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DOCUMENTOS
pectiva sobre lo que más espera de esta convocatoria mundial?
Rev. Dr. Fischer: Estoy muy contento de que la 11 ªLa Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias tendrá lugar por tercera vez en Europa y por primera vez en Alemania. Espero que los delegados e invitados no solo se encuentren entre ellos, sino también con personas e iglesias de la región y de Europa. Me enorgullece que el grupo regional de la CPCE, ―Conferencia de las Iglesias del Rin‖, participe también en la organización de la asamblea. En esta zona fronteriza en particular a lo largo del río Rin, donde la gente tiene una larga historia de conflictos armados, las iglesias contribuyeron a una forma de superar el odio y la violencia y dar testimonio de la reconciliación. Por tanto, el tema de la asamblea ―El amor de Cristo lleva al mundo a la reconciliación y la unidad‖ está bien elegido. El tema se encuentra con una situación de la iglesia en Alemania donde incluso la reunión más grande de la iglesia, el Kirchentag, ya no usa vocabulario cristiano explícito para sus temas. Espero que la facilidad de hablar sobre el amor de Dios y el mensaje cristiano tal como se experimenta en las reuniones ecuménicas envíe rayos al contexto regional. Como CPCE nos gusta llevar nuestro modelo de unidad en diversidad reconciliada y casi 50 años de experiencia de vivir la comunión de la iglesia en la asamblea en Karlsruhe.
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¿Cuál ha sido el mayor desafío para la CPCE durante este tiempo sin precedentes? ¿Y qué te inspira más estos días?
73.Releer a Jacques Ellul (1): Carlos Martínez García Debemos tomar con responsabilidad las críticas a la res se nos hacen Es necesario regresar a los libros que nos sacuden intelectual y existencialmente. El que estoy releyendo de Jacques Ellul es uno de esos libros que zarandean la conciencia. Va en la línea de lo que Franz Kafka escribió sobre obras que nos desnudan, nos interpelan acuciosamente: ―No se deberían leer más que los libros que nos pican y nos muerden. Si el libro que leemos no nos despierta con un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?‖ Kafka mismo, con La metamorfosis, cumplió a cabalidad lo que deseaba de un libro al recorrer sus páginas: que fuera un grito para desper
Rev. Dr. Fischer: Como muchos organismos ecuménicos, incluso el CPCE vive de encuentros personales. Eso ha cambiado durante los últimos meses cuando solo pudimos reunirnos en línea. Nuestra comprensión de la interacción personal y la presencia se ha alterado. La crisis del COVID-19 también ha planteado la cuestión de celebrar la Cena del Señor en línea y en casa. Un proceso de estudio de la CPCE sobre la ―Práctica y teología de la Cena del Señor‖ abordará este tema. Si bien se resume la comisión de los cristianos como comisión de culto (leiturgia), de testificar (martyria), de servir (diaconía) y de vivir en comunidad (koinonia), entonces podemos observar que la CPCE enfatizó desde el principio las dimensiones de leiturgiaen el culto, de martyria en la discusión y testimonio teológicos, y de koinonia en la convivencia de las iglesias y su reflexión eclesiológica. El aspecto de la diaconía fue subdesarrollado en la historia de la CPCE. Durante la crisis de COVID-19, el CPCE lanzó por primera vez un llamamiento para una colecta de Pascua para considerar y ayudar a aquellos particularmente en riesgo de la pandemia en las afueras de Europa. Espero que la comunión de nuestra iglesia se convierta cada vez más en una comunión de testimonio y servicio en la Europa de hoy. Deseo que nuestras iglesias vivan su ―ser iglesia juntas‖ basadas en el principio de solidaridad mutua y reflejen juntas lo que significa ser iglesia diaconal y cuál será el aspecto diaconal de nuestra comunión de iglesia.
adulteración del cristianismo que desde distintos luga(oikoumene.org) 31/07/2020 tarnos del adormilamiento. El libro que releo de Ellul es La subversión del cristianismo (Ediciones Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1990). El autor elige como epígrafe tres párrafos de Soren Kierkegaard, que son una advertencia sobre las páginas que nos esperan más adelante: Toda la cristiandad —es decir, el cristianismo histórico tal como se ha impuesto— no es sino el esfuerzo humano por recolocar al cristianismo en sus cuatro patas, por liberarse de él con la pretensión de ser su cumplimiento. Nuestro cristianismo, el cristianismo de la cristiandad, destierra el escándalo, la paradoja, el sufrimiento y en su lugar coloca lo probable, lo directo, la felicidad; en otras palabras, desnaturaliza al cristianismo y de él hace algo diferente a lo que es en el Nuevo Testamento; lo transforma exactamente en su contrario: éste es el cristianismo de la cristiandad, nuestro cristianismo. En el cristianismo de la cristiandad la cruz ha
quedado reducida a algo así como un caballo mecánico o una trompeta de juguete. En la historia, por diversos mecanismos y actores sociales, se ha operado la domesticación, perversión, inversión; lo que llama Jacques Ellul subversión del cristianismo, al convertir éste en ―una botella vacía que las culturas sucesivas llenan con cualquier cosa‖. Y esa cualquier cosa es, en muchos sentidos, la negación del Evangelio. Por ejemplo, ¿qué contiene la botella del evangelicalismo que presenta a Jesús como mendicante, que suplica encarecidamente a las personas abran su corazón a él? ¿Dónde queda el discipulado y seguimiento exigido por Jesús si solamente la conversión es reducida a un acto de remordimiento? Una pregunta es la que inquieta al sociólogo y teólogo francés, en el capítulo inicial titulado ―Las contradicciones‖. Es esta: ―¿cómo ocurrió que el desarrollo de la sociedad cristiana y de la iglesia haya dado origen a una sociedad, a una civilización y a una cultura que son en todo lo contrario de lo que leemos en la Biblia, de lo que es el texto indiscutible tanto de la Torá y los profetas como de Jesús y de Pablo?‖ El cuestionamiento de Ellul me hizo recordar una lección del historiador mexicano Gastón García Cantú. En su seminario nos enseñó a los integrantes de un grupo, que él mismo seleccionó, a investigar y escribir sobre la historia de México. Definió con pocas palabras lo que es la investigación: ―Una pregunta a la que quiero encontrarle respuesta(s)‖. Agregaba que no toda respuesta era válida, porque no se trataba de confeccionar vestimentas históricas al gusto de cada quien. Con su habitual agudeza nos refirió la crítica de E. H Carr a los historiadores partidarios del método de ―tijeras y engrudo‖, cuyo correspondiente actual es el que hace del ―copy and paste‖ su forma de trabajo. El interrogante de Ellul desmonta la pretendida existencia de sociedades cristianas y buena parte de las construcciones culturales producidas por ellas. No lo dice Ellul, sin embargo, La subversión del cristianismo tiene como premisa metodológica la de un buen sociólogo de la religión, ya que a ésta se le puede estudiar como creencia o como conducta. En su primera vertiente es terreno para los teólogos, en la segunda para los sociólogos. El cuestionamiento es, entonces, ¿qué prácticas conductuales son las que han tenido los cristianos y las cristianas? ¿Cómo han ejercido el poder, qué instituciones han construido, cuál ha sido el legado cultural a las siguientes generaciones? La edición original en francés de La subversión del cristianismo es de 1984. Por aquel año el debate sobre el llamado ―socialismo realmente existente‖ contrastándolo con la utopía socialista y comunista de Karl Marx, concentraba la atención de los intelectuales y activistas políticos. Era evidente el pronunciado abismo de la idealizada revolución contra la explotación que desembocó en la explotación de la revolución por parte de las élites. Ellul estuvo del lado de quienes recordaban que Marx mismo había dicho que el tópico no era interpretar el mundo, sino transformarlo. Entonces, a la luz de la máxima de Marx, cabía preguntarse si en realidad los países socialistas habían transformado de tal manera a sus sociedades que se pudiese decir que ellas eran más democráticas, justas, igualitarias, con libertad de expresión y mecanismos de control por parte de la sociedad para con los dirigentes. La respuesta fue no, lo que se había edificado en lugar de la dictadura del proletariado era una dictadura sobre el proletariado y en su nombre. Al respecto de la adulteración del ideal revolucionario es demoledora la novela de George Orwell, Animal Farm, publicada en 1945. En la misma línea desmitificadora va la crónica de Sergio Ramírez sobre la descomposición de la Revolución sandinista, Adiós muchachos (1999). Es en el clima de crítica al socialismo real, y no a su idealización teórica, que Ellul construye una analogía con el cristianismo resultante del proceso de perversión: ―entre lo que ha sucedido en el marxismo y lo que acontece en el cristianismo hay un punto de semejanza por demás evidente: ambos han hecho de la práctica la piedra de toque de la verdad o de la autenticidad. Dicho de otra manera: forzosamente aprendemos y formamos nuestros conocimientos acerca de ellos por esa práctica y no por las intenciones o la pureza de la doctrina o por la verdad de la fuente y el origen‖. En esta perspectiva lo doctrinal sin práctica de los postulados defendidos es ortodoxia hueca. Con una visión panorámica de la Biblia, no nada más restringida a pasajes inconexos de los que se extraen principios de bases endebles, Ellul nos recuerda que la totalidad de la Revelación enfatiza la unidad entre recta creencia y conductas que naturalmente deben desprenderse de esa fe en el Señor que, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, demanda a quienes confiesan su nombre que sean luz a las naciones, comunidades de contraste que encarnan el Evangelio de justicia y paz. El autor subraya que Jesús retoma enseñanzas veterotestamentarias acerca de la relación entre creencias correctas y prácticas que las encarnan: Los fieles son los que oyen y ponen por obra. Y sobre este tema hay una parábola, por lo común interpretada muy mal: al final del Sermón de la Montaña (Mt. 7:24-27) se encuentra la
