La fe de Jesús - San Juan 4:7-30

Page 1

PRÉDICA DOMINICAL DEL PASTOR OCK SOO PARK

16 de Agosto de 2020


P R É D I C A D O M I N I C A L D E L PA S TO R O C K S O O PA R K

"La fe de Jesús" Vamos a leer la palabra de la Biblia San Juan capítulo 4 versículo 7 – 30

4 7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. 10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. 16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.

1


19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. 27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. Me gustaría leer todo el capítulo cuarto. Cuando leemos la Biblia y no entendemos bien, a veces se siente hasta aburrido; pero cuando leemos la Biblia y conocemos el corazón de Dios, llegamos a entender. No hay gozo más grande que leer la Biblia. La mujer samaritana que se encontró en el pozo con Jesucristo pensaba que él era simplemente un muchacho judío. Samaria era la capital de Israel. En la época de guerras, se habían traído muchos extranjeros para mezclar la sangre de Israel. Como eran una mezcla de varios países, para los judíos, los samaritanos eran considerados animales, por lo que no se trataban entre sí.

2


Jesucristo estaba en el pozo de Samaria cuando se encontró con la mujer que venía en busca de agua. Él simplemente le dijo, «dame de beber»; pero la mujer le respondió, «tú, siendo judío, ¿cómo me pides agua a mí que soy samaritana?». El señor Jesucristo no le expresó: «te pido agua porque tengo sed, pero pones tantas excusas», sino que le dijo: «si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías y él te daría agua viva». La mujer era cautivada en medio de la plática con Jesús: «¿dónde tienes agua viva?, no tienes con qué sacarla, el pozo es hondo». Así, continuaba la conversación entre la mujer y Jesús. Esta llega a un punto donde Jesucristo dijo algo inimaginable para ella, él le dice: «el que tome de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna». Con esto, quería explicarles un poco sobre esta historia. A menudo he dicho que me encantaban las novelas, las leía mucho. Hay una diferencia clara entre las novelas y la Biblia; los escritores, cuando escriben una novela, se enfocan en la emoción. Uno llega a sentir una fascinación por el texto debido a la emoción. Así, el lector empieza a sentir esa misma emoción y llega a conectar con el libro. La expresión es bella, por lo que uno es atraído a leer la novela. Sin embargo, la Biblia es distinta a las novelas. Se ha extraído toda emoción de la Biblia; así, aunque leemos el mismo texto, cada persona tiene una lectura distinta, unos sienten conmoción; otros, alegría. Es un libro tan maravilloso. Para poder expresar la verdad es que han extraído de cada uno de los libros que conforman la Biblia las emociones. Es por eso que puede sentirse un poco cruda al leerla. La Biblia es sobre un nuevo mundo, enfocado en el corazón de Jesucristo. Así, cuando esta palabra entra en nuestros corazones, es la verdad. Una mujer fue sorprendida en medio del acto de adulterio; al haber sido atrapada, fue arrastrada por los escribas y fariseos. Al estar delante de Jesucristo, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. En las leyes de Moisés dice que debemos apedrear a tales mujeres. Maestro, ¿usted qué dice?» Hubo un silencio. Ellos se preguntaban si tenían que apedrearla 3


