Pedro y Herodes | Hechos 12:1-25

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DOMINICAL DEL PASTOR OCK SOO PARK
PRÉDICA
07 de Abril de 2024
“Pedro y Herodes”

dominical del pastor Ock Soo Park

“Pedro y Herodes”

Vamos a leer la palabra. Hechos, capítulo 12. Desde el uno vamos a leer.

1 En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles.

2 Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.

3 Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura.

4 Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua.

5 Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.

6 Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel.

7 Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.

8 Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme.

9 Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión.

10 Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él.

11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.

12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.

13 Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode,

Prédica

14 la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta.

15 Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!

16 Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos.

17 Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.

18 Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué había sido de Pedro.

19 Mas Herodes, habiéndole buscado sin hallarle, después de interrogar a los guardas, ordenó llevarlos a la muerte. Después descendió de Judea a Cesarea y se quedó allí.

20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey.

21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó.

22 Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre!

23 Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.

Hasta aquí hemos leído. Cuando predicamos… Dice que cuando, bueno, uno lee mucho la Biblia… Yo leí bastante, ¿verdad? Cuando vemos la Biblia: una persona que debía morir, vivía; una persona que no debía morir, murió; aparece sobre ello. Es muy simple. Cuando uno tiene la fe en Dios, vence todo; cuando no tiene fe, no puede vencer eso. Ese mundo del corazón nos lo va diciendo a nosotros.

Mientras que vivimos la vida, nosotros nos sentimos muy agradecidos porque en medio de nosotros no hay nadie que no cometa pecado y es cierto que uno comete maldad, pecado, pero la gracia de Jesucristo cuando entra con fe en nosotros… Yo anteriormente, cuando iba a la iglesia presbiteriana, siempre me angustiaba por el pecado; era muy maduro. Cometí mucho pecado. Cuando me pongo a pensar ahora, siempre tenía mucho miedo.

Leyendo la Biblia, en la Biblia el Señor Jesús, mediante su sangre, perdonó nuestro pecado y resolvió todo mi pecado; cuando aceptamos eso, en realidad era maravilloso en gran manera. Varias veces leyendo la Biblia… Leímos la Biblia pero continuamente mi pecado había sido lavado, se derramó la sangre de Jesús y Dios dice que no se acuerda de mi pecado. “¿Cómo puede ser posible eso?”

En ese entonces yo dije eso y me conmoví mucho ante el Señor. Pasó bastante tiempo, ahora pasaron años pero cuando leemos y vemos esta palabra, algo que no podemos negar es que en esta historia habla de dos cosas. ¿De qué nos habla? Discúlpenme. Pedro…

“Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan. Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura. Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua”.

Cuando aquí vemos, Pedro realmente no tenía ninguna otra manera. Esta persona revive; Dios obra. Contrariamente el rey Herodes no tiene razón para que muera. Cuando nosotros lo vemos, no hay razón para que muera pero ante la vista de Dios es digno de que muera. Ante mi vista Pedro debía morir, Herodes debía vivir porque él era rey pero qué interesante, Pedro vive y Herodes murió, es muy simple.

Herodes, cuando va muriendo, no estaba en el Dios que le pueda rescatar. Pedro, cuando iba muriendo, estaba en la situación de morir pero ya que Dios estaba con él, le guardó; esa diferencia nos la dice Dios. Yo durante años estaba angustiado por el pecado. La sangre de Jesús perdonó el pecado y en ese momento por primera vez yo dije: “No soy pecador”. ¿Cuál era la condición para poder decir eso?

Cuando el Señor Jesús realmente me perdonó, él me perdonó perfectamente. No es que así dejó un poquito. Sea por el ángulo que lo vea yo cometí pecado pero no era pecador; me conmoví mucho por eso. Si alguien lava mi pecado, si fuesen 1999, puede

perdonar. Uno puede dejarse, puede olvidar uno, puede dejar a un lado pero perfectamente hemos obtenido el pecado.

Pedro obtuvo el perdón del pecado. Herodes no tenía ningún motivo para que muera. Es rey. ¿Quién se atrevería a matar al rey? Pero ese rey tan poderoso delante de Dios ni pudo respirar, se convierte en un cadáver. Nosotros cuando obtenemos el perdón del pecado ante Dios… La realidad de que somos justificados, la otra verdad ¿qué es? Tuve mucho pecado pero claramente hemos sido lavados por la sangre de Jesús.

No es conocerlo por teoría sino que aceptando con fe en el corazón: “Ahora se deshizo mi pecado, soy limpio”; eso es creer en Dios. Qué doloroso. Jesús, a pesar de que murió por nuestro pecado, miles de cristianos siguen diciendo que son pecadores. ¿Por qué ellos no creen en la sangre de Jesús? Por nuestro pecado murió en la cruz y no creen esa sangre.

Ellos se esmeran para ofrendar, cantan y congregan a la iglesia pero lo más fundamental: el Señor Jesús había muerto por nuestro pecado en la cruz. El motivo de que haya muerto es por nuestro pecado. Si decimos que somos pecadores, significa que Él no pudo rescatar y que Él fracasó; es lo mismo que decir eso.

Algunos cuando decimos que obtuvimos el perdón del pecado: “Qué orgulloso, el pastor dice que es pecador pero ustedes ¿qué saben para decir que son así?” La mayoría dice eso, que no hay nadie que no tenga pecado. Todos tenemos pecado, sí, por lo cual Jesús vino para perdonar aquel pecado.

El Señor Jesús vino, murió por nuestro pecado y tenemos la certeza de que nuestro pecado fue perdonado pero ¿quiénes son los que todavía siguen diciendo que son pecadores? No… Hoy en día muchas personas creen en Jesucristo pero el Señor Jesús…

Conocemos la razón por la cual Él murió en la cruz, bien sabemos por qué murió por nuestros pecados pero el Señor Jesús a pesar de que murió por nuestro pecado, si alguien

sigue diciendo que tiene pecado, significa que Jesús fracasó. Por más que insulta a Jesús, no puede insultarlo de tal manera; eso no es ser humilde.

Murió por nuestro pecado pero si todavía queda el pecado: le dije que construya el culto pero en lugar de construir, fracasó, se derrumbó pero lo hizo perfectamente. El Señor Jesús lo lavó perfectamente, lavó perfectamente nuestro pecado.

—Gracias a Jesús soy lavado, yo soy limpio.

—¿Cómo tú eres limpio, hombre?

—Yo soy sucio pero Jesús me lavó. Soy limpio. Si no fuese por Jesús, nadie iba a poder lavar. Él me lavó.

