Saliendo de la Desesperación

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Saliendo de la Desesperaci Pastor Ock Soo Park Saliendo de la Desesperaci Las citas de este libro fueron tomadas de la Santa Biblia Reina Valera 1960.

Primera edición publicada en 2007 Traducido al español por Seong Ju Jo Publicado por Good News Publications, Inc. http://www.goodnewsbook.co.kr Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida por ningún medio electrónico, mecánico o de alguna otra manera, sin el permiso escrito de la Editorial. Impreso en U.S.A.


Cuando leemos Samuel en el Antiguo Testamento, vemos a Saúl, rey de Israel, que siempre perdía las guerras contra los filisteos, al contrario, cuando David se hizo rey, siempre ganaba la guerra contra ellos. Esto es un reflejo de la guerra interior que libra cada persona hoy en día cuando Jesucristo no está en su corazón. El hombre es vencido por Satanás en la guerra que libra en su corazón cada vez que comete transgresiones y se hace esclavo del pecado. El hombre miente, roba y comete adulterio porque es vencido por el pecado. Yo oré de la siguiente manera en la campaña que se llevó a cabo en el Gimnasio Estudiantil Jam Sil: “Oh Dios, gana la victoria en el corazón de todos los participantes de la campaña y ten misericordia de ellos para que triunfen por medio de la palabra de Dios. No permitas que nuestro corazón sea un lugar donde Satanás juegue, sino que sea un mundo regido por las enseñanzas de Jesucristo. Quiero presentar a Jesucristo como el único que nos da la victoria verdadera en el corazón. Por medio de esta campaña quiero plantar en el corazón de cada participante la gracia de Dios. Mucha gente asiste a las congregaciones pero aun así vaga en el pecado; quisiera que esa gente recibiera el perdón del pecado y que de esa manera pudiera recibir a Jesucristo en su corazón.

Estoy muy agradecido de haber conocido el secreto de cómo vencer el pecado, y haber ganado la batalla; porque a partir de ese momento, el Señor empezó a morar en mi corazón”. Durante la campaña hablé con una señora joven que a pesar de haber asistido a la iglesia por muchos años, tenía muchos problemas y angustias en su corazón; mientras conversábamos sobre su vida espiritual recibió el perdón del pecado y vi que ella quedó muy contenta. Le doy gracias a Dios por habernos dado la victoria al permitirnos imprimir este libro para que los lectores puedan recibir la gracia de Dios a través de su lectura. Espero que Dios gane la batalla en el corazón de los lectores y ojalá salgan victoriosos del pecado para que puedan ser guiados por Él. Mi anhelo es que Jesucristo se manifieste en ustedes y así glorifiquen a Dios. Agradezco a nuestro Señor el habernos permitido realizar la campaña en el Gimnasio Estudiantil Jam Sil. 5 de Mayo 2001 IGLESIA CENTRAL DE HAN BAT, PASTOR OCK SOO PARK


INDICE

PREFACIO

1. UN RELIGIOSO SUPERFICIAL ··························································· 9 2. ARREPENTIMIENTO VERDADERO · ·············································· 29 3. EL PROPÓSITO DE LA LEY ··································································51 4. UNA MUJER FRENTE A LA MUERTE ·············································· 73 5. LA LEY DE LA GRACIA··········································································91 6. DIOS ES EL QUE JUSTIFICA · ····························································113 7. SALIENDO DE LA DESESPERACIÓN···············································135 8. UNA MUJER SE HIZO UNA SOLA PERSONA CON JESÚS ·········155 9. TENGO AGRADECIMIENTO EN MI CORAZÓN ························177


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UN RELIGIOSO SUPERFICIAL

Vamos a considerar Juan 8:1-11: “Y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.


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EL LIBRO MISTERIOSO

—Voy a Washington —me dijo. —Soy pastor y voy a Nueva York a dirigir una campaña —me presenté. Después de un rato de conversar con él, me dijo: —También soy pastor, disculpe que no me haya presentado antes. Seguimos hablando y al cabo de un rato le pregunté: —Pastor, si un hermano de la congregación lo visitara y le preguntara cómo podría recibir el perdón del pecado, ¿qué le contestaría usted? —Que se arrepienta de todo lo que ha hecho —me respondió. —Pero esa persona ya no vendría con el corazón arrepentido para recibir el perdón del pecado ¿no es cierto? La Biblia muy claramente habla de esto, ¿Cómo podría explicarle esto a la gente? —Pues que si se esforzaran y creyeran que realmente Jesús murió por sus pecados, serían salvos —me contestó. —Pastor, ¿usted cómo puede distinguir si alguien ya nació de nuevo o todavía no? —le pregunté una vez más. —Si una persona se congrega, vive fielmente, ora con fervor, lee la Biblia, ¿no habrá nacido de nuevo? Me di cuenta que él miraba solamente la apariencia, pero no podía ver su interior, por eso me respondió de esa manera. Entonces le expliqué detalladamente por medio de los pasajes de Génesis, Éxodo y Levítico, cómo se puede recibir el perdón del pecado y él se mostró muy agradecido. Amados, quiero explicarles sobre el perdón del pecado. Estoy seguro que si escuchan la palabra de Dios, se darán cuenta de que su pecado puede ser purificado, y creo que obtendrán un gozo mayor al de poseer una valiosísima joya, y entonces, caminarán con el Señor y lograrán una vida bendecida.

Cuando leemos la Biblia, la mayor parte de ella trata de un tema: “El cambio de la gente”: En Juan 4, Jesús conversa con una mujer samaritana que había cambiado de marido 5 veces. Enseguida de su conversación con Jesús, su corazón cambió y se convirtió en una evangelista en su pueblo; en Lucas, un hombre codicioso se convierte en un hombre agradecido con Dios después de encontrar a Jesús; en Juan 5, un hombre enfermo durante 38 años sale llevando su lecho a cuestas después de hablar con Jesús; en Lucas 15, el hijo pródigo se aleja de la casa de su padre y luego de encontrar una situación muy miserable, vuelve a ser un hijo glorioso que comía y trabajaba junto a él. ¿Por qué aparece constantemente ese tema en la Biblia? El hombre sufrido, triste, angustiado y preocupado, es transformado por el poder de Dios, que puede cambiarnos por medio de Jesucristo; por eso Dios guarda su corazón profundamente en la Biblia. Aunque la gente lee la Biblia no se da cuenta de ello, es por eso que no le dan oportunidad a Dios para trabajar en sus corazones, sino que se esfuerzan por hacer algo bueno para Él. Durante esta semana quiero compartir Juan 8 y espero que encuentren el corazón de Dios en este pasaje en el que una mujer fue sorprendida en adulterio, ¿cómo se sentirían ustedes, si hubieran sido descubiertos? Tal vez avergonzados como ella. Amados, ¿Han pensado si su destino fuera destruido eternamente? Ella fue sorprendida en el acto mismo del adulterio, ¿podría esa mujer tener alguna esperanza?, ¿De qué vale el dinero, la apariencia, el título y los amigos cuando está a punto de ser apedreada? Cuando esa mujer se encontró con Jesucristo, todos los que estaban alrededor de ella querían apedrearla, sin embargo uno a uno botaron las piedras. Luego Jesús le dijo: “Ni yo te condeno”, y ella se convirtió en una mujer redimida. Si ustedes, esta semana, encontraran a Jesús en la palabra de Dios, su hombre interior será transformado para quedarse en la gracia de Dios, tras haberse quitado la carga del pecado que tanto los agobia. Un día, en un avión con destino a Nueva York, conocí a un señor y le pregunté: —Disculpe ¿Para dónde va?

“YA NOS SALVAMOS” Hace mucho tiempo, un padre y su hijo viajaban por el desierto. Antes de partir se habían abastecido de suficiente agua y alimento para el viaje; sin embargo, pronto se encontraron per-


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didos en el desierto. —Papá, ¿qué vamos a hacer? ¿Vamos a morir? Tú has estado aquí varias veces, ¿por qué nos perdimos? —reclamó el hijo a su padre. —Hijo, caminemos un poco más. Pronto llegaremos al final del desierto —respondió el padre. — ¡Ay papá!, ¿para qué caminamos más? Pronto vamos a morir, no volveré a ver a mi mamá, no podremos regresar, ¡vamos a morir! —Seguía reclamando y murmurando contra su padre pese a que éste le animaba—. ¿Por qué me trajiste aquí? No conocías bien la ruta, vamos a morir papá, tengo sed, me duelen los pies, ya no puedo caminar más y ni siquiera se divisa el final del desierto. —Hijo, ciertamente he pasado por el desierto varias veces, es verdad que nos perdimos pero no te desanimes; este desierto no es tan grande, pronto llegaremos al final, caminemos un poco más. — ¡Papá!, me has dicho lo mismo desde anteayer; hemos caminado mucho y no hemos llegado a ninguna parte. ¡Vamos a morir! ¡Ya no aguanto más! — decía desesperado y triste el muchacho. —Hijo, reconozco que cometí un error, pero no vamos a morir. Pronto encontraremos algún pueblo. El padre le seguía dando consuelo y ánimo cuando de repente llegaron a un lugar. El hijo se detuvo y dijo: —Papá mira allá —el padre miró a donde le señaló su hijo; había una sepultura y enfrente una cruz—. ¡Ves Papá! Ese hombre pasó por aquí, se perdió y encontró su tumba; nosotros también vamos a morir. —Hijo ya nos salvamos; ciertamente él se perdió y murió... pero nosotros nos salvamos, porque si hay una tumba significa que por aquí hay alguien que lo enterró. Estamos muy cerca de algún poblado; marchemos pronto hasta encontrar el pueblo, ¡ten ánimo hijo, camina! —le respondió el papá. El hijo aceptó que su padre tenía razón; caminaron hasta encontrar el pueblo y allí bebieron, comieron y se recuperaron. Cuando el hijo vio la sepultura se llenó de desesperación, pero cuando el padre la vio sintió mucha esperanza y se dijo: “¡Ah!

hay una tumba, esto quiere decir que muy cerca hay un pueblo, ¡estamos a salvo!” Es interesante ver que cuando el corazón del hijo estaba desesperado y temeroso, la palabra de su padre pudo transmitirle su corazón y así el hijo se llenó de esperanza, por eso pudieron pasar por el desierto hasta encontrar ese pueblo. Todos los días caemos en la tentación del pecado y aunque luchamos cometemos transgresiones. En nuestro corazón no hay justicia, ni santidad, ni verdad. Desde hace miles de años Satanás cambió nuestra perspectiva y nos llevó a otro extremo, por eso el hombre disfruta del pecado y de las transgresiones en vez de buscar a nuestro Dios. ¿Qué ocurre cuando escuchamos la palabra de Dios?, nos damos cuenta que la verdad está en Jesús. La santidad, la justicia, la paz, el amor y el poder entran en nuestro corazón, no por nuestra voluntad ni esfuerzo, ni porque tomemos decisiones, sino por el poder de Jesús. Cuando la palabra de Dios penetró en un hombre enfermo durante 38 años, le dio fuerza y por lo tanto venció la enfermedad. Así, la palabra nos da fuerza para vencer el pecado. Ese enfermo se levantó, no por su esfuerzo sino por el poder de la palabra de Dios; cuando el poder de la palabra de Dios penetró en el corazón de aquel hombre, él venció la enfermedad y se levantó. No estoy diciéndoles que tienen que orar, leer, evangelizar y tomar decisiones; únicamente les digo que escuchar la palabra de Dios, que está viva y tiene poder, nos puede cambiar completamente, es decir, va a transformarnos radicalmente y va a hacernos nuevas personas. Cuando el Señor entró en mi corazón, me convirtió en una nueva persona ¿qué les parece? ¿No es impactante ser otra persona después de recibir al Señor? Génesis 1: 1-3 dice: “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”. Cuando la luz llegó, la oscuridad se fue. Génesis 1:9-12 dice: “Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. Después dijo Dios: Produzca la tierra


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hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género”. La tierra produjo flores y frutos. Esa obra no fue hecha por capacidad de la tierra. Cuando la palabra de Dios llegó, la tierra cambió totalmente, sin hacer nada. Aunque nosotros vivamos en vacío y oscuridad, cuando la palabra de Dios penetra en nuestro corazón, lo alumbra y le da vida; es por eso que anhelo que su corazón florezca y de frutos. Pero hoy en día muchos cristianos en Corea adoran a Dios de forma contraria, y aunque es el poder de Dios el que debería trabajar, ellos son los que se esfuerzan y trabajan, razón por la que Dios no puede hacerlo. Una vez dirigí una campaña en Los Ángeles. Después de terminar la predicación de la noche, los hermanos tuvieron comunión en grupos. Vi a una señora de unos cuarenta años que estaba sentada y muy desanimada; me le acerqué y la saludé: “¿Cómo está señora?” Ella me respondió muy cortésmente: “Siéntese pastor”. Comenzamos una conversación que no he podido olvidar; yo le pregunté que si estaba contenta con la vida espiritual que tenía y ella me contestó: “Pastor estoy cansada, ya no aguanto más”. Durante la conversación algunas personas se nos acercaron y me di cuenta que era esposa de un pastor. Ella había venido con su marido y otra pareja de pastores; estuvimos conversando sobre su vida espiritual. Ella me decía: “Pastor, estoy cansada, ya no aguanto más”. ¿Esas palabras que significan? ¿Quién esta trabajando? ¿Dios o ella misma? Ella misma, por eso Dios no puede trabajar; ella se volvió rebelde contra la obra de Dios. Dios no trabaja si no le permitimos hacerlo, Él nos deja ya sea que hagamos bien o mal. Desde el momento en que el hombre se rinde y dice: “¡Oh Dios ya no puedo más!”, Dios empieza a trabajar en nosotros. Hoy en día mucha gente adora a Dios a su manera:” Oh Dios por favor, descanse, yo trabajo, voy a cumplir”, y no permiten que el Señor actúe. De vez en cuando veo un canal cristiano, y cuando escucho la predicación de los pastores me parece que todos son similares en su predicación. Aunque ellos lean diferentes libros como Génesis,

É xo d o , L u c a s y J u a n , s a c a n l a s m i s m a s c o n c lu s i o n e s : “Esfuércense, amen, trabajen”, ¿hay alguna otra cosa? El problema es que el hombre quiere hacer el bien pero no puede. Si pudiéramos resolver el problema por nuestro esfuerzo, entonces ¿para qué vino el Señor Jesús?

UN RELIGIOSO SUPERFICIAL Juan 8 es un maravilloso capítulo. La mujer adúltera es reflejo del hombre pecador. Esa mujer fue dirigida por dos grupos: el primero los escribas y fariseos; y el segundo Jesucristo. Los escribas y fariseos eran religiosos que enseñaban a no cometer adulterio, a no hurtar, a dar el diezmo, en fin, a cumplir con la ley de Moisés. Cuando ella fue sorprendida en el acto mismo del adulterio, no tenían otra cosa que hacer sino condenarla y matarla. Aunque ellos leían y enseñaban la Biblia, no podían ayudarle a salir del pecado, así es la religiosidad. Cuando ella se presentó delante de Jesucristo ¿qué le pasó? Aunque ella era una mujer inmunda y pecadora, Jesús la protegió de los que querían apedrearla y limpió todos sus pecados: "Ni yo te condeno". Si el Señor no la condenó ¡cómo no iba a estar santificada! Es maravilloso, Jesús la cambió totalmente. Los escribas y los fariseos, es decir los religiosos guiaban a la gente así: “Hagan esto, no hagan lo otro”; así ellos enseñaban a cumplir la ley, pero como no la podían cumplir, los condenaban. Contrariamente, Jesús no le decía a ella: “¿Por qué cometiste adulterio? ¿Dónde está tu marido? ¿Qué te pasó?” Él no le dijo ni una palabra; Él cargó con todos sus problemas y la limpió totalmente, sin faltar nada para presentarse delante de Dios. Mucha gente se congrega en la iglesia pero en su corazón todavía tiene la condenación del pecado. Ellos piden el perdón del pecado: “¡Ah, soy pecador! ¿Qué puedo hacer? ¡Oh Señor perdóname!, verdaderamente fueron emblanquecidos todos mis pecados como la nieve, soy santificado Amén, Aleluya”; pero en el fondo de sus corazones están condenados, acusados por su pecado, porque son guiados por la ley como los fariseos y escribas. Amados, si ustedes se congregan en una iglesia bíblica, sea


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como sea pueden acompañar al Señor y cambiar su posición a la gracia, por eso pueden presentarse delante del Señor confiadamente. En Juan 8: 3-5 dice: “Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” Los fariseos y los escribas acusaban a la mujer adúltera. Luego, del versículo 6 al 11 salen los hechos de Jesucristo. Si ha encontrado verdaderamente a Jesucristo en su congregación, puede llegar a la posición del versículo 11: “Ni yo te condeno, no peques más”. Pero si se congrega en una iglesia formal y religiosa, y tiene miedo y culpabilidad por el pecado, usted se daría cuenta por la Biblia. De 1984 hasta 1990, yo fui pastor en una iglesia de Seúl. En ese tiempo nos visitó u n pastor que era Presidente de la Asociación de Soldados Lesionados en la Guerra y participó del culto; luego lo invité y conversamos. El pastor me hablaba sobre su pasado: “En la época de los conquistadores japoneses, yo adoraba a Dios a pesar de tener mucha persecución, dirigía el culto en la casa presidencial con el Presidente Seung Man Lee, además el 19 de abril fui a ver al Comisario de Jong Lo y le pedí al comandante que no le disparara a los estudiantes que eran rebeldes contra los políticos corruptos”. Me decía que tenía 79 años y mientras me hablaba, yo miraba angustiado mi reloj. Después de terminar, él me dijo: “Ya pastor, es su turno, por favor dígame algo”. Yo le respondí: ”Pastor, después de escuchar sus palabras, me siento muy frustrado porque usted habló 40 minutos y en todo ese tiempo no dijo nada de la obra de Dios en usted, solamente usted habló sobre sí mismo, sobre su trabajo para Dios”. Después de escucharme se encogió; yo continué: “Pastor, pensemos, si Dios trabajara ¿qué es más?, ¿el trabajo de Dios o la obra del pastor? Usted solamente me cuenta como ha trabajado para Dios, pero Él no hizo nada en usted. Estoy muy decepcionado, usted no ha entendido bien la obra del Señor en su vida”. El pastor se sorprendió y me dijo: “Lo siento, discúlpeme,

debo irme”. Le respondí:”Sí, pastor, hasta luego”. Luego agregó que tenía edad avanzada y que ya no tenía mucha capacidad de memoria como antes, y me pidió que por favor le sugiriera algo por escrito. Entonces le escribí en una hoja: “¿Está limpio por la sangre de Jesucristo?“ Yo le dije que de eso era de lo que quería hablar; él, desconcertado, me dijo que sí y se fue. Muchos saben claramente que Jesús fue crucificado por nuestros pecados; también dicen: “Soy redimido por la sangre de Jesús”, pero muy poca gente está segura de que su corazón está limpio. Si he recibido el perdón del pecado por la sangre de Jesucristo no podría hablar sobre lo que yo hago para el Señor, por vergüenza. El Señor ha hecho muchas obras maravillosas, ¿cómo podría lucirme ante Él? La religiosidad se manifiesta cuando una persona trabaja por sí misma. Hoy en día no solamente en Corea, sino en todo el mundo hay cristianos fieles y religiosos superficiales que hacen alarde de sus obras; los hay en Corea, China, Estados Unidos, África, etc. Hace mucho tiempo dirigí una campaña en una iglesia, en donde había un cuarto para orar en el sótano. En la entrada estaba escrito que ese cuarto de oración había sido construido gracias a la ofrenda de un hijo y su nuera para recordar la fe de una diaconisa. Hoy en día, en la iglesia se anuncia que el anciano “tal” dio una gran ofrenda; el diácono “tal” hizo una donación especial. Cuando sobresale el hombre en la congregación significa que Dios no trabaja en él. Si éste hubiera reconocido que Dios trabajaba no hubiese hecho eso. Si la gente reconociera que Dios trabaja, ¿quién podría hacer eso? Si el S eñor apareciera ante nosot ros ¿qué debo hacer? Rápidamente debo decirle: “Oh Señor, háblanos por favor”, luego debo postrarme. Eso sería lo correcto ¿cómo puedo hablar más? Si alguien experimenta que el Señor comenzó una obra sagrada y hermosa en él, pero quiere sobresalir, ser reconocido cuando compara su propia obra que es muy falsa, no intentará mostrarla a la gente por vergüenza. Generalmente ¿cómo madura la vida espiritual? Al principio la gente piensa: “Si tomo la decisión de cumplir el domingo, amar a mis vecinos, dar diezmo, no pecar, no tomar licor, ¿por qué no


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puedo cumplir?” La gente no reconoce su incapacidad, habla orgullosamente; pero una verdadera confrontación demuestra que el hombre es muy débil e inútil delante de Satanás y la tentación del pecado. Cuando la gente reconoce que es muy inútil, entonces la fe verdadera trabaja en el corazón. En Juan 8 sale una mujer adúltera que debió haber sido apedreada pero fue salva por Jesús. Los fariseos y los escribas la trajeron y le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” Luego Jesús escribió en tierra con el dedo y les dijo que el que de ellos estuviera sin pecado fuera el primero en arrojar la piedra contra ella, y ninguna persona le tiró piedras; todos se fueron poco a poco. En el versículo 9 dice: “Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó sólo Jesús y la mujer que estaba en medio”. ¿Quiénes quedaron únicamente? Jesús y la mujer. ¿Dónde quedó la mujer? En medio. Ella no se esforzó por quedar allí, no se arrepentía, no lloraba, solamente estaba de pie y los acusados botaron las piedras y dejaron de murmurar. El Señor resolvió todos los problemas que había alrededor de ella y limpió toda la condena. El Señor lo hizo todo.

alguien le daba dinero, daba ofrenda y diezmo. Él y un compañero creían con todo el corazón. Cada vez que ese pastor llegaba les decía: “Ustedes son cristianos, van a ir al cielo por eso, alaben y gócense”. Siempre respondían: “Sí pastor”. Man Soo Kim creía que iba a ir al cielo. Un día se abrió la puerta muy temprano y se escucharon unos pasos. En aquel momento los sentenciados a muerte estaban muy asustados —cuando los presos escuchaban pasos a la madrugada sentían mucho miedo pues las ejecuciones solían ser a esa hora—; los guardias llegaron hasta la celda de Man Soo Kim y de su compañero de la iglesia; abrieron la puerta y se llevaron a su compañero; Man Soo Kim vio como éste perdió el control totalmente. En seguida Man Soo Kim se despidió pero su amigo no dijo ni una palabra por miedo; había perdido la razón cuando fue llevado por los guardias, y esto generó en Man Soo Kim cierta inseguridad: “Mi compañero tenía la misma fe que yo; creía que iba a ir al cielo y pensé que en este último momento, iba a recibir valentía y a llenarse de alabanza pero algo falló…, cuando me toque, ¿cómo voy a actuar?” Tenía miedo de dormirse y no estaba listo para presentarse ante Dios. Antes de llegar al último día, le decía a Man Soo Kim: “Aunque estoy sentenciado a pena de muerte, soy creyente, por eso voy al cielo. Amigo, tienes que creer confiadamente, voy al cielo”. Pero aquel día vio cómo su compañero fue llevado a la ejecución y se derrumbó todo su corazón. Luego cuando el pastor falso vino él le dijo: —Pastor ¿a dónde fue mi compañero? ¿Al cielo o al infierno? —Al cielo por supuesto. — ¿Cómo pudo ir al cielo? —Porque era creyente. —Pastor, yo era creyente pero maté y fui sentenciado a muerte. ¿Podría ir al cielo? El pastor no pudo contestarle y desde aquel día Man Soo Kim quedó aterrorizado, nadie sabía si cuando muriera podría ir al cielo; no sabía si de verdad ¡había nacido nuevamente! No estaba seguro si todos sus pecados habían sido redimidos. Él estaba confundido ¿a quién podría preguntarle en la cárcel?, ni siquiera el pastor le había podido responder; estaba a punto de volverse loco

MAN SOO KIM, UN PRESO SENTENCIADO A PENA DE MUERTE Un día fui a la cárcel de Dae-Gu y conversé con Man-Soo Kim, un reo que había sido condenado a pena de muerte; fue ejecutado hace mucho tiempo, pero se fue al cielo. Él me testificó cómo había nacido de nuevo: iba a la iglesia, trabajaba como diácono pero cometió homicidio y por eso fue sentenciado a muerte. Antes de ser ejecutado tenía muchas ganas de limpiar su pecado, porque pensaba: “Si muero iré con ese pecado al infierno”. Quería tener la fe, pero encontró a un pastor falso: —Pastor soy pecador, estoy a punto de morir, ¿qué debo hacer? —Ten fe —decía el pastor. Por eso él creía fielmente, oraba a diario, leía la Biblia y si


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por la incertidumbre: “Pronto voy a ser ejecutado y quiero ir al cielo, pero ¿cómo limpio mi pecado de homicidio? La gente me ha dicho que nada más crea sin dudar, pues Jesús ya ha redimido todos mis pecados pero ¿qué pasará si todavía tengo pecado?” En ese entonces yo iba a la cárcel a evangelizar y se esparció un rumor: se decía que un muchacho que acababa de entrar a la cárcel, estaba loco. Los presos comentaban con sus compañeros a través de las rejas y del pasillo: “Hay un loco en la cárcel”, “lo oí en el gimnasio”, “¡qué barbaridad!, acaba de entrar a la cárcel y dice que no tiene pecado”, “por supuesto que está loco, si no tuviera pecado ¿por qué está aquí?” Ese muchacho nuevo que aseguraba no tener pecado, entró por voluntad de Dios a la celda que estaba frente a la de Man Soo Kim, quien le dijo: “Hombre, ¿cómo es que no tienes pecado?, si no tienes pecado ¿por qué estás aquí?” Normalmente los prisioneros respetan a un preso sentenciado a muerte, y los comentarios suelen ser: “Hombre, ¿qué tan famoso eres? ¿Cuántas páginas te dieron en el periódico?, mi caso salió varios días en el periódico”. Eso es señal de orgullo. Entre más perversos delincuentes son más admirados, pero los ladrones son despreciados. Man Soo Kim le preguntó al muchacho: “Amigo, si no tienes pecado, ¿por qué estás en la cárcel?” le reprochaba, pero al mismo tiempo chocó por algo que el muchacho había dicho: “Amigo, yo tenía muchos pecados pero fui redimido por la gracia de Dios, por eso ya no tengo pecado, y quedé limpio como la nieve, de todos mis pecados”. Man Soo Kim se quedó pensando.

sangre de Jesús y mis pecados quedaron blancos como la nieve. Ahora no tengo pecado. Entonces mientras conversaban golpeó en el pecho a Man Soo Kim y no pudo hablar más. — ¿Pero cómo? —preguntó Man Soo Kim. Los compañeros se quejaban pues la conversación tenía lugar pasadas las 9:00 o 10:00 de la noche: “Ya vamos a dormir, por favor cállense, no conversen entre rejas”. Aun así, el muchacho le explicó el evangelio a Man Soo Kim, pero se sintió frustrado porque no lo entendió: —Señor, no es así... —No puedo entenderlo — respondió Man Soo Kim. Cuando ya eran las tres de la mañana el muchacho desapuntó un botón del uniforme y sacando el libro El Secreto del Perdón del Pecado y Cómo Nacer de Nuevo, dijo: — ¡No lo puedo esconder más! No he prestado a nadie este libro, para mí es como un tesoro, aquí está la explicación, por favor devuélvemelo después de que lo leas. Man Soo Kim, leyó y entendió la redención del Señor, fue perdonado de sus pecados y éstos quedaron más blancos que la nieve. En 1986 expliqué cómo se podía recibir el perdón del pecado en una gran conferencia en el auditorio Moo Cung Hwa. Así como la mujer adúltera fue perdonada, y el malhechor al lado de la cruz fue perdonado, fue redimido y verdaderamente quedó limpio como la nieve. Después hablé con el hermano Man Soo Kim. En la cárcel es prohibido hablar de temas personales, debe hacerse con la autorización del guardia. Un guardia estaba al lado, sentado con el hermano Man Soo Kim, mientras yo hablaba con él, me dijo: “Pastor, he escuchado que una hermana en la fe, tiene problemas en los riñones, cuando yo muera quiero regalarle los míos, hasta ahora este cuerpo es pecaminoso, pero cuando yo muera por favor utilícelo. Si no hubiera entrado a la cárcel, no hubiera recibido la gracia de Dios”. Yo jamás le escuché alguna queja o sentimiento de tristeza por estar sentenciado a pena de muerte. Al recibir el perdón del pecado él estaba muy agradecido. El inicio de la vida espiritual es recibir el perdón del pecado y

¡Es un día gozoso, el Señor limpió todos mis pecados! Todos mis pecados son más que todos los cabellos Y quedaron más blancos que la nieve. Aunque Man Soo Kim cantaba este himno nunca había sentido eso, pero le parecía que ese muchacho recién llegado a la cárcel sí lo había experimentado. Al principio lo retaba: “Si no tuvieras pecado no estarías aquí”. Un día él le confesó a Man Soo Kim: —Señor, yo era pecador y perverso pero fui perdonado por la


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cuando llega la fe, el Espíritu trabaja en su obra, la palabra de Dios cobra sentido y agrada a Nuestro Señor.

momento aprendimos solamente a apoyarnos en Dios. Si ustedes creen en Dios sinceramente, Él suplirá su necesidad. No comenten, ni insinúen, solamente pidan, oren a Dios y Él va a suplirles. Nosotros recibimos, no mencionamos ni insinuamos, sólo le oramos a Dios. En el invierno de 1973, antes de la fiesta de año nuevo, se acabó el dinero, el carbón (por eso usábamos todas las cobijas), y el arroz. En aquellos días mi suegra vino desde Seúl a visitarnos. Ella siempre traía sus pasajes de ida y vuelta pues nosotros vivíamos pobremente. Cuando ella nos veía gastaba todo lo que tenía en esa situación de emergencia. Una noche oré con todo mi corazón:”Oh Dios, suminístrame arroz y algo de dinero”. En la mañana cuando nos despertamos no teníamos nada, solamente había kimchi, una especie de ensalada. Hicimos aseo y luego salimos a evangelizar. Al día siguiente era la fiesta de año nuevo y el ambiente olía a lo que la gente cocinaba y freía. Nosotros fuimos con la Biblia a una estación para evangelizar. Llegamos y la gente vestía ropa nueva y vestidos típicos; llevaban regalos y se iban cuando llegaba el tren; la sala de la estación estaba llena de gente que abordaba el tren; mientras nosotros “evangelizábamos” todo el día, internamente esperábamos que alguien después de escuchar el evangelio nos diera algo de dinero. Además el día anterior habíamos orado. ¿Por qué Dios no suple mi necesidad? En todo el día no comimos nada, solamente evangelizamos hasta las 9:00 de la noche. Cuando regresamos estábamos desanimados. Apenas regresamos, miré la cara de mi esposa que me decía que la familia no había comido nada en todo el día. Yo estaba cansado, cogí las cobijas y apagué la luz. Cuando me acosté, alguien tocó el timbre. Una hermana de la iglesia nos visitó. Mi esposa salió, conversó mucho tiempo con ella y al cabo de un rato recibió un sobre. Ella le contó que era profesora en la universidad de Kyoung Buk; que se llamaba Seon Ja Kang y que ya no vivía en Corea. Ése fue el testimonio que esa hermana le dio a mi esposa. Al día siguiente era la fiesta de año nuevo. El marido y los hijos se habían ido para donde sus suegros y ella se había quedado sola. Aprovechando que estaba sola quería ordenar sus pensamientos, meditar sobre el año que terminaba y también quería hacer vigilia para recibir el año nuevo. Cuando regresó a la casa,

“DEVUELVA ESE DINERO” Los escribas y fariseos enseñaban: “No hurte, no adultere, haga buenas obras, cumpla con el día de reposo, dé limosna a los necesitados”, pero no podían resolver el problema del pecado, por eso sus seguidores estaban angustiados y eran azotados por la condenación, se arrepentían, pecaban, se arrepentían otra vez, volvían a pecar y se hundían en sus pecados. Si ustedes no se presentaran ante los religiosos sino ante Jesucristo, Él quitaría el pecado de nuestro corazón y el deseo de robar sin decirnos: “No hurte, no mate, no adultere”; en vez de eso nos planta el creer en Jesús y nos crea un deseo inmenso de leer la Biblia, de orar, etc. Cuando mi hija tenía un año, en enero de 1973, fuimos a “Dae- Gu” para comenzar el ministerio. En ese tiempo éramos muy pobres y aunque teníamos muy buena relación con Jesús, estábamos lejos del dinero, por eso se acabó el arroz, el carbón (material para calefacción), nuestra situación era difícil. Después de nacer de nuevo, Jesús ha trabajado mucho en mi corazón. Mientras recibía el entrenamiento para ser misionero, los misioneros que nos guiaban, preparaban estrictamente el corazón de los cristianos nacidos de nuevo: no nos daban dinero, ni teoría bíblica, cortaban todo tipo de apoyo económico a la familia, no teníamos trabajo particular, solamente recibíamos la respuesta por la oración y por la fe. Al principio pensábamos muy mal de nuestro entrenamiento; teníamos desconfianza y nos preguntábamos: “Si el Señor supliera nuestra necesidad sólo por la oración en vez de ir al trabajo y labrar en el campo ¿para qué se trabaja y se labra?” Necesitábamos pasar el entrenamiento y aunque orábamos todos los días a Dios, no veíamos respuestas rápidas. Si cada vez que hubiéramos pedido a Dios pasajes, arroz, dinero, éstos hubieran caído del cielo, ¡qué contentos hubiéramos estado! Verdaderamente yo no tenía la fe, Dios me entrenaba con las dificultades, me estaba enseñando sobre la fe. Desde aquel


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1. Un religioso superficial

después de ordenarla, cerró la puerta de su dormitorio y después de apagar la luz comenzó a orar. Mientras oraba escuchaba internamente: “Dele ese sobre al Pastor Park”, y ella respondía: “Dios, esta noche no quiero hacer nada, solamente quiero orar y quedarme contigo, llevaré el sobre por la mañana”. Entre más oraba más aumentaba la voz interna: “Lléveselo ahora”, y no pudo orar más. “Oh Dios no conozco la dirección exacta, ahora es muy tarde, lo llevaré mañana”. Quería orar pero Dios le insistía que se lo llevara. Ella salió con el sobre sin pensarlo mucho, encontró un hermano de la congregación cuando pasaba enfrente de la casa de él y después de saludarlo le preguntó que dónde quedaba la casa del Pastor Park. Así fue como ella fue a mi casa y me dijo: “Pastor, de ahora en adelante, voy a encargarme de sus gastos, no se preocupe, yo no le doy ese dinero sino mi Señor”. Ella nos dio un sobre y cuando mi suegra escuchó el testimonio, lloró. Nos dijo que nuestro Dios estaba vivo verdaderamente. Antes de nacer de nuevo, aunque oraba no ocurría nada porque entre Dios y yo había una muralla de pecado. Después de estar limpio como la blanca nieve, he visto la obra del Señor en mi vida. Estoy muy agradecido por lo que Él ha hecho. Cuando ustedes están enfermos, sufriendo, angustiados, Dios quiere actuar continuamente con todo su corazón. La única razón por la que Él no puede trabajar es porque nuestras iniquidades nos han separado de nuestro Dios. En Isaías 59:1, 2 dice: “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”.

haga”, Él ya había sacado ese pecado. El Señor cargó totalmente el problema. Anteriormente compartimos anécdotas como la del padre que tenía esperanza aunque el hijo estaba muy desanimado en el desierto. Luego, la esperanza del padre penetró en el corazón del hijo y al final éste también tuvo esperanza. En aquella historia, después de escuchar a su padre, el hijo pensaba: “Es cierto, allí hay una tumba, eso significa que alguien fue enterrado, por eso muy cerca habrá un pueblo y nos salvaremos”. Él tenía la esperanza que había recibido de su padre. Creer en Dios no es trabajar para Él sino conocerlo profundamente. Si conociéramos la obra de Dios y el trabajo de Él en nosotros, tendríamos fe auténtica. Si conociéramos la obra del Señor en nosotros, podríamos deshacernos del pecado y nuestros pecados quedarían limpios como la nieve.

ESTAR EN MEDIO DE JESÚS En Juan 8, los escribas, los fariseos y los maestros de la ley, quienes adoraban muy bien a Dios, prohibían cometer adulterio, robar, mentir, etc., pero no daban ninguna solución para vencer la tentación del pecado. No podían dar el poder para salir de la tentación del adulterio. Jesús era diferente, antes de decir: “No

¡Es un día gozoso, el Señor limpió todos mis pecados! Todos mis pecados son más que todos los cabellos Y quedaron más blancos que la nieve. Esto no es teoría. Mucha gente tiene un conflicto por el pecado en su corazón: “Yo mentí, pequé y no puedo contarle a nadie; me hice un aborto, maté, adulteré, murmuré, odio a mi suegra, etc.” Jesús es el único que puede librarnos de la condenación, limpiando nuestros pecados. Como la mujer adúltera que encontró al Señor, así también nosotros, si estamos en medio con Él, nuestros problemas serán los problemas de Jesús. Cuando nuestros problemas se conviertan en problemas de Jesús, fácilmente podrán ser resueltos y de ese modo descansaremos y recibiremos la gracia. Amados, desde esta noche, hasta la noche del viernes, quisiera explicar detalladamente, cómo pueden ser perdonados y nacer de nuevo. Si una mujer adúltera encuentra a un religioso, es atada por la condenación, pero cuando encuentra a Jesús puede ser redimida del pecado. Durante esta semana quiero explicarles cómo pueden ser limpios. Ustedes saben que Jesús fue crucificado. Teóricamente lo saben


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pero aun así tienen la condenación del pecado, por eso quiero que escuchen con cuidado. Si pudieran poner atención y pudiéramos tener el mismo sentido que el Señor me dio al nacer de nuevo, sería una gran bendición, por eso entreguen lo que resta de sus vidas a Jesucristo, pues Él los acompaña.


