Las Huidas de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos - Cuaderno de estudio No. 6

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A manera de conclusión: Tres Huidas, varios asuntos Las páginas precedentes buscaron aproximarse a varios fenómenos a partir del estudio detallado de los ires y venires de dos pinturas de la colección del Museo Colonial que, si bien han tenido una historia común desde fines del siglo XIX, al pertenecer a los acervos del Museo Nacional, su valoración y recepción han sido diferentes. Por un lado, los periplos vividos por la Huida de los Cuervo Urisarri nos muestran la apreciación de ciertas obras coloniales desde el coleccionismo privado del siglo XIX, una valoración que parece ser ajena a las exigencias devocionales de una iconografía de la Sagrada Familia que propone nuevos recursos pictóricos en torno a la representación de escenas nocturnas y la apreciación del paisaje. No obstante, esta es una pintura que podía funcionar de forma dual en el espacio doméstico. Además de ser un objeto decorativo en el dormitorio de sus dueños, pudo servir como protección de los durmientes durante la noche oscura, o por lo menos así podemos imaginarnos su rol en la casa de los Cuervo Urisarri hasta 1882. Esta pintura, admirada por Roberto Pizano en 1926 como la mejor representación de Vásquez del episodio de la huida a Egipto, estuvo apartada

apartada de las agitadas historias de sobrevivencia patrimonial que testimonia el lienzo en la iglesia de San Agustín. Esta obra alabada durante el siglo XIX como una de las mejores de Vásquez no estuvo exenta de ser destruida en las batallas bipartidistas propias de la segunda mitad del XIX. Como sobreviviente, junto con otras sesenta pinturas coloniales, fue integrada entre 1864 y 1873 a la Galería de Pintura Nacional en el Museo Nacional, iniciativa pionera en la conservación patrimonial local. Dentro de las acciones que se dieron en torno a estos procesos secularizados de conservación, la copia de obras coloniales y especialmente de Vásquez se presenta como una práctica que se inserta en las dinámicas de la producción local de imágenes. A través de las tres pinturas de la Huida, he querido abordar diferentes lógicas de coleccionismo regidas principalmente por dinámicas privadas o familiares y públicas o estatales. Por un lado, la Huida de los Cuervo Urisarri no perteneció a una colección de carácter religioso, sino familiar, por ende, sus tránsitos se mantuvieron fuera de los tiempos convulsos de la desamortización y exclaustración y se definieron por las dinámicas particulares de una colección familiar colombiana en París que finalmente fue donada como un bien público al Museo Nacional. Por el contrario, en el caso de las Huidas de San Agustín Cuaderno de estudio · 29


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