunfo de la revolución en odio y por miedo al yugo de Villarreal. Ver: México a través de los siglos, Volumen VIII, Ediciones Cumbre, S. A., México, 1989, México, p. 392. 41 David Cienfuegos Salgado, Op. cit., pp. 354-356. 42 Álvarez había decidido ‘aliarse hasta con el diablo’, incluido su antiguo enemigo Villarreal, para acabar con el gobierno dictatorial Lópezsantanista. 43 Tomás Moreno fue aliado de Bravo y en abril de 1830 combatió y detuvo a Guadalupe Victoria entre Tlapa y Tecomatlán, entregándolo a las huestes conservadoras, aunque entonces no fue fusilado pues logró evadirse de sus enemigos. Ver. Vicente Riva Palacio, op. cit. T. VII, p. 249.

Mural del maestro Arturo García Bustos, palacio de gobierno del estado de Oaxaca.

2.4 La Constitución de 1857

Casi un año y medio después del triunfo liberal, el Congreso promulgó la nueva Constitución el 5 de febrero de 1857. La Carta Magna declara la libertad de enseñanza, imprenta, industria, comercio, trabajo y asociación. Volvía a organizar al país como una república federal. Incluye un capítulo dedicado a las garantías individuales y un procedimiento judicial para proteger los derechos, conocido como Ley de amparo. También establece la autonomía de los municipios, que dividen los estados desde un punto de vista político. No obstante, el presidente Comonfort, con el pretexto de que las ideas liberales contenidas en la Constitución provocaban conflictos sociales, decidió no aplicarla y retractarse de ella. Fue entonces que los conservadores, dirigidos por Félix María Zuloaga, se rebelaron abiertamente contra sus preceptos y amenazaron al presidente. Éste intentó negociar con los sublevados pero fracasó; obligado tuvo que dejar la presidencia y finalmente abandonó el país. Lo sustituye el licenciado Benito Juárez, quien enfrenta el gobierno usurpador del conservador Zuloaga en 1858. De 1859 a 1860, otros impostores serán Manuel Robles, José Mariano Salas y Miguel Miramón, que se proclama dos veces Presidente, así como José Ignacio Pavón. Félix María Zuloaga, con su gobierno espurio, pretendió regresar los fueros mal habidos del Lópezsantannismo, el clero y el ejército. Juárez, reivindicando los intereses de la República se interpone y reelige para el período 1861-1865. López de Santa Anna pensó regresar y pelear la primera magistratura. Así, ante la invasión francesa en mayo de 1862, se presenta al Presidente Juárez para ofrecerle sus servicios en defensa de la patria; el Benemérito lo rechazó. A la par, un grupo de centralistas se erigieron presidentes en forma sucesiva, acusando a Juárez de ‘reelecionista’; figuran entre ellos: Pelagio Antonio Labastida; José Mariano Salas y Juan N. Almonte, quienes aliados con Miguel Miramón, Leonardo Márquez y Tomás Mejía, crearon un fangoso ambiente para enfrentar a don Benito en 1864, entregando el poder al señor Maximiliano de Habsburgo, directamente enviado de Francia por el monarca Napoleón III, para que fungiera como Emperador de México hasta 1867. Frente a ello Juárez se reeligió tres veces entre 1865 y 1872. Entonces, conoce del regreso continuo de López de Santa Anna, tratando de recuperar el poder; con suerte el militar, logró escapar a la pena de muerte en 1867 después de ser recluido en San Juan de Ulúa. Pero Juárez endurece la mano ante la osadía de Miramón y Mejía que instauran el Imperio de Maximiliano y su esposa la emperatriz Carlota, fusilando a los tres hombres en junio de 1867 en el Cerro de las Campanas, Querétaro, sin que nadie pudiera mediar en su favor. 44 Se trataba de escarmentar a quienes pretendieron usurpar el gobierno legítimo, poniendo en peligro a la República federal, y dar un ejemplo a los traidores. La República estaba restaurada; Juárez muere en 1872. El dictador veracruzano pudo entonces regresar al país en 1874, dos años después que fallece el viejo Juárez; diezmado por la edad y sin recursos, murió en la Ciudad de México, el 20 de junio de 1876.

44 Lilia Díaz. “El liberalismo militante”; en AA.VV: Historia General de México, Tomo 2, El Colegio de México, 1981, pp. 894-895.

III. La revolución de Ayutla y sus resultados A los grandes sucesos sociales, culturales o políticos, pocas veces les encontramos explicaciones convincentes y unánimes. Por ello con frecuencia se argumenta que la complejidad de la situación de México en la época transcurrida entre 1821 a 1854, requiere de un análisis histórico-social que supere las tendencias partidistas ‘que la han distorsionado’. Los relatos y narración histórica y etnohistórica moderna deberían mostrar y reproducir la honda división generada en aquellos tiempos, donde los protagonistas dirimieron sus discrepancias en la lucha frontal, diferencias que a veces estaban por encima de los intereses nacionales; la población actual debiera conocer ese pasado pues habría olvidado aquellas luchas, que sólo rememora en fiestas cívico-militares, religiosas y escolares, al estar sumida en el desencanto de casi dos siglos de desventuras donde imperan despóticos y soberbios gobernantes. Conocer por igual que el triunfo liberal hereda fric- ciones faccionales entre 1855-1867, recrudeciendo la crisis socio-económica y política arrastrada desde inicios de siglo; que la confrontación política y militar también se expresó en proyectos de desarrollo sin consenso; que si bien la Constitución del ’57, visualizó cambios políticos y sociales de fondo para los mexicanos, como lo anheló el general Guerrero, hacia fines de 1873 se fue perdiendo la visión de un gobierno popular y democrático que incluyera en el desarrollo de la República a las etnias esclavizadas y mestizos explotados Que la muerte de los grandes insurgentes y viejos liberales suscitada en las décadas de 1850 a 1872 puso fin a sus anhelos; se va Bravo en 1854; Álvarez, en 1867, 45 y Juárez, en 1872; que Sebastián Lerdo de Tejada, sustituto de Juárez, distó mucho de su ejemplo, aunque ejerció el poder consecutivamente de 1872 a 1876, fecha en que fue derrocado por el legendario general liberal Porfirio Díaz. Recordar que en 1876, Díaz se proclama Presidente, pero cede el poder alternadamente a Juan N. Méndez y José María Iglesias hasta 1877, al erigirse otra vez Ejecutivo, reeligiéndose consecutivamente 7 veces. Entonces, se constituye en dictador de la República, como heredero probo de López de Santa Anna, surgido de las cúpulas del liberalismo decimonónico al que termina negando y traicionando. 45 El 2 de noviembre de 1899 el Congreso de Guerrero decretó la creación del municipio de Florencio Villarreal, en honor a uno de los enemigos de Vicente Guerrero, quien seguramente nunca llegaría a tenerle confianza, pero que Álvarez fue capaz de perdonarlo. En honor a Guerrero, dicho municipio “nunca debió llamarse así”. Ver: Ricardo Infante Padilla, Periódico La Jornada Guerrero, Sección Opinión, 25 de marzo, 2007.

BIBLIOGRAFÍA

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