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Entrevista a: Jesús Giraldez

Entrevista a: Jesús Giraldez

1. Fue con ocasión de aquellas jornadas intensas y agitadas en que las costas gallegas se veían asoladas por el chapapote que en la isla de Fuerteventura, que le conozco a usted como activista del ecologismo militante. En mi recuerdo, en un plano entre lo personal y lo profesional, usted es un historiador que se dedica a la educación, pero en otra disciplina, la deportiva. ¿Cómo se presentaría al lector?

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Puede que como un utópico al que el sistema le pone obstáculos, un libertario encorsetado en sus propias contradicciones, alguien demasiado simple para un mundo tan complejo. Tengo una titulación que me acredita como licenciado en Historia, pero por razones que no vienen al caso, llevo treinta años ejerciendo de profesor de Educación Física en secundaria, lo cual es un alivio para mis estudiantes y para mí. Como historiador a tiempo parcial me he dedicado a la investigación centrada en Canarias y en el anarquismo. El resultado ha sido la publicación de cinco libros sobre temas casi inéditos, como el de la deportación de anarquistas a Canarias durante la Segunda República en el que alguno de ellos, como Buenaventura Durruti, pasaron algunos meses de confinamiento.

2. ¿Cómo explicaría el contencioso Tindaya y su implicación en la denuncia y movilización en torno a este asunto y si la declaración posterior de Fuerteventura como Reserva de la

Biosfera por la UNESCO incidió de alguna manera sobre el expediente montaña Tindaya?

La Montaña de Tindaya es un espacio sacralizado por el pueblo maho (del que deriva el gentilicio majorero/a), el pueblo que, proveniente del norte del continente africano, arribó a Lanzarote y Fuerteventura en torno al cambio de era, hace unos dos mil años. Es una montaña totalmente diferente a todas las demás de la isla, de perfiles más rectilíneos, más clara, con una piedra (traquita) diferente al basalto más extendido, que se alza solitaria sobre un gran llano que termina engullido por el océano. Estas diferencias que hoy nos llaman la atención, también atrajeron al pueblo indígena, que la convirtió en un espacio cultual. Las evidencias arqueológicas de Tindaya son variadas, pero destaca por su gran estación de grabados rupestres. Los grabados solo representan un motivo: pies y más pies. Se han consignado más de trescientos, siendo la mayor estación de grabados podomorfos del planeta. Tindaya, por sus valores naturales, geológicos, paisajísticos, faunísticos, botánicos, históricos y etnográficos cuenta con seis figuras administrativas de protección. En 1995 alguien trae al escultor Eduardo Chillida a Fuerteventura para que plantee alguna restauración artística en los huecos que han dejado las canteras (la traquita de Tindaya es muy apreciada como piedra ornamental para recubrir edificios). Pero Chillida la elige como el lugar para llevar a cabo la obra culmen de su trayectoria artística: un vaciado en forma de cubo interior de cincuenta metros de lado, con dos túneles hacia la cima y otro de entrada. La

polémica se desata con inmediatez. De un lado la clase política y empresarial apoyando la intervención con la excusa (tan manida) de que situará a Fuerteventura en el mapa; en el otro lado grupos ecologistas y profesionales de la naturaleza y la arqueología que consideran que el monumento ya existía. El gran despliegue propagandístico hizo que en los primeros años una parte de la población majorera apoyara la obra. Después de 25 años (y aun cuando no se ha descartado de todo el proyecto) las tornas han cambiado y, en la actualidad, de manera abrumadora la población defiende Tindaya. Eso ha sido posible gracias a cuatro aspectos imposibles de desgranar aquí; el primero es el económico: sin moverse una piedra para el monumento se han robado treinta millones de euros de las arcas públicas; el segundo (en parte derivado del anterior), es la cantidad de temas judiciales que todavía quedan por resolver; el tercero son las dificultades técnicas para hacer la obra (un techo plano de cincuenta por cincuenta con miles de toneladas de montaña encima) y por último, que quizás sea la parte más importante, es que desde el primer momento siempre ha habido un incansable grupo de personas que no han cesado en su empeño de lograr que Tindaya sea conocida por sus verdaderos valores, no por convertirse en un nuevo parque temático destinado al turismo de masas. Para quien quiera tener más información le aconsejo que visite la web de la Coordinadora Montaña Tindaya (wwwsalvartindayaorg)

3. Otra cuestión que quiero recordar de aquel tiempo, primera década del siglo, es el gran debate político y social

en torno a las prospecciones petrolíferas entre las costas marroquíes y las majoreras, en aguas tanto de soberanía española como alauita, pero siempre muy cerca de las costas de Fuerteventura.