levemente o si deberían golpearla hasta la muerte, quizá no apedrearla; ellos esperaban este tipo de respuestas. Pero Jesucristo les respondió de una manera inesperada: «El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella». Hasta ese momento, muchas personas pensaban en el pecado cometido por la mujer adúltera, no en su propio pecado. Cuando él dijo que aquel que no tenga pecado, arroje la primera piedra; hizo que las miradas, que apuntaban hacia la mujer atrapada en adulterio, se enfocaran en sus propios corazones. «Yo tengo pecado. Quería apedrear a esta mujer por mi pecado». Ellos estaban muy avergonzados, así que dejaron su piedra y se fueron. Al final, solo quedaron Jesús y aquella mujer. Esta historia relata la verdad tal como es. La mujer podría pensar, «¿cómo es posible que haya sucedido esto?». Al haber sido atrapada en el acto mismo de adulterio, no podía esperar algo diferente a la muerte; nadie podía salvarla. Imaginemos que el hermano de la mujer era un ministro, ¿acaso él podría salvarla?; o que su tío era un diputado, ¿lograría hacerlo? Pero Jesucristo, con una sola palabra, pudo salvar a la mujer adúltera. ¿Qué habrá pensado ella?:«Este hombre, ¿de dónde obtuvo esta sabiduría?, soy alguien que no debería vivir. Pero él me ama; todos querían apedrearme, pero él ama a una mujer tan sucia y pecadora como yo». Cuando ella reconoció el corazón de Jesús, llegaron muchos pensamientos: «¿Por qué no tengo aquella sabiduría?, ¿por qué soy distinta a él?» En San Juan 4, podemos leer sobre la conversación entre Jesús y la mujer samaritana. Ella también podía sentir el mundo del corazón de Jesús, este no puede ser hallado en otro lugar. La Biblia puede ser difícil de leer a veces, es cruda y no tiene ilustraciones, tampoco hay muchas explicaciones. Por eso puede ser aburrido de leer, pero, si uno decide explorar de manera profunda, si uno logra entender y aceptar el corazón de Jesús, muchas cosas maravillosas empezarán a ocurrir en sus vidas. Hace no mucho, tuve una conferencia de prensa en Daegu. Ahí, un periodista me preguntó: «Pastor, usted ha dado conferencias en muchos países, ¿cuál fue el país en el que los asistentes fueron más comprensivos?» Respondí Brasil. Allí, luego de la transmisión del sermón, me entrevistaron nuevamente. Ellos también organizaron una conferencia donde reunieron a muchos periodistas. Asimismo, 4


dos semanas antes, el día sábado, tuvimos una conferencia de prensa con los periodistas brasileños. Un responsable del canal me contó que su padre había fallecido hace poco tiempo, él falleció a causa de la depresión. Él pensó: «Si mi padre lo hubiese conocido a usted, pastor Park, él no estuviese muerto. Por eso quería conocer más sobre usted, pastor Park». En aquel canal decidieron hacer un documental sobre mí. Como mencionaron eso en medio de la entrevista, empezamos a hablar sobre eso. «¡Claro! Me siento agradecido si deciden filmar un documental». Ellos dijeron que mi sonrisa era tan bella; era la primera vez en mi vida que escuchaba a alguien decir que yo era atractivo. La conversación era muy interesante. ¿Por qué a los brasileños les gustan los sermones? No podía encontrar una respuesta. Lo único que sé es que el país con más contagiados del covid-19 es Estados Unidos, luego viene Brasil. Aunque en Corea hay infectados de covid-19, no mucha gente tiene miedo de morir por la enfermedad. Pero en Brasil, muchísima gente ha fallecido por esta causa. Por eso, los ciudadanos piensan acerca de la muerte Al estar tan cerca de la muerte, el evangelio que les había anunciado cautivó sus corazones. A los cinco minutos del inicio del sermón, había cinco mil comentarios. Ellos estaban muy sorprendidos. Aunque nunca lo imaginé, creo que seré el protagonista de este documental. Yo no sé nada, solo leí la Biblia. Mientras leía la historia y trataba de entender el corazón de Jesús, pensaba: «un hombre como yo no podría llegar a tener un corazón así, lleno de amor, sabiduría y sacrificio». Esas cosas entraron en mi corazón, era una persona tan cruel, pero, frente a ese amor, a menudo derramo lágrimas. «¿Por qué me amas, Jesús?», le pregunté. Después de convertirme en pastor, tiendo a pensar: Jesús, y si Jeon chung Nam fuese pastor. Él es alto, guapo, se escucha muy amable cuando habla. Pienso que los miembros de la Iglesia estarían felices. Pero, ¿por qué elegiste un hombre como yo? No hago nada bien; soy tan malo. Tengo esta plática a menudo con el Señor. Cuanto más siento el corazón de Jesucristo, a donde sea que vaya, puedo reconocer que no soy una persona capaz. Pero puedo decir que Jesús ama hasta a un hombre como yo. Carezco de condiciones para recibir aquel amor: no hago 5