Así debe ser para que uno pueda decir que cree en el Señor. “Soy pecador, perdóneme”. Por más que realmente insulta al Señor Jesús pero se está sobrepasando. Cuando anunciamos el Evangelio tenemos estas y aquellas dificultades. En esta ocasión más de miles de personas… Juntamos a aquellos hombres; predicamos. Ellos han oído muy bien y pasó muy rápido el tiempo.

En el último momento cuando hablamos y dimos una conclusión, algunos se levantaban y salían. Qué pena me causó. Este Evangelio tan precioso, si lo aceptasen, sería la vida eterna. Ellos escucharon todo, dijeron que era muy bueno pero tres o cuatro personas salieron, dijeron que esto no iba con ellas pero aparte ellos, todos, estaban felices; no podíamos ni seguirle ni estironearle, ¿verdad?

Algo que es seguro… Bueno, dejemos a un lado a otras personas pero yo tengo convicción de que obtuve el perdón del pecado por la sangre de Jesús. Entonces el Señor Jesús, si no pudo lavar mi pecado y si murió, significa que él fracasó en la cruz. La palabra que uno dice, que es pecador… Él murió por mi pecado y significa que no pudo lavar mi pecado.

No habría realmente algo que humille de tal manera al Señor Jesús como ello. Hoy en día no sé cómo lo interpreta. La gente dice: “Pecador”; decir que es pecador es realmente… Decir que es pecador es humildad; decir que no es pecador… ¿Cómo puede ser humilde? El decir que Jesús me perdonó es humilde, entonces si yo digo que soy pecador, significa que no me perdonó; no puede discernir, parece eso. Yo anteriormente también decía que era pecador, obviamente era pecador porque cometí pecado. Leí la Biblia, volví a leer; leí, leí. Aquí, hoy, cuando vemos la palabra, hay dos cosas. Querían matar a Pedro, le encarcelaron pero no murió. A ese Pedro que querían matar, no murió pero el rey que quería matar a Pedro, él muere; eso viene a ser la idea principal de lo que hemos leído.

En el 12:1 hasta el 19 vemos cómo resucita. Empezando del 20 aparece cómo muere Herodes: “Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey. Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó.

Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos”. Es muy simple. Humanamente cuando vemos, bueno, puede que suceda eso pero el Hijo de Dios, Jesucristo, perdonó nuestro pecado muriendo pero aquí dice que por cuanto no dio gloria a Dios…

Aquí dice: El pueblo dijo: ¡Voz de Dios y no de hombre! ¿Verdad que le están adulando? ¿Cómo que va a ser voz de Dios? Es de Herodes, Herodes es hombre. Aquí ellos están diciendo que es voz de Dios. Entonces se divinizó Herodes, entonces Herodes estaba feliz, feliz pero Dios dice: “Hombre, en lugar de glorificar a Dios, tú, tú ¿vas a ser glorificado? Muere” y murió. Viene a ser lo mismo.

Algunas personas que debían morir, cuando tienen la fe de creer en Dios, viven. Herodes y Pedro, ¿cuál es la diferencia de ellos? Pedro creyó en la Palabra de Dios. ¿Cómo le habían dicho con el cinturón? Bueno, hace tal como le dicen. Él pudo vivir y salió libre pero Herodes piensa que es inteligente, sobresaliente. Al momento que le golpea es un don Nadie, muere. Cuando nosotros vemos, verdaderamente hay muchos que no pueden lograr entender. A veces cuando nosotros decimos que hemos obtenido el perdón del pecado, muchos dicen que obtuvieron el perdón del pecado.

—No, ¿tú no volviste a cometer pecado? Así nos pregunta.

—Sí, hay veces que vuelvo a cometer pecado, cierto. Ese pecado… Yo le digo:

—El Señor Jesús cuando perdona el pecado, perdona esto y esto no perdona.

No, no es así, perdona todo por completo.

—¿Puedes cometer pecado como quieras?

No es que uno puede cometer pecado como quiera sino que por más que cometa pecado, con solo creer, con eso basta. Entonces sea quien fuera, Dios permite que pueda obtener el perdón del pecado. Verdaderamente Dios, enviando a Jesús, el castigo por el pecado que nos merecemos, Él recibió el castigo y perfectamente nos dejó limpios, Jesús.

Ustedes viniendo a la iglesia, el que digan “soy pecador, Señor”, ustedes están insultando pero hasta el colmo al Señor Jesús. “Jesús tampoco pudo lavar nuestro pecado”. Murió por nuestro pecado. Dicen que son pecadores y están insultando a Jesús pero hasta el colmo.

—Bueno, yo tengo este púlpito.

—Ah, ¿para qué hiciste esto? Vamos a dejarlo.

Si lo hizo perfecto, se enojaría uno, ¿verdad?, si le dice ello. Jesús murió por nuestro pecado, nos perdonó perfectamente. Por la gracia del Señor fue perdonado el pecado; el creer ello es el que le va a dar felicidad. “Oh, Señor, soy pecador; eso le va a dar gozo. El mundo del pensamiento es completamente distinto. Verdaderamente, señores, aquí ¿por qué agradecemos y alabamos a Dios?

Porque entre ustedes no hay nadie que no haya cometido pecado. No es que cometieron cinco o seis pecados. Puede, no sabemos, quinientos miles han cometido pecado pero han sido lavados por completo, por lo cual cuando queremos entrar al cielo desde la punta de los cabellos hasta los pies no queda ningún pecado, ha acabado. En ese momento el Señor nos dice justos.

¿Cómo dice la Biblia? “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Dios nos justificó. ¿Por qué el Señor Jesús se crucificó? El que digamos que somos justos… No es que no cometemos pecado, no es que yo me jacto sino un ser sucio como yo, Jesús me dejó así de limpio; es glorificar al Señor.

¿Ustedes logran entender? Ustedes de por sí no obtienen el perdón del pecado… Por la sangre del Señor Jesús han obtenido el perdón del pecado. Él derramó la sangre por nuestro pecado, así lo hizo. Jesús murió derramando la sangre, nuestro pecado ha sido lavado y quedamos más blancos que la nieve, hemos quedado limpios. El que uno diga “no tengo pecado. No, yo soy sobresaliente…”

No, no es decir eso. Ese ser sucio ahora expresa el agradecimiento ante el Señor Jesús. En ese momento la gente nos dice: “Qué orgullosos son. ¿Cómo que no tienen pecado? No hay nadie que no tenga pecado”. Yo por dentro: “¿Cómo que soy orgulloso? Nos perdonó y ¿tú dices que tienes pecado? ¿Qué parte es más orgullosa?” Jesús nos perdonó pero uno dice que es pecador; eso es más orgulloso.

