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Contenido

Introducción

Este libro es la recopilación de una serie de artículos publicados a lo largo de 10 años (2010-2020), en los cuales intenté reflexionar sobre la cuestión nacional desde distintas perspectivas, al calor del proceso soberanista que se vivió en Cataluña y que tuvo como consecuencia el encarcelamiento y exilio de algunos de sus dirigentes. La cuestión nacional ha sido debatida en España, durante la II República, con escasa incidencia, durante la dictadura franquista, durante la Transición y especialmente como consecuencia del proceso soberanista catalán del 1 de Octubre de 2017, que se había iniciado en 2012. El Procés, ha llevado a posturas atrincheradas, que no conducen al diálogo y lejos de él llevan al enfrentamiento permanente sin permitir alcanzar ningún acuerdo ahondando más la división entre soberanistas e integracionistas.

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En el artículo “En vísperas de la proclamación de la república catalana” se hace un recordatorio de los antecedentes que dieron pie al último episodio de intento de secesión catalán y especial al origen de la propuesta del llamado Procés que va a coincidir con el mayor escándalo de corrupción política que haya conocido el Estado español a lo largo de su historia. La oligarquía española no es homogénea –como la mayoría de las oligarquías— y en ella se encuentra buena parte de la burguesía catalana, nacionalista y no nacionalista, en el artículo “El Estado español en descomposición” se aborda la división de la oligarquía española, que se produce fundamentalmente a partir de la crisis de 2008 cuando se procede al reajuste del sistema bancario español con la desaparición de las Cajas de Ahorro y de otras entidades financieras, dejando fuera de juego a una parte importante de los oligarcas que han pasado a ser insolventes y son desposeídos de instrumentos de poder, a la vez que se conocen diversos escándalos de corrupción en el manejo de estas entidades relacionados con el partido de gobierno que en ese momento consuma la reforma. Al mismo tiempo en esta época se habla insistentemente de una necesaria reforma de la Constitución del 78, desde distintos ámbitos de la vida pública y con muy distintas intenciones, pero una de ellas es cambiar el Estado de las Autonomías y avanzar a un Estado Federal que se adecúe a la realidad.

La burguesía española mantiene su división histórica entre nacionalistas españolistas y nacionalistas periféricos, que fueron conciliados y satisfechos parcialmente en la redacción de la Constitución del 78, con la excepción del Partido Nacionalista Vasco, que no participó en la comisión. La falta de diálogo, entre estos sectores de la oligarquía queda representada claramente en la solicitud de un referéndum por parte del Partido Popular, para anular la reforma del Estatuto de Cataluña de la época de Pascual Maragall, y es el punto de inflexión, que inicia la confrontación Catalana, dando paso al Procés. La cerrazón y el negacionismo de la cuestión nacional en el Estado español, ha alcanzado cotas irrisorias cuando se ha llegado a decir que España es la nación más antigua de Europa y se ha negado la existencia de los conflictos entre las distintas comunidades y reinos que conformaron y conforman la península ibérica a lo largo de su historia hasta nuestros días, lo que me llevó a escribir La travesía del desierto del pueblo catalán. El nacionalismo, requiere de paciencia y diálogo sostenido a lo largo de los años, pero sobre todo de deseos de conciliación entre las partes y respeto mutuo entre los pueblos. Los estados plurinacionales son una realidad innegable que ha existido desde tiempos inmemoriales y que sigue existiendo a lo largo y ancho del planeta, así que no es irreconciliable el

reconocimiento y la aceptación de las peculiaridades de cada pueblo y nación dentro de un Estado común. A su vez los Estados federados son la respuesta a esas peculiaridades y al deseo libre y compartido de la unidad entre naciones. La soberanía compartida y la existencia de un Aparato de Estado Supranacional, es perfectamente viable en tiempos modernos, tal como lo demuestra la existencia de la Unión Europea. La historia y las fronteras comunes de los pueblos de la península ibérica a pesar la diversidad lingüística y cultural no sólo no es un obstáculo, es la principal razón para su unidad dentro de una diversidad que se ha forjado a lo largo de los siglos. La península ibérica tiene pendiente, no sólo la resolución del problema catalán o vasco, también tiene pendiente la resolución del problema portugués. La cuestión nacional se entiende mejor cuando se observa desde la distancia, se hace uso de las razones del cerebro y se mantienen alejados o controlados los sentimientos del corazón y buen ejemplo de ello son Quebec y Escocia, pueblos que no han recurrido al uso de las armas para la defensa de sus intereses nacionales, algo muy repetido en Europa desde milenios.

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