célebre parábola del hombre que construye su casa sobre la roca o sobre la arena; la casa primera es sólida y resiste las tempestades y los torrentes, la segunda se derrumba. En general se dice que la roca es Jesús. ¡Pero el sentido de la parábola no es éste! Jesús dice: el que escucha estas palabras y las pone por obra se asemeja a un hombre que construye sobre la roca. En otras palabras, la roca es la audición y la práctica conjuntamente. Pero la segunda parte es más restrictiva: quien escucha éstas mis palabras y no las pone por obra se asemeja a un hombre que edifica sobre arena. Sin duda aquí sólo la práctica entra en consideración y podemos decir que ella es el criterio decisivo de la vida y la verdad. Para el intelectual cristiano del que nos estamos ocupando, es imprescindible no separar la integralidad del Evangelio con dicotomías elaboradas por reduccionismos que solamente enfatizan un salvacionismo sin discipulado comprometido con los valores del Reino. Es así ―que se ha querido obstinadamente establecer una contradicción entre la teología de la fe en Pablo y una teología de las obras en Santiago, pero esto es radicalmente inexacto‖. La lectura de la Palabra que no respeta la integralidad de la Revelación mutila el vínculo entre fe y ética. Un despropósito que no tiene asidero en Las Escrituras. Lo que hay es continuidad que alcanza su punto más alto en el Nuevo Testamento. Una cita que condensa el flujo neotestamentario sobre la fe que justifica y las obras que la expresan es la de Efesios 2:8-10. Ellul comenta que: El entramado de este texto es esencial. Lo que se rechaza, lo que se reprende es la autojustificación. La glorificación de uno por uno mismo, la autosuficiencia del hombre para conducirse en la vida, para cumplir el bien, etcétera. Salvados: lo somos por la gracia y no por las obras, pero precisamente para que no podamos gloriarnos por las obras. Por lo demás es indispensable hacer verdad esas obras que de antemano fueron dispuestas por Dios, que están en el “plan” de Dios; en cuanto a nosotros fuimos creados para que nos ejercitáramos en ellas, para que las practicáramos. No es Dios quien cumple las obras, somos nosotros a quienes incumbe la responsabilidad de ellas. La puesta por obras es, pues, en Pablo criterio visible de que recibimos la gracia con seriedad y de que entramos efectivamente en el plan de Dios, ambas cosas a la vez. Por consiguiente, para Pablo, en línea recta con Jesús, la práctica es la piedra de toque de la autenticidad. Entonces si nuestra práctica es el termómetro de lo que hemos aprendido del Evangelio, y no respuestas dogmáticas memorizadas que esquematizan en fórmulas repetitivas lo que es más largo, ancho, alto y profundo: el amor ejemplar de Cristo (Efesios 3:18), por consiguiente debemos tomar con responsabilidad las críticas a la adulteración del cristianismo que desde distintos lugares se nos hacen. Bien lo remarca Ellul: ―En consecuencia, quienes atacan al cristianismo están perfectamente justificados si lo hacen a partir de la práctica desastrosa que nos ha caracterizado‖. Tenemos que pasar por un proceso de metanoia, de arrepentimiento que nos regrese al camino de Jesús, el cual se caracteriza por conocimiento que se valida en la práctica, la que a su vez hace crecer el conocimiento que robustece la práctica, y así sucesivamente. (protestantedigital.com) 02/08/2020
74.Una iglesia que piense: la iglesia reformada siempre se debe reformar: María
Triviño Hernández
Crecí en una comunidad de fe donde la teología siempre fue mal vista. Los teólogos eran aquellos desviados cuya fe había sido tan insuficiente que terminó conduciéndoles a la total perdición. Durante mi niñez nunca escuché sobre la historia de la iglesia o el contexto cultural donde nació Jesús y pensar en ver otro libro además de la Biblia era inconcebible, de tal manera que cuando tomé la decisión de estudiar teología tuve que enfrentar las expresiones de disgusto y preocupación de algunos que optaron por aconsejarme a tener cuidado con volverme orgullosa o con perder mi relación con Dios, incluso, un pastor llegó a advertirme con el peligro que corría de dejar de creer en el mover del Espíritu Santo como consecuencia de estudiar ―demasiado‖ la Biblia. Durante la carrera al tener acceso a los idiomas originales bíblicos, a innumerables comentarios, diccionarios y traducciones, me di cuenta de la escasa idea que tenía sobre la Biblia, sobre Dios y su plan salvífico. Así fue como comencé a pensar en todos los hermanos con los que había crecido cuya fe era sencilla y admirable pero también peligrosa. Comencé a interesarme por la hermenéutica y a medida que iba adquiriendo herramientas era consciente de las interpretaciones dañinas que como iglesia estábamos haciendo: opresión a la mujer, a los pobres, a los racializados, a los homosexuales. Hoy, en mi último año de pregrado, entiendo que no todos tienen que ser teólogos y que al igual que las demás profesiones, esta debe ser elegida por vocación. Sin embargo, también comprendo la necesidad de que el conocimiento deje de ser manejado con elitismo y comience a llegar a la iglesia cotidiana.
La iglesia necesita conocer más la Biblia que tanto profesa y eso solo se logra con las herramientas necesarias: pastores y líderes mayormente capacitados o apoyados en estudiosos de la Biblia que les permitan a todas las personas tener acceso a contenido literario y a espacios donde puedan debatir y exponer sus interrogantes. Se supone que luego de la Reforma protestante recibimos beneficios como el acceso a las Escrituras con libertad, la oportunidad de aprender de nuestros reformadores y de su valentía de dudar y cuestionar, el poder descubrir que las tesis expuestas por Martín Lutero no nacieron de la nada, sino de la inconformidad. No obstante, aunque agradecemos ser llamados protestantes, ¿dónde quedaron principios como el manifestado por los reformadores de Holanda, ―Ecclesia reformata, semper reformanda‖, o ―la iglesia reformada, siempre se debe reformar‖? [1] ¿Por qué ahora parece que la iglesia tiene miedo a ser transformada, a pensar diferente y a cuestionar las afirmaciones dañinas que comúnmente se hacen desde los púlpitos? El cambio urge. Es doloroso ver que aun se defienden ideas como la jerarquía entre mujeres y hombres, la indiferencia en cuanto a la política y las realidades sociales, la homofobia, el clasismo, el racismo y el odio hacia las iglesias que piensan diferente. Sin embargo, se debe también reconocer que si la iglesia está leyendo e interpretando incorrectamente las Escrituras o desconoce el valor de la historia bíblica y eclesial es porque se les ha prohibido pensar, se les ha dicho que la razón es un resultado satánico y que tener fe implica tragar entero. A los jóvenes se les mira con sospecha cuando quieren interrogar y se silencian a los que piensen distinto, se ha dicho que para ser pastor y liderar a otros no se necesita estudiar, solo amar. Se le ha cerrado la puerta a la teología o se le ha buscado limitar porque ―no queremos que tanto pensar agote nuestra fe‖. Es lamentable cómo las herramientas y el conocimiento bíblico han quedado confinados en los lugares académicos y no ha permeado los espacios eclesiales donde está la gente más importante. Esto debe representar una alarma que nos despierte.
Romanos 12:1 -2, sin razón no hay adoración
Gracias a movimientos como el Renacimiento y la Ilustración podemos hoy reconocer la importancia del uso de la razón. Esa razón que ha sido altamente condenada y vetada por religiosos que defienden la idea de que ―la letra mata‖.
Es cierto que la filosofía griega trajo consigo puntos cuestionables como el relativismo absoluto o el escepticismo, sin embargo, gracias a ese pensar del ser humano hoy podemos reconocer la importancia de la autonomía humana para indagar y conocer la naturaleza de las cosas. En la actualidad un porcentaje alto de la iglesia ha terminado eliminando la posibilidad de usar la razón, y afirman que esta se opone a la revelación y por tanto hace parte de nuestra humanidad caída. Ante tal idea, me baso en pasajes como Romanos 12:1 - 2 para opinar lo contrario. Pablo dice: ― 1Les suplico hermanos por la misericordia de Dios que ofrezcan sus cuerpos como un sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es su adoración racional.2 No se conformen a este tiempo, sino transfórmense mediante el renuevo de su capacidad de razonar, para que examinen cual es la voluntad de Dios, la cual es buena, agradable y perfecta‖. [ ] El verbo ofrecer presentado en el verso 1 debe ser leído en un marco sacrificial, Pablo les dice a sus lectores que a diferencia de aquellos que se esfuerzan por ofrecer sacrificios de animales muertos, por el contrario, ellos son sacrificios vivos ante Dios. [3] Además, su adoración es distinta porque es un culto a Dios guiado por el logos, ―la razón‖. Pablo además les dice que no se conformen a su era, un tiempo donde la racionalidad y el formalismo cultual amoral desdeñaba en los cultos romanos y muchos cultos griegos. [4] Al contrario, el apóstol les recalca que la voluntad de Dios para el creyente es que piensen, pero rectamente, que aprendan a discernir, pero lo que es bueno, agradable y perfecto para que lleguen a conocer la voluntad de Dios. Quizás los escritores judíos y filósofos griegos entendían el uso de la razón de forma distinta, probablemente ellos compartían esta idea de Pablo de la renovación del entendimiento, de la mente, pues comprendían que la forma en cómo piensas afecta la forma en cómo vives. No obstante, en estos versos Pablo con la renovación o transformación se refería al cambio total de vida, de mentalidad que se daba solo por medio de Cristo, lo que la mayoría del judaísmo esperaba en el mundo venidero, Pablo afirmaba que desde el presente podríamos experimentarlo. El mundo ―venidero‖ en realidad ya había comenzado, por eso los creyentes, aunque vivían en la misma era o tiempo que los demás, estaban siendo llamados a ser distintos y a evidenciar esa metamorfosis de su cosmovisión. No se trata de dejar de usar la razón, sino de entender que Dios se deleita también en el uso de esta, que no se trata solo de nosotros sino de él y de la metamorfosis que únicamente ocurre mediante su intervención.