El asunto de las prospecciones petrolíferas tuvo su expresión más pública en 2014, pero los permisos de investigación y los intentos de Repsol por encontrar bolsas de petróleo bajo el suelo marino de Canarias tenía ya más de siete años de recorrido. En aquel momento el gobierno de Zapatero paralizó las prospecciones y fueron reactivadas bajo el gobierno de Rajoy. Es un ejemplo evidente de la situación colonial que vive Canarias puesto que estas islas y su gobierno no tienen jurisdicción sobre sus aguas marinas. Algo que no ocurre en otros archipiélagos con el mismo estatus jurídico y administrativo que nosotros. La clase política y las élites de este archipiélago nunca se han plantado ante el gobierno central en esta (y en otras muchas) materia. Tener potestad sobre nuestras aguas no hubiese garantizado que Repsol no hubiese realizado las prospecciones, pero al menos habría sido una decisión tomada por la ciudadanía canaria y no por un gobierno en Madrid. Pero Repsol, como gran multinacional, tiene el suficiente poder para sobornar y comprar muchas voluntades. Pero jamás esperaron una reacción ciudadana como la que vivimos y que deparó las mayores movilizaciones de la historia de este archipiélago. Las prospecciones se iban a realizar a apenas 15 kilómetros de las costas de Fuerteventura y Lanzarote y acarreaba riesgos para la naturaleza oceánica y terrestre. Además, estas islas

(lamentablemente) basan toda su economía en el turismo de masas y es a todas luces incompatible con una actividad extractiva de hidrocarburos. En Fuerteventura se constituyó un Movimiento Ciudadano contra las Prospecciones, totalmente asambleario y democrático. Las personas que impulsamos el Movimiento proveníamos del mundo del activismo ecologista y social y logramos mantener la independencia y la distancia con respecto a las manipulaciones políticas. Pero también tuvimos claro desde el principio que, con independencia del resultado, había que intentar aglutinar el mayor número de gente y de agentes. Con la gente de aquí o que vive aquí no hizo falta utilizar demasiados argumentos para que se sumaran a la lucha. Cualquier persona con dos dedos de frente sabía del riesgo que corría su querida isla. Con la clase política fuimos con pies de plomo. Todos los partidos insulares (menos el PP) se mostraron en contra de las prospecciones, más que por convencimiento por practicidad electoral. Pero les impedimos que tuviesen el protagonismo que hubiesen querido. Esa clase política que siempre se había dirigido a nosotros de forma desdeñosa, utilizando el término ecologista como un insulto, los mismos que habían impulsado los planes desarrollistas para la isla, los que defendían que agujerear Tindaya era mejorar la naturaleza, los que siempre despreciaron nuestro patrimonio histórico y natural, de repente, de un día para otro, se convirtieron en defensores del medio ambiente. Fue simpático verlos sosteniendo pancartas con lemas ecologistas.

En Lanzarote y en Fuerteventura las manifestaciones fueron multitudinarias, pero en todas las islas se realizaron grandes manifestaciones. Fue la primera vez en nuestra historia que todas las islas se movilizaban por un único fin. Algo casi impensable en esta tierra tan dividida que tiene inoculado el germen del insularismo (la defensa de su propia isla contra las demás) desde hace siglos. Aquello fue muy emocionante, acudió gente de toda la isla, muchas familias, mucha gente joven. Toda una lección. Repsol desplegó una brutal campaña en los medios de comunicación ofreciendo, como se suele hacer, miles y miles de puestos de trabajo. No les funcionó. Aun así siguieron adelante y tras algunos sondeos abandonaron el proyecto por inviable. Desconozco nuestra capacidad de resistencia en caso de que hubiesen continuado con sus planes, pero no lo hubiesen tenido fácil.

