"Cinco panes de cebada y dos pececillos" - San Juan 6:1-15

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PRÉDICA DOMINICAL DEL PASTOR OCK SOO PARK

19 de Febrero de 2023

"Cinco panes de cebada y dos pececillos "

Prédica dominical del pastor Ock Soo Park

¿Cómo están? Gracias. Vamos a ver San Juan, capítulo 6. Si han encontrado, yo voy a leer.

1 Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias.

2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.

3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos.

4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.

5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos?

6 Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer.

7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.

8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:

9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?

10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones.

11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.

12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.

13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.

"Cinco panes de cebada y dos pececillos”

14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.

Hasta el 14 nada más vamos a leer. Fui a realizar campaña en varias ciudades de Latinoamérica. A donde vaya no surgió problema alguno. Cuando veía cómo Jesús estaba conmigo, estaba muy agradecido. El Señor, a mí, acerca de Jesús me ha querido enseñar y ha hecho muchas cosas. Yo no conocía al Señor. Yo pensaba que yo tenía que hacer bien algo. Yo quería crear algo bueno, algo espiritual. Disculpen, en ese punto no puedo obtener absolutamente nada. A los 19 años he pasado gran, gran dificultad. Tenía 19 años, debía vivir en adelante; no sabía cómo vivir. Todo era oscuro; todo lo que yo hacía, nada me salía. Por último planifiqué una cosa.

En el diario he visto una propaganda sobre el soldado técnico. Si uno va al colegio técnico de soldados, uno puede aprender la especialización de día y a la noche podría ir a un colegio nocturno. Aunque no sea bueno el colegio, podría tener un diploma. Pensé así y me inscribí, solicité para ser un soldado técnico. En tal fecha me dijo que vaya para que haga el control médico en un hospital universitario de Daegu. Pensé que no tenía ninguna carencia; jamás me imaginé que reprobara pero fui al técnico, apoyé al clínico. Había aprobado todo pero me fui al dentista; se había roto un poquito el diente anterior. El doctor cuestionó ese punto; en mi tarjeta él puso una firma. No sé qué puso sino que yo podía entender que me reprobó. Salí, comparé la firma con mis amigos: me di cuenta de que había reprobado. Fui junto al doctor y le dije:

—Doctor, ¿no me podría ayudar a mí?

El doctor me dijo:

—Si fuese diente posterior, bueno, yo te ayudaría pero es diente anterior.

Pero ni se notaba; yo tampoco podía notar, tenía que fijarme bien para notar. Pero me dijo que no. En ese momento dije: “¿por qué [de] todo lo que yo hago, nada me sale?” Hasta ahora, cuando yo planificaba algo, pataleaba para vivir, hacía cualquier tipo de barbaridades pero cuando otros hacían, les salía todo muy bien pero cuando yo hacía nada

me salía. Porque se haya roto mi diente no se notaba pero con esto jamás me imaginé que cuestionarían esto. Yo bien no sabía pero en ese momento Dios me estaba derrumbando a mí. Yo, haga lo que haga, aunque eche todo mi corazón, no había nada de lo que me vaya bien; ah, conmigo no se puede. Por más que no me vaya bien, “es el colmo”, decía yo. Hoy en día yo no soy ni inteligente, no soy una persona que conoce bien la Biblia pero cuando Dios iba abriendo las puertas, todo iba de maravilla.

Fui a Brasil. En la iglesia católica, la más grande, yo prediqué la palabra. Antes de salir de Corea, me preguntaban cuál es el título y yo les iba contando. En ese día cuando llegué a Brasil, yo entré a esa iglesia católica. Me encontré con el padre, iba hablando con él. El coro, cuando terminó el concierto, yo me puse en el púlpito. Dije algo muy normal, muy común. Ayer el padre me mandó un mail. Una persona de Brasil había enviado esto después de traducirlo: que estaba muy agradecido, que estaba contento por el evangelio que anunciamos. “Por favor vuelva de nuevo a Brasil”. Me pidieron esto.

Yo no conozco bien sobre el catolicismo ni me imaginé que el catolicismo abriese las puertas hacia nosotros. La vez pasada abrió sus puertas el judaísmo. Realmente me han tratado de la mejor manera. No lo hago yo sino que Dios lo está haciendo. El padre dijo que era un momento de gran gracia y me pidió que por favor de nuevo regresara. En esta ocasión yo fui y hablé con mucha cautela. Verdaderamente, tenía tantas ganas de echar todo lo que estaba en mi corazón. En esta ocasión le hablé acerca del expresidente Fernando Lugo:

Un día el embajador de Paraguay vino junto a mí. Me dijo:

—Pastor, por favor ayúdeme.

