Nuestra fe | San Marcos 5:25-34

Page 1

PRÉDICA

DOMINICAL DEL PASTOR OCK SOO PARK

10 de Marzo de 2024

“Nuestra fe”

“Nuestra fe”

¿Cómo están? Vamos a leer la palabra. San Marcos 5:25 vamos a leer. Desde el 25 yo voy a leer.

25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,

26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,

27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.

28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.

30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?

31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?

32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.

33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.

34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.

Hasta aquí hemos leído. ¿Cómo están? Qué bueno estar en la iglesia. He recorrido varios países. Tuvimos comunión. Como también nosotros en Gimcheon hemos comprado una escuela y queremos hacer ahora una universidad teológica, hemos hablado sobre ello en África con los misioneros y un poquito más. Queremos erigir una universidad teológica y queremos hacer la obra de formar a los estudiantes.

Prédica
dominical del pastor Ock Soo Park

Hemos pensado sobre ello. Algunos misioneros hemos tenido comunión sobre ello y hemos hablado sobre ello. Vinimos a la tarde y tuvimos comunión con los hermanos; nos hemos sentido muy agradecidos. En medio de la vida que voy viviendo, el Señor siempre está en mi vida y eso es increíble. Las cosas que yo voy realizando… Soy carente, soy débil pero el Señor…

Las veces que trabajamos con una pequeña fe, el Señor va cumpliendo eso; me sentí agradecido. Especialmente grandes y pequeños problemas, las veces que teníamos… Hemos tenido comunión con los hermanos; me sentí muy agradecido. La vez pasada, antes de ir al exterior, fui al cuartel de Hanju.

Ahora nos hemos preparado para tener la reunión y se canceló pero una persona que estaba en un cargo más alto habló y tuvimos la reunión; era magnífico. Había venido también el líder de la base y hemos tenido un momento muy maravilloso; era maravilloso. Dios trabajaba en medio de nosotros y nos ayudaba; nos sentimos muy agradecidos, no se imaginan cuánto.

Cuando vivimos la vida ¿qué es lo que nos ocurre? Tenemos dificultad y las veces que nos pasa algo difícil, humanamente no habrá… Cuando no hay alguien que nos ayude: “No tengo fe. ¿Será que Dios me va a ayudar?” Por ese pensamiento, uno desde el comienzo ya no se imagina en entrar a la fe. Mediante la manera humana hay muchos, muchos hermanos que desean resolver así.

El pastor ¿qué es lo que debe hacer? “No, Dios trabaja dentro de ti. No mires tu ser, apóyate en Dios y marcha adelante”. Aunque lo hago mediante la prédica, entrando esto en nuestro corazón… Cuando tenemos esa dificultad, nosotros chocando con la fe empezamos a trabajar. Dentro de ustedes cosas maravillosas podrán experimentar. Nuestra Misión ha venido realizando muchas cosas. Cuando vamos predicando el Evangelio…

Nosotros predicando en Corea hemos enviado a misioneros en el exterior. “¿Cómo harán? Tenemos que enviarlo en Estados Unidos, en Alemania. Todos fueron muy ansiosos

pero todo salió de maravillas. Una vez el misionero Kim Beom Seop decidió ir a Brasil para realizar la Misión y me preguntó que no sabía hablar el portugués, que no conocía a nadie y qué cómo haría. “¿Por qué te preocupas? Te subirás al avión que se dirige a Brasil –En ese entonces había un avión que iba hasta Brasil directo, pasaba por Estados Unidos y luego iba directo a Brasil. Como más de 20 horas uno tarda para ir a Brasil–. En el avión te vas a hacer un amigo”. Así le envié. No le pregunté si se hizo amigo o no pero ellos al llegar a Brasil…

El pastor Kim Beom Seop fue a Brasil a trabajar. Cuando veía eso, era maravilloso. Además, hablaba tan bien el portugués y todo iba de maravillas. Algo increíble era que nuestros misioneros en el país que yo les envié, muchos misioneros de otra misión dicen:

—¿Tú tienes misión?

—Sí tengo.

—¿Cómo se llama?

—Misión Buenas Nuevas.

—¿Tienes misión y te envía así?

Dicen que así ellos les dicen. Especialmente en Estados Unidos, cuando envían a misioneros, ellos empiezan formando a Estados Unidos en ese territorio. Heladera, lavarropa, ellos ahora todas aquellas cosas, no se imaginan… Si no tienen eso, les traen las cosas con el avión. Nosotros enviamos a misioneros como si fuera que sea, como que es un misionero vagabundo, mendigo.

Algo claro que yo puedo decir es que nuestros misioneros son los mejores en realizar la misión. En ese país ellos se van y ellos erigen iglesias, ellos juntan miembros; no es así de la nada que lo hacen sino que yo visité varias iglesias en esta ocasión. Yo voy y no es para

nada envidiable a la iglesia coreana. Tienen todo y veo cómo los hermanos tienen reunión; es increíble. Yo en esta mañana, sobre la mujer que padecía flujo de sangre: 25 “Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor”. Esta mujer para curarse se encontró con el doctor, tuvo comunión, hizo tal cosa. Mientras que se trataba, empeoró.

Ella no podía tener esperanza de curarse; estaba en esa situación pero la mujer escuchó sobre Jesús. Jesús dice que cura muy bien la enfermedad. ¿Cómo tenemos que hacer? Tendría que pagar al doctor y aunque pagaba al doctor no me curé pero aquí dice:

25 “Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor”. Ahora usó todo el dinero, no tenía ni dinero, todo lo que tenía ahora ella lo gastó. Estaba en una situación muy difícil pero ella viene delante de Jesús.

Ella oyó sobre Jesús. Estaba entre la multitud y tocó su manto. ¿Por qué tocó su manto? Si fuese doctor, le pagaría. Le curaría y le toma el pulso y ya pero ella no tenía ni dinero, no tenía nada, no podía ni pedirle que le cure. Simplemente desde el corazón: “Jesús me va a curar; con solo tocar el manto, el Señor me va a curar”; ese corazón ella tenía.