Estos versos de Romanos dejan claro que cuando ofrecemos nuestro ser a Dios, nuestra vida como sacrificio de adoración, no lo hacemos de forma ignorante, como aquellos animales muertos que ofrecían algunos en sus sacrificios. Nosotros somos sacrificio vivo, tenemos logos y podemos acercarnos a Dios con un entendimiento, con inteligencia y voluntariamente. Dios quiere tener una relación con nosotros, pero donde hagamos uso de nuestra razón, donde no traguemos entero, porque solo exponiendo lo que somos puede haber una relación genuina. Es aquí donde radica la importancia de animar a la iglesia a pensar, enseñarles que Dios quiere que lo hagan y que sin temor comiencen a cuestionarse. Que no tengan miedo a dudar, a encontrarse con lo complejo de ciertos pasajes bíblicos, que conozcan el contexto sociocultural y la historia de composición imperfecta de la Biblia, que su lectura sea más real y no basada en la ignorancia. En el ámbito eclesial deben abrirse espacios para que la gente adquiera herramientas y acompañe su lectura con ayuda suficiente para una mejor comprensión. La teología debe comenzar a ser más valorada y apreciada, las personas deben conocer más sobre la historia de la iglesia y darse cuenta de que no es posible la transformación sin el uso de la razón. Lutero, Calvino, Zuinglio y demás reformadores no hubiesen podido traernos a donde estamos hoy sin ese dudar constante. ¿Qué haremos nosotros? Nos urge seguir cambiando y Dios está dispuesto a acompañarnos en el proceso, pero necesitamos tomar la decisión, ser el ejemplo necesario para construir una iglesia que siempre tenga presente: Ecclesia reformata, semper reformanda.
Bibliografía:
Fitzmyer, Joseph A, S.J. ―Carta a los Romanos‖ en Nuevo comentario bíblico San Jerónimo, eds. Raymond E Brown, Joseph A. Fitzmyer y Roland E. Murphy, 10- 25. Trad. de José Pérez Escobari, vol. 2. Estella, Navarra: Verbo Divino, 2004. Moo, Douglas J. Romanos. Trad. De Pedro L. Gómez Flores. Comentários bíblicos con aplicación NVI. Miami: Vida, 2011. Palomino López, Salatiel. ―La Reforma desde una perspectiva reformada y latina‖. En Nuestras 95 tesis: a 5 años de la Reforma, ed. Alberto L. García y Justo L. González, Kindle locations 757-975. Orlando, FL: Asociación para la Educación Teológica Hispana, 2016.
Notas:
[1] Salatiel Palomino López, ―La Reforma desde una perspectiva reformada y latina‖, en Nuestras 95 tesis: a 5 años de la Reforma, ed. Alberto L. García y Justo L. González (Orlando, FL: Asociación para la Educación Teológica Hispana, 2016), Kindle locations 893-95. [2] Traducción y cursivas de la autora. [3] Joseph A. Fitzmyer, S.J, ―Evangelio de Lucas‖ en Nuevo comentario bíblico San Jerónimo, eds. Raymond E Brown, Joseph A. Fitzmyer y Roland E. Murphy, trad. de José Pérez Escobari, vol. 2 (Estella, Navarra: Verbo Divino, 2004), 409. [4] Douglas J. Moo, Romanos, trad. De Pedro L. Gómez Flores, Comentarios bíblicos con aplicación NVI (Miami: Vida, 2011), 698. (perspectivasfe.wordpress.com) 01/08/2020
75.Palabra divina y palabra humana en el conflicto de Job: Leopoldo Cervantes
Ortiz
La ansiedad con que Job esperaba la respuesta de su Dios se asemeja mucho a la que hoy se presenta en la búsqueda de razones o explicaciones sobre lo que está aconteciendo. Cuando Dios se enoja,/ con un soplo destruye al malvado,/ y aunque ruja o gruña como león,/ Dios le romperá los dientes./ Como no podrá comer,/ se morirá de hambre,/ y sus hijos tendrán que huir./ Job 4.9-11, Traducción en Lenguaje Actual Una de las múltiples maneras de abordar el libro de Job es observar la forma en que se expresan los personajes y cómo los discursos de ellos/as se entretejen para producir un conjunto de argumentaciones e ideas. Cada personaje implicado en la textura del drama aporta su visión y estilo particular para vehicular en sus palabras lo característico de su comprensión de la vida y del conflicto del libro en su totalidad. El orden de aparición de cada uno y su forma de expresión va dotando al texto de una densidad y de una profundidad que exige al lector/a (sobre todo al actual, dominado por el peso del prestigio y la canonicidad del libro, pero sobre todo por la acumulación de interpretaciones) una enorme concentración a fin de que los diversos discursos aparezcan con nitidez para distinguirlos y valorarlos en su justa dimensión. ―La escritura sapiencial‖, escribió el crítico Harold Bloom (1930- 19), ―posee sus propios criterios implícitos de fuerza estética y cognitiva‖ [1]. Por ello, su lectura reclama una atención poco común a fin de no dejar de lado ninguna de sus implicaciones si es que se desea participar de su ―mensaje‖, el cual se ubicó perfectamente en el contexto desde el cual surgió. Pero Bloom dice más, por si todavía alguien se siente muy seguro en relación con ese monumento literario: ―El libro de Job es una estructura en la que alguien se 64
va conociendo cada vez más a sí mismo, en la que el protagonista llega a reconocerse en relación con un Yahvé que estará ausente cuando él esté ausente. Y esta obra, la más sabia de toda la Biblia hebrea, no nos concede solaz si aceptamos dicha sabiduría‖ [ ]. Y en otro momento, agrega: ―El poeta de Job emula a un fuerte precursor, ese asombroso profeta, Jeremías. Aunque el Libro de Job es menos impactante, retórica y dialécticamente, que el libro de Jeremías, sigue siendo profundamente problemático‖. [3] Este nuevo acercamiento obedece a la celebración anual de la Biblia (en México, al menos) como palabra divina establecida en el corazón de la iglesia como su razón de ser y está dominado por el interés de subrayar, una vez más, su importancia para la fe y la esperanza de las comunidades. Hacerlo hoy, desde este libro y desde la situación que se vive, resulta extremadamente paradójico, pues la ansiedad con que Job esperaba la respuesta de su Dios se asemeja mucho a la que hoy se presenta en la búsqueda de razones o explicaciones sobre lo que está aconteciendo. La inflación de las palabras humanas y la supuesta escasez de palabra divina para el momento vivido demandan una nueva reflexión que asuma el contenido de este libro con honradez, seriedad y profundo respeto por su estilo y contenido. Debe destacarse el hecho de que en las tres zonas discursivas dominantes que surgen en el texto (Job, la divinidad y los cuatro amigos: Elifaz, Bildad, Sofar, Elihú) se combinan admirablemente los elementos que entran en juego para detonar la fuerza literaria, moral, religiosa y existencial de la obra: poesía, drama y teología. En ellos, semejante mezcla produjo algunos de los mejores momentos dialógicos de todo el Antiguo Testamento puesto que ninguno de ellos se pierde o disminuye, sino que, por el contrario, da más potencia a lo expresado. Los demás hablantes, con todo y la importancia que manifiestan en el transcurso de la narración, el satán, su esposa y los cuatro amigos (con lo cual son, en total, ocho hablantes), contribuyeron a armar el escenario completo del drama humano. La palabra divina no anuló ni borró la capacidad expresiva de quienes hablan en la historia, además de Job, puesto que asumir la presencia impactante de esa palabra no limitó la expresividad sino que la colocó en otro horizonte espiritual y existencial: ―…obedecer realmente a Dios no consiste en aceptar una situación como la que dice el proverbio holandés: ‗Tras la palabra de Dios, al cerebro se le encierra con llave‘, sino que se trata de la respuesta que dan los seres humanos a la invitación por comprender la dinámica ética como aquello que constituye un orden moral en consonancia con la gratuidad divina‖. [4] Evidentemente, la palabra divina —explicativa y soberana, al mismo tiempo— es la que se aguardaba con mayor expectación, sobre todo por la exigencia de Job en ese sentido, aun cuando la forma en que se difiere el discurso divino de ―respuesta‖ transitó por una línea completamente distinta a la expuesta en la mayor parte del texto. En la primera sección del libro en prosa, las palabras divinas tienen una tensión diferente a la que aparecerá cuando responda a Job ―desde la tormenta‖ (38.1). Porque ése es el factor determinante de todos quienes hablan en el libro: el satán, desde la postura del fiscal; la esposa, desde la comodidad de la vida; Job, desde el sufrimiento inexplicable; y sus amigos, desde la exterioridad, la superioridad doctrinaria e incluso la indiferencia moral. Allí radica la fuerza de la distinción entre la palabra divina y la humana, desde donde quiera que ésta proceda. Job tuvo que prevenirse para recibir la palabra divina desde su origen (todo lo contrario del ―silbo apacible‖ que conoció Elías). Su amigo Elihú lo advirtió notablemente (cap. 37.1 -4), pues vio venir la palabra divina con toda su intensidad y potencia: Tiemblo ante la tormenta,/ y siento que el corazón/ se me sale del pecho./ ¡Escuchen la voz de Dios!/ ¡Escuchen su voz de trueno!/ ¡Dios deja oír su voz/ de un lado a otro del cielo,/ y hasta el fin del mundo!/ Mientras se oye su voz poderosa,/ ¡rayos luminosos cruzan el cielo!/ Pero Job no calló y su palabra ha quedado registrada minuciosamente:/ Pero voy a decirles algo:/ es Dios quien me hizo daño,/ ¡es Dios quien me tendió una trampa!/ A gritos pido ayuda,/ pero nadie me responde,/ ni conoce la justicia./ Dios no me deja pasar,/ me tiene cerrado el camino./ Me quitó mis riquezas;/ me dejó como a un árbol/ destrozado y sin raíces. [5] De ahí que el reproche no tan velado de su amigo Bildad en el cap. 4.1 -5 aparezca como una serie de advertencias retóricas para lo que estaba por brotar de sus labios: Puede ser que no te guste/ lo que tengo que decirte,/ pero no puedo quedarme callado./ Si bien recuerdo,/ tú fuiste maestro de muchos/ y animabas a los desanimados;/ palabras no te faltaban/ para alentar a los tristes/ y apoyar a los débiles./ Pero ahora que sufres,/ no lo soportas/ y te das por vencido. El uso de la palabra con toda su fuerza estaba en juego en este ajedrez imposible que se despliega en el resto del libro. Cada palabra es atendible por igual, la divina y la humana, con el propósito de articular la enseñanza divina de la mejor manera. Atenderlas en su justa dimensión es el desafío que tenemos hoy por delante.
