Figura. Lectura de la colección 3.

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FIGURA

Lectura de la colección 3


Amigo, Roberto Figura : lectura de la colección 3 / Roberto Amigo ; Alberto Sánchez Maratta ; prólogo de Emanuel Diaz Ruiz. - 1a ed. - San Juan : Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, 2021. 64 p. ; 18 x 13 cm. ISBN 978-987-47548-7-5 1. Arte Argentino. I. Sánchez Maratta, Alberto. II. Diaz Ruiz, Emanuel, prolog. III. Título. CDD 709.82

CRÉDITOS EXPOSICIÓN Curaduría Roberto Amigo | Alberto Sánchez Maratta Producción Paola Alaimo | Carmen Pereyra | Belén Ramírez | Inés Sández Restauración de obra Guillermo Guevara | Ariel Aballay CRÉDITOS PUBLICACIÓN Edición Roberto Amigo Texto Emanuel Diaz Ruiz | Roberto Amigo | Alberto Sánchez Maratta Registro de obras Belén Ramírez | Inés Sández Diseño Ana Giménez Fotografía de obras Ina Estevez Impresión Akian Gráfica Editora S.A.

©2021 de la edición Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson Av. Libertador Gral. San Martín 862 oeste. San Juan. Argentina. CP: 5400 / contacto@museofranklinrawson.org Tel: +54 264 420 0598 / 0470 ©de los textos: los autores ©de las fotografías: los autores

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Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial en cualquier forma o medio, electrónico o mecánico, sin autorización expresa del MPBA|FR.


ÍNDICE 5

Presentación Emanuel Diaz Ruiz

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Presentación curatorial Roberto Amigo y Alberto Sánchez Maratta

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Textos / Obras

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Listado de exposición

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Volver al núcleo, al origen institucional. Retomar el inagotable caudal de la colección como símbolo patrimonial de memoria cultural, volviendo al territorio y a una historia museal que construye su identidad desde el estudio activo, crítico -y autocrítico- dispuestos a proponer nuevos relatos que aporten vitalidad a las obras bajo otra luz. El Museo Franklin Rawson fundamenta gran parte de su accionar en el estudio y difusión de su colección. Una institución que no se mira y lea así misma, difícilmente pueda ser referenciada por la trascendencia de sus hechos; y en ese entramado se crea memoria, a través de la incesante relectura, interpretación e investigación, que resulta en perspectivas de relatos atemporales. La importancia de una colección no se mide por la cantidad de obras esenciales con las que cuenta, sino por la coherencia interna, por la revisión y contextualización de sus piezas, por sus cruces dialécticos, por la posibilidad de lecturas sugerentes y la conformación de relatos para múltiples lectores. Figura - Lectura de la colección 3, lejos de indagar en los campos habituales, propone asumir provocativos vínculos de texto e imagen que liberen a las obras del sometimiento y la obediencia hermenéutica que habitualmente limitan sus lecturas. El paradójico juego del recurso metonímico nos demuestra que, a mayor riqueza y complejidad de lenguaje, mayor perdurabilidad adquiere el relato en la historia y la memoria colectiva. Proponemos, como política institucional, la construcción de lecturas abiertas y susceptibles de evolución en el tiempo, con la capacidad de adaptarse a épocas y entornos críticos.

EMANUEL DIAZ RUIZ DIRECTOR MPBA|FR 5


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¿Cómo establecer un juego no lineal entre la imagen y los discursos, entre lo visible de una composición y la lectura de un texto? Se propone en esta curaduría radicalizar el objetivo de la serie de exposiciones sobre el acervo del museo: subrayar el concepto de lectura. La apropiación de textos singulares, diversos en su género y función, se articula fragmentariamente –no deconstructivamente- con las obras de arte con un fuerte componente común: la figura. Esta decisiva restricción es contradictoria con la libertad de los textos. Debe aclararse lo aleatorio en la elección de los textos, aunque esta se originó en la percepción o la asociación producto de la mirada a la obra de arte. Tampoco interesa indagar el extendido concepto de que todo es texto o de que sobrevivimos bajo la sociedad de la imagen. Si la relación establecida de una imagen con un texto puede afirmarse en el complejo desplazamiento de lenguajes que implican la écfrasis y la iconología, tampoco interesan aquí ni la descripción ni el programa literario. Al contrario, el acento se ha puesto en la interrogación del espectador-lector ante la contigüidad espacial de obra y texto. Sin una postulación teórica o crítica de la representación, se trata de imaginar desde este afuera contingente. Un simple estímulo al espectador, no para generar nuevos sentidos sino para detectar huellas de ideas comunes. Otra manera de pensar en cómo la obra de arte puede interpelar a los públicos en el espacio institucional que ha modelado su permanencia como tal; y establecido las prácticas que generaron la coacción de su interpretación.