—Ah, ¿qué ocurre? —le dije.

—Nuestro presidente viene a Corea y se queda tres días. Durante los tres días yo voy a atender al presidente.

El hecho de que el embajador se encuentre con el presidente realmente es como tocar la estrella del cielo. Los tres días que pueda servir al presidente, esto es algo que casi uno no puede tener esta oportunidad durante el cargo de embajador pero le pregunté:

—¿Qué asunto es?

—Yo, ya que no tengo mucho presupuesto, no le puedo servir con lujos. Yo durante días ¿cómo podría dar gozo al presidente?

Yo iba examinando y volviendo a examinar. “Por más que le haga la mejor comida, eso no sería algo especial para el presidente”. Por última vez pensé:

—Al presidente le gusta la música.

—Pastor, que el coro venga. ¿Podría venir el coro para hacernos un concierto de música?

En ese momento estábamos en la campaña del estadio de Jamsil. Nos encontramos con la conductora del coro y la conductora eligió a algunos miembros para el concierto del presidente. Hicimos el concierto. Cuando voy de campaña, yo me pongo en el estadio a las 8:20, en el escenario. Yo le dije que yo podía estar hasta las 7:30. Yo me fui un poco antes. El embajador oyó que yo llegué y me llamó el embajador.

—Pastor, ¿puede venir al noveno piso?

Fui al noveno piso. Estaba el embajador, el presidente, el secretario, dos ministros; estaba entre cinco personas. Era la primera vez que me encontré con un presidente para hablar. Yo realmente soy muy cohibido, me cohibo. Yo no sabía qué decir delante del presidente. El embajador me decía:

—Pastor, hable acerca de IYF.

Dije dos palabras acerca de IYF. Me dijo luego:

—Pastor, hable acerca de Moon Hye Jin.

Le hablé acerca de Moon Hye Jin. Así acabamos de hablar.

Luego yo había preparado el libro El secreto del perdón del pecado y el nuevo nacimiento que era versión español. El presidente había recibido eso. Después de unos días el embajador me llamó al momento en que se subió al avión. Dijo el presidente:

—Dame el libro que me dio el pastor Ock Soo Park.

El secretario se olvidó de eso. De nuevo la esposa del embajador con ese libro fue a Paraguay, solamente con ese libro. El presidente había leído todo ese libro. Mediante el embajador dijo:

—Por favor, quisiera que venga a Paraguay.

Ese momento era como en septiembre, octubre. Yo le dije al presidente:

—Disculpe, en febrero del año que viene yo voy para el campamento. ¿No podría ir en ese momento?

El presidente:

—Sí, hágalo así.

En ese año yo fui a Paraguay. Me bajé del avión y vinieron de seguridad. A todos les sentaron y me llevaron solo a mí. Mientras que estaban en la sala VIP ellos hicieron todos los trámites. Habían venido los policías de escolta y día y noche me guardaban los policías y siempre me dieron escolta. Por primera vez había obtenido el trato especial del presidente. Antes de encontrarnos con el presidente llamé al secretario. Le pregunté:

—¿Cuánto tiempo tengo de entrevista con el presidente?

El secretario me dijo:

—40 minutos.

Los 40 minutos ¿cómo los iba a usar junto con el coro? Ahora, si yo iba, máximo tardaría 10 minutos. ¿Cuánto tardaba para saludar? Elegimos a algunos integrantes. Dijimos al coro: “escúchenme bien. De ninguna manera ustedes me tienen que sacar mi tiempo cuando predique el evangelio al presidente. Cuando les pregunte algo el presidente, digan: “sí”, “no”. El coro es muy obediente.

Yo quiero predicar el evangelio. Le saludé. Pasaron 10 minutos. Era algo que no podía olvidar. Le prediqué el evangelio al presidente. El presidente era una persona pura. Le prediqué el evangelio. Quedó colorado el presidente y sujetó mi mano. Él recibió la salvación. Después de recibir la salvación, salimos nosotros. El presidente llamó a la prensa de la sala del palacio. “Yo era un padre pero yo había amado mucho a una mujer. Yo tengo un hijo. Yo escondí esto por vergüenza pero obteniendo el perdón del pecado digo al pueblo: el Señor Jesús ha perdonado mi pecado. Quisiera que el pueblo también me perdone a mí”. Después de contar esto haría tantas cosas que habían ocurrido. Por último, el pueblo apoyaba al presidente diciendo: “nuestro presidente es así de sincero”. Había cambiado en gran manera después de haber recibido la salvación.