Señores, sobre Jesús a quien creemos, si fuese ahora una persona normal, ¿quién se daría cuenta de que Jesús le toca, sí o no? Bueno, diría: “Mujer, ¿por qué me toca?” y así le haría a un lado pero Jesús, el que ella no tenía dinero… Ella sabía bien que era pobre, también sabía que quería curarse. Jesús sabía que ella le tocó. ¿Qué es lo que dice la Biblia?

Cuando oyó hablar de… “Había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor”. El 27: “Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto”. ¿Por qué tocó su manto?

Jesús es poderoso. Con solo tocarle, tendré realmente la salvación de mi enfermedad. En el 28: en el corazón de esta mujer, cuando tenía dinero iba en busca del doctor, iba a la farmacia pero gastó todo el dinero, ya no tenía ni dinero para darle al doctor. Ya que no tenía nada, no podía ni ir delante de Jesús a decirle “cúreme”.

Con un corazón de ruego fue atrás y le tocó el manto. “Si tocare tan solamente su manto, seré salva”. Mediante ese corazón, pero qué maravilloso: “Y enseguida la fuente de su sangre se secó”. Aquí: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 29 Y enseguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote”.

Rápidamente ella no pagó, no le tomó la mano, simplemente tocó el manto. Esa fe… El Señor le vio, vio esa fe que decía “Si tocare su manto, me curaré”. Perfectamente se curó en ese lugar. Luego ¿qué dice? “Porque […] si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y enseguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?”, así dijo. Entonces sus discípulos le dijeron: “Ves que la multitud te aprieta, y dices: ‘¿Quién me ha tocado?’” La gente le empujaba y claro, obviamente podía alguien tocarle Pero ¿por qué usted dice eso? Jesús ¿qué le dice? Pero ahora Jesús “miraba alrededor para ver quién había hecho esto”.

33 “Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote”. Es esta relación con el Señor. Nosotros: “Señor, permita que me cure”.

Bueno, más que decir ello, aunque no le digamos, en nuestro corazón, conociendo nuestro corazón nos responde y él obra, a eso nos referimos, por lo cual ¿qué es lo importante? No es importante el solo hecho de tocar su mano sino que él es Dios. Yo soy vil, no hace ni falta que le diga esto y aquello.

Pasando simplemente al lado, con solo tocar su manto, él tiene poder y me curará de mi enfermedad. Ha tenido esa fe; Jesús no le defraudó en esa fe y tal como ella creyó, le hizo curar. Cuando oramos ante el Señor, uno piensa que tiene que orar de manera espléndida y orar toda la madrugada. Claro, puede uno orar de manera esplendida y hasta la madrugada pero el corazón de Jesús…

¿Qué corazón tiene Jesús? En nuestro cuerpo tenemos enfermedad, tenemos problemas, entonces nuestro corazón: “Ah, yo tengo la enfermedad, qué bueno. Ah, estoy enfermo”; escándalo. Bueno, quién dirá eso, ¿verdad? No habrá nadie que diga eso; todos desean curarse. Esta mujer ahora se trata en el hospital y se le acaba todo el dinero; por más que quiere ir, bueno, no hay ni probabilidad de que le curen en el hospital.

Ella desde un comienzo no va al hospital y sigue a Jesús. Si yo pago, bueno, me curará. ¿Qué tengo que hacer? Ni dinero… Ahora me cobrará. Con solo tocar el manto, el Señor lo sabrá, el Señor curará mi enfermedad, entonces yo podré despojarme de la enfermedad. Ni le pregunto al Señor, tampoco dijo: Con solo tocarte, me curaré.

Esta mujer fue y le tocó a Jesús, le tocó y de manera maravillosa le ayudó. Entonces, lo importante es lo que sigue: si es tal Jesús, aunque no le toque, si tiene la fe de creer en el Señor, ¿verdad que es fácil tocar el manto de Jesús? Imposible porque tenemos que ir hasta el cielo, porque está allá. Verdaderamente aunque no esté cerca de mí, aunque esté en el cielo…

No, aunque no podamos ver su rostro, aunque gritemos, aunque esté lejos hasta para no oírme, él me conoce a mí, él me curará mi enfermedad, él me otorgará su gracia, él me ayuda. Nosotros, aunque no sea esa fe, cuando tenemos una relación remota es por eso que Dios no trabaja en nosotros. Ustedes, sea cual fuera la enfermedad, el problema que tengan, si tienen el corazón de orar ante Jesús…

“Ah, ¿por qué no me curo? Es porque no oro como en la vigilia. ¿Será que dormité al orar y por eso no me curo?” Puede que uno piense así pero algo muy importante: oramos porque estamos contando mi corazón. “Jesús, me quiero curar”. A eso nos referimos, ¿correcto? Uno quiere curarse. Jesús quiere curarnos ¿sí o no? Jesús quiere curarnos. Hoy ustedes han respondido que el Señor sí quiere curarnos.

Sí, con solo esa fe, si tiene esa fe, nada será difícil en la vida de fe pero ustedes no piensan así. “Por más que yo ore, no me va a oír”. Uno tiene que ser como pastor, como el anciano. “Sí, esa hermana dice que oró dos horas. ¿Cómo uno va a orar dos horas? Escándalo, tiene tantas cosas que decir”. Nosotros así pensamos.

Eso también, hasta eso el Señor lo sabe, ¿entienden? Por lo cual, ya que el Señor lo sabe, cuando nos acercamos al Señor… Bueno, cuando alguien nos cura en el mundo, tenemos que expresar el agradecimiento y mostrar algo a cambio pero Jesús no, por lo cual el Señor que está en lo lejos, en el cielo…

No tenemos ni celular, no podemos ni hablar con Jesús pero solamente mi parte: si oramos, el Señor ora; sí, el Señor nos escucha y el Señor obra en nosotros, eso es lo que nos dice. Esta mujer tocó el manto de Jesús. El Señor Jesús no pasó así de largo sino que dijo: “¿Quién tocó mi manto?” Los discípulos veían que la gente seguía a Jesús.

Los discípulos dijeron: Hay tanta gente. Uno, ah, no empuja. ¿Cómo que usted va a preguntar “¿Quién me tocó?” Así de la nada puede que alguien haya rozado su manto. Los discípulos no son Jesús. De Jesús alguien tocó su manto.