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EL ARREPENTIMIENTO VERDADARO

Voy a leer Lucas 10: 25 - 36: “Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más,


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yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?”

una especie de hierba que repele los mosquitos. Aquella noche Tae Joo era alimentado con leche materna por su madre, mientras su padre estaba de visita en casa de unos amigos. Ella estaba acostada en la alfombra cuando vio un perro desconocido que pasó por la casa. A pesar de esto, ella se durmió tranquilamente. El padre llegó y gracias a la luna llena podía ver todas las cosas muy bien. Cuando él entró, su esposa estaba durmiendo pero él asustado la despertó: — ¡Mi amor, mi amor! — ¿Qué pasa? ¿Dónde está el bebé? ¡Oh! ¿Dónde está mi bebé? ¡Yo le estaba dando pecho! —decía angustiada apenas abrió los ojos. El papá tenía mucho conocimiento y experiencia sobre lobos y le preguntó: — Cuando estabas acostada ¿no viste un perro? —Sí lo vi, estaba jugando por ahí pero yo no sabía de quién era. —Ése no era un perro, era un lobo y estaba esperando que te durmieras. Los lobos son muy inteligentes. El padre inmediatamente agarró un palo y corrió; sabía que si un lobo llevaba un bebé se iría por la orilla del río; otros animales toman un camino cómodo pero el lobo siempre toma ese camino. En efecto, había un río que pasaba frente a la casa de ellos, entonces el padre cogió un palo y empezó a correr por la orilla del río. Cuando había caminado varios cientos de metros vio al lobo a la luz de la luna, con el niño en su hocico. Aunque era un lobo, no podía correr por el peso del bebé. El padre del niño gritaba: “¡Atrapen a ese lobo!”, mientras sacudía el palo persiguiéndolo. Él esperaba que el lobo soltara al bebé; él seguía persiguiéndolo y gritando: “¡Maten a ese lobo!” Era una verdadera maratón entre el lobo y el padre del bebé. Y aunque la distancia entre ellos era de sólo unos 10 metros, el lobo no quería soltar al bebé. Cuando el hombre casi alcanzaba a pegarle con el palo, el lobo soltó a Tae Joo. El niño tenía una mordida en su estómago, pues había estado balanceándose en el hocico del lobo. Luego el padre curó su herida y el bebé pudo sobrevivir…, y ésa es la historia de tu amigo Tae Joo” —concluyó mi padre. Ahora yo no sé dónde vive mi amigo. Lo que sí sé es que si el

“¡ATRAPEN AL LOBO!” Anoche compartimos en Juan 8 sobre una mujer adúltera. Ella fue traída por los fariseos y los escribas ante Jesús y le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú pues, ¿que dices?” La ley de Moisés condena a una mujer adúltera porque el adulterio es pecado. La ley condena el adulterio y claramente menciona que una mujer adúltera debe ser apedreada. Aparentemente los fariseos y escribas la trajeron, pero en realidad fue traída por la ley. De modo que es muy importante la relación entre la ley y una mujer adúltera. Aunque nosotros no seamos hallados en el acto mismo del adulterio, cuando vayamos al juicio de Dios, si no hemos podido resolver el problema con respecto a la ley vamos a ser condenados a muerte, por eso leo Lucas 10 que habla de la ley para que ustedes entiendan mejor. Yo crecí en la ciudad de Sun San en el departamento Kyoung Sang Buk do. Mi pueblo natal está ubicado entre el río Nac Dong y su afluente Gam Cheon. En verano solíamos bañarnos en el río y no era raro que se nos apareciera algún lobo. Un día estábamos bañándonos y jugando cuando observé una cicatriz en el estómago de mi amigo Tae Joo Hwang. — ¡Amigo! ¿Qué es eso? ¿De qué es esa cicatriz?”—le pregunté. —Ay amigo. Hace muchos años un lobo me atacó pero sobreviví —me respondió. Cuando regresé a mi casa le conté a mi papá y él me explicó detalladamente qué fue lo que le sucedió a Tae Joo: “Aquello fue terrible…, Tae Joo era un bebé cuando fue agarrado por un lobo que casi lo mata. Era un día de verano y hacía mucho calor; por eso Tae Joo y su madre no durmieron en el cuarto sino en una alfombra de mimbre en el patio, cerca de una hoguera hecha con


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padre de mi amigo no hubiera sabido qué hacer en esa situación, Tae Joo habría muerto. Creo que cuando el lobo merodeaba, esperando que la mamá se durmiera para llevarse al bebé, ella se preguntaba: “¿De quién es ese perro? ¿Por qué anda por aquí?” Pero al quedarse dormida, el lobo aprovechó y se llevó al bebé. Yo también quisiera contar mi experiencia con dos lobos que una vez me encontré en una montaña; pero que gracias a Dios no me atacaron. Si ellos me hubieran atacado habría ocurrido una desgracia. Fue un día en el que tuvimos un retiro espiritual en la montaña Joo-Am; allí había una peña que quise subir después de terminar la hora piadosa. Entonces me fui a caminar solo. Cuando iba por la mitad de la montaña, como ya estaba aclarando el día, pude ver dos lobos que caminaban hacia mí —normalmente los lobos caminan juntos—, cuando me vieron se asustaron y huyeron enseguida. Me devolví, porque para cazar un lobo hay que saber cómo hacerlo o por lo menos tener un conocimiento básico. Es algo que no se puede hacer a la ligera. Y si algo que pertenece al mundo físico no se puede hacer a la ligera, cuánto más si se trata de nuestra alma. El hombre no suele entender por qué está equivocado bíblicamente. Muchas personas se desvían de la Biblia sin darse cuenta; ciegamente se esfuerzan, sin analizar ni pensar el porqué no pueden lograr una buena vida espiritual. ¿Cuál es la razón? Ellos solamente quieren ser obedientes; se congregan y sacrifican como les dicen en la iglesia.

la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” En este pasaje aparece un intérprete de la ley, muy orgulloso porque creía que cumplía la ley a cabalidad. Le preguntó a Jesús: “¿Qué tengo que hacer para lograr la vida eterna?”, esto nos muestra el corazón de alguien que necesita la obra humana para lograr la vida eterna. Usualmente, la gente piensa igual que un intérprete de la ley. ¿Qué nos está diciendo la ley? Haga esto, no haga lo otro, etc. En Éxodo 20: 3-17 se encuentran los diez mandamientos: “No tendrás dioses ajenos delante mí, no te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra, no tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano, porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano; acuérdate del día de reposo para santificarlo, seis días trabajarás, y harás toda tu obra; honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da, no matarás, no cometerás adulterio, no hurtarás, no hablarás contra tu prójimo falso testimonio, no codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criado, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”. Entonces la ley ¿qué quiere transmitir? ¿Cuál es su propósito? ¿Cumplir, o no cumplir? Aquel que piensa que la vida espiritual es tener que hacer o dejar de hacer algo, está impregnado del prejuicio de la ley. Si logramos vida eterna, certidumbre de salvación y un nuevo nacimiento no será por causa de nuestro esfuerzo; si eso fuera así, Jesucristo no hubiera venido a este mundo. Por eso hay una gran diferencia entre una religión y la fe de Jesucristo. Varias religiones dicen que se puede ir al paraíso, esforzándose por hacer buenas obras, pero la Biblia dice que el hombre es inmundo ante Dios cuando actúa por su propio esfuerzo. Por buenas que sean nuestras obras, o por sinceros y fieles que seamos, todo lo que hagamos es maldición. Romanos 5:12 dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Y en Romanos 3:10 dice: “Como está escrito: no hay

EL HOMBRE MÁS BONDADOSO DEL MUNDO Hay personas que cuando no tienen la certeza de la salvación, no están establecidas en la fe, no tienen una vida espiritual. Muchas personas saben que son redimidas por la sangre de Jesucristo, pero no tienen la seguridad de que ya están libres de todos sus pecados. Con esa condición piensan que no se puede cumplir con todo, pero ¿debemos esforzarnos por cumplir la ley? Aunque no cumplen la ley, tampoco logran un buen resultado. Por eso quiero compartir con ustedes el significado y el funcionamiento de la ley. Comencemos con Lucas 10:25-26: “Y he aquí un intérprete de


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justo, ni aun uno”. No hay justicia verdadera en el hombre. Y esto se lee claramente desde Génesis hasta Apocalipsis. Cuando Dios mira al hombre, lo ve inmundo; no le encuentra bondad, justicia, santidad, ni mucho menos verdad; aun cuando digamos de alguien, “¡Qué buena persona, puede vivir sin ley, es como un ángel, es muy sincero!, etc.” Amados, ese punto de vista es muy humano, Dios no nos ve de esa manera. Cuando Él ve al hombre, ¿ve algo bueno en él? No. ¿Lo ve justo? No. Por eso Dios selló al hombre desde Adán hasta cualquier persona de hoy; el hombre por sí solo no puede agradar a Dios. Así que Dios tomó una decisión maravillosa; decidió que era imposible que el hombre por sí mismo le fuera agradable. Desde su perspectiva, ninguna persona puede lograr la salvación por sí misma, no hay nadie apropiado para ir al cielo. Para el hombre es imposible lograr la salvación, por eso en vez de un hombre, Dios nos envió a su hijo Jesucristo, el cual se manifestó Bueno, Santo y Justo; por eso justificó y santificó al hombre por medio de la obra de Jesús. Dios fijó su corazón en la condición de Jesús. Él quería regalarnos esa justicia y santidad. En las olimpiadas de Sídney, Australia, un joven de África participó en la competencia de 100 metros de natación. Cuando todos los competidores iban llegando a la meta, el muchacho africano apenas iba por la mitad; los espectadores le aplaudían para animarlo pero él llegó de último. Terminó la competencia y lo entrevistaron: él nunca había nadado más de 50 m en África y aunque casi se ahoga pudo llegar a la meta. Aun así él estaba muy orgulloso de su hazaña porque era el mejor nadador de su país y allí no había mar ni ríos alrededor. En su país él era el primero pero en las olimpiadas fue el último. Cuando los nadadores llegaron a la meta, él apenas iba por la mitad haciendo un gran esfuerzo; quería retirarse pero los aplausos lo animaron a terminar. Él confesó: “Si no hubiera sido por los aplausos quizá me hubiera ahogado”. Antes de participar en las olimpiadas él pensaba: “¿Quién puede ser mejor que yo nadando?”, pero cuando llegó la hora de competir se dio cuenta que no era tan fácil. Amados, lo mismo sucede con nuestra justicia, nosotros pensamos: “¿Quién puede ser mejor que yo? ¿Quién puede leer la Biblia como yo? Yo estoy muy bien espiritualmente”. Esa actitud

puede ser reconocida en este mundo, pero aunque una persona sea muy buena, sincera, justa, no tenga rencor en su corazón y su manera de vivir sea muy íntegra, no podrá ir al cielo por su propia obra. Si hubiera alguien así no podría calificar ante Dios, no alcanzaría el promedio mínimo. Mateo 5:20 dice: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. ¿Fue Jesús el que dijo eso? Los fariseos y escribas no eran personas mediocres, ayunaban dos veces por semana, daban diezmo, cumplían con todo a cabalidad; yo no puedo imitarlos ¿ustedes podrían vivir como ellos? Creo que tampoco. Debemos partir de ese punto; cuando la gente lee las escrituras superficialmente cree que si se esfuerza un poco podría cumplir la ley, aunque parezca difícil. Bajo ese criterio no se puede lograr la vida eterna.

¿POR QUÉ UNA SECTA? Érase una vez un hombre que vivía con su esposa y su hijo; los tres conformaban una familia muy feliz. Pero un día la madre murió y poco tiempo después llegó otra mujer. Así como en los cuentos de fantasía, era una madrastra malvada que siempre daba quejas de su hijastro. Entonces el padre decía: —Mi amor, ¿Qué problemas da mi hijo? —Eres muy alcahueta, no conoces la realidad —respondía ella. — ¿Qué dices? Nunca había visto un niño como mi hijo. —Mi amor, esta situación me enferma. Cuando tú estás él se comporta bien, pero apenas te vas, me insulta y hasta me patea algunas veces. —No me digas eso, no creo que mi hijo pueda hacer eso —el hombre respondía incrédulo. —Sí mi amor, no confíes tanto en tu hijo. Realmente es malo. Ellos discutían siempre a causa del muchacho. Así que un día, el padre resolvió subir una colina que había detrás de la casa para espiar lo que sucedía mientras él no estaba. Cuando el muchacho regresó del colegio saludó alegremente: “Madre, ya llegué”. Cuando él se acercó, la madrastra estaba barriendo y ella


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misma alborotó un panal de abejas a propósito para que las abejas empezaran a perseguirla; mientras tanto, el muchacho trataba de quitárselas de encima con la escoba. Cuando el padre vio desde la loma lo que estaba sucediendo se sorprendió muchísimo: “¡Oh, Dios mío, era verdad! Yo no creía que mi hijo pudiera pegarle a su madrastra”. Desde lejos él no podía ver a las abejas, solamente podía ver lo que el hijo estaba haciendo. La madrastra se desmayó a causa del ataque de las abejas y el padre, observando desde lejos, se desanimó muchísimo, quería morirse. “Yo creía que mi hijo era muy bueno, ¿por qué cambió tanto?, él no era así antes”, se decía. Como se sentía tan deprimido se fue a un bar y allí se puso a llorar: echaba de menos a su anterior esposa y se quejaba de su situación. Tomó licor sin descanso durante varios días; estaba muy triste de verdad. Al ver esto, el dueño de la taberna le dijo: “¿Qué sucede amigo? Ya no tome más, regrese a su casa”. Cuando regresó a casa su hijo lo recibió y le dijo: —Papá, ¿de dónde vienes? Yo estaba muy preocupado. El papá pensaba: “¡Qué hipócrita! como si yo no supiera lo que hizo”. Así que lo dejó hablando solo y aunque era su hijo no quería dirigirle la palabra, pero tenía que aclarar las cosas y decidió llamarlo: —Hijo — ¿Sí, papá? —Ven un momento y cierra la puerta por favor. —Desde este momento ya no te reconozco como mi hijo, vete ahora mismo de esta casa —le dijo decididamente. Si un hijo escuchara eso hoy en día, diría: “¿Qué pasó papá? ¿Cómo me dices que ya no soy tu hijo?, por favor, no te enojes conmigo”. Pero antiguamente no era así, la palabra del padre era terminante. Así el hijo comenzó a empacar sus cosas llorando. Al poco rato fue a ver a su padre: —Hasta luego papá…, espero que Dios te dé mucha salud — se despidió; y haciendo una reverencia abandonó su hogar. El papá estaba muy enojado pero aun así lo amaba y pensaba: “¿Qué has hecho hijo mío?” El hijo le escribió una carta y se la dejó encima del escritorio de su habitación. Cuando el padre vio el sobre en la mesa pensó: “¿Qué tipo de carta me escribiría un

hijo que me ha dado tantos problemas?” Su corazón estaba a punto de estallar, pero de todas maneras tenía curiosidad por leer la carta. Así que el padre empezó a leer: “Papá, si alguien dice que un tigre apareció en la feria, nadie cree, pero si varias personas dicen lo mismo, al final es creíble. La verdadera historia es así: un día cuando regresé del colegio, mi madrastra alborotó un panal y las abejas empezaron a perseguirla, yo estaba tratando de espantarlas con una escoba, entonces de lejos parecía que yo le estaba dando escobazos. Si tú no me crees, me sentiré muy triste”. Cuando el padre terminó de leer la carta, entendió claramente lo que había sucedido. Antes de eso él solamente veía la cara hinchada de su mujer y se imaginaba que había sido por los golpes de su hijo. Cuando comprendió todo, salió inmediatamente a buscar a su hijo. Él iba caminando muy desanimado llorando cuando escuchó: — ¡Hijo mío! — ¡Papá! El hijo y el padre, después de aclarar las cosas, regresaron a la casa; echaron a la madrastra mentirosa y vivieron felices para siempre. El padre se dio cuenta cuál había sido la verdadera intención de su hijo. Él golpeaba a la madrastra por una noble razón. Desde lejos, el padre había visto solamente la acción en sí, por eso él pensó lo peor: “¿Cómo puede pegarle así a su madrastra?” Lo mismo ocurre en nuestra vida, muchas veces pensamos de cierta manera con respecto a un asunto y nos sentimos muy seguros, pero conforme pasa el tiempo nos damos cuenta de que nuestro punto de vista es incorrecto. Amados, ¿Les ha sucedido algo parecido? Claro que sí. Muchas veces estamos equivocados, pero al pasar del tiempo es que nos damos cuenta de nuestra equivocación. En la vida espiritual sucede lo mismo: Cuando uno tiene mucha confianza en su propio punto de vista, se vuelve obstinado; eso es lo que afecta nuestro crecimiento espiritual. Algunas personas han dicho que la Misión Buenas Nuevas es una secta. Yo les pregunto: “¿Por qué dicen que es una secta?” Y ellos contestan: “No sé, la gente me lo ha dicho”. En nuestra congregación hay un hermano que se llama Hyoung Mo Lee que solía congregarse en otra iglesia; su testimonio salió publicado en el periódico. Su esposa empezó a ir a nues-


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tra iglesia y su vida cambió totalmente por lo cual él estaba muy contento. Un día el pastor donde él se congregaba le dijo: “Cuidado, la iglesia a donde va su esposa, es una secta, y usted va a perder todo lo que tiene”. Durante ocho años él la persiguió, la maltrató y pelearon con frecuencia; sin embargo ella nunca perdió la calma ni le pidió el divorcio. Esto le producía cada vez más curiosidad por la iglesia a donde ella asistía y pasado un tiempo abrió su corazón a nuestra iglesia y después de entender el evangelio nos dijo: “Fui engañado, ¿quién va a recompensarme estos ocho años perdidos?” Ahora él está sirviéndole al Señor con todo su corazón en nuestra congregación. Nuestra misión es bíblica y tenemos una sana doctrina. Hay quienes tienen un concepto equivocado de nuestra misión; algunos dicen que tiene nexos con la secta “O-DAE-YANG”. Si hubiéramos tenido relación con ellos, ¿cómo podría predicar tranquilamente en este lugar? Ya me habrían capturado. Si me hubieran llamado a la policía me hubiesen mostrado evidencias. Yo no sabía nada, sino hasta que salió en el periódico; lo único que sé es que su fundadora se llamaba Son Ja Park. Me duele saber que algunas personas andan diciendo que ella donó el dinero para que construyéramos la iglesia local, pero eso es mentira. Los hermanos reunieron el dinero con mucho esfuerzo. Cuando alguien murmura sobre otras personas, habla sin pensar, dice lo que se le ocurre. Alguien me dijo: “¿Por qué no lo denunció?” Confieso que me dieron ganas de hacerlo, pero si lo hubiera denunciado por difamación, varias personas estarían en la cárcel. Muchas personas hacen lo que creen que está correcto y esto los lleva a cometer errores. El hombre debe darse cuenta de que es insensato e insignificante delante de la palabra de Dios. Si una persona tiene confianza en sí mismo, cuando acepta la Sagrada Escritura conforme a su punto de vista entiende de una manera totalmente diferente lo que dice Dios. Supongamos que esta mañana, después de terminar la campaña, nos vamos a almorzar algo delicioso a un restaurante muy fino. Una vez digerida la comida ¿qué pasa? ¿Seguirá estando igual de deliciosa y limpia? Si a alguien le sucede esto sería anormal. Después de ingerir una comida exquisita, ésta pasa por el

estómago y luego por los intestinos convirtiéndose en una masa asquerosa. De igual manera, si la verdad de Dios pasa por su corazón y se mezcla con su propio pensamiento se convierte en algo inmundo. Hoy en día mucha gente se congrega pero no puede establecer su vida espiritual; la razón es que no puede dejar su propio pensamiento. En Lucas Capítulo 10, un intérprete de la ley estaba preocupado por su vida espiritual. Él pensaba que si se esforzaba y cumplía la ley, lograría la vida eterna, pero no podía lograrlo, entonces le preguntó a Jesús: “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? Jesús le contestó fríamente ¿Qué está escrito en la ley?” La vida eterna no depende de nuestro esfuerzo sino de la obra del Señor, si queremos lograrla por nosotros mismos estamos menospreciando la obra del Señor. Si alguien quisiera lograr una vida verdadera lo primero que tendría que hacer es botar su propio pensamiento, si no bota su propio juicio empieza a utilizarlo para medir su corazón y nunca puede llegar a tener fe. Por eso Jesús dijo en Lucas 14:26: “Si alguno viene a mí , y no aborrece a su padre, a su madre, a su mujer, hijos , hermanos, hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo”. Debemos negarnos a nosotros mismos, en Isaías 55:6.7 dice: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”.

ES NECESARIO NACER DE NUEVO Cuando Dios creó este mundo hizo dos tipos de animales: las aves y los cuadrúpedos. Las aves son un caso particular ya que primero “nacen” los huevos y después sí nace la criatura. Las aves son reflejo de cristianos que van al cielo; los cuadrúpedos son reflejo del hombre natural que va al infierno. Todos los cuadrúpedos son atraídos por la gravedad, pero las aves pueden desafiar esa fuerza. Eso significa que los santos están libres de la tentación del mundo y pueden vivir libremente. Para volar es


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necesario nacer dos veces; por ejemplo una mariposa no es mariposa desde que nace: al principio es un gusano y luego sí se convierte en mariposa. Lo mismo sucede con las moscas, mosquitos y todos los insectos. Si vuelan, es porque deben haber nacido dos veces. Durante mi infancia no había juguetes por lo tanto y cuando terminó la Guerra de Corea (25 de junio), jugábamos con las armas abandonadas —había armas por todos lados—. Al llegar el verano, cazábamos libélulas y pescábamos; era interesante cazarlos. Yo me imaginaba que la libélula hembra tenía unas alas rosadas muy bonitas y que a los machos les gustaban mucho las libélulas hembras. Por eso nosotros cogíamos una libélula hembra y le poníamos el polen de una flor de ayote en sus alas. Hay dos tipos de flor de ayote: flor hembra y flor macho. La flor macho no da fruto, entonces poníamos el polvo de esa flor en las alas de la libélula hembra para que se volviera amarilla, la dejábamos volar con un hilo amarrado a las patas y los machos se montaban encima de ella; siempre hacíamos eso, éramos expertos, y cuando aparecíamos todas salían huyendo. Cazar libélulas era muy divertido e interesante. Cuando las libélulas están recién nacidas, son larvas que viven bajo el agua; cuando esa larva llega a cierto tamaño, sube a la orilla del lago y pierde su piel, es decir, tiene que abandonar su piel para ser libélula. Al principio no puede abrir las alas porque están pegadas con una especie de líquido; poco a poco se le abren las alas y empieza a fluir sangre a las venas, luego empiezan a agitar sus alas y a volar cortos trechos que gradualmente aumentarán en distancia. Por más linda y capaz que sea una libélula, primero debió haber sido una larva que debió abandonar su piel. Si no pasara por ese proceso, siempre quedaría como gusano y nunca podría llegar a volar libremente en el cielo. Cuando escuchamos las chicharras cantando fuertemente en los árboles, debemos recordar que al principio eran una indefensa larva o gusano. Luego dejan su piel y aparece una chicharra. Ellas cantan crr-crr-crr en las ramas; Dios le permitió a este tipo de insectos dejar su piel para llegar a ser chicharras, libélulas o mariposas. Si no se deshacen de su piel, no pueden llegar a ser los

insectos que son. ¿Qué sucede con las aves? ¿Las aves empiezan a cantar desde que salen del vientre de su madre? No. Antes de nacer las aves están en el huevo aún sin tener sus ojos, su nariz, sus oídos y sus alas. La hembra se queda empollando hasta el día que sucede algo maravilloso: la cáscara protectora se quiebra y sale un ave. Dentro de la cáscara no puede ser ave sino hasta que salga del huevo, crezca y pueda volar. Los pollitos nacen después que la gallina empolla durante 21 días sus huevos. Los pollitos se ahogarían si ella no quebrara la cáscara. Ellos salen del huevo con su esfuerzo y con ayuda de su mamá, para luego crecer y ser adultos. La Biblia nos habla del mundo del espíritu, que para volver a nacer, obviamente hay que quitar la cáscara del corazón. Mucha gente me pregunta: “Pastor, ¿cómo puedo dejar mi cáscara? ¿Puedo quitarla con cuchillo? Yo respondo: “No, de ninguna manera. La cáscara del corazón no se quita así”. Una persona debe deducir que no puede cambiarse a sí misma con su propia filosofía, ni por buenos pensamientos o ideas que tenga, por eso, el primer paso en la vida espiritual es abandonarse a sí mismo. Mientras estuve conversando con algunas personas, yo podía discernir entre quien había nacido de nuevo o, dicho de otra manera, ya había salido de su cáscara, y aquel que todavía no había entendido el evangelio, es decir, no había salido de su cáscara. Si todavía alguien no ha entendido el evangelio es su propio pensamiento el que habla. Aquel que no haya nacido de nuevo, ¿cómo puede entender el evangelio? Si todavía no conocen el poder de la palabra de Dios juzgan por lo que piensan, hablan por lo que ven, luego, tienen resentimientos y rencor contra Dios misericordioso.

“NO PUEDO SERVIR POR MIS PROPIAS FUERZAS” Antes de José ser vendido por sus hermanos, éstos le tenían envidia y lo golpeaban, incluso lo echaron al pozo y luego hasta lo vendieron por 20 ciclos de plata. De esta manera se hizo esclavo de los egipcios. Humanamente, después de ser vendido, José tendría un sentimiento de odio. Él podría haber pensado:


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“Ojalá mi hermano Rubén esté vivo para poder vengarme, ¿cómo es posible vender un hermano a otras personas? ¿Son de verdad hermanos míos? Algún día me vengaré”. Y como las desgracias nunca vienen solas, la esposa de Potifar trató de tentarlo y a pesar de que José rechazó esa tentación, aquella mujer le hizo creer al marido que había sido él quien quería abusar de ella, así que José terminó en la cárcel por su comportamiento; culpando de sus desgracias a sus hermanos: “Estoy aquí por culpa de ellos, me vendieron, ¿por qué estoy en esta situación? ¡Qué injusticia!” Pasado un tiempo, José interpretó los sueños del copero, del panadero y del Faraón, luego se hizo Ministro de Egipto. Después de ser ministro pensaba: “¿Estarán bien en mi casa? ¿Cómo estará mi padre? ¿Cómo estarán mis hermanos?” José recordó el sueño que le había dado Jehová cuando era niño: “Corté un manojo y mis hermanos cortaron otros. Luego sus manojos dieron reverencia a mi manojo, tiempo después me hice gobernador”. Él reflexionaba: “Es cierto, Dios me preparaba y por eso me mandó a Egipto, para ser ministro, mi padre me amaba y por eso mis hermanos tuvieron envidia y me vendieron. ¡Oh! Dios hizo todo”. Cuando se dio cuenta del plan de Dios para él, desapareció toda envidia; él no podía guardar más odio y resentimiento. Antes de comprender el plan de Dios, estaba muy afectado y decía: “Nunca voy a olvidar, antes de morir me vengaré”. Después de haber entendido el plan de Dios, se dio cuenta de que había mal interpretado su voluntad: “Por eso mis hermanos lo hicieron”. Conocemos muy bien el mundo visual pero somos ignorantes con respecto al mundo espiritual y no sabemos por qué funciona así. Al igual que un pollito que está encerrado en la cáscara, la mayoría de gente cree que tiene razón y quedan encerrados en el límite de su pensamiento. Si les hablan a esas personas y no están de acuerdo con los conceptos explicados, simplemente no lo aceptan. Aunque lean la Sagrada Escritura, la entienden y aceptan pero si no están de acuerdo, la rechazan. Recordemos algunos pasajes bíblicos, 3 Juan 2 dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”; Job 8:7 dice palabras que lle-

gan muy bien: “Y aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande”; Mateo 11: 29 dice: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde d e c o ra z ó n ; h a l l a ré i s d e s c a n s o p a ra v u e s t ra s a l m a s”; Deuteronomio 28:6 es un versículo muy aceptado: “Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir”; sin embargo, la mayoría no quiere leer la parte que sigue y aun, si la leen no lo hacen atentamente y prefieren algunas palabras bonitas, por eso su vida espiritual es muy inestable. En realidad están vacíos en su vida de creencia. Si la gente se alimentara de la palabra de Dios solamente por gusto se desviaría y no podría ver otras cosas. Hace poco, un periodista de la famosa revista mensual de Corea “Centro”, me entrevistó para que le diera mi punto de vista con respecto al rumbo de las iglesias de Corea. Yo le dije lo siguiente: “La fuente del cambio de las iglesias de Corea empieza desde el seminario. Si la gente va al seminario y aprende teología como estudio y muchas materias como: Teología sistemática, Pentateuco, Historia Bíblica, libros históricos, cartas paulinas, cristología, cronológicos, evangelios…; también hebreo, griego, y muchas otras cosas. Sería bastante complicado”. Si conversamos con un estudiante del seminario de teología, vemos que tiene muy poco tiempo para su vida espiritual, porque tiene mucho que estudiar. Teóricamente sabe bastante pero en el corazón no tiene fe, por eso no puede servir a la iglesia por fe, sino por su propia inteligencia, de tal modo que no puede seguir un camino recto en la vida espiritual, sino al nivel de la ley. Yo fui a una iglesia evangélica presbiteriana hasta los 17 años, diariamente muy angustiado, me arrepentía de mis pecados. Un día me alcanzó la gracia de Dios, y me di cuenta de cómo Él perdonó mis pecados y cómo fueron purificados por la sangre de Cristo y quedaron tan blancos como la nieve; luego me di cuenta personalmente que la Biblia era diferente y que pasaba el límite de mi pensamiento. ¿Han experimentado eso? Supongamos que conocemos a un niño muy inquieto y de mal comportamiento, peleador, ladrón, etc., lo cual nos forma una imagen negativa de él. Digamos que pasan 10 años y nos volvemos a encontrar al joven ya de 25 años. Al principio conservaríamos la mala imagen, pero luego nos damos cuenta de que él no es igual que antes.


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Así es nuestro pensamiento, no siempre es correcto, por eso si alguien leyera la palabra de Dios según su propio punto de vista, se desviaría completamente. Es importante nacer de nuevo y despojarse de su propio pensamiento. Si se tiene un criterio propio, cualquier cosa que entre en el corazón utilizaría su propio concepto como regla, por eso no sería posible entender ni juzgar correctamente. Aquel padre que vio a su hijo pegándole a la madrastra no vio a las abejas, solamente vio cuando éste sacudía la escoba para espantarlas y le pegaba en la cara. Así es nuestro punto de vista, puede estar incorrecto y desviado. Si se reconoce eso delante de Dios, la Biblia sería leída de otra manera. En las conversaciones, si alguien tiene exceso de confianza en su propia opinión, no acepta la opinión de otras personas; solamente acepta cuando está de acuerdo, pero si no lo está ni siquiera considera aceptarla. Aun cuando adorara a Dios hasta morir, no puede salir de su propio mundo. Si ustedes quieren lograr una vida espiritual correcta, primero deben dejar su manera de pensar, como una larva se convierte en mariposa o chicharra, primero debe tener desconfianza en sí mismo. No está en su propio esfuerzo dejar el licor, el cigarrillo, vivir bien sin pecar, sino en la desconfianza en sí mismo. Aunque nos parezca que estamos actuando correctamente, somos inmundos, malos y no es posible servir por nuestra propia fuerza.

nos delante de mí; no te harás imagen; no tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; acuérdate del día de reposo para santificarlo; no matarás; no cometerás adulterio; no hurtarás; no hablarás contra tu prójimo falso testimonio, no codiciarás”. ¿Por qué Dios nos dejó la ley?, para que el hombre se reflejara a sí mismo y se diera cuenta de su inmundicia. Cuando el hombre se refleja a sí mismo puede reconocer que es malo e inmundo. Dios nos dio la ley para que el hombre abandonara su esperanza humana, ése era el propósito de ésta. Antes de lograr la fe verdadera, debemos negarnos a nosotros mismos. Un día fui a un hospital. En el consultorio había un señor que tenía aproximadamente 60 años. Él quería hablar con el médico a toda costa, pero el médico estaba atendiendo a otros pacientes, “¡Doctor! ¡Doctor!” Él no lo llamaba normalmente sino con todo su corazón, con gran fuerza. “Doctor, he oído de un medicamento que se llama “Interferón”, todavía está en período de prueba pero ¿podría utilizarlo?” Esa anécdota ocurrió ya hace mucho tiempo. En esa época se decía que ese medicamento era muy bueno, pero que todavía no se podía vender al público. Él sabía que tenía cáncer y después de escuchar sobre “Interferón” quería saber si podía usarlo, por eso le preguntó al doctor: “Doctor, no me importa si está en período de prueba, ¿usted podría experimentar conmigo?” Le rogó con todo su corazón. ¿Por qué estaba ese hombre dispuesto a eso? Él sabía que se estaba muriendo poco a poco y tenía una última esperanza de salvación por medio de ese medicamento, aunque no estuviera todavía aprobado. La fe verdadera no sale de alguien que se reconoce a medias. Ese alguien debe reconocer que no hay nada bueno en su propio pensamiento ni en su punto de vista. Cuando logra negarse completamente, puede tener la fe establecida. La palabra de Dios no podrá cambiar el pensamiento, ni el corazón de aquel que tenga mucha confianza en sí mismo. Si yo tuviera interés en hacerlos religiosos conformistas, les diría: “Se salvarán todos, si vienen a la iglesia o si confiesan que Jesús es el único Salvador”. Hoy en día muchos pastores de Corea del Sur hacen creer a personas que no han nacido de nuevo, que ya lo han hecho, sin haber sido purificados de sus pecados. Sin haber nacido de nuevo,

EL ARREPENTIMIENTO VERDADERO Lucas 10:25 dice: “Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?” Aunque esta persona se presentó delante de Jesús no iba a creerle, porque creía demasiado en sí mismo. Creía que si tomaba una decisión podía cumplirla, si decidía dejar el cigarrillo, podía hacerlo; si se proponía a dar el diezmo, lo haría y así podía llevar bien su vida espiritual. Si alguien se tiene mucha confianza, Jesús no puede trabajar en su vida ¿en quién puede trabajar el Señor? En un corazón doblegado ante Él. Por eso, Dios nos dio la ley de Moisés: “No tendrás dioses aje-


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ellos enseñan que todos pueden ir al cielo. La gente se siente feliz de escuchar eso, aún sin tener la seguridad, pero en realidad viven una vida que no tiene nada que ver con la auténtica vida cristiana —eso es muy trágico—. Ustedes deben nacer de nuevo. Los pastores falsos deben ser expulsados pues algunos dicen que la pregunta: “¿Ya nació de nuevo?”, sirve para guiar a la gente en su vida espiritual. Algunos de ellos imponen a las personas que si alguien les pregunta, digan que ya nacieron nuevamente. Si un individuo todavía no ha nacido de nuevo sólo responderá: “Sí”, ¿sería eso una evidencia de un nuevo nacimiento? La gente simplemente piensa: “Si me sacrificara para Dios y creyera sinceramente, todo va a salir bien”, ese tipo de pensamiento es inútil, si tiene confianza en sí mismo, llevará su espíritu a la destrucción. Por favor, deben reflexionar con profundidad: “Oh Dios!, soy inútil, no puedo hacer nada por mí mismo, no puedo lograr nada delante de Dios”. Amados participantes, ¿Qué es arrepentimiento verdadero? El arrepentimiento verdadero es un cambio de su propio esfuerzo hacia la gracia de Dios, reconocerse y negarse a sí mismo: “Señor, por mí mismo no puedo hacer nada”. La entrada al sendero de la fe verdadera es si una persona se arrepiente desde su propio esfuerzo humano y luego reconoce sinceramente que el Señor trabaja y que tiene misericordia de esa persona. Amados míos, cuando no podemos entregar nuestra alma a Jesucristo, buscamos la manera de esforzarnos para lograr algo, esa actitud proviene de la desconfianza en el Señor. Deben escoger entre estas dos opciones: creer en Jesucristo o en sí mismo; si alguien tiene confianza en sí mismo hace muchas cosas, pero si alguien se da cuenta de que todo su trabajo es un fracaso y que, por sí mismo no puede lograr nada y se niega totalmente, se levanta la fe en su corazón. En aquel momento puede aprovechar la obra de Jesús. En Lucas 10:26 dice: “Jesús le preguntó al intérprete de la ley. ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” Cuando leemos la ley de Moisés (no matarás, no hurtarás, no cometerás adulterio) podemos pasar por dos etapas: La primera, en la que se piensa: “No tengo que hacer eso”; y en la segunda: “Ya lo cometí, no puedo cumplir por mí mismo”.

Amados, si alguien pensara cuando escucha los mandamientos: “Yo no tengo que hacer eso”, es porque tiene confianza en sí mismo, y si pensara: “No puedo cumplirlo, sólo el Señor puede hacerlo”, es porque tiene confianza en Dios.

EL FRENO Cuando paso por la carretera del río, veo a la gente elevando cometas en el parque público, frente al Gimnasio Jam Sil. Las cometas se elevan por medio de un hilo. Cuando observo a esas personas, recuerdo épocas pasadas de cuando era niño y solía divertirme con las cometas. Una vez mientras volaba una, caí encima de una raíz que sobresalía agudamente y por lo tanto me hice una gran herida. Recuerdo que para hacer la cometa preparé primero un papel; luego debía construir las estructuras con madera de bambú, pero como no había bambú saqué parte de la escoba de bambú —sin permiso de mi padre— y la adapté como estructura. En ese entonces yo era muy pobre y no tenía pegamento, pero yo quería terminar mi cometa y aunque tuviera hambre tenía que guardar un poco de arroz, ya que el arroz es pegajoso y se puede utilizar como pegamento para pegar la estructura. Luego le hice una cola larga. Si la cola es corta, la cometa no se va a poder balancear bien, pero si tiene una cola larga es más difícil elevarla pero se balancea muy bien. Aún me faltaba un elemento importante. Si quería volar la cometa tenía que utilizar hilo, así que tuve que engañar a mis padres y robé el hilo de coser las sábanas que estaba en el baúl de mi madre. Una vez terminada mi labor pude verla volar y pelear con otra en el cielo, ¡era muy emocionante...! Para hacer volar la cometa se necesitan dos fuerzas. Primero el viento debe enfrentarla, si la cometa fuera sólo de papel el viento la doblaría, por eso tiene la estructura para resistir el viento. La cometa sube cuando se enfrenta al viento; la resistencia del hilo también es necesaria para que ascienda. Cuando las dos fuerzas logran armonía entonces la cometa vuela. Es igual que cuando las águilas vuelan. Ellas dan la impresión de permanecer estáticas en el aire; sus alas son muy delgadas —


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eso las hace subir muy alto—; en cambio, su cuerpo es pesado y hace contrapeso. Cuando las dos condiciones se equilibran, el águila puede volar, pero si no tuviera suficiente peso, el viento se llevaría al águila. Debe haber armonía entre ambas fuerzas: la fuerza de halar hacia el suelo y la fuerza de elevarse en el aire. Por eso la cometa vuela cuando pega el viento. Aparentemente el hilo impide que no vuele hacia el cielo, pero si se cortara el hilo se caería al suelo. El hilo debe halarse hacia abajo. Así, dentro de nosotros, convive el deseo de la carne que nos incita a pecar y el esfuerzo humano por no pecar, lo cual logra una armonía que nos lleva a pecar muy bien. Busquemos en Romanos 5:20: “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Amados, ¿Qué dice en Romanos 5:20? La ley promueve ¿pecar o no pecar? Es muy extraño ¿no es cierto? Al parecer, la lectura que hace el hombre es muy superficial. ¿Qué dice la ley? ¿Qué dice la Biblia? La ley se introdujo para que el pecado abundase. Un pastor que se enfoca en la ley, entre más enseña a los miembros de la iglesia más pecan. ¿Ustedes sabían eso? La Biblia está revelando: cuando la cometa vuela necesita algo de fuerza hacia abajo, aparentemente, eso le impediría volar, pero al contrario le ayuda. El hilo parece ser un obstáculo para volar, pero si lo quitáramos la cometa caería al suelo, ¿difícil de entender? Hablemos ahora de un carro: el carro tiene dos maniobras, primero, el motor produce la fuerza para que el carro corra, pero también el carro debe tener frenos. La fuerza del freno debe ganar contra la fuerza del motor, es una pauta para que sea un vehículo seguro. Si los frenos no funcionaran los pasajeros morirían. Amados, “¿El freno impide que el carro corra o le ayuda a correr?” A primera vista parece que el freno impide que el carro corra, mientras que aceptar que el carro corre rápido gracias al freno, suena ilógico; pero en realidad el freno le ayuda al carro a correr más rápido. Hace mucho tiempo yo iba en un bus rural que se quedó sin frenos; el chofer no se lo comunicó a nadie, pero yo me di cuenta porque yo sabía manejar. Él puso la marcha en primera y condujo muy despacio; los pasajeros solamente murmuraban: “¿Qué

pasa? ¿Por qué el bus va tan despacio?”, pero si hubiera corrido a alta velocidad hubiera tenido problemas. Si un carro tiene problema de frenos, aunque quiera correr a alta velocidad, es imposible. Gracias a los frenos, es posible evitar un choque. La ley funciona ¿para no pecar o para pecar más? ¿Me hago entender? La ley promueve el pecado. ¿La Biblia qué nos dice? Dios nos dio la ley para que el pecado reviviera, se levantara más en el corazón de nosotros; tenemos que reconocer que es imposible cumplirla y que debemos rendirnos. Si la gente no entiende, intentará cumplir la ley. Voy a ponerles un ejemplo muy fácil: si antes de empezar la predicación necesitara retirarme por un momento y les dijera “por favor esperen, hagan lo que quieran, pero por favor no lean la segunda página de ese cuaderno, ¿me hago entender? No lean la segunda página por ningún motivo”. Si la gente oyera eso, ¿no tendría curiosidad? Si no dijera nada sobre el cuaderno, ni siquiera tendrían deseo de ver el cuaderno, pero si yo pidiera que no miraran la segunda página de ese cuaderno, ¿no tendrían curiosidad de ver qué hay ahí? Si le dijera a la gente que no peque, provocaría más el deseo de pecar. La ley introduce transgresiones. Nuestra vida espiritual funciona de forma contraria, muchos creen que si escucharan: “No robarás, no cometerás adulterio, no matarás”, van a pecar menos, pero ese estilo de vida espiritual es incorrecto. Voy a continuar explicándoles cómo funciona la ley en su corazón y cómo pueden nacer de nuevo.


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EL PROPÓSITO DE LA LEY

Esta noche leeremos Lucas 10: 25 - 36: “Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y


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todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?”

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qué debía hacer para heredar la vida eterna.

BEN-HUR Y METSALA EL PROPÓSITO DE LA LEY En la mañana hablamos del freno de los carros. El freno es un instrumento que sirve para detener un carro en movimiento, por eso pensamos que éste hace que el automóvil avance despacio; pero en realidad cuando no hay freno, un automóvil no puede avanzar rápidamente. A veces vemos que el freno hace que el automóvil se detenga, pero también vemos que el freno puede hacer que el automóvil avance rápido. También explicamos cómo el viento hace volar las cometas. Por un lado vemos que cuando halamos el hilo con que está amarrada la cometa, impedimos que vuele, pero por otro lado vemos que si no tiene hilo, la cometa cae al suelo; ella sólo vuela cuando está amarrada por el hilo. De la misma manera ocurre con la ley. La mayoría de las personas piensan que la ley nos impide pecar, pero la Biblia dice que la ley hace que la persona peque más. Romanos 5:20 dice: “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Por eso cuando escuchamos lo que dice la ley: no robarás, no matarás, no adulterarás, entonces pensamos que no vamos a cometer estos pecados, pero en realidad cometemos más pecados. Entonces Dios, ¿para qué nos dio la ley? Dios a través de su palabra nos muestra cuál es el propósito de los mandamientos. Esta noche quisiera explicarles lo anterior a través de Lucas 10 “He aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro ¿Haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?” El intérprete de la ley preguntó qué debía hacer para heredar la vida eterna. La ley nos dice qué cosa debemos hacer o no hacer: respetar a los padres, no matar, no adulterar, no robar, no levantar falso testimonio, no codiciar. Toda la ley se basa en esto, por eso, el intérprete creyó que haciendo o no lo que dice la ley, podría heredar o no, la vida eterna, por tal razón le preguntó a Jesús

Ben-Hur es una película de la que he hablado varias veces. B en-Hur y Metsala eran buenos amigos de infancia. Posteriormente, Metsala se convirtió en soldado romano y los romanos eran quienes gobernaban Jerusalén. Un día ellos se encontraron y estaban muy felices por este reencuentro. Metsala se hizo gobernador y Ben-Hur era judío. Metsala pidió la colaboración de su amigo para gobernar Jerusalén, pero éste, al contrario, pidió a Metsala que retirara su ejército. Como consecuencia, hubo una riña entre ellos dos y se convirtieron en enemigos. Después de esto Metsala trató de asesinar a Ben-Hur haciendo caer sobre él unos ladrillos, luego lo mandó en un barco de esclavos. La mayoría de las personas que subían a estos barcos, morían. Ben-Hur no pudo oponerse a la decisión de su “amigo” de subirlo al barco de esclavos porque Ben-Hur era un judío que se hizo romano, así que fue llevado al barco de los esclavos a la fuerza; su madre y su hermana fueron llevadas a la cárcel, se enfermaron de lepra y al cabo de un tiempo, sus sirvientas se fueron y todo quedó en la ruina. Un día, Ben-Hur estando en el barco le salvó la vida a Arius, quien tenía un cargo muy alto. Debido a este suceso, Arius llevó a Ben-Hur hasta Roma y lo tomó como su hijo adoptivo. Luego, Arius puso los anillos reales en sus dedos, lo declaró su hijo legítimo y le hicieron una gran fiesta. Pero Ben-Hur no estaba feliz de estar en la casa de Arius puesto que vivía muy preocupado por su familia; quería tener noticias sobre su madre, su hermana y su pueblo. Debido a esto Ben-Hur volvió a Jerusalén y decidió visitar a Metsala, sin revelar su nombre. Envió como presente un cuchillo en el que grabó lo siguiente: “En nombre del hijo de Arius”. Cuando Metsala vio el cuchillo exclamó: “¡Qué hermoso cuchillo!”, pero se extrañó de que Arius tuviera un hijo, pues Arius era un superior de Metsala a quien él conocía muy bien. Una persona que estaba cerca de Metsala dijo: “Yo escuché que Arius había adoptado a un hijo”; en ese instante apareció Ben-


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3. El propósito de la ley

Hur diciendo: “Soy yo”. Metsala quedó muy sorprendido al verlo y le preguntó: — ¿Qué magia hiciste para volverte hijo de Arius? —Tú eres el artífice de esa magia, pues me enviaste al barco de los esclavos y un día salvé la vida a Arius —le respondió. Entonces Ben-Hur le tiró una tabla a Metsala que fue sellada con el anillo de Arius, la cual simbolizaba su posición. Si hubiese sido simplemente Ben-Hur hubiese sido muy fácil para Metsala meterlo otra vez a la cárcel y matarlo. Pero ahora él no se presentaba como un judío sino como hijo de un comandante de alto rango. Ahora Metsala no podía hacer nada en contra de él. Entonces, Ben-Hur le dijo a Metsala: —Tráeme rápido noticias de mi madre y mi hermana, así olvidaré todo lo sufrido. —Eso es muy difícil ya que debo tener un permiso de mi superior —respondió Metsala. —Pues haz lo que sea necesario. Ahora Ben-Hur tenía poder sobre Metsala. ¿Cómo pudo suceder esto? Esto sucedió porque Ben-Hur tenía el anillo que representaba su posición. Ahora Metsala no podía hacer nada en contra suya. Cuando vi esta película reflexioné mucho. Si Ben-Hur hubiera aparecido como judío, Metsala habría dicho que era un fugitivo y lo hubiese mandado de nuevo al barco de los esclavos. Pero BenHur sabía esto, por eso antes de dar a conocer su identidad, mandó un presente en nombre del hijo de Arius, se le apareció como hijo del comandante y le mostró el sello de Arius, en consecuencia, Metsala no pudo hacer nada contra él. Hoy ustedes deben recordar una cosa. Aunque Satanás nos tiente o aunque nos esforcemos y luchemos contra el pecado, la maldición y la destrucción, esto no desaparecerá con nuestro esfuerzo. ¿Alguna vez se han esforzado por no caer en el pecado? ¿Han luchado para no decir mentiras o no robar? Aunque luchemos contra la potestad del pecado, Satanás es más fuerte que nosotros y nos arrastra al pecado. Aunque digamos “no”, siempre somos arrastrados por Satanás, por eso Dios no espera que no cometamos pecados. Al igual que Ben-Hur dominó a Metsala cuando se

presentó como hijo de Arius, únicamente negando nuestra propia inteligencia y tomando la de Jesucristo podremos triunfar sobre Satanás, vencer el pecado y obtener la gracia de Dios.