El corpus de obra propuesto se acota en el ejercicio repetitivo, canónico, del hábito del salón y de sus límites, en la destreza compositiva del motivo moderno de la figura, y su radicalización al estar contaminada con otros géneros o tempranos quiebres contemporáneos. Finalmente, otra cuestión ha impulsado el exhibir estas obras del acervo: nos recuerdan nuestras sensaciones de encierro y de peste. En su mayoría son figuras aisladas, que no establecen puntos de contacto; retratos de la soledad del espacio doméstico y de la ciudad vacía. Acaso, se percibe el tiempo común de incertidumbre.

ROBERTO AMIGO / ALBERTO SÁNCHEZ MAR ATTA

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TEXTOS / OBRAS

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El esfuerzo cuesta. Todo esmero adicional en el cuidado con el que eliges tu ropa y te arreglas da como resultados ese efecto coordinado y fluido. El tiempo rinde sus frutos como una afortunada máquina. No compres apurada. No vistas apurada. Toma las cosas con calma y tarda diez minutos en cambiarte si es necesario. Ve a tu cita con el peluquero en lugar de un encuentro a almorzar. Toma el tiempo necesario para planificar tu guardarropa por adelantado. Toma el tiempo necesario para mantener las prendas en perfecto estado. ¿Necesitan limpieza? ¿Arreglos? ¿Reformas? El dinero solo importa incidentalmente en que te veas lo mejor posible. Pero no seas tacaña. Mademoiselle, junio de 1948. En Kate Nelson Best. El estilo entre líneas: Una historia del periodismo de moda. Buenos Aires: Ampersand, 2020.

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Guido Amicarelli. Elisa, 1941

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Se alza de pronto un cortinado, ¡atención!, y entra la Odalisca, hermosa y ágil como una gacela de Arabia. La Odalisca empieza su obra de seducción, y el Prisionero, ¡ay!, se deja envolver en las redes áureas. Se multiplican los asaltos amorosos: el Prisionero cree habérselas con una hurí de Mahoma. Leopoldo Marechal. Adán Buenosayres. Buenos Aires: Galaxia Gutenberg, 1999, p. 250. [1948].

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Héctor Basaldúa. Odalisca, c. 1935

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Así como muchos pueblos creen que el alma humana radica en la sombra así otros (o los mismos) creen que reside en la imagen reflejada en el agua o en un espejo. James G. Frazer. La rama dorada. Magia y religión. México: FCE, 1944, p. 233. [1890].

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Enrique Borla. Composición, 1940

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Si comparamos un dolor de cabeza con la tristeza por un suceso trágico es imposible no darse cuenta de la diferencia fundamental que existe entre estos dos “sentimientos”. Uno de los rasgos más característicos de esta diferencia está precisamente en el carácter corporal del dolor, que lo distingue de la tristeza. Este carácter corporal lo descubrimos tanto en la cualidad de estos sentimientos como en la estructura y en la naturaleza de su ser experimentados. Este tipo de sentimientos y de instintos corporales son el único tipo de sentimientos que tienen una relación fenomenológica con el cuerpo. Son, de algún modo, la “voz” de nuestro cuerpo. Dietrich von Hildebrand. El corazón: Un análisis de la afectividad humana y divina. Madrid: Palabra, 1997, p. 61. [1965].

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Alberto Bruzzone. La pose, 1956

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Es preciso, mi querida Julia, que te hable de nuevo del retrato; no ya con el arrobamiento que te fue tan sensible, sino al contrario, con el pesar de un hombre engañado por una falsa esperanza, y que en nada puede ser compensado de lo que ha perdido. Tu retrato tiene gracia y belleza, incluso tu belleza; es muy parecido a ti, y está pintado por un hombre hábil; pero para conformarse sería preciso no conocerte. Jean-Jacques Rousseau. “Carta XXV a Julia”. Julia, o la nueva Eloísa. Madrid: Akal, 2018. [1761].