Imagínense si decimos que no tenemos pecado porque Jesús nos perdonó, qué feliz estaría. Todos tienen un pensamiento distinto, sea en el lado que lo vea. Satanás, de manera tan astuta, él toma nuestro pensamiento y nos convierte en pecadores, entonces nosotros somos pecadores. “Señor, perdona al pecador”. Entonces ¿qué es lo que ha hecho la cruz de Jesús? Nos dice que hemos realmente fracasado.

No hay un insulto más grande que decir que somos pecadores. Jesús, derramando su sangre, Él se desgarró las manos, le clavaron los pies, murió derramando su sangre y nos perdonó por completo. “Señor, soy pecador. Perdóneme”. Aquella palabra significa que fracasó la cruz del Señor Jesús; de ninguna manera. Esto no viene a ser humildad. Contrariamente a nosotros… Hemos sido santificados. “Yo soy bueno, no cometo pecado, soy limpio”. No por eso soy santo, no por eso soy limpio. “Cometí pecado, yo debo ser destruido pero por el castigo que yo me merecía, Él se crucificó. Él no dejó ni una pizca, me lavó por completo, por eso soy santo y justo”. Esto no es para que yo me jacte sino que es para glorificar al Señor Jesús, ¿entienden? Ya me dejó limpio. “Ah, Señor, soy pecador”.

Qué quebranto le vamos a causar. “Ah, si fuese yo, ah”. Hombre, significa que yo me he muerto en vano. Hombres. Sí, le va a enojar. Murió derramando la sangre. Dice que nos lavó pero uno dice: “Soy pecador”. El decir que es pecador no puede ser una jactancia. ¿Es posible? Es absurdo. Aquellas personas nos dicen que somos secta. No conocen la Biblia pero hasta el colmo.

A veces… Cuando vemos, en la primera ocasión somos pecadores, cierto, somos pecadores pero si Jesús murió por nosotros, no somos más pecadores, no. A menudo yo digo: tengo mi padre. Tiene un amigo. Él tiene una librería delante de la escuelita. Yo le digo a mi padre: —Padre, ya usé todo mi cuaderno.

—A ver, pídele un cuaderno a mi amigo.

—¿Cómo está, señor?

—Sí, adelante.

—Mi padre le pide un cuaderno.

—Sí. ¿Cuál quieres?

—Esto, esto.

—Son 3 centavos.

—Ah, está bien.

Le di. Continuamente llevo libro, lápiz y mi padre paga la cuenta, todo, todo. Cuando yo le pido al señor, él me da todo lo que le pido. Es porque está vendiendo. Mi padre resuelve todo. Nuestro padre también, él paga por los cuadernos que yo compro. ¿Jesús no va a resolver la cuestión de nuestro pecado? ¿Va a pasar de largo? Es absurdo, por eso jamás pensé yo que era un deudor.

Mi papá va a pagar, mi papá va a darnos. Sí, me dice que lo pida. “Sí, lleva, lleva, lleva”, luego él hace la cuenta con mi padre. Jesús hizo toda la cuenta. “Comete pecado como quieras”. No, no me refiero a ello, escándalo. Hemos cometido pecado; a pesar de que hemos cometido pecado, Jesús lo resuelve y sobre la cruz acabó nuestro pecado.

No es pedir el perdón de nuestro pecado. Acerca de lo que nos perdonó debemos tener agradecimiento. En una ocasión yo, terminando el servicio militar… Yo quería realizar el servicio militar en Gimcheon, luego yo iba… Al lado mío se sentó un extranjero. Hablábamos nosotros así. Yo no sabía hablar bien el inglés y le hablé de esto y aquello.

—¿De dónde vino?

—De Inglaterra. Vine como misionero.

—¿Ah, sí? ¿A dónde va?

Dice que va de viaje.

—¿Viaje evangelístico?

—No, simplemente viaje.

Yo en ese momento me enojé tanto. No debía hacer eso pero un misionero ¿cómo que va a hacer turismo en lugar de predicar el Evangelio? Yo le reté a él.

—¿Usted anda viajando así sin predicar? Qué bueno si es viaje evangelístico.

Los ingleses, qué caballerosos. “Yo viaje o haga turismo, a ti qué te importa”. Yo simplemente, bueno, no dije nada, me bajé en Geochang y yo fui a Apgokdong para subirme al bus. Se puso al lado mío, me dijo:

—Señor Park, ¿puedo dormir en su casa esta noche?

—A ver, a ver. Bueno, adelante.

Ocurrió algo bastante simpático. Estábamos en lo profundo del monte, obviamente no teníamos canilla, no teníamos ni… Para ir al pozo que estaba cerca de nuestra casa, 50 metros tenía que caminar. Había un arroyo. Es bien limpia esa agua. A mí no me pasaba nada. Yo me equivoqué. Al misionero Anderson le invité agua. Es el colmo. Este intestino coreano, intestino inglés tenían una diferencia tremenda.

Al momento que tomó él… Realmente toda la noche él tuvo diarrea. “Discúlpeme, señor Anderson” y le herví. “Yo le voy a dar hirviendo”. Durante 4 días estaba acostado. Pasaron 4 días y luego parecía como que mejoró.

—Ah, señor Anderson, perdóneme.

Él me dijo que tenía algo que decirme.

—Yo me encontré con pastores, me encontré con misioneros, con evangelistas, ministros pero nunca he visto a un hombre que viva como usted. Es la primera vez que veo a un hombre como usted.

—¿Qué está diciendo? Yo no hice nada bien.

Esta persona me dijo:

—¿Usted me permite vivir solamente un año con usted?

Me reí.

—Yo no tengo nada que mostrar, no –le dije. Le pregunté–: A usted le viene dinero de la misión, ¿verdad?, de Inglaterra.

—Sí –me dijo.

—No hay nadie que me ayude –le dije–. A menudo pasamos hambre pero en su casa hay muchos panes y si se me acaba el pan, usted si me dice que tome su pan y si yo miro su pan, yo no voy a poder esperar a Dios.

—¿Qué tengo que hacer?

—Es simple. Por más que se pudra su comida, no me dé a mí; por más que muera de hambre, no me pida. Hagámoslo de manera libre.

—Es fácil –me dijo.

