Nuevo pacto - Romanos 3:10:31

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PRÉDICA DOMINICAL DEL PASTOR OCK SOO PARK

23 de Agosto de 2020

Nuevo Pacto


P R É D I C A D O M I N I C A L D E L PA S TO R O C K S O O PA R K

"Nuevo Pacto" Vamos a leer la palabra de la Biblia Romanos capítulo 3 versículo 10 – 31

1 0 C o m o e s t á e s c r i t o : No hay justo, ni aun uno; 1 1 N o h a y q u i e n e n t i e n d a , No hay quien busque a Dios. 1 2 To d o s s e d e s v i a r o n , a u n a s e h i c i e r o n i n ú t i l e s ; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. 1 3 S e p u l c r o a b i e r t o e s s u g a r g a n t a ; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; 14 Su boca está llena de maldición y de amargura. 15 Sus pies se apresuran para derramar sangre; 16 Quebranto y desventura hay en sus caminos; 17 Y no conocieron camino de paz. 18 No hay temor de Dios delante de sus ojos. 19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; 20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. 21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 1


22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. 27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. 29 ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. 30 Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. 31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.

El corazón de las personas es voluble. En 2 Reyes: 5, aparece una joven cautiva en la casa del general Naamán, ella era la sierva de la esposa del general. La joven cautiva no sabe cuándo terminará su situación, tendría que vivir toda su vida como esclava en la casa del general Naamán, que sufría de lepra. Sin embargo, la joven creía en Dios, ella pudo haber pensado: «¿Por qué yo, que creo en Dios, he sido atrapada?, ¿qué beneficios he tenido al creer en Dios?» Su corazón pudo haberse llenado de desesperación día tras día. Una vez, en la que lavaba la ropa interior del general Naamán, notó que esta tenía pus, «¡Ah, el general Naaman sufre de lepra! ¿Por qué tengo que ser esclava de un leproso?» Era una situación muy difícil para ella, lejos de sus padres. Pero 2


un día, llegó un pensamiento a su corazón: «Mi general tiene lepra, pero si él se encuentra con el profeta Elíseo, se curará de su enfermedad. ¡Sí, Dios me envió aquí para que esta casa se llene de gozo!». Esta es también nuestra situación. Cuando uno se desespera, todo es angustia, hay presión: «¡Extraño a mi familia! ¡Qué asco la lepra!». En ese estado de añoranza, pudo entrar un pensamiento: «Dios tuvo un motivo para que yo sea cautiva. ¿Qué va a ocurrir cuando el general Naamán se cure de la lepra? Todos seremos felices, el general va a reunir a todos los soldados para predicarles el evangelio». La joven cautiva recibió ese corazón de agradecimiento a Dios. «Por favor, Padre, permita que la señora y el general puedan escucharme». Cada día, en el corazón de la criada crecía la esperanza. Cuando estuvo a solas con la esposa del general, esta le dijo: «¿Puedo decirle algo? Es la primera vez que veo a alguien como tú, ¿cómo puedes estar feliz si eres retenida aquí?». «Señora, yo soy realmente feliz en esta casa, ¿pero sabe? Si usted me escucha, también se alegrará. Sé que el general Naamán tiene lepra, pero en Samaria, está el profeta Elíseo. Si el general va a buscar al profeta, él lo curará». La señora respondió: «No me digas eso, no hay doctor que haya podido tratar su lepra». La joven cautiva le dijo: «Sin duda, él se va a curar. El profeta Elíseo ha sanado muchas enfermedades. ¿Cuánta dificultad tendría yo si el general regresase igual de Samaria? Estoy muy segura». Dependiendo de la manera en que pensamos, nuestras vidas pueden cambiar. Jesús vino hace dos mil años a esta Tierra. Murió crucificado y luego ascendió al Cielo. Desde ese momento, ha pasado mucho tiempo. Cuando era pequeño, asistí a la Iglesia, pero solo congregaba. Pero luego, pude encontrar el corazón de Jesucristo. Cuando el señor Jesús entró en mi corazón, él transmitió su esperanza, su gozo y su sabiduría en mí. Por ello, mi vida cambió de manera notable. «Señora, imagine el escándalo que sucedería si el general regresa sin haber sido sanado. ¡Él se va a curar!». La joven cautiva habló con tanta firmeza que, al verla, la señora podía sentir un mundo del corazón distinto al de los demás, incluso al de ella misma. Ella le creyó y le dijo al general.