¡AUXILIO! Las personas no se conocen muy bien a si mismas; esta es la razón por la que se esfuerzan creyendo que si oran más, pueden cambiar; por ende cuando fallan una vez, luchan mucho más. Cualquier cosa que requiera esfuerzo no funciona bien. Frecuentemente vemos y oímos en el programa de béisbol que los comentaristas narran que no fue homerun, porque el jugador bateó con demasiada fuerza la bola; no se puede hacer demasiada fuerza sobre el bate. Lo mismo sucede en el boxeo, pensamos que entre más fuerte se golpea se va a derribar más fácil al contrincante, pero no es así; no es hacer fuerza en los brazos sino golpearlo en el punto que pierda el equilibrio y se caiga. Si golpea fuerte sólo suena el golpe, pero no derriba al contrincante. Lo mismo ocurre cuando las personas no saben nadar. Ellos creen que por no hacer mucha fuerza se van a ahogar, por eso agitan los brazos con desespero; pero las personas que saben nadar conocen que cuando el cuerpo está relajado puede flotar. Cuando oí esto, yo también traté de relajarme pero me hundía más y más. No es nada fácil relajar el cuerpo, pero una vez se logra, resulta más fácil nadar. Una vez fui a una campaña en Tailandia, un país de clima muy caluroso que cuenta con excelentes piscinas. Cerca del hotel había una piscina de más o menos 20 o 30 metros de longitud. Con sólo atravesarla 2 o 3 veces ya me sentía cansado; pero había un grupo de niños que nunca se cansaban. Ellos decían que cuando el cuerpo se esfuerza no puede nadar. Sucede lo mismo con el futbol; si alguien pateara solamente con fuerza, el balón no podrá avanzar mucho; únicamente cuando se coloca todo el peso en la pierna al patear la pelota, esta ira muy lejos. Esto sucede también en nuestra vida espiritual; si entra en juego mi fuerza y mi voluntad entonces la vida espiritual va a ser un fracaso.


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3. El propósito de la ley

Si una persona que se está ahogando hace mucho esfuerzo por salir del agua, arrastrará consigo a cualquiera que intente rescatarlo y morirán ambos ahogados, es por esto que cuando una persona quiere socorrer a alguien que está en peligro, debe esperar a que éste agote su energía. Cuando la víctima agota sus fuerzas y piensa que va a morir, puede ser salvada. En nuestra vida espiritual, Dios desea quitar nuestro esfuerzo, por eso pensó: “¿Cómo puedo quitarles su ímpetu?” Para esto Dios creó la ley, para que nos neguemos a nosotros mismos: “No adoren a otros dioses delante de mí, no creen ídolos, no juren en vano en el nombre de Dios, cumplan con los días de descanso, respeten a los padres, no maten, no adulteren, no roben, no den falso testimonio, no codicien”. Todo esto se hizo con el propósito de quitar nuestras fuerzas. Cuando las personas oyen la ley tratan de cumplirla: “Ah, no debo jurar en falso en nombre de Dios, no debo adorar a otros dioses, debo respetar a mis padres, no debo cometer adulterio, no debo robar, no debo mentir y no debo codiciar”. Antes yo también hacía esto. Las personas creen que es suficiente cumplir con los diez mandamientos, pero cuesta mucho cumplir con todos ellos. La ley aparenta ser algo muy fácil de cumplir, sin embargo esto es un asunto muy difícil de lograr ante el Señor. Dios nos dio la ley para que desistiéramos en el intento de cumplirla y quitar así, nuestro propio esfuerzo. La ley vino a nosot ros pa ra que p equemos m ás y m ás . E n el A nt ig uo Testamento, el pueblo de Israel hizo un becerro de oro para adorarlo y el día en que Moisés bajó con la tabla de los diez mandamientos, más de tres mil personas murieron en el desierto. La ley nos lleva al pecado y a la muerte, por eso se le llama “la ley del pecado y de la muerte”. En el pasaje de Lucas, el intérprete de la ley conocía que era la ley, pero no podía comprender el propósito de Dios al crearla. Cuando tratamos de cumplir la ley que Dios nos dio, al final comprendemos que no podemos cumplirla. Dios nos dio la ley para que nos negáramos a nosotros mismos, ya que nos permite darnos cuenta de la realidad, de que somos pecadores y que sólo merecemos recibir la maldición; pero cuando una persona no entiende el propósito de la ley, cree que con sólo cumplirla puede

ir al cielo, por eso se esfuerza en hacerlo. Al igual que en la época de Jesucristo, esta situación se presenta hoy y se dará en el futuro, razón por la cual Dios nos escribió Lucas 10: “un interprete de la ley se levanto y dijo, para probarlo: Maestro, ¿haciendo que cosa heredare la vida eterna?”. Entonces Jesús le pregunto: ¿Qué dice la ley y como la interpretas? El respondió diciendo: Amaras al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma con todas tu fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Jesús le respondió: “Haz esto y vivirás”. Sí, es cierto. Si usted puede cumplir con todos los mandamientos puede vivir, pero si falla en uno entonces no podrá cumplir con la ley y será condenado. ¿Quién puede cumplir íntegramente la ley? No hay nadie en esta tierra que pueda hacerlo, por eso cuando una persona se presenta ante Dios sólo por medio de la ley, será condenada. Dios sabía esto y por eso hizo la ley para que recurriéramos a Él. Si Ben-Hur se hubiera presentado ante Metsala y le hubiese dicho: “Soy Ben-Hur”, inmediatamente lo habría arrestado y metido a la cárcel para que muriera; pero cuando Ben-Hur se presentó como hijo de Arius, entonces Metsala no pudo hacer nada en su contra. De la misma manera, si nos presentamos por nuestra justicia, debemos recibir la maldición, porque ya hemos sido derrumbados y muertos, razón por la que Dios nos permite negarnos. Dios acepta las obras que provienen de Jesucristo, por eso cuando nos presentamos ante Él debe ser en nombre de su Hijo Jesucristo.

UN HOMBRE ASALTADO POR LADRONES Leamos nuevamente Lucas 10:29-33: “Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;”


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3. El propósito de la ley

Anoche habíamos hablado sobre una mujer que fue sorprendida en el acto mismo del adulterio. Los fariseos y escribas le habían enseñado a la mujer: “no matarás, no cometerás adulterio, no robarás”, pero cuando la mujer estaba a punto de ser apedreada, los fariseos no podían salvarla de la muerte, dejándola a expensas de la muerte, pero Jesús vino a salvar a esa mujer adúltera. Esta noche leímos Lucas 10, este pasaje habla de un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. En ese instante un sacerdote pasó cerca y también un levita, pero ellos no lo salvaron. Los sacerdotes les enseñaban a las personas a no cometer pecados y si lo hacían, debían traer sacrificios para el perdón de ellos; pero ni el sacerdote, ni el levita podían sacarlo de la muerte. Después vino un buen samaritano y tuvo misericordia de él. La ley enseña qué cosas se deben hacer y qué cosas no se deben hacer: No matar, no cometer adulterio, no robar”. Si no cumplimos la ley, ésta nos condena y nos lleva a la muerte, así funciona. Por el contrario, Jesús nos saca del pecado y nos salva; entonces, ¿quiénes quieren ser amigos de la ley? y ¿quiénes quieren ser amigos de Jesús? Esto es muy importante. Las personas que creen que pueden cumplir con la ley son amigos de la ley y están bajo ella. ¿Entonces quiénes son los que están cerca de Jesús y pertenecen a Él? Un ser humano es amigo de Jesús cuando dice: “Señor, yo no puedo hacer nada bueno, no puedo guardar los días de reposo, ni respetar a mis padres, odio muchas veces a las personas y mato a las personas con mis pensamientos. Soy una persona que no puede dejar de cometer adulterio, muchas veces robo con mi pensamiento, no puedo cumplir con nada de la ley”. Es decir, se abandona a sí misma. En estas personas Dios puede trabajar. Pero cuando alguien dice: ”Puedo dar diezmo, puedo guardar los días de reposo, puedo esforzarme y orar con más fervor”, en ese tipo de corazones, el Espíritu de Dios vivo no puede entrar, por eso Dios no ayuda a las personas que se esfuerzan por sí mismas, sino a las que no pueden hacer nada por sí mismas, como “Un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó que cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron, lo hirie-

ron y se fueron dejándolo medio muerto”. Una persona que está apunto de morir, no puede hacer nada por ella misma. El verano pasado viaje a Israel. Jerusalén esta a 800 metros sobre el nivel del mar, y Jericó esta a menos 250 metros (una gran diferencia). En el viaje a Jerusalén pude ver que no había árboles, ni bosques. El hombre que fue asaltado no pudo hacer nada y si alguien no venía a ayudarlo, él sabía que podía morir ahí. La ley dice qué hacer y qué no hacer, pero a una persona que fue asaltada por ladrones y está a punto de morir no se le puede exigir que cumpla la ley, por eso el sacerdote y el levita abandonaron al hombre herido, porque aunque le hubiesen dicho cualquier cosa, él no iba a poder cumplirla. Por eso lo dejaron abandonado. Cuando se le echa agua al fuego, el fuego se apaga y cuando el fuego arde se evapora el agua. El agua y el fuego son dos cosas opuestas que no pueden estar cerca. Asimismo, Jesús y la ley son completamente diferentes. ¿Para quiénes la ley es el rey? Esto es para las personas que son esclavos de la ley. Al contrario, las personas que dicen: “No puedo cumplir, no puedo adorar bien a Dios, no puedo agradarle”, permiten que Dios trabaje en el corazón de ellas. El relato del hombre asaltado por ladrones deja a un moribundo tirado en el suelo a punto de morir, necesitando ayuda. Mientras agonizaba pasó un sacerdote; éste sólo se basa en la ley y por eso le dice a la gente qué debe y qué no debe hacer, pero a un hombre medio muerto no se le puede exigir que cumpla la ley, por eso pasó de largo y se fue; al igual que el levita que al verlo pasó de lejos. Pero esta misma persona que fue abandonada por la ley, es salvada por un buen samaritano que es el reflejo de Jesús. Si ese hombre hubiera sido ayudado por el sacerdote y el levita, Jesús no hubiese tenido nada que hacer ahí. Sucede lo mismo con la mujer sorprendida en el acto del adulterio, en Juan 8. Esta mujer es una pecadora porque no cumplió la ley ella tenia que recibir la maldición y morir. Ni la ley, ni ningún hombre podían salvarla de la condenación. Ella pudo haber muerto si nadie le hubiera ayudado en aquel momento. Cuando llego a ese punto, vino Jesús, la salvo y le perdono los pecados;


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3. El propósito de la ley

En el relato del hombre asaltado por ladrones, un hombre de Samaria se le acercó, Este buen Samaritano es el reflejo de Jesucristo. Jesús busca a una persona que esté completamente abandonada, que no pueda hacer nada por sí misma.

No importa qué pecados hayan cometido o qué maldad tengan en su corazón, lo importante es que su corazón llegue a ese sitio donde se encontraban el hombre asaltado o la mujer adúltera. El sitio donde se encontró el hombre asaltado y el samaritano. Si su corazón llega a ese punto, entonces seguramente el Señor lo encontrará y va a resolver todos sus problemas. Pero Satanás engaña nuestro corazón para que no lleguemos ahí. ¿Dónde queda ese lugar? Es donde reconocemos que somos pecadores y que no podemos hacer nada por nosotros mismos y que estamos condenados a muerte. A Satanás le preocupa mucho que nuestro corazón llegue a ese sitio. Por eso todos los días Satanás nos engaña diciendo: ¨Eres muy buena gente, aunque mientas un poco, pero en esa ocasión no lo pudo evitar, esfuércense un poco más, puede llegar a ser mejor, ayune un poco más y así va a estar bien. Si usted decide dejar de beber licor, usted lo puede lograr”. Satanás mete continuamente estas ideas a nuestra mente. Si ustedes no escuchan la palabra de Dios y sólo escuchan la voz de Satanás, entonces pensarán de esta manera: “Claro que puedo lograrlo, puedo hacerlo mejor”.

“NO VAYA A ESE LUGAR” Lucas10:33 dice: “Pero un samaritano que iba de camino, vino cerca de él y al verlo, fue movido a misericordia”. Lucas 10:25-37 nos habla de la salvación. ¿Cómo puedo ser salvo? El hombre asaltado es reflejo de las personas que necesitan ser salvas; que necesitan a Jesús como Salvador. Es el relato de un hombre asaltado y Jesús. Lo más interesante de este relato es la circunstancia en la que se encuentran ese hombre y Jesús. Acabamos de leer: “un samaritano que iba de camino”. Entonces ¿en que lugar se encuentran el Salvador y el hombre que necesita ser salvo? Es un sitio intermedio entre Jerusalén y Jericó. Al sitio donde llegó el samaritano es el lugar donde estaba tirado el hombre asaltado, es el sitio donde fue golpeado y donde estuvo a punto de morir sin poder hacer nada. Al igual que ese samaritano llega a buscar al hombre que está abandonado y golpeado, Jesús puede llegar a las personas que están en esa misma situación que el hombre asaltado por ladrones: Cuando la persona reconoce que no puede hacer nada por sí misma, no puede guardar el día de reposo, no puede dar diezmo, no puede hacer el bien, en esa condición llega Jesús a su corazón. En Juan 8 sucede algo similar ¿Cómo pudo salvarse la mujer adúltera? Ella fue sorprendida cometiendo adulterio; estaba a punto de morir apedreada; no podía hacer nada para salvarse a sí misma. Entonces Jesús la encontró cuando ella era llevada a la muerte sin que nadie la ayudara. Muchas personas se reúnen a orar en la montaña, otros van a grupos de oración para encontrar a Jesús, pero aun así no lo consiguen. ¿Por qué sucede esto?: porque ellos no llegaron a ese sitio en el corazón donde se niega completamente a sí mismo y se dice: “No puedo hacer nada por mí mismo, soy una persona condenada a muerte”.

“¡YA LE PAGUÉ AL TAXISTA!” Hace unos años, un joven fue a tomarse unos tragos con unos compañeros de trabajo. Cuando ya estaba muy tomado pidió un taxi para que lo llevara a su casa y le pago al conductor con 10.000 Won (nombre de la moneda coreana, un dólar equivale aproximadamente a 1200 Won), se fue en el asiento de atrás y se quedó dormido. El taxista despertó al joven y éste le pidió el cambio de los 10.000 Won. —Usted no me ha pagado —le dijo el taxista. —Yo le pagué con un billete de 10.000 Won —respondió desconcertado. — ¿A qué horas? —preguntó el taxista. —Apenas me subí al taxi —dijo el joven. Los dos comenzaron a discutir hasta que terminaron en la estación de policía. El joven estaba muy alterado:


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— ¡Yo le pague con 10.000 Won! —No señor, no me pagó —respondía el taxista con mucha calma. Entonces la policía le creyó al taxista y no al muchacho. Así que la policía le dijo al joven: —Señor, páguele al taxista por favor. — ¡Ya le pagué! —gritó el joven. Se enojó muchísimo y comenzó a tirar el teléfono, a patear el escritorio y armó un escándalo en la estación. La policía lo encarceló por 4 días. Mientras él estaba en la cárcel sólo pensaba: “Voy a vengarme de los policías”. Cuando salió de la cárcel fue directo a la gasolinera, compró un galón de gasolina y se dirigió a la estación de policía: —Salga señor agente y me pide disculpas —gritaba. Los policías no le hicieron caso porque ya habían visto muchos escándalos de ese tipo. — ¡Yo le pagué al taxista! —Seguía gritando—, que salga el oficial de policía y que se disculpe conmigo. Si no sale voy a prenderme fuego. Los policías no le ponían atención y continuaban en sus labores, mientras el joven continuaba muy enojado ante la mirada indiferente de algunos transeúntes: —Si no se disculpan prendo fuego a mi cuerpo. Salgan ya, ¡Discúlpense conmigo! —exclamaba mientras regaba gasolina por su cuerpo. Los policías seguían incrédulos; sin embargo, el muchacho prendió fuego a su cuerpo e inmediatamente se incendió; las personas que estaban alrededor apagaron el fuego y llevaron al hombre a un hospital; pero como la lesión fue provocada y no era una enfermedad natural, el seguro no lo amparó y no pudo pagar la estadía en el hospital; así que tuvo que regresar a la casa. El calor que hacía en la casa le afectaba y su cuerpo se estaba pudriendo: le salían gusanos en la espalda. Definitivamente estaba pasando por un momento muy difícil. Fue visitado por algunos amigos, pastores y miembros de la comisión de derechos humanos. Ellos le decían que haberse prendido fuego demostraba que sí le había pagado al taxista. “Ese taxista fue muy deshonesto por aprovecharse que usted estaba

tomado y quiso cobrarle dos veces”, agregaban. “Los policías son malos también. Ellos debieron haber castigado al taxista”. Él estaba acostado en la cama sufriendo pero insistía que era inocente. Aunque estaba muriéndose solamente decía: “Ya pagué”. Un pastor le decía: “Usted tiene razón, usted es buena persona, si usted se muere va a ir al cielo”. Pero un día, un pastor de apellido Kim fue a visitarlo después de escuchar el incidente y le dijo: “Usted es malo. Si usted se muere hoy, va a ir al infierno”. Entonces al joven le dio mucha cólera y lo echó de su casa. El pastor le dijo: “Está bien, pero antes de irme por favor déjeme decirle sólo una cosa: usted es malo, sólo piensa en defender su posición y por eso se prendió fuego. Vea cuantas personas están sufriendo por usted, ¿quién es responsable de que su esposa pase noches enteras llorando? ¿Quién hizo que su hijo esté triste todo el día? ¿Acaso no ha pensado en ellos? Usted sólo piensa en usted mismo y en defenderse. ¿Qué pasaría en Corea si todos los hombres fueran como usted, que cuando están enojados se prenden fuego?” El siervo de Dios le decía palabras que le apuñalaban profundamente como cuchillo, pero el joven siempre se justificó, nadie le había dicho: ¨Usted está equivocado, por favor arrepiéntase”. Muchas personas no lo molestaban porque pensaban que de todas maneras él iba a morir y preferían no contradecirlo. Hoy en día muchas iglesias en Corea son así. Ahora hay una particularidad en las predicaciones y es que nunca hablan del pecado. Los pastores famosos y de las grandes iglesias no señalan el pecado, ellos predican de una manera que sea buena para todas las personas, ya sean ladrones, mujeres adúlteras u hombres que cometen adulterio. Aunque las iglesias están llenas de pecado, aparentan ser justas, nunca hablan sobre las debilidades humanas, no les hacen ver la importancia de salir de la oscuridad del pecado. Los pastores predican que aunque tienen pecado, si vienen a la iglesia pueden ir al cielo. Por eso las personas no pueden librarse del pecado. Aquel joven cometió un gran pecado cuando se prendió fuego por defender su razón e hizo sufrir a su esposa, a su hijo y a todos sus parientes. Pero él nunca pensó en ellos y sólo se defendía: “Yo le pagué al taxista”. Las personas que lo visitaban no eran sinceros y preferían decirle cosas buenas: “Usted tiene razón,


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le pagó al taxista. Ese taxista es una mala persona que se aprovechó para cobrarle más. Los policías estaban equivocados”. Pero el verdadero siervo de Dios que lo visitó, le hizo ver su situación: “Yo no sé si usted realmente le pagó al taxista, pero usted cometió un grave error. ¿Usted ha vivido toda su vida de esa manera? ¿Usted sabe lo perverso que es su corazón?” En aquel momento lloró y reconoció su falta: “Soy perverso y malvado”. Hace poco él se defendía diciendo que el taxista era malo, que los policías eran malos y sólo pensaba en defender esto, pero llegó el siervo de Dios y le hizo ver cómo estaba su corazón y pudo reconocer llorando que había vivido de manera infame y que él era muy malo.

común: que sus corazones estaban derrumbados, reconocieron que estaban condenados por el pecado, que eran malvados, vieron que no había ninguna esperanza en ellos mismos. “¡Ay de mí, que estoy muerto! ¿Qué voy a hacer?” Estaban angustiados, pero en aquel momento Cristo los encontró. En la actualidad, muchos cristianos en Corea no conocen la condición de su alma y se sienten muy tranquilos: “Soy creyente, por eso puedo ir al cielo”. Muchos creen que la vida espiritual es asistir a la iglesia; si dan diezmo eso es creencia y luego piensan que esto es suficiente para ir al cielo, ¿cuándo podrán despojarse, y negarse a sí mismos? Si ustedes se presentan ante Dios diciendo que dieron diezmo, que ayunaban, que oraban etc., están mostrando una obra humana y van a recibir condenación y perdición. Si alguien quiere ser reconocido delante de Dios y recibir su gracia, debe negarse a sí mismo. Presentarse ante Dios dejando todo lo bueno o lo malo que hizo y decir: “Señor, yo soy una persona que está condenada a la perdición, Señor no me mires, sino mira a Jesucristo y sálveme”. Por eso deben seguir un proceso y negarse a sí mismos. La ley se estableció para que nos neguemos a nosotros mismos y para reconocer que no podemos cumplirla, aunque nos esforcemos por esto. “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase” (Romanos 5:20). Entre más tratemos de cumplir la ley más pecaremos. Al igual que cuando presionamos un resorte, salta más. Recuerdo el ejemplo del joven que comenzó a causar problemas en su casa por culpa de su novia. Sus padres le prohibieron salir y tuvo que quedarse tranquilo estudiando. Pero si le hubieran dicho: “Está pensando en ella, ¿verdad?”, estarían recordándosela aunque no hubiera estado pensando en ella. Muchas veces vemos en el periódico noticias de ladrones que fueron llevados a la cárcel por robo, pero ese ladrón nunca pensó que iba a ir a la cárcel sino solamente en cómo lograr su objetivo. Una tarde, tras terminar el culto del domingo en la iglesia de Los Ángeles, iba camino a Las Vegas (ciudad norteamericana famosa por sus apuestas). Había mucho tráfico dirigiéndose a esa ciudad. ¿Saben ustedes como se mantiene esta ciudad? Las perso-

CIUDAD DE APUESTAS Satanás engaña a las personas haciéndoles creer que son buenas y por eso encontramos casos como el del joven de la historia anterior. Mucha gente piensa que si se esfuerza puede cumplir con los mandamientos, pero Dios nos ha mostrado su corazón, y vemos que somos pecadores y mundanos, que no podemos cumplir la ley y que estamos condenados por el pecado. Hoy en día hay muchos cristianos en Corea muy preocupados. Muchos pastores que predican en radio o en televisión sólo hablan de cosas agradables; Dios es un Dios bueno, “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” (3 Juan 2). No predican la condición espiritual de las personas, que el hombre ya había sido perdido y maldito delante de Dios, ni llevan su corazón hasta ese lugar donde un hombre asaltado por los ladrones fue salvado por el buen samaritano, ni dejan ver el corazón que tenía una mujer adultera que fue condenada a muerte. Jesús está vivo pero ¿dónde desea Dios encontrarse con nosotros? Cuando nuestro corazón está como un hombre asaltado por los ladrones, como una mujer sorprendida en el adulterio o como un hombre enfermo por 38 años, o como el ladrón que estaba al lado de Jesús cuando fue crucificado. Todos los hombres que encontraron a Jesús sin importar su posición, tenían algo en


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nas van a Las Vegas con el objetivo de ganar mucho dinero en las apuestas y nunca llegan con el pensamiento de que van a perder. Si pensaran que van a perder no podrían apostar. Siempre piensan que van a ganar, pero cuando regresan han perdido mucho dinero. Aunque siempre pierden, llegan con el objetivo de ganar: “Esta vez sí voy a ganar”. Cuando una persona cae en la trampa de las apuestas, pierde propiedades y hasta la esposa; pero como piensa que va a ganar entonces no importa qué objetos apueste, pues esta vez va a ganar. Nosotros también creemos que con esfuerzo podemos lograrlo. Al igual que las personas piensan que van a ganar, nosotros creemos que con esfuerzo podemos lograrlo.

tano. El samaritano lo llevó al mesón y lo entregó al mesonero, luego le dio dos denarios al mesonero y le encargó cuidar al hombre asaltado y le dijo: “Todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando regrese”. ¿Quién le encargó al mesonero para que cuidara al hombre asaltado? ¿Quién iba a pagar todo lo que se gastara de más? Todo esto lo hizo el buen samaritano. Si al 99 % de la gracia de Dios le agregamos 1% de nuestro esfuerzo, esto no es verdadera salvación, de esto se trata la salvación. Si añadimos nuestro esfuerzo, nuestra actitud y nuestro pensamiento, la salvación se convierte en una falsedad. La salvación única y completa proviene de nuestro Dios que está en el cielo. En Corea estamos en una situación difícil por falta de dólares; si tuviéramos muchos dólares no seríamos un país pobre, podríamos pagar la deuda exterior y podríamos salvar a las empresas que están en quiebra. Ahora quiero preguntarles algo: ¿Acaso en nuestro país faltan dólares porque no tenemos la capacidad técnica para imprimir dólares? ¿No tenemos suficiente tecnología? En la fábrica de moneda nacional se pueden producir billetes de cien dólares. Pero el problema es que aunque sean los mismos cien dólares americanos o incluso billetes más bonitos que los que se emiten en Estados Unidos, el dólar que se imprimiría aquí, sería falso. ¿Dónde deben ser emitidos los billetes? Al igual que la moneda y el billete nacional son emitidos por la fábrica de billetes que es autorizada por el gobierno de Corea, los dólares deben provenir de una institución autorizada por el gobierno de Estados Unidos. Si fueran emitidos por otras instituciones no autorizadas, aunque sean más grandes y más bonitos no serían billetes verdaderos. Hace tiempo, en el gobierno de Jeong Hee Park, mandaban imprimir los billetes a Inglaterra. En ellos estaba dibujada “La Puerta de la Independencia”, pero como no entendían el coreano por eso escribieron “Puerto de la Independencia”, cambiaron una letra, por eso decía otra cosa. Entonces, ¿cuál es el billete verdadero? Cuando el gobierno autorizaba el billete oficial de Corea era ¿puerta independiente? o ¿puerto independiente? Sin importar el orden de las letras, el billete verdadero es aquel que fue hecho por una institución que era reconocida por el gobierno de Corea. Entonces, ¿los dólares hechos en China son verdaderos? No.

LA PUERTA INDEPENDIENTE Lucas 10: 33-35 dice: “Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”. Podemos ver en este pasaje la salvación del hombre asaltado por lo ladrones, cuando el samaritano lo encontró. Había un hombre que estaba apunto de morir al ser golpeado y despojado por los ladrones. Estos versículos describen cómo el hombre asaltado por los ladrones fue rescatado. ¿Qué hizo el hombre asaltado? ¿Quién lo vio? El samaritano. ¿Quién se le acercó? El samaritano. ¿Quién lo hizo? ¿El salvador o el que tenía que ser rescatado? Por supuesto, lo hizo el salvador. El hombre que iba a ser rescatado no hizo absolutamente nada, esto es una verdad muy importante. El hombre que fue asaltado por los ladrones estaba a punto de morir y no podía hacer nada. Todo cambió gracias al samaritano: el hombre que estaba a punto de morir volvió a vivir. ¿Por medio de quién? ¿Por su propia voluntad? No es por el esfuerzo del hombre asaltado por los ladrones sino por el samaritano. Él lo puso en su cabalgadura, le cubrió sus heridas con vino y aceite, ¿el hombre asaltado por los ladrones, hizo eso? No, él no podía curar sus heridas, todo lo hizo el buen samari-


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¿Los que fueron hechos en Alemania? Tampoco. Aunque el billete fuera más bonito no es verdadero porque fue hecho en otros países. Los billetes verdaderos deben provenir de una institución que sea reconocida y autorizada por el gobierno de Estados Unidos. Sucede lo mismo para ir al cielo, Nuestro Señor reconoce solamente a Jesucristo. Él sólo reconoce lo que hizo Jesucristo; aunque una persona haga el bien, si esta obra no fue hecha por medio de Jesucristo no es reconocida por Dios. Si, ante Dios, ustedes dicen que están limpios de pecado pero no fueron purificados por medio de su Hijo Jesucristo, entonces no están limpios de pecado. Hay personas que llegan a Dios diciendo: “Señor, yo di diezmo, yo guardé el domingo, yo, yo, y yo”. Pero Mateo 7: 22-23 dice: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. En esta palabra, ¿Qué respondieron ellos a Jesús?, ellos respondieron: “Profetizamos y sanamos en el nombre del Señor”; pero Dios no reconoce lo que hicieron ellos. Ahora bien, si por ejemplo, una persona le dice a usted: “Use este billete, aunque es falso fue hecho por el mejor pintor del país”. “Usted diría, ese billete me parece que es falso”, Y si esa persona continúa diciendo: “Sí señor, es falso pero tiene una mejor impresión”. Usted que diría: “¡Ah, en serio!, espere un momento yo llamo a la policía… ¡Policía! ¡Aquí hay un falsificador de billetes! ¡Atrápenlo!” Aunque esto es un ejemplo, es igual que en la vida espiritual. Todo lo que es hecho por nosotros es mentira. Lo único que reconoce Nuestro Dios es aquello que es hecho a través de su Hijo Jesucristo.

Ninguno hay bueno, sino sólo Dios”. ¿Qué respondió Jesús?: “Nadie es bueno, sino sólo Dios”, ¿ustedes también son buenos? Ustedes son buenos desde su punto de vista, pero Dios no los reconoce como buenos; Él no los reconoce aunque ustedes hagan el bien. Dios solo reconoce lo que es hecho a través de su hijo Jesucristo. ¿Cuál es el billete oficial de Corea?, el que fue sellado por el gerente del banco central de Corea y autorizado por el gobierno de Corea. Aunque las fábricas nacionales de moneda de los Estados Unidos o Alemania tuvieran mayor capacidad, el gobierno de Corea no reconocería los billetes hechos por otros países porque no son verdaderos. De la misma manera, toda la misericordia y bondad pertenece a Dios, por eso fuera de lo que hace Dios, a través de su Hijo, ninguna cosa es reconocida por Él, aunque nos parezca buena. Hoy en día, muchas personas se esfuerzan por presentarse ante Dios con su bondad y su justicia; se esfuerzan por hacer mejor las cosas, cumplir mejor los diez mandamientos, ayunar más, dar más diezmo, para presentarse ante Dios, pero Dios no va a recibir esas obras. En Lucas 10, el hombre asaltado por los ladrones no hizo nada por sí mismo, él llegó a una situación donde estuvo a punto de morir y en aquel momento todo fue hecho para él, por misericordia del buen samaritano. Actualmente, la razón por la cual nuestra vida espiritual se dificulta es porque nosotros nos esforzamos por establecerla en nosotros mismos y hacer mejor las cosas para adorar a Dios. Si el corazón de ustedes se derrumbara, se negara a sí mismo y se despojara de sus propios hechos y tan sólo se presentara ante Dios con lo que Jesucristo hizo por nosotros, ¿quién nos condenaría? Los ángeles van a decir seguramente: “Usted es demasiado bueno, es igual que Jesús”. ¿No es cierto? Podemos entrar al cielo sólo con la obra que Nuestro Señor Jesucristo ha hecho en nosotros. Si dejamos nuestra justicia para recibir la santidad de Jesucristo, cuando nos presentemos en el juicio de Dios, Él nos reconocerá justificados, santificados y tendríamos la misma santidad de Jesús”. Si usted quiere ir a Estados Unidos o a otros países debe obtener la visa de cada país. Entonces si un coreano quiere viajar a los Estados Unidos ¿dónde puede ir a conseguir la visa? ¿A la

VISA A LOS ESTADOS UNIDOS Busquemos un versículo más Lucas 18: 18-19: “Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo ¿Por qué me llamas bueno?


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municipalidad o al registro? No, debe ir a la Embajada de Estados Unidos en Corea. Aunque recibiera la visa norteamericana por la casa presidencial, no valdría porque no la logró a través de la Embajada de los Estados Unidos. En otras palabras, para ir al cielo, la visa debe venir del cielo; pero mucha gente no comprende esto, por eso se esfuerzan por ir al cielo. Estas personas son las que se esfuerzan por cumplir, pero aunque ellos cumplieran con toda la ley, no pueden presentarse con esto ante Dios. Cuando una persona reconoce su inmundicia y se despoja de su bondad y justicia, cree en Jesús y se presenta por la obra del Señor, Él lo va a aceptar. Nuestra vida espiritual fracasa porque no nos apoyamos en la obra de Jesucristo, sino que tratamos de ser mejores por nosotros mismos, por eso fracasa su vida espiritual. Desde ayer les he expuesto más de una vez cómo negarse a sí mismo. Espero que ustedes no sólo lo oigan, sino que verdaderamente lo reconozcan de corazón y se nieguen a sí mismos. Desde mañana, cuando escuchen “El secreto del perdón del pecado y cómo nacer de nuevo”, podrán aceptar fácilmente, pero si no se niegan a sí mismos, solamente van a aceptar lo que les parece y rechazar lo que no les parece, y aunque les hable sobre el poder de Jesucristo no va a tener ningún sentido en ustedes y va a ser simple teoría. Yo anhelo de corazón que ustedes puedan despojarse de sus propios pensamientos, reconozcan que son débiles y que están condenados a la destrucción y muerte. Que son herederos del pecado y que son atados por la potestad de éste. Entiendan que con sus buenas obras no pueden presentarse ante Dios porque no serán reconocidos. Por eso de hoy en adelante abandonen sus propias buenas obras. Si ustedes se presentan así ante Dios, Él no les condenará. Con este corazón en la mano pueden presentarse ante Dios, entonces Dios los va a reconocer, los va a recibir y van a obtener la gloria.


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UNA MUJER FRENTE A LA MUERTE

Vamos a leer San Juan 8:1-11: “Y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.”


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4. Una mujer frente a la muerte

¿DÓNDE ESTÁN LOS QUE TE ACUSABAN?

le vaya bien…, Maestro, ¿dónde vive usted?... nunca voy a olvidar su misericordia, muchas gracias”. Todo eso debió estar escrito en la Biblia, pero si se hubiera escrito toda la historia, tal vez se hubiera tenido que transportar en una camioneta grande. Cuando ella se encontró por primera vez con Jesús, estaba tensa y desesperada, temblando, sin paz, ni alegría ni gozo en su corazón ¿Cuánto tiempo hablaría con Jesús? ¿30 minutos? Me parece que la conversación no fue tan larga, pero entre dos personas puede haber una conversación más larga ¿podría ser quizás de una hora? Cuando ella se despidió de Jesús ya no estaba tensa, ni sentía vergüenza, ni miedo. En aquel momento su corazón estaba llenó de agradecimiento y con mucho gozo exclamó: “¡Oh, gracias Dios!” Creemos que esa mujer regresó llena de un agradecimiento indescriptible y de mucho gozo, paz, y felicidad. Aunque no he contado cuántas veces he predicado sobre este tema, creo que he compartido más de cien veces sobre la mujer adúltera, tanto que, casi he memorizado todo ese capítulo. Ciertamente no es difícil enseñar la Biblia; lo más difícil es transmitir el corazón de Jesús. Dios cambió el corazón inmundo y lleno de pecado de esta mujer; Él escribió esto para que cualquiera que esté sufriendo por el pecado y la condena pueda, así como ella, experimentar el perdón de su pecado, y cuando regrese a casa llegue como ella lo hizo: con el corazón lleno de paz y agradecimiento. Tal vez ustedes me dirán que no son adúlteros. Yo anhelo que cuando terminemos esta campaña, ojalá tengan el corazón como el de la mujer adúltera, después de encontrar a Jesús. Tengo muchas ganas de ver que ustedes pueden ser invadidos por el amor de Jesús, y que al final puedan tener un sentimiento de agradecimiento muy personal con Él; que le puedan decir: “¡Señor, muchas gracias! pues a pesar de ser tan inmundos, cambiaste nuestro corazón y nos diste tu misericordia por medio de esta conferencia”. Yo oro delante de Dios para que Él bendiga nuestro corazón.