El Señor quería ver a esa mujer que se curó, esa mujer que tuvo la fe hacia Jesús, esa mujer que vino en busca de Jesús y se curó tocando el manto; la fe de ella quería verla, era increíble. Yo en esta ocasión fui a algunos países de África. La cuestión: erigir la universidad. Para poder hablar sobre el tema me fui con los hermanos para compartir.

Hablando, vine para Corea. Claro, podemos hablar por teléfono. También queremos ver. Claro, ¿verdad? Hemos visitado a varios países de África pero lo mejor ¿qué fue? El expresidente, no se imaginan lo feliz que estaba él. Me fui allí. Quería trasladarme a otro lugar pero toda la tarde él estuvo en el aeropuerto conmigo. Hablamos de esto y aquello, testificamos. Como un niño estaba, feliz.

Delante de Dios, cuando vamos viviendo nuestra vida, no es fácil amigarnos con la gente del mundo, no es fácil obtener el corazón de la gente del mundo, no es fácil tener comunión. Tenemos que echar el corazón, tenemos que poner empeño. Dios bien nos conoce a nosotros; por lo cual, cuando uno ora delante de Dios, no importa si no se arrodilla pero bueno, tampoco estoy diciendo que es malo el arrodillarse.

Aunque no se arrodillen, pueden orar caminando, pueden orar acostados antes de dormir. También contando su corazón y compartiendo el corazón con Dios, habiendo ese fluir, desde ese momento Dios empieza a trabajar en nosotros. Conociendo mucho la Biblia y de manera espléndida orando, cuando vamos viendo la reunión de oración, cuando vemos cómo el pastor ora: “Wow, qué bien ora ese pastor, qué bien ora ese diácono.

Aparte de ello, nosotros simplemente, cuando realmente nos sentimos en el vacío, solitarios, solos: “No tengo dinero, no tengo manera para resolver esto. No hay nadie que me ayude, solamente tengo a Jesús. Aunque sea Jesús, a ver, voy a preguntarle”. Simplemente pasando, lo único que hizo fue tocar el manto de Jesús. Pero qué maravilloso, rápidamente Jesús se dio cuenta.

—¿Quién tocó mi ropa?

Le empujan, le estiran.

—Ay, Señor, ¿para qué dice eso?

Eso dijeron los discípulos. Jesús ¿qué dijo?

—No, alguien tocó mi manto.

Fue la mujer y hablaba de ella. Tranquila, tu fe te ha curado. Esta mujer, cuando se regresa, qué feliz, qué agradecimiento habrá tenido. Nosotros… No se ve en las manos de Jesús. No podemos ver a Jesús; sí, tampoco podemos. “Yo te voy a escuchar, te voy a responder”. No, no dice ni siquiera eso.

Yo también he orado en miles de ocasiones pero nunca Jesús me respondió así pero uno tiene que creer en el corazón. “Jesús dijo que me iba a responder. Es porque yo no oigo”. Cuando uno así marcha, creyendo, ¿no nos va a ayudar Jesús? ¿Sí o no? No es que tenemos que orar de manera espléndida.

Bueno, el inicio, en el medio, en el fin, así; al fin tenemos que acabar, concluir de manera bella, plácida. No, no importa. A Jesús pueden decirle “Ayúdeme”. No hace falta que le digan así, enojados; con un corazón de agradecimiento, como si fuera que está junto con nosotros, compartiendo el corazón, verdaderamente Jesús está en medio de nosotros. Aunque no le vemos, siempre está con nosotros.

En grandes y pequeños problemas nos ayuda, trabaja; nosotros eso podemos verlo. Nosotros por la cuestión de la universidad hemos comentado: “Esto es algo grandioso”, también hablando con varias personas pero algo muy importante ¿qué es? El que hagamos así, si es una obra en la que Dios se goza, Dios nos ayudará a comprar el colegio. No es que tenemos que hacerlo, no es que necesitamos un dinero para comprar un pancito, no.

Tenemos que hablar con los pastores. Lo más importante: tenemos que convocar a estudiantes. África, sí, es nuestro país. Muchos estudiantes, si pensamos que vamos a enviarlos… Sí, echen su corazón para enviar a estudiantes. Claro, aquellos estudiantes viniendo a Corea, estudiando en Corea con la fe, ahora pueden ir a Alemania, a Estados Unidos; qué bueno sería.

Dios, mediante nuestra Misión, continuamente desea trabajar, por lo cual esta mujer desde un comienzo no era una persona enferma. Vino delante de Dios hablando por la enfermedad, luego va ante Jesús y se cura. Cuando le toca el manto, por tocar el manto, ah, tuvo una relación con Jesús.

No le puede ver a Jesús pero en donde yo ore, Jesús me escucha, Jesús obra, Jesús se manifiesta escuchándome; así tienen que orar, con esa postura, ¿entienden? “Bueno, si progresamos más, un poquito más, ¿podemos tocar el manto de Jesús?” No, no podemos tocar el manto de Jesús. Alce la mano alguien que pudo tocar el manto de Jesús; no, no hay nadie.

—Pastor Ock Soo Park, ¿usted no pudo tocar su manto? Usted es pastor.

—Sí, yo tampoco pude tocar su manto.

Es así. No tenemos que ver nada con Jesús. Bueno, pero eso no es así: murió por nosotros, derramó la sangre. Realmente en adelante, sea lo que fuera lo que nos ocurra, Jesús obrará. Tener esa fe, la Biblia habla sobre ello, sobre tener esa fe, ¿entienden? Sí, por eso no es que ahora Jesús no puede poner en su cuerpo… Sea cual fuera la enfermedad que tenga, se curará. No puede escribir eso. Con quien fuera, ahora quien fuera que toque, con solo bajar la cabeza, con solo decirlo, el Señor dentro de nosotros obrará.

—Pero toda la madrugada yo oré pero nadie me respondió.

—Sí, es por el momento, espera.

Claramente, estando vivo, trabajará; estando vivo, el Señor obrará, el Señor, escuchándote, no es que así se hará, como que no escuchó. No te estafará y cerca, cerca, aunque uno no se ponga a orar con ruego. Por ejemplo, discúlpenme, en el camino, en el avión, cuando no tiene nada que hacer, leyendo el libro uno ora; es bueno.

