Carlos G贸mez Centuri贸n Digo la Cordillera, el viaje como obra
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Curador Fernando Farina
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Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson Carlos Gómez Centurión : digo la cordillera, el viaje como obra. - 1a ed. - San Juan : Gobierno de la Provincia de San Juan. Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson. , 2014. 80 p. : il. ; 26x23 cm. ISBN 978-987-98020-6-9 1. Catálogo de Arte. 2. Pintura. CDD 759.82 Fecha de catalogación: 21/11/2014
Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson San Juan, Argentina / diciembre de 2014
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Indice
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Palabras Preliminares
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Secretaria de Cultura, Arq. Zulma Invernizzi
Un viaje de más de diez años
Fernando Farina
Digo la Cordillera, el viaje como obra
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1. San Juan: Mercedario
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2. Jujuy: Puna. Salinas Grandes
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3. Jujuy: Yungas
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4. Santa Cruz: El Chaltén. Fitz Roy
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5. Mendoza: Las Leñas
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Cronología
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Créditos y Agradecimientos
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El compromiso de Carlos Gómez Centurión con San Juan no sólo se evidencia en una obra pictórica y arquitectónica que indudablemente abreva en la cultura de la provincia, sino además, y fundamentalmente, en que se trata de un extraordinario creador que participa día a día en esta construcción colectiva de la cultura sanjuanina. “Digo La cordillera. El viaje como obra”no fue para nada una tarea sencilla y resume más de diez años de trabajo. El proyecto constó de cuatro viajes, donde se incluyen la expedición al Mercedario, las expediciones del norte argentino: yungas y puna jujeñas, y al sur, El Chaltén. A su vez, la concreción del proyecto fue posible gracias al apoyo de la Unidad Bicentenario de la Presidencia de la Nación, Gobierno de San Juan, Gobierno de Jujuy, Municipalidad de la Ciudad de Mendoza y numerosas instituciones privadas. Es importante destacar que esta es una exposición que visitó los museos más importantes del País: Palais de Glace, Palacio Nacional de las Artes de Buenos Aires, Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza, Museo de Bellas Artes de Salta, Museo Castagnino de Rosario y Museo Caraffa de Córdoba. Más allá de la cercanía y la familiaridad con este espacio, es de destacar el mérito de Carlos Gómez Centurión para realizar esta muestra que resume una de las experiencias más ricas en cuanto a abordar una temática que habla claramente de algo que es muy propio de la geografía y de la historia de San Juan: la Cordillera. El museo es hoy testigo del cierre del ciclo de itinerancia de la exposición. Por supuesto que esta exposición, como todas las que hacemos, busca también convocar, desde este gran artista a que la gente se encuentre con el arte. La posibilidad de hablar de nosotros, a partir de nuestros propios artistas es, asimismo, la posibilidad de invitar a que todos los sanjuaninos se apropien del museo, que descubran la cercanía y lo importante que es poder disfrutar de lo nuestro. Porque las pinturas condensan todo un sentimiento, toda una cultura. En definitiva, esta es la convocatoria a un encuentro con nosotros mismos, a través de la mirada de un artista.
Arq. Zulma Invernizzi Secretaria de Cultura 7
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Un viaje de más de diez años Por Fernando Farina Curador
La cordillera y el viaje atraviesan la obra que viene desarrollando Carlos Gómez Centurión desde hace más de diez años. En el cruce del motivo y la acción pone en juego desafíos e interrogantes, aventuras y búsquedas. Se mezcla una pasión, con una pregunta acerca del arte. Porque no hay certezas, es solo un camino donde las obras van dando cuenta de los pasajes. En un sentido, pareciera que fuera la misma cordillera la que lo seduce y obliga a recorrerla. Es que se le presenta potente, inabarcable, enigmática. Acaso lo invita a develar sus secretos, a que sea él quien se convierta en su interlocutor, quien la diga de alguna manera. Pero si descubrirla en su totalidad es imposible, también lo es representarla. De allí que decir la cordillera es en realidad una serie de intentos, de aproximaciones, que a lo largo del tiempo van mutando. Por eso no es casual que Gómez Centurión aun busque las más diversas formas de abordarla. La pluma, el lápiz, el pincel fueron herramientas fundamentales, pero él nunca se mostró conforme: necesitó caminarla, tocarla, sufrirla, tratar de impregnar las telas con sal o embeberlas de las superficies rojizas de los cerros. Y también quiso invitar a otros a que vivan la experiencia, a que la digan de otra manera, con fotos, con películas, con palabras... La relación de Gómez Centurión con la cordillera no siempre fue amigable -se trata más bien de un amor donde están en juego muchas pasiones-, y los resultados nunca fueron una postal, sino una especie de conjunto de esbozos, como ensayos; obras que son procesos y que se continúan unas a las otras, pero que aportan siempre algo distinto. Asimismo hay en sus pinturas un macro y un micromundo. Cada una tiene detalles que están entre la figuración y la abstracción, entre el registro y el invento, y para verlas hay que
sumergirse en ella, alejarse y volver a entrar, porque en ese ir y venir, aparecen otros universos. El viaje le imprime algo adicional a esta búsqueda. Hay en él algo épico: subir a la montaña, con todos los riesgos que implica, aceptarlos y seguir a pesar del tremendo esfuerzo, de las dificultades. Pero además el propio viaje -la acción de pintar en la montaña- es una obra. Y acaso lo que siempre se termina mostrando no son más que retazos de ella. La referencia a la historia también está presente, seguramente porque es inevitable retomar el camino de los pintores viajeros, y la “fisionomía” resuena (esa creencia de que el artista puede decir algo que no puede registrar una cámara). Un misterio. Todos sabemos o al menos sospechamos que eso sucede pero no tiene explicación. Tenemos la sensación de que quienes hicieron ese camino antes saben algo más que nunca revelaron. La idea romántica invade y aparece continuamente. Porque la obra no es un viaje que concluyó sino que es una pregunta que transcurre a lo largo del viaje, de tantos años, de muchas geografías. Y hay otro mundo que se abre: el de las energías, de los colores, las sensaciones, las formas, los olores, que quedan guardados en algún lugar (como impregnando la memoria, pero no necesariamente la retina) y que comienzan a pelear por aparecer en las telas. Las obras ya no copian un referente sino que son otra historia. Una mezcla de sentimientos, de percepciones, de vivencias que quedaron en la memoria y reaparecen con o sin su voluntad. A veces los cielos y las aguas se revuelven y se confunden con la cordillera, en otros casos la roca o la selva pasan a ser protagonistas, y siempre pervive cierta belleza y una desbordante inquietud.