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Alejandro Christophersen. Una carta, c. 1935

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Había una lancha que era propiedad de Rosario Celestino. Este hombre salía siempre, cuando salía la primera lancha él salía segundo. Ese día fueron sus pescadores preparados para salir a navegar y él los mandó de nuevo “hoy no salimos, no me gusta el tiempo”. Pero había amanecido bien. Nadie pensó que luego iba a haber esa tormenta, a mí me avisaron algunos viejos pescadores y les hice caso. No me interesaba correr detrás del dinero y eso que en esa época se ganaba bien. Lo que pasó también es que el tiburón se pesca con espinel y cuesta mucho sacarlo, se tarda un día, una vez que se tira hay que esperar. Juan Di Dorio, pescador, sobre la Tragedia de Santa Rosa, 1946. En José Mateo, “Sembrando anzuelos para tiburones. Las demandas vitamínicas de la II Guerra Mundial y el desarrollo de la pesca comercial marítima en Argentina (1943-1952)”. Boletín. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani, n.29, ene./jun. 2006.

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Cleto Ciocchini. Pescadores, c. 1935

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Me decía a mí misma, como excusa, que yo había venido al baile para bailar, mientras que él, pobre hombre no bailaba; pero aunque no me lo confesara, era su sola presencia la que me hacía pasar de los brazos de una pareja a los de otra y la que me hacía decir a la siguiente con tono de súplica, que no me llevara al punto de partida, ese lugar frente al cual Marcel Proust, lívido y barbudo, con el cuello del abrigo levantado por encima de la corbata blanca, había instalado su silla al comenzar la velada. Marthe Bibesco. En el baile con Marcel Proust. Barcelona: Icaria Editorial, 1988, p. 10. [1928].

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Lía Correa Morales. La bailarina, 1929

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Expediente 24088/10°/940 […] 2°.- Nombrar preceptora para la escuela de adultos No 5 del Consejo Escolar 109, a la M.N.N., señora PAULA MARIA ESTHER GASPAR de PEREZ AUBONE, debiendo la dirección del establecimiento citado exigirle, antes de darle posesión del cargo, el cumplimiento de lo dispuesto en el Art. 24 de la Ley 1420.

Consejo Nacional de Educación. El Monitor de la educación común, año LX, núm. 814, octubre de 1940, p. 210.

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Francisco Coviello. Paula Caspar de Pérez Aubone, 1940

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Pasado el sábado, cuando ya apuntaba el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un fuerte terremoto, pues un ángel del Señor, que había bajado del cielo, se acercó al sepulcro, removió la piedra que cerraba la entrada y se sentó sobre ella. Mateo, 28.

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Adolfo De Ferrari. Figura, 1935

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En el lenguaje actual, la palabra “melancolía” se emplea para denotar varias cosas un tanto diversas. [… ] Puede significar un estado de ánimo transitorio, a veces doloroso y deprimente, a veces solo ligeramente meditabundo o nostálgico. En este caso es un talante puramente subjetivo que puede ser atribuido por transferencia al mundo objetivo, de suerte que puede hablarse legítimamente de la “melancolía del anochecer”, “la melancolía del otoño” o incluso, como el príncipe Hal de Shakespeare, de la “melancholy of Moor-ditch”. Raymond Klibansky, Erwin Panofsky y Fritz Saxl. Saturno y la melancolía. Estudios de historia de la filosofía de la naturaleza, la religión y el arte. Madrid: Alianza Editorial, 1991, p. 27. [1964].

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Mario Gargatagli. Rosalía,1947

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De cualquier modo que se la llame: madre-Tierra, abuela de la arcilla, dueña de la arcilla y de las vasijas de barro, etc., la patrona de la alfarería es una bienhechora, pues, según las versiones, los humanos le deben esta preciosa materia prima, las técnicas cerámicas o bien el arte de decorar las vasijas. Pero, como demuestran los mitos examinados, manifiesta también un temperamento celoso y entrometido; […] y otras, en cambio, manifiesta una ternura celosa para con sus discípulos, […]; o también aun estipulando las precauciones a tomar, las prohibiciones a respetar —como la castidad obligatoria de las alfareras en Guayana y en Colombia, o la de los alfareros entre los urubus—, so pena de castigos que van desde el estallido de las vasijas durante la cocción hasta la muerte de los enfermos y las epidemias. Claude Levi-Strauss. La alfarera celosa. Barcelona: Paidós, 1986, p. 35. [1985].