Discúlpenme, puede que ore en el baño. Bueno, no es que, bueno, eso es lo que les digo que hagan pero es una comparación. Aunque oren de tal manera, con gozo nos va a aceptar. Tanto se goza con que ustedes se acerquen a él. “Ah, viniste tú. Qué inteligente”. Aunque no nos responde así, realmente el Señor nos ama, se goza por nosotros y él obra.

Tienen que saber eso con convicción. ¿Amén? Esta mujer, durante 12 años, ella echó a volar todo el dinero. Aquí hay hermanos que tienen hospital. Puede que estén tristes de que diga ello: “Pagó pero ni pudo curarse”. Aunque hayan pagado, los hermanos que tienen hospitales: “Bueno, sí, si uno va a la casa del anciano Hwang se cura muy bien; si va a la casa del anciano Lee, se curará”.

Sí, estamos agradecidos. Dios vive en medio de nosotros; realmente es maravilloso. Dios, cuando vemos lo que ha escrito en esta Biblia, cuando pedimos, el Señor obra y nos gozamos ante esa obra. Platicamos, tenemos comunión, testificamos. El Señor se goza por esto. Si no es así, el Señor conoce todo el mundo del corazón.

Si no lo expresamos, él no sabe pero realmente el Señor a un ser como yo, como en el himno dice: “Un pecador como yo, obteniendo el perdón… Yo soy digno para obtener el perdón del pecado”. Dentro del Señor, junto con el Señor… El Señor no es hombre, no estará triste porque no le invitemos a comer, porque no le regalamos, no, pero tenemos agradecimiento cuando nos acercamos al Señor.

Cuanto más nos acercamos el Señor empieza a trabajar en nosotros. Ahora, ah, la gente se empuja. Bueno, esta mujer perdió toda su herencia. Solamente tengo a Jesús, dijo y Con solo tocar su manto, yo me curaré. Imagínense cuánto le habrán empujado, cuántos habrán chocado pero aquella mujer que le tocó el manto…

—¿Quién tocó mi manto?

—Bueno, hay tanta gente, Señor. Por favor, qué… Ah, usted, qué especial.

Con ese objetivo les preguntó a los discípulos.

—No, alguien tocó. Yo quiero ver a esa persona.

Esta mujer vino delante de Jesús. Ella, sufriendo por la enfermedad, se curó; detalladamente ella le cuenta ello. El Señor Jesús se gozó. Algo importante en la vida de ustedes: están felices; es muy bueno ese estado en el que, bueno, vivan sin la ayuda de Jesús pero hay veces que tienen dificultad. En miles de ocasiones tienen que orar.

Surgen los problemas y el que puedan venir a orar a Jesús, el que puedan venir a apoyarse ante Jesús… De otra manera hablando: Jesús, el que pueda trabajar por ustedes, el Señor se goza en gran manera. Cuando vemos en la Biblia dice de esta manera. El 25: “Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor…” La mujer se encuentra con Jesús. Cuando oyó hablar de Jesús y vino, vino por detrás entre la multitud y tocó su manto. “Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva”.

Sí, con solo tocar su manto me curará, aunque yo no hable, aunque no esté delante de Jesús. Iba delante de la multitud, no había otra manera. Bueno, pero sí puedo tocar el manto de él, ¿verdad? Tocó el manto de Jesús.

Alguien, ¿quién tocó mi manto? –dijo Jesús.

—Ay, Jesús –los discípulos decían–, qué especial es. Hay tanta gente. Ay, alguien puede chocarle, obviamente alguien puede tocarle, claro.

Pero Jesús no se refería a eso. ¿Qué dice Jesús? Cuando le toca: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote”.

Nosotros también no podemos tocar el manto de Jesús pero uno va hasta el cielo porque uno ora. ¿Será que puede? Ah, porque ore va a escuchar hasta ese lugar que está en lo lejos del cielo. No hace falta que se preocupen, hay un mejor celular que el mejor celular del mundo, el que lee hasta nuestro corazón: es Jesús.

Conoce nuestra dificultad, nos ayuda, nos guarda y es Jesús, por lo cual, sí, ah, no estén dudando de que Jesús… ¿Será que me va a curar? Sino que el Señor realmente se encarga de nuestra carencia, él llena nuestra falta y él cura nuestra enfermedad y por nosotros él desea hacer algo. Sea cual fuera la enfermedad, al momento uno viniendo ante el Señor desea que halle la gracia.

Yo también, trabajando en el Señor, hoy en día me siento tan agradecido ante el Señor porque en realidad largo tiempo he vivido con salud pero en cada momento el Señor amado siempre ha estado conmigo. Señores: “El pastor jamás viene a mi casa porque es VIP”. No sé si alguien de entre ustedes dirá eso pero no se preocupen, Jesús todos los días va a su casa, ¿me entienden? Jesús siempre está con ustedes. El que sean pobres o el que no den un almuerzo extravagante, no hay ningún problema. En el camino, bueno, esta mujer sufrió tanto por la enfermedad. Trataba de curarse, daba todo pero los doctores solamente cobraron, no le curaron a ella. Cuando no tiene ningún camino en el mundo, cuando ya no tiene ni un centavo, no puede ni ir al hospital.

En ese momento esta mujer se encuentra con Jesús, oye sobre Jesús. Cierto, dicen que Jesús nos cura bastante bien. Si hubiese tal Jesús, con solo tocar yo su manto, Jesús va a saber. Si oro ante Jesús y así yo espero, Jesús me va a curar a mí.

En el corazón de esta mujer, este corazón se formó en ella. ¿Por qué? ¿Será que…? Ah, bueno, él sabe mi número. Te voy a llamar. No, Jesús, claramente… Esta mujer sabía que si se encontraba con Jesús, se iba a curar. Esta mujer, con solo tocar el manto: Ah, Jesús lo sabrá. —¿Quién tocó? –Le dice a los discípulos.

—Sí, ah, se empuja la gente. Claro, obviamente le puede tocar. ¿Por qué usted dice eso?

