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Europa y el nacionalismo

Nacionalismo y religión son las causas del fundamentalismo, el fanatismo, la xenofóbia y la desgracia de los pueblos. El nacionalismo y la religión sólo se superan con el pluralismo, el mestizaje, la tolerancia y la cultura, algo que debe ir unido a la democracia, el respeto y la igualdad ante la Ley, es decir La República laica. Debemos adquirir conciencia del peligro que representan estos dos sentimientos a lo largo de la historia de la humanidad, ya que son sentimientos fácilmente manipulables que sirven como forma de dominación política. La humanidad es una gran familia a la que no la deben separar fronteras ni religiones y su gran riqueza reside en su gran diversidad. La coexistencia pacífica entre naciones y religiones es posible.

10/09/2018 La construcción de la Unión Europea ha sido uno de los éxitos más grandes de la humanidad si tenemos en cuenta que en su territorio se han desarrollado durante los dos mil años anteriores las guerras más cruentas que haya conocido la humanidad

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Desde la firma de los tratados de Roma Europa ha vivido la etapa más larga de su historia sin conocer enfrentamientos armados y conflictos fronterizos, salvo la consabida resaca producida precisamente por la disolución de la URRS, que ha servido para su reunificación bajo la bandera de la Unión Europea. El creciente nacionalismo y los localismos auspiciados por las derechas europeas sólo puede responder a ese mezquino y rancio nacionalismo feudal que retrotrae la memoria a la época

de los pequeños reinos que en otro momento sirvieron de moneda de cambio a las potencias regionales. Alentados por el Brexit y la incomprensible actitud de la derecha británica –hoy casi arrepentida de ello- buena parte de las burguesías nacionalistas azuzan a sus ciudadanos contra la “injerencia” de la Unión en asuntos que consideran de su exclusivo patrimonio. La Unión Europea está construyendo desde su nacimiento una nueva forma transnacional de gobierno inédita en la historia de la humanidad. Europa ha sido el escenario de revoluciones y experimentos sociales a lo largo de estos dos mil años, en su seno se han concebido las más diversas y prolijas teorías filosóficas, económicas, sociales, religiosas y políticas. Los pueblos de Europa han puesto en práctica muchas de esas teorías, a veces con aciertos otras con ruidosos fracasos y muchas de ellas de forma tímida y cargadas de contradicciones. El nacionalismo periférico que ha rebrotado en los países europeos es indudablemente una respuesta rebelde a la construcción de ese nuevo ente trasnacional llamado Unión Europea agitado por los sectores más reaccionarios de las burguesías locales y sus intereses egoístas, frente a los intereses de los trabajadores y los sectores más desfavorecidos de la sociedad.

El nacionalismo y la defensa de los intereses nacionales es la bandera que se agita contra la emigración –venga de donde venga- y que usa a los refugiados como una escusa frente a la política solidaria de la Unión.

El Brexit es la estupidez más grande jamás cometida por el Reino Unido

Miles de trabajadores y marginados acuden a la llamada del nacionalismo, muchos de ellos se olvidan que sus padres en su momento cantaron la Internacional y defendieron el internacionalismo proletario y ahora ellos se ponen a disposición de los nuevos fascistas, que defienden un trasnochado nacionalismo que ha sido la causa de las guerras en Europa. La Unión Europea es un modelo de gobierno transnacional, equilibrado, solidario, moderno y ejemplar frente al caduco modelo de Estado Nación y cualquier otra forma de agrupación regional entre naciones. Ejemplos tenemos en América con el Alba y Mercosur, que no logran alcanzar ni de lejos los logros de la Unión Europea, en el caso del ALBA, incluso han fracasado en su intento de crear una moneda común (el Sucre). Grupos transnacionales como los BRICS, intentan en cierta medida copiar algunos de los logros de la Unión, como la

creación de un Banco y un fondo monetario común, a pesar de ser estructuras muy distintas. Lo cual viene a demostrar que a pesar de todos sus errores y limitaciones la Unión Europea ha logrado sobrevivir gracias a la voluntad de sus miembros, que han renunciado a parte de su soberanía en beneficio de un gobierno transnacional europeo, aplicando el principio de ceder una parte para ganar todos. La unión Europea es la ecuación de la solidaridad y la redistribución de las riquezas nacionales de forma equilibrada y oportuna entre naciones que ya lo han probado casi todo y lo han compartido a lo largo de su historia común, incluidas las grandes migraciones y las grandes guerras. Merece la pena reflexionar sobre el rebrote del nacionalismo en Europa y merece la pena hablar de forma distendida sobre sus consecuencias en tiempo presente. No es tiempo de patria chica ni de agitar banderas desteñidas, es tiempo de unir de forma justa y solidaria a todos los pueblos del mundo…aunque suene idealista.

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