Él vino y empezó a vivir en una misma casa conmigo. Los ingleses son tan caballerosos. Viviendo la vida hemos pasado un momento feliz. Él se fue y esa casa en donde vivíamos me regaló. ¿Verdad que obtuve mucho? En fin, él no podía llevar su casa y era difícil recuperar el dinero. “Señor Park, use la casa. Viví. Dios me regaló una casa.

Mientras que yo predicaba el Evangelio, aunque parece que vienen muchas dificultades, las veces que viene la dificultad, cuando vivimos la vida de vivir en Dios, para nada es difícil eso. Después de enviar a misioneros en Estados Unidos, cuando una vez fui allí y estaban bien arrogantes, yo les dije a ellos: “Yo les voy a dar una tarea”. Bueno, todos, bueno, estaban apartados y después se acercaron.

“En la casa donde están ustedes van a subir al bus que se dirige a Grain Hall. El matrimonio comprará solamente un ticket de ida. Puede ser que vaya 50, 100 kilómetros de distancia donde están. Irán con las manos vacías. Vivan un mes allá y vuelvan”. No hay nadie que pueda dejar de oírme porque yo fui el que lo dijo.

Luego yo, después de decirles eso, vine a Corea; después de un tiempo, fui. Los misioneros de nuestra iglesia solamente compraron el ticket de ida, no llevaron dinero. En ese lugar ellos vivieron durante un mes. Verdaderamente ellos estaban, nunca habían podido experimentar ello pero estaban llenos, plenos. Cómo Dios les dio de comer, de dormir.

Ahora a donde vayan, cuando los misioneros se dirigen y hablan con otros misioneros de otra misión: “¿Tú también tienes misión?” Dice que le preguntan a nuestro misionero. “¿Tienes misión y te envían de esta manera?” Pero como conclusión, nuestra Misión lo hace mucho mejor que la otra misión; es incomparable, no se puede comparar. Entonces, Señor, aquellas personas, no es ticket de ida y vuelta, solamente de ida.

Fueron a la ciudad en donde nunca fueron. Dónde dormir, qué comer, cómo deben estar durante un mes allá. ¿Quién es el que mejor lo hace? Es Dios el que lo hace de la mejor manera. A ellos, de esa manera yo les entrené a los misioneros, entonces a donde vayan, a donde les digo que vayan, Dios les ayuda, Dios abre las puertas.

Nosotros en la actualidad hemos enviado al exterior a 2 300 misioneros. Vienen a ser pero los mejores misioneros del mundo. En Estados Unidos nada más, cuando fuimos allá, fuimos con las manos vacías. El misionero que iba a Brasil me dijo:

—Yo no sé hablar nada del idioma brasilero. ¿Qué tengo que hacer?

En ese momento había un avión que iba de Corea a Brasil. Discúlpenme, me equivoqué. Sí, no era bus sino que avión; no es bus, es avión. Yo le dije:

—Sí, súbete al avión. Si vas a Brasil, vas a tardar un día entero, un poco más puede ser que tardes. En medio de ello, bueno, puedes hablar con ellos, con los que van contigo.

Realmente él no conocía ni siquiera una palabra del portugués; ahora domina todo Brasil, es increíble. Otro hermano fue con las manos vacías, fue al aeropuerto. No sabía nada de inglés y los de aduana le preguntaron… “Ji, ji, ji, ji, ji”; se rio nada más. Durante 2 horas dice que le ataron y le dejaron ahí parado. Salió y luego, bueno, entró el sol pero de un lado vino una señora coreana.

Le dijo:

—Por si acaso ¿usted es el misionero fulano?

—Sí. ¿Por qué?

—Es que tengo un amigo y me llamó a la mañana, que “un misionero va al pueblo donde tú vas, no sabe decir ni siquiera una palabra. Ayúdale tú”.

A esta persona, ¿verdad?, le tenían sostenido durante dos horas y no salía. Ella se quería marchar. Junto con ellos, viviendo, empezó la vida. El hermano quería predicar el Evangelio. Apenas tartamudeaba, no podía hablar. Entonces ¿qué dijeron ellos? “Di una palabra” y dijo una palabra. Entre ellos: “Bueno, ¿qué quiere decir esto? Seguramente esto. A ver di otra vez”. Así predicó el Evangelio. No hay unos misioneros tan buenos como los nuestros para predicar el Evangelio en todo el mundo. Realmente en donde están nuestros misioneros son como más de dos mil lugares. Dios trabaja en ellos y es maravilloso. Yo fui a algunos países en esta ocasión. Ellos al comienzo, bueno, llegaron así a este país. Ahora están tan bien, tienen tantos hermanos, hablan pero de manera maravillosa el idioma de ese país.

Entonces verdaderamente Dios, cuando nos envía, ¿ustedes saben por qué no nos envía enseñándonos el idioma en el vientre? Para que aprendamos yendo allá. Sí, nacimos

sin aprender ni siquiera palabra pero todos vivimos muy bien. Sí, nadie pasa hambre porque no puede pedir pan, no hay ningún problema. Solamente hay uno: Dios dentro de nosotros, estando vivo, está con nosotros.

Herodes, a pesar de que era rey, estaba solo. Pedro realmente era apenas un pescador humilde, era pero Dios estaba con él. Esa es la diferencia. Cuando quería matar a Pedro, Dios le salva. Herodes, cuando muere, Dios no le rescata. “Tú estás de ese lado”. Imagínense, ustedes deben saber cuán felices somos las personas de este lado. El que nos dé un pasaje, el que comamos un plato después de pasar hambre…

Después, cuando pasa el tiempo, Dios dentro de nosotros, estando vivo, trabaja y es maravilloso, es conmovedor. Fui a Nueva York. En Nueva York el pastor Yeong Kook Park, a los pastores de Estados Unidos… Había invitado a un poco más de mil misioneros. Día y noche les predicamos el Evangelio. Ellos, oyendo la palabra… La gente va cambiando, eso vemos. Todos eran misioneros, todos eran pastores.

Discúlpenme, son pastores que no creen que Jesús nos perdona nuestro pecado, son pecadores; ellos son los que no creen en el perdón del pecado de Jesús. La mayoría, cuando nosotros decimos que Jesús murió por nuestro pecado: “Día feliz, día feliz, el día que el Señor lavó todos mis pecados”. Cantamos y cuando oramos decimos: “Señor, soy pecador”. Dios también, qué suerte que es Dios porque si no fuese Dios, se confundiría.

