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Los que no han entendido nada sobre Cataluña

31/10/2017 Los tozudos cristianos se han establecido desde sus orígenes, en la trinchera del negacionismo como parte integrante e inseparable de su doctrina, arrastrando sus errores como una pesada cruz, que les convierte en mártires de cualquier causa

En el año 1529 tuvo lugar en el corazón de Europa (Suiza) uno de los episodios menos conocidos de los cristianos, pero memorable para los protestantes y en especial para los menonitas: la primera guerra de Kappel. Esta guerra que no se llegó a celebrar, dio paso a la “leyenda de la sopa de leche” según la cual, antes de iniciar el combate, representantes de ambos ejércitos tuvieron a bien negociar y

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mientras estos negociaban, los soldados de uno y otro bando pusieron al fuego un caldero con leche, al que iban añadiendo trozos de pan que compartían unos y otros de forma civilizada. El acuerdo obligaba a los cristianos a indemnizar a los protestantes y a renunciar a su alianza con Fernando I de Habsburgo (Hijo de Felipe el Hermoso y Juana I de Castilla, nieto de los Reyes Católicos) acuerdo que no cumplieron los católicos y que daría pie a la segunda guerra de Kappel, que costaría la vida a más de 500 protestantes y 100 católicos suizos. Esos hechos sucedieron hace 500 años, mientras los españoles expandían su imperio de ultramar sin descuidar sus dominios en Europa. Las guerras de Kappel sólo tienen importancia para los historiadores y los antropólogos –pensarán algunos—pero a poco que se reflexione sobre sus consecuencias entenderemos que sirvieron para el nacimiento de dos o tres grandes familias del protestantismo, que van a influir de forma notable en la conformación del pensamiento de los colonizadores de América del Norte. La proclamación de la República Catalana (una vez más), no es un acto despreciable y mucho menos ridiculizable, como pretenden buena parte de sus detractores, lejos de esos análisis propios de miopes y escasos de luces, es un hecho de gran transcendencia en pleno siglo XXI.

Su proclamación es la consecuencia de la negación al diálogo por parte del gobierno central, la respuesta a la campaña anticatalanista emprendida por el Partido Popular con el recorte del Estatuto Catalán y la recogida de firmas para la celebración de un referéndum a nivel de todo el Estado español, sobre un asunto que sólo compete a Cataluña.

Las campañas mediáticas no sirven contra los pueblos concienciados

Este conjunto de despropósitos han tenido como respuesta por parte del catalanismo, otro despropósito, con la celebración de un referéndum y la proclamación de la República catalana. Si unos han cometido errores, partiendo de una serie de manipulaciones y artilugios legales, los otros han hecho otro tanto de lo mismo, como respuesta y autodefensa frente a las continuas agresiones. Como los protestantes, los catalanes han perdido la guerra una vez más, pero eso no supone el fin de la historia y mucho menos de las ansias emancipadoras de buena parte de los catalanes. Al igual que los hermanos suizos fueron un ejemplo para el resto de los protestantes de Europa, los catalanes están siendo un ejemplo para muchas de las nacionalidades de Europa. Hacer valoraciones superficiales sobre este hecho histórico dice mucho de sus autores, más cuando dentro de seis meses la

tozuda realidad les demuestre que todo el daño infringido al pueblo catalán sólo ha servido para reafirmar su nacionalismo y el de otros pueblos en situación similar. Los hermanos suizos son los abuelos de ese otro pueblo religioso conocido como Amish o Menonitas, una comunidad que se sigue expandiendo por todo el planeta y que niegan toda autoridad a los Estados en sus vidas. La ridiculización y el menosprecio del catalanismo es un claro síntoma de ignorancia mezquina, en manos de electoralistas y sus agentes bien pagados. La realidad y la objetividad es otra cosa.

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