bien las cosas, tampoco soy sobresaliente. Pese a no tener las condiciones para recibir su amor, él es amor. De tal manera, al leer la Biblia, pude entender su corazón. Sí, yo escuché que él había muerto por los pecadores en la cruz, pero nunca pensé que él había muerto por mí. Un día me di cuenta sobre esto: Jesucristo murió por mí, ¿por qué me ha amado tanto? Soy un inútil, malo, sucio, mentiroso, ¿por qué? Junto al expresidente Fernando Lugo, viajé a un pueblo de flores donde me encontré con el padre Ock Jin. Él tiene mi edad. Me sorprendí mucho al escucharlo hablar con el presidente. Dijo que, desde que nació, no ha tenido malos pensamientos. También dijo que, a los nueve años, invitaba su merienda a sus compañeros. ¿Cómo puede haber un hombre tan bueno como él? Entonces, no tiene necesidad de creer en Jesucristo. Tuvimos una pequeña discusión con el expresidente Lugo tras esa charla, ¡yo no podía creer lo que él decía! Se dice que el corazón es lo más perverso en este mundo. «Él no es un ser humano, quizá no habrá tenido un corazón realmente malo; yo no soy así» Así que discutimos en el carro, como no puedo hablar bien el español, la traductora nos apoyaba. ¿Acaso no todos somos engañosos?, por eso necesitamos a Jesucristo. Antes de obtener el perdón del pecado, yo tenía la convicción de que iría al Infierno, pensé que no habría ningún hombre más cruel que yo. No había nada sobresaliente, bueno, ni radiante en mí. Incluso si intentaba contar del uno al diez mis puntos positivos, así podía reconocer que yo no tenía ninguna condición para merecer el amor de Jesús, solo había maldad, vileza y engaño. Pese a mi maldad, Jesucristo me incluyó también en su amor. Aunque yo toda mi vida fui un mezquino, él derramó toda su sangre por mí y fue crucificado en la cruz para salvarme. La mujer samaritana pensó que Jesús solo era un judío y, sin interés, fue en busca de agua. Al encontrarse con Jesucristo, este le pide: «mujer, dame de beber», la mujer lo mira como si fuese extraño, por eso ella le pregunta: «¡Tú eres judío! ¿Cómo me pides a mí de beber si soy mujer samaritana?». Jesucristo le respondió: «aquel que tome de esta agua, tendrá sed; pero el que tome del agua que yo le dé no tendrá sed para siempre, será una fuente de agua viva para la eternidad». En este mundo, donde no existe un agua que nos quite la sed para siempre, ella 6


podría pensar: «¿Por qué bromea con una mujer que ve por primera vez? Deje de bromear, no creo en lo que dice». Esta sería una respuesta lógica, no sé si porque es la Biblia es que dice algo que, entre mil, millones y billones de personas no pensaríamos en decir. Si vemos el transcurso de la plática, podemos ver que esta mujer es distinta a todas las demás personas. Ella aceptó la palabra de Jesucristo en su corazón: «el que tome de esta agua, volverá a tener sed; pero si toma el agua que yo le daré, no tendrá sed nunca más; será fuente para vida eterna». Mientras que esta mujer habla con Jesucristo, es atraída a un nuevo mundo. La mujer samaritana estaba viviendo con un hombre, pero ella menciona que este no era su marido. Debió tener muchas dificultades. No sabría decir el porqué se divorcian, pero, casarse y luego divorciarse no es algo simple; sentirá tormento, angustia. El divorcio no es un proceso sencillo, sin lugar a duda, debió haber sido humillada. Pero esta mujer tiene algo que otras personas no; si Jesucristo hubiese hablado así a una persona común, esta le hubiese respondido que no bromee; mas esta mujer tenía un corazón muy profundo que pudo conectarse con el de Jesucristo. Por primera vez, alguien había mencionado sobre aquella sed. Cuando escuchó que él podía calmar su sed, ella no quería perder la palabra de Jesucristo. Ella le dijo: «Señor, dame esa agua para que yo no tenga sed, ni venga hasta aquí a sacarla». Pienso en este libro al hablar de Jesucristo. «Estás bromeando, ¿cómo puede haber tal agua?», así responderíamos nosotros. Mas ella, con la angustia del divorcio, con ese dolor en el corazón; ella no era como una persona común, habría llorado mucho, habría peleado continuamente con su marido: «¡¿Por qué me case contigo?!, me estoy volviendo loca». Hubo muchas curvas en su vida, muchas rocas en su camino. No obstante, mediante la palabra de Jesucristo, ella podía reconocer: «Lo que dice ese hombre es verdad, él es capaz de calmar mi sed». No sé si una pequeña parte de la mujer samaritana reconoció al señor Jesucristo. Conocí la iglesia a los 19 años, era muy difícil para mí el no tener un camino que seguir. Tenía muchos pecados, no podía encontrarme con Jesús de manera tan 7


