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El niño necio

Por Isaac Galicia Pineda / Ingeniería Petrolera BE

Cuando la Madre de todo, Amarillo, empezó a dar sus primeros rayos de luz a la inmensidad del universo, comenzó inmediatamente con la creación de sus hijos. Tras varios intentos fallidos y varios hijos sin el tamaño ni la energía necesaria para rodearla y nutrirse de su calor, creó a su primer hijo que tuvo la fuerza para rodearla. Tras cumplir su primera vuelta, Amarillo lo bautizó con base en su ímpetu y su tamaño como Verde; tras un largo rato, creó a Morado, un hijo más grande pero más lento. Casi de inmediato engendró de polvo y luz gemelos que coexistieron durante un rato en la misma órbita, sin embargo, debido a que uno de ellos era considerablemente más grande, absorbió casi por completo al pequeño, dejando una parte a su alrededor que se fue pulverizando, creando unos característicos anillos que su madre no quiso retirarle para que le quedara de escarmiento para futuras veces que no quisiera medirse ante otros, ya que de todos, era el más grande, hasta ese momento. A él lo llamó Gris en honor al gemelo absorbido.

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En quien más se tardó fue en Naranja. “Él grande” le apodaron sus hermanos y sus demás hermanas Dadoras de Luz. Con él, Amarillo intentó demostrar su potencial como Dadora de Luz. Sin embargo, la energía de Amarillo quedó minada. Ya sin su ímpetu inicial creó 4 nuevos predecesores que serían, debido a las pocas reservas de luz, cientos de veces más pequeños que los primeros y miles de veces más problemáticos. En especial el último, Azul, un hijo caprichoso y sin el más mínimo interés en crecer o madurar; que a pesar de ser el más pequeño, se había alejado hasta la tercera órbita de su madre para poder hacer su voluntad. La capacidad de sostener vida en su entorno era una fase de la niñez que Azul había llevado al límite. Al inicio Amarillo lo aceptó benevolente porque todos sus hijos habían pasado por ello y aprendieron rápido que ese no es el camino correcto. Azul estaba a punto de ser un adulto, Amarillo estaba a punto de ser una anciana y le preocupaba que su hijo pequeño no avanzara, para ayudarlo, pidió a sus hijos más cercanos de Azul; Rojo, el más frío de los 8, Blanco, el penúltimo y casi gemelo de Azul y como observador de todo, Café, el más cercano a ella. Los 3 intentarían centrar al hijo errante antes de que interviniera la fuerza bruta que era Naranja, así después de encomendada su tarea, Rojo, aprovechó que sería el primero en coincidir ejes con Azul para hablar con él;

- Azul, ¿Cuándo vas a entender que te hacen daño? ¿Qué por más que los cuides, a ellos no les importa un carajo que tú mueras?

- ¡Eso no es verdad! Me aman, es solo que están un poco desorientados, piensa un poco en la manera en que subieron al poder o dominarme, fue un poco brusca y se tienen que acostumbrar a estar en la cima, es solo eso, dales tiempo por favor. Además, Rojo, tú eras igual que yo, no me hagas recordarte cómo es que perdiste la mitad de tu masa total y cómo es que tornaste a ese color rojo, porque… admitámoslo, de lejos ahora me veo más grande que tú y eras de color blanco, así como mi otro hermano…

-Por eso es por lo que te digo esto, no quiero que te pase lo mismo, porque podría ser peor, al menos yo no amaba tanto a mis seres vivos y si me volví rojo fue por defensa propia, sólo así acabé con ellos. -Mira, yo no sé, pero en unos días Naranja, Gris y nuestra madre Amarillo, te darán la última advertencia, si no te deshaces de ellos, te los van a quitar por la fuerza y créeme, no te gustará. Tienes que crecer hermano, déjate de sentimentalismos y madura para convertirte en un planeta adulto y se te otorgue un tamaño más respetable.

- No quiero hacerlo, ¡¿qué sería de ellos si los destruyo?! Nada, ¡son tan indefensos!, además me encanta el nombre que me dieron, es bonito y muy elegante… ¡LA TIERRA!, tienes que admitir que son muy listos y que tienen estilo.

- ¡Porque tú los has dejado! Si fueras al menos un poco más duro y menos bondadoso, no estarías en las condiciones que estás, si te hubieras quedado con esas criaturas gigantes que tenías, reptiles dice mi madre que los llamaste, bastante grandes y agresivas pero muy tontas todo habría estado perfecto. Pero no, tenías que sacarle un maldito asteroide a los primos de Naranja para que se estrellara en ti con tal de destruirlos y ¡¿por qué?! Porque el niño quería saber que otra clase de seres vivos podía sostener. Esa estúpida curiosidad acabará contigo y lo que es peor, acabará con nosotros si no la detienes.

- ¿Cómo vas Rojo? Blanco se unió a la conversación, su objetivo era un poco distinto al regaño directo. - ¿aún sigues intentando cambiar de idea a Azul? -No lo vas a lograr, he escuchado algunas conversaciones de mamá, Verde y Blanco y los tres creen que no hay forma de hacerlo cambiar a menos que lo hagan cambiar ellos mismos, ya déjalo. No creo que nosotros lo hagamos cambiar de opinión, dejarlo caer es la mejor forma que entienda. Por mi parte hermano, haz lo que quieras ya que me es muy interesante que alguien se revele contra nuestra madre y lo mejor es que creo que en el fondo no sé si quieran pararte.

-Miren, sé lo que intentan, ambos intentan persuadirme de deshacerme de ellos, pero no lo haré, es mi última palabra.