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Vicente Genovese. La quilla, diosa de la castidad, 1956

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Antes bien, en los cabalistas la simbología de la manzana remite al Cantar de los Cantares (2,3) donde se le canta al amado: “Como el manzano entre los árboles silvestres, así mi Amado entre los mozos”. Este amado es, para los cabalistas, precisamente la Schechina como última sefirá, cuya relación con Dios es lo que canta el Cantar de los Cantares, según la interpretación mística. Gershom Scholem. “Los colores y su simbología en la tradición y mística judías”. Lenguajes y cábala. Barcelona: Siruela, 2006, p. 159. [1973].

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Alfredo Guido. Figura, 1937

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¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel desorden perplejo de sensaciones inconexas y atroces, pensó Emma Zunz una sola vez en el muerto que motivaba el sacrificio? Yo tengo para mí que pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado propósito. Jorge Luis Borges, “Emma Zunz”, Revista Sur, n. 167, septiembre de 1948.

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Gastón Jarry. La esquina, 1940

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De noche, frente al mar. Ni el mar ni la noche me aportan la calma. Al contrario. Basta que pase la sombra de un marinero… Debe ser guapo. Con esta sombra, gracias a ella, solo puede ser hermoso. El navío encierra en sus flancos bestias deliciosas, vestidas de blanco y azul del cielo. Deseo cada sombra que entreveo. ¿A cuál de estos machos escoger? Apenas habría soltado a uno de ellos cuando ya desearía a otro. Un único pensamiento me aporta la calma: solo existe un marino: el Marino. Y cada individuo que veo es solo la representación momentánea –fragmentaria también y reducida– del Marino. Reúne todos sus caracteres: el vigor, la dureza, la belleza, la crueldad, etc., excepto la multiplicidad. Jean Genet, Querelle de Brest. Madrid: Editorial Odisea, 2003. [1947].

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Jorge Larco. Marinero, 1939

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338] Yttem Ottra de dos Uaras y media de largo y dos de ancho de tres mujeres desnudas que significan las tres gracias de mano de rubenes con marco negro tasado en trescienttos doblones. Testamentaría del Rey Carlos II, 1700 -1703. Archivo del Palacio Real de Madrid, signatura 242, 712 folios. Inventarios reales: testamentaria del Rey Carlos II: 1701-1703, vol. III. Preparada por Gloria Fernández Bayton. Madrid: Museo del Prado, 1985, p. 448.

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Juan Bautista Leone. Desnudos, 1940

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Estamos en la época del develamiento. Develamiento generalizado. En la televisión, en la prensa, en el cine, en la literatura, en el arte, en todas partes. El develamiento correspondería al “hecho de sociedad”, que es un nombre periodístico para el síntoma o malestar. Se muestra todo. Se quiere ver todo y se dice que se muestra todo. Hoy, los velos no solamente caen sino que –preciso es decirlo si se quiere comprender la épocacaen sin vergüenza. Este tiempo no tiene vergüenza alguna, es shameless. Y el pudor cae junto con los velos. Como reacción, las morales se ofuscan y los islamitas amurallan el cuerpo de las mujeres. Se debería escribir una historia del develamiento. Sería distinta de una historia del desnudo, que ya fue hecha. Sería parte de una historia de la mirada. Gérard Wajcman. El ojo absoluto. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 2011, p. 211. [2010].

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Edelmiro Lescano Ceballos. Desnudo sorpresivo, s/f

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He pasado la tarde soñándote. Levanto los ojos y miro las paredes que me rodean, como adormilada. Y los fijo en cualquier punto y vuelven a transcurrir las horas sin que me mueva. Y por fuera anda gente, suenan voces... Pero todo eso me parece distante, apartado de mí, como si ocurriera fuera del mundo que habito. Alfonsina Storni. “XII”. Poemas de amor. Buenos Aires: Palabrerías, 1926.

42


Raúl Mazza. Rincón íntimo, 1940

43


Para la mujer burguesa su casa es su mundo.

Rosa Luxemburgo. La proletaria, 5 de marzo de 1914.

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Víctor Pissarro. Mujer sentada, 1931

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Está demostrado que si queremos saber verdaderamente alguna cosa, es preciso que abandonemos el cuerpo, y que el alma sola examine los objetos que quiere conocer. Sólo entonces gozamos de la sabiduría, de que nos mostramos tan celosos; es decir, después de la muerte, y no durante la vida. La razón misma lo dicta; porque si es imposible conocer nada en su pureza mientras que vivimos con el cuerpo, es preciso que suceda una de dos cosas: o que no se conozca nunca la verdad, o que se la conozca después de la muerte, porque entonces el alma, libre de esta carga, se pertenecerá a sí misma… Platón. Fedón o del alma. Obras completas de Platón, por Patricio de Azcárate, t. V. Madrid: 1871. [aprox. 387 a. C.]