Notas:
[1] H. Bloom, ¿Dónde se encuentra la sabiduría? Madrid, Taurus, 2005, p. 8. [2] Ibid., p. 9. [3] H. Bloom, Essayists and prophets. Filadelfia, Chelsea, 2005, p. 1. Versión: LC-O. [4] Jan Jans, ―Ni castigo ni recompensa. Gratuidad divina y orden moral‖,enConcilium,núm. 3 7, septiembre de 2004, p. 104. [5] Cf. Juan Ignacio Jiménez A., ―El justo acusa a Dios. A propósito del libro de Job‖ (protestantedigital.com) 06/08/2020
76.La Palabra de Dios nos sigue desafiando: Armando Raffo, sj
La carta a los Hebreos comienza diciendo: “Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quién también hizo el universo;...” (Heb. 1,1-2) Si bien el texto citado subraya la preeminencia de Cristo con respecto a lo revelado en otros tiempos, también deja ver, sin ningún tipo de ambages, que Dios habló y, por ende, que habla de muchas maneras. Para los cristianos, la Biblia podría ser entendida como un manantial de agua fresca que abreva la fe de los sedientos caminantes. Hablamos de la Biblia como ―La Palabra‖ de Dios consignada en una colección de libros de distinto tipo que contienen, en conjunto, una ―Palabra‖ que, entre otras cosas, nos desafía a ser más humanos y más hermanos. Quizás sea bueno resaltar que la Palabra de Dios, viene de un ―otro‖ que interpela, desafía y abre horizontes. Así como Levinás llegó a decir que ―el otro nos constituye‖, como diciendo que somos desde los otros y con los otros, algo similar podríamos decir de la Palabra de Dios que, dicho sea de paso, está expresada por muchos ―otros‖ y a lo largo de historias muy variadas. El Blog que ahora inicio pretende ser un aporte que ayude a abrir el oído a esa Palabra que desafía, interpela e ilumina los anhelos y deseos más profundos que habitan a todo ser humano. La Palabra de Dios, bien entendida, más que indicaciones concretas o mandatos de cualquier tipo, podría ser definida como una luz que nos ayuda a entrever nuestra identidad profunda y el sentido para la vida que de ella se desprende.
La Palabra que nos desafía hoy
Me gustaría comenzar con una frase un tanto extraña de la segunda carta de San Pablo a Timoteo: ―… apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas‖ ( Tim. 4,4) ¿Qué hay detrás de esa afirmación? Echando una hojeada a toda la carta a Timoteo, se puede decir que se trata de una exhortación a la fidelidad en contextos difíciles. Pablo intuye y afirma que ―en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles, los hombres serán egoístas, avaros, soberbios…‖ ( Tim. 3, 1). Hemos de suponer que Pablo percibió signos de decadencia en aquella cultura y debilidad en la propia comunidad cristiana. Es claro que Pablo intenta espolear a los cristianos a que no aflojen en sus esfuerzos por anunciar el Evangelio. Él sabe que el ser humano está habitado por ―el hombre viejo‖ y que aquellas circunstancias no ayudaban a promover ―el hombre nuevo‖ del que habla Pablo en la carta a los Efesios: ―… revístanse del Hombre Nuevo, creado según Dios.‖ (Ef. 4, 4) Ahora bien, no es menor que Pablo afirme que aquellos hombres apartarán sus oídos de la verdad para volcarse a las fábulas. Cabe notar que las fábulas son leyendas en las que héroes y dioses hacen portentos que van más allá de lo normal. Lo más probable es que Pablo temiese que aquellos cristianos se entregaran a oír fábulas en las que se narraban hazañas propias de dioses o de legendarios héroes. Los dioses griegos y los héroes míticos se caracterizaban por llevar a cabo hazañas a través de poderes extraordinarios. Los protagonistas poseían facultades especiales que no eran propias de los seres humanos. En efecto, Pablo advierte del peligro que entrañaría alimentar los espíritus con historias en las que los problemas se resuelven de forma extraordinaria, por no decir mágica. Cuando la vida trae dificultades o importantes desafíos, no es extraño que emerjan esas tendencias infantiles que nos disponen a esperar magias o providencias extraordinarias y, así, salir de ellos. Volverse a las fábulas es hacer una regresión a la infancia, no para buscar la frescura y la apertura propia de los niños, sino para recostarse en el mundo mágico que no es propio de las personas maduras. De allí a considerar la divinidad como quién está ahí para resolver los problemas que nos acucian, hay solo un paso. En efecto, Pablo advierte sobre una forma inmadura de atender los problemas y desafíos humanos, así como sobre el modo de vivir nuestra relación con Dios y de actuar en la historia. La atención a las fábulas, del tipo que sean, puede cultivar una relación infantil con Dios y su forma de actuar en la historia.
A nivel pastoral, podemos decir que en no pocos casos y apoyados en textos sacados de contexto, se promueven historias de santos subrayando su capacidad de hacer milagros y devociones mecánicas para alcanzar ―gracias‖ o favores que habrían de descender como por arte de magia. ¿Cómo entender, si no, afirmaciones tales como que tal santo es más poderoso que aquel otro, o que rezando tal cantidad de rosarios se podrá conseguir algún favor especial? Sin percibirlo y queriendo fortalecer la vida espiritual de los fieles, se promueven, en no pocos ámbitos, pastorales en las que se termina propagando una fe mágica, a la espera de intervenciones divinas que resuelvan nuestros problemas. En ese sentido, se promueven rogativas, cadenas de oración y ritos diversos en procura de curaciones, trabajo, bondades climáticas y otros muchos etc. Es normal y profundamente humano que, en medio de situaciones extremadamente dolorosas o sin salida aparente, los cristianos nos abramos al misterio de Dios en busca de ayuda y fortaleza. Pero otra cosa muy distinta es promover devociones y prácticas religiosas como un atajo para lograr beneficios que han de perseguirse con esfuerzo, entrega y constancia. Muchos se refieren a la existencia de los milagros para sostener que Dios interviene en la historia y resuelve muchos de nuestros problemas. Como sabemos, los milagros, que ponen en suspenso las leyes de la naturaleza que el mismo Dios creó, no tienen la finalidad de resolver nuestros problemas. Hemos de recordar que los milagros son absolutamente excepcionales y no para resolver nuestros problemas, sino para recordarnos que Dios es el Dios de la vida y que, en última instancia, la historia no se escapa de sus manos. Nos ayuda a recordar que Él es el alfa y el omega, el principio y el fin, el que sostiene el universo y nos invita a dar gloria a Dios con nuestras vidas. Como bien dijo San Ireneo de Lyon: ―la gloria de Dios es que el hombre viva‖; es decir, que vivamos movidos por el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones. (cfr. Ro. 5,5). La fe madura no consiste en apelar a santos o devociones específicas con la esperanza de que resuelvan nuestros problemas o nos digan qué hacer en situaciones complejas; más bien, hemos de acercarnos a los santos para percibir el amor que los movía para crear y sostener, de una manera o de otra, vida abundante para todos.
Hemos de resolver los problemas y desafíos que la historia va presentando apoyados en el amor de Dios manifestado en Jesucristo, pero no esperando que Él los vaya a resolver por nosotros. Parafraseando a San Pablo podríamos decir: ¡inclinen sus oídos a la Palabra de Dios para encontrar la luz que nos orienta a vivir con la libertad de los hijos de Dios! (amerindiaenlared.org) 07/08/2020
77.Richard Dawkins, ¿vuelve a la carga contra Dios?: Josué García*
Después de más de una década leyendo prácticamente todo lo que ha escrito Dawkins, me alegra ver como simplemente sigue reciclando argumentos que ya estaban desfasados y ampliamente rebatidos Outgrowing God: A Beguinners Guide [1] salió a la venta a finales de 2019 escrito por el afamado Richard Dawkins. Literalmente se traduce como Superando a Dios: Una guía para principiantes. El título transmite algo así como madurar y dejar atrás a Dios. Es un libro juvenil con el que el ―Sumo Pontífice‖ del ateísmo anglosajón pretende desengañar a la juventud de cualquier posible creencia religiosa heredada, para que dejen atrás a Dios como abandonaron sus creencias en Papá Noel o el ratoncito Pérez [2]. Outgrowing God es una versión descafeinada del Espejismo de Dios y The Greatest Show on Earth, los cuales ya eran un copia y pega de su anterior obra. Es un trabajo popular sin intención real de seriedad académica [3], no obstante, continúa con su exquisito uso del lenguaje y una gran elocuencia. La magia de su retórica es capaz de levitar argumentos que parecen devastadores, pero que si fueran estudiados en profundidad, vagamente se podrían arrastrar por el subsuelo de la razón. Divide el libro en dos, un ataque a las creencias teístas (Cristianismo principalmente) y una defensa del darwinismo como aniquilador final de la hipótesis del diseñador divino.
El argumento de la Adoctrinación
El principal argumento del libro es autobiográfico [4]. Dawkins afirma que abandonó definitivamente la fe cristiana a los quince años porque se había dado cuenta que ―…personas que crecen en diferentes países copian a sus padres y creen en el dios o dioses de su propio país. Estas creencias se contradicen entre sí, así que no todas pueden ser verdad‖ pero todas creen serlo, por lo que Dawkins cuestiona la coherencia de creer que ninguna de ellas pueda ser verdad. La lógica de Dawkins no se sostiene. La mayoría heredamos de nuestros padres y nuestras sociedades mu-
chas creencias políticas, económicas, científicas, morales, filosóficas… y no por ello son necesariamente falsas. La mayoría de occidentales creemos que la democracia es el menos malo de todos los sistemas políticos conocidos y no por ―heredar‖ esta creencia deja de ser una creencia correcta y probablemente superior a otras teorías políticas. Por lo tanto, un cristianismo ―heredado‖ no tiene que ser incorrecto por mucho que haya otras creencias religiosas compitiendo en el mundo.