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Cerro Las Monjitas 180 x 600 cm, tĂŠcnica mixta sobre tela, 2003
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Sin TĂtulo 60 x 190 cm, tinta sobre tela, 2011
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Entrevista a Carlos Gómez Centurión Por Alberto Sánchez Maratta
A: En tu proyecto “Digo la cordillera”, se trasladan dos cuerpos: el de la pintura, -el cuerpo de la pintura, su conocimiento técnico y los requerimientos operativos del plain air- y tu propio cuerpo. Es interesante, porque en los pintores viajeros se encuentra esa doble operación, como un antecedente ya lejano. Sé que te interesa tanto como el trabajo de los naturalistas del siglo XIX. ¿Existen diferencias y similitudes cuando estás en esos lugares tan distantes: el taller y la montaña? C: No es lo mismo pintar en tu taller que meterte en plena cordillera, en la “Gran Naturaleza”; sortear los límites, meterte donde el hombre no vive. Lo que sale ahí no lo podés reproducir en otras circunstancias. Porque pareciera que cuando estás en la alta cordillera con el sol que te parte en dos, con calor, con viento, tenés la necesidad de condensar rápidamente lo que estas viendo-sintiendo, porque realmente no te podés quedar mucho tiempo ahí. Sacás todo de adentro y esas tripas se vuelcan en la tela. ¿Por qué me voy a estos lugares tan desolados? Yo pienso que estos viajes tienen que ver con un viaje interno también. A lo mejor estoy buscando algo adentro mío, no sé que es, pero lo estoy buscando…. seguramente. A: Y en ese paisaje, que es externo e interno al mismo tiempo, ¿hay algo indescifrable que no podés traer a la pintura? ¿O se puede traducir todo? C: Hay algo indescifrable, algo que sólo se entiende situado en la inmensidad. Siempre he sostenido que la pintura es un modo de pensar el mundo, es un modo de pensarte a vos 16
mismo. Y si en la ejecución de la obra de arte, podés concentrarte en tu hacer, seguramente digas algo del orden de lo universal. En este caso, concretamente, estar perdido en la inmensidad, te da claramente el sentido de finitud y el sentido de tu escala mínima en el universo. Yo normalmente cuando voy a la alta cordillera, por ejemplo, me gusta dormir al aire libre y cerrar los ojos con el cielo que se te cae de estrellas hasta que te vence el cansancio; entonces el sentido de ubicación con el que vas al día siguiente a pintar, es totalmente distinto de cuando estás en un centro urbano, colmado de ruidos, con la “prepotencia” de la civilización. Tenés un acercamiento más sumiso al universo. A: Hablás de una cosa básica, que es el dormir. También está el comer en esos lugares. Comer, dormir, pintar, ¿se aproximan? C: Se aproximan porque, en el taller o en tu cocina tenés miles de recursos y de tiempos. Y tenés distintos materiales, podés ir y volver, pero allá arriba tenés un tiempo determinado que es el que pautaste para la expedición y todo se hace con los pocos elementos que dispones para hacerlo. Y entonces necesariamente vas a lo mínimo en la expresión, en el uso de los materiales y además utilizas los productos que hay a mano. Yo muchas veces he metido desde bosta de guanaco a arenillas o incluso, casi como un sistema, cuando hace mucho frío y el agua está helada, al empastar con la pintura acrílica ésta se congela y los cristales del hielo van arrastrando los pigmentos y te arman distintas estructuras y texturas según haga más o menos frío. Es como hacer un trabajo en conjunto. Continúa en pág. 20
Mercedario de noche 145 x 200 cm, acrĂlico sobre tela, 2003
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Polaco, Peine y Mercedario 40 x 60 cm, acrĂlico sobre tela, 2004
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Altas Cumbres XIX 60 x 200 cm, técnica mixta sobre tela, 2012
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Altas Cumbres XVII 184 x 230 cm, técnica mixta sobre tela, 2012 19
Acá aparece el concepto de la “representación”, en este caso del entorno natural, y de “presentación” del concepto hecho materia. También incorporo el concepto de “colaboración” por ejemplo, al dibujar a la intemperie y que el garrotillo (esa nieve que es de un hielo pequeño) o la nieve misma, intervenga la línea y la corte, que participe ese fenómeno natural en el dibujo. A: No estás hablando de la pintura entonces como de un plano-pantalla lejano, tu descripción no es esa. Cambia el cuerpo de la pintura. Aparecen técnicas alternativas, instantáneas, espontáneas. C: …..y, además, el azar incorporado. Creo mucho en el azar. Creo que el verdadero artista le da lugar al azar, en el proceso creativo. A: En esas palabras aparece un amigo importante en tu vida, Luis Felipe Yuyo Noé, quien es uno de los que precisamente siempre explica o pide esta incorporación del accidente o del azar. C: Si. Antes de conocerlo a Yuyo, yo había reflexionado sobre el azar. Después de que lo conocí, hicimos reflexiones juntos, pero en realidad, esto del juego con el azar empezó cuando yo me decidí a sacar “el arquitecto” que tenía adentro a la hora de pintar, y empezar a jugar con la pintura y perderle el respeto. Pienso que la arquitectura es una disciplina ordenadora, y debe ser así. La pintura, como yo la entiendo, es des-ordenadora, o debería serlo. Entonces fue todo un proceso de búsqueda consciente, viajé para eso. Y ahí fue como incorporé el concepto del azar como un importante ingrediente en el hacer. Y lo sigo usando. A: La palabra mito es muy importante en tu obra, ¿la atraviesa hasta hoy? C: Sí, la cruza hasta hoy. Porque, aunque no lo esté haciendo de manera figurativa, para mi fue muy importante la experiencia de diez años de trabajo sobre mitos y leyendas de la cordillera, con Enrique Collar y Victor Quiroga.
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Altas Cumbres XVIII 160 x 260 cm, tĂŠcnica mixta sobre tela, 2012 22
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Salar III 240 x 140 cm, técnica mixta sobre lona, 2011
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Salar II
140 x 240 cm, acrílico sobre lona, 2011
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Sin título VII 35 x 50 cm, tinta sobre cartulina, 2012
Espinazo del Diablo I 160 x 260 cm, técnica mixta sobre tela, 2012 Pag. anterior
Tres curces
140 x 240 cm, acrílico sobre lona, 2011 32
Salar I 260 x 160 cm, tĂŠcnica mixta sobre tela, 2012
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Sin tĂtulo III 35 x 50 cm, tinta sobre cartulina, 2012 34
Sin tĂtulo II 35 x 50 cm, tinta sobre cartulina, 2012 35
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Calilegua (pol铆ptico) 24 placas de 121 x 60 cm cada uno, 363 x 480 cm, 贸leo sobre base vegetal, 2012 38
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Hicimos un grupo, al que le pusimos El Mito Real. Fue precisamente Noé quien me instó a formar un grupo. Y lo hicimos, él le puso el nombre, y fue quien de alguna manera nos juntó. El me decía que si yo trabajaba sobre el imaginario popular y sobre la religiosidad popular, mal podía, en esa época de los ’90, pelear solo en Buenos Aires. Convenía armar un grupo para enunciar un postulado. Mientras en la década del ’90, gran parte de la pintura argentina se dedicaba a “traducir” la transvanguardia italiana que estaba de moda en el mundo de la mano de Bonito Oliva. Nosotros éramos tres trasnochados que buceábamos en el imaginario popular tratando de encontrar nuestra identidad desde la pintura. En esa época reivindicamos a Gertrudis Chale, reivindicamos a Juan de Dios Mera. Obvio que a Antonio Berni, pero también a pintores como Molina Campos, Policastro. En esa actitud estábamos a contramano de la moda. A: ¿Eran incorrectos?
