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DOCUMENTOS

Sobre la segunda alerta solicitada para el estado de Tlaxcala, que en la página de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres aparece que todavía está en proceso, Miriam Pascual, abogada del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, señaló que ésta ya fue negada en 2016 bajo el argumento de que con las medidas que plantea el gobierno para atender la problemática es suficiente. Actualmente, añadió, no hay acciones dirigidas para prevenir y atender las agresiones que enfrentan las mujeres. En Veracruz, que tiene tres alertas de género, Araceli 71.“El Otro”: camino hacia mi propia identidad: Juan Manuel Hurtado López Hace muchos años aprendí del Dr. Enrique Dussel que, ―El Otro‖, es una categoría fundamental tanto en filosofía como en teología, para posibilitar el camino hacia la identidad de Dios y hacia la propia identidad como personas. Para esto hacíamos un largo camino pasando por diversos filósofos hasta llegar a Emmanuel Lévinas, quien, a juicio de Dussel, había aportado definitivamente la trascendencia de esta categoría filosófica y teológica para llegar hasta el concepto de Dios y del prójimo. Aquí Lévinas nos llevaba hasta el pensamiento bíblico del ―Otro‖ y ―del prójimo‖ como las categorías de la trascendencia. Para Lévinas ―la presencia de lo Otro es la bondad, que se expresa en el rostro. Este rostro que llama a la responsabilidad se hace patente en el discurso que no es violencia, ni retórica, sino encuentro con la verdad y la justicia‖ ([Totalidad e infinito: 106]. ―El ―otro‖ se manifiesta en ―el rostro‖. El rostro se expresa, se manifiesta en el discurso y, al hacerlo, deshace continuamente la forma que ofrece y que petrifica al otro. El lenguaje es lo que permite mantener la separación del yo y su relación cara a cara con el otro, en una relación sin intermediarios, sin un previo conocimiento objetivo, sin paso por la ontología‖ (Totalidad e infinito). Esto nos recuerda el diálogo de Moisés en la Tienda de las citas en la que platicaba ―cara a cara‖ con Dios (Ex Dios en la zarza ardiente del desierto: ―Yo soy el que soy; o yo soy Yahvéh: el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob (Ex 3,14). González, directora de Equifonía, señaló que las acciones recomendadas en el mecanismo decretado por agravio comparado no se acatan a cabalidad en la entidad. En algunas regiones está suspendida la atención a quienes solicitan una interrupción legal del embarazo, por el asunto del Covid-19, dijo. La alternativa que se ofrece, añadió, es que las usuarias se trasladen a otros lugares, lo cual no es viable. Lo que estamos solicitando a la Secretaría de Salud es que difunda qué medidas está tomando para garantizar el servicio.

33, 14); o el diálogo de Moisés ante la presencia de (jornada.com.mx) 21/06/2020 Aquí se da la experiencia de la trascendencia: la relación con otro.‖El otro se hace patente en el rostro que llama, que apela al lenguaje y que no puede ser inscrito en la lógica formal. Ante el otro, sólo es posible la responsabilidad, pues en su rostro se refleja su debilidad y su grandeza, la imposibilidad de matarlo‖. Para Lévinas la salida ―del ser‖ (del sí mismo de la ontología) se da en la responsabilidad con el prójimo. Por eso concluirá Emmanuel Lévinas: ―La ética es la filosofía primera, y no la ontología‖. Esto evita la manipulación del Nombre de Dios y reconoce en el pobre ―al otro‖. Ciertamente el aporte del pensamiento bíblico judeocristiano es fundamental para el sistema filosófico y teológico occidental. Con Jesús de Nazareth llegamos al pobre como la categoría fundamental, de tal manera que Dios se hace pobre y se identifica con él: ―Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y ustedes me dieron de beber…‖ (Mt 25,35). Karl Rahner, cuando define a Dios, lo hace a su manera de una manera difícil, si se quiere, intrincada. Pero un elemento que él pone es ―la otreidad‖. Entender ―al otro‖ es la posibilidad de encontrar la propia identidad. Lo demás, es girar sin sentido ni trascendencia sobre el propio eje a manera de una rueda. El ―otro‖ entonces como el camino, como la categoría filosófica y teológica que nos permite avanzar hacia nuestra propia identidad. Pero entones ¿Quién es el otro ahora? ¿Quiénes son ―los otros‖? En el Evangelio de Lucas, el prójimo golpeado y herido del camino es ―el otro‖, al que no reconocieron ni el levita ni el sacerdote, y por lo tanto no reconocieron ni su propia identidad.

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En cambio el samaritano sí reconoció ―al otro‖ y llega a su propia identidad. ―¿Cuál de estos tres se hizo prójimo del hombre que cayó en manos de los salteadores. ‗El que se mostró compasivo con él?‖ (Lc 10,36-37) Creo que en este momento de pandemia del COVID 19, surge una voz potente desde el pensamiento bíblico y desde autores como Emmanuel Lévinas que es un cuestionamiento a la sociedad y a nuestra fe cristiana: ¿Quién es el otro? ¿Quiénes son los otros, las otras? Pero es válida esta pregunta si en verdad no giramos sobre nuestro propio eje como una rueda, y cruzamos el umbral hacia ―el otro, la otra‖. Y ahí aparecerán los rostros de los contagiados por el coronavirus, los pobres, migrantes, niños en condición de calle, las personas que son objeto de comercio sexual o con otros fines, los indígenas, o mejor, los pueblos originarios con todas sus diferencias y especificidades, las minorías étnicas avecindadas en las grandes urbes que luchan entre conservar su identidad con su lengua, costumbres, valores, actitudes, etc., o su asimilación a la cultura hegemónica, global, de los grupos y clases dominantes económica o políticamente en un país. El otro tiene un rostro que nos interpela y que nos saca de nosotros mismos –y en esa salida- nos posibilita nuestra verdadera identidad. (amerindiaenlared.org) 21/06/2020

72.Dietrich Bonhoeffer: Una Fe Mundana:

Juan Esteban Londoño

Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) es un pensador recordado más por su vida que por sus ideas. Sin embargo, desarrolla imágenes valiosas para la teología posterior a la Guerra, tales como la creencia en un cristianismo sin religión y la apuesta por una vida cristiana «como si Dios no existiera». En este pastor luterano hallamos la encarnación de una fe mundana. Antes de 1972, Bonhoeffer era poco conocido en Alemania y en el mundo. Pero fue el Obispo católico Gerhard Ludwig Müller quien rescató su figura y pensamiento del olvido y resaltó su dimensión de mártir. Dietrich Bonhoeffer nació el 4 de febrero de 1906 en Breslau, Alemania, como uno de los ocho hijos del psiquiatra, neurólogo y profesor universitario Karl Bonhoeffer y de Paula von Hase, hija de un reconocido linaje de pastores. De una familia altamente educada y más bien alejada de la Iglesia Protestante, a la cual solamente pertenecía nominalmente. En 1918, ante la muerte de su hermano Walter en la guerra y la tristeza de su madre, Dietrich se hizo muchas preguntas sobre el sentido de la vida y decidió estudiar Teología como un modo de hallar significado. Empezó sus estudios en Tübingen, realizó un semestre de intercambio en Roma, donde sintió una profunda familiaridad con la Iglesia y la Teología católicas, y regresó a Berlín para escribir su tesis doctoral titulada Sanctorum Communio. La tesis de Bonhoeffer es un aporte a la eclesiología ecuménica de los años 20, cuando los acercamientos entre católicos y protestantes todavía eran incipientes. En ella desarrolla la idea de que Cristo existe en la comunidad y que la Iglesia es una persona espiritual, la suma de todos los creyentes, más allá de las instituciones. Para este teólogo, una persona puede ser comprendida como una relación. Dios es una relación y la Iglesia también lo es. Por esto la Iglesia es una persona colectiva, una realidad de carne y hueso, no un concepto dogmático. La Iglesia tiene una responsabilidad ante el mundo. Ella debe estar contra el mundo en el mundo, no afuera de él, y construir modos responsables de vivir en sociedad. En 1928 Bonhoeffer realizó su vicariato en Barcelona, en una pequeña comunidad luterana, y en 1930 presentó su trabajo de habilitación para ser docente universitario. En este mismo año realizó un intercambio en el Union Theological Seminary de Nueva York, donde compartió con teólogos y creyentes afroamericanos, de origen bautista y pentecostal. Ya que también era pianista, Dietrich aprendió otros modos de espiritualidad a través de la música. Por esto la Iglesia es una persona colectiva, una realidad de carne y hueso, no un concepto dogmático. La Iglesia tiene una responsabilidad ante el mundo. Ella debe estar contra el mundo en el mundo, no afuera de él, y construir modos responsables de vivir en sociedad. Con la llegada de Adolf Hitler al poder en Alemania, en el año de 1933, Dietrich Bonhoeffer se reunió con diferentes líderes de la Iglesia Protestante para manifestarse en contra de las intenciones antijudías del Nacionalsocialismo. De este modo estableció una red de opositores a esta ideología y forma de gobierno, no solamente entre los luteranos, sino también con reformados, anglicanos y católicos. En 1935 dirigió el Seminario de predicadores de la Iglesia Confesante (movimiento protestante que se oponía a Hitler) en Finkewalde, donde vivía en comunidad con sus estudiantes y promovía una espiritualidad ecuménica. Este Seminario fue cerrado en 1937 por la Gestapo (la policía secreta alemana) y Bonhoeffer continuó preparando a los estudiantes de forma ilegal. En ese mismo año publicó Nachfolge (El seguimiento –en castellano se publicó como «El precio de la gracia»). En este libro, Bonhoeffer retoma el concepto protestante de la Gracia y lo pone en cuestión, tratando de acer-