Si una persona asiste a toda la campaña podrá entender claramente cómo una mujer inmunda y adúltera fue perdonada completamente de su pecado; lo que no será fácil es que al final de la campaña, puedan tener el corazón que tuvo la mujer: un corazón contento y agradecido después de recibir el perdón del pecado. ¿Cómo creen que se sentía ella al momento de ser llevada ante Jesús? Fue detenida en el mismo acto del adulterio, y por lo tanto estaba asustada y muy avergonzada. Al principio, éste era su problema más grande, pero poco a poco la vergüenza fue sustituida por la fatal realidad y vio que la gente estaba juntando piedras enormes para lanzárselas hasta que muriera. La gente la observaba con menosprecio y con gran odio. “¡Matémosla! Merece morir”, ella fue arrastrada en medio de una gran gritería. Se sentía humillada, con mucho miedo, sin esperanza de seguir viviendo. En ese momento de nada le valía que tuviera mucho dinero, fuera inteligente, famosa o que tuviera amigos influyentes; no tenía ninguna esperanza, ningún lugar donde pudiera tener gozo y paz; si le hubiéramos tomado fotos al corazón, habríamos visto solamente temor, angustia y humillación. En Juan 8:9 dice: “…Salían uno a uno comenzando desde los más viejos hasta los postreros y quedó sólo Jesús, y la mujer que estaba en medio”. Como yo soy pastor, mi pasatiempo favorito es meditar sobre lo que dice la palabra de Dios. Un día que leía este versículo, me pregunté: “¿Cuánto tiempo estarían así, uno frente al otro?” Era una escena impresionante, la mujer más mundana y despreciable del mundo junto al majestuoso y Santo Jesús. Ella siempre se dejó llevar por los deseos de la carne y cuando Jesús le iba a hablar, estaba temblando, llena de inseguridad porque sabía que iba a ser apedreada. En aquel momento levantó su mirada y vio que todos se habían ido. Mientras estaba con Jesús, él hizo que la multitud que quería juzgarla, condenarla, apedrearla y matarla, se fuera poco a poco. Jesús dijo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Así termina la historia, no hay más escenas. ¡Qué lástima!, ella no podía estar de pie en ese lugar pero ¿cómo se despidió del Señor? Ella no podía dar un paso. ¿Cómo sería? Se habrá despedido así: “Maestro, muchas gracias…, que

SECTA DE SALVACIÓN Vamos a leer Juan 8.5 “Y en la ley nos mandó Moisés apedrear


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a tales mujeres” En una entrevista para la revista Centro, un periodista me pidió que detallara las cosas incorrectas de las iglesias evangélicas y que ofreciera una nueva visión y una orientación correcta para las iglesias. En la actualidad, muchas iglesias dicen que volvamos a la Biblia y que regresemos a la iglesia primitiva. Eso significa que las iglesias evangélicas se desviaron de la Biblia, es decir, se alejaron de ser unas iglesias bíblicas. En cualquier época y en cualquier nación, la gente se corrompe y se hace mundana, en ese momento las iglesias dicen: “Hagamos algo bueno, para solucionar esto”. Si les dijera que hiciéramos buenas obras, ustedes no me dirían que soy malo. ¿Quién me diría malo si les hablara sobre buenas obras? Si Jesús hubiera predicado sólo buenas obras no hubiera sido crucificado. ¿Para que crucificarlo si hubiera hablado sobre moralidad? ¿Por qué lo odiaron? Si el apóstol Pablo hubiera hablado sólo de buen comportamiento a la gente, no habría sido encarcelado ni azotado, ni perseguido. Los pobres quieren ser ricos, de igual manera una persona que no realiza buenas obras, desea vivir con el bien. A todos les gustan las buenas obras. Pero, la verdad es lo que dice la Santa Escritura, que en ninguna parte exige que tengamos que vivir actuando bien. La Biblia habla muy claro: ¿Cómo podemos vivir bien si nuestra naturaleza es pecaminosa? Debemos comprender que por nuestro esfuerzo no podemos hacer buenas obras, por eso necesitamos recibir el corazón de Jesucristo; la Biblia nos enseña que el ser humano no puede hacer buenas obras por su propio esfuerzo; debe abandonar su propio esfuerzo para recibir el corazón de Cristo y entonces va a hacer buenas obras espontáneamente. No es fácil comprender la verdad, recibir el corazón de Jesús, nacer de nuevo y rápidamente lograr el proceso de una nueva vida. Mientras comparto la Biblia con ustedes les reitero que se despojen de sus pensamientos y se nieguen en sus corazones; hago esto porque nuestro pensamiento no es igual que la palabra de Dios; razón por la que es imposible aceptar la verdad. A la gente no le gusta negarse a sí misma. Muchas personas se congregan, dan diezmo, contribuyen con el fondo de construcción, etc.; cuando están de acuerdo hacen todo muy bien, pero si no, se tornan apáticos. Ese tipo de personas no es dirigido por la voluntad

de Dios, sino por su pensamiento. Los pastores que no han nacido de nuevo enseñan erróneamente a vivir haciendo buenas obras, a pesar de que el hombre es de origen pecaminoso. Un pastor que ha nacido de nuevo no enseña de esa forma, él enseña a negarse a sí mismo, porque por nuestro esfuerzo no podemos hacer el bien, por eso choca con el pensamiento del hombre. ¿Cuál de las dos formas tiene más poder de convencimiento? Mucha gente cree que es muy delicado y complicado negarse y despojarse de su pensamiento. La gente entiende fácilmente cuando alguien le dice: “Crea en Jesús y haga el bien”, por eso inclina su corazón a hacer esto porque se ve más fácil. Esta es la causa por la que Jesús, Pedro y Pablo fueron perseguidos. Si yo hubiera predicado como otros pastores, ¿quién me hubiera dicho lo contrario? Existen muchos pastores famosos en Corea; iglesias en las que se congregan unos cincuenta mil miembros. Si me fuera posible escuchar su predicación, el contenido sería: “Dios es muy bueno, Dios es amor, amémonos unos a otros, vivamos para Dios, seamos fervientes delante de Dios”, Otras religiones hablan de esa manera pero ¿puede alguien amar verdaderamente? No, pero esas palabras endulzan el oído de la gente. Las iglesias evangélicas en Corea, nunca muestra la realidad de nuestro pecado, no señalan el pecado como es, además tratan por todos los medios de alejarse de esa exhortación. Esta situación hace que la gente sea religiosa superficialmente, y aunque exteriormente tiene una actitud de cristiano, en su corazón continúa viviendo en la condenación del pecado y el problema de su naturaleza pecaminosa. Esa es la realidad de las iglesias evangélicas y cristianas de hoy en día en Corea. De vez en cuando nuestra Misión busca edificios para abrir una nueva sede, razón por la que buscamos un agente de bienes raíces, quien cuando se entera que el local será utilizado como iglesia evangélica, lo primero que nos pregunta es que si es una iglesia llorona. En la iglesia antigua había algunas mujeres cuya profesión era llorar, ¿por eso será que las iglesias de Corea admiran a los llorones? 1 Tesalonicenses 5: 16-18 dice: “Estad siempre gozosos. Orad


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sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. Hasta la Biblia lo dice: “¿Por qué llora? ¿Por qué los cristianos de Corea son tan llorones? ¿Por el pecado y la condena?” Se sienten muy tristes porque no pueden quitarse esa condena. Mucha gente está luchando por resolver la condenación del pecado que hay en su corazón. Si un pastor es responsable no predica sobre otra cosa que no sea la salvación. Durante mi ministerio siempre he predicado sobre cómo la gente puede ser absuelta del pecado por medio de la sangre de Jesucristo; por eso se ha dicho que pertenezco a una secta de salvación. Entonces, si alguna persona hablara sobre Jesús, ¿esa persona es parte de una secta de Jesús?

mujer estaba puesto en Jesús. Quisiera saber si sus corazones han tenido alguna vez ese interés por la palabra de Dios como lo tuvo ella en ese momento. ¿Se ha interesado verdaderamente su corazón, sin importar su vida, sus hijos, lo que diga la gente? ¿Alguna vez han tenido su corazón como el de esa mujer? Si entran a nuestra página web, pueden escuchar mi predicación; yo pastoreo en la Iglesia Central de Han Bat, allí predico normalmente hora y media. Pero hoy en día, muchas iglesias reducen el tiempo de predicación de 30 minutos a 20; y más recientemente a 15 minutos. Muchos no tienen interés en la predicación; se la pasan comiéndose las uñas, aburridos, preocupados por aquel que llega con vestido nuevo o con una nueva moda; algunos se dedican a mirar el reloj, pensando en el paseo y se les hace larga la predicación. La gente ha perdido el interés por la palabra de Dios aunque participa en el culto de la iglesia. Me parece que la gente se está aburriendo de escuchar 15 minutos; no tiene interés hacia el sermón y por eso se reduce la duración e incluso algunos dicen: “¿Por qué la predicación es tan larga? ¿Cómo no predica únicamente lo más importante?” Si explicando la Biblia con tantos ejemplos la gente no entiende bien, qué tal si les predicara sólo la esencia, no la entenderían y no quedaría nada en su corazón. Si la gente verdaderamente escuchara la palabra, lograría un buen alimento espiritual; pero si sólo tiene su pensamiento humano, le gente no va a lograr nada. Cuando los escribas y fariseos dijeron al Señor: “En la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú pues, ¿Qué dices?”. Mientras escuchaban hablar de Jesús, ¿las mujeres cabecearían? ¿Escucharían la Palabra como los cristianos de hoy en día? Para ellas ¿Sería muy aburrido escuchar la Palabra? De ninguna manera, ellas escucharían la Palabra del Señor con todo su corazón. Había un hombre llamado Acán que escuchaba a Josué pero cuyo corazón no estaba convencido. Él vivió en la época en que el pueblo de Israel entró y conquistó la ciudad de Jericó después de haber vivido 40 años en el desierto. Acán se volvió codicioso, y cuando vio un manto babilónico muy valioso, quiso tenerlo, pues cuando estuvo en el desierto, usaba un vestido de lino. Por eso no obedeció lo que había dicho Josué, sino que escondió el

QUE SALE DE LA BOCA DEL SEÑOR Ahora escudriñaremos detalladamente este pasaje. Los escribas y fariseos trajeron a la mujer adúltera y la pusieron en medio preguntándole a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú pues, ¿Qué dices?”. Pero pensemos por un momento, ¿cómo fue traída esa mujer? ¿Le lastimaron los brazos? ¿Le halaron el pelo? Los fariseos y escribas la trajeron, y sin saludar a Jesús, ni decir que fue detenida cometiendo adulterio, dijeron que debía ser apedreada. Los fariseos y escribas esperaban con curiosidad la respuesta de Jesús. En aquel momento, ¿cómo creen que se sentía ella? ¿Qué había en su corazón? Ella ya había sido sentenciada a muerte, por lo tanto su vida dependía de la palabra que saliera de la boca de Jesús en ese instante. ¿Qué cosa era más importante en aquel momento para ella? La palabra del Señor Jesús. El interés de ella no era un vestido de novia finísimo, ni una cartera hecha en cuero de cocodrilo, ni el premio de la lotería. Toda su atención estaba puesta en lo que Jesús iba a decir. Cuando ella fue detenida por los fariseos y escribas, escuchaba: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú pues, ¿Qué dices?”. Todo el corazón de esa


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manto y un lingote de oro de peso de 50 ciclos y 200 ciclos de plata. Nadie lo sabía, sólo Dios. Al final la gente se enteró y fue apedreado junto a su familia en un valle. Yo me imagino que el hijo le preguntaría al padre: “Papá, ¿nos van a apedrear? ¿Por qué robaste el manto babilónico? Van a apedrearnos". Acán no podía decir nada. El pueblo los apedrearía en el valle de Acor, y cuando el hijo de Acán estuviera sangrando, la esposa abrazaría a Acán y le diría: “Amor, ¿por qué lo escondiste?, por eso estamos muriendo”. Acán se sentiría muy triste y moriría amargamente. La razón por la que sucedió esto fue porque no escuchó la palabra de Josué. Ésta era la razón por la cual una mujer, inclinaba su oído al Señor con todo su corazón, porque ella había sido condenada a muerte. Cuando esa mujer fue detenida, todavía no había muerto físicamente. Aunque ella fue detenida en el acto del adulterio, cuando encontró al Señor, su oído se inclinó completamente hacia la voz de nuestro Señor Jesús.

Sus amigos y vecinos escucharon la palabra de Dios por medio de Noé, es decir que él no hablaba con sus palabras, sino con las de Dios; pero ¿por qué la palabra no llegó al corazón de ellos? Cuando escucharon esas palabras ¿por qué no llegó la muerte al corazón de ellos? Nunca a sus corazones llegaron esas palabras, ni la muerte, ni la destrucción, razón por la que se burlaron de Noé: “Ja, ja, ja… viejo loco, construya usted el arca, nosotros no tenemos tiempo, nos vamos para una fiesta”. ¿Por qué? La muerte no había llegado a ellos, por eso al venir el diluvio todos murieron. Cuando empezó a llover, mientras huían a las montañas se arrepentían y se recriminaban el no haber obedecido, el haberse burlado de Dios; al final… se ahogaron todos. Hoy en día, la situación se repite. La muerte llegó al corazón de la mujer adúltera. Toda esperanza humana se había derrumbado en ella y su única esperanza eran las palabras que saldrían de la boca de Jesús; ella no tenía alternativa, por eso pudo escucharlo con todo su corazón. La gente que quería apedrearla, ¿no tenía pecado? ¿Aun si morían, no se condenaban? Claro que sí, ellos eran iguales a la mujer adúltera. Cuando Jesús les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Nadie arrojó la piedra, ¿por qué? Porque ellos eran iguales a ella, de modo que la muerte no sólo se presentó a una mujer adúltera, sino también a ellos. En realidad la muerte no llegó al corazón de ellos como había llegado al corazón de la mujer, por eso no pusieron atención a la palabra de Jesús, por lo tanto solamente ella escuchó la palabra de Dios. ¿Dónde sale en la Biblia que si una persona se congrega puede ir al cielo, o que un diácono que recibe bautismo puede ir al cielo? Cuando estaba en el servicio militar me di cuenta de que las iglesias eran corruptas. Un día salió una noticia en el periódico del Ministerio de Defensa: “Bautismo en el Campamento: 3000 soldados recibieron el bautismo en un día”. ¿Sucedió la obra de Dios igual que en Hechos? De ninguna manera. Cuando estaba en el campamento, un día nos enviaron una orden del Departamento de la Dirección: “Hoy será la ceremonia

UNA IGLESIA CORRUPTA En Génesis 6, la maldad humana se extendía por toda la tierra, así que Dios decidió eliminarla. Dios llamó a Noé. “¡Oh! Dios heme aquí”, respondió Noé. “La maldad llegó a la tierra y los hombres están llenos de violencia, Yo voy a juzgar la tierra por medio del agua”. Cuando la palabra de Dios llegó al corazón de Noé ya había llegado la destrucción. “¡Oh Dios mío! Tú vas a juzgar a este mundo por medio del agua y lo vas a destruir por medio de ella, entonces vamos a morir, ¿qué haremos ahora?” Entonces Dios le dijo: “Hazte un arca con madera de gofer, harás aposentos en el arca, y la recubrirás con brea por dentro y por fuera y tendrá estas medidas: 300 codos de longitud, 30 de altura y 50 codos de anchura”. Cuando Noé escuchó el plan de Dios, se dio cuenta que ya no había esperanza. Él no se sentía cansado por la construcción del arca, ni sentía temor o angustia. Él anunciaba y gritaba: “¡Oh amigos y vecinos, tenemos que construir un arca porque Dios me ha dicho que destruirá la tierra por medio del agua este mundo!”


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de los bautismos, los soldados de cada dormitorio que quieran recibir el bautismo, favor inscribirse. Del aula 202 son 12 soldados, de la 203 son 20, de la 204....” Desde arriba nos mandaban la orden, para saber cuántos soldados recibirían el bautismo; un militar de alto rango le daba la orden a un soldado de rango bajo. — ¡Hey, usted!, reciba el bautismo. —Ah, soy budista. —Cállese, no hay nada de malo en recibir el bautismo. — ¡Hey, usted, el de allá! —A mí ya me bautizaron. —No importa, recíbalo una vez más, es muy bueno, dos, y tres veces, da lo ismo. Yo viví esa escena, no importaba si eran budistas o católicos. Los bautizaron en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Luego salió un anuncio en el periódico: “Sucedió el día del Pentecostés”. Si ese pastor que bautizó masivamente hubiera escuchado una predicación, se hubiera dado cuenta de su error ante Dios y se habría arrepentido. Así empezó a corromperse el cristianismo; aunque los impíos van al infierno, los pastores enseñan que todos van al cielo. En Seúl hay iglesias donde se congregan muchísimos miembros y sus pastores predican que todos pueden ir al cielo porque ellos no tienen verdadero interés en el alma de cada persona, y ni siquiera se preguntan si han nacido de nuevo o no. Si instruyeran a la gente en cómo nacer de nuevo, lo primero que deben decirle es que se despojen, que son pecadores y que para salir de la condenación y limpiar su pecado, deben nacer de nuevo, para poder ir al cielo. Pero ellos enseñan que una persona solamente al congregarse puede ir al cielo. — ¿Puede ir al cielo? —Sí, pastor. — ¿Cómo puede ir al cielo? —Por fe. — ¿Desde cuándo es creyente? — ¿Yo? Soy cristiano desde que nací. ¿Dónde aparece escrito en la Biblia que una persona es apta desde el vientre de su madre para ir al cielo? Lamentablemente este tipo de personas se congregan, dan diezmo, se esfuerzan.

Algunos dicen: “Yo no me congrego por el pastor sino por Dios”, lo dicen sin cuidado y no saben que su alma va hacia la destrucción. No ha llegado la destrucción ni la maldición hasta su corazón, porque su pastor no lo ha guiado. Algunas personas dicen: “Yo me congrego, todo el mundo puede ir al cielo, soy mejor que cualquiera de los diáconos, soy buena gente, ¿cómo no voy a ir al cielo?” La gente se compara con otras personas. Si alguien pensara así, y yo le explicara que Jesús fue crucificado en la cruz, esto quedaría como teoría y no en el corazón. No funcionaría porque debe ser por fe en el corazón.

EFECTOS SECUNDARIOS DE LOS ANTIBIÓTICOS Cuando estaba en el hospital universitario de Han Yang me apareció una mancha en la cadera. Yo pensaba que me iba a curar rápidamente, pero se empezó a extender por la espalda y el pecho; me picaba y cuando me rascaba se me enrojecía. Un doctor de medicina oriental me examinó y me dijo: “Pastor, eso es fiebre; cuando la fiebre sube se le enrojecen los ojos, pero si llega abajo aparecen esos síntomas”. Los hermanos al oír eso, me recomendaron que tomara un licuado de tallos de guisantes. Mi esposa trajo seis litros de licuado y yo debía tomar aquel espantoso líquido de olor amargo. Cuando yo me rehusé a tomar la bebida ella se enojó mucho conmigo y decidí tomármela, para evitar problemas con mi esposa. Me tomaba el remedio después del desayuno y después del almuerzo, sin ver ningún resultado. Cuando estaba a punto de acabarse el licuado, me recomendaron té de frijoles de tres tipos: negro, rojo y verde. Al día siguiente me mandaron té de los tres tipos de frijoles. No sabría explicar a qué sabía, pero ese té sabía mucho mejor que esos tallos, y por eso me lo tomaba pacientemente. A pesar de los bebedizos, empeoraba cada día: se me extendieron las manchas al brazo y al rostro. Consulté al Médico Dermatólogo, que no era especialista sino interino; él me atendió y me dijo: “Me parece que es un salpullido causado por el sudor”. Me recomendó que me bañara con agua tibia y sal, lo que me ocasionaba una picazón terrible que casi me volvía loco; al final


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esa mancha invadió todo mi cuerpo. En ese tiempo mi cuñada trabajaba en ese hospital y me recomendó un buen dermatólogo. Él era el Jefe de Dermatología; al verme lo primero que me dijo fue: “Ah, eso es un efecto secundario de un antibiótico. Por favor pase al departamento de dermatología, debe tomar un antibiótico”. Luego le dijo a la enfermera que quería ver todos los datos de los antibióticos que yo había tomado; cuando escuché la fórmula de ese médico llegó la fe a mi corazón. Era un efecto secundario de un antibiótico y extrañamente me mandó a tomar un segundo antibiótico. Era ilógico que si era causado por un antibiótico debía tomar otro. El Jefe del Departamento Médico revisó qué tipo de antibiótico había tomado anteriormente y luego me inyectó uno diferente. Era increíble, durante 15 días sufrí por causa de un antibiótico y eso era lo que tenía que tomar. En la noche las manchas del cuerpo se iban desvaneciendo. Al día siguiente desaparecieron y al tercer día estaba perfectamente. Entonces pensé que el Jefe del Departamento de dermatología no podía ser cualquiera. ¡Qué fórmula más exacta! Si lo hubiera encontrado desde el principio no hubiera tomado el licuado de tallos de guisantes, ni el té de frijoles, ni mucho menos me hubiera hecho esos baños que me mortificaban tanto. Primero debe haber un diagnóstico exacto de la enfermedad y luego sí formular el medicamento. Nuestra alma se enfermó por el pecado, pero nosotros no nos percatamos y creemos que pecamos por negligencia. Si una persona tiene tos, pero no sabe que la tiene, surge el interrogante ¿Por qué tengo tos? Voy a tratarla. La gente que piensa así, no conoce su condición; si se sanara del resfriado se libraría de la tos automáticamente; una persona que tiene fiebre tifoidea, aunque no quiera va a tener fiebre altísima, si la fiebre tifoidea se cura, automáticamente la fiebre se baja, y se resuelve todo el problema. Cuando el hombre es pecador, tiene el pensamiento inmundo y abominable, cuya causa de la enfermedad se llama pecado. Si alguno tuviera la enfermedad del pecado moriría pronto. En Santiago 1:15 dice: “Entonces la concupiscencia, después de que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado siendo consumado, da a luz la muerte”.

En la época de Noé, el juicio de Dios llegó a la gente por lo que Noé les había dicho, pero la destrucción no llegó al corazón de la gente. Cuando Noé terminó de construir el arca informaba: “Amigos, ya está lista el arca, Dios va a juzgar al mundo por agua, todavía están a tiempo, entren al arca por favor”, pero ellos se burlaban y ni siquiera, el inusual desfile de animales les abría los ojos: una pareja de jirafas entraron al arca; luego una pareja de tigres y de elefantes, etc. La gente veía esa escena sin descubrir lo que realmente ocurría. Si ellos hubieran estado conscientes de los hechos, hubieran pensado: “¿Será cierto, que pronto viene el juicio de Dios? ¿Cómo es posible que los animales entren al arca? ¿Si llueve mucho que pasará? Entremos al arca”. Pero se creían inteligentes y por eso no podían reconocer que algo extraño indicaba que iba a llover mucho. “¿Cómo va a vivir Noé junto a una jirafa? ¿Quiere hacer un circo? ¿Por qué llama a los animales?” En aquel momento todavía no había llegado la muerte al corazón de ellos. Cuando observo el corazón de esa época, me duele mucho ver un corazón frío, al que no le ha llegado la muerte. Algunas personas escuchan la palabra en la iglesia, sin un verdadero interés en su alma; solamente escuchan la palabra de Dios como una historia o literalmente, sin tener ninguna preocupación en su alma, porque no ha llegado la muerte a su corazón. Los que trajeron a la mujer adúltera, no tenían el corazón que ella tenía, por eso ellos fueron desechados y lanzados al infierno; sin embargo, hoy en día sigue ocurriendo lo mismo.

“¿QUÉ TENGO QUE HACER?” “Yo peco mucho y aunque me congrego, no estoy limpio de pecado, continuamente se levantan malos pensamientos en mí; si me muero, voy a ir al infierno, voy a caer en el lago de fuego del infierno ¿qué haré, qué haré? ¡Ay de mí!, ¡soy hombre muerto!”, decía un hombre. Hoy en día Satanás engaña a las iglesias en Corea del Sur para que la gente no tenga ese sentido. —Si usted cree en Jesucristo ¿puede ir al cielo?


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—Sí, por fe puedo ir. — ¿Cómo cree en Jesucristo? —Voy a la iglesia local todos los días. —Y ¿tiene pecado? —Claro que sí. —Incluso así ¿puede ir al cielo? ¿Cómo? —Por la fe que tengo. Aunque se rían de esa conversación, es la realidad de las iglesias de Corea. La fe verdadera nos trae la libertad de la condena del pecado. Si no resolvemos el problema del pecado escondido en el corazón profundamente, es porque no tenemos fe. Cuando la verdadera fe entra en nuestro corazón, nos sentimos liberados y limpios.

manera, por eso impide que la muerte llegue a nuestro corazón, y por lo tanto la salvación tampoco llega. Si alguien quiere salvarse, primero debe entender que su alma está en el infierno por el pecado. Si estuviera en esa situación, luego saborearía la salvación como un dulce. Después de leer la Biblia, un día conversé con una amiga de mi hermana mayor. En otra ocasión que conversamos me dijo que la Biblia solamente hablaba de guerras y grandes matanzas y que por eso no tenía mucho interés (esto es cierto si sólo leemos I, II Reyes en el Antiguo Testamento). En aquel momento se hablaba mucho de la guerra en Vietnam y entonces le pregunté: “Si su padre, o su hermano, o su novio estuvieran en la guerra de Vietnam ¿No se interesaría? Si en el televisor sale en directo una noticia sobre la Guerra de Vietnam, ¿no le subiría el volumen y le diría a todo el mundo que hiciera silencio, para poder escuchar?” La gente no tiene interés en la Biblia, porque cree que nada tiene que ver con su vida. Algunas personas dicen que no les gusta leer Josué porque salen muchos pasajes de la división del territorio que se ven muy aburridos, puesto que no tienen un terreno que aparezca registrado allí. Si hubiera aparecido su propiedad se habrían interesado muchísimo, ¿no es cierto? No puede relacionar su vida con la palabra de Dios, por eso no tiene interés en la Biblia. Si ustedes no están enfermos de lepra, no prestan atención a los medicamentos buenos para esa enfermedad. Si no está enfermo de SIDA, no tiene interés en el tratamiento; cuando el hombre nació en este mundo, ya nació muerto por el pecado y por lo tanto debe ir al infierno para siempre. Ésa es nuestra realidad, pero esa realidad no llega a nuestro corazón. Algunos dicen que aunque se casó, todavía, no se siente casado, otros dicen que aún siendo universitario, no puede sentirse universitario, pero la realidad es que si está en el ejército es militar y si está en la universidad, es universitario, aunque el sentimiento es diferente a la realidad. Lo real es lo real, la realidad de nosotros es que estamos en la destrucción pero si nos miramos a nosotros mismos, nos vemos muy correctos. El pecado está escondido pero continuamente emerge, produciendo más pecado. Si, examináramos la sangre de una persona con tifoidea en el microscopio, podríamos ver la bacteria de la fiebre tifoidea. Si

Ahora mi corazón fue purificado por fe Judas Iscariote vivía y andaba con Jesús, y fue al infierno. ¿Si se congrega y confiesa que cree en Jesús puede ir al cielo? Antes de eso debe obtener la fe verdadera. Si ésta entra en nosotros, primero llega el juicio de Dios, luego la condena y la muerte que nos lleva a preguntarnos: “¿Qué haré?” Es muy triste que muchos cristianos todavía no hayan recibido el perdón de pecado, aun siendo diáconos o ancianos de una congregación. Muchos cristianos creen que están muy bien ante Dios, por esta razón me siento triste de saber que aún teniendo pecado en el corazón están siendo engañados, creyendo que pueden ir al cielo. Génesis 2:16-17: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Cuando Adán escuchó la voz de Dios, Satanás se le acercó y le dijo: “No moriréis”. La palabra de Dios dice: “Ciertamente moriréis”, pero Satanás dijo al revés: “No moriréis”. Adán después de escuchar la voz de Satanás comió del fruto de la ciencia del bien y del mal. Hoy en día Satanás engaña de la misma manera: “Usted es buena gente, da diezmo, es muy fiel y sincero, por eso va a ir al cielo, mire cómo es de ferviente....” Satanás nos engaña de esa


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examináramos la sangre de un enfermo de hepatitis podríamos ver la bacteria de la hepatitis. Si tuviéramos un enfermo de cáncer, en la biopsia podríamos encontrar la bacteria del cáncer. Si encontráramos la bacteria de fiebre tifoidea, es porque está enfermo de tifoidea, si encontráramos el microbio de tuberculosis es porque es tuberculoso. De igual manera si se levanta la lujuria, la envidia, la fornicación y el corazón abominable, ésa es evidencia de que está enfermo de pecado. Si hay evidencia del pecado, tiene que ir al infierno, pero la gente no siente su realidad, por eso dice: “No siento que sea malo ¿por qué he de ir al infierno?” Mateo 8:12 dice: “Mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”; Juan 8:5 dice: “Y en la ley nos mandó Moisés a apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿Qué dices?” En Juan 8, llegó la destrucción al corazón de una mujer adúltera. La muerte y la maldición llegaron a ella; la vida de ella dependía absolutamente de lo que dijera Jesús. El destino de ella dependía de las palabras de Jesús. Y aunque no sale en la Biblia, ella escuchó atentamente la palabra de Jesús, tenía que escuchar con mucha concentración porque su vida dependía de una palabra. La voz del Señor llegó al corazón de ella “Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo, Ninguno, Señor, entonces Jesús le dijo. Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. (Juan 8:10-12) Si alguien tuviera ese corazón podría escuchar la voz del Señor. Basta que ustedes se reflejen en ese pasaje para aceptar que su pensamiento es abominable. Él les mostrará que su pensamiento es inmundo. Y si aun así, creyeran que pueden ir al cielo, están muy equivocados. La maldición llega cuando realmente estamos perdidos; si no ha venido el juicio y la maldición, sufriremos; si en cambio viene la maldición y el juicio a nuestros corazones, escucharemos la voz del Señor como la escuchó esa mujer adúltera. Si va a escuchar atentamente, Jesús le dirá tranquilamente: “Ni yo te condeno”. El Señor cambió la vida de ella, y le permitió experimentar un gran gozo y vivir con un corazón alegre, iluminado y santificado. No piensen en el pecado equivocado, solamente deben reconocer

en su corazón que son malditos, y que por eso siempre está surgiendo el pecado, y por lo tanto van para el infierno. Así como al corazón de la mujer adultera, llegó la maldición y el juicio, su alma va a recibir el perdón del pecado y podrá nacer de Nuevo.


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LA LEY DE LA GRACIA

Esta noche también vamos a leer Juan 8:1-11: “Y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.


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EL MATARIFE DE RESES QUE SE HIZO NOBLE

por eso trajeron a la mujer adúltera para probarle. Si Él hubiera dicho: “¡Apedréenla!”, entonces los fariseos habrían dicho: “Si usted vino a salvar a los pecadores, entonces ¿cómo puede decir que apedreen a esta mujer?”. Si Jesús les hubiera dicho: “¡No la apedreen!”, ellos le hubieran dicho: “La ley nos dice que debemos apedrearla, entonces ¿está usted invalidando la ley?”. Pero Jesús no les dijo que la apedrearan ni que la perdonaran, sino que se inclinó hacia el suelo y escribió en la tierra con el dedo.

Durante esta campaña hemos explicado a través de Juan 8 como la mujer sorprendida en adulterio y que debía morir apedreada recibió el perdón y se convirtió en hija de Dios. Aunque ustedes no fueron sorprendidos como la mujer adúltera, tienen pecado en su corazón. Si no están limpios del pecado, un día cuando se presenten ante Dios no podrán evitar el juicio. Nosotros desconocemos el nombre de la mujer sorprendida en adulterio; esta mujer puede ser usted o yo. Ella es el reflejo de nosotros que estamos llenos de maldad y debilidad, pero yo creo que esta palabra es para que tengamos certeza de nuestra salvación. Por eso no traten de aprender tan sólo un conocimiento de cómo la mujer sorprendida en adulterio, fue perdonada al encontrar a Jesús. Espero que comprendan que cada uno de ustedes es como esta mujer. Al igual que ella, yo también tenía el pecado pero fui salvo. Hoy en la mañana hablamos de cómo el corazón de la mujer sorprendida en adulterio estaba completamente derrumbado. Cuando Jesús se encontraba en el templo enseñando a los judíos, los fariseos y escribas trajeron a esta mujer sorprendida en adulterio y le dijeron: Maestro, esta mujer fue sorprendida en el acto mismo del adulterio, y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. ¿Qué dice usted maestro? Ciertamente, según la ley de Moisés, ésta mujer estaba sentenciada a morir apedreada. Se pueden imaginar ustedes, cómo estaría el corazón de ella cuando oyó a los fariseos y escribas decirle a Jesús, lo que la ley de Moisés mandó que se hiciera con tales mujeres. Seguramente ella estaba ansiosa por escuchar lo que iba a decir Jesús, pues su vida dependía de esa respuesta. Su corazón estaba inclinado hacia Él; toda su vida estaba en sus manos; todo dependía de su respuesta. Amados oyentes, ¿Alguna vez han estado tan atentos a la voz de Jesús? ¿Han comprendido ustedes, que la palabra de Jesús puede cambiarnos la vida si lo escuchamos atentamente? En el versículo 6 dice: “Esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo”; los fariseos buscaban un motivo para acusar a Jesús,

Hace mucho tiempo había un hombre en Han Yang (nombre antiguo de Seúl) que se dedicaba a matar reses y cerdos. En aquella época estas personas eran vistas con mucho desprecio; incluso en edades muy avanzadas eran irrespetados por el pueblo; vivían muy sometidos. Los hijos de los caballeros les daban órdenes y tenían que obedecerlas. Así que este hombre se cansó de llevar este estilo de vida y decidió ahorrar para irse a otra ciudad y vivir como un caballero. Él se trasladó a An Dong; se instaló en una casa apartada y luego divulgó un rumor que decía: “Soy noble”, y como su posición social no estaba escrita en su cara, se mostró como un hombre de alta sociedad. No obstante, las personas de alta sociedad en An Dong comenzaron a sospechar debido a su notoria inadaptabilidad en el grupo, por eso él intentaba encontrar el momento adecuado para convencerlos de su posición social. Pasado un tiempo, llegó una noticia desde Han Yang: un hombre de apellido Kim consiguió ascender a un puesto gubernamental muy alto. Este nombre le sonó muy conocido; hacía muchos años, el matarife había tenido la oportunidad de ayudar a Kim con una cantidad considerable de dinero, ya que estaba a punto de ir a la cárcel por culpa de una deuda con el gobierno. Así que el matarife le prestó el dinero suficiente para que pudiera cancelar la deuda y así superar esa difícil situación. De esta manera concluyó, que al parecer el señor Kim, no había tenido más tropiezos económicos y había ascendido lentamente hasta ser una persona muy importante en el gobierno. El matarife de reses, de buena fe, comenzó a divulgar en el pueblo, que él era el concuñado de Kim.


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Pero un día, pasaba por allí el hijo de Su excelencia Kim — encargado de la inspección del pueblo—, quién escuchó que allí vivía un hombre que decía ser el concuñado de su padre. Al hijo de Kim le parecía un rumor muy extraño, pues nunca había oído que su madre tuviera un hermano. Entonces, sintió mucha curiosidad y quiso averiguar quién era el que decía ser su tío. Así que buscó la casa de tal hombre, tocó la puerta y dijo: — ¿Hay alguien en casa? —Sí, ¿en qué puedo ayudarle? — ¿Se encuentra el dueño? —Sí, soy yo ¿en qué puedo servirle? — ¿Podríamos hablar unos minutos?... es sobre algo que quiero preguntarle. —Pase usted por favor —contestó el supuesto tío. En seguida, el hombre entró a la casa y le dijo al matarife: —Yo soy hijo de su Excelencia Kim y no recuerdo que mi madre tuviera un hermano, pero la gente del pueblo dice que usted es hermano de mi madre; por eso quería averiguar qué es lo que sucede. El matarife por poco se desmaya y pensó que debía revelar su identidad, así que inmediatamente se arrodilló ante el inspector y le suplicó perdón. —Explíqueme por favor lo que ocurrió —insistió el hijo de su Excelencia. El matarife se decidió y respondió: —La verdad es que en una ocasión, cuando yo era matarife en Han Yang, escuché que su padre tenía una gran deuda con el gobierno que le podía llevar a la cárcel. Ya que no tenía con qué pagar, yo le ofrecí el dinero que había ganado matando reses y cerdos, para que él pudiera pagar. —Poco tiempo después cansado de mi posición social, decidí trasladarme a este pueblo en donde nadie me conoce, pero no he logrado entrar en el estrato social alto; la gente ha comenzado a sospechar que yo no pertenezco a su clase y quieren discriminarme. Y hace poco, cuando escuché la noticia de que su padre había obtenido un alto cargo en el gobierno, comencé a decir sin mala fe que él era mi concuñado: rumor que se esparció por todas partes. Ahora que usted sabe toda la verdad, por favor

máteme. El hijo de Su Excelencia ya había oído esa historia de labios de su padre, quien le había dicho que quería devolver el favor al hombre que generosamente le había ayudado en aquella difícil situación. Por supuesto el inspector no lo mató, y en vez de eso, decidió cumplir el deseo de su padre y le dijo: —De ahora en adelante usted no va a ser más matarife, ni un extraño, sino que va a ser mi tío. —Disculpe, ¿de qué está hablando? Yo apenas soy un matarife. —No. Usted es mi tío. Entonces el hijo de Su Excelencia planeó toda la situación y le dijo: —Usted hará todo lo que yo le diga mañana. Al día siguiente el hijo de Su Excelencia mandó a sus criados con caballos para que fueran hasta la casa del matarife. Todo el pueblo salió a ver lo que estaba sucediendo. Al abrir la puerta la gente podía ver que él estaba al fondo del patio. Y los criados le dijeron al matarife: —Mi amo dice que lo quiere saludar con reverencia, que por favor vaya a verlo. — ¿Qué? ¿Cómo? —les gritó el matarife levantándose —. Aunque él tenga una posición alta ¿cómo puede exigirme que yo vaya a donde él a saludarlo? ¿Qué es esa falta de respeto con su tío? Los criados del hijo se llenaron de miedo y se fueron. La gente del pueblo murmuraba: “¡Qué hombre tan importante, que puede gritarle al hijo de su Excelencia!” Un rato después llegó el hijo de Su Excelencia: —Tío, por favor perdóname, cometí una falta —decía con reverencia. — ¿Qué es esa falta de respeto? Aunque seas muy importante, ¿cómo puedes faltar al respeto a tu tío? —Cometí un gravísimo error. ¡Perdóname por favor! —exclamaba el inspector. La gente del pueblo estaba sorprendida de ver el rango de ese hombre. Así que un rato después el matarife dijo: —De acuerdo sobrino, puedes seguir.


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Entonces el hijo de Su Excelencia le dio una gran reverencia. Ese día ellos compartieron la comida y el vino y después el hijo de Su excelencia se marchó a Han Yang. Después de esto, la gente del pueblo decía que allí vivía un caballero muy importante y todos lo respetaban mucho. Cuando el inspector regresó a Han Yang le contó todo a su padre y éste dijo: “Hiciste muy bien, devolviste el favor a ese hombre por mí”. Pero el hermano mayor que estaba junto a él, se enojó al escuchar eso y enseguida cabalgó hasta la otra ciudad para arrestar a ese impostor. Al llegar a la ciudad pidió cinco soldados que lo acompañaran para ir a la casa de aquel hombre. Cuando llegó a aquel lugar gritó: “¡Salga inmediatamente a recibir su sentencia, el impostor que dice ser mi tío!” Cuando el matarife vio toda esta situación sintió mucho miedo y le pareció que el cielo le caía encima. Pero cuando una persona se encuentra ante una situación de vida o muerte, adquiere una fuerza extraordinaria para luchar, por esto él pensó: “Si he de morir, que muera; pero lo intentaré por última vez”. Entonces tranquilamente le dijo al hijo mayor: — ¡Al fin llegaste! — ¡Qué es esa falta de respeto! ¡Atrápenlo inmediatamente! — vociferaba el muchacho lleno de ira a causa de semejante trato. —-¡Qué barbaridad!, volviste a perder el conocimiento, yo ya te había curado de tu locura —fingía el hombre. — ¿Usted quiere morir, verdad? —gritaba casi enloquecido al escuchar al impostor. — ¡Cómo es posible, estás volviéndote loco! —Insistió el hombre— Qué están haciendo ahí parados, ¡sujeten inmediatamente a ese muchacho! Mientras el joven ya estaba a punto de desmayarse de cólera, el matarife dijo a los soldados: —Amárrenlo inmediatamente y llévenlo al cuarto porque voy a curarlo. La verdad es que cuando estaba pequeño, no pude terminar de curarlo por insistencia de su padre. El hijo mayor seguía gritando como un loco. Los soldados estaban confundidos puesto que ya habían comprobado que efectivamente el hombre era el tío, entonces amarraron al hijo mayor y lo llevaron al cuarto.

—Aunque estuviera loco, ¿cómo es posible que no reconozcas a tu tío? —fingía en voz alta el hombre. Entonces, el “tío” mandó a los soldados a comprar unas hierbas medicinales, las acomodó en sus manos, les prendió fuego y las puso sobre la espalda del muchacho. Mientras tanto, el hijo mayor seguía desesperado: —Apenas me suelten ¡lo voy a matar! —gritaba mientras lo enloquecía el dolor de espalda a causa del fuego. Pero el hombre argumentaba muy tranquilamente que era la única manera de curarlo: —Aunque estoy muy ocupado, trataré de curarlo definitivamente. El “tío” puso otra vez el fuego sobre la espalda y cuando llevaba diez veces de hacerlo, el joven, ya muy trastornado, sintió que perdería la conciencia; así que decidió cambiar su estrategia: —Tío, ¿por qué me haces esto? — ¡Ah! Parece que ya está recuperando el conocimiento. — ¿Qué estaba diciendo yo ahora tío? —No me reconocías y decías que yo era un matarife de animales. — ¡No tío! ¿Cómo puedo decir eso de ti? Tú eres mi tío. —Parece que estás mejorando, pero todavía faltan unos diez tratamientos más. Yo creía que te habías curado, pero te volviste loco nuevamente, por lo tanto esta vez quiero estar seguro. ¡Resiste un poco más! —Por favor tío, ¿qué estás haciendo? yo ya estoy bien. Mira, estoy completamente bien. Tú eres mi tío, ¿no? Tú me salvaste cuando yo casi me ahogo en un río. Tú eres mi tío. —Bueno, te estás restableciendo pero creo que no es suficiente. Por lo menos unas diez veces más tengo que quemarte. —Perdóname tío, cometí un error. Ya recuperé mi conocimiento —suplicaba el hijo mayor. —No, no es suficiente. Por lo menos unas cinco veces más — respondía al mismo tiempo que colocaba las hierbas ardiendo en la espalda del joven. —Tío, ¿qué estás haciendo? ¿Me estás curando o me estás matando? —preguntaba casi cocinado. — ¡Por supuesto que te estoy curando!


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—Tío, si quieres curarme, por favor apaga ese fuego. Si sigo así me voy a morir —dijo con voz debilitada justo antes de comenzar a llorar. El hombre al verlo pensó: “No puedo tratarlo tan mal”, entonces le dijo: —Si te dejo en libertad, ¿vas a seguir diciendo que no soy tu tío? —Cuando te dije eso yo estaba fuera de sí. ¿Cómo puedo decir que tú eres matarife de animales? Estaría deshonrando el apellido de la familia —afirmó el hijo mayor. —Si apago el fuego en este momento… ¿qué vas a decir? —preguntó el hombre. —No voy a decir nada. Simplemente regresaré al lugar de donde vine y le diré a mi padre que tú me curaste. — ¿Me lo prometes? —Sí tío. —Está bien sólo lo voy a quemar dos veces más. —Por favor sálvame, me estoy muriendo —imploró de nuevo. Entonces el hombre mandó a apagar el fuego; y apenas el joven estuvo libre, hizo una gran reverencia al hombre y sin decir una sola palabra regresó al pueblo. Por eso el matarife de reses pasó a ser, oficialmente, una persona de alta alcurnia después de pasar semejante situación.

pregunta contestan: “Sí, soy justo”, y en seguida les pregunto que cómo se convirtieron en justos y ahí no saben responder claramente: unos contestan que por fe; pero yo digo: “¿Con qué fe?” Muchas personas no pueden contestar con seguridad que son justos, por eso a veces sienten que son pecadores y otras veces sienten que son justos. ¿No les ocurre lo mismo a ustedes? Si ustedes leen más la Biblia, oran más, obedecen la palabra de Dios, sienten que son justos; pero cuando se la pasan peleando, insultando o mintiendo, sienten que son pecadores. En la vida espiritual existen este tipo de personas: el pecador, como la mujer adúltera, cuyo corazón derrumbado y condenado a morir podría salvarse para siempre. Y aquellos que algunas veces sienten que son pecadores y otras veces sienten que son justos; entonces concluimos que estos últimos son iguales a los murciélagos: son como pájaros y también como ratones. Este tipo de personas sólo van a recibir la condenación ante Dios y no hay ninguna esperanza para ellos. Hoy en la noche les hablé sobre cómo un hombre pudo cambiar su posición social y creo que no hay nadie qué no haya entendido cómo el hombre de la historia se convirtió en caballero. Ahora quiero hablar sobre cómo un pecador puede convertirse en justo. En Juan 8:6 dice: “Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.” Luego en el versículo 8 dice: “E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra”. Tengamos presente estos versículos y leamos Romanos 4:4-5: “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. ¿De quién habla?, ¿quién justifica al hombre? Dios, ¿no es cierto? Quiero que contesten en silencio esta pregunta. ¿A quiénes dijo Dios que están justificados? No son aquellas personas que guardan los días de reposo, que leen la Biblia, que llevan una vida impecable, que dan diezmo. La Biblia dice claramente quiénes son los justificados. Si Dios le dice a cada uno de ustedes hoy que son justificados, serían muy dichosos ¿verdad?

HOMBRES QUE SE ASEMEJAN A LOS MURCIÉLAGOS Acabamos de hablar sobre un hombre que cambió su posición social. Queridos oyentes, hay un camino que convierte al pecador en justo. Ustedes nacieron bajo el pecado, viven con él, pero así como hay maneras de cambiar la clase social, también existe un camino para convertirse en justo. Muchas personas desconocen el camino, por eso dicen que son justos y otras veces dicen que son pecadores; no se deciden. Muchos afirman que son pecadores justos y otros dicen que son pecadores justificados por Dios. Y entonces cuando les pregunto: “¿Eres pecador o justo?”, aceptan que son pecadores; pero cuando les digo: “Van a ir al infierno”, cambian de opinión, sin saber lo que están diciendo. Hay otro grupo de personas que a la misma


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“ESTÁ ASCENDIDO”

rrumpió enérgicamente al joven. Cuando estamos en un juicio, debemos tener mucho cuidado en acatar lo que dice el Juez y reconocer que cometimos un error, porque si decimos algo que nos perjudique la condena podría aumentar. Lo interesante aquí es que, la palabra del juez es ley. Se gastaron veinte minutos aproximadamente en el juicio de doscientos personas. El secretario nos decía: “Firmes y den reverencia”. Cuando el juez se fue, el secretario comenzó a recoger las multas y a otros los llevaron a la cárcel y no hubo reclamo. Solamente se hizo lo que dictaminaba el juez. Nuestro Dios es un Juez Justo. La Biblia dice claramente quiénes son los justificados. Romanos 8:29-30: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó, y a los que llamó, a éstos también glorificó”. Dios dice que a los que llamó justificó; entonces si Dios dice que una persona es justa, ¿es una persona justa o no? Claro que sí. Si Dios dice que es justificado entonces es justo. Si le dice al hombre que es impío, es impío ¿no es cierto? Por eso no importa cómo nos sentimos, sino el punto de vista de Dios. Cuando Joo Young Jung era Gerente de Hyundai, visitó la empresa y saludó a un muchacho que se encontraba limpiando el piso: “Jefe, está trabajando muy duro”. El muchacho se sorprendió muchísimo y respondió: “No señor, yo no soy ningún jefe”. Entonces el gerente le dijo: “Si yo le digo que usted es jefe desde hoy, inmediatamente se hace jefe de un departamento; nadie puede decir lo contrario”. Cuando Seong Man Lee era presidente, él visitó de manera sorpresiva una población; un Cabo Tercero estaba limpiando el patio y el Presidente le preguntó: —Buenos días, ¿cuál es su rango? —Sí señor, soy Cabo Tercero. — ¿Hay otro rango más alto que el suyo? —Sí señor, Cabo Segundo. — ¿Y más arriba? —Sí señor, Cabo Primero. — ¿Qué hay más arriba?