Luego al siguiente año el presidente ¿qué me dijo a mí? Que estaba enfermo y que casi se muere. En Paraguay no podía curarse. Había ido a Brasil y el presidente de Brasil dijo al director que trataran bien al presidente de Paraguay. “Mientras que yo estaba en el sanatorio empeoraba más y más. Ahora ya no podía hablar, ya no podía moverme y yo iba muriendo. En el palacio estaban peleando, buscando quién sería el siguiente presidente”. Además, cuatro veces los doctores habían hecho reunión y en la tercera reunión ya el presidente iba muriendo. Ya no había ningún camino y nadie hablaba. Una doctora se levantó y dijo: —Nosotros somos el hospital más famoso de Brasil. Hemos fracasado [en] el tratamiento del presidente. Cuando ha venido el presidente aquí, ha venido caminando;

ahora está muriendo, tampoco puede hablar. Ahora están buscando en el palacio el siguiente presidente de Paraguay. El presidente vino saludable y ahora está muriendo. Debemos darnos cuenta [de] que nuestro tratamiento está equivocado. Todavía seguimos con nuestra manera, entonces él morirá dentro de dos, tres días. La manera que usamos está equivocada y él va muriendo. Pero ¿por qué seguimos nosotros empeñados en este método?

—¿Qué debemos hacer?

—Debemos cambiar el método.

—¿Cómo es que podemos cambiar el método?

El presidente me dijo a mí:

—Vamos a pensar que el presidente llegó hoy por primera vez y vamos a empezar todo de nuevo.

—¡Sí, hagámoslo así!

Fueron corriendo al presidente. Le empezaron a diagnosticar de nuevo. Se desabrochó la camisa el presidente y me mostró su herida a mí. Que habían descubierto una enfermedad en esta zona. Se operó y desde el día siguiente pudo hablar. Se había curado perfectamente. ¿Qué dijo el presidente? ¿Ustedes saben? “Yo estaba en la sombra de muerte pero no he tenido miedo de mal alguno porque el Señor ha estado junto conmigo: obteniendo el perdón del pecado, recibiendo la salvación por la sangre de Jesucristo. Yo debía morir, yo estaba en el valle de la muerte pero el Señor ha estado conmigo”. Con la misma enfermedad había ido con el senador al mismo hospital y los mismos doctores les habían tratado pero el senador volvió como un cadáver, él volvió vivo. “El año pasado yo recibí la salvación”.

En ese punto él estaba agradecido; realmente estaba contento por ello. Sea quien fuera puede cantar esa canción: “estaba en el valle de muerte pero no tuve miedo de mal alguno porque el Señor ha estado conmigo”. Eso no es algo que diga cualquier persona, solamente una palabra que puede decir una persona que tiene el mismo corazón con el Señor. El Señor por nosotros ha muerto, derramando la sangre, crucificándose.

Muchos pastores, muchas iglesias nos dicen que somos pecadores. En caso que el Señor Jesús haya muerto en la cruz y seguimos diciendo que somos pecadores, significa que ha fracasado la cruz del Señor Jesús. El Señor Jesús ha muerto crucificado en la cruz para rescatarnos del pecado. Continuamente si permanecemos en medio del pecado, es como que el Señor Jesús haya fracasado. Leí, volví a leer y leí la Biblia. Yo sin duda alguna dije que era pecador porque yo cometía pecado pero después de conocer la Biblia jamás dije que era pecador. Yo si fuese pecador, realmente no hay valor alguno en que Jesús haya muerto por mí. Si murió derramando la sangre y sigo siendo pecador, viene a ser un fracaso el hecho de que Jesús haya muerto. No es ese ser visto por mí sino mi ser visto por Dios. Cuando Dios me ve ¿me ve como pecador? No, no es así. Me dice que yo soy justo, me dice que soy santo, me dice que no se acuerda de mis pecados. Sí, porque Jesús llevó nuestro pecado, el pecado no sigue en nosotros, ya Jesús lo cargó por completo y él murió y me ha liberado del pecado. Muchos pastores cristianos de Corea, muchos ancianos vienen delante del Señor y cuando ellos oran delante del Señor: “este pecador tan sucio… Oramos recibiendo el ejemplo de Jesucristo”. Verdaderamente con toda santidad oran pero Jesús no oye la oración de un pecador, realmente no oye esa oración. Jesús realmente se pone enojado. “Si tú fueses pecador, ¿por qué? ¿Qué viene a ser esa sangre que yo derramé por ti? ¿Qué es eso? Por el hecho de que yo esté cargado, yo, crucificándome, no pude lavar tu pecado? ¿Significa que yo he fracasado?”