C: Absolutamente incorrectos. Por suerte, apareció Miguel Briante en el Centro Cultural Recoleta, a quien yo conocí. Nos hicimos muy amigos y cuando le presenté el proyecto para exponer en Recoleta obras del grupo El Mito Real, no sólo no lo dudó, sino que nos dio tres salas (4, 5 y 6) que, paradójicamente, son las mismas salas que años después me dieron para la exposición individual Digo la Cordillera. Miguel entendió nuestra propuesta con total claridad. Otra persona que entendió fue Alberto Elia, quien, luego de una muestra que hicimos en el Palais de Glace, nos ofreció su galería, y la consigna que nos puso fue la siguiente: cada uno tenía que pintar un cuadro y escribir un manifiesto, a la manera de los manifiestos de los años ’40. (Ver en Anexos: pág. 73) La muestra se llamó: “Tres proyectos escritos para un solo manifiesto pintado”. A: Otra incorrección. Porque en esa época se suponía que tenías que des-ideologizar. Continúa en pág. 52
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Yungas I
160 x 260 cm, acrrĂlico sobre lona, 2011
Yungas II 660 x 160 cm, acrrĂlico sobre lona, 2011 41
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Fitz Roy I 160 x 260 cm, técnica mixta sobre tela, 2012
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Fitz Roy II
160 x 260 cm, técnica mixta sobre tela, 2012
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Glaciar
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C: En el discurso era desideologizarte para luego, el la práctica, ideologizarte coningredientes ajenos. La Argentina ha estado mirando siempre para afuera. Vos lees los escritos de Berni de los años ‘40 y tienen total vigencia. En un momento él dice “no va a existir nunca una pintura argentina mientras toda la crítica y todo el mundo esté más pendiente del último resfrío de Salvador Dalí que de lo que está pasando adentro de uno”. Y en ese momento, la Argentina, vuelve, como toda la vida ha sido, a mirar para afuera y no para adentro. Nuestra actitud, fue buscar las raíces, buscar para adentro y seguir esa línea que dijimos en nuestros manifiestos. Entonces cada vez estoy rescatando más eso en el contexto actual. Adolfo Colombres en su momento dijo, en un texto que escribió, que precisamente nosotros nos acercábamos, sin la mirada regionalista, sino desde un punto de vista más universal. A: Trabajaste bajo el auspicio -que no es menor- de una frase, un título de Yuyo que es paradójico: El Mito Real. Pero después vino tu proyecto “Digo la Cordillera”, otra paradoja: ¿cómo se dice la Cordillera? ¿Cómo verbalizar y pintar eso? C: Bueno, en realidad eso parte del concepto filosófico que sostiene que las cosas no existen hasta que el hombre no las nombra. Yo estoy nombrando, haciendo y construyendo “mi” Cordillera. Pero también, hay ahí un homenaje soterrado a Antonio Esteban Agüero, un gran poeta puntano, que tiene un poemario en el que todas las poesías empiezan con “digo”, él nombra: “digo la tonada, digo la mazamorra, digo la luna llena”; y me pareció que era un homenaje “digo la Cordillera”. A Leónidas Escudero también homenajeo cuando lo invité a ser parte de la primera muestra de la Cordillera en Recoleta. En esa oportunidad escribió un poema, “Aires de Cordillera” que estuvo en la muestra. Convengamos que si hay alguien que conoce la cordillera, o que la haya “dicho”, es él. (Ver en Anexos: pág. 71)
A: Se nos anticipó mucho Escudero, en muchas cosas. C: A mi me gusta esa mirada sin estridencia de él. Me identifico con esa manera. Yo digo que me siento cercano a Brahms y a Borges en el sentido de las no estridencias, de hacer lo tuyo callado y de a poco, y desde adentro. A: ¿Así es que en la cordillera se pueden encontrar, entonces, Escudero, Brahms y Borges? ¿Y Gómez Centurión también? 52
C: Cuando vas a caballo estás mucho tiempo en fila india, de alguna manera solo, y el paisaje se va metiendo adentro tuyo. Después cuando llegás, siempre lo digo, sos otra persona. Pero, sobre todo, has podido entablar una comunicación con todo esto que te está pasando, sea cerro, sea el caso de la selva cuando estuve en las yungas o en la puna, todo ese paisaje o la esencia de ese paisaje te va atravesando, se te va incorporando, vas respirándolo. A: En tu andar, has sido capaz de entablar relación con tu propia experiencia. Como algunos místicos. C: Precisamente estoy leyendo Las tentaciones de San Antonio de Gustave Flaubert, que justamente va al desierto para encontrarse. A: Te has vuelto adicto a la experiencia. C: Cuando está llegando el verano, empiezo a ver qué puedo inventarme para ir a la cordillera. Recordábamos a Nietzsche recién, y él hablaba de la creación en la alturas y que era fundamental la inspiración, que lo que uno inspira, es lo que penetra en tu ser con la respiración. Desde el caminar te podés alejar de todos los “asuntos menores” de la civilización para poder encontrarte contigo mismo y con tu propio pensamiento. Como yo creo que la pintura es una manera de pensar, adhiero a ese concepto de Nietzsche. Esta mañana estaba pintando sobre una gran mancha en un cuadro de 2.50 x 1.50. De pronto, en esa gran mancha se me ocurre hacer una línea mínima. Me alejé y corroboré lo que siempre me pasa: una mancha o una línea, puede modificar el todo. Esta línea mínima en este cuadro en particular, separó dos mundos. Y a esos dos mundos empecé a tratarlos de maneras diferentes, pero en realidad la línea sigue estando allí. La experiencia de percepción es maravillosa en ese sentido: percibir desde lo mínimo. A: Así que una línea puede hacer aparecer dos mundos. Es casi religioso ese pensamiento, un hacedor divide al mundo: luz de sombra, hombre de mujer...
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De la Serie del Silencio XVI 140 x 180 cm, acrílico y tinta sobre tela, 2014
C: En realidad yo sí creo en esa potestad del artista, de señalar mundos, y también creo que uno se recibe de artista cuando se puede sacar de adentro, a la hora de pintar, el ojo del otro. Cuando vos podes prescindir del famoso “si va a gustar o no lo que yo hago”. Ese es un trabajo enorme, en una sociedad que está pendiente del halago. A: Dice en algún lugar Roberto Amigo: ¿Cómo nominar aquello que ya no es arte colonial y que aún no se ha constituido en los parámetros formales desde los cuales será juzgado?. Pensaba en tu trabajo sobre la Difunta Correa: en algún lugar hay una grieta, una línea importante que nos divide. C: Esa fue la intención. Yo había pintado muchas Difuntas y que eran como madonnas, mujeres yacentes a la manera casi del renacimiento. Y un día quise pintar un cuadro de la Difunta Correa que mostrara lo dramático de la relación del promesante con ella. Todas las miserias humanas que aparecen expuestas en el santuario, la gente, el verdadero promesante que se muestra sin pudores, o falsos pudores. Y ella, que tiene el brazo extendido, de alguna manera es el puente sobre esa 54
grieta entre lo divino y lo humano; la Difunta aparece como un personaje que une los dos mundos. A: ¿La Difunta tiene un trasfondo de mito universal? C: Yo pienso que es una versión local del “mito de la fuente inagotable” que trató tan bien Bergman en su película la “Fuente de la doncella”. En todas las culturas hay una injusticia social por la cual una mujer que es generalmente joven, muere y en el lugar nace un manantial. Para mí, la Difunta es la versión local de ese mito en esta tierra tan arisca. A: Volvemos al tema del cuerpo en tránsito. La Difunta es un cuerpo en tránsito eterno. C: Es un cuerpo en tránsito y la rescatan otros cuerpos en tránsito que son los arrieros que van pasando. A: Y los pintores. En este caso, un pintor viajero. C: Si. Parece que siempre debo viajar para nutrirme y encontrarme. Nunca sabré. Tengo que seguir intentando.