profunda como aquella mujer: no sentía la necesidad de saciar mi sed. «Ojalá pudiese obtener el perdón de los pecados», estas ideas llegaban a mi alma. En 1962 me encontré con Jesucristo, él perdonó todos mis pecados. Me pregunto si hay algún cristiano en Corea que no sepa que Jesucristo murió por nuestros pecados. Si creemos que él vino a morir en la cruz por nosotros, podemos ser despojados del pecado de nuestros corazones. Cuánta gente estaría feliz. ¡Qué pena! tanta gente nos llama «secta»; ellos no investigan, les gusta criticar. Esas personas usan esa palabra a su beneficio, logran que otros acepten ese término, aunque no sepan el significado de secta. Si ellos pudiesen conectarse con la cruz, se librarían de su pecado. Pero ellos no tienen interés en Dios; simplemente se satisfacen con su creencia formal al asistir a la iglesia. Así, la gracia proveniente de la cruz no puede ser apreciada. En la Biblia está escrito que ya no tenemos pecado. Al morir en la cruz, ha lavado nuestros pecados: «¡Ya no tengo pecado!». Pero, sin pensar, la mayoría lleva ese tipo de vida de creencia. Cuando uno lee la Biblia, logra ver el cálido amor de Jesucristo. La mujer que cometió adulterio solo podría ser apedreada, mas Jesucristo salvó a aquella mujer de la muerte y la envía a casa. «Todos han querido matarme, pero él ha protegido a un ser tan sucio como yo, él me ha amado tanto». Debemos tener este tipo de relación con Jesucristo, por más que uno conoce sobre el sacrificio de Cristo, uno no tiene remordimiento. La gente no piensa en la destrucción ni en cómo el pecado nos sumerge en esta; ellos congregan en la Iglesia sin pensar en su condición. Al leer la Biblia echando nuestro corazón, podemos percibir el corazón de Jesucristo como si nos hablara al oído. Él ha amado a un ser tan vil como nosotros, debido a eso no podemos dejar de conmovernos. Por más que uno entregue todo su ser, toda su vida, que uno sea perjudicado sin recibir ningún beneficio; uno llega a amar a Jesucristo. En poco tiempo, ella aceptó el corazón de Jesucristo. Ella tiró el balde y fue al barrio, habría sido bastante caro ese balde, ¿qué pasa si se rompe? ¿Cómo podemos entender esto? Acabó su sed, ya que ella pudo obtener aquella agua que calma la sed para siempre gracias a Jesucristo. Por eso es que bota el balde y corre a la ciudad a anunciar su encuentro con Jesús: «¡Me encontré con el Mesías! ¡Él 8