Hace tiempo cuando yo estaba en Tae Gu, un oficial de tránsito me detuvo por manejar mi bicicleta sin la luz delantera; así que iba a ser enjuiciado por primera vez. Dejé la bicicleta en la comisaría y al día siguiente, muy temprano, vino a recogerme una patrulla que me llevaría hasta el tribunal para recibir la sentencia del juez. En la patrulla había también otras personas que la noche anterior habían tenido una pelea después de tomar; otros que no pagaron una cuenta, etc. El vehículo era pequeño pero cabían cerca de doscientos infractores. En esa noche había alguien que tomó licor y no pagó, iba también un muchacho de cabello largo, algunas muchachas vestidas con mini falda…etc. Habitualmente el juez llegaba a la una de la tarde y estábamos esperándolo desde temprano. Mientras esperábamos el juicio, algunos compraron un cuchillo gracias a una empleada del supermercado y le cortaron el cabello al muchacho, las muchachas alargaron sus faldas… hoy en día esto suena raro ¿no es cierto? Luego llegó el juez y comenzó. El secretario nos gritó: “Todos firmes hacia su Señoría, den reverencia”. El juez se sentó, luego nos sentamos nosotros. Éramos pecadores; cuando alguien comete un delito es un delincuente, ¿no es cierto? El juez consideraba cada delito y de acuerdo a esto castigaba a los infractores; de esta manera, fue dictando una multa para cada uno mientras el secretario tomaba nota; el estricto hombre nombraba a los infractores y uno que estaba borracho respondió: —Sí señoría. —Levántese, por favor. —Sí, señoría. — ¿Por qué después de emborracharse, no pagó? —La verdad no lo hice… —Ah, ¿Y todavía sigue ebrio? ¡Siete días de detención! ¡Usted! Pronunció el juez dirigiendo la mirada a un joven. —Sí señor. —Usted, tan joven, cuénteme por qué razón estaba borracho e hizo escándalo. —Su Señoría, la verdad yo… —Todavía no se ha arrepentido… ¡cinco días detenido! —inte-


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—Sí señor, Sargento Segundo. — ¿Y aún más arriba? —Sí señor, Sargento Vice Primero. — ¿Qué sigue? —Sí señor, Sargento Primero. — ¿Sigue algo más? El Cabo Tercero no supo responderle más y el Presidente dijo: —Está ascendido. Desde aquel día él se hizo Sargento Primero. Aunque él era Cabo Tercero, el Presidente le ordenó ser Sargento Primero, ¿esto podría ser o no ser? Claro que sí. Hablando en términos más fáciles, aunque una persona fuera sentenciada a muerte, el presidente tiene el poder de perdonarla. Si una persona se dirige al sitio de ejecución y el presidente enviara una carta de indulto, el convicto no sería ejecutado. Apenas el Presidente Lee ascendió al Cabo Tercero, el secretario del Presidente preguntó el nombre, código de soldado y lo envió al cuartel de la Fuerza Armada Nacional. El Presidente le dio la orden de subir de rango. La misma noche, desde el cuartel de la Fuerza Armada Nacional el Presidente envió esa nueva orden. ¿Ese soldado era Cabo Tercero o Sargento Primero? Aún no había cumplido un año de haber entrado al servicio militar, ¿cómo podía ser Sargento Primero? No importaba cuando había comenzado su servicio militar, lo importante era que el Presidente lo había ascendido. Para llegar a Sargento Primero, un cabo necesita mucho tiempo: podría tardar veinte años. Pero cuando el Presidente dijo: “¡Está ascendido!”, el Cabo Tercero se hizo Sargento Primero. Al día siguiente, el Sargento Segundo llegó ebrio a la población y además no sabía que el Presidente le había dado una orden especial al Cabo Tercero. Cuando el Sargento vio al Cabo Tercero con la jineta de Sargento Primero dijo muy molesto: — ¡Qué Bárbaro! si se quiere colocar un nueva jineta, ¿por qué se colocó la de Sargento Primero en vez de la de Cabo Segundo o primero? Si el joven hubiera dicho: “Sí señor, perdóneme”, ¿habría demostrado tener fe? No. Si tuviera fe, ¿cómo habría actuado? Respondería de manera tajante al Sargento Segundo: “¿Le parece

de mentiras la jineta de Sargento Primero? ¡Firme!” Entonces el Sargento Segundo se enojaría muchísimo. Pero él se dio cuenta que no era una broma. Así que el Sargento Primero lo llamó: “Por favor venga acá, ¿usted sabe leer este documento?: El Cabo Tercero fue ascendido a Sargento Primero. ¿Ahora entiende?” “Sí señor ya entiendo”, respondió el Sargento Segundo. Ese Cabo Tercero había sido anteriormente maltratado por su superior y decidió vengarse. Entonces el recién ascendido Sargento Primero lo gritaba mientras el Sargento Segundo le suplicaba perdón. El presidente dio la orden especial de ascenderlo a Sargento Primero, pero si él se hubiera puesto la jineta de Cabo Primero, ¿hubiera tenido confianza en la palabra del Presidente?

JUEZ JUSTO ¿Cómo nosotros que somos seres humanos tan débiles, podríamos presentarnos impecables ante Dios? No podemos presentarnos de ninguna manera ante Él, sin pecado y justos; sólo Dios nos puede hacer justos, por eso Dios nos justificó y Él puede decir que somos justos ante Él. Romanos 8:30: “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó, y a los que justificó, a éstos también glorificó”. ¡Amén! ¡Aleluya! ¿Qué nos dijo Dios? “A los que llamó, a éstos justificó”. Aquí lo importante es que cuando Dios nos justificó, ¿nos hicimos justos? o ¿todavía somos pecadores, solamente llamándonos justos? ¿Ustedes creen que Dios nos justificó y por eso somos justificados? Pero los que piensan que Dios nos justificó aunque no seamos santificados, están diciendo que Dios es malo y mentiroso. Dios que es un Juez Justo, cuando encuentra un hombre que ha sido justificado, puede decir que es justo y cuando no ha sido justificado, puede decir, que no es justo. ¿Cómo puede decirle a una persona que tiene pecado, que es justa? ¿Están confundidos? Pues la Biblia nos resolverá todas las dudas. Ahora vamos a volver a Juan 8:5: “y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres, ¿tú pues qué dices?”. Cuando


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Jesús estaba enseñando en el templo, los fariseos y los escribas llevaron a la mujer adúltera. Si ustedes fueran Jesús ¿qué hubieran hecho? ¿Esta mujer tenía que morir apedreada porque violó la ley? Dios vino a salvar a los pecadores, pero si Jesús hubiera dicho que la apedrearan, entonces no hubiera podido salvarla y si Jesús no la salva nadie lo habría hecho. Entonces Jesús tendría que decir: “Esta mujer es justa, ¿no cometió ningún pecado?” No, de ninguna manera; si esa mujer fue sorprendida en adulterio, ¿cómo puede decir que no tiene pecado? Jesús tenía que rescatar a esta mujer, pero ella claramente había cometido adulterio. Entonces si Él les dice a los fariseos y escribas que la mujer es pecadora, la van a matar apedreándola. Y si dice que es justa, e st a r ía m i nt iendo. Si ustede s f uera n Je sús ¿qué ha r ía n? Perdonarla, ¿aunque pecó?; alguna vez ustedes también cometieron pecado, ésta es la respuesta a esa pregunta. Romanos 3:26: “Con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. ¿Qué dice la palabra de Dios? Él sea el justo, y el que es de la fe de Jesús también es justo; pero si Jesús dice que un pecador es justo, entonces Él sería un difamador. Él debe decir al que cometió el pecado, pecador y decir al que es justo, justo. El problema que encontró Jesús era que si condenaba a la mujer, no la podría salvar; y si decía que era justa, entonces era un mentiroso. Dios es un Juez Justo y no puede decir que es justo al pecador. Entonces ¿de qué manera, Jesús y los que tienen fe pueden ser justos? Primero, Jesús no cometió ningún pecado, por eso sólo necesita que los que creamos en Él no tengamos pecado para ser justos con Él. Pero la mujer adúltera, sí tenía pecado, entonces Jesús no podía decir a los fariseos y escribas que ella era justa ¿me comprenden? ¿De qué manera Jesús y nosotros podemos ser justos? En la actualidad, existen muchos falsos teólogos que no entienden el significado de la Palabra de Dios; dicen que Dios nos justifica aun siendo nosotros pecadores. Esto es completamente falso; Dios nunca dice que un pecador es justo. Dios llama a los que tienen pecado: pecadores. Vamos a leer juntos otra vez Romanos 3:26: “Con la mira de

manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús” Vamos a leer otro versículo de la Biblia, Proverbios 17:15: “El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominables a Jehová”. ¿Qué dice la palabra de Dios? Dios abomina al que justifica al malvado, por eso Dios nunca va a justificar al malvado.

LA LEY DE LA GRACIA Jesús comenzó a escribir en la tierra con el dedo para solucionar la tarea que dice que Él es justo y nos hace justificados. ¿Por qué escribió Él en la tierra? para justificar que aunque obviamente ella había pecado, Él mismo debía mostrarse justo. Alguien me preguntaría: “Pastor, ¿Qué relación tiene esto?” Sí, tiene mucho que ver con ese pasaje de la Biblia. En la Biblia hay dos pasajes donde Jesús escribió con sus dedos. En Daniel 5:25 (Antiguo Testamento), sale que los dedos escribieron en la pared del palacio real: “Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL UPARSIN.” Pero ese dedo era del hombre, dice la Biblia. La primera vez que aparecen los dedos de Dios es en Éxodo cuando Jehová ordenó a Moisés los diez mandamientos. El los escribió con sus dedos: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esta arriba en el cielo ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las honrarás, no tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano, acuérdate del sábado para santificarlo, no matarás, no cometerás adulterio, no hurtarás, no dirás contra tu prójimo falso testimonio”. Si Dios juzgara de acuerdo con lo que escribió con sus dedos, entonces la mujer tenía que ser condenada a muerte. Pero hay una llave que abre la sorprendente promesa que Dios nos dio en Jeremías 31:31-33: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto,


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aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré su Dios y ellos me serán por pueblo”. Lo que Dios escribió primero fueron los diez mandamientos; pero esto trajo pecado y muerte al mundo. Por eso son llamados también: “Ley del pecado y de la muerte”. Si hubieran sido juzgados por esta ley, entonces no sólo la mujer sino todos nosotros hubiéramos sido pecadores y estaríamos condenados. Dios no nos puede salvar según la ley del pecado y de la muerte, por eso hizo un nuevo pacto descrito en Jeremías 31:33: “Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré su Dios y ellos me serán por pueblo”. Lo que estaba escrito en la tabla de piedra es una ley que condena al ser humano y lo lleva a la muerte; antes de la nueva ley, no sólo la mujer adúltera sino todos nosotros no hubiéramos podido ser salvos. Para salvarnos Dios cambió la ley y estableció una nueva: “La ley de la gracia”. Jesús tenía que salvar a la mujer adúltera, pero no podía salvarla sin cambiar la ley antigua puesto que ésta la condenaba y por eso estableció una nueva ley. Al igual que la primera, la segunda también fue escrita con el dedo de Jesús. Este nuevo pacto es diferente al antiguo. Cuando Jesús escribió en tierra con su dedo delante de la mujer adúltera, en ese momento terminó la ley antigua y comenzó el nuevo pacto. Si la mujer adúltera hubiera sido juzgada por la ley del pecado y de la muerte, ella hubiera tenido que morir apedreada, pero bajo el nuevo pacto fue juzgada con la ley de la gracia, y así no hubo condenación para ella. Romanos 8:1-2: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. Luego en el versículo 2 dice: “porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” Aquí salen dos tipos de ley, la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús y la ley del pecado y de la muerte. Dios cambió los

mandamientos, a la ley del Espíritu de vida. Cuando llegó esta nueva ley fuimos liberados de la ley del pecado y de la muerte. Visto bajo la perspectiva de la antigua ley, es cierto que somos pecadores, pero al ver desde el punto de vista de la nueva ley, nuestros pecados ya fueron entregados a nuestro Señor Jesucristo. Por eso la ley del Espíritu de vida es una ley de gracia. No es por nuestro esfuerzo, sino por medio de la obra de Dios en Jesucristo que traspasó nuestros pecados a Él. Claramente nosotros pecamos, pero cuando Dios nos ve bajo la ley de la gracia, nuestros pecados son traspasados a Jesús y somos justos ante Dios.

LA SANGRE REDENTORA Romanos 3:23-24 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Somos justificados por medio de la ley del Espíritu de vida, por la redención en Cristo Jesús, por eso no es mentira cuando Dios dice que somos justificados. Cuando Él nos justificó, ya nuestros pecados habían sido traspasados a Jesús. Por nuestros pecados, Jesús murió en la cruz. No solamente llevó los pecados pasados, sino también los futuros y los presentes, razón por la cual cuando Dios nos mira no tenemos ningún pecado y somos justos. Aunque ustedes sean pecadores Dios ignora sus pecados, ¿será que les llama justos y les reconoce santos? Si fuera así, nuestro Dios no sería un Dios de justicia. Dios nunca puede llamar justo a un pecador. Jesucristo murió en la cruz para que fuésemos justos. Si Dios justificara al pecador, no hubiera mandado a Jesús a morir en una cruz; porque Dios es un Juez Justo; no puede decir a un pecador que es justo, por eso llevó todos nuestros pecados y los clavó en la cruz. Todos nuestros pecados fueron purificados en la cruz y somos justificados. Aunque ustedes no se acuerdan de todos sus pecados, hace 2000 años, absolutamente todos los pecados fueron traspasados a Jesús y fueron resueltos en la cruz; por eso no somos pecadores ante sus ojos.


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5. La ley de la gracia

Hace mucho tiempo había un juez que condenó a su hermano a pena de muerte. Para salvar a su hermano, el juez se entregó para morir en lugar de él. Él era un juez justo. Si él hubiera sido injusto, hubiera dicho que su hermano no cometió ningún delito. Pero para ser justo tuvo que condenarlo a muerte. Dios nunca dice que un pecador es justo, por eso su Hijo murió en la cruz por nosotros para que fuésemos justos. Él tenía que llevar primero nuestros pecados. Desde el momento en que Jesús fue crucificado, derramó su sangre y murió, ya no hay más pecado en nosotros. No quedó pecado porque Dios quitó hasta el mínimo pecado que hay en nosotros. Aunque fuera descubierto, ya ese pecado fue resuelto en la cruz. La ley del Espíritu de vida es una ley de gracia que traspasa nuestros pecados a nuestro Señor Jesucristo y con su muerte en la cruz, nos libramos de éstos. En cambio los mandamientos son ley del pecado y de la muerte. La mujer adúltera, según la ley antigua debía morir apedreada, Jesús no podía responder a los fariseos y escribas que era justa, por eso cambió la ley. Cuando Jesús estaba escribiendo con su dedo se refiere a la promesa de Dios en Jeremías 31:31. Después de escribir en tierra dijo: “el que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” Entonces todos se fueron y Él le dijo a la mujer: - Mujer: ¿Dónde están los que te condenan? ¿Ninguno te condenó? - Ella dijo: Ninguno, Señor. - Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete y no peques más. ¿Por qué Jesús le dijo: “Ni yo te condeno”? Porque por medio de la ley de la gracia, Jesús llevó sus pecados. Romanos 3:23-24 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Por eso cuando Dios nos mira, somos justos ante Él. “Cuando mi Hijo murió en la cruz y derramó su sangre todos fueron justificados y redimidos de sus pecados”. Cuando Dios miró la Cruz de su Hijo se alegró mucho. Cuando Dios nos miró, ya nuestros pecados estaban redimidos. Somos justos ante los ojos de Dios. ¿Acaso Dios se equivocó? No, de ninguna manera.

Cuando Dios mandó a su hijo a morir en la cruz, El llevó hasta nuestro más mínimo pecado e hizo que todos nuestros pecados fueran limpiados completamente, razón por la que Dios nos dice que somos justos. Como dice la palabra de Dios: “No hay bueno, ni uno solo“. No hay ningún ser humano que pueda llegar a ser justo y que no cometa ningún pecado. Por eso Dios nos hizo justos llevando nuestros pecados por medio de la muerte en la cruz y el derramamiento de la sangre de Cristo Jesús fuimos redimidos. No quedó ningún pecado en nosotros. Así, Hebreos 10:17 dice: “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”. Cuando los fariseos y escribas trajeron a la mujer adúltera delante de Jesús, le preguntaron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley mandó Moisés, apedrear a tales mujeres, Tú pues ¿que dices?” Él tenía que salvarla, pero ella había fallado, por eso tuvo que cambiar la ley; no según la ley del pecado y de la muerte, sino según la ley del Espíritu de vida. Este fue el motivo por el que Jesús escribió en tierra con su dedo. Dios escribió por primera vez con su dedo los mandamientos que eran la ley del pecado y por segunda vez escribió la ley del Espíritu de Gracia. “Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (Jeremías 31:33) “y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones” (Hebreos 10:17). No tenemos necesidad de esforzarnos para limpiar nuestros pecados. Todo fue hecho por Dios. Sólo tenemos que creer esto. Muchas personas no creen que Jesús se llevó todos nuestros pecados, por eso se esfuerzan para purificarse. Si la gente aún cree que tiene pecado en su corazón, entonces está pensando que la muerte de Jesús fue en vano; esto es una actitud abominable y los que así piensan son pecadores. La muerte de Jesús es una muerte redentora y su sangre es redentora; si ésta no puede lavar nuestros pecados, entonces habría sido derramada en vano. Pero esta sangre es redentora, porque lavó por completo nuestras faltas. “Moisés mandó apedrear a tales mujeres. Tú pues, ¿qué dices?” Jesús cambió la ley para que la mujer pudiese ser justa, y escribió en tierra la nueva ley. Desde entonces la falta que cometió la mujer adúltera fue traspasada completamente a Jesús y fue


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justa. Nosotros también, desde el punto de vista del mandamiento de la ley, sólo tenemos condenación y muerte; pero por la gracia de Jesús que se llevó nuestros pecados, somos justos. Romanos 4:4 dice: “Pero al que obra, cuenta el salario como un regalo, sino como deuda, mas al que no obra sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. Claramente nosotros éramos impíos, pero somos justos ante Dios porque Jesús murió por nuestros pecados. Si Dios nos dice que somos justos, entonces debemos creer esto. La gente que dice: “Señor, soy pecador”, no cree en Él. “El que cree en aquél que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” Mi anhelo es que la palabra de Dios les muestre su misericordia a través de la Santa Escritura. Dios los bendiga.


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DIOS ES EL QUE JUSTIFICA

Vamos a leer Juan 8:1-11: “Y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.


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EL MEJOR JUGADOR DE AJEDREZ DEL MUNDO

—Soy del campo, y vine a esta ciudad a hacer una diligencia. —Entiendo, claro que sí, siga por favor —invitó el dueño. Muy pronto, el ajedrez se convirtió en el tema central de la conversación: —He llegado hasta aquí porque yo sé jugar ajedrez más o menos —declaraba el anciano—, pero quisiera saber que se siente jugar con el mejor del mundo. — ¡Ah!, claro que sí, juguemos —dijo el gran jugador mientras alistaba el tablero. Durante la apertura del juego, el gran jugador agregó: — ¿No tendría más interés el juego si apostáramos algo? ¿Qué opina? —Claro que sí —accedió con entusiasmo el anciano. Los dos hombres se pusieron de acuerdo y dejaron la apuesta en 20 piezas de plata. Los jugadores se mostraron muy concentrados y sólo de vez en cuando interrumpían el silencio: — ¡Jaque! —anunció con prepotencia el gran jugador. El anciano estaba siendo acorralado por su rival y ya no tenía mucho qué hacer. Y al cabo de unas jugadas más, el mejor jugador del mundo anunció triunfante: — ¡Jaque mate! El anciano no pudo contrarrestar el ataque y tranquilamente reconoció su derrota: — ¡Oh! Es increíble, usted juega muy bien. —Ahora… Sería tan amable de pagarme las 20 piezas de plata —solicitó el ganador. Cuando éste le dijo así, el anciano se sintió mal y muy avergonzado le respondió: —Sé que yo me comprometí con usted, pero ahora no tengo piezas de plata; en vez de eso tengo un asno. Creo que él vale más de 20 piezas de plata ¿podría ofrecerle mi asno? Fueron a mirar el asno y el ganador se dio cuenta que era un animal saludable y muy bien cuidado. Así que le dijo con sinceridad: —Me parece que ese asno vale mucho más, ¿no sería mejor que me pague las piezas? —Pero ahora no tengo dinero, ¿podría usted aceptarlo por favor?

Anteriormente compartimos Juan 8:5 “Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿Qué dices?” Recordemos nuevamente cuando Jesús escribió en la tierra con el dedo. Los fariseos y escribas esperaban que de Jesús saliera cualquier tipo de respuesta, obviamente la mujer adúltera debía ser apedreada según la ley puesto que fue sorprendida en el acto mismo del adulterio; pero no fue así, porque Nuestro Señor vino a salvar a los pecadores. Si Jesús hubiera dicho que la apedrearan, Él no hubiera sido el Salvador del mundo. ¿Cómo podría ser Salvador del mundo, sin siquiera salvar a una mujer adúltera? Si Jesús le hubiera dicho que era justa y que no tenía pecado entonces sería un mentiroso y no un juez justo. Era necesario hacer justicia tanto para la mujer, como para Jesús. Es preciso cambiar de la ley a la gracia para que ambas partes sean justificadas. Dios escribió los diez mandamientos con su dedo en las tablas que le dio a Moisés. Él cambió la ley para constituir otra en nuestro corazón. Jesús cargó toda la condena de esa mujer adúltera, y cuando fue crucificado ella ya no tenía la condena y por eso Jesús les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar a piedra contra ella” (Juan 8:7). Jesús le dijo a esa mujer: “Ni yo te condeno vete, y no peques más”. Hoy quiero compartirles el versículo 9: “Pero ellos, al oír esto, acusados por su consciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros, y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio” Hace muchos años en China, un anciano que vivía en el campo necesitó hacer un recorrido de varios días en asno para ir a la ciudad. Ya en la ciudad, le llamó la atención una casa cuyo techo sostenía un cartel que decía: “El mejor jugador de ajedrez del mundo”. Entonces el anciano y su asno entraron a esa casa. —Buenos días ¿Sería posible hablar con el dueño? —saludó el anciano. — ¿Qué se le ofrece? —respondió el dueño. —Yo vine, porque aquí vive el mejor jugador de ajedrez del mundo. — ¡Sí señor!, pero ¿de dónde viene usted?


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— ¡Es una lástima que se vaya sin el asno! ¿No hay ningún problema? —No se preocupe, no hay problema, yo perdí ese juego — aceptó el viejo. El anciano se fue muy desanimado, pero el ganador estaba contento puesto que había conseguido fácilmente un asno que le serviría como medio de transporte. Así que le hizo una caballeriza, lo bañó, le dio buen alimento, le puso una montura y luego dio una vuelta al pueblo con su asno. Estaba muy contento porque antes debía andar a pie. Mientras hacía el recorrido, este hombre y su bestia atraían las miradas de los vecinos, por lo que él se sentía muy orgulloso. Ya había transcurrido una semana cuando el antiguo dueño del asno lo visitó nuevamente. — ¿Cómo está señor? —saludó el anciano. — ¿Cómo le va a usted? ¿En qué le puedo servir? —respondió. —Me gustaría jugar una vez más con usted. —Señor, su nivel de juego no puede compararse con el mío. —Pero, ¿no podría atenderme nuevamente, por favor? —insistió el anciano. —Está bien, pero, ¿qué vamos a apostar? —Esta vez traje plata, si perdiera este juego podría pagarle con plata, pero si lo ganara me llevaría mi asno. El gran jugador se reía porque pensaba: “Este anciano trajo un asno la semana pasada y ahora trae 20 piezas de plata que también le voy a ganar”. Estaba muy entusiasmado y dijo: —Cuando le gané la primera vez y lo dejé sin su asno, realmente sentí mucha pena. —De ninguna manera señor, usted ganó por su capacidad. Ahora voy a esforzarme para ganar —dijo el anciano. — ¿De verdad cree que me puede ganar? —No lo sé, pero quiero intentarlo —respondió el anciano mientras alistaba el tablero. En la primera ocasión, el mejor jugador de ajedrez del mundo había ganado fácilmente, pero esta vez las cosas eran distintas: la estrategia del anciano era demasiado agresiva: —Jaque. El hombre se estaba siendo atacado fuertemente y estaba per-

diendo el control de la situación. —Yo pensaba que usted era el mejor jugador del mundo — expresó el anciano, poco antes de anunciar el jaque mate. El dueño de la casa perdió y el anciano le pidió su asno como habían acordado. El dueño se sentía bastante derrotado, porque él había hecho una caballeriza, una montura y otras cosas, pero al final perdió el juego y ya no podía hacer nada. Así que devolvió el asno de mala gana. Cuando el dueño de la casa no tenía asno, no le hacía falta; pero después de haberlo ganado y perdido, le vino una gran tristeza; miró al anciano que ya iba lejos y lo llamó: —Espere un momento. El viejo volteó hacia atrás y vio que su rival se apresuraba a alcanzarlo: — ¿Qué pasó? —Quisiera hacerle una pregunta —dijo el hombre con frialdad. —Pregúnteme lo que quiera —aseguró el anciano. —Cuando jugamos la primera vez, noté que le faltaba estrategia, pero esta vez usted ha demostrado una excelente táctica, ¿cómo lo logró? — Ah, ¿yo no le había comentado? —dijo el anciano después de esbozar una gran sonrisa y mirar al cielo. —No señor, ¿qué? —respondió el dueño muy intrigado. —Está bien, voy a contarle... Cuando llegué a esta ciudad, tenía que ir a la municipalidad a hacer una diligencia, pero me encontré un letrero que decía: “Prohibida la entrada con asnos”, necesité un lugar para dejarlo. Empecé a buscar un lugar, cuando de repente vi el cartel enfrente de su casa que decía: “El mejor jugador de ajedrez del mundo”, entonces pensé que si jugábamos una partida y usted me ganaba podría quedarse con el asno, así que mi problema se resolvería. El hombre quedó mudo al escuchar esto, él creía que era el mejor jugador de ajedrez del mundo, pero se dio cuenta que el viejo había manejado la situación a su antojo, y que durante una semana él había cuidado al asno. Así que tras la partida del anciano, el hombre quitó el cartel.


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NUESTRO PROPIO JUICIO

veía a su padre como pobre. Al poco tiempo hicieron una recolecta en el colegio para donarla a un pobre; pero pese a que el padre del muchacho tenía un muy buen salario, su hijo fue escogido para recibir la donación. No resulta extraño que en un ambiente de clase alta él fuera pobre, por eso le dieron la donación. Después de un tiempo, ese muchacho se suicidó. Él solamente veía a sus compañeros y jamás tuvo la oportunidad de ver a los que realmente eran pobres. Tal vez alguna persona puede decirme: “Pastor, así es la vida, ¿por qué menciona eso?”, y yo quisiera mostrar que en nuestro corazón sucede lo mismo. En el mundo de la fe, cuando el hombre cree en algo, forma su propia filosofía teniendo como base los cinco sentidos, (una fe formada por lo que percibe). Luego, esas ideas se convierten en normas para su vida. La gente calcula según su experiencia, conocimiento y forma de pensar; si todo concuerda con lo que tiene por regla lo acepta, pero si sabe que no es lo que tiene por regla, lo rechaza. Mientras estamos en este mundo, se podría creer que esa forma de pensar es normal, pero el problema es que en el mundo de la fe, el mundo de Dios es totalmente diferente. Dios se especializa en todo aquello que nunca habíamos experimentado; cumple todo aquello que nunca nos habría pasado por la mente. Y si no creyéramos en el trabajo de Dios por no estar de acuerdo a nuestro pensamiento, su trabajo sería en vano; Él no puede trabajar en una persona que tiene sus propias normas. Dios está guiando nuestro corazón por medio de su palabra a una etapa donde el razonamiento no alcanza; nos prepara de tal forma que creamos en la palabra, aun cuando no concuerda con nuestro pensamiento. Si queremos ser hombres de fe, debemos olvidarnos de nuestra propia experiencia, allí es cuando el Señor empieza a trabajar en nosotros. De modo que si una persona sólo cree lo que ve o lo que oye, es porque esa persona no cree en Dios, sino en sí misma y en su propio juicio. La fe verdadera es creer en algo, que no se vea correcto según su propio criterio, así nos guía el Señor. Si usted se congrega y sabe que Cristo fue crucificado por su pecado, pero todavía tiene pecado en el corazón y no tiene la seguridad de que ha nacido de nuevo, el Espíritu de Dios no podrá trabajar en su corazón debido a sus propias normas y pre-

Cualquiera que no se conoce a sí mismo y se compara con otro resulta que es mejor o peor que la persona con la que se compara. Una persona que sea bonita o guapa, debe agradecerle a los feos porque por ellos tiene un punto de comparación que le beneficia. Si toda la gente fuera bonita o guapa nadie podría decir que es particularmente sobresaliente y nadie podría estar orgulloso de su apariencia. La gente establece una regla como resultado de lo que ve a su alrededor según su punto de vista. Si una persona cree que es mejor que otra, es porque todavía no ha encontrado a nadie superior. Si una persona cree que es inteligente, es porque no ha encontrado a otra persona que sea aún más inteligente que ella. El hombre de la historia se creía el mejor jugador de ajedrez, porque no había encontrado a nadie mejor, pero después de haber hablado con el anciano se dio cuenta de que estaba equivocado. Si una persona no vive en condiciones óptimas y se compara con otra que vive mejor, pensará: “Yo no vivo bien”, pero si se compara con alguien que viva en inferiores condiciones pensará lo contrario. Si una persona es mala y se compara con una buena, piensa: “Yo soy malo”, pero si esa persona se compara con una peor, va a pensar lo contrario. El hombre no tiene un espejo en su corazón para reflejarse tal como es, el único punto de referencia son las personas que están a su alrededor; ellas determinarán los criterios: “Soy bueno, decente, honrado, guapo, etc.” Pero ni siquiera la mejor persona del mundo quedará bien calificada conforme a las reglas de Dios. Hace más de 15 años yo vivía en un edificio de apartamentos llamado Eun-ma, en el cantón de Kang Nam de 1984 a 1990. Por aquella época mi hijo empezó a asistir a la secundaria y un día un compañero suyo escribió una composición sobre su familia que en una parte decía: “Pobre mi papá, todavía no ha podido cambiar su ‘Pony’ (marca de carro)”. En aquel entonces no era común tener carro en nuestro país, pero la gente de Kang Nam era de clase alta; si alguien tenía un “Pony” era porque tenía suficientes recursos económicos. Así que el muchacho que escribió esa composición vivía en un ambiente de abundancia y por eso


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juicios. Quiero hablarles sobre esta historia: Cuando los fariseos y escribas le preguntaron a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio, y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿Qué dices? Esto lo decían para tentarle”. Según la ley, la mujer adúltera debió ser apedreada, pero si Jesús hubiera dicho que no la apedrearan, hubiera sido incumplida la ley, y si Jesús hubiera dicho mátenla hubiera sido un juez que condena el pecado en vez de ser Salvador de los pecadores. Los fariseos y escribas pensaban que cuando le preguntaran a Jesús iba a salir de Él una respuesta que la condenara, pero Jesús no les respondió mátenla, sino que respondió algo inimaginable, ¿qué les respondió?: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Jesús respondió con una tercera opción. La sabiduría de Jesús es inagotable y por eso dio esa respuesta a los fariseos y escribas. Mientras el hombre sólo concibe dos opciones, Jesús le dio a ella una tercera opción. Nuestro Señor tiene sabiduría y poder. Por eso con respecto al perdón del pecado, Él no puede trabajar como ustedes piensan que puede. Él trabaja de una manera que el hombre no ha imaginado y que no puede comprender, pero que debe recibir por fe en la palabra de Dios.

fríjoles, sopa de kimchi (alimento básico típico de Corea) y otras cosas deliciosas, ya que seguramente me ocasionarían un mal de estómago muy fuerte en caso que decidiera comerlas; me sentía muy triste y enojado. Padecí esta úlcera durante tres meses; perdí siete kilogramos; me adelgacé tanto que la ropa comenzó a quedarme grande. Además, las campañas se programan con bastante anticipación y yo no podía cancelarlas, ni suspenderlas por mis quebrantos de salud. En el hospital de la Universidad Han-Yang me formularon ciertos medicamentos que tomé durante una semana; me sentí muy cómodo pero luego de una semana me sentía igual que antes; no había ninguna manera de curar mi dolor. Cuando viajaba a otras provincias para dirigir campañas no podía comer normalmente, sólo la sopa liviana que mi esposa me preparaba, y aun así me dolía mucho; por eso un día oré en la madrugada: “¡Oh Dios!, ya viene el verano, este año hay muchas actividades, pero en esta condición es imposible cumplir tales actividades. ¡Oh Dios! sana mi estómago”. Cuando terminé la oración, pasó por mi mente Marcos 11:24: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Aquella madrugada yo oré al Señor: “¡Oh Dios! Me duele mucho el estómago, así no podré dirigir la campaña de verano. ¡Oh Dios! Sáname, ayúdame, te lo pido en el nombre del Señor Jesús. Amén” Cuando yo oré, escuché una voz en mi corazón que me decía: “Si tú oras y crees, recibirás la respuesta de tu oración”. El me dijo que yo ya estaba curado, así que pronto vería cómo Dios me sanaba poco a poco. Yo pensaba: “Si ya me sané puedo comer Kimchi, alguna sopa picante, carne, café y helado”, pero cuando pensaba en comer, sentía que me iba a morir. Un médico me decía: “Pastor su estómago parece un papel muy delgado; existe la posibilidad que su estómago estalle y usted podría morir”. Dentro de mi corazón yo pensaba que era difícil creer en la respuesta de mi oración; si yo no creía en ella, iba a morir, y no sabía qué hacer, yo no puedo no creer, pero tampoco puedo creer; pero si yo hubiera creído en la palabra de Dios, yo no la hubiera rechazado. Nuevamente oré delante del Señor: “¡Oh Dios! si curas mi estómago podré creerte, pero pri-

AÚN ME DUELE, PERO ÉL YA ME SANÓ Durante todos estos años de evangelización, Dios ha cumplido muchas obras en mi vida que humanamente eran imposibles. Cuando Él quería hacer una obra grande, yo siempre pensaba: “¡Oh no!, es imposible, jamás, no puedo creerlo”, pero Dios levantaba mi corazón ante las circunstancias. Por ejemplo, hace quince años tenía una úlcera en el estómago, sufría muchísimo y cada vez que comía arroz me daba diarrea; mi esposa me preparaba una sopa muy suave y me daba comida ligera (algas de mar y una especie de carne de res con salsa china) en pocas cantidades. Así que era bastante frustrante para mí ver alguna mesa con Bulgogi (una especie de carne asada), sopa de


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mero sáname, luego voy a creerte”. Así oraba, pero Dios no me dio respuesta. Dentro de mi corazón Él decía: “Primero cree en mí, y luego voy a sanarte”. Amados, ¿ustedes creen que Jesús resucitó a Lázaro? Nosotros tenemos mucha fe en los asuntos de otras personas pero, no tenemos fe en salvarnos a nosotros mismos. ¿Ustedes creen que el Señor puede sanar a los enfermos? Mucha gente cree que Jesús sanó a los leprosos pero no cree que pueda sanar la lepra en ellos. Cómo costaba creer lo que el Señor me decía: “Voy a curarte, pero primero cree en mí”. Yo dudaba: “¿debo creer o no debo creer?” Mucha gente cree que la fe es solamente ir a la iglesia, leer la palabra de Dios, creer alguna situación por fe, pero en realidad no está conectada con Dios, por eso Él no puede trabajar en nuestra vida. Si el pastor no cree en la palabra de Dios, ¿qué va a pasar? Yo tuve que creer: “si crees puedes ser sanado”, por eso debí comer Kimchi y sopa picante, aunque sentía que iba a morir. Aquella mañana yo pasaba por un momento difícil, entonces leí otra vez Marcos 11:24: “Por tanto os digo que todo lo que pidiereis orando creed que lo recibiréis y os vendrá”. ¿Quién lo dijo? Dios lo dijo ¿Él es mentiroso? No, pero hubiera sido mentira si yo hubiera muerto, aunque Dios me habló por medio de su Palabra. Él entonces hubiera sido un gran mentiroso porque yo habría muerto. En ese momento yo sabía que Dios no me abandonaría; si yo creía Él me sanaría, por eso nuevamente me arrodillé y clamé: “¡Oh Dios me duele el estómago! Pero, Dios sáname, yo creo que tú me sanaste, todavía me duele, pero tú dijiste creed que lo recibiréis, por eso yo creo que tú me has sanado, ya tú me curaste. Amén”. Y terminé mi oración. En la mañana cuando fui al comedor, mi esposa había preparado una sopa picante con carne asada para unos invitados, pero también ella había preparado comida sencilla sin picante y una sopa de arroz y las colocó a un lado de la mesa; no obstante, a mi ni siquiera se me ocurrió tener en cuenta la comida sencilla; busqué de inmediato los platos más ricos y abundantes; me senté, oré y luego comí con los invitados; al orar dije: “Señor muchas gracias, es la primera vez en tres meses que como un plato fuerte”. Cuando mi esposa me vio se sorprendió, entonces yo le

dije: “¡Mi amor, Dios me sanó!” Yo le dije a mi esposa que ella no tenía fe; ella no me respondió nada y se fue a otro lugar. Tras haber terminado mi plato de sopa picante en presencia de los invitados, empezó de nuevo el dolor de estómago. No pude aguantar más, me levanté de la mesa y tuve que correr al baño; de nuevo tenía diarrea. Sí, me dolía mucho el estómago, pero era aún más difícil el conflicto que había dentro de mi corazón: “Vas a morir, no tienes fe. ¿Por qué finges que tienes fe? Ese tipo de fe la puede tener Pedro o Pablo, tú no, te duele otra vez el estómago, vas a morir”. En realidad estaba muy mal del estómago y tenía mucha diarrea, pero dentro de mi corazón yo pensaba que Dios me había prometido algo, aunque por otra parte tenía mucho miedo. Marcos 11:24 me dio ánimo; esa palabra venció toda dificultad, porque en la palabra de Dios está el poder. Mientras yo dirigía esa campaña había orado: “¡Oh Dios! mientras están las personas en la campaña del estadio Jam Sil, trabaja Señor en sus corazones mientras escuchan tu palabra ¡Oh Dios!”. En mi pensamiento había algo que me decía: “Ya estás bien, pero ¿por qué te duele? ¿Por qué tienes diarrea?”, pero también gracias a Dios que el Espíritu de Dios habló a mi corazón, el dolor del estómago es solamente una circunstancia y aunque tenga dolor ya Él me sanó, me duele pero ya me sanó, creo lo que dice la Santa Escritura, no en la circunstancia. Consideremos a todos los hombres de fe, ¿cómo se convirtieron en hombres de fe? Ellos al principio también veían la circunstancia, la situación, pero cuando estaban cerca a Dios pasaban las circunstancias y las situaciones, a través de la fe y podían ver cómo Dios trabajaba por medio de su poder; y luego sí se convirtieron en hombres de fe. Amados, no solamente debemos creer hasta donde abarque nuestra comprensión, experiencia, circunstancia, es decir que aunque no entendamos, no debemos tratar de entender; si la palabra de Dios dice bueno o malo, solamente debemos creer que sí es cierto, Amén. Espero que ustedes sean hombres de fe. Si una persona creyera lo que dice la palabra de Dios no le daría importancia a las circunstancias ni a las situaciones. Cuando he experimentado la


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obra de Dios, he visto el momento en que la gente se despoja de su propio pensamiento y acepta la palabra, no importa el momento, porque la palabra de Dios trabaja con poder en su vida. Yo dije: “¡Fuera Satanás!, me duele, pero ya me sané”. Lucas 17, habla de diez leprosos que le dijeron a Jesús: “Maestro, ten misericordia de nosotros”, Jesús les respondió: “Id, mostraos a los sacerdotes”; normalmente cuando los leprosos se curan muestran su cuerpo al sacerdote y luego el sacerdote los reconoce y los declara sanos, entonces pueden entrar al campamento. La palabra de Dios nos habla: “Y aconteció que mientras iban fueron limpiados”, es decir que cuando ellos estaban en camino, eran leprosos, pero cuando creyeron lo que les había dicho Jesús, se sanaron; en realidad cuando Jesús les dijo que mostraran su cuerpo al sacerdote, en aquel momento ya eran sanos. Como nosotros no podemos ver más allá, no podemos concebir eso. Cuando Dios le dio la promesa a Abraham que iba a darle un hijo, él no podía ver; sin embargo, Dios ya lo había visto; Dios puede ver cien o doscientos años más adelante, por eso puede hablar de esta forma. Yo creía en la promesa de Dios que me decía: “Dios ya me curó y creí en su palabra”; aquella mañana, yo terminé la guerra en el baño. Aquel día, a la hora del almuerzo, yo no tenía ninguna duda, me comí un plato fuerte; después de haber almorzado, fui al baño y de nuevo estaba muy enfermo, pero mi corazón no estaba más atado por esa situación, porque yo podía creer que Dios me había sanado. Aquella noche un hermano me invitó a cenar en el Hotel Hi-Yatt; cuando entré al restaurante pensé: “Me duele el estómago, sólo voy a tomar un poco de sopa”, de repente recordé: “No, Dios ya me sanó”, aquella noche, pude comer bastante y cuando regresé a mi casa mi estómago estaba lleno. Al día siguiente me levanté y me sentí muy liviano; increíble, en 24 horas Dios me cambió, y yo había luchado durante tres meses; aunque perdí siete kilogramos, Dios ya me había sanado.

negarse a sí mismo. Es muy importante su experiencia, conocimiento y concepto personal, mientras viva en este mundo, pero ante Dios debe abandonar todo; por eso aunque un hombre mayor tenga mucha experiencia y las personas prefieran escuchar su opinión, está bien, pero él debe reconocer ante Dios que eso no es nada. ¿Quién puede tener fe? Si una persona creyera en su propia experiencia, punto de vista, perspectiva, no podría verse ante Dios. Si los jóvenes presentaran un examen de bachillerato, hay un 5% de estudiantes muy buenos y un 5% de estudiantes muy malos, el resto esta en el medio. Funciona de la misma forma el mundo del pensamiento; normalmente el concepto del hombre está en el medio, por eso se entiende muy bien, pero un hombre genio no puede expresarse muy bien con todos y aunque esté en lo cierto, otra persona no puede entenderlo bien y por eso se dice: “El héroe siempre está solo”. Un ejemplo excelente es el de Galileo. Él decía que nuestro planeta daba vueltas, ahora todo el mundo lo sabe. Actualmente la gente se queja porque está sola, pero en aquel momento Galileo estaba solo y solamente él entendía su teoría. Mucha gente creía que nuestro planeta era plano y que la última parte del mar era un hueco, por eso la gente pensaba que él estaba loco y por eso nadie lo reconoció. Esa situación no solamente se da en el mundo material sino también en el mundo del corazón; normalmente el deseo de la gente es comer, beber, disfrutar, tener hijos; las personas siempre buscan ese tipo de vida con ese pensamiento. Entonces, ¿cómo podemos comprender la voluntad de Jesús en nosotros? Cuando los fariseos y escribas trajeron a la mujer adúltera, le preguntaron a Jesús: Señor, la apedreamos o no. Ellos nunca se imaginaron que Jesús iba a responder como lo hizo “él que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella”, ésa no era la respuesta que esperaban. Mucha gente piensa que la salvación es cuando una persona peca poco, toma poco, lee mucho, ora más, ama a sus vecinos, aguanta mejor las dificultades, mejora poco a poco; entonces cree que puede ir al cielo; esto es comprensible porque el sistema del mundo es de esta forma. Si el mundo de la fe hubiera sido de esa manera, poco a

“¿POR QUÉ SE HA REÍDO SARA?” Amados, Si alguien quiere tener fe en Dios, primero debe


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poco podría mejorar para ir al cielo y todo el mundo comprendería muy bien; pero Dios no puede trabajar de esa forma, aun si es bueno. La perspectiva del hombre no le permite a este, alcanzar la norma de Dios, por eso en la Biblia dice: “La justicia del hombre es como un trapo de inmundicia”. De esta manera no se puede lograr la salvación. Dios preparó una manera para salvarnos y si Dios utiliza esa forma para que podamos ser salvos no la podríamos comprender, pero si utilizara el estilo del hombre podríamos comprenderlo. Cuando Dios trabaja a su manera nosotros no podemos entender, por eso no debemos tratar de comprender sino de creer. La mayoría acepta y actúa después de entender, pero si no entiende no puede aceptar ni tampoco actuar; si no comprende, no cree, simplemente prefiere su manera de pensar y de vivir. Jesús le dijo a los fariseos y escribas “El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Ellos nunca imaginaron que Jesús iba a dar esa respuesta. Si la gente hubiera sabido que el Centro Comercial Sam Pung se iba a derrumbar, ¿quién hubiera estado en ese lugar? No sabemos qué va a ocurrir en 5 minutos; si la gente hubiera sabido que se iba a caer el puente de Sung-Su 5 minutos antes de caer, nadie hubiera muerto. Nadie sabe qué va a ocurrir después de 5 minutos; pero Jesús sí lo sabe, por eso en Isaías 55: 7 dice: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”. El hombre no debe tratar de acomodar la voluntad de Dios a su manera de pensar, simplemente debe dejar su propio pensamiento y debe recibir la palabra de Dios por fe. La escritura dice que Dios había puesto una promesa en el corazón de un hombre llamado Abraham: “Jesús nacerá de tu descendencia y desde ahora tu nombre no será más Abram sino Abraham, que significa padre de una multitud”. En aquel momento Abraham tenía 99 años y su esposa Sara tenía 89. Dios le dijo a Abraham que su esposa le iba a dar un h ijo, p ero el la era e stér i l. ¿C ómo pod r ía tener u n h ijo? Humanamente era imposible tener un hijo, por eso cuando ella lo escuchó se rió, pues se decía: “Cómo después de que he enveje-

cido tendré deleite, siendo también mi esposo ya viejo”. Entonces Jehová dijo a Abraham: “¿Por qué se ha reído Sara? ¿Por qué duda que dará a luz siendo ya vieja?” En aquel momento ella negó eso y Jehová le dijo: “¿Hay para Dios algo difícil?” Sara se arrepintió y dijo: “Sí, soy vieja y ya no soy fértil, pero si Dios me dio la promesa de un hijo, entonces yo lo puedo tener”. Amados, Sara creyó después de haber escuchado la exhortación de Dios; ella tenía la fe, por eso Hebreos 11:11-12 dice: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz sin importar su edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar”. Sara tuvo un hijo por fe. Ella pensaba: “Humanamente yo no puedo tener un hijo porque soy vieja y ya no soy una mujer fértil, pero si Dios quiere yo puedo tener un hijo”. Ella tuvo un hijo conforme a lo que le había dicho Jehová; algo importante para recordar es que cuando ella se miraba a sí misma veía que era imposible tener ese hijo, pero no fijó su mirada en la circunstancia sino que creyó en la palabra de Dios. Así que Dios le dio la fuerza para tener un bebé. Amados, Dios también quiere que ustedes tengan esa fe dentro de su corazón. Dios le dijo a Sara: “¿Por qué no me crees? ¿Existe algo difícil para Dios?” Si Dios quiere ¿Cómo no podría cumplir? Es imposible para nosotros luchar contra tanta dificultad, pero si Dios quiere, puede cumplir su promesa; ustedes deben creer eso.