car la postura católica acerca de las Buenas Obras a la mirada protestante acerca de la Gracia. Este pastor luterano considera que la Gracia es costosa e implica también hacer Buenas Obras. Jesús ofrece Gracia pero invita a la obediencia, tal como le dijo siempre a sus discípulos: «sígueme». En contra de la interpretación protestante clásica, Bonhoeffer recuerda a sus lectores que Lutero dejó el monasterio no para vivir como el mundo, sino porque el monasterio se había convertido en un negocio. Ser cristiano es vivir como un discípulo y una discípula de Jesús en el mundo pero con los valores del Reino. Esto no lo acerca a un cristianismo moralista, el cual reduce la santidad a términos sexuales y reproductivos, sino que expande el mensaje de la Gracia a la responsabilidad social. Seguir a Cristo no es seguir una doctrina ni una moral, sino dar la vida por los marginados. Aquí es importante resaltar la inteligencia de Bonhoeffer, quien se dio cuenta de que el protestantismo alemán apoyaba el pecado político de los nazis mediante la justificación teológica del pecador. Hizo caer en cuenta a muchos alemanes que el amor de Dios no promueve el racismo ni el discurso nacionalista, sino que invita a acoger a todas las personas dentro del marco de las relaciones justas. Según lo aprendió de su amigo Jean Lasserre, Bonhoeffer repetía: «Man kann nicht Christ und Nationalist in einem sein» («No se puede ser al mismo tiempo cristiano y nacionalista»). En contra de la interpretación protestante clásica, Bonhoeffer recuerda a sus lectores que Lutero dejó el monasterio no para vivir como el mundo, sino porque el monasterio se había convertido en un negocio. Ser cristiano es vivir como un discípulo y una discípula de Jesús en el mundo pero con los valores del Reino. Después de la publicación de este libro, se fue a los Estados Unidos para trabajar como profesor invitado en el Seminario Union de Nueva York, pero su estancia duró apenas tres semanas, ya que su conciencia le llamaba a regresar a Alemania para seguir combatiendo al nazismo. En 1940 empezó a gestar reuniones con varios militares para encontrar la mejor manera de derrocar a Hitler. Bonhoeffer decía que, si un hombre va en un vehículo, ya sea un automóvil o una bicicleta, para atropellar a los demás, lo mejor que se puede hacer es meter un asta en la rueda del vehículo, a riesgo de matar al conductor y de perder la propia vida, con el fin de salvar a los inocentes. Era un tiempo de conspiraciones y preguntas, cuando Bonhoeffer empezó a escribir los manuscritos de su Ética, libro que no alcanzó a publicar en vida. Esta visión de la ética funda una nueva forma cristiana de comprender las relaciones sociales, basadas en la responsabilidad, no en principios morales inamovibles. Según este pensador, toda decisión depende de la situación en la que se tome. Ningún mandamiento ha sido dado para usarlo con el fin de aplastar a los demás, sino para fomentar el bienestar de la mayoría. Por ejemplo, si en la tradición cristiana está prohibido mentir, pero llegan los nazis a una casa a preguntar que si en el sótano hay judíos escondidos –y efectivamente lo están–, el acto ético más cristiano es decir que no, pues es mejor mentir que promover la muerte. El Estado Alemán nombró a Dietrich Bonhoeffer espía a favor de los nazis, debido a su movilidad en los viajes ecuménicos. Sin embargo, él utilizó este nombramiento para revertir las intenciones y lo que hacía era informar a diferentes líderes eclesiales sobre los movimientos militares de Alemania, con el fin de que estos avisaran a las autoridades suecas, británicas o norteamericanas, para así detener a Hitler. Ningún mandamiento ha sido dado para usarlo con el fin de aplastar a los demás, sino para fomentar el bienestar de la mayoría. Por ejemplo, si en la tradición cristiana está prohibido mentir, pero llegan los nazis a una casa a preguntar que si en el sótano hay judíos escondidos –y efectivamente lo están–, el acto ético más cristiano es decir que no, pues es mejor mentir que promover la muerte. En 1940 Dietrich Bonhoeffer se comprometió con Maria von Wedemeyer, una mujer de 18 años, a quién él había preparado durante las clases pastorales de Confirmación. Sin embargo, esta relación se desarrolló por cartas ya que Dietrich fue detenido por los nazis, pues la conspiración en la que había participado, la cual involucraba planes para asesinar a Hitler, fue descubierta. En abril de 1943 Dietrich Bonhoeffer fue llevado a la prisión de Tegel, en Berlín, donde permaneció hasta 1945. De esta época se han reunido las cartas con sus amigos y familiares y se han publicado bajo el título de Resistencia y sumisión. Entre sus papeles se hallan intercambios epistolares, poemas, fragmentos de una novela y discusiones sobre temas teológicos. Entre estos aparece su interés por un cristianismo sin religión y la invitación a aprender a vivir «como si Dios no existiera». En su carta del 16 de julio de 1944 a su amigo Eberhard Bethge, Bonhoeffer reflexiona sobre una interpretación no-religiosa de los conceptos bíblicos y plantea la posibilidad de que los cristianos estén con Dios en el mundo, sin Dios, «como si Dios no existiera»: «Dios, como hipótesis de trabajo, ha sido eliminado y superado en moral, en política y en ciencia; pero también en filosofía y religión (¡Feuerbach!). Es pura hon-

radez intelectual abandonar esta hipótesis de trabajo, es decir, descartarla hasta donde ello sea posible… ¿Dónde queda, pues, un sitio para Dios?… Y nosotros no podemos ser honestos sin reconocer que hemos de vivir en el mundo etsi deus non daretur (como si no hubiera Dios). Y esto es precisamente lo que reconocemos… ¡ante Dios!; es el mismo Dios quien nos obliga a dicho reconocimiento. Así nuestro acceso a la mayoría de edad nos lleva a un veraz reconocimiento de nuestra situación ante Dios. Dios nos hace saber que hemos de vivir como hombres que logran vivir sin Dios. ¡El Dios que está con nosotros es el Dios que nos abandona (Mc. 15,34)! El Dios que nos hace vivir en el mundo sin la hipótesis de trabajo de Dios, es el Dios ante el cual nos hallamos constantemente. Ante Dios y con Dios vivimos sin Dios. Dios, clavado en la cruz, permite que lo echen del mundo. Dios es impotente y débil en el mundo, y solo precisamente así está Dios con nosotros y nos ayuda. Mateo 8,17 indica claramente que Cristo no nos ayuda por su omnipotencia, sino por su debilidad y por sus sufrimientos». En diálogo con el pensamiento moderno, Bonhoeffer considera que ya no se necesita de Dios como hipótesis de trabajo intelectual, como ocurría en la Edad Media para explicar el sentido del mundo. Esto no significa que excluya la creencia en Dios, sino que no es necesario usar los argumentos de la existencia de Dios para describir cómo funciona la naturaleza, cómo se estudia la física, cómo se ejercen la política y el derecho, cómo se estructura la sociedad y cómo se ejerce la moralidad. La hipótesis de la existencia de Dios y de su providencia no es necesaria ni en la filosofía ni en los estudios religiosos. El hombre moderno no necesita a Dios para explicar el mundo. Lo que busca Bonhoeffer, en un espíritu kantiano, es sacar al cristianismo y a los cristianos de su minoría de edad y entrar en una etapa de madurez personal y estructural de la fe. Desde esta mirada, la filosofía y la ciencia hablan de los fenómenos dados en el espacio y en el tiempo y no pueden referirse a lo que corresponde al reino de la creencia. El cristianismo debe pensar a Dios desde otras categorías y no desde aquellas que han sido agotadas por el pensamiento racional. En 1944 se confirmó que Dietrich Bonhoeffer había apoyado una conspiración militar para asesinar a Hitler y la condena se endureció contra él por motivo de alta traición. En febrero de 1945 fue llevado a un Campo de Concentración en Buchenwald. Allí le prohibieron todo contacto con sus familiares y amigos. El 9 de abril fue trasladado a Flossenbürg, donde lo ahorcaron. Pocos días después entraron los rusos a Berlín y la guerra llegó a su fin. Del pensamiento mundano de Bonhoeffer rescatamos la valía de un cristianismo encarnado. Ser cristiano es habitar el mundo. Y esto significa aceptar que Dios es un Dios mundano y también sufriente. Tal es el aporte de Bonhoeffer para la teología y la fe de carnadura. Dios se solidariza con las personas en el abandono que ellas sienten. Dios participa del abandono de los abandonados. Publicado originalmente en Teounder.com (pensamientoprotestante.com) 22/06/2020

73.Repita conmigo Will Graham: dios es amor: Carlos Osma

Cada vez entiendo mejor porqué hace ahora justo un año el señor Will Graham se rasgó las vestiduras, cogió todas las piedras que pudo, e intentó lanzarlas sobre mi libro ―Solo un Jesús marica puede salvarnos‖, y sobre (y esto es lo más importante) las personas que estaban abiertas a debatir, o compartir, que significaba eso de que Jesús fuese marica. En realidad, aunque preferiría que no lo hubiese hecho, su acción ayudó a dar una proyección a mi libro que nunca hubiese imaginado. ¡Cinco artículos le dedicó!, cada uno más simple y absurdo que el otro, en la vanguardista Protestante Digital. Pero tampoco soy ingenuo, y sé que también a él le supuso un extra de notoriedad. Esa es una de las explicaciones que a día de hoy encuentro a su actitud de continua difamación de personas o entidades que, por una razón u otra, pone en la diana esperando (pienso yo) a que algún valiente enajenado se atreva a tirar los dardos. La búsqueda de notoriedad está clara, el intento de estar día sí y día también en el centro de la noticia también. Y a falta de capacidad para proponer reflexiones teológicas (¿es teólogo no?) que ayuden a hacer un mundo más evangélico, pues le queda la confrontación, la invención de fantasmas, y los señalamientos con el dedo. A alguien le debería hacer pensar que significa que una persona así tenga cabida en medios de comunicación evangélicos que llegan a masas. No digo que no se deba dar voz a personas de corte conservador, o incluso ultrafundamentalista (como es el caso), pero si esto es la vanguardia del fundamentalismo, entonces alegrémonos todas y todos: al fundamentalismo le quedan dos telediarios. La última persona que se le ha puesto entre ceja y ceja ha sido la teóloga uruguaya Cris Conti, pero entre las 67

cejas de fuego de Will Graham ha habido antes muchas otras, sería una lista interminable nombrarlas a todas. Cito a Cris Conti, no porque haya sido la última, o porque este señor supure machismo y misoginia por todos lados, sino porque en un comentario que hace sobre ella he encontrado otra explicación al comportamiento medieval de nuestro hermano pastor (en las familias diversas hay de todo). El comentario dice así: ―Los teólogos progresistas no creen en la ira de Dios porque no conocen a Dios. El Dios de la Biblia es un Dios de ira. Y de allí la necesidad de la muerte expiatoria de nuestro Salvador en la cruz‖. Sí, aceptémoslo, hay personas a las que los Jesús maricas les ponen enfermos porque sus Dioses con mayúscula tienen un par de cojones y sobre todo mucha ira y mucha mala leche. Y esos Dioses como Dios manda, igual que los padres como Dios manda, no pueden tener hijos maricas y blandengues. (Disculpen que ponga Dios en mayúscula, pero es la forma en la que este tipo de teólogos intentan decir que poseen al dios inalcanzable para el resto de la humanidad). Cómo ha leído este señor los evangelios es para mí incomprensible, cómo se los han explicado en los divinos seminarios fundamentalistas se escapa a mi entendimiento. Pero lo que sí sé, porque lo he visto de cerca, es que las personas y comunidades que creen en este Dios temible, tienen una doble vara de medir, una para ellas y otra para el resto. Además, rezuman hipocresía, malgastando toda su energía en tratar de hacer parecer lo que no se es. Y todo eso acompañado con poca humildad y una gran incapacidad para reconocerse frágiles y limitados. No me refiero a decirlo, sino a creerlo y vivir en consonancia con ello, es decir, con empatía y amor. (Espero WG que esta última palabra no le haya hecho daño). Repita conmigo Will Graham: dios es amor. Es decir, ni lo tenemos ni podemos tenerlo, se nos escapa constantemente, pero si hay un lugar donde se nos revela, es en el amor. En los amores en minúsculas también, porque todos son limitados. Pero amores que apuntan a un Amor más grande, que es aquel que nos indica la cruz. Porque la cruz no es el lugar de la ira de dios (siento de verdad que haya tenido una vida tan dura), sino el de un dios de amor que nos acompaña incluso en los peores momentos de nuestra vida. En la cruz podemos ver al Dios violento, patriarcal, machista, misógino, racista, clasista, tránsfobo, homófobo... al Dios con dos cojones y mucha ira; ese que llevó a Jesús a la cruz por blandengue, por amoroso, por empático, por sensible, por humano, por marica... Pero sufriendo junto al crucificado solo se nos revela el dios en el que creemos los cristianos, y lo hace como una madre, un padre, como alguien que nos ama incondicionalmente (no siempre la imagen del padre o la madre ayuda a todas las personas). Se nos revela como alguien que nos acompaña y nunca nos abandona. No es lo que somos o lo que hacemos (no necesitamos conquistarle), sino lo que él/ella hace y lo que es: Amor. No soy psicólogo ni voy a jugar a serlo, es una cosa muy seria, pero muchas personas que viven siguiendo al Dios de la ira, deberían buscar la razón por la que ese es el Dios en el que creen y son incapaces de aceptar un dios de amor. Lo dejo aquí, no voy a seguir por respeto, pero vivir el cristianismo es además de acercarse al prójimo, acercarse a dios, sabiendo que cualquier imagen que tenemos de él/ella tiene mucho que ver con las experiencias que nos han marcado desde la infancia. Y que solo cuando nos acercamos, de verdad y sin dogmatismos, dios puede romper poco a poco las imágenes en las que pretendemos atraparle. No siempre es fácil, porque nuestra biografía nos marca profundamente, pero para dios, no hay nada imposible. Eso es lo que espero para Will Graham, y para muchos otros creyentes, que el dios de amor haga desaparecer al Dios cargado de ira. (homoprotestantes.blogspot.com) 25/06/2020