—No, alguien tocó mi manto.

En ese momento esta mujer se asustó y se acercó. Le dice a Jesús, le cuenta todo a Jesús. Jesús en el 27… Vamos a leer el 25 de nuevo “Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre” y luego dice: 26 “Y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor”.

En ese momento oyó sobre Jesús, vino por detrás entre la multitud y tocó su manto porque ella decía: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva”. Ella tenía muchas cosas. Si hubiese tenido muchas cosas, no hubiese tenido tal fe. Quería curarse pero Jesús le decía que le iba a curar. No había nada para darle. Esta mujer con el corazón: Con solo tocar su manto, él me curará mi enfermedad.

Señores, Jesús a quien creemos es este Jesús. Ustedes, no es que tienen que memorizar una oración o tienen que ser inteligentes o tienen que tener buena apariencia; es decir: Jesús nos ama, verdaderamente Jesús nos ama. Yo cuando veo mi figura, yo soy un don

nadie. A menudo digo: “Señor, ¿por qué usted me ama?” Digo así. El Señor amaba a un ser como yo.

Además, verdaderamente él se goza en elegir a un hombre como yo para usar como su siervo. Yo no soy una persona capaz. Cuando un hombre como yo trabaja, el Señor ha estado conmigo; esa realidad es grande, es preciosa, ¿verdad que sí? Algo importante: para ustedes también el amor de Jesús es igual. Como hay un himno que dice: “Un pecador como yo, obteniendo el perdón”.

Yo soy un ser indigno; con toda convicción creo. A un ser como yo… Yo no sé, aquí dice “un ser como yo”. Yo no sé si yo soy un hombre triangular, cuadrado. No, es decir, dice así porque no todos son iguales, ¿verdad? Uno puede ser que parezca. En fin, es difícil expresarme. Verdaderamente soy un ser tan inútil, hasta el colmo, pero entre tanta multitud, con sola esa fe ¿qué decía?

Con tan solo tocar su manto… Toda la enfermedad se fue, se curó. No es nada difícil para tener la fe, ¿verdad? Eso es todo de esta mujer. De manera espléndida orando, teniendo una oración: Bueno, no tengo que equivocarme. Tengo que meter un poquito de San Mateo, un poquito de San Juan en la oración. No, simplemente nuestro corazón, como sean ustedes, a su manera.

Hay esa abuela que dice muchos insultos con solo abrir la boca. Bueno, ella con solo abrir dice insultos. No sabemos si ella orará de tal manera pero para el Señor no hay ningún problema. El Señor escucha nuestra oración, el Señor nos responde. Nosotros, después de recibir la salvación, ha habido muchas cosas delante de mí.

“¿Por qué Señor, usted, ha salvado a un hombre como yo? ¿Cómo que yo voy a realizar la obra del Evangelio?” Pero verdaderamente cuando vemos cómo Dios trabaja, un pecador como yo, obteniendo el perdón, siendo un ser digno mediante Jesús, nosotros de manera suficiente nos merecemos la gracia.

No es que a uno que sea guapo de manera especial, bueno, le otorga algo o porque sea feo le humilla, no, o alguna enfermedad porque sea sucio, porque sea limpio, no, no está maquinando así sino que ante todo lo nuestro el Señor nos quiere ayudar, nos quiere dar su gracia. Ustedes aunque no oren delante del Señor, cuando ustedes oran, el Señor les escucha.

Ahora el anciano brillante, el diácono brillante. No es que tiene que orar para que le oiga sino que, digno o no, él nos escucha y él se manifiesta. “La vez pasada yo oré y no me respondió. Él no trabaja”. Sí, puede que pase eso; sí, es probable que pase, sí. Pregunten eso cuando vayan al cielo. Bueno, delante del Señor simplemente podemos orar por nuestra vejez, por nuestros hijos, por nuestro marido, por nuestra esposa. Mientras que vamos orando, el Señor se acerca más a nosotros y va creciendo más la dimensión en donde el Señor puede trabajar en nosotros; es maravilloso.

25 “Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, [aquí dice] 27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto”. Porque si así “tocare tan solamente su manto, seré salva. Lo importante viene a ser ello.

Muchos ahora tocan el manto de Jesús. Todos pueden tocarlo. Puede que roce, puede que roce la mano, puede chocar o puede que… No sabemos cómo haya sido pero esta mujer: Si tocare tan solamente su manto, el Señor me curará. Esa fe estaba dentro de esta mujer. El Señor le tiene que curar ¿sí o no? Sí, le tiene que curar. Si no le cura, no es Jesús, ¿verdad que sí?

Claro que le cura. No se ve ante los ojos, no podemos tocarlo, no hemos platicado pero con este corazón, cuando uno se acerca a Jesús, se acerca a Dios, cuanto más se acerca, ustedes se acercarán más y más a Jesús. En realidad, cuando tenemos dificultad, un problema y oramos en ese momento, el Señor nos escucha.

Cuando estaba en Apgokdong y Jangpalli yo no tenía absolutamente nada. En Apgokdong durante nueve meses estaba y en Jangpalli estaba durante un año y medio. Estando en Jangpalli me vino la orden para ir a la base militar. Un año antes no quería ir al cuartel, quería continuar allí para predicar el evangelio. Fui al cuartel, fui.

A la división 54 yo tenía que ir pero los hermanos se reunieron para hacer reunión de oración. La reunión de oración no acababa. Si son las 12, las 11 por ahí, yo tenía que ir y como a las 12 por ahí partimos. El misionero que estaba al lado se dio cuenta de que estaba apurado. Él me puso en su carro y fuimos a la división.

Comúnmente uno no puede entrar dentro de la base pero él no conocía las leyes y entró con su coche. La gente estaba reunida. Yo me bajé del carro. A la noche vino una persona de un cargo alto. Me llamó, yo fui.

“Ey, a la mañana viniste en carro –él pensó que era un hijo de un millonario. En aquel entonces uno como que alcalde, por ahí tenía que ser para tener el carro–. Yo te voy a enviar, sí, a la retaguardia, solamente paga diez dólares”. En aquel entonces, bueno, yo me fui con un dólar. Me dijo que “tiene que comprar algo”. Compré algo y apenas tenía un centavo.