El argumento a favor del Ateísmo
Otro de sus argumentos se basa en la parábola de Bertrand Russell [5] en la cual creer en Dios es como creer en una tetera orbitando alrededor del sol. No podemos demostrar que la tetera no existe, y sin embargo todos somos "ateo-teteristas, ateo-hadaistas, ateounicornistas...‖ [6] Dawkins afirma que sin evidencias claras de Dios, deberíamos ser todos ateos. El filósofo Plantinga [7] argumenta todo lo contrario. Según Plantinga no es necesario tener evidencias de las cosas que son fundamentales para el ser humano como el amor, la existencia de otras mentes aparte de la nuestra, el sentido común, la intuición, la uniformidad futura de la naturaleza, la consistencia de las matemáticas, la simplicidad de las leyes, la moral, la belleza, etc. [8] Son la base sobre la que se construye el resto. Y en el caso de lo divino, la mayoría de la humanidad, en la mayoría de la historia ha tomado como básico y real la idea de la existencia de algo transcendental como Dios. Necesitaríamos pruebas secundarias tremendamente convincentes para rendir nuestras creencias más fundamentales como falsas. Y en el caso de lo divino, la mayoría de la humanidad, no encuentra tales argumentos.
El argumento del Teléfono
Dawkins pone en hora otro despertador que debería despertar a la juventud de sus creencias religiosas infantiles. Dawkins asegura que el Nuevo Testamento (NT) carece de historicidad. Dawkins pregunta, ¿cómo sabes que algo ha sido histórico? Y él mismo contesta: ―[P]orque los arqueólogos han encontrado reveladoras reliquias y… confirmación de los documentos escritos por contemporáneos. Pero cuando la única evidencia de un evento o persona no fue escrita hasta décadas o siglos después de la muerte de cualquier testigo, los historiadores sospechan. La evidencia es débil porque fue transmitida de boca en boca y se podría distorsionar fácilmente. Especialmente si el escritor no era objetivo‖. [9] Según Dawkins esto es precisamente lo que ocurrió con el NT. Dawkins asegura que fue escrito décadas después de la muerte de los testigos oculares y trasmitido como en el juego del teléfono [10]. Los hechos se fueron distorsionando de creyente en creyente ávidos de profesar y pasar leyendas cada vez más milagrosas y alejadas de la realidad. Dawkins no presenta una diversidad de trabajos académicos que apoyen su hipótesis (que los hay). Sin embargo hay también cantidad de eruditos como Peter J. Williams (Universidad de Cambridge) que nos presentan una visión completamente diferente. Williams defiende con evidencias textuales cómo los escritos neo-testamentarios deben haber sido escritos necesariamente por testigos oculares. Solo testigos oculares podrían haber tenido tal conocimiento de la topografía y del uso de nombres personales en la proporción adecuada según los textos de la época, hechos confirmados extensamente por la arqueológica. Solo testigos hubieran sido capaces de reproducir enseñanzas tan revolucionarias y escribir copias de los originales que se extendieran tan rápidamente por todo el mundo. Es imposible pensar que un grupo de personas se dedicara a cambiar y corromper todas las copias existentes desde muy temprano en la mayor parte del Mediterráneo [11]. Es más, Williams desacredita directamente la analogía del teléfono en el caso del NT. El juego del teléfono está diseñado para corromper el mensaje: Una sola persona susurra un mensaje, a un solo jugador, solo una vez, de forma rápida y con el suficiente número de jugadores para que el mensaje se corrompa [12]. El propósito del juego es la inexactitud, la risa y el entretenimiento. Este no es el contexto del NT. Se ha demostrado una exactitud asombrosa en la trasmisión de textos en las culturas orientales. Asimismo, en la transmisión del NT no solo la información topográfica e histórica es auténtica, sino que las condiciones del cristianismo temprano no eran adecuadas para la corrupción textual: tenían un alto énfasis en la verdad, un sentido de enseñanza autoritativa, una amplia transmisión geográfica entre los seguidores de Jesús y un coste personal muy alto de seguir al Maestro. Dawkins presenta unos criterios para que algo sea tomado como histórico y no se da cuenta que se está metiendo un gol en su propia puerta. El NT cumple precisamente estos criterios.
El Argumento de la Inmoralidad Bíblica
Otro argumento del libro es que aunque generalmente ayude tener un ―policía celestial‖ a la hora de comportarnos, realmente no necesitamos a Dios para ser buenos. Sobre todo si seguimos la Biblia como guía moral
porque mezcla buenos valores con terrible inmoralidad [13]. Por ejemplo, Dawkins dice que el NT contiene la historia de la Biblia más horrenda de todas: ―La doctrina de la expiación, que los cristianos toman muy en serio, es tan profundamente… desagradable que merece ser salvajemente ridiculizada.‖ [14] Que Dios tenga que torturar y matar a su hijo en vez de simplemente perdonar le parece a Dawkins una aberración. Según la lógica de Dawkins, si Hitler levanta las manos en el bunker y declara su sincero arrepentimiento, el mundo tendría que perdonarlo y Churchill le tendría que decir: ―Bueno, ―Hitlerín‖, todo está bien, solo necesitábamos una disculpa sincera‖. Sin embargo, la mayoría estamos de acuerdo que se tiene que hacer justicia ante la maldad. Está claro que la mayoría no somos Hitler pero no darle a Dios su lugar en nuestras vidas y en el mundo es una maldad cósmica que necesitaría ser compensada. Es más, Dawkins asume que si existe Dios tendría que tener el poder de perdonar sin tener que sacrificar a nadie. Entonces también tendría que asumir que si Dios es Dios y hubiera otra forma posible de perdonarnos, transformarnos, re-hacernos para que no volvamos a pecar y glorificarnos en una existencia superior (en la imagen de Cristo), hubiera llevado a cabo otro masterplan para nuestra completa salvación. Es sorprendente que Dawkins desprecie la expiación de Cristo simplemente con un argumento de gusto personal.
El Argumento del Diseño
Por último, la segunda parte del libro repite su oda en la que la evolución hace irrelevante al diseñador divino. Ver fallos de diseño en nuestros cuerpos, vestigios evolutivos, considerar la crueldad de la naturaleza… según Dawkins, habla de una evolución ciega no de un amante Diseñador. Dejaremos [15] a Francis Collins, Tim Keller [16], CS Lewis, Karl Barth, Billy Graham, John Stott, William Lane Craig y tantos otros, quienes no ven incompatible que Dios creara a través de un proceso, contesten a estas preguntas. Yo simplemente destacaré que si cristianos reconocidos y biólogos mejor reputados que Dawkins en su propio campo, no ven incompatibilidad entre un Diseñador divino y algún tipo de proceso evolutivo/adaptativo, sino todo lo contrario, podemos descansar en que este mundo sigue contando la gloria de Dios.
Conclusión
Si deseas leer algo de Dawkins, por ser el mayor ―influencer‖ ateo, Outgrowing God posiblemente no es la mejor opción.Después de más de una década leyendo prácticamente todo lo que ha escrito Dawkins, me alegra ver como simplemente sigue reciclando argumentos que ya estaban desfasados y ampliamente rebatidos. El problema de Dawkins no es querer razonar en todos los aspectos de nuestra existencia, sino hacerlo, en cuestiones trascendentes, de forma claramente superficial. * Josué García es pastor y doctor en teología con una tesis especializada en la obra de Dawkins.
Notas:
[1] Dawkins, Richard. 2019. Transworld. Edición de Kindle. Outgrowing God.