De la Serie del Silencio (dĂptico) 50 x 150 cm cada una acrĂlico y tinta sobre tela, 2013 55
El oro de América. “La Topia” 56
100 x 70 cm técinca mixta sobre tela, 2014
El oro de América. “Pierina” 100 x 70 cm técinca mixta sobre tela, 2014 57
El oro de América. “Gualcamayo” 190 x 65 cm técinca mixta sobre tela, 2014
El oro de América. “Veladero” 190 x 65 cm técinca mixta sobre tela, 2014 58
El oro de América. “Yanacocha” 100 x 70 cm técinca mixta sobre tela, 2014 59
El oro de América. “Casposo” 100 x 70 cm técinca mixta sobre tela, 2014 60
Anexos
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Decir la Cordillera: un método y un concepto Por Cristián Varela
Esta muestra de Gómez Centurión deja ver una sorprendente variación sobre el mismo tema que no deja de convocarlo: la Cordillera. En esta etapa pareciera que el objeto en cuestión se acercara a un punto de superación, próximo al pasaje a un nuevo estado. Pues en este momento la Cordillera, como tema, ya es algo más que el cordón montañoso. Ahora abarca territorios colindantes como el salar, la yunga y el glaciar. También la planicie y el lago de altura. La cuestión de la Cordillera se supera además porque ahora se evanece en formas, líneas y colores donde la geografía se abstrae. Pero no por ello deja de estar presente. Pues en las telas está la altura, la luz y la temperatura. Está la euforia, el riesgo, y el rosario de incomodidades implicadas en la aventura de instalarse en los bordes de la vida para capturar la Naturaleza en su naturaleza. En esto consiste el método de Gómez Centurión: capturar la realidad de esas geografías mediante el expediente de ser capturado por ellas. Expresar la Cordillera no significa entonces representar el cordón andino. Consiste antes bien en un método aplicable a cualquier geografía, y aún a cualquier realidad. Método Del método en cuestión puede decirse que comenzó a desarrollarse de manera incipiente durante los años ’90, cuando recorriendo parajes y conversando con lugareños el artista se adentra en la realidad mítica de su provincia para trasladarla a la tela. El resultado es un paisaje cultural que se confunde con el paisaje natural, sin que se pueda discernir cuál tiñe a cuál. Cielos tremendos, desiertos luminosos, noches azules y el eterno horizonte quebrado son el trasfondo del drama local. Luego, durante la primera década del 2000 el método se radicaliza. La técnica no consiste ya en recorrer la campaña sino en escalar la montaña. Esto lo hace con expediciones cuya envergadura condice con el panorama: una veintena de mulas cargadas de baúles, tiendas de campaña, telas y bastidores, más equipos de filmación y provisiones, con baqueanos que asisten a un grupo que remeda en clave actual a los naturalistas del siglo XIX al estilo Humboldt, Darwin y Bonpland. La diferencia está en que el objeto de Gómez
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Centurión no es describir un mundo desconocido, sino instalarse en esa naturaleza para pintarla in situ, bajo las condiciones que ella determina: la Cordillera se expresa a través del artista que la goza y padece. Como resultado de ese segundo momento los personajes míticos se esfuman para dar lugar a un mudo paisaje no menos fantástico, no menos real. El escenario ha ganado la escena. Lo que se expresa entonces es la contundencia de una geografía inmensa que anonada al espectador: habla la Cordillera. Concepto Ahora, en la actual tercera etapa, lo que tiende a esfumarse es el paisaje mismo. Con ello el método pareciera estar alumbrando un concepto: el de la abstracción como resultado de un proceso que va de lo concreto ‒la naturaleza‒ a lo abstracto de las imágenes. Una abstracción que no es mental, ideativa, sino la consecuencia de un proceso semejante a la sublimación físico-química donde lo sólido deviene etéreo. Hay al respecto una aproximación con el romanticismo telúrico de Sarmiento, donde su implicación con la geografía le determina al hombre una conciencia facúndica. Pero no se trata aquí de una determinación atávica sino de una decisión consciente del artista de alejarse del mundo cultural para sumergirse en el natural. A la manera de Wagner. Pues para el músico alemán el arte verdadero es el que nace de la realidad natural y no de las ideas subjetivas o los mandatos culturales. La naturaleza es lo inconsciente y el artista es aquel que abandona su conciencia para entregarse al influjo de esa realidad. En su inconsciencia el hombre es naturaleza. En su conciencia puede ser artista verdadero, es decir conciencia de la naturaleza, o artista de la cultura y sus instituciones. En este sentido el concepto de arte que alumbra el método con que Gómez Centurión trabaja es wagneriano sin que él mismo lo aperciba. En esta doble condición ‒por lo que es y por la inconsciencia de serlo‒ es donde reside la calidad y autenticidad de su pintura. Por un lado, entonces, un método de implicación concreta, existencial, con el objeto, para convivirlo y volverlo arte. Por el otro, como resultado, el concepto de un arte que si es abstracto no deja de ser real, porque es abstraído de una realidad vivida, querida. Buenos Aires, Junio de 2012
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Memorial de los Andes Por Arq. Alberto Petrina*
“¡Ya están sobre las crestas de granito Fundidas por el rayo! Ya tienen frente a frente el infinito (…)” Olegario Víctor Andrade
En la exposición aquí presentada, Carlos Gómez Centurión se enfrenta –y nos enfrenta– con un nuevo punto de inflexión en su travesía artística. Recordemos que durante la segunda mitad de la década de1990, y hasta inicios de la actual, su trabajo se concentró fuertemente en el insondable universo de la mitología americana. Unido al tucumano Víctor Quiroga y al paraguayo Enrique Collar, fundirían sus respectivas búsquedas en el grupo “El Mito Real”, auspiciado por Luis Felipe Noé. Aquella propuesta común –que ostentaba un visible propósito de manifiesto– fue exhibida en cuatro muestras de notable suceso: la primera en el Centro Cultural Recoleta (1994); la segunda y tercera en el Palais de Glace y en la Galería Alberto Elía (1996) y la cuarta, nuevamente en el Recoleta (1998). Adolfo Colombres señaló por entonces la intención de los artistas de “dar cuenta de una atmósfera cargada de sentidos, y también de misterios, de una realidad donde resulta tan difícil como estéril escindir lo sagrado de lo profano”. Sumergido en las tradiciones populares de su San Juan natal, Gómez Centurión las traduciría a través de obras como “El Familiar”, “La Viuda Negra”, “El Milagrero” o “El entierro de Nazario Vega”. Sus personajes, ensimismados en sus poderes sobrenaturales o alucinados por las revelaciones, se imponen claramente al contexto que los enmarca pero, aun así, éste se erige en una referencia insoslayable: la cegadora luz exterior en dramático contraste con la sombra de aleros e interiores, las nubes arracimadas o dispersas, los cerros de esa vigilante avanzada de los Andes que es la Precordillera. Pues