DIOS ES EL QUE JUSTIFICA Vamos a compartir un poco más la palabra de Dios. Romanos 8:30 dice: “Y a los que predestinó, a éstos también llamó, y a los que llamó, a estos también justificó, y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Romanos 4:4-5: “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; más al que no obra sino cree en aquél quien justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. Dios justificó, no a la manera del hombre sino a su manera, no


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por el método humano, sino por su propio método. Dios transmitió todo el pecado a nuestro Señor Jesús y por eso pudo justificarnos. La mujer adúltera debió ser apedreada; Dios echó a los acusadores por el método de Jesús no por el método de la mujer adúltera. Luego el Señor limpió todo el pecado en el corazón de ella y le dijo “Ni yo te condeno”. Esta mujer debió ser apedreada, pero Jesús les dijo; “Si entre ustedes hay alguien que no tenga pecado, arroje la primera piedra contra ella”. Esto fue algo maravilloso; Juan 8:9 dice: “Pero ellos al oír esto acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros, y quedó solo Jesús y la mujer que estaba en medio”. Hacía poco tiempo mucha gente acusaba a la mujer como adúltera, inmunda, repugnante, pero cuando ellos escucharon la palabra del Señor: “el que de vosotros este sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella”, todos se fueron. Después ocurrió el milagro. Un día Lázaro, hermano de Marta y María, había muerto; después de haber pasado tres días, Jesús quería mover la piedra de la tumba y Marta le dijo: “Señor, hiede porque tiene ya cuatro días”. Entonces Jesús respondió (Juan 11:40): “Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” La piedra fue quitada por la palabra del Señor y luego Jesús dijo: “Lázaro ven fuera” y al decir esas palabras un hombre que estaba en estado de descomposición, se levantó y resucitó. Hermanos, Jesús puede trabajar fuera de la lógica y del límite del hombre. Él quiere hacer un milagro en nuestra vida. Si usted cree lo que dice la palabra de Dios podrá ver la obra poderosa del Señor, aunque no coincida con su razonamiento. Cuando Jesús dijo: “Lázaro, ven fuera”, en ese momento el que había muerto salió atado de manos y con los pies vendados: él había resucitado. Cuando Dios creó este mundo ocurrieron muchas maravillas; cuando Dios dijo: “Sea la luz”, apareció la luz; luego Dios dijo: “Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión y fue así”. Luego dijo: “Produzca la tierra hierba verde,

hierba que dé semilla, árbol de fruto que dé su fruto según su género y que su semilla esté en él sobre la tierra” y fue así. Sí, cuando Dios habla, la tierra puede producir hierbas y árboles, pero si la gente no puede creer en los hechos de Dios, tampoco puede creer en la palabra de Dios. Si pudiéramos creer en los hechos de Dios, entonces deberíamos creer cuando Dios dijo: “Yo no recuerdo sus pecados, ellos fueron limpiados, usted es justificado” Debe creer lo que dice el Señor. Romanos 3:23-24 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Díos, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Dios nos dice que somos gratuitamente justificados; no busquemos una señal de justicia en nosotros mismos, debemos creer: “¡Ah!, si Dios me justificó, soy justo”, es fácil, créalo. La gente no puede creer verdaderamente que Dios nos justificó; la gente quiere comprobar que somos justos; eso es una actitud de incredulidad ante Dios. Nosotros somos inmundos, todos los días pecamos, hemos vivido bajo el pecado, pero Dios nos justificó. Amados, si Dios nos justificó ¿somos justos o no? Claro que sí somos justos; pero la gente menosprecia la palabra de Dios, mucha gente duda y dice: “¿Cómo yo puedo ser justo? No, yo soy pecador”. Luego camina conforme a sus pensamientos. La palabra de Dios es diferente a nuestro pensamiento. Si una persona tiene confianza en su propio pensamiento no puede caminar conforme a la palabra de Dios: “la fe no importa, lo que importa es como yo veo, como me siento y como pienso”. Eso no es correcto, debemos despojarnos de nuestras ideas y creer lo que dice la Santa Escritura.

NUEVA LEY Queridos, vamos a leer Hebreos 10:14-18: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca me acordaré de sus pecados y trans-


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gresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay mas ofrenda por el pecado”. Amados, ¿estos versículos que nos dicen? ¿Dios se acuerda de nuestros pecados o no? Claro que no se acuerda, porque Él es Todopoderoso y no puede recordarlos. Si la palabra de Dios dice en Hebreos 10:14: “Nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”, Dios no los va a recordar. ¿Ustedes recuerdan sus pecados o no? Claro que sí, los recuerdan. ¿Dios recuerda sus pecados o no? Claro que no los recuerda ¿Cómo sabe usted que Dios recuerda sus pecados o no? En la Biblia, Hebreos. 10:17 “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”. Hebreos 10:14 también dice "Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”. Jesucristo nos santificó por medio de su cuerpo. Desde aquel momento Dios constituyó la nueva ley. La ley de Moisés nos condenaba y también quería apedrear a la mujer adúltera, pero la nueva ley nos dice que nunca más se acordará de nuestros pecados y transgresiones. Amados, cuando Dios nos ve, no tenemos pecado ante sus ojos. Aunque nos mire detalladamente, Él no puede ver nuestros pecados; en el recuerdo de Dios no hay memoria de la maldad del hombre porque la sangre preciosa de Cristo limpió nuestros pecados. Dios dejó nuestro pecado en el pasado, pero en nuestra memoria todavía está; pero según los ojos de Dios ustedes ya no tienen pecado, fueron purificados, puesto que Él ya pagó por ellos, razón por la que Dios no va a recordarlos más. Obviamente esa mujer adúltera pecó, pero Jesús no se acordó de los pecados de ella. Dios no se acuerda de nuestros pecados; así como ella nosotros pecamos, pero Jesús limpió y solucionó todos los problemas del pecado. Él cambió de la ley de Moisés a la del Espíritu de la Gracia, ya hemos sido limpiados delante de Dios, pero aún así, Satanás nos engaña: “No, usted todavía tiene pecado” y entonces decimos: “Señor soy pecador, perdóname, limpia mis pecados”. Amados, según nuestra perspectiva vemos nuestros pecados, pero según la perspectiva de Dios, Él no ve nuestro pecado, porque su palabra dice que Él nos justificó. Si Dios los justifica uste-

des son justos, Dios ya los justificó. Leamos Romanos 8:31-34: “¿Qué pues, diremos a esto? ¿Si Dios es por nosotros, quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todos las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es él que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. El versículo 33 dice: ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica”. Si Dios nos justificó quién podría decir: “No Dios, esa persona no es justa”, ¿alguien podría hablarle de esa manera a Dios? Dios nos justificó. Pero ¿cómo una persona puede ser justa si pecaba mucho? Queridos, nadie puede hablar de esa manera delante de Dios. Dios mandó a su hijo Jesús a limpiar todos nuestros pecados, “Dios es el que justifica”. Cómo me gusta ese versículo, “Dios es el que justifica”, ¿a quién? Sólo al Pastor Ock Soo Park o al apóstol Pablo, ¿a quién?, si ustedes reciben el perdón del pecado, deben comprender que Dios justifica; no está en lo cierto aquel que busca entender su corazón fuera de la Biblia. — ¿Ya recibió el perdón del pecado? — Ah, claro que sí, — ¿Cómo recibió el perdón del pecado? — ¡Ah! un día Dios me habló y me enseñó, por medio de su palabra, que Él ya me había justificado. Cuesta mucho encontrar ese tipo de personas, pero mucha gente piensa: “¡Ah!, una noche yo estaba orando, mientras oraba me llené de lágrimas, confesé todos los pecados que había cometido, luego los limpié”. ¿De dónde sale ese tipo de perdón de pecado? ¿Ya recibió el perdón de pecado y cómo recibió el perdón? Usted puede decir: “¡Ah! sí, un día yo estaba orando en una montaña y pude ver como mis pecados pasaban como en una película, por eso los confesé, luego recibí el perdón” Ésa es su manera de pensar. Una persona puede creer que es justa, pero sólo hay un juez justo que es nuestro Señor. Él nos justificó, la Biblia dice que: “Dios es el que justifica”. Normalmente antes de la sentencia de un juez, se discute ante un


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fiscal y un abogado, pero aunque ellos discutan la sentencia, la última palabra la tiene el juez. Si tiene mucho pecado o poco, no importa, Dios nos justifica, eso es todo. El juicio de nuestros pecados ya terminó y fue justificado, pero si usted todavía no puede creerlo, todos los días estará sufriendo “Señor, soy pecador”. Si Él no condenó a una mujer adúltera, ¿cómo puede condenarnos? Él no nos condena, tengamos fe hermanos, dejen su pensamiento; la palabra de Dios va a hacer que todas sus teorías se rompan junto con sus pensamientos, solamente crean que Dios limpió todos nuestros pecados, consulten la palabra de Dios, Él va a responder. Amados, “Dios el que justifica” Si Dios lo dijo, Él es quien va a justificar. ¿Por qué no pueden creer que ya Dios lo hizo todo? Si todavía no han tenido la fe, ténganla desde ahora por medio de la palabra de Dios.


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Vamos a leer, Juan 8:1-11: “Y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.


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UNA VIDA JUNTO A JESÚS

señora se me acercó para que le compartiera la Palabra. Ella asiste a una iglesia desde hace 18 años, pero ahora se encuentra en una situación desesperante; me contó que su esposo la había abandonado, pero que después de 10 años regresó a la casa. Ella me dijo que creía que Dios no respondía sus oraciones; entonces le pregunté que si ella ya había recibido el perdón del pecado y si estaba segura de que sus pecados habían sido limpiados; le expliqué que Dios la ama y quiere ayudarla, pero existe una barrera entre Dios y ella por el pecado que hay en su corazón, y le hablé sobre el perdón del pecado y el nuevo nacimiento. Cada vez que encuentro personas como ella que no han recibido el perdón del pecado, me pregunto: “¿Cómo Dios podría trabajar en mí si no hubiera recibido el perdón del pecado?” Yo solamente entendí y tuve fe de que fui perdonado de mis pecados por el derramamiento de la Sangre de Jesucristo. Después de esto ya no vivo yo mi vida, sino que Cristo vive en mí. La vida que vive Jesucristo que mora en mí es mucho mejor y más llena de bendiciones; mucho más de la vida que yo mismo podría llevar. Esta madrugada no podía conciliar el sueño al sentir un profundo agradecimiento ante el Señor por la Salvación. Yo anhelo que todos ustedes, asistentes a esta conferencia puedan recibir también la salvación y las bendiciones que he recibido de Dios. Espero que acepten al Señor Jesucristo en sus corazones porque si Él está en sus corazones, cualquier dificultad que se les presente ya no es su problema, es el problema del Señor y Él lo va a resolver; por eso no tengan miedo o preocupación ante los problemas. Juan 8:10 dice: “Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor”. No quedó ninguna de las personas que querían apedrearla, solo estaban la mujer y Jesús. Cuando ella se encontraba sin Jesús, podía ser apedreada, pero cuando Jesús llegó, nadie pudo hacerle daño y todos los que querían apedrearla se fueron uno a uno. Amados, ¿Qué hizo la mujer adúltera para librarse de quienes querían apedrearla? Quiero que reflexionemos en esto.

Hoy en la mañana hablamos sobre creer en una situación extraordinaria. Una mujer que fue sorprendida en el adulterio, estaba condenada a morir después de ser apedreada, pero cuando Jesús habló a la multitud que la condenaba, sucedió algo asombroso: se fue toda la gente que quería lanzarle piedras y solamente quedó Jesús y la mujer en el medio; en ese momento Él rechazó a la multitud que la condenaba. Tengo mucho agradecimiento con el Señor cuando recuerdo que antes de entender el evangelio y nacer de nuevo en el año 1962, yo era igual que la mujer adúltera: lleno de maldad, debilidad y vergüenza. No había ninguna esperanza en mí desde ningún punto de vista. En esos momentos pensé incluso en suicidarme, pero no era algo fácil de hacer ya que no cualquiera intenta suicidarse. Estaba lleno de desesperanza, pero un día encontré a Jesús; me ocurrió algo sorprendente cuando Dios entró a mi vida. Él hizo que desaparecieran situaciones que me producían angustia, inquietud y vergüenza. Al igual que la mujer adúltera quien se encontraba sola con Jesús, yo podía sentir que no había nada que me atemorizara o inquietara. En mi corazón únicamente se encontraba Dios. La Biblia me parece muy interesante, cuando la leo, la encuentro colmada de cosas sorprendentes y llenas de poder. El anterior pasaje no es solamente la historia de una mujer adúltera que sucedió hace más de 2000 años, es también mi historia. Dios escribió el relato sobre ella para que yo pudiera descubrirme a mí mismo. No me quedaba más que el juicio y la condena a causa de mi pecado, pero ahora vivo junto a Jesús. Cuando pienso en esto, me lleno de agradecimiento hacia el Señor llegando inclusive a no poder dormir, por eso me despierto en la madrugada a leer la Biblia y a orar en el baño para no despertar a las demás personas. Es una emoción sumamente grande. Yo le digo a Dios: “Señor, ¿quién soy yo para que me ames tanto? Señor, ¿por qué derramaste tu sangre por mí?” Después de nacer de nuevo, puedo ver que Él abre caminos frente a mis ojos, sin que yo haga ningún esfuerzo para lograr las cosas. Ayer por la mañana después de terminar la predicación, una


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EL PROFESOR Y EL REMERO

logró con el esfuerzo de ella; se logró tan sólo por la gracia de Dios.

Hace mucho tiempo había un hombre que remaba embarcaciones, en las que llevaba personas de un lugar a otro. En una ocasión se subió a su barco un profesor con doctorado, que sabía mucho de ciencia y filosofía; muy pronto este profesor inició una conversación con el hombre que remaba: —Señor ¿sabe usted algo sobre astronomía? — ¿Qué es astronomía? El profesor se dio cuenta que el hombre no sabía nada de astronomía y le dijo: —Está remando en semejante lugar tan hermoso y no sabe de astronomía; esto es como si estuviera un 25% muerto. El remero se puso muy triste, pero siguió remando sin decir nada. Cuando ya estaban en medio del lago, el profesor preguntó otra vez: —Señor, ¿sabe usted algo de filosofía? —No señor, no sé. —Entonces es como si usted estuviera un 50% muerto — afirmó el profesor con profundo desprecio. El remero estaba muy triste y pensaba: “Hoy me encontré con un cliente muy extraño”. Él siempre había remado en el mismo lago pero esta vez no se dio cuenta que una piedra sobresalía en medio del lago y chocó con ella, fue así como el agua comenzó a meterse a la lancha. Entonces el hombre del remo exclamó: —Profesor, ¿sabe usted nadar? —No, no sé nadar —dijo el profesor muy asustado. —Entonces usted está el 100 % muerto porque esta lancha se va a hundir. El remero sabía que lo más importante para él era dirigir bien la embarcación, sin necesidad de saber filosofía o astronomía. Pero el profesor aun con todos sus conocimientos, no pudo hacer nada para salvar su propia vida. Al igual que en el relato anterior, nuestro conocimiento, esfuerzo y posición no sirven de nada para salvar nuestra alma; lo importante es saber que a medida que nos esforcemos por salvar nuestra alma, tanto más nos alejamos de Dios. ¿Cómo una mujer adúltera pudo llegar a ser una mujer justificada? Esto no se

LA ANESTESIA Vamos a leer juntos Efesios 2:1-7, su contenido es similar al relato de la mujer sorprendida en el adulterio: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”. En el versículo 2, el príncipe de la potestad del aire se refiere a Satanás. Antes de nacer de nuevo, todos nosotros estábamos bajo el dominio del príncipe de la potestad del aire, seguíamos al espíritu que mora en los hijos de ira. Cuando leemos Efesios 2:2-3 descubrimos nuestra condición, que somos condenados y perdidos a causa de nuestro pecado. Queridos oyentes, antes de nacer de nuevo, todos estábamos haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos. El versículo 1 dice: “Y él os dio vida a vosotros cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. Desde que Adán y Eva comieron el fruto de la ciencia del bien y del mal, tenemos el espíritu muerto y al estar muerto el espíritu que dirige el alma, quedamos a merced de la carne. Si la carne dice que tiene frío, sentimos frío e inmediatamente nos ponemos más ropa para que nuestro cuerpo esté caliente; si nuestra carne dice que tiene hambre, entonces nuestro cuerpo busca inmediata-


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mente alimento para satisfacer el hambre. Cuando la carne dice que está cansada, nuestro cuerpo siente cansancio y buscamos reposo. Los seres humanos seguimos los deseos de la carne y esto debido a que el príncipe de la potestad del aire, que es Satanás, mete estos pensamientos en nuestra mente. Hace un tiempo no me sentía muy bien de la garganta por lo que fui al hospital y allí me diagnosticaron un pequeño tumor en las cuerdas vocales, por lo cual tuvieron que operarme. Al entrar al quirófano el anestesiólogo me dijo: -Pastor, tiene que respirar profundamente, entonces respiré profundamente; y tras un abrir y cerrar de ojos repitió: -Respire profundamente. En ese instante, él sonrió y me dijo: -Ya terminó la operación”. Antes de la cirugía, el anestesiólogo me había colocado un suero endovenoso y sin darme cuenta, en el instante que me dijo respire profundamente, me dormí y cuando desperté ya había terminado la operación. Es algo increíble. Si el anestesiólogo le inyecta un medicamento para dormir, aunque usted quiera mantenerse despierto, no lo va a poder lograr. Satanás también anda siempre con una inyección. Cuando él le inyecta a un joven una sustancia llamada codicia, entonces el joven inmediatamente se vuelve codicioso. Si Satanás le mete a una persona una inyección llamada adulterio, entonces él inmediatamente va a mirar a otra persona. Si le inyecta muy poca anestesia, entonces la persona podrá recapacitar y podrá pensar: “No puedo hacer esto, soy un hombre casado”, pero si le inyecta mucha, entonces va a cometer adulterio sin pensarlo dos veces. Cuando veo a una persona que confía mucho en sí misma y se cree muy buena, me da mucha risa. ¿Hasta qué punto es buena? Hasta que Satanás le mete malos pensamientos, ¿no es cierto? Satanás nunca descansa. Día y noche lo persigue y le inyecta pensamientos de codicia, debilidad, odio y venganza; si todo esto sale al exterior, entonces se verá como un animal; por eso tratan de ocultar esta fealdad diciendo: “Vamos a la iglesia”. Cuando el príncipe de la potestad del aire mete maldad, codicia, falsedad, miedo, incredulidad, nos movemos de acuerdo a estos pensamientos; por eso la Biblia dice: “Satanás es el espíritu que mora en los hijos de ira”.

ASESINO INFRUCTUOSO

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En muchas ocasiones he ido a varias cárceles a predicar el evangelio, y cuando tengo tiempo comparto personalmente con los presos, pero nunca les pregunto el crimen por el cual están en la cárcel, porque es una gran ofensa para ellos. Pero conforme pasa el tiempo y nacen de nuevo, les hago la pregunta. Había un preso que era muy tranquilo y bueno. Yo sentía curiosidad por saber el motivo de su detención, por eso un día le pregunté: “Hermano, ¿qué crimen cometió?” Él sintió mucha vergüenza y me dijo: “Asesinato”. Yo lo miraba y sencillamente no me cabía en la cabeza que él pudiera matar ni una mosca, así fue que quise conocer mejor la historia de ese hombre y le pedí que me testificara sobre cómo llegó a la cárcel. Él se casó en Pusán (segunda ciudad de Corea del Sur), tuvo dos hijos y a pesar de que no ganaba mucho dinero, su familia era muy feliz y estable. Un día notó que su esposa estaba muy extraña, como si le ocultara algo y a medida que pasaba el tiempo la sospecha aumentó. Pasados más o menos dos meses, se dio cuenta de que la esposa salía a bailar de noche con su hermano, (esto en Corea es muy mal visto). Cuando se dio cuenta de ello, sintió que se le derrumbaba el cielo; trató de convencer a su esposa de la mejor forma; le suplicó que no fuera a bailar. Un día él fue a buscar a su cuñado para suplicarle que no la llevara a las discotecas, pero el cuñado se molestó y comenzó a insultarlo. El hermano se enojó muchísimo y de un momento a otro perdió el control. Cuando volvió en sí, tenía un cuchillo ensangrentado en la mano y al frente yacía su cuñado muerto. Entonces salió corriendo con el cuchillo en la mano gritando: “Voy a matar a toda su familia, voy a matarlos y después me suicido”. Él me contó que todavía no puede creer que él hubiera asesinado a su cuñado. Todo eso ocurrió en un instante en que perdió el control de sí mismo. Después de esto fue llevado a la cárcel por la policía y decidió terminar con su vida, por eso rechazó muchos abogados defensores. “Ya me voy a morir ¿para qué necesito un abogado o un juicio?”, decía. Pero el abogado defensor se enojó mucho y le dijo


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que él no lo ayudaba por dinero sino porque tenía compasión por su vida. Él tuvo que aceptar la defensa, fue al juicio y recibió la condena. Entonces decidió ser un preso ejemplar, para poder salir rápidamente de la cárcel y vengarse de sus enemigos. Yo lo visité después y él recibió el perdón del pecado y nació de nuevo. Ahora puedo recordar claramente lo que dijo ese hermano en aquel momento; dijo que sentía una fuerza extraña que arrastraba su destino al fondo de un precipicio, hacia la oscuridad y desesperanza y que lo llevaría a la destrucción de su familia. Yo le dije: “Esto viene de Satanás, el ángel malvado, el Diablo”. Las personas siempre son engañadas de una u otra forma. Satanás siempre está viendo cuál es el punto débil de la persona y qué es lo que más le atrae. Él recolecta la información y en el momento exacto, mete la inyección que se llama dinero, si su debilidad es dinero. Hay personas que les gusta que los alaben, entonces Satanás les mete una inyección que aumenta su ego y así son capaces de hacer cualquier cosa. A otras personas Satanás les mete el pensamiento de adulterio, entonces cometen adulterio y destruyen su vida. Satanás dirige de esta forma nuestras vidas. El resultado de esto es lo que se escribe en Efesios 2:3: “Entre ellos también vivimos nosotros en otro tiempo, andando en los deseos de la carne y de los pensamientos y éramos por naturaleza hijos de ira” .Satanás está haciendo todo lo posible para que la ira y la condenación de Dios caigan sobre nosotros, por eso él nunca descansa, trabaja constantemente en nosotros. Pero muchas personas no se dan cuenta de que todo esto es obra de Satanás. Amados, eso es cierto, pero no lo sabemos muy bien.

pensé que ella estaba endemoniada. Le dije: -“Satanás la está dominando”, y comenzó a maldecir y a patear; el esposo se asustó y no sabía qué hacer. Entonces pensé: “Esta mujer está siendo dominada por Satanás”. La razón por la cual ella no podía llevar su vida espiritual, era porque Satanás la estaba dominando. Después me di cuenta que cuando ella se quedaba sola en la casa, hacía brujerías. Le dije al esposo que sacara unos días de vacaciones y se quedara en el cuarto que estaba preparado y que oráramos por ella noche y día. Cuando entramos para orar al cuarto donde ella estaba, yo le impuse las manos y ella brincaba. Entonces dije: —Satanás, no crea que Dios no escucha las oraciones sin la imposición de las manos. Solamente voy a orar. Mientras los hermanos que me acompañaban alababan a Dios con himnos, yo continuaba orando: —Satanás, yo no voy a pelear contigo, voy a pedir que Jesús pelee por mí contigo. Crees que ¿puedes ganarle a Jesús? Tienes que salir de esa mujer, le dije. —Es que ella me gusta —respondió Satanás. —No, tienes que salir ahora—le dije. —Voy a salir mañana o pasado mañana —me respondió. —No, tú tienes que salir ahora. Aunque yo soy muy débil, dentro de mí corazón está Jesús. Después de orar aquella tarde, me sorprendí mucho, al ver a la esposa sentada con el esposo y su hermano conversando tranquilamente. Entonces supe que el demonio ya había salido de ella. Cuando una persona es engañada por Satanás actúa bajo su dominio. El objetivo de Satanás es llevar nuestra alma a la condenación eterna para que caigamos en el infierno. Pero cuando leo Efesios 2: 4-6 siento mucho agradecimiento ante el Señor: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”. Nuestra condición es reflejada en Efesios 2:2: “Siguiendo la corriente de este mundo conforme al príncipe de la potestad del aire... Éramos hijos de ira por naturaleza”.

SALIENDO DE LA DESESPERACIÓN Pero gracias a Dios, no solo Satanás trabaja, sino que Dios también lo hace. Cuando estaba dirigiendo una campaña de verano en Dae-gu, un hermano me pidió que si le podía compartir el evangelio a su hermana que estaba muy mal espiritualmente. En la tarde ella me dijo apenas llegó: “No quiero que me hable del evangelio, yo no lo puedo oír”. Cuando le comencé a hablar sobre la palabra de Dios, comenzó a roncar, y de inmediato


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Nuestro destino en aquellas condiciones era la condenación y muerte que nos llevaría directamente al infierno; pero en Efesios 2:4-6, nuestra condición cambió completamente. Ahora estamos sentados en los lugares celestiales. Esto coincide con el relato de la mujer, que fue sorprendida en el adulterio antes de encontrar a Jesús. ¿Cómo pudo esta mujer evitar la muerte? Ella actuaba siguiendo los deseos de la carne conforme al príncipe de la potestad del aire, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos. Al final fue sorprendida en el acto mismo del adulterio y estuvo a punto de morir apedreada; era hija de ira. Efesios 2:1-3, refleja el destino de la mujer antes de encontrar a Jesús. Según la ley que les mandó Moisés, esta mujer debía ser apedreada. Pero en un instante, se encontraba sola con Jesús, y no estaba la multitud que quería apedrearla. Luego, Jesús le dijo a la mujer: “Ni yo te condeno”. Ella obtuvo la gracia de Dios para ir al cielo. Por eso Juan 8 y Efesios 2 son iguales, Juan 8 se refiere a una mujer, que no sabemos cual es su nombre, y Efesios 2 se refiere a nuestra identidad. Antes éramos así, pero Dios que es rico en misericordia, por su gran amor, nos salvó juntamente con Cristo aún cuando estábamos muertos por el pecado y así mismo nos hizo sentar en los lugares celestiales. Ahora les quiero preguntar una cosa: Cuando vemos Efesios 2:1-6, claramente se puede ver que una persona tenía que ser juzgada y muerta por su pecado, pero descubrimos que pudo sentarse junto a Cristo Jesús en los lugares celestiales, sin su condición anterior de pecador. ¿No es cierto? Entonces, ¿qué hizo esa persona que estaba condenada por su pecado pero que pudo salvarse y sentarse con Cristo, en los lugares celestiales? ¿Esto fue porque esa persona ayunó? ¿Porque oraba mucho? ¿Porque cambió su corazón haciendo el bien por su propia voluntad? ¿Por que dejó de fumar o beber por su esfuerzo? No, de ninguna manera. Una persona no puede salvarse y evitar la condenación eterna del fuego del infierno por su propia obra. Efesios 2:4 dice claramente: “Sois salvos por gracia”. Por eso una persona que está condenada a morir por el pecado, aunque ore mucho, se arrepienta muchas veces de sus pecados, dé mucho diezmo, con su esfuerzo y sus obras, no puede ir al cielo. Ninguna cosa hecha por el hombre puede cambiar la condición

de ser pecador y estar con Cristo en el cielo. Pero muchas personas son engañadas por Satanás quien les hace creer que con su propio esfuerzo pueden llegar al cielo. La palabra de Dios dice claramente: “Dios que es rico en misericordia y por su gran amor”; podemos ser salvos solamente por la obra de Jesús. Si nos referimos al pasaje de Efesios 2 y la mujer sorprendida en el adulterio ¿cómo la mujer que estaba condenada a morir apedreada pudo salvarse? Ella no se salvó porque le dijo: “Jesús, yo sé que hice mal pero no volverá a suceder”, tampoco le dijo: “Le voy a dar toda mi fortuna, para que me perdone”, ni mucho menos: “Señor te ofrezco mi vida para adorarte, pero por favor sálvame”. La mujer no hizo absolutamente nada. Tan sólo se presentó ante Jesús. Se salvó no por ella misma, sino que el 100% de la obra fue de Jesús. Si es así, entonces ¿cómo nosotros podemos salvarnos? La salvación no se puede realizar con el 99.9999% de la gracia y el 0.0001% de nuestro esfuerzo. Aunque agreguemos 150 ceros antes del 0.00001% de nuestro esfuerzo, eso no es salvación, esto sólo depende de la obra de Dios.

LA GRACIA SE RECIBE GRATUITAMENTE El hombre que fue asaltado por los ladrones también fue salvo de la misma manera. Lucas 10:35 dice que un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. A él no le quedaba más remedio que morir ahí mismo. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino y al verlo pasó de largo; así mismo, un levita, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, fue movido a misericordia y acercándose, vendó sus heridas echándole aceite y vino, lo puso en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. “Al otro día, al partir, sacó dos denarios, los dio al mesonero y le dijo: Cuídemelo y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”. El hombre asaltado por los ladrones, no hizo absolutamente nada. Pudo ser rescatado por medio del buen samaritano al 100%. La razón por la cual ustedes no pueden recibir la salvación, es porque no pueden creer que una salvación tan grande


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pueda ser recibida aunque uno no haga nada. Porque sería más fácil comprenderla si Dios hiciera el 90% y nosotros hiciéramos el 10% restante; la gracia es recibida en forma gratuita. Dios nos dio todas las cosas para enseñarnos lo que es la gracia. ¿Acaso Dios nos está pidiendo algo a cambio, por darnos la luz del sol? O ¿nos está pidiendo algo a cambio, por respirar el aire? O cuando hace caer la lluvia del cielo, ¿nos pide algo a cambio? ¿Acaso Dios va a decir: “Yo hice el mundo y para que ustedes puedan respirar deben pagarme 1´000.000 de dólares al año; para secar los pañales son 300 dólares; para secar las sábanas son 5.000 dólares etc.?” Si dijera así habría un caos tremendo en la tierra y hasta diríamos: Pastor deme un poco de dinero, no puedo respirar y no tengo dinero para pagar por el aire que respiro, Entonces ¿cómo sería este mundo? Dios nunca nos pide algo a cambio; nos lo dio todo en forma gratuita. Una vez, quería comprar un carro en una agencia y llamé al agente vendedor. Él me dijo: “¿Qué tipo de carro le gustaría comprar?” Pensé un rato y escogí el modelo que quería. Entonces el vendedor comenzó a hablarme de las opciones: “¿Quiere instalar aire acondicionado? ¿Lo quiere con bolsas de aire? ¿Quiere que los frenos tengan sistema ABS?, entonces cada vez que yo decía sí a una opción, se me iba incrementando el valor del carro. Es una cosa muy curiosa. Aunque todos los carros por fuera son de la misma lata, conforme se agregan cosas, varía su valor. ¿Acaso Dios les preguntó antes de nacer cómo querían llegar a este mundo?: Ser blanco le cuesta 3.000.000 dólares; de raza amarilla le cuesta 20.000, si quiere ser negro 10.000 dólares; ser narizón le cuesta 500.000 dólares; una nariz bonita le cuesta 100.000 dólares. Pero nosotros no llegamos a este mundo así. Si fuera así no nos alcanzaría para pagar todo lo que deberíamos a Dios por habernos formado con ciertas características. Una vez tuve que ir a un hospital y me encontré a una señora que estaba llorando inconsolablemente pues su hija pequeña no podía producir lágrimas. El ojo humano tiene una fuente para producir lágrimas y también existen unos conductos por donde drenan las lágrimas. Éstas lubrican el ojo y luego son drenadas; pero hay personas que no logran que sus lágrimas se drenen por el conducto. Así que se debe abrir este conducto para que las

lágrimas puedan fluir. Pero la hija de la señora no producía lágrimas y estaba perdiendo capacidad en su visión. Aunque la madre estaba llorando, no había manera de que su hija recuperara la vista. El valor de las lágrimas es incalculable. Si ustedes tuvieran que sacarse un diente y pudieran poner otro nuevo también sería muy costoso; pero todo esto nos lo dio el Señor gratuitamente. El Pastor Ryou es bien parecido pero es calvo y él estaba muy preocupado por su problema de calvicie, así que compró un líquido que aumentaba la producción de cabello. Entonces un anciano que tenía la misma edad le dijo: “Si el líquido fuera efectivo ni siquiera el Presidente de la República estaría calvo”. De todas maneras, el Pastor Ryou apreciaba mucho su pelo. Cuando me lavo el cabello y se caen uno o dos pelos, los sacudo sin sentir lástima, pero el Pastor Ryou dice: “Pobre de mi cabello, se cayó otro pelo”. El valor de un pelo también es incalculable. Pero Dios nos dio el cabello también en forma gratuita. ¿Por qué Dios nos dio todo esto gratuitamente? esto es para enseñarnos que la salvación también es gratuita.

“TRANQUILO, ES SUYO” Les voy a contar otra anécdota. Nuestra iglesia tiene un gran campamento y en el invierno pasado cuando realizamos la gran campaña, los hermanos salían a la calle a pedir “batatas” para asar en una hoguera. Entonces muchas hermanas llegaban a hacer fila una y otra vez, para comer batata asada, que es un manjar delicioso. También hicimos tablas para montar sobre la nieve. Mi esposa ya tiene 60 años y al principio le dio miedo montar sobre la tabla, pero después perdió el miedo y quería montar una y otra vez. Después de la predicación le dije a los hermanos: “Los que tengan menos de 60 años pueden montar en la tabla”. Una anciana me dijo que quería montarse en la tabla, así que le pregunté cuántos años tenía y me dijo que sesenta. Luego averigüé que en realidad tenía setenta años. Ella estaba muy contenta montando en la tabla. Al poco rato, llegó una hermana más joven y le dije bromeando: “Los que llegaron tarde deben pagar para


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montar en la tabla”. Ella me dijo: “Tengo entendido que en esta iglesia no cobran”. Ella sabía que nuestra iglesia no realiza las campañas para reunir dinero, por eso se asombró y me dijo que si también cobrábamos, entonces la deje montar en la tabla. Dios, para enseñarnos que la salvación es gratis, primero nos da todas las cosas gratuitamente: los rayos del sol, el viento, la lluvia, nuestros ojos, caras bonitas, las manos, los pies...; pero Satanás hace que las personas piensen que nada es gratis, para que tampoco aceptemos la salvación en forma gratuita, por eso, aunque vivimos en el mundo que Dios nos regaló, pensamos que nada de eso es gratis. A veces yo invito a algunos hermanos a comer y me dicen: “Gracias por su invitación, la próxima vez yo invito“, pero nunca dicen: “Gracias a usted hoy pude comer gratis”. Estas palabras significan que de ninguna manera fue ‘gratis’. Las personas están muy alejadas para recibir algo gratuitamente; creemos que para recibir la salvación debemos haber hecho algo antes por esfuerzo propio. Pero cuando decimos que la salvación se puede recibir sin haber hecho nada, las personas sienten miedo e inquietud. Por ejemplo, si un vendedor toca la puerta de su casa y dice: “Señora, yo le voy a regalar un refrigerador, por favor recíbalo”. ¿Usted lo recibiría? De ninguna manera, ¿verdad? Ustedes seguramente estarían muy angustiados pensando que después el agente vendedor va a venir a cobrar el precio del refrigerador. Nuestro corazón está muy lejos de recibir algo gratis. Satanás nos enseña detalladamente que nunca se obtiene algo de esa manera, por eso nuestro pensamiento está fijo: no existe nada gratis en este mundo. Y cuando obtenemos algo gratuitamente sentimos miedo y desconfianza; sólo nos sentimos seguros si tenemos los recibos en la mano, así sabemos con certeza que nos pertenece. Ustedes están siendo dominados por Satanás, por eso tratan de recibir bendiciones de Dios dando diezmos, guardando el domingo, esforzándose siempre; y sienten temor de recibir la salvación que nos da Dios en forma gratuita. Podemos descubrir algo sorprendente en los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamento de la Biblia: la gracia que Dios nos da es gratis y no hay ningún valor que la sustituya. Cuando el

general Naamán fue a donde el profeta Eliseo quien lo sanó completamente de la lepra, el general Naamán estaba muy contento y quería darle oro, plata y vestiduras. Pero el profeta Eliseo los rechazó completamente. La lepra es el reflejo de nuestro pecado; este pasaje enseña que no hay pago por ser perdonado. No obstante, el criado del profeta Eliseo no entendía la situación, él pensaba que su amo era terco; él siempre se encontraba en apuros por falta de cosas materiales. “¿Por qué no aceptó lo que le ofreció el general Naamán por sanar su lepra?” se preguntaba el criado. Entonces Giezi, el criado del profeta Eliseo se fue corriendo tras el general Naamán; éste al ver a Giezi siguiéndolo, se bajó del carruaje para recibirlo y le preguntó: — ¿Todo está bien? —Sí, pero mi señor me manda a decirte que acaban de venir a verlo del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas y te ruega que les des un talento de plata y dos vestidos nuevos — dijo Giezi. Entonces Naamán dio todo esto, para que lo llevaran a cuestas delante de Giezi, quien escondió los dos talentos de plata y dos vestidos en un lugar secreto. Luego se presentó ante Eliseo. — ¿De dónde vienes, Giezi? — preguntó Eliseo. —Tu siervo no ha ido a ninguna parte —respondió. — ¿Acaso es momento de tomar plata y tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? —Preguntó Eliseo—. Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Giezi recibió una condenación. ¿Por qué? Porque él recibió cosas a cambio de la salvación del pecado lo cual es una cosa abominable para Dios; Él repudia a las personas que tratan de obtener la salvación por su propio esfuerzo. Algunas personas me dicen: “Pastor, si Dios sana mi enfermedad, daré toda mi fortuna”, y yo les digo que no; que Dios no es un comerciante. ¿Acaso Dios sana a una persona y le cobra algo?, Sin embargo insisten: “Si Dios me sana, adoraré a Dios con toda mi vida”, así que yo digo: “Dios repudia a las personas que después de ser sanados, ofrecen algo a cambio como recompensa”. Él no quiere recibir nada a cambio por la gracia que recibimos.