74.Compasión ciudadana, respuesta global contra el racismo: Juan José Tamayo

“No puedo respirar”

El 25 de mayo pasado se produjo en Minneapolis, ciudad norteamericana del estado norteño de Minnesota, el asesinato del ciudadano negro George Floyd a manos del policía blanco Derek Chauvin quien, con el apoyo de otros tres compañeros, le esposó, le arrojó al suelo, le puso boca abajo y le asfixió apretándole el cuello con una rodilla. La agonía duró ocho minutos y cuarenta y seis segundos. Estando en esa situación, George pronunció un grito estremecedor y desesperado que no detuvo al policía en su acción criminal. Estas fueron sus últimas palabras: “Es mi cara, hombre. No he hecho nada grave, señor. Por favor, por favor, por favor, no puedo respirar. Por favor, hombre, por favor, alguien, por favor, hombre, no puedo respirar, no puedo respirar, por favor (inaudible). Hombre, no puedo respirar, mi cara. Solo levántate. No puedo respirar. Por favor, una rodilla en mi cuello. No puedo respirar. ¡Mierda! Voy a… No me puedo mover. ¡Mamá! No puedo. Mi rodilla. Mi cuello. No aguanto

más no aguanto más. Soy claustrofóbico. Me duele el estómago, me duele el cuello, todo me duele, dame agua o algo, por favor, por favor. No puedo respirar, oficial. No me mate. Me van a matar, hombre. Venga, hombre, no puedo respirar no puedo respirar. Me van a matar, no puedo respirar, no puedo respirar. Por favor, señor, por favor, por favor, por favor, no puedo respirar”. Llamó a su mamá ya fallecida pidéndole auxilio. Luego, sus ojos se cerraron y las súplicas se detuvieron. ―No puedo respirar‖ se convirtió en un clamor popular en las numerosas manifestaciones que recorrieron primero las ciudades de Estados Unidos y después las de todo el mundo como protesta colectiva contra el brutal asesinato de George Floyd, contra el racismo policial hacia la comunidad negra y contra las desigualdades sociales generadas por el racismo.

Racismo de Trump y manipulación de la Biblia

Trump pronunció un discurso incendiario contra los manifestantes a quienes acusó de alborotadores, saqueadores y anarquistas, y amenazó con sacar el Ejército a la calle, en caso de que no lo hicieran los gobernadores, para reprimir con violencia las manifestaciones de protesta y la ola de indignación contra el odio racial de la policía estadounidense que desemboca con frecuencia en odio y asesinatos. Era una nueva expresión del racismo y xenofobia que caracterizan su presidencia. Dicha amenaza fue rechazada inmediatamente por el jefe de Defensa de la Casa Blanca y los gobernadores de los estados. También se opusieron a Trump los presidentes anteriores: Carter, Clinton, Bush y Obama. La policía dispersó una concentración pacífica delante de la Casa Blanca con gases lacrimógenos para dejar expedito el camino para que Trump pudiera dirigirse a pie hasta la histórica iglesia episcopal de San Juan, llamada ―la iglesia de los Presidentes‖, que había sufrido un incendio la noche anterior, y posar con la Biblia. El gesto fue interpretado en clave electoralista y como una manipulación de la ―palabra de Dios‖ y de la religión, ya que Trump no se caracteriza precisamente por ser una persona religiosa. La primera en reaccionar fue Mariann E. Budde, primera mujer obispa de Washington, que había ejercido su actividad pastoral en Minneapolis durante 18 años, mostrando su indignación en público por la provocadora y electoralista visita y por haber manipulado los símbolos sagrados de la tradición cristiana. ―El presidente utilizó la Biblia, el más sagrado texto de la tradición judeocristiana, y una de las iglesias de mi diócesis sin avisarnos siquiera –afirmó-, como telón de fondo de un mensaje antitético a las enseñanzas de Jesús y todo lo que defiende nuestra iglesia‖. Mariann relativizó los daños sufridos en el templo por el incendio en comparación con la gravedad e inhumanidad del asesinato de Floyd: ―Podemos reconstruir la iglesia‖, dijo, pero ―no podemos devolverle la vida a un hombre‖. En una entrevista a The Washington Post afirmó que ―todo lo que ha dicho y hecho Trump es para inflamar la violencia‖ y mostró su distanciamiento del lenguaje incendiario del presidente. Declaró que la visita no había servido a las aspiraciones espirituales ni al liderazgo necesitado en ese momento, como tampoco para restañar las muy dolorosas y profundas heridas que había dejado en el país el salvaje asesinato del ciudadano George Floyd. Cabe recordar que, durante su larga e intensa estancia en Minneapolis, Mariann Budde creó una iglesia de puertas abiertas, luchó por reducir las desigualdades sociales y ayudó a la inmigración haitiana y centroamericana. Durante la presidencia de Trump ha intensificado su activismo político sobre todo oponiéndose a la separación de los niños migrantes de sus padres en la frontera con México. A las declaraciones indignadas de Budde se sumó el obispo presidente de la iglesia episcopaliana –el primer negro en presidir dicha iglesia en los Estados Unidos-, quien acusó a Trump de utilizar la iglesia y la Biblia con fines políticos precisamente ―en una época de dolor y sufrimiento para nuestro país y su acción hizo nada para ayudarnos o curarnos‖.

Movimientos de protesta contra el racismo

A través de los multitudinarios movimientos de protesta extendidos por todo el mundo, los cientos de miles millones de manifestantes respondían al racismo con un acto de compasión solidaria, que tuvo su culminación en el funeral de despedida de George Floyd que tuvo lugar en Huston (Texas) con la participación de más de seis mil personas. Las olas de protesta recodaban las que había tenido lugar cincuenta y dos años antes con motivo del asesinato de Martin Luther King, quien había afirmado: ―La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; solo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar al odio, sólo el amor puede hacer eso‖. ¡Evangelio en estado puro! El asesinato de George Floyd produjo una conmoción profunda en todo el mundo, la protesta contra dicho asesinato se tornó global y viral al grito de ―Black Lives Matter‖ y contribuyó a tomar conciencia del racismo real en los diferentes países donde se produjeron las marchas de indignación, por ejemplo en Brasil, con una población negra de más del 50%, en Londres con un millón y medio de afrodescendientes sobre una pobla- 69

ción de nueve millones y en Francia con una fuerte tradición racista colonial. También se produjeron manifestaciones en varias ciudades españolas para solidarizarse con las marchas de otros países protestar contra la discriminación racial en nuestro país. Yo participé en la celebrada en Madrid el 7 de junio frente a la Embajada de Estados Unidos, en la que denunciamos el racismo de la extrema derecha en España: ―Estamos aquí –gritó una representante del Sindicato de Estudiantes, convocante de la manifestación- para unirnos a los hermanos y hermanas de Estados Unidos. para señalar a los racistas. A Donald Trump. A Santiago Abascal‖. George Floyd, ciudadano negro estadounidense anónimo hasta el 25 de mayo de 2020, día de su asesinato, se ha convertido en el símbolo global de la compasión ciudadana, la lucha y resistencia cívicas contra el racismo instalado en el imaginario social, la violencia policial, las desigualdades sociales y la discriminación étnica y en una llamada a favor de la justicia, la libertad y la liberación de las comunidades oprimidas. Termino con la apelación que la prestigiosa periodista brasileña Eliane Brum hacía en un artículo en el diario EL PAÍS (miércoles, 3 de abril de 2020) a exterminar el racismo y a llevar cabo a un nuevo pacto de civilizaciones en la pospandemia: ―Sin exterminar el racismo, el aire seguirá faltando. No se podrá vencer ni la pandemia ni la crisis climática. Clamar por un nuevo pacto de civilizaciones en la pospandemia que cada blanco quite inmediatamente la rodilla del cuello de un negro, lo que significa perder privilegios y compartir los espacios de poder en todas las áreas‖.

Aviso e invitación a las teólogas y los teólogos

Quienes nos dedicamos al trabajo teológico deberíamos ser más sensibles al fenómeno del racismo del que son objeto las personas y las comunidades en nuestros países, incorporarlo en nuestros análisis sociales, culturales y religiosos como uno de los hechos discriminatorios mayores de nuestras sociedades blancas. Me parece necesario seguir de cerca las aportaciones de las teologías negras de la liberación, sobre todo la estadounidense y la africana, a mi juicio bastante desconocidas en nuestros entornos cultuales, entra en diálogo con ellas, incorporar las experiencias de los sufrimientos sufrimiento y las luchas de liberación de dichas comunidades y sus principales categorías. Estoy seguro de que enriquecerán nuestros discursos teológicos con frecuencia eurocéntricos. Para el conocimiento de dichas teologías me permito remitir a mi libro Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta, 2020, 2ª ed.), donde ofrezco un análisis de ambas teologías: contexto vital en que surgen, desafíos a los que pretenden responder, movimientos de liberación en los que se ubican, diálogo entre los textos de la cultura negra y los de la tradición judeo-cristiana y hermenéutica liberadora de unos y otros, que hacen de los textos fundantes y contribución al pensamiento teológico actual. (amerindiaenlared.org) 26/06/2020

75."¿Vale más el lucro o la vida? Lo que nos está salvando es lo que le falta al capitalismo: la solidaridad, la cooperación":

Leonardo Boff

"El capitalismo se caracteriza por explotar hasta el límite la fuerza de trabajo, por el pillaje de los bienes y servicios de la naturaleza, en fin, por la mercantilización de todas las cosas" "¿Debemos salvar la economía o salvar vidas humanas? Si hubiéramos seguido la lógica del capital, todos estaríamos en peligro" "Los que buscan una transición paradigmática, dentro de la cual me sitúo yo, deben proponer otra forma de habitar la Casa Común" Para comprender el significado del coronavirus, tenemos que encuadrarlo en su debido contexto, no verlo aisladamente bajo la perspectiva de la ciencia y de la técnica siempre necesarias. El coronavirus viene da la naturaleza, contra la cual los seres humanos, particularmente a través del capitalismo global desde hace siglos, llevan a cabo una guerra sistemática contra esta naturaleza y contra la Tierra.