conoce todo mi pasado! ¡Él es el Mesías! Ya no tengo más sed, me ha dado agua viva». Los habitantes de la ciudad debieron estar extrañados, «¿por qué está gritando?». Por ella, la gente de la ciudad va al pozo a encontrarse con Jesucristo para escucharlo. Ellos le pedían que estuviese algunos días ahí: «Maestro, por favor, venga a nuestra ciudad y quédese algunos días». Esta es una hermosa historia. Los judíos no suelen convivir con los samaritanos; sin embargo, ellos comieron, hablaron y descansaron juntos. Por dos días, el inmenso amor que se hallaba en el corazón de Jesucristo, aquella gracia de Dios presente en su corazón, es transmitida a los ciudadanos de esa historia, es un encuentro inolvidable con el Señor. Hay mucha gente que puede ahora estar enferma, quisiera contarles algo. En 1987, mi estómago estaba bastante débil, sufrí mucho durante esos tres meses, perdí 7 kg. En aquel entonces yo pesaba 70 kg., mis pantalones me quedaban sueltos. La dificultad más grande que enfrenté es que no podía comer; cada que lo hacía, sufría de diarrea. En ese momento, debía participar en muchas campañas como expositor; no me quejaba a fin de no preocupar a las personas de mi entorno. En verano se desarrolla comúnmente el Campamento Mundial. Durante esos meses, cada madrugada me levantaba y lloraba ante el Señor: «Con este cuerpo, Señor, no voy a poder aguantar el Campamento de Verano. Señor, me duele demasiado, permítame que se cure mi estómago. No podré soportar el Campamento, ya estoy muy adolorido». Le pedía que curase mi enfermedad. Hay un versículo que yo recordaba en esos momentos: San Marcos 11:24: «Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá». Así oraba para que me curase del estómago. Cuando oras por algo, debes creer que Dios ya lo concedió, ¡era tan fácil! Por eso, yo pensaba: «Dios ya curó mi enfermedad». Un día, surgió una cuestión a la hora del desayuno: empezó a dolerme demasiado el estómago. No importaba qué comía, tenía diarrea, por lo que solía no comer. Pero, en ese instante, yo pensaba que Dios ya me había curado. Me 9


encanta el kimchi. Ese día había de desayuno sopa de arroz y kimchi, con solo comer la sopa de arroz sentía un gran dolor, ¿qué sucedería si probase el picante kimchi? El doctor Choi il Young, director de Medicina interna del hospital de la Universidad de Hanyang, me dijo: «¡Pastor!, su estómago es tan débil como un papel mojado». En las villas tradicionales, solemos poner papel mojado en las puertas. «Pastor, su estómago es como ese papel, debe tener mucho cuidado Si su estómago explota, podría morir en 24 horas». Es por ese temor que yo no comía nada. Pero llegó esa disputa en mi corazón: si yo tengo fe en que me curé, puedo comer kimchi. No tengo motivo para no comerlo. Así, no debo solo decirlo, sino que debo comer kimchi. Entonces pensé: «¡ya me curé, vamos a comer kimchi!». Aun así, tenía mucho miedo con solo pensar en comerlo. Aunque soy pastor, no estaba creyendo en la palabra de Dios, «¡Yo pedí a Dios por mi enfermedad, ya me curé!». Esa mañana, llegó una visita a casa. Mi esposa preparó mucha comida para nosotros. Cogí una taza de arroz y empecé a tomar el caldo, kimchi, todo lo que podía. Mi esposa, al verme, se asustó mucho: «¡Querido! ¡¿qué estás haciendo?!». Yo le respondí que estaba bien, que ya estaba curado. Aunque ella quería hablar, se quedó callada. Luego de tres meses pude probar un plato entero de arroz. Al terminar, empezó a dolerme fuertemente el estómago. Llegó a mi corazón un pensamiento: «¿Cómo tienes fe para comer kimchi?», Satanás me hablaba a través del dolor. «¡Fuera Satanás, estoy curado!», pensaba. «Pero ¿por qué me duele?». Mi corazón comenzó a alborotarse De repente, ocurrió algo maravilloso. Dios me permitía recordar una palabra: cuando Jesucristo fue junto a Jairo, su hija ya había muerto, pero él le decía que no había muerto, sino que estaba durmiendo. La gente alrededor no podía entender: «¿Cómo no nos vamos a dar cuenta?». Entonces Jesús le dijo «Talita cumi», «Hija, levántate», y ella se despertó. Jesucristo tenía razón al decir que ella dormía. Ante nuestra vista, ella murió, pero Jesucristo dijo que estaba durmiendo y fue así. Ahora me duele el estómago, ante mi vista, sigo enfermo, pero, ante la vista del Señor, ya estaba curado. En ese almuerzo, comí arroz y kimchi. El que duela ahora es solo mi vista, yo ya me curé. Estaba muy agradecido ante el Señor. A través de esto, me enseñó sobre la fe. Esa noche fui invitado al Hotel Hilton y 10