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Entonces me preguntan: ¿Qué tengo que hacer?, y yo digo: “Simplemente recíbalo gratuitamente, sin nada a cambio”. Cuando la mujer adúltera fue rescatada no dio nada a cambio, tampoco el hombre que fue asaltado por ladrones al ser salvado por el samaritano, pero nosotros sentimos seguridad sólo cuando pagamos lo que debemos, a cambio de lo que Dios nos da. Esto es porque no confiamos en Dios, por eso sentimos inseguridad cuando recibimos algo sin dar nada a cambio. Esto es llevar una vida espiritual incorrecta.

Aunque no me queda mucho tiempo, quisiera buscar un versículo más de la Biblia, vamos a leer I Pedro 2:22-24: “El cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. ¡Por su herida habéis sido sanados!” En el versículo 22 dice: “El cual no hizo pecado”. ¿A quién se refiere? A Cristo Jesús. Cuando Dios quiso darnos la salvación, toda la humanidad estaba en pecado pero Él no pudo justificarnos por ser seres humanos, por eso tomó una decisión. Ahora los justificaré sin mirar las actitudes de los humanos, los voy a justificar por medio de mi Hijo Jesucristo, por eso transfirió la bondad de Cristo a la humanidad y transfirió nuestros pecados a Jesús. No se halló engaño en su boca; cuando lo maldecían no respondía con maldición; cuando padecía no amenazaba sino que encomendaba la causa al que juzga justamente: “Dios Padre transfiera mi justicia a la humanidad y deja que yo cargue con toda la maldad de la humanidad”. Por eso, aunque Jesús es Justo, cargó todos nuestros pecados, padeció y murió en la cruz del calvario. Esta es la razón por la que, aunque somos pecadores, somos justos por medio de la obra de Jesús, al igual que Jesucristo —que es justo—, se convirtió en pecador por nosotros y nosotros somos justos por medio de Jesucristo. ¿Me comprenden? Esto es 100 % obra de la gracia de nuestro Señor Jesucristo. En Juan 8 la mujer adúltera estaba en una circunstancia según la cual tenía que morir apedreada, ella no podía hacer nada por salvarse, tan sólo Jesucristo la hizo justa, por eso Jesús le dijo: “Ni yo te condeno”. Nosotros al igual que esa mujer adúltera teníamos que ser muertos por nuestros pecados, pero Dios nos justificó. La mujer adúltera aunque no hizo nada, fue justificada por Jesús; nosotros no hemos hecho nada para justificarnos, sin embargo Dios nos justificó por medio de la sangre de su Hijo Jesucristo; por su gracia nos justificó y limpió todos nuestros pecados. ¡Aleluya!, ¡Amén!, Por tal razón amamos a Dios y creemos en Él; alabamos a nuestro Señor Jesucristo porque por gracia

EL REGALO DE DIOS Vamos a leer un poco más la Biblia, Efesios 2:8: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. Lo mejor es recibir la gracia sin haber dado o hecho algo a cambio; aunque nosotros no hicimos nada para obtener la salvación, nos salvamos por medio de la fe, ya que Jesucristo limpió todos nuestros pecados. Y esto no es de ustedes, pues es don de Dios; nosotros aceptamos nuestra condición no porque hayamos hecho algo para merecerlo, sino que es un regalo de Dios. Efesios 2:9 dice: “No por obras, para que nadie se gloríe”. Ahora, el problema es que Dios nos quiere dar por gracia, pero nosotros queremos recibirla después de haber hecho algo bueno por nosotros mismos; no podemos recibir la gracia de Dios porque no hay comunión con Dios. No crean que ustedes no pueden recibir la gracia de Dios porque no son suficientemente buenos, o porque les falta esfuerzo; tampoco se esfuercen por obtener la gracia, porque esto no es gracia. Romanos 4:4 dice: “Pero al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda”. Lo que yo obtengo por mi esfuerzo es una deuda y no es gracia. Romanos 4:5 dice: “Pero al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. Dios nos justificó siendo nosotros débiles y llenos de maldad y dijo: “Son justos”, sin que hiciésemos algo. Si confiamos en Él, dice la Biblia que nuestra fe es contada por justicia.


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somos salvos por medio de la fe, y esto no de vosotr0s, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe. Nosotros no podemos ser justos por nuestras obras. La salvación es dada gratuitamente por la gracia sin relación con nuestras obras. ¡Aleluya! Así como Dios trabajó en el corazón de la mujer adúltera, también está trabajando esta noche en sus corazones. Él les justificó. Jesús le preguntó a la mujer adúltera: “Mujer ¿dónde están los que te acusaban?, ¿ninguno te condenó? Ella respondió: Ninguno Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno, vete y no peques más” Si la mujer adúltera le hubiera respondido a Jesús: “Señor, ¿Cómo me dijiste? ¿Qué no me condenas?, si claramente cometí adulterio, esto no es posible, soy pecadora”. Entonces Jesús le hubiera respondido: “Si así lo crees entonces caerás en el infierno”. A Jesús no le hubiera quedado más remedio que responderle así. En la 2da. Carta a los Corintios podemos ver que nuestro Dios sólo responde “Sí”. Si nosotros le dijéramos al Señor: “Yo soy pecador ¿verdad? ¿Me voy al infierno?” El Señor les responde “Sí”. Si le preguntamos al Señor: “¿Usted ya pagó todo mis pecados? Entonces ¿voy a ir al cielo?” El Señor también respondería: “Sí”. Dios nunca dice que no. Entonces ¿a quién van a creer ustedes?, van a oír la voz de Satanás que dice: “Aunque Jesús murió por usted, usted sigue siendo pecador”, o van a creer en la promesa del Señor que le dijo a la mujer adúltera: “Ni yo te condeno” y la justificó. Queridos oyentes crean en la promesa de Dios. Espero que reciban esa gracia.


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Vamos a leer, Ex 12:1-13: “Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. Ninguna cosa dejaréis de él


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hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová. Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.”

QUEDÓ SÓLO JESÚS Y LA MUJER QUE ESTABA EN MEDIO Estamos compartiendo sobre una mujer sorprendida en adulterio en Juan 8: 4-5: Los fariseos y los escribas le trajeron al Señor una mujer sorprendida en adulterio y le preguntaron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio y en la ley de Moisés nos mandó a apedrear a tales mujeres, tú pues, ¿Qué dices?” La Biblia nos dice: “mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio”. Al compartir este tema me llama mucho la atención la parte que dice: “Quedó sólo Jesús y la mujer que estaba en medio.” Primero dice: “poniéndola en medio”, luego en el versículo 9 dice: “ellos al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer adúltera que estaba en medio”. Hermanos, pero ¿cómo era ella? Esa mujer debió haber sido apedreada porque ella era adúltera y fornicaria, fue detenida y destruida por los fariseos y escribas. Cuando la gente la miraba

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decía: -“No vamos a apedrearla, primero vamos a llevarla para tentar a Jesús y acusarlo; según la ley esa mujer debe ser apedreada, si Jesús sabe, ¿qué nos dirá? ¿La apedreará o la salvará? Vamos a probarlo”. Yo me imagino que alguno empezó a hablar de esta manera; al final, ella fue traída ante Jesús y estaba en medio, pero aquí hay una cosa maravillosa: En el Antiguo Testamento aparece un hombre llamado Acán, él fue apedreado. Si ese hombre hubiera sido llevado a Jesús, no hubiera muerto. Esa mujer debió haber sido apedreada por lo que había hecho, sin embargo ellos la trajeron a Jesús poniéndola en medio. Amados, yo soy pastor y siempre me queda faltando algo cuando predico. Muchos hermanos de nuestra congregación, mientras manejan su carro, escuchan mi predicación. Cuando le predico a los hermanos de la iglesia, lo hago sin pensar mucho y sin embargo ellos siempre me escuchan. Honestamente a mí no me gusta mi predicación, nunca la escucho hasta el final y si la escucho algunos minutos, me molesta no haber podido transmitir más claramente la voluntad de Dios a los oyentes. A veces me enojo cuando leo mis libros, porque en el momento en que los escribí, lo hice sin pensar mucho, y cuando los leo, no me siento satisfecho. Amados, si yo fuera un buen predicador, no debería figurar como Ock Soo Park en el corazón de los hermanos; solamente debería dejar a nuestro Señor Jesucristo. Pero yo no soy así, por eso estoy avergonzado delante del Señor, porque soy sólo un predicador y no puedo salvar a nadie, tampoco puedo limpiar el pecado de ninguna persona, ni ayudarle; yo solamente lo guío hasta nuestro Señor Jesús para presentárselo, y desde aquel momento, por medio de nuestro Señor Jesucristo, él podrá resolver sus problemas. Cuando esa mujer fue traída para ser apedreada, se encontraba en una situación muy grave y desesperante ¿no es cierto? Mientras vivamos en este mundo, aunque tengamos adversidades, estemos llenos de defectos, o cometamos un pecado muy grave, si nos encontráramos a Jesús, podríamos tener una solución perfecta por medio de Él. Ahora, si ustedes cayeran en el pecado, nuestro Señor Jesús, podría sacarlos perfectamente de esa situación, y si ustedes estuvieran atados por unas ataduras gruesas,


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Jesús podrá desatarlos; si se hundieran en un pecado muy grave, nuestro Señor Jesús, podrá limpiarlos de todos los pecados. En el momento en que esa mujer se presentó delante de Jesús, su problema ya no era de ella, sino de nuestro Señor Jesús. Queridos, quedó sólo Jesús y la mujer que estaba en medio; no hay otro lugar más seguro que ése. Si una persona es inmunda, débil, y llena de defectos, no hay problema si está con Cristo Jesús. Cuando Jesús entra en alguien, inmediatamente todos sus problemas pueden ser desatados por medio de nuestro Señor Jesucristo.

UN MEDICAMENTO ESPECIAL EN EL HOSPITAL DONG SAN Hace muchos años, unos misioneros fundaron un Hospital llamado Dong San en la ciudad de Dae- Gu, que ha tenido muy buena fama en la provincia de Kyung Sangs, debido a que es un hospital excelente. En cierta ocasión, una pareja de ancianos que vivía en el campo de la provincia Kyong Nam, necesitó acudir a un hospital, pues la abuela se sentía cada vez más débil y enferma, y nadie sabía lo que tenía. Al marido le afectaba mucho verla en ese estado, hasta que un día escuchó la buena fama del Hospital Dong San en la ciudad Dae- Gu y decidió llevar a su esposa a pesar de tener dificultades para trasladarse. Era la primera vez que visitaban ese lugar. Cuando llegaron, un médico los atendió, le puso el estetoscopio a la abuela, la revisó y le dijo: —Abuela, no se preocupe tanto por su enfermedad, no es tan grave, se puede curar rápido, voy a formularle algo. —Doctor, por favor dénos la medicina enseguida —dijeron ambos con mucho entusiasmo. El doctor empezó a escribir la fórmula con su estilógrafo y le dijo: —Abuela, si se toma este medicamento, después de una semana estará curada. El doctor les entregó la fórmula y ellos quedaron profundamente agradecidos; Cuando vieron la tinta azul que salía de una

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botella pequeña y delgada (estilógrafo), ellos pensaron que esa tinta era el medicamento especial; no entendían que apenas era el nombre del remedio, es decir, ellos creían que el remedio era la tinta impresa en el papel. Escucharon que si la abuela tomaba ese medicamento podría curarse. Luego regresaron a su pueblo y la abuela decía: “¡Qué dicha! Conseguimos un buen remedio. Viste como ese doctor, guardaba en su pecho el medicamento, y ¡se ve muy caro!; “nos dio muy poco pero si yo me lo tomo, voy a curarme” decía la abuela. Cuando llegaron a la casa, colocaron la fórmula en agua y aunque ellos hirvieron el papel, la tinta no se desprendía. Finalmente, se desprendió un poco. Entonces el abuelo que había preparado la bebida con tanto fervor, le dijo: —Mi amor, este medicamento es muy bueno, no desperdicies ni una gota. La abuela se lo tomó todo y el abuelo lo preparó también a la hora del almuerzo y a la cena. Transcurrida una semana de beber dicha “infusión”, la abuela se curó. Al ver esto, el marido quiso poseer más de ese remedio, así que volvió al hospital y le dijo al doctor: —Doctor, estamos muy agradecidos por habernos ayudado con ese medicamento. ¿Podría por favor, darme un poco más? —Abuelo, ¿qué llevó usted en esa ocasión? —preguntó extrañado el doctor. —Doctor, aquel día usted sacó de su pecho una botella delgada y me dio del medicamento en un papel. Pero al ver que el doctor no entendía, volvió explicarle— ¿ya se le olvidó? La vez que mi esposa y yo le hicimos una consulta y usted sacó de su pecho una botella delgada como de color azul y nos dijo que mi esposa iba a ser sanada por medio de ese medicamento. Pues efectivamente, después de una semana de haberlo tomado, mi esposa se curó. El doctor escuchó y se dio cuenta que la abuela no había tomado el medicamento sino la fórmula hervida en agua. En aquel momento el doctor no podía decir lo que había ocurrido verdaderamente y entonces aclaró: —La abuela ya no necesita tomar más. ¿Usted sabe cuánto vale ese medicamento?, es muy caro. Aquella vez yo no quería darle la fórmula, pero se la di especialmente porque noté su necesidad por obtenerla.


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Finalmente, el abuelo dejó el lugar y quedó muy agradecido con el doctor. Amados, este es un cuento muy cómico que demuestra que la fe es algo increíble. Esos ancianos no sabían lo que era la tinta de un estilógrafo, nunca habían visto eso, ni habían ido a un hospital; ellos pensaban: “Ese doctor nos dio un medicamento muy valioso, por eso él lo guardó en una botella delgada en su pecho y nos dio muy poco, en ese papel”. Esa fe de ellos, hizo que la abuela se curara de su enfermedad. Hoy en día mucha gente se muere a nuestro alrededor por falta de fe. Si ustedes tuvieran gran fe en Dios, esa fe les mostraría su poder increíble en sus vidas. Una noche después de terminar la predicación durante una campaña, una señora se me acercó y me pidió un consejo espiritual. Cuando yo compartía con esa señora, su amiga empezó a llorar y yo no podía hablar bien, y a pesar de que nosotros hablábamos de un tema que no era serio, ella empezó a llorar. Posteriormente esa señora me contó que hacía poco tiempo había cometido un pecado. Antes, esa señora criticaba a ese tipo de personas y los señalaba, murmuraba de ellos, los menospreciaba; pero ella misma cayó en ese pecado, y aunque quería dejar ese pecado cada día se hundía más en él. Ella sentía que alguien la iba a descubrir, se sentía condenada y aunque se congregaba, tenía condenación en su corazón y no podía resolver ese pecado, por eso ella pensaba suicidarse, aunque tampoco se atrevía a hacerlo. Estaba desesperada y llorando me preguntó: —Pastor, ¿qué puedo hacer? —Señora, voy a preguntarle una cosa. —Sí pastor, pregúnteme. —Señora, en lo profundo de su corazón ¿le gusta ese pecado, no es cierto? —Sí pastor. Al principio cuando quería pecar, me sentía muy tensa y lo hacía para divertirme; pero ahora estoy cansada y siento que voy a volverme loca, y hasta deseo quitarme la vida — me respondió. — ¿Verdaderamente, usted no quiere divertirse más con ese pecado?

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—Ella me respondió: ¡No! Amados hermanos, cuando hablamos sobre el perdón del pecado, mucha gente quiere recibir el perdón, pero no es suficiente solo eso, porque en gran parte todavía aman el pecado. Esta es la razón por la que es tan importante la iglesia en donde se escucha la palabra de Dios, ya que aunque muchas personas quieren recibir el perdón del pecado y saben de la iglesia, todavía quieren pecar. Yo le pregunté a ella: —Señora, ¿realmente usted no quiere divertirse más con ese pecado? —Sí pastor, al principio me divertía, pero ahora estoy cansada y quiero morirme—me respondió. —Mientras se sienta cómoda con esa situación, Dios no puede trabajar en su corazón, pero si ese pecado ya no le divierte, el Señor puede ayudarle a salir de eso. Enseguida le expliqué detalladamente cómo limpiar todos los pecados por la sangre de Jesús. Después de compartir mucho tiempo, nos despedimos y al día siguiente ella madrugó mucho; tenía otro semblante y mostraba gran interés, por lo tanto decidí preguntarle: —Señora ¿ya dejó atrás la condenación del pecado? Ella estaba muy contenta, porque había podido liberarse de la condenación y del deseo de pecar. En la Biblia dice que no hay condenación en Cristo Jesús. Si el Señor Jesucristo entra en una persona, desde ese momento todos sus problemas le pertenecen a Jesucristo. Amados, cuando Cristo llega a nuestro corazón, verdaderamente echa raíz en él y no tenemos que hacer nada, porque Jesús va a cumplir en su momento los deseos de nuestro corazón.

LA PROMESA DE DIOS A hora va mo s a c o mp a r t i r u n p o c o s ob r e e l A nt ig uo Testamento: En Génesis se habla sobre el arca de Noé, ¿quién podía ser salvo en los tiempos de Noé? ¿Una persona buena o alguien que daba mucho diezmo o cumplía el día de reposo?


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¿Quien podía salvarse? Lógicamente el que subiera al arca. En los días de Noé, si alguien que amaba a Dios, se despojaba de su pensamiento y entraba en el arca, podía salvarse. En esa época había mucha gente buena, honesta y fiel en apariencia, pero no quisieron escuchar la palabra de Dios y por eso no entraron al arca de Noé. De nada servía ser bueno, fiel y honesto si no aceptaba la palabra de Dios; en cambio, podía entrar al arca de Noé y salvarse aquel que aunque hubiera cometido errores, pecados o hurtos, aceptara la palabra de Dios. En la época de Noé se veían personas aparentemente muy buenas, pero todos murieron. ¿Quién podía ser salvo? Eso dependía de la ubicación; estar dentro o fuera del arca de Noé: Ésa era el punto clave. Una vez cuando era niño y asistía a la escuela dominical, un maestro me contó un cuento cómico que decía que en la época de Jesús mucha gente lo acompañaba y un día Jesús los llevó a un río y les dijo: -“Hermanos, recoja cada uno tres piedras del tamaño de un puño”. Mucha gente recogió piedras; tres cada uno, y Jesús les dijo: “Síganme con esas piedras”. Mientras caminaban, algunos botaban sus piedras y recogían otras tan pequeñas como una uña; pero un niño que se llamaba Jorge iba con su piedra. Se detuvieron y Jesús dijo: “Oremos juntos”. Después de terminar la oración pidió que miraran hacia arriba: vieron muchas uvas; en seguida, él les dijo que arrojaran las piedras para tumbar las uvas. Cuando la gente tiraba las piedras más pequeñas no podía tumbar las uvas, pero cuando Jorge tiró sus piedras él pudo bajar bastantes. En otra ocasión Jesús los llevó al río nuevamente y les dijo que recogieran una piedra del tamaño de un puño; ellos llevaron esas piedras que luego se convirtieron en pan y comieron muy bien. Luego, Jesús los llevó a otro río y les dijo lo mismo, y como la gente ya sabía que las piedras se convertirían en pan, entonces consiguieron piedras grandes, del tamaño de una almohada. Jesús oró por ellos y antes de terminar la oración, ellos creían que sus piedras ya se habían convertido en un pan grande y que cuando quisieran comerlas no se quebrarían los dientes. Él les dijo: “Miren arriba”: se dieron cuenta que había muchas nueces y enseguida escucharon otra indicación: “Bajen las nueces”.

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Cuando Él les dijo que llevaran piedras del tamaño de un puño, ellos debieron haber llevado ese tipo de piedras; pero añadieron su pensamiento y llevaron piedras grandes puesto que creían que se iban a convertir en panes. ¿Qué les parece? ¿Que con ese tamaño pueden bajar las nueces? Obedecer conforme a nuestro propio punto de vista propio, no es obedecer. En la época de Noé, si Dios les dijo que hicieran el arca debieron obedecer, pero las personas dudaron y al final todos murieron. Según las normas de este mundo, una persona perversa y mala es aquella que peca mucho; pero según la norma de Dios, una persona que no acepta la palabra de Dios, y la interpreta a su manera, no entra en el arca de Noé. A mados, si leemos en Josué, en el A ntiguo Testamento, cuando se derrumbó la ciudad de Jericó, la gente podía salvarse si entraba a la casa de la ramera Rahab. Algunas personas decían: “Soy noble, no me importa salvarme, ¿cómo podré entrar a la casa de una ramera?”, “soy mucho mejor persona que esa ramera, ¿cómo puedo entrar a su casa?” Así pensaban y todos murieron, por eso leemos en Josué que si alguien entraba a la casa de Rahab, allí había un cordón, y solamente esa persona podía salvarse. De Éxodo 12:1 en adelante, si una persona quería salvarse debía pintar los postes y el dintel de la puerta de la casa con la sangre de un cordero. Ésa es la promesa de Dios, veamos Éxodo 12:1: “Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto”. Hay un protagonista en Éxodo 12, era un cordero. Desde el versículo 3 se menciona varias veces el Cordero. En Éxodo 12: 3-7 Dios decidió destruir a toda la gente de Egipto; pero él quería salvar a algunos de ellos que aunque no eran personas buenas, ni fieles o que oraban mucho, obedecieran la palabra de Dios; quienes degollaron un cordero, pusieran la sangre en los postes y en los dinteles de sus casas; luego se comieran la carne asada y estuvieran conforme a lo que decía la palabra de Dios. Sólo ellos podían ser salvos. Leamos en Éxodo 12: 13: “Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estáis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto”. Aquella noche cuando Dios quería juzgar, el ángel de


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Dios pasó por cada casa y quería matar desde el hijo primogénito hasta los animales; por esa razón Dios se comprometió aquella noche, y le indicó al ángel de Dios que se fijara en la señal de algunas casas para ver quién podía salvarse y quién no, aquellos que no tienen relación con sus obras para ser salvos.

EL ORGULLO Hay diferencias entre un hombre capaz y uno incapaz, pero Dios nos ve a todos iguales. Por ejemplo: entre las hormigas existe una hormiga bien presentada, inteligente y fuerte; pero si alguien la observa verá que es igual a las demás. En el mundo de las hormigas, ¿ellas podrían sentir que tienen unas patas traseras muy bonitas? Podría existir alguna que diga: “Mira mi cintura es más delgada”; según la perspectiva del hombre, todas son iguales. Si alguien se cree muy inteligente, se sentirá bien ¿verdad? Al hombre le gusta hacer distinciones de clase, por eso cuando cree que está en un nivel por encima de otras personas, se siente complacido. Yo estuve unos días en la comunidad de los leprosos, y entre ellos había “clases”, es decir, diferentes niveles. Los leprosos de una isla llamada “So Rok” eran muy despreciados. Si alguien va a la cárcel, encontrará que entre los reos hay clases. Los reos que fueron sentenciados a pena de muerte por homicidio se sienten muy orgullosos, pero si alguno cometió un crimen muy leve, es sólo un ladronzuelo; es una ofensa que los ladronzuelos conversen con los que fueron sentenciados a muerte y si les preguntan algo sobre la pena de muerte, ellos no responden. Es una falta de respeto. Un día yo estaba dirigiendo un estudio Bíblico en una cárcel y un condenado a muerte me contó: Pastor, después de escuchar el evangelio, compartí con un ladronzuelo, de verdad me despojé; eso era un testimonio para él porque era una gran ofensa hablar con un ladronzuelo. La gente quiere formar su clase, estar en una posición mejor, sentirse satisfecha, por eso cada persona da por hecho, que algunos son mejores que otros. A algunas personas les consuela verse

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a sí mismos y aunque no ganen mucho dinero, ni el trabajo sea muy bueno, piensan: “No tenemos mucho, pero nuestros hijos no son golpeados en la escuela por sus compañeros”. Y si una vecina dijera: “Señora, su hijo le pegó a mi hijo”, ella fingiría y le diría: “Qué bárbaro ¿por qué pelea mi hijo con su hijo?”, pero dentro del corazón de ella, lo aprobaría. Cada uno tiene alguna razón por lo cual sentirse orgulloso. Mucha gente vive de esa manera en el mundo de la fe. “He pecado, he robado el diezmo, pero no me siento mal por ello”. Si alguien piensa de esa manera es porque su orgullo no deja que la palabra de Dios entre en su corazón; si alguien habla con él, aparentemente le responde: “Sí Señor”, pero si le explicara el evangelio diría: “¡Oh, claro que sí! ¡Qué bueno!” Un día alquilamos un salón de bodas para una campaña evangelística de una iglesia del campo. Unos hermanos que me acompañaron a esa campaña, fueron de casa en casa invitando a la gente de los alrededores del lugar. En la tarde, después de haber terminado, regresaron y todos estaban contentos y agradecidos con el Señor. Luego uno me dijo: —Pastor, me parece que el salón es pequeño. — ¡Oh! hermano, ¿por qué? —Porque yo creo que esta noche participará mucha gente. Este hermano estuvo hablando con varias personas que le hacían algunas preguntas: “¿Verdad? ¿Podemos invitar a los amigos? ¿A cuántos de nuestros amigos podemos invitar? ¿Ustedes no cobran nada, verdad?” A la hora de la campaña sólo aparecieron cinco personas; los hermanos comentaban: “Qué raro, ¿por qué no vinieron?, ellos dijeron que iban a venir”. ¿Ustedes saben quiénes hablaron de esa manera? Ellos tienen su pensamiento muy fuerte, y aunque recibieron los volantes de la invitación, ni siquiera se tomaron la molestia de escuchar, solamente querían salir del paso, y por eso dijeron toda esa palabrería: “Sí, claro que sí, voy a visitarlos en la noche, ¿podría llegar a las siete y media de la noche o podría llegar diez minutos antes?” Cuando el hermano escuchó esto, él respondía: “Claro que sí, vengan en la noche”, luego pensaba: “¡Oh! Dios, esta noche se va a llenar el salón”; sin embargo, cuando empezó la campaña nadie llegó; los hermanos no enten-


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dían. Si una persona está llena de su propio pensamiento, aunque participe en una campaña evangelística, la palabra de Dios no penetrará en su corazón, porque la palabra de Dios, choca con su pensamiento. Si alguien está despojado de sí mismo asimila toda la Palabra de Dios, en cambio si alguien escucha el mensaje, pensando que es para otro, no le queda nada en su corazón. Ese tipo de persona solamente se preocupa porque no puede entender el corazón de otros. Si alguien quiere ayudar a otra persona, primero debe conocer su corazón. En cierta ocasión, cuando yo vivía en Seúl, fui a una ciudad llamada Nam-Hae en la provincia Kyoung-Nam. Mientras iba de camino visitamos otras iglesias y yo ya estaba sumamente cansado. Cuando terminó el culto eran las once de la noche; tenía mucho sueño y le dije al pastor de esa iglesia, a quien hacía mucho tiempo no visitaba: —Pastor, me voy a dormir. — ¡Oh! Pastor, ¿cómo va a dormir aquí? Este lugar no es apropiado —me respondió. —Para mí está bien, quiero dormir aquí —le dije. Me acosté en un cuarto muy humilde y cuando me estaba durmiendo me despertó nuevamente: — ¡Pastor, pastor! — ¿Qué pasó hermano? —le pregunté. —Pastor, una pareja me prestó una sábana nueva para usted. Aquella noche hacía mucho calor y no necesitaba nada. Estaba agradecido por la buena voluntad del pastor, pero me dio cólera que hubiera interrumpido mi sueño, así que le dije: —Gracias pastor, pero quisiera seguir durmiendo. Concilié el sueño de nuevo y me despertaron nuevamente porque otros miembros trajeron almohadas nuevas. —Pastor, pastor. ¿Cómo se siente durmiendo sin almohada? Por favor utilice ésta. —Muchas gracias —fue mi manera de agradecer aquella buena voluntad pero yo ya estaba a punto de perder la paciencia— por favor ¡déjenme dormir! A la una de la madrugada me despertó otra vez: — ¡Pastor, pastor! —exclamó interrumpiendo de nuevo mi

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sueño. — ¿Qué pasó? —Le traje un par de medias nuevas para mañana. —Pastor, vayamos a dormir. Si quiere traerme algo espere hasta mañana, ya todo el mundo está durmiendo, por favor, durmamos todos —solicité decididamente, pues ya no aguantaba más interrupciones. Luego ya no trajo nada más. Por esos días, el pastor construía el salón de culto y por falta de tiempo no había podido preparar los cuartos con las sábanas; entonces fuimos con los compañeros pastores a preparar las cosas para dormir en ese cuarto, pero al pastor no le parecía una buena idea, sino que pensó: “¿Cómo puede dormir el pastor en este cuarto, sin almohada y sin medias, para mañana?”, ese pastor estaba un tanto apenado y por eso me despertó una y otra vez. Antes de irme yo aclaré: “Pastor yo no voy a olvidar su buena voluntad, pero por favor déjeme dormir”, ahora ese pastor está sirviendo en China como un misionero excelente. En aquel momento yo sabía de la buena voluntad del pastor y entendía esa manifestación de amor por el prójimo, pero yo quería que me dejara dormir. Aunque una persona ame a Dios, debe primero conocer el corazón de Él a través de su Palabra, para que no añada su propio pensamiento y así pueda agradar al Señor.

YA PASÓ LA SOMBRA DE LA MUERTE Amados, si una persona estaba en una casa que tenía pintados con la sangre de un cordero los postes y el dintel de la casa, cuando el juicio de Dios llegó a Egipto, podía salvarse de la perdición; pero si la gente no entiende la voluntad de Dios, cree que siendo honesto, dando mucho diezmo y no haciendo daño a nadie, puede obtener la salvación; el que piensa de esa manera, va a perder su vida. Pero si por el contrario, esa persona pecara demasiado delante de Dios, y se reconociera como pecador y maldito, sabiendo que no le queda otra cosa qué hacer, y que no puede huir del juicio de Dios, esa persona se salvará. Si una persona hubiera estado en esa casa pintada con la san-


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gre del cordero, conforme a lo que Jehová había dicho, no habría muerto. Dios no podía aceptar que una persona que estuviera dentro de una casa pintada con la sangre del cordero, muriera aquella noche cuando el ángel de Dios pasó juzgando. Entonces hermanos, la sangre pintada significaba que ya alguien había muerto, ¡como ya pasó la muerte por esa casa, no podía llegar de nuevo a ella, por eso pasó de lejos! Si una persona escucha el evangelio y recibe el perdón del pecado, está en Cristo Jesús y puede ser uno con Jesús; y cuando la muerte lo visita, ya no puede morir. Así también nosotros somos uno con Jesús y podemos tener una evidencia delante de Dios, entonces la muerte no puede llegar hasta nosotros, porque Jesús fue crucificado y Él pagó por nuestra muerte, por eso en Éxodo capítulo 12, si una persona pintaba con sangre de cordero los postes y el dintel de su casa, el ángel de la muerte no llegaba hasta esa casa, quizás podía pasar muy cerca y asustarlos pero ellos decían: “La muerte ha pasado, pero ya pagamos esa muerte”. Amados, esto sucede muchas veces en este mundo: cuando alguien tiene fiebre tifoidea, ¿la enfermedad ya habrá pasado por el cuerpo o todavía no? Claro que sí, ya pasó, por eso cuando la tifoidea viene otra vez, no tiene la misma fuerza que normalmente tendría. Cuando la gente de mi tierra se enferma de sarampión, tiene un dicho: “Si mientras una persona vive, no tiene sarampión, antes de llegar a la tumba le va a dar, pero si un niño ya tuvo sarampión, aunque juegue con otro niño afectado no va a tener la enfermedad de nuevo porque ya la tuvo, y aunque sufrió mucho dolor, ya no va a sufrir más, porque se inmunizó del sarampión”. De la misma manera, Jesús murió por nuestros pecados, Él venció el poder de la muerte y luego resucitó, entonces ya no hay muerte. Por el pecado del mundo estábamos separados de Dios y decíamos: “Jesús es Jesús, yo soy yo”; en ese momento la muerte se acercaba a nosotros, pero cuando nosotros estamos en Jesús, Él también está en nosotros y somos uno con Jesús; por eso ya no puede venir la muerte hasta nosotros. En Juan 15:5 dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis

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hacer”. El árbol y la rama son uno; de la misma forma la muerte pasó por Jesús siendo nosotros uno con Él. Entonces, si nosotros nos hicimos uno con Jesús y Él recibió nuestros pecados y transgresiones, no necesitamos pagar nuevamente, porque Él ya pagó ¿verdad? Cuando alguien no ponía sangre de cordero encima de los postes y en el dintel de su casa, el ángel de Dios la cubría con la muerte; pero si la sangre del cordero ya estaba, significaba que ya había pagado, porque en vez de esa persona, ya un cordero había muerto, por eso ellos ponían sangre en la puerta; era como una evidencia de que la muerte ya había pasado por ahí. El poder de la muerte no puede entrar si en la casa está la sangre de un cordero. Amados, es igual si una persona está en el arca de Noé; ni la muerte, ni el juicio pueden entrar allí. Si una persona estuviera en la casa de la ramera Rahab, casa que tenía atado un cordón, cuando la muerte llegara a la ciudad de Jericó no podría tocarla. En Éxodo 12, si una persona estaba en una casa en la que estaba la sangre de un cordero, la muerte jamás podía cobrarse.

UNA MUJER SE HIZO UNA CON JESÚS En Juan 8, una mujer sorprendida en adulterio, fue traída a Jesús por los fariseos y escribas; ellos la trajeron porque ella había adulterado. Mientras ella estaba alejada de Jesús el pensamiento del adulterio la manejaba, y aunque ella no quería ser adúltera, su propia decisión, no servía para dejar de serlo, porque Satanás metía el pensamiento de adulterio, y ella aunque creía que era limpia, cuando Satanás metía fornicación y adulterio en su corazón ella era condenada. Lo único que necesitaba era recibir el perdón del pecado y salir de los deseos del adulterio. Esa mujer se presentó delante de Jesús; mientras ella estaba fuera de él, era una esclava del pecado y tuvo que recibir el juicio, ya que estando fuera de Jesús tenía que ser maldita, pero ella entró en Jesucristo. Los fariseos y escribas trajeron una mujer sorprendida en adulterio, y la pusieron en medio par ser juzgada, pero mas bien esa mujer pudo entrar en Jesús y aunque antes estaba separada


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de Él, ahora se había hecho una con Jesús. Amados, ¿me hago entender? Uno de mis hijos se encuentra prestando el servicio militar, y ya pronto, el 31 de mayo, va a terminar su servicio. Hace poco él salió de las últimas vacaciones; yo creo que el próximo martes debe entrar al campamento y luego el viernes podrá salir, me imagino que se sentirá muy bien. Hemos estado separados por mucho tiempo, pues mientras yo estaba en Seúl, él se fue a estudiar a los Estados Unidos—claro que nos veíamos de vez en cuando—. Recuerdo cuando yo fui a visitarlo, él vivía en el garaje de una casa transformado en un cuarto; cuando vi aquel “cuarto” pensé: “¿Esa es una habitación? ¡Dios mío!” pero aún así a mi hijo le gustaba. Era invierno y hacía frío en el cuarto, pero mi hijo era joven y no le molestaba; si yo hubiera tenido tiempo, le hubiera instalado calefacción para calentar un poco el cuarto, cuando regresé a Corea mi casa era cómoda y muy caliente Cuando mi hijo se fue a estudiar a Estados Unidos, dejó atrás las comodidades de nuestra casa en Corea; entre éstas dejó la comida coreana que tanto le gustaba; su plato favorito era el kimchi, por eso siempre que mi esposa iba a visitarlo, yo le decía que le llevara kimchi. Cuando comíamos algo delicioso, ella pensaba mucho en nuestro hijo y se entristecía, porque, aunque teníamos buena comida y podíamos ofrecerle a otras personas, no podíamos hacerlo con nuestro hijo. Algunos muchachos comían de todo, especialmente el hijo de un anciano de la iglesia que comía siempre en mi casa; de vez en cuando yo bromeaba con ese joven y le decía: “Seong Woo Yang, ¿a qué vino? ¿A comer?”, pero a él no le importaba. Cuando mi hijo termine el servicio militar va a vivir con nosotros; estamos esperándolo, está en el último año de servicio militar y se siente un poco aburrido. “Aunque nosotros tengamos un cuarto mejor, buena comida, si él se encuentra fuera de la casa, no podemos comer tranquilos. Después de terminar el servicio militar, cuando regrese a la casa, él podrá comer lo que quiera”. Ese tipo de conversación era la que tenía él con mi esposa. Imaginemos la siguiente conversación: —Mami, ¿puedo tomarme un jugo de naranja? —Claro que sí.

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—Gracias mamá... pero ¿cuánto te debo pagar? Creen que mi hijo pueda decir eso. Creo que no, más bien él llega a la refrigeradora, saca y toma el jugo de naranja y si no hay jugo dirá: —Mamá ¿no hay jugo de naranja, podrías comprar uno? — ¿Cuánto me vas pagar? —diría la mamá. No, tampoco. Puesto que “somos una familia”. Amados, El Señor Jesús quiere ser uno con nosotros, si Jesús se hace uno con nosotros, cuando la muerte nos toque, podemos saber que la muerte ya pasó, ¿no es verdad? Jesús ya tiene la señal de las espinas en su frente, de los clavos en sus manos y en su costilla la señal de la lanza. Si ya hemos experimentado el juicio de Dios, nosotros somos uno con Jesús: —Ock Soo Park, ¿si usted es pecador tiene que ir al infierno? —No, Jesucristo ya pagó toda mi maldad. — ¿Cuándo pagó toda su maldad? —Hace 2000 años. — ¿No, eso es lo que Jesús hizo? Claramente Jesús y yo somos uno, ¿me hago entender? Por esa razón es lo mismo, es como si yo lo hubiera pagado. Amén. Jesús fue crucificado y si todavía alguien piensa que su muerte fue de Él y que mi pecado es mío, es un concepto de alguien que no es uno con Jesús. Jesús y yo somos uno; cuando un muchacho se hace mi hijo va a recibir muchas cosas, porque mi hijo y yo somos uno. Entre la familia, mi esposa es la más cercana a mí; ella siempre viaja sin pagar y cuando se sube al auto empieza a cabecear de sueño, entonces yo le pregunto: —Mi amor, ¿conoces al chofer de esa camioneta? —No ¿Quién es? — ¿Por qué lo saludas?, y ¿conoces al chofer de ese taxi? —No sé —responde mi esposa. Cuando ella viaja conmigo, ella cabecea somnolienta y todo el mundo piensa que está saludando, entonces yo le digo que incline el asiento y que se acueste, pero ella siempre me dice que mientras yo esté manejando ella irá despierta. Una vez calculé llegar a mi casa a la una de la mañana, entonces le dije a mi esposa que se acostara temprano y que dejara la puerta un poco abierta, pero ella me dijo que prefería esperarme


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despierta, a pesar de que yo le insistí en lo contrario. Cuando llegué a la casa, estaban las luces prendidas y mi esposa estaba dormida en el sofá. ¿Cuál es la diferencia entre dormir en el sofá o en la cama? No fue fácil despertarla y prepararle la cama para que ella durmiera, es decir, mi esposa y yo somos uno, nosotros no somos dos.