Yo, el año 1962, cuando obtuve el perdón del pecado, pataleé para obtener el perdón del pecado. Leí, volví a leer la Biblia y yo seguí siendo pecador. Un día empecé a leer Levítico, capítulo 4. Aunque yo oía el sermón del pastor, al comienzo yo leía muchas novelas, luego cuando mi corazón se inclinó más hacia la vida de fe comencé a leer más la Biblia. Para terminar de leer el Antiguo y el Nuevo Testamento tardo como 60 horas. Antiguo y Nuevo Testamento son 60 horas y 10 horas al día durante seis días. Si leo sin hacer absolutamente nada, uno puede terminar de leer totalmente el Antiguo y Nuevo Testamentos.

Discúlpenme. Por más que yo terminaba de leer todo el Antiguo y Nuevo Testamentos no podía saber nada. Las veces que yo tenía tiempo, durante una semana no hacía absolutamente nada solamente leía la Biblia y podía terminar de leerla una vez. Leía una vez, dos veces, tres veces, diez veces; leía, volvía a leer y de nuevo leía pero el pastor dice, bueno, que mi pecado se lava cuando me arrepiento. Para arrepentirme por mis pecados con todo corazón, cuando yo me confesaba, por más que hacía con todo mi corazón, yo podía sentir que realmente no había sido lavado. “Ah, bueno, si no se lava con la oración de arrepentimiento, ¿con qué voy a lavar?” Un día empecé a leer el libro de Levítico. Wow, era un libro maravilloso. ¿Ustedes quieren buscar conmigo? Vamos a buscar Levítico, el 4, el 1:

Habló Jehová a Moisés, diciendo:

2 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos de Jehová sobre cosas que no se han de hacer, e hiciere alguna de ellas. Señores, hasta ese momento yo no sabía cómo tenía que lavar el pecado. El perdón del pecado: “Señor, perdóneme mi pecado; Señor, perdóneme mi pecado”. No conocía este libro. Viendo esto, dije: “hay una manera para lavar el pecado. ¿¡Por qué el pastor no me contó acerca de esto!?” En Levítico 4, cuando yo leí, había la manera de cómo lavar el pecado. Cuando el jefe de la tribu [o] el sacerdote cometían pecado, cuando toda la congregación de Israel cometía pecado; en tercera ocasión, cuando el jefe de la tribu cometía el pecado; en la cuarta ocasión, cuando un hombre común cometía pecado…

Leyendo Levítico 4: “si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y delinquiere”. ¡Ah!, aquí está la manera de cómo obtener el perdón del pecado. “Cuando el sacerdote comete pecado, eso no tiene nada que ver conmigo; cuando toda la congregación comete pecado, no tiene nada que ver conmigo; cuando el jefe de la tribu comete pecado, no tiene nada que ver conmigo; en el 4:27: ‘si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y delinquiere’”.

Cuando vemos el Nuevo, el Antiguo Testamento, ahora voy buscando mi problema en medio de ello. Yo mientras que iba leyendo “si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y delinquiere; 28 luego que conociere su pecado que cometió, traerá por su ofrenda una cabra, una cabra sin defecto, por su pecado que cometió”. ¿Por qué? Porque la paga del pecado es la muerte; uno debería de morir. Ya que yo no tengo que morir siendo destruido: “bueno, ey, cabra sin defecto, espero que tú mueras por mí”. La cabra, en lugar del cordero que es Jesús, esta cabra viene a ser la sombra de Jesús.

Cuando uno va leyendo “si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y delinquiere”, ahora teniendo como ofrenda a aquella cabra sin defecto, yo leí el 29: “y pondrá su mano sobre la cabeza de la…” Aquí habla acerca de la cabra sin defecto. Una cabra, ¿verdad? Dice: “y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación”. “¿Qué es la cabra?” Mi corazón tuvo la pregunta en ese momento. Yo tengo entendido que cuando uno se convierte en pastor, le ponen la mano; cuando se convierte en anciano, le ponen la mano. Una cabra. “¿Por qué es tan soberbio? ¿Por qué te tenemos que poner la mano a ti?” Yo no podía entender eso; ah, no podía entender eso.