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El general Naamán fue a Samaria, allí enfrentó muchas dificultades, mas el resultado fue gozoso: el general regresó curado. Él saltaba de su carreta con gran felicidad: «¡Querida, me curé! ¡Mírame!». La esposa de Naamán empezó a llorar. ¿Cómo puede haber un día tan feliz? Luego, al ver a la joven cautiva, a quien llamaremos Eu Suk, la abrazó y lloró. Toda la angustia se había desvanecido de esa casa. Esto no aparece en la Biblia, pero creo que, a partir de esto Eu Suk era como su hija. Así, ellos vivieron felices: «Papá, estudiemos juntos la Biblia». Cuando alguien debía ascender en su rango militar: «Por favor, elija a quien renació». Un día, el general le dice a la joven: «Hija, el otro día, el vicecapitán de nuestro país vino con su hijo. Creo que él se enamoró de ti y me ha pedido tu mano, ¿cómo te sientes?». De este modo, ambos se casaron y fueron a Samaria a encontrarse con los padres de la joven cautiva. «Mi hija fue llevada en cautiverio, ¿qué será de ella?, ¿cómo estará sufriendo?». Pero, de repente, aparecen dos personas elegantes. La joven se acerca y los llama: «Papás, soy yo, Eu Suk». Esta historia no aparece en la Biblia, pero me parece muy bella. Cuando uno observa sus problemas desde el corazón de Jesucristo, todo se ve de forma distinta. El señor Jesucristo puede cambiar cualquier dificultad, sea cual sea la tristeza. Hace unos años, me llamó una hermana por teléfono: «Pastor, tengo que ir a Estados Unidos por un tiempo. Mi hermana vive allá, le han diagnosticado cáncer y con mis familiares hemos decidido que yo vaya a Estados Unidos para estar con ella». Yo me he encontrado con muchos enfermos de cáncer, ellos tienen un corazón que necesita consuelo. Al día siguiente me llamó un número de otro país así que contesté; era la hermana de esta joven. Empezamos a conversar, le mencioné sobre la esperanza en Jesucristo: así como la electricidad que llega a una casa y hace que funcione la lavadora, el ventilador, la luz, solo debemos de conectar la corriente para que todo funcione. El cable no discierne si algo es bueno o malo, donde esté conectado, enviará la electricidad. De ese mismo modo trabaja Jesucristo, conectándose con nosotros a través del corazón. Anoche hablamos sobre el ciego de nacimiento. Todos los días, él iba a pedir limosna y buscaba sobrevivir de esta manera. Pero una vez, él se encontró con el señor Jesucristo, quien hizo un lodo y lo untó en sus ojos. Luego, le dijo que vaya 4


al estanque de Siloé para lavar el lodo de su rostro. Antes de este momento, aquel ciego debía pensar día a día en pedir limosnas y conseguir un poco de dinero para comer, pero al escuchar la palabra del señor Jesucristo, hubo un choque en su corazón: «Debo pedir limosnas, ¡¿para qué voy a ir al Siloé?!». Así como él, nosotros también hemos experimentado esa disputa. No es que el ciego fue al estanque de Siloé por su propio pensamiento, sino que él fue mediante la palabra de Jesucristo. Ese es el verdadero corazón de Jesucristo. Si el ciego hubiese dicho: «No, estoy ocupado, no puedo ir», él hubiera desechado el corazón del Señor. Sin embargo; el ciego fue hasta el Siloé palpando el lugar, aunque era peligroso ir hasta allá de ese modo, el ciego avanzó con el corazón de Jesucristo. Es distinto avanzar con nuestro corazón que con el corazón de Jesús que está en la Biblia. Aquella hermana estaba en la ciudad de Kansas, hablamos por teléfono. Ella era maestra de un colegio de esa ciudad, pero se encontraba muriendo a causa del cáncer. Yo le dije: «No soy doctor, no puedo decirle cómo tratar su cáncer. Lo único que sé es que Jesucristo vive dentro de mí. Antes, yo vivía con mi pensamiento pero, al leer la palabra de Dios, uno se pregunta, “¿Por qué razón Jesús habló así?” Uno llega a sentir el corazón a través de la palabra. EL corazón de Jesucristo, al conectarse con el mío, se manifiesta maravillosamente». La hermana de Kansas estaba muriendo a causa de cáncer, al hablar con ella, yo solo fui con el corazón de Jesús. No solo ella, pero si ustedes ofrendan, oran, alaban eso también es importante. Uno, al mirar la Biblia, llega a descubrir el corazón de Jesús. ¿Cuál es el problema más grande para nosotros? El espíritu maligno quiere arrastrar nuestro corazón para corrompernos, él busca que nos alejemos de Dios. Hay gente que es arrastrada por esa fuerza, pero como el pastor, estoy a cargo de conectar a las personas con el corazón de Jesucristo. Leí una y otra vez la Biblia, la versión en coreano tiene como 1800 páginas. Como saben, este libro no tiene ningún dibujo, está completamente lleno de letras. Tardo dos minutos en leer una página, por lo que son 3600 minutos en total, lo que es igual a 60 horas. Algunas veces, en una semana, no hago nada mas que leer la Biblia. Cuando 5


