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Ecotalk amb Albert Bosch

El As

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Albert Bosch tiene una larga trayectoria como aventurero, emprendedor y escritor; ha cruzado la Antártida sin asistencia, ha completado el proyecto “7 cumbres” (escalar la montaña más alta de cada continente con el Everest como punto final), ha participado en 9 Dakars… Durante su encuentro con Silvio Elías, cofundador de Veritas, han hablado sobre el éxito y el fracaso, el autocuidado y la importancia de conocerse a uno mismo y pasar a la acción.

Silvio Elías: Estamos muy felices de contar con tu presencia en nuestros Ecotalks y tener la oportunidad de abordar diferentes cuestiones. Profesionalmente no necesitas presentación porque tus hazañas, desafíos y logros son increíbles y muy numerosos; por eso, la pregunta no es qué hace Albert Bosch, sino ¿quién es realmente Albert?

Albert Bosch: Bueno, antes que nada, añadiría los errores a esa lista de logros; en realidad, son algunos logros y un montón de fracasos. Volviendo a tu pregunta, y sin recurrir a los títulos que nos pone la sociedad, soy una persona extremadamente apasionada, me entusiasmo por los proyectos y para llevarlos a cabo intento ser auténtico y fiel a lo que pienso. Por supuesto, hay cosas que no consigo y otras que sí, porque me esfuerzo muchísimo, aunque tampoco niego que he pagado un precio muy alto, porque vivir así no es fácil.

S. E.: Se podría decir que eres un emprendedor y te defines a ti mismo como apasionado. ¿Podemos afirmar, entonces, que emprender es amar la vida?

A. B.: A mí me definen como emprendedor, aventurero… Yo pienso que la parte emprendedora es muy importante porque si quieres vivir la vida desde la experiencia y no desde la teoría –lo que enlaza con lo que apuntas de amar la vida– hay que ser proactivo y comenzar el trayecto. La inteligencia y el conocimiento nos tienen que servir para tomar decisiones, ponernos en marcha y avanzar.

S. E.: Está claro que eres un hombre de acción, pero ¿qué me dices de lo que hay detrás de cada desafío, de aquello que no se ve, como la preparación, lo que se siente después de la aventura…?

A. B.: Ese es, precisamente, el aspec- to más importante. Es verdad que lo que genera interés es la acción en sí misma, la aventura; pero esa es la cara más fácil, durante la que me divierto. Lo realmente difícil es llegar hasta allí, el tiempo previo en el que tiene lugar la parte emprendedora y que puede llegar a durar años, planificando la logística, buscando el equipo, dándole un sentido global al proyecto, etc. Y luego está el “después”, cuando me planteo qué he aprendido, cómo puedo mejorar, en qué he fallado… Lo que se ve es la ejecución, pero lo que realmente le da sentido es todo lo que hay detrás. miles de veces a las cuatro de la mañana para ir a la montaña, por ejemplo, el único objetivo de todo ese esfuerzo fuera simplemente el entreno o la preparación. Lo hago porque me gusta y me emociona; la perseverancia y la voluntad son grandes actitudes, pero lo importante es hacer aquello que nos llena de verdad.

S. E.: ¿Se puede disfrutar desde el fracaso? A menudo lo mencionas, pero ¿cómo lo integras dentro del éxito? La mayoría de personas lo relacionan con las circunstancias que no acompañan, pero tú hablas de la actitud y de cómo podemos usar aquello que nos ofrece la vida para convertirlo en algo bueno.

A. B.: Es evidente que el fracaso no aporta felicidad. Desde luego, yo no disfruto del fracaso, al igual que no disfruto del riesgo, pero sí que gozo viviendo experiencias intensas, teniendo objetivos ambiciosos, luchando por lo que considero importante… Y eso incluye necesariamente fracasos y riesgos; por tanto –y aquí sí te respondo–, disfruto con el fracaso porque es mi viaje y sé que es necesario aceptarlo para emprender el camino, no hacia el éxito sino hacia esos objetivos ambiciosos que me llenan de verdad.

S. E.: Has estado en lugares remotos únicamente contigo mismo, enfrentándote en soledad a tus miedos y angustias… No parece fácil, explícame cómo sientes esa vivencia en positivo.