bien, ese panorama majestuoso logra al fin conquistar por completo el ánimo del pintor, abarcando toda su atencióny reteniéndola hasta hoy. Es como si los seres que lo habitaban se hubiesen replegado hacia las entrañas de la tierra que los originara y nutriera. Duendes, curanderas, aparecidos, serán finalmente reabsorbidos por la montaña, por esa matriz inmensa en la que reside, como en un magma iniciático, elnúcleo mítico de la geografía andina y sus criaturas. Al inicio de esta etapa irá reduciendo la incidencia de las imágenes humanas a los íconos fundamentales de la región –la Virgen de Andacollo, la Difunta Correa–, para terminar por recalar en la vibrante energía de la naturaleza, resumida en el mero marco cordillerano y en las especies de la fauna y la flora autóctonas. Será entonces que el artista incluirá asimismola nómina del bestiario local: desde los cóndores –soberbios señores de los Andes suspendidos en su vuelo inmóvil de animal mayestático y heráldico– hasta las humildes y laboriosas mulas cargadas con albardas y costales, acarreando provisiones, abrigos y pinceles; más todas las alimañas que 64
mimetizan su peligro real o imaginario con el suelo: víboras,lagartos, arañas, alacranes. Como coronación de esta sucinta iconografía zoológica, el signo vegetal asomará en acerillos y pencas, o en el espléndido estallido multicolor del cactus, emblemático símbolo natural y cultural que enhebra todo el dilatado horizonte americano. En esta nueva etapa de su desarrollo artístico, Gómez Centurión se aplicará a un evidente ejercicio de concentración. La masa multiforme de los Andes abandona su estatismo de fondo para irrumpir como figura poderosa y dinámica, adquiriendo el carácter de una presencia viva: ahora respira, late, se sacude como un inmenso animal prehistórico que despertara de un sopor de milenios. Estos movimientos no son nunca uniformes, ni mucho menos previsibles, sino que exhiben toda una extensa gama de registros: desde el moroso, imperceptible derrame de los glaciares a la fulminante velocidad de los aludes, pasando por el cegador estremecimiento de las ventiscas o la convulsión atroz del sismo. Pero para atrapar el mundo andino al que pertenece, el artista debe fundirse literalmente en él. Tras dos primeros viajes al volcán Olivares (2001) y al Valle del Cura (2002), en enero de 2003 y en marzo de 2004 organizará sendas expediciones al Valle Alto del Río Colorado, en San Juan, estableciendo campamento a 4.000 metros de altura. Junto con él subirán el semiólogo Cristián Varela, el poeta Gusta Romero Borri, el ingeniero en minas Xavier Ochoa, el coordinador logístico Ramón Ossa, el camarógrafo Gustavo Muñoz y el sonidista Mauricio Savoca. Una recua de casi cuarenta mulas cargará los bastimentos necesarios para una permanencia de entre diez y veinte días. Algunas de las obras producidas entonces –como “Polaco”, “Peine” y “Pared sur del Mercedario”– serían realizadas al pie de dichas cimas, a 4.500 metros sobre el nivel del mar Agreguemos también que el pintor acaba por dotar a su paleta de una extensión más amplia y violenta. El blanco y el negro actúan, así, como extremos de un arco abierto a todos los matices del ocre, del terracota, del habano, del marrón y del rojo. A veces echará mano a un colorado intenso para figurar la contundencia de un farallón gigante; otras, aplicará un efecto de veladuras blancas que nos permite avizorar la soledad helada y fantasmagórica de las altas cumbres, o definirá el inesperado perfil de osamenta de un cerro bajo la forma de gruesas costillas verticales negras. A su vez, los cielos que cubren estas alturas pétreas incorporarán sus azules pálidos o intensos, puros o salpicados por nubes. Plantado finalmente frente a su circunstancia andina, Carlos Gómez Centurión profundiza ahora esta elección sobre la que no actúa sólo la voluntad consciente, pues lo atraviesa el sentimiento de que en ella reside su destino como hombre y artista: es esa tierra abrasada por el sol y arduamente domada por su gente la que forja su carácter; y si la maravilla y los terrores que pueblan el primer tramo de su pintura provienen de consejas 65
y mitos populares, elrenovado sentido del color y del espacio que domina la siguiente y la actual emana de estos cerrosque lo circundan, omnipresentes. Ahora bien, a una década de transitar la presenteetapase producen dos importantes transformaciones. La primera de ellas señala la extensión del escenario abarcado a todo el largo de nuestra cordillera. Es así que a la frecuentación asidua del Mercedario, Gómez Centurión incorpora en diciembre de 2011la extraordinaria diversidad de formas y matices propios de ese territorio de contrastes que es Jujuy: desde la austera metafísica de la Puna –Tres Cruces, Salinas Grandes,Espinazo del Diablo–hasta la lujuria selvática de las yungas, en Calilegua, deteniéndose en la magia de la Quebrada de Humahuaca (Cerro Las Señoritas, en Uquía). Pocos meses después, en abril de 2012, se lanza al extremo austral del mapa para registrar los picos helados del sur de Santa Cruz –el Torre y el Fitz Roy–, en El Chaltén. En cuanto a la segunda mudanza, ésta reviste una dimensión estrictamente conceptual, pues marca un rotundo giro de nuestro artista hacia la abstracción.No se trata de un proceso inesperado ni repentino, sino de un lento ejercicio de aproximación que ya se preanuncia tanto en su última exposición en la sala mayor del Museo Sívori (2011) cuanto ensus recientes presentaciones en Arte BA. ¿Es que estamos enfrentándonos a la fase final de un fenómeno de paulatina apropiación del paisaje? ¿O, por el contrario, es el autor quienqueda preso de su asunto? Pensamos en ambas situaciones como igualmente válidas. Tras un primer –¿cauteloso?– acercamiento al tema a través de su horizonte mítico, el soporte geográficoacaba por exigirle un compromiso de absoluta concentración y exclusividad; así, este estado de creciente ensimismamiento conduce a Gómez Centurión a una fusión prácticamente física con el núcleo mismo de sutemática. En suma, estamos ante un acto de posesión en el que quien conquista resulta, a su vez, casi literalmente devorado por su objeto. El artista no quiere ni puede ya mantener distancia alguna con ese escenario majestuoso queahora se manifiesta como una extensión natural de su persona, y que pareciera dominar los resortes mismos de su inconsciente. Así, una elección que podría haber sido pasajera ha terminado por transformarse en unextenso y obsesivo viaje, una suerte de travesía fatal cercada por maravillas y amenazas. Eludiendo la sabia prudencia de Ulises, Carlos Gómez Centuriónpareciera no haber sabido atarse a ningún mástil salvador, por lo que esas sirenas pétreas que se resumen en la mole andina lo han envuelto en las redes de su hechizo. Hasta tal punto llega su cercanía que ha absorbido su esencia más recóndita y secreta: ya no hay lugar ahora para el distanciamiento que otorgan la perspectiva y el registro de rasgos distintivos; en su 66