descubrí en ella el corazón de Jesús, entraron en mi corazón el gozo y la paz. Antes de casarme, investigué cómo reducir mi tiempo de sueño. No me baño más de cinco minutos, como en menos de dos minutos. Cuando viene algún invitado, trato de comer como ellos, mi vientre se hincha, pero amo comer. Aunque digo que voy a comer poco, pero termino comiendo mucho. Así, cuando el invitado empieza a comer, yo ya dejé mi cuchara. A esta hermana le anuncié el corazón de Jesucristo. Le dije: «Hermana, el cáncer no es algo temible. En el corazón del hombre, en los glóbulos blancos, está la célula llamada natural killer, esta célula devora a las células cancerígenas. En nuestro cuerpo, todos los días se producen células cancerígenas pero las células natural killer las devoran». Ustedes han vivido muchos años, pero todavía no han tenido cáncer porque el natural killer ha devorado todas sus células cancerígenas. A veces no hay equilibrio y sucede esto, pero fundamentalmente, somos seres que podemos vencer al cáncer. «El equilibrio se rompe al no dormir bien, no comer bien, no hay un mejor medicamento que las propias defensas». Le di estas palabras para que tenga valentía. Oramos juntos y acabamos de hablar. Pasó un tiempo y el rostro de la hermana mejoró mucho, ella me enviaba fotos. Un día, su rostro estaba en muy mal estado. «¿Qué le pasa, hermana?», le consulté. «Pastor, muchas gracias. Yo no puedo comer, estoy recibiendo quimioterapia y es tan amargo. No puedo comer, la comida no sabe bien» Al escucharla, me reí. «Pastor, ¿por qué se ríe?». «Es que me dijo algo divertido. Para mí, que un enfermo de cáncer no coma porque no tiene apetito es divertido Cuando uno tiene que vencer la enfermedad, no hay nada mejor que los nutrientes. Cuando ponemos la gasolina en el carro, ¿este tiene apetito? No, pero necesita el combustible para conducir. Por más que sea amargo, picante o dulce, debe comer; para el paciente no hay algo mejor que la comida». Ella me respondió: «Pastor, tiene razón». Después, volvió a comer. Ella puso el alimento en la mesa y empezó a comer y a comer. Una semana después, su rostro mejoró muchísimo. La hermana obtuvo más fuerzas. Meses después, me volvió a llamar: «Pastor, creo que no podré más. La convulsión estomacal es muy seria, creo que voy a morir». Le pregunté si aún tenía esta convulsión y me respondió que no, por lo que volví a reír. «¿Por qué se 6