“Dice que es pecador, dice que no es pecador. Está triste, no está triste”. Pedro tenía la fe de creer en Dios. Herodes, él era rey y el corazón de confiar en sí estaba lleno en él. Pedro no podía confiar en sí, debía creer en Dios. Dios no podía dejar de ayudar en Pedro porque Pedro realizaba la obra de Dios pero Herodes todo lo hacía así, conforme a su gusto. Ya que no podía resolver el asunto ante Dios, es destruido y muere. El pueblo quería realmente adular a Herodes porque ellos querían verse bien ante Herodes. Dice: Es voz de Dios, no de hombre, waah. Entonces Herodes como que se exaltó y: Ah, como que yo llego

al divino. ¿Tú, Dios? Le mata. Pedro era increíble. Él quería matar a Pedro, ya había fijado la fecha pero el ángel le despertó.

No se despertaba y le tocó el costado. Si fuésemos nosotros mañana, si morimos, estaríamos angustiados. “¿Qué pasará de mi hija? ¿Qué pasará de mi esposa?” Uy, nos acordaríamos de ello. “Dios, por favor deme vida”. Roncaba y roncaba. Pedro se levanta y le dice: Cíñete, átate las sandalias. Se abre la puerta y vino. Los hermanos no estaban durmiendo, estaban orando. Pedro parecía que estaba en peligro pero largo tiempo, estando vivo, predicando, aunque murió… Murió, de que murió, murió. Herodes era una persona capaz de hacer todo, era rey, tenía siervos, soldados pero él no podía realmente impedir aquella muerte; al momento murió. Señores, nosotros somos personas que nos dirigimos al camino de Pedro, no Herodes. No tenemos dinero, no somos sobresalientes pero con el solo hecho de ese Dios, de que nos guarda, nosotros somos más benditos, vivimos una vida más gloriosa que aquellas personas que tienen todo en el mundo. Señores, paso a paso cuando… A ver, den los pasos hacia la fe. Yo también, al comienzo, para predicar el Evangelio yo entré al barrio llamado Apgokdong; qué interesante. En ese momento ¿qué pensé?

“El buey es mucho más grande que yo pero él vive comiendo el pasto. Yo soy más chiquito que el buey. Hay mucho pasto, ¿verdad?, muchas hojas. Como buey no como cualquier pasto. En medio del pasto también hay pastos que se pueden comer, también hay plantas, sí”. No hay, yo no tuve ningún problema. La gente, ya que yo vivo distante, la gente no sabía qué comía.

Pensaba: “Algunos misioneros, bueno, vivían con dinero” pero yo vivía así. Un día había una dueña de la casa donde yo vivía. La dueña fumaba tanto. Ya que uno no puede comprar pagando con el dinero, ya con el tabaco ella cuelga eso, esa hoja la frota y la pone en el periódico, la enrolla y fuma. Yo le digo:

—Señora, ¿por qué usted fuma tanto? Es el colmo. Además, en el periódico, cuando hacen la imprenta, tiene mucho cobre y puede envenenarse, es bien malo.

—¡Usted, joven, no sabe nada!

Era una señora muy buena, muy, muy buena. Viviendo en esa casa, realmente yo estaba tan agradecido. Sin ningún centavo viví nueve meses. Dios… Realmente yo me sentí muy agradecido, no se imaginan cuánto. En la vida no pasamos hambre. Uno no puede imaginarse, ¿verdad? Vivimos bastante bien. Jamás yo, jamás yo he extendido mi mano a ver si…, pidiéndole dinero a otras personas. Otros me dicen que estafé; yo me reí.

Dios está con nosotros. Esa vida en la que Dios está con nosotros… Fácilmente hablando, exactamente el que nos conoce es Dios, por lo cual sentimos como inestabilidad por falta de alimento o enfermedad. Uno se siente inestable porque uno duda que Dios le guarda; muchas veces he vivido de tal manera. Dios en gran manera… Yo me sentí muy agradecido. En Apgokdong, viviendo la vida, viviendo en Jangpalli, realmente yo fui muy, muy feliz. Hay un misionero, McAfee. En Gyeongnam, Geochang, Jangpalli, construyó un salón de culto. Era como de 70 acres. Un día él llamó a nuestra Misión. Que él llevaba… Que, bueno, no le iba bien, entonces me enviaron a mí que estaba cerca de allí. ¿Por qué Jangpalli? Porque del mercado Jang apenas 10 millas y siempre uno pude andar caminando. Yo caminaba. Un día caminando allí, dos jóvenes estaban caminando. Yo les seguí.

—¿Cómo están?

Aquellos dos jóvenes, Shim Jae Yeol, Kim Jong Yong son dos hombres.

—Vine de la iglesia Jangpalli.

—Yo conozco esa iglesia. Nos enseñaban inglés –dijeron ellos–.

El ministro ahora no venía a la iglesia, no había ni un miembro allá. Ese día a la tarde continuamente les prediqué el Evangelio a Kim Jong Yong y Shim Jae Yeol. Después no les dejé así, así. Ellos ¿a qué se dedicaban? No había trabajo en Geochang y ellos eran asesores del sastre, ellos ponían botones o lo que estaba mal ellos sacaban.

A las 9:30 salían del trabajo. Cuando salían del trabajo y cuando venían a la casa, venían a la iglesia. Eran como las 10. Yo no les dejaba dormir. Yo les dije que lean durante una hora la Biblia. Esos hermanos venían ahora todas las noches y leían una hora la Biblia; eran muy buenos. Pasó mucho tiempo. Mediante ellos, de una a dos personas así recibían el perdón del pecado en Geochang. Después de un año y medio en Jangpalli me dieron las órdenes para ir al cuartel. No quería ir al cuartel. Fui al cuartel. Yo era soldado de la base de comunicaciones ROC. Es curso de operador de radio. Teníamos que usar el código morse (chu-chu-chu-chu, chuchu-chu-chu, do-chu-chu-chu-chu, do-do-do-chu-chu-chu-chu, 4-do-do-do-chu-chu-chu, do-chu-chu-do-do-do).

El código morse lo hacíamos pero qué increíble una cosa. En Daejeon había una escuela de comunicaciones. Debíamos de ir a Daejeon pero el colegio de comunicación era bien chiquito. Nosotros empezamos en la región de Wonju. Era la primera promoción. Algo muy, muy bueno ¿qué era? Algunas veces las personas, sí, venían por semana, los que nos sucedían, promoción 311. Estos eran los tigres del área de comunicaciones.