El capitalismo neoliberal gravemente herido

Concentrémonos en la causa principal que es el orden capitalista. Conocemos la lógica del capitalismo. Él se caracteriza por explotar hasta el límite la fuerza de trabajo, por el pillaje de los bienes y servicios de la naturaleza, en fin, por la mercantilización de todas las cosas. De una economía de mercado hemos pasado a una sociedad de mercado. En ella las cosas inalienables se transforman en mercancía: Karl Marx en su Miseria de la Filosofía de 1847, lo ha descrito bien: «Cosas intercambiadas, dadas pero jamás vendidas… todo se ha vuelto venal como la virtud, el amor, la opinión, la ciencia y la conciencia… todo se ha vuelto vendible y llevado al mercado». Él llamó a esto el ―tiempo de la corrupción general y de la venalidad universal‖ (ed.Vozes 2019, p.54-55). Es lo que se implantó desde el fin de la segunda guerra mundial. Nosotros seres humanos, bajo el modo de producción capitalista hemos roto todos los lazos con la naturaleza, convirtiéndola en un baúl de recursos, considerados ilu- 70

samente ilimitados, en función de un crecimiento considerado también ilusamente ilimitado. Resulta que un viejo y limitado planeta no puede soportar un crecimiento ilimitado. La Tierra viva, Gaia, un superorganismo que articula todos los factores para continuar viva y producir y reproducir siempre todo tipo de vida, ha empezado a reaccionar y a contraatacar mediante el calentamiento global, los eventos extremos en la naturaleza, y el envío de sus armas letales, que son los virus y las bacterias (gripe porcina, aviar, H1N1, zika, chikungunya, SARS, ébola y otros), y ahora el de la COVID-19, invisible, global y letal. Este virus ha puesto a todos de rodillas, especialmente a las potencias militaristas cuyas armas de destrucción masiva (que podrían destruir toda la vida varias veces) resultan totalmente superfluas y ridículas. A propósito de la COVID-19 ha quedado claro que cayó como un meteoro rasante sobre el capitalismo neoliberal desmantelando su ideario: el beneficio, la acumulación privada, la competencia, el individualismo, el consumismo, el estado mínimo y la privatización de la cosa pública y los bienes comunes. Ha sido gravemente herido. Ha producido demasiada iniquidad humana, social y ecológica, hasta el punto de poner en peligro el futuro del sistema-vida y del sistema-Tierra. Mientras, planteó inequívocamente la disyuntiva: ¿vale más el lucro o la vida? ¿Debemos salvar la economía o salvar vidas humanas? Según el ideario del capitalismo, la elección sería salvar la economía en primer lugar y luego las vidas humanas. Pero hasta hoy nadie ha encontrado la fórmula mágica para articular las dos cosas: producir riqueza y evitar la contaminación de los trabajadores. Si hubiéramos seguido la lógica del capital, todos estaríamos en peligro. Lo que nos está salvando es lo que le falta a él: la solidaridad, la cooperación, la interdependencia entre todos, la generosidad y el cuidado mutuo de la vida de unos y otros y de todo lo que vive y existe.

Alternativas posibles para el poscoronavirus

El gran desafío que se nos plantea a cada uno de nosotros, la gran pregunta, especialmente a los dueños de las grandes corporaciones multinacionales es: ¿Cómo continuar? ¿Volver a lo que era antes? ¿Recuperar el tiempo y los beneficios perdidos? Muchos dicen: volver simplemente a lo que era antes sería un suicidio, porque la Tierra podría volver a contraatacar con virus más violentos y mortales. Los científicos ya han advertido que dentro de poco podemos sufrir un ataque aún más feroz si no aprendemos la lección de cuidar la naturaleza y desarrollamos una relación más amistosa con la Madre Tierra. Enumero aquí algunas alternativas, pues los señores del capital y las finanzas están en una furiosa pugna entre ellos para salvaguardar sus intereses y sus fortunas. La primera alternativa sería volver al sistema capitalista neoliberal pero ahora de forma extremadamente radical. El 0,1% de la humanidad, los multimillonarios, serían quienes utilizarían la inteligencia artificial con capacidad para controlar a cada persona del planeta, desde su vida íntima a la privada y la pública. Sería un despotismo de otro orden, cibernético, bajo la égida del control/dominación total de la vida de las poblaciones. Esta alternativa no ha aprendido nada de la COVID-19, ni ha incorporado el factor ecológico. Bajo la presión general puede asumir una responsabilidad socioecológica para no perder beneficios ni seguidores. Pero siempre que hay un poder dominador surge un antipoder incluso con rebeliones causadas por el hambre y la desesperación. La segunda alternativa sería el capitalismo verde, que ha sacado lecciones del coronavirus y ha incorporado el hecho ecológico: reforestar lo devastado, conservar la naturaleza existente al máximo. Pero no cambiaría el modo de producción ni la búsqueda de beneficio. Lo verde no discute la desigualdad social perversa y haría de todos los bienes naturales una ocasión de ganancia. Ejemplo: no sólo ganar con la miel de abejas, sino también con su capacidad de polinizar otras plantas. La relación con la naturaleza y la Tierra es utilitaria y no se le reconocen derechos, como declara la ONU, ni su valor intrínseco, independiente del ser humano. Sigue todavía antropocéntrico. La tercera sería el comunismo de tercera generación, que no tendría nada que ver con las anteriores, poniendo los bienes y servicios del planeta bajo una administración colectiva y central. Podría ser posible, pero supone una nueva conciencia, además de no dar centralidad a la vida en todas sus formas. Seguiría siendo antropocéntrico. Está en parte representado por los filósofos Zizek y Badiou. Debido a los perjuicios existentes y al recuerdo de lo que fue el comunismo de Estado del imperio soviético, controlador y represor, tiene pocos seguidores. La cuarta sería el eco-socialismo, con mayores posibilidades. Supone un contrato social global con un centro plural de gobierno para resolver los problemas globales de la humanidad. Los bienes y servicios naturales limitados y muchos no renovables se distribuirían equitativamente entre todos, con un consumo decente y sobrio que incluiría también

a toda la comunidad de la vida, que también necesita medios de vida y de reproducción. Esta alternativa estaría dentro de las posibilidades humanas, a condición de desarrollar una sólida conciencia ecológica, volverse un dato de toda la sociedad con responsabilidad por la Tierra y la naturaleza. A mi juicio es todavía sociocéntrico. Le falta incorporar la nueva cosmología y los datos de las ciencias de la vida, de la complejidad, viendo a la Tierra como un momento del gran proceso cosmogénico, biogénico y antropogénico: Tierra como Gaia, un superorganismo que se autorregula y garantiza la vida de todos los vivientes. La quinta alternativa sería el buen vivir y convivir, ensayada durante siglos por los pueblos andinos. Es profundamente ecológica, porque considera a todos los seres como portadores de derechos. El eje articulador es la armonía que comienza con la familia, con la comunidad, con la naturaleza, con todo el universo, con los antepasados y con la Divinidad. Esta alternativa tiene un alto grado de utopía pero quizás la humanidad, cuando se descubra a sí misma como una especie viviendo en una única Casa Común, sea capaz de lograr el buen vivir y convivir. Conclusión de esta parte: Está claro que la vida, la salud y los medios de vida están en el centro de todo, no el beneficio y el desarrollo (in)sostenible. Se exigirá más Estado con más seguridad sanitaria para todos, un Estado que satisfaga las demandas colectivas y promueva un desarrollo que obedezca a los límites y al alcance de la naturaleza. Como el problema del coronavirus es global se hace necesario un contrato social global, con un cuerpo plural de dirección y coordinación, para implementar una solución global. O salvamos a la naturaleza y a la Tierra o engrosaremos la procesión de los que se dirigen al abismo. ¿Cómo buscar una transición ecológica, exigida por la acción mortífera de la COVID-19? ¿Por dónde empezar? No podemos subestimar el poder del ―genio‖ del capitalismo neoliberal: él es capaz de incorporar los datos nuevos, transformarlos en su beneficio privado y usar para ello todos los medios modernos de robotización, la inteligencia artificial con sus miles de millones de algoritmos y eventualmente las guerras híbridas. Puede convivir sin piedad, indiferente, con los millones y millones de hambrientos y arrojados a la miseria. Por otra parte, los que buscan una transición paradigmática, dentro de la cual me sitúo yo, deben proponer otra forma de habitar la Casa Común, con una convivencia respetuosa de la naturaleza y cuidado con todos los ecosistemas, deben generar en la base social otro nivel de conciencia y nuevos sujetos portadores de esta alternativa. Para esa inmensa tarea tenemos que descolonizarnos de las visiones del mundo y de falsos valores como el consumismo inculcados por la cultura del capital. Tenemos que ser antisistema y alternativos.

Presupuestos para una transición bien sucedida

El primero es la vulnerabilidad de la condición humana, expuesta a ser atacada por enfermedades, bacterias y virus. Dos factores están en el origen de la invasión de microorganismos letales: la excesiva urbanización humana que ha avanzado sobre los espacios de la naturaleza destruyendo los hábitats naturales de los virus y las bacterias, que saltan a otro ser vivo o al cuerpo humano. El 83% de la humanidad vive en ciudades. El segundo factor es la deforestación sistemática debida a la voracidad del capital, que busca la riqueza con el monocultivo de soja, de caña de azúcar, de girasol o con la producción de proteínas animales (ganado), devastando bosques y selvas, y desequilibrando el régimen de humedad y de lluvias en extensas regiones como la Amazonía. Segundo presupuesto: la inter-retro-relación de todos con todos. Somos, por naturaleza, un nudo de relaciones orientado hacia todas las direcciones. La bioantropología y la psicología evolutiva han dejado claro que la esencia específica del ser humano es cooperar y relacionarse con todos. No hay ningún gen egoísta, formulado por Dawkins a finales de los 60 del siglo pasado sin ninguna base empírica. Todos los genes están interrelacionados entre sí y dentro de las células. Nadie está fuera de la relación. En este sentido, el individualismo, valor supremo de la cultura del capital, es antinatural y no tiene ninguna sustentación biológica. Tercero presupuesto es el cuidado esencial: Pertenece a la esencia de lo humano el cuidado sin el cual no subsistiríamos. El cuidado es además una constante cosmológica: las cuatro fuerzas que sostienen el universo (la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear débil y la nuclear fuerte) actúan sinérgicamente con extremo cuidado sin el cual no estaríamos aquí reflexionando sobre estas cosas. El cuidado supone una relación amiga de la vida, protectora de todos los seres porque los ve como un valor en sí mismos, independiente del uso humano. Fue la falta de cuidado de la naturaleza, devastándola, lo que hizo que los virus perdieran su hábitat, conservado durante miles de años y pasaran a otro animal o al ser humano. El ecofeminismo ha aportado una contribución significativa a la preservación de la vida y de la naturaleza con