ríe, Pastor?», me dijo. «Si la convulsión dejó de ocurrir, entonces ya acabó. Ya no hay convulsión, ¿por qué se preocupa?». «¡Es verdad, Pastor! Tiene razón, ya me curé». Tiempo después, recibí una foto de ella con un traje de graduación. «¿Por qué me envía esto?». «Pastor, me gradué de mis quimioterapias». Le habían dicho que no podría volver a enseñar, Entre ustedes, sin excepción, el que mienta, el que estafe, el que aborte sea cual fuera el pecado, sin excepción, si se conecta con el corazón de Jesucristo, la angustia, preocupación, temor, pecado, todo entra en el corazón de Jesús; y la paz, que está en el corazón de Jesús, entran al corazón de ustedes. Por más que quiera vivir como antes, jamás podrá volver a ese tipo de vida. Cuando Dios hizo al hombre, ¿qué iba a pasar si el hombre no tenía ojos u oídos? Pero más importante que eso, al hombre le ha dado un corazón. No sé con qué hizo ese corazón, pero lo importante es la razón por la cual lo han hecho. El hombre es débil, es engañado fácilmente. Cuando viene el Espíritu maligno, todos son engañados; el corazón del hombre es así. Pero cuando uno abre el corazón del hombre hacia el señor Jesús, este ha sido hecho para que el corazón de Jesucristo entre en nosotros. Cuando el corazón de Jesucristo entra en nosotros, la paz que está en el corazón de Jesús, el amor que está en el corazón de Jesús, la sabiduría que está el corazón de Jesús, ese poder que está en el corazón de Jesús, ya no puede seguir viviendo como antes. Mi madre, de joven, iba a la Iglesia. Hasta los 19 años, yo leía la Biblia, vivía orando y ofrendando para el culto. Pero el corazón del señor Jesucristo era completamente distinto al mío. Tuvimos una guerra, esta inició el 25 de junio de 1950. Mi madre falleció el 14 de agosto, un día previo al día de cosecha. Un mes después, mi hermano fue al cuartel; luego mi padre fue para patrocinar la sucesión. Después de la guerra, ni mi madre, ni mi padre o mi hermano estaban en casa. Mi hermana mayor tenía 15 y la menor, 13, tenía 8 años y el más pequeño tenía 4. No sabíamos qué comer, no sabíamos cómo vivir. Recuerdo que mi hermana mayor lloraba en las noches porque teníamos que pasar hambre, todos llorábamos hasta quedarnos dormidos.

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Hasta el año de 1962, nunca fuimos felices. Teníamos hambre, a esa edad empezamos a robar, iba a comer trigo del campo ajeno, comía papas ajenas, también íbamos a comer maní de otro campo. Cuando iba a la iglesia, yo sentía que pecaba pero aún vivía así. En mi corazón, con toda convicción, supe que iría al Infierno. A mis 19 años, no tenía esperanza: «Yo tengo mucho pecado; cuando muera, iré al Infierno». Así vivía día tras día, pero una vez, leyendo la Biblia, encontré acerca de la sangre del señor Jesucristo, de cómo lavó mi pecado. El Señor Jesús ha muerto por mi pecado, yo he sido perdonado. Llegué a creer esa palabra. El pastor, los ancianos siempre decían que éramos pecadores; pero en la Biblia dice que, mediante la sangre señor Jesucristo, mi pecado ha sido lavado. Yo le dije a mi hermana: «Hermana, yo he sido lavado del pecado». »Ock Soo, ¿qué dices?». «Yo soy limpio de mi pecado», mi hermana abrió sus ojos. Ella me dijo: «Ock Soo, cuando la planta madura, baja la cabeza. Los ancianos y pastores dicen que tienen pecado, ¿por qué eres orgulloso y dices que no tienes pecado?». Pero en la cruz, el señor Jesucristo perdonó mis pecados y, con toda convicción, yo acepté eso en mi corazón. Desde aquel momento, había cambiado: empecé a leer la Biblia, era un libro tan complicado. Aunque no entendíamos todo, sabíamos que Dios nos amaba y que envió al señor Jesús. Y la Biblia dice cómo nuestro pecado ha sido perdonado. Cuando leía a medias, no me daba cuenta; pero hay una manera de obtener el perdón del pecado, aparece de manera muy precisa. Yo he robado y mentido mucho, tenía tantos pecados. Estaba seguro de que iría al Infierno. Pero la Biblia dice que mi pecado ha sido lavado, después de que ese corazón entró en mí, podía sentir que el Espíritu Santo de Dios había llegado. El mundo del corazón de la Biblia fluía en mí y me cambiaba. ¿Quién es el que sintió el cambio? Mi padre fue el primero que sintió que cambié. Cuando estaba en el seminario, mi padre vino: «¿dónde duermes?, ¿dónde comes?, ¿dónde estudias? ¿Quién es el misionero que está a cargo? Quisiera verlo. Mi padre habló con él: «Misionero, mi hijo Ock Soo cuando lo mandamos a hacer algo, él lo hace. Él creer en Jesucristo lo ha cambiado, por favor, le pido que lo forme bien y lo convierta en una buena persona». Fue la primera vez que escuché como mi padre