Un día yo junté a la gente, prediqué la Palabra pero al día siguiente yo iba para recibir la educación ROC. “Ock Soo Park, venga a la sala de profesores”.

—Saludo.

Yo saludé.

—Soldado Park, siéntese –me dijo.

—Soldado Park, ¿a qué se dedicaba antes de venir aquí?

—Era ministro de la iglesia.

—Ah, era como me imaginé.

Esta persona se encargaba de la educación de nosotros y antes de venir al cuartel… Ahora él vive en Suji. Hoy también hablé por teléfono, me quería encontrar con él. Él tomó, bebió, fumó en el cuartel y se corrompió.

—Soldado Park, juntando a los soldados he visto cómo tenía culto y me remordió la conciencia. Soldado Park, ¿no hay nada que yo le pueda ayudar?

—Ah, señor líder, queremos que nos preste una clase para tener culto.

—¿Cuál clase?

—La 16.

—Dele la llave. Los domingos podía usar cuando quería ese lugar, luego al día siguiente, imagínense qué felices estábamos teniendo culto dentro del edificio cada sábado. Era un cuartel maravilloso porque cada sábado ROC, S.O.S. Había grupos que venían. En un grupo venían como 60, 70 personas; estábamos felices. El mayor de todos. Allí hay algo que decimos: “Si tú vas antes que el mayor al baño, no podrás comer con tus dientes”.

En ese cuartel yo durante los treinta meses yo trabajé, no completamente así pero allí trabajé. Yo no quería otra vez dejar el cuartel, quería predicar el Evangelio. Me sentía agradecido: cada semana venían nuevos soldados y cuando yo entraba, ya que yo era mayor, era mayor a una diferencia de una semana. Éramos abuelos para aquellos soldados, íbamos y yo les hablaba.

—A ver, ¿durmieron bien en el tren?

—¡Sí!

—Tranquilo, tranquilo, tranquilo. Alce la mano el que va a la iglesia.

El noventa por ciento alza la mano.

—Vengan mañana a la hora del culto.

Pero qué increíble, señores. Estaba predicando yo, se abre la puerta y vino el líder encargado del entrenamiento. Nosotros titubeamos.

—Continúe con la religión.

—Sí.

“¿Cómo voy a continuar?” Yo temblaba. Aunque lo hice, apenas terminamos a medias. Él salió adelante.

—¿Puedo decirle algo?

—Sí. ¿Quién es él para que le digamos “no”? Esta persona vino al cuartel. Él era líder del entrenamiento. “Estábamos en las alturas de Baengma. En las alturas de Baengma hay una gran montaña, hacia el otro lado planicie, hacia este lado planicie. Es un lugar bueno para la estrategia. Más de 20 veces cambia el dueño al mes. Los surcoreanos son buenos en la mañana; los norcoreanos son buenos a la noche.

Un día, él dice que recibió el mandato para que tome las alturas de Baengma pero sus soldados estaban allí y esperaban a que llegue a amanecer. Cuando uno baja a las alturas de Baengma, la mayoría, todos los soldados mueren. Todos ellos, bueno, cuando uno recorría, a ver, estaban llorando, pensando en la tierra natal. Eran…

A él le dolía el corazón de que mueran hombres tan jóvenes como ellos. Al último él, dando la última vuelta… Un soldado, agachado, estaba murmurando.

—¡Tú, ¿qué haces? ¿Qué estás haciendo?!

—Señor líder, estoy orando –se asustó.

—Ah, ¿tú estás orando por mí?

—Ah, desde ahora voy a orar.

—Ora por favor, ora por los miembros.

Luego él bajó abajo y les dijo a todos los soldados: “¿En qué crees? No importa, Buda; no importa, rey del mar; no importa, Dios; no importa quien fuera”. Ya que todos pensaban que morirían si llegaba mañana, en esa noche dice que ellos oraron pero con tanto ruego: “Ah, señor Buda; ah, dios del mar”.

En ese momento ellos pelearon y tuvieron pero el menor daño, la menor, menor cantidad de muertos y obtuvieron la victoria. En ese momento el líder dijo: “Esto es la fuerza de la religión”. A donde él iba, él siempre estaba de parte de la iglesia. Vino a nuestro cuartel. No había ni iglesia, no había ni pastor, no había ni capellán. Él no suele venir los domingos pero vino el domingo.

Yo cantaba el himno y escuchándome estaba feliz. En ese momento ya era soldado de comunicaciones. Nosotros los soldados de comunicaciones son los que han muerto en la guerra de Vietnam. El Viet Cong dice: “No vas a disparar al líder sino que al soldado de comunicaciones porque sin él no pueden salir afuera, en ese lugar mismo mueren”. Muchos soldados de las comunicaciones murieron.

Yo fui elegido para ir a Vietnam. Yo me dirigía para ir. Al líder yo fui para saludarle.

—¡Saludo! Me voy a Vietnam.

—¿Tú vas a Vietnam?

—Sí.

—Ey, administrador, tú le vas a sacar a él.

Así es en el cuartel. Cuando yo fui otra vez a mi base:

—Tú, ¿por qué viniste? –me dijo mi líder.

—Es que me dijeron que no vaya.

—Y tú ¿qué tienes que ver con él?

—Simplemente él es oficial, yo soy soldado.

—Hombre…

Desde ese momento él siempre estaba cohibido ante mí. “Ah, él como que, ah, tiene un gran patrocinador”; no es así. De uno al 10, del uno al 100, todo… A las personas que anuncian el Evangelio, si se les acaba el dinero, parece que habrá dificultad; no es así, no es así. Yo en ese momento… Mi esposa, después de que tuvo a Eun Sook…

Durante un tiempo pasamos hambre y luego fuimos a un orfanatorio. “Soy hombre de Dios. Yo no le pediré nada. ¿Me puede permitir que les enseñe la palabra de la Biblia a los huérfanos? No hace falta que me dé algo”. A los 18 años ellos deben salir. Imagínense qué oscuro sería para ellos. “Vamos a hacer que tengan la fe”. Me miró.

Mi esposa cantaba, les enseñaba “El Señor me ama, el Señor me ama”. Yo les enseñaba la Biblia y el director de lo lejos me escuchaba. Era la tarde. Me trajeron una deliciosa comida. No se imaginan, hemos comido con agradecimiento. Comimos, les enseñamos, después cenamos, comimos otra vez y de nuevo enseñamos. Muy de tarde regresábamos a la casa.