EL VALOR DE UN MARIDO NO TIENE EL MISMO VALOR QUE EL DE UNA GALLINA Había una misionera en nuestra misión que era muy egoísta; a ella no le importaban ni su hijo, ni su marido. En una ocasión, estando como misionera, nos mandó una carta en la que decía que Dios la había cambiado muchísimo. Recién llegada a África solo quería regresar a Corea y decía: -¿Por qué estoy en África? Una vez un muchacho que vivía en la selva, escuchó el evangelio. Entonces el Pastor Superior de los misioneros llamó a la misionera que estaba en Ghana para que fuera con su esposo a donde ese joven y compartiera la palabra de Dios con él y su familia. Cuando la misionera escuchó ese mensaje, se sintió muy mal, y decía: — ¿Por qué tengo que ir a la selva? Yo quiero regresar a Corea. Cuando ellos regresaron a la casa, el marido le dijo: — ¡Qué bendición!, mira cómo el pastor nos dio la oportunidad de ir a la selva, de verdad ¡cómo nos ama el pastor!, gracias a Dios. Aunque ella no sentía nada de agradecimiento, pudo ver el corazón inocente del marido, y pensaba que si ella le decía algo, Dios la castigaría pero el marido otra vez le dijo: —Mi amor, ¿estamos muy agradecidos, no es cierto? —Sí, sí, mi amor. Luego de 8 horas en bus, caminaron otras 4 horas en la jungla y cuando llegaron, se acomodaron en una choza demasiado humilde; esa misionera se sorprendió, porque sus condiciones de vida eran mucho mejores; sin embargo, la codicia no la abandonaba y quería tener más y por eso se sentía muy avergonzada. Esa

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pareja de misioneros fue a la selva y el muchacho los atendió con todo su corazón. Él invitó al esposo de la misionera a compartir con la gente del barrio todos los días; después de haber escuchado la palabra de Dios con mucho gozo algunas personas les traían una gallina, otras llevaban bananos, pero ese muchacho no podía traer nada, así que un día llamó a la pareja de misioneros y les dijo: “de verdad, yo quisiera ofrecerles una gallina, cocos o bananos, pero yo no puedo, porque todo pertenece a mi esposa, nada es mío”. Luego, la esposa de ese muchacho lo presionaba para que volviera rápido de donde los misioneros. Aquella noche, la misionera se quedó pensando: “…Una pareja que vive en la jungla africana y tiene sus bienes divididos. Esto pertenece al esposo y esto a la esposa, aunque viven en una misma casa, la esposa es muy rica y el marido es muy pobre; ellos tenían una regla, si él tocaba las posesiones de la esposa recibía un castigo, como si robara. La misionera seguía reflexionando y su corazón decía que si se hubieran casado en Corea serían una pareja, pero en África, el valor de un marido, no es superior al de una gallina o una palmera. En aquel momento la misionera se sorprendió y pensaba: “Hasta ahora yo también tenía mi propio mundo, tenía mi cerca; yo decía eso es mío, es mi vida espiritual, es mi propia vida”; ella se dio cuenta que era igual a esa mujer. Desde aquel día esa misionera se despojó de su propio territorio, de su propio mundo, de su propia vida espiritual, derrumbó todo lo que tenía dentro; luego el Espíritu de Dios llenó profundamente su corazón. Ella nos mandó una carta en la que decía que Dios la había cambiado muchísimo. Yo leí varias veces esa carta y cuando lo hacía yo lloraba mucho, esa hermana era más carnal que las demás misioneras, pero ¿cómo pudo escribir de esa forma tan linda? Amados, si fueran a mi casa, me gustaría que leyeran esa carta. Esa misionera pasó al mundo del corazón. Antes ella pensaba: “Yo hice esto, soy inocente, soy decente”, pero Dios derrumbó todo. Antes de casarse, trabajaba en el banco, era una excelente cajera, muy orgullosa, siempre tuvo la idea de que iba a ser una excelente misionera. De qué sirve que una persona trabaje bien, si no conoce el mundo del corazón. Ella siempre pensaba: “Soy inteligente, soy inocente, soy una persona sensata, no hago nada


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malo”, pero dentro del corazón tenía un muro y entonces le decía al marido: “¿Acaso te falta capacidad? ¿Por qué no trabajas más duro? Pero un día esa misionera se fue a la selva, y cuando vio a la esposa del muchacho se identificó con ella y su alma se derrumbó; cuando se derrumbó su propia barrera, entonces se hizo una con Jesús, por eso la posesión y la bendición de Jesús era todo para ella. Si yo hubiese ahorrado $100 millones antes de tener 30 años, y después hubiese engendrado un hijo, aunque ese dinero no tiene relación con mi hijo, por nacer en este mundo, ¿recibiría el beneficio de ese dinero, cierto? Amados, Jesús fue crucificado hace 2000 años, ahora, si nosotros entramos en Cristo Jesús, podríamos recibir ese beneficio, y terminaría toda la condenación de nuestro pecado en la cruz, él ya pagó todo nuestro pecado, por eso en Cristo Jesús no hay más condenación; el problema es que la gente piensa: “Jesús es Jesús y mi vida es mi vida”, pero si se hicieran uno con Él, no tendrían problema. Mucha gente piensa: “Mi vida, mi fe, yo hice esto, yo daba diezmo”. Amados, si una persona utilizara el sí mismo como una cerca, no podría ser uno con Jesús; en este momento por favor, derrumbe su propio mundo, si se derrumbara a sí mismo, podría ser uno con Jesús delante de Dios. Por ejemplo, si tengo dos vasos diferentes con agua, mientras esa agua esté en ambos vasos, no pueden ser uno, ¿por qué no pueden ser uno sólo? Es igual hermanos, si se derrumbara el sí mismo, se derrumbaría el cerco entre nosotros, y Jesús; todo el poder de Jesús y todos los hechos del Señor, serían de nosotros. Si yo ahorrara cientos de millones de dólares antes de tener un hijo, cuando mi hijo nazca recibirá todos los beneficios. Hermanos, Jesús fue crucificado hace 2000 años, allí fue cuando pagó todos nuestros pecados; nacimos hace 2000 años, así nosotros nos hicimos uno con Jesús y entonces podemos recibir ese beneficio, por eso nosotros podemos presentarnos confiadamente delante de Dios y de ese juicio del pecado. Sí, yo recibí toda la maldición del pecado, ¿Cuándo la recibí? Hace 2000 años. Jesús y yo somos uno, por lo tanto Él recibió toda mi maldad, Amén. Amados, quedó solo Jesús y la mujer que estaba en el medio; si

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ustedes se hicieran uno con Jesús, si estuvieran con Jesús nadie juzgaría sus vidas, ni los condenaría. Por eso en Romanos 8-1 dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Amados, cualquier situación, cualquier error, si ustedes oran delante de Dios ya no hay más condenación, eso dice la palabra de Dios.


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TENGO AGRADECIMIENTO EN MI CORAZÓN

Me siento un poco triste porque hoy es la última noche de esta campaña, aquí en el gimnasio estudiantil Jam Sil. Extrañaré la campaña que hemos tenido por la misericordia de Dios; de verdad estoy muy agradecido con el arrendamiento de este estadio y también con quienes nos han apoyado; por todo esto les doy las gracias. Creo que ese corazón proviene de Dios, por esto también lo glorifico, y agradezco que muchas personas hayan recibido el perdón del pecado y el nuevo nacimiento. Espero que Dios nos siga guiando, para que más ciudadanos nazcan de nuevo por medio del evangelio. Esta vez compartimos en Juan 8:1-11, ya hemos aprendido en Juan 8 sobre una mujer sorprendida en adulterio, pero que encontró a Jesús y solucionó todos sus problemas, ojalá que nosotros también tengamos esta experiencia lo cual sería una bendición muy grande. El pastor Hong Youl Ruy presentó al Coro Gracias, que significa agradecimiento. Una vez estuve en Argentina y tuve la oportunidad de dirigir una campaña en la Iglesia Alfa y Omega, en Buenos Aires.


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9. Tengo agradecimiento en mi corazón

Cuando terminamos la campaña, los miembros de la iglesia me rodearon y uno de ellos me preguntó: “¿De verdad usted no habla español?”; yo únicamente sabía decir: “Buenos días y buenas noches”, pero en ese momento recordé unas palabras y le dije: “Bésame mucho”. Toda la gente empezó a reírse. Esa canción fue un gran éxito hace muchos años y yo también la cantaba y la oía, pero no sabía lo que significaba. Cuando dije “bésame mucho”, toda la gente se reía con muchas ganas; yo me asusté pues desconocía el motivo de su risa, y les pregunté que cuál era el significado; así que me tradujeron la expresión. Y me explicaron que “besar” significa dar besos, por eso “bésame mucho” significa “deme muchos besos”. En la vida espiritual puede ocurrir lo mismo: mucha gente no entiende cuál es el significado de la fe. Van a la iglesia y creen que han recibido a Jesús. Si verdaderamente soy un pastor, espero que cada persona entienda el corazón de Dios y su plan.

me manda una persona desde allá para que muera? Dentro de mí corazón surgió esperanza y fe; Dios no va a llevárselo, por eso le dije que viniera a Corea. Después de una semana, llegó un hombre muy joven que pesaba 47kg y medía un metro ochenta de estatura. Venía acompañado por sus niños y sufría grandes dolores. Comenzó a vivir en un apartamento con los estudiantes de la escuela misionera y pasados algunos días decidí visitarlo. Una persona con cáncer en el estómago debe llevar una dieta especial, se recomienda comer arroz con cáscara en vez de arroz blanco, pero él quería comer de todo. Un día entré al cuarto y en un rincón tenía un poco de arroz descascarado en una olla. Como a él le habían cortado el 90% del estómago, el esófago estaba directamente unido al intestino por eso debía comer y beber en pocas cantidades. Me sentía muy incómodo en esa situación; así que le dije que se sentara; puse mi mano sobre su cabeza y me puse a orar con todo mi corazón: “Oh Dios, no conozco muy bien el corazón de este hombre pero me duele mucho verlo así y aunque no lo conozco muy bien, creo que está muy joven para morir. Oh Dios, Tú tienes ese poder, ¿por qué ahora no se manifiesta ese poder?, Señor ten misericordia de tu hijo, cúralo, ¡sálvalo!” Aunque él vivía en mi casa yo estaba muy ocupado y casi no lo veía; ya habían pasado seis meses y él no moría: Un día este hermano testificó en el culto: “Cuando llegué aquí pesaba 47 Kilogramos, en seis meses he recuperado once kilogramos; no sé cuál es el plan de Dios en mi vida…”, mientras escuchaba ese testimonio me sentía muy agradecido. En cierta ocasión, yo me encontraba comiendo con ese hermano y con los estudiantes de la Escuela Misionera; hacía mucho tiempo no comíamos en la misma mesa. Ese día le pregunté: — ¿Oh, hermano está comiendo? —Sí, pastor, yo también necesito comer para vivir. —Pero antes usted comía el arroz descascarado y ahora no — le dije dándome cuenta de que él comía más que yo—. ¿Qué le pasa a su estómago? Antes usted me decía que no podía comer mucho porque le habían cortado gran parte de su estómago. — ¡Ay! yo no sé pastor, yo creo que mi estómago también cambió desde que llegué a este lugar.

“¿QUÉ LE PASÓ A SU ESTÓMAGO?” Hace unos 6 ó 7 años una mujer joven me llamó desde Washington. Ella empezó a contarme que su marido estaba haciendo un doctorado en los Estados Unidos, pero que anhelaba entrar a la escuela misionera y recibir clases con el Pastor Park en Dae- Jeon, Corea. El esposo de esta mujer siempre creyó que ser misionero era mejor que ser doctor, pero ella se lo impedía. Sin embargo ella luego me dijo: “De un tiempo para acá, él no se ha sentido bien; fue al hospital y le diagnosticaron un cáncer terminal de estómago; así que le cortaron el 90% del estómago. Los médicos le dijeron que no viviría más de 6 meses. Pastor, ahora mi marido no tiene otra opción, solamente hay una oportunidad de que él pueda aprender la palabra de Dios y es asistiendo a la Escuela Misionera en Corea”. Yo no podía responderle rápidamente pues era una llamada internacional. Los médicos le habían diagnosticado seis meses de vida y ya habían pasado dos. Si lo llevaran a la Escuela era para que muriera allí; pero en aquel momento llegó a mi corazón una idea: hay mucho que hacer en Corea para el Señor, ¿por qué Dios


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Ese hermano aquel día se comió un plato grande de comida, y eso fue ya hace seis o siete años. Actualmente, él es pastor en una ciudad de los Estados Unidos. Allí habitan muchas personas que hablan español; es una ciudad en la frontera con México. Él se hizo misionero, gracias a Dios que lo libró de ese cáncer, y que ahora lo está utilizando como su siervo. Una vez, mientras orábamos por los enfermos en un retiro, una mujer de unos 30 años, estaba haciendo mucha bulla. Yo me le acerqué y le pregunté: — ¿Por qué usted hace tanto ruido? — ¿Usted quién es? —me preguntó ella. La mujer estaba endemoniada. Toda la gente me miraba para ver mi reacción. Yo no sabía qué hacer; unas personas que se encontraban alrededor la llevaron al segundo piso donde estaba la oficina; cuando subí, ellos la estaban sujetando, y ella me gritaba: — ¿Qué está haciendo este hombre? ¿Por qué me detienen? —Siéntese, voy a orar —le dije lentamente. A pesar de que la sostenían firmemente por los hombros, ella no quería escuchar; cuando comencé a orar se sentía muy mal y yo también estaba asustado, nunca había visto cosa semejante; mientras oraba pensaba: “Pobre esposo, ¿cómo se sentirá cada vez que se pone así? ¿Cómo se sentirá un niño con una mamá así? Hay madres que esperan a los niños con buena comida cuando regresan a casa, pero ¿cómo se sentirán los niños que tienen una mamá endemoniada?” También pensaba que no solamente ella sino que también el marido debería sentirse miserable, entonces le pedí a Dios con todo mi corazón: “Oh, Padre, cuando yo la veo me siento muy triste, mi Dios es más misericordioso que yo, Señor sánala, cuídala”. Después de terminar la oración, si ella me hubiera dicho gracias Pastor, yo ya me sané, hubiera sido gratificante para mí, pero ella volvió a hacer el ruido y yo no sabía qué hacer, entonces los hermanos la llevaron al apartamento. Después de terminar el retiro me fui un fin de semana a donde pastoreo; a la siguiente semana fui al campamento de la misión; cuando llegué ahí, esa señora estaba sentada donde se guardan las cobijas, ella hacía mucha bulla, así que puse mi mano sobre su cabeza y comencé a

orar por ella: “Señor tú estás vivo, aparta ese demonio, ese espíritu inmundo que está en el corazón de ella, ten misericordia de tu hija, dale un corazón puro y limpio”. Posteriormente, en el retiro espiritual yo estaba acostado y otro pastor que estaba en el mismo cuarto me contó que una señora poseída había sido sanada completamente, entonces le pregunté que cómo era ella y él me explicó que era la mujer por la que yo había orado, así que yo quería correr a verla, pero ya era muy tarde aquella noche. A la mañana siguiente, después de terminar la predicación en la madrugada, yo la vi, Jesucristo la había liberado de un espíritu inmundo. Yo estaba muy agradecido y contento esa mañana, porque el Señor estaba conmigo y aunque ganara todo el mundo no podría tener un gozo más grande que este.

EMBARAZO IMAGINARIO A continuación les contaré una anécdota que comenzó con una llamada telefónica: —Aló! ¿Usted es el Pastor Park?, le estamos hablando del Hospital Psiquiátrico “Yong-In” —dijo un hombre que decía ser el psiquiatra. — ¿Cómo pudo localizarme? ¿Qué se le ofrece, doctor?—le pregunté. — ¿Usted conoce a una señora joven con las siguientes características…? —de esta manera empezó a describir a una mujer. —Sí señor yo la conozco —le respondí. —Esa señora está aquí en el hospital y no quiere escuchar a nadie, sino solamente a una persona por la que siente un profundo respeto; le preguntamos que cómo se llamaba esa persona y ella nos mencionó su nombre; es el pastor Ock Soo Park por eso lo estamos llamando, por favor ¿podría ayudarnos? —resumió el psiquiatra. De esta manera, visité por primera vez el Hospital Psiquiátrico. El doctor nos explicó que ella tenía un problema de celos. Entonces, mi esposa y yo entramos a su cuarto. Aquella mujer me contó que todas las noches el marido se levantaba y se iba con


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otra mujer y antes de que continuara yo le pregunté: — ¿Está segura? ¿Tiene evidencias? —Pastor me estoy volviendo loca, cuando me duermo me convierto en un cadáver. —Si no tiene evidencias, ¿cómo sabe que su marido duerme con otra persona?, eso no puede ser, tal vez usted se está dejando llevar por una sospecha ¿cómo puede estar tan segura? —Él duerme con otra, pastor, usted no me cree, ¿verdad? — me respondió —Sí, yo le creo, pero usted tiene que tener una base o una evidencia de lo que me está diciendo para asegurar eso. Tiempo después, el marido de ella se mudó a “Dae- Jeon” y empezó a asistir a nuestra iglesia. Yo le expliqué a ella que estaba siendo víctima de la imaginación. Amados, la imaginación es muy poderosa, hay un embarazo que se llama “embarazo imaginario”; si una mujer estéril anhela tener un hijo, en algunos casos tienen embarazos imaginarios. En realidad no está embarazada, pero sí lo esta en su pensamiento. Cuando una mujer tiene esa idea, desaparece la menstruación, tiene antojos y siente que el estómago le está creciendo; tiene los mismos síntomas de un embarazo, entonces dice que quiere comer mangos u otras frutas, pero no es un embarazo verdadero. Como era difícil explicarle esa parte, yo decidí abrir la Biblia y le enseñé como Satanás trabaja en nuestro corazón, como trae duda y desconfianza. Mientras ella escuchaba esa explicación, entendió que su pensamiento no era cierto; entendió que Satanás lo había puesto en ella porque quería destruir su matrimonio. Así fue como ella pudo despertar a la realidad y ahora esa pareja se congrega en la iglesia y ambos son unos oyentes muy agradables. Un día después de terminar el estudio bíblico yo estaba caminando y ella se me acercó y dijo: —Pastor, he vuelto a tener dudas acerca de la fidelidad de mi marido. —Si usted cree lo que teme va a perder su hogar, eso no es cierto, solamente ocurre en su mente. Finalmente, nuestro Señor liberó a esta mujer de su pensamiento, pero sólo hasta que fue al Hospital Psiquiátrico y un doctor me pidió ayuda. Este es un claro ejemplo que nos muestra

el gran poder de la imaginación. En cierta ocasión, unos doctores le aconsejaron a una mujer embarazada, el aborto, puesto que el parto iba a poner en peligro la vida de ambos. Sin embargo, yo le compartí la palabra de Dios, ella se armó de valor y todo salió bien. Ahora ese bebé ya nació y es muy lindo, cuando yo lo veo, pienso: “Bebé, tú corriste un gran riesgo”, claro que sí, ese bebé no sabe lo que pasó; ahora cuando veo ese hogar tan feliz, me siento muy agradecido con Dios. Amados, esta es la última noche, pero perdónenme porque solamente estoy testificando. Quisiera darles un testimonio más: Recuerdo la vez en que un pastor que era leproso me buscó; él estaba pastoreando una iglesia de leprosos y me propuso que fuera a su iglesia a dirigir una campaña. Yo acepté y ese pastor me dio las fechas; después él estaba muy agradecido y contento y me invitó a cenar. Yo era pobre en aquel momento y solo había escuchado sobre la costilla de res. Él me llevó a un buen restaurante a comer costilla de res; y mientras conversaba, él salpicaba saliva sobre la comida y esa situación me quitó el apetito. Él era un leproso de avanzada edad y yo no podía evitar pensar que ya había caído su saliva en mi plato a pesar de que yo lo había alejado un poco. Entonces pedí que me asaran la costilla un poco más y también limpié mi tenedor y los palillos chinos. Todavía quedaba una buena porción de costilla de res y él me pidió que comiera más, pero yo no quería, entonces le expresé mi gratitud y le aclaré que ya había comido bastante, pero cuando salí de allí aún deseaba la costilla de res. Si hoy en día ocurriera eso, yo le diría, disculpe ¿puedo llevarme esta costilla de res a mi casa?, luego me la comería en mi casa, pero en aquel momento no se me ocurrió. Luego anuncié en nuestra iglesia que yo iría a la iglesia de leprosos a dirigir una campaña. Entonces un hermano me dijo: —Pastor, ¿va a ir a la comunidad de leprosos? —Sí hermano. — ¿Y ya sabe cómo debe dormir, si se queda allá? —No, no sé —le respondí. — ¿Usted sabe cómo debe comer? —Tampoco, pero yo creo que ellos me van a dar la comida.


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— ¡Ay! Pastor yo creo que estando allá, usted no se va a provocar de lo que los leprosos preparen, créame. Imagínese si los leprosos preparan huevos, y las cáscaras están infectadas, y se untan de pus y si luego se le acercan y le ofrecen esos huevos, ¿usted que va a hacer? —Hermano, usted está bromeando, yo no creo. Yo pensé que ese hermano estaba bromeando; pero al acercarse la fecha de la campaña, yo me preocupaba por lo que fuera a pasar: si ellos me ofrecieran comida infectada, ¿Debería comer? Yo sé que ustedes tienen mucha fe, pero en aquel momento yo estaba muy preocupado y continué pensando, ¿Si voy ahí, a dónde voy a dormir?, ellos me van a decir que utilice la misma cobija, o me ofrecerán otra, ¿Cómo me van a dar la comida?, ¿cocinada o cruda?, ¿Van a ofrecerme huevos con cáscara o sin cáscara?, ese tipo de pensamientos comenzó a sacudir mi corazón; aparentemente yo no lo expresaba pero una noche me desperté a las tres de la madrugada. (Nuestra casa pastoral queda al lado del templo, así que podía pasar fácilmente de la casa al templo y viceversa.) Aquella madrugada fui al templo, me arrodillé atrás del púlpito y empecé a orar, cuando llegó a mí Mateo 26:6 que dice: “Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso”. Me sentía muy emocionado porque el hijo de Dios, había entrado en la casa de un leproso ¿Quién soy yo? ¿Por qué me preocupo tanto?, Me sentía muy avergonzado y entonces me vino otro pensamiento: “No existe un leproso natural, si esa enfermedad me llegara entonces yo sería leproso”, antes pensaba que yo era diferente a un leproso, luego me di cuenta que no hay ninguna diferencia entre el que tiene la enfermedad y el que no la tiene; inmediatamente se fue toda la preocupación. Ya no me preocupaba por la alimentación o la dormida. Sentía dentro de mi corazón como si todo se hubiera esfumado; me sentía muy tranquilo y fresco mentalmente. Cuando yo veía los problemas, mi corazón estaba preocupado y atado, pero Dios me quitó esa preocupación. El Señor libró del espíritu inmundo a esa mujer. Dios libró del cáncer a ese hermano joven, también de los celos a esa señora y a mí me libró del temor de visitar la comunidad de los leprosos. Mucha gente se deja llevar por lo que hay en su corazón. Una

cosa maravillosa es que el amor del Señor nos desata de esa condición.

LA NARIGUERA Vamos a compartir Juan 8:11, que dice: “Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete y no peques más”. Esta semana hemos compartido sobre la mujer que fue sorprendida en adulterio. Ella debió haber sido apedreada, pero ¿por qué adulteró?; Tal vez ese hombre la tentó, o quizás no tenía marido. No, ella no adulteró por esas razones. Aunque una persona sea muy fuerte, si tiene una enfermedad como la fiebre tifoidea, la temperatura le sube hasta 40 grados. De la misma manera, en el corazón de ella entró el pensamiento de fornicación como si una fuerza la llevara, como un boyero maneja a un buey. Cuando un buey nace, la gente trata de que sea manso, le ponen una rienda, por eso, aunque ese buey crezca mucho, cuando un boyero lo dirige, el buey debe obedecer. Lo mismo sucede en este mundo: a pesar de que las personas sean muy distintas: inteligentes, capaces, con altos cargos etc., pero cuando observamos su corazón, vemos cómo son llevados por los deseos de la carne y la potestad del pecado. Esa mujer sabía cuál era la consecuencia del adulterio; sabía que debía ser apedreada y aunque tenía presente que era casada y que debía comportarse bien, una fuerza la arrastró y al final cayó en el adulterio. Amados, la Biblia dice que ésa es la potestad de las tinieblas del gobernador de este mundo. ¿Quién no sabe que los pecados son malos?, todo el mundo lo sabe y sin embargo es llevado a pecar, pero esta noche nuestro Señor nos dice en Juan 8:11 “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete y no peques más”. ¿Qué le dijo Jesús? “Yo te perdono, haz lo que quieras, vive con ese hombre”, ¿Jesús le dijo de esa manera?, No, Jesús le dijo no peques más. Ustedes han escuchado sobre la ley, yo creo que ustedes ya han oído sobre cómo funciona la ley.


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En Éxodo 20:3 en adelante, encontramos los diez mandamientos: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que está arriba en el cielo ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Honra a tu padre y a tu madre. No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. No codiciarás la casa de tú prójimo”; hasta el versículo 17. Cuando los fariseos y los escribas trajeron a la mujer adúltera delante del Señor ellos le preguntaron: “¿Tú pues qué, dices?” En aquel momento Jesús empezó a escribir con su dedo en la tierra. Esto es un cambio de la ley de Moisés a la ley de la Gracia. Ya, antes hablamos sobre esto. Jesús le dijo a ella que ya no pecara más. ¿Eso significa lo mismo que si hubiera dicho: “No hurtarás, no cometerás adulterio”? Es lo mismo o es diferente. ¿Jesús también le estaba diciendo que cumpliera la ley? En ese versículo hay una gran enseñanza: la ley nos enseña a no hurtar, no cometer adulterio, entre otros; esas enseñanzas tenían una dirección diferente a la palabra de Jesús. La ley nos dice: “No matarás, no cometerás adulterio, no hurtarás, no hablarás falso testimonio, no codiciarás”, inmediatamente después de que la gente escucha empieza a tomar decisiones: “Yo tengo a mi esposa no voy a cometer adulterio, yo no voy a mirar a nadie, no voy a cometer un error”, pero si el pensamiento de fornicación llega a esa persona con más fuerza que su pensamiento, se dejará llevar de la misma manera que un boyero lleva a un buey. Esa persona sabe que no lo debe hacer, pero no tiene fuerza y finalmente se deja ganar por la tentación. Así es el hombre y por eso comete pecados aunque no quiera; el poder del pecado es más fuerte que nuestra fuerza de voluntad. El motor del vehículo tiene fuerza para correr y el freno del carro tiene fuerza para detenerse. Cuando todos los vehículos salen de la fábrica ambos mecanismos (motor y freno) son sometidos a una prueba mecánica. Cuando la fuerza del freno gana, el motor frena; si el motor gana podría ocurrir un accidente. Aunque el auto corra muy bien, si una persona frena debe parar

inmediatamente; si frena, el carro debe parar, si no lo hace, es una máquina mortal. De igual forma sucede en nuestro corazón, hay una lucha para adulterar o no adulterar. Si el poder que está dentro del corazón es para no adulterar, en este mundo nadie cometería ese pecado. En este mundo manejamos buenos vehículos, pero en el mundo del corazón, la potestad del pecado es más fuerte que el freno. Si usted maneja en una calle congelada y frena, el carro se resbala. ¿Usted alguna vez ha tenido la experiencia de accidentarse? ¿Ha chocado con otro? En el mundo del corazón sucede lo mismo; se sabe que no debemos pecar pero al final caemos en un pecado porque una potestad nos lleva a eso. La ley no puede salvarnos. Voy a contarles una historia: En cierta ocasión, dos consuegros se encontraron en la cárcel ¿Cómo se sentirían ellos al encontrarse allí? Tal vez muy avergonzados, ¿no? El que fue a la cárcel primero quiso ignorar a su consuegro pero la celda era muy pequeña y al final tuvieron que saludarse. — ¿Cómo está consuegro? —Bien ¿y usted?, Mientras estaban en la celda, uno le preguntó al otro la razón por la cual estaba allí. En realidad si alguien pregunta por el tipo de crimen es una descortesía, pero ellos eran reos y tuvieron curiosidad. —Yo no hice nada malo. Llegué a este lugar por mala suerte. — ¿Por mala suerte? Explíqueme eso. —No hace mucho, mientras estaba en el campo, vi una cuerda cerca de la orilla del río. Yo supuse que me la podía llevar, así que la recogí, pero cuando llegué a mi casa había un buey en el otro extremo de la cuerda, por eso toda la gente me dice que soy ladrón, ¿No es eso, mala suerte? —Por favor, la próxima vez que usted recoja una cuerda debe revisar si hay o no un buey amarrado a ella. —Y a usted ¿por qué lo encerraron? —Yo tampoco tuve buena suerte. — ¿Qué le pasó? Cuénteme con confianza. —Me fui al mercado y se me olvidó el dinero, entonces decidí devolverme pero como tenía tantas cosas por hacer, preferí pedir fiado. El problema fue que cuando salí del mercado, se me olvidó


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decir que yo iba a pedir fiado y entonces me trataron como un ladrón. Claro que sí, la próxima vez aunque esté ocupado tengo que pedir fiado primero. —Muy cierto. La gente siempre está lista para defenderse. ¿Quién nos enseñó a defendernos? El pecado que mora en nosotros. La mujer adúltera conocía la ley, pero la fornicación la dominó y por eso ella adulteraba, mentía, tenía envidia, etc. Sin importar nuestra fuerza de voluntad, si no somos desatados del pecado que nos lleva a la fornicación, envidia, desconfianza, vamos a ser vencidos. Si una persona tiene fiebre alta, no sólo debe preocuparse por bajar la fiebre sino por buscar la causa de la misma, por eso, en lo espiritual debemos presentarnos ante Jesús para cortar el problema de raíz. Lo más precioso que le dijo Jesús a la mujer sorprendida en adulterio fue: “Ni yo te condeno, vete y no peques más”. El Señor la salvó de los que la acusaban, limpió todo su pecado en el momento que le dijo: “No peques más”. En ese momento la liberó de la potestad del pecado.

sero”. Así que cuando mi padre regresaba me llamaba y me decía: “¡Que barbaridad! no puedes vivir más en el pueblo, debemos salir de aquí, porque me avergüenzas” Y a pesar de que siempre escuchaba eso, yo no podía cambiar. En mi casa había una mesa redonda, siempre nos sentábamos alrededor de ella, pero a veces yo no quería sentarme, prefería desaparecer; simplemente no quería comer. Entonces mi papá me gritaba: “¿No vas a venir a comer? ¿No quieres comer? ¡Ven de inmediato!” Yo vivía de esa manera y me preguntaba: “¿Por qué soy así?, me congrego, participo en el coro, enseño a los niños en la escuela dominical”. Entonces me arrodillaba, me arrepentía, lloraba, hacía vigilia, ayunaba y me sentía bien por un momento pero cuando salía del templo, otra vez se activaba la potestad del pecado y me dejaba llevar. Un día inolvidable fue el 17 de octubre de 1962.

TENGO UN GRAN AGRADECIMIENTO EN MI CORAZÓN Cuando yo tenía 19 años, asistía a la iglesia, pecaba y llevaba una vida muy lamentable. Me perdonan, pero debo admitir que yo era muy inteligente pecando. Un día después de entrar al campamento militar, un soldado me llamó y me dijo: — ¡Hey usted!, ¡venga! —Usted tiene cara de ladrón, espero que no cause problemas, ni huya del servicio militar. Era cierto, él pudo ver en mi cara lo que yo era, si yo no hubiera entendido el evangelio habría vivido de una manera miserable, pues tenía tendencia a portarme mal, pero no podía, ya que mi pueblo natal era muy pequeño y si pecaba todo el pueblo se daría cuenta, o sea que si hubiera vivido en Seúl seguramente habría pecado mucho. Cuando mi papá tomaba licor con sus amigos, empezaban los comentarios: “Hey amigo, su segundo hijo Ock Soo, es un gro-

Recibimos la redención No por oro, ni plata Acabamos de lograr la salvación Por medio de la sangre del Cordero. Redención, redención Limpió todo mi pecado Alabemos juntos, aleluya Logramos la redención por esa sangre. Aquel día fueron limpios todos mis pecados; fue un día inolvidable, fue purificada toda mi maldad; Jesús entró a mi corazón. Mi señor Jesús me desató y me liberó de la atadura del pensamiento, de la fornicación y de la atadura que me llevaba a la potestad del pecado. Desde entonces siento libertad y tranquilidad. Antes tomaba muchas decisiones, me miraba a un espejo y me gritaba: “¡Ock Soo Park, eres muy malo y perverso! ¡Eres impío Ock Soo Park, inmundo!” Me odiaba a mí mismo, no tenía nada, sólo debilidades y defectos, por eso murmuraban, me señalaban y menospreciaban. Cuando actuaba hipócritamente, regresaba y me sentía muy triste; sin embargo, en la madrugada, iba al templo y oraba: “Señor, ayer también pequé, perdóname”. Yo me maldecía, verdaderamente era muy malo y perverso.


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En ese entonces, yo no sabía que la potestad del pecado y la oscuridad me arrastraban invisiblemente; ¿Cómo podría cortar esa cadena por mí mismo? No podía, por eso me arrepentía, pecaba y me condenaba. Para aquella época 1.962 yo pensaba: -“Si tuviera 10 años, no viviría de esta manera, si naciera nuevamente no viviría de esta manera, verdaderamente no” Era muy estricto conmigo mismo. No me gustaba el mundo y me decía: “¡Qué bárbaros!, ¿por qué ellos se sienten bien? Hacemos lo mismo, pero ¿por qué ellos se sienten bien? y ¿por qué yo no?, ojalá hubiera guerra, ¡maldito mundo!”; yo odiaba este mundo. De un momento a otro, yo quería que alguien me golpeara y quería golpear a alguien, yo pensaba que si ocurría eso, me sentiría más tranquilo. Fueron muchas rebeldías y pecados; era imposible arreglar esa situación por mi conciencia humana, por mi buena voluntad, o por los versículos que había aprendido en la escuela dominical. Era dejado sin fuerzas todo el día por culpa del pecado, pero cuando llegaba la noche, lloraba y me arrepentía, vivía de esa forma. El 17 de octubre de 1962 fue un día inolvidable ya que el Señor Jesús entró en mi corazón y me convertí en una persona nueva; esa es la estrofa del himno que yo cantaba sin disfrutar, pero que ahora es mi testimonio. Fui purificado y todos mis pecados quedaron más blancos que la nieve gracias a la preciosa sangre de Jesús. Tenía más pecados que cabellos, pero Él ya dejó todos mis pecados más blancos que la nieve; me dio una gran paz después que éstos fueron limpiados por la sangre de Jesucristo. Él entró en mi corazón, ¡Aleluya! yo lo alabo. Después de haber entrado Jesucristo en mi corazón, no cabe más la potestad del pecado, el pensamiento malo, el odio, la envidia, ni los pensamientos de fornicación. Antes me dejaba llevar por donde yo no quería, pero cuando Jesucristo llegó a mí, el pensamiento de fornicación no pudo más. ¿Cómo podía llenarme más?, antes yo no conocía la bendición, tomaba decisiones y me esforzaba para no pecar más, pero después de entender el Evangelio, empecé a leer la Biblia. Cuando yo leía la palabra de Dios, no importaba si tenía que hacer algún mandado, yo leía un capítulo y otro más y así muchas veces; y mientras leía la Biblia, la palabra de Dios empezó a moverse en

mi corazón. Antes, el deseo de la carne y mi propio pensamiento me llevaban, pero luego la palabra de Dios empezó a llevarme hacia la voluntad de Dios, y ya no quise vivir en un mundo de tinieblas lleno de pecado. Amados, ahora soy pastor, comparto la palabra de Dios y cuando me miro a mí mismo, veo algo interesante: la palabra de Dios llena mi corazón, su poder me lleva a otro mundo; cuando yo comparto la palabra de Dios a otras personas ellas reciben salvación, cambian y se renuevan gracias a Dios. Nuestra misión ofrece una actividad cada dos años, llamada: “Fraternidad Internacional Juvenil”. En 1999, algunos adolescentes y jóvenes problemáticos, vinieron de los Estados Unidos para participar en ese retiro. Algunos eran enviados por sus mismos padres ya que querían ayudarlos. Un muchacho, por ejemplo, era un asaltante a mano armada, drogadicto y jugaba a las cartas. Cuando terminó el retiro, ellos regresaron a los Estados Unidos. Yo les di algunas cartas personales, los llamé y les dije: — ¿Cuando regresen a los Estados Unidos qué van a hacer? —No, no hay nada que hacer. — ¿Quieren ser asaltantes armados? —pregunté. —No pastor. — ¿Qué les parece si se quedan un poco más aquí? —pregunté. —Claro que sí. Se quedaron y escuchaban a diario la palabra de Dios. Ellos son ciudadanos norteamericanos que solamente se podían quedar tres meses en Corea, así que cada tres meses visitaban China o África. Uno de ellos era un joven ex-convicto, que había sido asaltante y asesino, pero se convirtió y ahora es misionero en los Ángeles; otro está en Nueva York; otro en Mumbai, en India. Ellos ya se hicieron misioneros y están evangelizando. Cuando escucharon el testimonio se sorprendieron mucho. Yo no les conté nada especial, cuando ellos estaban muy lejos de Jesús, los deseos de la carne los ataban, los halaban, los llevaban, por eso ellos se convirtieron en asaltantes, drogadictos y jugadores de naipe, pero después de haber aceptado el perdón del pecado, cuando Jesús entró en su corazón, se terminó toda la potestad del pecado de ellos. Ahora ellos son muy cariñosos y


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amorosos. Amados, así es la obra de nuestro Señor Jesucristo.

EL SALTAMONTE FRITO Cuando la mujer adúltera encontró a Jesús, ella fue llevada por los fariseos y escribas para ser apedreada. Nuestro Señor Jesús la encontró y quedó solo Él y la mujer que estaba en medio. Esa mujer ya había entrado en Jesús, poco tiempo antes la gente quería apedrearla, ese era todo el problema de ella; pero cuando Cristo Jesús llegó a esa mujer, aquel problema ya no le pertenecía a ella sino al Señor. Jesús limpió toda su maldad y condenación por su palabra. Además, Jesús la libró de los deseos de la carne y del pecado. Esa mujer ya no era mas tentada por los deseos de la carne, ella ya no era atada por el pensamiento de fornicación, ya no era una mujer inmunda, a través de Jesucristo quedó libre. Jesús le dijo: “Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?, Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Esa expresión no está diciendo que la mujer adúltera tenía que luchar contra los deseos del pecado; Jesús sabía que dentro de ella no había capacidad para vencer los deseos de la carne. “No peques más”, significa que ya estaban resueltos todos los deseos de la potestad del pecado; que ya era libre de ese pecado; que la tentación del pecado ya no podía conducirla, por eso ella no necesitaba pecar. Jesús limpio toda su maldad y condenación por su palabra. Además Jesús la libró de los deseos de la carne y del pecado. Amados, yo he visto cómo cambian las personas después de haber conocido a nuestro Señor Jesús. En la cárcel de Tae Jeon conocí al hermano Young Taek Kim. Él me llamó por mi nombre y me contó que había abandonado el estudio cuando estaba en segundo grado de la escuela. Era un muchacho pandillero que había sido boxeador nacional y que posteriormente fue a la cárcel acusado de homicidio. Mientras él estaba en la cárcel escuchó el evangelio, luego yo le pregunté que en dónde viviría cuando saliera de la cárcel y él me dijo que aunque tenía su propia casa, él no quería vivir allí; me dijo que los

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padres se preocupaban mucho y pensaban que en la cárcel vivía más tranquilo, por eso lo invité a quedarse en la iglesia. Él estaba muy agradecido y se portaba bien, aunque de vez en cuando tomaba licor. Después de un tiempo, Young Taek Kim contrajo matrimonio y a la ceremonia asistieron algunos amigos, que seguramente seguían en el mundo de la delincuencia y cuya apariencia no era agradable. Afortunadamente Young Taek Kim ya no era un delincuente, pero tenía un carácter muy fuerte y a nadie le caía bien. Un día estando en mi habitación, tocaron a mi puerta: — ¿Está el pastor? —dijo Young Taek Kim abriendo la puerta fuertemente. Pese a que él solía ser muy tímido, aquella noche estaba ebrio y me gritaba: — ¡Pastor, tengo un anhelo! — ¿Cuál es? —Pastor, un día quiero que usted vaya a la cárcel. — ¡Oh hermano! Acaso usted no sabe cuántas veces he ido a la cárcel. —No pastor. —He ido muchas veces a predicar. —Pero yo quiero que usted vaya como detenido. — ¿Cómo, de qué está hablando? —le pregunté un poco enojado—. ¿Qué le pasa hoy? Luego Young Taek Kim sacó una bolsa de plástico de su bolsillo y de repente me la tiró muy rápido y salió corriendo. Eso me causó mucha sorpresa y curiosidad. Cuando observé bien aquella bolsa, noté que contenía un puñado de saltamontes. Me sentí muy emocionado pues me trajo recuerdos de mi infancia, ya que solía cazar muchos saltamontes para comer. Young Taek Kim había escuchado alguna vez que al Pastor Park le gustaban los saltamontes y por eso los cazaba para regalárselos al pastor. Generalmente cuando los hermanos le regalan algo al pastor, envuelven el regalo para que quede muy bonito. Pero este hermano sólo podía preparar un puñado de saltamontes que guardaba en su bolsillo envueltos en una bolsa de plástico. Se sentía muy avergonzado y por eso bebió licor para luego acer-


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Saliendo de la Desesperaci

9. Tengo agradecimiento en mi corazón

carse y decir: —Pastor, yo conseguí algunos saltamontes para usted. Luego me tiró una bolsita de saltamontes, y eso me provocaba mucha risa. Aunque otras personas no los aceptaban muy bien, yo sí los aprecié porque conozco el corazón de ese hermano. Si bien es cierto que él tiene carácter muy diferente y no es amable, pero su corazón es muy especial. Cuando Young Taek Kim engendró su primer hijo toda la congregación estaba muy gozosa. En ese momento yo regresaba de los Estados Unidos de América. Yo siempre llegaba muy cansado del vuelo, pero esa vez mi esposa me convenció para que visitáramos un lugar. —Mi amor, debemos visitarlo —me decía. — ¿A dónde vamos? —Debes hacer esa visita —insistió mi esposa. —Está bien, ¿pero a dónde? —Debemos ir al hospital. La razón era que la esposa de ese hermano daría a luz a un niño, por eso fuimos al hospital. Young Taek Kim estaba muy nervioso, subiendo y bajando escaleras. — ¡Oh! Pastor ¿le pasaría algo malo a mi esposa? ¡Qué hago! —me dijo cuando me vio. Él era muy ingenuo y por eso fácilmente caía en la desesperación. —Hermano, no se preocupe. Todos hemos engendrado hijos. ¿O cree que solamente usted ha engendrado un niño? Al fin él tuvo un varón al que quería mucho, y con mucha razón pues ellos tuvieron este niño cuando tenían casi cuarenta años. Así él iba cambiando poco a poco. En otra ocasión él me dijo: —Pastor, tengo una mancha en mi pasado judicial, quién podrá darme trabajo, voy a poner un negocio de Ginsen. —Está bien, es una buena experiencia —le dije. Ese hermano empezó a vender Ginsen. Algunas señoras interesadas en el producto fueron a comprar Ginsen; desafortunadamente, él no era muy amable y espantaba a los clientes: “No toquen si no van a comprar por favor; si quieren tocar, pues compren”. Al final la gente no le compraba, lo cual le causaba mucha frustración.

Un día, tomó licor y chocó el carro. Ahora él está trabajando en la recolección de hierro y basura, un negocio mejor que el anterior. Young Taek Kim era muy brusco y descortés, pero después de aceptar a Jesucristo en el corazón, cambiaba día a día. ¿Cómo puede un hombre homicida volverse como un niño inocente? Solo por la obra de Dios. Jesús le dijo a una mujer: “Ni yo te condeno, vete y no peques más”; ya había sido desatada la cadena de la potestad del pecado. Amados, esta vez ustedes no sólo recibieron el perdón del pecado por la sangre de Jesucristo; también el poder de la sangre de Jesucristo desató toda la potestad del pecado que ataba su corazón. Cristo desató esa cadena y por eso nosotros nos hicimos personas nuevas y podemos adorarlo. Espero que Cristo esté en su corazón siempre, y que ustedes logren esa bendición celestial en su vida. ¡Hasta pronto!





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