[2] En el mundo anglosajón es The Tooth Fairy (el hada de los dientes). [3] El rigor académico no es el fuerte de Dawkins, no ha hecho investigación propiamente dicha desde que terminó su doctorado en 1966. Esto se agrava en los temas religiosos y filosóficos. García, Josué. 1 . ―The Consequences of Dawkins New Atheism‖, Belfast. Queen‘s University. [4] Dawkins, Richard. 2019. 10ss. [5] Dawkins 2019. 13.También en Dawkins,The God Delusion, 51.Y Dawkins, A Devil's Chaplain: Reflections on Hope, Lies, Science, and Love. Boston, New York: Mariner Book, 2004. 117 [6] Dawkins, 2019.13 [7] Alvin Plantinga, 1967. God and Other Minds: A Study of the Rational Justification of Belief in God (Ithaca: Cornell University Press,). [8] García, 2010. 27-28 [9] Dawkins, Richard. 2019. 1 [1 ] En inglés británico se llama ―Chinese Whispers‖. [11] Williams, Peter J. 2018. Can we Trust the Gospels? Crossway. Illinois.121 [12] Williams. 2018. 78 [13] Dawkins, Richard. 2019. 115 [14] Dawkins, Richard. 2019. 89 [15] Ver aquí. [16] Ver aquí. (protestantedigital.com) 03/08/2020
78.Ciencia y religión: ¿Qué ciencia? ¿Qué religión? ¿Qué Dios? (2): Juan José Tamayo
En el artículo anterior analicé los diferentes modelos de relación entre ciencia y religión. Me centraba en el de la incompatibilidad entre ambas y terminaba refiriéndome al del diálogo y la cooperación, que defiendo aquí e intento razonar a continuación. Ciencia y religión han ejercido una gran influencia en la marcha de la humanidad y en la manera de entender y relacionarse con la naturaleza, unas veces positiva y otras, no tanto. Son fenómenos culturales presentes en la historia de la humanidad en permanente interacción desde sus albores hasta nuestros días, unas veces en conflicto y otras en cooperación. Sirva el testimonio de dos científicos de reconocido prestigio como aval de lo que acabo de decir. El primero es el del matemático y filósofo norteamericano Alfred N. Whitehead (1861 -1941) en su obra ya clásica La Ciencia y el Mundo Moderno, donde escribe: “Si tenemos en cuenta lo que para la especie humana es la religión y lo que es la ciencia, no habrá exageración en decir que el curso futuro de la historia depende de la decisión de esta generación decida en orden a las relaciones entre ambas esferas. Tenemos en ellas las dos fuerzas generales más poderosas (prescindiendo de los meros impulsos de los diversos sentidos) que influyen en los hombres (sic) en y parecen estar dispuestas una contra la otra: la fuerza de nuestras intuiciones religiosas y la fuerza de nuestro impulso a la observación exacta y a la deducción lógica”. (1) El segundo corresponde a Edward O. Wilson, biólogo creador de la sociobiología y padre del concepto ―biodiversidad‖: “La ciencia y la religión son las dos fuerzas más poderosas del mundo. Hago un ruego a las personas religiosas. En mi próximo libro, La creación, les pido que dejen de lado sus diferencias con los laicos y los científicos materialistas como yo y se unan a nosotros para salvar a la naturaleza amenazada por el ser humano mismo. La naturaleza es sagrada para ambos”. (2) Wilson se declara ―deísta provisional‖ y ―humanista laico‖, reconoce la relación directa entre la selección natural y el sentimiento religioso y defiende la compatibilidad entre la aceptación de la teoría de la evolución y el ser religioso. (3) Lo que la religión dice siempre a la gente es que sobreviva, ―y ese es un principio básico de la selección natural. La religión estimula la mente y anima al ser humano a superar las dificultades, unirse a otros individuos y comportarse de forma altruista por el bien del grupo‖. En su obra La creación. Salvemos la vida en la tierra, escrita en forma de carta dirigida a un pastor bautista, llama la atención sobre las consecuencias funestas para la humanidad y la naturaleza de fenómenos como la contaminación, el calentamiento global y la pérdida de la diversidad biológica, y hace un nuevo llamamiento a la ciencia y a la religión para que actúen conjuntamente en la resolución de los más graves problemas del nuevo siglo. Momentos privilegiados de relación armónica entre filosofía, ciencia y religión fueron la antigüedad griega, los autores cristianos de losprimeros siglos de la historia del cristianismo y los momentos de mayor esplendor del islam con los encuentros entre filósofos, científicos, teólogos, juristas, durante el ―paradigma Córdoba‖, precursor del Renacimiento europeo, etc. Ciencia y religión son, a su vez, distintas formas de acercamiento a la realidad, que no tienen por qué competir ni excluirse la una a la otra. Son sistemas sociales complejos que tienen su propia metodología, agrupan diferentes experiencias individuales y colectivas y dan lugar a dos tipos de comunidades humanas con sus diferentes patrones de comportamiento y sus códigos de comunicación: la comunidad religiosa y la comunidad científica en interacción con la sociedad.
Respuesta a los problemas y desafíos de nuestro tiempo
Ninguna de las dos comunidades puede ni debe recluirse en su propio caparazón haciendo oídos sordos a las inquietudes, problemas y desafíos del mundo en que viven. He aquí algunos: dialéctica pobreza-riqueza, crecimiento económico-retroceso ético, degradación del medio ambiente-ecología, guerra-paz, patriarcadoliberación de la mujer-diversidad sexual, armamento nuclear-desarme, globalización-alterglobalización, Norte global-Sur global, etc. Ambas tienen responsabilidades irrenunciables en la respuesta a dichos problemas, muchos de ellos provocados por sus propias comunidades, como el mal uso de la energía nuclear o las guerras de religiones. La colaboración en estos temas es hoy más necesaria que nunca. De su implicación en la respuesta a los problemas citados y a otros muchos que afectan a la humanidad depende en buena medida su prestigio o desprestigio, relevancia o irrelevancia, credibilidad o pérdida de la misma. Depende, en definitiva, el futuro de la humanidad y del planeta, según se guíen por la justicia o la barbarie, la cooperación o la competitividad, la solidaridad o el darwinismo social, el cuidado de la casa común o su maltrato. A mi juicio, el modelo correcto de relación entre ciencia y religión tiene que ser el de la colaboración críticoconstructiva cada una desde su propia esfera abando-
nando todo intento de absolutización, ya que ninguna puede presumir de tener el mapa completo de la verdad y la visión de la realidad en exclusiva. La religión debe dejarse iluminar por los conocimientos de la ciencia; la teología ha de tener en cuenta las aportaciones científicas. La ciencia, a su vez, puede verse enriquecida con el ethos de la compasión, la apertura al misterio y a la trascendencia, que ofrece la religión.
¿Qué ciencia? ¿Qué religión? ¿Qué Dios?
Pero, ¿qué ciencia? No la arrogante y aristocrática que selecciona a quienes tiene que curar en función de sus posibilidades económicas, sino la que está al servicio de la salud y el bienestar de toda la ciudadanía, especialmente de las personas y los colectivos más vulnerables. ¿Qué religión? No la dogmática, autoritaria y patriarcal, sino la que escucha el grito de las personas empobrecidas y de la tierra depredada y responde con actitud solidaria hacia las víctimas. ¿Qué Dios? No el todopoderoso y supremacista, que defienden los fundamentalistas seguidores de Trump y Bolsonaro, sino el Dios liberador, compasivo con quienes sufren y solidario con las víctimas, ―el Dios activista de los derechos humanos, el subalterno que se enfrenta al Dios invocado por los opresores‖, según la imagen del científico social Boaventura de Sousa Santos en su libro Si Dios fuese un activista de los derechos humanos. En la novela de Albert Camus, La peste, tras los permanentes desencuentros entre el jesuita Paneloux y el doctor Bernard Rieux durante la epidemia que azotó con gran severidad la ciudad argelina de Orán, el doctor Rieux le dice al jesuita: ―Estamos trabajando juntos por algo que nos une más que las blasfemias y las plegarias. Esto es lo único importante... lo que yo odio es la muerte y el mal, usted bien lo sabe. Y quiéralo o no, estamos juntos para sufrirlo y combatirlo‖. Esa es, creo, la función de la ciencia y de la religión en esta pandemia y… después. El trabajo solidario de ambas puede salvar a la humanidad de esta y otras tragedias. La guerra entre ellas costará todavía más vidas humanas que las producidas por la pobreza, como sucede en todas las guerras. Sería un gravísimo error y una irresponsabilidad mayor sustituir las guerras de religiones, que deberíamos dar por finalizadas, por las guerras entre la ciencia y la fe religiosa. Como hizo el doctor Rieux, al terminar la peste en la ciudad de Orán, donde ejercía como médico, la ciencia y la religión no deben callar, sino ―testimoniar en favor de los apestados, para dejar por lo menos un recuerdo de la injusticia y de la violencia que les había sido hecha y para decir simplemente algo que se aprende en medio de las plagas: en el ser humano hay más cosas dignas de admiración que de desprecio‖. Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”, de la Universidad Carlos III de Madrid. He analizado este tema en Juan José Tamayo, Otra religión es posible. Desafíos de la ciencia y la cultura, Colección Fe Adulta, Madrid, 2011. Últimos libros de Juan José Tamayo. Metalibrería: info@metalibreria.com Teología para otro mundo posible. Interculturalidad, pluralismo religioso y feminismo (Herder, 2012, 2ª ed.); Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta, 2020, 2 ed.; traducción al alemán y al brasileño); De la iglesia colonial al cristianismo liberador en América Latina (Tirant Lo Blanc, 2019); Un proyecto de Iglesia para el futuro en España (San Pablo, Madrid, 2919, 2ª edic.), Ignacio Ellacuría. Teología, filosofía y crítica de la ideología (en colaboración con José Manuel Romero, Anthropos, Barcelona, 2019); ¿Ha muerto la utopía? ¿Triunfan las distopías? (Biblioteca Nueva, 2020, 4ª ed.); Hermano Islam (Trotta, 2019); Religión, género y violencia (Dykinson, 2019, 2ª ed., 3ª reimpresión).