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Antonio Sassone. Reconcentración, 1934

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El camino ha sido largo y penoso. Pero para gloria de la mujer, reivindicadora infatigable de sus derechos esenciales, los obstáculos opuestos no la arredraron. Por el contrario, le sirvieron de estímulo y acicate para proseguir la lucha. A medida que se multiplicaban esos obstáculos, se acentuaba nuestro entusiasmo. Cuando más crecían, más y más se agigantaba nuestra voluntad de vencer. Eva Perón. Discurso en Plaza de Mayo para anunciar la sanción de la Ley del Voto Femenino, 23 de septiembre de 1947.

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Ernesto Scotti. La niña Cleo, 1947

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Existe de todos modos una cosa que escapa a la trama simbólica, la procreación en su raíz esencial: que un ser nazca de otro. La procreación está cubierta, en el orden de lo simbólico, por el orden instaurado de esa sucesión entre los seres. Pero nada explica en lo simbólico el hecho de su individuación, el hecho de que un ser sale de un ser. Todo el simbolismo está allí para afirmar que la criatura no engendra a la criatura, que la criatura es impensable sin una fundamental creación. Nada explica en lo simbólico la creación. Jacques Lacan. El Seminario. Libro 3: Las psicosis. Buenos Aires: Paidós, 2002, p. 256. [1955-1956].

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Raul Soldi. Maternidad, 1937

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Vero è che come forma non s’accorda molte fiate all’intenzion dell’arte, perch’a risponder la materia è sorda.

Dante Alighieri. La divina comedia. El Paraíso, canto 1. [1313-1321].

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Luis Suárez Jofré. La sorda, 1977

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Mientras besaba y abrazaba a su oso y lo llamaba con nombres cariñosos dijo una vez: “Ahora no soy desagraciada. Ya no soy más desgraciada porque tengo, después de todo, un niñito tan querido”. Se hizo evidente que ahora había logrado el estadio en el que las tendencias genitales, los impulsos heterosexuales y la actitud maternal son prominentes, por muchos indicios, entre otros, por su cambiada actitud hacia los objetos. Su aversión a su padre, que anteriormente había sido tan acentuada, dio lugar a una actitud afectuosa. Melaine Klein. Psicoanálisis de niños. Barcelona: Paidós, 1994, p. 108. [1932].

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Alfonso Terranova. El osito, 1960

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Duras manos parecidas a moluscos o alimañas; color de humus o sollamadas con un sollamo de salamandra, y tremendamente hermosas se alcen frescas o caigan cansadas. … Gabriela Mistral. “Manos de obreros”. Lagar. Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, 1954

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Francisco Vidal. Figura de muchacho, 1933

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CUADRO IX Cotización de las acciones en Nueva York Mes

1929

1930

1931

1932

1933

Enero

193

149

103

54

46

Febrero

192

156

110

53

43

Marzo

196

163

112

54

42

Abril

193

171

100

42

49

Mayo

193

160

89

38

65

Junio

191

143

87

34

77

Julio

203

140

90

36

84

Agosto

210

139

89

52

79

Septiembre

216

139

76

56

81

Octubre

194

118

65

48

76

Noviembre

145

109

68

45

77

Diciembre

147

102

54

45

79

Lionel Robbins, The Great Depression. Londres: Macmillan and Co. Limited, 1934, p. 204. En Juan C. Cachanosky. “La crisis del treinta”. Revista Libertas VI: 10, mayo 1989.