la ética del cuidado desarrollada por ellas, porque el cuidado es del ser humano, pero adquiere una especial densidad en las mujeres. Cuarto presupuesto: la solidaridad como opción consciente. La solidaridad está en el corazón de nuestra humanidad. Los bioantropólogos nos han revelado que este dato es esencial al ser humano. Cuando nuestros antepasados buscaban sus alimentos, no los comían aisladamente. Los llevaban al grupo y servían a todos empezando por los más jóvenes, después a los mayores y luego a todos los demás. De esto surgió la comensalidad y el sentido de cooperación y solidaridad. Fue la solidaridad la que nos permitió dar el salto de la animalidad a la humanidad. Lo que fue válido ayer también vale para hoy. Esta solidaridad no existe sólo entre los humanos. Es otra constante cosmológica: todos los seres conviven, están involucrados en redes de relaciones de reciprocidad y solidaridad de forma que todos puedan ayudarse mutuamente a vivir y co-evolucionar. Incluso el más débil, con la colaboración de otros subsiste, tiene su lugar en el conjunto de los seres y coevoluciona. "El ecofeminismo ha aportado una contribución significativa a la preservación de la vida y de la naturaleza con la ética del cuidado desarrollada por ellas" El sistema del capital no conoce la solidaridad, solo la competición que produce tensiones, rivalidades y verdaderas destrucciones de otros competidores en función de una mayor acumulación. Hoy en día el mayor problema de la humanidad no es ni el económico, ni el político, ni el cultural, ni el religioso, sino la falta de solidaridad con otros seres humanos que están a nuestro lado. El capitalismo ve a cada uno como un consumidor eventual, no como una persona humana con sus preocupaciones, alegrías y sufrimientos. Es la solidaridad la que nos está salvando ante el ataque del coronavirus, empezando por el personal sanitario que arriesga desinteresadamente su vida para salvar otras vidas. Vemos actitudes de solidaridad en toda la sociedad, pero especialmente en las periferias, donde la gente no puede aislarse socialmente y no tiene reservas de alimentos. Muchas familias que recibieron canastas de alimentos las repartían con otros más necesitados. Pero no basta con que la solidaridad sea un gesto puntual. Debe ser una actitud básica, porque está en la esencia de nuestra naturaleza. Tenemos que hacer la opción consciente de ser solidarios a partir de los últimos e invisibles, de aquellos que no cuentan para el sistema imperante y son considerados como ceros económicos, prescindibles. Sólo así deja de ser selectiva y engloba a todos, porque todos somos coiguales y nos unen lazos objetivos de fraternidad.

Transición hacia una civilización biocentrada

Toda crisis hace pensar y proyectar nuevas ventanas de posibilidades. El coronavirus nos ha dado esta lección: la Tierra, la naturaleza, la vida en toda su diversidad, la interdependencia, la cooperación y la solidaridad deben ser centrales en la nueva civilización si queremos sobrevivir. Parto de la interpretación siguiente: que nosotros fuimos los primeros que atacamos a la naturaleza y a la Madre Tierra durante siglos, pero ahora la reacción de la Tierra herida y la naturaleza devastada se está volviendo en contra nuestra. Tierra-Gaia y naturaleza están vivas y en tanto que vivas sienten y reaccionan a las agresiones. La multiplicación de señales que la Tierra nos ha enviado, empezando por el calentamiento global, la erosión de la biodiversidad del orden de 70-100 mil especies por año (estamos dentro de la sexta extinción masiva en la era del antropoceno y del necroceno) y otros eventos extremos, deben ser captados e interpretados. O cambiamos nuestra relación con la Tierra y la naturaleza en el sentido de sinergia, cuidado y respeto, o la Tierra puede no querernos más sobre su superficie. Y esta vez no hay un arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los demás. O todos nos salvamos o todos pereceremos. Casi todos los análisis de la COVID-19 se centraron en la técnica, la medicina, la vacuna para salvar vidas, el aislamiento social y el uso de mascarillas para protegernos y no contaminar a los demás. Todo eso hay que hacerlo y es indispensable. Rara vez se habla de la naturaleza, aunque el virus vino de la naturaleza. Eso lo hemos olvidado. La transición de una sociedad capitalista de superproducción de bienes materiales a una sociedad que sustente toda la vida con valores humano-espirituales como el amor, la solidaridad, la compasión, la interdependencia, la justa medida, el respeto y el cuidado no se producirá de la noche a la mañana. Será un proceso difícil que requiere, en palabras del Papa Francisco en su encíclica ―Sobre el cuidado de la Casa Común‖, una ―conversión ecológica radical‖, que nos llevará a incorporar relaciones de cuidado, protección y cooperación: un desarrollo hecho con la naturaleza y no contra la naturaleza. El sistema imperante puede conocer una larga agonía, pero no tendrá futuro. En mi opinión, no seremos nosotros los que lo derrotaremos para siempre, sino la propia Tierra, negándole las condiciones para su reproduc- 73

ción al haber excedido los límites de los bienes y servicios de la Tierra superpoblada. Este colapso se verá reforzado por la acumulación de críticas y de prácticas humanas que siempre se han resistido a la explotación capitalista.

La incorporación del nuevo paradigma cosmológico, biológico y antropológico

Para una nueva sociedad posCOVID-19 hay que asumir los datos del nuevo paradigma, que ya tiene un siglo de existencia pero que hasta ahora no ha logrado conquistar la conciencia colectiva ni la inteligencia académica, ni mucho menos la cabeza de los ―decision makers‖ políticos. Este paradigma es cosmológico. Parte del hecho de que todo se originó a partir del big bang ocurrido hace 13.7 mil millones de años. De su explosión salieron las estrellas rojas gigantes y con su explosión, las galaxias, las estrellas, los planetas, la Tierra y nosotros mismos. Todos estamos hechos de polvo cósmico. La Tierra que tiene ya 4.3 mil millones de años y la vida unos 3.8 mil millones de años están vivas. La Tierra, y esto es un dato de ciencia ya aceptado por la comunidad científica, no sólo tiene vida en ella sino que está viva y produce todo tipo de vidas. El ser humano que apareció hace unos 10 millones de años es la porción de la Tierra que en un momento de alta complejidad comenzó a sentir, a pensar, a amar y a cuidar. Por eso hombre viene de humus, de tierra buena. Inicialmente mantenía una relación de coexistencia con la naturaleza, luego pasó a intervención en ella a través de la agricultura y en los últimos siglos ha llegado a la agresión sistemática mediante la tecnociencia. Esta agresión se ha llevado a cabo en todos los frentes hasta el punto de poner en peligro el equilibrio de la Tierra y ser incluso una amenaza de autodestrucción de la especie humana con armas nucleares, químicas y biológicas. Esta relación de agresión está detrás de la actual crisis de salud. De seguir adelante, la agresión podría traernos crisis más fuertes hasta aquello que los biólogos temen: The Next Big One, aquel próximo gran virus inatacable y fatal que llevará a la desaparición de la especie humana de la faz de la Tierra. Para evitar este posible armagedón ecológico, es urgente renovar con la Tierra viva el contrato natural violado: ella nos da todo lo que necesitamos y garantiza la sostenibilidad de los ecosistemas. Y nosotros, según el contrato, le devolvemos cuidado, respeto a sus ciclos y le damos tiempo para que regenere lo que le quitamos. Este contrato natural ha sido roto por ese estrato de la humanidad que explota los bienes y servicios, deforesta, contamina las aguas y los mares. Es decisivo renovar el contrato natural y articularlo con el contrato social: una sociedad que se siente parte de la Tierra y de la naturaleza, que asume colectivamente la preservación de toda la vida, mantiene en pie sus bosques que garantizan el agua necesaria para todo tipo de vida, regenera lo que fue degradado y fortalece lo que ya está preservado.

La relevancia de la región: el biorregionalismo

Dado que la ONU ha reconocido a la Tierra como la Madre Tierra y los derechos de la naturaleza, la democracia tendrá que incorporar nuevos ciudadanos, como los bosques, las montañas, los ríos, los paisajes. La democracia sería socio-ecológica. Solamente Bolivia y Ecuador han inaugurado el constitucionalismo ecológico al reconocer los derechos de la Pacha Mama y de los demás seres de la naturaleza. La vida será el faro orientador y la política y la economía estarán al servicio no de la acumulación sino de la vida. El consumo, para que sea universalizado, deberá ser sobrio, frugal, solidario. Y la sociedad estará suficiente y decentemente abastecida. Para finalizar, una palabra sobre el biorregionalismo. La punta de lanza de la reflexión ecológica se está concentrando actualmente en torno a la región. Tomando la región, no como ha sido definida arbitrariamente por la administración, sino con la configuración que ha hecho la naturaleza, con sus ríos, montañas, bosques, llanuras, fauna y flora y especialmente con los habitantes que viven allí. En la biorregión se puede crear realmente un desarrollo sostenible que no sea meramente retórico sino real. Las empresas serán preferentemente medianas y pequeñas, se dará preferencia a la agroecología, se evitará el transporte a regiones distantes, la cultura será un importante elemento de cohesión: las fiestas, las tradiciones, la memoria de personas notables, la presencia de iglesias o religiones, los diversos tipos de escuelas y otros medios modernos de difusión, de conocimiento y de encuentro con la gente. Pensando en un futuro posible con la introducción del bioregionalismo, la Tierra sería como un mosaico hecho con distintas piezas de diferentes colores: son las diferentes regiones y ecosistemas, diversos y únicos, pero todos componiendo un único mosaico, la Tierra. La transición se hará mediante procesos que van creciendo y articulándose a nivel nacional, regional y mundial, haciendo crecer la conciencia de nuestra responsabilidad colectiva de salvar la Casa Común y todo lo que le pertenece.