Cita:
1) A. N. Whitehead, La Ciencia y el Mundo Moderno, Losada, Buenos Aires, 1949, 219. 2) El País, 11 de junio de 2006; cf. E. O. Wilson, Los orígenes de la creatividad humana, Roscrítica, 2018. 3) Cf. E. O. Wilson, La creación. Salvemos la vida en la tierra, Katz, Barcelona, 2007. (amerindiaenlared.org) 06/08/2020
Iglesia a aligerar su peso institucional":
Juan José Tamayo
"Inició la docencia de la teología en la facultad de los Jesuitas de Fourvière, en Lyon. Posteriormente enseñó en el Instituto Católico de París y en el Centro Sèvres de los Jesuitas" "No se resignó y defendió la necesidad de un cambio profundo, que lleve a la Iglesia a aligerar su peso institucional, recuperar el verdadero humanismo evangélico, reconocer el protagonismo de las mujeres y promover verdaderas comunidades fieles al Evangelio" "Su idea del cristianismo también es innovadora. No lo considera una religión que esté enraizada en lo sagrado y en la ley, sino una Buena Noticia, cuyo primado es la conciencia y cuya ética evangélica es una llamada a amar"
El 28 de julio murió a los 104 años, con la vitalidad y la lucidez intelectual que siempre le caracterizaron, el teólogo jesuita francés Joseph Moingt, que cuenta con el reconocimiento mundial en el terreno de la reflexión teológica, es una de las voces críticas más escuchadas del catolicismo y es citado por figuras relevantes del pensamiento filosófico actual como Giorgio Agamben en su libro El reino y la gloria. Por una genealogía teológica de la economía y del gobierno (PRE-TEXTOS, Valencia, 2008, 83). No cuenta, sin embargo, con el reconocimiento de un sector importante de la jerarquía eclesiástica, que siempre se ha mostrado muy crítico con su teología. Nació en 1915 en Salbris, Loir-et-Cher (Francia). Entró en la Compañía de Jesús en 1938 y se doctoró en teología en 1955 en el Instituto Católico de París con una tesis sobre la Teología Trinitaria de Tertuliano dirigida por Jean Danielou, publicada en cuatro volúmenes unos años más tarde y muy citada en el ámbito de la filosofía política. Inició la docencia de la teología en la facultad de los Jesuitas de Fourvière, en Lyon. Posteriormente enseñó en el Instituto Católico de París y en el Centro Sèvres de los Jesuitas. Continuó la docencia después de su jubilación a través de conferencias, cursos monográficos y publicaciones traducidas a varios idiomas y con numerosas ediciones. Fue maestro de varias generaciones a quienes educó en el pensamiento crítico, la investigación rigurosa en el estudio de las fuentes del cristianismo y la hermenéutica creativa de los textos fundantes tanto judíos como cristianos. De 1968 a 1997 dirigió la prestigiosa revista Recherches de Science Religieuse, referente del pensamiento teológico crítico posconciliar junto con la Revista Internacional de Teología Concilium. Ambas publicaciones, que sigo desde mi época de estudiante de teología, constituyen uno de los ejemplos más luminosos de diálogo intercultural, interreligioso e interdisciplinar y un lugar de encuentro de las distintas tendencias teológicas que conviven en un clima de respeto y reconocimiento. Moingt pertenecía a la generación de teólogas y teólogos franceses posconciliares que marcaron la orientación renovadora de la teología en diálogo con el pensamiento moderno y en la búsqueda de la conciliación entre racionalidad y cristianismo, tras largos siglos de irreconciliación. Junto a él cabe citar a Paul Valadier, Christian Duquoc, Jean-Pierre Jossua, Jacques Dupuis, Claude Geffré, etc., continuadores de la pionera generación anterior, representada, entre otros, por Dominique Chenu, Yves Marie Congar y Henri de Lubac. Este último, profesor del Instituto Católico de parís ejerció una importante influencia en la orientación de sus investigaciones sobre la teología patrística. Con él trabajó la teología de Clemente de Alejandría. Fue un espíritu libre y representaba la conciencia crítica del cristianismo institucional. En su libro Hacer que la Iglesia católica se mueva, de 2012, se pregunta si hay que resignarse a que la Iglesia se pliegue sobre sí misma en una actitud autorreferencial y se mantenga en estado de glaciación, ajena a los desafíos de nuestro tiempo. Moingt ciertamente no se resignó a que eso sucediera y defendió la necesidad de un cambio profundo, que lleve a la Iglesia a aligerar su peso institucional, recuperar el verdadero humanismo evangélico, reconocer el protagonismo de las mujeres y promover verdaderas comunidades fieles al Evangelio. Es precisamente la vuelta al Evangelio la que salvará a la Iglesia de la crisis profunda provocada por la pérdida de credibilidad que sufre. Así lo pone de manifiesto en su libro El Evangelio salvará a la Iglesia, de 2013. De 1968 a 1997 dirigió la prestigiosa revista Recherches de Science Religieuse, referente del pensamiento teológico crítico posconciliar junto con la Revista Internacional de Teología Concilium. Ambas publicaciones, que sigo desde mi época de estudiante de teología, constituyen uno de los ejemplos más luminosos de diálogo intercultural, interreligioso e interdisciplinar y un lugar de encuentro de las distintas tendencias teológicas que conviven en un clima de respeto y reconocimiento. Moingt pertenecía a la generación de teólogas y teólogos franceses posconciliares que marcaron la orientación renovadora de la teología en diálogo con el pensamiento moderno y en la búsqueda de la conciliación entre racionalidad y cristianismo, tras largos siglos de irreconciliación. Junto a él cabe citar a Paul Valadier, Christian Duquoc, Jean-Pierre Jossua, Jacques Dupuis, Claude Geffré, etc., continuadores de la pionera generación anterior, representada, entre otros, por Dominique Chenu, Yves Marie Congar y Henri de Lubac. Este último, profesor del Instituto Católico de parís ejerció una importante influencia en la orientación de sus investigaciones sobre la teología patrística. Con él trabajó la teología de Clemente de Alejandría. Fue un espíritu libre y representaba la conciencia crítica del cristianismo institucional. En su libro Hacer que la Iglesia católica se mueva, de 2012, se pregunta si hay que resignarse a que la Iglesia se pliegue sobre sí misma en una actitud autorreferencial y se mantenga en estado de glaciación, ajena a los desafíos de nuestro tiempo.
Moingt ciertamente no se resignó a que eso sucediera y defendió la necesidad de un cambio profundo, que lleve a la Iglesia a aligerar su peso institucional, recuperar el verdadero humanismo evangélico, reconocer el protagonismo de las mujeres y promover verdaderas comunidades fieles al Evangelio. Es precisamente la vuelta al Evangelio la que salvará a la Iglesia de la crisis profunda provocada por la pérdida de credibilidad que sufre. Así lo pone de manifiesto en su libro El Evangelio salvará a la Iglesia, de 2013. Su principal aportación a la teología es sin duda su investigación en torno a la figura de Jesús de Nazaret. Fue uno de los teólogos que contribuyó al cambio de paradigma del Tratado sobre el Verbo Encarnado, que él mismo empezó explicando y que era una glosa de la fórmula dogmática ―Cristo es una sola persona en dos naturalezas‖, a la cristología, que buscaba un nuevo lenguaje sobre Jesús de Nazaret en un clima de increencia, pretendía dar cuenta de la fe en Cristo ante la racionalidad crítica y descubrir al Jesús histórico. Sus libros más importantes en esta materia son: El hombre que venía de Dios (Desclée, 1995) y los tres volúmenes de Dios que viene al hombre (Sígueme, 208, 2010, 2011) (Sugiero que en las sucesivas ediciones se traduzca la palabra francesa homme por ―ser humano‖ para evitar el lenguaje androcéntrico). Él mismo explica en El hombre que venía de Dios el cambio de paradigma del Tratado sobre el Verbo Encarnado a la cristología: ―Aprendí a dudar, porque es necesario saber para dudar, y a creer, porque es necesario dudar de lo que se saber para saber lo que se cree. Había aprendido a creer y hablar de Cristo dentro de la tradición de la Iglesia y debía reaprender lo uno y lo otro interrogando al Evangelio con el deseo de buscar la verdad en vez de repetir una verdad ya hecha‖ (L‘ homme qui venait de Dieu, Editions du Cerf, París, 1993,10). Moingt abandona la imagen de un Dios lejano, todopoderoso, que solo espera ser adorado, del Dios del Olimpo ajeno a los asuntos humanos, y opta por Dios en el corazón de la historia, el Dios que no humilla al ser humano sino que lo libera del miedo, el Dios que viene y se comunica con el ser humano para librarlo del repliegue egoísta y mortífero. Así lo subraya en varios de los títulos de sus libros: Creer en el Dios que viene: de la creencia a la fe crítica (Desclée, Bilbao, 2015); Dios que viene al hombre, 3 vols. (Sígueme, Salamanca, 008, 2010, 2011). Su idea del cristianismo también es innovadora. No lo considera una religión que esté enraizada en lo sagrado y en la ley, sino una Buena Noticia, cuyo primado es la conciencia y cuya ética evangélica es una llamada a amar. "Felizmente los tiempos han cambiado y Moingt ha ganado lectores de peso como el Papa Francisco" El nombre de Moingt figura desde hace tiempo en los dosieres reservados del Vaticano, como figuró en décadas anteriores el de su compañero jesuita, también francés, el paleontólogo Teilhard de Chardin. Su última obra es L‘ Esprit du christianisme, escrita en 18 a los 103 años. Se la considera su libro-testamento y quizá sea la más atrevida, valiente y conflictiva de su extensa producción teológica. Podría haberlo llevado a los antiguos tribunales vaticanos, hoy con el nombre de Congregación para la Doctrina de la Fe. Pero felizmente los tiempos han cambiado y Moingt ha ganado lectores de peso como el Papa Francisco. En un próximo artículo ofreceré un análisis detallado de esta importante obra, que constituye una síntesis de su pensamiento. Los análisis de Moingt me han servido de guía en mi trilogía cristológica: Imágenes de Jesús. Condicionamientos sociales, culturales, religiosos y de género (Trotta, 1996); Por eso lo mataron. El horizonte ético de Jesús de Nazaret (Trotta, 2004, 2ª ed.); Dios y Jesús. El horizonte religioso de Jesús de Nazaret (Trotta, 2006, 4ª ed.) y en Diez palabras clave sobre Jesús de Nazaret (EVD, 2007, 3ª ed., 1ª reimpr.), de la que soy director. (religiondigital.org) 05/08/2020
Las 3T y lxs Cayetanxs más allá de la pandemia
La pandemia des-veló la bestia. El corrimiento del velo ya era anunciado por las denuncias proféticas de lxs de abajo: este mundo no va más, ‗se pasó de rosca‘. Desvelada la bestia que genera desigualdad y necesita de la teta del Estado cuando todo se para, se revela con claridad la potencia transformadora de lxs anawin, de lxs encorvadxs, lxs que sostienen el mundo. Mientras, se disputa la narrativa del hecho sanitario del Covid-19. Por un lado, el eje de los que libraron a la gente a su suerte (a los que podríamos llamar ‗eje del rebaño‘) encabezado por la trilogía: Trump-MorenoBolsonaro. Al otro lado, el eje que desplego la potencia cuidadora del Estado (Rita Segato llegó a hablar de ‗Estado materno‘), que podemos llamar ‗eje del pueblo‘, y tiene como posibles referentes a Alberto Fernández y al mismísimo Papa Francisco.