Mi esposa hasta ahora no sabe caminar bien. Ella caminaba, yo iba largo, largo. Realmente caminé mucho, desaparecía. Con solo comer el almuerzo estábamos felices. En Gimcheon… Tuvimos ahora un concierto en Gumi. Vino un director de Gimcheon. Yo conozco bien a él. Había sido que él era el hijo del director del orfanatorio. Hace poco él murió. Momento a momento el Señor nos ayudaba y estábamos muy agradecidos.

Nuestros misioneros envié a Estados Unidos, a África. Yo no me preocupo. ¿Por qué? Porque Dios está con ellos. Dentro de mi vida no hubo un momento más pacífico que ese momento que me apoyé en Dios. Sin lugar a duda ese Dios está vivo trabajando en medio de nosotros. Pedro debía morir, no tenía comida pero Dios le dio vida a él; eso es increíble.

Si me dice que testifique, por más que lo haga toda la noche, no bastaría; estoy agradecido porque Dios lo permitió. Si ese Dios está en medio de nosotros, vivo, si él guía nuestro camino y si Dios está vivo trabajando en medio de nosotros, hasta nuestro futuro, hasta nuestros postreros, si él se encarga, cuánto agradecimiento tendremos, no podemos expresarlo con las palabras.

Yo era muy débil. A los comienzos de los 30 yo era bien débil. El pastor Oh Seong Gyu siempre dice: “Oramos, Señor. Denos salud como Superman”. Después de ello, yo ahora tengo 80. Recorriendo el mundo entero, especialmente me subo muy bien al avión.

Comúnmente la gente, cuando se sube al avión diez horas, uno quiere morir pero nos dan comida, nos dan agua, dormimos, vemos libro y si estamos aburridos, miramos la pantalla. No hay ningún problema. Dios, estando vivo, trabaja. En mi vida a ese Dios no puedo dejar de atestiguar.

Viniendo a la iglesia, a nuestra universidad, no van a aprender la teoría, deben de oír y experimentar a ese Dios; simplemente hay gente que no lo logra. Yendo a Estados Unidos les dije que el matrimonio, todos, soliciten ir; me miraba, ellos se miraban, el matrimonio.

“Durante un mes vayan a una ciudad que no conocen, simplemente vayan con el pasaje de ida, luego durante un mes se van a quedar allí y venir”. Luego la gente estaba reunida, testificaba, no había fin: “Cómo nos dio de comer, cómo nos dio de vestir; así vivíamos siempre”. ¡Dios está vivo, nos conoce, nos guía! ¿Por qué están extendiendo la mano al hombre? Deben extender a Dios.

Los hombres son pobres, además ellos dicen: “Yo te di, pues” pero Dios no me dice ello, no. “Te di”; así no, jamás me dijo eso. En la dificultad nos ayuda; estamos muy agradecidos. Ese hermano, al comienzo, tenía miedo. Comprando un ticket de ida, el matrimonio se dirigía. “Cuando llegamos allí no había ni siquiera un centavo”. Cuando oímos el testimonio de ellos, de manera maravillosa Dios nos ayudaba.

Cuando una persona experimenta ello, con toda convicción puede vivir por el Evangelio. Hay misioneros que están en un buen país pero hay personas que están en países subdesarrollados, pobres, pero los que van en un país subdesarrollado están felices, más contentos. ¿Por qué? Porque Dios, estando vivo, trabaja en nosotros. Es decir, el que tengan una vida estable… Ustedes están perdiendo toda oportunidad para que Dios trabaje en ustedes. Cuando viven una vida inestable no tienen arroz, no tienen la cuota para la casa. En ese momento ustedes, pidiendo en Dios, mediante la respuesta de Dios, cuando obtenemos eso, tenemos tanta paz, tanto gozo, tanto agradecimiento. Luego, cuando vivimos día tras día, cuando vivimos por la gracia del Señor, estamos maravillados, agradecidos, por lo cual no podemos dejar de alabar a Dios.

Los misioneros al comienzo… Uno ahora tiene latidos. “¿Qué pasa si nos morimos de hambre?” Pero al chocar, exactamente Dios, estando vivo… No hubo ni siquiera uno que muera de hambre, no hubo nadie que pase hambre. “Dios nos dio de comer de esta manera, Dios nos ayudó”. Cuando oímos ello, es realmente interesante; nos sentimos agradecidos. Cuando ahora uno es entrenado de tal manera, Dios obra en él.

Ya no es algo humano. Viene a ser una persona espiritual y viene a ser una persona que se apoya en Dios. Ahora tenemos bastante edad. Cuando tenía como un poquito… A los… Cuando tenía 30, tenía que ir de Estados Unidos a Latinoamérica. Yo realmente discutí con mi esposa porque estábamos muy enfermos. Dijimos: “¿Será que tenemos que volver a Corea o ir a Latinoamérica?” Porque nos quedaban como tres o cuatro países.

Dijimos con ella: “Por más que vayamos a morir, vayamos”. Nos subimos al avión que iba para Latinoamérica. Al lado mío estaba una señora joven y en el asiento de la ventanilla había dos lugares, tres asientos aquí. Yo estaba con mi esposa. Le dije a la señora: “Señora, tengo un ruego. ¿Puedo decirle algo? Mi esposa está muy, muy enferma. ¿Usted podría estar en ese asiento vacío de la ventanilla?

Por favor, si nos podría dar estos asientos para que mi esposa se vaya acostada. Si nos ayuda, estaré feliz”. Ella se acostó. Yo me senté en otro asiento. En ese momento, sí, el esposo debe amar a la esposa, en aquellos momentos. ¿Cuándo la amaremos, verdad? Fui para Latinoamérica. Yo estaba muy, muy enfermo, bien recuerdo. Realmente yo terminé la prédica y el presentador, el pastor de la iglesia:

“Entre ustedes, los que quieren recibir la imposición de mano, vengan aquí”. “Ah, ah, ¿tú me quieres matar?” Cientos de personas vinieron. Yo tenía que poner la mano. Así acabamos muy bien. Nos subimos al avión para volver a Corea. Todos los hermanos vinieron para despedirse. Ellos, regresando ¿qué dijeron? “Ah, es el último momento, la última vez que vemos al pastor Ock Soo Park”; así estaba yo.

Continuamente yo recorría, recorría… Recorriendo, cuanto más recorría, mejoraba más mi cuerpo. Ahora gente de mi edad… Es difícil de ver a personas más saludables que yo. Ahora tengo como 80 años. En todo aspecto el Señor me ayuda, él realmente sabe la razón por la cual tengo que ser saludable. El que sabe eso, él es el que trabaja.