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le hablaba a otra persona sobre mí. Él ya falleció, pero cuando muera, le diré: «Padre, desde aquel momento, viví toda mi vida por Jesucristo». Hoy leímos Romanos 3. El criterio está hablando delante de la ley. En Éxodo 19, Dios había prometido al hombre: «si tú cumples mi promesa, te haré un reino sacerdotal, te daré bendición, te daré las gracias y si tú desobedeces, te voy a dar la maldición». En Deuteronomio 28: «Si oyes, si sigues esta palabra al entrar, sigues la bendición al servir al salir, la canasta también la cría del animal, recibirá la bendición», es decir, todos recibirán la bendición, pero si desobedeces, la maldición será para todos. Nosotros hemos desobedecido, todos nosotros hemos desobedecido. 1 2 To d o s s e d e s v i a r o n , a u n a s e h i c i e r o n i n ú t i l e s ; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. En nuestro criterio, hay mucha gente que ha hecho lo bueno, hay gente que lo hace muy bien creyendo con empeño en Dios. Pero en el criterio de Dios, no hay nadie que haga lo bueno; todos merecen la maldición según el criterio de la ley. La ley llegó en el año 1491 a. C. en el monte Sinaí. Antes de que venga la ley, Dios había hablado al pueblo de Israel a través de Moisés: «si cumplen todas estas leyes, recibirán la bendición y serán un reino sacerdotal. Si desobedecen, recibirán la maldición». Pero los israelitas, ni siquiera uno, pudo cumplir; todos han desobedecido la ley. Romanos 3 habla sobre esto, pensamos que hacemos cosas buenas, pero Dios ve que no hay ni siquiera uno que haga lo bueno. Yo tenía un corazón en duda. Hay veces que hacemos lo malo, pero también hay veces que hacemos cosas buenas. Pero Dios dice que no. La vez pasada vine de Chicago a Estados Unidos, alguien me regaló un collar de oro. Yo lo dejé porque sabía que me iban a detener en aduanas por eso. Pero alguien, no sé quién, lo puso en mi cartera. Al llegar al aeropuerto de Incheon, el empleado de la aduana me dijo: «¿usted no tiene que declarar algo?». «No tengo algo que me pueda impedir el paso». Bajando del avión, fui a la campaña. Me hice el control pensando que no había nada, pero ellos abrieron mi cartera y el collar estaba ahí. Me asusté, pensé que sería atrapado por tráfico de oro. Le dije: «esto no es oro puro». Yo le expliqué 9


que los coreanos andan con un collar de oro puro porque la seguridad en Corea es muy buena. En Estados Unidos, cuando andan con un collar de oro puro, es como decirle al ladrón «córtame la cabeza». De ninguna manera venden collares de oro puro. Él dudó, así que le dije que use un cuchillo para rayar el collar y que vea que no es puro. Él empezó a rayar, ahí apareció otro color, comprobando que no era oro puro. Hay veces que creemos tener lo bueno, pero en realidad, está bañado de bondad. La bondad verdadera debe ser continua, pero, como en el collar, al raspar aparece la maldad. No sean engañados, eso no es bondad bajo el criterio de Dios. 19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; Hay gente que está sobre la ley y otros que están bajo la ley. Antes de que venga la ley, ya que uno cometió adulterio, le dicen «no cometerás adulterio». La ley funciona de esta manera, porque uno ya cometió, le dicen que no cometa más. La ley se refiere a que, aquellos bajo la ley, ya han cometido pecado de antemano. No podemos despojarnos del pecado y estamos bajo la ley. 20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Por más que intente cumplir bien la ley, esta no es una ley en el que uno se pueda justificar. No puede menos que recibir la maldición. Ya no hay camino para que sea justo cumpliendo la ley, no hay nadie que pueda cumplir la ley; por más que intente, no puede ser justo porque, de antemano, ha desobedecido la ley. Dios ha manifestado otra forma para poder ser justos; esto no es cumpliendo la ley. Dios ha hecho un nuevo pacto, ha manifestado la justicia de Dios y es testificado por la ley de los profetas. Durante la campaña, hemos hablado de Jeremías 31: 31-34 31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá

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El primer pacto fue hecho mediante la ley, todos lo desobedecieron. Por ello Dios hizo un nuevo pacto para salvarnos. Esto no tiene que ver con nuestra obra, la manera de ser Santos no es porque nosotros hacemos algo, sino que Dios, enviando al Señor Jesús, ha permitido que Jesucristo lave todo nuestros pecados y, siendo crucificado, ha acabado con todo pecado ¡Amén! Creyendo en el Señor Jesucristo, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él porque no hay diferencia. Mediante la ley, no podemos ser justos, mas al ser enviado el señor Jesucristo, ha acabado con todo nuestro pecado y ha hecho esta nueva ley: el que ha creído en esto, significa que ha aceptado aquella justicia. El señor Jesucristo ya recibió todo el castigo por nuestros pecados; siendo crucificado, yo fui perdonado, yo fui justificado y quedé limpio. El que cree de tal manera es el que cree en Jesucristo; tanta gente de la iglesia dice que son pecadores. Realicé una campaña en Daegu, en el auditorio de BEXCO. Ahí vino un periodista del periódico de Daegu y me dijo: «Pastor, por favor, tenga una entrevista conmigo». Íbamos hablando y me preguntó: «Pastor, ¿cuál es la diferencia entre ustedes y otras Iglesias?». Yo le dije: «¿Alguna vez ha oído que Jesucristo ha muerto crucificado en la cruz?». «¡Claro, eso sí sé!». «¿Por qué murió él?». «Por nuestros pecados». Él reconocía por qué somos distintos a otras Iglesias. «No he ido a todas las Iglesias, pero muchas dicen que ellos son pecadores; pero nuestra iglesia, a pesar de que tenemos muchos pecados, ya que hemos sido lavados en la cruz, hemos sido justificados y somos justos». Él me preguntó: «Pastor, ¿otras iglesias dicen que son pecadores?» Él no podía entender que Jesucristo murió por nuestro pecado, varias veces me preguntó. Yo le dije que vaya a preguntar en otras iglesias para saber en qué creen. Mucha gente, teniendo la cruz en el salón de culto, no cree en ella. A pesar de que dice que en la cruz se ha lavado su pecado, si uno se mantiene diciendo que es pecador, no está creyendo realmente en la cruz. Jesucristo tendría tanto dolor en su corazón. Éramos sucios pecadores, pero por la gracia preciosa

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de Dios, Jesucristo murió sin pecado, no había necesidad de morir; pero murió por nuestro pecado. En el Antiguo Testamento, cuando uno tiene la ofrenda de sacrificio, se lava de pecado. Pero Jesucristo perdonó nuestro pecado para siempre. En hebreos 9: 11, aparece Jesucristo como Sumo Sacerdote para los bienes venideros. 11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, En la Biblia, en coreano dice tienda, esto se refiere al Tabernáculo, el templo en el Cielo. Los israelitas habían hecho en tiendas cuando se trasladaban en el desierto, no les decían tabernáculos, sino tiendas. Cuando ha sido traducido al coreano, le han puesto tienda, pero es tabernáculo. Pero estando ya presente Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto Tabernáculo no hecho de manos, es decir no hecho de esta creación. Todo el templo de este mundo ha sido hecho por las manos del hombre, la única tienda que no ha sido hecha por la mano del hombre es la que está en el Cielo. Muriendo por nuestro pecado en la cruz, esa sangre la derramó en el propiciatorio que está en el Cielo. En esta tierra teníamos sacrificios con la sangre de la cabra, oveja, becerros; pero Jesucristo usó su propia sangre para realizar la eterna redención. Siendo crucificado, Jesucristo había obtenido la eterna redención. No hay necesidad de realizar dos veces sacrificios como en el Antiguo Testamento, ahí la expiación estaba en el mismo espacio-tiempo. Este sacrificio no puede perdonar los pecados que cometo día a día. Todos los días, uno debería de realizar sacrificios para lavar sus pecados. Mas Jesucristo subió al Templo del Cielo y, no de machos cabríos ni de becerro, sino por la sangre suya había realizado la Eterna Redención. Esta es la palabra de la Biblia, ¡Amén! En el Antiguo Testamento, cuando mataban al cordero, solamente lavaba el pecado de ese momento; es decir, cada vez que cometía un pecado, debía volver a realizar el sacrificio; se dice que la sangre fluía como río y que el humo de cómo se quemaba la carne era como una nube. 12