comí muchísimo ese día. Mi estómago estaba tan hinchado, pero logré regresar a casa para descansar. Al despertarme, me había curado del estómago. Anteriormente no podía comer cosas ácidas, ni alimentos con harina porque vomitaba. Había tantas cosas que no podía comer. No obstante, hasta ahora, mi estómago ha estado fuerte; puedo comer muchas cosas. Yo suelo comer muy rápido. Cuando era muchacho, a fin de aprovechar el tiempo, aprendí a ducharme, comer; en general, a hacer las cosas rápido. Si no lo hacía así, no tendría tiempo para leer la Biblia. Cuando ceno con presidentes, trato de comer despacio. Pero en el momento donde el presidente ha probado su primer bocado, yo ya he terminado casi la mitad del plato. Me apena. Desde el año 1987 hasta ahora, no he vuelto a sentir dolores en el estómago. Así como en mi estómago, Dios trabajó en mi corazón. Estando con Dios, recibiendo su corazón, no importa si somos pequeños o altos, simpáticos, si hemos aprendido mucho o poco; nada de eso tiene valor dentro de la palabra de Jesucristo. Cuando la mujer samaritana escuchó a Jesús hablar de esta «agua viva», le creyó, pese a que en nuestra lógica no tendría sentido: «¿Cómo existe un agua que calme la sed eternamente?». Asimismo, Jesucristo fue crucificado, en la Biblia dice que nuestro pecado ha sido perdonado; pero muchos se consideran aún pecadores. Debemos leer profundamente la Biblia para entrar en el corazón de Jesucristo. Antes de ser colgado en la cruz, él oro en el huerto de Getsemaní: «Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga conforme a mi voluntad, sino la tuya». Era muy doloroso cargar la cruz, él quería escapar de ello. Pero la única manera en que podía pagar por nuestros pecados era mediante el derramamiento de sangre. El señor murió crucificado para, con firmeza, lavar nuestro pecado. ¡Amén! «Jesucristo sí perdono mi pecado; ya no soy pecador, yo soy justo». Así lo he creído, ese es el corazón de Jesucristo. Leyendo la Biblia, la palabra de Jesucristo no es solo un relato, es el corazón de Jesucristo. De esta manera trabaja en nuestros corazones, esa sabiduría, amor, salvación, justicia de Jesucristo entra en

11


nuestros corazones. Al entrar en mi interior, presencio una realidad maravillosa que no puedo entender con mi propia sabiduría. En la Biblia, encontramos la palabra de Jesucristo. Leyendo, poco a poco ha entrado en mi corazón, muchas veces he dormido abrazado a la Biblia. Jamás me he apartado de ella. A veces hallo la gracia y me conmuevo por la Biblia, llego a aceptar el corazón de Jesucristo que está dentro de la Biblia, así como su sabiduría, amor, poder y paz de Jesucristo dentro de mi corazón. Antes de ayer, en una entrevista, la periodista me preguntó: «Pastor, ¿usted también suele enojarse?». Yo le respondí que no, «jamás me enojo frente a una cámara. Muchas veces me enojo, pero poco a poco, descubriendo corazón de Jesucristo, mi corazón se empieza a asemejar al de él». Es bueno que Jesucristo haya muerto en la cruz por mí. Su corazón al entrar en mí, me hace estar muy agradecido. Ahora tengo 77 años, en unos tres años cumpliré 80, de ahí unos diez más y tendré 90 y así, me gustaría llegar hasta los 150 años. ¿Cuánto tendré que vivir para cautivarme enteramente con Jesucristo? Yo quisiera parecerme al Señor Jesús, quisiera amarlo y hablar acerca de él. Les contaba sobre la historia de la mujer samaritana. Los judíos no convivían con los samaritanos, pero, entrando en la ciudad de Samaria, comía con los samaritanos, dormía junto a ellos durante 2 días. Yo soy como un samaritano: jamás imaginé que su corazón se acercase al mío más un día, cuando fijé en mí el corazón de Jesucristo, entendí su palabra. Puedo decir que soy justo, puedo decir que soy santo. Amados hermanos, lean la Biblia, acepten el corazón de Jesús y verá cómo él va cambiando su vida. Agradezco ante el Señor que nos ha dado esta Biblia. El Señor nos ama tanto que quiere convivir con nosotros y busca introducirnos en su corazón. Mientras que tengamos a la Biblia en nuestro corazón, Jesucristo nos pondrá en el suyo. Solo así, el amor, sabiduría, poder y santidad de Jesucristo estará en nuestros corazones.

12


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.