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Aparato genital y urinario femenino se alteran en la menopausia
Dr. Eduardo Storch - Ginecólogo
La transición menopáusica (TM) se acompaña de un descenso en los niveles de estrógenos, lo cual desde el punto de vista genital y urinario tiene como consecuencia cambios anatómicos y funcionales que se asocian a síntomas y signos tanto en la vagina como en la vejiga. En la actualidad, el conjunto de esas modificaciones se denomina Síndrome Genitourinario (SGU).
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Al caer los estrógenos, el epitelio de la vagina y de la vulva se afinan, desaparecen los pliegues habituales de la vagina, ésta disminuye su elasticidad, desciende la irrigación sanguínea, aparecen petequias (pequeños derrames) e inflamación, y se hace muy susceptible al mínimo roce.
Estos síntomas se desarrollan gradualmente y se tornan molestos. Habitualmente aparecen luego de los síntomas vasomotores (calores, sudoración) pero a diferencia de ellos, que tienden a desaparecer con el tiempo, los síntomas del SGU persisten y se incrementan en frecuencia e intensidad con la edad.
Los síntomas debidos a las modificaciones señaladas incluyen sequedad vaginal, incluso fuera de las relaciones sexuales (RRSS) y lógicamente dolor durante las mismas (dispareunia), aunque la prevalencia de estos síntomas puede variar de acuerdo a la frecuencia de las relaciones sexuales y a otros factores.
Otros síntomas que pueden presentarse son: prurito, flujo, dolor no relacionado con la RRSS, sangrado y aumento de la sensibilidad, tanto para infecciones vaginales como urinarias.
En los casos severos, podría llegar a ocurrir un marcado acortamiento y estrechamiento de la vagina, tornando imposibles las relaciones sexuales.
Incluso en las situaciones de intensidad moderada, el dolor y la disminución de la lubricación durante el coito afectan la calidad de vida y pueden agravar o intensificar disfunciones sexuales preexistentes a esos cambios, lo que afecta tanto a la mujer como a su pareja.
Por otra parte, al desaparecer la acidez habitual, se reduce la defensa natural de la vagina contra los gérmenes locales patógenos, como los coliformes o las micosis (hongos). La proximidad del tracto urinario inferior permite la contaminación con las materias fecales y por lo tanto pueden aparecer cistitis agudas y/o recurrentes.
Si bien no es infrecuente que las pacientes consulten por sintomatología urinaria, no es así con la sintomatología vaginal a pesar de su alta prevalencia y, algunas, lo aceptan como un proceso natural e inevitable.
Del mismo modo, muchos médicos tampoco investigan suficientemente estos síntomas, no explican su naturaleza ni indican tratamientos como para tratarlos y/o prevenirlos.
El SGU está presente en el 40% de las mujeres posmenopáusicas. La dispareunia (dolor en las RRSS) afecta entre el 10% y 15% de las mujeres sexualmente activas en la edad reproductiva y, aumenta al 45% en las mujeres mayores de 50 años.
el síndrome genitourinario está presente en el 40% de las mujeres posmenopáusicas
Según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) aumenta a
45% en las mujeres mayores a 50 años
TRATAMIENTO
Varias son las conductas y medidas que se deben adoptar para prevenir y mejorar los síntomas del SGU.
• Estilo de vida
Se debe tener en cuenta los factores de riesgo que aceleran la ausencia estrogénica y se aconseja evitarlos. Entre ellos, el tabaco que produce un incremento del metabolismo estrogénico y su uso se asocia con mayor atrofia vaginal. Por otra parte, múltiples razones para el beneficio de la salud hacen que se recomiende su cese.
La obesidad, así como la falta de ejercicio físico también se asocian a mayor riesgo de presentar síntomas vaginales.
• Medidas mecánicas
La actividad sexual regular se asocia con una mejoría de los síntomas ya que existe mayor lubricación por aumento de la vascularización debida el estímulo y mejor elasticidad tisular.
• Tratamiento no hormonal
Suele indicarse cuando la paciente por algún motivo no desea, o tiene contraindicado, el tratamiento hormonal.
Constituye el tratamiento de primera línea en las mujeres con síntomas leves o moderados. - Hidratantes y lubricantes
Su objetivo es el alivio de los síntomas, sobre todo la sequedad vaginal, pero no revierten los cambios epiteliales. El uso de un lubricante durante las RRSS reduce la irritación causada por la fricción del tejido. - Otros tratamientos alternativos y complementarios
Estos tratamientos ofrecen eficacia muy limitada y en ocasiones la evidencia es contradictoria.
Homeopatía
No existe suficiente evidencia científica para avalar su recomendación.
Fitoestrógenos
El efecto vaginal de los fitoestrógenos administrados por vía oral son controvertidos así como la aplicación vaginal.
Vitaminas de uso vaginal
Se utilizan las vitaminas oleosas siendo la vitamina E la recomendada por vía vaginal en cápsulas de gel. • Tratamiento hormonal
El trofismo del aparato urogenital femenino depende estrechamente de los estrógenos. Por ello el tratamiento más efectivo, para los síntomas moderados o intensos, de la atrofia vulvovaginal es con
estrógenos. - Tratamiento Hormonal Sistémico (THS)
La administración de estrógenos por vía oral o transdérmica restaura la acidez vaginal, el grosor del epitelio y su revascularización. De este modo, aumenta la lubricación vaginal y mejora los síntomas del SGU. No obstante el 26% de las usuarias siguen experimentando algunos síntomas molestos. En esos casos o cuando reciben
THS a bajas dosis, también podrían requerir el añadido de estrógenos locales para mejorar la sintomatología.
- Tratamiento estrogénico local La vía de administración vaginal es la más eficaz en el tratamiento de la sintomatología vulvar y vaginal. Incluso, a bajas dosis, puede mejorar además la satisfacción sexual ya que mejora la lubricación e incrementa el flujo sanguíneo y la sensibilidad local.
Generalmente se obtiene alivio sustancial de los síntomas después de las tres semanas de tratamiento, si bien algunas mujeres pueden requerir entre cuatro a seis semanas antes de apreciar una mejoría adecuada.
Todos los estrógenos locales han demostrado ser eficaces y seguros. Cuando se utilizan dosis bajas, a pesar de la absorción a través de la pared vaginal, las concentraciones de estrógeno no se elevan significativamente en la sangre y, si lo hacen, permanecen en el rango normal de la posmenopausia.
La duración del tratamiento es variable, pero se debe continuar, cuando los síntomas dolorosos afecten la calidad de vida. Debe mantenerse, como corresponde, el control médico adecuado.
Para finalizar se destaca que todos los tratamientos deben realizarse de acuerdo a las instrucciones del ginecólogo tratante.
Las indicaciones farmacológicas pueden diferir según los casos o la etapa del tratamiento.
El tratamiento local no debe aplicarse solo si se tiene actividad sexual sino en forma continuada para mantener el área genital libre de las molestias señaladas, pues el efecto cesa una vez suspendido el tratamiento.
Si se inicia el tratamiento en cuanto aparecen los síntomas, además de ser curativo, previene las modificaciones derivadas de la falta de estrógenos, antes que se modifique, aún más, la anatomía y la fisiología vulvar y vaginal.
La información médica y científica proporcionada puede no ser relevante para las circunstancias particulares de una mujer, por lo que estas deberían ser siempre discutidas con su ginecólogo.