QUE CONSIDERO

IMPORTANTE…"

S. E.: Siempre es importante gozar con lo que se hace y disfrutar de la experiencia.

A. B.: Por supuesto, yo estoy constantemente haciendo actividades y sería imposible que después de levantarme

A. B.: Aunque una gran parte de mis actividades son en grupo, siempre he realizado acciones en solitario; es algo que me resulta necesario, porque es la manera de interaccionar con el entorno de una manera más pura. Para mí es una forma básica de entrenamiento, no solo a nivel mental, también a la hora de conocerme y dialogar conmigo mismo, y esto es fundamental cuando llega el momento de enfrentarnos a las grandes dificultades de la vida. Porque tú siempre serás tú y debes conocerte tal y cómo eres; únicamente hay un camino: trabajar, aceptarte y motivarte. De hecho, cuando veo a alguien por la montaña con auriculares me pongo nervioso: en la naturaleza tienes que conectarte al entorno, vivir el momento y no “estar” en otro sitio.

S. E.: Una actitud que se puede entrenar. Aunque no todos tenemos la posibilidad de ir a lugares remotos como tú, sí podemos tener esa actitud de conexión.

A. B.: Efectivamente y el marco de entreno es el día a día, hay que ir po - niéndolo en práctica siempre que haya ocasión.

S. E.: Ahora que hablamos de desconexión me viene a la cabeza la expresión latina “Mens sana in corpore sano” de un filósofo romano, cuya traducción es “Una mente sana en un cuerpo sano”. Mente y cuerpo no pueden disociarse, pero actualmente hay una tendencia a separarlos…

A. B.: Pues no debería ser así porque la salud física y la mental están totalmente conectadas; de hecho, el autocuidado es lo que nos permite cuidar a los demás o trabajar en cualquier causa. Hay que ser responsable y cuidarse a diario para estar en equilibrio; si delegamos ese cuidado estaremos perdiendo parte de nuestra capacidad para velar por nosotros mismos. Me explico: si nos duele la espalda hay que ir al médico o al fisioterapeuta, es indudable, pero tenemos que acompañar esas visitas de una buena higiene postural, ejercicio adecuado, etc. No vale solo “ir al especialista”.

S. E.: Es cierto, pero hasta que no vivimos las experiencias en carne propia, no interiorizamos ese aprendizaje. Hay muchas frases que escuchamos y en- tendemos, pero no las comprendemos hasta que no lo vivimos en primera persona.

A. B.: Totalmente de acuerdo. Yo suelo definirme como un radical de la acción, pero no porque la consciencia y la reflexión no sean necesarias, que lo son; lo que ocurre es que hoy en día hay una sobredosis de consciencia (por el medio ambiente, la inmigración…) a la que no se pone atención y que no se lleva a la práctica. Tenemos la información y conocemos el problema, pero no hay acción y es justamente esta acción la que salva a la sociedad.

S. E.: Tú que has viajado por todo el mundo y has conocido los lugares más apartados, que estás fuertemente comprometido con el medio ambiente y que eres consciente de la fragilidad de su equilibrio, ¿qué consejo darías para ayudar a las personas a pasar a la acción?

A. B.: Este es un tema que me preocupa muchísimo, sobre todo en el ámbito ambiental y me ha generado una gran intranquilidad en muchas ocasiones. Al final, hay que aceptar que no se puede solucionar todo de golpe y que es bueno comenzar por algo cercano, dando pequeños pasos.

S. E.: Solemos tener la sensación de que para ayudar hay que hacer grandes sacrificios, pero no es así; la necesidad está a la vuelta de la esquina y podemos empezar en la comunidad.

A. B.: En mi caso personal, cuando volví del Everest estaba tan comprometido y había visto tanto, que vi claro que tenía que dejar de querer cambiar el mundo y debía cambiar yo. Y ahí fue cuando comencé a hacer cambios en mis costumbres y decidí predicar con el ejemplo, divulgando y explicando. Por ejemplo, una manera de divulgar es conseguir que los influencers se asocien a valores de sostenibilidad y buenos hábitos.

S. E.: Se nos acaba el tiempo, pero me quedo con las cosas maravillosas que has dicho, como que el cambio empieza en uno mismo, que hay que escucharse y quererse… Y en esa línea quiero preguntarte por el papel que juega la alimentación en el autocuidado personal.

A. B.: Yo me hice vegetariano por mi compromiso ambiental, pero esa decisión me regaló una consciencia nutricional diferente: no solo hay que pensar en gastronomía y placer –algo que está muy bien–, también tenemos que hablar de nutrientes, de salud, de hábitos sostenibles… Hoy, después de cinco años, puedo afirmar que he aprendido a comer y doy muchísima importancia a lo que como. Lamentablemente, vivimos una época en la que casi todo está contaminado (el campo, los océanos…) y por eso resulta fundamental buscar la calidad en lo que nos nutre y alimenta.

S. E.: Estas últimas palabras dan para otra conversación larguísima, es una pena que el tiempo se acabe por hoy… Muchas gracias por tu visita y por esta charla interesantísima.

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