4. ¿Cómo recuerda aquella llegada masiva de gallegos en la isla que tanto se hizo notar, visita con frecuencia Galicia o mantiene vínculos con la Tierra?

El auge de la inmigración gallega en Fuerteventura aconteció desde finales de los noventa del siglo pasado hasta el inicio de la crisis financiera de 2008. Se hablaba de que el momento de más presencia habría entre quince y veinte mil gallegos y gallegas en la isla. Vinieron siguiendo la llamada del boom constructivo e inmobiliario. La isla se empezó a regar de planes parciales sin ninguna organización, sin medir sus consecuencias, sin importarle a los promotores las afecciones medioambientales ni sociales. Vino gente de todo el mundo. La isla pasó de tener 37.000 habitantes en 1989 a 95.000 en 2008. Es un ejemplo claro de desarrollo

insostenible, porque para sostener el modelo económico, era necesaria la importación de mucha mano de obra. Para nuestra fortuna la crisis financiera paralizó el camino desbocado que llevaba la isla. La población gallega fue la primera en volver a su lugar de origen. Recuerdo que casi todas las semanas, algún alumno o alumna gallego se despedía de mí porque retornaba con su familia. Solo se quedó un porcentaje pequeño de familias gallegas, las que no habían vinculado su permanencia en la isla exclusivamente a la construcción. Mi padre es de Tui y vino a dar clases a La Gomera en 1960, allí conoció a mi madre y acabaron afincándose en Arucas, en la isla de Gran Canaria. Llevo toda mi vida yendo a Galicia, sobre todo en verano. Nunca hemos roto ese vínculo. Tui es una ciudad maravillosa, cargada de historia en cada esquina y que mantiene un desarrollo urbano y poblacional apto para vivir y disfrutar. Toda la comarca es extraordinariamente bella incluyendo, como no, el norte de Portugal. Es un lugar ideal para darte cuenta de lo absurdo que es la existencia de las fronteras. En los últimos años, junto a hermanos, primos y sobrinos (y mi padre con sus 83 años) damos buenos paseos en bicicleta por toda la comarca. Muchos de esos paseos nos conducen por rutas de una gran riqueza arquitectónica, popular y sacra, hasta llegar a alguna manifestación arqueológica del pasado remoto del país. Algunas estaciones de petroglifos son impresionantes, libros de historia abiertos para ser leídos bajo el sol o bajo las estrellas.

Entrevista a: Ester Hernández

1. Nos situamos allá por los años de la primera década de este siglo. La recuerdo a usted como una joven concejala en el municipio de Tuineje. ¿Cómo recuerda usted aquellos años en su municipio y en la isla en general?.

En aquellos años Fuerteventura era una tierra de grandes oportunidades, muchas familias se mudaron a la isla llamados por un empleo. Fueron años de mucho crecimiento, de nacimiento también de diferentes iniciativas sociales y culturales, pero también de movimientos reivindicativos en materia de sanidad y educación. Fuerteventura ha evolucionado mucho en todos estos años, hoy somos un destino turístico maduro y consolidado. Una tierra que sigue generando oportunidades y es también la casa de mucha gente que en los 90 se vino por un tiempo.

2. Uno de los rasgos de aquellos años lo constituía una fuerte presencia inmigratoria, destacando por número e integración la comunidad gallega. En Tuineje visité en varias ocasiones gallegos en Gran Tarajal. Creo que era el enclave de mayor presencia en su municipio. También recuerdo su presencia, en compañía del alcalde de Betancuria, por entonces Ignacio Gordillo, en los actos previos de celebración del Día de Galicia y de Santiago del año 2006. Estos se desarrollaron e Vega de Río Palmas y los actos de presentación en Puerto del Rosario. Era usted una política que se implicaba con los ciudadanos fuera cual fuera su procedencia. Tras casi 15 años de estos hechos,

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