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Radicalización de la Revolución

a elementos opuestos al gobierno de Castro al tiempo que hiciéramos parecer la caída de Castro como resultado de sus propios errores”.237 A continuación, aparecieron los primeros grupos contrarrevolucionarios integrados por personas procedentes de las asociaciones católicas y los partidos tradicionales; mientras el Gobierno Revolucionario daba pasos firmes para su radicalización, abriendo la opción socialista, en beneficio de las grandes mayorías de la población. Se aproximaban momentos definitorios.

Radicalización de la Revolución

A partir del mes de octubre de 1959 los acontecimientos se precipitaron ante las crecientes agresiones y campañas de Estados Unidos contra Cuba. Fue en el clima creado por el crecimiento de los sabotajes, los ataques armados procedentes de territorio norteamericano y las defecciones, que el 26 de octubre de 1959 se comenzaron a organizar milicias armadas entre la población, fundamentalmente integradas por obreros, campesinos, estudiantes y empleados públicos.

Dos días después, en medio de un mal tiempo, desaparecía con su avioneta en el mar el comandante Camilo Cienfuegos, sustituido entonces en su cargo de jefe del estado mayor del Ejército Rebelde por el comandante Juan Almeida. También el 28 de octubre se restablecieron los tribunales revolucionarios, que habían dejado de funcionar desde principios de año, mientras el 20 de noviembre se ponía en vigor la ley procesal de la República en Armas de julio de 1896, que incluía la pena capital y la confiscación de los bienes de los condenados.

Como consecuencia directa del affaire de Huber Matos se produjo la salida del gabinete de varios ministros del ala nacional reformista del M-267, muestra del deslinde de campos que se avecinaba. Entre los que entonces fueron sustituidos del gobierno, al parecer por desacuerdos e incomprensiones surgidos en torno al caso de Matos, se encontraban Manuel Ray, ministro de Obras Públicas, Felipe Pazos, presidente del Banco Nacional -acompañado de Justo Carrillo, que estaba al frente del Banco de Fomento Agrícola e Industrial (BANFAIC)- y Faustino Pérez, aunque este último sería el único de los mencionados que mantendría su respaldo incondicional a Fidel Castro y su activa participación en la Revolución.238 El propio embajador norteamericano en Cuba, Philip Bonsal, un mes antes había comunicado al Departamento de Estado que vislumbraba un enfrentamiento entre “[...] el grupo que rodea a Felipe Pazos y los

237 Tomado de Alzugaray: La administración Eisenhower [...], op. cit., p. 116. 238 Véase el análisis de Buch y Suárez: Otros pasos [...], op. cit., pp.132 y ss

elementos dirigidos por Raúl Castro y el resultado de esto debe ser un buen indicio sobre el curso futuro que tomara la Revolución Cubana”.239

En lugar de los ministros salientes entraron al gabinete varias figuras del ala radical del M-26-7 como el Che Guevara -quien ocupó la dirección del Banco Nacional, donde de inmediato estableció un estricto control de cambios- y Rolando Díaz Aztaraín (26 de noviembre), como ministro de Recuperación de Bienes Malversados.240 Para Buch, testigo excepcional de estos hechos: “El posible saldo positivo de la traición de Huber Matos, a no desdeñar, es que aceleró el proceso gradual de fortalecimiento de las estructuras de dirección, con la introducción en puestos claves del Estado de compañeros claramente identificados con Fidel, sobre los que no cabían dudas acerca de su verticalidad revolucionaria.”241

Entretanto, en la Universidad de La Habana se producía el mismo proceso de definición que tenía lugar en las altas esferas gubernamentales. En la principal casa de altos estudios del país, el comandante Rolando Cubela, del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, y Ricardo Alarcón, del M-26-7, candidatos de unidad de las fuerzas revolucionarias, ganaban el 18 de octubre de 1959 la dirección de la FEU al retirarse el aspirante que gozaba del respaldo de la Asociación Católica Universitaria: Pedro Luis Boitel.

Una situación diferente se conformó poco después, el 18 de noviembre de ese mismo año, en el X Congreso de la Confederación de Trabajadores Cubanos Revolucionarios (CTC-R), pues el comandante Fidel Castro debió intervenir para evitar que se impusiera una candidatura sin los comunistas, que eran las pretensiones sectarias de algunos representantes obreros del M-26-7.242 Estos últimos, encabezados por David Salvador, quien fue elegido secretario general de la CTC-R, tras desalojar de los sindicatos a los mujalistas -o sea, los colaboradores de la dictadura de Batista-, se negaban a dar espacio a los militantes del PSP. Para Mires: "Poco a poco los comunistas iban ocupando los huecos dejados por el 26 en su breve incursión hacia el interior del movimiento obrero."243

De esta forma, a fines de 1959 comenzaron a salir de los principales puestos gubernamentales figuras del sector reformista y anticomunista del M-26-7, incapacitado por su mentalidad e intereses de clase para aceptar la inminente radicalización de la Revolución, que inexorablemente se dirigía a

239 Citado por Alzugaray: La administración Eisenhower [...], op. cit., p. 91. 240 Ibid., p. 144. 241 Ibid., p. 147. 242 Véase la entrevista a uno de los delegados, Roberto Veiga Menéndez: “Tenemos que dejar constancia de lo sucedido”, en Cuba Posible, La Habana, abril de 2018, número 65, p. 38-39. 243 Mires, loc. cit., p. 323.

una directa confrontación con Estados Unidos y a la alianza con la Unión Soviética (URSS). En septiembre de 1959 se produjo la primera visita de una delegación militar cubana a la Unión Soviética y China, a la vez que se realizaban en forma discreta en La Habana las primeras reuniones con un enviado informal soviético como representante de la agencia de noticias TASS, Alexander Alexeiev.244

Ante la descarnada y creciente hostilidad de Estados Unidos era evidente la fragilidad del apoyo que podía esperarse del naciente movimiento de los No Alineados, al que Cuba se había integrado, y de países como Indonesia, Egipto o la India. Ninguno de ellos estaba en condiciones de suministrar a la Revolución Cubana los dos elementos claves para resistir frente a la poderosa potencia vecina: petróleo y armas. Había que tocar en otra puerta.

244. Véase Francisco Manuel Silva Ardanuy: Reconversión de Ejército Rebelde a Ejército Regular al servicio de la República de Cuba (1956-1970), (Tesis de doctorado), Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, 2012, p. 217. Con anterioridad, Fidel Castro había conversado con el embajador soviético Mijail Ménshikov durante su visita a Washington a mediados de abril de 1959. Más detalles en Tad Szulc: Fidel. A critical portrait, New York, Avon Books, 1987, p. 537.

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