La acumulación de nueva conciencia nos permitirá saltar a otro nivel donde seremos amigos de la vida, abrazaremos a cada ser porque todos, desde las bacterias originales, pasando por los grandes bosques, los dinosaurios, los caballos, los colibríes y nosotros, tenemos el mismo código genético, los mismos 20 aminoácidos y las 4 bases nitrogenadas o fosfatadas. Es decir, todos somos parientes unos de otros con una fraternidad terrenal real como afirman la Carta de la Tierra y la encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la Casa Común del Papa Francisco. Será la civilización de la ―felicidad posible‖ y de la ―alegre celebración de la vida‖. Traducción de Mª José Gavito Milano (religiondigital.org) 21/06/2020

76.Cómo hacer frente al fundamentalismo:

Leonardo Boff

Actualmente se produce en todo el mundo un aumento creciente del conservadurismo y de fenómenos fundamentalistas que se manifiestan por la homofobia, xenofobia, antifeminismo, racismo y todo tipo de discriminaciones. El fundamentalista está convencido de que su verdad es la única y todo lo demás son desviaciones o está fuera de la verdad. Esto es recurrente en los programas televisivos de las distintas iglesias pentecostales, incluyendo a sectores de la Iglesia Católica, pero también en el pensamiento único de sectores políticos. Piensan que sólo la verdad, la de ellos tiene derecho. El error hay que combatirlo. Este es el origen de los conflictos religiosos y políticos. El fascismo empieza con este modo cerrado de ver las cosas. ¿Cómo vamos a hace frente a ese tipo de radicalismo? Hay muchas formas y creo que una de ellas consiste en rescatar el concepto bueno de relativismo, palabra que muchos no quieren oír. Pero en él hay mucha verdad. Debe ser pensado en dos direcciones: En primer lugar, lo relativo quiere expresar el hecho de que todos estamos de alguna forma relacionados. En la perspectiva de la física cuántica, la encíclica del Papa Francisco insiste sobre cómo cuidar de la Casa Común: «todo está íntimamente relacionado; todas las criaturas existen y dependen unas de otras» (n.137; 86). Por esta interrelación todos somos portadores de la misma humanidad. Somos una especie entre tantas, una familia. En segundo lugar es importante comprender que cada uno es diferente y tiene valor por sí mismo, pero está siempre en relación con otros y sus modos de ser. De aquí que sea importante relativizar todos los modos de ser; ninguno de ellos es absoluto hasta el punto de invalidar los demás. Se impone también una actitud de respeto y de acogida de la diferencia porque, por el simple hecho de estar ahí, goza del derecho de existir y de coexistir. Es decir, nuestro modo de ser, de habitar el mundo, de pensar, de valorar y de comer no es absoluto. Hay otras mil formas diferentes de ser humanos, desde la forma de los esquimales siberianos, pasando por los yanomamis de Brasil, hasta llegar a los habitantes de las comunidades de la periferia y a los de las sofisticadas Alphavilles, donde viven las élites opulentas y temerosas. Lo mismo vale para las diferencias de cultura, de lengua, de religión, de ética y de ocio. Debemos ampliar la comprensión de lo humano mucho más allá de nuestra concreción. Vivimos en la fase de la geosociedad, sociedad mundial, una, múltiple y diferente. Todas estas manifestaciones humanas son portadoras de valor y de verdad. Pero son un valor y una verdad relativos, es decir, relacionados unos con los otros, interrelacionados, ya que ninguno de ellos, tomado en sí mismo, es absoluto. ¿Entonces no hay verdad absoluta? ¿Vale el ―everything goes‖ de algunos posmodernos? ¿Vale todo? No vale todo. Todo vale en la medida en que mantiene relación con los otros, respetándolos en su diferencia y no perjudicándolos. Cada uno es portador de verdad pero nadie puede tener el monopolio de ella, ni una religión, ni una filosofía, ni un partido político, ni una ciencia. Todos, de alguna forma, participan de la verdad, pero pueden crecer hacia una comprensión más plena de la verdad, en la medida en que se relacionan. Bien decía el poeta español Antonio Machado: «No tu verdad. La verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela». Si la buscamos juntos, en el diálogo y en la relacionalidad recíproca, entonces va desapareciendo mi verdad para dar lugar a nuestra Verdad, comulgada por todos. La ilusión de Occidente, de Estados Unidos y de Europa, es imaginar que la única ventana que da acceso a la verdad, a la religión verdadera, a la auténtica cultura y al saber crítico es su modo de ver y de vivir. Las demás ventanas solo muestran paisajes deformados. Pensando así se condenan a un fundamentalismo visceral que los hizo, en otro tiempo, organizar masacres al imponer su religión en América Latina y en África, y hoy haciendo guerras con gran mortandad de civiles para imponer la democracia en Iraq, Afganistán, Siria y en todo el Norte de África. Aquí se da también el fundamentalismo de tipo occidental.

Debemos hacer el buen uso del relativismo, inspirados, por ejemplo, en las artes culinarias. Hay una sola culinaria, la que prepara los alimentos humanos, pero se concreta en muchas formas y en las distintas cocinas: la minera, la nordestina, la japonesa, la china, la mejicana y otras. Nadie puede decir que sólo una es la verdadera y sabrosa, por ejemplo, la minera o la francesa, y que las otras no lo son. Todas son sabrosas a su manera y todas muestran la extraordinaria versatilidad del arte culinario. ¿Por qué con la verdad debería ser diferente? La base del fundamentalismo es esa arrogancia de que su modo de ser, su idea, su religión y su forma de gobierno es la mejor y la única válida en el mundo. (servicioskoinonia.org) 26/08/2016

77.La Tradición de bendecir la mezcla:

Francisco José Bosch

Todas las generaciones han jugado sin pausa al juego de la repetición. El ‗otra vez‘ de los pequeños, el ‗una historia más‘ de los primates acurrucados en torno al fogón mientras una anciana cuenta sus historias, la siempre nueva experiencia antigua de la vida que vence a la muerte. Desde esa piedra angular, se fundó el cristianismo y se sostiene la esperanza en cada tempestad. De ese juego nace la idea de la Tradición con T mayúscula, el corazón de nuestra fe que nos exige ser creativamente fieles en cada tiempo.

La tradición de ser radicales: ir a la raíz

‗Me permito una intuición. A ustedes les tocará ajustar y corregir o no, pero es una intuición que la dejo a la mano de ustedes, sino quieren equivocarse en el camino para América Latina, la palabra es ―mestizaje‖. América Latina nació mestiza, se conservará mestiza, crecerá solamente mestiza y ese será su destino‘. Francisco a la pontificia academia para América Latina, Vaticano, 4 de marzo de 2019. En el siglo XX en NuestrAmérica desplegó un aporte singular al mundo. Desde las voces de lxs de abajo y su manera de ver el mundo, irrumpieron la educación popular que cambio la lógica colonial del aprendizaje, el realismo mágico de vagabundos y locas que narró con otras miradas el mundo, y la teología de la liberación que recuperó la potencia transformadora de la fe cuando no se la separa de la vida. El año 1982 un teólogo del fin del mundo escribía sus ideas sobre la Iglesia, reivindicando el dinamismo del espíritu desde este lado del mundo, manifestado en la mezcla, en la complejidad de los encuentros y desencuentros de Dios en nuestra historia. Este teólogo, que ahora pinta canas y más de 80 años, sería silenciado unos años después. El vaticano, en voz de Ratzinguer, afirmaba en 1985: ‗El depositum fidei, para continuar siendo sal de la tierra que nunca pierde su sabor, debe ser fielmente conservado en su pureza, sin que su comprensión caiga en un proceso dialéctico de la historia y en la orientación del primado de la praxis‘. La historia posterior es del todo conocida. Europa silencia la voz de Leonardo Boff, un latinoamericano. Pero Dios y sus vientos, mueven la historia. Hoy un papa del fin del mundo incomoda al centro con las voces de la periferia, borronea las fronteras, confunde las definiciones claras y distintas. Y justo en este tiempo, un equipo de jóvenes que no habíamos nacido cuando Boff fue silenciado, nos apasionamos en sistematizar las voces de lxs de abajo, su polifonía creyente, en un libro y audiovisual que terminó por llamarse ‗Bendita Mezcla‘. Y por los regalos del buen Dios, ese hombre conmovido por las venas de América Latina, llamado al silencio por el poder y enamorado de la ‗ternura cósmica‘, se encuentra con el proceso que habíamos hecho, lee el libro y realiza un prólogo a inicios de este año: Al terminar de leer este impresionante libro de Francisco J. Bosch - Bendita Mezcla - naturalmente me vinieron a la memoria dos figuras fundamentales de nuestra fe. La primera fue la de un joven de la jeneusse dorée de la ciudad de Asís que, de repente, abandonó todo, se integró al mundo de los leprosos y salió por el mundo cantando, danzando, llamando a todos los seres con el dulce nombre de hermanos y hermanas, y gritando: ‗El Amor no es amado, el Amor no es amado‘. Se refería, obviamente, a Jesús. Fue considerado loco. Y el mismo, cuando las autoridades del Vaticano quisieron imponerle una regla a todo su grupo, dijo: No quiero que me hablen de San Benito, ni de San Agustín, porque Dios quiso que hubiera ‗un nuevo loco en este mundo‘ (Deus voluit quod ego essem novellus pazzus in huius mundi). Su locura consistía en ser lo más pobre de los pobres para poder estar libre y cercano a los pobres. Anunciaba el evangelio en lenguaje popular y no en latín. Era San Francisco de Asís, como dicen, el ‗ultimo cristiano‘ o ‗el primero después del Único‘. La otra figura que me vino a la mente, y esta es la principal, fue Jesús de Nazaret. Igual que su padre José, era un artesano de la construcción. De repente salió de su casa y por los caminos anunciaba una gran alegría para todo el pueblo: ‗El tiempo de la espera expiró. El Reino de Dios fue aproximado. Convertíos y crean en esta buena noticia‘ (Mc 1,15).

Todos se ponen perplejos. El Evangelio de San Marcos nos recuerda que ‗los suyos salieron para agarrarlo. Porque decían: él está loco‘ (Mc 3,21). Esta locura es la verdadera sabiduría divina que supera las conveniencias de este viejo mundo y proyecta lo nuevo: dar centralidad al amor incondicional y a la presencia amorosa y liberadora de Dios en medio de los pequeños, y a partir de los pequeños. En este espíritu, se inscribe la práctica de Francisco, el latinoamericano, escuchador de las comunidades cristianas de base. Bien lo expresó Víctor Codina en su presentación: él es ―una mezcla de músico, poeta y loco‖. Yo añadiría, todo esto y principalmente, es un místico. Es propio de los místicos ver y sentir a Dios en lo oculto de lo cotidiano, en la pasión de los pobres y en sus largos silencios. Eso lo muestra Francisco en este libro. Lo que tenemos en nuestras manos es la expresión más alta de teología de la liberación. A mi juicio, la más verdadera. No es que las expresiones anteriores no tenían verdad, pero no habían llegado al punto radical de Francisco y de su grupo: meterse profundamente dentro del mundo de los condenados de la Tierra, de los invisibles, para escuchar sus historias y testimonios y, desde dentro de ellos, descubrir la presencia abscondita de Dios. Francisco resume un trabajo de cuatro años peregrinando por las comunidades de base cristianas de ocho países. Y lo hace con el estilo de Jesús como se muestra en los evangelios: utilizando metáforas. Él recoge todo en la metáfora principal de la comida preparada en las burbujeantes ollas comunitarias. Hay que tener lo necesario para preparar la comida: saber qué queremos cocinar, con qué ingredientes lo haremos, dónde pondremos la olla, con qué hierbas y condimentos, quienes serán las cocineras/os, y el sabor típico que quieren crear. Por fin la gran comensalidad, quiere decir, el comer juntos como hermanos y hermanas gozando de la fraternidad y disfrutando de la generosidad de la Gran Madre Tierra. Lo esencial es escuchar las voces de los pobres, sus lamentos, sus victorias, la infinita paciencia como Job ante tanto dolor y frustraciones que pasan. Y en eso, como Job, continuar creyendo en Dios y agarrarse a Él con profunda confianza. Todo se organiza dentro de ‗las cuatro C‘: canto, cuerpo, cuento y cámara. Es por el canto que los pobres mejor expresan sus vidas. Hablan por el cuerpo enmarcado por las luchas de supervivencia y, a veces, por llagas de las torturas sufridas por los represores latinoamericanos. El cuento es un punto alto, cuando la gente del pueblo pobre narra sus historias de vida, ocultas porque nadie o pocos se interesan por escucharlas. Es aquí que Francisco pone toda la importancia de este tipo de teología: escuchar y de nuevo escuchar lo que ellos nos testimonian. Y más que todo, notar en estas narrativas la revelación del Crucificado y del Dios que sostiene sus vidas y sus esperanzas. De esta actitud de escucha y cercanía a la vida de los pobres nacen las mingas de teología popular. En rueda todos se escuchan, se confortan y aumentan su fe. Es una auténtica teología narrativa de la liberación. Francisco, al referirse a su servicio de teólogo popular, confiesa: ‗me gusta pensar de qué se trata este oficio en pleno siglo XXI, me gusta sentirme parte de una tradición de trabajadores de la teología, que han hecho un aporte bello a los procesos de liberación de nuestro continente. Sobran nombres, son muchos y muchas, y vivimos agradecidos de su legado‖. De mi parte, que vengo ya de un largo camino, quiero enfatizar el hecho de que él, por su método y por su atenta escucha de los pobres estando junto a ellos, nos da la prueba irrefutable del carácter evangélico de esta forma de practicar la teología de la liberación, que se muestra efectivamente liberadora. Muchas veces sin ningún apoyo oficial de algunos de la jerarquía, siguen su camino, movidos por puro amor a Cristo y a los pobres de la Tierra. Lo nuevo, en confronto con las generaciones que lo anteceden, consiste en que Francisco utiliza los medios modernos de comunicación: el canto, la poesía, los dibujos, la internet y principalmente la creación de una serie de videos con las voces de los protagonistas, dispensando las mediaciones interpretativas. Somos agradecidos por este aporte original a la teología de la liberación, de forma contemporánea, ágil, poética, estética y, principalmente, orante y mística. Leonardo Boff. Theologus peregrinus. Petrópolis, Rio de Janeiro, 1 de febrero de 2020.