Me dijo a mí: “Paga diez dólares”. Le dije que no tenía. Eso bajó a siete dólares. Le dije que no tenía; bajó a cinco, bajó a tres dólares; no tenía. Esta persona vio que yo vine en carro. Parece que se imaginó que era hijo de un millonario. “¿Cuánto tienes?”, me preguntó. Como que, bueno, tenía un centavo y pagando algo, tenía como 0.45 centavos. Se enojó y me dijo:

—Yo te voy a enviar a Gangwon-do a ti, sin lugar a duda. Yo envío como yo quiero –me dijo.

—Gracias ccle dije a él y salí.

Todos fueron llamados. Sí, él pensó que él podía cobrar mucho a mí. Algunos pagaban, algunos decían que pagaron ocho dólares, siete dólares, tres dólares. Terminó el entrenamiento. Íbamos saliendo y al comienzo, en primer lugar, me dijo: “Ock Soo Park, Gangwon-do. Base de comunicaciones de Gwangju”. Gwangju es una gran ciudad, Gangwon-do… En la base de comunicaciones yo recibía el entrenamiento.

Yo… Realmente la base de comunicaciones… Los soldados deberían ir a la escuela de comunicaciones de Daejeon pero había tanta gente, entonces fui a Gwangju como la primera promoción. Señores, durante 16 semanas yo aprendí el código morse. Imagínense si eres la primera promoción; era, wow, expectante. Continuamente venían soldados que estaban en un nivel inferior a mí.

—Saludo.

Saludaba y yo:

—No, no, no. Calma, calma; tranquilo, tranquilo. ¿Han dormido bien?

—Sí –respondían.

—Tranquilo, no importa. Yo un poquito les consolaba a ellos. “Alce la mano el que va a la iglesia”. 98 por ciento alzaba la mano. No había salón de culto. Era un invierno muy frío; teníamos que tener culto en un invierno muy frío. Fuimos luego a la base de los profesores. “Promoción 311 ROC, venga a la base de profesores”. “¿Por qué me llama?” Yo toqué la puerta.

—Saludo.

—¡Ock Soo Park, ROC, fue llamado!

El soldado del cargo más alto me dijo:

—Siéntese. Soldado Park, ¿a qué se dedicaba en la sociedad?

—Era ministro de la iglesia.

—Con razón. Ah, era como esperé.

En ese entonces era teniente. Él me confesó algo, que él era una persona muy fiel para creer en Jesús pero vino al cuartel, fumó y se corrompió.

—Soldado Park, yo he visto que junto a los soldados y que tenía culto; era muy bueno de ver. Soldado Park ¿no hay algo en que le pueda ayudar?

—Sí, si tiene una clase vacía, sería bueno que nos preste.

—Ah, ah, bueno. Ah, muy bien, bueno –de la clase 16 me dio la llave–. Cuanto fuese, úselo los domingos.

Bueno, toda la clase está vacía y es que en otras clases hay muchas cosas y son muy buenas. Entonces esa clase está vacía. Song Sun Jong, Kim Chang Ho recibieron la salvación, varias personas recibieron la salvación. Las veces que nos reuníamos, orábamos.

“Uno de los tres, uno tiene que quedar aquí. En la base de comunicaciones, del primer al cuarto puesto, ahora los que son los mejores, los mejores entre los cuatro van a la base que quieren”. Pero eran 11 soldados los que se dedicaban al código morse en la sociedad; entonces yo podía ser como puesto 11. Era el día que terminaba el entrenamiento y el que me ayudó, sí, él vive cerca.

A veces me encuentro con él. No se imaginan lo feliz que estamos; está muy bien. Él me dijo que en el cuartel él me permitió trabajar en ese cuartel; en la base donde él estaba yo fui.

—¿En qué departamento quieres trabajar?

—Discúlpeme, ya que no soy bueno para la escritura, bueno, en la parte de los examinadores. Si todos los días uno está descansando y solamente tiene que corregir, hacer eso para que sea bueno de corregir… Cuando hacemos, sí, las respuestas, bueno, ABC, ABC, selección múltiple, entonces dividimos el primero y segundo puesto y ya.

Un día vino un soldado y dijo:

—Ock Soo Park, promoción tal. A fulano tienes que dejarlo en el primer puesto.

—No puedo hacer eso –le dije.

—Maldito que seas. Si te digo, tienes que hacerlo.

Él es un inspector pero no tiene poder.

—Yo creo en Jesús, no puedo hacer eso. Por más que sea mi amigo, no le puedo dejar en el primer puesto.

—Si te digo que lo hagas, ¡lo harás!

—Oficial, si le cuento esto al líder, le será muy difícil la vida en el servicio.

—Ah, ¿tú quieres morirte?

¿Para qué me voy a morir, eh? Si le digo, realmente él va a ser castigado, sí; era increíble. Cuando tenía culto el domingo, venía el líder. De ninguna manera ese líder, de ninguna manera es capaz de venir el domingo. Yo como que titubeé. “Continúa con la religión”. Ah, no se imaginan, me costó predicar ante él. Él vino. Él, en las alturas de Baengma, él había dirigido el combate. En las alturas de Baengma casi todos mueren allí. Esa noche dice que él hacía la vigilancia y un soldado, dice que murmuraba agachado.

—¿Qué estás haciendo?

—Estoy orando –le dijo el soldado. Se asustó.

—Ah, cierto, tenemos lo que se llama la oración. Tú has orado por mí. Bueno, gracias, ora por mí.

Le dijo: “Tú ¿en qué crees? ¿En el dios del mar, en Buda? No importa, en Dios. Sea lo que fuera en quien crean, oren. Mañana, cuando vayamos al combate de Baengma… Realmente es todo un desierto alrededor y es muy importante la estrategia que uno usa”. En un mes, 20 veces cambia de dueño el terreno.

Los de Corea del Norte son buenos en la batalla de la noche, los del Sur son buenos en la batalla del día. A veces el dueño de las alturas viene a ser: de día del sur y de noche del norte. El soldado luego viene a la base y ahí va a empezar el combate. Los soldados mañana a la mañana todos morirían en el combate, pensando en la tierra natal.