Cuando yo iba a la iglesia, siempre decía que era pecador; claro, no solamente tenemos que conocer el libro de hebreos, sino que, en el libro de Levítico, sale el proceso de expiación, el cómo pasar el pecado a la ofrenda y, aunque no les pude decir todo esto ahora, esto se conecta con el sacrificio del señor Jesucristo. En la cruz, él no hubiese lavado nuestro pecado como en Levítico. Si uno vuelve a cometer pecado de nuevo, ¿cuál sería la importancia del señor Jesucristo? Cuando él perdona nuestro pecado fue mediante la Eterna Redención. Ya que en mi trabajaba mucho mi pensamiento, cuando leía la Biblia deseché todos mis pensamientos. Si la Biblia dice que obtuve la eterna redención, en mi corazón, aunque no concordaba, doblegué mi corazón para aceptar la palabra Cuando uno dice que cometió pecado, no puede llegar a tener un mismo corazón con Jesucristo, ya que piensa que es pecador. No es que no ha podido ser salvo, sino que ha separado su mano de la de Jehová. No es que Dios no pueda oír el pecado de ustedes, sino que hay una distancia y no te puedo ver por el pecado de ustedes, es por eso que no puede comunicarse con Dios. Jesucristo, en primer lugar, perdonó nuestro pecado. Nosotros debemos de creer esto. Si ustedes dicen que murió por el pecado, pero siguen diciendo que son pecadores; hacen un fracaso la muerte del Señor Jesús en la Cruz. El Señor Jesús murió para perdonar nuestros pecados, pero si mi pecado todavía está en mí, eso es solo nuestro pensamiento. Por favor, deséchelo, simplemente crean tal como dice la palabra de Dios. Si mi pensamiento es distinto a la palabra de Dios, soy yo quien está equivocado. Algunos dicen: «Entonces puedo cometer pecado libremente». Si uno comete un pecado en más ocasiones, por eso es que cuando obtiene el perdón de pecado, es como si no hubiese sido perdonado. Ese día del año 1962, yo creí en la palabra escrita en la Biblia. Desde aquel día, tuve el mismo corazón que el señor Jesús. Hay veces en que me equivoco, también me enojo, también hay veces en que actúo conforme a la carne; pero el Señor Jesús, si está conmigo, fluyendo en mí, cambia cómo las situaciones.

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Amados, ustedes deben creer en el Señor Jesús, el pensamiento de Jesús y el de ustedes es distinto. Deben desechar por completo su propio pensamiento y creer en la palabra. Leamos 1 Corintios 6: 10-11 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. En el nombre del Señor Jesús, nos ha lavado, nos ha santificado, nos ha justificado. Los que creen en la palabra de Dios, creen que su pecado ha sido lavado y aquellos que no creen en la palabra de Dios, dicen que son pecadores. Crean en la palabra de Dios, esta es distinta a nuestro propio pensamiento, pero si ustedes creen, llegarán a tener el mismo corazón que el señor Jesús. Así, la sabiduría que no estaba en ustedes llegará. El amor, la paz, el poder llegarán a ustedes y se asemejarán al Señor Jesús.Alcen la mano los que creen en esto. El Señor estará contento: «Yo lavé tu pecado, yo derramé la sangre en la cruz». Él sentirá quebranto si decimos que somos pecadores, pero Jesús dice que somos justos; y si el señor dice que somos santos, lo somos. Creamos de esta manera. Muchas gracias.

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