Señores, bien deben de saber. Todo el mundo ahora tiene su compañero. Cuando Dios ha hecho al hombre, no ha hecho mismas personas como hombres, ha hecho hombre y mujer para que ambos sean una pareja. La mujer, por más que haya millones de mujeres, es imposible que si no se empareja con un hombre, tenga hijos. De la misma manera [en] la Biblia Dios ha hecho al ser humano, hombre y mujer, para que sean una pareja. De la misma manera en la Biblia también todo tiene su compañera. Aquí dice: “escudriñad las palabras de Jehová”. ¿Qué dice luego? Aquí dice, ¿verdad que sí? ¿Correcto? Para poner la mano en la cabra ¿por qué le ponen la mano a la cabra? ¿Ella se convierte en pastor, anciano? Si encontramos la compañera de esa palabra, podremos encontrar la respuesta.

Hoy en día tenemos la computadora y si ponemos el vocablo o lo que fuera, tiene su respuesta. “Ah, Génesis, ta, ta, ta, ta, ta”: aparece. En ese entonces no había eso. “¿Por qué tener la cabra? ¿Por qué a él tenemos que poner la mano? ¿La cabra se convierte en anciano, pastor?” Porque yo conocía que le ponían la mano cuando se convertía en pastor

o anciano, otro cosa no entendía pero yo mientras que leía la Biblia, era increíble, señores. Yo no aprendí esto de alguien, fui buscando y se conectaba. No se imaginan lo feliz que yo estaba por eso. En Levítico 16:21 aparece su compañera, de por qué le ponen la mano: “y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados”. Dice luego ¿qué cosa? “Poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío”. ¡Ah, es eso! Esta cabra, para morir por nuestro pecado, debía de cubrirse por nuestro pecado y cuando el sacerdote pone la mano está dicho que todo pecado pasa a la cabra.

Cuando volví a pensar en ello de nuevo podía yo pensar en san Mateo 3. Juan el Bautista cuando bautiza en el Jordán, Jesús vino para ser bautizado. Juan, mirando al Señor le dice: “oh, él es Hijo de Dios. Yo debería ser bautizado por ti pero ¿por qué usted viene a mí?” Rechazó pero Jesús ¿qué le dice? “Deja ahora porque ahora es justo que hagamos esto para hacer toda justicia”. Para hacer toda justicia. Todo pecado se deshace y en ese momento decimos que se cumple toda justicia. Ustedes han cometido pecado, entonces son pecadores. Ese pecado, si acaba, son justos.

Hay un libro de la Biblia que es maravilloso. En Romanos 3:23: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. En el 24 hay una palabra maravillosa: “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Señores, aquí ¿qué dice? Que porque Jesús fue crucificado y él murió por mi pecado… Nosotros no hemos hecho absolutamente nada. Somos justos sin haber hecho absolutamente nada; ¡todo el pecado desapareció!

Señores, ¿quién es el que nos dice que somos justos? ¿El diablo? ¿El cerdo? ¿El perro? No, no es así, fue Dios quien dijo aquello. Por la gracia de Dios. No hemos hecho absolutamente nada. De manera gratuita hemos sido justificados. “Pastor Ock Soo Park”, un día Dios dice: “ey, Ock Soo, tú eres justo”. “Wow, yo soy justo”.

Yo tenía una hermana. Cuando mamá falleció, tenía 15 años, la menor tenía 13 años, yo tenía 8 años. Mi hermana me crió como si fuese mi madre. Estábamos así y cuando yo le dije que obtuve el perdón del pecado, mi hermana me dijo: “Ock Soo (ella como que

estuvo en ira), el pastor dice que es pecador, hasta el anciano dice que es pecador. Ock Soo, cuando una planta madura, baja la cabeza. Tú, si dices que no tienes pecado, eso es bien soberbio, arrogante. Estás equivocado”. Me dijo así. Yo no podía responder delante de mi hermana: “si alguien está equivocado no soy yo sino es Dios, porque Dios es quien me dice que soy justo”. Después de un tiempo mi hermana también recibió el perdón del pecado. ¿Cuál era el problema? Todos en la iglesia decían que ellos eran pecadores.