Él sentía gran dolor. Ellos lloraban porque pensaban que morirían. Uno murmuraba.

—Tú ¿qué haces?

—Sí, estoy orando a Dios.

Se asustó.

—¿Estás orando?

—Sí.

—¿Oraste por mí?

—Ahora lo haré.

—Desde ahora vas a orar. Recorriendo mañana el dios del mar, Buda, no importa. Ora, ora, ora. Oró y luego “¡combate!”, le dijo. De esa manera. Dice que nunca vio soldados pero tan valientes. El daño pero el menor daño fue ese combate. Sí, la fuerza de la religión es grande. Cuando se convirtió en general, dice que estaba muy triste cuando vio que no

había iglesia en la base pero cuando vio que yo dirigía un culto, estuvo feliz. Entró. Cuando titubeé dijo: “Continúa con la religión”.

No podía continuar con la prédica, terminé a medias.

—¿Les puedo contar algo?

—Sí. ¿Quién es él para que no pueda? Él nos contaba. Tuvo una relación muy cercana conmigo. Cuando tenía que ir a la guerra de Vietnam, sí, muchos soldados de la base de comunicación murieron porque en Vietnam ellos decían: “No van a disparar al soldado, van a matar al soldado de comunicaciones porque cuando matan a él, todos están perdidos”. Muchos soldados de la comunicación murieron.

Yo fui elegido para ir a Vietnam y él me dijo:

—Saludo –le dije primero–. He recibido el mandato para ir a Vietnam.

—¿Vas a Vietnam? Ey, tú, vas a sacar a él.

Yo regresé a la base.

—Tú, ¿por qué viniste? –me dijo el líder.

—Me dijo que no vaya.

—Tú, ¿¡qué relación tienes con él!?

—Solamente él es oficial y yo soy un soldado.

—Ey, tú, maldito.

Él, después, siempre estaba como que cohibido delante de mí. Todo lo que yo hacía, el Señor me acompañaba. Verdaderamente el Señor está en todo lo que hacemos: en el servicio militar, cuando terminaba el servicio, cuando estaba en Apgokdong, en Jangpalli, en Geochang. Hace poco el anciano me dijo:

—Pastor Ock Soo Park, hace 20 años que usted vino a Seúl.

—Parecía como que ayer vine, ¿cierto?

Parecía que ayer vine, cierto. Ayer vine de África. ¿Cómo que hace 20 años que vine aquí? Yo no podía creer, realmente eran 20 años. No sé ni qué hice durante 20 años, es el colmo. Dios, dentro de nuestra vida, él abre la puerta del Evangelio. En esta ocasión, cuando vayamos a erigir la universidad, vamos a convocar universitarios, a estudiantes y también de todo el mundo.

Fuimos a África para… Queremos erigir una universidad. Envíen a estudiantes. Es muy caro en Corea pero vamos a ayudarles en todo. Recibiendo solamente un poquito vamos a hacerle…, vamos a dar alojamiento. Hablamos sobre ello, convocar a estudiantes. Hay tantos países en África. Todos se determinaron a ayudarnos. Hablamos todos y los ancianos se reunieron para hablar. Todavía no hemos acabado pero queremos que ustedes oren también; será muy bueno.

¿Así lo harán? En voz alta por favor respóndanme. Sí, por más que estén ocupados y no puedan, con el corazón nos pueden acompañar. Orando ante el Señor, grandes y cosas difíciles vamos a sobrepasar. Mientras que nuestra Misión está, tuvimos dificultades, problemas pero como allá dice, realmente había gente que nos humillaba pero nuestra iglesia es una iglesia que predica el Evangelio del Señor.

Muchos reciben la salvación. En adelante, muchas personas, sí, muchos pastores de otras iglesias dicen que me imitan a mí; no les escuchen a todos. Continuamente el Señor obra en medio de nosotros. A un pecador como yo, obteniendo el perdón… Ahora soy un ser digno. ¿Quién entre nosotros no comete pecado? ¿Quién entre nosotros no es engañoso? ¿Quién entre nosotros no es carente?

Pero el Señor nos ama y mediante nosotros desea cumplir su voluntad, desea manifestarse; es increíble. Yo no sé hacer absolutamente nada pero hemos empezado a formar ministros y a todos los hemos enviado. La Misión Buenas Nuevas ahora es la misión más grande del mundo. Nadie nos puede alcanzar. Rincón por rincón hemos enviado misioneros. Misioneros de la Misión Buenas Nuevas son los que predican de manera exacta.

Para que puedan realizar esa obra, Dios tiene su plan. Allí nos ha llamado, nos ha utilizado y en medio de nosotros va obrando y en gran manera es maravilloso, no se imaginan cuánto, no podemos expresarlo por las palabras. Esta mujer sufría por el flujo de sangre. Aunque perdió toda su riqueza, no pudo curarse, empeoró más. Ahora no tenía ni esperanza de curarse en el mundo.

Es posible. Si no hubiese ido… Ay, yo, si no hubiese ido al hospital, iba a tener dinero para comer aunque sea. Estaba en esa situación pero en ese momento oyó sobre Jesús. Pasa Jesús. Sí, no tenía ni dinero para llevar al hospital. Sí, yo tengo que hallar la gracia en Jesús. Ahora toca el manto de Jesús. Obviamente no podía ni decir, no tenía ni tiempo; no, no podía, no, pero en su corazón ¿qué surgió? Jesús es Hijo de Dios. Con solo tocar su manto me va a curar a mí, aunque no me encuentre con él. Había gente atrás y así tocó el manto de Jesús; era conmovedor. Así se curaba ella. Pagó tanto; por más que pagaba no podía curarse.

Tocó con la mano y el Señor me curó. Quería gritar en todo el mundo. Jesús no pasó de largo. No, no es eso. Quería hablar con la mujer.

—¿Quién tocó mi manto?

Pedro le dice:

—La gente le está empujando. ¿Cómo que usted está pensando en eso?

La mujer se asustó, va adelante y le habla.

—Yo toqué, Jesús, su manto.

Ella pudo tener la ocasión para hablar.

—He ido a tal hospital, tal hospital y no me curé pero toqué a usted y me curé.