pintura y su dibujo apenasresta la síntesis abstracta, sólo sujeta al fragor –sordo o brillante– del color y al rigor ascético de la línea desnuda. Quisiera agregar, por último, que aunque mi larga amistad conCarlos nace en los lejanos años de nuestros estudios de arquitectura y he seguido muy de cerca su trayectoria plástica, no tuve la percepción cabal de su medida y su proyecto hasta ir descubriéndolosen cíclicas visitas a su casa-taller del Valle de Zonda. Allí pasamos días en compañía de amigos, o recibimos juntos algún año ya perdido en el tiempo. Detrás de las ventanas inmensas veíamos abalanzarse el atardecer sobre la lineal disciplina de las viñas y el cinturón oscuroy riguroso de los Andes, hasta que todo se volvía oscuridad y silencio. Ni una luz en la noche, salvo el errático zigzag de las luciérnagas. Ni un sonido exterior, apenas algún ladrido huérfano y lejano. Adentro, las pinturas de nuestro anfitrión estaban desplegadas sobre caballetes y paredes. En contraste, allí todo era luz y calidez; con la cínica pasión de Don Giovanni como única y perfecta compañía musical y el terciopelo espeso de un Syrah sanjuanino abrigando las gargantas. La escena, tan distinta, mostraba sin embargo un rasgo de inquietante permanencia, que residía en la persistente, obsesionante presencia de lasmontañas. Es que ahora ellas nos rodeaban como un fantástico panorama, recreando un paisaje artificial que impedía el menor asomo de olvido o indiferencia. Se habían adueñado del taller y de todos los que en él nos refugiábamos. Y ahora regían el mundo del pintor y el de sus huéspedes como huacas poderosas y exigentes. Como, por otra parte, ha sido desde el inicio de los tiempos. Como es hasta este día. Como será mientras la tierra exista. *Director Nacional de Patrimonio y Museos Buenos Aires, Junio de 2012
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¿Qué nos dice la ciencia acerca de la Cordillera? Por Ing. Xavier L. Ochoa
La ciencia nos dice que la cordillera no es más que la expresión física del proceso de cambio de la corteza terrestre. Es la expresión instantánea de un ciclo de la naturaleza congelado en el instante en que nosotros nos encontramos presenciándola. Ese ciclo de la naturaleza tiene una duración milenaria que hace que en la escala humana una eternidad sea nada más y nada menos que un instante geológico. Este ciclo es constante, repetitivo y en la cordillera puede repetirse en distinta etapa en distintos lugares a lo largo de ella. Es decir, en el instante en que uno experimenta la cordillera uno ve este ciclo en varias de sus etapas al mismo tiempo. Es como una sinfonía en la que distintos instrumentos tocan al unísono. Por esto entender la historia de la cordillera es como escuchar a todos los instrumentos de una sinfónica tocar juntos - cada uno con su partitura Simplificando la génesis de la cordillera, podemos pensar en una sinfonía llamada "Sinfonía Tectónica: Colisión De Las Placas" cuyo primer movimiento es: "Creación de Nuevo Subsuelo Marino". En este primer movimiento se crea en medio del fondo del Océano Pacífico nueva corteza terrestre al haber erupción de lava en fracturas en las profundidades que hace que el resto de la corteza se mueva hacia el este y oeste respectivamente. La cordillera se ubica encima del borde oriental de la corteza, o Placa del Pacífico, que se desplaza hacia el este. El segundo movimiento, "Colisión y Subducción Continental" comienza cuando la Placa del Pacífico choca contra la Placa Sudamericana, que viene en la dirección opuesta en la costa sudamericana del pacífico. En el borde de colisión, la Placa del Pacífico arruga el borde de la Placa Sudamericana y se mete por debajo de ella. Conforme la Placa del pacífico se hunde, por fricción se produce calor y se derrite a profundidad. A este fenómeno se le llama subducción continental. El tercer movimiento, "Expansión Cordillerana", comienza cuando la subducción causa que roca derretida o magma ascienda y cause un levantamiento de la Placa Sudamericana y que haya vulcanismo. Durante la expansión de la cordillera, las grandes cumbres se levantan. Tal como en una olla a presión, los volcanes a través de sus cataclismos dejan
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salir la presión acumulada y dan forma y color al terreno. Aunque estos cataclismos son instantáneos, el proceso de expansión es constante a razón de milímetros por año. Esencialmente se puede decir que la cordillera está creciendo todo el tiempo. El cuarto movimiento, "Congelamiento y Erosión", es el más visible y el más expresivo ya que es el que imparte la forma conocida de la cordillera y es el que percibimos cuando estamos en la cordillera. En este movimiento es cuando el agua y el viento comienzan a tocar su música sobre la cordillera. Así como la cordillera crece, también es reducida. Los hielos de la alta montaña, en su máxima expresión durante glaciaciones a través de los milenios, dieron forma a los grandes valles y laderas aplastando y arrasando las rocas con el inmenso peso de los grandes hielos de los glaciares. Esta poderosa fuerza helada dio formas y creó las fuentes de los sedimentos, que con el tiempo se han petrificado, o que las aguas de deshielo y las escasísimas lluvias han arrastrado por toda la vida de la cordillera. Este acarreo de sedimentos lo vemos en los ríos de hoy. El incesante, fuerte, seco, y helado, viento de la cordillera en todo momento desgasta las rocas, sedimentos y hielos de la montaña impartiéndoles su actual forma de agujas, aristas y penitentes en la nieve. La naturaleza ha marcado un ritmo al ciclo de vida de la cordillera que es constante y perfecto como el de un gran maestro de música, pero que posee una sorpresiva mezcla de nuevos elementos como los de un compositor que nunca deja de asombrar, a través de sus múltiples cataclismos, como son los sismos, avalanchas y volcanes, a aquel que enmudecidamente observa a la orquesta y escucha la sinfonía…
San Juan, agosto de 2004
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Cordillera
a Carlos Gómez Centurión
Por Gustavo Romero Borri
Por Manuel Cuautle
La montaña perfora mi mirada Hasta rozar lo inerte que me habita: También mi cuerpo es templo De soledad, de piedra, de silencios y miedos, De escarcha acariciada por el cielo Y de vientos en fuga. La montaña es lo otro... Pulveriza tu voz para que un hilo De tu voz se haga cielo: Cielo para medirte Con todo lo que siendo territorio del ojo Huye hacia las estrellas alejadas Ajeno a la semilla y la paloma. Estas piedras están sobre la tierra Atadas por su peso: Su vocación es abrazar el cosmos No el efímero soplo de lo humano. Soy un breve latido Que un breve tiempo acuna. Frente a tus grandes aguas Paridas por tus piedras como úteros Soy apenas la sed: Soy la pequeña sed de un labio enorme Llamado Humanidad. Soy esta inmensidad que me levanta Abandonándome. Soy apenas el Hombre, Hijo de un parto enorme Engendrado en la noche más noche de mi especie. Soy un grano de arena ante tu piedra Donde livianamente Viaja la eternidad.