Por ejemplo, si le quiero contar algo así, me faltaría aunque lo cuente de madrugada; nos ayuda, nos guarda en millones de cosas a nosotros. Pedro debía morir. Verdaderamente Dios le dio vida a Pedro. En la Pascua le querían sacar para matarlo. Era como de noche y el ángel… Mañana estaba por morir pero estaba él roncando y durmiendo.

Ya que no se despertaba, el ángel le tocó el costado y le dice: Levántate pronto, cíñete y átate las sandalias. Se abrió la puerta y él salió. Cuando fue en la reunión donde estaban, estaban orando. La muchacha llamada Rode vino y cuando vino Pedro ni le abrió la

puerta. “Vino Pedro”, dijo, y luego se acercó Pedro. Cuando le abrieron, estaba agradecido. Pedro fue a otro lugar.

Cuando oraban, imagínense, qué conmovedor… Habrán estado… Dificultad para nosotros; a todas las personas les llega la dificultad. Los que creen en Jesús creen, les viene la dificultad pero una cosa diferente es que Dios está vivo en medio de nosotros, no nos permite una prueba que no podamos vencer. Teníamos dificultad, también hambre, angustia; ahora todo pasó, parece un sueño. Estamos pasando un momento muy bendito.

La sangre de Jesús nos perdonó. Las veces que predicamos este Evangelio maravilloso estamos agradecidos ante Dios. Aparentemente, cuando vemos, Herodes es rey. Parecía que iba a vivir más largo tiempo. A Pedro apenas le estaban por matar y por el ángel quedó libre. Pedro era el que debía morir antes pero ya estaba determinado a morir. Dios viene y ya él vivió, hasta él vivió.

Pedro vivió largo tiempo, luego murió. Nosotros vivimos con Dios, un Dios que nadie en el mundo lo puede tener. Ahora él se encarga de todo. Sin tener dinero, cuando vamos al viaje evangelístico parece que tendríamos dificultad pero en cada momento el Señor nos ayuda. Yo experimenté miles de ocasiones eso. Dificultad, problema tenemos pero nuestros misioneros: “Ay, el pastor sufre y hasta nosotros sufrimos”.

No, no es sufrimiento, es gozo. Cuando uno lo experimenta, uno es feliz y cuanto más experimenta, uno llega a tener una vida más bendita. Señores, nuestro Señor, estando vivo, Él está vivo. El Señor nos ama, el Señor es nuestro Padre. Señores, realmente estamos ocupados por cuidarnos a nosotros mismos pero si vamos marchando con la fe todos los días, ahora viendo cómo uno puede sentir cómo Dios le ayuda, profundamente nos cautivamos en el amor de Dios. En esta ocasión fuimos a Estados Unidos, varios países; me siento agradecido. Fui allí y en ese país pastores de la iglesia pública, como mil por ahí se reunieron. Continuamente yo prediqué allí.

Realmente durante tres días ellos oían muy bien la Palabra. Después de terminar vine a Corea. Me siento muy agradecido ante Dios. Claro, entre ellos había muchos que obtuvieron el perdón del pecado, también hay gente que no ha podido obtener el perdón del pecado pero no es problema alguno porque lo que han oído: “Mediante la sangre del Señor Jesús fui perdonado. Ahora, aunque soy carente…” Poco a poco, cuando se acercan más a Dios, ellos van cambiando; eso es lo que uno puede lograr a ver. Nosotros creemos en Dios y cuando vayamos a morir, el Señor Jesús que perdonó todos nuestros pecados… Cuando creemos en él, a pesar de que cometemos pecado, ese pecado desaparece y mediante la gracia podemos ir al reino glorioso y todo el Señor lo preparó de antemano.

Realmente estamos felices, agradecidos y no podemos menos que estar felices. Ahora a pesar de que tengo edad, a veces cuando pienso en el Señor: “Ahora ya falta poco para que venga el Señor”. Claro, hay más probabilidades de que no venga en mi generación porque soy bastante viejo. Si viene en mi generación, tiene que venir ya dentro de algunos años pero cuando me pongo a pensar:

“El Señor que me ayudó hasta ahora, en la dificultad nunca me dio la espalda, siempre me guardó”. Nuestra iglesia, predicando el Evangelio de tal manera… Muchos están recibiendo la salvación. No es otra cosa sino que con el propósito de predicar el Evangelio, mucha gente cada año obtiene el perdón del pecado, se goza y cuando vemos ello, nos sentimos agradecidos. Glorificamos a Dios.

Amados, en medio de la gracia del Señor, verdaderamente apoyándose en el Señor, esperamos que vivan. Al comienzo será raro, tendrán inestabilidad pero cuando experimentan una o dos ocasiones: “Ah, Dios oye mi oración también”, qué felices estarán. “Ah, el Señor me ha respondido; ah, Dios ha respondido esta oración”. Cuando nos ponemos a pensar, uno está tan feliz.

Uno, mirando el mundo tan brusco, luego vive apoyándose en el Señor; estamos tan, tan agradecidos. Sean los hijos, la familia de ustedes, el que ustedes se encarguen o el que el Señor se encargue es una diferencia inmensa. Teniendo la fe, el Señor que perdona mi pecado, el Señor que se encarga de mi futuro, el Señor que guarda ahora mi vejez, cuando piensan en ello, estarán felices, felices; una vida bendita vivirán.

Muchas gracias. Vamos a orar. Dios, Padre santo. Ante el Señor le agradecemos. Señor, usted es nuestro Padre, usted es nuestro dueño. Nosotros, pase lo que nos pase… Usted ya lo ha preparado todo para que no haya ni una carencia, para que cuando prediquemos el Evangelio… Usted lo ha preparado y le glorificamos. Señor, alrededor de nosotros hay mucha gente que no obtuvo el perdón del pecado.

El Señor murió en la cruz, nos perdonó. Hay muchos que están cautivados en medio del pecado. De manera correcta, Señor, hay muchos que realmente queremos que puedan obtener el perdón del pecado y que sean revestidos por la gracia del Señor.

Las veces que compartimos la Palabra, que el Espíritu Santo trabaje en ellos y que puedan tener más fe. Señor, en medio de nosotros queremos que el Señor trabaje; nos ha trabajado. Hasta ahora, cuando confiamos que en adelante trabajará, estamos agradecidos. Señor, sea glorificado. En el nombre del Señor Jesús. Amén. Muchas gracias.

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