Yo no estuve quieto. Nosotros en ese entonces, ya que era una iglesia de campo, estábamos como 20, 24, 30 jóvenes. Después del culto de los jóvenes, íbamos para practicar el cobro, también íbamos para ser profesores de la escuela dominical. Estábamos en el campo. Entre un hombre y una mujer, los jóvenes como que tenemos un ambiente libre. “Ey, hombre Park, ¿tú has comido?” Nos tuteábamos. Luego practicábamos cada sábado la canción del coro. Después de acabar todo en el coro ¿qué había ocurrido? Cantábamos también canciones que ya pasaron de moda [sobre] un joven que se puso la camisa amarilla, la mujer del capitán…

Terminábamos la canción del coro y nos poníamos a cantar aquellas canciones. Después de terminar el coro me fui yo adelante. [Conté] cómo obtuve el perdón del pecado. Se asustaron muchísimo los compañeros. Dijeron todos de la misma manera: “tengo mucho pecado. Joven Park, ¿qué tengo que hacer?” Hoy en día yo les contaría así, fácilmente, a ellos pero apenas había obtenido el perdón del pecado. Yo todavía no estaba en la etapa de explicar. Yo sentía quebranto. Pasó como un mes. El pastor comenzó a hacerme a un lado. En ese momento estaba muy triste. Un día era la hora del culto.

—Joven Park —ahora él dijo que me castigaba porque me subí al bus un día domingo.

—Entonces ¿qué es ahora el castigo?

—Usted cometió pecado. No puede participar en la santa cena.

La santa cena realmente [es] dos veces al año. “Bueno, sus hijas, pastor, estudian en Daegu y vienen los sábados a Seonsan, duermen y luego después de almorzar van en bus para ir a Daegu; cada domingo ellas van. Entonces ¿cada domingo ellas tienen que recibir

castigo? Yo me subí una vez; además, en el campo uno no tiene oportunidad de subirse. Me subí así, por casualidad”. Hasta aquí tenía ganas de decir “tu hija…” pero él como que se sentiría avergonzado, entonces me aguanté.

Un día en el camino me encontré con una profesora y le dije a ella:

—Profesora Kim, usted tiene que obtener el perdón del pecado.

Ella, antes no estaba así, pero de repente me dijo a mí:

—Ey, joven Park, por favor despiértate. ¿Tú eres mejor que el pastor? El pastor y el anciano dicen que son pecadores. ¿Tiene sentido que tú digas que no tienes pecado?

Cuéntale eso al pastor.

Esto comenzó a llegar al pastor. Todos decían que yo estaba equivocado y comenzaron a darme la espalda. No tenía dinero, no ofrendaba bien a la iglesia. Si yo hubiese sido brillante y ofrendaba bien, el pastor no iba a actuar por mí. Así, ya que yo era inútil y cuando este inútil decía que era justo, era inservible; como que me hicieron a un lado para que salga. Un día quería entrar en la habitación donde estaban reunidos los jóvenes. Tomé la manija. En voz alta hablaban de mí: “ese Ock Soo Park, qué simpático. Yo bien le conozco a él pero dice que no tiene pecado”. ¿Cuándo dije que yo no cometía pecado? Sí, yo dije que no tenía pecado porque él hizo muchas cosas malas como yo y es obvio que él diga eso. “¡Qué dices! ¡Qué barbaridad!” Quería entrar así pero yo solté la manija. Salí yo solo. En ese entonces solamente tenía iglesia en mi vida pero todos en la iglesia me hicieron a un lado. Pensaba que estaba solo pero en ese momento en Seonsan había un señor llamado Shin Nam Seo. Él hablaba de manera tan brillante el inglés. Comúnmente los coreanos no hablaban tan bien el inglés. Por más que sea brillante el inglés en Seonsan no había nadie que entienda su inglés. Él así por casualidad fue a Daegu para traducir al misionero Dick. En ese momento había como 520 misioneros en Corea. Aquellos 500 misioneros, entre

ellos había misioneros renacidos como esta cantidad. Realmente otros misioneros se mezclaban con pastores coreanos pero estos misioneros no se mezclaban pero tampoco podían hablar acerca del perdón del pecado. Ellos estaban angustiados en un rincón. Durante tres semanas ellos ayunaron y oraron por la iglesia de Corea luego la conclusión que se obtuvo fue “empecemos una escuela misionera para enseñar a nuestros jóvenes”. El señor Shim escribió al anciano de la iglesia y dijo: “por favor envíenos a jóvenes. Vamos a empezar una escuela misionera”. El anciano Moon era mi vecino de al lado. A menudo iba a su casa.

—¡Ey, joven Park, ven aquí! —me llamaba él.

—Sí, anciano. ¿Qué pasa?

—¿Qué haces hoy en día?

—Ah, bueno, estoy jugando.

—¿Tú quieres ir a la escuela misionera?

—Ah, ¿por qué? ¿Qué tipo de escuela es?

—Eso es. Tú comes comida americana, café. Ve, ve, ve.