Deja que el viento se amamante del abismo de tus colores carga sobre las mulas al mundo y a los seres vivos haz polvo ocre las rocas eternas transgrede la blancura del hielo y su aparente quietud con la lava ardiente de tus pinceles camina por las nubes con la trama de tu pupila derrama la sangre de tus sueños traza el espíritu de tu pensamiento y cuando veas volar al cóndor susurra digo la cordillera
08 de septiembre de 2004, 19:17 hs. Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, Argentina.
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Aires de cordillera Por Jorge Leonidas Escudero
Para las cumbres voy donde los guanacos cruzan cogote con las nubes, donde si se me cruza un pájaro en la mirada sea la mejor idea que se me ocurra. Estarán saludándome cuando llegue cerros amigos de arrugada cara, cejas nieve, rumor de viento y lo que nos decimos por boca de un arroyo de todo eso. Cambiaré como víbora este cuero de pavimento por subir quebrada, carrera el corazón dando patadas a lo caballo que ha cortado lazo. Seguiré siempre arriba en aire puro moviendo la cabeza reverente, fina la oreja, cariñoso el ojo, la mano alta para sutiles saludos. Por eso voy a San Juan rumbo al oeste como a salirme ventanilla afuera a que me vean aquellos, los nevados, Cordillera brava donde dejé por la mitad un canto. Es a que me apuntalen esas cumbres. Ver si prendido de sus crines puna y pataleando por sus costillares pueda sacar cabeza por encima y juntarme con todo un instante.
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Manifiesto
El presente manifiesto fue presentado en Alberto Elía -Galería de Arte de Buenos Aires, en el mes de octubre de 1996 en el marco de la Exposición "Tres proyectos escritos para un solo manifiesto pintado" por el grupo El Mito Real conformado por los artistas Enrrique Collar, Víctor Quiroga y Carlos Gómez Centurión.
Creo en la pintura como forma de entender el mundo y como una forma de pensamiento. Creo en la capacidad de la pintura para transmitir emociones profundas, el sentido de la vida y las grandes incógnitas del ser humano. Creo que la pintura puede rescatar sus potencialidades narrativas, tomando como objeto situaciones cotidianas que lleguen a manifestar pensamientos, dudas, temores y certezas del orden de lo universal. Para ello me baso en los mitos populares que le dan una dimensión sagrada a lo cotidiano y plasman la imaginación y deseos más genuinos de todo grupo humano. Los mitos y el arte son las formas más primitivas de comunicación y comparten la misma estructura expresiva. Incorporo el paisaje, el suelo, las particularidades locales en el convencimiento que es el marco que sustenta los hechos que organizan la cultura. Considero que los productos de la tierra y la tierra misma, no son solamente un dato de la economía, sino el espacio donde se funda la cultura y la reserva simbólica, donde se gestan las primeras intuiciones del ser humano. Creo en los "mundos mágicos" y en los modos del "pensamiento mágico" como sistemas confiables para entender el mundo. Pretendo advertir sobre el misterio que subsiste, aún hoy, en la vida cotidiana. Me considero seguidor de la línea pictórica y de pensamiento de Alfredo Gramano Gutierrez, Ramón Gómez Cornet, Florencio Molina Campos, Enrique Policastro, Juan de Dios Mena y Antonio Berni quienes entendieron las claves para enunciar un arte y una sensibilidad propia.
Carlos Gómez Centurión
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Cronología Carlos Gómez Centurión
Principales Exposiciones Individuales 1988 Cité Iternationale des Arts, París, Francia.
1997 Galería David Pérez Mac Collum. Guayaquil. Ecuador.
Primera exposición individual en París, con Mme. Bruneaux, directora de la Cité Internationale des Arts.
En la Amazonia ecuatoriana.
1998 Galería Art Forum. Quito. Ecuador. 1989 Instituto Cultural de Providencia. Santiago de Chile.
Centro Cultural Flavio Vitria. Univ. Nac. Tucumán. Arg.
1990 Centro Cultural Recoleta. Buenos Aires, Argentina
Carlos Gómez Centurión. Diez años de pintura. Auditorio Juan Victoria. San Juan. Argentina.
1999 Museo Dora Ochoa de Masramón. San Luis. Argentina. 2001 Centro Cultural Islas Malvinas. La Plata. Buenos Aires. Argentina.
2004 Museo de Bellas Artes de Tandil. Argentina "Digo la cordillera" Centro Cultural Recoleta. Buenos Aires. Argentina.
2005 "Digo la cordillera" Centro Cultural La Estación, San Juan, Arg. "Digo la cordillera" Auditorio Juan Victoria. San Juan, Argentina. Exposición en el CCR con Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía.
Galería del Museo Marítimo. Ushuaia. Argentina.
2010 Galería Bodega Viniterra. Mendoza. Argentina. Galería Jaime Conci. Córdoba. Argentina.
2011 Galería Sasha D. Córdoba. Argentina “Cordilleras” Museo
Galería Expresiones. Guayaquil, Ecuador.
Sívori. Buenos Aires. Argentina.
1991 Galería Altos de Sarmiento Buenos Aires, Argentina.
2012 “Digo la Cordillera. El viaje como obra” Palais de Glace,
Palais de Glâce. Buenos Aires, Argentina.
Buenos Aires. Argentina. Curador: Fernando Farina.
Galería Raquel Real. Rosario. Argentina.
“Digo la Cordillera El viaje como obra”. Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza. Mendoza. Arg. Curador: Fernando Farina.
1994 Galería Expresiones. Guayaquil. Ecuador.
2013 “Digo la Cordillera. El viaje como obra” Museo de Bellas
Galería L'Art. Quito. Ecuador.
Artes, Salta, Argentina. Curador: Fernando Farina. 75
Principales Exposiciones Colectivas
1988 180 Graveurs et Peintres. Cité Internationale des Art. París,
“Digo la Cordillera. El viaje como obra” Museo Castagnino, Rosario, Argentina. Curador: Fernando Farina.
Francia.
“Digo la Cordillera. El viaje como obra” Museo Caraffa, Córdoba, Argentina. Curador: Fernando Farina.
1989 Bienal Chandon de Pintura. Museo de Arte Moderno. Buenos Aires, Argentina.
"Serie del Silencio". Galería Arcimboldo. Buenos Aires, Argentina.
1990 LXXIX Salón Nacional de Artes Plásticas. Museo Caraffa. Córdoba, Argentina
2014 "Cordilleras: EL oro de América". Palacio Duhau, Hotel Hyatt. Presentado por Galería Rubbers Internacional, Buenos Aires, Arg.
1991 LXX Salón Nacional de Artes Plásticas. Museo Fader.
“Digo la Cordillera. El viaje como obra” Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, San Juan, Arg. Curador: Fernando Farina.