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Ana Weiss. Figuras, c. 1929

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60


LISTADO DE EXPOSICIÓN Guido Amicarelli (Chieti, 1908 - Buenos Aires, 1995). Elisa, 1941. Óleo sobre cartón, 111 x 8.,9 cm. Adquisición, 1946. Héctor Basaldúa (Pergamino, 1895 - Buenos Aires, 1976). Odalisca, c.1935. Óleo sobre tela, 100.2 x 69.9 cm. Adquisición, 1940. Enrique Borla (Las Varillas, Córdoba, 1900 - Buenos Aires, 1959). Composición, 1940. Óleo sobre tela, 156.3 x 123.4 cm. Adquisición, 1940. Alberto Bruzzone (San Juan, 1907 - Mar del Plata, 1994). La pose, 1956. Óleo sobre tela, 133 x 75.5 cm. Adquisición, después de 1957. Alejandro Christophersen (Cádiz, 1866 - Buenos Aires, 1946). Una carta, c. 1935. Acuarela y lápiz carbón sobre papel, 55.3 x 42.6 cm. Adquisición, 1947. Cleto Ciocchini (San Vicente, 1899 - La Plata, 1974). Pescadores, c.1935. Óleo sobre tela, 127.2 x 95.3 cm. Adquisición, 1943 Lía Correa Morales (Buenos Aires, 1893-1975). Retrato de Madame de L., 1929. Óleo sobre tela, 160.5 x 225.5 cm. Adquisición, 1941. Francisco Coviello (Santángelo Frate, Basilicata, 1876 - Buenos Aires, s/d).

Retrato de Paula Caspar de Pérez Aubone, 1940. Óleo sobre tela, 103.5 x 84 cm. Comodato, Asociación Sarmientina, 2020.

Adolfo De Ferrari (Buenos Aires, 1898-1978). Figura, 1935. Óleo sobre tela, 123.1 x 77.4 cm. Adquisición, 1947. Mario Gargatagli (Santa Fe, 1908 - Paraná, 1999). Rosalía, 1947. Óleo sobre tela, 80 x 60.6 cm. Adquisición, 1948. Vicente Genovese (San Juan, 1919). La quilla, diosa de la castidad, 1956. Óleo sobre chapadur, 121 x 76.1 cm. Adquisición, 1956. Alfredo Guido (Rosario, 1892 - Buenos Aires, 1967). Figura, 1937. Óleo sobre madera, 55.5 x 46.5 cm. Adquisición, 1943.

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Gastón Jarry (Buenos Aires, 1903-1974). La esquina, 1940. Óleo sobre tela, 176.2 x 96.2 cm. Adquisición, 1941. Jorge Larco (Buenos Aires, 1897-1967). Marinero, 1939. Acuarela sobre papel, 69 x 50 cm. Adquisición, 1944. Juan Bautista Leone (Buenos Aires, 1904-1974). Desnudos, 1940. Lápiz y grafito sobre aglomerado, 33.7 x 35.5 cm. Donación, 1941 Edelmiro Lescano Ceballos (Villa Concepción del Tío, Córdoba, 1900 - Bonn, Alemania, 1983). Desnudo sorpresivo, c. 1942. Óleo sobre tela, 99.8 x 72.5 cm. Adquisición, después de 1949. Raúl Mazza (Buenos Aires, 1888-1948). Rincón íntimo, 1940. Óleo sobre tela, 130 x 100.3 cm. Adquisición, 1942. Víctor Pissarro (Buenos Aires, 1891-1937). Mujer sentada, 1931. Acuarela y guache sobre cartón, 99.7 x 64.6 cm. Adquisición, antes de 1954. Antonio Sassone (Amendolara, Cosenza, 1906 - Buenos Aires, 1983). Reconcentración, 1934 - Edición 1940/1942. Fibrocemento, 78.9 x 84.5 x 65.4 cm. Adquisición, 1942. Ernesto Scotti (Buenos Aires, 1901-1957). La niña Cleo, 1943. Óleo sobre tela, 140.6 x 100.5 cm. Adquisición, 1946. Raúl Soldi (Buenos Aires, 1905-1994). Maternidad, 1937. Óleo sobre tela, 126 x 82.2 cm. Adquisición, 1945. Luis Suárez Jofré (San Luis, 1929 - San Juan, 2009). La sorda, 1977. Óleo sobre tela, 150,5 x 70,6 cm. Donación posterior a 1977. Alfonso Terranova (Agrigento, 1920 - San Juan, 2002). El osito, 1960. Óleo sobre tabla, 60.8 x 48.9 cm. Donación, 1971. Francisco Vidal (Córdoba, 1897-1980). Figura de muchacho, 1933. Óleo sobre tela, 99.5 x 71.3 cm. Adquisición, 1941 62

Ana Weiss (Buenos Aires, 1892 - Los Ángeles, 1953). Figuras, c. 1929. Óleo sobre tela, 100.3 x 83.1 cm. Adquisición, 1943.


63


Lectura 1. Barrer, 6 dic. 2019 al 15 mar. 2020. CATÁLOGO. Lectura 2. Sauce, 6 dic. 2019 al 15 mar. 2020.

Exposición realizada en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson. San Juan, entre marzo y junio de 2021.



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