Me fui. Todos estaban pasando hambre. Yo así fui a la escuela misionera. Después de que acabé la escuela misionera, a todas las otras personas las llamaban de otro lugar pero yo era el más joven; en ninguna iglesia me llamaron a mí. A menudo canto esta canción: “a este lugar, en solitario, en donde nadie me busca, solamente está lleno de hojas otoñales”. Así fui a Apgokdong. Señores, cuando uno obtiene el perdón del pecado no tengan miedo por la dificultad; cuando padecen dificultad, Dios sin lugar a duda está con ustedes. Yo estando en Apgokdong no robé, no pasé hambre; viví nueve meses así. Yo al comienzo, durante una semana, estando así, fui a evangelizar. Fui por primera vez y cuando fui a la peluquería para predicar ni me miré en el espejo. Mi rostro estaba a la mitad; realmente yo no sabía eso porque yo no tenía espejo. Al mirar eso perdí todas las fuerzas.

Una vez, discúlpenme, iba al mercado y quería ir por un camino al monte. Pasando por ese camino había muchas frambuesas. Yo quería orinar y me bajé. Había como campo

de frambuesas. Mientras que recogía y comía toda la frambuesa acabó la feria de mercado. Dios por mí preparó eso; no se ve realmente esa frambuesa pero realmente Dios me permitió comer eso.

Así pasaron como seis, siete meses. Me encontré con una persona que no podía ni imaginarme en mi vida: era la hermana Son Eul Sun. Tanto fumaba la señora que era dueña de mi casa. No tenía ni dinero para comprar cigarrillo, entonces ella había plantado la planta de cigarro, el tabaco. Ella secaba eso, frotaba, lo envolvía en un periódico y fumaba.

—Señora, por favor, ¿por qué fuma tanto? Usted, sí, se va a intoxicar. Ay, no fume; fume menos por favor.

—¡Joven, tú no sabes nada de eso! ¡Me duele mucho la cabeza!

Era una señora muy buena. Un día vino con una amiga. Yo estaba leyendo la Biblia. Venía al lado y le hablaba. “¿Vendes bien?” Vio la cacerola que está fuera de mi habitación y empezó a preguntar:

—¿Alquilaste tu habitación?

—Sí, vino un evangelista.

La amiga se asustó y dijo:

—¿Evangelista? ¿De dónde vino?

—Vino de Daegu.

—¿Se reúnen algunos?

—Vienen algunos niños.

Ella preguntaba sobre mí y yo podía darme cuenta [de] que ella creía en Dios. Fui con mi Biblia. Pasaron dos horas. Esta señora recibió la salvación. Era la primera persona que recibía la salvación después de que yo recibí la salvación. En ese momento nosotros estábamos muy agradecidos. La hermana que recibió la salvación por mí, cambiaba; era increíble.

Hace poco me encontré con su hijo. “Ay, pastor. Cuando mamá no le conocía a usted, siempre ella venía después de vender y nos pegaba”. Pero un día de repente cambió la mamá; había sido que recibió la salvación. Esta señora después de que ella vendía, cuando ella oraba, realmente, sea lo que fuera, se curaba la enfermedad. Había gente que estaba endemoniada, ella oraba y el espíritu se alejaba. Empezó una iglesia en lugar de hacer sus ventas; cuando iba a Geochang ella empezó a guiar la iglesia. Ella dijo que ni muerta podía hacer pero yo le dije que tenía que hacer.

—Hermana, yo porque soy joven ¿usted me humilla, eh?

—Ah, ministro, ¿por qué yo le voy a humillar? No, no le humillo.

—Si el siervo de Dios le dice para que haga ¿por qué usted tiene tantas excusas?

Desde ese momento empezó a predicar la palabra en la iglesia. Yo era la primera vez que veía a una persona que servía tan bien a Dios, como ella. Ah, realmente estoy tan feliz cuando veo cómo alguien recibe la salvación y cambia. Su marido era ciego también. Otros recibían la salvación pero él jamás recibía la salvación. Un día empezó a llover y no estaba la esposa; estaban los niños y entraba agua en la casa. Sentía que los niños morirían. En ese momento yo dije:

—¿Hay alguien?

—¡Ay, evangelista!