El inicio de este siglo, con caída de las torres gemelas incluidas, nos regaló los arbitrarios ejes del bien y del mal, en palabras de Bush hijo. Quizás tan arbitrario como ellos, me atrevo a contraponer la idea de pueblo que atraviesa el magisterio de Francisco (ver Evangelii Gaudium) y la doctrina justicialista, con la idea de rebaño tan potente para los fundamentalistas y sus títeres cristofacistas de turno. Impensada esta geopolítica para pleno siglo XXI y su mayor crisis mundial. Aquella institución del antiguo régimen, que carga con hogueras y conquistas, puesta al servicio de una salida eco-social de esta crisis, que atienda el grito de lxs pobres y la tierra, antes que la historie de los especuladores. Una iglesia que recordó que es sacramento, mediación, instrumento, y nunca fin en sí mismo. Por eso, se trata de ser menos papistas que francisco, nunca más.
„Es por abajo‟: inventar desde la economía popular
Nuestra lucha, entonces, pasó a centrarse en la dignificación de estas actividades: el acceso a los medios de producción, mejores condiciones de trabajo, reconocimiento del salario social complementario y la ampliación de nuestros derechos laborales. Así, trabajadores sin patrón, excluidos de todo derecho y reconocimiento, pero conscientes de nuestra propia dignidad humana, logramos visibilizar nuestra existencia silenciada y obtener algunas conquistas. En ese camino, encontramos un amigo inesperado, el Papa Francisco, que puso ante los ojos del mundo la potencialidad de los pobres organizado afirmando que no solo padecemos la injusticia, sino que luchamos contra ella, predicando que en nuestras manos no solo está el destino de los pobres sino el futuro de la humanidad toda, golpeada por una crisis socioambiental y un sistema que sólo rinde culto al dinero. Documento fundacional de la UTEP, Bs. As., 21 de Dic 2019. La sotana le dio calor. Imposible laburar debajo del sol con sotana. Al pibe lo soltó hace rato, no se puede laburar y hacer upa. Las manos ya tenían callos, antes de empezar. Descamisado, el santito ya no recibe espigas cada siete de agosto. Descamisado, el santito del pan y del trabajo, marcha por las calles de Buenos Aires, por Paz, pan, tierra, techo y trabajo. Descamisado, el sudor de Cayetano se mezcla con el de muchas, con el de muchos. Todo huele a choripán, todo huele a futuro. 2016, doscientas mil personas se paran frente al despojo Macrista, frente a la miseria planificada, frente al abismo. Lxs que se paran, tienen memoria: hace 40 años la herida del golpe militar, hace 20 la traición con patillas, hace 15 el robo del siglo, el ‗que se vayan todos‘. La memoria esta la piel y camina de San Cayetano hasta plaza de Mayo. Desaparecidos, abuelas, piqueteros, desocupadxs inventores, creyentes combativos, hormigas en bicicletas, hermanos en puentes y estaciones. Todxs están en esa plaza: ‗El pueblo no separa la fe de la lucha, porque no separa la fe de la vida‘, grita el principal orador, y el Santito descamisado, le guiña el ojo, o lo aplaude, o sonríe. No lo sabemos, porque es imposible identificarlo, se ha perdido en la multitud, se ha hecho todo en todos ellos. 2020, se re-estructura la deuda argentina en mano de privados, con una importante quita. Francisco le pide a Alberto que la clave de dialogo con el FMI sea la pobreza: ‗Kristalina Georgieva vio la pobreza de cerca en su infancia en Bielorrusia. Contale lo que pasa en Argentina, ella va a entender‘. Parece un consejo de un idealista, pero en verdad se trata de la estrategia evangélica de un líder mundial: la salida es por abajo.
Es por el borde: des-bordar, entre-bordar para entramar en la intersección
Ustedes son para mí, como les dije en nuestros encuentros, verdaderos poetas sociales, que desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas para los problemas más acuciantes de los excluidos. Sé que muchas veces no se los reconoce como es debido porque para este sistema son verdaderamente invisibles. A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado. Tampoco ustedes tienen los recursos para realizar su función. Se los mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico. Muchas veces mastican bronca e impotencia al ver las desigualdades que persisten incluso en momentos donde se acaban todas las excusas para sostener privilegios. Sin embargo, no se encierran en la queja: se arremangan y siguen trabajando por sus familias, por sus barrios, por el bien común. Esta actitud de Ustedes me ayuda, cuestiona y enseña mucho (…). Tal vez sea tiempo de pensar en un salario universal que reconozca y dignifique las nobles e insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos. También quisiera invitarlos a pensar en el ―después‖ porque esta tormenta va a terminar y sus graves consecuencias ya se sienten. Ustedes no son unos improvisados, tienen la cultura, la metodología pero princi-
palmente la sabiduría que se amasa con la levadura de sentir el dolor del otro como propio. Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los Pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo. Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse. Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible. Ustedes saben de crisis y privaciones... que con pudor, dignidad, compromiso, esfuerzo y solidaridad logran transformar en promesa de vida para sus familias y comunidades. Papa Francisco, carta a lxs cayetanxs, Pascua de 2020. En plena pandemia, la memoria del núcleo de la fe cristiana: la victoria sagrada de la vida sobre la muerte, la potencia de Dios en la historia para levantar a las víctimas y desde ellas dar pasos en la historia. Eso es la pascua. En esa memoria, una carta a los movimientos populares y una pista hacia adelante: salario universal. Ni plan social, ni renta. Salario para los trabajadores que le sobran al sistema que se pasó de rosca. Miles de migrantes hacen porosas las rígidas y ficticias líneas fronterizas. Millones de brotes agrietan el borde de la corteza terrestre que separa la tierra del cielo. Un Dios que se hace ser humano y mezcla para siempre lo sagrado y lo profano, lo eterno y lo histórico. Allí, en ese cruce, en ese espacio de frontera, en el borde, en el límite. Desde alli. Todxs lxs santitxs marchando, con banderas, palas y machetes. Todxs caminando, sin aureola y con olor a pueblo. En la unidad que merece ese nombre: la mezcla bendita de todo lo que sobra, construyendo un mundo donde no sobra nadie. Ahí vienen, no están solxs, y lo saben. Todo se ha desbordado. Un sistema que no contiene a más de la mitad de sus hijxs, debe morir. Muerto el rebalso, la vida nueva vendrá del desborde. Ahí vienen, tienen todo el presente en sus manos. (amerindiaenlared.org) 06/08/2020 81.Ser diferente en un mundo globalizado: Juan Manuel Hurtado López
Inicio con una frase de Hans-Georg Gadamer: ―vivir con el Otro, vivir como el Otro del Otro, es la tarea humana fundamental, tanto en el nivel más bajo como en el más elevado…. Esto lo aplica Gadamer especialmente al caso de Europa. Sobre todo en las comunidades indígenas del sureste mexicano a las que acompañé por largos años, pero también en otros espacios de la sociedad, es muy fuerte el sentido comunitario, de pertenencia. Y ahí se muestra fielmente la confrontación que existe entre los derechos del individuo y los derechos de la comunidad. En espacios sociales más amplios donde confluyen varios pueblos y varias culturas, la confrontación se manifiesta entre la cultura mayoritaria, nacional, -si se puede decir así con las reservas del caso- y las culturas y derechos de cada uno de los pueblos o grupos minoritarios -que son otros- que componen la sociedad. En México estamos hablando de 65 pueblos originarios o más. Y en otros países como Brasil, donde ahora se vive una situación muy preocupante a nivel nacional, hablamos de cientos de pueblos, sobre todo en la región amazónica. La confrontación se da entre la libertad de cada grupo o persona, cada pueblo originario, su diferencia y su derecho, y el derecho de la comunidad o nación a imponer sus normas y acuerdos. Lo mismo dígase de cada nación con su historia e identidad y el mundo global y sus patrones de estandarización económica, social, de comportamientos, costumbres. Esto viene a cuento por las medidas que se están tomando en los diversos países en este tiempo de pandemia del Covid 19. Y existen análisis al respecto que hablan de homogeneizar normas, decretos, costumbres, comportamientos de los pueblos. En el extremo, la propuesta de construir un centro mundial de dirección e imposición de corte policíaco y autoritario, sobre todo vía el espacio cibernético para estandarizar comportamientos, modos de pensar, costumbres. Pero en el fondo de tales pensamientos o prácticas está la discusión sobre la libertad individual, su diferencia y derechos como comunidad, y los derechos que un país pueda tener para implantar una cultura nacional; o, en el extremo de los casos, que una estructura de poder mundial intente imponer sus decisiones. Lo cierto es que cada pueblo con su cultura tiene el derecho de mostrar sus diferencias, aquello que lo constituye como tal. Lo mismo que cada persona. Y aquí se pueden ir enmarcando los elementos que apuntan en una dirección o en otra.
La travesía para lograr un entendimiento entre los diferentes, ciertamente es larga. Pero mientras los pobres se pelean con los pobres por motivos religiosos, políticos o económicos, los ricos pueden estar tranquilos. Por el contrario, actitudes de tolerancia, cooperación, diálogo y aceptación de la diversidad, del ―otro‖, pueden conducir a la convivencia, a la paz. En el caso de Europa, y dada la diversidad de lenguas y naciones que la componen en tan poco espacio territorial, Sygmunt Bauman, siguiendo la propuesta de Gadamer, opina que ―su misión (de Europa), o mejor, su predestinación, espera nuestros esfuerzos conjuntos con miras a transformarla en nuestro propio destino‖. La propuesta entonces no es eliminar a los otros, sino reconocerlos en su diferencia y emprender el camino hacia un destino común de no exclusión mutua. Esta propuesta es la condición para solucionar los problemas del mundo contemporáneo. Gadamer así lo cree: ―Los amigos son personas capaces y deseosas de entablar una amable relación mutua, despreocupados por las diferencias entre ellos y prestos a ayudarse unos a otros a causa de esas diferencias…cuidando al mismo tiempo que esa peculiaridad no cree una distancia entre ellos ni los enfrente‖. En un mundo donde prevalecen los conflictos raciales, étnicos, de género, religiosos, sociales, más vale retomar las enseñanzas de la historia y aceptar las diferencias de los pueblos, grupos, culturas, no como obstáculos, sino como posibilidades para buscar un destino común. (amerindiaenlared.org) 03/08/2020