Azul continuó manteniendo a sus seres vivos por un rato más al mismo tiempo que empezaban todos sus hermanos a atacarlo a la par de su madre; Amarillo le mandó más luz a su hijo con tal de sofocar a los seres vivos que lo habitaban. Azul con tal de evitar esto, aumentaba su capa de ozono para protegerlos de una mejor forma además de aumentar su campo electromagnético para rechazar la luz que lo golpeaba con fuerza. Naranja, le enviaba más de sus primos sin formar, para estrellarse con él, pero cuando Azul los veía venir, aceleraba más en su órbita para esquivarlos.

La paciencia de Amarillo empezaba a terminarse y cada vez era más agresiva en sus remiendas con su hijo al punto de optar por pedir la ayuda de sus hermanas Dadoras de Luz para estrellarle un hijo de ellas sin formar a su hijo Azul, pero las Dadoras de Luz tenían un problema similar ya que Azul no era el único con esa idea de mantener seres vivos en sí mismo el mayor tiempo posible. Solo que eso iba en contra de toda la sociedad que habían creado, no era posible que seres tan majestuosos fueran socavados y saqueados por seres más pequeños que microbios y lo que era peor, que los primeros no eran capaces de defenderse o al menos poner un límite.

Desesperadas de tener todas al menos un hijo así, se reunieron en un punto del universo para discutir qué harían al respecto. No podían destruirlos porque todas estaban en la última etapa de luz para crear y no podían permitirse gastar energía de esa forma, aún tenían que engendrar a los nuevos dadores de luz. Mientras la reunión se llevaba a cabo, los hijos errantes aprovecharon la oportunidad para hacer su siguiente movimiento asegurando la supervivencia de sus seres vivos; el pensamiento que todos seguían se basaba en que no podía ser posible tanto egoísmo de parte de sus madres para no permitir más vida que las de ellos; que sus seres vivos tenían de cierta forma, la capacidad de convertirse en guardianes de vida con la guía necesaria, solo dejarían que evolucionaran un poco más, hasta poder establecer un canal de comunicación con ellos, por lo mientras todos estaban seguros que podían seguir sosteniéndolos un largo rato más.

Sin embargo, no eran los únicos que estaban haciendo una jugada; estos microbios o seres vivos, desarrollaron tecnología para viajar a otros de los hijos de las Dadoras de Luz con condiciones para establecerse sin que fueran detectados por ellas debido a su tamaño tan efímero, además encontraron la forma de producir energía de cada milímetro de estos seres; al descubrir que toda la materia que los rodeaba era energía condensada y, por tanto, podía ser aprovechada con los aparatos necesarios y ya los habían inventado. No era una coincidencia que hubiera tantos de estos seres gigantescos con la idea de sostener vida, era un virus que jamás se había visto y que sólo contagiaba a los hijos más pequeños. Estos microbios darían su siguiente paso en la evolución al empezar a extraer y exprimir al 100% a cada uno de los seres que habían poblado. Ni siquiera dieron tiempo a las Dadoras ni a sus hijos de ejecutar sus planes, ellos habían sido más rápido

Y empezaron con la extracción de energía, el primero en sufrir esto fue Azul, pero pronto la reacción fue en cadena con todos los hijos pequeños ya que de un momento a otro empezaron a comprimirse, pero no se detuvo ahí, estos microbios se adaptaron a hijos más hostiles y empezó una aniquilación total, ya que todos empezaron a desaparecer como una mota de polvo desaparece tras un segundo de haber aparecido. Las Dadoras de Luz fueron cayendo poco a poco, al descubrir la forma de explotarlas se hicieron más valiosas aún ya que eran energía pura.

Al final de todo, el único que sobrevivió a la masacre fue Azul, que a pesar de todo solo había perdido el 15% de su masa total. Ahora, solo quedaban hijos muy grandes o insignificantes, sin Dadoras de Luz, todos estaban perdidos, ya que, en su afán de seguir expandiéndose a través del universo, los microbios nunca pensaron en crear energía sin tomar la de alguien más.

En sus últimos momentos de supervivencia, los microbios crearon un canal para poder hablar con el hijo que los engendró y que, de cierta forma, respetaban por haberlos creado y que ahora era su último bastión de supervivencia.

Sus primeras palabras al ser gigantesco fueron;

¿Puedes escucharnos, Tierra? Y el ser contestó; - Sí, ¿por qué nos hicieron esto a mí, a mis hermanos y a mi madre? Se escuchaba una voz ya algo cansada.

No sabemos… al sentirnos solos, nos creímos dueños de todo y empezamos a conquistarlo, pero ahora eso se nos ha vuelto encima y estamos a punto de desaparecer… Pero espera, si estabas vivo y al parecer todos lo estaban y no éramos más que unos viles microbios que podían aplastar… ¿Por qué no nos detuvieron? ¿Qué pasó?.

El ser, o la Tierra, empezó a reír con melancolía y les contestó;

-No lo vas a creer, pero fue el error más grande que jamás alguien pudo haber cometido, algo que me llevaré de penitencia cuando me extinga, que creo será pronto.

- ¿Qué fue? Preguntaron los microbios.

-Un maldito capricho mío. Susurró la Tierra.

Y sin más, la Tierra se desintegró dejando a su suerte a estos seres con aires de grandeza que siguieron vagando por el universo buscando aferrarse a una roca que los recibiera. Aunque realmente lo que buscaban, muy en el fondo, era alguien que los frenara, que los sometiera, lamentablemente, no había alguien o no habían hecho algo lo suficientemente grande para que algo o alguien se tomara la molestia de tan siquiera… voltearlos a ver.

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