La tradición de ser creativamente fieles

Por una de esas curiosidades del cosmos, en plena pandemia construimos una escuelita de comunidad, desde la virtualidad pero para entramar territorios y procesos organizativos. Desde las narraciones de hermanxs de las comunidades de base del continente e interrogados desde la tradición de la teología de la liberación. Desde la plataforma de Amerindia y con la parcería del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO, GT del futuro del trabajo y cuidado de la casa común). 77

Más de setenta jóvenes de 17 países de NuestrAmérica se preguntan por fe y lucha, en este tiempo donde se nos exige ser creativos. Y jugando a repetir las historias fundamentales, esta semana abrimos el capítulo de ‗Eclesiología‘ de la Escuelita y visitamos la bibliografía insoslayable del tema: ‗Iglesia carisma y poder‘, casualmente escrita por un viejo teólogo, cuando todavía no habíamos nacido. Así de bellos nuestros espirales: bebemos de la raíz de nuestra fe Palestina, nos endulzamos con el néctar latinoamericano de nuestras mezclas y creamos para errar con sentido. Ser creativamente fieles, esa bendita repetición de nuestra tradición. (amerindiaenlared.org) 25/06/2020

78.Recordando a los refugiados: Jaqueline

Alencar ¿Cómo no, si como extranjero y como refugiado se encarnó el propio Dios en este mundo en forma de hombre? Se acaba de celebrar el Día Mundial del Refugiado, así recordado desde que el 4 de diciembre de 2000 se decidiera que cada 20 de junio se conmemorara este día, que venía a mostrar la solidaridad con África, donde se concentra la mayor parte de los refugiados en el mundo. Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 79,5 millones de personas en el mundo se han visto obligadas a huir de sus hogares a causa de la persecución, los conflictos, la violencia y las vulneraciones de derechos humanos, una cifra que se ha incrementado respecto a la de 2018: 70,8 millones. Aumento que destaca también en los desplazados internos, 45.7 millones; refugiados y otros desplazados fuera de su país, 29,6 millones, y solicitantes de asilo, 4,2 millones. El incremento de estas cifras respecto a 2018, nos dicen, se debe al aumento de los desplazamientos en República Democrática del Congo, Sahel, Yemen y Siria. De esta misma fuente extraemos que el 40% de los desplazados forzosos son niños y niñas, entre 30 y 34 millones, muchos de los cuales no van acompañados por sus familiares, y, además, entre otros problemas que afectan a este grupo más vulnerable es la imposibilidad de ir a la escuela, por eso me ha parecido interesante leer en este mismo medio acerca de la labor en favor de los niños, especialmente en el aspecto educativo, realizado por la ONG Together Fort he Family, que trabaja con refugiados sirios en un asentamiento que está en la Bekaa (Líbano), y a la que apoya Alianza Solidaria, desde España. La mayor parte de los refugiados, de los que dos tercios provienen de Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar ―se encuentran acogidos por países de ingresos bajos o medios, que además cuentan con sistemas de salud, agua y saneamiento más débiles‖. Entre estos países de acogida podemos citar a Turquía, Pakistán, Uganda, Sudán y Alemania. Y me interpela lo que ha dicho el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi: ―Estamos asistiendo a una nueva realidad en la que el desplazamiento forzado hoy en día no sólo está mucho más extendido, sino que simplemente ya no es un fenómeno a corto plazo y temporal‖. Es decir, que se reducen las posibilidades de regreso a sus hogares, a lo que hay que añadir que también se les cierra las puertas que les permitirían vislumbrar un futuro en los países adonde llegan. No tienen esperanza de ningún tipo, ni de más allá ni de más acá. Y a todos estos problemas hay que añadir el generado por la Covid-19. Solo señalar, a mi modesto entender, que se hace necesario se produzcan cambios en las políticas de migración y asilo de la Unión Europea para fortalecer el derecho de asilo, y también estimular a que los países de la Unión cumplan con sus cuotas de acogida de refugiados, especialmente porque somos una comunidad de naciones que han sido referencia en cuanto a los derechos humanos. Y no puedo dejar de mencionar que no se debe dejar de fortalecer ese apoyo a aquellos compromisos de solidaridad internacional como la Declaración de Nueva York a favor de los derechos de los refugiados y migrantes. En este sentido, satisface conocer que ACNUR pretende aprovechar el compromiso de la Agenda 2030 para el desarrollo de no dejar a nadie atrás, así como también los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con vistas a ―promover la inclusión de las personas refugiadas, desplazadas internamente y apátridas en los marcos nacionales de desarrollo‖. Hace unos días escribí sobre el Día Internacional contra el Trabajo Infantil, y hoy, cuando menciono a los refugiados, me acuerdo de ellos, pues me parece que todo está interrelacionado. Cuando decimos que los niños refugiados no pueden ser escolarizados, inmediatamente pensamos en trata, explotación laboral o esclavitud infantil, que es lo que les espera si no nos preocupamos por su situación. Desde hace varios años, siempre escribo unas líneas sobre la conmemoración del Día de los refugiados, pero hoy también insto a que los recordemos todos los días, pues todos los días están en los campamentos para ellos establecidos. Todos los días están sin patria, sin una buena alimentación, seguridad social, ni un futuro asegurado, ni una 78

educación de calidad, inculcación de valores... Muchos ni siquiera tienen nacionalidad, son apátridas. Pero para Dios sí existen, tienen nombre, no son sólo cifras. Y Dios tiene instrumentos para mostrarles su amor, los cuales deben estar activos. En este sentido, diré que el ADN del refugiado, del extranjero, lo llevamos con nosotros. ¿Cómo no, si como extranjero y como refugiado se encarnó el propio Dios en este mundo en forma de hombre? Dios huyendo como tantos, buscando refugio en Egipto, perseguido y amenazado de muerte por la sinrazón. ¿Nos deben importar estos temas? Si leemos la Biblia con otros ojos, unos ojos nuevos, se nos abren todos los sentidos y los sentimientos. Y hasta entendemos que debemos participar en la búsqueda de una sociedad mejor, pero sin olvidar que, como dice un autor que leo y releo: "... la respuesta principal y más poderosa a las necesidades sociales y políticas del hombre, a su búsqueda de libertad, justicia y realización, está dada por Jesús en su propia obra y en la iglesia". Es necesario una nueva comunidad transformada por él, que tendrá una nueva actitud hacia el poder y su ejercicio, hacia las barreras y los prejuicios humanos, la justicia... Y he aquí que hoy desempolvo mi Palabra y repaso lo que Dios nos pone como principios más elementales en materia de atender a los forasteros. Así lo mandó Dios a su pueblo escogido, hace ya miles de años. Me dirijo al Antiguo Testamento y no necesito buscar mucho para encontrar, en los textos legales, pautas sobre el trato a los forasteros: ―Cuando algún extranjero se establezca en el país de ustedes, no lo traten mal. Al contrario, trátenlo como si fuera uno de ustedes. Ámenlo como a ustedes mismos… Lev. 19.33-34. La directriz es que tuvieran derecho a la situación de bienestar de la que gozaban los israelitas. Estamos hablando de justicia social. De legalidad. De amor. Abraham tuvo que salir de su tierra natal. Jacob tuvo que ir a Egipto donde ya se había instalado José como extranjero, como consecuencia de la persecución, vendido como esclavo, una lacra que perdura hasta hoy en ese círculo de la trata y del tráfico de seres humanos, víctima como tantos de hoy en día. Y sigo leyendo: ―Cuando recojas la cosecha de tu campo y olvides una gavilla, no vuelvas por ella. Déjala para el extranjero, el huérfano y la viuda. Así el Señor tu Dios bendecirá todo el trabajo de tus manos‖. […] Cuando coseches las uvas de tu viña, no repases las ramas; los racimos que queden, déjalos para el inmigrante, el huérfano y la viuda. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto. Por eso te ordeno que actúes 24:19-21). con justicia‖ (Dt.