Salió y luego él recibió la salvación ese día. Fui a Jangpalli. Mientras que yo estaba allí dos jóvenes de la escuela dominical venían a la iglesia. Durante un año y medio los hermanos recibieron la salvación, 50, 40 personas. Mientras que yo estaba en Jangpalli, durante un año y medio era el momento más feliz de mi vida. Cada noche nos reuníamos sin relación al culto. Cantábamos: “después de obtener mi perdón del pecado”. Por ronda, por turno, testificábamos. Yo predicaba, oraba y volvíamos a la casa. Eran como las 10; era el momento más feliz de mi vida, creo. Todos los días había gente que recibía la salvación; agradecíamos. Luego fuimos al cuartel; no quería ir al cuartel porque era muy buena la iglesia. Después de ir al cuartel tuve la ocasión de predicar en el cuartel; ¡era magnífico!

Cuando nuestro corazón se dirige al evangelio, continuamente Dios abre las puertas. Cinco mil personas se habían reunido. ¿Con qué le darían de comer a ellos? Con 200 denarios no bastaría. Tú conoces 200 denarios pero no conoces a Jesucristo. Nosotros cuando conocemos a Jesucristo, Jesús viene a ser el todo para nosotros. Ustedes no creen así en Jesús. Cuando están en dificultad, Jesús es salvación, es nuestra ayuda. Porque no saben ustedes, están angustiados. Cuando se les acaba el dinero, ustedes no creen en Jesús. Ahora no tienen dificultad en su vida [pero] cuando se les acaba el dinero y cuando están en dificultad… Hemos vivido tras nuestra manera hasta ahora. Dios a mí, mediante otra manera, ahora me quiere dar la ayuda. A ver, pidamos en Jesús y cuando les falta dinero no solamente en ese momento que les falte dinero; cuando están enfermos, cuando tienen dificultad: “ah, el Señor permite esto para manifestarse en mí”. Cuando así ustedes se apoyan en Jesús, una por una toma las cosas. Dios les va a ayudar.

Me fui a dormir a una casa en una ocasión. A la noche me quité mis medias y estaba bien negro mi pie. ¿Qué pasa? Yo me lavé los pies. ¿Qué es lo que ha ocurrido? Es que había un gran agujero en mi calzado. Oré por mi calzado. Pasaron como tres días. Había un compañero que había ido como oficial al cuartel y me mandó unos zapatos. Dice que le regalaron unos zapatos en el cuartel pero él tenía su zapato; pensando en mí me envió y me dijo: “no sé si el tamaño encaje con usted”. Después de leer la carta dije: “esto encaja en mis pies”. El hermano no sabe bien mi tamaño pero Dios conoce perfectamente mi tamaño; encajó perfectamente el zapato.

¿Cuál fue el lugar donde me fui por primera vez con ese zapato? Fui a ver a la madre de mi esposa porque debía casarme. El misionero Anderson me dijo: “a ver, sígame”. Fui a Bucheon; mi esposa vivía en Bucheon en ese entonces. En ese momento estábamos bien interesados por la campaña de los niños. Hasta ahora está vivo el recuerdo en mí. Me había dado el almuerzo pero era tan salado; “¿es posible? Aquí está cerca de Incheon, pues”. Yo había pensado en eso y mi esposa vino. Hicimos nosotros la evangelización de los niños. Antes de casarme me fui para saludar a mi suegra. Mi suegra me preguntó:

—¿Cómo vivirá usted ahora en adelante?

—Por la gracia del Señor.

—Es porque usted está solo ahora. ¿Qué va a pasar cuando tenga su esposa, su hijo? ¿Qué va a hacer? Me acuerdo de este calzado. Dios me conoce bien a mí. Cuando tenía mi traje, mi camisa, el Señor me lo da, [también] cuando no tengo medias o calzado. En ese momento yo había llevado mi nuevo calzado. Yo había orado a Dios. Jamás Dios me ha dado solamente un par, me ha dado ambos pares. ¿Ustedes creen en esa palabra?

—Dios bien sabe que tengo dos pies; si tuviese cinco pies, Dios me daría cinco zapatos. Si somos diez, Dios me dará para diez.

Pude aprobar el examen tan difícil de boda. Hemos vivido hasta hoy en día, nosotros, chocando, peleando, pero jamás Dios me dio la espalda a mí. Yo soy muy carente, yo soy malo, me pongo contra la palabra de Dios pero si fuese hombre, Dios, ya hace rato me iba a dejar pero me siento muy agradecido porque Dios me sujeta. ¿Por qué? Porque Dios nos ama. Son viles, sucios, malos pero ha derramado la sangre por nosotros, está vivo dentro de nosotros. Si ustedes creen en ese Dios, prosperarán en todo. Cinco mil se han reunido. Si Jesús está ausente, sería problema pero Jesús está presente y nada es problema. El que vivamos de tal manera es vivir por Dios.

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