En el corazón de ella tenía un agradecimiento inmenso. Hasta ahora, en realidad su cuerpo estaba así. Las cosas difíciles, los sufrimientos, todo fluyó como arroyo. El corazón que decía que se curó estaba lleno en ella; se conmovió. El Señor Jesús:

—¿Quién tocó?

—Hay tanta gente, Señor, ¿usted ve esto? Alguien le puede tocar. Claro, claro que puede chocarle.

—No, hay alguien.

La mujer vino y dice: “Yo tenía flujo de sangre, Señor. He sufrido, me quise curar pero desperdicié todos mis bienes. Ahora estaba en la situación de no poder ni comer y oí que usted pasaba, Jesús. No tengo ni coraje para estar delante de usted. Solamente toqué su manto y al momento me curé, siento que me curé, puedo sentirlo”. Jesús ¿qué le dice? Quería ver a esta mujer.

En el 33: “Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote”. Le dice algo muy cálido. Con salud vuelve a la casa, con gozo se habrá marchado.

Jesús, como la mujer, aunque no tenemos flujo de sangre como esta mujer, en nuestra vida para que no podamos menos que acercarnos a Jesús, el Señor nos da grandes y pequeños problemas. No nos da esto para que nos preocupemos, no nos da esto para que

gastemos dinero sino que para que busquemos al Señor, para que pidamos al Señor, para que nos apoyemos al Señor, para que oremos al Señor.

Ustedes, enojados, se enojan. Por favor no estén así, serios. Esto es el camino fundamental para estar con Jesús. A ver, clama el nombre de Jesús, te va a responder. A ver, te va a curar, va a cargar tu pecado y va a llevar tu pecado. Dentro de ella iba oyendo esa voz. Esta mujer fue la mujer más feliz de Seúl, ¿verdad? Se despertó, estaba feliz.

Hoy se mueve mi pie; sí, se mueve, no solamente ayer. ¿Qué pasa si solamente ayer se movía, cambiaba? Estaba agradecida. Jesús aceptó la fe de esta mujer y le curó. Halló la gracia; era conmovedor. Nos ha dado una vida bendita. El corazón de Jesús ayer, hoy, hasta la eternidad es igual. Esta mujer no tenía dinero, era pobre, no tenía absolutamente nada.

Oyendo sobre Jesús, oyendo que le curaría, ahora sin dinero: Con solo tocar el manto me curaré. Ella se determinó en la fe. Jesús, sabiendo ello, le responde. Como ella, yendo delante de Jesús, contándole nuestra carencia, hallando la gracia de Jesús… Además, en la familia de ustedes, si tienen alguna dificultad, angustia, no estén preocupados, vengan a orar al Señor. El Señor, dentro de nosotros, trabajará y nos ayudará.

Realizando el ministerio, un ser como yo: “¿Qué ministerio?”; de esa manera yo pensé. “¿Cómo voy a resolver esto?” Muchas veces tenía eso pero verdaderamente yo debía hacer esto. Como también cuando enviaba a los pastores como misioneros. “¿Será posible esto? ¿Será?” Pero les envié junto con el Señor. Los misioneros son los mejores en realizar la misión. Sea el país que fuese construyen grandes iglesias; me parece maravilloso, me parece grandioso.

Me encontré con algunos pastores y lo están haciendo de maravillas. Qué feliz, qué contento, me sentí agradecido. Ahora en el mundo entero, en cada rincón, enviando a misioneros, evangelistas. Polo Sur, Polo Norte, en todos lados sin diferencia ahora queremos enviar a más gente. Siendo uno en Jesús queremos que sea una gloria, un gozo en el Señor; no habrá algo más maravilloso que ello, confiamos en el corazón ello.

Cuando recibimos la salvación en Dios deberíamos de tener comunión con Dios. Si ella no tuviese enfermedad, puede que así pase, pase así, viva por vivir pero por la enfermedad, por ello, esa angustia, tiene dificultad. Ora; mientras que ora tiene la fe de que se curará y haya la gracia. Hermanos, Dios dentro de nosotros nos da dificultad, nos da angustia. Es porque nos ama. Con la fe de creer en el Señor, como toca el manto, encontrándose con el corazón, con Jesús en el camino, caminando: “Señor, ayuda a nuestros hijos”. Luego: “Señor, ayúdanos en nuestra vejez”. Por la iglesia, por los hijos orando, el Señor oye nuestra oración y se goza en oírnos. Comúnmente, cuando vean cómo la iglesia tiene dificultad, cuando tengan dificultad, no estén orando enojados.

“Ah, el Señor nos permite esto para que oremos”. Cuando tienen problema en la vida, cuando el niño se lastima la mano: “Ah, vamos a orar ante el Señor”. Con los niños pequeños, orando, en medio de nosotros el Señor, estando vivo, como a esta mujer, ahora nos cura la enfermedad. Cuanto fuese, qué feliz habrá estado.

Bueno, no he visto si ella era guapa sí o no pero eso no tiene nada que ver. El Señor nos ama y nos da su gracia; nos sentimos agradecidos. Nuestra Misión continuamente, en adelante, realizará la obra del Evangelio. Tendremos ahora universidad, colegios. A estudiantes de África que tienen dificultad haremos estudiar, los enviaremos como misioneros.

No solamente de África, vamos a juntar estudiantes de todo el mundo y vamos a llenar todo este territorio con el perdón del pecado. Queremos que muchos siervos surjan en la iglesia, realmente una iglesia en la que Dios se goce; en la que se goce será una iglesia en la que Dios trabaje. Ustedes también… Esta

mañana la hermana vino a testificar.

El poder, la manifestación que el Señor obra en medio de nosotros podemos ver; nos sentimos agradecidos. En esta mujer, esto del flujo de sangre era la condición para venir delante de Jesús. Cuando tengan grandes y pequeños problemas, eso será una condición para acercarse al Señor, para venir junto al Señor.

Estando más cerca del Señor, pequeños problemas discutiendo, orando al Señor, orando por el vecino, orando por la iglesia, esperamos que sean ahora siervos preciosos y que sean hermanos preciosos. Gracias.

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.