Mendoza, Argentina.
2015 Galería Rubbers Internacional, Buenos Aires, Argentina.
ArteBA 91. Galería Alvaro Castagnino. Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires. Argentina.
1993 Premio Ottium. Centro Cultural Recoleta. Bs As. Arg. Gente de la Tierra. Biblioteca Nacional. Buenos Aires, Argentina.
1994 El Mito Real. Centro Cultural Recoleta. Buenos Aires. Arg. LXXXI Salón Nacional de Artes Plásticas. Auditorio Juan Victoria, San Juan. Argentina.
1995 a: e,i u o. Instalación "La Intolerancia Argentina". Centro Cultural Recoleta. Buenos Aires. Argentina. 1996 El Mito Real. Palais des Glace. Buenos Aires. Argentina. Primera expedición a la Cordillera a los 18 años.
Manifiestos del Mito Real. Galería Alberto Elía. Buenos Aires.
1998 El Mito Real. Centro Cultural Recoleta. Buenos Aires, Arg. LXXXV Salón Nacional de Artes Plásticas. Paraná. Entre Ríos, Argentina. Primera Mención.
1999 Arte de Cuyo. Centro Cultural Recoleta. Buenos Aires. Arg. XLIV Salón de Artes Plásticas Manuel Belgrano". Museo Eduardo Sívori. Buenos Aires, Argentina. El Siglo XX Argentino: Arte y Cultura. Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, Argentina.
2004 Premio Banco Nación, Rosario. Argentina. 2005 Arte BA. Galería Isabel Anchorena. Buenos Aires. Argentina. Expo-Trastiendas. Galería Arte y Antigüedades Buenos. Aires. Arg. “El Desnudo” centro de Arte Contemporáneo Chateau Carreras. Córdoba. Argentina. 76
Participación como Jurado
2007 “La Cordillera” Centro Cultural Killka. Mendoza. Argentina.
2003 “Premio Federal” Consejo Federal de Inversiones. Bs. As., Arg.
2008 “Pertenencia” Fondo Nacional de las Artes. Bs As. Arg.
2004 Bienal de Acuarela. Viña del Mar. Chile.
2009 arteBA. Galería Isabel Anchorena. Buenos Aires. Argentina.
2008 XXXVI Salón de Arte Sacro. Tandil. Provincia de Bs. As., Arg.
Premio Salón Manuel Belgrano, Museo Sívori. Buenos Aires, Arg.
2009 V Salón Provincial de Pintura. Miguel Dávila. La Rioja, Arg.
2010 “Moda + Historia”, Palais de Glace, Buenos. Aires.
2010 Mendoza Pinta, Mendoza, Argentina.
Argentina “Serás... lo que debas ser. Bicentenario de la Patria” Museo Sívori. Buenos Aires, Argentina.
2011 arteBA. Galería Isabel Anchorena. Buenos Aires. Argentina. 2012 “Bicentenario Batalla de Tucumán” Museo Casa Histórica de
2011 Salón de Julio. Guayaquil. Ecuador. 2012 Salón Bicentenario del Éxodo Jujeño. Jujuy. Argentina.
Festival Internacional de Cine Unasur. San Juan. Argentina.
la Independencia, Tucumán. “Donaciones”. Colección del Museo de Bellas Artes de Neuquén en el Cabildo de Córdoba, Argentina. “EGGO”, Galería Alvaro Castagnino. Centro Cultural Recoleta. Buenos Aires, Argentina. “Artistas por la 21 Barracas” Casa del Bicentenario. Buenos Aires, Argentina.
2013 "EGGO" .Galería Alvaro Castagnino. Córdoba. Argentina "Artistas por la 21 Barracas” Casa del Bicentenario en Villa 21. Buenos Aires, Argentina. MAC. Museo Arte Contemporáneo Salta. Ejecución de un mural por el Bicentenario de la Batalla de Salta. Obra realizada en forma conjunta con los artistas Roberto Rey, Julia Andreasevich y Miro Barraza. Por invitación del CFI. Argentina.
2014 "EGGO" .Galería Sasha D. Córdoba. Argentina. Art Miami. Galería Sasha D. Miami. EEUU.
con Felix Pineda. 77
Créditos y Agradecimientos Carlos Gómez Centurión · Digo la Cordillera, el viaje como obra Exposición realizada de diciembre de 2014 a marzo de 2015 en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson. Curaduría Fernando Farina
Libro Catálogo
Staff Museo Franklin Rawson
Dirección y Producción
Dirección Virginia Agote
Virginia Agote
Producción Natalia Segurado
Co-producción
Educación María Elena Mariel / Natalia Quiroga
Natalia Segurado
Investigación y Patrimonio Emanuel Díaz Ruiz / Berny Garay Pringles
Fotografías obras
Comunicación y Registro Ina Estévez
Ina Estévez, Ivan Zabrodski
Diseño Ana Giménez / Mercedes Cardozo
Diseño Gráfico
Administración Carmen Pereyra
Ana Giménez
Conservación Guillermo Guevara / Facundo González
Fotocromía e Impresión
Montaje Daniel Orellano / Ariel Aballay / Leonardo Arias
Imprenta 2.0
/ Néstor Sánchez Asistente de dirección Melisa Gil Tienda Graciela Calvo
Agradecimientos
Guías Eliana Femenía / Rocío Pérez / Carla Monguilner
A Fernando Farina, por su entrega y compromiso con este
Orientadores de Sala Natalia Molina / Paola Alaimo / Daniela
proyecto.
Morón / Ayelen Salinas / Pablo Sayres / Carla Raschella / Lorena
A Cristián Varela compinche desde siempre.
Figueroa / Belen Vilanova / Florencia Echenique / Gabriela Ruiz /
A Alberto Sanchez por su colaboración permanente.
Joel Salinas / Gabriela Pinto
A Gustavo Romero Borri, poeta exquisito.
Mantenimiento Gerardo De los Ríos
A Jorge Leónidas Escudero que apoyó este proyecto desde la naciente. A Xavier Ochoa por su ayuda y comprensión. A Javier Grosman, que creyó desde un principio en esta aventura y ayudó a concretarla. A Ezequiel Ezkenazi por su apoyo desinteresado. A Andrés Rodriguez por su colaboración siempre presta.
Fotos y videos de expediciones
A Carmen Manolio que nos brindó logística y amistad.
Adrian Quiroga - Verne Producciones
A Rodolfo Medina por su confianza y fe en las cordilleras.
Huevo Muñoz - HGM contenidos
A mi familia toda.
Rodolfo Medina
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Autoridades Gobierno de San Juan Gobernador
Ing. José Luis Gioja Vicegobernador
Dr. Sergio Mauricio Uñac Ministro de Turismo y Cultura
D. Dante Raúl Elizondo Secretaria de Cultura
Arq. Zulma Virginia Invernizzi Dir. Museo Prov. de Bellas Artes Franklin Rawson
Prof. Virginia Agote
Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson Av. Libertador Gral. San Martín 862 oeste, San Juan, Argentina +54 (264) 4200598 / 420 0470 contacto@museofranklinrawson.org / www.museofranklinrawson.org
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