Y más, ―Ya he retirado de mi casa la porción consagrada a ti, y se la he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda… conforme a todo lo que tú me mandaste…‖, debían decirle a Dios en signo de obediencia. Dios había diseñado los caminos que propiciaban una convivencia basada en la obediencia a sus mandamientos, donde los excluidos tenían cabida en medio de su pueblo. Era un gesto voluntario, reverente, porque era lo que se esperaba de una comunidad transformada. Dios no se cansaba de recordar a los suyos, de interpelarlos. No se cansaba ni siquiera cuando las personas no oían. Como creador iba ideando formas y de pronto me encuentro con la contundencia de los profetas, solo por citar algunos, cuyas afirmaciones desestabilizan nuestra estabilidad y confortabilidad. Para hacernos salir de este estado, ahí va Dios diciendo: ―¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en tu casa, que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba…‖ (Is. 58). Nos reta a no estar pensando solo en nosotros mismos: ―… no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre…‖ (Zac. 7). Y el Hijo, nada más iniciar su ministerio, señaló su decantamiento por los más vulnerables: ―El Espíritu del señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos…‖ (Lc. 4). Y en Mateo 25: ―… fui forastero y me recogisteis…‖. Y de ese reconciliar de Dios todas las cosas en Cristo, nacen nuevas y retadoras directrices para las nuevas comunidades, como lo dice Pablo en su carta a los Gálatas: ―ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús‖. Quien desee ampliar sobre el tema, solo tiene que abrir su gran Libro, y luego sumarse a ese contingente de aprendices que luchan por seguir sus pautas. Quiero terminar diciendo que no siempre podemos estar en primera línea de atención a los refugiados u otros, pero podemos apoyar de diversas maneras, todas ellas valiosas, pues Dios ha otorgado dones diferentes que entre todos se complementan. Así que podemos clamar, escribir o pintar. Dar con alegría, difundir con entusiasmo información para sensibilizar a otros, animar, consolar, etc., etc. 79

Nunca he visitado un campo de refugiados, aunque ganas no me han faltado, pero resulta que allá por 1999, uno de esos campos, el de Tinduf, ubicado en Argelia, país que acoge a refugiados saharauis, vino hasta nuestra casa en el verano a través de un niño de seis años. Según ACNUR, ―los refugiados saharauis llevan 45 años en situación de desplazamiento. La mayoría de los 173.600 refugiados que viven en los campamentos argelinos de Tinduf no han conocido otra vida. Llevan años esperando una solución para volver a su tierra que, de momento, no llega. Tinduf se compone de cinco campamentos que llevan el nombre de ciudades del Sahara Occidental: Bojador, Dajla, El Aaiún, Auserd y Smara‖. De Auserd llegó el niño; se llamaba Ahmed, y formaba parte de los niños saharauis que llegaban a España en el verano para que pudieran disfrutar de un mejor tiempo, pues en esa época allí las temperaturas son excesivamente elevadas. Y también podían mejorar su alimentación durante algo más de dos meses, y recibir atención médica. Por esa época arribaban a nuestro país unos ocho mil niños cada verano. A través de ese niño pudimos conocer un poquito acerca de la vida en los campos de refugiados de Argelia y solidarizarnos más con los que se encuentran en situación de desventaja, pues a pesar de los problemas que podemos experimentar, incluso el confinamiento, no se puede comparar con la de los que ni siquiera pueden identificarse con un país, pues la tierra donde viven es prestada. Aprendió rápidamente a comunicarse en español y así pudimos entrar en su casa, conocer a su familia, sus padres, hermanos, abuela, tocar la alfombra que cubría el piso de tierra de su vivienda, tomar el té y degustar ese ambiente familiar tan importante para ellos; saber algo sobre su sentir y sus anhelos de niño. Lo acogimos como uno más de la familia, lo pusimos al mismo nivel que nuestro hijo. Aún conservo las fotografías familiares que nos envió su madre, junto con una carta donde plasmó con mucho cariño información sobre el niño. Fue una gran experiencia, con sus momentos entrañables y algunos complicados como en toda vivencia real. Pero es muy hermoso. Cada vez que preparamos las cajas de zapatos para el proyecto Operación Niño de la Navidad de Decisión, lo recordamos. Quizá por ello en el año 2010 me entusiasmó escuchar sobre esta iniciativa en un retiro de mujeres en Toledo, e intenté practicarla donde me encontraba. Es Dios moviéndose en todas partes. La paz sea con todos. Un abrazo fraternal. (protestantedigital.com) 22/06/2020

79.“El racismo es una construcción histórica y social”: Sergio Ferrari

Decenas de movilizaciones antirracistas recorrieron las principales ciudades del mundo en las últimas semanas protestando contra un flagelo tan complejo como *escondido*. Miles de personas, también en Suiza, participan de estas manifestaciones a pesar de las restricciones sanitarias debidas a la pandemia. ―Esas reacciones no me sorprenden para nada ya que el movimiento de denuncia no es nuevo, existe desde hace varios años‖, subraya Izabel Barros, una de las fundadoras de la organización helvética Berner Rassismus Stammtisch. Esta dinámica de protesta tiene un doble significado: la denuncia de una realidad casi cotidiana, que padecen, aquí, muchas personas negras. Y, por otra parte, la solidaridad activa con las protestas que se dan en otras partes del mundo para denunciar brutalidades racistas, explica Izabel Barros, brasilera, *afro descendiente y de raíces indígenas* -según su propia definición-, quien llegó al país hace 15 años como parte de un intercambio universitario. ―Mi objetivo, entonces, era realizar estudios en la Universidad de Friburgo sobre la guerra de las religiones en Suiza, pero mis profesores me señalaron en ese momento que no era adecuado que en tanto extranjera me lanzara a investigar una temática tan específica de la historia nacional‖, recuerda con cierta ironía. Fue así que, para la entonces joven estudiante, la temática del colonialismo y el esclavismo, incluyendo la responsabilidad helvética en este sistema-proceso, se convirtió en tema central de análisis y guía rectora de su dedicación profesional y asociativa. Paradójicamente, esa vivencia inicial en Suiza, ―con condimentos un tanto discriminatorios a nivel académico‖, la reorientaron a la problemática del colonialismoracismo, que constituye hoy, para ella, una prioridad cotidiana. Concluido su master en Historia y Sociología en la Universidad de Neuchâtel, Barros, junto con sus colegas de la Fundación suiza Cooperaxion lanzaron, en tanto pioneras, las visitas guiadas a través de los ―vestigios del colonialismo y la esclavitud‖. Las realizan en las ciudades de Berna, Friburgo y Neuchâtel, dotadas de sólidos argumentos históricos y de calidad pedagógica. Centenares de personas –especialmente estudiantesparticiparon de las mismas en los últimos 7 años.

Racismo a la “helvética”

―El racismo es la continuidad de la esclavitud. Es una construcción histórica y social, en la cual Suiza, como la gran mayoría de las naciones europeas, participaron activamente, de una u otra manera‖, explica Izabel Barros. Entre el pasado colonial y la realidad actual, un puente repleto de historia, de sacrificios y de sufrimientos humanos, reflexiona. ―El racismo golpea hoy a muchas personas en su día a día. Les complica la búsqueda de un empleo; su desarrollo profesional; el contar con una vivienda digna; el ejercicio de las relaciones sociales; sufrir controles de las autoridades policiales por el solo hecho de su identidad, fenómeno conocido como perfil racial‖, subraya. Según la Comisión Federal contra el Racismo, principal entidad oficial dedicada a esta temática, existen unas 100.000 personas negras en Suiza susceptibles de ―vivir una situación particular‖: ataques físicos y verbales, carentes de instrumentos de apoyo, con el sentimiento de sentirse desvalorizados en la propia sociedad suiza. En su Estudio de referencia sobre la problemática, publicado a fines del 2017, donde presenta Recomendaciones sobre el tema del racismo anti-Negro en Suiza, afirma que las personas de color pueden confrontarse cotidianamente ―a la discriminación sistemática y a las estigmatizaciones‖. Y padecen de ―numerosos prejuicios … en el sentido de que serían irracionales, emotivas, perezosas, sin pudor, violentas y tendrían comportamientos criminales‖.(https://www.ekr.admin.ch/pdf/Studie_AntiRassismu s_F.pdf). ―El color de la piel pesa‖, reflexiona Izabel Barros, subrayando, por ejemplo, los controles sistemáticos y especiales de documentación en la vía pública que sufren las personas negras y no sufren las personas blancas, subraya. El pasado 11 de junio, en el marco de las movilizaciones de solidaridad contra el asesinato en Estados Unidos de George Floyd, una quincena de asociaciones, hizo público un comunicado que enfatiza ―que la violencia policial racista también es una realidad mortífera en Suiza‖. En el mismo dan los nombres de 23 personas muertas en el país, en los últimos 20 años, en hechos ligados a la intervención de fuerzas policiales o de seguridad. Todos casos debidamente registrados. Sin llegar a la muerte han sido conocidos en los últimos años procesos jurídicos resultantes de la identificación pública exigida por policías a gente de color. Entre ellos, el de Mohamed Wa Baile, negro de nacionalidad suiza, hecho que fuera ampliamente mediatizado en el año 2018.

Brutalidad global

La salida de tanta gente a las calles para protestar, reflexiona Barros, ―es el resultado de la comprensión del racismo como un sistema global y estructural, que excede las fronteras nacionales de un país en concreto‖. Muchas de estas protestas, aquí, analiza, no fueron convocadas por las organizaciones que desde años trabajan en esta temática. ―Tuvieron y tienen un condimento altamente espontáneo, integrando a nuevos participantes, muchos de ellos jóvenes, analiza. Todo esto, muestra la amplitud del problema, ―que está subyacente y comprueba lo fructífero del esfuerzo de concientización que sobre el tema se viene haciendo desde hace mucho tiempo‖. Y que a nivel internacional implica la participación de millones de personas en Europa, Estados Unidos, América Latina y en tantas otras regiones, puntualiza. ¿El racismo es igual en todas partes?, preguntamos a la también militante feminista. ―Hay particularidades específicas, por ejemplo, en América Latina‖, responde. En Brasil, por ejemplo, se trató de ―vender‖ el mito de una democracia racial, argumentando que todos somos iguales ante la ley. ―En realidad se trata de un modelo impuesto por una élite blanca a la mayoría de la población que es afro descendiente, con casi cinco siglos de esclavismo por detrás. En América Latina, completa, ―nuestra identidad es de asimilación, pero al mismo tiempo de mucha revuelta y violencia explosiva‖. A nivel más académico, completa, también existe una diferencia significativa entre la mirada latinoamericana, vivencial, que parte de ser ―víctimas directas del racismo y la segregación‖ y la percepción de ciertos intelectuales -incluyendo algunos de la autodenominada izquierda europea-, que ―priorizan el análisis de clases por sobre los de raza y de género. Y posponen así la solución de estos temas, ―que para nosotros son esenciales y prioritarios, al cambio de sistema, estructural, futuro, a largo plazo‖, afirma.

El Estado, solo asume a medias

La preocupación de la Suiza oficial ante el racismo constituye una realidad concreta en los últimos años. El Estudio que mandató la Oficina Federal contra el Racismo -dependiente del Ministerio Federal del Interior- y que realizaron investigadores de la Universidad de Zúrich enumera múltiples recomendaciones. Entre ellas, la necesidad de una mayor apertura de la Administración Pública a las minorías; evitar estigmatizaciones y excesos verbales de parte de los responsables políticos; promover que los medios de comunicación traten de forma correcta este delicado tema. Además, urgen ―a la Conferencia de Comandantes de las Policías Cantonales y a la Conferencia de Directo-

ras y Directores de los Departamentos Cantonales de Justicia y Policía, a asumirse garantes, incluso públicamente, del respeto a las minorías y reforzar las medidas necesarias‖. Instan también a crear instancias de apoyo y sugieren al mundo académico promover la investigación necesaria en cuanto a protección contra la discriminación y el racismo‖. Buenas propuestas -aunque el Estudio tiene lagunaspero insuficientes, reflexiona la joven activista antirracista. ―Todo será limitado e incompleto en tanto el Estado no reconozca y corrija el racismo estructural existente‖. Lo que explica que, a pesar de una relativa buena voluntad oficial, ―muchas de estas recomendaciones hayan quedado como simples deseos, pero no sean aplicadas debidamente‖, concluye. En colaboración con swissinfo.ch (rebelion.org) 24/06/2020

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